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Pe CUADERNOS DE LENGUA ESPANOLA Miriam Alvarez Tipos de escrito I: Narracion y descripcion ARCO/LIBROS,S.L. Oe la et eal aie a ce ce ee Unipap Ill DESCRIPCION 3.1. QUE ES LA DESCRIPCION Tradicionalmente, suele definirse la descripcién como una «pintura» hecha con palabras. Y es cierto, pues una buena des- cripcién es aquella que provoca en el receptor una impresién semejante a la sensible, de tal forma que ve mentalmente la realidad descrita. La descripcién requiere un trabajo reflexivo y una técnica, en ocasiones, bien compleja. Es habitual distinguir la descripcién objetiva o técnica, de frecuente aparicion en los manuales de ciencias, de aquella otra en la que se intenta plasmar de forma subjetiva la vision que de un paisaje 0 de un objeto posee el autor, y todo ello animado por una determinada funci6n estética. El que describe, ya lo he- mos dicho, ha de causar en el lector la emocién y el sentimien- to que se ha propuesto. Ademas, la descripcién ha de estar en- raizada en la narracion. En esta unidad sdlo trataremos de este segundo tipo; de Ia descripcién técnica nos ocuparemos més adelante. A. Schéckel distingue tres fases en el proceso descriptivo: a) la observacién; b) Ia reflexion; c) la expresion. El autor tiene que observar previamente lo que pretende describir. Asi pues, la observacién parece ser una de las cuali- dades que debe ejercitarse para describir correctamente. Observar —mirar con atencién— es el primer paso para efec- tuar una buena descripcién. Luego, de la observacién del obje- to se pasa a una reflexion, a considerar los datos recibidos y va- lorarlos, a entresacar lo esencial y a rechazar los detalles 40 TIPOS DE ESCRITO I: NARRACION Y DESCRIPCIO! superfluos, porque es imposible agotar todos los datos recibidos en la fase de la observacién. Puesto que la descripci6n no es una fotografia, debe hacerse una seleccién, evitando ser proli- jos. Lo que se describe queda mediatizado —enfatizado 0 mini- mizado— por el punto de vista del autor. La tltima fase es la biisqueda de una expresién adecuada; para ello es recomen- dable la ejecucion de un plan de trabajo, donde se organice el material recogido en las etapas anteriores, antes de dar la for- ma definitiva. Para conseguir una presentacién ordenada y coherente se recomienda hacer un guion. El estudiante tiene que tener en cuenta que estas etapas co- rresponden a un proceso tinico; razones metodolégicas aconse- jan la separacién en sucesivas fases. Pero en la practica casi es imposible aislarlas. 3.2. ¢QUE PODEMOS DESCRIBIR? Todo lo que percibimos puede describirse. Cualquier objeto de la realidad es susceptible de convertirse en materia descrip- tiva. Pero, ademas, aspectos del mundo psiquico, interno —sen- saciones 0 sentimientos, emociones y productos de nuestra fan- tasia— pueden ser asimismo objeto de una descripcién; no hay limites, aunque estos tiltimos temas ofrecen sin duda mayor di- ficultad que la descripcién de un objeto o de un paisaje. En cualquier caso, la descripcién puede partir de una considera- cin real, 0 ser simplemente fruto de la imaginacién del que describe. 3.3, TIPOS DE DESCRIPCION Dentro de la diversidad que entraiia la descripcién se hace necesario esbozar una clasificacion, aunque dejando siempre bien claro que pueden existir ciertas fluctuaciones. Una tipologia de la descripcién se basara en dos puntos de vista fundamentales: 1) Atendiendo al objeto que se describe y su relacién con el sujeto. DESCRIPCION 41 a) El retrato o la descripcién de una persona. Si sélo se atiende a los aspectos fisicos de la misma, se denomina prosopo- grafia; si, por el contrario, se hace referencia a sus cualidades morales, etopeya. Un ejemplo de prosopografia es el retrato que Fernando de Rojas hace de Melibea en La Celestina: