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ÁLVARO CEPEDA SAMUDIO

Álvaro Cepeda Samudio (Barranquilla, 30 de marzo de 192612 – Nueva York,


12 de octubre de 1972) fue un escritor y periodista colombiano.

A los dieciocho años empezó a escribir una columna en El Heraldo desde la


que trataba temas políticos y sociales. Desde 1947, y de forma intermitente,
escribió para El Nacional; en 1950 fue colaborador de The Sporting News; ese
mismo año volvió a escribir una columna para El Heraldo que llamó Brújula de
la cultura. Junto con Gabriel García Márquez, Germán Vargas y Alfonso
Fuenmayor publicó Crónica, revista literaria y deportiva que apareció de 1950 a
1952. Fue editor del Diario del Caribe de 1961 a 1972.

Como escritor, Cepeda Samudio es visto como uno de los grandes


transformadores de la literatura colombiana en el siglo XX,3 alejándola del
costumbrismo e imprimiéndole un estilo original, urbano y profundamente
Caribe. Se destacan su libro de cuentos Todos estábamos a la espera y la
novela La casa grande. Fue integrante del Grupo de Barranquilla, y es
considerado por la crítica como uno de los padres del boom latinoamericano.

BIOGRAFÍA
Sus padres fueron Luciano Cepeda y Roca, hijo de Abel Cepeda Vidal, alcalde
de Barranquilla en dos oportunidades, secretario de Educación y senador, y
Sara Samudio, quien formaba parte de una familia acomodada y culta. Fue el
único hijo del matrimonio, si bien Luciano Cepeda había tenido dos hijos antes
de contraer nupcias. Nació en la calle Bolívar, entre carreras Veinte de Julio y
Progreso, y fue bautizado en la iglesia del Rosario, ubicada en el centro de la
ciudad, el 17 de abril de 1927.

El matrimonio Cepeda Samudio se separó en 1932, poco después de que


Luciano contrajera una enfermedad venérea. Sara se fue con su hijo para la
cercana población de Ciénaga, por recomendación de unos amigos que le
aseguraron que allí tendría un mejor futuro, y porque a Álvaro, asmático de
nacimiento, los médicos le habían recomendado vivir cerca al mar. Al llegar se
hospedaron en el Hotel Imperial; en poco tiempo su madre abrió una juguetería
y una pensión.

En 1936, tras la muerte de Luciano Cepeda, Sara y Álvaro regresaron a


Barranquilla, donde también montaron una pensión. Tres años después ingresó
en el Colegio Americano,5 donde, a pesar de las constantes inasistencias por
quebrantos de salud, se destacó como estudiante aventajado. En 1944, su
madre se casó por segunda vez con Rafael Bornacelli, un hombre adinerado a
quien había conocido en la pensión de Ciénaga.1 Ese mismo año inició su
colaboración con el diario local El Heraldo, donde tuvo una columna en la que
trataba temas políticos, la cual tituló Cosas.

En 1945, uno de los primeros escritos de Cepeda Samudio le acarreó la


expulsión del colegio, cuando cursaba tercero de bachillerato. El texto era una
distriba contra varios profesores de la institución, titulada Anotaciones breves
sobre los maestros. De inmediato consiguió que lo admitieran en el Colegio de
Barranquilla, una institución pública, donde también discutió con los docentes y
fue reconocido como alumno brillante.

Miró se suicidaría en 1947 en Buenos Aires y Cepeda Samudio, para honrar su


memoria, escribió una nota en El Nacional. Allí expresó que los intelectuales
barranquilleros Germán Vargas y Alfonso Fuenmayor estarían de acuerdo con
que la muerte de Miró fue responsabilidad de Francisco Franco.

Vargas y Fuenmayor, interesados por la identidad del autor de la nota, fueron a


buscarlo a las instalaciones de El Nacional, y se asombraron al descubrir que
su autor era un joven que trabajaba por las noches en el diario. Este encuentro
sería fundamental en su vida, puesto que de allí surgió una profunda amistad
entre ellos, quienes, en el futuro, junto a Gabriel García Márquez, integrarían el
Grupo de Barranquilla.

En 1948 se graduó de bachiller junto a veinticuatro compañeros. Fue


encargado de leer el discurso de su clase, un ensayo que tituló La arquitectura
en función de la poesía, pues en ese entonces estaba interesado en estudiar
esa carrera. Estudios

ESTUDIOS
Gracias a una beca otorgada por la Gobernación del Atlántico, Cepeda
Samudio viajó el 27 de mayo de 1949 a Estados Unidos, junto a su amigo
Enrique Scopell. Tenían como destino Baton Rouge, Luisiana, con el propósito
de aprender inglés.

