Está en la página 1de 12
FEUD Gartlediaem ZCt|-O} Qurer Goa, PAIDOS CONTEXTOS: ‘Ghtimos tfulos publicados: 19, Coil Le ey plot, Une srs aa el to is oe Wem ‘6 il i ee cpm ie eo So ai imei 110. 1B ee sina Dru dlamere dee: Comacnet ts cae Lex ROGER-POL DROIT LAETICA EXPLICADA A TODO EL MUNDO won PADOSP Pinot aia pled ou iene | Publesdocnengue cea for Eto a “rude de Mat Jot Fas (Cb dee Ferindee 1 ele sepenie 2010 ‘sp etic se areata ae a ay pease canes 2 Eaiione dS, 208 8 z010dels eadarion Maca fous Ps Bip Libor SLU, 2000 ato de Recoee, 428002 Madd Eons Pudi bea x un ello eral de Espa bon S10, 2 Dla set 560 Bah seerpdecon ISBN s78.84.49324062 Depa la M9495 2090 Iimpeo en Tres Brome, od: Aroyomolino 1 ee 3128932 Métes (Maid) epteoeh Espa— Pine in Spain [Noes posible ser justos sino somos humanos, ‘Vauvenancuts, Reflexiones y marinas, 12 22 LasMIcA ExpuicapA a TaD0 8 MUNDO de policentrismo o de estructura en archipiélago, ue ha supuesto una explosién de valores, y de maneras cle apreciar qué estd bien y qué esta mal. Dada esta pluralidad de morales, la reflexién &tica como biisqueda, como indagacién, necesa- slamente ha de ser més activa, E incluso se vuel- ve indispensable en la medida en que, en una sociedad en vias de globalizacién, hay que elabo- rar formas de coexistencia de distintos sistemas de valores que en ottos tiempos no se conocfan y que muy ocasionalmente tenian la oportuni- dad de oponerse en la vida diaria, No vivimos bajo el imperio de una moral tinica capaz de dominarlo todo y de controlarlo todo. De ahora cen adelante, nos vamos a encontrar frente a pun- tos de vista diversos, diversos critetios, El de safio actual consiste en hacer que converjan, en intentar equilibrarlos, en proponer soluciones que puedan suscitar un consenso o, en todo «caso, un acuerdo aceptable para todos. En este sentido, podsfamos decir que la nueva tarea de Ja ética consiste, de algin snoxlo, en organizar la vvida comtin de las diferentes morales. —Para conseguirlo, babré que conocerlas, imagino, Por supuesto, En todo caso, al menos ¢s nece- sario haber comprendidolas principales actitudes ue se registran cn nuestras sociedades, Y para lo, todavia nos queda un trecho por delante. CAPITULO 2 Un ambito sin fronteras —En definitiva, éde qué se ocupa la ética? iDe nuestras acciones! De nuestras ocupa- ciones de cada dia, sero también delas grandes decisiones que tomamos en momentos deter- minados de nuestra vida. Pero esta respuesta no est4 completa, paes también es preciso espe cificar de qué modo concreto la ética considera nuestros hechos y muestros gestos mis diversos. Porque hay numerosas maneras de examinat ‘nuestro comportamiento... Por ejemplo, desde el punto de vista de la-energia muscular em- pleada (leer esta pégina quema menos calorias gue subir cinco plantas por la escalera), o bien desde el punto de vista de las motivaciones psi- col6gicas (sentirse més atraido por Ia lectura que por el esfuerzo fisico, o ala inversa), o tam- bién desde el punto de vista del rendimiento a anor teraneremmecnnenananaitatiaidldinda: Dit iene 24 Larica pxmLicapa 4 7000 st MUNDO econdmico (entregar un paquete en el quinto piso puede proporcionar alguno, leer este capi- tulo es seguramente enriquecedor, pero en otro sentido), Cul es, entonces, el enfoque particular desde el que la ética aborda nuestros comportamientos? Para encontrar una respuesta, conviene recordar «que munca dejamos de preguntarnos «cémo he de actuary. Porque no somos méquinas, no somos robots programados para ejecutar una tarea sin teflexionar previamente. Al contratio, ao largo. del dia, y alo largo de toda nuestra vida, toma- mos decisiones. Asumimos responsabilidades, hasta en las cosas mas simples que hacemos. Denifios, nos preguntamos si es mejor desobe- decer las Srdenes que nos dan. Podemos decidir si hay que delatar al nifio que ha