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IV.

La naturaleza de la revelación

4.1 Revelación y creación

La creación no está separada de la revelación, ya que el hecho de la creación no


depende de un simple acto creador de Dios, sino que todo ha sido creado por
Dios a través de su Hijo y para su Hijo (Col. 1,15-18; Jn 1,3). El Concilio se
expresa diciendo que, al crear y conservar todo por el Verbo, Dios ofrece a los
hombres un testimonio perenne de sí mismo en las cosas creadas (DV 3) 1. Ahora
bien, después de lo afirmado por ambos concilios, ¿se puede considerar a la
manifestación de Dios en la creación como una auténtica revelación? Ambos
concilios dejan claro que Dios ha dejado un testimonio perenne de sí mismo en
la creación, y que, a través de ésta, Dios puede ser conocido con el uso de la
razón. No obstante, ha querido revelarse por otra vía, y está sobrenatural2.

Otro aspecto de la revelación-creación admite la cuestión de la temporalidad,


ya que el plan de Dios se manifestó desde los orígenes del mundo, es decir,
desde siempre el hombre ha sido invitado a la comunión con Dios, incluso
después de la caída. La Constitución se expresa así: “Queriendo abrir el camino
de la salvación eterna, se manifestó además a sí mismo, desde el principio, a
los primeros padres. Y después de su caída los levantó con la esperanza de la
salvación con la promesa de la redención” (DV 3).

La revelación manifiesta, entonces, que el hombre es creado con un destino


sobrenatural, un destino que el mismo hombre descubre en la seriedad consigo
mismo, al reconocer su deseo infinito de trascender, su deseo infinito de Dios3.

4.2 Revelación y encarnación-salvación

Ya anteriormente habíamos entendido que la revelación es la autocomunicación


y automanifestación de Dios. Esto no quiere decir solamente que Dios salga al
encuentro del hombre comunicándole un mensaje, e incluso su misma persona,
sino que además de eso es una salida de sí mismo para invitar al hombre a la

1
El CV I se expresaba así: “Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza a través
de la luz natural de la razón humana, partiendo de las cosas creadas”. Dz. 3004.
2
Cfr. IZQUIERDO, César; La Teología Fundamental, 142.
3
Cfr. CEC, n. 27: “El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado
por Dios y para Dios, y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad
y la dicha que no cesa de buscar”. Cfr. también el primer capítulo: el acceso del hombre a la revelaión.
comunión con Él, a la intimidad, y a la liberación del pecado y del mal 4, y con
ello a la plenitud y a la verdad de su ser5. Con “la revelación divina, Dios quiso
manifestarse y comunicarse a sí mismo y los eternos decretos de su voluntad
sobre la salvación del hombre” (DV, 6).

La salvación de Dios comienza con la llamada del hombre a la comunión con


Dios. Es decir, desde que Dios puso en el corazón del hombre el deseo del
destino sobrenatural. Esto viene a descubrir la fragilidad e imposibilidad de la
teoría que afirma la naturaleza pura6.

La revelación forma parte de la salvación, pero no se identifica con ella. En ese


sentido la salvación es más amplia que el conocimiento de la revelación, ya que,
en principio, Dios no condiciona la salvación de forma absoluta a la aceptación
de su revelación en Cristo, y en razón también de que es un hecho que no todos
los hombres han conocido y conocen la revelación cristiana, sin embargo,
ninguno de ellos está exento de la salvación7, porque “los que sin culpa alguna
desconocen el Evangelio de Cristo y su iglesia, y buscan con sinceridad a Dios,
y se esfuerzan bajo el influjo de la gracia a cumplir con las obras de su voluntad,
conocida por el dictamen de la conciencia, pueden conseguir la salvación
eterna” (LG, 16).

No obstante, Cristo es el único nombre en el que el hombre puede salvarse (Hch.


4,12); de modo que, aunque haya salvación sin revelación, sólo en Cristo se
alcanza la salvación por una misteriosa relación de éste con todo hombre8.

4.3 Revelación e historia9

Lo primero que claramente supone este binomio es la revelación no es algo a-


temporal o mítico (como inmemorial en el que se sitúa el acontecimiento que
decide sobre el presente). Al contrario, la revelación es una acontecimiento
localizado en el tiempo y en el espacio, con un contexto cultural determinado.
Dios se hace presente en la historia humana, precisamente como revelación

4
Cfr. IZQUIERDO, César; La Teología Fundamental, 137-138.
5
Cfr. GS, 22.
6
Cfr. Ibid. 138 y pie de página n. 7 de la misma referencia.
7
Cfr. Ibid. 138.
8
Cfr. Ibid. 138. Conviene tener presente, para el futuro tratado de antropología, la postura de san Irineo, quien
afirma la necesidad de la encarnación del Verbo, en quien el hombre ha sido creado, para la redención y,
sobretodo, la divinización del hombre.
9
Una visión más amplia y detallada, Cfr. MANUCCI, Valerio; La Biblia como Palabra de Dios, 40-52.
histórica – creación, elección del pueblo, éxodo, destierro, profetas, etc. – que
tiene su plenitud en la vida de Jesús de Nazaret10.

