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FILOSOFIA DE LA PSICOLOGÍA EN ORIENTE Y OCCIDENTE

ANTONIO LAMEIRO

PAMPLONA. ESPAÑA

Etimológicamente es Psicología discurrir o tratar acerca del alma. Filosofía es el amor a la


sabiduría. Por tanto, filosofía de la psicología es el amor a tratar acerca del alma.

El primer quehacer de la Sabiduría- y seguramente, el último también- tal como figuraba en el


templo de Delfos de la antigua Grecia, es “¡conócete a ti mismo!”.

Sobre el Amor, decía Platón que amamos lo que no tenemos. Aquí se nos presenta el primer
problema: el alma siempre ha sido algo huidizo. En ello está el quid de la cuestión; el alma es
siempre lo otro: alteridad, otredad. Alma es lo que no tenemos, el deseo o aspiración profunda.
Por eso el mundo del alma es el mundo del revés: en él, el macho es hembra y la hembra macho,
la muerte es boda y la boda muerte, la locura es sentido que orienta hacia delante y la cordura es
obstáculo que crea enredos.

Entonces, en el esfuerzo de autoconocimiento, incluido en el conocimiento del yo, está el


conocimiento de la otredad. La verdadera filosofía, la verdadera psicología profunda, es una
gnosis, una sabiduría trascendental. Gnosis, en éste sentido amplio es conocimiento, ausencia de
la ignorancia de donde viene todo mal. Por tanto, no se trata de algo meramente intelectual.

Es decir que éste conocimiento, no es movimiento o acción que va de una parte a otra. Plotino
explica muy bien como “es imprescindible al que actúa (y el pensamiento es una acción puesto
que es cambio), actuar sobre otra cosa, o si quiere actuar sobre sí mismo, ser múltiple”. El
pensamiento siempre impone otredad, dualidad. “Es imposible que el pensamiento permanezca
uno”(Enn.V,3, 10)

Precisamente, mas adelante, define el Uno como “lo primero que piensa el pensamiento, antes de
pensarse a sí mismo”.

Así que ésta gnosis, no es una cosa intelectual, ya que su objetivo es conseguir la unidad:
precisamente la unidad de los contrarios. En cambio el objetivo del intelecto es diferenciar.

Pero de entre todos los pares de contrarios, el mas importante, es el que ciencia y filosofía crean:
división del mundo en sujeto y objeto. Intentaré mostrar cómo se dio ésta división, y cómo no es
el único camino.

Antes de que alguien pierda la paciencia, habrá que decir que generalmente la psicología actual,
no se ocupa del alma, ya que no la considera un concepto científico. Pero ¿qué es la ciencia? Algo
creado por el ser humano. Un invento encontrado en la búsqueda de la sabiduría, algo para
contestar a nuestras preguntas e inquietudes. Preguntas: aquí está la esencia del ser humano.

¿Qué es para el ser humano la vida? Experimentar.

El ser humano es el que experimenta y se mantiene atento a la experiencia. Pero para que la
experiencia aparezca, para que se de, hacen falta dos extremos: el conocedor y lo conocido, algo
que se experimenta y alguien que lo experimenta. ¿O hay experiencia sin ese alguien? Dejaremos
la respuesta a ésta pregunta para mas tarde.

La ciencia occidental- ciencia a secas, valdría decir- ha intentado describir lo mas exactamente
posible “eso” capaz de experimentar. Haciendo un paréntesis podríamos decir que son posibles
otros tipos de ciencia, como menciona el sinólogo Joseph Needman, o como el mismo Hegel que
define su fenomenología como ciencia de la experiencia de la conciencia; pero esto no se acepta
demasiado bien oficialmente, por tanto no me meteré ahí.

Dejando a un lado el paréntesis tomaré la posición de Heidegger a propósito de Platón, para


explicar ésta historia –o éste mito-, el de la ciencia.

Según Heidegger, Platón lleva a cabo un viraje en la metafísica al cambiar el concepto de verdad.
Hasta Platón se entendía la verdad como “a-letheia”-aparecer, revelación, des-ocultamiento. Así
entre los Presocráticos, la verdad era la presencia misma, el mismo aparecer de lo que aparece a
la luz: “fysis”; el hacerse o nacer de lo que tenemos delante. En cambio desde Platón, la verdad
se entiende como “adecuatio rei ad intellectum”, adecuación de la cosa al intelecto. Por tanto será
oro verdadero, aquello que corresponda al concepto “oro”, la verdadera belleza-en lugar de ser
una experiencia-será aquello que corresponda al concepto de lo bello.

