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‘nistas ev el que Europa PY Peregrine EDMUNDO O'GORMAN LA INVENCION DE AMERICA Investigacion acerca de la estructura histdrica del nuevo mundo y del sentido de su devenir [02 (op - Be FONDO DE CULTURA ECONOMICA MEXICO as Borel 4/209 ia cite ‘wr Shc ehecuray Mexican), HE Aw Usrversipan Nactonat, Autéwonts ot Mésaoo con oRATFTUD ¥ AMOR 1 | 1988, Fowna we Curr Eroweien Tin Fann De GttFoag ELDSOMEEA, SAL HF Jr, Fav ne CELEERs EL owouaen Teacherajuaco 227; 14200 Mexico, D.F - ISBN 968-16297141 | lunpresn om Mesien ADVERTENCIA Ex texto de esta segunda edicién en castellano es el ques entonces traducide por mi al inglés y ahora corregido y au: fmentado, sirvié de original para la edicién inglesa publicads fn Bloomington, 1961, por la Indiana University Press, y feeditala por la Gretnavood Press, 1972, West Port, Con- necticut En el prologo de esa edicién —también reproducido en Gta expliqué ln genesis del libro y di cuenta de las exten Sa adiciones que. introduje respecto a Ia primera edicién en ‘aitellsno, Fondo de Coltura Econémica, México-Buenos ‘Kites, 1958. Nada, pues, tengo que agregar aqui, salvo dejar tectimonio del beneplicito que me eausa la oportunidad de ofrecer al lector de lengua espafiola esta renovada, version Ge la obra que, entte las mizs, estimo la menos indigna de exponerse de nuevo a los rigores de la luz piblica ‘Temixco, junio de 1976. E.0G. (al PROLOGO La twsis central de este libro tiene un largo proceso de ges: tribe Desde 1940, cuando me fae encomendada la torea de weetitad ta pian ubsa historica del padwe José de Acosta,’ per i waganmente que la spariciOn de Anxérica en el seno de Ja Coltura Occidental no se explieaba de un modo satistactorio ponsundo que habia sido “descubieta” an buen dia de oc Ribre de 1492, En efecto, en las piiginas de Acosta se tans Farentaba In existencia de’ un proceso explicativo del ser dc PrrenMundo que parceia innecesarto de sce cierta, aquelia nterpretacign. A ese proceso Tamé, por entonces, la “con Gquista Glosbtica de América” en un pequetio libro sue put Ane daffaios mids tarde? La solucién ala duda que asi habia Singldg.gespecto a lg manera teadicional de entender el Die nce viaje de Cristobal Colon, reque via, sin ede, una meditacion previa acerca. del yalos Feu ge ln verdad que elabora la cieneia historia, y a tal srigencin se debe que haya publicado en 1947 wn libro donde seeming, desde el punto de vista de mi preceupacion, tan Glecsivo problema. En esta obra, pese a afirmaciones que Hoy considero deben ser revisadas,* puse en claro, para mi por fo menos, la necesidad_de_considerar ta historia dente gun perspectiva ontolOgica, 6S decir, coino un produetor de entidades histéneas y no ya, Seg Jase como wn proceso, que_di_por supnesto, Come. algo evo, al SAE Tichas entidades. Vstas ref "nye sisvieron pasa Gainpizirder-que_el_concepto fundamental de ta mane de entender la Histonta car ede Tinwenei5i™ pore ef de “eeneibn”, que sione” pioducir algo ex wihilo, sblo tiene sGatido dentso_de}.Ambite- deta. fe. ‘ecligiosa. Asi fue emo~ Tlegué a sospechar que la. clave. para. resolv ia aparieién lvistérica_de América estaba ‘Frcino coma el elt ana invenc ‘oceidental_y-no.ya camo. ¢l.de.un descubsin “Figo, allzado, ademis, por casualidad. “Pi ty ir PROLOGO ‘ospecha se convintiera en conviceién, iacia falta sujctar a Be eximen ritico los fundamentos de la manera hebiteal de entender el sieeso, de suerte que emprenti wen investiga. Glin con el objeto. de reconstruir la histarin io. del "ee, brimicilo de 7, Shio.deTa idea de quo Amérieg habla wide geiaubienta:“Los resultados de este Tabaio, publica, co 1951," iie-ermitieron mostrar que, Hevada a ee eee Formats Wien, esa cea se reducia al absutdo, o 10 que eo lo mismo, ue era una manera inadecuada de comprender Ja joel iskérica a que se referia. Rernovido 4514) cbethers lo que significba fa cxistencia de una interpretacion que renia aceptindose como verdadera, el camino estaba abic ce Ge clencia evando ha dlescubietto que hipsters vigente o (8 taatin de Ia totalidad del fendmena, Apoyadis, pies, fu hs conclusions dle Ia investigncign previa, proced a. plan: 1Gagtt problema en os términos autorizades por ellay en 1958, bajo el titulo de La invencidn de Amirioaspibliqué {Gs resultados de este nuevo iatento® Por altine corks la Universidad de Indiana me contitié el honor de designarme tive he cantante bajo Tos auspicios de Ia Patton Foundation, tine fr oportunidad de revisar en conjanto Ins idens carne nits en los dos Gitimos tibros que he mencionader incre bor ds mecesidad de exponcrlas sumaciamente em a) ee Dublico que sustenté en dicha Universidad datante los wee {63,de noviembre y diciembre de 1958. Pade, asi ming ne Suurablemente algunos puntos, corregir ciertes erraresy subs BF omisiones, trabajo que he aprovechado para la redyecten de la presente obra Ja taz6n primordial en consignar los anteriores anteceden Lane cath que el lector quede acvertido de que el lbwo ce Lene sotre Jas manos no es, ni con mucho, una mete eels Gam At anterior que lleva ‘el mismo titulo, En elects, no sélo se han incorporacla un resumen dc la histevig y critica tle Ia idea del descibrimiento de América (Primers Parte) y a bresentacién del horizonte cultural que simvib de forte al proceso de la invencidn ele América (Segunds Parte), sino PRoLOGO n ave se ha afndido una especulacién final (Cuarta Parte) acerea de ta estructura dll ser americano y de st desariollo histérico eon Jo que se pretende oftecer una explicaciin fondo de la raz6n de ser de la existercia de las dos Amérieas y de su tespectivo significado dentro del amplio mateo de Is storia universal, Se trata, en lo esenctil, del mismo libeer Pero por ten considcrablemente ampliado’ puede y debe: te perce por otro. Por eso y a fin de evitar el peligro de uns confusién, le hemos puesto a éste un subtitule distinto Hechas las anteriores expicaciones es pestinente repetir algo elo expuesto en el prélogo de la primera edicién, porauece {inte de tas cansideraciones también aplcables a deta, Die entonces que este trabajo puede entenderse en um sentids Duy literal, como una comonicacién de indole cientifiea en cuanto que cn ningiin momento se pretende en ella invale {rat los problemas de las primeras causas y cle ls diltimas sae 12s sel Fendmeno que en él se estodia. Quiero decit que tn Te alguno se tata de una investignciinorientada por ui ites previa acezca de In finalidad trascenlente o innenenta del devenir histérice, Aqui no catnpea ni un providencislis mo religioso, ni una teleologla idealista, porque no en vano js ha ensetiado Ia experiencia que tales sabidurias exeeden les limites del entendimiento Ininano. Esto no impide, sig enibargo, que quien asi lo quiera, pueda Teer detiis ale tune tras deseripciones una intencién divina o unos propésitos coe, pnees. Aqui campea, en todo caso, la rocidn del devon histrico como un praceso auie cumple a so modo las frei clades de Ia vida,"lo que es decir bien poco, porque elle ne £2¢¢ sino remitilo a fondos que se hunden en el mnisterie, 1 ates or conigniente, de unas descripciones, y hasta ex, hasto esquemétieas, como podrian ser las de un’ biSloge ae ssomade a] nvieroscopio, se conforma can commie wt observaciones acerca de Ia mancra en que se reprodvce, pon. gam0s por caso, la célula de in tejido vivo. Si se me permite Ja imagen, quisiera que se viera en este litto algo au come jina investigacién de la fisiologfa de la historia; pero de Ig Historia entendida, no ya como um acontecer que le "pasa ee pana i aaa 1 tHe 2 PROLOGO al hombre y que ast como le sucedi6 pudo haberle no ocu: trido, mera contingencia y accidente que en nada lo afect, Sino como zigo que lo va constituyendo en su ser espisitual la historia, or lo tanto, como una modalidad de lo que lama nos la vida, Y es que este trabajo, no obstante sus flaquezas teen definitiva, una inspeccion del modus uperandi y det srodus vvendi de 1a historia: revela —dentro de Tos limites Tal campo. de observacién elegido— como del seno de un ‘leterminada imagen del mundo, estrecha, particularista y Sreaica, surge un ente histérico imprevisto ¢ imprevisible que, arise ‘constituyendo en su Ses, opera como disolvente de la Vieja estructura y cBmo, al misino tiempo, ¢ el catalitico que froveea una nueva y dinémica concepeién del mundo més amplia y generosa. TEs claro, entonces, que el lector debe estar preparado para advent sia sorpresa que los problemas que aqui se estudian desbordan por todos lados los limites concretos del tema ame- (ieano, oara acabar ofreciendo wna idea de Ta marcha y pro- gresos ce la Cultura de Occidente, que asi se revela come eicjnice proyecto vital de la historia con verdadera promesa en virtud de la dialéctica interna que lo vivifica. Pamcers PaRre HISTORIA Y CRITICA DE LA IDEA DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA {Hasta que, por in, vino aguien'a descubritmne! Entrada del 12 de octubre de 1492 en un jmaginario Diario {ntimo de América 1 No sexk dificil convenir en que el problema fundamental de la historia americana estriba en explicar satisfactori {a aparieién de América en el seno de ta Cultura O% porque esa cuestién involucra, ni mis ni menos, la manera Eh que se conciba cl ser ce América y el sentido que ha de coneederse a st historia, Ahora bien, todos sabemos que la respuesta tradicional consiste en afirmar que, Armérica se hizo patente a resultas desu descubrimiento, idea que ba sido Heeptata como algo de suyo evidente y constituye, hoy por hoy, uno de los dogmas de Ja historiografia universal. Pero puede realmente afimarse que Amérita fue deseubierta sip sPeamirse en tin absurdo? ‘Tal es 1s duda con que queremos iniciar estas reflexiones, Empecemos por justificar nuestro escepticismo, mostran- do por qué motivo ¢s liito suscitar um duda al parecer tan trtiavagante, La tesis es ésta: que al llegar Colon el 12 de ootubre de 1492 a una pequetia isla que él ereyd, pertenccha sam archipiéligo adyacente al Japén fue como deseubné @ ‘América, Bien, pero preguntemos si eso fue en verdad To que @ Colén, hizo 0 si eso es lo que ahora se dice que hizo. Ts fobyio que se trata de lo segundo y no de To primero, Este ‘lanteamiento es dccisivo, porque revela de inmediato que Pyando los historiadores afirman que América fue descubier te por Colén no describen un hecho de suyo evidente, sino que nos ofreten In manera en que, segin ellos, debe enten- Gere un hecho evidentemente muy distinto: es claro, en efecto; que no es Jo mismo Tegar a una isla que se cree ect feana al Japan que revelar la existencia de un continente de ust uy — at 6 HISTORIA Y CRITICA DE LA IDEA 1a cual, por otta parte, nadie podia tener entonces ni la me og sospeeha. En suma, se ve que no se trata de to que Fe ibe dacumentalmente que acontecid, sino de una ided acer gh de le que se sabe que aconteci6, Dich de otro modo, que Chand se nos ascgura que Colén dlescubrig a América no cofrala de un hecho, sino meramente de la interpretacion Se tun hecho. Pero si esto es asi, seri necesario admitic que siada impide, salvo Ta percea o la rutina, que se ponga en ga la validea de esa manera peculiar de entender lo que jae Obign en aquella inemorable Fecha, puesto que, en defi- va, no es sino una manera, entre otras posibles, de enten- “Hele! Es, pues, lito suscitar la duds que,"en efecto, hemos suscitido.! Few suscitada la duda, es muy importante comprender bige ss aleance, porque hay riesgo de incursir en un equivo- Cie e conduciia a ha confusion lamentable, Entiéndase bien y de una vez por todas: el problema. que planteamos, no ae Moen poner en duda si fue o no fue Colon quien des: cts ainérea, ya que esa audi supone la admision, de Ie fea de que América fue descubierta, No, nuestro problema léyicamente anterior yas radical y profundo: consiste ex pone-en-duda’si los Tiechos que hasta ahora se ban ene Beis como el descubrimiento de América deben_ ono deben spur entendiéndose asi. Por consigaiente, lo que vamos & GEhninae noes cbmo, cudndo y quién descubsio a Aménca, Gino si la. idea misma de.que América fue. deseubiesta es una manera adecuada de entender los-ueqatecimientes, o deck, Teor esx idea se logta 0 no explicar, si-objeci6aN6gica, la fotaiidad del fendmeno histdrico de que se trata. Nada, pucs, Liens de extravagante auestea actitud. Es la de un hombre de ciencia que, frente a una hipétesis la sujeta 2 revisiip, ya fre eonfomarse con ella si no encuentra una expliéecién hejor, ya pata rechazarla y substituifla por otra en caso con: to, Tal ha sido siempre la marcha en cl progreso del conacimiento, Nos persuadimos de que las consideraciones anteriores son. suficientes para que, por 10 menos, se nos conceda el bene- ficis de la duda. Quien no lo estime asi, debe suspender esta va DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA v Jectura para seguir encastillado en sus opiniones tradicions: Jes. Quien, por el contrario, comprenda que estamos frente aun verdadero problema ha dado ya el paso decisive: ha des. pertado, como decia Kant, de su suefio dogméticn. ‘Una ver puesta en duda la valides de la idea que exphiea la apaticién de Amériea como ¢} resultado de su desc miento, debemos pensar de qué modo puede ponerse a prue- ba, En principio esta no ofrece mayor dlficultad. Pn efecto, como toda interpretacién responde a wna exigencia previa, que fs de donde depende su verdad, el problema se reduce a ex minar si dicha exigencia conduce 0 no a un absurdo, porque ts claro que de ser asi se debe rcchazar In intespretacion para Substiteidla por otra ms satisfactoria, Pero gcdmo, enton- ces, comptobar si co acontece en nuestro caso? He aqui la cuestién, Paes bien, como la idea de que Colon descubrié a Ame rica cuando aporté a una isla que crey6 cercana al Japon no describe e suceso histérico segdin aparece en los testimonios, obvio que la exigencia que generd aquella interpretacién no procede del fundamento empirico del hecho interpretado, 5 decit, es obvio que no se trata de una interpretacion apo: yada de los hechos (a posteriori), sino de una interpretacion fandada en una idea previa acerca de los hechos (a priori). Pero si es0 es asi, zqué es lo que debemos examinar para averiguat en qué comsiste esa idea previa para poder compro bar si conduce o no a un absurdo? La respuesta no oftece Quda: puesto que en nada aprovecha examinsr ¢l hecho i terpretado, porque de él no depende Ia idea, es claro que debemos examinar el hecho mismo de la interpretacién que es un heclio- tar historico camo et otr6. Eiuna ‘palabra, que parr saber’a ques debe la idea de que Colén descubsib a ‘América a pesar de que se sabe que él ejecuté wn acto muy distinto, es mecesario averiguar cundo, cémo y por’ qué se pens6 eso por primera vez y por qué se sigue aceptando. Ts ccit, seré necesario reconstnuir Ja bistoria, no del deseubri “mento de-Arndriea, sino de. la idea de-que América fue des. tubjerta, que no ¢s fo mismo, Y e50 es lo que vamos a hacen!” 