Comienzo por los cabellos. Ves ti las madexas del oro del- gado, que hilan en Arabia? Mas lindos son y no resplandecen me- nos, Su longura hasta el postrer assiento de sus pies; después cri- nados ¢ atados con la delgada cuerda, como ella se los pone, no ha mas menester para convertir los hombres en piedra... Los ojos verdes, rasgados; las pestaiias luengas; las cejas delgadas e alca- das; la nariz mediana, la boca pequetia; los dientes menudos blancos; los labios colorados ¢ gordezuelos; el torno del rostro poco mas Iuengo que redondo; el pecho alto; la redondez. e for- ma de las pequefias tetas, zquién te las podria figurar? ;Que se despereza el hombre cuando las mira! Se trata de una descripcion un tanto estatica, pero minucio- sa, de las cualidades fisicas de Melibea, siguiendo el uso rena- centista: un orden estricto en la enumeracion de los rasgos mas sobresalientes. Sin embargo, lo mas frecuente es encontrar el retrato de una persona donde se aluda tanto a los rasgos fisicos como a los psi- colégicos —su forma de pensar, sus preocupaciones, su carac- ter—. El autor debe ofrecer una imagen del personaje en cues- tion de tal forma que el receptor sea capaz de «visualizarlo» inmediatamente. Esto es de suma importancia en un relato, ya que puede servir para completar su actuacién ante determina- dos acontecimientos narrativos. Ademas, el escritor manifiesta, a veces, su punto de vista sobre el personaje que describe. E in- cluso puede deformar y ridiculizar la vision del mismo hasta Ile- gar a la caricatura, como hace L. Landero en la descripcién ca- si esperpéntica del «misterioso» personaje de Ja azotea: .-.Con rigidez de aparecido, © como un santo patron despla- zado por el fervor popular sobre una peana de fragiles ruedeci- Ilas, dio dos pasos y la luz de la lampara le ilumin6 vagamente el rostro. Debia de tener muchos aiios, a juzgar por la textura de la piel, apergaminada y hendida por un profundo laberinto de arru- gas, en el que brillaban dos puntos insomnes de luz, como los ojos de un roedor. Dos puiiados de pelo musgo le circufan el craneo, calvo, con postillas y espléndidamente errabundo, como una cebolla planetaria, y de las orejas le sobresalian dos formi- 42 TIPOS DE ESCRITO I; NARRACION Y DESCRIPCION dables escobillones de hebras hirsutas. Habia en él una mezcla incomprensible de decrepitud y de vigor, quiz4 porque, aunque robusto, mas que fuerza habfa en su estampa como un derroche de debilidad, y aquella debilidad, al exigir de cierta energia para manifestarse, se confundia con el vigor, el cual confirmaba de nuevo la debilidad, y ast sucesivamente. Tenia la inmovilidad de- saforada de los espantapajaros, y un aspecto de desamparo al tiempo que de plenitud, de corpulencia que més era un estorbo que un sostén. Su expresi6n, sin embargo, parecia afable y con- fiada. (Luis LanpERo, Juegos de la edad tardia) b) Cualquier realidad abstracta, ya se trate de una sensa- cién, de un sentimiento o de emociones, esto es, aspectos del mundo psiquico. En todo momento el autor ha de echar mano de elementos sensoriales para aproximarnos a estas imagenes di- ficiles de «pintar» con palabras. Veamos, por ejemplo, como Gabriel Mir6 describe el taftido de una campana acudiendo, més que al sonido en si («tiene un tono infantil y fresco»), al proceso y al efecto que origina tal sonido; de ahi la abundancia de formas verbales no habituales en la descripcion (se agarra, principia a tirar, sube, traspasa, remueve, se tuerce, se va doblando, ca- becea), seguidas de «ese alboroto de pajaros», que parece iniciar el verdadero taftido: La mano de membrana vieja del campanero se agarra al nu- do de la soga y principia a tirar como de un fuelle de herreria. La soga sube por lo fosco de una verja y de una lépida sudada de sepultura, y traspasa la nave todo el cuello moreno