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Universidad de Guanajuato Campus Guanajuato

División de Ciencias Sociales y Humanidades

Maestría en Literatura Hispanoamericana

Luis Rey Nambo Arcos

Una breve lectura sobre lo siniestro en El huésped y Música concreta de Amparo


Dávila, la presencia de la violencia

Si reducimos la tesis de Sigmund Freud en su ensayo Lo siniestro a su elemento más


básico (y vigente) dentro del campo literario, tenemos que lo siniestro es aquello que, una
vez mantenido oculto, reprimido, es después expuesto de forma repentina y perturbadora.
Según Freud, ese algo oculto no nos es ajeno, sino que al contrario, resulta familiar, íntimo.
Freud por supuesto encaminó su propuesta hacía los traumas infantiles, vinculándolos,
cómo no, al miedo a la castración que tan importante fue para su teoría, sin embargo,
alejándonos de la teoría psicoanalista un momento, podemos darnos cuenta de que lo
siniestro en este sentido puede enmarcar mucho más que los traumas infantiles. Es el caso
de lo siniestro en los dos cuentos que nos ocupan ahora, El huésped y Música concreta, de
Amparo Dávila, donde lo siniestro no se manifiesta en el retorno de traumas infantiles, sino
en la represión de las tendencias violentas natas, debido a las exigencias sociales.
El huésped, es sin duda uno de los cuentos de Amparo Dávila más famosos y estudiados.
Relata la historia de una mujer viviendo en aislamiento en un pueblo remoto, atrapada en
un matrimonio que no le trae más que infelicidad y que a partir de cierto día, se ve obligada
a soportar la presencia de un ser (el huésped del título) traído a la casa por su marido. El ser
sólo aumenta el sufrimiento de la protagonista, así como de su criada y los hijos de ambas,
hasta que incapaces de aguantar, deciden darle muerte, encerrándolo en su habitación
mientras el marido no se encuentra, para dejarlo morir de hambre. Por su parte, en Música
concreta se nos cuentan dos historias, la de Marcela, una mujer que tras descubrir que su
marido la engaña con una costurera asegura que esta la acosa todas las noches convertida
en un monstruoso sapo, y la de Sergio, un viejo amigo de Marcela que ve cómo la mujer se
va deteriorando con el paso del tiempo a causa del sufrimiento que está soportando. La
historia de hecho es contada desde el punto de vista de Sergio, quien al principio del relato
trata de racionalizar los sucesos pero que hacia el final del cuento mata a la supuesta
amante mientras se describe (aunque no sabemos si es real o no) su transformación en el
horrendo sapo que atormentaba a Marcela.
Se propone la lectura de estos dos cuentos porque presentan un muy curioso paralelismo.
Mientras que en El huésped las protagonistas se ven empujadas a la violencia por causa del
odio y el terror, en el caso de Música concreta la causa que provoca el irracional acto de
violencia cometido por Sergio es su profundo y sincero amor hacia Marcela. En ambos
casos, emociones intensas provocan un estallido de impulsos que hasta entonces se habían
mantenido reprimidos.
En El huésped, la protagonista (cuyo nombre jamás se revela) vive constreñida por las
expectativas impuestas en ella por su condición de mujer. Al principio del relato no sólo se
deja en claro que sus tres años de matrimonio han sido infelices, sino que su estatus en la
casa de su marido no es la de un ser humano, sino la de un mueble, una más de las
posesiones de su esposo quien la trata con abierta indiferencia. Viven en un pueblo remoto
se enfatiza el aislamiento al que está sometida, un aislamiento tanto físico (no puede
escapar de la casa porque no tiene nadie a quién recurrir ni los medios para hacerlo) como
psicológico. Sólo tiene una compañía, su sirvienta, otra mujer quien además está una
situación inferior todavía a la suya dado que no sólo es mujer, sino además una empleada.
Otros han hecho notar ya cómo la presencia del huésped puede ser leída como la
manifestación concreta del dominio opresor del marido sobre la protagonista y si bien no es
una lectura con la que se esté en desacuerdo, puede argumentarse que el huésped representa
bastante más. De hecho, nos inclinamos a pensar que es menos el marido en sí mismo el
que amenaza a la protagonista y más la conciencia de que dada la estructura social
(profundamente rígida, patriarcal, pero sobre todo, indolente ante el sufrimiento de nadie)
su situación es insuperable. El huésped es el aspecto más oscuro del patriarcado, una
violencia que desprende su hostilidad hacia todo aquello que no sea sí mismo.
Este cuento ofrece además una complicada mirada al rol de la mujer en la sociedad. Es
importante llamar la atención a la actitud de la protagonista porque ella no reniega
enteramente su vida, se relata por ejemplo que encuentra placer en actividades
tradicionalmente femeninas como la costura o la jardinería y su amor y dedicación por los
hijos (tradicionalmente considerado como la parte más importante de la labor femenina en
las sociedades patriarcales) es sin duda genuino. Sin embargo, es innegable que la presencia
masculina es descrita como la fuente del sufrimiento dentro del relato. Después de todo, al
huésped no se le da ni nombre, ni forma, ni siquiera especie, pero siempre se refiere le
refiere como “él”.
Ahora, no nos extenderemos más en esto, dado que textos más depurados han ya
explorado este tema. En su lugar llamaremos la atención a cómo esta violencia externa
