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UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA

VICERRECTORADO ACADÉMICO
FACULTAD DE CIENCIAS ADMINISTRATIVAS Y SOCIALES
ESCUELA DE PSICOLOGÍA
MARACAY - VENEZUELA

PSICOLOGÍA DEL ADULTO MAYOR

Prof. Lic. Germán Fuenmayor. Autores (as):


Cátedra: Psicología Clínica III. Andrade, Olga. C.I. 20.958.141
Kasabji, Mary. C.I. 20.484.067
Sánchez, Abdy. C.I. 22.952.033
TABLA DE CONTENIDO

RESUMEN ...................................................................................................... 4
INTRODUCCIÓN ............................................................................................ 5
CAPÍTULO I .................................................................................................... 7
MARCO TEÓRICO. ........................................................................................ 7
Teorías sobre el proceso de envejecimiento y la vejez. ........................... 10
1. Teorías biológicas. ....................................................................... 11
1.1. Teorías basadas en la evolución.................................................. 11
1.2. Teorías moleculares..................................................................... 11
1.3. Teorías sistémicas ....................................................................... 11
2. Teorías sociológicas. ................................................................... 12
2.1. Teoría de la desvinculación ......................................................... 12
2.2. Teoría de la continuidad ............................................................... 13
3. Teorías psicológicas. .......................................................................... 13
3.1. Teoría del desarrollo psicosocial .................................................. 14
3.2. Teoría de Peck ............................................................................. 15
3.3. Teoría socio-emocional de la selectividad ................................... 16
3.4. Enfoque individual de Jung. ......................................................... 17
3.5. Perspectiva teórica del ciclo vital. ................................................ 17
CAPÍTULO II ................................................................................................. 21
CAMBIOS PSICOSOCIALES. ...................................................................... 21
1. Función cognitiva. ........................................................................ 22
2. Función afectiva. .......................................................................... 25
3. Personalidad. ............................................................................... 27
4. Mecanismos defensivos. .............................................................. 27
5. La autorrealización. ...................................................................... 28
La sexualidad durante la adultez mayor. .................................................. 28
1. Factores fisiológicos..................................................................... 29
1.1. Factores biológicos en el hombre. ............................................... 29
1.2. Factores biológicos en la mujer.................................................... 29
2. Factores psicosociales. ................................................................ 30
2.1. Autopercepción del atractivo sexual............................................. 30
2.2. Acceso a una pareja. ................................................................... 30
2.3. Dificultad para acceder a la intimidad. ......................................... 30
3. Cambios en el patrón sexual en el anciano. ................................ 31
4. Cese de la actividad sexual.......................................................... 31
El adulto mayor frente a la pérdida del cónyuge. ...................................... 32
Permanencia y adaptación a los roles sociales durante la adultez mayor.35
1. Cambios en el rol individual: ........................................................ 35
1.1. El adulto mayor como individuo ................................................... 35
1.2. El adulto mayor como integrante del grupo familiar. .................... 36
1.3. El adulto mayor como persona capaz de afrontar las pérdidas ... 36
2. Cambio de rol dentro de la comunidad ........................................ 36
3. Cambios en su rol laboral ............................................................ 36
CAPÍTULO III ................................................................................................ 37
PATOLOGÍAS, PSICOPATOLOGÍAS Y ABORDAJES
PSICOTERAPÉUTICOS. .............................................................................. 37
Incidencia del envejecimiento en la salud física y mental. ........................ 37
1. Inmovilidad. .................................................................................. 37
2. Caídas.......................................................................................... 39
3. Incontinencia urinaria persistente o establecida........................... 40
4. Artritis. .......................................................................................... 40
1. Estados depresivos. ..................................................................... 40
2. Síndrome confusional agudo o delirio. ......................................... 42
3. Demencia. .................................................................................... 43
Intervención psicológica en el adulto mayor. ............................................ 44
1. Estimulación o rehabilitación cognitiva......................................... 45
2. Programas de estimulación física. ............................................... 47
3. Programas de apertura e inserción comunitaria........................... 47
4. Psicoterapia de la depresión en la vejez. ..................................... 47
5. Intervención centrada en la familia............................................... 47
CONCLUSIÓN .............................................................................................. 49
REFERENCIAS ............................................................................................ 51
UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA

VICERRECTORADO ACADÉMICO

FACULTAD DE CIENCIAS ADMINISTRATIVAS Y SOCIALES

ESCUELA DE PSICOLOGÍA

MARACAY - VENEZUELA

PSICOLOGÍA DEL ADULTO MAYOR

Autores: Andrade, Olga. C.I. 20.958.141


Kasabji, Mary. C.I. 20.484.067
Sánchez, Abdy. C.I. 22.952.033
Fecha: Diciembre, 2013.

RESUMEN

La adultez mayor es una etapa del desarrollo humano que inicia,


dependiendo del autor, a los 60 o 65 años y culmina con el fallecimiento del
individuo; ésta se encuentra inevitablemente entrelazada al envejecimiento,
proceso biológico que describe una disminución en la eficiencia del
funcionamiento del organismo. Dada la variedad de factores que se han
asociado al envejecimiento y los distintos cambios y adaptaciones por los
cuáles transita el adulto mayor, se han desarrollado diversas tesis sobre la
génesis y el proceso de cambio por el cual, de manera inexorable, pasa cada
ser humano que llega a este periodo. En este sentido, se presentan los
principales abordajes teóricos y se realiza una descripción detallada de las
pérdidas y ganancias –a nivel cognitivo– que el adulto mayor obtiene una vez
alcanzada esta etapa, cómo la función afectiva se modifica a lo largo del ciclo
vital, los cambios a los cuales se ve sujeta la función sexual del los mayores
y cómo se adapta a los nuevos roles que acompañan este proceso: a nivel
individual, familiar y social. Por último se realiza un acercamiento a las
principales patologías y psicopatologías que tienen lugar durante la adultez
mayor, y los posibles abordajes psicoterapéuticos que pudieren realizarse.

Descriptores: Adultez mayor, ciclo vital, desarrollo humano.

4
INTRODUCCIÓN

La adultez mayor es una etapa del desarrollo humano que inicia,


dependiendo del autor, a los 60 o 65 años y culmina con el fallecimiento del
individuo; ésta fase del ciclo vital, se entrelaza con el envejecimiento, el cuál
es un proceso común a todos los seres vivos y se asocia con una
disminución de la eficiencia del funcionamiento orgánico. Comúnmente
pueden escucharse opiniones diametralmente opuestas sobre éste período,
ya sea porque se percibe como una época de sabiduría, tranquilidad y
grandes virtudes, o porque se describe como el inicio del decaimiento físico,
social y espiritual del ser, por tal motivo se han desarrollado una multitud de
acercamientos teóricos sobre ambos procesos, ya sea desde una
perspectiva biológica, sociológica o psicológica.

El foco de esta investigación se posa sobre la multitud de cambios


psicosociales a los cuales está sujeto el individuo a partir de la transición
entre la adultez media y la adultez mayor; pues, si algo es cierto es que los
seres humanos no terminan, psicológicamente hablando, cuando el
desarrollo alcanza una meseta, sino que se extiende hasta que la interacción
individuo-sociedad acabe, es decir, cuando el hombre o mujer fallezca. En
este sentido, se describen, en primer lugar, los principales abordajes teóricos
sobre el proceso de envejecimiento y la adultez mayor, desglosándolos, con
fines descriptivos, en función de la perspectiva investigativa.

De esta forma, y centrándonos en el foco de investigación, se desglosan


los cambios y adaptaciones a los cuales el adulto mayor se ve sujeto. Se
parte de la premisa que a lo largo del ciclo vital se tienen pérdidas y
ganancias en todas las áreas de funcionamiento, no estando exentos los
adultos mayores; es así como se describen, especialmente en el área
cognoscitiva, las ganancias y las pérdidas a los que están sujetos las

5
personas mayores, aunado a la evolución de la función afectiva a medida
que la edad avanza. En este sentido, se revisa la personalidad global del
adulto mayor y cómo ésta se adapta a los cambios tanto funcionales como
sociales por los cuáles transita el individuo, los cambios a los que se
encuentra sujeto el senescente y cómo se adapta a los distintos roles
sociales que se asocian con esta etapa del ciclo vital.

Posteriormente se señalarán las patologías más comunes que suele


desarrollar el adulto mayor dada la disminución del funcionamiento orgánico
(modelo biológico) que pareciese inherente al proceso de envejecimiento;
asimismo se describirán las psicopatologías con mayor incidencia durante la
adultez mayor, sean producto de las pérdidas constantes a las cuáles se
verá sujeto el individuo, por alguna enfermedad médica o por la transición
para algunos traumática de una etapa a otra. Por último se describirán
algunos de los abordajes psicoterapéuticos que suelen ser utilizados por los
especialistas tanto para aumentar el bienestar psicológico y la calidad del
adulto mayor como para acompañar a la familia o al núcleo en donde ésta
persona resida.

6
CAPÍTULO I

MARCO TEÓRICO.

La adultez mayor es considerada como una etapa del desarrollo del ser
humano que inicia a los 60 años y termina en el momento en el que la
persona fallece, éste período se caracteriza por estar inmerso en grandes
cambios en todas las áreas de funcionamiento (OMS, 2006). Es preciso
señalar que en América latina, aunque hay acuerdos relacionados con la del
adulto mayor, las concepciones de este varían de acuerdo con la cultura de
cada país, el momento histórico, la clase socioeconómica o la raza (Aranibar,
2001).