de Ia to- rre. El tirén remueve los hombros de madera de la esquila del alba, que estaba durmiendo en el iltimo cigomial. Se tuerce, se va doblando, y cabecea y canta. Tiene un tono infantil y fresco. A su lado tiembla un alboroto de pajaros que se marchan a ganar- se la vida. (GABRIEL MIRO, FL dngel, el molino, el caracol del faro) c) Un paisaje. Como el pintor ante un objeto trata de cap- tar el color, la luz y la disposicion de masas, el autor describe los innumerables objetos que tiene ante si, organizandolos se- gtin su voluntad. En las novelas estos fragmentos descriptivos sir- ven para informar sobre el escenario en donde tiene lugar la accién y la enmarcan. Azorin, por ejemplo, es maestro en la des- DESCRIPCION 43 cripcién paisajistica, desbordada, que parece incluso ocultar la acci6n: Las torrecillas de la iglesia destacan sobre el fondo obscuro de la montaia; abajo, en lo hondo, all4 al final de las laderas pe- ladas, comienza a extenderse el llano inmenso de los bancales amarillentos, de los pampanos verdes, de los olives grises, que Hegan hasta las postreras casas blanquecinas de una ciudad re- mota... Yo voy subiendo lentamente por el empinado camino que ser pentea entre los recuestos. Cuando Ilego ante la puerta del mo- nasterio, la tarde esté muriendo en un creptsculo largo, suave, diafano: las lejanas montaiias que cierran la lanura se tien de un pilido vioieta; brillan con su verdor intenso los anchos cua- dros de las viiias; la carretera marca entre los rastrojos su recta cinta blanca, y se pierde, alla a lo lejos, en la angostura de dos picachos. (AzoniN, Politica y literatura) El detenimiento con que Azorin recrea un trozo de la tierra castellana esconde en efecto la accién («yo voy subiendo lenta- mente»), que se convierte asi en mero pretexto para describir un atardecer («la tarde esté muriendo en un creptisculo largo, suave, didfano») y el lugar que contempla el protagonista. En ocasiones, y sobre todo en textos liricos, aunque no exclusiva- mente, la descripcién de un paisaje surge como medio para ca- nalizar el sentir del personaje ante determinado lugar. Asi, el fragmento de la «Egloga tercera» de Garcilaso nos presenta el paisaje convencional y estilizado de influencia italiana (la fres- cura deleitosa, el rio que discurre mansamente) adecuado para la expresién melancdlica de su sentimiento amoroso: Gerca del Tajo en soledad amena, de verdes sauces hay una espesura toda de hiedra revestida y lena, que por el tronco va hasta el altura, y asi la teje arriba y encadena, que el sol no halla paso a la verdura; el agua baiia el prado con sonido alegrando la vista y el oido. Con tanta mansedumbre el cristalino Tajo en aquella parte caminaba que pudieran los ojos el camino determinar apenas que Ilevaba. 44 TIPOS DE ESCRITO I: NARRACION Y DESCRIPCION Esto responde al respeto hacia el canon literario vigente durante el Renacimiento, canon que hallamos igualmente en pros Dos dias después que salieron de la alameda Hegaron don Quijote y Sancho al rio Ebro, y el verle fue de gran gusto a don Quijote, porque contemplé y miré en él la amenidad de sus r- beras, la claridad de sus aguas, el sosiego de su curso y la abun- dancia de sus liquidos cristales, cuya alegre vista renové en su memoria mil amorosos pensamientos. (cap. XXIX). Se observa cémo este tipo de descripcién se combina con la narracién —ya lo hemos comprobado—, de tal forma que se in- serta en un punto de la misma, alli donde sea necesario, segiin la intencién comunicativa del escritor, despertar determinados pensamientos 0 sentimientos en los personajes. d) Cinematografica. A través de este tipo de descripcion se pretende captar un ambiente variopinto y en movimiento, de una batalla, por ejemplo, donde se entremezclen sensaciones variadas, y la heterogeneidad sea el rasgo dominante. El