En resumen, sin entrar aquí demasiado, con Platón o con los epígonos de Platón, comienza una
nueva manera de ver el mundo, el asombro de vivir, en el pensamiento occidental, se dirigirá
hacia los entes, hacia las cosas que son, olvidando la pregunta por el ser. En lugar de asombrarse
y preguntarse por la luz, preguntaremos por las cosas que aparecen a la luz.

Por eso, según Heidegger, la metafísica occidental se reduce a la teología. El problema del ser, se
reduce al problema del ente de los cielos, del ente supremo. Dicho mal y pronto, si es que la
imagen es válida, los metafísicos- con honrosas excepciones- hacen una especie de zoología de
Dios, cómo si fuera un ente objetivo, exterior, sólo que muy grande.

En consecuencia, comienza a trabajarse, a pensarse el objeto ( ob-yectum, lo arrojado delante, lo


que yace delante), lo que es conocido, dejando a un lado al conocedor.

Así se entiende fácilmente la clasificación que hace Jung: pensamiento oriental, introvertido;
hacia el interior; y pensamiento occidental, extrovertido, hacia el exterior. Sin embargo, algunas
corrientes minoritarias de pensamiento, continuarán introvertidas pero escondidas. Entre ellas el
Hermetismo, la Gnosis , la Alquimia.. .Tengamos en cuenta que en cierto modo los alquimistas
son continuadores de los presocráticos, tanto en su método(póiesis), cómo en los contenidos (arjé
u origen de todas las cosas)

Siguiendo adelante, llegamos a la revolución científica. En ella ese viraje que Platón imprime a
la metafísica, aunque desde luego en otro modo, llega a la madurez.

Con Galileo, lo único real será lo que se puede medir y pesar. La verdadera objetividad; la que
busca la ciencia, está en la figura y la medida. Este punto de vista se manifestará totalmente en el
determinismo de Laplace: será posible prever cualquier suceso futuro del mundo una vez
conocidas la velocidad y posición de todas sus partículas en un momento determinado.

Descartes explica muy bien la raíz filosófica de ésta postura. En el mundo hay dos sustancias
(sub-stare, lo que permanece debajo a través de los cambios); por tanto dos cosas que existen por
sí, sin necesidad de otra cosa: “res cogitans” y “res extensa”; pensamiento y extensión, sujeto y
objeto. De la sustancia que tiene extensión, se ocupará la física (entendida como mecánica). El
resto de las ciencias, se esforzarán en imitar a ésta mecánica. El ser humano se convertirá en el
amo del universo y creerá que éstas fuerzas mecánicas recién conocidas deben ser aprovechadas,
tomando así a la naturaleza por un gigantesco almacén inagotable que le provee suministros. Poco
a poco va a aparecer también una ciencia del sujeto, por supuesto al modo de la exitosa física
mecánica. Por tanto, la psicología, presuponiendo ésta metafísica u ontología implícita, se ocupará
de las sensaciones subjetivas correspondientes al mundo físico, objetivo.

Después de madurar, las cosas se pudren; o visto de otro modo, después de pudrirse el fruto (
mecanicismo ), brota una nueva flor. A finales del siglo XIX, empiezan a ponerse en duda los
principios del mecanicismo y con ello entrarán en crisis todas las ciencias hasta nuestros días.
Aunque resultaría largo exponer toda ésta crisis, y por ello no vamos a hacerlo, mencionaremos
a Ernst Mach, tanto por la crítica que hace de Newton, como por la crítica al concepto de sujeto.
Aunque en los manuales Mach figura como partidario del positivismo, habría que ver dónde se
fundamenta ese positivismo. Desde luego, no tiene que ver con el de Comte. Tiene mas relación,
cómo el mismo señala, con la negación de Hume de substancia y sujeto por no evidentes y con el
idealismo empirista de Berkeley.

Por lo que respecta a Newton, Mach comienza por negar la existencia del espacio absoluto. La
inercia de un objeto es creada y condicionada por el resto de materia del universo. Por tanto, una
centrifugadora, por poner un ejemplo, aislada del resto del universo, si es que fuera posible,
dejaría sin secar la colada. Esto quiere decir que el espacio no es independiente de la materia que
lo ocupa. No es como sostenía Newton el recipiente de todas las cosas, aparte de los objetos. Si
no hay espacio absoluto, entonces todo movimiento es relativo con respecto a otro objeto. Por
tanto, espacio y materia, forman un todo único, un único “continuum”. Este punto de vista tuvo
una gran influencia en Einstein; es decir en el relativismo que refuta el mecanicismo.