Los términos que se han utilizado hasta ahora para describir ésta etapa
evolutiva y su significación, han variado en función del momento histórico,
social o cultural en el cual se han visto inmersas las distintas sociedades. Es
así como en las culturas primitivas el término “vejez” era asociado con
sabiduría y grandes méritos, pues gracias a las condiciones de vida, alcanzar
edades avanzadas significaba un privilegio, una hazaña que no podía
alcanzarse sin la ayuda de los dioses, es así como la longevidad era
asociada a un regalo de los dioses. Por el contrario, en la antigua Grecia
existían posiciones diametralmente opuestas respecto a la “ancianidad”. Para
Platón, por ejemplo, éste período estaba relacionado con grandes virtudes,
sabiduría y esperanza; Aristóteles, por otra parte, describía la vejez como
depósito de defectos, decrepitud física y, por extensión, decadencia
espiritual; concebía a los ancianos como individuos disminuidos.
No sólo en la antigua Grecia se observan posiciones equidistantes sobre
la vejez, sino que se han mantenido, de una u otra forma, hasta nuestros
días. Los prejuicios sociales, las ideas erróneas sobre la indefensión que
caracteriza a las personas mayores o la dependencia física y emocional que
se concibe –erróneamente– prácticamente inherente a esta etapa del

7
desarrollo, han distorsionado la visión sobre la misma. Es por ello que el
término vejez y su derivado “viejo”, por considerárseles peyorativos, han
evolucionado lingüísticamente, y en este sentido, se han utilizado vocablos
como personas de la tercera edad, senescentes, personas mayores
(expresión utilizada en España) o adultos mayores (término usado en
Latinoamérica) cambiando, de alguna forma, la concepción quizá negativa
sobre una etapa del ciclo vital.
La adultez mayor como etapa del desarrollo comienza a los 60 o 65 años
(depende del autor) y culmina con la muerte, sin embargo se han establecido
clasificaciones en función de la edad cronológica para describir con mayor
exactitud el proceso de envejecimiento. Gómez (2006, citado en la Revista
de la Asociación Colombiana de Gerontología en 2007), por ejemplo,
establece la siguiente clasificación:
 Ancianos jóvenes: con una edad entre 60 y 69 años.
 Ancianos – adultos: con edad entre 70 y 79 años.
 Ancianos muy viejos: con una edad entre 80 y 99 años.
 Centenarios: con edades comprendidas entre 100 y 105 años.
 Supra-centenarios: con edades mayores a 105 años (Gómez,
2006, citado en la Revista de la Asociación Colombiana de
Gerontología, 2007).
Sin embargo sólo permite establecer una diferenciación cuantitativa entre
uno y otros grupos, pues a nivel cualitativo un anciano muy viejo, por
ejemplo, podría poseer las características de un anciano joven (ej. mayor
autonomía) ya que cada proceso de envejecimiento es único y depende del
estilo de vida de cada sujeto, siendo impreciso describir de manera universal
las vivencia de un adulto mayor en cada período de esta etapa.
Es importante resaltar que la adultez mayor se encuentra entrelazada con
el envejecimiento el cual es un proceso inherente al ciclo vital, por esto

8
ambos son objetos de conocimiento multidisciplinar. El envejecimiento es un
proceso natural y universal, que ocurre en todos los seres vivos y se
caracteriza por ser irreversible, progresivo, heterogéneo, deletéreo y
multifactorial; tiene lugar durante la última etapa del ciclo vital, en donde hay
una disminución progresiva de la reserva en la capacidad funcional y en
consecuencia una menor habilidad de adaptación a factores del medio
ambiente, es una etapa de máxima vulnerabilidad en los aspectos físico,
psíquico y social.
Al establecer diferencias esenciales entre las cuatro etapas básicas del
desarrollo humano podría decirse que desde el nacimiento hasta la edad
adulta (incluyendo la infancia y la adolescencia) se genera un fuerte
crecimiento, por tal motivo los psicólogos evolutivos lo han denominado
período del desarrollo. Las dos primeras etapas de la vida, coincidirían así,
con los cambios que tienen lugar a nivel biológico: se produce la maduración
que, en estrecha interacción con el contexto familiar y social, es responsable
de una serie de complejos repertorios comportamentales.
Por el contrario se cree que tanto la adultez como la adultez mayor
implican estabilidad, aseveración que concuerda con modelos biológicos del
desarrollo. Sin embargo, las investigaciones sobre los cambios
comportamentales que ocurren durante la edad adulta demuestran que,
aunque con un menor incremento, el individuo continúa desarrollándose o
perfeccionando su repertorio comportalmental.
Por otra parte, la idea más extendida sobre la adultez mayor es que existe
un comienzo de la misma durante la edad de jubilación y que ello conlleva
pérdida, declive y deterior, afirmación que, de alguna forma, es cierta, puesto
que después de un gran período de crecimiento, todos los sistemas
biológicos pierden eficiencia y es a ése comportamiento de los sistemas
biofísicos a lo que, desde la biología, se llama envejecimiento o involución el
cual tiene el signo contrario al desarrollo. Cualquier comportamiento humano

9
posee un correlato biológico, pero éste se construye a través de una
compleja transacción entre el individuo y el contexto sociocultural. De esta
forma, todos los comportamientos que tengan un mayor componente
biológico se verán afectados en forma paralela a lo que ocurra con el sistema
del que dependen.

Teorías sobre el proceso de envejecimiento y la vejez.

Las preguntas clave de una psicología del desarrollo de la edad adulta


serían, si se dan verdaderos cambios con el aumento de edad, qué magnitud
encierran estos, en qué ámbitos pueden observarse y si se manifiestan
relacionados entre sí. Cascabelos (2004) precisa que el “envejecimiento se
define como un fenómeno descriptivo que representa los cambios que
virtualmente sufren todos los sistemas biológicos y ecosistemas con el paso
del tiempo”. Asimismo se refiere al proceso de envejecimiento como “el
resultado del paso del tiempo, del desgaste mecánico de los órganos y
estructuras corporales y de los procesos programados del propio organismo”
(Cascabelos).
Se puede comprender el envejecimiento humano, en este sentido, desde
una perspectiva que incluya tanto las dimensiones psicosociales y
espirituales, como el proceso de pérdidas biológicas, disminuciones
funcionales y ganancias psicosociales de un individuo, a lo largo de su vida,
en las que intervienen factores genéticos, hereditarios, socioculturales,
ambientales y estilos personales o modos de ser de la persona, hombre o
mujer, que envejece en un contexto determinad y en unas condiciones
específicas.
Es así como se han desarrollado distintos abordajes teóricos sobre el
proceso de envejecimiento y la adultez mayor, considerando algunos
variables estrictamente biológicas, sociales o psicológicas, o desarrollando
tesis multifactoriales. En este sentido, se revisarán los abordajes teóricos

10
más resaltantes dentro de las amplias líneas de investigación que hasta
ahora se han desarrollado.

1. Teorías biológicas.
El envejecimiento aquí se define como un proceso asociado a la
disminución de la eficiencia del funcionamiento orgánico que lleva a la
muerte. Se refiere específicamente a la disminución de las funciones
fisiológicas que se presentan en la vejez debido al deterioro orgánico. A partir
de allí se define un envejecimiento primario y uno secundario: el primario se
enfoca en la herencia, en la cual, a pesar de los factores que influyen como
las enfermedades o traumas, también hay cambios inevitables que se dan
con el paso del tiempo, aunque a ritmos diferentes entre personas. El
envejecimiento secundario, por su parte, se refiere a la pérdida de las
capacidades ocasionadas por los abusos, traumas, caídas o enfermedades.

1.1. Teorías basadas en la evolución: Sostienen que el envejecimiento es


el resultado del declinar en la fuerza de la selección natural (ambiente) que
permite a las especies envejecer al tener un ciclo vital más largo. Dado que
la evolución tiene como objetivo prioritario, para la especie, maximizar la
capacidad de reproducción, una vez pasada esta etapa reproductiva,
comenzarán a manifestarse las características de envejecimiento que serán
diferentes en cada especie e individuo concreto.
1.2. Teorías moleculares: En este grupo de teorías se agrupan aquellas
que postulan que la longevidad de las especies está gobernada o regulada
por genes que interactúan con factores ambientales. Del equilibrio de esta
interacción dependerá la capacidad de una especie determinada de
incrementar su longevidad por encima del período de reproducción.
1.3. Teorías sistémicas: Según estas teorías el envejecimiento está
relacionado con el declinar en las funciones de diversos órganos esenciales
para el control y mantenimiento de otros órganos o sistemas. Los sistemas

11
nervioso, endocrino e inmune regulan y controlan las funciones de otros
sistemas así como las respuestas a los estímulos internos y extornos que se
producen en el organismo.

2. Teorías sociológicas.
Se centra en las características de la sociedad y las condiciones de vida
del anciano y considera al individuo como unidad de análisis y se enfoca a la
manera en que el viejo enfrenta su propio envejecimiento dentro de un
contexto social condicionante.
2.1. Teoría de la desvinculación (Cumming y Henry, 1961): Los autores
sostienen que en un proceso recíproco que se produce durante el
envejecimiento, el individuo y la sociedad se alejan uno de la otra. Postulan
que existe un binomio individuo-sociedad al considerar que los adultos
mayores se desvinculan porque entregan a las nuevas generaciones las
responsabilidades que les corresponde asumir como adultos líderes de los
nuevos acontecimientos sociales, asimismo mencionan que es un proceso
que toda sociedad vive, el paso de una generación a otra, o, “la sustitución
generacional”, y el desprendimiento que los senescentes van haciendo
lentamente de sus responsabilidades sociales para preparar el camino hacia
la muerte. Este fenómeno traería por lo menos tres consecuencias, que a su
vez podrían ser causas de la desvinculación:
 El anciano se siente menos involucrado con respecto a los demás y,
por lo tanto, sus interacciones sociales disminuyen.
 Existe un decremento en los roles que había asumido anteriormente.
 Desarrollan una preocupación mayor por sí mismo que en épocas
previas de la vida.
Cumming y Henry sostienen que la desvinculación constituye una
tendencia presente en todos los adultos mayores y que cumple una función
adaptativa, ya que se correlaciona con una sensación de bienestar o de

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“satisfacción en la vida”. De esta forma se establecería un nuevo equilibrio
caracterizado por una mayor distancia entre el individuo y la sociedad.
2.2. Teoría de la continuidad (Rosow, 1963; Atchley, 1987, 1991): Este
acercamiento teórico propone que no hay ruptura radical ni transición brusca
entre la edad adulta y la “tercera edad”, sino que se trata tanto solo de
cambios menores u ocasionales que surgen de las dificultades de adaptación
a la vejez. Por el contrario, se mantendría una continuidad y estabilidad entre
estas dos etapas.
La teoría de la continuidad se basa en dos postulados básicos:
a) El paso a la vejez es una prolongación de experiencias, proyectos y
hábitos de vida del pasado. Prácticamente la personalidad, así como el
sistema de valores, permanecen intactos.
b) Al envejecer los individuos aprenden a utilizar diversas estrategias de
adaptación que les dan ayudan a reaccionar eficazmente ante los
sufrimientos y las dificultades de la vida.
El patrón de continuidad no sólo se manifestará en el nivel conductual:
también se encontrará en el resto de esferas que componen el
comportamiento así, se podría observar una continuidad interna, manifestada
a través de la existencia a lo largo del tiempo de patrones psíquicos estables,
tales como el temperamento de la persona, sus preferencias, actitudes,
creencias, visión del mundo, etc. Esta continuidad interna incrementa el
sentido de seguridad y autoestima, así como el carácter predecible de la
realidad.
3. Teorías psicológicas.