1B HISTORIA ¥ ORITICA DE LA IDEA Pucsto que nuestra tarea consiste en contar Ta historia de la idea del descubrimiento de América, lo primero que debe reoeuparnos cs averiguat el orige: idea, Sabemos que Colin no es responsable de ella. “ZC0ai6, cntonces, ce eon. cibio por primera vez el viaje de 1492 como una empresa de descubriniento? Una pesquisa documental realizada en otra obra,* nos en- sefid que Ta idea se gesté cn un rumor popular que las erudlitos Hamam la “leyenda del piloto andnimo”. Vamos a recordarlo brevemente de acuérde con las noticias del padre Bartolomé de las Casas, el testigo mds directo que tenemos acre de se particular. Dice que los. primitives colonos dela Isla Espaitola. (Haiti empezd a™poblatse por los espaoles. cn 1494), aiitre quienés habia algunos que acompatiaron a Co. ‘on en su primer viaje, estaban persuadidos de que cl motivo Que determing al slmirante para hacer Ia travesia, Eye el de seo de’ mostrar Ia existencia de wnat tierras desconocidas de las Gue tenia noticia por el aviso que le dio un piloto cuya nave habfa sido arrojada_a-sus playas por una tempestad? Consideranco Ia temprana fecha y el contenido del telato, ¢s forznso concluir que en él se concibe por primera vez el Viaje de 1492 como una empresa cle descubrinniento, puesto que en lugar de admitir el verdadero propésito que animé a Colin —aque era llegar al extremo oriental de Asii—, se dice que su finalidad fue revelar ninas tiettas desconocidas, Esta manera de comprender la “leyenda” ha sido objetada por dos motives. Se alega que es indebiclo concedlerle el sen: Uido de sma interpretacién del viaje colombino, primero, por. que ¢l hecho que se relata es falso y segundo, porque lt “Te yends” no tuve ese objeto, sino que fue forjada como una arma polémica para emplearse en couitra de los intereses Prestigio de Colén.t Ahora bien, admitiendo Ia verdad de esas dos citcunstancias, no cs diffeil ver que ninguna consti tuye una objecién a nnestea tesis. En efecto, respecto a la Drimera ¢s obvio que In falsedad objetiva del retato no impide que contenga una interpretacién del suceso a que se relieve DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA 9 Si hiciésamos caso de ese argumento la mayoria de los histo. adores snodemos tendrian que afirmar que, por ejemplo, La Gindad de Dios de Sin Agostin no contiene una interpreta. cién de la historia universal, porque es falso que exists una Providencia divina que noma y rige los destinos hhumarios. Et Segundo ergo es igualmente inclicaz, porque es claro que dle ser cierto que Ia “leyenda” tuve por propésito fabricar tun arma polémica contra los intereses y prestigio de Colén, sélo concediéndole el significado de sna interpketacién del viaje podia servir para exe clecto, Es como si, para tomar el mismo ejemplo, se alegara que no es debido aceptar La Ci. dad de Dios como wna interpretacién de la historia univer, sal, porque el objeto que persiguié Son Agustin al eseribirla fue, como en efecto fue, ofrecerle al Cristianismo un arma polémica contra Tos paganos. Dejemos a un lado, pues, eas Supuestas objeciones, y pasemos a considertr In verdadera dificultad que presenta el hecho miso de 1a existencia de 4a “leyenda” y del amplio crédito que, como es sabido, se le concedié de inmediato* En efecto, no_es_fécil comprender a primera vista e6mo wugit la “leyenda” y por qué.fue aceptada por encima fe qué Ta creencia de Colén de haber Negado a Asia se divalg® como cosa publica y nctotia“al regreso de su Primer viaje-“Ta sohucién a este pequetio enigma ha preoc. prdo-a-muchos escritores modemos, sin que, a decir verdad, lo hayan resuelto satistactoriamente, porque o se limitan a mostrar su indignacién contra cl anénimo “envidioso” que inventé tan fea calumnia,® 0 bien niegen el problema en lu. gar de resolvetlo, alegando, contra toda evidencia, que la Greencia de Colén era un secreto det que no estaban entera. dos los historiadores,” A mi me parec: que la solucién se encuentra en el general escepticismo con que fue recibida la creencia de Cotin,* porque ast se entiende que, fuera de los Citcules oficiales bien enterados, se dudata de la sinceridad de ese “italiano burlador” como le dectan algunos, y que, por {o tanto, se buscara una explicacién a su viaje apoyada en alguna ciscunstancia mas o menos plausible. Se pueden ima. ginar muchos posibles pretextos, incluso algunos eruditos 2 HISTORIA ¥ GRITICA DE LA IDEA han ereido poder senalar el que consideran el “niicleo histé- fico” de la“leyenda”,"* y hasta podria pensarse que alguna frase del propio Colén haya dado piel al cuento 0 por To me- nos que lo haya sugerido." Estas especulaciones tienen, sin embargo, un interés snuy secundario’ para nuestros propésites, porque lo decisive & Gque al surgit la “leyenda” como explicacion histérica del via Se inicid el proceso del desconccimiento de a finalidad hue realmente Jo animé, y esta cizcunstancia, que Tlamarcmos why oousfacién del objetivo asiatico de la empresa’, 65, ni mas ni menos, la condicién de posibilidad de la idea misma de {que Celén descubsié a América, segin hemos de comprobar mas adelante. Pero si es cierto que en la “leyenda” esta el germen de est interpretacién no debemos sobrestimar su alcance, De mo mento es obvio que no se trata aGn del deseubrimiento de ‘América, pues fa “leyenda” s6lo se refiere a unas tierras inde teninidas en su ser especifigo, y no es menos obvio que, de euerdo con ella, el verdadero descubridor seria el piloto and rnimo por haber sido el primero que realizé el hallazgo. De ‘sfis-sondlusiones se infiere, entonces, que el préximo paso fonsistira en ver de qué manera el viaje de 1492, ya interpre- tado como uiir empresa descubridora de-tieras ignoradas, “Serf weferido especificamente a América y Smo pudo atri- buirse el descubrimiento a Colén en lugar de atribuirsclo a su sival, el piloto anénimo. Mm El testo més antiguo donde aparece Colén coro el descubri- Aovde América es el Sumario de fa natural historia de las Ing digs, 4e Gonzalo Fernindez. de Oviedo, libro publicado unos ~ frainta atts después’de-la época'en que debi6 susgir 1a * yend: del piloto andnimo”.* Este pequefie libro no es sino Tina especie de breve anticipo de la Historia general que ya scrilia por entonees el autor, y en él se limita a consignar DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA las noticias acerea de In naturaleza de América que, a su par recer, podian interesar mds vivamente, al emperador don Car Jos, a quien va dedicado, No ¢s sorprendente, entoncrs, que cen cl Sumario s6lo se cnenentre una alusién a unestro Lema pero tina alusidn muy significativa. Remitiendo al lector a lo qu aparecerd en la Historia ge- neral donde, segin dice, tratars por extenso cl asunto, Oviedo ‘ima que “como es notorio”, Colin descubsié las Indias (us decir, América) en su viaje de 1492.” Eso es todo, pero no fs poco si consideramos que aqui tenemos afinnada por pri mera vez de un modo inequivoco la idea cuya historia vamos reconstruyendo. ‘Alora bien, si no estuvigramos en antecedentes, Ta opinida de Oviedo resultaria muy desconcertante, porque sin tener conociniento de la previa interpretaci6n contentda en a le yenda del piloto andnimo y de la ocultacién que en ella se hace de los motivas que animaron a Colén y de su ereencia de haber Megado a Asia, serfa muy dificil explicarla, Tin efee to, ¢s claro que si a Oviedo le parece “notorio” que lo reali: zado por Colén fue descubrir unas tierras ignotas, es decir, Si le parece que semejante manera de entender el viaje de 1492 es algo que no requicre prucba ni justificacién, tiene ‘que ser porque ast era como se venia entendiendo desde an es, Se trataba, pues, de uma opinidn recibida que él sinyple- monte recoge y repite. Pero si esto parece indiscutible, no se ve tun fi por qué Oviedo no refiere el descubsimiento a slo unas re mninadas como acontece cn la leyenda, sino es- peciti Indias, 0 sea a América, La eadn de tan decisive cambio es qe durante los treinta afios que habfan transeurrido desde que aparecié 1a “leyenda” se Imbia des. arrallado un proceso ideoldgico que eulmind, como veremos fen Ia Segunda Parte de este trabajo, en la conviecién de que las tieeras visitadas por el almirante en 1492 formaban parte de wna masa continental separada de Asia y concebida, por To tanto, como un ente googréfico distinto, Hamado América por unos y las Indias, por los espanioles."* ‘al dar Oviedo por supucsta como verdad indiseutible mente 2 HISTORIA Y CRITICA DE LA IDEA In interprctacion del viaje de 1492 como una empresa descu: bridora, lambién dio por supnesto que dicho descubrimiento fine de las Indias (Ariérica), ya que s6lo eon ese ser conocia las regiones halladas por Colén Pero ests mucva manexa de entender la hazaiia colombina que consiste, segiin acabamos de explicar, cn interpretar wn Seto de acacrdo con los resultados de un proceso de fecha iy posterior del acto interpretado, suscitd un grave proble ma que conviene puntualizar, porque sera el eje en torno al ual va a gitar toc esta extraordinaria historia, En efecto, como a diferencia:ide Ta “leyenda” 3¢ afirma ahora que cl tlescubrimiento fue, no de vnas regionies indeterminadas en fir der, sino'de uircontinente imprevisible, para poder afirmat que Coléir reveld In existencin de dicho continente, seri in dispensable mostrar que tuvo concienein del ser ce es0 cuya ‘existencia se dice que reveld, pues de lo contratio no podria gtibnicse a Colén of descubrimiento, Par que esto quede fenteramente claro vamos 4 poner wif ejemplo. Supongamos {que ct velador de un archive encuentra wy viejo popiro en tina bodega. Al dfa siguiente le da la noticia a un profesor universitario de letras clisicas y éste reconoce que se trata de tin texto perdido de Aristételes. La pregunta es ésta: yquién tc cl descubridor de ese documento, ef velador que lo hallé fl prolesor que To identificé? Bs evidente que si se le con- Sider como puro objeto fisico, como un papiro cnalquiera, fue el velador el descubridor. Ese es el caso de 1a interpreta cidn contenida en Ia leyenda de! pilot andnimo. Pero ¢s ignalmente evidente que si se considera el documento como tin testo de Atistétele, su descubridor {ne el profesor, pucs: to que @ fue quien tivo conciencin de lo que era. Asi, si alguien caterado del suceso quisiera mantener que el verda- Gera descubridor del texto de Aristételes habia sido el velador el archivo y que a él le correspondia Ia fama cientifica del Tiallazgo, nadie estaria de acuerdo a no ser que: mostrasn que tuvo conciencia de lo que habla encontrado en aquella bo: dega. Ese es, precisamente, cl caso en que se coloca Oviedo y todos os que, después de 6), van a sostener qite Coldn fue Qi descubridor de América. Y' ya se iré columbrando Ja difi- DEL DESCUDRIMIENTO DE AMERICA B cultad del trance, cuando‘ya no sea posible seguir descono ientlo To que en realidad pensb Colén de su hallazgo. Esta Grsis, sin embargo, no se presentari de inmediato, porave, segin indicamos, Ia consecuencia findamental de la “leyen da” fue ocultar, precisamente, aquella opinién. Planteada act Ja sitwacién, vamos a examinar en seguida Jos intentos que se hicieron por superarla, Se trata de tres teorias sucesivas que integran un proceso légieo y que, como se veri oportunamente, acabaré fatalmente por reducir al ab- surdo la idea del descubrimiento dz América, Lo acabamos de ver: ypa_ve lanzada Ia idea de que lo des- eubierto eta Amérien, es decic, un continente hasta entonées 1i9 s6lo imprevisto sino imprevisible, el nico problema que quedaba etna quién atribuirle la fama de tan extraordinasio suiceso, a piloto anénimo o a Cristébal Colén, p para decitio th términos de nuestro ejemplo, a. velador que hallé el pa- piro 0 al investigador que lo identified como un texto de Aris- tétcles. Para resolver este contlicto hubo dos intentos inicia- les, ambos insuficientes por lo que se veri en seguida, y un tercero que supo encontrar Ta solucién al dilema, “El conjun: to de estos esfucreos constituye 1s primera gran etapa del proceso, Vamos a examinarla en sus pasos fyndamentales, 1) Brimér intento: Oviedo. Historia general y natural de las Tndias* He aqui br tesis: A. La explicaciéxi tradicional de e6mo ocurtié ef descubri miento de Ameérici_ os insatisfactoria, porque el relato, del piloto anénimo es dudoso, Pero suponiendo que sea cierta Ii intervencién de ese, personaje, ¢s a Colén a quien corres ponde Ja gloria del d¢scubrimients de tas Indias. ” B. La cazén es que, independientemente de si recibié o no 1 aviso del piloto andniiid, Coléu supo Jo que eran las tie- SES =EEEue ” HISTORIA Y GRITICA DE LA IDEA ‘ras cuya existencia revel6, es decir, tuvo conciencia del ser ‘Qe esas tetas, ‘C Pxo yeomo? Coldn, dice Oviedo, sabia lo que tba a encontrar desde qué propuso cl viaje, En efecto, como las Trias, explica, no son sino las Hespérides de que tanta men- ‘don hacen 0s escritores antiguos, Colén se enterd desu fexistensia y ser por medio de la leclura de esas obras. Asl, sabedo: de que tales ticrras existian y de lo que,eran, y quiz Cortaborado, ademas, pot 1a noticia del piloto anénimo, salio a buscarlas y las descubri6.”* 3) Segundo intento:; Gémara, Historia general de las Ine dias." He aqui la tesiss 7 'A. a explicacion tradicional es satisfactoria, porque el telato del piloto anénimo es verdadero, B. Lo que resulta fabuloso es pensar que Colén haya ave- rignado 12 existencia de las tieras que hall6 por lecturas en Tee his clisicos. Cuanto se puede concedes es que eorro- ord lh noticia del piloto andnimo con las opiniones de hon Bras doctos acérca de To que decian Tos antiguos sobre’ “otras tierras y mundos”, ‘C. Golén, por lo tanto, solo es un segundo descubridor. El primero y verdadero fuc el piloto andnimo, porque a él se Bebe el conocimiento de las Indias que hasta entonces bian permanecido totalmente ignoradas."* ‘Si consideramos estas das tesis, se advierte que ninguna To- gra resolver satisfactoriamente el problema. La de Oviedo, es Sarto, cbmple con el requisite que debe concurrir en el des- Gubrilor, porque Colén aparece como teriendo conciencia Gel ser especifico de las tierras cuyo descubrimiento se le atri- Duye Pero el descubrimiento, en cambio, deja de ser propia prence 650, porque al identificarse América con las Hespérides, ya mo se trata de algo cuya existencia era desconocida, sino Inefemente de algo olvidado o perdido.” ‘Le tesis de Gémara, por su parte, adolece del defecto con- ttario: se mantiene en ella, es cierto, la idea de que se trata de amas tierras cuya existencia se desconocla, pero no se cum EASES DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA B ple, en cambio, el requisito por parte del descubridor de Je onciencia de to que eran This ambas tesis, aunque por motives opucstos, ef acto ane cePatibuye no cortesponde al acto que st dice fue realizac elas aflesiones muestra que la solucién tena que comb ray ine eiertos wespectivos de Ins tesis precedents, evitan do Mar fellas ‘Tenia que mantenerse ta idea de que se ignoraba Tr eeistencia de is Letras objeto del deseubrimnicnlo, como lo He Sonnars, y mostrar, sin embargo, que el deseubridog eae eeencia previa de que éxistian, Sdn Yo intents Ovi we” Guien logrd conciliar ung extraihos a parecer tan i “Bapatibles fue el bibléfilo: ys humnanista don Femando Golda. en la célebre biogeatia que escribid de, su famoso padre, Veamios céino y a «ue precio logr6 acest, . a, S sPercer intemto;, Fernand Colén Vida del Alinirante He aqui la tesis 7 A. Nadie antes de Colén supo de ta existencin de las tee ras GUe-hallé en 1492, Es, pues, falsa que alguien te haya rc maticis de ellas,y falso que haya leido de ellas en ante sguos libres. B Lo que pasd es que Colin tuvo a idea de que al occ dente dle Tiutopa tenia que existic un continente hasta en tonces-ignorado. S Pero si eta ignorade, e6mo, entonces, tuvo Cot ides de que existia, La two, dice don, Fernando, por una getial oe aaa deducida de’sus amplios couocimicutos cientift aan de su erudicion y de sus observaciones. Es decis, Luv ¢§8 Extraordinaria idea como hipétesis cientifica ia empitia de 1492 no fue, pues, de corroboracidn, de tana notictt que hubiere tenido Colén; fue de comprobacién uMbinea de su hipétess, solo debida asa talento, Con eh Sie que emprendié en 1492, Coldn mosted, por consignen ea ‘eaistencia de un continente ignorad, no de reo mes venoeidas pero olvidadas segiin pretende Oviedo; y-al mesteat coor tteneia revel6 To. que era, porque previanienic to sabia Colon, pues, es el descubrider indiseatible de América. 6 TISTORIA ¥ CRITICA DE LA IDEA E. Bs cierto que ese continente se conace ahora con. cl nombre de “Indias";-pero eso no_signifiea, como pretenden algunos, que Colén haya creido qiie haba Hegadlo a Asia. La explicacién «& que, sabiendo muy bien que se trataba de on continente distinto, él“misino le puso aquel nombre, no séto por su tclativa cercania a Ja India asiética, sino porque de esa Miuneta loged cespertar la codieia de los reyes para animarlos a palsocina In empresa.” De este modo, don Fernando no sélo aprovecha Ia ocul- tacidinr que ya existin respecto a las verdaderas opiniones de su padre, sino que dcliberadamente Ia fomenta al dar una falsa explicacién del indicio que revelaba la verdad de aque- _llas opiniones, pues ¢s indiseatible que él las conocia, En ‘cfecto, es pico suponcr ese conocimienta por muchos obvios motives y, entre atros.y no cl menos. porque don Fernan- do acompand a Celén en su cuarto viaje que fue cvando, después de cierta vacilacién en el tercero, ef almiggnte queds absolita y definitivamente persuadide de que todes Jos litorales que se Tabian explorado eran de Asin. Tal Ja tan mal comprendida y equivoca tesis de don Fernando Colin. ‘Avora bien, se aelvierte que esta tesis, en que la ocultacion de las ideas de Colbn ya no se debe a un mero escepticismo, sinp-a-un-caleulnelo deseo de esconderias, logra_conciliar los “dos ‘exjuisitos del problema. Es de concltirse, entonees, ‘que cen ella cncontrd sit solucién adecusda, pero, claro est, solo mientras se pudicra mantener escondida Ia opinién que se formé Colén de su hallzago. Desde este momento, por otra parte, la rivalidad entre el piloto anénimo y Colén queds decidida a favor de este, porque si_es cierto que la tesis de Gémara signié teniendo muchos adeptos de no poca distin. cigs! no lo cs menos que semejante actitud no representa ‘un nuevo paso, sino un mero arrastre de inercia tradiciona- lista, Por este motivo aqui no cabe ocupamos de ello. Vac mos a-esaminar, en_cambio, 9 gué-se debié, que la sobucién 1 equivocamerite_alcanzada por don Fernando haya en ido en crisis, impulsanido, de ese modo al proceso Wa segunda etapa de su desarrollo, Esta mudanza se debe al pa DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA n dre Las Casas cuya intervencién, por consiguiente, procede estutliar on sept Bartolomé de las Casas, Historia de les Indias.” ‘A, La premisa fundamental es la concepeién providencia. lista de la historia: Dios es la causa mediata y eficiente, y el hombre, la causa inmediata ¢ instrumental. Asi, cl descubs miento de América es el cumplimiento de un déignio vino que fue realizado por un hombre elegido para ese cfecto.