hecho una tra- vesura y ha provocado un desastre. De adoles- centes, nos preguntamos si hay que guardar los secretos de nuestros mejores amigos o si, en si- tuaciones concretas, ¢s preferible revelarios, De adultos, se nos presentaran miles de ocasiones de cuestionamos sies bueno o malo decir esta o aquella verdad a nuestros hijos, a nuestros pa- dres, allegados, amigos 0 colegas. De ancianos, podremos preguntarnos si debemos esperar a que llegue la muerte, sin importar qué enferme- clades padecemos y qué sufrimiento nos causan, © si es posible elegir el dia y la hora de nuestro adi6s definitive. on Anarzo say rRONraRAS 2 Y éstos son sélo algunos ejemplos. En rea- lidad, nunca dejamos de preguntarnos cémo actuar ade la mejor manera», Esto nos permi- te ofrecer una nueva respuesta, también muy simple, a tu pregunta: la ética es ante todo el ‘conjunto de reflexiones derivadas de estas dos cuestiones: «¢Qué debo hacer? gCémo debo actuar?>. —¢Significa eso que sienspre querentos bacer lo mejor? De hecho, si. Pero lo que complica las cosas «es que ese «mejor» no es necesariamente lo mis- ‘mo para todos nosotros. No siempre es lo que la mayoria de Ia gente considera que esté «bien». imaginate que alguien se pregunta: «Qué po- dria hacer yo para comportarme de la peor ma- nera?», No es una hipétesis imposible, Por cjemplo, esa pregunta se la podria hacer alguien ‘que busca venganza, impulsado por el odio 0 potla intencién de hacer dafio. Es obvio, en este caso, que, al hacernos esta pregunta pensamos en realidad que ese «peor» seri... jlo mejor! Lo mejor sera «lo peor que puedo hacer». De ma- neta que, incluso en este caso siempre queremos hacerlo «bien», Sécrates, cl filésofo que vivié en Atenas en el siglo v antes de muestra era, fue el primero en subrayar esta paradoja: también el ladr6n, el cxi- minal y el dictador quieren el bien. Lo que ocu- 26 Lalinea sxruicana 07000 ae MUNDO tte es que ellos se equivocan de bien. Por lo tanto, segiin Sécrates, no existe una voluntad enteramente negativa: no podemos querer el mal por el mal. Parece que se elige el mal, pero en realidad se quiere el bien. El problema es que se confunden, se equivocan de bien. —De todos modes, parece algo curioso, A primera vista, sin duda. Lo que por ehora debemos recordar es que, detrés de nuestras decisiones cotidianas, por banales que puedan ppareces, surgen muchas preguntas. Como tel6n de fondo, nos planteamos muchas reflexiones que resultan necesatias para saber cémo debe- ‘mos actuar. Ya se trate de elecciones simples 0 de deci siones fundamentales, sobre todo sentimentales © politicas, de tomas de posicién individuales 0 colectivas —en asociaciones, empresas, oen ins- tiruciones—, cada vez resulta més pertinente este interrogante ético. Ademés, el campo de la éti- ‘e4 no termina ahi; es mucho sis vasto, ya que 4a ética concierne también a las decisiones de la vida intemacional, como son la guerra yla paz, 0 Ja lucha contra las desigualdades entre los paf ses del mundo, Podemos incluso ampliar la lista, dado que existe, ademés, una dimensin ten en Ins a ciones destinadas al mantenimiento de los eq librios naturales, como la preservacién de las ts aro san ynowrenas a condiciones de vida de las fururas generaciones © remediar los estmgos contra el planeta. Como ves, el ambito de los interrogantes éticos no tie- ne fronteras. Lo encontramos por todas partes, cen todos los sectores de las actividades huma- nas, individuales o colectivas. —Entonces, en todos estos dmbitos la ética deberta proporcionarnos respuestas para actu, no? ¢Debe decirnos cmo hemos de actuar? jo exactamente. Es, a la vez, més sencillo y més sutil. Porque no se trata simplemente de saber qué debemos decidir dentro de quince ‘minutos, en funcién de la situacién concreta en. ‘que nos encontremos. Se trata también de saber ‘en nombre de qué vamos a tomar