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EL ABURRIMIENTO EN LOS JÓVENES.

El aburrimiento es un estado de ánimo producido por la falta de estímulos, diversiones o


distracciones. El aburrimiento, junto a la soledad y la pereza, es una de las plagas de la sociedad
actual, lo mismo en los jóvenes, que en las personas mayores. Situación que la mayoría de las
veces es originada por una mala educación de los padres o una falta de dedicación hacia los
hijos, al dejarles que sean educados por la televisión, las pantallas electrónicas o los amigos.
Después de mayores, ese hábito de aburrirse tiene muy pocas posibilidades de corregirse, pues
se convierte en un círculo vicioso a través de la gran tristeza y posible depresión.

El aburrimiento puede producirse, por una soledad mal administrada o mal entendida, pues la
soledad no tiene que producir aburrimiento. Al contrario, esa soledad, en vez de aburrir, puede
ser un periodo de descanso, que sirva para meditar y poner las cosas en orden.

Hay muchas personas, principalmente los niños y los jóvenes, que cuando están solos, se
aburren durante sus tiempos de ocio, debido a que no tienen ni el hábito, ni los estímulos para
distraerse o divertirse. Les han acostumbrado a que sus tiempos de ocio sea dirigido por sus
juguetes, padres obsesivos o por la industria de entretenimiento a través de las pantallas
electrónicas, con todos los inconvenientes que tienen esas situaciones. Muy pocos padres dan a
los hijos las herramientas necesarias, para que se acostumbren a no aburrirse. Esas herramientas
tienen que estar en relación con la edad física y mental de cada niño.

Lo mismo pasa con los adultos, si se han acostumbrado a que sus tiempos de ocio estén
dirigidos desde pequeños, con juguetes que juegan ellos para el niño, no el niño con el juguete.
No hay interactividad entre los juguetes y el niño. Además que si se aburren de los juguetes,
inmediatamente los padres les compran otros nuevos, en lugar de sacar los que estaban
guardados, porque en su día les aburrieron.

Esos niños, de mayores será mucho más fácil que caigan en las manos y la mente perversa de la
industria del entretenimiento, que trata de hacerles adictos al consumo de sus productos o
servicios. Así, mientras están consumiendo entretenimiento, no piensas en su crecimiento
personal, social, ni religioso, lo que produce generaciones de personas acostumbradas a que
otros, les distraigan para que no se aburran.

Algunos hijos se aburren de todo, porque ya tienen de todo. Para no aburrirse necesitan
experiencias nuevas, que muchas veces les resultan perniciosas. El aburrimiento es una de las
grandes puertas de entrada hacia el consumo de drogas, sexo, pandillas y otros vicios. El
aburrimiento es una de las cosas que les produce las ganas de explorar nuevas avenidas, para ver
si por ellas encuentran la forma de distraerse y divertirse. Avenidas que la mayoría de las veces,
terminan de forma violentamente grave, porque para pagar su diversión que les saque del
aburrimiento y obtener beneficios económicos, inducen a otros adolescentes al consumo de
drogas o alcohol. Ahí suelen reclutar a los camellos de las drogas, en el narco menudeo, con los
jóvenes aburridos.

Las principales características del aburrimiento, se centran en conductas pasivas ante los hechos,
aunque les atañan o no. Demostrando baja autoestima, insatisfacción personal, falta de
expresión de lo que piensan o sienten, inseguridad personal, evasión en la necesaria toma de
decisiones o en asumir responsabilidades, etc. Se aburren porque les falta motivación para hacer
las cosas. Esa motivación debe llegar en primer lugar a través de sus padres. Al no tener algo
que les apasione, al no apreciar el trabajo o el estudio, nace otro círculo vicioso: Se tiene pereza
porque no se hace nada y si no se hace nada, llega la pereza.
Otras características de los jóvenes que se aburren son la pereza, la vagancia, la indolencia, la
ambigüedad, la indecisión, la apatía, la negligencia y la ociosidad. Las que origina que se les
atrofien sus sentidos, los cuales están diseñados para tenerlos continuamente en activo. Con los
sentidos atrofiados o dormidos, la sociedad les presionará más y mejor hasta adormecerles la
moral y la mente, para poderlos manejar a su antojo. De esta forma conseguirán que no piensen
en nada y se pasen mucho tiempo aburridos y medio aletargados, frente a las pantallas
electrónicas, sometidas a los dictados de algunos perversos medios de comunicación.