Todavía mas lejos, niega la substancialidad de la materia. Lo que llamamos materia no es mas
que un conjunto regulado de relaciones entre sensaciones. Las sensaciones de un ser humano se
coordinan entre sí, de la misma manera las sensaciones de un grupo humano, llegan a ser
parecidas. De modo que aquí tenemos el origen del concepto de materia, por tanto la materia no
es algo incondicionado y permanente, aparte de nosotros. La materia no es una substancia, algo
que exista por sí mismo.

Con el concepto de “yo”, ocurre algo parecido según Mach. El “yo”, no es nada aparte de un
conjunto de recuerdos, sentimientos y sensaciones ligadas al cuerpo. En el “yo”, no hay nada
permanente, por tanto, el “yo” no es algo substancial. Lo que existe es un “continuum” sin
divisiones, no hay auténtica distinción entre sujeto y objeto. Todo lo que existe no es sino
experiencia.

Como decía Heráclito, lo que hay no es mas que un continuo devenir.

En suma, lo que nos interesa, es que ésta crisis de nuevo plantea la pregunta escamoteada: ¿qué
es el ser?

Ya el poeta romántico Novalis decía: “siempre andamos buscando lo incondicionado pero lo


único que nos encontramos son cosas”. El ser está antes que todas las cosas, porque no es una
cosa, sino una apertura, aquel hueco en el que las cosas aparecen. Desde siempre, la imagen del
ser ha sido la luz. En palabras de Roger Garaudy: “entre las cosas invisibles, la luz es lo primero
que puede verse”. Pero para ver la luz, es necesario algo que refleje sus rayos. La luz no se ve de
por sí, la luz se ve en los objetos que aparecen a la luz. Aquí damos con un tema realmente
interesante; el alfa-omega. ¿Por qué se desdobla el Uno al hacer la “Creación”?¿Cómo puede ser
que de lo Uno aparezca la multiplicidad? He aquí por así decirlo una “llave filosófica”: para
conocerse a sí mismo. Según Hegel, la Creación es una estrategia del Espíritu. Mediante ésta
estrategia, lo que estaba “en sí” (sin conciencia), pasa a estar “para sí” (consciente).

El mismo motivo, aparece en casi todas las filosofías místicas occidentales u orientales (Plotino,
Herméticos, Gnósticos, Scoto Erígena, Avicena, Advaitismo hindú...) El tema se ilustra muy bien
en una historia sufí.

Erase una vez un hombre. Tenía de todo, pero no era feliz porque le faltaba sabiduría. Entonces
fue a ver a un sabio. Después de explicar su problema, el sabio le envió a buscar la camisa del
hombre más feliz del mundo, para que lograse la sabiduría. Después de mucho tiempo, cuando
hubo recorrido todo el mundo, encontró al hombre mas feliz del mundo. Horrorizado, descubrió
que no llevaba camisa. Luego de mirar bien la cara del hombre mas feliz del mundo, se dio cuenta
de que era el sabio del principio de nuestra historia.
-¿Cómo no me advertiste desde el principio que el hombre mas feliz no usa camisa?

-Andar en busca de algo imposible te ha dado todo lo que necesitabas.

-Pero...¿por qué no me lo explicaste la primera vez?

-Todavía no estabas maduro. Después de las experiencias que necesitabas, te has curado.

La ciencia contemporánea ha actualizado la pregunta interminable, la que quedó escamoteada con


la actitud tecnológica. La actitud tecnológica es contraria al famoso Tao; en lugar de ser uno con
la naturaleza, trata de sacar de la naturaleza todo lo que se pueda. El origen de ello es la confusión
entre el ser y el ente. Entonces, he ahí la pregunta: ¿qué es el ser?

Para contestar consideraremos dos sistemas; uno occidental y otro oriental: la fenomenología de
Husserl y el budismo.

A pesar de ser diferentes, en ambos el problema central es el ego o la yo-idad. En ambos casos lo
mas importante es el conocimiento. Igualmente para ambos, el conocimiento no es contenido sino
atención. El ser siempre está ahí, lo que ocurre es que no estamos atentos.

La filosofía de Husserl es fenomenología. Fenómeno es lo que no es la cosa en sí. Pero la cosa en


sí, independientemente de alguien que la conozca, es lo que no hay. Todo lo que aparece, todo lo
que se da, no son mas que fenómenos.

