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Los alimentos procesados que (sí) son buenos para tu salud

En los supermercados se esconden muchos alimentos que, aunque son procesados, debemos
tomar

Rosanna Carceller

20/04/2018 00:01 Actualizado a 30/05/2018 16:47

“Cuidado con los alimentos procesados”. Cualquier persona interesada por su alimentación ha
escuchado este consejo en alguna ocasión. Los expertos nos recomiendan –mayoritariamente- que
comamos productos cuanto más frescos mejor. Ahora bien, ¿qué es un alimento procesado? ¿Son
todos dañinos? ¿Cuáles podemos (o debemos) incluir en nuestra dieta?

Los alimentos procesados son los que “comportan cualquier elaboración en la industria
alimentaria”, explica a Comer Mercè Gonzalo, nutricionista, consultora en alimentación y licenciada
en Ciencia y Tecnología de los Alimentos. “Los no procesados son los alimentos frescos: frutas,
verduras, carne, pescado, huevos… A partir de aquí hay varios grados de procesamiento”.

Los procesados son los que comportan cualquier elaboración en la industria alimentaria, los no
frescos

Productos frescos en un supermercado (Kim Manresa)

En el tercer eslabón estarían los ultraprocesados, menos recomendables, “los que pasan por
diferentes grados de procesamiento y necesitan una carga importante de aditivos para conservarse
y tener un aspecto final deseable”, explica Gonzalo. “Muchas veces estos no están formados por
ningún alimento fresco, sino que sus propios ingredientes ya son procesados”.

El dietista-nutricionista y también tecnólogo alimentario Aitor Sánchez acaba de publicar “Mi dieta
ya no cojea”, un compendio para aprender a comer de forma saludable. Su consejo sobre
procesados es bien simple: “aunque estés en el supermercado, imagina que estás comprando en
el mercado”. En su obra encontramos un magnífico gráfico explicativo donde señala cuales son los
procesados saludables. Repasamos algunos de los más destacados.

Alimentos procesados saludables

Panes integrales 100% o de grano entero

El pan es un alimento procesado, pero se trata de evitar el blanco o de molde refinado. “No hay
que dejarse llevar por la mención de “integral”, sino analizar la lista de ingredientes. Ahí debe
especificar el porcentaje de harina integral”. En la panadería de confianza seguramente tendremos
más opciones saludables que en una gran superficie.

Legumbres en bote, desecadas o congeladas

Son muy necesarias. Solo debemos esquivar las que se presentan en platos preparados o salsas ya
hechas, como el hummus (aunque se puede encontrar alguno que esté muy poco procesado, y otros
con muchos aditivos). “Las legumbres cocidas en bote no sólo no nos perjudican, sino que nos
facilitan mucho las cosas. El procesamiento que tienen es el cocido”.

Legumbres (AndreyGorulko / Getty)

Harinas de legumbres o de frutos secos

En la familia de las harinas, la que debemos evitar es la refinada. Podemos barajar la de espelta,
quinoa, trigo integral… Pero las harinas más saludables siempre serán las de legumbres o frutos
secos. “No es una prioridad buscar mejores versiones de las harinas, porque las harinas no hay que
consumirlas en gran cantidad”.

Pastas integrales o de harina de legumbre

En el caso de las pastas, las mejores son esos tipos: integrales o de harina de legumbre. Se puede
barajar tomar pasta fresca, pero las no recomendables son las pastas refinadas o los platos
preparados con pasta.

Pasta integral (Núria i JC)


Frutas y verduras envasadas, cortadas o congeladas

Lo mejor es comprar fruta y verdura fresca y en el caso de las procesadas, las que debemos
descartar son las almibaradas o escarchadas. En cambio, si las encontramos al natural, cortadas o
congeladas, ese procesamiento no habrá alterado sus propiedades. Dos ejemplos: la piña al natural
envasada o las judías congeladas.

Pescados cortados, envasados o congelados

Lo mismo pasa con los pescados. Cuanto más frescos mejor, pero los procesados que solo estan
cortados, envasados o congelados son saludables. Debemos evitar los surimis y rebozados y
barajar esporádicamente las conservas y platos preparados. En las conservas, según Sánchez, “hay
que mirar en la lista de ingredientes. Dependiendo del contenido de sal y del tipo de aceite,
tendremos que valorarlo”.

Pescado congelado (Saddako / Getty)

Carne elaborada

Los únicos elaborados de la carne saludables son la carne picada o congelada. Pero atención porque
“en la carne picada, debemos fijarnos que no tenga aditivos. En el supermercado, lo que llaman
preparados cárnicos o meatburger no es carne picada, lleva aditivos y no es aconsejable”.

Frutos secos y semillas pelados, crudos o y tostados

Estos son los saludables. Los salados, fritos o azucarados, mejor dejarlos de lado. A veces cuesta
encontrarlos en los lineales del súper, hay que buscar a fondo.

Frutos secos (Janine Lamontagne / Getty)

Leche

“Mejor la pasteurizada y no está justificado científicamente que debamos priorizar la desnatada


respecto a la entera. Esto es un mito”, apunta este nutricionista. “En realidad los lácteos desnatados
sacian menos y el hambre vuelve antes”. Las leches que siempre hay que esquivar son las
azucaradas.
Yogur

Natural o Kéfir, son las dos opciones sanas de este grupo de productos que recomienda Sánchez.
“Hay que evitar los edulcorados y como pasa con la leche, no está justificado que prioricemos los
desnatados”, explica. Para Mercè Gonzalo “un yogur natural puede ser saludable o un desastre. La
clave está en sus ingredientes: si sólo lleva leche, leche en polvo y fermentos lácticos, adelante. Si
hay otros componentes, cuidado”.

Yogures naturales (BJI/Blue Jean Images / Getty)

Aceite de oliva virgen extra

Los de girasol, lino o coco podrían consumirse esporádicamente, y otros aceites refinados deberían
ser descartados. Por lo tanto el más saludable es el de oliva virgen extra, el que debemos escoger
siempre que podamos, “sobre todo para su consumo en crudo”. “Para cocinar, en caliente,
podemos usar el de oliva virgen, que es más económico”, dice Sánchez.

Queso fresco o madurado

Los quesos para untar o rallados se deberían tomar sólo ocasionalmente y habría que evitar los
quesitos y los azucarados o fundidos. “Su formulación no es tan aconsejable, porque sustituyen
parte de ese producto por otros ingredientes de menor calidad. El queso rallado tiene una parte
de harina, que no es queso”, comenta este especialista.

Queso fresco (tashka2000 / Getty Images/iStockphoto)

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Chocolate con más del 85% de cacao

El porcentaje de cacao es la clave. Y cuanto mayor sea, mejor. “¿El motivo? Lo que no sea cacao
será azúcar”.

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