En la dimensión biológica se acepta que después de una fase de


desarrollo se sucede otra de madurez y, finalmente, viene la involución. En el
campo psicosocial, por el contrario, aparece una fase de desarrollo que
puede mantenerse hasta el final, con períodos de estabilidad o de declive y

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posibilidades de recuperación, pero no existe deterioro, a no ser que ocurran
eventos patológicos que afecten la esfera psicológica de la persona, y, en tal
caso, se habla de declive funcional, de deterioro o ausencia. Asimismo se
han de considerar los cambios diferenciales, al aumentar la edad, es decir,
las diferencias de cambio entre las personas (interindividuales) y dentro de
la misma persona (intraindividuales) conforman, por tanto, la base de la gran
variabilidad dentro del grupo de las personas mayores.
3.1. Teoría del desarrollo psicosocial (Erik Erikson, 1950, 1968, 1985):
Definió la adultez mayor como un estadio de la vida en el cual se intenta
equilibrar la búsqueda de la integridad del yo con la desesperación; se inicia,
para este autor, a los 65 años y culmina con la muerte. La resolución positiva
de la crisis madurativa permite una experiencia de integridad, lo cual, según
Erikson, significa la aceptación de un ciclo vital único y propio.
En otras palabras, consiste en reconocerse a sí mismo como un individuo
único, con sus fortalezas y sus debilidades, ver las experiencias pasadas de
forma positiva, a pesar de los errores que se hayan cometido durante la vida,
lo cual permite afrontar y adaptarse a nuevas situaciones, conservando su
identidad. Por otro lado, predomina una actitud positiva, en la que vale la
pena vivir y resolver las dificultades que se presentan; implica renuncia y
sabiduría. Asimismo, la renuncia implica el abandono de las metas que no se
pueden conseguir y la aceptación de la vida que ha sido y es ahora. Por otra
parte, la sabiduría implica transmitir el conocimiento acumulado y las
experiencias propias a futuras generaciones; esto genera un individuo que
acepta su estilo de vida pasada, vive con serenidad y acepta la muerte.
A su vez, cuando la integridad no se consigue o se pierde, aparece la
desesperación, la persona expresa el sentimiento de arrepentimiento donde
el tiempo es limitado y es demasiado tarde para cambiar. Predominan el
desánimo, el desinterés, la fijación de metas inalcanzables y el temor a la
muerte. Las dificultades se perciben como amenazas y se siente impotencia

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para resolverlas. El anciano puede desarrollar ansiedad, pesimismo,
irritación; tienen la impresión de estar dominado por un ambiente hostil, y en
definitiva predomina el sentimiento de inutilidad. Según Murria y Zenter
(1993), los individuos que pasan por este estado creen que “la vida ha sido
demasiado corta y vana y quieren otra oportunidad para rehacerla”.
3.2. Teoría de Peck (1968): Postula el desarrollo del individuo no tanto
desde la edad biológica, sino desde su entorno y sus circunstancias propias.
A semejanza Erikson, postula una serie de conflictos que no se restringe a la
madurez o a la vejez, en los cuales las decisiones tomadas en los primeros
años de vida sientan las bases de las soluciones en los años de la adultez y
las personas maduras comienzan ya a resolver los desafíos que se les
presentarán en la senectud. Establece tres tareas principales para el
envejecimiento:
 Trascendencia corporal frente a preocupación por el cuerpo. Teniendo
en cuenta el más que previsible riesgo de enfermar a esta edad y la
diminución del rendimiento físico, es necesario “trascender” los problemas
físico-corporales, es decir, centrar las metas vitales en el rendimiento mental
y espiritual, y en las relaciones sociales.
 Diferenciación del ego frente a preocupación por el trabajo. Al llegar a
la jubilación y abandono del puesto de trabajo, la persona mayor debe
valorarse a sí misma, a través de actividades independientes de su anterior
vida laboral y de las características positivas adquiridas en su personalidad.
 Trascendencia del ego frente a preocupación por el ego. El temor a la
propia muerte debe verse sobreseído por las aportaciones personales a
cualquier nivel: aportaciones por medio de los hijos y del legado material o
cultural para las futuras generaciones.
Las tareas de desarrollo no sólo indican las metas que la persona debe
perseguir, sino también aquellas que debe pasar por alto, llegada cierta

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edad. Mientras que las metas "adaptadas" a la edad se ven reforzadas y
apoyadas socialmente, las metas "inadecuadas" quedan rechazadas y
privadas del apoyo instrumental necesario.
3.3. Teoría socio-emocional de la selectividad (Carstensen, 1992; Baltes y
Carstensen, 1999). Fue desarrollada sobre el supuesto de que las
interacciones sociales están íntimamente relacionadas con la satisfacción
subjetiva. Según esta teoría, se deben poner en marcha medidas
reguladoras para continuar utilizando eficazmente los recursos vitales de los
cuales dispone la persona. La conclusión fundamental de esta teoría afirma
que el individuo debe continuar activando su entorno social, modificándolo y
adaptándolo con el paso de la edad.
Los motivos por los cuales deben iniciarse y mantenerse las interacciones
son, fundamentalmente, tres:
i. Regulación directa de las emociones.
ii. Desarrollo del autoconcepto.
iii. Búsqueda de información.
El peso de cada uno de ellos no es constante, sino que cambia a medida
que la edad avanza. Mientras, por ejemplo, la búsqueda de información
juega un papel importante durante la adultez temprana, en la adultez media
pasa a un segundo plano, a favor de las motivaciones emocionales.
La idea central, pues, de la teoría de la selectividad es que las prioridades
se van desplazando, a lo largo del ciclo vital. De un entorno social amplio,
pero no tan intensivo, se pasa en la vejez a una concentración más selectiva
y emocionalmente muy positiva de las relaciones sociales. Los amigos y
familiares íntimos están a esas edades en primera línea. Paralelamente, las
personas mayores no sólo se apartan de las relaciones superficiales, sino
también de las conflictivas. Este no es un proceso brusco. Más bien, se
produce poco a poco, a partir de la edad madura. En especial, las relaciones

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de los ancianos quedan, con frecuencia, limitadas a un par de familiares
encargados de su cuidado.
3.4. Enfoque individual de Jung. Durante la tercera edad, la expresión de
los hombres de su feminidad y la de las mujeres de su masculinidad supone
otro intento de reconciliar las tendencias en conflicto. Jung propone que
dentro de cada persona existe una orientación hacia el mundo exterior, que
domina extroversión, y una orientación hacia el interior, el mundo subjetivo,
que llama introversión. En la juventud y en gran parte de la mediana edad,
las personas expresan su extroversión. Una vez que la familia ya sale
adelante y la vida profesional llega a su fin, hombres y mujeres se sienten
libres para cultivar sus propias preocupaciones, reflexionar sobre sus valores
y explorar su mundo interior.
3.5. Perspectiva teórica del ciclo vital. Baltes et al. (1998), en base a los
datos sobre envejecimiento de los estudios longitudinales, manifiesta que el
desarrollo es multidireccional, multidimensional y plástico; que no existen
trayectorias únicas del desarrollo; o que se producen continuidades y
discontinuidades, por lo que el cambio no se puede predecir. Así, plantean
que el foco primordial de esta perspectiva se halla en “la estructura,
secuencia y dinámica del curso vital entero en una sociedad cambiante”.
El enfoque de Envejecimiento Activo se construye sobre la perspectiva del
Ciclo Vital, donde autores como Labouvie-Vief (1982), Baltes y Willis (1982),
entienden que el concepto de desarrollo, es un concepto amplio que enfatiza
la importancia de la multidimensionalidad de los procesos de desarrollo, así
como la multiplicidad de causas intervinientes en los mismos. Por tanto
reconoce la importante influencia que tienen sobre el envejecimiento de los
individuos las experiencias tempranas en la vida, el género y la cultura entre
otros, y toma en consideración los determinantes de salud que incluyen los
procesos conductuales, ambientales, sociales, económicos, biológicos y

17
psicológicos que operan a través de todos los estadios del curso de la vida y
determinan la salud y el bienestar en la edad avanzada.
Este modelo propone que para llegar a un envejecimiento exitoso
(maximización de ganancias y minimización de pérdidas) es necesario
contemplar múltiples criterios (entre otros, tiempo de vida; salud biológica;
salud mental y eficacia cognitiva). Asimismo, se afirma que el envejecimiento
está caracterizado por una gran variabilidad individual con respecto a
variables mentales, conductuales y sociales. Estas diferencias se deben
tanto a factores genéticos como a la forma en que cada persona desarrolla
su curso de vida, ya que el curso del envejecimiento normal puede ser
modulado por una variedad de patologías. Considerando todo esto en su
conjunto se definen tres procesos: selección, optimización y compensación,
así como la articulación entre ellos.
 Selección: Implica direccionalidad, metas y resultados. Hace
referencia a una restricción de la propia vida de la persona a menos áreas de
funcionamiento. El desarrollo se considera como un movimiento hacia una
mayor eficacia y un mayor nivel de funcionamiento, es decir, siempre se
dirige a un grupo de metas de funcionamiento. El desarrollo siempre procede
dentro de una capacidad limitada, incluyendo la limitación en tiempo y
recursos. La selección está condicionada por el hecho de que los organismos
poseen disposiciones biológicas (modalidades sensoriales, repertorios
motores, mecanismos cognitivos) seleccionadas durante la evolución.
Además, la selección también está condicionada por cambios, relacionados
con la edad, en plasticidad y asociada con pérdidas en el potencial biológico.
Dichas pérdidas incrementan la presión para la selección. Por tanto, un
mayor nivel de selección en las áreas de funcionamiento indicará una menor
adaptabilidad.