recep- tor asiste al especticulo como si estuviera contemplando una pelicula. El autor, por su parte, como si se tratara de una ca- mara y sin someterse a un riguroso orden, ofrece imagenes si- multaneas integrantes de una totalidad. Y todo ello mediante un lenguaje sugestivo, como en este fragmento perteneciente a Ignacio Aldecoa: Las cristaleras del café siempre estaban sucias y la luz de la glorieta, agria y escenogréfica, se filtraba a través de ella, con ma- tices de recuelo. El viejo camarero arterioesclerético arrastraba la pierna mala como cosa ajena a su persona e iba de mesa en me- sa, fragil, doméstico, temblante y aracnido. Bufaba la maquina exprés; cantifieaba el aburrido cerillero; la sefiora de los servicios cultivaba sus emociones leyendo una novela de amor; el chicha- treo de la llamada del teléfono no era atendido; esputaban en sus paftuelos, y por turno, los cinco viejos del friso de la tertulia de fondo; bajaba el cura jugador las escaleras de la timba; com- ponja un melindre la pajara pinta timandose con un seiior soli- tario y de mirada huidiza; el renegrido limpia tenia un vivaz satiro bajo la rofia, el betiin y la piel, y no se perdia detalle des de su ras, sacando lustre a los zapatos de una vedette del «Maravillas». En los grandes y magicos espejos habia salones DESCRIPCION 45 hasta la angostura del infinito y la perspectiva de las lamparas reflejadas era una pesadilla surreal. (IGNAacIo ALDECOA, «El buitre ha hecho su nido en el café», Cuentos completos) Como puede observarse, la yuxtaposicion es la relacién sin- tactica que mejor define en un texto la simultaneidad («Bufaba la maquina exprés; cantifieaba el aburrido cerillero; la sefiora de los servicios cultivaba sus emociones leyendo una novela de amor»). La acumulacién de pequeios detalles logra el efecto to- talizador de una impresién, Los datos recibidos, por otra parte, parecen situar al lector casi dentro del café, como si estuviera presenciando el movimiento del ambiente que se describe. 2) Atendiendo a Ia forma en que ese contenido se mani fiesta. a) El autor puede ofrecernos el aspecto de las cosas, su apa- riencia, de manera estatica, como si, inmoyilizadas, permanecie- ran fuera del tiempo. Tal vez sea Azorin el autor que represen- ta mejor esta técnica descriptiva. Veamos un fragmento, en donde el uso del presente acentiia el caracter intemporal de la descripcién: Cruza la vega un rio: sus aguas son rojizas, lentas; ya sesga en suaves meandros, ya se embarranca en hondas hoces. Crecen los Arboles tupidos en el Mano. La arboleda se ensancha y asciende por las alturas inmediatas. Una ancha vereda —parda entre la verdura— parte de la ciudad y sube por la empinada montaiia de alla lejos. (Azonin, Castilla) b) La descripcién de un paisaje puede realizarse de forma dindmica y variada. No se trata, como en el caso anterior, de fi- jar una imagen, sino de ofrecer una visién viva y animada de los componentes de un paisaje. Veamos la breve descripcion que Ignacio Aldecoa hace de Ia llegada de la primavera: Hacia los altos nidos de las nieves en las montafias lejanas, cuando el invierno afloja, corren las nubes. Hacia los altos nidos de las nieves se retira el silencio de los campos. Vuelve la tierra transfigurada de su letargo y hay agua azul en las acequias, azo- 46 TIPOS DE ESCRITO I: NARRACION Y DESCRIPCION gue en los surcos y en los relejes de los carros por los caminos, vetas blancas en los ribazos orientados al Norte. Se siente despe- rezarse a la Naturaleza y una inquietud adolescente flota en el ai- re fresco y chorreante. Pasan las primeras aves migratorias y los perros de los pueblos ladran, con las orejas tiesas y el rabo en péndulo loco, su yuelo pausado y negro en Ia distancia. (Inacio Atpecoa, «La humilde vida de Sebastian Zafra», Cuentos Completos) c) Elautor