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CRÉDITOS
MODERADORA
TRADUCTORAS
DISEÑO:
ÍNDICE
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Sinopsis
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Color | sustantivo, a menudo atributivo |Del lat. color, -ōris
1. La calidad de un objeto o sustancia con respecto a la luz reflejada por el
objeto, generalmente determinada visualmente por la medición del tono, la
saturación y el brillo de la luz reflejada; saturación o croma; matiz.
2. Ella.
3. Yo.
4. Nosotros.
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1
Quería que papá me quisiera un poco. Quería que mamá dejara de quererme
tanto. Quería ser querido, pero no quería mucho.
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Fui a buscar en mi tocador y saqué un par de ropa interior y una de mis
camisetas de gran tamaño para dormir. Sabía que ya debería haber estado en la
cama. A la escuela realmente no le importaba si estaba cansada por la mañana. A la
escuela no le importaba que mi vida estuviera pasando por una completa
turbulencia. A la escuela no le importaba que estuviese a momentos de un colapso.
La escuela solo me quería allí para la primera campana.
Me metí a la ducha para tratar de aclarar la niebla que estaba residiendo dentro
de mi cabeza. El agua me cubrió durante más de una hora antes de salir y secarme
con una toalla. El espejo frente a mí se sintió burlado. Mis dedos cayeron sobre mi
estómago, y me miré al espejo tratando de entender cómo podía verme igual, pero
ser tan diferente.
Deslicé la camiseta por mi cabeza y me miré una vez más antes de salir del
baño. Me encogí cuando vi a papá acostado en el sofá de la sala. Parecía un gigante
tratando de ponerse cómodo en una concha marina, girando y girando sin éxito.
Mis labios se separaron. Mi cerebro buscó las palabras correctas.
Después de quedarme de pie por un minuto, estaba claro que no había palabras
correctas.
Así que me fui.
El lunes por la mañana Mike se negó a llevarme a la escuela.
Dijo que era porque tenía que estar allí una hora antes para levantar pesas antes
que empezara la escuela, pero eso nunca lo había detenido en el pasado. Siempre
terminaba yendo a la sala de arte y perdiendo el tiempo durante una hora antes de
la escuela.
Aun así, fue muy firme en que yo no viajaría con él. Quería quejarme con mis
padres al respecto, pero el momento no podía haber sido peor, así que el autobús
era mi única opción.
La parada del autobús estaba a dos cuadras de mi casa. Cuando me colgué la
mochila y me fui, vi a Simon parado en la esquina. En el momento en que me paré a
su lado, pudo notar todo lo que aún no había vocalizado, la percepción
extrasensorial de mejor amigo.
—¿Les dijiste? —preguntó.
Asentí.
—¿Mike te hace tomar el autobús?
Asentí de nuevo.
31 —¿Estás bien?
Negué, mis ojos estudiando la acera.
—Pero si pudiéramos pasar el día sin hablar de eso, sería genial.
—Correcto. Bueno, me aseguraré de enterrarte tanto en mis propios asuntos
que te olvidarás por completo de los tuyos. Créeme, tengo muchas cosas sucediendo
en este extraño cerebro mío.
Antes que pudiera decir algo más, un par de Chucks azules aparecieron a mi
lado. Mi cabeza se levantó hacia la persona que estaba a mi lado. Mis ojos se
encontraron con el par de ojos marrones que sonrieron sin siquiera intentarlo, y me
perdí.
El chico ciervo
Sus labios se suavizaron en una pequeña sonrisa, coincidiendo con sus ojos.
Le devolví la sonrisa. Al menos pensé que lo hice. No podría decirlo. Su sonrisa
se amplió, haciendo que mi estómago se llenara de mariposas.
Eres hermoso.
Era tan hermoso que era casi ofensivo. Parecía el sonido de un susurro. Dulce,
gentil y romántico. Me estaba mareando.
No debería mirarlo.
De verdad.
Deja de mirar.
¿Tal vez una mirada más?
¿Tal vez dos miradas más?
Mi cabeza cayó nuevamente. Me quedé mirando nuestros zapatos. Mis manos
agarraron las correas de mi mochila, y las jalé más cerca de mí, mis codos empujando
contra mis costados.
—Hola —dijo. Mariposas revoloteando, palmas sudorosas. No estaba segura si le
estaba hablando a Simon o a mí, así que permanecí callada. Por el rabillo del ojo
pude verlo todavía sonriendo. Hubiera deseado que dejara de hacer esa cosa
sonriente. Excepto que, no realmente—. ¿Es aquí donde nos recoge el autobús?
Asentí una vez antes de comenzar a patear una piedra invisible con mi pie
izquierdo. Sus Chucks azules comenzaron a imitar el movimiento. Ambos pateamos
piedras invisibles hasta que el autobús escolar se detuvo.
Simon fue el primero en subirse al autobús, pero no antes de subir y bajar
cuatro veces antes de deslizarse en el asiento delantero. Di un paso atrás para dejar
32 que el chico ciervo subiera al autobús delante de mí.
Hizo un gesto hacia el vehículo amarillo.
—Las damas primero.
—Gracias —respondí, subiendo al autobús.
Una pequeña risa se escuchó mientras me seguía.
—Entonces sí habla.
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Mi primera clase del día era cálculo con el señor Jones. Si tuviera que elegir mi
peor habilidad, sería cualquier clase de matemática. Siendo educado en casa,
básicamente evitaba las secciones de matemáticas hasta el final del día. Pero ahora,
con un calendario organizado con antelación, me vi obligado a enfrentarlo a primera
hora de la mañana. Era un tipo especial de infierno.
El señor Jones estaba parado fuera de su clase, saludándolos a todos.
—No haría eso si fuera tú —me advirtió una voz. Había estado a punto de
colocar mis libros en un escritorio en la primera fila. Pasando detrás de mí, vi a un
tipo con el pelo puntiagudo, una cadena de oro alrededor del cuello y algo que
parecía un aspirante a bigote—. El señor Jones es el Gato Silvestre de Mayfair
Heights.
33 —¿Qué significa eso?
—Ya sabes —dijo con voz ronca y añadió un ceceo con un montón de
escupitajo—. ¡Essso esss todo amigoss!1 Está más interesado en rociarlo que decirlo. —
Palmeó el asiento junto a él en la última fila—. Eres libre de unirte a mí aquí.
Acepté la oferta.
—Eres la carne fresca por el que todas las chicas han estado embobadas, ¿eh?
—preguntó.
—Nah, creo que tienes al tipo equivocado. Nadie me ha dicho una sola palabra
todavía. —Excepto por la chica de la parada de autobús que dijo gracias, pero
incluso eso fue como hablarle a la pared.
—Que es exactamente por qué eres la carne fresca. Están estudiando a su presa
antes de atacar. ¿Y con ese acento? —Silbó suavemente—. Hombre. Vas a embarazar
a las niñas solo con mirarlas. Añade un guiño y tendrán gemelos. Es por eso que me
vas a necesitar —dijo, dándome palmaditas en la espalda—. Mi nombre es Connor
Lincoln, y soy tu salvador, mi amigo.
1Sufferin Succotash, en el original. Es una frase dicha por el gato silvestre de los Looney Tunes, no
existe un equivalente en español en los dibujos animados.
—¿Es así? —dije, sacando un lápiz y un cuaderno de mi mochila, aunque no
iba a tomar notas.
—Sí. Verás, yo soy los ojos, los oídos y la voz del cuerpo estudiantil. Sé todo
sobre todos los que importan, y puedo ayudarte a mantenerte fuera de peligro.
—Bueno, ¿no es amable de tu parte?
—¿Qué puedo decir? Soy un humanitario. —Me tendió su mano para
estrecharla—. ¿Tienes un nombre?
—Levi.
—¿De dónde eres, Levi?
—Alabama.
—Está bien, está bien, está bien —dijo con acento sureño, o más un acento de
Matthew McConaughey, que estaba en una liga propia—. Siempre serás conocido
como Alabama.
Viendo cómo Connor me había salvado del escupidor maestro, supuse que
podría llamarme Alabama.
La chica de la parada de autobús entró en el aula y se sentó dos filas delante de
mí, con la cabeza gacha todo el tiempo. La mitad de su cabello castaño rojizo estaba
34 rapado, y la otra mitad, de color rojo oscuro. Se veía diferente a la mayoría de las
chicas Barbie en los pasillos. Más oscura. Más atrevida. Hermosa. Metió la mano en
su mochila, sacó un cuaderno y comenzó a escribir en este. Siguió barriendo su
flequillo detrás de su oreja, pero nunca levantó la vista de lo que estaba haciendo en
su cuaderno.
—¿Qué hay de ella? —pregunté a Connor—. ¿Quién es?
Los ojos de Connor se movieron hacia el asiento al que estaba apuntando y
levantó su ceja.
—Oh. Esa es una de las rarezas. No estoy seguro de su nombre porque la
mayoría de las rarezas no valen mi espacio mental. Deja más espacio para gente
como esa. —Señaló a otra chica que tenía el rostro lleno de maquillaje y llevaba una
camisa negra ajustada que le subía las tetas—. Ahora eso es digno de mi cerebro.
Hola, Tori, —dijo, saludando.
Tori se dio la vuelta y le enseñó el dedo a Connor. Sus ojos se cruzaron con los
míos, y me dio una sonrisa antes de volver a reírse con la chica sentada a su lado.
—¡Ah, hombre, ¿viste eso?! —exclamó Connor—. ¡Tori Eisenhower me sonrió!
No le dije que en realidad me había sonreído a mí, parecía demasiado
emocionado al respecto.
—Bueno, está bien, ella te sonreía a ti, pero ya que eres mi nuevo chico
principal, también cuenta como una sonrisa para mí. Amigo. ¿Lo ves? —Agitó sus
manos por toda la habitación.
—¿Ver qué?
—El mar lleno de dulce y dulce coño. Es nuestro para tomar, mi hombre.
Me reí incómodamente. La mayoría de las veces, cuando conocía a personas,
no encontraba la necesidad de hablar sobre el uso de chicas y de referirme a ellas
como un dulce coño. Con esa frase, estaba seguro que no me gustaba Connor.
Espero que esta sea nuestra única clase juntos.
Sonó la primera campana de la hora. El señor Jones entró y comenzó a hablar,
escupiendo a todos en las primeras filas. Connor no dejaba de susurrar cosas sobre
“tirarse chicas” y “obtener números” mientras tiraba de su collar de oro.
Debería haberme sentado en la primera fila.
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5
Las horas de la escuela transcurrían como años, lo cual estaba bien porque
sabía que al final del día tendría que estar en una cita con el médico, algo que
realmente no quería hacer. Preferiría huir de la realidad que enfrentarla.
Cada vez que Mike y sus amigos se cruzaban en mi camino, él se aseguraba de
nunca hacer contacto visual. La mayoría de sus amigos no sabían que estábamos
relacionados.
Durante el almuerzo, me senté con Simon y lo vi abrir y cerrar su caja de leche
mientras sus ojos se mantenían pegados en su enamoramiento históricamente largo,
Tori, también conocida como la chica más popular en nuestra clase de tercer año.
Además, también conocida como la chica que tiró huevos a la casa de Simon el año
pasado. Todavía estaba en negación acerca de eso, alegando que fue Eric Smith
37 quien estaba detrás de las yemas.
Como todos los románticos empedernidos, el amor lo cegó de la verdad. Todo
era muy trágico, pero de alguna manera esperanzador, todo al mismo tiempo.
Simon seguía hablando de Tori como si ella fuera su mayor sueño hecho
realidad.
—Ella se sienta tres filas detrás de mí en química. Sé que probablemente estarás
en desacuerdo, pero es inteligente, Aria. —Sus palabras estaban borrachas en un
romance ficticio cuando hablaba de su amante imaginario.
A veces me preguntaba si veía pequeños pájaros volando a su alrededor como
Blancanieves o algo así.
—Tú serías el único que se enamoraría de la chica más grosera de nuestra clase.
La forma en que su sonrisa se extendió por su rostro me hizo sonreír.
—No es grosera, solo está dañada. Esas son mis clases de chicas favoritas, las
imperfectas. Hace que sea más fácil para ellas tolerar mis defectos.
—¿Es por eso que soy tu mejor amiga? ¿Porque soy imperfecta?
—No. Principalmente eres mi mejor amiga porque llevas una camiseta de las
Tortugas Ninja con los rostros de los cuatro artistas renacentistas en ella.
Eché un vistazo a mi camisa favorita y sonreí.
—Es casi vergonzoso lo genial que soy.
—Casi —bromeó Simon antes de volverse hacia Tori—. Ella es tan bella.
—Eres demasiado bueno para ella.
Apoyó los codos en la mesa de la cafetería y se ahuecó la barbilla con las manos.
—Ella es el sol, y yo soy el hombre pálido que anhela su luz.
Me reí entre dientes.
—Voy a fingir que no dijiste algo tan extremadamente raro.
—Imagina a nuestros hijos... —Soltó un suspiro de felicidad—. Impresionantes
niños rubios con pecas y gafas. —Hizo una pausa, me miró y frunció el ceño—. Lo
siento. Mejor amiga, falta personal. No hablar de niños.
Me moví en mi asiento.
—Sabes que su cabello no es realmente rubio, ¿verdad? Es un mal teñido de
cabello.
—Dice la chica de cabello castaño rojizo que nació negra como el carbón —
respondió Simon altaneramente.
38 —Touché. Pero no olvidemos el problema principal con el amor de tu vida. —
Hice un gesto hacia Eric, que estaba sentado al lado de Tori—. Está fuera del
mercado.
—Por ahora. Corre el rumor que va a romper las cosas con ella.
—¿Y de dónde son estos rumores?
Sus mejillas se levantaron.
—Tengo mis fuentes.
—¿La señora Givens? —pregunté. No respondió, pero yo sabía que esa era su
única fuente de chismes escolares. La señora Givens era la bibliotecaria que pasaba
demasiado tiempo escuchando los susurros en los pasillos.
—Solo digamos, Eric se va, y Tori va a estar destrozada, y luego ¡woosh! Simon
Landon está listo para su despecho. —La emoción en su voz era divertida.
—¿Y entonces qué? ¿Vas a aterrizar mágicamente y consolarla? ¿El tipo que
apenas puede hacer contacto visual con la chica, y mucho menos hablar con ella?
¿Cómo vas a manejar eso, Romeo?
Asintió como si hubiera hecho una observación que aún no había considerado.
Cuando sonó la campana para nuestra próxima clase, la fantasía de Simon se detuvo
cuando levantó la bandeja de su almuerzo y la volvió a bajar una y otra, otra y otra
vez. Sus labios bajaron cuando notó que Tori salía del comedor con el brazo de Eric
sobre sus hombros. La sensación de derrota casi lo barrió. Tomé la bandeja de su
fuerte agarre.
—Nunca va a querer un bicho raro como yo, ¿verdad? —preguntó derrotado.
—No eres un bicho raro, Si. Además, corre el rumor que esos dos van a romper
pronto. Ella ya salió con todos los demás en nuestra clase, ¡así que prepárate para
entrar! ¡Eres el siguiente en la alineación de Tori! —Mi voz estaba azucarada de
consuelo y mentiras. Él sabía que lo que dije no era cierto, pero aún sonrió
ampliamente.
—¡Woooosh!
Había aprendido más del chico nuevo por los chismes de los pasillos que por
su propia boca.
—¿Sabías que él es del sur?
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—¿Como, Brasil?
—Escuché que habla francés.
—Es taaan sexy.
—¡Su mamá lo apodó Alabama!
—¡Tiene tatuajes en su ya-sabes-qué!
—Ese acento es falso.
—¡Ya se besuqueó con una chica en el vestuario!
—¡Escuché que estuvo en un trío!
—Es un mago de palabras.
—¡Yo lo vi primero!
Para la sexta hora, las chicas de segundo, tercer y último año ya estaban
reclamando al chico nuevo mientras los estudiantes de primer año acechaban en las
sombras. Rodearon su casillero como cachorros enamorados, haciendo girar sus
cabellos y sacando sus pechos. Me sentí mal por el chico. No tenía la oportunidad
de permanecer misteriosamente nuevo con un rostro así y un acento sureño como el
suyo.
Me quedé parada en mi casillero, mirando hacia él y sus fanáticas. De vez en
cuando les decía algo, y las chicas se volvían y me miraban.
Nunca me habían mirado en el pasado, incluso con todos mis diferentes colores
de cabello, maquillaje dramático y atuendos extraños. Los estudiantes de la escuela
secundaria Mayfair Heights estaban decididos a mantenerme invisible, lo que estaba
completamente bien para mí.
Hasta ahora. Ahora estaban volviéndose hacia mí riendo y moviendo sus
cabellos sobre sus hombros antes de mirar al niño nuevo.
¿Él se está burlando de mí?
¿Todos se están burlando de mí?
Fue sorprendente cómo un par de movimientos de cabello y una risa sarcástica
pueden hacer que una persona quiera trepar dentro de su casillero y permanecer
escondida durante los siguientes ciento setenta y nueve días. O al menos hasta la
campana final. Cerré mi casillero y seguí mi camino en la dirección opuesta al grupo
de imbéciles y divas.
Montón de idiotas.
—¿Sabes dónde está el salón uno-doce? —preguntó el chico ciervo,
apresurándose hacia mí.
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Arqueé una ceja, un poco molesta con su presumida personalidad de “Soy sexy
y lo sé”.
—¿El enjambre de chicas atacándote no pudo ayudarte?
—Así que lo notaste.
—¿Noté qué? —pregunté.
—¿Notaste que ellas me notaron?
La vacilación cayó contra mi lengua.
—… sí…
—Lo que a su vez significa que tú me has notado.
No me hacía gracia.
—No te halagues a ti mismo.
—Está bien.
—Está bien, ¿qué? —pregunté.
—Está bien, no voy a halagarme a mí mismo.
Sus ojos estaban llenos de tal facilidad y sinceridad que casi me pierdo en ellos.
Parpadeé.
—Eres raro.
—¿Raro de una manera encantadora o simplemente... raro-raro? —preguntó.
No estaba segura qué era todavía. Tal vez ambos.
—¿Por qué me miraban?
—Oh. Les pregunté tu nombre. Ninguno de ellas lo sabía, sin embargo, y por
alguna razón, pensaron que era cómico. —Se encogió de hombros.
Imagínate. Conocía el nombre de todos en nuestra escuela y no podían tomarse
el tiempo para averiguar el mío.
—¿Por qué estabas preguntando por mí de todos modos?
—No sé. Creo que tengo curiosidad sobre las chicas que caminan por el bosque
a las seis de la mañana los domingos.
—Oh.
—Soy Levi Myers. —Hizo un gesto como si fuera a inclinarse ante mí cuando
me dio su nombre. Entonces siguió adelante y lo hizo. Se inclinó completamente.
Estaba volcándose en el territorio raro-raro.
41 —¿Eres el hijo del señor Myers? —Hice una pausa, pensando—. Nunca supe
que el señor Myers tuviera un hijo.
—Sí, bueno, ese es mi papá para ti. —Sus cejas se fruncieron. Una ligera mirada
de decepción pasó por los ojos de Levi antes de parpadear y la suavidad volvió a su
mirada—. ¿Y tú eres?
—Aria.
—¿De verdad? ¿Aria?
—Sí…
—¿No Becky? ¿O Casey? ¿Tal vez Katie?
—Nop. Aria.
Se cruzó de brazos y mis ojos se fijaron en el tatuaje del ojo en su mano
izquierda, descansando entre su pulgar y su dedo índice.
—Pasé todo el día tratando de descubrir tu nombre y Aria no estaba en los
primeros veinte nombres.
—Lamento decepcionarte.
—No, no. Me gusta. Aria. —Sonrió y colocó su pulgar entre sus dientes
mientras estudió mi rostro—. Aria. —Su cabeza se inclinó hacia la izquierda y hacia
la derecha—. Arrriaaa.
Deja de decir mi nombre.
Cambié el peso de mi cuerpo. Ahora estaba nadando en el territorio raro-raro,
y tenía que admitir que su rara personalidad estaba tan lejos de su sexy exterior. Él
era su propio oxímoron.
Si hubiera una lista de los cinco oxímorones principales en el mundo, se vería
así:
Gran Depresión.
Tragicomedia.
Copia original.
Camarones Jumbo.
Levi Myers.
—Entonces, ¿siempre caminas por esos bosques a las seis de la mañana? —
cuestionó. Se frotó la palma de la mano contra su barbilla algo desaliñada y luego se
pasó el pulgar por el labio superior.
42 Me detuve unos segundos, tratando de ver todas sus características faciales.
Mis ojos parpadearon dos veces.
—A veces. ¿Siempre alimentas ciervos al azar a las seis de la mañana? —
pregunté con sarcasmo.
—Siempre —dijo con confianza.
Ya no podía mirarlo fijamente a los ojos porque me estaban mareando. De
hecho, todo el pasillo me hacía girar la cabeza. Tomé aliento y cerré los ojos. Cuando
volví a abrirlos, sus ojos marrones todavía me miraban. Mierda. Mi estómago se
revolvió. Aclarándome la garganta, hice un gesto hacia el pasillo.
—El salón uno-doce está por allí. Justo pasando la cafetería.
Comida.
Ugh.
Más giros estomacales.
Sus ojos se movieron y miró en la dirección en que estaba señalando.
—Gracias, Aria. —Se alejó. Cuanto más desaparecía por el pasillo, más calmado
se volvía el latido de mi corazón, pero la sensación de náuseas que rodaba por mi
estómago no se detuvo cuando pasé mi mano por mis labios.
Moví mis pies lo más rápido posible, me metí en el baño más cercano y apenas
conseguí cerrar la puerta del cubículo antes de vomitar el desayuno y el almuerzo.
Sentada sobre mis talones, alcancé el papel higiénico y limpié mi boca.
Odiaba el día de hoy.
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6
Lo único que esperaba con ansias durante el día escolar era la octava hora. La
octava hora era mi favorita, no solo porque era el último período, sino también
porque era clase de arte con el señor Harper.
El señor Harper y yo nos conocíamos desde que entré en su clase de
Introducción al Arte en mi primer año. Era un hombre flaco, fumador de pipa y de
bigote, un hombre gay de sesenta y dos años que siempre atribuía su amor por el
arte a la relación amorosa que tenía con Leonardo da Vinci. Claro, la historia de amor
podría haber sido nada más que un increíble viaje de ácido que había
experimentado, ya que Leonardo da Vinci murió cuatrocientos treinta y tres años
antes que naciera el señor Harper, pero era una historia de amor que iba más allá
del tiempo, de la forma en que mi maestro favorito lo dijo.
44 La clase que estaba tomando actualmente era una clase de exploración en la
que el objetivo principal era descubrir una nueva forma de ver el arte como un todo.
Nuestro salón de clases estaba configurado de manera diferente a todas las otras
aulas en el edificio. Nuestros escritorios estaban girados hacia adentro en
semicírculo y había al menos quince sillas adicionales en la habitación. En la
apertura del círculo había una gran pizarra.
El señor Harper garabateó las palabras Compañero de Exploración en todo el
tablero.
—Digan en voz alta lo que están pensando cuando piensan en explorar.
¿Listos? ¡Vamos! —dijo el señor Harper, sosteniendo la tiza en sus manos.
La clase comenzó a gritar palabras al azar lo más alto que pudieron.
—¡La selva!
—¡Cristóbal Colón!
—¡Las motos de agua!
—¡Sexo!
El señor Harper escribió todas las palabras en el pizarrón y colocó sexo en letras
más grandes. Nunca se conmovía con las payasadas adolescentes, solo las tomaba
como una experiencia de aprendizaje.
—¡Ah! ¿Y en qué palabras piensan cuando escuchan la palabra pareja? ¡Vamos!
—¡Sexo!
—¡Sexo!
—¡Relaciones sexuales!
Todas las palabras sobre sexo vinieron de Connor, el estudiante más pervertido
de nuestra clase que siempre hablaba de sexo o hacía expresiones sexuales con la
lengua. Estaba segura que tenía un pene pequeño y nunca tuvo relaciones sexuales
o algo así porque una persona que habla mucho sobre sexo claramente compensa
algo.
—Equipo —susurré bajito, casi sin voz. Los ojos del señor Harper se movieron
hacia mí, y sonrió ampliamente. Sabía que a los maestros no se les permitía decir
que tenían favoritos, pero era un hecho que yo estaba muy arriba en la lista del señor
Harper.
En letras más grandes aún escribió equipo.
51
Cuando finalmente logré reunir el valor suficiente para salir del baño, giré a
mi izquierda para ver a James, el mejor amigo de mi hermano, de pie frente a mi
casillero, leyendo el lápiz labial rojo. James siempre había sido un elemento básico
en la vida de mi familia; era la versión de Mike de Simon, más o menos. También
fue mi primer enamoramiento desde hace ocho años.
Me gustaba pensar en James como un socialité nacido. Era amigo de todos, sin
importar su estado social en la escuela secundaria. Desde los drogos, a los nerds, a
los deportistas, James se hizo amigo de cada grupo. Esa fue una de las razones por
las que fue tan fácil para mí enamorarme de él cuando era más joven.
Es curioso cómo solo me llevó una noche cambiar todos mis pensamientos
sobre él.
James levantó la vista y me dio una media sonrisa.
—Aria. Hola. —Tragué saliva y miré sus ojos preocupados—. ¿Es verdad?
¿Estás…?
Mi cabeza bajó.
—Sí.
—Y es… —Hizo una pausa, mirando alrededor de los pasillos vacíos. Respiró
hondo y se acercó a mí—. ¿Soy…?
—Sí.
Murmuró “mierda” en voz baja. Sus dedos tiraron del cuello de su polo azul
cielo Calvin Klein.
—¿Estás segura que es mío?
Debo haber lucido sorprendida, porque rápidamente se retractó de sus
palabras.
—Lo siento. Dije una tontería. —Se pellizcó el puente de la nariz y respiró
hondo—. Lo que quise decir fue, ¿vas a encargarte?
—¿Encargarme? —pregunté, levantando una ceja.
Susurró:
No era ajeno a los ataques de pánico. Había visto a mamá tenerlos todo el
tiempo mientras crecía. Tenían una manera de engullir a una persona, tragándolas
enteras y escupiéndolas hasta el punto que no eran reconocibles. Por eso tuve que
revisar a Aria en el baño. Tenía que saber que estaba bien, porque había visto las
consecuencias de las personas cuando no estaban bien debido a sus propias mentes.
Los ojos de Aria estaban tristes, de la misma manera en que mamá siempre
estuvo.
De la misma manera que estarían los míos si no lo ocultara tan bien.
Me volví genial con las sonrisas. Me escondía detrás de estas para asegurarme
que nadie se diera cuenta de lo horrible que era mi vida. Sonreír era una manera de
evitar que la gente hiciera preguntas. Odiaba las preguntas que siempre me hacían
57 cuando viajaba a la ciudad de Alabama. Las odiaba casi tanto como odiaba las
miradas y los susurros.
Las miradas y los susurros eran lo peor de todo.
—Ya era hora que pasaras por aquí —dijo Lance mientras entraba en Soulful
Things. Él heredó la tienda de música justo en el corazón del centro de Mayfair
Heights después que mis abuelos fallecieron. Lance era unos años mayor que mi
padre, pero parecía décadas más joven. Era un tipo raro y un hippie que estaba
casado con una mujer hippie más extraña llamada Daisy.
No estaba seguro si Daisy era su verdadero nombre o si solo consumió
suficientes drogas para creer realmente que era una flor2. Además, siempre usaba
un color amarillo brillante, que encajaba con su personalidad súper brillante y
atrevida. Enseñaba a las 5:00 a.m. clases de yoga en el techo de la tienda siete días a
59
60
8
—Tengo miedo —habló mamá en voz baja después que llegamos a nuestra
entrada—. Tengo miedo por ti. Veo a muchos niños cuyas vidas cambian para
siempre por cosas como los embarazos. También estoy un poco enojada, contigo,
conmigo, pero resolveremos esto, ¿de acuerdo? Quiero que sepas que puedes hablar
conmigo. Puedes hablarme sobre lo que sucedió y con quién, Aria. Prometo estar
aquí. —Salió del auto y cerró lentamente la puerta detrás de ella.