18
 Optimización: Hace alusión a la realización de conductas para
enriquecer y aumentar las reservas generales. El desarrollo humano
considerado como un cambio positivo en capacidad adaptativa hacia un
grupo de resultados deseables (metas), requiere incrementos en factores de
conducta tales como conocimientos culturales, estado físico, compromiso
hacia las metas, práctica y esfuerzo. Los elementos relevantes para la
optimización varían en función del estado y área del desarrollo. Así,
actividades como la realización frecuente de ejercicio, el implicarse en
actividades que supongan demandas cognitivas etc. sería un indicador de
intento de mejora de la capacidad de reserva por parte de la persona.
 Compensación: Es el resultado de restricciones en el intervalo de
plasticidad o potencial adaptativo y opera cuando las capacidades
conductuales específicas se pierden o se reducen más allá de lo que se
requiere para un adecuado funcionamiento (p.e., pérdida auditiva). Hay dos
categorías funcionales de compensación. La primera es la de disponer de
nuevos medios como estrategias de compensación para alcanzar la misma
meta deseable. La segunda estrategia es cambiar las metas del desarrollo en
sí mismas, una vez se han perdido recursos para el logro de las iniciales
(Heckhausen y Schulz, 1995). Esta segunda categoría se relaciona con la
selección basada en pérdidas a la que nos hemos referido en las
características anteriores. Es a partir de la integración de los tres
mecanismos como la persona puede conseguir las tres principales metas
evolutivas: el crecimiento, el mantenimiento del funcionamiento y la
regulación de la pérdida.
Desde un marco teórico-práctico los elementos pueden caracterizarse de
la siguiente forma: la selección implica direccionalidad, metas o resultados; la
optimización implica medios para conseguir el éxito (resultado deseado); y la
compensación muestra una respuesta a las pérdidas en medios (recursos)

19
usada para mantener niveles deseados de funcionamiento (resultados). A
mayor disminución de la capacidad de reserva y menor adaptabilidad, mayor
será la presión hacia el uso de estas estrategias (Baltes, 1997).
Por otra parte, Fernández-Ballesteros (2004), ha establecido como
supuestos lo siguiente: a lo largo de toda la existencia, se viven períodos de
crecimiento, declive y disminuciones, aunque haya momentos en los que
predominen más unos que otros. El crecimiento físico puede ser mayor en
las primeras etapas de la vida, a diferencia del declive, menor en esta fase
inicial. Por el contrario, en la vejez, el deterioro, las pérdidas y las
disminuciones pueden ser mayores, y el crecimiento físico menor, incluso,
llegar a ser nulo. De esta parte, existen funciones psicológicas que declinan
con la edad, y otras, que permanecen y se fortalecen con el tiempo; por
ejemplo, la memoria remota o cristalizada versus la memoria reciente o
mecánica. Las personas mayores con el paso del tiempo son, cada vez,
diferentes entre sí.

20
CAPÍTULO II

CAMBIOS PSICOSOCIALES.

El individuo no acaba –psicológicamente hablando– cuando alcanza su


nivel máximo de maduración física y biológica, ni comienza su deterioro
cuando termina, en la edad adulta, su etapa laboral, se marchan los hijos del
hogar o cuando ocurre otra condición física, biológica y/o social. El desarrollo
humano, desde una perspectiva psicológica, continúa produciéndose
mientras las transacciones entre un organismo biológico y el contexto
sociocultural existan, en este sentido, la adultez mayor es el estadio final del
desarrollo que todos los individuos, en teoría, experimentan.
Teniendo en cuenta un amplio conjunto de características psicológicas,
Heckhausen y Schulz establecieron cuáles de ellas experimentaban
ganancias y cuáles de ellas experimentaban pérdidas a lo largo del ciclo de
vida desde los 20 a los 90 años de edad. Los resultados arrojaron que si bien
es cierto que en los primeros años de la vida se producen máximos cambios
positivos (desarrollo), y que también lo es que se que se produce una cierta
meseta de estabilidad comportamental en la edad adulta y que se
experimentan amplios declives a partir de los 70 años, los autores concluyen
que existen ganancias o mejoras, en distinta medida y proporción, a todo lo
largo del ciclo de la vida, aún a los 90 años. Así, por ejemplo, es sabido que
existen funciones cognitivas (en las que el tiempo de reacción o ejecución es
importante) que declinan tempranamente (a partir de los 20 años), otras
aptitudes cognitivas, como la amplitud de vocabulario o los conocimientos, no
lo hacen hasta muy avanzada edad (a partir de los 70 años) o, incluso, que
otras funciones socioafectivas (como el balance entre el afecto positivo y
negativo) se articulan mucho mejor en la vejez.

21
En otras palabras, a medida que incrementa la edad aumentan las
diferencias existentes entre los individuos envejecientes (debido a la
diversidad de circunstancias y de contextos históricos vividos).
1. Función cognitiva. Teniendo en cuenta que la recepción de
información depende de los sentidos y que el procesamiento de la
información tiene como soporte el sistema nervioso central, una primera
conclusión es que durante el proceso de envejecimiento se produce un
enlentecimiento y una menor eficiencia del funcionamiento cognitivo. En
definitiva, el ser humano mayor tarda más en responder a la información que
recibe que la persona más joven, sobre todo cuando las tareas que se le
demandan requieren muchos recursos atencionales.
Indudablemente el procesamiento de información lleva consigo el
aprendizaje, la retención o la memoria de esa información. Tras el examen
de los distintos tipos de aprendizaje, los autores ponen de relieve que las
personas mayores, aunque requieren un mayor número de ensayos de
aprendizaje y mayores tiempos de ejecución (en comparación con las más
jóvenes), tienen una amplia capacidad de aprendizaje.
Por otro lado, la inteligencia (siendo esta entendida como el conjunto de
competencias que permiten resolver problemas contextualmente relevantes y
el producto interactivo entre factores biológicos y ambientales), tiende a
fluctuar dependiendo de las habilidades que se estén midiendo y cómo se
estén midiendo. Algunas habilidades, como la velocidad de los procesos
mentales y el razonamiento abstracto, declinan en la vejez, pero algunos
aspectos del pensamiento práctico e integrador tienden a mejorar a lo largo
de la mayor parte de la vida adulta.
Se pueden apreciar patrones de cambio y estabilidad del funcionamiento
intelectual a lo largo del ciclo de la vida según el tipo de inteligencia. En este
sentido, la inteligencia biológica (también llamada fluida), que aglutina
aptitudes como la velocidad perceptiva, la fluidez verbal, el razonamiento o la

22
aptitud espacial, se desarrolla exponencialmente en las primeras etapas de
la vida, para declinar muy tempranamente, a partir de los 30 años. Sin
embargo, la inteligencia cultural (también llamada cristalizada) que abarca
aptitudes de información, comprensión, vocabulario, etc., una vez alcanzada
una cierta meseta, se mantiene constante o, incluso, puede ser incrementada
hasta edades avanzadas de la vida.
1.1. Pensamiento posformal. Todo aquello que se reconoce como declive
en la cognición durante el proceso de envejecimiento puede indicar una
nueva organización del pensamiento. Es así cómo algunos teóricos
desarrollaron el concepto de pensamiento posformal el cual, durante la
adultez, conduce al individuo a plantearse dudas, contradicciones e
interrogantes. En este sentido, y aunado al aumento de la experiencia y la
complejización del entorno social, el individuo pensante evalúa la realidad y
la subjetividad, logrando que el pensamiento lógico se combine tanto con el
pensamiento intuitivo como con el emocional, generando un estilo de
pensamiento más autónomo.
1.2. Aprendizaje. En los resultados de gran parte de las investigaciones,
se encuentra la afirmación que el envejecimiento se acompaña de un declive
progresivo de la atención, el aprendizaje y la memoria; este declive en el
aprendizaje es lento y presenta características peculiares a nivel intra e
interpersonal. Es así como se observa que a medida que la edad aumenta
los mecanismos básicos del aprendizaje se tornan más lentos, se reduce la
velocidad, la capacidad atencional y la energía (Withnall, 1990).
1.3. Sabiduría y creatividad: las otras dos piezas del rompecabezas.
La mayoría de las investigaciones sobre las funciones cognoscitivas se
realizaron en función de las estructuras más comunes, es por ello que no fue
sino hasta la década del 90 del siglo pasado, que los investigadores se
ocuparon de ciertas condiciones cognitivas que pudieran ser propias de la
adultez mayor. En este punto se plantea que cuando alguien conversa con

23
una persona mayor y le pide consejo o ayuda, cabe apreciar que ese consejo
del mayor o su forma de pensamiento tienen componentes diferentes que
expresan una forma especial de resolver problemas, por lo que pudiera
hipotetizarse que junto a los declives señalados ocurren también cambios
positivos en el funcionamiento intelectual. En este sentido, la sabiduría ha
emergido en los últimos años como un nuevo constructo sujeto a
investigación científica y se postula que éste atributo pudiera darse con
mayor probabilidad en la adultez mayor.
Este relativamente nuevo objeto de investigación ha sido definido por
Baltes et al. como un conjunto de conocimientos de experto en la pragmática
de la vida. Las pruebas disponibles sugieren que la sabiduría se produce con
mayor probabilidad durante la adultez mayor, aunque con una frecuencia
reducida. Por otra parte, también cabe resaltar que la sabiduría tampoco se
puede conceptualizar como un atributo exclusivamente cognitivo, sino que
posee componentes afectivos, emocionales e intelectuales.
La propuesta de Kramer (1990) sostiene que la sabiduría no es
inteligencia o cognición, si no que ella se puede desarrollar si participa una
personalidad equilibrada, en la que sujeto comprende la relación entre
procesos conscientes e inconscientes. Para estudiar la sabiduría hay que
tener en cuenta procesos cognitivos, motivaciones, experiencias de vida e
intenciones.
Por otra parte, la investigación transversal indica que la creatividad,
medida por pruebas estandarizadas, como encontrar formas novedosas de
usar objetos cotidianos, disminuye con la edad (Simonton, 1990). Sin
embargo, otras investigaciones centradas en la cuestión del momento de la
vida en que científicos, autores, poetas y pintores hicieron sus contribuciones
creativas (por ejemplo, Lehman, 1953), apuntan conclusiones algo
diferentes. Al parecer, la edad en que la creatividad alcanza su cúspide varía
de un campo a otro. Mientras los matemáticos y los físicos tienden a hacer

24
sus principales contribuciones entre los 20 y 30 años, los historiadores, los
filósofos y los psicólogos hacen las suyas a edades mayores, en los 40 y 50
años (Horner, Rushton y Vernon, 1986).
En resumen, existen funciones intelectuales que declinan en función de la
edad y también existen otras que se mantienen a lo largo de la vida e,
incluso, existen ciertas formas de juicio y comprensión que se incrementan
durante la adultez mayor.
2. Función afectiva. La vejez conlleva una serie de situaciones
conflictivas: la jubilación, la pérdida de seres queridos, la marcha de los hijos,
con frecuencia enfermedades crónicas y, lo que es peor, un conjunto de
polipatologías, en ocasiones discapacidad y dependencia y, desde luego
mayor proximidad a la muerte y todo ello junto a otros eventos negativos que
ocurren casi inevitablemente. Es lógico pensar que todos esos eventos
generan en los individuos que los sufren reacciones afectivas negativas:
depresión, soledad, malestar, en definitiva, sufrimiento. Habría que concluir
entonces que con alta probabilidad las personas mayores han de
experimentar una afectividad displacentera.
Una primera respuesta ante esta hipótesis, es claramente negativa. Las
personas mayores no expresan menor felicidad, bienestar o satisfacción con
la vida cuando se las compara con las más jóvenes. Muy al contrario, las
investigaciones existentes ponen en manifiesto que no existe influencia de la
edad en la expresión verbal de la experiencia de la felicidad.
A la falta de incidencia de la edad en la percepción de bienestar se le ha
llamada “paradoja de la felicidad”, es decir, ¿cómo es posible que la edad no
influya en la felicidad cuando la edad está asociada con eventos vitales
negativos, a penalidades y situaciones conflictivas que, necesariamente,
deben conllevar sufrimiento?

