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Algunos versos desde la cojudósfera y un relato breve pero tirante

Raúl Escalante Salazar

Algunos versos desde la cojudósfera y


un relato breve pero tirante
A quien ya no está en las llaves de la casa.

Algunos versos desde la cojudósfera y un relato breve pero tirante.


Raúl Ángel Escalante Salazar
prensaraes@hotmail.com

Lúpulo Editores
Calle Recoleta Angosta 569
Centro Histórico del Cusco

Primera edición, Cusco, 2019

Edición, diagramación, collages: Marco A. Moscoso


Prólogo Querida Mía; ando tropezando por lo que queda de estas calles. Salgo de
cuando en vez a regar silencios y a dar paseos por estos parques que ya no
brillan. Ya no hay soles hippies; se rompieron las lunas trovadoras. Dejé
de cabalgar nubes, ya no le jalo las orejas a las tardes. Los cuentacuentos
agonizan y los poetas buscan la muerte al afeitar las olas. Se me hace difícil
seguir hablándole a las flores. Me distraigo a veces ordeñando soledades.
Duele decirte, pero la ciudad del amor (que una vez creamos) es sacudida por
bruscas tempestades engendradas por algo que parece ser un descabellado
agujero negro. Aquello devora los colores y las memorias de los ángeles, los
parques y los fundamentos de los pistilos. Si antes no te dije nada fue porque
no quería preocuparte con cosas que en un principio parecían ser solo el mal
sueño de un nictálope herido; sin embargo, considerando la magnitud de
los estragos –y su creciente desarrollo-, debo confesarte que la destrucción
de nuestro mundo del amor es inminente. Yo te libero de mí… Y lamento
sueño de un nictálope herido; sin embargo, considerando la magnitud de
los estragos –y su creciente desarrollo-, debo confesarte que la destrucción
de nuestro mundo del amor es inminente. Yo te libero de mí… Y lamento
decírtelo así; pero en breve ya no habrá quien desplume canciones y te vista
poemarios.
Querida Mía; ando tropezando por lo que queda de estas calles. Salgo de
cuando en vez a regar silencios y a dar paseos por estos parques que ya no
brillan. Ya no hay soles hippies; se rompieron las lunas trovadoras. Dejé de
cabalgar nubes, ya no le jalo las orejas a las tardes.
Ya no hay soles hippies; se rompieron las lunas trovadoras. Dejé de cabalgar
nubes, ya no le jalo las orejas a las tardes. Los cuentacuentos agonizan y
los poetas buscan la muerte al afeitar las olas. Se me hace difícil seguir
hablándole a las flores. Me distraigo a veces ordeñando soledades.
Sin embargo, considerando la magnitud de los estragos –y su creciente
decírtelo así; pero en breve ya no habrá quien desplume canciones y te vista
desarrollo-, debo confesarte que la destrucción de nuestro mundo del amor
poemarios.
es inminente. Yo te libero de mí… Y lamento decírtelo así; pero en breve ya no
Querida Mía; ando tropezando por lo que queda de estas calles. Salgo de
habrá quien desplume canciones y te vista poemarios. Yo te libero de mí… Y
cuando en vez a regar silencios y a dar paseos por estos parques que ya no
lamento decírtelo así; pero en breve ya no habrá quien desplume canciones y
brillan. Ya no hay soles hippies; se rompieron las lunas trovadoras. Dejé
te vista poemarios. Yo te libero de mí… Y lamento decírtelo así; pero en breve
de cabalgar nubes, ya no le jalo las orejas a las tardes. Los cuentacuentos
ya no habrá quien desplume canciones y te vista poemarios.
agonizan y los poetas buscan la muerte al afeitar las olas. Se me hace difícil
seguir hablándole a las flores. Me distraigo a veces ordeñando soledades.
Cilia Romero
Duele decirte, pero la ciudad del amor (que una vez creamos) es sacudida por
Escritora y cuentacuentos
bruscas tempestades engendradas por algo que parece ser un descabellado
Paraguay
agujero negro. Aquello devora los colores y las memorias de los ángeles, los
parques y los fundamentos de los pistilos. Si antes no te dije nada fue porque
no quería preocuparte con cosas que en un principio parecían ser solo el mal
Lleva un cadáver y medio
en sus cabellos azules, y algo de granizo; y
tiene un par de ogros
y un perro sin su hueso
en el mal humor;
y en sus ojos sin fondo revolotean
contradicciones y duendecitos arrepentidos,
16| Muñeca pero ella es un día largo y azul
con jugo de naranja y mucho sol;
y tiene la piel quemada
y algo lastimada
por el viento, las cruces, los clavos,
los incendios y sus ex…
pero es tan hermosa…
Y habla de más cuando
le duele su estrella de la suerte,
y es medio rara los lunes,
y a veces hace trampa en el ajedrez,
y a veces cree que soy de su propiedad,
y a veces la “caga” y no pide disculpas,
y a veces no nos llevamos bien,
y a veces sale corriendo,
y a veces me mira y nunca sé lo que quiere,
y a veces creo que está loca,
y a veces me gusta cuando sopla el viento
en sus tardes ecuestres,
y a veces me mira y no quiero irme de su lado
porque ella es realmente tan hermosa,
y a veces
creo que estoy loco por ella…
porque ella se parece tanto al amor…
Sus ojos son un poco como el mar:
un mar nocturno desde la tropósfera de una guitarra sin
corsé.
Sus ojos son un poco como el silencio:
un silencio lleno de estrellas cuando vuelan las mejillas
de la noche.
Sus ojos tienen un parecido vulgar al cielo:
20| Ojos Bonitos un cielo imperfecto, con tormentas,
meteoritos, y ángeles radioactivos a las diez.
Sus ojos son un poco como los orígenes del mundo:
acuíferos, creacionistas, incomprensibles, hipotéticos.
Sus ojos son un poco como el amor:
un amor complicado, tan sístole, tan cabrón, tan
hipodérmico, tan de carne.
Sin ti(go)
el sol seguirá saliendo todas las mañanas, a la misma
hora y por el mismo canal, y continuarán con su dulce
vuelo las oscuras golondrinas, los hipogrifos, los
pleyadianos y las moscas; y estos poemas continuarán
llenándose de ferias, cantinas, ojos con luna,
abducciones y hasta guerras crísticas; y
las canciones de amor ya no se ahogarán, como tampoco
los pingüinos, las chicas malas, o mi calentamiento
global.