* B. lise hombre fue Cristébal Colén, a quien Dios doté de todas las cualidades necesarias para llevar a cabo Ia hazafia. De esta manera, gbrando con libertad centro de la esfera del _mundo natural, Colén logré intuir yor hipdtesis cientéfica, ‘no por rcyclacion divina,.la existencit del continente de Tas Frias, es decir, América. Vlasta aqui, Las Casas sigue de cerca la argumentacién empleada por don Fernando." G. Formalmente las dos tesis son casi iguales, pero difie- ren en el fondo, porque, para Las Casas, el significado del descisbrimiento grovita exclusivamente en su finalidad reli giosa. Lo esencial_no estriba, pues, en que de ese modo se conociétna parte ignorada de la. Tierra, sino en la citcuns taneia de que se trata de tierras habitadas por unos honibres ‘a quienes todavia.no Jes alumbra la Iz evangélica, D. Esta diferencia ideolégica respecto al significado de la empresa ("hazaiia divina” la Hama Las Casas) explica por ‘qué Las-Casas, siempre aficionado a acumular razones, no se limité"a-tepreducir Ia argumentacién de don Femando, tan Giidadosamente caleulada para no delatar el verdadero pro- pésito que animé a Coldn, En efecto, Las Casas aisadié ‘cuantos motives se le ocurrieron pata explicar cémo pudo saber Colén que esistian las Indias, y asi, sin reparar en Jas inevitibles incongriencias, lo vemos aducir en abigarmada ¢ 7 | 1 | aw HISTORIA Y CRITICA DE LA IDEA indigest. mezela, ya e] mito de la Atlintida, ya los Vamados vye1sds Froféticos de Seneca, ya “la leyenda” del piloto and- rnimo y hasta la teoria de las Hespérides de Oviedo, tan dura ‘mente censurada por don Fernando.** E, Pero lo decisivo en esta manera de proceder fue que Las Caias, poseedor de los pupeles del alnirante, so se enidé de ocultar el objetivo asidtico que en’ realidad animé su via- je, ni la conviceiéa que tuvo de haberlo alcanzado." F. La razén es que, dada la perspectiva trascendentalista adoptada por Las Casas, los propésitos personales de Colon cearecen de importancia verdadera, porque, cualesquiera que hayan sido (confirmar wna noticia, hallar unas regiones olvi- dadas, corroborar una hipétesis o Vegar a Asia), el significado Ge la empresa no depende de ellos. Para Las Casas, Qolbn tiene uo cumplic fatalmente las intenciones divinas Tnde= pendientemente de las suyas personales, de suerte que deter: minar lo que Colén queria hacer y lo que exeyé que habia hecho resulta enteramente secundario, Lo ‘inico que inte resa poner en claro es que Dios le inspiré el deseo de hacer cl via, y para este efecto cualquier explicacién es buena G. Igual indiferencia existe por lo que toca al problema del sex especitico de las tierras halladas, al grado de que re sult cific si no imposible precisar Jo que al respecto opinsa Las Casas. La razén es siempre kt misma: semejantecit- canstancia carece de significacion verdadera. ;Qué mis da si Se trata de las Hespérides, de un fragmento de la Isla AUSn- tida, de un Nueyo Mundo 0 de unas regiones asidticas? gQué més da Io que Colin o cualquiera piense al respect? Dios hio puede tener interés en los progresos de la ciencia geos fica, Lo decisive es que Colén abrié el acceso a unas region nes de la Tierra repletas de pueblos a quienes es urgente predicar la palabra revelada y concedlrles In oportunidad del Deneficio de los sacramentos antes de que ocusra el fin del mundo que Las Casas estima inminente.” H, Por lo tanto, si ha de decitse en verdad quién fue el jescudridor de América, debe contestarse que fue Cristébal Ion, péto_no cn virtud de los propésitos y convicciostes _peffonales que animaron su empresa, sino como instrumento, - DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA » dlogido por 1a Providencia para realizar ta twuscendental ba Gana, Y si ha de precisarse qué fue Jo que descubrid, debe decitse, no que fueron tales o cuales regiones geograficamen: te determinadas, sino el oculto camino por donde legaria Cristo a aquellos numeroses y olvidados pueblos para cosechar Citre ellos el mistica fruta deta salvaciou eterna.” "Tal Ia tesis de Bartolomé de las Casas, y tal la manera de entender las muchas incongrucncias que, de ot manera ofrece la atenta Iectura de su obra. Pero geudl, entonces, cl Sentido de la intervencién de Tas Cass desde el punto de vista de nuestro problema? Trateaos de puntualizarlo, Puesto que la tesis remite el significado de la empresa al plano taascendental de la esfera religiosa, Ia desamaiga de sus premisas histérico-temporales, y por lo tanto, en st misma ne Topresenta ningin avance en ¢} desarrollo, del proceso que Negimos reeonstruyendo, Pero esto no quiere decir que c2 ezea de importancia. Por el contrario, como en la Historia de Las Casas se admite y prueba cual fue el propésito que tavo Colén al einprender su viaje de 1492 y se confiesa la saueiia en que estuvo de haberlo realizado, en Jo sucesive 4 posible continuar ocultando lisa y Hananente ose y creencia, Con Ia intervencién de Las Casas, pot Zonsiguiente, entra en cfsisTa primers gran etapa del procesc Sse anicia ast la posibiidad de un nuevo y fundamental des Frralo, yen esto, claro esté, estriba para nosotros su siguit: _cacién’decisiva, ut Se pensar que desde el momento ef que se hizo patente Gon testimonio irrefragable la verdad del objetiva asiatico del viaje de 1492, ema obligado abandonar Ja idea misma de ver tral una empresa descubridora de tierras totalmente ignos das, paca comprenderlo, en cambio, como To que fue: wna tentativa de ligar a Europa y Asia por la vata del oveidente Y tal cm, en efecto, la consecuencia a que debié legerse de 30 HISTORIA ¥ CRITICA DE LA IDEA no haber existido el impedimento ligico de la premisa que, segiin sabemos, condiciona todo este proceso, a saber: que Ta interpretacin de aquel viaje como un acto descubridor de tierras desconocidlas habla quedado establecida como wna evi doncin. A causa de esto ge siguid, pues, en Ta snisma situaciGn légica_y por Jo tanto, quedé en pic el problema de cémo atribuidle a Colén el descubrimiento de América, pero ahora 1 pesar’y par encima de que se sabe que sus propésitos fue “fon 01405, vamos a dedicar este apartado al estudio de los es ierzos que se hicieron por sesolverlo, y que no serdn. sino jintentos de coneiliar la {65 de dott Fernando con los infor- tes proporcionados por Las Casas...No otra, en efecto, podia ser [a orientacién general de este nucvo desarrollo, 1. Herrera, Las Décades.” A. Hin Términos generales, Herrera se atiene a la argumen tacidn de don Femando, Para él, pnes, Colon tvo conci cia -de que existian las Indias (América) Gcias'a una hipd- Lesis cientifica, y el viaje de 1492 no fue sino la manera de comprabarls. B, Pero a gran diferencia de don Femando y-ante la nece- sidad de tener en eventa los datos revelados por Las Casas, Herrera afinna, sin explicar cémo ni por qué, que Colin se persuadié que habia Hegado a Asia. Es decir, que en el pri er viaje, Colén no comprobé sir hipdtess. C. El engatio en que incurrié ef almirante subsistié a To Tnxgo de la segunda y tercera exploraciones; pero en la eyarta y iiltima, Colén advirtié su error al tener noticia cierta de Ta fa del Mar det Sur, es decir, del Océano Pacifico. D. Fue ast, por lo tanto, como finalmente Coté pido comprobar su hipétesis inicial, de suerte que Herrera puede atribuirle cl,descubrimiento de América, ya que no s6lo mos. ‘{ré_dénde se hallaba ese deseonocido continente, sino que ‘vo conciencia de lo que revelaba.™ “advierte sin dificultad que esta tesis no logra atender debidamente Tos hechos delatados por el padre Las Casas, puesto que sélo introduce en Ta interpretacién la circunstan- DEL DESCUBRIMIENTO DE ¢MERICA 3 cia de que Colén creyé haber Hegado a Asia, pero no asi que Ge era desde un principio su propésito. A este respecto He- tera altera deliberadamente lo que afirna Las Casas,” con jo que se demuestra hasta qué punto comprende que para atribuirle'@ Coldn el deseubrimiento era necesatio mantener {que habia tenido conciencia del ser espécifico de las tieras Tialladas. La tesis, pues, es un primer intento por superar la esis; pero con toda evidencia la maniobra en que se sustenta no podia sostenerse indefinidamente. ‘Tenfa que Hlegar el mo- mento en «ic se admiticra cl objetivo atidtico de la empresa, porque sélo asi, por otra parte, se comprenderla por qué Collin se persuadié de que las regiones halladas eran asi Gs, cireunstancin que, naturalmente, Herrera no puede ex pliear, Ese momento se presenté afios mis tarde, segiin lo Rocumeintan dos autores cuyos textos vamos a considerar cn seguida, : 2, Beaumont, Aparato.” Beaumont. Ne A. La empresa estuvo animada pot dos objetivos posibles: 6 descubrir un continente desconocido cuya existencia habia inferido Colén por hipétesis cientifica, » egar hasta Asia, en G caso de no hallar dicho continente. B. Durante el primero y segundo viajes, Colén cree que est en Asia; pero en la tercera exploracién advierte que habia aportado a playas del continente descenocido que quiso en- contrar desde in principio. C. Fue ast como Colén deseubrié a América, porque pese 4 su equivoco previo, ueabé comprobando la hipdtesis inital.” Esta manera de entender la enupresa y de atribuir et descu Drimiento a.Colin es niuy somejante a Ia de Herrera, y. por To tanto, todavia se trata de un compromiso a base de la solucién de don Femanclo. In efecto, el modo de introducir en ella, sin alterar su csencia, cl equivoco de Colén es cl mismo que adopts Herrera, pero ahcra sin inconsecuencia, porque el abjetivo asidtico aparece ya postulado como fina Tidad de la empresa, bien que como secundario al Tado del objetivo descubridor de un continente desconocido, La tesis eee Se 71 Teen eee eee ol — 3), _ISTORIA Y CRITICA DE LA IDEA de den Fernando ain se mantiene, pero ys se ha dado el paso que accbard por arrainarla. Sigamos la trayectoria de ‘este inevitable desenlace. 3. Robertson. The History of America. ‘A. El autor inicia su exposicién describiendo el horizonte histérico que sirve de fondo a su tesis. A finales del siglo xv, dice, el gran anhelo de Europa era abrir una comunicacién maritima eon el remoto Oriente, A esta preocupacién gene- Tal obodece la empresa de Colon. No se trata,, pues de una inexplicable 0 extravagente ocurrencia, ni de una inspiracibn ving, es una hazaiia del progreso cicntifico del espicitu humino. B, Situada ast la empresa, Robertson pasa 2 explicar en qué consistié el proyecto de’ Colon. Pens6, dice, que nave- ando par cl rumbo de accidente no podia menos de encon frar tierra, Pero Coldn esté en duda acerca de lo que serian lis regiones que podia hallar. En efecto, tiene motivos cien- tifieos para sospechar que toparia con un continente deseo hocilo, pero por otra parte, tiene razones para creer que ia fh dar 2 playas asisticas, Colén se inclina mas por esta dtima pesibilidad; pero Ia duda es la esencia misma del proyecto. Cuando Col6n obtiene, por fin, los medios para em- preader In travesia, Robertson nos lo presenta surcando et Feéino francamente en pos de Asia, pero siempre con Ta re- Sera de que quiz encuentre, atravesado en el camino, el fontinente que habia intuido hipotéticamente. D. Al hullar tierra, Colin se persuade que ha Hegado a ‘Asia y por eso, explica Robertson, fue bautizada con el nom bre de Indias, Peto el almirante ‘no ha abandonado la duda jnidal, En el segundo viaje sospecha que ha incurrido en fan equivoco, que, sin embargo, no logra disipar sino hasta el tercero, Fue entonees cuando supo de fijo que habia halla Go el desconocido continente que desde un principio pensd que podia descubrir, Colén, pues, es el descubridor de Amé Ace, porque, al comprobar una de las dos finalidades de In empresa, tivo plena conciencia de lo que habia revelado.™* «DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA » La tesis guarda una obvia semejanza con la anterior; pero la diferencia implica un manifiesto adelanto hacia la exisis definitiva de la vieja solucién de don Femando la cual, sin embargo, todavia subsiste como base para poder atribuir a Colén el descubrimiento de América. En efecto, ndtese que Robertson no solo postula el objetivo asiético como una !'s dos finalidades de Ia empresa, sino que aparcee como la prin cipal. Pero ademas, y esto 8 decisivo, la explica come obyia dentro de las citcunstancias historicas. Asi, el deseo de Co én por llegar a Asia ya uo se admite s6lo por la exigencia de dar tazbn de los datos revelados por Las Casas, sino que s¢ hia convertido en la condicién misma para entender el sace so. En este momento, por consiguiente, se opera un cambio Giametral respecto a Ta situacién que hizo posible la ereencia ‘en el relato del piloto andnimo. Por eso, et propésito ce des ubrir un continente ignorado, pero intuido por hipotesis cientifica, pasa a un segundo plano; no por mero aunastre a dicional, sino para los efectos de poder tesponsabilizar a Co Tén de un descubrimiento que de otro modo no se sabria a quién atribuitl. nos en el umbral de un cambio decisivo: la tesis de dou Femando, en que culmin6 la idea del descubrimiento intencional de América por parte de un Colén consciente de To que hacia, enconted en Robertson un iltimo baluarte. El préximo € inevitable paso consistici en el abandona defini: tivo de esa pretension, y se planteard, entonces, la dificultad de atribuirle a Colén’ un acto de cuya indole no tuvo, sin ‘embargo, la menor ideo, Se inicia, asi, la segunda gran eta pa del proceso. va La crisis sobrevino, may explicablemente, cumdo un erudite espaiiol, Martin Ferindez de Navarrete, divulgé en wna €o- Jeccién impresa los. principales documentos relativos a los viajes de Colon, Asi, en efecto, quedaban superadas las ambi- 4 HISTORIA Y GRITICA DE LA IDEA sitedades on cl relato del padre Las Casas, y se hizo patente, no sélo que Colén habia proycetado ir a Asia, sino que nun: ca se desengané de haber realizado ese deseo. Era incyitable, mus, ane el pauatvo, pose de. devin del objetivo Asiitico aleaneara sw culminacién definitiva. Fue el propio Rurtince de Navauete quien, en la Intend et ob, puntunlizé con nitidex el hecho. Veamos lo que dice. 1. Navarrete, Coleccitin.” A. A semejanza de Robertson, Ia empresa de Colin se ex plica y justifies como uno de los intentos por satisfacer el anhelo general de abrir una ruta maritima con Asia B Pero a diferencia de Robertson y de todos los antetio. raricte, cl proyecto de Culén no consistié: sino La guandera de ta hata, pues, no radica en las ideas aque Ia iuspitaron, radica en Ta osadia de buscar cl eamino a las Indias por el ‘rumbo de occidtente C. Por lo tanto, ya nada se dice acerca de la famosa y s0- puesta hipétesis que habria claborado Colin respecto a la existencia de una desconocida masa continental 1, De acuerdo con to anterior, Navarrete admite que, has- ta su mueite, Colén evey6 que {as tierras exploradas por él pestenceisn af Asin; pero al mismo tiempo concluye que, con Gl hallazgo de 1492, Colén realiz6 el inesperado y asomiroso escubrimiento de América, porque, con admiracién univer sal, dice, dio a conocer un nuevo mundo." Se ve bien: en esta tesis ya no queda ni el menor rastro Gel motivo. por el cual se venia atribayendo hasta entonces €l descubrimiento a Colén. Ello no obstante, se Te. sigue atribuyendo. ¢Cémo y por qué? Si, segiin Tatgamente hemos explicado, se trata de un acto que tequiere en el agente con: ciencia de To que hace, emo, entonces, responsabilizar a Co Jén de quien expresamente se afirna que carecié de ella. He aqui el problema constitutivo de esta segunda etapa, Para disipar el enigma vamos a examinar los textos pertinentes. ene’ DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA 6 2. Irving. Life and Voyages of Cotumbus.