25
En la última década han proliferado los estudios en los que se compara la
afectividad a distintas edades (desde la juventud hasta la vejez). Tanto en
uno como en otros estudios llegan a los tres siguientes hallazgos:
i. Cuando se es mayor, se experimentan emociones con la misma
intensidad que cuando se es joven y los mayores sienten emociones
positivas con igual frecuencia que las personas más jóvenes.
ii. Existen pruebas sólidas de que la experiencia emocional negativa se
da en mucha menor frecuencia a partir de los 60 años. Así, a esas edades,
existe más expresión de «felicidad», «gratitud», «contento» que de
«frustración», «tristeza» o «rabia».
iii. La conclusión de la mayor parte de los autores que investigan el
mundo afectivo de los mayores es que en la vejez existe una mayor
complejidad y riqueza emocional. En otras palabras, que en la vejez se
incrementa el manejo adecuado de los afectos y que, por tanto, existe una
mayor «madurez» afectiva.
En este sentido, los investigadores examinaron minuciosamente en qué
medida el contexto (la condición socioeconómica, el estado civil, entre otras),
el estado de salud, la situación funcional y las relaciones interpersonales
influyen en la afectividad en la vejez y en qué medida estos factores son más
importantes que la edad. Nuevamente la conclusión parecer ser bastante
contundente: no se encuentran otras variables. En otras palabras, la edad es
una variable vacía y sólo conlleva los efectos de otras covariantes.
Cartensen ha elaborado una teoría que permite explicar tanto el bienestar
como el balance entre el afecto positivo y el negativo en la vejez: la teoría de
la selectividad socio-emocional. En este sentido el rol del afecto y de la
cognición van reestructurándose con la edad, ello permite una mayor
cohesión entre los dos e influye en que haya una mayor regulación de la
emoción en la vejez, lo que lleva consigo una maximización de los aspectos

26
positivos y una minimización de los negativos, cuyo producto es una mayor
satisfacción o bienestar.
3. Personalidad. La personalidad se entiende como el conjunto de rasgos
propios del individuo que permanecen a lo largo del tiempo, es decir,
conforma un patrón de rasgos que integran una entidad psicofísica que
permanecerá estable a lo largo del tiempo, en este sentido, la personalidad
del adulto mayor no presenta cambios en sus rasgos característicos, lo que
suscita son nuevos roles adaptativos (ajuste de roles) a las diversas
alteraciones que se vive en esa etapa, pero, en algunos casos cuando los
rasgos de personalidad son rígidos y desadaptativos a los cambios drásticos
del ciclo vital, estos tienden a generar problemas de comportamiento y
relación.
4. Mecanismos defensivos. Krassoievilch (1993), sostiene que el yo
durante la vejez se ve afectado por la insuficiencia de los mecanismos de
defensa habituales, por la menor reserva energética del aparato psíquico y
por la discrepancia entre las fuerzas biológicas y los recursos escasos para
satisfacerlas, hechos que generan angustia en las personas viejas.
En cuanto a los mecanismos de defensa que contribuyen a estabilizar a la
persona, en la vejez se suele encontrar algunas particularidades, tales como:
i. La negación: Esfuerzo por no reconocer el propio envejecimiento.
ii. La regresión: Vuelta a etapas superadas en búsqueda de protección
del self. En el proceso de envejecimiento preocupación por sí mismo y
despreocupación por el entorno.
iii. La proyección: En la vejez se lo suele usar para desprenderse de las
propias deficiencias.
iv. La fantasía: En el proceso de envejecimiento las personas recurren
con frecuencia a las reminiscencias

27
v. La racionalización: Los adultos mayores suelen apelar a este
mecanismo para explicar el declive que acompaña el proceso de
envejecimiento.
5. La autorrealización. La jerarquía de las necesidades es solo una parte
de la teoría desarrollada por Abraham Maslow, quien dedicó mucha atención
al estudio de la gente que, en sus términos, era psicológicamente saludable,
es decir, individuos que han alcanzado su pleno potencial. A diferencia de la
mayoría de nosotros, parecen conservar su capacidad infantil para
asombrarse y maravillarse con el mundo; para ellos, la vida continúa siendo
una aventura excitante más que una rutina aburrida. Y por último, las
personas autorrealizadas en ocasiones experimentan lo que Maslow
describió como experiencias cumbre, instancias en que experimentan un
poderoso sentimiento de unidad con el universo y ondas tremendas de
fuerza y maravilla.

La sexualidad durante la adultez mayor.

El sexo y la sexualidad juegan un papel importante en el envejecimiento


saludable y pleno, así, además de ser una función física o fisiológica,
contribuyen de forma directa en la identidad, en la intimidad y en el garantizar
la vitalidad de quienes participan de ella. En la actualidad, todos los
investigadores reconocen lo saludable que resulta la sexualidad en la vida de
las personas ancianas (Kellett, 1993).

Durante el proceso de envejecimiento los adultos mayores pueden


disfrutarse sexualmente si reconocen sus características y las consideran
normales y saludables. Para ello es necesario que acepten su propia
sexualidad y cuenten con un entorno íntimo y protegido para desarrollarla. A
esto se agrega la necesidad que los familiares y el resto de personas
reconozca las características y los beneficios de la sexualidad en la vejez.
Los cambios fisiológicos, anatómicos y funcionales, en los órganos sexuales

28
en los ancianos no condicionan obligadamente el cese de la actividad sexual,
sino que exigen una adaptación del comportamiento sexual a su nuevo
funcionamiento, evitándose así frustraciones y situaciones de ansiedad ante
las siguientes relaciones sexuales, que podrían llevar al cese innecesario de
la actividad sexual.

1. Factores fisiológicos.
El DSM IV reconoce cuatro fases en el ciclo sexual humano: deseo,
excitación, orgasmo y resolución, para un fin descriptivo se realizará hincapié
en los cambios que suceden en las últimas tres fases del ciclo sexual, pues
se parte de la premisa que el deseo sexual permanece a lo largo del ciclo
vital:

1.1. Factores biológicos en el hombre. La duración e intensidad de su ciclo


sexual cambia incluso en ausencia de factores patológicos.
 Fase de excitación: el anciano necesita más minutos que el joven
para lograr la erección y esta es menos firme además, se reduce
la respuesta visual y táctil respecto a los jóvenes.
 Fase de orgasmo: es más corta y con un menor volumen de
líquido seminal.
 Fase de resolución: la pérdida del volumen penéano es más
rápida y el período refractario está alargado.
1.2. Factores biológicos en la mujer. Todas las fases del ciclo se
mantienen pero con una intensidad menor.
 Fase de excitación: la fase de expansión y lubricación de la vagina
está más alargada.
 Fase de orgasmo: las contracciones musculares para el orgasmo
existen pero disminuidas en número e intensidad, pudiendo haber
contracciones dolorosas.
 Fase de resolución: está más alargada que en las jóvenes y
presentan una reducción de la capacidad multiorgásmica.

29
Mujer Hombre
 Disminución de estrógenos  Disminución de testosterona
 Disminución del tamaño de  Disminución de la
la vagina, se estrecha y producción de esperma.
pierde elasticidad.  Erección más lenta, necesita
 Menor vasocongestión del mayor estimulación y el
clítoris, labios y plataforma pene disminuye en
vaginal en general, durante turgencia.
la respuesta sexual.  Los testículos se elevan
 Fase de excitación sexual menos y más lentamente en
más lenta. la respuesta sexual.
 Los senos disminuyen el  El periodo refractario se
tamaño. alarga.
 El orgasmo puede ser más  El orgasmo puede ser más
corto y menos intenso. corto y menos intenso.
2. Factores psicosociales.
2.1. Autopercepción del atractivo sexual. La persona que mantenga
una percepción positiva de su cuerpo y de su pareja mantendrá relaciones
sexuales satisfactorias. La sociedad, en general, cree que mujeres mayores
son las que pierden más pronto su atractivo sexual, posiblemente debido a
que se produce una pérdida más precoz de la capacidad de procreación en
relación con el hombre.
2.2. Acceso a una pareja. Un porcentaje importante de
responsabilidad sobre este aspecto recae en ciertos hábitos culturales y
sociales: en general no se considera correcto hablar públicamente de la
sexualidad, y en el caso concreto de los ancianos suele parecer hasta
"improcedente" plantear la posibilidad de que vivan su propia sexualidad.
2.3. Dificultad para acceder a la intimidad. Es relativamente común
que el adulto mayor deba abandonar su residencia habitual, debiendo acudir
al domicilio de familiares directos o instituciones. Cuando esto sucede, es
frecuente que la privacidad e intimidad de la pareja se vean afectadas o se
presenten conflictos con los familiares o cuidadores directos por no

30
comprender la sexualidad durante la adultez mayor, tendiendo a adoptar
actitudes restrictivas o inhibitorias hacia los senescentes. Asimismo, los
familiares o cuidadores pueden intentar imponer las normas de conducta que
consideran apropiadas, sin plantearse que en esas nuevas situaciones los
ancianos necesitan aún más manifestar sus sentimientos y emociones.