La seguí adentro, pero no estaba lista para hablar.
Mamá transmitió toda la información de la cita del médico a papá una vez que
regresamos a casa. Tenía once semanas de embarazo, me negué a profundizar en los
detalles de que James era el padre, y nunca quise oír la palabra aborto.
¿Vas a deshacerte de eso?
61
Papá sacó la palabra aborto cinco veces esa noche. Cada vez que lo escuché,
sentí un fragmento de mi corazón romperse. Aparentemente su hermana Molly tuvo
un aborto cuando era una adolescente y él dijo que era la mejor decisión que ella
tomó.
—Se dio a sí misma una vida —argumentó—. ¿Te imaginas a Molly con un
niño?
Nadie podía. Molly era lo que el mundo llamaba un espíritu libre. Mamá la
llamaba puta, pero esa era otra historia que involucraba una muy extraña cena de
Acción de Gracias hace dos años en la casa de Simon.
—Aria no es Molly.
—¡Es la misma situación, Camila! Está embarazada de Dios sabe quién. Hay
una solución fácil para esto.
Mamá resopló.
—¿Fácil?
Papá dejó caer su cuerpo contra la silla de la sala de estar y se hundió en esta,
pasándose las manos por la cabeza.
—¿Cómo pudiste permitir que esto sucediera?
Los ojos de mamá se ensanchan con horror. Mike entró caminando a la casa
justo a tiempo para escuchar la pelea. Sus hombreras de fútbol todavía estaban
puestas, y tenía su casco debajo del brazo izquierdo.
—¿Que está pasando?
—Estamos resolviendo cómo deshacernos de un problema.
—No estamos resolviendo eso. —Mamá regañó a papá, dándole la mirada más
seria que nunca. Me puse de pie con mis manos contra mi estómago—. ¡Este no es
un tipo de trabajo de fontanería que puedes simplemente eliminar, Adam! Esto es
una vida. La vida de tu hija.
Los ojos de papá se movieron hacia mí por primera vez desde las noticias. Me
miró como si estuviera mirando a través de mí. Frunció las cejas, y se pellizcó el
puente de la nariz antes de parpadear y apartar la mirada.
—Ha sido un largo día. ¿Qué tienen para cenar?
—Se suponía que tendrías que recoger la cena. Sabías que estaría con Aria.
Él murmuró algo, discutieron, murmuró algo más, discutieron un poco más.
—Puedo pedir algo —dije.
—Olvídalo, Aria. —Papá suspiró. Se levantó de la silla—. Has hecho suficiente.
62 —¿Esto va a ser la norma ahora? —le preguntó Mike a mamá. Se quitó las
hombreras—. Porque si este lugar solo van a ser gritos y mierda, entonces puedo
quedarme en la casa de James.
El simple sonido del nombre de James me hizo querer golpear algo.
¿Vas a deshacerte de eso?
—Cuida tu actitud, Mike —dijo mamá, dirigiéndose a la cocina, tirando de su
oreja—. Porque realmente no estoy de humor hoy.
64 —¿Tengo opción?
—No. No la tienes. —Metió la mano en el bolsillo trasero y sacó un trozo de
papel—. Eres la única persona que entiende que el atún y la carne asada van juntos.
Puedes citar películas de Star Wars. Tus habilidades artísticas son legendarias.
Mantienes toallitas y desinfectante para manos en tu habitación para mí. Eres
divertida incluso cuando no estás tratando de serlo. Eres más o menos… —No se
detuvo durante un buen rato, simplemente siguió y siguió.
Apenas podía escucharlo, porque en lo único que estaba pensando eran los
Chucks azules que tenían que llegar a la esquina más temprano que tarde. Levi casi
perdió el autobús. Apareció unos treinta segundos antes que la jaula amarilla
llegara. Mis ojos se movieron hacia él, y me sentí extremadamente mal.
¿Qué clase de idiota era para llamarlo un fenómeno? No había nada
espeluznante en él. Lo único que era extraño era lo amable que me trataba,
especialmente después de la situación del lápiz labial en mi casillero.
No había pensado en lo que le diría. Sabía que tenía que decir algo, pero no
estaba segura de cómo sacar mi pie de mi boca.
Parecía que no había dormido en absoluto la noche anterior. Su camisa estaba
arrugada y su cabello castaño todavía estaba mojado por la ducha. Nuestros
hombros estaban uno al lado del otro, a pocos centímetros de distancia, pero por
alguna razón, Levi se sintió a kilómetros de distancia.
No lo conocía lo suficientemente bien como para preguntarle si estaba enojado
conmigo, si había tenido una mala noche o si quería hablar.
No lo conocía en absoluto, realmente.
Simon fue el primero en subir al autobús. Antes de subir oficialmente a bordo,
se subió las gafas a la nariz y dijo:
—¡Te has convertido en amiga mía, del mayor bicho raro de la historia! Te
ofreciste como voluntaria como esa chica de los Juegos del Hambre… —Frunció el
ceño—. No puedo recordar su nombre, sin embargo.
—Katniss —dijo Levi en voz baja, señalando con la cabeza hacia Simon. Se pasó
el pulgar por el labio inferior. Juro que lo hizo en cámara lenta, también, haciéndome
mirar su boca mientras formaba palabras que hicieron que mi corazón saltara—.
Katniss Everdeen. —Levi Myers, damas y caballeros. El mayor oxímoron de todos.
—¡Sí! Eres Katniss Everdeen —exclamó Simon, sin darse cuenta de mi corazón
volteando en mi pecho mientras miraba a Levi, quien se negó a mirarme una vez.
Quise disculparme, pero no sabía cómo.
65
Levi estaba echándole sal a mis heridas mientras se sentaba y hablaba con Tori
durante el almuerzo. El día anterior, la había atrapado con las manos pintadas de
rojo en mi casillero, y en lugar de gritarle, le estaba dando su estúpida sonrisa que
hacía que todas las chicas de la escuela quisieran tener a sus bebés.
Bueno, excepto yo. Una vez que eres embarazada por alguien a los dieciséis
años, la idea de tener bebés adquiere un significado completamente nuevo. Verlo
hablar con Tori era molesto. Debería haber desviado la mirada, pero no pude.
—Estoy tan feliz de no haber llegado después que Tori y Eric rompieron. —
Simon se burló—. Parece que el chico nuevo está muy interesado en todo eso.
Lástima por él, ella es una perra.
—¿Crees que le gusta? —pregunté, tratando de no parecer demasiado
interesada, aunque secretamente el ciento diez por ciento interesada.
—¿Me estás tomando el pelo? Claro que sí. ¡Mírala! Y diablos, míralo. Quiero
decir, no me gustan los chicos ni nada, pero es bastante fácil mirarlo. Parece que salió
de una telenovela como el protagonista principal. —Hizo una pausa—. ¿Fue algo
raro de decir?
—Un poco.
—¿Podemos fingir que no lo dije?
—Probablemente no, no. Pero en realidad, ¿crees que hacen buena pareja?
—Es como una pareja hecha en el paraíso popular de los niños —dijo.
—No tienes que odiarla solo porque lo hago. —Sabía que sus ojos seguían
mirando a Tori. Ella era su cielo, pero se negaba a decir algo así después de lo que
había hecho.
—De ninguna manera. —Me dio un codazo en el costado—. Eres mi mejor
amiga y odiamos a Tori. Ya sabes lo que dicen, chicas antes que… chicas. —Hizo
una pausa—. La gente no dice eso, ¿verdad?
Negué.
—Probablemente no, no.
Simon siguió mirando a Tori, y seguí mirando a Levi. Se estaba riendo con ella
y cuando su mano aterrizó en su hombro, quise vomitar. Si había una forma de
describir a Levi, es que era un detallista. Cuando hablaba con la gente, miraba como
66 si realmente estuviera detallando cada característica de ellos. Realmente prestaba
atención. Odiaba cuánta atención le estaba prestando a Tori en ese momento en
lugar de a mí, lo cual era estúpido porque 1. Lo había apartado, y 2. Tenía dieciséis
y estaba embarazada.
Tori echó la cabeza hacia atrás en carcajadas y giró su cabello alrededor de su
dedo meñique.
Ella era ridículamente perfecta, y Levi notaba ese hecho. Y noté que él también
la notaba.
Estaba más que molesta conmigo. Me sentí muy mal por eso, también. No
estaba tratando de estresarla más, pero cuando Tori se me acercó y me pidió que
almorzara con ella y sus amigos, pensé que era una oportunidad perfecta para que
se disculparan con Aria.
No sabía por qué sentía una atracción hacia ella. Estaba emocionalmente
desconectada del mundo, pero de vez en cuando me daba una pequeña sonrisa que
me hacía pensar que no quería estar tan sola.
Además, todavía echaba de menos Alabama, y algo sobre su singularidad me
recordaba mi hogar.
Nuestra clase de música se dirigió al aula del señor Harper con nuestros
instrumentos. Estaba medio sorprendido de ver a Aria sentada en su escritorio. Por
69 alguna razón, pensé que habría cambiado de clase y se había mudado a Florida para
alejarse de mí.
Me deslicé en el escritorio junto a ella y saqué mi hoja informativa del día
anterior.
—Lo siento… —Arrugó la nariz y se giró para mirarme—. Perdón por
enloquecer en el pasillo, y por tratarte como un fenómeno ayer. Estaba avergonzada
y herida.
—No te preocupes, Aria, pero creo que soy yo quien supuestamente debe
disculparse.
No estaba de acuerdo.
—Mis emociones están por todos lados. —Cruzando las piernas en su asiento,
se sentó como un pretzel—. Es como, sigo siendo yo, pero… diferente.
—Diferente puede ser bueno.
—No. No esa clase de diferente. —La voz de Aria tembló mientras trataba de
controlarlo—. De todos modos, probablemente deberíamos completar esta hoja hoy.
No me opuse a la idea. Honestamente, estaba feliz porque incluso me hablara.
Aprendí bastante sobre ella y su familia. Su segundo nombre era Lauren. Amaba la
pizza de cualquier tipo. Su madre era doctora y su padre era plomero. Su tipo de
arte favorito era abstracto (pensaba que el abstracto era extraño). Cuando hablaba,
tenía un pequeño hoyuelo en la mejilla izquierda. No me dijo eso, pero no pude
evitar notarlo.
Le dije que me encantan los rollos primavera y el tocino, no juntos, pero no me
opondría a la idea. Mi segundo nombre era Wesley, el fútbol americano era mi
deporte favorito de ver y solo bebía cerveza de raíz.
—¿Qué significa el tatuaje en tu mano? —preguntó, mirando al ojo que estaba
entre mi pulgar y el dedo índice.
—Oh, es por una de mis canciones favoritas, “These Eyes”, de The Guess Who.
Mi mamá me dejó hacerme este y este… —señalé el tatuaje con pluma en mi
antebrazo—, por mi cumpleaños. La pluma es un recordatorio de cuánto significan
las palabras para mí. Si hay algo que amo tanto como el sonido de la música, son las
palabras que acompañan a las canciones.
—Es genial. Mis padres nunca me dejarían tatuarme.
—Sí… mi madre es un poco diferente a la mayoría de los padres. —Me mordí
el labio inferior, sin querer hablar demasiado sobre mamá. Debe haber notado mi
necesidad de un cambio en la conversación, por lo que continuó con el siguiente
70 tema.
—Está bien —dijo, mirando su hoja—. ¿Habilidades especiales?
—Soy un profesional en con la guitarra de aire y el playback3 —le dije.
Se rió disimuladamente y colocó su lápiz sobre el escritorio.
—No voy a escribir eso.
Arqueando una ceja, le pregunté por qué no.
—Porque las personas no son profesionales tocando la guitarra de aire y
haciendo playback.
Sonreí.
—Definitivamente toco la guitarra y hago playback de forma profesional.
—Tonterías.
Parecía un desafío para mí. Fui a buscar mi mochila, que tenía al menos una
docena de mis CD favoritos en el interior. Saqué uno, me acerqué al señor Harper y
le pregunté si podía ponerlo. Estuvo de acuerdo y me permitió poner la canción en
76
10
Para la cena del domingo, papá asó a la parrilla mientras mamá preparaba
ensalada de papa, maíz y compota de manzana casera. No quedaban muchos días
más para las barbacoas en Wisconsin porque el invierno llegaría pronto, así que
estaba muy emocionada. Papá preparaba las mejores hamburguesas, agregando su
ingrediente secreto que nunca revelaría.
Nos sentamos alrededor de la mesa, y Mike siguió hablando sobre el juego de
bienvenida que sería en unas semanas.
—Estamos jugando contra los Falcons y el entrenador dijo que algunos
exploradores de la UW-Madison van a estar allí. Además, los reclutas del próximo
fin de semana de Ohio State vendrán aquí.
—¿Crees que estás listo para esto? ¿Has estado haciendo entrenamientos
77 extra?—preguntó papá, colocando una bandeja con sus hamburguesas en el centro
de la mesa.
—Sí, señor. Sin embargo, el entrenador dijo que no tenía nada de qué
preocuparme, y me dijo que prácticamente tenía garantizadas algunas
universidades. Entonces, debería ser capaz de elegir la que más quiero.
—Sin embargo, no dejes que se te suba a la cabeza. También debes mantener
tus calificaciones altas. Necesitas un plan de respaldo. —Papá se sentó en su silla y
miró hacia mí antes de volverse hacia Mike—. La gente debería tener un plan de
respaldo.
Mike estuvo de acuerdo con él, y mamá solo frunció el ceño. Intenté no llamar
la atención durante la cena. Después de todo, durante la última cena del domingo
había mencionado la situación de “Estoy embarazada” y las cosas habían
empeorado bastante rápido. Esta vez solo quería disfrutar de mi hamburguesa
favorita.
Tomé mi primer bocado y mi nariz se arrugó.
—¿Le hiciste algo diferente a las hamburguesas? —pregunté.
Los ojos de papá se cruzaron con los míos durante menos de dos segundos
antes de apartar la vista y agregar la ensalada de papa a su plato.
—Lo mismo de siempre.
Asintiendo, tomé otro bocado. Mi nariz se arrugó de nuevo. No sabía igual que
siempre. Sabía... mal, en realidad. Coloqué la hamburguesa y básicamente perdí mi
apetito ante todo lo que estaba frente a mí.
—¿Por qué no estás comiendo? —me preguntó Grace, metiéndose la
hamburguesa en la boca. El solo hecho de verla comer esa cosa me hizo querer
vomitar. ¡¿Cómo es que no lo sienten?!—. Cuando la señora Thompson estaba
embarazada, comía como una vaca. También parecía una vaca.
—Grace, eso no es algo bueno de decir —la regañó mamá. Odiaba que la
conversación se estuviera volviendo lentamente hacia mi embarazo; no quería
arruinar la cena para papá, otra vez. Mamá se cruzó de brazos y me dio una sonrisa
de lástima—. Se llama disgeusia —dijo mamá—. Tus papilas gustativas se sienten
raras debido al bebé.
Papá se encogió y empujó su silla de la mesa. Cada vez que estaba molesto, el
enrojecimiento de su rostro se hacía más profundo.
—Creo que es suficiente.
—Adam… —La voz de mamá era baja—. Siéntate de nuevo.
—No. No si esto va a convertirse en lo de la semana pasada. No quiero hacer
78 esto. No quiero lidiar con… —Hizo un gesto hacia mí como si fuera un virus, una
plaga—. Esto.
—Voy a tenerlo —dije. Papá me miró con dureza, pero no soportaba que me
siguieran tratando así—. Lo tendré y lo lamento si me odias, pero voy a quedármelo.
Antes que pudiera responder, o más probablemente gritar, sonó el timbre de
la puerta delantera. Se apresuró a responder y el resto de nosotros permaneció en
silencio. Mike me lanzó la misma mirada sucia de papá, Grace intentó no reírse ante
mi supuesta vida, y KitKat comió maíz.
—Realmente necesitas pensar en mejores momentos para hablar—dijo Mike,
irritado con mi existencia.
Unos momentos más tarde, papá regresó al comedor y me sorprendió un poco
ver a Levi entrar detrás de él. En un instante, me estaba parando.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—¿Este es el chico? —preguntó papá, haciendo un gesto hacia mí—. ¿Él te hizo
esto?
—¿Qué? —siseé, avergonzada y conmocionada—. ¡No!
Levi arqueó una ceja e hizo una pausa.
—Lo siento, si este es un mal momento…
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté de nuevo.
—¿Quién eres? —dijo mamá a Levi. Pude sentir que mis mejillas se calentaban.
Mi corazón también estaba ganando velocidad. Me ponía nerviosa y emocionada a
la vez, y aunque mi mente sabía que era una idea estúpida sentirse así, a mi corazón
no le importó.
—Soy Levi, señora. Soy el hijo de Kent Myers. Vine aquí para quedarme con él
durante el año escolar. Soy la pareja de Aria. —Su acento lo hizo parecer tan
inocente.
—¿El hijo de Kent? ¿Pareja? ¿Qué significa eso? —siseó papá, molesto como
siempre.
—¡Papááá! —grité, extremadamente mortificada, cubriéndome el rostro.
—Quiero decir, es mi pareja en nuestra clase de arte y música.
Mamá se levantó e hizo todo lo posible para romper la incomodidad.
—Lo siento, Levi. Creo que ahora mismo es un mal momento.
—Lo siento, señora Watson, de verdad perdón, pero esperaba poder hablar con
usted muy rápido.
79 —¿Conmigo?
—Sí, señora. —Metió la mano en el bolsillo trasero y sacó algunos papeles—.
Aria mencionó que era doctora, por lo que me preguntaba si podría hablar con usted.
Prometo que será rápido.
Sostuvo los papeles hacia mamá, y ella comenzó a fruncir el ceño. Lo llevó a la
sala de estar y se sentaron en el sofá. Estaban susurrando mientras todos
observábamos. Los hombros de Levi se hundieron y escuchó lo que sea que mamá
le estuviera diciendo. De vez en cuando asentía y decía: “Sí, señora”, pero sobre todo
miraba la alfombra, limpiándose los ojos.
Cuando terminaron, se levantó del sofá y le dio las gracias a mamá antes de
girarse hacia la puerta de entrada y marcharse.
Corrí a la sala de estar.
—¿De qué se trató todo eso? —pregunté, moviéndome hacia la ventana para
mirar a Levi alejarse con las manos metidas en los vaqueros y la cabeza gacha.
—Pobre chico. —Mamá negó, caminando hacia el comedor.
—¡No quiero chicos viniendo por aquí, Aria! ¡Especialmente un chico
relacionado con ese inútil Kent Myers! ¿Me escuchas?
Cuando mamá pasó junto a él, tirándole de la oreja, se volvió y dijo:
—Dale un respiro, Adam. Estás actuando como un verdadero imbécil.
No respondió, tal vez porque sabía que era verdad.
—¿Qué fue eso? —pregunté a mamá, que se sentó en su silla del comedor y
comenzó a comer simplemente como si nada extraño sucediera. Mi corazón latía en
mi pecho preguntándome qué estaban hablando ella y Levi.
—Es algo personal, Aria. No puedo hablar de eso.
—Pero… —Mi pie se arrastró. Tiré del dobladillo de mi camisa—. ¿Él está bien?
¿Hay algo malo con él?
Mamá me dio su sonrisa tensa que me dijo que no iba a dar más detalles sobre
el tema. Debatí sobre ir a preguntarle qué estaba pasando, pero sabía que papá
enloquecería si supiera que me iba a encontrar con Levi.
Cuando tenía once años, fui a visitar a papá durante el verano. Uno de los
primeros días allí, me llevó a Fisherman's Creek. Alquilamos un barco de madera en
el muelle y nos sentamos en el medio del arroyo todo el día, asándonos al sol.
Nuestros anzuelos de pesca estaban en el fondo del agua, ningún pez parecía
interesado en ser atrapado. Papá se compró un paquete de seis cervezas frías y yo
un paquete de seis cervezas de raíz heladas.
Me regañó por no querer poner gusanos de verdad en nuestros anzuelos,
diciendo que los gusanos plásticos nunca funcionaban, pero mamá me dijo que
debíamos respetar la naturaleza. Decía que si no lo necesitamos para comer,
entonces no deberíamos hacerle daño.
Nos sentamos bebiendo nuestras cervezas y consiguiendo una buena
83 insolación.
El silencio del arroyo era algo que siempre recordaba. Cómo apenas nos
movíamos en nuestro bote, cómo el agua solo se ondulaba de vez en cuando porque
un pájaro se sumergía buscando una comida rápida. Después de cinco horas de
sudor, mi caña de pescar se movió, y papá saltó a socorrerme, ayudándome a atrapar
la pesca más grande de mi vida. “¡Tira!”, ordenó, y lo hice. Tiré, tiré y tiré un poco
más.
El momento de la verdad llegó cuando el pez emergió de las profundidades
del agua y nos reímos. Nos reímos tanto que pensé que mi estómago iba a explotar
y que la cerveza de raíz saldría por mi nariz. Resultó que mi pez era menos un pez
y más una gran bota de senderismo. Cuando papá se río, me reí. Papá se inclinó
contra el costado del bote. “La cena puede estar un poco cueruda esta noche, Levi”.
Seguimos riendo, yo abrazando mi estómago y el riéndose de mis carcajadas.
Esa fue la última vez que nos reímos juntos. Fue la última vez que fuimos
felices juntos.
Me preguntaba qué había pasado.
¿Qué había cambiado y qué lo hizo dejar de amarme?
Ahora, lo más cerca que estaba de escucharlo reírse conmigo era cuando veía
viejas comedias en blanco y negro en la televisión en la sala de estar cada noche.
Nunca me pidió que me uniera a él, y me di cuenta que estaba un poco molesto
cuando me sentaba con él. Entonces, elegí sentarme en el vestíbulo todas las noches,
a la vuelta del pasillo para que no pudiera oírme o verme. Cuando se reía, me reía.
Casi parecía que estábamos recreando una relación padre-hijo que se perdió en
el tiempo y el espacio.
Nunca me gustaron tanto las comedias en blanco y negro en mi vida.
84
12
No sabía cómo encajar con los niños populares. Me senté en sus mesas del
almuerzo, escuché su charla sobre las fiestas, e hice todo lo posible para sonreír
siempre, pero la verdad era que no teníamos nada en común. Venían de familias que
tenían mucho dinero y vivían vidas de lujo. Vine de una cabaña en el bosque. Todos
jugaban deportes y tenían otras actividades después de la escuela. Yo tenía a mi
85 madre y no me permitieron unirme a ningún club fuera del bosque. Solo tenía el
violín y mamá me daba las lecciones.
Ninguno de estos tipos tocaba ningún instrumento, y aunque las chicas decían
que era sexy tocar el violín, nunca entablaron conversaciones profundas sobre los
mejores violinistas ni sobre la interesante idea de mezclar sonidos clásicos con
música moderna.
Hablaban más que nada sobre sexo, alcohol y la próxima fiesta.
La escuela secundaria me molestaba. Desde que llegué aquí, me etiquetaron y
arrojaron a una caja debido a las características que no eran de mi incumbencia. Me
colocaron con un grupo que no deseaba conocerme porque solo les preocupaba el
exterior. En el exterior encajo. En el interior, era una anormalidad.
Era algo inquietante cómo todos se acostaban y se enredaban entre sí como si
fuera normal. Stacy salió con Brian, que se besó con Jessica quien tuvo relaciones
sexuales con Jason, quien besaba los pies de Victoria, quien le dio una mamada a
Eric después de acostarse con Stacy, quien todavía estaba saliendo con Brian. Era
como un grupo endogámico extraño y enredado que todo lo mantenía en familia.
Además, según la definición de popular, estas personas eran exactamente lo
contrario del significado. Eran malos solo por el placer de serlo. Eran un grupo muy
unido en comparación con la mayoría de la escuela. Claro, todos se amaban, pero la
mayoría de la gente de la escuela secundaria Mayfair Heights los odiaba.
Cuando miré al otro lado de la cafetería, siempre notaba que Aria y Simon se
estaban riendo el uno con el otro. Aria no sonreía a menudo, y sus risas eran pocas
y distantes, pero su amigo tenía una forma de sacarlas de ella.
Había estado pensando en su risa desde la mañana en que nos paramos en el
bosque hablando de oxímorones, cáncer y otras cosas absurdas.
Esa mañana me gustó mucho más que hablar sobre sexo, alcohol y las fiestas.
Me gustaba la naturaleza, y los animales, y Aria Watson, que era una chica que
de alguna manera era feliz y triste a la vez.
A veces conectábamos los ojos a través de la habitación y no apartábamos la
vista. Era un concurso de miradas en toda regla. ¿Quién apartará la mirada primero?
Nunca perdí. Ella siempre la apartaba.
86
Una noche a las 3:45 a.m. mi teléfono celular comenzó a sonar. Gruñí,
estirándome de mi cama para contestar.
—¿Hola? —dije soñoliento, mi voz se quebró.
—Tengo una idea que quiero comentarte. He estado pensando en abrir una
tienda de discos en la ciudad y quiero que vengas a casa y la manejes conmigo.
Puede ser lo nuestro, Levi. Podemos tener todas las mejores pistas de vinilo y esas
cosas. Apuesto a que hay un viejo almacén o algo que podríamos usar. Y…
Sonaba tan distante a través del teléfono, tan lejos de la realidad. Ojalá el sonido
no me resultara familiar. Pero fueron esos mismos sonidos y esos mismos
pensamientos los que me alejaron de Alabama a Wisconsin.
—Mamá. Son casi las cuatro de la mañana.
—Oh. ¿Estabas durmiendo? Ahora estoy en línea buscando para ver si hay
tiendas abandonadas en la ciudad. Incluso he estado haciendo logotipos y cosas en
Photoshop que podríamos usar para la tienda. ¿Qué piensas sobre azul y fucsia?
Necesitamos encontrar un nombre para el lugar. Sé que la gente de la ciudad
siempre dice que soy un fracaso y no tendré éxito…
—Nadie en la ciudad piensa eso, mamá.
—Sé lo que piensan estas personas, Levi. Siempre puedo escucharlos. ¡Oh! Y
grabé una nueva canción. ¿Quieres oírla?
No me dio la oportunidad de responder que tenía escuela a la mañana
siguiente. Siguió hablando y hablando. Puse el teléfono en mi estómago después de
una hora de escuchar sus absurdas charlas incoherentes, y cerré los ojos. Apuesto
que ya no estaba tomando su medicina.
Su llamada nocturna fue el recordatorio exacto de por qué decidí quedarme
con papá en lugar de estar con ella durante todo el año.
Necesitaba un descanso de ella.
87
13
Había faltado a la escuela por una semana debido a las náuseas matutinas y
me sentía como una basura completa. Después de regresar a la escuela el jueves, le
pedí a mi maestro de historia, el señor Fields, el pase para el baño después de treinta
minutos hablando de cosas aburridas que sucedieron hace cientos de años. Me ha
dado mala acidez en el almuerzo por la barra de tacos. Sentí como si alguien
estuviera tratando de meterse dentro e incendiar mis entrañas mientras procedían a
poner mi corazón en un estrangulamiento. Sabía que si me sentaba en clase y tenía
que escuchar la voz monótona del señor Fields hablar sobre Napoleón por un
minuto más, probablemente me desmayaría del aburrimiento.
Caminando por los pasillos, vi mi casillero una vez más cubierto con algo. Esta
vez eran panfletos de embarazo y condones. Tenía que admitir que era una gran
88 advertencia, pero un poco tarde.
—Odio mi vida —murmuré para mí misma, quitando la basura.
—La escuela secundaria apesta.
Me volteé para ver a Abigail parada a unos centímetros de mí. Todos en la
escuela la llamaban Torpe Abigail porque era una marginada social. Sabía que yo
también era una marginada, pero en lo que se refería a los bichos raros, Abigail
estaba en la cima de la lista.