* ‘A. Una ver mis, la empresa quetla explicada en térmi- nos del anhelo de establecer la conanicacion maritima con Asia Ty Para determinar en qué consistié el proyecto de Colén, Irving examina la tesis de don Femando. De acuerdo con ella, dice Irving, Coldn llegé a concluir que “habia tierra no descubierta en la parte occidental del océano;, que era ‘accesible; que era féttil, y finalmente, qu: estaba habitada”, Es decir, la famosa hipétesis segiin la cual Colén habria in- tudo Ta ‘xistencia de América. C. Pero a Irving Te parece que Ja argumentacién de don Fervando es ambigua y adolece de ciesta falla logica.* Por eso, piefiere sacar sus propias conclasicnes. firma que cl nrgumento decisive que indvjo a Colén fue Ia idea de que ‘Aria era Facilmente accesible por el occidente.* Irving, pues, rio conoce mis finalidad de Ia empresa que el abjetivo asiatico. 1D, En el relato de los cuatro viajes, Irving se esmera_ por mostrar que en todo tiempo Colén estuvo persuadido de he ‘ber explorado unas regiones de Asia, y aclara que jamds se desengaiié.” B, No obstante manera tan explicita de admitir lo que Co: on quiso y creyé hacer, Irving no Je concede a la empresa dl sentido correspondiente. Desde un principio y a lo largo e todo cf libro, In entiende como la manera en que Colén descubrié, América. TF. Ahora bien, Irving no aclara por qué motivo Ia entien de asi. Se teita, pues, de una intervencién que considera fobvia, pero de todos modos conviene tratar de averiguar sus motives. G, Pues bien, de un pasaje en uno de Tos apéndices de la obra parece que Irving atribuye el descubrimiento a Colén fen viitud de habet sido el primero en topar con el continente fmericana; peto una atenta lectura de la obra no autoriza Scmejante conclusién. En efecto, sabemos de fijo que Irving no se atiene a la prioridad en el hallazgo fisico, puesto que econoce como probables unas expediciones de los nonman- Ls 36 HISTORIA ¥ CRITICA DE LA IDEA ddos a playas americanas realizadas varios siglos antes. Esas eapediciones, piensa, no constituyen, sin embargo, wn desc: Demniento de América propiamente dicho, porque la revele ign que asi obtuvo no trascendié la esfera de los intereses particulares de aquel pueblo, y porque, ademés, Tos nocman: Jos mismos pronto Ia echaron ex olvido.* "H. trving insinga, pues, que en la empresa de 1492 con. curre un elemento de intencionalidad que no existe en los Viajes normandos y que, por ofa parte, no radica precisa Tnente en el proyecto que Ja animé y que opera a pesar del fequivoeo en que incurié Coté al pensar que habia visitado Titres de Asia, A esa misteriosa intencionalidad se debe, por lo tanto, que se siga manteniendo la idea de que, con el fallazgo realizado en 1492, América fue deseubierta “Tale en resumen, la tesis de Washington Irving, el prinier historfador que narré la empresa admitiendo sin compronti gos 1 que quiso hacer y lo que pens6 Colén, Tal, sin cmbat- go, el misterio que rodea est tosis. Fxaminemos el texto que disigard el enigma, 3. Humboldt, Cosmos. ‘A. Este eminente pensador también sitda la empresa den- tro del ambiente y los anhelos de la época en que se Nevd a abo, Pero no se limita a sefalar la conexidn, sino que oftece tina idea del devenir histérico dentro del cual el aconteci- niento queda entrafablemente articulado y slo sespecto al ‘cua, cobra su verdadero sentido. E. En términos genetales se trata de la concepcién idea lists de la historia tan predominant, sobre tedo en Alcina: ia durante la primera mitad del siglo xnx. Su premisa fun Hanental, recuérdese, consiste en creer que ta historia, en sit Esercia, e& un progresivo e inexorable desarrollo del espiritu humano en marcha hacia Ia meta de su libertad conforme a razin. Para Humboldt, esa marcha estriba en los Tentos pero Seguros avances de los conocimientos cientifices que, al it conquistando la verdad acerca del cosmos, acabarin por en. reaat al hombre una visién absoluta de Ta realidad, Ta base DEL DESCUBIIMIENTO DE AMERICA ” inconmoyjble para establecer las wormas de su conducta fu tura y dé las relaciones sociales. © Pero, es el hombre por si solo, y no snerced a ninguna interveneién diving, quien debe cumplir 1a finalidad inma- nente de la historia y labrarse, ai, su propia felicidad. Ahora bien, esto no significa que los individuos tengan necesaria- mente conciencia de ese supuesto objetivo, nf que abriguen fl propésito de aleanzarlo, porque a lo largo de fa histonia se ‘a ‘ealizando con independencia de los anhielos y voliciones personales. Asi, pues, lo significativo es, ciertamente, To que hacen los hombres, pero lo que hacen en cuanto instrumen: tos de los designios de 1a historia D. Resulta, entonces, que dentro de esa concepcién teleo- Jégica del devenir humano, ¢s posible responsabilizar @ wn hombre de un acto cuya significaci6n trascicnde el sentido que tiene en virlud de las intenciones con que lo ejecutl Siempre que sean de tal indole que, independientemente de $n contenido particularista, estén de acucrdo con los desig. nnios de la historia. En efecto, asi puede y debe decirse que ese hombre tuvo conciencia del significado trascendental de Su acto, no como individu, pero si en su caricter de ins- teumento de las intenciones inmanentes a la marcha historic E. A la luz de estas premisas, Tumboldt compara el senti do qua, respectivamente, tienen Ia empresa de Colin y las expediciones nommandas del siglo x1. Para ello recouoce, fin reservas, 1a verdad histérica de esas expediciones y asi mismo el hecho de que Colén creyé haber visitado lerras asidticas en virtud de que é&¢ habia sido su objetivo. F. Desde un punto de vista cronolégico, es forzoso con: eluir que los normandos fueron los descubridores de América y que el viaje de 1492 no fue sino un redescubriniiento, Pero ’sta es una manera superficial y alsa de considerar la cues: tidn, porque cl mero hallazgo fisico no es lo significative. Es necesario examinar el problema a partir de la intenciowali- dad de ambos actos. G. Pues bien, asi considerados, lus expediciones norman- das son un hecho casual, porque el hallazgo de tierras ame- Fieanas se debe a que wna nave fue avrojada hacia ellas por 6 HISTORIA Y CRITICA DE LA IDEA una tempestad. El acto responde, pues, al impulso de un iego fenémeno telitico indiferente al destino humano, de suerte quo, desde el punto de vista de su motivacién, no cons tituye un descubrimiento de América que, por definicién, implica tin acto inteneional. La empresa de Colén, en cambio, no es un hecho fortuito, porque responde 3 un proyecto eientifico que obedece al Impulso del trabajo intelectual, larga y penosamente prolon- gad desde los albores de la humanidad. No es un acto arbi trario e indiferente al destino histérico det hombre, de ana. era que, por sn mativacién, si puede constituir un verdadero dlescubrimient, H, Se advierte que, fiel a sw visién, Humboldt canedla como carentes de sentido los propésites y crcencias pers Tes de Colén; y si el acto realizado por él parece intencional y no fortnito, es porque lo considera, no como individuo, sino como instrumento de Tos designios de In historia I, Pero aunque’ estas consideraciones bastan para expli car por qué no es posible atribuir a los normandos et descu- brimiento de América, no acharan por si solas el sentido con- cereto que tiene fa empresa de Colén como descubrimienta, ni cémo puede responsabilizarse en su persona. Fn efecto, si sa hemos que no se trata de un acto fortuito, no sabemos atin en qué consiste, ni cdino emple Colén con su papel de ins- trumento de los designios de la historia, tinea base pata con cedetle el tihulo de descubridor. J. Pues bien, le que hace que ta empresa colombina sca cl acto siguificativo que se conoce como el descubrimiento de América, es que en esa empresa se realiz6 uno de esos avan- ces de los conocimientos cienitfieos en que estriba, segin vi mos, la esencia misma de la marcha del hombre hacia suv destino histérico. En efecto, fue ast como se entregs a la contemplaeisn de los sabios, vicatios de los inlereses de la hu- manidad, wna porcién desconocida det globo terrestre, abrien- ‘Io asi la posibilidad de completar, con el estudio de las fegiones tropicales de Améticn, la visién cientifica de la parte del cosmos que es dlirectamente asequible a la observacién, Con este entiquecimiento, tan largamente esperado, el pro: DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA ” gre50 del espirity humane pudo pronto aleanzar su primera culminacién, porque fue ya posible sentar las bases inconmo- vibles de conocimientos absolutos; las bases, en suma, de a nueva revelacién, "la ciencia del cosmos”, de la que Alejan- dro von Fumboldt es ef evangelista y supremo pontifice. K. Pero si en eso estriba el descubrimento de América, gecuiy aesponsabilizar a Colon de tan alta hazana? gPuede, realmente, atribuitsele? Himboldt responde por la afirmati va. No es, explica, que Colén haya sido un sabio, ni siquiera un mediano hombre de ciencia, aunque posela ‘un espiritu inquieto que lo distingue mucho de un vulgar aventurero, sélo atento a su provecho. No, la razén decisiva es que Colén fue sensible a 1a belleza del mundo tropical y supo anunciat Ja buena nueva de la existencia de tales regiones, Jamas se ‘cansa de contemplarlas y gozarse en ellas y en sus escritos se esfuerza por contagias el entusidsmo que le provocan, Por ¢s0, pese a su tosco Ienguaje, se alza sobre Camocns y otras poctas de sw dia, anclados atin en las ficciones literarias de tuna supuesta naturaleza arcaica y artificiesa; por eso, tam- bién, es Colén el descubridor de América. En efecto, el pottico vuclo de su entusiasino fue Ta via adecuada para ‘na- ticiar a Europa, donde posaba el espiritu de la historia, la apertura de ese nnevo campn de observacion en que, en defi nitiva, consiste ol acto descubridor. Fue asi, entonces, como Colén desempeiié cumplida y plenamente su papel de porta vox de log intereses de la humanidad y de insteumento de las intenciones de Ia historia, 1, Nada de este concurce én ef caso de las expediciones de Jos normanvlos, Beneficiarios de un haliazgo fortuito, no supieron sino fumdar unos establecimientos comerciales que, por otra parte, resultaron precarios. Ademés, como las regio: nes septentrionales exploradas por ellos no ofrectan un nuevo cspecticulo dela naturaleza, si acaso la ncticia del hallazgo traspast el estrecho citeulo ce Jos pueblos para quienes cra familiar, no pudo tener ninguna significacién verdadera. No hnubo, pues, un descubrimiento propiamente dich He agut despejado el enigma que roseaba Ia tesis de Ir ving; he aqui la solucién que coresporwle a la segunda 0 HISTORIA Y CRITICA DE LA IDEA ‘etapa del proceso, Ya se ve: a pesar de la amenaza que sig- ified el reconocimiento pleno de los propésites de Colén y tle su idea de haber explorado regiones de Asia, se pudo satisfacer la exigencia de mantener a flote la vieja interpreta- cién de la empresa de 1492 y se logré resolver el problema de atsbuitle a Colon ef acto det descubrimicuto. Para ello, fue recesatio recurrir al arbitrio fitos6fico de postular, por encima de las intenciones individuales, una intencionalidad inmavente a'la historia que, en la esfera laica, es Ja contra partida de los designios divinos del providencidlismo cristiano Ue la tesis del padre Las Casas. Peso esta vee, semejante at bitric produjo el efecto contratio, porque en lugar de delatar come verdad histética los propésitos personales de Colon y ‘su creencia de haberlos realizado, los cancelé como histérica- mente inoperantes. Fue asi, por lo tanto, cémo por segunda vez, bien que de un modo mis sutil se oculté el. objetiva asid- tico de Ia empresa y la conviccién que tuo Colon de haber explorado regiones de Asia, ocultacién necesaria, como sa- bemos, pata poder atribuirle el cescubrimiento de América ‘Con la tesis teleol6gica que hemos examinado el proceso se replegé a'su segunda trinchera, y ahora sélo nos falta ver: cebmo sobrevino la crisis final cuando, en virtud de la disolu- ‘eidn del dogma idealista, fue preciso renunciar a su amputo, Se intentari, lo veremos en seguida, un iltimo reeuss0 por Inantener la idea del descubrimiento de América, pero’ un recurso’ que no sitve, en definitiva, sino para poner de mani- fiesto el absurdo que implica semejante manera de explicar Ja aparicién de ese ente. vat Mientras se pudo creer, con el idealismo, que la historia era tun sroceso en que fatalmente se iban cumpliendo, para de- ‘irlo en ténminos de Kant," las intenciones de la Naturaleza, Situsdas mds alls de Ia esfera de los propésitos y voliciones individuales, el viaje de Colén pudo seguir entendiéndose DEL DESCUBRIMIENTO DE, AMERICA a como el descubsimiento de América a la manera en que lo coed Alejandco von Humboldt, Pero cuando aquella per soci filosofica 0 mejor dicho, cuasi_religiosa, ented en se Mespats de haber slcanzado su cispide, Tos bistoriad pee aunque los primeros rebeldes, poco supieron hasta, aie frado quiedaban desamparados y expuestos. En segulsnitut Fare aentaciones marcadas pur et poztivismo civntifico, 1a creas ONetbtica deberia repidiar e) iusorio auxilio’ de todo xptiorisme metafisico por empiricamente incomprobable riverse) en cambio, a kx observacién de los fenémencs pars poder reconstrui, gin la célebre formula de Ranke, Jo que coerrcalidad acontecié”. Quiere decir esto que los hishora: dune ce comprometieron a reconoces, como fuente del sen- filo de os sucesos histéricos, Jos propésites y conviec ones personales de Jos individuos que partiiparon ex 0s Di Perntonees, que, por fin, le habia legado a he empresa Cf Salon In hora de que se la comprendiera con el sentido que tuvo pata él Pero lo cieato es que a pesar de las hueas © gencias metodoligiens y de Tas sauclas investigngons® i Enriquecicron la historiografia colombins desde finales del siglo aax, se mantuvo Ta interpeetacin tradicionsl om 1a sree crceneia de que Col6n habia deseubierto América cn Jogn 1492, enconted una isla que erey® pertenecer 2 un archipidlago ‘adyacente al Japon. Pam hawernos cargo de qué mancra se sostuvo est vi iden, conviene, ante todo, puntualizar Ia tesis respoctivn, & tayo etecto vamos a empicar el texto que, entre otros Pov! ties, parece representativo, tanto pot su Fecha reciente, Cone por cl aplauso con que hia sido recibide y pot la seviedad y prestigio cientifico de su autor Morison, Admiral of the Ocean Sea |A, Como ya es de rutina, 1a empresa se ubiea en el am pichte de lx Gpoca y en particular se relacions eon el deseo ern que habla por establecer Js comuniencién marihims on las Fegiones extremas orientales de. Asia av inea centeal que animé a Colén, dice Morison, fue oy MISTORIA Y CRITICA DE LA IDEA realizar ese auhelo, pero eligiendo Ia ruta del poniente. Se- mejante proyecto nada tenia de novedoso. Lo extraordinario en el caso de Colén sno fc, pues, Ja ocurrencia, sino cl ha. berse convencido de que era factible y Ia decision de reali- rari. Morison, por consiguientc, admite como finalidad ani cea de In empresa el objetivo asiético.** C. Ein la narracién de los cuatro viajes, el autor reconstrye minnciosamente los itinerarios y se esmera por identificar en el mapa actual de América los lugares visitados por Colén, D. Morison se empeiia, ademas, en mostrar que, en me. dio de las ins variadas conjeturas de dctalle, Colén siempre estuvo conveneido de que habia legado a Asia desde Ja pri mera vex que hallé tierra en 1492" =. Ahora bien, a pesir de un réconocimiento tan expreso de las intenciones personales de Colén y de st opinion aces- ca de lo que habia heclio, Morison no dhuda siquiera de que, en verdad, lo que realmente hizo el Almirante fac deseubric 1 América. Pero gedimo, por qué? Explica, en un pasaje decisivo, que puesto que Colin no tuvo jamas el propésito de encontrar al continente ameri cano, ni abrigé sospecha de que existia, la verdad es que des cubrié a América enteramente por accidente, pot casualidad."