una decisién en lugar de otra, cudles son los valores que vamos a tener en cuenta, y qué criterios rigen nuestra de- cisién, La cuestién fundamental no es qué deci- sin vamos a toma; sino entender en funcién de qué asumimos 0 rechazamos una soluci6n entre dos —o entre cuatro, cinco 0 diez— posibilida- des que se presentan, Dicho de otro modo, la ética no es una acti- vidad préctica donde basta con aplicar unas reglas de manera mecénica. También es preciso que reflexionemos sobre lo que justifica esas reglas, sobre qué s: basan las alternativas que se nos offecen antes de tomar una decisién, sobre el punto de partida que adoptamos, los méco- 28 LASTICA ExpLICADA.A TODO HL UNDO. dos que quetemos poner en prictica, los resul- tados que queremos obtener... jy las razones que justifican todo eso! —Sin embargo, muchas veces tomamos deci. siones sin pararnos a pensar. ¢Significa eso que, cuando actuamos de inmediato, peas te, lo hacemos al margen de la ética? No, no necesariamente. En realidad, cuando actuamos sin detenemos a pensar, cuando deci- dimos répidamente, sin devanarnos los sesos, también estamos ofreciendo un modelo de con: ducia a los demés. Incluso sin pensar, incluso sin quererlo, estamos construyendo una ética. —xPodrias explicar eso? Siyo decido actuar de una determinada ma- neta én vez de otra, es porque considero mi manera de actuar la mejor, o la menos mala, Haago lo que creo que hay que hacer. Eso sigue siendo cierto incluso cuando tengo la impresién de actuar «sin pensar», maquinalmente. Incluso sino me hago demasiadas preguntas, estoy pro- poniendo a los otros, por el mero hecho de ac- tuar asf, una especie ce modelo. Esta idea fue defendida, sobre todo, por el f- Josofo francés Jean-Paul Sartre, que muri6 en 1980. «Al elegirme, elijo al hombre», afirmé. Qué significa esta sentencia? Imaginate que alguien hace trampas en el juego (evidentemen- Un funsr0 SIN HONTERAS » te, no seremos ni tiini yo). La persona que hace ‘trampas seguro que se dice algo como: «Sé bien, ‘que esto no se hace, que no hay que hacer tram- pas, porque falsea el resultado del juego. Pero, por una vez, yo, a solas con mi conciencia, he decidido hacerlo, Es una decisién que me con- cieme s6lo a mi». Sartre le habria respondido esto, poco més 0 menos: «Cuando haces tram- pas, ests diciendo “hay que hacer trampas”: sugieres que eso estd bien, y que todos debemos hacer trampas. Con tu pequeiio fraude personal estas ofteciendo un modelo. En ese sentido, e4 cliges que cl hombre sea un tramposo. Eso ¢s lo ‘que ofreces como modelo a la humanidad. zDi- ‘ces que no afecta a los otros? Eso es una pelicu- Ia china que te cuentas a ti mismo para eludir tu responsabilidad. —Entonces, si lo be entendido bien, cuando ago algo que en apariencia silo me concierne a ‘mi, gen realidad estoy proponiendo un ejemplo «todo el mundo? Si, Jo has entendido pesfectamente. Es es0 lo ‘que Sartre queria decir. En muestras actuacio- fhes, no actuamos para nosotros mismos nada mas; nunca actuamos slo por nuestra cuenta, también decidimos, indirectamente, para los demas, para todo el mundo, Esta idea se resume cen esta frase: «Al clegirme (es decir, al tomar decisiones que parece que sélo conciernen a mi 30 taLenca uxmLicaba a rope Ht MUNDO. caso concreto, a mi existencia personal), elijo al hombre (decido, en realidad, en iltimo extre- ‘mo, para la humanidad entera)». —iMe parece bastante exagerado! Por supuesto, es un razonamiento extremo. Pero es una manera de explicar que nunca esta ‘mos completamente solos. Las elecciones que hhacemos, aunque parezcan egoistas, afectan a los demas, —Sin embargo, si decido, por efemsplo, ocupar- ‘me sblo de mi, voir en mi rineon sin preociparmte de los demas, jno puede decirse que exté ofrecien- do ningiin modelo! Piénsalo un poco més! cb qué? Lo que acabas de decir. Creo que estés con- fundido, sin