Sin ti(go)
22| Sin Ti(go) no dejarán de cabalgar entre besos y números primos
mis intenciones y mis sueños (cuando es viernes); y
mis últimas cenas continuarán siendo bien penúltimas
y muy cabronas, y siempre donde la tía veneno,
escuchando Radiohead y posteando a Wilden Portilla; y
por acá nadie más morirá de amor o de risa en la cuesta
de San Blas, y hasta tendré más tiempo para acabar con
mi tesis de por qué se suicidan las burbujas en verano; y
eso y esto; es decir… cariño,
sin ti(go), mi corazón seguirá vistiéndose de rojo
en el occipucio de Los Andes.
Lo que más me gusta de ella
es que me deja beber cerveza negra
mientras admiro sus nortes y su sur;
y me gustan sus margaritas y sus tardes:
esas tardes donde el viento no ha muerto
y el agua no está rota.
24| El Sur En esas tardes
ella puede ser ella,
y yo puedo ser yo,
y el sur es el sur.

Me gusta el sur,
me encanta el sur.
Por allá va la novia del Paititi,
por allá va esa linda novia;
danza con sus anteanoches y plática
con el viento.
Persigue trofeos de papel y tinto, y enamora:
enamora poetas de ocho patas y cuatro ojos.

La novia del Paititi juega


a las escondidas con el sol, y
28| Paititi de vez en cuando conversa
con los semáforos y las tarántulas
intermitentes.

A la novia del Paititi le gusta la penumbra


cuando los sábados muerde la noche, y le
gustan los libros, y le gusto yo, pero prefiere
evitar besos que después no puedan curar el
tiempo y el ron.
Cuando la rumba que bailan mis treinta y
cuatro simios
ya no quieran rumbear con los lunares de
tus muchos hallazgos,
cuando los mapas urgentes de mi corazón
corsario
ya no quieran gastar su pólvora en la isla de
tus tesoros perdidos,
cuando mis ángeles pistoleros se cansen de
30| Celosa pedirle una taza de amor a tus demonios que
no se cansan de incendiar mis tsunamis;
cuando eso…
cuando esto…
y escúchalo bien
mariposa de tequila con sal,
cuando eso y cuando esto,
prometo que serás tú
la primera en saberlo.
¿Y flirtear otra vez con los masallases y masacases de tus
ciudades peligrosas?,
¿Y rumbear otra vez con tus pasiones esquisotéricas
mientras tu demonio de la guarda desnuda rayos de sol
para dos?,
¿Y abrazarnos en el punto más alto de tus regiones
encantadas?, y hablar de amor, ¿otra vez?... y del terror del
amor, digo, porque te conozco “bacalao”, y me conozco, y
porque sé que sabes de que ojo cojeo;
Y disculpa…. Pero no.
Pero sí… y calibrar de momento (y otra vez) mi alma al
32| De Nuevo voltaje de tu alto voltaje, aunque luego, me ardan y duelan
tus aguas termales, y esas tus rabietas de viernes 13,
y cada avión,
y cada cuaderno,
y cada cigarro,
y cada recibo….