* He aqui, pues, ta respuesta que corresponde a 1a tercera etapa del proceso, Ia tesis del descubrimiento castal que hoy se ensefia y se venera como Ia verdad y que sirvid de punto de partida a esta investigacién. Con ella, por lo. tanto, ter: mina la teconstruccién histériea que nos propusimos hacer, y ahora vamos a examinar esa tesis para ver si implica 0 no un absurdo, segtin anticipamos. Ba Pacsto que se trata de poner a prucha ma interpretacién es conveniente, ante todo, tener una idea clara de lo que signi fica eso Pues bien, lo esencial al respecto consiste en reconocer que DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA 8 cualquier acto, si se Te considera en si mismo, ¢s yn aconte- Gimiento que carece de sentido, un acontecimiento del que, por lo tanto, no podemos afirmar Jo que es, ¢s decir, un acon tecimiento sin ser determinado, Para quc lo tenga, para que podkimos afirmar lo que es, ¢s necesario postularle una inten Gin 0 propésito. En el momento que ‘accmos exo, en efee- to, el acto cobra sentide y podemos decir lo que ¢s; le com cedemos un ser entre otros posibles. A esto se Hama una interpretacién, de suerte que podemes concluir que interpre- tar on acto cs dotarlo de un ser al postularle una intencién Pongamos tn ejemplo, Vemos a un hombre salir de su casa y dirigitse al bosque cercano. Ese #s el acto considerado én si misino como tin puro acontecimionto. Pero zqué es ese feto? Obviamente puede ser muchas cosas distintas: um pa- Sco, una heida, wn reconacimiento Tlexado a cabo con fines Ineratives, tina exploracién cientifica, el inicio de wn lateo fo, en fin, tantas otras cosas cartas puedan imaginar Se, siempre de acuerdo con Ia intencién que se suponga e acquel hombre Esto parece claro y no hay necesidad de insistir en ello Pero es nccesario, en cambio, ver que esta posibilidad que tenemos de dotar de ser a un acto al interpretarlo tiene un Timite, En efecto, Ja intencién que se suponga debe atribui sea wi agente, no necesarfamente capa. ce realizarla por si mnismo, puesto que puede valerse de otro, pero si necesatia mente capaz de tencr intenciones, porque de lo contratio se jewrrird en win absurdo, Asi, bay machos entes a quienes podemos contcbir y de hecho se han coneebido como capa Fes dle voliciones y de realizarlas por si mismos, como son Dios, os angeles, los hombres, los expiritus de ultratumba y ann los animales, y otros como capaces de lo primero, pero ya de lo segundo, como son cicrtas entidades metafisicas, 1a Natuialeza o la Historia Universal, segiin Ia han entendido y entienden algunas doctrinas filosoficis, Pero To que ya no Se puede concebir de ese modo son los entes inanimados como las figuras geométricas, tos mimeros 0 Tos objetivos ma- ferales, un Urifngulo, una mesa, cl Sol o el mar, pongamos por caso. Silo hacemos 0 es metaféricamente, como cuando aie “ HISTORIA Y CRITICA DE LA IDEA se dice que el mar no quiso que Espaia invadiera a Inglate- rra, 0 bien nos heinos salido de quicto sto nos ensena que, en el limite, la interpretecion de un acto pusde admitirse aun cuando cl agente que lo realiza sea incapaz de tener intenciones, con tal de que cl propésito {que le eoncede sentido al acto proceda de un ente capaz de teneslas, pero que serd absurda en el caso contrario, aun cuan: do el agente que lo realiza tenga, él, esa capacidad, Examinemos ahora, a la luz de estas consideraciones el proceso de la historia ‘de la' idea del descubrimiento de Amé fica, puesto que se trata, precisamente, de tres mancras dis- tintas ce interpretar un snismo acto, a saber: l viaje de Co- on de 1492. Primera etapa del proceso: La interpretacién consiste en afirmar que Colin mostrd que las tierras que hallé en 1492 eran wn continente desconocido, porque con esa intencién realizé el vigje (supra, Apartado IV) En este caso se trata de una interpretacion admisible, por que la intencién que le concede al acto interprétado el sen tido de ser una empresa descubridora sc radica en una perso- nna, 0 sea en un cute capaz de tenerla y de realizarla, Pero ya sabemos que esta tesis tuvo que abandonarse, porque su fun damento empirico result6 documentalmente insostenible Segcnda ctapa'del proceso. La interpretacién consiste en afirmar que Colén mostté que las tierras que hallé en 1492 fran un continente desconocido, porque si es cierto que ésa no fue la intencién con que realizé el viaje, ni tuo ides de Jo que habia hecho, al ejecutar st acto cumplié 1a intencién de la Historia de que el hombre conociera In existencia de dicho continente (supra, Apartado ViL) En este segundo caso Ia interpretacién todavia es admisi- ble, porque la intencién que le concede sentido al acto int pretado de ser tuna empresa descubridora se radica en el acto mismo, es decir, se concibe como inmanente a la Historia, centidad que puede concebirse como capaz de tener intencio- nes, aunque no de realizarlas por si misma, de suerte que s¢ vale de Colén como un instrumento para ese efecto, Pero ya sabemos que esta tesis también tuvo que abandonatse, DEL DESCUBRIMIBNTO DE AMERICA 6 no ya por deficiencia de fundamento empirico, come en el vase anterior, sino porque su premisa tebrica result insos tenible Tercera etapa del proceso, La interpretacién consiste en afismar que Colon mostré que las tierras que hallo en, 1492 ran un continent desconocido, puramente. por casualidad, cMeait sin que inedic ninguna intenciou al ceapecto, (S¥pre ‘Apartado VIIT) in este caso es obvio que, desde cl punto de vista de los requisites de una interpretacin, In tess ofrece una seria dt tea, porgue no obstante que se niga la intencién, se le Sigue coneediendo al acto et mismo sentido de las tesis ante sigue Contnora bien, como esto es imposible, porque sin aquel fequisito ol acto no podtia tener el sentide que se Je conce Net es forzoso suponer «ue 1a intencién existe a pesar de que Se niega, ye) problema, entonces, presenta un doble zspecko primero, cémo eonciliar esa constraiccion, y segundo, Wen Phar ddnde existe esa inteacion que ha sido necesario supones para que el acto pueda tener el sentido que se le concede La contradiccion puede evitarse si tenemos presente que no es necesario que el agente que realiza cl uclo sea quien tenga la intencidn que le concede su sent, poraue ys sb thes que puede obtie como mero énstrumiento le ww ces tue no seal suyo personal, En efecto, de ese modo Colin Tbe revelndo, sin intencién de hacerlo, el ser ce Tas tlerras gue lallé, cunpliendo un proptsito ajeno, de manera a Jesde el punto de vista de Colon, seria legitimo afirmuat, como fo lace la tesis, que cl acto no fue intencional, aunque en vealed tenga que serlo. En ottas palabras, lo suponiendo {que Colén obc6 como instrumento de wa intencidn divers ai suya se evita Ii contradiccién que indicamos y la tesis queda a salvo por este motivo. Pero pddnde radiea, entonces, esa ocultaintenci6n que Te da el sentido de descubrimiento al viaje de 14927 La respucs- ta, por exteaio que parezca, no admite duda. En efecto, come ta Pek fo s6lo oftece al respecto tres posibilidades, a saber: ¢l Sojeto del acto, el acto mismo y ¢l objeto del acto, y como, neal caso, ya se ensayaron y deseastaron las dos primers, ¢ 16 HISTORIA Y CRITICA DE LA IDEA obtigado concluir que, on esta tercera etapa, la intencién que- {G6 radicada como inmanente a la cosa que se dice fue deseu- bierta, Mas, si esto es asi, la tesis inenrre en absurdo, porque ha tebasado el mite admisible a cualquier interpretacion, puesto que el continente americano no es, obviamente algo capa de tener intenciones Tal, por consiguiente, el scereto y cl absurdo de esta tesis, y en verdad, conociéndalo, se acca lo que desde un princi pin 10s parecia tan sospechoso, o sea que se pueda responsa- bilizar a un hombre de algo que expresamente se admite que no hizo, En efecto, a poco que se reflexione acvertimos que cuando se afirma que Colén descubiié por casuatidad al iente aunericano por haber topado con unas tierras que ress cian asisticas, es decir, evando se nos pide que acepte: rics que Colin reveld et ser de unas tierras distinto al ser ne ci les atribuyé, lo que en realidad se nos esté pidiendo cs que aceptemos que esas Lierras revelaron su secrete y cs condido ser cuando Coldn topé con cilas, pucs de otro mode hu se enliende como pudo acontecer In revelacion que se dice acon ecié, 11 absurdo de esta tesis se hace patente en el momento en que sacainos ln necesaria consecuencia, porque ahora ve- tiios que la idea de} descubrimiento casual del continente amiericano, no s6lo cancela como inoperantes los propésitos ¥ opiniones personales de Col6n, sino que lo convierte en el scil y ciego insteumento, ya no de unos supuestos designios del piogieso histérico, sino de nas supuestas intenciones in- manentes 9 tia cosa meramente Fisica. Pero est claro que al admitir esto hemos puesto de cabeza Ia historia y priva- Qo al hombre hasta de la ya problemética libertad que le concedia cl idealismo. En efecto, ahora, en lugar de conce- bir Ia historia como el resultado de las decisioncs circunstan- cinles tomadas por los hombres y realizadas por ellos, se con- ‘ibe como cl xesultado de unos propésitos inmanentes a. las cosas, ciega y fatalmente cumplidos por los hombres. Asi, l hombre ya no ese sero del devenie histrco, coneebido camo tn proceso de orden racional, segiin acantece con uit ie cat fa bani eee aus ions BRIMIENTO DE. AMERICA ” DEL DEE es e] esclavo de no se sabe qué proceso mecinieo de los entes materiales inanimados.” El anilisis de Ta historia de ta idea det descubrimiento de ‘Kmvévica nos ha mostrado que estamos en presencia de tn proceso interpretativo que, al agotar sucesivamente sus Ess riveas posibilidades Iogieas, desemboca fatalmente en el aby Wide. ‘Esa historia constituye, pues, um reductio ab absur Shon de tal suerte que ella misma es el mejor argumento para cefutar de manera definitiva aque) modo cle querer explicar fa aparian de América en ol mbito de Ia Cultura de Occ Tenge, Ahora procede scar Tas consecuencias, perb antes ¢s eeesirig examinar un itimo problems, tanto mas cuanto ‘Que asi se nos brinds 1a ocasion de penetrar haste la rain tnisma del mal que aqueja todo el procs. Tin efecto, parece claro que nuestras meditaciones qued rian incompletas sino damos rar6n_ dé las, tres cuestiones fandhmentales que se deducen de ellas, Primero, a qué se Mehe'la idea de que América fue descubierta, ‘es decir, cul tla condicion de posibilidad de Ta interpretacién, misma Segunda, cémo esplicar la inssteneia en mantener cht i teipretacién en contra de la evidencia empirica, es decit, por fine no se abandoné a partir del momento en.que se hicieron Aihentes los verdaderos propéyites y las opiniones de Cold Tercera, cémp es posible suponer an absurdo tan flagrante domo el que implica Tn tesis Final del proceso, es decir, de que manera puede concebire en el centinente americana Ja ‘iieneign de revelar su ser. En una palabra, es necesario mos nec el examen de estas tres, cucstiones quién es et villano detcis de toda esta historia Pues bien, es obvio que no vamos a incurri en la ingenuk dade pretender que el mal proviene de alguna deficiencia ‘uental de los historiadores que se han encargado del desarro- Ho del proceso, ni tampoco de alguna diabélica maquinacion 48 & HISTORIA Y GRITICA DE LA IDEA que lo: hubiere obnubilado y descarriado. Proviene, 60 sf Jeisn previo supuesto ea su modo de pens que, como aprio: fismo fundamental, condiciona todos sus razonamientos y ‘que ha sido, desde los griegos por lo menos, una de las bases dal pensamiento filosdfico de Occidente. Aludimos, ya se hs Deh advinado, a la viesima y venerable idea de que las cosas son, ella, algo en si misma, algg per se; que las cosas esti ya hiechas de acuerdo con un inico tipo posible, o para decitlo i Weninente gn hs costs thy olds desde siempre, nara cualquier sujeto y en cualquier lugar de un ser fijo, pre TE ee eee re ‘Sogin esta manera cle comprender 1a realidad, lo que se piense en un momento dado que es una cosa, un existente, fs lo que ha sido desde siempre y lo que siempre seré sin te medig algo definitivamente estructurado y hecho sin que haya oosibiidad alguna de dejar de ser lo que es para set algo distinto. El ser —no la exstenca, ndtese bien — de las cosas sera, pues, algo substancial, algo misteriosa y entraia Dlemente alojado en las cosas; su naturaleza misma, es decit aquello que hace que las cosas sean lo que son. Asi, pot ejemlo, el Sol y la Luna serian respectivamente, una estrella yun satélite porque el uno participa en la naturaleza que hace que las estrellas sean eso y la otra, en la naturaleza que hace que los satdlites sean satdlites, de tal suerte que desde que existen, el Sol es una esteella y la Luna un satelite y asi hasta que desaparezcan. ‘Ahora bien, Ja gran revolucién cientifica y filos6fica de nuestros dias nos hia enseado que est antigua mangra subs- tancialista de concebir la realidad es insostenible, porque se ha Ilegado a comprender que el ser —no la existencis-— de 1s cosas no es sino el sentido o significucién que se les atri- aye dentro del amplio marco de la imagen de la realidad vigente en un momento dado. En otras palabras, que el ser Ue las cosas no 5 algo que ellas tengan de por sf, sino algo aque se lep concede w otorga ‘Una exposici6n mas completa de esta gran cevolucién filo séficr y sus consecuencias respecto a la manera de concebir al hombre y sti mundo nos alejaria demasiado de nuestro DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA ” jnmediato propésito, pero nos, persuadimos que, part ste irato, bastara volver sobse el ejemplo que acabamos de om. fear,” Pues bien, 51 n0s stuamos hstbsicamente 6 ' Epoch Ae vigencia cientifica del sistema geooentrico det Univesso, al Sol y la Lisna no son, como Jo son para el sitene neliaoén- ser tina estrella y un salt, sino que son dos planets, Dien Ge en uno ¥ of caso, ambos son cuerpos celia os Set A Sin ‘embargo, pata una concepeién mitien del Unies Hes im mmpoco eso, sino dioses o espirtus. Ya se ver el ser Ae esos dos existentes, de esos dos trozos de materia césmict, de eins fda-que les pertenezca entraiablemente, ni nada ave ae doen ellos, sino, para y simplemente, el sentido hue se Tes atrfbuye de acuerdo con Ta idea que ge tenga com ane Se oe acerca de a realidad, y por eso, el Sol y la Lona tego sucesivamente dioses, planetas y ahora estrella ¥ St sate espectivamente, sin que sea Tegitimo eoweluit,que 19 Sotacign de un ser a una cosa en seferencia a wna deter) set magen de la realidad sea un “error” solo poraue ess nagen ya no sea la vigente, Por Io contraio, ¢ obvio que a jmneeronsiste en atribuir al Sol y a la Luna, para seguir con sTonigno ejemplo, el ser de estrella y de satelite, respectiny: nente, si se estd considerando una épocs de vigencis acl Taira geaoéatrico del Universo, como seria err considesar Jos ahora como dos plantas. “Hechas estas actaraciones, Ia respuesta al problema ave hemos planteado es ya tansparente: cl mal que Gti ha rede yodo el proceso histérico de Ia idea del descubsinicy to de Améticn, consiste en que se lia supuesto que ese. os teas teria césmiea que ahora conocemos como cl continente ae aaasno lia sido eso desde siempre, cuando en reatidad no sari sino a partir del momento en que se le concedié ce signficacién, y dejarh de sero el dia en que, po algiin «ee een Ta actual concepcién del mundo, ya no se Ie con ca se efect, ahora podeinos ver con claridad por qué hs Sao necesario, no s6lo concebir la aparicién de América coo Sido mado de ua descubrimiento y por qué se ha insistido Sree pesar de Tas difcultades que presenta esa explics Sion desde cl punto de vista de la hermenéutica histérics, sino 50 HISTORIA ¥ CRITICA DE LA IDEA emo es posible incnric en ot absurdo de radar la intenciOn fie aequtere cl acto deseuidor In cosa que se dee ve dss. sone aminemos por separado estos tees aspectos del peoblema 1) Si se aupone que el tearo de materia eésmica que hey comcemos como el-continente amerieano ha sido eso, desde Sante, © raejor dicho, si se supose que es exo en sf 0 Je savor entonces es claro qne wn acto que se limita a mona we euistencia de ese trozo de materia tiene que conecbirse rane Ia revelaeién 0 descubrimniento de st set, por la send! Fae an de que lx existencia y el ser de ose ente Lian quedado HHentieadoe en aqnella suposicion. Se trata, pues, de un ate qe, como ana cxja. que contuviera wn tesoro, afoja sane ducabable” de suerte que sv revelacion tiene gue expht fease como el resullnda een deseubrimiento. 