darte cuenta. Estis diciendo, sino me equivoco, que quedéndose en casa y vivien- do de manera egoista, cin compartie nada con nadie, no se est proponiendo un ejemplo a na- die, y por lo tanto, menos que nadie a la huma- nidad. Es exo? spSbimeparece muy evident! ien, repito entonces: ;piénsalo un poco iis! Sicliges vivir af, es porque consideras que es mejor para ti, De acuerdo? uw auanizo soe rRONTERAS 3 —Si, claro, Al ereerlo asi, piensas que «cada uno tiene que vivir para si mismo, ée es el secreto, ésa es la mejor manera desalit adelante». —Es logico Entonces, no ¢s menos légico llegar ala con- clusién de que, al pensar eso, estas proponien- do como modelo para 1a humanidad la vida egoista y el «sdlvese quien pueda»... Y¥ asf he- ‘mos vuelto a Ia caslla de salida: puedes elegir ser egoista, tanto como ser altruista, vivir para tus intereses nada més u ocuparte del préjimo. Pero cada vez, en realidad, lo que eliges también lo ests proponiendo a los demés. —iVale! ;Ahora lo he entendido! Eso quiere decir que el hévoe o el traidor, el bueno y el malo, estin diciendo cada uno, a través de sus actos, «bay que ser un béroe», xbay que ser un traidor», et Efectivamente. Si actuamos de la manera que consideramos mejor (con independencia de cus sea esa manera), estamos planteando una regla de conducta, estamos utilizando un criterio para de- cidir. El problema es que la mayoria de las veces ‘no nos damos cuenta, Podsiamos decir que la éti- ca consiste en realizar el esfuerzo de deducir esas reglas y es0s criterios. Es preguntarse cuales son. las reglas porlas que nos regimes, y con qué crite- rios valoramos las actuaciones de otras personas. 32 CARICA XALICADA.8 rope HE MUNBO Con esto, no hemos llegado al final del cami- no, Al contrario, nos encontramos en el punto de partida nada mis. A partir de abf surgen un, montén de preguntas, del tipo equién decide lo que esté bien ylo que esta mal? zEn nombre de qué? ¢Las reglas que determinan nuestras ac- ciones son transmitidas 0 son producto de una claboracién? ¢Las formulé un dios y se las hizo Hegar un dia alos hombres, de manera que basta, con aplicarlas? gO, por el contrario, los hom- bres han ido forjando ellos mismos sus reglas de ‘conducta, y han fabticado las nociones de bien yde mal? cEs la naturaleza la auténtica fuente de dichas nociones y, por lo tanto, la fuente de la ética? En el mundo, alld donde vayamos, encontramos puntos comunes en Ia sensibilidad de los seres humanos: a nadie le parece bien que los nifios, sean asesinados ante los ojos de sus madres; a todo el mundo le conmueve el sufzimiento aje- no, tanto més cuando es injusto, y todo el mundo se siente impulsado a socorrer a desconocidos «que suften algtin tipo de desgracia. Es algo que podemos constatar, por ejemplo, cuando se pro- duce una catéstrofe natural, un terremoto, un ‘suvarti, una inundaci6n, una hambruna, una epidemia... En estos casos, se organiza una cadena soli- daria, Las personas que ofrecen su tiempo 0 su. dinero para organizar la ayuda no conocen a las daeartosin PRONTERAS 2 victimas. A veces, no saben nada del pafs donde hha ocurrido la catastrofe, pero se sienten impre- sionados por el sufrimiento de sus semejantes. Los filésofos han destacado ese «impulso del corazén» que leva @ los seres humanos a con- ‘moverse esponténeamente por la desgracia aje- na, Este sentimiento existe al margen de la re- flexién, atraviesa todas las épocas y las culturas. Ya sele llame «amistad» (Aristételes), «humani- dadp (Cicetén), «piedad> (Rousseau, Scho- penhauer) 0 «compasién>, parece que se trata de un fenémeno natural y universal. Lo encon~ tramos asimismo en China, donde el filésofo Mencio lo considera el punto de partida de la moral ‘No importa cudintos afios tenemos, ni si so- ‘mos hombre 0 mujer, no importa nuestra reli- sidn, ni nuestro idioma, y tampoco nuestra épo- ca: son muchas las situaciones de emergencia en que todos los seres humanos estamos esponti- neamente de acuerdo en calificar como «bue- ras» un determinado tipo de acciones. ¢Quiere eso decir que se trata de una realidad incontes- table? ¢Es una apariencia? ¢Qué conclusiones hay que extraer de ello? Entre los problemas que la teflexién sobre la ética pone de relieve esti el preguntarse si existen impulsos 0 senti- ‘mientos totalmente universales y si podemos ex- ‘traer reglas vilidas que lo sean realmente para todos y en todas partes. 