extrae la violencia suprimida por las protagonistas del relato. Se sugiere como antes de la
llegada del huésped, la narradora vivía en una especie de doloroso conformismo, sin
embargo, con su entrada a la casa, la situación cambia a una de paranoico terror. Es su
presencia más que su actuar lo que desestabiliza la psique de las mujeres. Su naturaleza
horrenda (que sólo el marido encuentra gratificante) estremece cada vez más a la
protagonista hasta que finalmente ataca al hijo de su sirvienta. Es aquí cuando la amenaza
se transforma en un peligro concreto y también cuando el miedo se trasforma en odio. Este
sentimiento es la clave, porque el miedo impedía que las mujeres actuaran pero al
transformarse en odio las empuja a hacer lo que en otras condiciones sería impensable. La
acción se lleva a cabo cuando el marido se encuentra fuera, es decir, cuando la
representación de la autoridad patriarcal también se ha ausentado. La naturaleza extrema
del odio de las mujeres les lleva a superar su miedo y soledad para librarse de la
monstruosa presencia. Es a esto a lo que queremos llamar la atención, a como la
sobreestimulación de la sensibilidad provoca el surgimiento de lo que se mantenía
reprimido, la capacidad para ejercer la violencia, algo que el sistema patriarcal le había
arrebatado a las mujeres y había acaparado para el hombre. Más interesante aún, el huésped
muere precisamente a causa del aislamiento, lo mismo que había mantenido impotentes a
las mujeres hasta este punto del relato.
Hay un cierto parentesco entre este cuento y Música concreta, ambas presentan a una
mujer atormentada por la indiferencia del marido. No hay una violencia física por parte de
este pero sí una simbólica, ambas están aparentemente solas ante una presencia traída a su
hogar por el hombre al que están unidas. Sin embargo, contrario a la protagonista de El
huésped, Marcela no está totalmente sola. De hecho, el protagonismo del relato no recae en
ella, sino en Sergio, su amigo.
Hay un contraste interesante, no sólo por el cambio de protagonismo sino por la forma
en la que la masculinidad es representada, por lado, el marido, indiferente y hostil, apenas
presente salvo para invitar el dolor a su hogar del mismo modo que en el cuento anterior.
Por otro, Sergio, un hombre atento, racional y cariñoso. Su relación con las dos mujeres
presentes en su vida, Marcela y Velia, es muy distinta a la que hay entre Marcela, su
marido, Luis y la amante de este. Al principio del cuento se da a conocer que en un
principio, el vínculo con Marcela tenía matices románticos pero según avanza el relato se
enfatiza cada vez más su semejanza con el amor entre hermanos (llegando a usar
directamente la palabra “hermana” para referirse a ella en varias ocasiones). El vínculo
romántico está entre él y Velia con quien tiene también una relación contrastante en
comparación con los otros hombres. En su primera aparición, Sergio no tiene deseos de
estar con ella, pero no de desembaraza de ella y la trata con el mismo cuidado que a
Marcela. Este detalle enfatiza la característica más importante de su personalidad. Él, a
diferencia de los demás hombres que hemos visto en estos relatos, se preocupa. Tiene una
sincera capacidad de empatía hacía las mujeres con las que se relaciona,
independientemente de la naturaleza de estricta de su relación con ellas. No experimenta
celos hacía Luis por haber sido él quien se casara con Marcela ni siente duda o amenaza
hacia su masculinidad… no es por él por quien actúa, sino por Marcela, por su bienestar.
Es esta misma empatía la que en última instancia lo quiebra. El sufrimiento de su amiga
se convierte finalmente en una obsesión (no la mujer en sí misma, sino su dolor) al punto
que afecta su juicio. El efecto fantástico pone en duda qué fue en realidad lo que paso en el
departamento de la costurera, pero puede hacerse una lectura en la que la paranoia de
Marcela lo afectó al punto de compartir su alucinación. Si aceptamos el hecho maravilloso
y decimos que realmente la mujer se transformó en un monstruo, no por ello deja de ser
significativo que en lugar de escapar haya decidido atacarla de forma tan brutal. Sea cual
sea el caso, el final no cambia, Sergio decide víctima de un impulso súbito matar a la
costurera y tras dejar la escena del crimen, en lugar de escapar, le comunica a Marcela que
finalmente puede estar en paz.
Sus acciones son todavía más impresionantes en comparación a las de las protagonistas
de El huésped dado que por todo lo que sabemos de Sergio, aquello va completamente en
contra de su carácter. A diferencia de ellas no actúa por odio, de hecho en cierto punto
manifiesta su simpatía hacia las mujeres atrapadas en la condición de amantes y su
desventurado futuro. Es la intensidad de su amor por Marcela, un amor que se insiste una y
otra vez que es puro, no romántico (o sea posesivo), sino filial (igualitario) lo que lo empuja
a interpretar los pequeños gestos de la costurera como hostiles y finalmente a estallar.
Quizá en su caso la explosión de violencia es más significativa. Mientras las mujeres de El
huésped se les había privado de la capacidad de violencia, Sergio había renunciado a ella en
pro de una profunda empatía hacía los demás. Es el mismo amor con que decide suprimir
su instinto violento lo que lo trae de regreso a la superficie de un modo completamente
incontrolable.

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