puede asimismo reflejar la sensacién que le pro- duce el objeto que describe. De esta forma selecciona los de- talles que mejor se adecuan a la impresién que ha recibido, dotando a la descripcién de unos rasgos subjetivos. El fragmen- to anterior de I. Aldecoa nos muestra la captacién del instante mismo en que se percibe la primavera. La retirada progresiva del invierno —marcada por la repeticién del sintagma prepo- sicional «hacia los altos nidos de las nieves»— deja paso a la incipiente vida —la naturaleza se humaniza, «se despereza», y contagia en su «inquietud> a todos los elementos: las aves y los perros vigilantes son los primeros en detectar su llegada—. Entre el lector y el objeto esta el autor, organizando la reali- dad para facilitar una determinada interpretacién. Puede ocu- rrir incluso que predomine lo intuido sobre la impresion observada; en ese caso, la descripcién sera calificada de expre- sionista. 3.4, PROCEDIMIENTOS EMPLEADOS EN LA DESCRIPCION Vamos a referirnos a las caracteristicas lingiiisticas mas des- tacadas que la descripcién ofrece en su configuracién. 3.4.1. Las formas verbales. Las formas verbales mas utiliza- das en los textos descriptivos suelen ser el presente y el pretéri- to imperfecto. Mediante.el presente se comunica el caracter in- temporal de la materia descrita; el pasado, sin embargo, la circunscribe a un determinado periodo temporal, pero en am- bos casos se destaca la intencién de no mencionar el final de la accién. Es constante, por lo tanto, el empleo de formas de as- pecto imperfectivo. La combinacién del presente y del pretérito imperfecto suele ser también frecuente. Puede comprobarse en DESCRIPCION 47 los textos reproducidos antes, en el fragmento de la égloga de Garcilaso, por ejemplo. 3.4.2. El adjetivo. En los textos descriptivos suelen predo- minar los nombres, sustantivos y adjetivos, puesto que la refe- rencia a objetos es superior a la de las acciones. Los sustantivos abundan en las descripciones porque dan nombre a los objetos de la realidad, porque clasifican estados y seres a los que, de otro modo, no se les podria precisar. Se puede comprobar su empleo en los textos anteriores. Pero mas importante que el sustantivo es el adjetivo en la descripcién. La aparicién del adjetivo puede completar la infor- macién que el sustantivo nos ofrece, puede matizar el sentido y dotar de una expresividad mayor al sintagma. Aqui se tienen en cuenta tanto los adjetivos necesarios para la comprensién del sustantivo como los denominados epitetos, esto es, adjetivos con fines estéticos. El manejo correcto de la adjetivacion exige gran dominio de la lengua. No es conveniente la acumulacién de ad- jetivos en las descripciones, sino de aquellos que mejor se adap- ten a la tonalidad afectiva que el autor pretende comunicar y que, en iltima instancia, demuestren su capacidad de observa- cién. El siguiente fragmento del texto de Azorin reproducido més arriba ilustra su particular utilizacién del adjetivo: La tarde esti muriendo en un creptisculo largo, suave, didfa- no: las lejanas montafias que cierran la llanura se tifien de un palido violeta; brillan con su verdor intenso los anchos cuadros de las virias. Como puede observarse, Azorin se sirve de abundantes adjeti- vos, unos pospuestos —lo que es el orden normal en espaniol— y otros antepuestos, que parecen destacar las caracteristicas mas relevantes de los objetos a los que se refiere. También es fre- cuente el empleo de las estructuras atributivas para expresar cualidades («sus aguas son rojizas, lentas»), asi como la comple- mentacién de un sustantivo por medio de varios adjetivos («un crepasculo largo, suave, didfano»). Y todo ello guiado por la im- presién que un objeto produce en el escritor. La utilizacién del adjetivo en la descripcién cumple también una misién importantisima: la de poner de relieve los compo- nentes sensoriales que existen en toda descripcion. 