34 tA BrTcA BxPLtcADA.A DO BE MUNBO —2¥ por qué no habrian de ser universales esas reglas? Porque, al mismo tiempo, constatamos que existe una gran variedad de reglas éticas. Muchas ddecesas reglas difieren 0 cambian seqtin as épocas, las civilizaciones, los grupos sociales, las creen- cias. Lo que es considerado «bueno» en un deter minado lugar y en un determinado tiempo tal vez sea condenado en otro tiempo y en otro lugar. maneras de ver, que proyectamos sobre la totalidad de la historia y de las culturas. Desde esta perspecti- va, veremos entonces que determinados puntos clave de nuestros concepts —como dignidad, 36 —_LAeeica EXPLICRDA 4 TODO EL MUNDO integridad fisica, respeto a la libertad indivi- ‘dual—no existen necesariamente con esa forma ‘en todas las sociedades, —Entonces, ¢no hay solucién? Afortunadamente, no. Pero si buscamos un primer denominador comin, simple y exacto, me parece posible encontrarlo. Este es el que yo propongo: la ética es, en primer lugas, la pre- cupacién por los demas. Porque la existencia de los otros, la presencia de los otros, las miilti- ples relaciones entre ellos y yo, constituyen el runt de partida més universal de todas a for A Ia inversa, imaginemos que los otros no cexisten. Si yo estuviese, o tt estuvieses, comple- tamente solo en el mundo, practicamente no se plantearian mas problemas éticos. ¢Qué podria significar actuar bien 0 mal hacia ti mismo si es- tuvieses solo? Si ése fuera el caso, te preguntatias qué puede hacerte dai o bien, qué es positivo co megativo para tu salud o para tu supervivencia, Pero, al margen de estas cuestiones clementales, no tendrias verdaderos problemas éticos, ya que éstos existen solamente en funcién de nuestras relaciones con los demés. Ese es el punto principal que debemos tenet presente. Cuando alguien pregunta: «¢Qué ac ciones son las mejores?», o bien: «¢Qué princi- pios nos permiten discernir las mejores accio- oN Anorro si RONTERAS 37 nes?», estas preguntas siempre se refieren a las relaciones entre «nosotros y los demas», y entre alos demas y nosotros». La ética es, en primer ugar, la preocupacién por el pr6jimo, cl inte- 163 que nos suscita su existencia, su presencia, sus expectativas, sus deseos, su dignidad y su libertad. Es algo asi como «ama a tu préjimo como a Hi mismo», cro? ‘No exactamente. Esta méxima cristiana supo- ne una especie de heroismo sublime. No es nece- sariamente lo que la ética exige. Llegar a amar a todos los seres humanos como a uno mismo es un objetivo muy dificil de conseguir. La ética es més ‘modesta y mis accesible, y dice aproximadamen- te: «Piensa que los otros estén aht. Empieza por no hacerles lo que no te gustaria que te hiciesen a ti». Antes de amar, antes incluso de ayudar, se trata de no perjudicar, de no hacer datio, ‘No hacer a los ofros Jo que no nos gustaria {que nos hiciesen» es lo que se llama La Regla de (Oro. La encontramos, bajo una forma w otra, en pricticamente todas las culturas. En el fondo, se basa en el respeto a los demés. El nacleo de la reflexién ética tiene que ver con que los seres humanos son miltiples, y que se relacionan en- tre ellos de maneras muy distintas. En dltima instancia, se trata de elaborar las reglas que ayu- den a vivie mejor 38 AA BTIGA EXWLICADA.A DO BL MUNDO Y una vez tenemos esas