El ser es evidencia, lo que se da por sí mismo, lo que hay y basta. Ser es ser evidente, lo que se
muestra a sí mismo, lo que se exhibe a sí mismo. Así se entiende ese lema famoso de Husserl: ¡a
las cosas! El verdadero positivismo, el que se ciñe al hecho o “positum”, es la fenomenología.
Por eso, la filosofía se puede convertir en ciencia estricta o ciencia pura. He aquí la idea directriz
de la ciencia; la sabiduría indudable, “episteme”, la sabiduría con total certeza. Como suele
decirse: uno y uno, dos.

Esta ciencia será “prima philosophia”, filosofía de los primeros principios; base y fundamento del
resto de las ciencias. Su contenido serán intuiciones. Es intuición lo que aparece inmediatamente;
no a través de algo sino que aparece sin proceso, lo que se exhibe sin mediación. Por tanto, la
intuición es evidencia, lo que se da sin reflexión.

En cualquier caso, hay que tener en cuenta que tanto en la vida cotidiana como al elaborar las
llamadas ciencias, tomamos lo que Husserl denomina “actitud natural”. Esta “actitud natural”
consiste en un cierto dogmatismo, por medio del cual creemos que los contenidos que aparecen
en la conciencia son “reales”.

Pero ésta creencia no está justificada ( como Hume y mas tarde Mach demostraron ). Esta creencia
no es en modo alguno una intuición, sino una reflexión ( ¿creada por la sociedad? ).

Entonces para que la intuición aparezca como tal es preciso hacer una reducción. Esta reducción
consiste en poner entre paréntesis cualquier opinión previa y dejarla provisionalmente en
suspenso, fuera de juego. Mediante éste método se le da una nueva perspectiva al problema de
explicar el conocimiento y su objeto.

Al hacer ésta reducción el mundo nos aparece totalmente renovado, como si fuera una metanoia
o conversión religiosa: vivir en la evidencia es un cambio existencial que afecta al ser humano
entero. Sin duda el fenomenismo es apasionante. ¡Probadlo!

Aunque Husserl no lo aceptaría, en éste fenomenismo, el pensamiento occidental y el oriental


tienen mas de un punto en común.
En “Meditaciones Cartesianas” , Husserl toma la duda como método. Tal como hizo Descartes,
sostiene que para saber algo indudable, es preciso algo obvio por sí mismo, evidente. En el mundo
hay muchas cosas, pero ¿cuál que no se pueda poner en duda?.

La duda misma es indudable. No puedo poner en duda si dudo o no. Si no lo se, entonces estoy
seguro de que tengo duda. En este caso, sería evidente que dudo. Pero si hay duda, si hay
pensamiento ( en el sentido amplio ), entonces la duda aparece en algún sitio. De ahí sacó
Descartes el famoso “cogito ergo sum”. Pienso, luego existo; o dicho con mas precisión: cogito (
no es sólo pensar, sino cualquier modificación o cambio del estado interior, algo que se mueve
adentro, inquietud...), por tanto existen las cogitaciones, si existen, en algún sitio suceden o se
dan, en mi interior precisamente, luego yo existo.

Husserl piensa que Descartes hizo lo que tenía que hacer: poner todo en duda hasta encontrar la
evidencia. Así cualquier cosa queda como fenómeno, sin efectuar esa creencia reflexiva,
discursiva, en la realidad de las cosas. El único problema es que nuestro Descartes se queda corto.
No es todo lo radical que hacía falta.

Claro que la duda existe indudablemente y claro que tiene que darse en algún “lugar”. Pero ¿de
dónde sale que éste ego, el que cogita o duda, es una substancia permanente?.

Por eso Descartes, un vez que ha establecido dogmáticamente ( sin ponerla en duda ) la existencia
del sujeto, a la hora de establecer la existencia de los objetos trae como prueba única “la bondad
de Dios que no puede engañarnos”. Según Husserl, Descartes deja al ego fuera de la duda. Toma
al ego como un ladrillo. Después de destruir el mundo mediante el método de la duda, lo
reconstruye basándolo en el salvado ladrillo del ego. Este es el error llamado psicologismo: tomar
al ego por una substancia. En el psicologismo la experiencia en lugar de vivencia, queda a la
manera de objeto. Por eso el cartesianismo, a pesar de las esperanzas suscitadas, se queda en un
dogmatismo.

Lo que había que hacer con el ego, es la reducción trascendental. Por medio de ella, el ego queda
entre paréntesis. En la “actitud natural”, el ego interesado ( o identificado )se da como substancia,
un objeto mas entre los objetos. Después de hacer la reducción trascendental, el ego desinteresado
( o desidentificado ) se convierte en “espectador”. Quien tiene las experiencias ya no es el ego
psicológico, ahora ya no es sino el polo que tiene todas las vivencias.