Pensar en el binomio Revelación e historia implica entender, por el factor de


temporalidad, el tiempo fundacional e histórico de la revelación y su culmen; y
el tiempo posterior (y actual) de la misma, como dos tiempos distintos de la
única revelación cristiana. La pregunta a esta afirmación podría ser, el acceso
actual que tenemos a la revelación, ¿supone una revelación nueva y distinta de
la del tiempo de Jesús y los Apóstoles, o es la misma no obstante la distancia
temporal entre una y otra? O bien, ¿el conocimiento que se puede alcanzar de
Dios y su plan de salvación actualmente es nuevo y distinto o es el mismo
revelado por Cristo y anunciado por los Apóstoles? La respuesta a estas
preguntas de temporalidad nos lleva a entender que la revelación es una
acontecimiento progresivo11 desde el AT hasta su culminación en Cristo12, pero
que es también progresivo en la profundización de su conocimiento, por la
acción del Espíritu Santo, cada día hasta la consumación eterna13. De manera
que la experiencia, siempre actual, que la iglesia tiene de la revelación, es
profundización no de un misterio nuevo, sino del misterio de salvación revelado
por Cristo; en razón de que “la revelación <<crística>> no puede aceptar
añadiduras de origen humano, ni sustituirse, ni abolirse. Nadie puede poner un
fragmento diverso de aquel que ya ha sido puesto, que es Jesucristo (1Cor.
3,11)”14. En ese sentido todo futuro es el futuro de la revelación llevada a cabo
en Jesucristo15.

4.4 Revelación y escatología

10
Cfr. IZQUIERDO, César; La Teología Fundamental, 144; MANUCCI, Valerio; La Biblia como Palabra de
Dios, 50.
11
Cfr. IZQUIERDO, César; La Teología Fundamental, 145.
12
Cfr. DV, 2, 4. (1Tm. 6,14 y Tt. 2,13).
13
Cfr. DV, 4, 7, 8
14
MANUCCI, Valerio; La Biblia como Palabra de Dios, 51.
15
Cfr. FRIES, H; en Mysterium Salutis, vol. 1. p. 327 it. Citado en: MANUCCI, Valerio; La Biblia como
Palabra de Dios, 52.
 “Mantenerse en el contexto de la Tradición significa, hermenéuticamente hablando, aceptar una
determinada comprensión de la persona y del acontecimiento de Jesucristo, cumplimiento de la
revelación, tal como se desarrolló en el determinante y autorizado comienzo de la comunidad
apostólica y tal como se ha desarrollado con autoridad propia a lo largo de la tradición post-apostólica”.
MANUCCI, Valerio; La Biblia como Palabra de Dios, 300.
 “En los últimos tiempos en los cuales vivimos, el Espíritu Santo se derrama personalmente para hacer
presente en toda la historia la economía del Verbo encarnado y el poder de su resurrección: esta es la
economía del Espíritu, o bien, de la Sagrada Tradición en el tiempo de la iglesia”. EDELBY, Neófito
(Mons.); La inteligencia <<espiritual>> de la Escritura en la voz de la iglesia de Oriente. En Acta
synodalia, vol. III, pars III, p. 306-309.
La revelación en sí misma posee ya el aspecto escatológico de por sí; desde el
momento en que nos presenta realidades escatológicas que aún no tienen su
cumplimiento en plenitud. Vivimos en el ya…. pero todavía no de la
consumación plena de la salvación y, por ende, de la revelación. Vivimos en
antesala de las cosas que se realizarán después del tiempo16.

La salvación definitiva de Dios se realizará al final de los tiempos, será una


manifestación plena de las realidades que ahora percibimos por la fe; será no ya
ver como en un espejo, sino cara a cara (1Cor. 13,12). La revelación
escatológica será la revelación plena de Jesucristo, una revelación de su gloria
(1Tim. 6,14; 1Pe 4,13), será la manifestación, sin velos, de Dios y su gloria, y
de la transformación plena prometida para los que le fueron fieles y esperaron
en Él17.

16
Cfr. . IZQUIERDO, César; La Teología Fundamental, 146.
17
Cfr. Ibid. 146-147.

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