Porque tu cuchillo sí corta,


pero sí...
porque no soy de piedra,
pero sí…
Deja de disparar corazones
tristes en mi frente,
sácate de los ojos
las espadas cuitas;
recuerda cuando mis agostos
echaban raíces en tus mares,
recuerda cuando era yo:
el galeón negro
de tus calaveras miopes.
34| Poema Uno
Y recuerda
que me debes cuatro libros,
dos CDs y la chalina que me regaló
mi madre;
¡Oh!, nena,
princesa de membrillo
con ananá y rabioles,
una cosa más, colita de manzana.
“disparas como nena”.
El problema no es el dolor
de muelas en su juicio,
ni la ausencia de galanes en su Facebook
(cuando le sube la marea)…
Me encanta su marea,
extraño su marea.

Su problema no es la billetera que mata galán


cuando llueven las vacas flacas, o los recibos
de ocho patas;
ni los histriónicos demonios que
38| Su Problema se supone que ella misma amarró
a su cama (aunque diga que no);
ni el viento de muerto
que aprendió a tomar el autobús junto con ella
para ir al trabajo y al shopping.

Y no… el problema,
su problema –además del cáncer-
es que se enamoró de un cholo misio;
se enamoró de mí…

Un brindis
uterino en el peroné de esta tarde.
Devuélveme mi foto carnet,
mis masallases, mi canuto;
devuélveme mi yugular y los crímenes
pluscuamperfectos… mis masacases
y mis preguntas a media voz…

Yo te desenvuelvo tus meniscos… tu dibujo del


plontafante, y todas tus canciones con sus signos
vitales.

Devuélveme mis pupiletras, mis camposantos, mi pata


de zancudo, mi ukukito del Señor de Qoyllorit’i, y
40| Las Tarjetas aquel lunes por la tarde cuando el amor no envejecía,
y ese poema sin uvas pero chistosito, y devuélveme
aquella luna de mi libro de Los versos del capitán…

Yo te devuelvo tus libros espirituosos,


tus mapas a la quinta dimensión y a la noria;
y un poema, ese poema con meningitis
para que no se pudran tus helados de fresa,
ni tus burbujas…

Tus burbujas…
tus burbujas de chocolate y tutti frutti...
Cariño;
te declaro responsable
de lo que esta noche le suceda a la luna,
cuando los pájaros de mi espinazo
42| Arlequín percudan su predilecta blancura,
con el barro turbio de mis lamentos; esos lamentos
que cuelgo del suelo
cuando mi corazón cuadrúpedo (de rumbas) se lía
con los pétalos de tus baladas rosas.
Pero
cuando rimen en un mar de fuego
tu nombre de chocolate
y mis flores de vino,
y cuando encalle mi barca anhelante en los montes
blancos de tus sueños de cristal
y pasión;
y mis cuervos acuíferos y
tus trópicos de fresa y uva
44| Poema Calato se despeñen en el mismo abismo de sueño
y agua, seremos un barco
de fueguitos en la mar… tu mar
tu mar que arde.

Y yo aquí…
calato,
corazón calato.
Riega tus rosas y tus treces de espada;
ponte tu mejor vestido;
échate el perfume caro (que tanto,
te gusta) porque tú eres la novia
de la luna, la novia más risueña;
pero déjate las canas,
le gustan, le encantan,
son como mordiscos de plata.

Estás hecha de fuego y de luna,


y eres un dragón de fuego y de luna;
y porque solo cuando se abre la nuez
aparece la almendra,
48| Luna y porque tu cuerpo es dulce y bello
como tu alma,
como tus sueños.

¡Apúrate!
¡Está subiendo la marea!,
novia de la luna,
el amor no espera;
porque también estás hecha de carne
como de fuego y de luna.