2} Pero, ademis, si se supone qne ese trozo de materia exit dotato de un’ ser “descubrible", entonces, no sélo es seeecario entender su revelacién come cl resultado de um des rervimiento, sino que es forz0so suponer que se realiza por Charo contacto fisico con. Ta cosa y, por Jo tanto, com inde pendencin de las ideas que respecto a clia tenga res abrigar Ta esperae® singe sentir de nuevo el pasmo, él asombro, el encanto de faqnellos dias de octubre ce 1492, evando ¢} Nuevo Mundo aay gaciosamente sv. viginidad a Tos vitoriosos castella certo Bien, pero sane otra cosa delata este, estupro meta Thee sino Ia idea de que, ys plenamente constituida en sv st HISTORIA Y CRITICA DE LA IDEA ser, alli estaba el continente americano en secular y paciente Gisposici6n de revelarse al primero que, como en un cuento de hadas, viniera a tocarlo? ‘Quisiera terminar este apartado con una anéedota que quik 2h sinve para aclarar las cosas, Al concluir una conferencia fn qiue acababa de exponer todas estas ideas, me abordé uno de los asistentes y me dijo: “Quiere usted decir en serio que hho @ posible que un hombre descubra por accidente un pe- diazo de oro, pongamos por caso, sin que sea neccsario supo net, para que esto acontezca, que ese pedazo de oro estaba fll dispuesto 0 descando que Io vinieran a descubrit.” ‘La respuesta —le dije— se la dejo a usted mismo; pero antes reflexione un poco y advertird que si ese hombre no tiene una idea previa de ese metal que lamamos oro para poles, asf, concederle al trozo de materia que encuentra acci- Hentaimente ef sentido que tiene esa idea, es absolutamente | imposible que haga el descubrimiento que usted le atribuye. Y¥ Ge, aiadi, es precisamente el caso de Col6n.” ' x Ha llegado el momento de responder a la pregunta que sic vib de punto de partida a esta investigacion y de sacar las consecuencias que se derivan de ella. Preguntamos, recuérdese, si la idea de que el continente amerisano fue descubierto era 0 no aceptable como modo satistectorio de explicar Ia aparieién de dicho continente en ‘el Ambito de la Cultura de Occidente. Ahora ya podemos conte:tar con pleno conocimiento de causa, que no ¢s satis- factoria, porque sabemos que se trata de una interpretacién que no’ logra dar cuenta adecuada de la realidad que inter- preta, puesto que ella misma se reduce al absurde cuando aleansa la situacién limite de sus posibilidades I6gicas. Pero ‘como sabemos, ademas, que In causa de ese absurdo os 1a rnocién substancialista acerca de América como wna cosa en Sh, vamos a concluir que es forzso desechar, tanto esi vieja DEL DESCUDRIMIENTO DE AMERICA 3 nocién, como la interpretaci6n que procede de ella, a fin de poder quedar en libertad de busear un modo mis adecundo de explicar el fenémeno. ‘Ahora bien, al alcanaar esta necesaria y revolucionaria con: lusion, se habré advertido que hemos puesto en crisis de sus fandamentos a la totalidad de lx historiografia americana, segian se ha venido concibiendo y elaborando hasta ahora. La rasén es obvia: la nocién tradicional acerca de América como tina cosa en si, y Ia idea no menos tradicional de que, por so, se trata de un ente cuyo set es descubrible que de hecho fue deseubierto, constituyen 1a premisa ontologiea y la, pre- mist hermenéutica, respectivamente, de donde depende la Verdad que elabora aquella historiogratia. Y en efecto, no es Gificil ver que si se deja de concebir a América como algo Gefinitivamente hecho desde siempre que, milagrosamente, evel un buen dia su escondido, ignoto ¢ imprevisible ser dun mundo aténito, entonces, el acontecimiento que asi se interpreta (el halluego por Colén de unas regiones ocefinicas desconocidas) cobraré un sentido enteramente distinto y también, claro estd, la larga serie de sucesos que le siguie- ron, Y asi, todos eos hechos que ahora conocemos como la texpioracién, la conquista y la colonizacién de América; el es tablecimiento de regimenes coloniales en toda ta diversidad ¥ complejidad de sus estructuras y de sus manifestaciones; la Paulatina formacién de las nacionalidades; 10s movimientos En pto de la independencia politica y de fa autonomfa ¢. » némiea; en una palabra, la gran suma total de la historia americana, latina y sajona, se revestiri de una nueva y sor prendente significacion, Sc verd, entonces, ante todo, que el problema central de su verdad es el concemiente al ser de ‘América, no ya concebido como ¢sa substancia inalterable y predetermineda que ahora inconscientemente se postula 1 priori, sino como el resultado de an proceso historico pecu- Tiar y propio, pero cntrafablemente vinculado al proceso del acontecer universal, Porque, asi, los acontecimientos no apa recerin ya como algo externo y accidental que en nada pue- den alterar Ja supuesta esencia de una América ya hecha desde la Greacién, sino como algo interne que va constitu: u HISTORIA ¥ GRITICA DE LA IDEA _yondo su ser, ondeante, movible y perecedero como el {bdo 1o que es vida; y su historia ya no serf eso que “le ha pasado’’a América, sino es0 que “ha sido, es y va siendo” De estas consideraciones sc desprende que el resultado de nuestro autilisis representa, por cl Jada negativo, la baneatro- tay desmonte de la vieja concepcién esencialista de Ia histo- Hhvamericana; pero, por el lado posttivo, significa I apertura tie una via para alcanzar una vision acerea de ella, dinémica fy viva, Pero si esto es asi, si ante nuestros ojas se cesplicgs tsa posbilidad, lo primero y lo que siempre hay que tener presente es que ya no contamos, ni debemos contar munca eee una idea « priori de lo que ¢s América, puesto que esa Gocién es una resntante de la investigacién histériea y no, Como es habitual suponer, wna premisa Végicamente anterior Cin. Esto quiere decir, entonces, que estamos avocados a ntentar an proceso diametsalmente inverso al tradicional si pretendemos abordar el gran_ problema histérico americano, aeeea. aclarar cémo surgié Ta iden dle América en la concien Sa dela Cultura de Oceidente. Tn efecto, en lugar de partir de una idea preconcebida acerea de América para tratar de ‘expliear —ya vimos a qué precio— cémo deseubrid, Colin Leer de ese ente, debemos pattir de Io que hizo Colén para txplicar cSmo se Hlegé a concederle ese ser. Y si el lector ha Tenido la_paciencia de seguirnos hasta aqut_con suficiente nencion, advertira que, desde ct punto de vista del proceso historia hemos reconstmvido, este neve camino no es Sino el de aceptar plenamente el sentido histérico de la em- presa de Colén tal como se deduce de sus intenciones perso: Pinles, en lugar de cancelar si significado como se hizo én tas dos tltimas etapas de aquel proceso. Resulta, entonces, si se Gquiere, que nucstio intento puede considerarse como una eta pa subsiguiente del mismo desarrollo, pero una etapa que, Camprendiendo Ia erisis a que conduce el insensato emperio Se mantener la idea del descubrimiento de América, lo aban- flona en busca de unr nuevo concepto que apschenda de wn modo mis adecoado Ta realidad de los hechos. Y ese con- cepto, pademos anticiparo, ¢5 ¢! de una América inventada, Giue no ya el de la vieja nocién de una América descubierta Seounna Parte EL HORIZONTE CULTURAL el mundo nuestro es invento, creacidn, impro- Ysacion, ocucreneias geniales, aventura, éxito. Juan Davia Garcia Vacs, Antropotogia eseht ca contempordnea, 1957. 1 La nocibw que nos permitis penetiar hasta la raiz del nal ite aquela 2 ia tsi del descubsimiento de América fe la Fe que, ni Tas cosas, ni los sucesos son algo en st miss ° Sina'que su ser depende del sentido que se les conceda dn ee acl marco de referencia de la imagen que se tengs acerca To fe talidad en ese momento. Esto quedd bien ilustrade oe a ejemplo del distinto ser de que ban sido dotados ¢ Sol y 1s Luna segin las exigencias de Ia visibn mitica, ge SP ica heligeéntrica del univers, respectivamente” Ahora fen, como 12 tarea que nos hemos impuesto consiste en FF por que, evindo y como se concedid cl see 0 sentido de i) ponte amnericano ai conjunto de las regiones cuya existencie servers a mostrar Colén en 1492, 5 abvio que no pexTeuies cepmpenarla como es debido sino nos Iacemos carzo antes se eengen de la realidad que sitvib de campo de signifi: Greig 2 aquel acontecimiento, Pero a ete respecto es im. portante eomprender que dicha imagen no fepresena oe vmvon extatica arbitraria o errénea, como sucle. pensarse, sino TPetadio que habia alcanzado a finales del siglo xv cl. pro, oi esta eoular de los esfuerzos que venla desplegando cl Te pre de Oceidente por entender su sitio y su papel cn el cos vera ee asi, entonces, que al proyectar el proceso de To ih- se on de América sobre el fondo de su propio horizonte SMitural, no s6lo se explicard 1a aparicién de ese ente, sing fque ese suceso se ofrecer} como un ruevo paso a) a due Mjecsivo-- de aquel antiquisimo proceso. Se advierte, teatonces, que el tema americano que aqut vamos a examina » Grsborday sus inmediatas Timitaciones, porque, asi visto, quer (7) sa EL HOMZONTE CULTURAL dari vineutado al amy tmniversal. Pascmos, pues, a describir ¢l gran eseenario en que se desatroll6 tan prodigiosa avent ars EL universo EI eoncepla fundamental para entender a fondo la imagen uc se tenia del miverso en ticmpos de Colén es el de haber sido creado ex nihil por Dios En efecto, puesto que tal era siguientes niotas.distintivas iodo se coufunditia con 1D obra de Dios; como perfect manera inalterable y de sw origen, se le atribuyen las © Tinito, puesto que de otro ‘os; «5 perfecto, puesto que es que es, toxlo cn él esti ya hecho acuerdo con un modelo arque. peace & linico, y finalmente, el universe es dle Dies y pats Dias, puesto qe to creé por su bonelad infinita, pero enter Limomo de st omnipotencia y gloria. Nada, pues, en ef unt Hone Te pettencee al hombre, aj siquiera’ Ia porcién que lrabita y sexd sacrilego todo intento que vulnere esa cebee, nia divin manera de concebir la tenlidad universal se tradujo en pondiente al antiguo sistema geocéntrico, {onces se habia abandonado detinitivamente la nociin patist. a de la ‘Tierra como superficie plana? Recordemos, entonces, aquella arcaica imagen con los aco rodos que Ie hizo el Crstianismo de acuerda con sus exigen ias teolégicas. El universo afcetaba Ta formna de una iomense gsfer en el espacio, finita, por consiguiente, pero también finita en el tiempa, ‘puesta’ que habla tenido comienzo. Tie cl orden meramente fsico, esa esfera contenia dos zonas con céntricas que no sélo se diferenciaban en tamafio, sino en indole o naturaleza® La primera y mis alejada del centro era Ja zona ecleste que contenta, a su vez, las Grbitas del om plio curso del devenir de la historia en sus rasgos esenciales EL HORMONTS CULTURAL 2 feo, del primer motor, del cristalino, del firmamento o sea |a de las estrellas fjas y finalmente, las de los siete planetas entre Jos que se contaban el Sol y la Luna, Mis alld del empireo se hallaba Ia zona espiritual que contenta las érbitas de los bienaventurados y de las jerarquias angtlicas, ¢ inme- diatamente abajo de la drbita de la Luna empezaba Ia segun- sla zona. En Ja primera, fa celeste, no cxistia el ferémeno de In cormpcién y Gnicamente se vela afectada por el movimien- to circular, el menos imperfecto entre tedas las modalidades del cambio. La segunda zona, la sublunar, contenfa los eu. tro elementos de la materia: el fuego, cl aire, et agua y Ia tierra, en ese orden. Esos elementos o exencias, en combina cién con sus cualidades intrinsccas, formaban todos los eucr. pos sensibles o materiales, y cr en esa 7319, por consiguic te, donde reinaba la conupcidn y Ins demas modalidades det cambio © movimiento, En ella, pues, se generaban todos los entes vivos corporales destinados a perecer, Es de interés recordar cn mayor detalle 1a estructura de 3a zona de la corrupeién 0 zona elemental, como también se le lamaba. Al igual que Ia zona celeste, se dividia en éxbitas concéntricas, pero s6lo en cuatro por ser éc el niimero de los clementos. En Ja primera, Ia mAs alejada del centro. contigua a Ia érbita de Ia Luna, predortinaba el elemento fuego, el mds ligero. En la segunda érbita predominaba el clemento aite; en Ta tercera, el de agua, y en la cuarta, el de tierra, cuya masa afectaba Ja forma de un globo que, situado en el centro del universo, permanecia absolutamente inm6. vil El orden en la colocacién de esas cuatro dtbitas obedecia a Ia creciente diferencia en la supuesta pesantez. intrinseca de los cuatro elementos que, por esa razin, se hallaban si tuados en su “lugar natural”, y aunque resulte obvio, no estari de mas aclarar que en este sistema el globo terrestee, hoy concebido como wo de los planetas del sistema solar, no eta es0, puesto que ni siquiera era un cuerpo celeste, Era Ja ‘masa dle materia mas pesada del wniverso: ona gran bola que, fija en su centro, soportaba el peso de las masas de mate- Fia en escala ereciente de ligereza y en las que, respectiva mente, predominaban Jas esencias de agua, aire y fuego, Ve o EL HORIZONTE CULTURAL nia, pues a ser el inconmovible cimiento de todo €l cosmos que, en su interior, alojaba la zona infernal. sta también cttaba evtructurada por 6rbitas concéntricas que, empezando por la del Limbo, se adentrabun hacia el centro en las siete Uferas que correspondian a los siete pecados capitales, mo fadas de castigo de los condenados. La iltime esfera, Ja del centro, era la edtcel donde, aherrojado, vivia Luzbel su mucr te eterna. (Ldmina 1.) i a : El globo terréqueo 1. Desde que los griegos eonocieron que Ja ‘Tierra afectaba 1a forma de una esfera, surgié la preoeupacién constante de deter ininar su tamano, © para decitlo mas téenicamente, de calcu far la medida de su ciscunferencia. Es asombrosa la aprox maciér a la que Hegé la ciencia antigua, dados los medios y nétodes con que contaba, Pero a lo largo de los siglos pos teriorer estos resultados sufrieron muchas revisiones y alters ‘cones, de suerte que a finales del siglo xv existian suticientes utorigades y argumentos para dar apoyo a las opiniones mas spares, y si bien puede afirmarse que entre los leteados la opinion general no andaba muy desviada del cdleulo de las ediciones modemas, también es cierto que reinaba sufi- tiente incertidumbre para que se considerara el problema como cuestin abierta, No nos sorprendera, pues, que Colén se haya atrevido a reducir enormemente el tamafio de Ta cir- ‘cunferencia del globo para presentar como factible la realiza- ci6n €e su proyecto 2 Otro problema que reviste el mayor interés para nues tras finalidades es el relativo a la proporcién en que estaba distribuida la superficie del globo entre el mar y la tierra. Se trata de una de las preocupaciones mds antiguas y centrales cen Ja historia de Ia geografia. Aus nos conformaremos con pfesentar la situacién a finales del siglo xv. EL HORZONTE CULTURAL a Pues bien, es obvio que solamente en tiempos modems se pudo resolver el problema de an modo satislactorio, Antes, todo se reducia a especulaeiones hipotéticas que, sin embar go, no debeinos consicerar arbitraries en cuanto que respon ‘cxigencias de indole cientifiea o religioss, Aludunos sia tesis anctotélica de que, en principio, la esfera de fa wa. teria en que predominaba el elemento agua, el Océano, debe Ha cubrit la totalidad del globo terrestre, y por otra parte, Hludimos a la nocién bibliea de que Dios ordend a las aguas gue se retiraran para dejar descubierta una porcién de super ficie tesrestre* Y asi, en efecto, puesto que esas nociones obit gaban a considerar como caso de excepeién 1a existencia de fierra no sumergida, acabé pot imponerse c} cardcter insular de esa porcion en contra de la tendencia opuesta que vefa en Jos mares unos cnormes lagos.* Pero con esa solucién de orden general el problema que- aba lejos de estar resuelto respecto a dos cuestiones capite les, La primera era la dela longitud que podia concedesse al ‘rbis temrarum, es decir, Ia de In Tamada Isls de ta Tierra, ta pporcién habitnda por et hombre ysituada en el hemisferio nor fe del globo. La segunda cuestién consists en Ta duda acerca dela exiatencia de otras islas comparables en los otros hemisfe- tios, el antiguo problema de tiervas antipodas, ya fueran me dionales, oceidentales 0 ambas.