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clasificaciones humanas baste para dilucidarla y sea otra cosa que un vacío halago
aritmético.
La penúltima visión de la realidad, p50
Subordinan la emoción a la ética, a una etiqueta indiscutida más bien. Se ha generalizado
tanto esa inhibición que ya no van quedando lectores, en el sentido ingenuo de la palabra,
sino que todos críticos potenciales.
La supersticiosa ética de lector, p58
Inversamente, la página que tiene vocación de inmortalidad puede atravesar el fuego de las
erratas, de las versiones aproximativas, de las distraídas lecturas, de las incomprensiones,
sin dejar el alma en la prueba.
La supersticiosa ética de lector, p61
Imaginemos ahora esa inteligencia estelar, dedicada a manifestarse, no en dinastías ni en
aniquilaciones ni en pájaros, sino en voces escritas.
Vindicación de la Cábala, p76
La teología, entonces, era una pasión popular.
Una vindicación del falso Basílides, 78p
El principio taxativo de Occam; entia no sunt multiplicanda praeter necessitatem, podría
serle aplicado -arrasándola. Por mi parte, creo anacrónico o inútil ese rigor. La buena
conversión de esos pesados símbolos vacilantes es lo que importa.
Una vindicación del falso Basílides, p81
‘Nombrar un objeto’, dicen que dijo Mallarmé, ‘es suprimir las tres cuartas partes del goce
del poema, que reside en la felicidad de ir adivinando; el sueño es sugerirlo’.
El arte narrativo y la magia, p109
Es aventurado pensar que una coordinación de palabras (otra cosa no son las filosofías)
pueda parecer mucho al universo. También es aventurado pensar que de esas
coordinaciones ilustres, alguna -siquiera de modo infinitesimal- no se parezca un poco más
que otras.
La obra que perdura es siempre capaz de una infinita y plástica ambigüedad; es todo para
todos, como el Apóstol; es n espejo que declara los rasgos de lector y es también un mapa
del mundo.
[…]en cuanto se rebaja a razonar, lo sabemos falible. La realidad procede por hechos, no
por razonamientos
El primer Wells, 113
La interpretación ¿herética? que hace Donne de la muerte de Cristo es equiparable a la
escritura de El otro judas.
Oda al ruiseñor, ruiseñor abstracto, arquetípico.
Croce: “Si el símbolo es concebido como inseparable de la intuición artística, es sinónimo
de la intuición misma, que siempre tiene carácter ideal. Si el símbolo es concebido
separable, si por un lado puede expresarse el símbolo y por otro la cosa simbolizada, se
recae en el error intelectualista; el supuesto símbolo es la exposición de un concepto
abstracto, es una alegoría, es ciencia, o arte que remeda la ciencia. Pero también debemos
ser justos con lo alegórico y advertir que en algunos casos éste es innocuo. De la Jerusalén
libertada puede extraerse cualquier moralidad; del Adonis, de Marino, poeta de la lascivia,
la reflexión de que el placer desmesurado termina en el dolor; ante una estatua, el escultor
puede colocar un cartel diciendo que ésta es la Clemencia o la Bondad. Tales alegorías
agregadas a una obra conclusa, no la perjudican. Son expresiones que extrínsecamente se
añaden a otras expresiones. A la Jerusalén se añade una página en prosa que expresa otro
pensamiento del poeta; al Adonis, un verso o una estrofa que expresa lo que el poeta quiere
dar a entender; a la estatua, la palabra demencia o la palabra bondad”. En la página 222 del
libro La poesía (Barí, 1946), el tono es más hostil: “La alegoría no es un modo directo de
manifestación espiritual, sino una suerte de escritura o de criptografía”.
De las alegorías a las novelas, p185
Clásico es aquel libro que una nación o un grupo de naciones o el largo tiempo han
decidido leer como si en sus páginas todo fuera deliberado, fatal, profundo como el cosmos
y capaz de interpretaciones sin términos.
Sobre los clásicos 232