48 TIPOS DE ESCRITO I: NARRACION Y DES 3.4.3. Las estructuras sintdcticas. Existe un predominio de estructura yuxtapuestas y coordinadas. La utilizacién de las pri- meras responde al deseo de expresar el objeto descrito como un todo, logrando asi la simultaneidad de las impresiones re- cibidas, Puede observarse como ejemplo el texto de Azorin, al que acabamos de hacer referencia. El empleo de la coordi- nacion implica ya un cierto dinamismo, por cuanto introduce Ia nocién de sucesién de los distintos componentes de la des- cripcién. PCION 3.4.4. Los procedimientos literarios. La descripcién se sirve de recursos literarios con frecuencia. Puesto que se trata de co- municar una vision personal de la realidad que se pretende des- cribir, es explicable que el creador acuda a determinadas figu- ras literarias. Entre estas tal vez sean la comparacién y la metéfora las que con més frecuencia aparecen en los textos des- criptivos, sin descartar otras como la sinestesia, la prosopopeya, la aliteraci6n, la metonimia, etc. Veamos la maestria con que Clarin acierta a describir la ciudad en que va a desarrollar la accion de La Regenta: La heroica ciudad dormia. El yiento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el norte. En las calles no habia mas ruido que el rumor estri- dente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles, que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina, revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y hiu- yen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles. Cual turba de pilluelos, aquellas migajas de la basura, aquellas sobras de to- do, se juntaban en un montén, parabanse como dormidas un momento y brincaban de nuevo sobresaltadas, dispersindose, tre- pando unas por las paredes hasta los cristales temblorosos de los faroles, otras hasta los carteles de papel mal pegados a las esqui- nas, y habia pluma que Ilegaba a un tercer piso, y arenilla que se incrustaba para dias, 0 para afios, en la vidriera de un escapara- te, agarrada a un plomo. La personificacion afecta tanto a la inactividad de la ciudad —dormia la siesta— como a la indolencia con que el viento, perezoso, parece actuar sobre la ciudad. El efecto irregular del mismo viene expresado a través de una sintaxis oscilante, entre- cortada 0 repetitiva —de acera en acera, de esquina en esquina—, matizada por las comparaciones —como mariposas que se buscan DESGRIPCION 49 y huyen, cual turba de pilluelos—. La aliteracion —més ruido que el rumor estridente de los remolinos— contribuye a materializar el efec- to actistico del viento del sur. 3.4.4.1. La comparacién es un procedimiento literario que ayuda a comprender mejor aquello que se describe, sobre todo si se trata de un objeto poco conocido o de cualquier nocién abstracta. Por ello la utilizacién de similes se convierte en un arma eficaz en toda descripci6n: La fachada circular del hotel brillaba como el puente de man- do de un gran trasatlntico, el mar embestia contra las rocas del promontorio y la calina emborronaba el pueblo a lo lejos. (Juan Goytisoto, Fin de fiesta) 3.4.4.2. La metifora es asimismo uno de los recursos mas utilizados con la misma intencién que la comparacién, A la vez que es una ayuda para la comprensién de la materia descrita, puede despertar en el receptor sensaciones insospechadas, pro- ducto de la imaginacién creadora del autor. Ya se trate de ima- genes que embellecen la vision personal del autor: «Se siente desperezarse a la Naturaleza» (I. Aldecoa); 0 bien, que reflejen una realidad casi esperpéntica, como en el retrato que hace Luis Landero: «y de las orejas le sobresalian dos formidables escobillones de hebras hirsutas».

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