Apúrate… novia,
que él te espera.
Eres bonita,
la más bonita, y
en tus ojos hay dos lunas:
grandes y redondas, y
el mundo tiene un sabor
a recién nacido en esas
lunas deslumbradoras.

Y en tu sonrisa de caramelo,
lunera bonita, y
siempre bonita, hay
una luz inocente
50| Bonita que solo vive
al final y al comienzo
del día; porque eres un sueño.

Bonita, bonita,
Y eres un sueño de luz con
vainilla
donde nunca se marchita la lluvia
y nadie discute con las palomas,
y eres un sueño, bonita;
y tejes sueños bonitos;
bonita…
bonita…
Chica; cómo me gusta cuando te disfrazas de cumbia,
cómo me gustan tus corneas a las seis,
cómo me gusta tu voz sin policías.
Chica; que nuestros amores no sean pasteurizados,
que nuestros amores incendien demonios,
52| Cornel 2 que nuestros amores no sean enanos.
Chica; cómo me gusta la risa de tu palma,
cómo me gustan tus dilemas a las diez,
cómo me gustan hasta tus zombies y tus cruces de
almendra… (Y es que diciembre es el mes más cruel).
Pero
a los 35 te van dejando de doler los meniscos, los cláxones, las
alturas y sus pupilas impías, las películas de Van Damme; y
también te van dejando de doler las barcas que aman auto-
naufragar… y las facturas, las promesas recién bañadas y hasta la
paz espiritual.
A los 35 te van dejando de doler las canciones de la Piaf y de la
Pantoja y de Chacalón; y duelen menos los pasadomañanas:
cuando el silencio arde; y duelen menos las despedidas en cuarto
menguante, los “Dados Eternos”, las verdades en short; las
campanas, las pastillas, los nephilim… las dalinas.
A los 35 te va dejando de doler no tener un carnet de medio
54| A los 35 pasaje para la quinta dimensión, y ya no duelen mucho el recorte
presupuestal y el chilcano de luca; también las disculpas, las
lemurias y las ausencias; y duelen menos los sanblases y los
veranillos en un banco marrón; y los chukakis y los policías y las
piñaullas… y los bradespitt…
A los 35 van dejando de doler el culo de la luna y las corbatas
de los reyes, la blanquiroja, la escasez de inteligencia emocional
en el cuerno de la noche, los bautisterios, las lluvias sin sol y el
Apocalipsis de San Juan; y van dejando de doler la imperfección,
los cromosomas, la libertad de prensa en el purgatorio, los
iluminatis, los anitchas y los atacaus… y hasta va dejando de doler
ELLA… y eso y esto y aquello… además y también.
Y sí, princesa del mal, pero también del bien… porque buena estás: dual
nomás, como Dios y como la verdad que se mueve y cambia, y así nomás…
Y nada, yo me quedé por acá
con un dolor de lunas y sin trabajo, pero feliz y tirante… y la ciudad allí: las
nubes de un solo ojo aprendieron a cantar la malagueña en las fiestas de
Sanseb beach;
y tu amiga: la china que dice que no es china (…) sí, la guapa, se dejó los
bigotes y las tristezas;
y la Pachamama tosió más imprecaciones de carne contra las jisputas
mineras y los presidentes, y es que al final y como siempre, acá,
terminamos
convirtiendo más bazofia en gobernantes y en santos de la puta que los
parió (y claro, claro, las putas no tienen la culpa). Pero así estuvo por aquí la
58| Carta a Miss Menta II cosa… y
vendí mi moto porque lo mío nunca fue la velocidad,
y vendí mis alas, mis alitas grises, porque la
calle está dura, y de hecho, tuve que ordenarme un poquito, y ahora
trabajo, pago mis impuestos,
estoy por graduarme… y entre otras cosas, dejaron de preguntar por ti los
amigos, las noches, algunos demonios, y yo;
y por eso no “me lloro” cuando te digo esto, y es con todo y todo, un
hombre solo debe llorar por amor; pero cambiando de aires, como te decía,
así por aquí… estimada princesa de menta… la vida continuó,
como tenía que ser,
justo donde me dejaste,
en la esquina de la calle del Fin de mundo
con jirón A la vista será)… y así fue.
Febrero también fue cruel, y dolió chicoca, como el desempleo en
cuarto menguante, la otitis, las dudas de amor en Salto Grande o
aquella lejana patada en las bolas (y en el alba). Y es que la vida
a veces duele nomás, como el cielo desde una cárcel o la resaca
por intoxicación aguda en las fiestas de San Carmelino; además,
no es fácil decirlo todo de una sola vez. Pero ese no era el punto…
Lo que quería decirle: es que usted me alborota el gallinero y los
meñiques, y los destinos también. No sé si me explico; y es que es
muy bella su belleza, que hasta duele y quema (como dicen en las
canciones de la radio y en las películas en YouTube)… pero sí, y
aplasta, aplasta en los obeliscos y en la pituitaria… y aturde, sobre
todo en las noches enamoradas, y en las mañanitas: esas mañanitas
de las que no cantaba el rey David, porque sí. Y sus ojos de pirata
60| Chukaki honrada también me queman, y la selva ardiente de su cabello loco
y enmarañado, y sus labios de manzana con toffee y yunza, y su
olor a hembra pistolera pero ecologista y muy decente y correcta, y
su voz de pajarito hippie, y esas pequitas de su cuerpo me queman
también y mucho… porque como usted y las mariposas que
atrapan sueños, saben: somos de carne, cariño, pólvora, y huesos...
y por eso, me quema-quema que me quema-quema.