3. Cambios en el patrón sexual en el anciano.


La sexualidad en el anciano debe considerarse de forma amplia e integral,
incluyendo en ella tanto componentes físicos como emocionales. Por ello, se
acepta como normal en el adulto mayor ciertas modificaciones en el patrón
sexual considerado como estándar si se relaciona con el adulto joven; estas
serían: disminución del número de coitos y el aumento proporcional de otras
actividades sexuales como las aproximaciones físicas, caricias, ratos de
intimidad emocional, de complicidad, relaciones de compañía o
masturbaciones.

Kinsey y otros investigadores demostraron que la masturbación es


bastante común entre los adultos mayores (levemente menor que en los
jóvenes). Por otra parte, en algunas investigaciones se demuestra que la
masturbación es la actividad sexual más frecuente en los varones mayores
de 80 años. El 40-50% de las mujeres independientes mayores de 60 años
practicaba esta actividad, y hasta un 8% de ellas se masturban con una
frecuencia semanal. La prevalencia de la masturbación se explica, en
muchos casos, por la existencia de una pareja incapacitada y por la
frecuencia de viudez en edades avanzadas. Esto, unido al rechazo social
que existe hacia el establecimiento de una nueva pareja, serían factores que
propiciarían la satisfacción sexual mediante la masturbación.

4. Cese de la actividad sexual.


El cese de la actividad sexual no es un suceso exclusiva y necesariamente
cronológico sino que depende de muchos factores como el estado de salud y

31
el grado de incapacidad física y mental (tanto del sujeto como de su pareja),
la frecuencia y la calidad de las relaciones sexuales previas, la mal
interpretación e inadaptación a los cambios fisiológicos propios del
envejecimiento, la situación afectiva y calidad de la relación con la pareja y
con otras personas, y de otros cambios en el papel social del anciano, como
la viudez, el cambio de domicilio, la institucionalización y las crisis de salud.

El adulto mayor frente a la pérdida del cónyuge.

La viudez es un fenómeno que se ha asociado con la entrada a una etapa


de despersonalización, en la cual se pierde la identidad propia a partir de la
pérdida de la pareja. La despersonalización es considerada como una
alteración de la percepción o la experiencia de uno mismo, de tal manera que
el sujeto se siente “separado” de los procesos mentales o del cuerpo, como
si fuese un observador externo a los mismos. Si bien esto se puede dar con
el divorcio, sus efectos tienen reacciones diferentes en la familia y la
sociedad, por esto parte de la pérdida de identidad es generada por la viudez
y el proceso de duelo; definiéndose éste como el estado de pensamientos,
sentimientos y actividades que se producen como consecuencia de la
pérdida o cosa amada, y que está asociado a síntomas físicos y
emocionales.

En otras palabras, es una reacción emocional que ocurre ante una


pérdida; psicológicamente, es traumática en la mima medida que una herida
o quemadura, por lo cual siempre es dolorosa; la persona necesita tiempo
para volver al equilibrio, que es lo que constituye el proceso de duelo
(Carevic, 2003). La pérdida del cónyuge durante la adultez mayor supone, de
esta forma, desequilibrio a nivel personal, familiar y social:

a) En el terreno personal son más evidentes las dificultades que plantea a


los mayores tanto la asimilación del hecho luctuoso como la adaptación

32
anímica a un tipo de vida diferente al que mantenían hasta ese entonces. Las
secuelas que genera el enviudamiento se centran en la esfera emocional:
sentimientos de desarraigo, soledad, desilusión por la vida, malestar
psicológico, insomnio o depresión. En este sentido, es importante describir
cómo vivencia el adulto mayor el desequilibrio en esta esfera:

i. Pérdida de la intimidad conyugal. La muerte del cónyuge significa para


cualquier ser humano, y más todavía en las edades avanzadas, el final
de la relación afectiva más importante con que se contaba. La viudez,
como término de la relación matrimonial, comporta un elevado riesgo de
soledad subjetiva para muchos mayores que no hallan la confianza de
nadie igual que el cónyuge; percibir con certeza que la ausencia de la
intimidad conyugal se prolongará durante el resto de sus días hace que
algunos mayores viudos sean víctima por momentos de sentimientos de
soledad o terminen sumiéndose en ese estado permanentemente.
ii. Problemas relacionados con el sueño. Uno de los hábitos que suelen
cambiar durante esta transición, es la hora en que los mayores deciden
irse a dormir. Lo que más resalta, en este sentido, es que, después de
perder a la pareja, es frecuente que los adultos mayores empiecen a
padecer, o se agraven si ya sufrían, diversas alteraciones relacionadas
con el sueño. Resulta común que las horas de sueño nocturno se vean
reducidas con respecto a la etapa matrimonial, si bien los adultos
mayores coinciden al afirmar que el más importante de los problemas
es el insomnio.
iii. La no asimilación de la viudedad. Factores como los rasgos de la
personalidad que más caracterizaban al ser querido o el nivel de
intimidad que procuraba la vida matrimonial condicionan en gran
medida el sentimiento de añoranza hacia el mismo e, incluso, la
adaptación a la nueva situación por la que debe atravesar. Es habitual

33
que la persona viuda idealice la figura del cónyuge desaparecido, esto
es, que construya una imagen selectiva de sus rasgos más positivos y
oculte en cambio los negativos.
Este ejercicio de idealización no comportaría ningún matiz patológico
siempre y cuando se sostenga sobre una asimilación y una adaptación
normalizada a la viudedad, pero la ausencia definitiva de la pareja vacía
de sentido la vida de los mayores, de modo que se pierden las ilusiones
y la motivación para seguir adelante: en este caso pueden generarse
depresiones. En este sentido, es importante resaltar que el impacto
emocional variará dependiendo de la naturaleza del deceso, así, por
ejemplo, una defunción anunciada meses atrás no suele dejar las
mismas secuelas en el plano anímico y emocional que otra que se
produzca de manera imprevista, sobre todo por accidente.
iv. Desilusión por la vida. En el proceso de adaptación a las nuevas
condiciones de vida que origina el enviudamiento, resulta habitual que
con el paso del tiempo se produzcan continuos altibajos en el estado de
ánimo de las personas mayores. Se alterna de este modo períodos de
tranquilidad, optimismo y motivación por la vida, con otros muy
diferentes de decaimiento, pesimismo y desilusión.
b) A nivel familiar, por otra parte, la viudez significa la quiebra del
matrimonio y de la consiguiente relación de pareja como circunstancia más
negativa. Es probable que durante esta etapa del ciclo vital, los hijos
producto de esa relación se encuentren lejos del núcleo de origen y el adulto
mayor pasa de un estado de convivencia exclusiva con el cónyuge a otro
diametralmente diferente. De ahí la magnitud de los efectos que acarrea esta
ruptura cuando en la vejez, empezando por la nueva forma de convivencia
que elegirá la persona mayor, sea formando un hogar unipersonal, pasando
a corresidir con la familia o ingresando en una institución. El sentimiento de
soledad, en cualquiera de estas situaciones es una firme amenaza.

34
c) A nivel social, la viudez representa una profunda alteración que conlleva
en muchas facetas pérdidas y en otras cuando menos un cambio sustancial.
Es frecuente, por ejemplo, que buena parte de las actividades de ocio que se
disfrutaban junto al cónyuge cesen con carácter inmediato y definitivo, y las
amistades puede que experimenten un giro significativo.

Permanencia y adaptación a los roles sociales durante la adultez


mayor.

El rol se refiere al papel o función con los cuales cumple un individuo, en


el caso del rol social hace referencia al conjunto de normas,
comportamientos y derechos definidos social y culturalmente que se esperan
que una persona cumpla o ejerza. Los roles son producidos y generados
colectivamente, así, las condiciones de emergencia implican intercambios
entre personas que comparten preocupaciones o prácticas hacia un objeto
social. Es así como los individuos al alcanzar la adultez mayor transitan por
una serie de cambios personales, sociales y familiares que de una u otra
forma modifican su rol dentro de su la estructura social y personal y afectan,
asimismo, sus funciones.
1. Cambios en el rol individual: Se plantean cambios en tres
dimensiones:
1.1. El adulto mayor como individuo. Los individuos en su última
etapa de vida se hace patente la conciencia de que la muerte está cerca.
La actitud frente la muerte cambia con la edad. Uno de los aspectos del
desarrollo del individuo es la aceptación de la realidad de la muerte. Esta
es vivida por los adultos mayores como liberación, como el final de una
vida de lucha, preocupaciones y problemas, para otros es una alternativa
mejor aceptada que el posible deterioro o la enfermedad. Otros adultos
mayores rechazan el hecho de morir y suelen rodearse de temor y
angustia.

35
1.2. El adulto mayor como integrante del grupo familiar. Las
relaciones del adulto mayor con la familia cambian, porque suelen convivir
con sus nietos e hijos. Las etapas de relación con sus hijos y nietos pasan
por distintas etapas: la primera etapa cuando el adulto mayor es
independiente y ayuda a los hijos y actúa de recadero, mientras que la
segunda etapa describe cuando aparecen problemas de salud, las
relaciones se invierten, y la familia suele plantearse el ingreso del adulto
mayor en una residencia, esto último posee sus variantes según sea el
caso.
1.3. El adulto mayor como persona capaz de afrontar las pérdidas.
La ancianidad es una etapa caracterizada por las pérdidas (facultades
físicas, psíquicas, económicas, rol, afectivas). Las pérdidas afectivas
caracterizadas por la muerte de un cónyuge o un amigo van acompañadas
por gran tensión emocional y sentimiento de soledad. El sentimiento de
soledad es difícil de superar.
2. Cambio de rol dentro de la comunidad: La sociedad valora sólo al
hombre activo, que es aquel que es capaz de trabajar y generar riquezas. El
adulto mayor suele estar jubilado y es una persona no activa, pero tiene más
posibilidades de aportar sus conocimientos y realizar nuevas tareas
comunitarias. Su papel gira alrededor de dos grandes actividades: la
actividad laboral y las tareas comunitarias, tales como asociaciones,
sindicatos, grupos políticos. El hecho de envejecer modifica el rol que se ha
desarrollado, pero no el individual.
3. Cambios en su rol laboral: La jubilación es una situación en donde
la persona que tiene derecho a una pensión después de haber cesado su
actividad laboral. La adaptación a la jubilación podría ser difícil ya que la vida
y sus valores suelen estar orientados alrededor del trabajo y la actividad.

36
CAPÍTULO III

PATOLOGÍAS, PSICOPATOLOGÍAS Y ABORDAJES


PSICOTERAPÉUTICOS.

Incidencia del envejecimiento en la salud física y mental.