Usaba pantalones impermeables todos los días con una sudadera vieja que
tenía una foto de Pink Floyd en ella. Sus pies siempre estaban en un par de tacones
altos que parecían muy dolorosos. Cada vez que caminaba, caminaba
apresuradamente, lo que la hacía emitir un murmullo cuando sus pantalones
impermeables se frotaban entre sí. Sus tacones altos repicaban, sus pantalones
creaban un murmullo. Si no estaba caminando por los pasillos con prisa para llegar
a su próxima clase, estaba citando a alguna persona al azar. Sus cejas y cabello eran
de un rubio decolorado, y también estaba terriblemente pálida. No creía en el
espacio personal, y lo sabía de primera mano porque en ese momento me estaba
ayudando a quitar los condones de mi casillero, casi respirando en mi cuello.
—Sí —estuve de acuerdo—. Es cierto.
—No dejes que te afecten, sin embargo. No es algo para siempre. “Medita en la
belleza de la vida. Mira las estrellas, y mírate a ti mismo corriendo con ellas”. ¿Sabes quién
dijo eso? Marco Aurelio dijo eso.
—No sé quién es.
—Google, Aria. El Internet está dando vueltas con gente que te dice cosas que
no sabías. Sin embargo, no lo creas todo. Mucho de eso es solo propaganda del
jodido gobierno tratando asustarte para que puedan robarte tu dinero. —Y con eso
se fue, alejándose.
No sabía que Torpe Abigail maldecía.
Los jueves por la tarde eran mi última cosa favorita. Mamá quería saber que
estaba bien, pero no estaba segura de cómo hacer que me abriera a ella. No planeaba
abrirme a ella, así que tal vez eso era parte del problema. Como no quería hablar con
ella sobre el incidente que provocó el embarazo, ella creía que al menos debería
hablar con alguien.
89 Papá estaba más metido en la táctica de crianza de pretender-que-Aria-no-
existe.
Ojalá mamá fuera un poco más como él.
El nombre del doctor Ward4 me recordaba a un psiquiátrico. Tres de las
paredes de su oficina eran de color blanco brillante y la última, azul claro. Sus
muebles estaban hechos de madera oscura pulida, a excepción del sofá azul pálido
contra una de las paredes, el cuenco azul lleno de caramelos de goma y los bolígrafos
azules que descansaban perfectamente sobre su escritorio. Apuesto a que aprendió
eso en psicología 101, el uso de colores. El azul supuestamente era un color relajante
que muchas veces se usaba para hacer que las personas se sintieran en paz, cómodas.
Personalmente, me recordaba el Período Azul de Picasso, que fue un período
de tiempo bastante deprimente para él, aunque algunas de sus mejores obras
maestras vinieron de ese lugar oscuro.
Otro oxímoron: el Período Azul de Brillantez de Picasso.
—¿Qué tienes en mente, Aria? —preguntó el doctor Ward con su propia voz
practicada de terapeuta. Era viejo, pero de alguna manera todavía joven,
92
14
La mayor parte de mi amor por la música vino de mi madre, pero papá fue
quien me presentó la habilidad intensa y hermosa de la guitarra de aire y el
playblack cuando tenía siete años. Cada noche que me sentaba en la casa del árbol,
volvían a mí cada vez más recuerdos del hombre que solía ser. Nunca olvidaré la
primera canción que me enseñó en la guitarra de aire. Era uno de mis mejores
recuerdos con él.
Papá y yo nos sentamos dentro de la casa del árbol, él con su caja de cerveza, yo con mi
93 caja de cerveza de raíz. Tenía un cigarrillo colgando entre sus labios mientras aplastaba su
primera lata de cerveza vacía y la arrojaba a un lado. Seguí su movimiento con mi cerveza de
raíz.
—Te voy a enseñar algo que algún día te conseguirá novia, Lee. Es la misma forma en
que conseguí a tu madre —dijo, encendiendo su cigarrillo—. El arte de fingir.
No sabía a qué se refería, pero giró a la izquierda, donde estaba su estéreo, junto a una
vieja caja de guitarra.
—¿Alguna vez has tocado la guitarra de aire? ¿O alguna vez has hecho playback? —
preguntó.
—No.
Después de algunas caladas de su cigarrillo, asintió.
—Muy bien. Tienes que mirar de cerca, porque esta mierda es seria y requiere
dedicación. ¿Crees que puedes dedicarte a aprender este instrumento?
Me reí y asentí mientras veía sus dedos comenzar a afinar una guitarra invisible.
Presionó el botón de reproducción en el estéreo y, mientras la música llenaba el espacio, sus
dedos se movieron contra la guitarra y sus labios imitaron las palabras, pero en realidad no
emitió ni un sonido. “More Than A Feeling” de Boston resonó por el lugar mientras
rasgueaba y “cantaba” cada nota, moviendo la cabeza todo el tiempo.
—Vaya —murmuré cuando la canción terminó.
Sonrió.
—Síp. Tengo algo para ti, un segundo. —Se giró, abrió la caja de la guitarra, y levantó
una guitarra invisible—. Mi viejo me dio esto cuando era un niño, y ahora te lo estoy
heredando. Cuídala.
Miré mis palmas vacías mientras la colocaba en mis manos. La acuné como si estuviera
sosteniendo el mundo en mis manos.
—Vaya —murmuré de nuevo.
—Muy bien. ¿Estás listo? Te enseñaré la canción que acabo de tocar. —Presiono el
botón de reproducir una vez más en el estéreo. Pasamos la noche riéndonos, bebiendo cervezas
y aprendiendo a ser artistas profesionales falsos.
94 —¿Qué harás hoy? —preguntó papá el miércoles por la mañana. Tuve que
asegurarme que me estaba hablando, a pesar que éramos los únicos dos en la casa.
En realidad era un milagro que estuviéramos en la misma habitación. La mayoría de
las veces cuando me veía, se iba en la dirección opuesta.
—¿Yo?
—¿Eres estúpido? ¿Con quién diablos más estaría hablando? —gruñó mientras
abría la nevera.
Me quedaba despierto hasta tarde cada noche desde que descubrí sobre su
cáncer, investigando y aprendiendo más y más sobre la enfermedad. También decidí
que culparía al cáncer por la personalidad malhumorada de papá; de esa forma no
sentiría que fuera yo quien lo hacía enojar.
—Tengo clase.
Gruñó un poco más, sonando en conflicto.
—¿Crees que puedas faltar? El doctor dijo que no debería conducir yo mismo
después de la quimioterapia, y no tengo a nadie más que me lleve. Lance
normalmente me lleva, pero se va a algún festival de música hippie o algo así.
Era la primera vez desde que supe que estaba enfermo que admitía tener una
enfermedad. Por alguna razón, eso lo hizo más real para mí. De verdad estaba
enfermo. De verdad estaba luchando por su vida.
—Puedo hacerlo. —Asentí. Haré lo que sea.
Arqueó una ceja y sirvió una taza de jugo de naranja. La deslizó hacia mí. Le
di las gracias.
—¿Sabes cómo manejar con cambios? —preguntó.
—Por supuesto.
Por supuesto que no sabía cómo manejar con cambios. La tía Denise me había
ayudado a obtener mi licencia de conducir en Alabama, pero no me había enseñado
a manejar con cambios. Cada segundo, papá estaba maldiciendo mientras nos
sacudía de un lado a otro.
—¡Jesús, Levi! Pensé que sabías cómo conducir con cambios. Cambia el
95 engranaje —ordenó.
—No quería.
—¿Qué?
—Simplemente no quería que tuvieras que ir solo —le dije.
Sacudida. Señal de pare. Cinco centímetros pasando la señal de pare. Sacudida. Pare.
Mierdavamosamoriiiiiiirrrr.
—Bueno, eso es tonto. Deberías saber cómo conducir. ¿Qué demonios te ha
estado enseñando tu madre allá? —Se pasó la mano por la barbilla—. Creo que
tendré que mostrarte, ya que no puedes hacer las cosas bien. Mientras tanto, trata de
no matarme antes que el cáncer lo haga.
—Me gustaría eso —le dije, asintiendo—. Me gustaría que me enseñes. —Él
nunca lo habría admitido, pero pensé que también le gustaba la idea.
—¿Dónde estabas ayer? —preguntó Aria en la parada del autobús. Simon era
normalmente el primero en llegar a la esquina, pero aún no se veía por ningún lado.
Estaba seguro que estaría aquí lo suficientemente pronto.
Le sonreí a Aria y sostuve las correas de mi mochila.
—¿Me extrañaste tanto?
—No —resopló, pateando su zapato en un movimiento circular—. Se suponía
que íbamos a trabajar en nuestro proyecto en la clase de Arte ayer y tratar de
descubrir qué íbamos a hacer, eso es todo. Ahora estamos un día detrás de todos por
tu culpa.
—Pare el carro, señorita. No te culpé cuando faltaste a la escuela por una
semana.
—Eso fue diferente —susurró, su zapato en movimiento se detuvo—. Tuve
gripe y te envié un mensaje con los libros de arte abstracto para consultar de la
biblioteca.
—¿No se llaman náuseas matutinas? —pregunté.
—No estoy respondiendo eso —respondió, frotándose las yemas de los dedos
contra las cejas. No estaba usando maquillaje esta mañana y se veía perfecta. Si no
lo hubiera sabido ya, podría haber pensado que era una fantasía.
—¿Por qué no? —Se guardaba tanto para sí misma, que no parecía justo. Me
preguntaba a menudo quién era el padre del bebé, pero no era mi lugar preguntar.
Si quisiera que lo supiera, me lo habría dicho. Pero, de nuevo, tal vez no sabía que
yo estaba disponible para escucharla—. Puedes hablar conmigo, ya sabes… sobre el
embarazo, si necesitas alguien con quien hablar. Ni siquiera estoy seguro si alguna
vez hablas de ello, pero quiero que sepas que si necesitas una persona con quien
hablar, mis oídos están disponibles para la conversación.
Su nariz se arrugó y se dio una palmada en la frente cuando el autobús escolar
se detuvo.
97 —¡Dios, Levi! Apenas son las siete de la mañana y ya me estás molestando. Esto
no es bueno para la forma en que nuestro día va ir.
Mis labios se convirtieron en una sonrisa más grande. Era tan linda cuando
estaba en modo perra.
—¿Demasiado temprano para hablar del bebé?
—Muy, muy temprano. Una vida demasiado temprano. Por ejemplo, si
muriéramos, volviéramos a la vida, muriéramos, volviéramos a la vida otra vez,
volviéramos a morir y volviéramos, todavía sería demasiado pronto para hablar de
ello. ¿Entiendes?
—Completamente.
—Bien.
—Entonces… ¿reanudaremos la conversación del bebé hoy a la hora del
almuerzo?
—¿Por qué eres tan loco?
—Porque mi mamá me educó de esa manera —respondí, permitiéndole subir
al autobús antes que yo—. Lo que me lleva a mi siguiente pregunta: ¿puedo
almorzar contigo y Simon? Quiero decir, sé que normalmente tenemos unos
concursos de miradas desde el otro lado de la cafetería, pero creo que podríamos
continuar con nuestros concursos en la misma mesa.
—Me dificulta mucho estar enojada contigo cuando usas ese acento ridículo
tuyo. —Sonrió juguetonamente. Me gustaba ese lado de ella.
—Puedo hablar más como tú si quieres. —Cambié mi voz a mi mejor acento
del Medio Oeste—. ¿Qué tal si comemos un perro caliente de maíz doble frito y luego
comemos una salchicha y tomamos un sorbo de agua del bebedero?
—OhmimalditoDios, un perro caliente de maíz doble frito suena tan bien en este
momento. —Juro que realmente babeaba de pensarlo—. Con aderezo ranchero.
No estaba seguro si eso era algo del embarazo o simplemente algo extraño de
Wisconsin, pero había una gran posibilidad que fuera ambas cosas.
Cuando dijo que podía almorzar con ellos, hice un baile, y ella me dijo que
nunca más volviera a hacerlo.
Así que, por supuesto, lo hice de nuevo antes de sentarme a su lado.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó ella.
—Viendo que Simon no está aquí, creo que esto me deja una invitación abierta
para sentarme a tu lado en el autobús.
98 —Estás presionando mucho hoy, Levi. ¿Quieres sentarte conmigo a la hora del
almuerzo y en el autobús?
Asentí.
—Pero también es para que podamos trabajar en nuestro proyecto. Pensé que
si vamos a hacer este proyecto lo mejor que se pueda, necesitamos comenzar a
ponerte en contacto con buena música. —Rebusqué en mi mochila y saqué mi
reproductor de CD, luego le tendí uno de mis auriculares.
—¿Qué es eso? —dijo, con una mirada de desconcierto en sus ojos.
—¿Un reproductor de CD? —repliqué, confundido por su confusión.
—La gente ya no usa reproductores de CD, Levi. Eso es raro.
—Mmm, tal vez la gente normal no, pero viendo que soy claramente un
completo hipster, creo que es seguro decir que esto vuelve a estar de moda. Los
viejos hipsters escuchan discos vintage, que, reconozcámoslo, suenan
increíblemente asombrosos en persona, pero son tan difíciles llevar por ahí. Un
reproductor de CD de la vieja escuela todavía conserva esa sensación genial y
auténtica de hipster, y pesa bastante menos que un tocadiscos. Entonces,
principalmente lo que estoy diciendo es que es un honor para ti experimentar la
magia que está por suceder en tu oído. Va a ser como una explosión de color.
—¿Siempre estás tan despierto por la mañana? —bromeó.
—Cada día.
Se colocó el audífono en el oído y yo coloqué el otro en el mío. Presiono el botón
de reproducir.
—¿Qué CD es este? —preguntó.
—Es una mezcla que hice en la casa de mi tío el fin de semana. Tiene todos mis
favoritos. La primera canción es “Open Rhythms” de Bodies of Water. —Doblé mis
rodillas, colocando las suelas de mis zapatos en el asiento frente a mí.
Cuando la canción comenzó a sonar, me relajé en el asiento, levanté mis dedos
y toqué mi guitarra intensamente, haciéndola reír.
No dijo nada más, así que tuve que asimilar las pistas sutiles que una persona
siempre mostraba cuando disfrutaba de buena música.
Su pie comenzó a moverse.
Su cuerpo comenzó a balancearse.
Cerró los ojos con una sonrisa.
Se perdió en la música, y no podría haber sido más feliz.
99
100
Recibí un poco de mierda por no comer en la mesa popular durante el
almuerzo, pero no me importó porque Aria me sonrió mientras me acercaba a su
mesa.
—Taumaturgo —dijo, desempacando su almuerzo.
—Oh, vaya, gracias. Creo que eres muy linda también, Aria —respondí,
sentándome frente a ella.
—¿Qué? —Sus mejillas se sonrojaron. Cada vez que estaba nerviosa, colocaba
su pulgar entre sus dientes y rompía el contacto visual.
—Lo siento, siempre asumo que cuando las chicas bonitas usan palabras
grandes, es un término de flirteo.
—Bueno, no es así.
—Sigue diciéndote eso. De acuerdo, repite la palabra.
—Taumaturgo —repitió—. Ayer por la noche descargué esta aplicación de
diccionario en mi teléfono y esa fue la palabra del día.
—¿Y el significado?
—Un obrador de maravillas o milagros. Un mago.
—Bien, tres cosas para decir sobre este tema. Una, qué palabra más ruda. Dos,
qué definición más ruda. Tres, es un poco sexy que tengas una aplicación de
diccionario.
Se sonrojó un poco más y me encantó.
—El caso es que, cada día, tengo una nueva palabra.
—Déjame ver eso. —Me entregó su teléfono. Lo revisé y comencé a escribir.
—¿Qué estás haciendo?
—Agregando mi número para que me envíes un mensaje de texto con la nueva
palabra si es algo brillante, pero no estamos juntos. Y ahora estoy memorizando tu
número para poder enviarte todos mis brillantes pensamientos y conocimientos
sobre el mundo en general.
—Oh, espero con ansias una explicación completa y en profundidad sobre
porque la gallina cruzó la calle. —Antes que pudiera responder a su comentario
sarcástico, Simon se acercó a la mesa como un zombi y se dejó caer.
—¿Estás bien, Simon? —pregunté. Aria le dio la misma expresión preocupante
que estaba mostrando yo.
101 —Me perdí la primera hora —murmuró.
La mano de Aria aterrizó sobre su corazón.
—¡Oh no!
Una risita me atravesó mientras tomaba un bocado de algo viscoso y un poco
gris; las señoras del almuerzo estaban tratando de pasarlo como pavo y salsa, pero
no me estaban engañando. Era una porquería de cerdo.
—¿Y? He faltado días enteros. Aria ha faltado semanas.
—¡Tenía gripe! —argumentó. Le di una media sonrisa. Sus labios se levantaron.
—No… no entiendes. Me perdí la primera hora —dijo Simon, golpeando su
cabeza contra las palmas de sus manos.
—Simon nunca, nunca, nunca ha perdido un día de clases. Ni siquiera una
clase. Tiene un registro perfecto —explicó Aria.
—Lo tenía —corrigió—. Tenía. Tenía. ¡Tenía!
Su rostro se estaba poniendo rojo de irritación y, aunque debería haber sabido
que no era el momento adecuado para preguntarle, realmente necesitaba saber
exactamente por qué llegaba tarde.
—¿Te has quedado dormido o algo así?
—¿Qué? No, nunca. Configuro cuatro relojes de alarma diferentes. Pero,
cuando estaba en la cocina esta mañana, tuve un tirón en mi mano mientras servía
mi jugo de naranja y todo el recipiente se cayó, derramándose por todos lados.
—¡Oh, no! —dijo Aria, su mano volando sobre su boca. No entendí. Actuaban
como si Simon estuviera anunciando que había asesinado a alguien a sangre fría.
—Síp. —Simon asintió, con los ojos alejados de cualquier forma de contacto
visual—. Cayó en todas partes. Mi papá ya se había ido a trabajar, y mamá se fue a
una cita con el médico.
—Deberías haberme llamado — regañó Aria a su mejor amigo. ¿Por… derramar
jugo de naranja…?
—No pude. Estaba limpiando.
—No es realmente tan importante. No dejes que te afecte —dije, tragándome
mi leche con chocolate.
—¿No es gran cosa? —argumentó, levantando la voz una octava—. ¡¿No es
gran cosa?! ¡Tenía un registro perfecto! ¡Era perfecto! Y ahora… —Su cabeza cayó
sobre la mesa y gimió un poco más—. Ahora solo soy imperfecto.
Estaba teniendo dificultades para saber si Simon hablaba en serio o no. No
podría imaginar tener un completo colapso nervioso por perderme un período de
102 clase. Demonios, en realidad habría estado feliz de perderme Cálculo en la primera
hora.
Mientras continuaba comiendo mi almuerzo misterioso y Aria consolaba a su
angustiado amigo, levanté la vista para ver a la misma chica que había visto el día
anterior en el hospital. Su rostro estaba más pálido de lo que había estado, pero se
movía tan rápido como siempre con la bandeja en la mano.
—¿Oigan todos? ¿Quién es esa chica? —pregunté, asintiendo en su dirección.
—¿Te refieres a Torpe Abigail? —dijo Simon.
Arqueé una ceja.
—¿Eh?
—Torpe Abigail. Es la chica más extraña de esta escuela —dijo, golpeando la
mesa con los dedos—. Un fenómeno total.
Me pregunté si sabía lo extraño que era para él llamarla un bicho raro cuando
la mitad de la escuela lo llamaba lo mismo. Levanté mi mano en dirección a Abigail
y le hice señas.
—Oye, Abigail.
—¡Mierda, Levi! ¡¿Qué estás haciendo?! —siseó Simon—. ¡No puedes llamarla
aquí! Eso es un suicidio social y mi estado social ya está en peligro.
—Parece una buena chica —le dije, haciéndole señas para que viniera.
Cuando se acercó a nosotros con su bandeja en las manos, movió sus tacones
rápidamente contra el suelo.
—¿Qué? ¿Me estabas llamando? Pensé que me estabas llamando.
—Lo estaba —dije—. Soy Levi. Solo quería ver si querías almorzar conmigo y
mis amigos.
Sus ojos se movieron de un lado a otro entre Aria y Simon.
—¿Quieres que coma con ustedes? Nunca quisieron que comiera con ellos
antes y los conozco desde sexto grado.
Fue muy directa, y me gustó eso de ella.
—Sí, pero estoy bastante seguro que cambiaron de opinión hoy, ¿verdad,
muchachos? —Aria y Simon permanecieron en silencio. Empujé mi pie contra el de
Aria debajo de la mesa—. ¿Cierto, muchachos?
Aria levantó una ceja hacia mí, pero asintió.
—Claro. Sí, siéntate, Tor-Abigail.
103
Los ojos de Abigail se movieron hacia el gran reloj de la cafetería y luego hacia
su reloj.
—Solo tengo tres minutos para unirme a ustedes.
—Tres minutos suena genial —dije. Colocó su bandeja a mi lado y los cuatro
nos sentamos en un extraño silencio, solo mirándonos el uno al otro.
—¿Lo buscaste en Google, Aria? —preguntó Abigail.
—¿Buscar qué? —respondió Aria.
—Marco Aurelio. ¿Recuerdas? ¿Recuerdas que te dije que buscaras en Google?
—Oh… cierto… todavía no he encontrado tiempo.
—Durante el Renacimiento, las personas aprendían diferentes idiomas,
instrumentos, pintura, habilidades de construcción y también luchaban contra
plagas mortales. El hecho que nuestra generación ahora difícilmente pueda buscar
citas es bastante desalentador porque en realidad no estamos haciendo demasiado
con nuestras vidas. —Los tres nos sentamos en silencio, viendo a Abigail seguir y
seguir. Echó un vistazo a su reloj—. Solo me queda un minuto para sentarme con
ustedes.
Bueno, demonios. Me gustó su determinación.
—¿Cuál es una frase de Marco? —pregunté. El rostro de Abigail me miró, y me
dio una pequeña sonrisa.
—El objeto de la vida no es estar del lado de la mayoría, sino escapar de estar en las
filas de locos —citó.
Me miró a los ojos como si tratara de decirme: “Conozco tu secreto”. Me removí
y le di una pequeña sonrisa.
—¿Qué te hizo citar esa?
—No sé. —Se levantó de la mesa y recogió su bandeja—. Solo lo hice. Tengo
que irme, el tiempo no espera a nadie, ya sabes.
Comenzó a caminar, pero antes de irse, se volvió hacia Simon.
—Me gusta tu suéter, Simon. El rojo granate te resalta los ojos. —Sus mejillas
se sonrojaron y se fue, corriendo hacia su próxima aventura.
—En el sur, ¿no creen en el suicidio social? Porque en serio… nos estás
empujando a todos a la tierra de los juguetes inadaptados —discutió Simon,
dándome una mirada dura.
—Creo que le gustas —le dije al nervioso pelirrojo.
Abrió la boca para gritar en mi dirección, pero la cerró rápidamente. Sus
104 pensamientos parecieron correr por su cabeza, sus expresiones faciales mostraban
su confusión sobre lo que había dicho. Con prisa, se levantó de la mesa.
—Voy por el almuerzo.
Aria se sentó frente a mí, entrecerrando los ojos en mi dirección.
—¿Cuál es tu problema? ¿A qué se debió todo eso?
No le respondí, porque no estaba exactamente seguro de mí mismo.
—Dos palabras para ti, amigo. Suicidio. Social. —Connor me estaba dando una
conferencia en el vestuario mientras nos cambiábamos para la clase de gimnasia de
la sexta hora—. No puedes seguir comiendo con esos fenómenos si alguna vez
vamos a ser invitados a las mejores fiestas.
¿Cómo terminé teniendo tantas clases con este tipo? Ya me habían invitado a las
“mejores fiestas”, simplemente no había encontrado una razón para ir. Prefiero
sentarme en casa y ser ignorado por el padre que no me quiere.
—Te lo digo, si vamos a conseguir que las gatitas maúllen en nuestra dirección,
debemos evitar ciertas cosas tabú. Eso incluye a Torpe Abigail. Ella es lo peor con lo
que se puede ver a una persona.
—No es una cosa, Connor. Es una persona —dije, tirando de mi camisa de
gimnasia sobre mi cabeza.
—Solo digo, hombre. Entiendo que sea probablemente la cosa de la
hospitalidad sureña, pero retrocede un poco.
Simon entró al vestuario y abrió su casillero. Nunca hablaba realmente en la
clase de gimnasia, pero podía decir que era lo menos que le gustaba, ya que la mitad
de los muchachos lo molestaban y siempre lo elegían como último en los equipos.
Connor comenzó a hablar más mierda de una manera enfermiza, pero me
estaba volviendo bastante bueno para ignorarlo. Hubiera sido mejor que me sentara
al frente de la clase de matemáticas del señor Jones en la que me escupieran.
Durante la clase jugamos hockey de campo en el campo de fútbol. El señor
Jenson era el maestro de gimnasia más gordo de Mayfair Heights, y se aseguraba de
menospreciar siempre a los estudiantes que no eran los mejores en los deportes.
Afortunadamente, no estaba tan mal, pero la forma en que hablaba a otros era
repugnante. Me preguntaba si él y Connor estaban relacionados.
105 —Alabama —me llamó Jenson. El apodo se había pegado más de lo que yo
quería—. Eres el capitán. Jason, tú también eres el capitán.
—¡Demonios, sí! —dijo Connor, caminando hacia mi equipo como si lo hubiera
elegido.
—Escojo a Simon —dije, haciendo que Connor se paralizara.
—¿Qué? —dijeron él y Simon simultáneamente.
—Dije Simon. Te elijo.
Todos a nuestro alrededor comenzaron a reírse como si estuviese bromeando,
pero la pequeña sonrisa que apareció en el rostro de Simon cuando su nombre no
fue llamado al último, valió la pena, incluso si patearon nuestros traseros ese día.
15
Octubre llegó con un clima húmedo, cielos nublados y una barriga creciente.
Tenía quince semanas de embarazo y estaba empezando a tener el aspecto también.
Para la cena del domingo, Mike invitó a James y Nadine en un intento de evitar
que papá se marchara y me mirara con decepción. Mamá hizo la comida favorita de
Grace: pollo parmesano y judías verdes.
En el pasado, cuando James y Nadine venían, Nadine siempre terminaba en
mi habitación mientras los chicos jugaban videojuegos. Ella y yo hablaríamos sobre
mis obras de arte y su baile. Ahora era extremadamente extraño tenerlos a ambos
sentados a unos centímetros de mí.
Hice mi mejor esfuerzo para no mirar a James a través de la mesa, pero podía
sentir su mirada en mí.
106
Esto es tan incómodo.
¿Por qué pensaría que estaba bien aparecerse en la casa de mi familia a cenar?
¿Por qué pensó que estaba bien traer a su novia con él? ¿Por qué me sentía más sola
que nunca cada vez que él le tomaba la mano?
—Entonces, entré en Duke —dijo James, pasando el tazón de pan de ajo—. Voy
a ser oficialmente un Blue Devil el próximo otoño.
Papá sonrió como si fuera el éxito de su propio hijo.
—De ninguna manera. ¿Beca completa?
James asintió. Jugaría al fútbol en Duke, y estaba segura que Nadine ya estaba
preocupada por la relación a larga distancia, viendo que ella iba a ir a una
universidad pública a una hora de distancia de Mayfair Heights. Aun así, sonrió
como si estuviera tan orgullosa como papá.
Incluso si James no hubiera obtenido una beca de fútbol, estaba segura que la
recibiría por alguna otra razón. Era el mejor de su clase, obteniendo el puesto como
mejor alumno de la clase. Él y Mike estaban bastante igualados cuando se trataba de
jugar al fútbol: Mike podría haber sido mejor que James, en realidad, pero cuando
se trataba de inteligencia de libros, no estaban ni cerca de estar en el mismo campo.
No era que Mike fuera estúpido. Simplemente no se esforzaba de verdad. En
realidad nunca tuvo que intentarlo. La gente lo amaba fácilmente. Las chicas siempre
quisieron salir con él mientras los chicos querían una amistad sólida. Los maestros
lo dejaron pasar con calificaciones “lo suficientemente buenas” para que no lo
botaran del equipo de fútbol. Nunca fue puesto en una posición en la que tuviera
que esforzarse mucho. Eso fue hasta que sus puntajes en el ACT no fueron tan
buenos, lo cual no cuadraba bien con sus calificaciones, lo que dificulta que las becas
llegaran a él. Me di cuenta que mis padres estaban cada vez más recelosos porque
no le ofrecieran a Mike una beca completa como pensaban que sería.