Y por eso seré feliz esta noche,


como un jardín de cláveles al fuego,
como una ciudad en llamas sin policías ni “munis”;
seré “feliz incendio” en el paladar del infierno,
para incendiar de una vez su corazón de dragona.
Sin mi(go)
no se te pudrirá la lluvia de marzo ni se correrán las
estrellitas rosas de tus medias;
y hasta podrás viajar más seguido e ir a conciertos
vampíricos porque te crecerán las alas y los colmillos
espaciales;
sin mi(go)
no dejarán de bailar lambada tus canciones, ni las
mariposas de remate que viven en los poemarios de
tus ojos, y hasta podrás hacer esos cursos que querías
para aprender las fórmulas de la paz espiritual y la
atemporalidad de los yoguis; y eso, y esto;
sin mi(go)
62| Sin Mi(Go) los Avengers seguirán salvando al mundo al final de
sus películas, y los buenos borrachos seguirán siendo
buenos cuando las tardes se llamen primero Melancolía y
después (bienvenido) Nuevo amor al cubo y al cuadrado,
porque
tú, chibola loca, así, sin mezquindades, mereces ser feliz;
y por eso, tus calles de la sensación conocerán otras
sensaciones, y la luna, sí, esa luna de queso, brillará
más fuerte para ti cada Lunes de Resurrección y Sábado
de Gloria, incluso, cuando haya eclipse de princesos y
caperusos, porque sin mi(go), chica loca, esa luna lunera
y sus versos de amor y platino, seguirán brillando (con
vallenato y cumbia) para ti.
Son tan de verdad todas sus rosas, tan fundamentales sus
64| Poema 20 espigas y sus cóleras de sueño feroz; pero es tan alegre su
alegría cuando no le duelen los príncipes ni los eclipses.
Querida Mía; ando tropezando por lo que queda de estas
calles. Salgo de cuando en vez a regar silencios y a dar paseos
por estos parques que ya no brillan. Ya no hay soles hippies; se
rompieron las lunas trovadoras. Dejé de cabalgar nubes, ya no
le jalo las orejas a las tardes. Los cuentacuentos agonizan y los
poetas buscan la muerte al afeitar las olas. Se me hace difícil
seguir hablándole a las flores. Me distraigo a veces ordeñando
soledades.

Duele decirte, pero la ciudad del amor (que una vez creamos)
68| A Mía es sacudida por bruscas tempestades engendradas por algo
que parece ser un descabellado agujero negro. Aquello devora
los colores y las memorias de los ángeles, los parques y los
fundamentos de los pistilos. Si antes no te dije nada fue porque
no quería preocuparte con cosas que en un principio parecían
ser solo el mal sueño de un nictálope herido; sin embargo,
considerando la magnitud de los estragos –y su creciente
desarrollo-, debo confesarte que la destrucción de nuestro
mundo del amor es inminente. Yo te libero de mí… Y lamento
decírtelo así; pero en breve ya no habrá quien desplume
canciones y te vista poemarios.
10 Prólogo Arlequín 42
16 Muñeca Poema calato 44
20 Ojos bonitos Luna 48
22 Sin ti(go) Bonita 50
24 El sur Cornel 2 52
28 Paititi A los 35 54
30 Celosa Carta a la Miss Menta II 58
32 De nuevo Chukaki 60
34 Poema uno Sin mi(go) 62
38 Su problema Poema 20 64
40 Las tarjetas A Mía 68

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