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24-08-2019
A lo largo de la extensa frontera entre Estados Unidos y México, las temperaturas en verano
alcanzan fácilmente los 40º C. El desierto de Sonora se extiende a ambos lados de la frontera y se
erige como una barrera mortal para los miles de migrantes que buscan una vida mejor en el norte.
Miles de personas anónimas han muerto en estos desiertos mientras seguían la ruta conocida como
"el camino del diablo". Nunca sabremos cuántos han muerto, ya que el desierto borra la evidencia
de los que se desvanecen allí; los buitres, coyotes e insectos rápidamente se abalanzan sobre los
cadáveres y dejan solo los huesos blanqueados. Se han hallado restos de más de 3.000 personas,
pero los expertos estiman que más de 10.000 han muerto al intentar cruzar el desierto. Varios
grupos de voluntarios han estado deambulando durante años por las arenas ardientes del Sonora,
dejando comida, agua y medicamentos a lo largo de los senderos conocidos de los migrantes y
haciendo todo lo posible para reducir la letalidad del desierto.
En enero de 2018, Scott Warren, del grupo de ayuda humanitaria No más muertes, fue arrestado y
acusado de albergar a "extranjeros" y de conspiración, delitos federales por los que enfrentó la
posibilidad de recibir una condena de 20 años en prisión. En el primer juicio, el jurado no pudo
determinar un veredicto, que debe ser unánime, pero ocho de los 12 miembros votaron por la
absolución. Los fiscales federales retiraron la acusación de conspiración y van a proceder con el
nuevo juicio, programado para noviembre. Warren todavía enfrenta una posible sentencia de 10
años de prisión.
Recientemente participamos de una de las travesías para dejar agua y comida junto a Warren y
otras dos voluntarias de No más muertes, Geena Jackson y Paige Corich-Kleim. Salimos de la nueva
oficina de ayuda humanitaria que la organización comparte con grupos aliados en Ajo, Arizona, y
viajamos por un rústico camino de ripio hasta el Monumento Nacional Organ Pipe Cactus, declarado
reserva de la biosfera por la Unesco. Todavía era temprano en la mañana, pero la temperatura ya
excedía los 38º C. La reserva se extiende desde las cercanías de Ajo hasta la frontera con México.
Al oeste del monumento nacional se encuentra el Refugio Nacional de Vida Silvestre Cabeza Prieta,
el mayor refugio de los 48 estados meridionales del país. Scott Warren nos explicó: "En este
momento no puedo poner pie en el refugio debido a los cargos de delitos menores que enfrento por
haber brindado ayuda humanitaria".
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Interestatal 8 y su esperada nueva vida más allá. En el campo de entrenamiento militar Goldwater
se han descubierto en los últimos años varios restos óseos humanos.
El escritor Luis Alberto Urrea describió elocuentemente la muerte de 14 migrantes en este valle en
su libro finalista del premio Pulitzer de 2004, "The Devils Highway" ("El camino del diablo", en
español). Urrea describe en seis etapas la cercanía de la muerte: "El aire del desierto, como tú,
tiene sed. Te absorbe el sudor tan rápido como tú lo produces, tan rápido que ni siquiera te das
cuenta de que estás sudando... el aire te toca los labios para quitarte el agua. Cada respiración te
deja la nariz reseca, así como los senos paranasales, la boca, la garganta... La desolación primero
te bebe de a pequeños sorbos, luego en tragos profundos". Urrea agrega: "Si lloras, estarás
haciendo una inversión infinitesimal a favor de tu propia muerte".
Debido a sus juicios pendientes, Warren acompañó la expedición para dejar agua y comida, pero no
participó en la actividad personalmente. Geena Jackson manifestó a Democracy Now! mientras
ultimaba los preparativos para dejar en el desierto los bidones de agua: "La ayuda humanitaria
nunca es un delito. Es un imperativo humanitario tratar de aliviar la muerte y el sufrimiento en esta
área. A pesar del accionar de las agencias gubernamentales, que intentan criminalizar a los
trabajadores de ayuda humanitaria, nosotras sostenemos que la ayuda humanitaria nunca es un
delito". Geena Jackson y Paige Corich-Kleim dejaron mensajes en cada uno de los bidones de agua
que dejaron a la sombra de un árbol, junto a un sendero creado a lo largo de los años por las
personas que realizan este peligroso viaje.
Paige Corich-Kleim nos contó: "Generalmente escribo mensajes de tono religioso, como Vayan con
la fuerza de Dios o Que Dios bendiga su camino". Esto es para que los viajeros sepan que el
agua fue dejada por personas amistosas y que es seguro beberla. También dejan latas de frijoles
para brindarles las calorías y sales necesarias para la subsistencia, que las personas van perdiendo
a medida que se adentran en el abrasador calor del desierto.
Mientras observaba el trabajo de sus colegas, Warren expresó: "Estoy notando la energía de este
momento y creo que es, tal vez, porque todos nosotros estamos aquí, y por escuchar a mis amigas
describir los mensajes que están escribiendo en las botellas. Esto se volvió tan rutinario para
nosotros que incluso yo olvido lo importante y lo hermoso y lo prácticamente sagrado que es".
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now!
en español, spanish@democracynow.org
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diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es
co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios
en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
Fuente: http://www.democracynow.org/es/2019/8/23/muerte_y_resistencia_en_la_frontera
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