Estaban conteniendo la respiración esperando una carta que viniera diciendo
que al menos había sido aceptado en una universidad.
—Bueno, creo que eso es maravilloso, James. Has trabajado duro para eso.
Mereces todo el éxito que viene en tu camino —dijo mamá.
James sonrió y le dio las gracias.
—Con suerte, este tonto se unirá a mí allí —dijo, empujando a Mike en el
hombro. De vez en cuando podía sentir la mirada de James cayendo hacia mí, pero
yo apenas reaccionaba.
—En este punto, aceptaremos cualquier cosa —bufó papá. Vi la boca de Mike
107 apretarse con fastidio. Me preguntaba si papá sabía lo duro que había sido
últimamente.
—Ah, las cartas llegarán pronto, estoy seguro de eso. Mike es la persona más
inteligente que conozco, además de la señorita Bella por aquí. —James se inclinó
hacia Nadine y la besó en la mejilla. La miró como si no existiera nadie más en el
mundo, aunque estaba segura que todos lo hacíamos. Me pregunté qué se sentiría si
me miraran como si fuera lo único que importaba.
108 —Oye —dijo. Sus manos estaban metidas en los bolsillos de sus jeans mientras
se balanceaba de un lado a otro—. Perdón por haber aparecido esta noche, pero Mike
siguió suplicándonos a Nadine y a mí para que viniéramos. No quería que las cosas
parecieran raras, así que pensé que debería venir.
—Fue raro. Es raro.
Suspiró.
—Deberíamos hablar.
—¿Sobre qué?
—Tu hermano dijo que vas a tener al bebé. ¿Es eso cierto? —preguntó
tímidamente.
Mi mandíbula se tensó, y hundí las palmas de mis manos en el costado de mi
colchón.
—Me dijiste que ustedes dos rompieron porque ella te estaba tratando
terriblemente. Dijiste que ustedes dos iban por caminos diferentes en la vida.
—Estábamos… —Su cabeza colgaba como un perrito atrapado destruyendo un
cojín.
—Te olvidaste del hecho que estaba embarazada.
—Aria…
—Entraste a mi habitación y me dijiste que Nadine te trataba como basura. La
hiciste parecer un monstruo. Dijiste que siempre te gusté. Pasaste tus manos por mi
cabello llamándolo hermoso. Me llamaste linda y me tocaste, besaste mi cuello, mi
estómago. Entonces, esta noche, descubro que tu novia nunca te trató como una
mierda. Te amaba. Te ama.
—Estaba en un mal lugar esa noche —susurró, todavía sin mirarme.
—Me dijiste cómo te preocupabas por mí. ¿Eso fue solo basura para acostarte
conmigo?
—No. Por supuesto que me preocupo por ti, Aria. Eres la hermana menor de
mi mejor amigo. —Hermana menor. Auch—. Esa noche Mike y yo habíamos estado
bebiendo. No estoy orgulloso de eso ni nada, y nunca quise lastimarte.
—¿Lastimarme? James, me follaste y dejaste embarazada. Luego, durante
semanas, fingiste que nunca te acostaste conmigo, y volviste a estar con Nadine, ya
sabes, la otra chica a la que follaste y embarazaste. Honestamente tienes el esperma
más determinado en la historia de los espermas.
No respondió. Odiaba que culpara al alcohol. Odiaba que la razón por la que
el realmente rompió con Nadine fuera porque ella quería quedarse con el bebé.
109 Odiaba que pudiera caminar por la escuela sin que nadie supiera la verdad de lo que
hicimos.
No era justo.
—¿Cuál es el asunto entre tú y Levi Myers? —preguntó de la nada—. ¿Ustedes
dos están juntos o algo así?
¿Juntos?
¿Levi y yo?
No respondí, porque ¿qué derecho tenía él de hacerme esa pregunta?
James y yo estábamos en situaciones completamente diferentes, a pesar que
igualmente jugamos un papel en el embarazo. Nadie estaba destrozando su casillero
en la escuela. Nadie lo llamaba puta. Era básicamente conocido como un dios en
Mayfair Heights.
—Lo siento —murmuró, sacudiendo la cabeza—. Hay algo sobre el chico que
no me gusta. No deberías pasar el rato con él. No quiero que salgas lastimada.
Me reí.
Eso es gracioso.
—Puedes irte ahora, James. Y felicitaciones por la beca completa en Duke. Vas
a ser un fantástico Blue Devil.
113
16
Quería conocer más acerca de Aria, la chica que difícilmente sonreía, la chica
cuyos ojos permanecían tristes cuando sonreía. Realmente no era que se abriera con
la gente. No podía culparla, en realidad, viendo cómo todos la trataban en la escuela.
Tampoco me hubiera abierto.
—Está bien, dime qué estoy viendo —susurré, acercando mi silla a la suya,
pero manteniendo el espacio suficiente para que se sintiera cómoda.
—No puedo decirte. Tienes que descubrirlo por ti mismo. Ese es todo el punto
del arte abstracto, es diferente para cada quien.
Asentí, volviendo a mirar los azules, amarillos y verdes frente a mí. Para ser
honesto, lucía desordenado para mí, como si un niño de dos años hubiera irrumpido
en una habitación llena de pintura y la hubiera derramado por todos lados.
114
Pero tal vez esto era una obra de arte para algunas personas.
Simplemente no podía verlo.
—¿Por cuánto tiempo vamos a contemplarlo? —pregunté.
—Tanto tiempo como te tome verlo —respondió.
—¿Qué es lo que tengo que ver?
—Todo.
Mis ojos comenzaron a ver la pintura doble cuando se me cruzaron los ojos de
toda la experiencia de contemplarla intensamente.
—Está bien, bueno, es tu turno —dije, empujando el libro en su dirección—.
Dime qué ves.
Inhaló con alivio como si hubiera estado esperando que le preguntara. La cinta
para el cabello en su muñeca fue removida cuando recogió su cabello en una cola de
caballo. La aflojó y estiró antes de cruzar sus piernas sobre la silla y pasar a través
de las páginas del libro.
Buscó y buscó.
Buscando algo conocido.
Algo que normalmente solo se permitía ver ella.
Lo encontró, sonrió. No una de sus medias sonrisas, sino una sonrisa completa,
con dientes, del tipo “este es mi lugar seguro”.
La pintura se titulaba Vuelo Anclado y Aria la miraba como si formara parte de
esta. Su cuerpo se balanceaba ligeramente de un lado al otro y sus labios se
separaron. Miré sus labios por mucho tiempo, más del que debería haberlo hecho,
pero la forma en que se abrieron fue casi lo suficiente para que quisiera presionar mi
boca contra la suya. Obligué a que mi mirada se moviera hacia otro lugar y cuando
encontró sus ojos, me olvidé por completo de la idea de parpadear.
Nunca había visto sus ojos sonreír; siempre estaban tan pesados y perdidos. En
ese momento, mientras se convertía en una parte de la pintura abstracta, se liberó de
la realidad, casi olvidándose de mi existencia. No habló, pero no tuvo que hacerlo.
Vi lo que estaba viendo mientras la observaba. La forma en que su cuerpo se
encendía con color por primera vez desde que nos habíamos conocido era
indescriptible. Una parte de mí quería preguntarle cómo se inició en el arte, pero me
preocupaba que cualquier ruido que hiciera pudiera traerla de regreso a la realidad
y entonces sus ojos estarían tristes de nuevo.
Mamá solía decirme que la felicidad no duraba, así que una persona debía
aferrarse a ella tanto como fuera posible, sin preguntas, sin arrepentimientos.
115
Nos quedamos ahí sentados durante algunos minutos que se sintieron como
horas de paz. Sus ojos seguían mirando hacia abajo, mientras los míos la miraban a
ella. Era tan hermosa. No diría las palabras, porque cada vez que le había hecho
algún cumplido, se encogía con incomodidad.
Pero pensaba en ello a menudo. Tan jodidamente hermosa.
—¿Lo ves? —susurró, las puntas de sus dedos golpeteando contra su boca.
—Sí —susurré en respuesta. Lo veía—. ¿Aria?
—¿Sí
—¿Ahora puedo yo mostrarte algo?
118
Yo: Arte-sustantivo| Del lat. ars, artis, y del gr. τέχνη téchnē: La cualidad,
producción, expresión o campo, de acuerdo a los principios estéticos de lo que es hermoso,
atractivo o de significado más allá de lo ordinario.
Aria: Me gusta eso.
Yo: Pienso que eres arte.
No respondió. Fui e hice algo de tarea, fingiendo que entendía cálculo y revisé
mi celular. Hablé con mamá al teléfono. Después de colgar, revisé mi celular. Cociné
una desagradable comida pre cocida, me la comí toda y revisé mi celular. Me senté
en el vestíbulo riéndome de las comedias en blanco y negro y revisé mi celular.
Lo revisé una última vez antes de apagar mi luz y meterme en la cama.
Mientras estaba acostado en la oscuridad, escuché el sonido del celular
mientras una luz azul iluminó mi habitación.
Sonreí en la oscuridad.
Buenas noches, Art.
119
17
123
18
Mi madre era la mejor mamá del mundo. Excepto cuando no lo era. La odiaba
de la misma manera que la amaba: profundamente. Ambos sentimientos llegaban
en oleadas. Cuando la amaba, la amaba mucho. Cuando la odiaba, no podía soportar
mirarla.
124
Sin embargo, ella nunca me odió, y tal vez ese era el problema. Tal vez me
amaba demasiado. Era difícil ser amado demasiado por alguien porque con el paso
del tiempo su amor comenzaba a sentirse como un estrangulamiento. Me
preocupaba demasiado decepcionarla o desilusionarla, porque si lo hacía, se venía
abajo. Entraba en pánico, sintiéndose no amada. Se volvía loca.
Ser amado por cierto tipo de persona era un trabajo difícil, y no todos eran
correctos para ocupar ese puesto.
No siempre supe que ella era inestable.
Al crecer en el medio del bosque con ella y la naturaleza, nunca supe que había
algo malo. Nos divertimos juntos, riéndonos, cantando y tocando nuestros
instrumentos.
Cuando mi tía Denise venía, las dos siempre se reían y bebían mucho vino que
Denise traía con ella. Entonces Denise se iría por semanas, y mamá y yo volveríamos
a nuestra rutina normal. Denise fue la única persona que vi durante mucho tiempo,
excepto cuando deambulé por la ciudad para hacer compras y esas cosas, donde la
gente hablaba en voz baja de mi madre y de mí.
—¿Es genético? —preguntaban.
—¿Está loco como ella también? —Se preguntaban en voz alta.
Me tomó todo no acercarme a los extraños y golpearlos en la cara por hablar
de mamá. No la conocían. No nos conocían Nos escondíamos en nuestro mundo
feliz. ¿Por qué no se metían en sus propios asuntos? ¿Por qué pensaban que eran
mejores que nosotros?
Regresaba a casa, irritado con su odio hacia nosotros cuando ni siquiera sabían
quiénes éramos, pero mamá me alejaría de mi enojo cuando estaba en su sano juicio.
—Palabras, Levi. Palabras. Esas son palabras vacías y sin sentido de personas
vacías y sin sentido.
No fue hasta que comencé a visitar a papá durante el verano que me di cuenta
que tal vez nuestra vida no era tan normal. Tal vez los ciudadanos susurrantes tenían
razón en algo.
Resultó que limpiar las ventanas exteriores de la casa durante una tormenta no
era lo normal. Mamá estaba convencida que usar la lluvia de la naturaleza era la
única forma de limpiar realmente las ventanas, sin embargo. Si no las limpiaba lo
suficiente, pensaba que no la amaba.
Entonces entraba en pánico.
Empezaba a hablar con voces en su cabeza, alegando que eran reales.
125 Comenzaba a ver cosas que no estaban allí.
Más tarde, Denise me dijo que se llamaba trastorno esquizofrénico-afectivo. No
sabía qué era eso, pero sonaba lo suficientemente aterrador como para hacerme
preocupar.
A mamá le recetaron medicinas para ayudarla con sus problemas y funcionó
durante mucho tiempo. No tenía tanto miedo de las cosas. Era mi madre otra vez,
más o menos. Sonreía mucho menos, pero dijo que las voces habían desaparecido.
Luego dejó de tomar las píldoras porque pensó que estaba mejor.
No lo estaba.
También aprendí que no era normal ser un niño sin amigos. Cuando tenía
nueve años y papá me preguntó si tuve una fiesta de cumpleaños el año pasado, dije
que sí. Cuando preguntó cuántos amigos vinieron, dije dos. Mamá y Denise. Si le
preguntaba a mamá si podía unirme a un equipo deportivo, ella pensaba que no la
amaba. Tenía la creencia que si encontraba amigos, significaría que la traicioné.
Entonces entraba en pánico.
Tomó su medicamento nuevamente por un tiempo, hasta que pensó que estaba
mejor de nuevo.
No lo estaba.
La primera vez que olvidé decir mis oraciones por la noche, tuvo un ataque de
pánico. Me dijo que se estaba muriendo y que era porque no le di gracias a Dios. Me
dijo que Dios le habló y que estaba enojado y que iba a desquitarse con ella por mi
error. Recordé haber llorado por ella, rogándole que respirara. Solo respira, mamá.
Marqué el 9-1-1 y cuando llegaron, ya se había calmado.
Era uno de los primeros recuerdos que tenía de ella.
Solo respira, mamá.
129 Vamos a alimentar a algunos ciervos en el bosque de nuevo cuando vaya de visita.
—Papá
Te amo hijo.
—Papá
Aria: Esta tarde descubrí que el bebé tiene dieciséis semanas y el tamaño de un
aguacate, terminé mi tarea de Cálculo, pinté un poco y descargué todo el CD de Mumford &
Sons en mi iPod. Tu turno.
Sonreí.
Todavía sonriendo.
133
5Es una superficie con una sola cara y un solo borde. Tiene la propiedad matemática de ser un objeto
no orientable
19
Cada jueves, el doctor Ward me miraba con los mismos ojos preocupados. Era
molesto cuánto fingía que le importaba. Me preguntaba cuánto le importaría si mi
mamá no estuviera escribiendo un cheque tan grande.
Esta vez, el frasco de los dulces estaba lleno de regaliz negro, lo cual era
preocupante. Cualquiera que creyera que el regaliz negro era dulce debería ver a su
propio terapeuta.
Nuestras conversaciones se convirtieron en cliché, cada semana se hace eco de
la última. Empezaba con la misma pregunta todo el tiempo, hablaba de un artista y
luego seguía con una pregunta más.
—¿Qué tienes en mente, Aria? —preguntaría.
El lunes por la mañana caminé hasta la parada del autobús y sonreí al ver a
Simon sosteniendo cuatro globos que decían Feliz Cumpleaños en su mano.
—¡Feliz cumpleaños! —gritó, entregándome los globos.
—¡Gracias! —Me reí.
Levi se acercó a nosotros frunciendo el ceño, mirando los globos.
—No sabía que era tu cumpleaños. —Deslizó sus manos por su cabello—. No
te traje nada.
—Está bien, de verdad. No es gran cosa.
—¡Es una gran cosa! —exclamó Simon—. Porque tú, amiga mía, ya no tienes
dieciséis. Lo que significa que ya no tienes dieciséis años y estás embarazada, lo que
significa...
135 Definitivamente sabía lo que significaba.
—¡Ya no soy una estadística! Bueno, aún soy una estadística de adolescente en
embarazo, ¡pero! ¡No soy el tipo de estadística de un programa de televisión de MTV!
—Creo que esto requiere un baile —dijo Simon.
—¿Thriller?
—No. Creo que es hora del baile de Hammer —Él y yo procedimos a tomar
parte en el baile de M.C. Hammer6 más raro allí mismo en la acera, riéndonos entre
nosotros mientras Levi nos miraba fijamente como si fuéramos psicópatas, antes de
unirse al baile.
Y lo juro en un momento, mi corazón se detuvo un poco.
6 Es un rapero y cantante estadounidense conocido por su talento como músico y bailarín de ritmo
frenético y pegadizo.
—Feliz cumpleaños, feliz cumpleaños, feliz cumpleaños —dijo Levi mientras
salíamos de Cálculo. Lo había dicho al menos treinta veces desde que se enteró esta
mañana.
—Puedes dejar de sentirse mal ahora. Puedo sentir el amor. —Me reí.
—Deberías. Oh, oye. ¿Sabes por qué nunca bebían cerveza en las reuniones de
matemáticas? —preguntó mientras estábamos junto a mi casillero—. Supongo que
no quieren que la gente beba y se derive.
Malos juegos de palabras de matemáticas de un raro chico sureño.
Mi cumpleaños está oficialmente realizado.
Antes de dirigirse a su siguiente clase, me entregó un papel doblado. Lo abrí y
no pude detener las mariposas que no deberían estar en mi estómago.
148
Simon estaba completamente ebrio antes de la medianoche. Sus gafas estaban
torcidas, su camisa estaba cubierta de bebidas derramadas, y sus palabras eran
arrastradas más de lo que parecía humanamente posible.
—¿P-p-puedes ser-creer-eso? ¡Ella me dijo que no! ¡La Torpe Abbbigaail me
rechazó! —gritó. En lugar de atacar a Tori, pasó la mayor parte de la noche hablando
de Abigail—. Pero ahora estoy en-en-en cosas mejores —dijo arrastrando las
palabras—. ¡Soy popular! —La gente estaba de pie alrededor, grabando su crisis de
borracho, riéndose—. ¡Soy jodidamente popular!
—Está bien, señor Popular. Vámonos —murmuré, sosteniendo su cuerpo
mientras caminábamos por la casa.
La gente que estaba grabando a Simon nos siguió todo el camino hasta que
alguien gritó:
—¡PELEA! —Y se apresuraron a la sala de estar, donde un tipo estaba siendo
lanzado al otro lado de la habitación y lo llevaban a una mesa de centro. Otro chico
voló hacia el que estaba sobre la mesa de café y comenzó a lanzar golpes sin parar,
golpeando al tipo repetidamente mientras todos aplaudían, incluyendo a Simon.
—¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea! —gritó, saltando de arriba abajo—. ¡Patea su culo,
Mike! —gritó Simon hacia el tipo que peleaba.
Mierda.
El hermano de Aria era quien arrojaba los golpes, y también recibió algunos
golpes en su propio rostro.
—¡Llama a mi hermana puta de nuevo! ¡Lo juro por Dios, hazlo, imbécil! —dijo
Mike, golpeando su mandíbula con su puño.
Me apresuré y alejé a Mike del tipo.
Sus ojos estaban enloquecidos por la ira y me miró una vez antes de marcharse
hecho una furia. Simon aplaudió, emocionado por la locura de su primera fiesta, y
luego, amablemente, se inclinó y vomitó sobre mis zapatos.
Qué noche tan perfecta.
Estaba feliz porque el fin de semana de la fiesta del infierno terminara el lunes
149 por la mañana. Simon me envió un mensaje de texto diciéndome que nunca se
divirtió tanto en su vida, lo cual era bueno para él. Era extraño saber mucho más
sobre él y cuánta culpa se había atribuido por lo que le había sucedido a su hermana,
por lo tanto, estaba feliz de haber podido ayudarlo en su noche de libertad.
Siguió hablando de la fiesta durante los siguientes tres días, haciendo todo lo
posible para no decir nada sobre esta alrededor Aria, pero sabía que se le escaparía
pronto.
—Nos estamos saltando la escuela hoy, Art —dije el jueves mientras Aria
caminaba hacia mí en el bosque a las 5:55 a.m. Todavía estaba quitándose el sueño
de los ojos y bostezando con su sudadera y sus pantalones de pijama.
Se había unido a mí para alimentar a los ciervos por la mañana casi todos los
días cuando no se sentía mal. Cada vez que no aparecía, dejaba un paquete de
galletas saladas en el alféizar de su ventana.
—¿Emborrachaste a mi mejor amigo el pasado fin de semana? —Bostezó.
—No tengo idea de lo que estás hablando.
Me dio una sonrisa de complicidad.
—Bueno. Pudo haber estado ebrio este pasado fin de semana, y podría haber
estado allí con él. —Sonreí—. Estaba un poco destrozado por el hecho que Abigail
lo rechazara, así que me pidió que saliera a pasar una noche varonil con él.
—¿Pero pensé que ella le gustaba?
—Lo sé. Malditas mujeres, te digo.
Entornó los ojos.
—Cuidado. Hembra embarazada hormonal aquí. —Se rió entre dientes.
—También casi me pateó el culo un tipo que pensó que te estaba jodiendo.
—¿Qué? ¿Quién?
—James Martin. Me dijo que si estaba jodiendo con tus sentimientos, me
patearía el trasero porque eres como una hermana para él. Más tarde esa noche
también me dijo que estaba jugando con una chica llamada Heather, lo cual fue una
sorpresa para mí ya que nunca había escuchado hablar de ella.
Aria se quedó boquiabierta.
—¿En serio? ¿Dijo que era como una hermana para él?
—Sí. Parecía realmente preocuparse por ti. De lo que no puedo culparle. —
Sonreí.
150
Ella no lo hizo. Resopló.
—Oh Dios mío. Voy a matarlo.
—Voy a ubicar tu lado asesino en la pila de hormonas embarazadas también.
—No. Eso no es hormonal. Eso es solo un hecho. Voy a matarlo.
—Oh. Bueno, entonces estoy un poco aterrorizado, pero extrañamente excitado
por este lado oscuro de ti. Si matarlo es tu objetivo, eso está bien y es elegante. Pero
simplemente no hoy. Hoy nos estamos saltando la escuela.
—¿De qué estás hablando? —preguntó, mientras tomaba unas bayas para los
ciervos de mi cubo de lata.
—Vamos. A. saltarnos. La. Escuela. Hoy —repetí, esta vez más lento.
—No seas tonto —respondió, apoyada en un árbol. Me apoyé contra el que
estaba a su lado.
—No estoy siendo tonto.
—Lo eres.
—¿Quién dice?
—Yo digo.
—¿La chica que se está saltando la escuela hoy?
—No, la chica que no se saltará la escuela hoy porque ya está atrasada en sus
clases.
Suspiré.
—Te ayudaré con la tarea —le ofrecí.
—Apenas haces tu propia tarea.
—La tarea está sobrevalorada.
—Tal vez.
Tal vez.
—Estoy triste de que no nos estamos saltando la escuela —dije.
—¿Por qué faltaríamos de todos modos?
Busqué en mi bolsillo trasero y saqué un par de boletos. Los ojos de Aria
cayeron sobre los boletos.
—Es tu regalo de cumpleaños.
Los arrebató de mis manos.
—Cállate.
151
Me callé.
—¿Tienes boletos para la exhibición de Jackson Pollock?
No respondí.
—¿Son de verdad?
Silencio de mi parte
—¿Por qué no estás hablando?
—Me dijiste que me callara.
—Bueno, habla ahora.
—Bueno. Nos conseguí boletos para la exhibición de Jackson Pollock, pero hoy
es el último día.
Frunció el ceño.
—Es en el Richman. Eso es un viaje en tren de dos horas.
—Entonces es mejor que nos vayamos pronto.
—Tengo una cita de terapia después de la escuela.
—Entonces es mejor que regresemos temprano.
—¿De verdad quieres saltarte la escuela? —preguntó, con un poco de
esperanza en su voz.
Solo si tú lo haces.
—Sí.
No respondió de inmediato. Miró las entradas en sus manos mientras yo la
miraba. Traté de contar cada peca en su nariz, y cuando perdí la cuenta, comencé de
nuevo.
—Nunca me salté la escuela a propósito.
—Siempre hay una emoción natural al hacer algo por primera vez.
Sus labios se curvaron.
—Nos estamos saltando la escuela hoy.
Quería hacer un baile, pero ella hubiera pensado que era un idiota.
Pero, de nuevo, ella ya pensaba que era un idiota, así que hice un bailecito de
todos modos.
—Eres un idiota.
Luego bailó conmigo.
152 Era la única que podía llamarme idiota y hacerme sentir como Superman al
mismo tiempo.
22
En el museo de arte, quería ver cada pieza y quedarme hasta que el museo
cerrara. Luego, después de que cerrara, quería escabullirme de regreso y sentarme
frente a las pinturas de Jackson Pollock y perderme completamente para que me
154 pudiera encontrar conmigo, de nuevo.
Una persona que nunca se pierde, nunca podrá encontrarse.
El arte era todo lo correcto e incorrecto en el mundo. Entendía lo que las
palabras no podían decir.
—Oxímoron —dijo Levi mientras nos sentábamos y mirábamos maravillados
el trabajo de Pollock—. Greyed Rainbow.
—Quizás también era su palabra favorita. —La pintura de Pollock era retorcida
con muchos negros, blancos, grises, y pintura plateada, pero al final del lienzo había
pequeños brochazos de amarillos, verdes, naranjas, azules, y morados—. Apenas y
usaba pinceles. Usaba varas y cuchillos y toda clase de herramientas para su técnica
de salpicar y goteo.
—Lo entiendo ahora, Art. Entiendo por qué amas el abstracto: al principio solo
parece un desastre, pero cuando te das cuenta que es un desastre, pero al mismo
tiempo no. Es caos controlado.
—Sí. —Asentí—. Sí, sí, sí.
—Eso es lo que deberíamos de hacer para nuestra pieza final. Deberíamos de
hacer tres pinturas abstractas en vivo frente la audiencia. Cada pieza con un
diferente oxímoron. La primera de tus pinturas lo harás fuertemente y yo tocaré
música suave. La segunda podemos hacer una pintura furiosa, y yo tocaré feliz.
Luego podemos hacer amor y yo tocaré odio. Y tú podrías pintar usando varas,
piedras, y hojas del bosque. Sacando tu propio Pollock.
Giré hacia él y no pude dejar de sonreír.
Brillante.
No me miró, pero siguió observando el trabajo de Pollock.
—Me gusta la manera en que tu cerebro trabaja, Levi.
—He pensado en besarte —dijo de repente, todavía mirando al frente—. Pienso
en besarte demasiado. Luego me siento mal que estoy pensando en besarte porque
estás pasando por algunas cosas, y mierda, yo también estoy pasando por las
mismas cosas, y lo último que necesitas saber es que estoy pensando en besarte
porque es absurdo. Es tan absurdo, pero muy, muy cierto, y no es todo en lo que
pienso.
—¿En qué más?
—Pienso en que tienes cuarenta y dos pecas en tu nariz y cómo quiero besar
cada una de las cuarenta y dos. Pienso en cómo eres la única que se ríe de los malos
chistes de matemáticas del señor Jones, y cuando escucho tu risa, me rió también.
Pienso en cómo tocas tu estómago y sonríes cuando nadie está viendo. Es como si
155 fuera tu secreto privado que el bebé te hace feliz, y lo guardas solo para ti. Me siento
mal de haberlo notado, porque parecía tu secreto, pero no pude evitarlo.
Trago pesadamente y me froto los brazos mientras continúa.
—Pienso en lo hermosa que eres cuando estás triste y me molesta cuando estás
molesta. Odio a quien te volvió intocable, porque si existe algo más que desee hacer
además de besarte, es abrazarte. Me gustas, Aria. Sé que no debería por ciertos
motivos, pero no me importa. Me gustas, y espero que esté bien porque no sé cómo
detenerme. No estoy pidiendo nada de ti. Lo juro, no lo hago. Solo… tómate tu
tiempo, es todo.
Mi corazón dio un vuelco, se detuvo, giró, y lloró.
Permaneció en silencio antes que dijera:
—Espero que te gustara tu regalo de cumpleaños. Lamento que fuera tarde.
Pero no lo era. Fue justo a tiempo.
Nuestras manos descansaron sobre la banca mientras mirábamos Greyed
Rainbow.
Lentamente moví mi meñique hacia su mano.
Lentamente, movió su meñique hacia mi mano.
Lentamente, nerviosamente, silenciosamente, nuestros meñiques se
entrelazaron.
Sí, sí, sí.