En Miami se toparon con dos venezolanas y cambiaron de planes: los cuatro


tomaron un avión hacia La Habana, hogar de la abuela de Scopell, y estuvieron
allí una semana, que aprovecharon para ver béisbol y boxeo en vivo.1 Después
viajaron a Ann Arbor y se matricularon en la Universidad de Míchigan.

En esa ciudad conoció a Sandra, una estudiante de quince años, de quien se


enamoró. Ella lo introdujo en la obra del escritor armenio-estadounidense
William Saroyan, cuya influencia fue determinante en su escritura.1

En agosto de 1949 viajó a Nueva York, donde ingresó a la Universidad de


Columbia para estudiar Periodismo y Literatura. Al igual que en el bachillerato,
fue un estudiante destacado, pero poco asiduo a los salones de clase.
Frecuentaba con Scopell los bares de Harlem y gastaban el dinero de sus
becas en licor, comida y libros. También tomó cursos libres de imprenta,
producción y diseño de revistas, ficción moderna y drama.1

Su estadía en Nueva York fue fundamental para conocer la vanguardia literaria


y periodística norteamericana, que influiría en su trabajo posterior, así como
para ensayar sus primeros cuentos. Su trabajo final fue un ensayo sobre la
historia de la literatura colombiana. Después viajó a Michigan, para estar cerca
de Sandra, y regresó a Barranquilla el 20 de junio de 1950.

VIDA PERSONAL
En 1955, a los veintiocho años, contrajo nupcias en la iglesia Nuestra Señora
del Perpetuo Socorro con Teresa Manotas. Tuvieron dos hijos, Zoila Patricia
(1955-2013) y Álvaro Pablo (1958-1985).1 Cepeda Samudio tuvo dos hijos más
con su gran amor Alba Torres: Darío (1955-1979) y Margarita (1962) con
quienes tuvo una excelente relación hasta su muerte.

ENFERMEDAD Y MUERTE
Si bien en su infancia había sido enfermizo, Cepeda Samudio gozaba de una
vitalidad que asombraba y optó por regresar a Barranquilla. Comenzó a
padecer dolores de cabeza que él mismo le atribuía al cigarrillo; sin embargo, la
frecuencia de estas dolencias le obligó a visitar a su médico, quien le sugirió
viajar de inmediato a Nueva York, ya que era muy probable que tuviera
cáncer.1 Al llegar se hospedó en el Hotel Warner, en Manhattan. Pocos días
después fue internado en el Memorial Sloan–Kettering Cancer Center.
Enviaba cartas a sus amigos contándoles en tono jocoso los pormenores de su
estadía. "Hay veces, créemelo, que esta vaina de morir asusta", le escribió a
Daniel Samper Pizano.
Alcanzó a entusiasmarse cuando le entregaron el primer ejemplar de Los
cuentos de Juana. Los médicos tenían pensado darle de alta en tres días
cuando le sobrevino la muerte.

Falleció mientras dormía el 12 de octubre de 1972,2 al lado de su esposa y dos


de sus cuatro hijos. Dos días después, sus restos mortales fueron trasladados
a Barranquilla, donde recibió un entierro multitudinario el 15 de octubre.

Escritores, periodistas, intelectuales y diarios nacionales lamentaron su partida,


mientras que la alcaldía de la ciudad y la Gobernación del Atlántico decretaron
honores fúnebres. Fue sepultado en el cementerio Jardines del Recuerdo.

Literatura
La obra literaria de Cepeda Samudio es considerada por la crítica como
renovadora y precursora del boom latinoamericano. Su primer cuento, titulado
Proyecto para la biografía de una mujer sin tiempo lo escribió a los 21 años,
cuando trabajaba en el diario El Nacional. Sin embargo, su literatura tuvo un
viraje más vanguardista a su regreso de estudiar en Estados Unidos, donde
leyó a los escritores más importantes del momento en ese país.1

Fue un escritor muy creativo, con voz propia, pero de escasa disciplina.1 La
agente literaria Carmen Balcells le pidió en reiteradas ocasiones que le enviara
sus escritos para poder publicarlos, pero Cepeda Samudio se excusaba:

“Y no he podido cumplir con ninguna de las promesas que te hice. Es decir, las
literarias, porque lo que es el amor eterno sigue.”

Álvaro Cepeda Samudio: Carta a Carmen Balcells (1970).

Si bien escribió varios cuentos que publicó en las columnas de los diarios en
los que trabajó, su obra está conformada principalmente por tres libros: Todos
estábamos a la espera (1954), La casa grande (1962), y Los cuentos de Juana
(1972).1

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