La expresión poder proviene de la voz latina potes que significa potente. Esta noción alude a la capacidad de una persona o de un grupo de personas para determinar, condicionar, dirigir o inducir la conducta de los demás. Expresa una combinación de energía y capacidad al servicio de un fin.
El poder político es el recurso de que dispone la autoridad para dirigir y hacerse
obedecer. Indica el atributo de disponer y limitar las acciones de sus miembros. Se trata de un fenómeno que se encuentra presente en todas las relaciones coexistenciales. Así, en cualquier núcleo humano siempre encontramos a alguien que conduce y a otros que obedecen y son guiados. Como afirmara Santo Tomas de Aquino [Cfr. Ernest Fortín. Compendio de historia de la filosofía política. México, 1999], el poder “es la acción de una voluntad sobre otra voluntad”. Toda sociedad, y más aún el Estado como la organización más perfecta, no puede existir sin un poder, absolutamente necesario para alcanzar los fines propuestos, para cuyo objeto requiere de la imposición coercitiva de ese poder, no por ello arbitraria, pero sí obligando a todos los miembros de la sociedad misma al cumplimiento de las disposiciones emanadas de ese poder público, genuino y con capacidad jurídica para imponerlo tal como lo exige la propia sociedad, aun para su sobrevivencia mediante un orden establecido donde se incluyen los derechos y obligaciones, atribuciones y facultades de gobernantes y el pueblo en quien radica la soberanía, y de no ser así, sin la existencia de un poder legítimo, fácilmente se caería en la anarquía y la ruptura de los valores, del bien público, del orden y la necesaria y armónica convivencia en el interior del Estado para su cabal evolución y desarrollo.