De algún modo logramos regresar a la estación del tren con dos horas de sobra
antes de salir de clases. Eso significaba que después de nuestra caminata de treinta
minutos de regreso al pueblo, sería capaz de pasar ocho horas con Levi trabajando
en nuestro proyecto.
En realidad, solo quería pasar más tiempo con él.
Estar cerca de él se sentía como estar con alguien que veía tus cicatrices y las
llamaba hermosas cuando tú solo veías errores del pasado.
—¿Sabías que tu hermano se metió en una gran pelea el sábado? —preguntó
Levi.
—¿Mike? Sí, bueno. Él y sus amigos siempre están actuando como idiotas.
—Fue por ti —dijo, haciendo que me detuviera—. Alguien te llamó zorra, y él
literalmente les pateó el trasero.
—Pensé que me odiaba —susurré mientras comenzaba a caminar.
—En realidad es lo opuesto. —Miró hacia el suelo—. Tus pies están hinchados
156 —dijo Levi mientras caminábamos por las calles hacia Mayfair Heights.
—Están bien.
—Podemos tomar un descanso —ofreció.
Me rehusé.
—¡Oh! Antes que lo olvide, toma. —Dejó de caminar y abrió su mochila. Sacó
tres paquetes envueltos en periódico—. Este es para ti, este para Aguacate…
—Mango —lo corregí—. Es del tamaño de un mango ahora.
—¡¿Qué?! —Buscó en su mochila y sacó una pluma, cruzando la palabra
“Aguacate” en el papel, y escribió “Mango”—. Tienes que mantenerme al corriente
con estos datos, Art. Dios. Como sea, este es para bebé Mango, este es para ti, y este
es para que compartan.
Abrí el que era para mí y bebé Mango y sonreí al ver un nuevo reproductor de
discos con sus audífonos.
—El tuyo tiene algo más de rap que el de Mango. Intente mantener ese apto
para todo el público. Mucha música de violín clásico para Mango. Puedes ponerte
tus audífonos en el estómago para que el bebé escuche. Entonces, el niño podrá ser
un genio musical como yo.
—¿Por qué estás siendo tan bueno conmigo? —pregunté, un poco confundida.
Antes que pudiera responder, una voz gritó detrás de nosotros.
—¡¿Qué demonios están haciendo aquí?!
Giré para ver a papá, sentado en su camioneta de plomería, su rostro más rojo
que nunca.
—¡Papá! ¿Qué estás haciendo aquí?
—¡¿Qué estoy haciendo yo aquí?!¡¿Por qué demonios no están en la escuela?!
Levi dio un paso hacia adelante.
—Lo lamento, señor Watson, es mi culpa… yo…
Papá dejó su camioneta estacionada a mitad del camino, abrió su puerta y se
acercó a mí.
—Por supuesto que está contigo, tú, pequeño pedazo de mierda. Aléjate de mi
hija.
—¡Papá! —grité, observándolo como se acercaba a Levi—. No es su culpa yo…
—¡Me dijiste que el niño no era de él! —me gritó papá, su mano hecha un
puño—. Te juro por Dios que si te vuelvo a ver cerca de mi hija voy a hacer que te
metan en la cárcel.
157
—Señor —dijo Levi, levantando sus manos rindiéndose, pero a papá no le
importó.
—Entra al jodido auto, Aria —ordenó, tomándome del codo, jalándome hacia
él.
—Ay, ¡papá! ¡Déjame ir! —grité. Levi dio un paso hacia adelante por reflejo, y
papá me soltó.
—Da un paso más y te vas a arrepentir. Aria, al auto, ¡AHORA! —Abrió la
puerta del copiloto y me obligó a entrar. En segundos estaba en el asiento del
conductor, acelerando por el camino, dejando a Levi atrás.
—¡¿Qué te sucede?! —lloré, golpeando mis manos contra su brazo—. ¡No
puedo creer que hicieras eso!
—¡¿No puedes creer que hiciera eso!? Cuidado, Aria, porque estas así de cerca
de…
—¡¿De qué?! ¿Molestarte? ¿Hacer que me ignores? ¿Hacer que me odies?
Porque estoy segura que ya hiciste todo eso. Cometí un error, el primer error de toda
mi vida, y básicamente decides, ¡¿desheredarme?!
Sus dedos estaban aferrados fuertemente contra el volante.
—¿Así que ese es tu razonamiento? ¿Por eso te saltaste clases, paseaste por el
pueblo con un delincuente, y actuaste como una maldita niña de cinco años? ¡¿Por
qué no he hablado contigo?! Jesús, Aria. Madura.
Lágrimas comenzaron a caer por mi rostro, y grité.
—¡Él no es un delincuente!
—Tonterías, conozco a su padre. Sé la mierda que sucede en la casa de Kent
Myers. Además, James me dijo que ese chico había estado acosándote en la escuela.
—¡¿Qué?!—. Ellos son basura, y no quiero verte cerca de ese chico más. Y, por si no
estaba jodidamente claro, ¡no tienes permitido salir con nadie, Aria!
Guardó silencio y permaneció así por el resto del camino mientras lágrimas
resbalaban de mi rostro.
Cuando se estacionó, salí rápidamente de la camioneta.
—¡Te odio! —lloré, entrando apresuradamente a la casa, pasando a mi
confundida mamá.
—¿Qué demonios está sucediendo? —preguntó, sosteniendo a KitKat entre sus
brazos—. Aria, ¿qué estás haciendo aquí?
La ignoré y corrí hacia mi habitación, azotando la puerta. Me apresuré a
158 enviarle un mensaje a Levi, para asegurarme que estuviera bien, pero no respondió.
Incluso con la puerta cerrada y mis sollozos, pude escuchar a mamá y papá pelear.
—¿Qué sucede, Adam? ¿Qué estás haciendo con Aria?
—La encontré paseando por el pueblo con ese chico.
—¿Qué chico?
—¡El hijo de Kent Myers! Lo juro por Dios, voy a matarlos a ambos.
Comenzaron a pelear, de nuevo. Mamá diciéndole a papá que necesitaba
calmarse, y papá gritando que ella tenía que dejar de consentirme.
—Si vuelvo a encontrar al hijo de Myers cerca de Aria de nuevo…
—¡Estás actuando de forma ridícula, Adam!
—No, Camila. Tienes que dejar de hacer todo esto. ¡Ya sabes lo que pienso de
ese pedazo de mierda, y estoy cansado y enfermo de que actúes como si no fuera
gran cosa que nuestra hija esté embarazada!
—Sé que es gran cosa. He lidiado con eso puesto que has puesto excusas para
nunca venir a casa y motivos para no mirarla. Ni siquiera estuviste para su
cumpleaños.
No dejaron de pelear por una hora. Estaba sorprendida que todavía tuvieran
voces.
—Como sea. Tengo que llevar a Aria a su terapia antes de regresar al trabajo.
—Sí, porque están funcionando muy bien. ¿Quién va a cuidar de KitKat
cuando se vayan? Tengo que regresar al trabajo también. Esta mierda me hizo
retrasarme.
—La llevaré conmigo, ¿está bien? Solo haz lo único en que eres bueno: irte.
La puerta delantera se cerró de un golpe y la casa permaneció en silencio.
—Aria, voy a meter a KitKat en el carro, encuéntranos afuera.
Después de secarme los ojos, salí apresurada al carro.
—Mamá, lo lamento. Puedo explicar…
No estaba interesada.
—Tenemos que apresurarnos a regresar a casa después de tu terapia, Aria —
dijo mientras entraba y me abrochaba el cinturón—. Tengo turno en el hospital esta
noche y tu padre dijo que volvería a trabajar tarde, así que necesito que cuides a tus
hermanas, puesto que Mike tiene práctica de fútbol. —Siguió hablando sobre por
qué tenía que cuidar de Grace y KitKat, pero eso no me importaba. Sabía que estaba
159 al borde de desmoronarse porque seguía jalando su oreja, y sabía que era mi culpa—
. Realmente no quiero que tengas que cuidar de tus hermanas porque estoy segura
que estás cansada, pero muchas cosas están sucediendo y tu padre no es de mucha
ayuda. Y, ¿saltarte clases, Aria? ¿En serio? No es… no es bueno. Además, necesito
terminar el papeleo para que estudies en casa el próximo semestre, necesito ir de
compras y hornear galletas para la clase de Grace. Necesito asegurarme que puedas
ir a tu próxima cita con el doctor, y, y, y…
Tomó aire antes que sus manos volaran a su rostro y comenzara a sollozar
incontrolablemente. Nunca había visto a mamá llorar. Había algo aterrador y
desgarrador sobre ver a tu superhéroe de toda la vida, desmoronarse frente a ti. Me
desabroché el cinturón y me acerqué a ella, tomándola entre mis brazos.
A veces, era tan fácil olvidar que los adultos eran niños en cuerpos más
grandes, y sus corazones se rompen como los nuestros.
23
161
24
La elección de dulces del doctor Ward para el día de hoy era Starburtst, lo que
era mucho mejor que sus días de regaliz negro.
—¿Qué pasa por tu mente, Aria?
—Salvador Dalí. Salvador fue conocido por sus pinturas de relojes derretidos:
La Persistencia de la Memoria. ¿Sabía que tenía un hermano nueve meses mayor que
él quien murió? El nombre de su hermano era Salvador. Sus padres le pusieron
Salvador por su hermano muerto Salvador. ¿No es eso una locura? Creían que era
la reencarnación de su hermano. Dijo “Nos parecíamos al otro como dos gotas de agua,
pero tenemos diferentes reflejos. Probablemente él era una primera versión mía, pero
demasiado concebida en el absoluto”. Imagine esa presión. Nunca viviendo a la altura
de lo que tus padres soñaron que podrías ser.
—¿Sientes presión de parte de tus padres, Aria? ¿Como si los hubieras
defraudado?
Parpadeé, recordando la discusión que mis padres había tenido algunas horas
atrás.
—¿Hay algún factor decisivo? —pregunté.
—¿Para qué?
—Para saber hasta qué punto te aman tus padres. ¿Hay diferentes tipos de
errores que pueden hacer que simplemente dejen de amarte? Como un hijo que
empieza a consumir drogas o pelear. O reprobar una materia. O...
—Embarazarse
—Sí. ¿Ese es el factor decisivo para el amor?
—Tus padres todavía se preocupan mucho por ti —dijo el doctor Ward.
—Pero no es lo mismo. Antes, papá solía asomarse en mi habitación todas las
noches y decirme algo sobre deportes que no me importaba. Entonces le diría algo
de arte que no le importaba y luego besaría mi frente y se iría.
—¿Y ahora?
—Ahora todos esos recuerdos simplemente se están desvaneciendo.
163
—¿Quieres hablar más al respecto? —preguntó.
—No.
No me presionó para que le diera más detalles. Estaba empezando a gustarme
eso de él.
Cuando llegamos a casa, miré mi teléfono para ver si Levi me había contestado
el mensaje.
Levi: Puede que sea lo mejor si no hablamos afuera de la clase de Arte y Música. No
quiero añadir estrés a tu familia.
Aria: ¿Qué? Eso es estúpido.
Levi: Lo siento, Art.
Aria: No puedes romper una amistad con una chica emocional que está embarazada
utilizando un mensaje de texto, después de decirle que te gustaba. Eso es simplemente grosero.
Y estúpido.
No respondió.
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25
170
Hubo una libertad que inundó a Abigail después que se diera cuenta que había
engañado a la muerte. La vida brillaba a través de ella. Se reía diferente. Sonreía
diferente. Era diferente.
Esa noche todos bailamos alrededor de la sala de estar, lanzando globos,
175 comiendo demasiado pastel y riéndonos demasiado fuerte. Fuimos pequeñas partes
de la banda sonora de Abigail de esa noche, añadiendo a la vibrante sensación de
alegría, felicidad y la idea de un mañana.
Mientras observaba a Aria girar con Abigail, riéndose como locas, mi pecho se
comprimió cuando encontré los ojos de Aria. Su sonrisa se desvaneció.
Sus labios se separaron mientras sus ojos se llenaron con culpa.
No era justo para mí de alguna manera sentir lástima de mí mismo y de la
situación de mi papá mientras Abigail estaba tan feliz. No debería haber sido tan
egoísta.
Pero, a decir verdad, me sentía horrible.
Así que me escapé rápidamente hacia el baño para tomar un respiro.
—Estoy bien —dije, girándome para ver a Aria en el umbral de la puerta del
baño. Entró y cerró la puerta detrás de ella.
—Lo siento mucho —dijo.
—Estoy feliz por ella —dije, asintiendo una vez—. Realmente lo estoy, es solo
que… una parte de mí desea que ojalá fuera la fiesta de mi papá. —Cerré mis manos
alrededor de mi nuca—. No deberíamos estar hablando.
—Solo un minuto, Levi.
Nos quedamos quietos durante sesenta segundos.
Conté todos y cada uno de los segundos.
El tiempo transcurrió mucho más rápido de lo que me hubiera gustado que lo
hiciera.
Un minute transcurrió y teníamos que regresar al lugar donde no nos
hablábamos, donde fingíamos que no sentíamos las cosas que sabíamos que
sentíamos. Se dio la vuelta y salió de la habitación, dándome los pocos momentos
que necesitaba para sentirme un poco decepcionado.
El mundo no tenía sentido y estaba lejos de ser justo. Se inclinaba en favor de
algunos, mientras otros batallaban a diario por mantener sus cabezas por encima del
agua. Había observado a una familia venirse abajo provocado por la llegada de una
nueva vida a este mundo, mientras otra no podía tener hijos. Había visto a una
familia celebrar su victoria contra el cáncer, mientras observaba a la enfermedad
llevarse la oportunidad de un futuro con mi papá. El mundo a menudo era feo y
176 doloroso, lleno de odio, tristeza y desesperanza. ¿Pero Aria? Ella tenía sentido en un
mundo sin sentido.
Era el arcoíris en mis perpetuas tormentas.
28
—Se suponía que debía averiguar el sexo del bebé, ya que tengo dieciocho
semanas. Es del tamaño de una batata hoy, que si lo piensas, es algo grande. Pero,
voy a esperar para averiguar el sexo porque quiero que estés allí. Quiero que tengas
al bebé —dije, mi voz temblaba mientras estaba parada frente a la mamá de Simon,
Keira, en su sala de estar.
Tenía los ojos muy abiertos y temblaba con una pila de papeles en su mano.
Mis manos estaban húmedas. No estaba segura de lo que estaba haciendo, pero
estaba guiándome con mi corazón en lugar de mi cabeza. No parecía justo que
estuviera embarazada y que ella no pudiera tener un hijo. No era justo que mi mejor
amigo sintiera que no era lo suficientemente bueno como para ser su único hijo por
el único error que cometió cuando era niño. No era justo que la preocupante adicción
177 de Simon a hacer cosas en grupos de cuatro proviniera probablemente de una pieza
de rompecabezas que faltaba para su familia.
—Aria —dijo Keira, negando. Puso los papeles sobre la mesa más cercana y en
un segundo sus manos tocaron su corazón—. Eso es muy amable, cariño, pero…
—¿Pero qué? Puede tenerlo. Lo prometo.
—Cariño —dijo, colocando su mano en mi mejilla y luego peinando mi cabello
detrás de mi oreja. Incluso tocó mi rostro como se suponía que las madres debían
hacerlo—. Eso es muy dulce —repitió—. Y estoy segura que Simon te contó sobre
nuestro problema, pero no es tu responsabilidad, cariño. Está realmente bien.
—Keira, realmente quiero que lo tengas. No solo estoy siendo hormonal, y no
estoy sintiendo pena por ti. He intentado descubrir por qué me pasó todo esto, qué
significa, ¿sabes? Y creo… —mi voz tembló—, sé que debo dártelo.
Sus ojos se llenaron de lágrimas.
—¿Qué dijo tu mamá sobre esto?
—No le he dicho todavía. Quería decírtelo primero.
—¿Qué hay del padre? —preguntó.
Negué. James no quería un bebé en su vida. Eso fue un hecho por la forma en
que respondió al dilema de Nadine.
—No es una preocupación. De verdad, Keira. Si tú y Paul lo quieren, es suyo.
No quiero nada más que el bebé tenga una madre y un padre cariñosos.
Sus manos cubrieron su boca, y no pudo contener las lágrimas que caían de sus
ojos. Asintió, sí. Mi corazón se revolvió. Dijo que sí.
—Tendremos que hablar con tu madre, Aria. Y si no estás segura…
—Lo estoy —le prometí—. Hablaremos con mi mamá. Pero, bueno, ¿nos
abrazamos o algo ahora?
—Sí. —Suspiró Keira, envolviendo sus brazos alrededor de mí. Apoyó su
cabeza sobre la mía—. Sí. Nos abrazamos ahora.
Cuanto más se cerraba nuestro abrazo, más lo sentía: la sensación que esto era
lo correcto.
Pero eso no significaba que tampoco pudiera estar un poco triste por eso.
—Esto es una locura —dijo papá, sentándose en el sofá. Sus ojos se quedaron
en mamá mientras trataba de pensar en la última vez que me miró—. No estamos
considerando seriamente esto, ¿verdad? —preguntó. Apenas me miraba, y cuando
178 lo hacía, era una mirada de disgusto. Solo unos meses antes, era la niña de sus ojos,
su bebé, su Ari. Ojalá supiera cuánto me duele saber que lo lastimé.
Mike entró en la casa sosteniendo un pedazo de papel, y miró en nuestra
dirección, observando otra pelea más.
—Es una opción —dijo mamá.
—¿Darle la cosa a Keira? Vamos. ¡Esto se está poniendo ridículo!
Lo llamaba una cosa más a menudo que un bebé.
—Bueno, ¿qué consejo tienes para ofrecer? Porque últimamente todo lo que
has estado haciendo es quejarte y evitar, lo cual no es realista.
—¿Qué dice el terapeuta al que le pagamos un brazo y una pierna?
No lo sabía. Sobre todo el doctor Ward y yo hablamos sobre el arte.
—¿Quién es el padre? —me preguntó papá.
No hablé
—¡Maldición, Aria! ¿Quién es el padre? —gritó, golpeando su mano contra el
brazo del sofá. Sacó su pecho y apretó su mandíbula—. ¿Cómo diablos se supone
que debemos ser realistas al respecto cuando ella misma actúa como una niña?
—No lo sé, pero lo hace un millón de veces más difícil cuando el hombre adulto
de la casa se pone nervioso cuando surge la idea de que su hija está embarazada.
Levantó una mano en señal de despedida mientras se levantaba del sofá.
—Haz lo que quieras, Camila. Por supuesto, dale la cosa a tu mejor amiga.
Estoy seguro que eso no causará ningún tipo de problema en el futuro.
—¡Madura, Adam! —gritó mamá cuando papá salió furioso de la habitación.
Su frente cayó sobre sus manos—. Lo solucionaremos, Aria. ¿Bien? Si esto es
realmente lo que quieres hacer, entonces resolveremos esto, con o sin la aprobación
de tu padre. Pero si puedes, debes decirle al padre del niño. Es lo correcto.
Salió de la habitación con los hombros caídos y su estrés en alto.
Mike estaba parado en el vestíbulo, todavía sosteniendo su pedazo de papel.
Hizo una mueca.
—Entré a la Universidad de Wisconsin-Madison —dijo a la habitación ahora
vacía. Arrugó el papel y se alejó—. No es que a nadie le importe.
179
Esa noche, después que mamá se fue a trabajar, corrí a la tienda a buscar
algunas cosas. Cuando volví a casa, pasé horas en el horno de la cocina, enlistando
a Grace para que me ayudara. Me contó más historias de horror sobre mi embarazo,
mientras rompía las yemas de huevo en la masa de la torta.
Una vez terminada la cocción, ella y yo organizamos la sala de estar con
serpentinas y globos rojos y blancos. Hicimos letreros y los colgábamos por toda la
habitación, y cuando todo estuvo en su lugar, hice que Grace corriera por Mike,
porque sabía que no querría verme después de arruinar su gran noticia.
Cuando bajó, vio la habitación decorada en los colores de la UW-Madison con
el pastel peor decorado que alguna vez se haya sentado en el centro de la mesa de la
sala. Tenía un animal dibujado, que se suponía que era un tejón, pero de alguna
manera parecía un perro muerto.
—¡Felicitaciones! —le gritamos a Mike cuando entró.
Hizo su mejor esfuerzo para no sonreír, pero se le escapó.
—¿Pensé que eras un artista? Ese pastel es feo —comentó, entrando a la
habitación.
—¡Oye! ¡Yo lo hice! —dijo Grace, arrojando una cuchara de plástico a Mike.
Se retractó de su declaración.
—Por feo me refiero a perfecto.
KitKat despertó de su siesta unos minutos más tarde, y los cuatro nos sentamos
en la sala de estar comiendo pastel y celebrando a Mike por entrar a la universidad.
—Lo siento por todo —le dije, sabiendo que era la razón por la que nuestros
padres habían sido descuidados últimamente.
Echó un vistazo en mi dirección antes de agarrar más pastel.
—Si alguien te molesta en la escuela, solo envíamelos. Yo me encargaré.
La noche siguiente, James y Nadine vinieron a pasar el rato con Mike. Como
siempre, Nadine y James se detuvieron para ver cómo estaba. Supuse que James
encontró la manera de enamorarse de ella. Odiaba lo maravillosa que era Nadine; se
merecía más que su novio actual, que estaba mucho más interesado en entrometerse
en mi vida que en centrarse en ella.
—¿Algo nuevo? —preguntó Nadine sobre el bebé.
Asentí.
—Decidí dar el bebé en adopción. —Mi mirada se movió hacia James—. Quiero
que los padres de Simon tengan el bebé. Han estado luchando durante tanto tiempo,
180 y realmente quiero que el bebé crezca en una familia amorosa con una madre y un
padre que estén juntos. Se supone que debo decirle al padre para obtener su permiso,
pero creo que estará bien con la idea.
James arqueó las cejas y apretó la boca. Nadine frunció el ceño por una fracción
de segundo antes de sonreír.
—Creo que eso es tan valiente, en realidad, Aria. —Asintió—. Eres realmente
valiente.
Él se aclaró la garganta antes de estar de acuerdo con su novia.
—Sí, creo que eso es genial. Estoy seguro que el padre estará de acuerdo con la
idea.
29
Es gracioso cómo las cosas que una vez odiaste se convertían en las cosas que
más extrañabas. Mamá no me había llamado en unos días. Las llamadas telefónicas
que odié con ella al azar durante horas de la noche se habían convertido en parte de
mi rutina. La extrañé suplicándome que volviera a casa. La extrañé diciéndome lo
mal que la estaba tratando. Extrañaba su voz, su naturaleza sobreprotectora, su amor
dominante.
Cuando llamaba a la casa, ella respondía, pero me decía que estaba ocupada y
colgaba.
Sentí como si ya lo hubiera superado, la idea de intentar que volviera a casa
para estar con ella.
Entonces, en lugar de preocuparse por mí, comencé a preocuparme por ella.
181
¿Dónde estaba su mente?
¿Estaba sana?
¿Era feliz?
¿Todavía estaba luchando con falsos temores y duras realidades?
Llamé a Denise para ver si había vigilado a mamá como había prometido.
Cuando respondió, sonó extremadamente complacida.
—¡Levi, está ingresando a una clínica de salud! —exclamó Denise.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Se encuentra bien?
—Irá a la Clínica de Salud Music St. John's. Han sido conocidos por su uso de
la música para ayudar a las personas que sufren como tu madre. Es el primer lugar
al que quería enviarla, pero nunca había estado de acuerdo antes.
—¿Qué la hizo cambiar de opinión?
—No lo sé. Conoces a tu mamá, cuando está animada, está animada. Y cuando
está deprimida, está deprimida. Supongo que la atrapamos en un momento bueno.
Pero no importa qué, estas son buenas noticias, Levi. ¡Muy, muy buenas noticias!
—¿Cómo puedo hablar con ella? —pregunté.
Guardó silencio por un momento.
—Creo que deberíamos dejar que se asiente primero. La están iniciando en
nuevos medicamentos y tratamientos. Tal vez darle una semana o dos.
Denise siguió preguntando por papá, y procedí a mentir porque habría sido
como mamá y querría que volviera a casa si supiera lo malas que son las cosas.
Cuando colgó, seguía pensando en mamá.
La extrañaba mucho últimamente. Su mente confundida y todo.
Quizás esta vez sea diferente.
Quizás esta vez, la medicina y el tratamiento funcionarían.
Fui al bosque esa noche y toqué mi violín. Me paré en la roca más grande,
dejando pasar el aire frío. Recordé cómo solía tocar música en el bosque conmigo en
casa. Siempre fue la mejor intérprete.
Echaba de menos más que nada sus sonidos.
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Era sábado por la tarde cuando papá se mudó. Noviembre 22, el domingo antes
de acción de gracias.
Mamá dijo que realmente no se estaba mudando, pero que se iba a quedar con
su hermana Molly, por un tiempo. Dijo que necesitaba espacio y tiempo para
organizar algunas cosas. Lo observé subir sus maletas desde mi ventana. Parecía
mucho equipaje para pasar un tiempo. Grace entró y se sentó junto a mí, mirando
por la ventana. Tenía lágrimas en los ojos, y la tomé entre mis brazos, acercándola.
Mike entró de la habitación de al lado. Le pedí que no me culpara ahora,
porque estaba al borde de las lágrimas también. No dijo ni una palabra. Permaneció
del otro lado de Grace y colocó un brazo sobre ella. Todos observamos por la
ventana.
189 Era la primera nevada del invierno.
Mientras caía del cielo, todo a nuestro alrededor caía también.
Después que papá se marchó, los tres permanecimos ahí un poco más. Mamá
se unió a nosotros con KitKat en sus brazos. Probablemente está triste, pero no lo
mostraría frente a nosotros.
No cenamos en la mesa ese domingo. No se sentía bien sin él.
Levi: Pensar |Del lat. pensare, pesar: Representarse en la mente la imagen de una cosa.
Levi: En |Del lat. in, en, dentro de. prep: Usado para indicar una identidad especifica
o un elemento en particular en una categoría.
Levi: Ti |Del lat. tibi. pron. pers: Aria Lauren Watson
—Tengo una propuesta para ti, y espero que digas que sí —dijo Levi cuando
su clase de música entró a nuestro salón de Arte. Él colocó en el suelo la funda de su
violín—. Creo que deberíamos de ser glitterati7.
—No somos ricos o famosos —discutí—. Además, no tenemos ningún evento
de moda al cual asistir.
—¡Ah! ¡Pero estás equivocada! Porque mientras estaba caminando por el
pasillo, escuché a las personas susurrando y chismeando de cómo yo podría ser el
posible padre de tu bebé.
—¿Es ese el rumor actual?
—Ciertamente es el rumor del momento, y viendo lo mucho que esas personas
famosas son habladas en las revistas que lees, entonces creo que eso nos hace
famosos por definición.
7Glitterati: ricos, famosos, y personas a la moda que sus actividades son del interés del público y son
escritas en algunos periódicos y revistas.
—¿Y cuál es esa definición?
—Tener una reputación ampliamente difundida.
Sonreí.
—Tenemos eso, ¿no es así? Pero no tenemos ningún evento de moda al cual
asistir, así que supongo que no tenemos suerte. ¿Quieres trabajar en algunas
muestras para nuestro proyecto final? Tú puedes tocar mientras yo pinto y…
—Espera, espera, espera. No puedes cambiar de tema porque sí tenemos un
evento al cual atender.
—¿Y ese es?
Tomó algo de su bolsillo trasero y sacó un pedazo doblado de papel. Lo
desdobló y lo sostuvo frente a mí.
—Aria Watson, ¿irías al baile de invierno este sábado por la noche?
Me reí.
—¿De verdad?
Asintió.
—De ninguna manera. Mi mamá nunca me dejaría ir. Además, existe esta cosa
192 de seis meses de embarazo con la que estoy lidiando.
—No tienes que preocuparte por ello. Tú solo prepara un vestido y tus zapatos
de baile. Yo me encargaré de tu mamá.
Levi le pidió permiso a mamá el martes para llevarme al baile. Ella dijo que no.
Él le preguntó el miércoles. Ella dijo que no.