* Estas dos cuestiones guardan estrecha relacion cutie st Efectivamente, dado el cardcter excepcional de I Uerea no sumergida, era obligado suponer que mientras tmis extension se le concediera al orbis terrarum, menos resultaba probable Ia existencia de tierras antipodas u orbis alterius, como se Jes decia.” Pero, a la inversi, mientras més reducida fuera 1a ula de 1a Tierra, mis probable la posibilidad de otras ishas comparables, Esta ecuacién, sin embargo, perdié su efieacia fn usta de Ja peculiar complicacién que significé Ia posibilt Gad y aun la nocesidad de suponer que esas remotas @ inac: cesibles regiones fueran habitables y estavieran de hecho ha Ditadas. Para la ciencia antigua, el problema no se present en toda su agudeza, porque no conocta Ia exigencin de man- fener la unidad fundamental det género humano, de sucrte 8 EL HORIZONTE CULTURAL gue, sdmitiendo que Ia Isla de la Tierra fuera relativamente pequeria, se favorecia Ia postbilidad de Ia existencia de tierras antipodas, principalmente en cl hemisferio sw,"* aceptando {que eran on parte hiabitables y que estaban de hecho habita dhs, pero por una especie distinta de hombres.” Es ffeil com. prendet que semejante solueién resultaba inaceptable para el Cristinnismo, no sla porque contradecta Ix idea dogmitica det géneco humano como procedente de wna mica origina pareja, sino porque planteaba Ja dificultad adicional de que fos antipodas (concediendo que puwliesen ser descendientes de Adin)* no habrian podido tener noticia del Evangelio, lo que se oponia al texto sagrado, segiin ¢} cual les ensefianzas de Cristo y de sus apéstoles habfan Wegado hasta tos conti- nes de toda la ‘Tierta" Estas invencibles objeciones obligaron a San Agustin a ne gar la existencia de regiones antipodas, ann en el supuesto, para €l no comprobado, de Ta esfericidad de In ‘Tiers, y patticularmente Jo obligaron a negar que estuviesen habita das en el enso rernotisimo de que las hubiera.” La enorme antotidad de que gor6 San Agustin a To largo de ta Edad Media influyé podesosamente en los tratadistas posteriores, Is ciesto, sin embargo, que San Isidoro de Sevilla admitis la existencia de vina gran tierra ubicada en el hemisferio sur de aeuerdo con la tiadicién clisica, pero también es cierto que nog que estuviera habitada, de suerte que, en definitiva, no provocd cl conflicte que de otro modo habria suscitado.* Como veremos oporlunamente, cl verdadero interés del texto de San Isidoro radica en que, a pesar de considera inaccesible sa tierra al sur del ecuador, expresamente la incluye como tuna cuarta parte del mundo’a igual titulo que Europa, Asia y Africa, las tres pattes en que tradicionalmente se dividia ‘Cuando, con el ronacimiento carolingio y mis tarde con la cscolistiea, se admitié In nocién de la esfericidad de la Tic- ra, Ia existencia de unas inaccesibles regiones antipodas en el Ockano volvié a considerarse como una verdadera posibi- lidad, segyin lo revela la popuilaridad que goes el Comentario de Mactobio y el mapa disefiado pata ilustrarlo.* (Lami na I.) EL HORKONTE CULTUAAL 8 Pero lo cierto es que Jas objeciones religiosas y evangéli cas qute hemos apuntado impidieron siempre su franca acep- tacign.”” Y asi, para evitar esos repatos y al mismo tiempo dat cuenta de Ia experiencia acurnulada por los grandes viajes imedievales, apareci6 In tesis de que la Isla de la ‘Tierra era inucho mayor de lo que habitualmente se suponia, a cuyo tfecto se invocb un texto de los Libror de Esdras, segdu el tual la proporeién que guardaban entre si la tier seca y el mar era de seis a uno.” De acuerdo con esta hipétesis, no- toriamente sostenida por Rogerio Bacon (121494), y trans- nitida 2 Colin por via del cardenal Pedio D'Ailly (1350- 1420), el orbis terrarum segula concibiéndose como una isla, pero nna isla dentxo de la cual, éada su extensién, ca- bian habitantes que ueran antipodas los unos respecto a los ctros, pero ya sin Ta dificultad de tener que suponer distinta procedencia de origen 0 de colocatlas al margen de Ia re- fleneidin, puesto que ya no sc hallaban incomunicados entre si por el Océano. 3. A finales det siglo xv esta tesis tenia vigencia, pero lo cietlo es que ya no cra la tinica, ni la mas autorizada, porque kc habia claborado otra en cierto sentido diametralmente con- tiaria que vino a plantear tin dilema tin euyo conocimiento nn se puede entender el paraddjico curso de tos aconteck mientos subsecuentes al hallazgo cle Colén. En efecto, en la nedids en que, por la peste negra y otras ealamidades, se foe perdiendo de vista la experiencia medieval del Lejano Orien- te que tanto habian ampliado lor horizontes geogréticos, y en Ta medida en que se voleia a la cultura clisica y sobre todo a Tas nociones de a fisica de Aristételes, la idea de que ta tierra seca ocupata mayor extensién que cl mar se tornaba inaceptable. Veamos la cosa un poco.mis de cerca Se recordar’ que, de acuerdo con'a doctrina aristotélica de los “lugares. naturales”, el globo de tierra deberia estar totalmente cubierto por la esfera de agua. Nada, pues, més conttario a la tesis que hacia del orbis ferrarum una inmenst fsa, Una vex. mas se volvi6, por corsiguiente, a la idea de ‘que sa isla tenia que ser relativamente pequefja y una vez ands fue preciso justificar su existencia, Para es0 los tratadis o EL HORIZONTE CULTURAL tas recurrieron 2 dos hipétesis. La primera, ya empleada en ja Antgiedad, consistia en suponer que el centro de grave Gad de la esfera de tierra no coincidia exactamente con su fentro de magnitud** De ese modo, sin desarraigarla del cen- tro de, universo, se podia entender que una parte emergicra del Océano, La segunda hipdtesis, de tinte astrolégico, con- Sistia en suponer que, por mandamiento divino, una estrella ntraia las aguas del Océano, de manera que, al producir una jamensa montafia de mar en cl lado opuesto de la Ista de la ‘Tiesra, éta quedaba descubierta."* ‘Shera bien, independientemente del favor que se diera a tant u otra de esas explicaciones, aunbas cortdacian a To mis fe, a saber: que la tierra no sumergida era un fenémeno de txcepoidn, ¥ Se convino, poco menos que undnimemente, en gue ceupaba aproximadamente wna cuarta paste de Ta super: flee de 1a esfera, en lugar de las scis séptimas partes del cllculo a base del texto de Esdras. En cuanto a le existencia de una o mis islas comparables al orois terrarum en otros hemisferios, su posibilidad quedé pideticzmente desechada, no s6lo porque su admisién implt Popa mayor violacién all principio de que el globo deberia star totalmente sumergido, sino porque la Isla de la Tierra ‘Consumia por si sola la cantidad de tievra seca admitida como posible, Se pensaba, pues, que todo el hemisferio sur y buena parte del hemisferio norte eran acusticos, y que, en todo Paso, de existir islas en cl océano, serfan pequetias y no esta rian habitadas. w EL orbis terrarum o Isla de ta Tierra 1, Hemos presentado el dilema que existia respecto a Ia dis: ‘tibicién relativa de la superficie del globo entre tierra y mat, Ahora procede examinarlo desde el punto de vista de hvagae al extremo oriente y sobre todo # la India, el imin EL HORIZONTE CULTURAL 55 tradicional de la codicia por las inmensas riquezas que se Te atribulan. El viaje podia intentarse por la via del levante, posibilidad que implicaba la circunnavegacién de Africa, 0 bien podia intentase por el poniente, Jo que suponia el eru- ce transatlintico. ‘Ahora bien, si se aceptaba como més segura ta hipitesis de la relativa pequetiez en longitud de In Isla de ta “Tier, el camino del oticnte era el aconsejable, no sélo por la conve niencia nada despreciable de una navegacién costera, sino porque Ta distancia tendria que ser menor que por la via del Bocidente. Como todos sabemos, ésa fue la decision de los portugueses cuando, bajo los auspicios e inspiracién de su principe Enrique el Navegante (1394-1460), se Janzaron en busca de la India en la creencia de que el extremo meri: nal de Africa no se extenderla mis alla del ecuador.* ‘Si, en cambio, se aceptaba la hipétesis mis antigue que Je concedia a la Isla de la Tierra una enorme extensién en ongitud, el viaje por el occidente patecia preferible, pese al riesgo de wna travesia ocednica, no s6lo porque Ia separa ccién entre Europa y los litorales extremos de Asia no serla mucha, sino porque era dudoso que el fin meridional de Atvi- a terminara al norte del ecuador, segiin indicacién de nadie inengs que €l propio Tolomeo."* Pero ademés, la idea de que tos extremos oriental y accidental de la Isla de ta Terns esta ban rclativamente cercanos tenia a st favor una antigua ta. dicién a la que se vinculaba, entre otros, el nombre de Aris- toteles.® Como todos sabemos, ése fue el proyecto que propuso Colén y que acabé siendo patrocinado por Espafa En suma, asi como existia un dilema acerca de Ia mayor ‘9 menor longitud del orbis terrarum, existia el dilema corre- lative acerca de Ia mayor o menor distancia que separaba a ‘uropa de Asia, La situacién, sin embargo, no era tan sen~ cilla, En efecto, Is adversa consecuencia de la hipétesis que Te concedia una longitud relativamente pequefia a la Tsla de ba ‘Tierra podia ser mitigada por dos circunstancias, La primera consistia en’la posibilidad real de que el globo terrestre tu. Viera una circunferencia mas pequefta de lo que cra habitual concederle, Asi, claro esti, el espacio ocednico entre Europa 66 BL NORUWONTE CULTURAL se reducitla proporcionalinente La segunda circuns- Yancia consistia en Ta posibilidad, también real, de que fuera muy grande en longitud la Isla de la Tierra, sin necesidad de insistir demasiado en Ia autoridad de Esdras que, segiin vi mos, concedia a Ia tierra no sumergida las seis séptimas par- tes de la superficie del globo. Este segundo argumento era tanto mis plausible cuanto que Tolomeo haba dejado abier_ ta la posibilidad de extender hacia cl oriente Ja longitud del orbis terrarum,® y por las noticias de Marco Polo que le afta dian por ese rumbo a Ja Isla de Ja Tierta las provincias chinas ide Catayy Mangi y un atchipiélago adyacente que contenfa Ja aan isla de Cipango, es decir, el Japon, En vista de lo anterior, hasta los adeptos de la hipétesis de un orbis terra jum cclativamente pequeiio tenfan que admitic que la idea ide reali2ay un vinje par cl octidente desde Europa a Asia no cra una mera extravaganeia, Y cuando, contra todas Jas expectativas, los portugueses averiguaron que las costas de Rhica, Ieos de terminar al norte del ecuador, descendian has ta twis alld de los 30 grados de latitud sur,” Ia posibilidad de quel viaje se hizo mucho més atractiva, Tal, en términos ggencrales, la situacign a finales del siglo xv respecto al anti uo anhelo de ligar a Asia con Europa a través del Océano. 2. Para un viajero que intentara Ia travesia del Atlantico cera de primordial importancia, no sdlo suponer que ers face tible alcanzar ¢} extremo oriental de Ta Isla de Ja Tierra, sino: tener alguna idea de la configuracién de los jitorales adonde iba a Hegar; pero también en esto se ofrecia un dilema que desempeiiari un papel absolutamente determinante en Is in- terpretacién de Tos viajes finales de Colm y de Vespucio. Considlerémoslo con Ia atencién que merece. Por Marco Polo se sabia que la costa asidtica frontera a Europa correria de norte a sur desde el efrculo boreal hasta el Trépico de Capricornio." Una navegacién transatlintica Ta altura de Espaiia no podia, pues, menos de topar con la masa continental de Asia. En un punto cercano al circulo del trépica doblaba hacia el occidente; corria un trecho cn ‘esa direceién, formando asi la costa meridional de la provin- ‘cia china de Mangi, y volvia, en seguida, hacia el sur. Este EL HORIZONTS. CULTURAL , ois {iltimo tramo comespondia a los Titorakes atlinticos de una peninsula bafada, en el lado opucsto, por las aguas del Octa- re fudico. Pero el dilema a que hicimos alusién consistia en dos posibilidades, Algunos consideraban que esa peninsula Se identificaba con el famoso Quersoncso Aureo de Ta geo Safla tolomaice, hoy la Peninsula Malaca, y cuya penétra- “én seria lo inds meridional de Asia. De acuerdo con esa iinagen un ‘vigjero que, procedente de Europa, quisiera al canaat Ta India tendria que circunnavegar 1a peninsula para oder pasar del AtKintico a} Indico.” sta fue Ia creencia {que orient6 a Colén en sus tres primerss exploraciones. TE] otro témino del dilema consistia en aceptar, si la exis- tencia del Quersoneso Anreo, pero suponia una segunda ¥ hucho mds grande peninsula situada tes que aquélla, de Tnanera qe sis costas_orientales serian las bafadas por el ‘Atlantica y no las del Ouersoneso Auren, como queria Ia bi ptesis anterior. Se postulzba, pues, que las dos peninsulas Extaban separadas por un golfo formado con aguas del Qvéa ho Indico, et Hamado Sinus Magnum de la cartografia anti: gus.” Resultaba, entonces, que para pasar del Atlintico al Tndico y poder llegar a Ta India, un vinjero procedente de Europa se veria obligado a doblar el cabo extremo metidio- nal de aquella segunda peninsula, pro nadie podia decir hasta qué grado de latitnd se extendla, suponiéndose que, 2 diferencia del Quersoneso Aureo, sebasaba el ecuador. ‘Ahora bien, como se tenia noticia ciesta de la posibilidad el paso al Océano Indico, puesto que Mareo Polo tuvo que tutilizarlo en su navegacién de regreso a Europa, a nadie esca- pari Iz importancia toral del dilema que acabamos de pun Rlulivar sno se olvida que In meta de Colén y de todos tos txploradores que lo siguleron de cerca ra, precisrmente, Te fara ia India. Para distinguir con faciidad los dos términos {fel dilema vamos a llamar aa primera opinién Ta tesis de la peninsula Ginica y a la segunda, Ia tess de Ta peninsula a tional. (Lémina TIL.) 3. La imagen de la configuracién geogréfica de Tos litora- Jes athinticos de Asin o, si se prefiere, Jel extremo oriental de Ia Isla de la Tierra, se completa con In noticia de la existen- “ BL HORIZONTE CULTURAL cia de un nutrido archipiélago adyacente, cuya isle mayor Ci eh Japon, el Cipango de la geografia polana, particular erate rea cn. piedtas preciosas.” Por sltimo, se ercia en la Mistencia de ‘sles atlinticas situadas a distancias indeterm fades al oceidente de Europa, y ontee las evales, 1a Isla An- tilla y su azchipiélago era lo mas sobresaliente La ecumene 0 mundo Por metivos que resultarin claros en Io que diremos adelan- coir palabra “mundo” se emplea como sindnimo cle univer: eo de globo terriqueo, Se trata, sin embargo, de conceptos Gistintes cuyos respectivos sentidos vamios a aclarat La idea de universo 5 incluyente de a totalidad de cuanto existe; el concepto de globo terriqueo se refiere a nuestro planete, pero en la época que vamos considerondo se sefete aoeenasa de materia oésmica més pesada, porque en ella pre ‘algcia Ia esencia o clemento tictra.