El ego ha pasado de ser algo substante, a ser simplemente el polo de la atención: ego trascendental
precisamente. Cualquier experiencia puede describirse así: ego cogito cogitatum. Yo pienso ( en
sentido amplio, conozco- cogito- modificación mental ) contenidos mentales. Así se abren dos
campos distintos: noesis ( acto de conocer, síntesis de las percepciones en la constitución del
objeto ) y noema ( lo que se menta en el acto mental, reducido a fenómeno ).

El budismo es un método para acabar con la ilusión del yo. Esto no es fácil, puesto que el ser
humano vive sometido por la costumbre de las percepciones creadas. Por ello, se utilizan los
llamados “upaya” o medios hábiles.

El yo o alma, ( atman ) no es simple sino complejo, un nudo. Esto se explica en el Abhidharma,


la psicología budista, por así decirlo, que es al mismo tiempo una ontología. Ahí se explica cómo
hay cinco agregados de existencia: nombre-forma, sensación, percepción, samskaras o
pensamientos automáticos y conciencia. Entre los cinco juntos, crean el ego o ilusión del yo. A
consecuencia de éste ego o yo, estamos inmersos en la ignorancia. Por eso estamos
mecánicamente atrapados sin remedio en el llamado “karma” , en la causalidad del destino. Los
budistas dicen que los skandhas, o agregados de existencia, son los caballos del karma.

El primer skandha, nombre-forma, entra en acción en una situación comparable a alguien que va
muy tranquilo conduciendo un coche, y de repente se da cuenta de que va demasiado rápido, como
consecuencia se asusta y reacciona forzadamente. Esto es miedo ante el fluir de la vida. El primer
paso para aglomerar el ego, para tener la vivencia de ego, es nombrar; a partir de éste punto
pueden hacerse comparaciones y por consiguiente poner en marcha el ego y sus proyecciones.

El segundo skandha es la sensación con sus dos extremos: lo agradable y lo doloroso. La sensación
en éste caso se toma como sentimiento: dividimos el mundo en lo agradable y lo desagradable. El
sentimiento mira su imagen en los otros, y para darse importancia juega con introversión y
extroversión. La búsqueda del sentimiento no tiene final. Al suprimir esperanza y miedo, lo
desagradable y lo agradable se quedan en lo que son, y las relaciones con ellos quedan
descondicionadas, directas. Los dos primeros skandhas son parecidos a lo que en occidente se
llama “gestalt”.

El tercer skandha es la percepción. Según la percepción diferenciamos lo manifiesto y sólido de


lo no sólido y no manifiesto. La percepción de lo sólido y lo manifiesto nos da esperanza. Dejar
la percepción de lo sólido nos da miedo de perder el apoyo.

El cuarto skandha son lo samskaras. Los samskaras o impulsos mentales son las costumbres que
dominan nuestro pensamiento. Por su culpa estamos continuamente parloteando en un
interminable diálogo interior.

El quinto skandha es la conciencia. Tendríamos que diferenciar entre conciencia y consciencia o


atención. La consciencia o atención es la verdadera piedra filosofal, mediante ella cualquier
pensamiento, cualquier emoción, cualquier percepción se reduce ( en el sentido que explica la
fenomenología ) y queda tal como es, como un fenómeno sin substancia propia.

La atención es la fórmula infalible para vivir en el presente eterno. La conciencia, en éste sentido,
es en cambio por así decirlo el superego, por tanto algo condicionado, aprendido. La conciencia
completa el proceso insubstancial generado por los skandhas. La conciencia es lo que hay debajo
del pensamiento, lo que da sustento y apoyo a nuestro diálogo interior.

A veces se resume así la enseñanza de Buda:

-En éste mundo todo es sufrimiento. La palabra que emplea es “dukha”, literalmente dualidad,
doblez, desunión, fragmentación.

-Dukha, el sufrimiento tiene un comienzo, un origen: diferenciar el ego o yo. Como consecuencia
de ello viene la ignorancia y con ella el mal.

-Si dukha, el sufrimiento tiene un origen, entonces también tiene un fin.

-Hay un camino para acabar con el sufrimiento. Ese camino se basa en la atención para restaurar
la sabiduría.

Todavía más resumido: “dukha” o sufrimiento, “anicca” o falta de substancia, “anatta” o falta de
ego; hay sufrimiento, pero el sufrimiento no tiene substancia , no hay sujeto que pueda tener
sufrimiento.

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