Jueves antes de mi terapia… no
Viernes… No
Cuando el sábado en la noche llegó, pensé que Levi ya se había dado por
vencido de llevarme al baile de invierno. Mentiría si dijera que no me probé todos
los vestidos en mi closet, pero la mayoría ya no me quedaban.
Quizás era mejor así.
Observé a Mike y su cita Jamie, prepararse con James y Nadine antes que se
fueran al baile al que no se me tenía permitido asistir.
No era justo.
Treinta minutos antes que el baile comenzara, alguien llamó a la puerta.
Asomándome por la esquina, vi a mamá abrir la puerta. Levi estaba de pie con
esa encantadora sonrisa que hacía que todos en el mundo se enamoraran de él.
—Hola, señora Watson. Primero y antes que todo, estas son para usted —dijo
Levi, dándole flores a mi mamá. Mi corazón comenzó a latir más y más fuerte.
—Gracias, Levi, pero creo que la respuesta sigue siendo la misma. Pensamos
que es mejor que Aria no asista al baile de invierno esta noche.
Ella dijo “pensamos” como si papá fuera parte de la decisión cuando en
realidad, él ni siquiera sabía que teníamos un baile.
—Lo sé, pero ¿si me permite? —Hizo una señal hacia el vestíbulo, y mamá lo
dejó entrar.
No debió de haberlo hecho. Una vez que Levi entraba a la casa de alguien, o al
corazón, no había manera de deshacerse de él.
Estaba usando un traje negro con un moño blanco, con puntos verdes. Se aclaró
la garganta y se enderezo, dándole a mamá una peligrosa sonrisa.
—Quiero llevarla al baile, entiendo por qué no querría ir. Entiendo por qué
193 usted no quiere que asista. Su vida va a cambiar en los siguientes meses. Nada va a
ser lo mismo, todo va a ser diferente, y usted tiene miedo que los cambios sean
demasiado para ella. Además, la idea de que yo esté en su vida le agrega otra capa
de estrés a la ecuación. Créame, he intentado dejarla sola en los últimos meses, pero
no deja de llamar mi atención. Entiendo que se preocupe sobre lo que dirán los
demás sobre su creciente estómago y cómo será juzgada y criticada por otros chicos.
Cualquier buen padre se preocuparía por esas cosas y cualquier padre amoroso
querría alejar a su hijo de eso.
»Pero quiero que sepa que voy a protegerla. Me aseguraré que olvide que no
existe nadie más en la habitación. Voy a hacer que se sienta cómoda y hermosa
porque su belleza me calma. Bailaré lentamente y no tan seguido para que no esté
de pie toda la noche. La voy a hacer reír con mis chistes tontos de matemáticas y le
daré un ponche con mucha agua.
Mamá colocó su pulgar entre sus labios. Probablemente estaba debatiendo si
debía sacarlo y cerrar con llave, o si debería de sacarme de mi habitación y ponerme
un vestido.
—Levi, tienes que entender. Aria no está en un lugar donde debería estar
saliendo con alguien. En realidad, es la última cosa que debería de hacer.
Él asintió. Frunció el ceño. Miró a un costado de mi madre y me encontró
escondida en la esquina. Me dio una media sonrisa.
Yo le di la otra mitad.
Sus ojos regresaron a mamá,
—¿Usted piensa que quiero salir con Aria? Dios, no. No existe nada en su hija
por lo que quiera salir con ella. Es genial y todo eso, pero en realidad en mis libros
ella está en la zona de amigos.
—Creo que ambos sabemos que eso es una mentira. —Suspiró mamá,
cruzándose de brazos.
—No, señora Watson, no lo es. Usted verá, existen chicas y luego está Aria.
Aria es la clase de chica que llevas la tienda de música y la escuchas destruir la
música. Es la clase de chica con las que hablas sobre tus puntos de vista sobre el
realismo a comparación del impresionismo. Es la clase de chica que te dice que el
arte abstracto es el mejor arte, aunque luches contra ella con uñas y dientes porque
piensas que no tiene sentido, pero lo siguiente que sabes es que estarás sentado en
la biblioteca con un libro de arte abierto con obras abstractas y tu corazón parece que
va a explotar.
Levi giró hacia mí mientras salía detrás de la esquina. Nuestros ojos se
194 encontraron, y seguí hablando.
—Porque, lo entiendes, sabe. Entiendes que los colores y las líneas y curvas no
tratan de ser como todo en el mundo. Entiende que el arte abstracta se sale de la
norma porque es la única manera que el arte abstracto sabe cómo resaltar. Y se pone
jodidamente feliz porque es tan hermoso. Y único. Y moderno. Y… abstracto.
La habitación se llenó de silencio mientras los tres permanecimos de pie sin
palabras llegando a nuestras mentes. Levi ajusto su corbata de moño, y regresó su
atención a mamá, y se aclaró su garganta.
—Así que, si está bien, me gustaría llevar a su obra de arte abstracta al baile
esta noche. Solo como amigos.
Mamá giró hacia mí y se encogió de hombros.
—¿Quieres ir? —susurró.
—Sí.
Realmente quería ir con Levi.
—Entonces ve. —Movió su cabeza hacia mi habitación—. Ve a vestirte.
Sin dudarlo, giré y salí corriendo hacia mi habitación con una sonrisa tan
grande que no pude ocultar. Mientras entraba a la habitación no pude evitar y soltar
una risita cuando escuché a Levi decirle a mi mamá.
—Lamento haber dicho la palabra con j en su casa, señora Watson.
—Está bien, Levi. Considéralo tu pase por esta ocasión.
Quince minutos más tarde, salí de mi habitación usando un vestido negro que
probablemente no debió de haberse estirado tanto como lo hizo. Mis pies estaban
usando un par de zapatos planos porque era lo único que no me hacía sentir cansada
al estar de pie. Mamá me dio su collar de perlas y aretes.
Cuando entré a la sala, donde Levi estaba esperando, se levantó del sofá.
—Vaya —dijo, mirándome. No dijo otra palabra, o se movió otro centímetro.
Minutos pasaron, y aun así ningún movimiento.
—Levi. —Me reí nerviosamente, bajando mi vestido—. Me estás mirando.
195 —Lo sé. Juro que he intentado detenerme, pero cuando te miro algo raro
sucede.
—¿Y qué es eso?
—Mi mente se calla.
—Oh, mierda —murmuró mamá, de pie junto a la chimenea, observándonos a
Levi y a mí con una cámara en sus manos y lágrimas resbalando por sus mejillas.
—Mamá, no llores.
—No lo hago, no lo hago —prometió, secándose los ojos—. Es el polvo de la
chimenea, es todo.
Sonrió y le entró más polvo en el ojo mientras nos tomaba fotos a Levi y a mí.
—Me gusta —susurró mamá mientras me besaba la frente—. Sé que no debería,
pero me agrada.
—Tú y yo sufrimos del mismo problema, mamá.
Cuando Levi y yo salimos a su auto, abrió la puerta del copiloto para mí. Se
subió al asiento del pilotó y encendió el motor. Mis manos descansaron en mi
estómago mientras condujo en silencio.
—Lo dije de verdad, sabes —susurró, sus ojos en el camino—. La parte en la
que dije que existen las chicas y luego está Aria. Lo dije en serio.
Mis hombros se relajaron en el asiento, y miré por la ventana. Existían chicas, y
luego estaba yo.
Lentamente mi mano se había movido hacia la mitad del asiento, mi palma
hacia arriba.
Lentamente su mano derecha se dirigió a la parte de en medio, su palma hacia
abajo.
Lentamente, nerviosamente, silenciosamente, entrelazamos nuestras manos.
—¿Estás segura que no quieres ponche? Quiero decir, no tienen vasos con
diamantes incrustados, pero tienen unos muy buenos vasos de plástico —ofreció
Levi por tercera vez. Nos sentamos en dos sillas contra la pared. Negué. No podía
dejar de tirar de la tela de mi vestido, sintiendo que estaba resaltando demasiado y
que estaba demasiado gorda para estar aquí.
Las chicas seguían acercándose a nosotros y pidiéndole a Levi que bailaran con
ellas, pero seguía rechazándolas.
Todas las chicas se veían realmente hermosas y muy lejos de estar
embarazadas.
196
Quizás había sido mala idea haber asistido.
Levi colocó sus manos sobre su regazo. Sus pies golpeando el piso del gimnasio
al ritmo de la música. No estaba divirtiéndose, y me sentí terrible por ello.
—Lamento ser tan aburrida —dije.
—No lo eres —mintió.
—Estoy avergonzada.
—¿Por qué?
—Porque estoy gorda.
Inclinó su silla hacia mí y colocó mi cabeza sobre su hombro.
—La manera en la que hablas de ti me pone furioso.
—Pero mira a todas esas chicas. Podrías estar con cualquiera de ellas.
Claramente todas te quieren.
—No las quiero a ellas.
—¡¿Por qué no?! Ellas son todo lo que un chico quiere. Ellas son todo lo que tú
quieres.
Lo sentí ponerse tenso y sus pies dejaron de moverse. Apartó su cabeza de mi
hombro.
—Deja de decirme qué es lo que quiero, ¿está bien?
—Pero es cierto, ¿no es así? ¿Quieres eso?
Puso los ojos en blanco y se alejó de mí.
—Está bien —comenzó a caminar hacia la pista de baile, y vi a unas de las
chicas populares sonriéndole. Él sonrió también. Me sentí enferma. Las estaba
eligiendo. Tenía sentido. Estaba fuera de su mundo y Levi pertenecía con ellos.
Pero cuando siguió caminando, pasando a los demás. Salió del gimnasio.
Quería seguirlo, pero me sentí demasiado estúpida para hacerlo. Así que permanecí
sentada. Fruncí el ceño como una idiota, mis manos sobre mi estómago.
Cinco minutos habían pasado antes que Levi volviera a entrar a la habitación,
viéndose demasiado diferente a como estaba cuando se fue. Mis mejillas se
calentaron mientras la habitación explotaba en risas. Estaba usando un estomago
falso de embarazo, y sus ojos estaban fijos en los míos mientras cruzaba hacia mí.
—¿Qué demonios estás haciendo? —Me reí, mirando lo ridículo que se veía.
—Baila conmigo —dijo, levantado su mano hacia mí.
197 —De ninguna manera.
—Baila conmigo —repitió, acercándose más.
—¡Levi!
—Baila. Conmigo —suplicó, sus ojos rogándome para que dijera que sí.
Tomó mi mano, y me levanté. La música era movida y todos observaron a Levi.
—Solo mírame a mí —ordeno, así que no aparté la mirada. Comenzó a bailar
como un gorila, por todo el lugar, sin sentido de ritmo, y sin importarle que los
demás lo estuvieran viendo.
No podía dejar de reír, y comencé a bailar con él. Sin importarme, sin temor,
sin arrepentimiento. Seguí mirándolo mientras se movía, su estómago falso bailaba
también.
—Algunas personas nacen para sobresalir, Aria. Solo supéralo y sigue
bailando.
No estaba segura si lo tenía permitido, pero me estaba enamorando de él. Cada
segundo estaba llena de más amor. No estaba segura si las chicas de diecisiete años
tenían permitido enamorarse de un chico oxímoron que hacía que tu corazón diera
un vuelco. Mi cabeza seguía diciéndome que estaba mal, que no debería considerar
una idea tan loca.
Mi cabeza sabía que esto estaba mal. Mi cabeza sabía todos los motivos por los
que no debía enamorarme de Levi Myers. Mi cabeza me decía que había límites para
el amor. “Vas a tener un bebé” mi cerebro mi decía diario. “No tienes permitido salir”
ordenaba. “Él encontrará a alguien mejor” mi cerebro me gritaba.
Pero mi corazón… mi corazón creía en un silencioso, y simple amor. Un amor
que había existido antes que el tiempo, una clase de amor que era más grande que
cualquier limitación que el mundo nos interpusiera. Era una clase de amor que no
tenía límite de edad, ninguna atadura, y se veía a través del alma de dos personas.
Mi corazón no me dio mucha elección.
“Ama abiertamente”, mi corazón susurró. “Ama incondicionalmente”, mi corazón
suplico. “Ama las diferencias”, mi corazón pensó. “Ama en el momento”.
Era algo hermoso y feo al mismo tiempo, ¿no es así? Como a tu corazón no le
importa lo que tu cabeza quiera.
198
33
199 Silencio.
—¿Art?
—¿Sí, Levi?
—¿Qué pasaría si te besara?
—¿Si me besaras? —Mi mirada cayó a sus labios. Exhalé lentamente—. Bueno,
todo cambiaría. —Las cosas ya estaban cambiando.
—¿Eso es algo malo?
Mi voz tembló, y pude sentir las palmas de mis manos cada vez más sudorosas.
No quería hacer contacto visual, así que estudié su alfombra.
—Solo he besado a un chico antes. No soy tan experimentada. No soy una
zorra. Sé que todos en la escuela piensan que lo soy, pero solo he estado con una
persona. Solo quería que supieras eso. No soy una puta.
—Nunca pensé eso.
—Tal vez alguna vez lo hiciste. Tal vez el pensamiento pasó por tu mente
cuando estábamos en clase, o cuando falté a la escuela debido a la acidez estomacal
o cuando mi estómago comenzó a mostrarse. Es entendible. Ni siquiera estaría
enojada contigo por pensarlo. También lo he pensado, de hecho.
—Nunca pensé eso —dijo con confianza. Se volvió hacia mí y colocó su mano
detrás de mi cuello. Se inclinó más cerca. Disminuyó su respiración. Nuestros labios
estaban a milímetros de distancia. No podía dejar de mirar su boca, y creo que
también estaba mirándome la mía. Pasó su mano por mi mejilla y me miró a los
ojos—. Quien sea que te haya hecho dudar de lo increíble que eres, quien haya roto
tu corazón… lo odiaré por mucho tiempo.
—Está bien.
—¿Cómo está eso bien?
—Porque encontré a alguien que está volviendo a armarlo.
Sus labios se acercaron más a los míos, y cuando se tocaron, sentí su mano
envolver mi espalda baja. Una sensación de calidez y protección me recorrió cuando
presionó sus labios contra los míos. Incliné mi cabeza hacia la izquierda,
profundizando el beso mientras envolvía mis brazos alrededor de su cuello. Luego,
cuando nuestros labios estuvieron juntos, comencé a reírme contra su boca,
sintiendo su estómago falso de embarazo chocando contra mi estómago real de
embarazo. Cuando comencé a reír, él también lo hizo, soltando una risita. Sin
embargo, no nos alejamos el uno del otro; nuestros labios permanecieron juntos,
conectados.
200 Cuando mis ojos se abrieron, me estaba mirando con esos mismos ojos amables
que siempre tenía. Lentamente aparté mi boca de la suya, pero de alguna manera
me sentí como si todavía nos estuviéramos besando. En secreto esperaba que la
sensación nunca se desvaneciera.
—Art, eres especial —dijo, las yemas de sus dedos masajeando suavemente mi
espalda baja—. Y estoy tan jodidamente feliz de haberte conocido. —El acento
sureño que colgaba de la palabra “jodidamente” era tan hermoso.
Fue el primer beso más extraño que podría tener, lo que lo convirtió en el mejor.
Mientras ponía el auto en marcha, sonó su teléfono celular, y vi el nombre de
Lance parpadear en la pantalla. Levi fue rápido en responder. Lo que comenzó con
una sonrisa y un “Hola, ¿qué pasa?”, cambió rápidamente al rostro de Levi
frunciéndose y su mandíbula tensándose.
—Voy para allá.
Colgó el teléfono y giró la llave en el contacto.
—Yo… tengo que dejarte muy rápido.
—¿Qué pasa? —pregunté, tocando su antebrazo.
—Mi papá está en el hospital. Lo siento, yo, mmm… —empezó a tartamudear,
pasándose las manos por el cabello—. Yo… yo, ¿no sé dónde está el Mercy Hospital?
¿Lance dijo que la ambulancia lo llevó allí? Si pudieras decirme o algo después de
dejarte, eso sería genial.
Su cuerpo temblaba, lo que hizo que mi cuerpo reaccionara de la misma
manera. Negué moviendo mi cabeza de un lado a otro.
—Está a solo unos minutos de aquí. Iré contigo. Solo gira a la derecha fuera del
estacionamiento.
Asintió y susurró unas gracias. Asentí y dije una oración.
La noche del siguiente sábado fue la noche de nuestra presentación “Art &
Soul”8 para las clase del señor Harper y la señorita Jameson. Lance y Daisy me
dijeron que estarían en primera fila y al centro. Papá tenía a una enfermera en casa
quedándose con nosotros para ayudar a cuidarlo, así que no sería capaz de venir. No
que lo haría de cualquier forma.
Simon y Abigail también aparecieron, sus labios pegados durante casi la mayor
parte de la noche. Dios. Besarse tanto debía ser agotador.
La presentación tuvo lugar en el auditorio, el cual contenía mucha más gente
de la que pensé que vendría. Aria y yo nos sentamos en las orillas del escenario,
8 Arte y Alma, aunque en la parte de alma se refiere al “Ritmo” ya que es la parte musical.
observando a la gente que se presentó antes que nosotros. Todos los demás ya tenían
una pieza de arte completa, así que cuando pasaba ahí afuera, el artista discutía sus
técnicas y entonces su compañero interpretaba una pieza musical.
La respiración de Aria se aceleraba mientras miraba hacia el escenario.
—Esto fue una terrible idea —dijo, sacudiendo su cabeza de un lado a otro—.
Simplemente debimos haber hecho como todos los demás y completar la pintura.
¿Qué pasa si no puedo hacerlo? ¿Qué pasa si me congelo y no puedo pintar frente a
toda esa gente? ¿Qué si...?
—Solo mírame —ofrecí—. Simplemente mírame y respira. Puedes hacer esto,
Art.
Asintió una vez y miró hacia el público. Sus ojos se agrandaron.
—Está aquí.
—¿Tu papá? —pregunto, sabiendo que había estado preocupada porque no
fuera a venir.
—No. Quiero decir, sí, está aquí, pero no estaba hablando sobre él.
—¿Entonces quién? —Miré hacia afuera para ver a mi papá sentado junto a
Lance y un nudo se formó en mi garganta. Lucía débil y cansado y difícilmente ahí,
210 pero estaba ahí. Vino.
El señor Harper nos anunció y caminamos hacia el escenario. Mientras Aria
acomodaba todos sus suministros de arte, yo estaba a cargo de saludar a la
audiencia.
—Hola todos. Soy Levi Myers y esta es Aria Watson acomodando sus cosas
detrás de mí. Decidimos que queríamos hacer tres piezas de arte en vivo para
presentar nuestra colección. Pensamos que podría ser genial pintarlo en tiempo real
en lugar de completar las piezas por adelantado. O quizás simplemente todo fue de
último momento y no realizamos nuestro trabajo con tiempo —bromeé, haciendo
reír al auditorio—. Nuestra colección se titula “Oxímorones Absurdos”.
Aria me mostró una sonrisa, indicándome que estaba lista para comenzar.
Tomé mi violín, aclaré mi garganta y comencé a tocar. El arco rodó a través de las
cuerdas cuando comencé a tocar “Love You Till The End” mientras Aria utilizaba
ramas rotas y hojas del bosque para crear su pieza abstracta.
Utilizó colores oscuros y deprimentes: azules oscuros, morados oscuros,
negros, grises, marrones. Creó una pieza de arte llena de oscuridad, desesperación,
enojo. Mientras me perdía en la música, ella se perdía en los colores. Se ahogaba
mientras los colores se ahogaban; se volvía sombría mientras los colores lloraban. Se
convertía en el arte. Era aterrador y hermoso al mismo tiempo.
La segunda canción fue “Fix You” de Coldplay. Utilizó colores brillantes:
amarillos, rosas, naranjas. Su cuerpo se relajó mientras salpicaba la pintura en el
segundo lienzo con facilidad. Su semblante oscuro fue superado por una luz de
alguien sanando, encontrado su camino, encontrando su felicidad. Permitió que el
sonido de mi violín interpretando fuera lo completamente opuesto a lo que estaba
creando. Era genial ver tanto brillo y vida en el segundo lienzo.
Finalmente, toqué “Masterpiece” de Jessie J, la canción elegida por Aria. La
canción se trataba sobre sentir una abrumadora cantidad de presión en la vida de
una persona. Pero también presentaba la idea de caer y volverse a levantar. Era sobre
encontrar el camino de uno, aprender a vivir, aprender a respirar.
Aria se detuvo por unos momentos, mirando inexpresiva hacia el lienzo. Dejó
caer las ramas y hojas de su agarre y sus dedos se hundieron en una mezcla de
colores. Morados, verdes, amarillos, azules. Sus ojos se humedecieron y comenzó a
pintar con sus dedos, pasando sus manos de arriba abajo por el lienzo. Los colores
goteaban, se mezclaban y se unían. Comenzó a pintar frenéticamente, sus lágrimas
cayendo por sus mejillas mientras las limpiaba con sus dedos llenos de pintura.
Cuando terminé la canción, las manos de Aria cayeron a sus costados. Su pecho
se elevaba y caía pesadamente mientras miraba atentamente hacia su caos
controlado.
211 Se giró hacia mí. Sonreí. Sonrió.
Toda la habitación sonrió y vitoreó, poniéndose de pie para aplaudir a nuestras
obras maestras.
—¡Eso fue fantástico! —dijo Abigail con entusiasmo, saltando hacia Aria y yo
después de la presentación, la mano de Simon entrelazada con la suya—. Sabía que
ambos eran talentosos, pero lo que hiciera ahí arriba fue más allá de talentoso. Vaya
manera de hacer que todos lo demás lucieran ridículamente promedio en
comparación.
—Bueno, ya sabes. —Aria sonrió, sus manos descansando sobre su estómago—
. Algunas personas nacen para destacar.
—¡Lo que ustedes dos hicieron sí que lo hizo! —dijo Lance, acercándose a
nosotros con papá siguiéndolo lentamente—. Eso fue maravilloso. Por un momento
pensé que Art iba a subir ahí y pintaría de la misma forma en que toca la batería,
pero por suerte fuiste completamente lo contrario. Eso fue alucinante. ¡Y tú! —
Aplaudió, su rostro brillando con orgullo. Envolvió mi cabeza en sus manos,
besando mi frente—. Eres el tipo de músico que quiero ser cuando crezca.
—Tiene razón, sabes —dijo el señor Watson, agitando el programa de la
presentación contra sus manos—. Eres algo verdaderamente bueno, Levi.
Esperaba que añadiera “para un idiota” o “para un jodido perdedor”, pero no
lo hizo. Miro hacia mi papá y mostró una sonrisa que casi lució como una disculpa.
—Es bueno Kent.
Papá solo asintió una vez y casi sonrió, lo que se sintió como un abrazo gigante.
—Si está bien con sus padres. Lance y yo organizamos una fiesta de celebración
en nuestra casa ¡con una ridícula cantidad de música, arte y pizza! —ofreció Daisy.
Aria y yo hicimos una mueca ante la idea de la pizza de Daisy; la que probablemente
estaría hecha con tierra o al menos sabría cómo si lo estuviera. Daisy se rió a
sabiendas—. No se preocupen, no es vegana, me imaginé que podrían gustarles
todos esos detestables organismos modificados genéticamente que están llenos con
químicos mortales y venenos que lenta, pero certeramente están llevando hacia el
final de la humanidad como la conocemos.
—OhDiosmío, espero que haya pepperoni —bromeó Aria. Se volvió hacia sus
padres para preguntar si podría ir a casa de Lance y Daisy.
212 Después de un poco de vacilación, Simon intervino en la conversación.
—No se preocupen, me aseguraré que Aria se comporté de la mejor manera.
—Solo asegúrate de no permanecer de pie —le ordenó la señora Watson a su
hija.
—Y llámame si necesitas que te lleve a casa —dijo su padre, acercándose a ella
y besando su frente. Sus ojos se agrandaron ante la acción de su padre. Colocó su
mano sobre el hombro de ella—. Estuviste fantástica esta noche.
Lágrimas se formaron en los ojos de Aria cuando le agradeció.
Simon y Abigail acordaron encontrarse con nosotros en Soulful Things
después que pasaran por sus casas. Estuve bastante seguro que simplemente era una
excusa para besarse durante algo más de tiempo.
36
—Estuviste asombroso, esta noche —le dije a Levi. Nunca lo había escuchado
tocar así, libre y a flor de piel.
—Tú tampoco estuviste tan mal —dijo mientras entrábamos en Soulful Things
después que Lance y Daisy dejaran a Kent en casa con la enfermera. Daisy tenía
música en todo el espacio y había mesas preparadas con pizza y bocadillos. Pasamos
la hora siguiente hablando de la exhibición. Nos reímos de cómo las pinturas de
Connor habían terminado pareciendo penes, nos impresionó que la señora Jameson
finalmente hubiera decidido afeitarse el bigote, y no nos sorprendió en lo más
mínimo que el señor Harper se hubiera lanzado a un largo monólogo sobre su amor
del pasado con Leonardo da Vinci.
—Voy a extrañar esa clase —dijo Levi, sentado en el suelo con las piernas
213 envueltas alrededor de un bongo que golpeaba de vez en cuando.
—Yo también. —Mayormente extrañaría trabajar con mi compañero todos los
días. El próximo semestre comenzaría la educación en casa por el resto del año. Iba
a extrañar las mejores citas de Abigail durante el almuerzo y sentarme en el sucio
autobús junto a Simon, pero, sobre todo extrañaría patear piedras invisibles con esos
Chucks azules en la parada de autobús.
—¿Dónde están exactamente Simon y Abigail? —preguntó Levi, sacándome de
mis pensamientos, que se estaban volviendo demasiado tristes—. Dijeron que
estarían aquí hace treinta minutos.
Como por arte de magia, Abigail abrió la puerta de entrada de Soulful Things.
Tenía los ojos muy abiertos y jadeaba como si hubiera corrido desde su casa. Sus
manos aterrizaron en sus caderas mientras se inclinaba hacia adelante, tratando de
recuperar el aliento.
—Simon está de un humor terrible.
—¿Qué? ¿Porque ustedes dos tuvieron que dejar de besarse? —bromeé.
—No. —Negó—. Mucho peor que eso, aunque eso fue bastante horrible,
también. Traté de calmarlo diciendo: “Tienes poder sobre tu mente, no sobre los
acontecimientos exteriores. Date cuenta de esto, y encontrarás fuerza”. ¿Sabes quién dijo
eso?
—Marco Aurelio —respondió Levi sin pensar.
Arqueó una ceja.
—¿Cómo lo supiste?
—Suerte, supongo —dijo, guiñándome el ojo.
—¡Este no era el plan! —Simon entró irrumpiendo dentro del taller—. ¡No
puedo creer que me hicieran esto! —gritó, con la respiración pesada mientras sus
dedos estaban envueltos alrededor de un trozo de papel.
—¿Quién exactamente te está haciendo qué? —pregunté.
—¡Mis padres! ¡Esto no era parte del plan, se suponía que no íbamos a irnos!
Mi garganta se tensó.
—¿Qué?
—A mi padre le ofrecieron una promoción en el trabajo —explicó—. Encontré
el papeleo en la mesa de la sala de estar. ¡Ni siquiera me hablaron de eso!
—¿Qué tiene de malo un ascenso? —preguntó Levi en voz alta, entrecerrando
214 los ojos.
—Es en Washington. —Simon suspiró, quitándose las gafas y frotándose las
palmas de las manos contra los ojos.
¿Washington?
¡¿Washington?!
—Cuando los confronté al respecto, me dijeron que no nos mudaríamos hasta
el verano, después de terminar el semestre de la escuela y después que llegara el
bebé. ¿Por qué no me lo dijeron? ¡Es como si ya hubieran tomado una decisión! No
es justo. —Siguió quejándose, pero mis pensamientos seguían dándole vueltas a la
palabra Washington.
Keira y Paul querían una adopción abierta; yo quería una adopción abierta.
Quería ver al bebé criarse en una familia feliz y amorosa. Eso no podría suceder si
yo estaba en Wisconsin y ellos estaban en Washington.
Mis ojos seguían parpadeando, mi pecho se sentía comprimido cuando el bebé
se giró y pateó en mi estómago. Esto no era parte del plan.