El envejecimiento implica cambios biológicos, psicológicos y sociales que


son inevitables y que ocurren como consecuencia del paso del tiempo, pero
es importante diferenciar cuáles cambios asociados al envejecimiento son
considerados normales y cuáles son patológicos. Esta distinción supera las
concepciones tradicionales sobre las consecuencias inevitables que conlleva
la adultez mayor y que se asocian con incapacidad física y enfermedad.
Varios autores confirman que la mala salud no es consecuencia inevitable
del envejecimiento, ni que esta etapa de la vida es incapacitante.
En el proceso del envejecimiento los mecanismos de homeostasis que
producen respuestas adaptativas a cambios ambientales se vuelen menos
sensibles, más lentos y menos sostenidos con la edad. La reserva fisiológica
de los diversos órganos y sistemas está disminuida, por lo cual existe una
fragilidad y cualquier agresión externa puede provocar el fracaso funcional de
un sistema, que hasta aquel momento no fallaba; pequeñas
descompensaciones de un órgano concreto pueden provocar grandes
deterioros funcionales.
Entre las enfermedades físicas más frecuentes en los ancianos se
encuentran las siguientes:

1. Inmovilidad.
Es una entidad sindromática que deteriora de manera significativa la
calidad de vida de los adultos mayores y obedece a diversas etiologías y

37
cursa con síntomas y signos asociados a la disminución de la capacidad
motriz del senescente. Estas alteraciones traerán como consecuencias otras
patologías que continuarán con el deterioro de la calidad de vida del
paciente.
Las formas de presentación de este síndrome son variadas según la
causa subyacente. Existen pacientes que estando en condiciones de
movilidad total caen en inmovilidad abruptamente como es el caso de
aquellos que sufren accidentes vasculares encefálicos o traumatismos
incapacitantes, mientras que otros muestras un deterioro progresivo.
Las principales causas de inmovilidad en el adulto mayor son:
 La debilidad: puede deberse a desuso de la musculatura, mal
nutrición, alteraciones de electrolitos, anemia, desordenes neurológicos o
miopatías.
 Rigidez: la causa más común es la osteoartritis, pero también puede
ser causa del parkinsonismo.
 Dolor: ya sea el hueso (osteoporosis), articulaciones (osteoartritis,
artritis reumatoide), o muslo (polimialgia reumática) pueden inmovilizar al
paciente.
 Alteraciones en el equilibrio: puede ser resultado de debilidad general,
causas neurológicas (pérdida de reflejos, diabetes, neuropatía periférica,
alcohol o mal nutrición), hipotensión o drogas (diuréticos, hipertensivos,
neurolépticos y antidepresivos).
 Condiciones psicológicas: como la ansiedad, depresión, o catatonia
pueden producir o contribuir a la inmovilización. También es destacable la
condición de postración que pueden tener algunos aspectos gananciales
para ciertos pacientes, como es el hecho de ser más atendidos y contar con
apoyos económicos extras.
Entre las consecuencias de la inmovilidad se pueden describir:

38
Social Psicológica Física
Pérdida del empleo Depresión Caídas
Pérdida de Temor a las caídas Incontinencia
actividades y relaciones
sociales
Pérdida de capacidad Pérdida de control Pérdida de fuerza y
de cuidar a terceros capacidad aeróbica
Pérdida de la Incapacidad Ulceras por decúbito
capacidad de aprendida
autocuidado

2. Caídas.
Se define como la ocurrencia de un evento que provoca inadvertidamente
la llegada al suelo del paciente o a un nivel inferior al que se encontraba. La
caída es un síntoma común asociado a una elevada morbi-mortalidad en el
adulto mayor y conduce a la intervención en clínicas u otras instituciones.
Dentro de la importancia de este tema es necesario señalar que la mayoría
de las caídas en el adulto mayor traducen un síntoma de enfermedad o
trastorno subyacente, por lo que no es apropiado atribuir la caída solamente
a peligro ambiental o a la edad.
Las caídas son más frecuentes en personas con más años, ya que existen
cambios propios del envejecimiento (estabilidad postural y procesos que
afectan la homeostasis corporal produciendo mareos) que predisponen a
estos eventos y suelen anteceder a un período de declinación gradual de las
funciones de la vida diaria y al desarrollo de estados confusionales agudos.
Pueden ocasionar fracturas, hemorragias internas, neumonía aspirativa,
lesiones de tejidos blandos y pérdida de la funcionabilidad e independencia.

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3. Incontinencia urinaria persistente o establecida.
Es una pérdida involuntaria de orina que provoca un problema higiénico y/
o social demostrable objetivamente, se considera persistente cuando no está
relacionada con un problema o enfermedad aguda y que persiste a lo largo
del tiempo, se suele establecer en torno a 3 semanas. Su origen puede
deberse a varios factores como: lesiones cerebrales, demencia, lesiones
medulares, neuropatías, vesical (carcinoma, cálculos e infecciones),
ginecológicas (atrofia del epitelio vaginal o debilidad del suelo de la pelvis),
fármacos y problemas psicológicos.

4. Artritis.
El termino artritis es utilizado para definir más de 100 entidades diferentes,
la palabra deriva del griego “arthros” que significa articulación y el sufijo “itis”
que definiría infamación. Esto es la clave para diferenciarla de las otras
enfermedades reumáticas, donde la inflamación no es el elemento más
importante
En las articulaciones, los extremos de los huesos están cubiertos por
cartílago, y todo ello, cerrado por un tejido conocido como membrana
sinovial, en esta membrana es donde asienta la inflamación en la artritis,
aunque posteriormente puede lesionar el resto de las estructuras articulares.
De esta forma se produce inestabilidad y deformidad de la articulación y,
como consecuencia incapacidad funcional para la realización de tareas como
caminar, subir escaleras, abrir una botella, entre otras actividades de la vida
cotidiana.
A hora bien, los problemas psicológicos que se presentan en la adultez
mayor con más frecuencia son:

1. Estados depresivos.
La depresión constituye uno de los síndromes psiquiátricos más
frecuentes entre la población geriátrica, que produce alto grado de

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incapacidad y aumenta la mortalidad. Se han descritos múltiples factores de
riesgos en el adulto mayor tales como:

 Dificultad para realizar las  Dependencia económica.


actividades de la vida diaria.  Sexo femenino.
 Soledad.  Pluripatología.
 Pérdida de roles.  Polifarmacia.
 Bajo apoyo social.  Antecedentes familiares de
 Improductividad económica. depresión.
 Falta de convivencia.  Pérdidas afectivas y falta de
 Inactividad física. pareja sentimental.

La depresión en los adultos mayores no es provocada por un solo factor,


lo habitual es que en ella intervengan varios elementos.
Para el diagnóstico de depresión en un adulto mayor se debe ajustar a los
mismos criterios que se establecen en los manuales especializados como el
DSM-IV y el CIE-10 para otras etapas de la vida. Sin embargo, cuando la
depresión se presenta en adultos mayores, puede pasarse por alto porque
durante la adultez mayor suelen mostrarse síntomas menos evidentes, como
la sintomatología somática que suele ser prominente en la depresión
geriátrica, las más comunes son: astenia, cefalea, taquicardia, dolor
generalizado, mareo, disnea y trastornos funcionales digestivos, de igual
manera las personas mayores pueden estar menos propensos a reconocer
los sentimientos de pena o tristeza.
Por otra parte, en los senescentes, el retardo psicomotor usualmente no
es tan obvio como en los jóvenes. La ideación pesimista es común y puede
alcanzar niveles paranoicos y las alteraciones cognoscitivas suelen ser muy
obvias en esta población en particular si hay deterioro asociado. Asimismo la

41
ocurrencia de hipocondriasis es frecuente y las alucinaciones pueden
observarse en casos graves.
Cabe destacar que el ánimo depresivo en los ancianos suele ser crónico y
lentamente progresivo, similar a la distimia, por ello suele no ser reconocido
como enfermedad y se atribute en falso al envejecimiento, también los
trastornos del humor pueden ser secundarios a enfermedades como:
demencias, neoplasias, hipotiroidismo, dolor crónico, entre otras.

2. Síndrome confusional agudo o delirio.


El síndrome confusional agudo o delirio es una alteración en el estado
mental que se caracteriza por tener un comienzo agudo y casi siempre
reversible. Es uno de los desordenes cognitivos más importantes en el adulto
mayor, tanto por su prevalencia como por su implicación pronostica, la falta
de diagnóstico y tratamiento oportuno pudiera resultar en daño cerebral
permanente o muerte. La disfunción es secundaria a una enfermedad
sistémica o a trastornos cerebrales primarios, por lo que el delirio es
considerado un síntoma y obliga a buscar la enfermedad de base
desencadenante.
Es importante tener cuidado en el diagnóstico en aquellos adultos
mayores con deterioro, pues es fácil caer en la simpleza de atribuir un mayor
deterioro mental a sólo progresión de la enfermedad de base.
El síndrome confusional agudo se caracteriza por:
 Inversión del ritmo sueño- vigilia.
 Desorientación en tiempo y espacio.
 Oscurecimiento de la conciencia.
 Alteración de la atención: incapacidad de mantener la atención a un
estímulo externo. Se distraen fácilmente, no siguen órdenes.
 Deterioro de la memoria de corto plazo

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 Alucinaciones principalmente visuales, o malinterpretaciones, que con
frecuencia no recuerdan posteriormente y que exacerban de noche y
son vividas con miedo y angustia.
 Ideas delirantes de persecución.
 Alteración del nivel de actividad: agitación, vagabundeo o
intranquilidad que alterna con somnolencia y letargo; repiten
actividades ocupacionales previas.
 Alteraciones del lenguaje: vago, incoherente.
 Pensamiento desorganizado, fragmentado, y distorsionado.
 Mezclan experiencias del pasado con el presente y distorsionan la
realidad.
 Humor variable, con frecuencia hay miedo y ansiedad.
Frecuentemente, se suman aquellas manifestaciones físicas propias de la
enfermedad desencadenante. No son raros los síndromes parciales, de
hecho muchas veces no se dan todas estas características en un mismo
enfermo, lo que hace más difícil el diagnóstico.

3. Demencia.
Es un síndrome adquirido que se caracteriza por el deterioro significativo
en las funciones cognoscitivas de un sujeto que altera su desempeño y las
actividades de la vida diaria, laboral y social. Es de curso progresivo y no hay
alteraciones de la conciencia. En el anciano las tres principales causa de
demencia son la enfermedad de Alzheimer, el deterioro cognitivo vascular y
la demencia con cuerpos de Lewy, que en conjunto explican alrededor de 70
a 80% de todos los casos.
Para diagnosticar demencia se debe tocar en cuanta los siguientes
criterios:
i. Alteración de la memoria de fijación, de la memoria reciente y de la
memoria remota.