reglas, cya estd? fo es tan sencillo, Primero porque esas re- las pueden ser distintas de una cultura a otra, como acabamos de ver. Pero también porque pueden darse conflictos entre diferentes reglas, segiin las circunstancias. Imaginemos a un juga- dor de péquer. Est convencido de que no hay que hacer trampas, es una regla que considera indiscutible, un deber fundamental. Pero su hijo cae gravemente enfermo, y él no tiene dinero suficiente para que lo operen de urgencia. Sal var la vida de su hijo es también su deber, 65a ¢s ‘otra regla fundamental. Por lo tanto, debera ele. air entre dos formas de deber, entre dos reglas ‘que entran en conflicto. En realidad, la mayorfa de los «casos de conciencia» surgen de un con- flicto entre reglas éticas. Creo que eso empieza a responder a tu pre- gunta. Porque el problema de la reflexion » de las decisiones éticas es que, aunque tengamos reglas generales, nos enfrentamos a casos par- tculares. Y por eso hay que distinguit entre la <<ética general» y eso «ética aplicada. La prime 1a reflexiona sobre los principios, las normas, tee valores sin entrar en el dete de as situa ciones ni de los casos concretos. La segunda se ‘ocupa de adaptar las reglas gencrales a las situa- ciones individuales, siempre particulares. La ética aplicada es siempre como un traje a medida, Hay que cortar, ajustar punto por pun- on fatco sn erowrenas 2 to, comprobar que no hemos olvidado ningiin aspecto de la situacién, que hemos sopesado todos los elementos. —Esto me recuenda a las decisiones que se to- ‘man en los tribunales. Tienes toda la raz6n, es parecido. Por defini- cin, ninguna ley prevé el caso de X, que robs tuna vespino anoche, en la esquina de la calle Y, en la ciudad Z. No existe ninguna ley para los robos de ciclomotores y para los nifios de esta ciudad, todavia menos para esa vespino en con- creto y ese chaval en concreto. Hay una ley que prevé determinadas sanciones en caso de robo. El trabajo del juez sera adaptar el marco general que la ley proporciena al caso tinico que se est juzgando. Aristételes, el fildsofo griego, ya lo sabia ‘Afirmé que todos los jueces tienen que utilizar Ja misma regla que ‘os arquitectos. Hay que st- ber que la regla quelos arquitectos griegos util aban para tomar medidas no era rigida como lo es una regla de madera. Era una plomada, es decir, era flexible, capaz de adaptarse a formas distintas; por ejemplo, para medirla curva de un pértico o los relieves de una columna. Igual que el arquitecto, el juez tiene que interpretar la ley para el caso concreto que se le presenta, La ética adopta el mismo modelo. También en este caso tenemos unas reglas generales y unos 40 easrecanxLtcADA 47000 HL UNDO casos particulares. La adaptaci6n se leva a cabo mediante la reflexi6n y la discusi6n, a menudo entre titubeos y vacilaciones. Porque, en la ética aplicada, nunca hay una solucién lista y definiti- va. Es preciso inventar, probar, retocar. Por til- timo, dicho en el mejor sentido de la palabra, Ia ética aplicada viene a ser como el bricolaje. Cin qué materiales se hace ese bricolaje? Con qué berramientas? —Bueno, ahora mismo lo vamos a ver. CAPITULO 3 Entre religiones y filosofias —eDénde podemos encontrar las grandes ac- titudes éticas? En las religiones del mundo? ¢En Laobra de las fldsofos? En ambas. Primero tenemos que entender Jos puntos en comin y las diferencias entre la ‘moral religiosa y 1a moral Iaica, entre la ética ny la ética de Ia filosofia. Se trata, en definitiva, de saber siempre, de decir, cémo podemos hacer mejor el mundo, de definir con qué criterios juzgamos los actos de lo res humanos. No obstante, aunque las pregun- tas siguen siendo casi las mismas en todos estos Ambitos, las respuestas son muchas, y muy dife- rentes. ; En realidad, son tantas y tan dispares que no podemos mencionarlas todas...

También podría gustarte