—Bueno, esta es la fiesta más deprimente que he visto en mi vida —se quejó
Lance mientras bajaba las escaleras de su departamento. Todos estaban tendidos en
el suelo sin hablar mientras la música sonaba por los altavoces—. En serio, gente. Se
les da fatal las fiestas.
—Estamos deprimidos —explicó Simon.
—Eres demasiado joven para estar deprimido, a menos que tengas gonorrea.
Esa mierda es terrible. —Lance rió disimuladamente, hasta que se dio cuenta que
ninguno de nosotros se estaba riendo con él—. ¡Vamos chicos! Las bromas sobre la
gonorrea siempre funcionan.
Nadie respondió.
—Está bien. Bueno, ya que todos ustedes tienen tanta angustia adolescente en
este momento, qué tal si nos vamos a la azotea para el increíble juego que Daisy ha
preparado para ustedes.
—No, gracias —dijo Simon.
—Demasiado deprimida —concordé.
Lance se cruzó de brazos y entrecerró los ojos.
215 —Ahora escuchen, cabezas de chorlito, Daisy hizo todo lo posible para crear
esta próxima actividad para todos ustedes, y ustedes, pedazos de vagos, van subir a
la azotea, tal vez se congelen un poco, y se divertirán. —Todos lo miramos
inexpresivamente antes que levantara la voz—. ¡AHORA!
En la azotea había dos guitarras, un enorme lienzo y cestas con globos de agua.
Había cuatro marcadores colocados al lado de las cestas, y por mi vida no podía
entender lo que estaba pasando. Daisy estaba de pie con su sonrisa brillante como
siempre.
—Está bien, chicos. En honor a la noche de arte épica de Levi y Aria, Lance y
yo pensamos que sería genial hacerlos explotar el color. Los globos están llenos de
diferentes colores de pintura, y los marcadores son para que anoten las cosas que
sienten. Todo. Lo bueno, lo malo y lo feo. Eso es lo que lo hará hermoso. Además,
habrá música, traída para ustedes por Lance y su servidora. —Se acercó a la guitarra
y la recogió mientras Lance agarraba la otra—. A ensuciarse.
Los cuatro fuimos a buscar globos de pintura y comenzamos a escribir las
palabras que estábamos sintiendo en ese momento. Palabras que amábamos.
Palabras que odiábamos. Palabras, palabras, palabras
Simon escribió Washington y lo arrojó al lienzo, haciendo estallar el globo con
un azul vibrante. Aunque odiaba Washington, la forma en que la pintura explotó en
el lienzo lo hizo sonreír.
—Eso es realmente genial.
Palabras que fueron escritas y explotaron contra el lienzo:
Saludable
Bebé
Adopción
Larga distancia
Música
Arte
Dolor
Lágrimas
Patadas
Muerte
216
Cáncer
Risa
Tristeza
Tú
Yo
Nosotros
Todos los colores sangraron contra el lienzo, salpicaduras de pintura por todas
partes. Al final de nuestra obra maestra, los cuatro habíamos aprendido a reír otra
vez cuando nuestras manos se cubrieron de pintura. Levi pasó sus dedos por mis
mejillas, pintándome el rostro de púrpura. Me reí como tonta y pinté sus mejillas
con verdes. Tomó el último globo y se paró cerca de mí. Tan cerca que estaba segura
que iba a besarme, pero no lo hizo. En cambio, tomó su marcador y escribió una
palabra en el globo que quedaba.
Había más de seiscientas mil palabras en el Diccionario de Oxford. Eso
significaba que había seiscientas mil definiciones de palabras diferentes con un
millón de posibles significados. Algunas palabras eran tontas, mientras que otras
eran desgarradoras. Algunas palabras eran felices mientras otras eran enojadas.
Muchas letras diferentes se unieron de diferentes maneras para formar esas palabras
diferentes, esos significados únicos.
Tantas palabras, pero al final del día, solo había una palabra que se destacaba
entre el resto. Una palabra que de alguna manera significaba tanto el cielo como el
infierno, los días soleados y los días lluviosos, lo bueno, lo malo y lo feo. Era la única
palabra que tenía sentido cuando todo lo demás a tu alrededor era desastroso,
doloroso e implacable.
Amor.
Con una sonrisa, envolví mi meñique con el suyo y le dije:
—Te amo.
Puede que no haya sido correcto para nosotros sentirnos de la manera en que
lo hicimos, pero eran nuestros sentimientos, nuestro modo. Mi corazón explotó
cuando sus labios se encontraron con mi frente, y lo escuché susurrar:
—Yo también te amo.
217
37
219 —¡No puedes permitir que se lleven al bebé a Washington! —dijo James
entrando a mi habitación sin ser invitado. Probablemente había estado sentado en la
habitación de Mike esperando una considerable cantidad de tiempo antes de decir
que iría al baño, lo que aparentemente se parecía mucho a mi habitación—. Debiste
de haber hablado conmigo sobre eso.
Levanté la ceja.
—¿Por qué debí de hablar contigo? No es asunto tuyo.
—No es mi… —Su mandíbula se abrió y pasó su mano sobre su boca—.
¡También es mi hijo!
Salí apresurada de la cama y cerré la puerta.
—¿No quieres decirlo más fuerte? ¡No creo que te escucharan en Canadá!
Presionó el puente de su nariz y comenzó a arrastrar las suelas de sus zapatos,
dejando marcas de zigzag en la alfombra.
—Lo lamento —murmuró—. No sé qué es lo que estoy haciendo. —Abrió la
puerta y salió con la cabeza gacha.
Me senté en mi silla y froté mi creciente estómago. Al menos James y yo
teníamos algo en común; él no tenía idea de qué estaba haciendo, y tampoco yo.
38
Recibí una llamada de Denise y dijo las palabras que no quería escuchar.
—Tú mamá está en el hospital.
—¿Qué quieres decir con que está en el hospital?
La voz de Denise era baja, casi enmudecida.
—Ella tuvo una mala reacción a uno de sus nuevos medicamentos y se tropezó
en algunos escalones en la clínica. Los doctores todavía no me han dado los detalles
todavía. —Estaba llorando, sus palabras estaban enredadas con sus pensamientos—
. Lo estaba haciendo tan bien, Levi.
Siguió hablando y diciéndome lo asustada que estaba por mamá, pero ella no
sabía lo que era tener miedo.
220 Tener miedo era estar a mil doscientos ochenta y siete kilómetros lejos de tu
madre lastimada, sentirte a cientos de miles de kilómetros de tu padre que moría, y
no tener idea de qué hacer después.
La música era lo que vivía en el alma de mi mamá. Cada día antes que
tuviéramos nuestra lección de violín, diría una frase de Friedrich Nietzsche: “Sin la
música, la vida sería un error”. No importaba cómo estaba su salud mental. Cuando
mentalmente estaba todo el tiempo conmigo, diría la frase de Nietzsche. Cuando
estaba muy lejos de su mente, todavía diría la frase de Nietzsche.
Incluso cuando su mente fue llevada a los lugares más oscuros de su alma, la
música todavía estaba allí para ella, su medicina, su apoyo.
En víspera de Navidad me encontré sentado dentro de Soulful Things,
inseguro de qué era lo que debía de hacer. Lance se sentó en una silla detrás de mí,
sin hacer ruido. Nunca había escuchado a Soulful Things estar tan en silencio.
Después que lo actualice en lo que había sucedido con mamá, dijo:
—¿Por qué las peores cosas les suceden a las mejores personas? —Se disculpó
muchas veces hasta que no se tuvieron más palabras que decir.
—¿Cómo elijo? —susurré, mi mano pasando por mi cuello repetidamente
mientras mi mente se aceleraba—. ¿Cómo elijo con que padre estar? —¿Me quedaba
con mi padre, al que nunca había tenido oportunidad de conocer, y que estaba
viviendo los últimos días de su vida? ¿O me quedaba en casa con mi mamá que
estaba sufriendo con su accidente y me necesitaba a su lado?
¿Cómo eliges qué necesidad es más importante?
¿Cómo elijes con qué padre estar cuando ambos necesitan tu apoyo?
Lance se levantó de la silla y caminó al almacén. Regresó con un estuche
envuelto con un moño rojo.
—Iba a darte esto mañana, pero creo que puedes necesitarlo esta noche.
Abrí el estuche para encontrar un nuevo violín. No era un nuevo violín
cualquiera, era el Karl Willhelm Modelo 64, el mismo que había estado viendo en su
tienda desde que llegué.
—Jesús, no puedo aceptarlo. Vale más de tres mil dólares.
—Pagado en su totalidad. Me adelanté y te lo preparé también. Es tuyo. —
Sonrió.
Levanté el violín y lo observé entre mis manos por un momento antes de
llevarlo a mi nariz para olerlo. Para un músico, el oler un nuevo violín era el
equivalente para un lector de oler una nueva novela. Era un aroma de hogar que te
221 hacía darte cuenta que el mundo no era un lugar tan terrible, que todavía existía la
belleza.
—Piérdete, Levi —dijo Lance del modo más cariñoso posible.
—Gracias —murmuré, a Lance, a la música, a mi alma.
Afiné las cuerdas. Jugué con el moño.
Lance giró y subió las escaleras. En el momento en que desapareció, apagué las
luces, llenado el espacio con oscuridad.
Todo era exactamente lo mismo, pero de algún modo completamente
diferente.
Más frío.
Más triste.
Más solitario.
Esto se siente correcto.
Mis dedos descubrieron el sonido de las disculpas que el violín me ofrecía. Las
cuerdas lloraron por mí. La música me entendía cuando no podía entenderme. Era
mi manta de protección de todo miedo real que existiera. Me moví de adelante hacia
atrás mientras viajaba por el camino de la liberación. Me perdí en el momento,
olvidando todo a mi alrededor, todo mi dolor, toda mi agonía.
Toqué hasta que mis dedos dolieron.
Y luego volví a tocar.
Toqué hasta que mi cuerpo tembló.
Y luego seguí tocando.
Y toqué hasta que mi corazón se rompió.
Y luego seguí tocando.
Mis dedos apartaron el arco del violín. Mis manos estaban pálidas como un
fantasma después de mi intenso tocar. Mi cuerpo tembló de nervios y una mente
nublada, pero sabía que tenía la respuesta a mis preguntas.
Sabía a quién tenía que elegir, y rompió mi corazón.
Resiste, Levi.
Necesitaba calmarme, controlar mis respiraciones llenas de pánico. Me
pregunté si lo que estaba sintiendo era lo que siempre sintió mamá. Cuando los
ataques de pánico eran tan dolorosos que viajaban de la punta del pie a la cima de
su cabeza. ¿También sentía a las paredes gritándole? ¿Siempre fue así de feo y
222 aterrador para ella?
Necesitaba encontrar un lugar de paz.
Pero no estaba seguro de cómo.
La verdad era que mamá era mi paz. Desde el primer día, estuvo para mí.
Incluso cuando se encontraba luchando las batallas más crueles, era mi tranquilidad.
Yo era el huracán y ella era de cierto modo el ojo de la tormenta. Me tranquilizó
cuando las cartas de papá dejaron de llegar. Me sostuvo cuando él dijo que no quería
verme más. Había estado ahí desde el primer día, y yo la había dejado.
¿Qué me pasa?
¿Cómo pude odiarla?
Estaba enferma, y yo me alejé.
Me suplicó que regresara a casa, y la ignoré.
Ella era mi verdadera música. No la clase de música que se toca en los espacios
más oscuros. No la clase de sonido que las sombras aplauden. Era los colores que se
encontraban en las cuerdas. Era los morados y azules, los amarillos y rojos, que
sangraban de las vibraciones del sonido.
Hannah Myers era música.
Y sin ella, la vida era un error.
Me dirigí a casa esa noche con una mente más clara. Le diría a papá que tenía
que regresar a Alabama a cuidar de mamá por unas semanas. Tenía que saber que
ella estaría bien. Pero cuando entré, vi el brillo de las comedias a blanco y negro en
la televisión. Papá sentado frente a su cena con su bandeja para la televisión, y junto
a él otra bandeja con mi cena.
Mi pecho se cerró mientras la enfermera caminaba hacia mí, explicándome que
regresaría para la siguiente tarde, y que había dejado etiquetadas todas las
medicinas de papá para que las tomara en la mañana. Se fue y cerró la puerta del
frente detrás de ella.
—Te hice de cenar pollo frito de microondas y filete Salisbury para uno. No
estaba seguro de cuál te gustaría más —dijo, moviendo la cuchara alrededor de su
plato de sopa frente a él. Me senté en el sofá a su lado mientras veíamos las comedias.
No comió mucho de su sopa, pero cuando levantaba su mano, la veía temblar
223 repetidamente. Le ofrecí ayuda, pero resopló como siempre.
Eventualmente bajó la cuchara, dándose por vencido, y asintiendo hacia mí.
Le di de comer la sopa, y estuve de regreso al inicio sin tener idea de cómo lo
dejaría aquí para regresar a casa.
—Sabes, ¿la canción que tocaste en tu presentación? ¿La primera?
—Sí. “Love You Till The End” de…
—The Pogues. —Asintió, sus ojos todavía fijos en la televisión—. Fue la canción
de tu mamá y mía en la boda.
Los pedazos de mi madre que nunca había terminado de comprender estaban
lentamente uniéndose.
—¿Qué les sucedió a ustedes? ¿Por qué se separaron?
Se encogió de hombros y se frotó la frente.
—Lo jodí. Tú madre y yo discutimos una noche, luego me emborraché y
coqueteé con Camila Watson en el bar. Es por eso que su esposo no me tolera, y es
por eso que Hannah me dejó.
—¿Amas a Camila?
—No. No. Era joven y estúpido, y un imbécil que cometió un terrible error.
Resulto que mi error fue suficiente para que tu mamá empacara y me dejara.
Aunque, no la culpo. Sufría de ansiedad y siempre se preocupó que la fuera a dejar
por alguien más. En ese punto no sabía lo enferma que estaba, sobre su salud mental.
Debí de haber luchado. Debí de haber luchado por ella.
—¿La amabas? —pregunté.
Sorbió por la nariz y aclaró su garganta, pero no dijo nada más hasta que estuvo
listo para ir a la cama. Lo llevé a su habitación e incluso aunque discutió que no
quería que le ayudara a cambiar de pijama, me permitió hacerlo.
Cuando ya estuvo en la cama, me dirigí a apagar su lámpara, y lo escuché
murmurar.
—Hasta el final.
Denise me marcó esa noche para decirme que mamá estaba bien. Todavía
estaba en el hospital, pero que estaba mucho mejor.
Esa noche, lloré hasta quedarme dormido.
224
El día de Navidad, me dirigí al bosque a las seis de la mañana, justo como el
día anterior. Por un segundo pensé que seguía soñando cuando vi a papá junto a la
casa del árbol. Miraba la escalera que llevaba arriba. Cada escalón cubierto de nieve.
Las manos de papá estaban en los bolsillos de su pantalón.
—¿Necesitas un abrigo? —pregunté, asumiendo que su camiseta ahora era
demasiado grande para él por todo el peso perdido.
Negó.
Caminé junto a él, y miramos las escaleras del árbol juntos.
—¿Recuerdas cuando colocamos las escaleras? —preguntó—. Tú tenías nueve
y me hiciste probar cada escalón para asegurarte que fueran seguros.
—No lo eran. —Me reí.
Se rió también. Era extraño como el sonido de su risa me hacía querer sonreír
y llorar al mismo tiempo.
—Pensé que me había roto el trasero cuando caí. Después que regresaste a casa,
tenía compresas frías pegadas a mi trasero.
—Ahora son seguras —le dije, dirigiendo la mirada a ellas.
—Aunque, solo un poco viejas. Debimos de pasar más tiempo ahí. —Se frotó
los dedos con su cuello, pateando la nieve de sus zapatos. Su frágil cuerpo estaba
temblando, mientras el frío viento soplaba entre las ramas.
—No deberías de estar en el frío —lo regañé.
—La última vez que revisé, yo era el padre, no tú —me regañó también. Colocó
su mano contra su nariz y miró más allá de la casa del árbol.
Con un pesado suspiro, volvió a hablar.
—Escucha. Has sido mucho trabajo y pienso que lo mejor para ti es regresar
con tu mamá o tú tía o algo así.
Sus palabras dolieron, provocando que diera un paso hacia atrás.
—No voy a dejarte.
—Lance me dijo lo de tu mamá.
—Ella está mejor —dije—.Va a estar bien. Puedo quedarme aquí y cuidarte.
—No lo entiendes, ¿verdad? —siseó—. No te quiero, Levi. No te quiero aquí.
—No me miró—. Tú avión va a salir esta noche a las siete treinta. Lance va a llevarte
al aeropuerto. —Giró y caminó de regreso a la casa, dejándome de pie ahí,
confundido y herido.
225 Me está abandonando de nuevo.
Lo seguí a la casa, pero me dejó a fuera, encerrándose en su oficina. Mi puño
golpeó la puerta.
—¡Déjame entrar, papá! —grité, mi garganta ardiendo—. ¡Déjame entrar! —
supliqué.
Supliqué, pero no cedió, y tuve el presentimiento que no me iba a dejar entrar
de nuevo.
226
39
Mamá pasó mucho tiempo diciéndome que todo estaría bien, pero no tenía ni
idea de cómo podía ser cierto. Sentí las paredes a mi alrededor derrumbarse. Las
cosas finalmente habían mejorado. Todos estaban asimilando la idea del bebé y la
adopción. Entonces James tuvo que decidir arruinar todo.
—Esperaremos hasta la mañana para resolver todo esto. ¿Está bien? No te
preocupes demasiado. Todo saldrá bien. —Besó mi frente y salió de la habitación.
En el momento en que se fue, algunas lágrimas cayeron de mis ojos. Toda la
231 situación fue abrumadora. Mis dedos rodaron sobre mi estómago. Él era lo único
que me mantenía respirando ahora mismo. Cada aliento que tomaba era solo para
él.
—¿James es el padre? —preguntó Grace, de pie en mi puerta.
Cerré mis ojos, limpiando las pocas lágrimas caídas.
—No estoy de humor en este momento, Grace. —No respondió, pero escuché
sus pasos acercarse a mí—. Grace, dije que no estoy de humor. —Abrí los ojos y la
vi sosteniendo dos collares de cuentas.
—Utilicé mi juego de cuentas de Navidad e hice una para el bebé y otra para
ti.
Juro que sentí mi corazón romperse. Le agradecí los collares y sonrió.
—Me alegro que no resultaste ser una fea persona embarazada.
Riendo, la abracé con mi enorme barriga.
—Gracias, Grace.
Esperé hasta la mañana siguiente para dirigirme a la casa de Levi y explicar lo
que había sucedido la noche anterior. En general, estaba avergonzada y también
enojada con James por pensar que estaba bien besarme, incluso tocarme. De pie en
el porche del señor Myers, llamé a la puerta, esperando una respuesta.
Cuando la puerta finalmente se abrió y apareció un frágil señor Myers con
sombras moradas bajo sus ojos, me dio un hipo nervioso.
—¿Sí? —murmuró, mirándome inexpresivamente.
—Estoy buscando a Levi —dije, dándole una media sonrisa.
El señor Myers se quejó.
—Se fue.
—Oh. —Me mordí el labio inferior—. ¿Está en Soulful Things?
—No. Ha regresado a Alabama.
Sus palabras no se registraron al principio, porque esas palabras no tenían
sentido. Ayer por la tarde había visto a Levi; ¿cómo podría irse?
—¿Qué quiere decir?
Más tarde esa noche, hice que Denise me llevara a la cabaña. Quería finalmente
dormir en mi propia cama. Trató de convencerme que no lo hiciera, pero aceptó
después de dejar algunos alimentos y cosas.
Cuando miré mi teléfono celular, vi nuevos mensajes de Aria y los abrí.
Aria: Ojalá pudiera haber explicado lo que viste con James. No significa nada para mí.
Solo quiero que sepas esto. Tú significas todo. Lo siento mucho, Levi.
Lo sabía, y conocía a Aria, pero una parte de mí pensaba que sería más fácil
alejarse que enfrentar el razonamiento. No volvería a Wisconsin pronto, y no era
realmente justo pedirle que esperara por mí. Además, obviamente tenía cosas que
resolver con James, y probablemente solo estaba interfiriendo en eso.
La distancia era mejor para nosotros, para ella.
Solo estaba nublando su juicio.
Ya era hora que despertara del sueño de Aria y mío.
Aria: Yo |Del lat. vulg. eo, y este del lat. ego. |Pronombre, a menudo atributivo | yo
|: Aria Lauren Watson.
Aria: Te |Del lat. te. |Pronombre personal.
Aria: Extraño |Del lat. extraneāre|: Sentir la ausencia de.
Aria: a Ti | Del lat. tibi, dat. de tu 'tú'|pronombre |: Levi Wesley Myers.
236
41
237
El jueves fue mi última visita al doctor Ward antes del Año Nuevo y realmente
necesitaba sentarme frente a él y hablar sobre arte. No había hablado con James
desde Navidad. Ni siquiera estaba segura de por dónde empezar. Mamá me dijo que
no debería decirles nada a Keira y a Paul hasta que James y yo hubiéramos hablado.
El tazón de dulces del doctor Ward estaba lleno con chocolates M&Ms y me los
comí todos dentro de los primeros diez minutos.
—Entonces, ¿qué pasa por tu cabeza, Aria?
Era divertido cómo había llegado a amar esas palabras.
—Gustave Courbet. Era un pintor francés que bien podría decirse lideró el
principio del movimiento del realismo. Cuando se le pidió que pintara ángeles, su
respuesta fue: “Nunca he visto ángeles. Muéstrenme un ángel y pintaré uno”. El señor
Courbet y yo teníamos muy diferentes puntos de vista cuando se trataba de arte. Él
creía que uno solo debería pintar lo que podía ver con sus ojos y yo creía que el arte
debería salir del corazón y el alma.
—¿Creías? ¿Ya no crees eso?
—Quiero, pero con cada día que pasa el realismo me muestra su atractivo.
Representa la vida como es, sin significados ocultos, sin dudas y preguntas siendo
vista desde cualquier ángulo. Simplemente es real. Es exactamente lo que necesita
ser. Me hace sentir un poco avergonzada por solo haberme enfocado en lo abstracto.
Tal vez Gustave Coubet tenía razón.
—Tonterías —dijo el doctor Ward, estrechando sus ojos—. Yo digo que esas
son tonterías.
—¿Qué?
—¿Por qué tiene que ser uno o lo otro? Lo opuesto de lo real no es lo abstracto.
Lo opuesto de lo real es lo falso. Lo abstracto puede ser real y puede contener más
verdad en ello que cualquier otra cosa. Tú me enseñaste eso. El arte abstracto puede
ser tan verdadero como el realista, siempre y cuando encuentre el coraje para
hablarle de sus colores al mundo con genuina honestidad.
—Pero ¿qué pasa si la verdad de lo abstracto lastima a alguien más en el
proceso? —pregunté.
Se inclinó hacia adelante, descansado sus antebrazos sobre el escritorio. Sus
dedos juntos.
—Una verdad duele mucho menos que mil mentiras.
238
42
Comencé a estudiar desde casa la primera semana del año nuevo. Mamá y
papá trabajaban a horas inciertas y dado que no me querían en casa sola durante mis
clases en línea, me quedaba con Keira todos los días.
Todos los días, alrededor de la hora de comer, veía al señor Myers salir y
dirigirse hacia el bosque. Para el momento en que me iba de casa de Keira en la tarde,
ya fuera Daisy o Lance aparecían para pasar la tarde con él.
Cuando la curiosidad fue mucha, un día, empaqué mi comida y lo seguí hacia
el bosque.
Se detuvo en el terreno cubierto de nieve, mirando hacia la vieja casa en el
árbol.
—¿Construyó eso para él? —pregunté.
Lentamente se giró para mirarme y dijo con desdén:
—Estás invadiendo propiedad privada.
—Sí, lo hago, pero le traje comida si tiene hambre.
Resopló y caminó de regreso a su casa, cerrándome la puerta de golpe en la
cara.
Tal vez mañana.
Me aparecí a la hora de comer todos los días durante tres semanas. No fue hasta
febrero que el señor Myers me dejó entrar. De hecho, su enfermera me dejó entrar,
pero fue lo suficientemente bueno para mí.
—Eres realmente molesta, lo sabes, ¿cierto? —murmuró, sentándose en su
sillón viendo programas en blanco y negro.
—Traje sopa de fideos con pollo. —Sonreí.
—No tengo hambre.
—Su enfermera dijo que no ha comido mucho hoy.
—Probablemente porque no tengo hambre —gruñó. Estaba de muy mal
241 humor, pero dado que estaba con treinta y dos semanas de embarazo, llevando a
Jicama a todos lados, también tenía mis días de mal humor. Abrí la sopa, tomé una
cucharada y detuve la cuchara frente a su boca—. ¡¿Cuál es tu problema?! —siseó—
. ¿Por qué no me dejarás en paz?
—Porque nadie debería pasar su hora de comer solo. Ni siquiera los hombres
malhumorados quienes piensan que merecer estar a solas.
Resopló y resolló un poco más, gruñéndome, pero abrió su boca y tomó la sopa.
—Su hijo está ignorando todos mis mensajes de texto y no sé por qué —dije
después de unas cuantas cucharadas más de sopa.
—Su mamá dijo que es porque cree es estás mejor sin él.
Arqueé una ceja.
—¿Por qué pensaría eso?
—No lo sé. Pero todo lo que Levi hace siempre es por ayudar. Simplemente así
es él.
Las palabras del señor Myers recorrieron mi mente durante mucho más
tiempo, pero ya no hablé acerca de Levi.
—No sabía que usted y su mamá todavía se hablaban.
—Me llama todas las noches —dijo él—. Quiere que sepa que no estoy solo.
Comí con el señor Myers todos los días hasta el último día de su vida. Algunas
veces se quedaba en su dormitorio, así que reproducía los CDs que Levi hizo para
mí y para el bebé, lo que siempre ayudaba a que el señor Myers durmiera mejor.
Otras veces, veíamos televisión juntos.
Una de las últimas cosas que me dijo que le dijera a su hijo es que lo amó hasta
el final.
242
43
También era verdad. Pensaba en ella todo el tiempo, preguntándome cómo iba,
preguntándome si el bebé estaba bien.
Cuando llegué a Wisconsin, Lance me recogió y me llevó al pueblo para que
no tuviera que tomar un autobús hasta allá. Era gracioso como todo era exactamente
lo mismo, pero tan diferente. Lance había perdido algo del color de sus ojos. Cuando
llegamos a Soulful Things, estacionó el auto y permanecimos en silencio unos
minutos. Movió el cabello sobre su cabeza, luego froto sus dedos repetidamente
sobre su rostro.
—Sigo despertando y esperando que sea un sueño, ¿sabes? Que mi hermano
siga siendo el imbécil viviendo al final de la calle, comiendo cenas de microondas.
No respondí.
Lo último que supe de mi padre fue que me había enviado lejos.
Me sentía amargado.
Furioso.
Triste.
Mayormente triste.
—Él te amaba, lo sabes, Levi —dijo Lance. Una mentira que estaba creada para
darme alivio—. Kent no era el mejor mostrando sus sentimientos, o expresándose,
pero te amaba. Recuerdo que él hubiera…
—¿Podemos entrar? Estoy cansado —dije, no queriendo entrar al camino del
recuerdo, de cómo mi padre me amaba a la distancia. Todo lo que quería era
terminar con el funeral y estar sobre un avión en unos días, no hablar de quién era
mi padre cuando en realidad no lo conocía.
—Si, por supuesto. Daisy ya está arriba. Voy a subir en un segundo —
respondió Lance.
Bajé del auto y me dirigí a su casa. Cuando di la vuelta, vi a Lance con la palma
de su mano sobre su frente. Sus ojos estaban cerrados, y la otra mano formaba un
puño mientras golpeaba una y otra vez el volante.
Soy un imbécil.
Caminé de regreso al auto, abrí la puerta y volví a subirme. Lance no estaba
contándome historias para hacerme sentir mejor. Era por su propio bien.