Muchas veces se aburren los niños y los jóvenes, porque sus padres o educadores, no les prestan
la debida atención y sienten que están solos o abandonados. En determinadas edades, todavía no
tienen la capacidad de entretenerse ellos solos y piden a gritos que se ocupen de ellos. Es muy
fácil distraerles, dándoles un pequeño gesto de atención y un poco de dedicación, entonces se
terminan esos signos externos que caracterizan su aburrimiento. Las madres de hijos pequeños,
saben distinguir perfectamente el tipo de lloros que corresponden al aburrimiento o a las señales
de cubrir sus primarias necesidades de alimentación, limpieza o sueño.

Los padres de hijos jóvenes, prefieren un hijo vivo, aunque esté aburrido, a un hijo que para
salir del aburrimiento y divertirse, tome riegos irreversibles con el alcohol, las drogas, el sexo,
las pandillas, la velocidad de los automóviles o motocicletas y termine en el hospital, la cárcel o
el cementerio. Esa es la moderna ruleta rusa del aburrimiento. Si tuvieran muchas actividades
lúdicas, divertidas y enriquecedoras. No tendrían tiempo para aburrirse.

Algunos padres no saben, no quieren o no pueden enseñar a sus hijos, a no aburrirse o no les
dan las herramientas necesarias, para que ellos mismos hagan lo conveniente para no aburrirse.
Por eso aceptan que la industria del entretenimiento, el gobierno o terceras personas, solucionen
el aburrimiento de sus hijos. Algunas de esas personas u organizaciones, se aprovechan del
aburrimiento de los adolescentes para conseguir unos fines, que no siempre son en beneficios de
los jóvenes, por eso los padres tienen que estar muy vigilantes con los sitios donde van sus hijos
y las personas con las que se relacionan.

Los padres tampoco pueden estar toda la vida haciendo cosas, para que los hijos no se aburran.
Ni deben quedarse al margen de la situación de sus hijos, de forma impotente, ignorante o
cómoda, mirando para el otro lado. Lo principal es que asuman su irrenunciable responsabilidad
y privilegio como educadores, y les den su propio buen ejemplo, practicando las virtudes y
valores humaos e inculcándoselos, para que les sirvan como prevención, ya que los hijos bien
formados, nunca llegarán a aburrirse.

Si los padres estuvieran alertas, a las banderas rojas que muestran sus hijos antes de aburrirse,
esa situación sería mucho más fácil corregirla. Los hijos que se aburren, la mayoría de las veces,
se enrocan como en el ajedrez o se aíslan del mundo y terminan cayendo en malas manos, todo
por no pedir ayuda o no dejarse ayudar, para que les enseñen a no aburrirse. La autoridad real y
llena de amor de los padres, junto a la justa ambición de que los hijos sean lo mejor posible,
obliga a enseñarles a no aburrirse, dándoles las herramientas necesarias para vivan alegres,
ocupados, entretenidos y divertidos.

El aburrimiento de los jóvenes, está íntimamente relacionado con el miedo a las consecuencias
de su falta de actividad, la inhibición a su alrededor, la indiferencia hacia los premios o castigos,
a la risa y al llanto, a la impunidad de sus hechos, etc. Por lo tanto, una de las primeras cosas
que se le ocurre a un joven aburrido, es el atractivo de la emoción de lo prohibido. Faltar a las
clases en la escuela, para no seguir aburriéndose y juntarse con otros jóvenes de sus mismas .

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