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ii. Al menos uno de los siguientes debe estar presente:
a. Alteración del pensamiento abstracto: incapacidad para similitudes
y diferencias entre palabras u objetos relacionados, dificultad para
definir conceptos e incapacidad para interpretar refranes.
b. Alteración de la capacidad de juicio.
c. Otras alteraciones corticales superiores: afasia, apraxia, agnosia y
alteraciones constructivas.
iii. Los déficits cognitivos de los criterios anteriores provocan deterioro
significativo en la actividad laboral y social.
Es importante resaltar, que estos cambios no deben ocurrir
exclusivamente durante un cuadro confusional agudo y debe existir evidencia
de una etiología orgánica o de que la alteración no puede ser atribuida a una
enfermedad mental como la depresión.

Intervención psicológica en el adulto mayor.

Es necesaria la participación de un equipo multidisciplinario para enfrentar


los diversos problemas de la vejez, dicho equipo debe estar formado por
médicos geriatras, enfermeras, trabajadores sociales, psicólogos entre otros
profesionales. De manera específica, el psicólogo tiene una función
importante en el equipo gerontológico debido a que las enfermedades
mentales tienen una prevalencia resaltante, ya que uno de los cambios
resaltantes del ser humano en esta etapa del ciclo vital son los cambio en las
funciones mentales.
Una de las funciones que el psicólogo cumple dentro del equipo
gerontológico es mejorar la situación actual de las personas de la tercera
edad, dotarla de la más alta calidad posible, es decir, busca un bienestar
psicológico.
El objetivo principal de las psicoterapias en los adultos mayores es que el
paciente actualice sus potencialidades del tal modo que logre darle a su vida

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un sentido más completo digno, en general se tiende a obtener cambios en
los sentimientos, los pensamientos y los actos, en el sentido de mejorar las
relaciones con otros (desarrollo de habilidades de contacto), disminuir las
tensiones de origen biológico o cultural, lograr satisfacciones y aumentar la
productividad. De lograrse estas metas, aún en pequeña escala, aparece una
vivencia confortante que favorece la autoestima y los sentimientos de
dignidad.
La intervención psicológica con los adultos mayores trata de alcanzar el
máximo grado de funcionamiento del paciente, en varias áreas que conlleven
el bienestar físico, psicológico, funcional y social del sujeto. Existen
diferentes tipos de psicoterapias entre las más resaltantes se encuentran:

1. Estimulación o rehabilitación cognitiva.


Es la rehabilitación como proceso a través del cual las personas que están
discapacitadas, debido a una enfermedad o lesión trabajan junto a
profesionales, familia y otros miembros de la comunidad para alcanzar el
estado máximo de bienestar físico, psicológico y social posible; por lo que se
busca alcanzar una mejoría a nivel emocional, ya que se entrena a las
personas a reutilizar habilidades instauradas ya olvidadas y a ejercitar la
utilización de recursos externos, manteniendo durante más tiempo las
habilidades conservadas y retrasando su pérdida definitiva.
Las áreas básicas que se debe reforzar en el programa de rehabilitación y
mantenimiento cognitiva son las siguientes:
 Orientación y atención.
 Memoria.
 Funciones ejecutivas frontales.
 Lenguaje.
 Cálculo.
 Praxias.

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Dentro de la estimulación cognitiva se encuentras distintos programas de
estimulación como:
-Terapia de orientación a la realidad: es un método que incluye diversas
técnicas que estimulan la comunicación e interacción social, y suministran
información acerca del paciente (sí mismo) y su entorno, la cual se utilizan
con personas con pérdida de memoria, desorientación temporal y espacial, y
problemas de confusión.
-Las psicoterapias de reminiscencias y revisión vital: se entiende por
reminiscencia el proceso de evocación narrativa del contenido de la memoria
remota y revisión vital consiste en el proceso estructurado de fomento de la
reminiscencia. Tiene como objetivo conservar la identidad del sujeto. Estas
concepciones resultan especialmente atractivas por su operatividad y su
coherencia con el modelo teórico del ciclo vital de Erikson, que define como
tarea propia de la vejez la consecución de un sentido de integridad vs
desesperación.
- Estimulación Psicomotora: son movimientos conscientes como ejercicios
de lateralidad, coordinación motora gruesa y fina, memorización de ritmos,
danzas, reconocimientos de objetos, entre otros. Tiene como objetivo que el
sujeto experimente positivamente su propio cuerpo y ejercite las habilidades
motoras básicas.
- Musicoterapia: se trata de usar la música con fines terapéuticos, donde el
paciente realiza actividades como: técnicas de relajación o actividades
acompañadas de música, danza, cantar, entre otras. Su principal objetivo es
potenciar las capacidades auditivas, rítmicas y de coordinación del anciano.
- Programa de psicoestimulación Integral: se trata de la suma de la
rehabilitación cognitiva, más el entrenamiento en las actividades de la vida
diaria, y el objetivo, es realizar el proceso involutivo de la persona.

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2. Programas de estimulación física.
Se debe tomar en cuenta las posibilidades del anciano y nunca forzarlo
hacer actividades por encima de su capacidad. Es conveniente que un
fisioterapeuta, supervise el plan de ejerció con el objetivo de prevenir
lesiones.
Los tipos de ejercicios que se pueden llevar a cabo serían:
-Ejercicio Físico: yoga, pilates, algunos aparatos de gimnasia, entre otros.
-Actividades ocupacionales: manualidades, cocina.

3. Programas de apertura e inserción comunitaria.


Se busca impulsar la apertura e integración comunitaria, mantenimiento en
el medio habitual del sujeto para no desvincularle de su entorno familiar y
social más inmediato. El tipo de actividades que se pueden promover es:
actividades recreativas con la familia y/o amigos.

4. Psicoterapia de la depresión en la vejez.


Se basa en que el proceso del envejecimiento suele implicar la sucesión
de pérdidas significativas en la vida del sujeto, las cuales provocan un
proceso de duelo con características similares a la depresión clínica.
Las investigaciones sobre el abordaje terapéutico de la depresión en el
anciano establecen una diferencia clara entre el tratamiento de la depresión
mayor y el de la distimia. En el primer caso, la psicoterapia por sí sola no ha
demostrado ser efectiva, pero sí combinada con tratamientos farmacológicos.
El modelo de tratamiento predominante es la psicoterapia cognitiva, que
parte de la concepción de la depresión como causada por la visión negativa
del paciente respecto de sí mismo, sus experiencias y su futuro.

5. Intervención centrada en la familia.


A medida que el mayor va perdiendo su autonomía, la familia cuidadora,
debe atender a las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria del
anciano, a la vez que convive con sus problemas de conducta y

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comunicación. Todo ello, requiere un alto grado de exigencia y asistencia,
que trae consigo, una disminución de recursos económicos asociados a los
gastos indirectos de este cuidado, junto con un malestar físico y psicológico
en el cuidador, provocado por la disminución de sus horas de ocio, su
aislamiento social y la pérdida de independencia, paralizándose en muchas
ocasiones, su proyecto vital durante varios años.
Por todo esto, el psicólogo debe programar actividades donde las familias
reciban toda la información necesaria acerca de cómo cuidar y cómo
cuidarse, para prevenir el síndrome de Burnout.
Las actividades que podríamos programar, serían del tipo:

 Jornadas informativas acerca de las patologías de sus familiares,


donde se les explique todas las fases a las que se enfrentarán, y se les
enseñe las pautas de actuación adecuadas para facilitarles la adaptación a
su nueva situación.
 Grupos de autoayuda, donde las distintas familias puedan
desahogarse y combatir su soledad, fomentando sus relaciones sociales
mermadas por las exigencias de su labor asistencial.
 Actividades que fomenten las relaciones intergeneracionales entre
hijos-padres y/o nietos-abuelos, para que la unión familiar, continúe sólida.
 Fomentar los sistemas de participación, mediante estrategias como:
formación de grupos de trabajo o reflexión, buzón de sugerencias,
participación de la familia y el usuario en el diseño del plan individual de
intervención.
 Asistencia psicológica.

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CONCLUSIÓN

La adultez mayor y el envejecimiento, a pesar de ser hechos inherentes al


ciclo vital, y, al menos este último, común a todos los organismos, genera
actitudes y respuestas en quienes los observan desde una perspectiva
externa curiosamente opuestas, pues si bien algunos añoran alcanzar dicha
etapa, otros pasan su vida huyendo de ello, considerándolo, al igual que
Aristóteles, un hecho despreciable. Como individuos inmersos en el área de
la salud, específicamente de la salud mental, es importante poseer las
herramientas necesarias no sólo para el acompañamiento de los adultos
mayores durante su proceso, sea por la adaptación a la nueva etapa o por
las constantes pérdidas a las cuales se vean sujetos, sino para el
acompañamiento e incluso la psicoeducación que, de una u otra forma, cada
sujeto que forme parte de un núcleo con un adulto mayor en él, requiere.
En este sentido, una investigación y análisis exhaustivo sobre la adultez
mayor y todos los cambios a los cuáles se encuentra sujeto el senescente, le
otorga al profesional de salud en formación, la base –a nivel teórico– para
desarrollar estrategias psicoterapéuticas y abordajes integrales hacia sujetos
de esta población.
Por otra parte el conocimiento objetivo sobre los fenómenos biológicos y
psicológicos que circundan esta etapa, brinda la oportunidad de desmitificar
una gran cantidad de sucesos asociados a ella, ejemplo claro de esto es la
sexualidad durante la adultez mayor. En una sociedad que acostumbra a
marginar la educación sexual, se convierte en tabú hablar de los ancianos
como seres sexuales, pues a partir de cierta edad se asocian con pasividad,
tranquilidad y disminución, sino desaparición, del deseo sexual, derivando,
en muchos casos, en la coartación de la intimidad de parejas mayores o la
expresión de una serie de prejuicios que inciden negativamente sobre el

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bienestar y el desarrollo de los individuos cuando alcanzan la última etapa
del ciclo vital.
En síntesis, el conocimiento de los hechos propios de una etapa del
desarrollo evolutivo, en este caso de la adultez mayor, brinda al profesional
las herramientas para intervenir, psicoeducar o acompañar cuando sea
pertinente.

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