—¿Estabas diciendo? —pregunté.
El día del funeral, nadie del pueblo apareció. Sabía que mi padre no era
querido, pero que nadie apareciera el día de su funeral fue un golpe.
Me senté en la parte de atrás, no queriendo acercarme y ver su rostro por última
vez. Lance y Daisy se sentaron en primera fila, mientras el organizador del funeral
hablaba con ellos sobre los detalles de cómo moverían a mi padre al lugar del
entierro.
Mis dedos golpearon repetidamente contra el banco. Mi corbata me estaba
ahogando. Cada respiración se estaba volviendo más y más difícil. Aflojé la corbata,
pero la sensación de ahogamiento todavía estaba presente, mientras regresaba a
golpetear con mis dedos.
Lance y Daisy caminaron hacia mí y se sentaron en el banco.
—¿Ya nos vamos? —pregunté a Lance.
—Dicen que falta una cosa más. —Colocó su mano sobre mi hombro y la apretó
en apoyo.
Miramos al frente, mientras el organizador colocaba tres micrófonos. Y levanté
la ceja.
—¿Qué sucede?
—Estamos pensando lo mismo —respondió.
Las bocinas en la habitación chillaron al ser encendidas, y segundos más tardes
una canción comenzó a sonar. Supe la canción desde el momento en que la primera
nota salió de las bocinas. Una pequeña sonrisa se formó en mis labios cuando Simon
245 y Abigail caminaron a los micrófonos de los costados, tocando la guitarra invisible
con “She Talks To Angels” de The Black Crowes. Tocaron la primera parte
perfectamente, Abigail incluso tomándose un momento para sintonizar sus cuerdas
invisibles.
Giré para ver a Aria caminar al centro del micrófono, y justo a tiempo comenzó
a mover los labios con la canción. Sus dedos se aferraron al micrófono mientras
cantaba, sus ojos fijos en los míos.
—Jesús —murmuré, tratando de contener las lágrimas que querían caer
mientras fingía cantar cada palabra. Se adueñó de la canción, cantando con su alma
mientras bailaba con el micrófono de un lado a otro. Su vestido de encaje negro
abrazaba su estómago mientras sus zapatos planos de color negro la hacían bailar.
Me señaló durante el solo de guitarra de Simon, haciéndome señas para que
me uniera.
Antes que pudiera considerado, Lance sacó un micrófono de su traje y me lo
pasó, guiñándome el ojo.
Me levanté y me sequé los ojos antes de comenzar a mover los labios con Aria.
Caminé por el pasillo, y tomó su micrófono, encontrándome a mitad de camino. En
silencio cantamos nuestra canción, sin contener ninguna emoción, perdiéndonos en
la canción, perdiéndonos juntos.
Después de la presentación, me dijeron que me sentara al frente, mientras que
les ordenaban a Lance y Daisy que se sentaran conmigo. Aria dijo que era hora de
los discursos. Simon caminó al podio y aclaró su garganta, golpeando sus dedos
contra este.
—Probando uno, dos, tres, cuatro —susurró al micrófono, que hizo retumbar
su voz por la habitación—. Bien, bien, bien, bien. Hola a todos, soy Simon Landon y
quería decir algunas palabras sobre Kent Myers. —Se volvió a aclarar la garganta—
. Kent Myers era un imbécil. —No pude evitar dejar escapar una carcajada—. Creo
que es seguro decir que todos estamos de acuerdo en ello. Era un jodido idiota.
Recuerdo una vez que estaba en el supermercado para comprar un paquete de
cerveza de raíz porque mi mejor amiga, Aria y yo íbamos a emborracharnos con
cerveza de raíz.
»El carro de compras de Kent tenía diez paquetes dentro, dejando ninguno
para mí. Le pregunte si había forma que pudiera darme uno, y bufando dijo,
“Debiste de haber llegado temprano, idiota”, después de proceder a llevarse todas
y dejar la tienda. Corrí a casa y para cuando se estaba estacionando, lo estaba
acosando sobre ser un imbécil y llevarse toda la cerveza de raíz, y lo seguí
presionando para que me dijera por qué las necesitaba todas. Se giró, ya saben, el
giro lento y aterrador de Kent Myers, y con un gruñido profundo dijo, “Mi hijo va a
246 venir a visitarme toda la semana y él solo bebe cerveza de raíz. Ahora sal de mi
propiedad, pelirrojo loco”. —La risa de Simon se desvaneció un poco, y me regaló
una pequeña sonrisa—. Sí, Kent Myers era un imbécil, pero claro que amaba a su
hijo.
Llevé mi puño hacia mi boca mientras veía a Abigail caminar hacia el podio.
Me sonrió.
—Kent Myers era un imbécil. Tuvimos el desagradable placer de estar sentados
uno frente al otro durante nuestras citas de quimioterapia. O como a Kent le gustaba
decirles, “Que joda esta mierda por el jodido trasero”. Tenía un don con las palabras.
Siempre hacía sufrir a las enfermeras, llamándolas idiotas cuando no encontraban
sus venas para la intravenosa. Llamaba a un enfermero Susie, aunque su nombre era
Steven. Me decía la molesta chica positiva con cáncer que podía decir frases de
personas muertas.
»Era lo suyo, ¿saben? Ser un imbécil. Así era como sabías que iba a estar bien.
Solo existió un día que no fue grosero. Recuerdo haber salido de la clínica y verlo
sentado en la acera con su cabeza entre sus manos. Me senté a su lado, y me dijo que
no volviera a citar a más personas jodidamente muertas. Así que me nos quedamos
sentados por un largo tiempo. Cuando finalmente dijo, “Se supone que tendría más
tiempo con él. Se supone que tendría tiempo para arreglar mis errores”. Kent Myers
era un imbécil, pero claro que amaba a su hijo.
Aria subió al final para su discurso. Sus ojos fijos en los míos, mientras me daba
una media sonrisa.
—Pase los últimos dos meses comiendo el almuerzo con Kent Myers. Existen
muchas cosas que podría decir sobre tu padre, Levi. Aprendí tantas cosas
interesantes, pero… —Cerró los ojos y se aferró al podio—. Pero… —Sus manos
estaban poniéndose rojas de lo fuerte que sostenía el podio.
—¿Aria? —preguntó Simon.
—Estoy bien, solo dame un segundo. Mierda. —Golpeó su puño contra el
podio antes de enderezarse y regalarme una sonrisa—. Tenía este increíble discurso
listo. Iba a ser é-pico —tartamudeo—. Épico. Pero, bueno, supongo que acaba de
romper fuente, así que creo que necesito ir al hospital.
Santa mierda.
Lance y Daisy saltaron rápidamente, llevando a Aria a su auto. Simon llamó a
los padres de Aria y a sus padres para vernos en el hospital. Permanecí en la parte
trasera del auto con Aria.
—Lamento haber arruinado el funeral de tu papá —lloró.
247
No pude evitar reírme.
—No lo arruinaste, Art. —Besé su frente, y coloqué su cabello detrás de su
oreja—. Tú nunca arruinas nada.
—Te extrañé mucho.
Le volví a besar la frente.
La había extrañado mucho más.
44
Respira.
—¿Quieres sostenerlo? —preguntó la enfermera.
Asentí.
Por supuesto que quiero.
Lo colocó en mis brazos, y mis lágrimas cayeron contra su piel.
Sabía que era tonto, pero juro que estaba sonriendo. Mis labios se dirigieron a
su frente.
—Te amo —dije en voz baja—. Te amo tanto.
249
Mis ojos se encontraron con los de Keira mientras me sonreía.
—¿Quieres sostenerlo?
Sollozó y asintió.
—Sí. Sí. Sí.
Se lo pasé, y besó mi mejilla. Paul se colocó junto a su esposa, mirando a la
nueva vida en su mundo. La manera en cómo estudiaron cada centímetro de él, me
demostró lo seguro que estaba. Siempre sería amado.
Para ese momento, todos en la habitación estaban llorando.
Lloré un poco más. Desde este momento, sus lágrimas podían ser secadas por
alguien más. Su risa y felicidad serían creadas por otra alma.
¿Pero sus latidos?
Estoy segura que siempre los sentiría contra los míos.
Me puse de pie, junto al resto, mientras el señor y la señora Watson salían hacia
la sala de espera.
—¿Cómo esta Aria? ¿Cómo está el bebé? —pregunté desesperadamente.
—Bien. Bien. Aria y el bebé están bien. Un apuesto niño de tres kilos trecientos
gramos con diez dedos en las manos y diez dedos en los pies, y una hermosa sonrisa
—dijo el señor Watson. Simon dejó escapar el aire que había estado conteniendo
desde las últimas siete horas y abrazó fuertemente a Abigail.
Me acerque más a los padres de Aria.
—¿Ella está bien? ¿Puedo verla?
El señor Watson frunció el ceño.
—Está descansando, Levi. Además, ya tuviste un día pesado. Quizás deberías
descansar también.
Mis hombros cayeron.
250 —Sí, está bien.
—Aunque cinco minutos no lastimaran a nadie —dijo el señor Watson,
colocando una mano de apoyo sobre mi hombro—. Vamos, amigo.
Me llevó al cuarto donde Aria estaba, y la pude ver desde la ventana.
—No está bien —dijo—. Probablemente dice que lo está, pero no lo está, y
quizás no vaya a estarlo por un tiempo.
Asentí comprendiendo.
—Solo hazle saber que está bien que duela por un tiempo, ¿está bien? Regresare
por ti en unos minutos. —Colocó sus manos dentro de sus bolsillos y se alejó.
Lentamente, entre a su habitación.
—Aria —susurré. Observé que su cuerpo se acurrucaba un poco, al escuchar
mi voz.
—Si quieres ver al bebé, está en la habitación de enfrente. El hospital tiene una
habitación para que los padres adoptivos estén con el bebé. ¿No es eso lindo? —No
me miraba. Sus ojos seguían fijos en la ventana.
—Está bien estar triste —dije, acercándome a ella. Se tensó—. Por favor
mírame. —Pero no lo hizo.
No podía.
—Art —susurró, sus palabras sonaron tan cerca que estaba casi segura que
provenían de mi propia alma—. Mírame.
No podía mirarlo.
No lo haría.
A pesar que todo lo que quería en el mundo era que sus ojos me llevaran a la
luz. Quería que esos labios me dijeran que todo estaría bien.
Mi necesidad de llorar creció más y más, mientras mi cuerpo temblaba, pero
no lloré.
—Estoy bien —dije finalmente, sintiendo en cada hueso de mi cuerpo que no
estaba bien. Estaba vacía por dentro. Mi luz se había ido. Era todo tan abrumador,
porque ningún libro me había entrenado para esto. Ningún libro me dijo cómo sería
251 dejarlo ir.
La mano de Levi aterrizó en mi hombro antes de subir a la cama del hospital y
envolverme en un abrazo. Temblé cuando sus dedos tocaron mi piel por primera
vez en un largo tiempo y sus brazos se envolvieron alrededor de mí.
—Estoy bien. —Mi voz tembló a la vez que mi cuerpo lo hacía.
—Shh… —Me calmó, sosteniéndome más cerca—. Te amor, Art. Te amo
mucho. Déjame ser fuerte por nosotros en este momento. Déjame sostenerte
mientras te desmoronas.
Su toque se sentía tan cálido.
Las lágrimas cayeron.
Mi cuerpo estaba temblando descontroladamente mientras Levi me sostenía
fuertemente, rehusándose a dejarme ir. Permanecimos así por quizás cinco minutos,
incluso diez.
Sus dedos presionaron mis costados, mientras su rostro descansaba en mi
mejilla. Sus cálidas lagrimas se mezclaron con las mías, y lloramos. Lloramos por la
reciente muerte en nuestras vidas, y la nueva vida. Por los inicios y términos. Por las
primeras respiraciones, y las últimas.
Giré mi cuerpo para mirarlo. Su mirada buscó en mi rostro, como si se estuviera
preguntando a donde había escapado mi mente. Sus cejas se juntaron y se volvieron
melancólicas.
—Lo lamento, Art. —Sus labios se endurecieron, y los colocó sobre mi frente
mientras hablaba—. Lo lamento tanto.
—Yo también —dije—. Yo también.
—Vamos a estar bien —me prometió—. Solo no el día de hoy.
252
45
Aria estuvo en el hospital los próximos dos días. Cuando el señor y la señora
Watson la trajeron a su casa, estaba esperando en su porche con mi violín. Salté y
corrí hacia ellos.
Ella salió del asiento trasero y me dio una sonrisa cautelosa. Parecía agotada.
—Levi, hola. ¿Cómo estás? —La señora Watson me sonrió.
—Estoy bien. ¿Cómo está? —pregunté. Mis ojos se movieron hacia Aria—.
¿Cómo estás?
Los ojos de Aria parpadearon. Se encogió de hombros.
—Creo que solo necesita descansar un poco. ¿Tal vez puedas volver dentro de
un rato? —ofreció la señora Watson.
253 Vi los labios de su hija separarse como si quisiera que me quedara, pero luego
su padre estuvo de acuerdo con su madre.
Mis dedos recorrieron mi cabello y asentí.
—Sí, por supuesto. Regreso más tarde.
Caminé alrededor de la cuadra un par de veces antes de dirigirme a la ventana
del dormitorio de Aria, que ya estaba abierta, esperando que entrara. Estaba sentada
en su colchón cuando comencé a tocar el violín. El señor Watson salió a la puerta
cuando escuchó los sonidos, pero en lugar de pedirme que me fuera, cerró la puerta,
dándonos privacidad a Aria y a mí.
Toqué “All Of Me” de John Legend, lo que permitió a las cuerdas expresar las
palabras que no estaba diciendo. Toqué la canción una y otra vez hasta que se quedó
dormida con una sonrisa en los labios.
Y seguí tocando hasta que supe que también sonreía en sus sueños.
Estaba cada día mejor y mejor, pero sabía que todavía estaba sufriendo.
Deseaba poder aliviar su dolor y hacer que desapareciera.
Después de unos días, convencí a Lance de permitirme quedar en la casa de
papá por una noche. Cuando abrí su refrigerador, casi pierdo el control viendo las
cajas de cerveza de raíz dentro.
Aún estoy dolido. Ojalá pudiera tomar mi dolor y hacer que desaparezca.
Agarrando un paquete de cerveza de raíz, salí al bosque y subí a la casa del
árbol.
La quietud de la naturaleza era pacífica, pero me alegré cuando escuché a una
chica quejándose trepando por la escalera.
—Escalar árboles no es algo que uno debería hacer después de dar a luz. —
Aria sonrió, entrando en la casa del árbol.
Me reí.
—¿Sabes qué? Estaba pensando lo mismo. Pero ya que estás aquí, bienvenida
a mi oasis. A la izquierda no encontrarás nada, a la derecha, una caja de cerveza de
raíz.
—Tus habilidades de diseño de interiores son impresionantes.
254 —¿Qué puedo decir? Soy elegante.
Se mordió el labio inferior e inclinó la cabeza.
—Te amo.
—Te amo.
Levi y yo nos sentamos en la casa del árbol durante horas, a veces llorando,
otras riendo hasta que las lágrimas cayeron. Era el mejor tipo de oxímoron. Cuando
estaba con él, podía ser un tipo triste de felicidad y estar contenta con el sentimiento.
—¿Por qué almorzaste con él todos los días?
—Porque eso es lo que habrías hecho —respondí. Arrojó su lata de cerveza
vacía al lado de la habitación antes de inclinarse hacia mí y besar mis labios
suavemente, enviando una ola de felicidad a través de mí—. ¿Puedo leer el discurso
que escribí para él?
—Sí.
Metí la mano en el bolsillo de mis jeans y saqué un pedazo de papel doblado.
Lo abrí y sonreí.
—Kent Myers no era un imbécil. La mayoría de las personas que se cruzaron
en su camino no estarían de acuerdo con la forma en que los trató, basados en sus
acciones, pero no era un imbécil. Fue un hombre que cometió errores. Un hombre
que trató de arreglar esos errores por su cuenta, lo que a veces lo llevó a empeorar
las cosas. No siempre decía lo correcto, no siempre se comportaba de la mejor
manera, pero lo intentó. Trató de ser bueno. Trató de proteger a los que amaba.
»Unos días antes que falleciera, me preguntó si podía sostener su temblorosa
mano. Enlacé mis dedos con los suyos y me dijo: “¿Va a estar bien?”, hablando de
su hijo. “¿Va a estar bien?”, repitió una y otra vez, las lágrimas cayeron de sus ojos.
Asentí y le dije: “Sí. Los dos estarán bien”. Cerró los ojos y murmuró: “Estará bien”.
Durmió esa noche más tranquilo que todas las noches anteriores. No dijo otra frase
en su vida. Hay tantas palabras en el mundo, y las últimas fueron creadas
únicamente para su hijo. Hoy quiero dar a conocer dos hechos: Kent Myers no era
un imbécil, y claro que amaba a su hijo.
Levi se acercó a mí, colocando sus labios sobre mi frente.
255 —Gracias —susurró.
—Siempre —respondí.
Esa noche nuestra conversación llegó en oleadas. Pasamos del silencio a hablar
sin parar una y otra vez.
—Lo llamaron Easton Michael Landon —dije en voz baja.
—¿Qué? Eso es ridículo. —gruñó—. Realmente estaba esperando algo
relacionado con la comida. Manzana. O Berenjena o…
—Brócoli. —Solté una risita.
—Dios, sí. Broccoli Col Landon. Simplemente fluye de la lengua.
—O Pimiento Guisante Landon.
—Quimbombó Patata Landon. —Se rió—. Claramente, deberían habernos
pedido nuestra opinión.
—Obviamente.
Más silencio.
—Hay un regalo y una carta para ti en la oficina de tu padre. El regalo es de mi
parte. La carta es de él. No estaba segura si lo viste o no.
—No he estado allí todavía, pero lo recogeré cuando vaya. Gracias.
Más silencio.
—Entonces, ¿qué pasa con nosotros ahora? —pregunté, sabiendo que se iría en
unos días.
—He estado pensando mucho en eso, en realidad. —Su voz era sombría
mientras miraba por la ventana, sentado inmóvil. Mi estómago se hizo un nudo,
temeroso de cuál sería su respuesta—. Pero si aprendí algo sobre el futuro, es que
no importa. El futuro no es real. Entonces es mejor vivir aquí y ahora contigo.
Era todo lo que teníamos, el aquí y ahora, y eso era suficiente.
Nos quedamos dentro de la casa del árbol, sin mirarnos el uno al otro, pero
sujetando el dedo meñique del otro. Miramos por la ventana, hacia el cielo nocturno.
Fue justo entonces que lo supimos. Sabíamos que éramos pequeños. Éramos
pequeñas motas de pintura en el lienzo del universo. La mayor parte del mundo
nunca sabría del amor entre Art y Soul. Sabíamos que en un instante, la vida podría
ser arrancada, dejándonos solo con la muerte y la soledad. Pero, en otro instante, el
amor podría sanar, dejándonos solo con vida y esperanza. Levi me dio esperanzas,
esperanza para los mañanas que aún no habíamos conocido.
En ese momento, estábamos muy vivos.
256 Y estábamos hambrientos de amor.
Levi Myers me enseñó tres cosas importantes sobre la vida:
A veces tomarse del meñique era la mejor forma de sujetarse.
A veces los besos en la frente eran el mejor tipo de besos.
Y a veces el amor temporal era el mejor tipo de amor.
Salir de Mayfair Heights fue duro. No sabía la próxima vez que volvería, lo
que lo hizo aún más difícil, pero lo único que parecía que estaría bien era Aria.
De alguna manera, lo haríamos funcionar.
Cuando llegué a casa, mamá todavía era mamá, lo que me hizo más que feliz.
Mientras preparaba la cena, The Pogues sonaba en toda la casa. Me senté en mi cama
con la carta de papá y el regalo de Aria. Estuve debatiendo cuál debería abrir
primero, y después de un poco de ida y vuelta, fui por el regalo de Aria.
Arranqué el envoltorio y vi una pintura que había hecho para mí. Adjunto al
lienzo había una foto de mi padre y de mí cuando era un niño. Estábamos sonriendo
con nuestras cañas de pescar, y yo estaba sosteniendo la vieja bota de excursionismo
que atrapé ese día de verano.
Aria había pintado la misma fotografía usando sus habilidades abstractas,
corriendo amarillos y naranjas a través del cielo, haciendo que pareciera que el
lienzo explotaba de vida.
Le envié un mensaje de texto de inmediato.
Yo: Yo |Del lat. ego. |pronombre, a menudo atributivo: Levi Wesley Myers.
Yo: Te |Del lat. te.pronombre posesivo | tú: Aria Lauren Watson.
Yo: Amo |Del lat. Amāre |amor: una sensación de afecto fuerte o constante por una
persona
Aria: Igual |Del lat. aequālis. |lo mismo: Yo también te amo.
257
Lee,
Soy un padre de mierda.
Soy una mierda.
Y no sé cómo empezar a decirte cuánto me odio a mí mismo a diario. No voy a sentarme
aquí y decirte que lo siento porque probablemente pienses que es solo el cáncer y el miedo
hablando.
Lo que podría ser cierto.
Tengo miedo de morir Tengo miedo de morir, y no es una sorpresa porque tenía miedo
de vivir también. Me temo que me iré de este lugar sin nadie que me recuerde. Y si me
recuerdan, serán recuerdos de cosas que desearía no haber hecho. Traté a este pueblo, a esta
gente como mierda. Te he tratado aún peor.
Pero aun así volviste a mí. Me amabas cuando no merecía ser amado.
Tenía miedo de acercarme nuevamente a ti sabiendo que me estaba muriendo. Temía
que te lastimaría aún más cuando falleciera. Los días más felices de mi vida fueron contigo
sentado dentro de esa casa en el árbol. Eres lo mejor que me ha pasado.
No soy una buena persona, nunca fui un amigo o esposo o padre decente, pero de alguna
manera hice algo correcto. De alguna manera no lo arruiné todo, porque sé que esto es verdad:
Eres lo único que queda de mí que es bueno.
Te amaré hasta después del final.
—Papá
Simon y su familia guardaron todas sus cosas en cajas para salir de Wisconsin
en junio. Asistieron a la graduación de Mike, donde James dio un fantástico discurso
de despedida sobre los errores del pasado y las oportunidades futuras.
Todos volvimos a nuestra casa para la fiesta de graduación de Mike, donde nos
reímos, lloramos y nos despedimos.
Se iban esa noche para comenzar su largo viaje a Washington, y una parte de
mí no estaba segura de cómo lidiar con la pérdida de mi mejor amigo.
Simon, Abigail y yo nos sentamos en el porche de su casa mientras Keira
abrochaba a Easton en el asiento del coche.
—Así que esto es todo, ¿eh? —Sonreí a Simon.
260 Se quitó las gafas y se pellizcó el puente de la nariz.
—Supongo que sí.
Se volvió hacia Abigail y dejó cuatro besos en sus labios antes de despedirse,
prometiendo enviarse mensajes de texto durante todo el camino a Washington.
Mientras se abrazaron durante un largo rato, caminé hacia el automóvil y besé la
frente de Easton cuatro veces, en honor a su nuevo hermano mayor.
Después de un último beso, me alejé del auto y abracé a Keira y Paul.
Simon se acercó a mí y no me abrazó cuatro veces como pensé que lo haría. Fue
simplemente un abrazo largo, apretado y amoroso que casi me hizo llorar.
—¡Oh, espera! —dije, corriendo hacia su porche y levantando el estuche de la
guitarra que estaba detrás de la barandilla—. Esto es de Easton. Es su guitarra de
aire. Quiero que se aseguren que aprenda a tocarla cuando tenga edad suficiente.
¿Prometes que lo enseñarás?
Asintió.
—Lo prometo.
—¿Prometes que cuidarás de él? —susurré.
—Lo prometo —susurró.
Abigail y yo estábamos una al lado de la otra, con los brazos enlazados
mientras veíamos el auto alejarse por la calle.
—Supongo que solo somos tú y yo ahora, ¿eh? —Sonrió Abigail.
—Básicamente.
—¿Crees que debería estar preocupada porque encuentre otra novia?
—¿Qué? De ninguna manera. Simon está loco por ti.
—Lo sé. Soy algo grandiosa. Quería sellar el trato de nuestro compromiso el
uno con el otro, pero decidimos no tener relaciones sexuales ya que, ya sabes, su
mejor amiga medio quedó embarazada en su primer año de secundaria y fue todo
dramático y eso. Así que le di un trabajo de mano en el baño anoche.
—¡Dios mío, Abigail!
—No es por adularme a mí misma, pero soy muy buena en eso, después de
todo lo que leí en trabajos manuales.
—¡¿Qué?! ¿Lees cosas sobre trabajos manuales?
—¡Google, Aria! —Se rió disimuladamente cuando comenzamos a caminar
hacia mi casa—. En serio, ¿cuántas veces tengo que contarte sobre eso?
Tenía la sensación que no estaría demasiado sola con esta chica.
261
Abigail y yo casi nos quedamos pegadas una al lado de la otra todos los días
durante el verano. Era diferente, pero un buen tipo de diferencia. Nunca antes había
tenido una amiga cercana, y fue genial tenerla a ella y a su extraño comportamiento.
Cuando no estaba saliendo con ella, estaba en el bosque a las seis de la mañana
alimentando a los ciervos. Parecía como si no confiaran plenamente en mí. Levi era
mucho mejor alimentándolos, pero no me rendiría.
El primer día de julio, me paré en el bosque con un puñado de bayas. El ciervo
estaba mirando hacia mí, acercándose cada vez más. Estaba a centímetros de mí, a
punto de tomar las bayas. Una rama se rompió detrás de mí, lo que espantó al ciervo.
Me giré y contuve la respiración en mi garganta mientras miraba hacia abajo a un
par de Chucks azules, que estaban pateando rocas invisibles.
Empecé a patear las rocas invisibles, también.
Mis ojos subieron para mirar los de Levi y me enseñó esa sonrisa tonta que
siempre me hizo feliz.
—Perdón por espantar al ciervo. —Se acercó a mí—. No sabía que hubiera
alguien aquí afuera. —Me acercó el dedo meñique.
Lo tomé con el mío.
—¿Qué estás haciendo aquí? —cuestioné.
—Mi madre y yo llegamos tarde anoche. Resulta que mi padre nos dejó su casa
en el testamento. Hay que hacerle muchos arreglos, pero mamá dijo que siempre se
supuso fuera nuestro hogar.
Mi pecho se apretó y me acerqué más a él. Estábamos tan cerca, nuestros labios
casi se tocaban. Sentí su cálido aliento rozar contra mi piel, contra mi alma.
—¿Estás bien? —pregunté.
—Estoy bien —respondió—. ¿Estás bien? —preguntó.
—Estoy bien —respondí. Mi corazón dio un vuelco, pateó y se revolvió dentro
de mi pecho—. ¿De verdad te quedas aquí?
Peinó mi cabello detrás de mi oreja.
—De verdad me quedo aquí. —Sus labios bailaron suavemente sobre los míos,
enviando escalofríos por mi espalda. Me besó con todo él y le devolví el beso con
todo mi ser. Con una voz suave, el chico con los maltrechos Chucks azules pronunció
262 dos palabras que hicieron que lágrimas cayeran sobre mis mejillas—. Hola, Art.
Parpadeé una vez antes de mirar el más hermoso par de ojos marrones.
Lo amaba. Lo amaba mucho, mucho. Lo amaba sin remordimientos de ayer y
sin temores de mañana. Lo amaba en el momento, en silencio, con susurros secretos
de amor que solo nuestros espíritus jóvenes podían comprender.
Con un pequeño aliento y un corazón lleno, le susurré:
—Hola, Soul.
Sobre la Autora
BRITTAINY C. CHERRY
Es una autora de Amazon Best-seller que
siempre ha estado enamorada de las palabras. Se
graduó de la Universidad de Carroll con una
Licenciatura en Artes Teatrales y una especialización
en Escritura Creativa. Brittainy vive en Milwaukee,
Wisconsin con su familia. Cuando no está haciendo
un millón de diligencias y elaborando historias,
probablemente está jugando con sus adorables mascotas.
263
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