* Ahora bien, el mundo To's, primeriamente, ni lo uno ni Jo otto. Es, ante todo, la mroradt cosmica del hombre, su casa o domicilio en el wai afuo, antigua nocién que los griegos significaron con el ter wing de “ecumene”. E] mundo, pues, ciertamente supone ntSido y cierta extensiOn, pero’ su rasgo definitorio es de iijole espiritual. Veamos, entonces, el fundamento que se Je data a esa nocién dentro del sistema geocéntsico del uni, veso, cudles los limites con que se entendia a finales del siglo xv. |” Desde la Antigiedad y a lo largo de la historia de la cul tute cccidental, salvo en época muy reciente, se ha pensado que a mundo, el domicilio césmico del hombre, se aoja Gusivamente sobre la Tierra, La ciencia antigua y ¢l pensa” ceo erstiano coincidieron en que la raz6n fundamental de cna exclusiva consistia en una identidad material, es decis, que como el cuerpo humano ers esencialmente Wert," 6 BL HORIZONTE CULTUR e ‘era su elemento propio, de suerte que 1a masa césmica en la Ge predominaba aquella egencia resultaba ser el “ugar tirat” de la vida humana, el Gnico lugar del universo en que pouia vivir el hombre en razon de su naturaleza misma Esto por lo que toca al fundamento cientifica y religioso get conceply de mando, Pero ese principio adolecta, de hecho, de a primera y obvia limitacién, puesto que so) mente la tierra ho sumergida por las aguas del Océano podia Mlojar al mundo, No eri ésa, sin embargo, la Gniea rstoic- Gibm, porque sblo ana porcién de Ia tierra no sumergids era In apta para domicilio del hombre, ot llamado orbis terarean otha de la Tierra, calificada de “nuestra tierra” para dife Feneiarla de “otras ticrras” u orbis alterius que pudicr Tem el Océano: En efecto, ya indisamos que oun en el Supucsto de que esos otros orbes estuvieran habitados, seria por entes que no cabrian dentro del géacio hurano. Se tr3- Ppa pues, literalmente de “otros munclos” cnyo conocimien to sepin declaracion de Estrabén, corsespondia a los cosmé- grafos por no tener nada que ver con la geografia. Por iltimo, ni siquiera toda la Isla de la ‘Tiersa se estima ba adcouada para alojar al mundo en cuanto que partes de tlle se eonsideraban inhabitables, pero no en ef sentido rele tivo que lioy Te concedemos a ese término cuando, per cjean plo, hablamos de un desieto o de un pantano, sino en wn Pentido absoluto, Eran regiones en las que se suponfa que feinaban ciertas condiciones césmicas que el hombre no por dia jamas alterar o remediar porque dependian de ls estruc tura misma de} universo. ‘La tearia clisica a ese respecto se origin6 en Parménides, seyin afimmacién de Posidonio, pero fue Aristételes quien, con Seenonne eutoridad, le puso el sello definitive." Se trata Be Ye famosa divisién del globo terrestre de acuerdo con las ° Since aonas del cielo, a saber: las dos polares, las dos templa dasy la intermedia, Hamada la zona tropical, torsda o dnc smads, Ciertamente, en Ja Antigitedad hubo intentos de mo, dificar ese esquema,"” pero Jo cierto es que se mantuvo como fl mis adecuado, tanto desde el punto de vista astronémico Como geogrifico, Pero To que nos importa subrayar es Tn st- 70 BL HORIZONTE CULTURAL BL HORIZONTE CULTURAL a posieén de que snieamente oran habiabit tas ronas templa fa simiente de Ja humanidad. Mas, sebedor Jehova que Ia Foes comprendidas citee los eteulos Anicos ¥ Tos clrenlos +e ey era vieio incurable de Iz came, hzo pacto tom ella Gas Nopieos, y puesto que, Ta Isla de Ts. Fiera oe hallaba mala trie a. jamés ta tieca, mi maldecitay y sacindola we eri en el hemisferio norte, 1a extensiém peogrifica del por sega vez del abisino ce 18 264 Ja entregé a Not woreda quedaba confinada a solo aquelle porcién del orbis que, 280, cost Y TitsEO, se Pasesionar: de ella en la me- Tamara comprendida dentro de I zon templada seplen- Fae We he fuera fructficande ¥ multplicando $0 descen ter ce erataba, pues, de wna faja de Ta ts de a Tiers dencia.” reeked hacia el norte y el sar por las supucrtst infranquea- Te saul, pues, el segundy mundo, el del hombre cafdo, el tier le Ios circus del dtico y del Vrépiee de Cin del atte’ histdriea, porque mientras perdurd ons es. Us speativamente, y hacia el levante y el poniente, por los fado de inocencia, no puede deciese que iwi historia pro- 7 Titorales ocednicos de Ia isla." / piamente bablando, Ahora bien, ette ‘segundo munclo y3 10 J Gonsideremos, ahora, Ia concepeién cristina dad mun | Praia, como el primero, on un abrigado haere de delicias do que i, cestamente, no supesd el sontide limitado de 8 y abundancia, sino en un inelemente valle de Kigrimas, pero Yay esto es 10 decisivo— ahora se trate de un mundo abier- se adepeidn antigua de’ fa ecamenc, al menos introdujo wna Te! de um mundo concebide come, pose de ser poseldo concep importante que abei6 cl camming as TMB? ‘on Gpoca_ posterior. y ampliado en Ia medida en que ‘el hombre por su propio Recordemos brevemente el viejo mite Viblico: Dios forné ‘sluerzo ¢ ingenio le fuera imponiendo ¢ fa ‘Tierra las ‘condi a Adin de Ja tierta y Je dio por morada el Paraiso ‘Terrenal, clones requeridas para hacerla habitable. ¢s decir, en la me- fur huerto de delicias donde habria ‘de habitar al abrigo de flida en que la fuera trausformando en ‘encficio propio ys Por inelemencias y con excusa de fatigas, puesto que todo Jo que consiguiente, alterando mada menos ave Ta obra de Ia crea s requetia su vida se Te daba all cm perfeccién y abundancia, Gdn divina, ‘Tal, pues, el profundo significado del viejo mito al, pues, el mundo original del hombre. Pero como, por Giblico: ol hombre, mientras persevera en SY estado de ino- incitneign de la mujer, pecd nuestro primer padre y por st feencia original, no es ni responsable ‘de su mundo, ni ene Mecobediencia incunid en Ia verguenza y en Ta muerte de 1a Conciencia de si mismo, Pero al cobrer est conciencia, pt came, perdid, al perder sa ‘nocencia, el privilegio de ocupat i fente por vez primera cn la vergilenza ‘de su desnudez, se sabe el palacio, que Dios te habia prepaid, de modo que el mun. mortal, es decir, se teansfigura en Un ‘ente histérico y, como do dejé de estar alojado en quel huerto de delicias al ser tal, recae en GL Ja tremenda tarea, de labrar su mundo al ir transferido a un yermo de fatigas. Maldijo Dios a la tier transtormando Ia Tierra y en el limite, al universo entero, y, expulsado Ackin del Paratso, “quedé con Ta carga de vivir & de suyo ajeno al hombre en cuanto ‘creado por Dios y s6lo costa de sti esfucrzo y del sudor de su rostro. Se inicia ast cl para Dios. Fue asi cémo el Cristianismo jntrodujo en el 4m- gran drama de Ta historia ‘hniversal. ‘Tanta era In debilidad ito de la cultura grecorromans superviviente 1a nocién fun fie la came y tan ineficaz el tescarmiento que, arrepentido damental del hombre como responsable e inventor de su Jehovi de haber ‘creado a} hombre, propuse destruitlo con \ mundo 0, si se prefierc, de su propia vida y destino. cuanto tuviera aliento de vida sobre la tierra. ‘Ast To ejecutd,, Pero si es cierto que una nocién tan decisiva se encuentra y una vex, més, como en os dias primeros de la Creacién, las implicita en el mito de 1a cexpulsi6n Gel Paraiso y casi expli- Y ps ubrieron Ta totalidad de Hera. To perecié, salvo ieee dl de Ta repaticion del mundo ene os hos de i: los pocns privilegiados moradores del arca de Noé, ese mun: Nod, no es menos cierto que RO pudo penetrar en el pensa- tras predomind cl que Augusto Comte Pe Rlowisional y Flotante en que, por piedad divina, se sav micnto medieval oe eee ei —_ a n EL HORIZONTE CULTURAL amé espltitu teolbgico, de manera que quedé como un Ber eam estinado a florecer hasta el advenimiento de Ta clencia ete la denice modernas. En efecto, como Tos paces. ee {elesa, primero, y después los doctors y teblagos medicvals seer Bayacon en el hombre hist6rico la erature caida de in gracie, no pudieron ono quisieton destacar aquclls pose Haesaa saya de transfonmar al universo en mundo, para s6lo readers como el merecido y duco castigo en que incucrid por la culpa original, Y asi, fo que para el hombre moderne pemifies su mayor timbre ce gloss, la paulatina y asada om weista ce la gealidad universal, no represent para el exit a0 steyal sino claro sintoma’de la miseria de 1a condicion paaiela. Sin embargo, y pese a ese aspecto negativo, la Cul ten Ciistiana no pado menos de entender el mundo, ya que tum Sou proceso tcansformacior del wniverso, si como ct progeso de toma de posesién de Ia Tierra ‘Ge alvierte, entonces, el gran paso que significé semejante manets de cntender el mundo respecto a Ta antigua, porducy “Te ese modo, los confines del mundo se confundian, en prin: ipo, con los linderos geogrdficos del orbis ferrarum y en Po” tenez, se extendian mds alld en el caso de que, hubiera otras tinrae no sumergidas por et Océano, Estas posibilidades, por Consigaiente, ponian cn crisis ls antiguas nociones de wnas senas de suyo inhabitables y de que las tierras antipodas cons- Tito Iiteralmente “otros mundos”. Se explica, ast, la pecw HeMfascinacidn que eercié en la alta Edad Media el Comen- funio Je Mactobio en que se afirmaba la existencia de tres fans islas comparables al orbis terrarum, y se entiende por Bie San Tsidoro de Sevilla pudo concebir como “euasta pats SEY fnundo” una hipotética tierra situada en el hemisferio ser, anticipando, como se vers, la {émula en que América fue originalmente concebida, 5. Seria un error, sin embargo, pensar que Ia idea del man- do como proceso de apoderamiento de Ia Tierra logré pre 0 gat lise llanamente sobre la concepcién estatica del pensumiento antiguo, porque con el advenimicnto del aris Totelsmo escolistico las nociones clisicas cobraron nueva tela en el seno de Ia ciencia medieval, Y, en efecto, com Ia BL HORIZONTE CULTURAL DB aceptacion Gel sistema geocéntrico del universe, 3 impuso ee tye las zonas inhabtables respakiaga con 1a auton wei ete touninarias de la magaitud de Alberto puede vincularse al padre comin de Tos hombres, y ave, 6 rare aso, por su aisiamiento, han quedado al margen de te Nedencioa? Tal la angnstia implicnda en Ta duda que suscit® i fallazao, pero, timbién la remota promesa de sna posible brceha, de una escapatoria de la prisién milenaria, Mas, en ircnaed, seria prceise alterar las nociones recibidas; coneebit dle otvo motlo la estructura del universo y 1a indole de su rea: fidady pensar de otro modo Tas relaciones con el Creador, y despertar a la idea de que olso es el Ingar del hombre en €} errs otro el papel que esta Hamnado a desempefiar que no EL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA 95 cl de siewo que un dogma rigido le ha ensefiado 2 aceptar. Insinuamos apenas, asi, Ia tremenda crisis que, todavia le jana, se perfil ya, sin embargo, en cl herizonte de Ia si Gn que planted la eseéptica actitud con que fueron recibi- as las opiniones del almirante, Y asi crapezamos a caer en ta cuenta, no sélo de lo dificil que va a ser convencerse de To Cantuinio —-y en esto estriba Ia gran fuerza de la tesis de Co- Tn y el motivo de sw apego a ella con tenacidad ejemplar hasta el dia de su muctte—, sino del verdadero y mds pro: fando sentido de esta historia de Ja invenei6n de América que vamos contando, Porque en ella liemos de ver, como se Veri, el primer episodio de In liberaciér del hombre de su Tntigua chrcel césmica_y de su multisecular servidumbre ¢ Jmpotencia, o si se prefiete, liberacién dle una arcaica manera delconcebitse a si mismo que ya habla producide los frutos que estaba destinada a producir. No en balde, no, casual- thente, advino América al escenario como el pais de la libes- tad y del futuro, y el hombre americano como el nuevo Adin de la cultura occidental Pero no anticipemos mas de lo debido, y teniendo en men- te esta perspectiva que apunta hacia cl fondo de lo que esti fon jtego en la prueba que se le pide a Colén, consideremos Cuidadasamente, pot su orden, estas tres euestiones: qué debe probarse; cémo, yen qué puede consistc la prueba 1. Se requiere que Colén prucbe su creencia, puesto que es €l quien Ia afirma; es decir, que prusbe de algint modo que fas tierras que haild pertenecen, como sostiene, al extremo oriental del orbis tersartm:, 2. Mas gedmo puede prabar esa circunstancia? La respucs- ta no oftece duda: debers mostrar de un modo inequivoco aque por sm situacién, por su indole y jor su configuracién, as tlerras halladas se acomodan a la idea € imagen que se tiene acerca de la Isla de Ja Tierra, Bs decir, se le pide al al- inirante que acomode su cxeéncia a los datos empiricos y no ‘que ajuste étos a aquélla, La demands es justa, pero, bien Tisto, era mucho peditle a un hombre que, segin sabernos, Tho estaba en situacion espiritual de satisfacerla. Equivale a pedirle aun hombre enamorado la prueba de los motivos — yee |e = a 1 a 2 ; = g 3 8 y £ < £ \ z . | ‘Hosea lr Seas geoyttioss de Custobal Colin Tema de la composicin de los oq cinama V. Eaqueins doy orc ocidentat del pair manusete $s tao Som Bed tin Te hiptet gue inten co 4 pevine ics as tisras muevamente ballads. OCEANS 1NOICYS O - go TL PROCESO DE LA INVENGION DE AMERICA, que inspiron su pasid ¥ que @ considers de suyo evidentes ita ods, ¥ qbe, por 10 tanto, no slo 00 requieren pruel pars fque mo pueden probarse ante quien Te "os acepta de sme anoro. Para un ombre en semejante co, ta prueba ge que su amante cs bella o buena consist’ Sf hafirmar que 7 de ae ig ella, puesto que st amor la be convertide en os uetypremna de la bondad o de fa belleza 0, par atime, zen qué puede consist la-prueba que ~ para ara convences a 10s escépticos? No € dificil ver pie deperd reunie dos circunstancias, efecto, el hecho segue hayan aparecido nas Wereas ch el ugar donde apare Se aN ino. asta por si solo para probsr ae pertenecen al eros Mgrental de la [sa de la Tier, come Pike Cokin, porque eso, precisamente, foe To Ne lespertd la dada, Seri Presse, entonces, mostra, €n PMCs Tugar, que no se trata Peer Mente de un archipiclago, sino de wna coer masa de moraine eorresponde at toral del orbis ferme Era, Lésunss 1, Diagaanac pars iste pues, necesario mostrar o que 10s Titorates seconocides por | ean concep tess ee sexpondian 2 esa exigenci, segin 8 TD ciao | blomentat hn tea de era de las yore teh Secaces, 1588 Oiias, esa extensa masa de tierra Moi camplinento de ese requisito no sui, embargo, sufieionte, porque, en segundo lugar, Tos Titorales de ba rasa spetirra tendrian que exbibit algén rasgo he fos identifi? | econ Tos de Ta Isla de la Tie, 0 mils coneretamente div |} Care oot Jor itorales de Asa, Ahora ign, Ce cimulo posible She Fes indicios, en. esa Gpoca solamente Uno inequivoco, | Ge per: la existencia del paso maritimo ave cempled Marco: 4 Sen su viaje de regyeso a Baropa, 66 dee el lugar donde Ferrinaba el extremo meridional, de las cost coientales de eee y donde, por 10 tanto, meaclaban sus 320 Jos océanos Ae cligo e fnuico, El paso, en summa, que le i, accesoa ppdia a un viajero que vine de Europ Poe la rata def ba Mente, No olviderncs, para tenetlo presse mis adelan- er gue la locatizacién de ese paso pods fofrecer una disyun- | tira! segin se aceptara una de las dos posibilidades que ex AN Seerca del particu de acuerdo con ls (est dela pein vray nica o de 1a peninsula adicional.** i Gque al poniente de las ishas halladas s= Tocalizara, vecina a | Viera. Galli, Juan Pablo, Tsar man vi? E RATA-ANTIPODYA. moatr INCOGHITA 5 Lin feo = (nF RICA Linum VIE, Esquenia de 1s poscién 1902, as owas abevame ‘occidental det Mops de Nicol wens, 68 ios a 8 aparecen como dos gi tin Waldsnemilles, Universalis Cosnogrephit 6 Lisems 1Xa. Planiserin, de Mia dogo De nat teagnen et Americ Vesper stains 1507 undum Pevlorre ads como” in vata pate del manda, (FL contents Tay eras meer er de mar ene at mas septenriomal y rerionsl Je Teves) isis Xb, Ergon de a fcin dl eocabegnint, del mismo, plain, REET eicay ae comma) Ces BPP eeenee Peer ere eee eerie ee idmien f fides septent ‘eos. por ‘pot EL PROCESO DE LA INVENCION DE AMBRICA 97 En conelusign y para que esto quede enteramente claro, la prueba requetida para salir de la duda consistia en mostrar Primero, Hv existencin de una masa considerable de tierra en Ta veeindad de las regiones halladas en 1492 y segundo, ety 10- taliair e) paso maritime que permitiera entrar al Océano Todicn, Si'se mostraban ambas cosas, 1a afirmacién de Colon se convertitia en una verdad empiricamente comprobada, +i tho se mostraban, ya hemos apuntado las tremendas conse: ccuencias que podian resulta. Tste planteamiento de la situacién nos proporciona el es quema fundamental para comprender el significado de les xploraciones que se emprendievon inmediatamente después Gel viaje de 1492, Pasemos a estudiar esos sucesos, pero siem- pre tratando de imaginar las expectativas que habia en Forno 1 sus resultados. Por su fecha —Ia flota partié de Cadiz el 25 de septicmbre de 1493 corresponde el primer lugar al segundo viaje de Colén. Desde el punto de vista politico y mercantil, ta expedicién result ser un terrible desengafio: el almicante no pudo, tomo no podia, cumplir Jo que su exaltada imaginaciin ha. bia prometido, Los indigenas no eran Jos déciles vassllos que habia dicho, puesto que, fuere Ia culpa de quien fucse, Tabian asesinado en masa a la guarnicion cxistiana que dej6 tL almirante en Navidad; pero, ademas, el oro tan codiciado ho apareeta por ningin lado, Por otra. parte, las incursiones punitivas y predatorias que asolaron el interior de Ia Isla Ps palola sicvieron, entce otras cosas, pars desengafiar a Colén fespeeto a la identidad de la isla con Ja famosa Cipango [Je pon)" Todo esto y otras adversidades motivaron wn cescen fento general que se tradojo de inmediato en sorda hostilidac contra el almirante y en.un cteciente desprestigio de Ts empresa, 98 FL, PROCHSO DE LA INVENCION DE AMERICA Pero lo verdaderamente decisive para nosotros fue ct resul tado del reconacimiento del litoral sur de esa comarca que Jos naturales lamaban “"Fierra de Cuba” y que, desee cl viaje anterior, Colén sospcch6 ser parte de la tietra firme de As EL objeto primorelial de, 1a exploracién cra_confinmar esa sospecha para salir de Ja dada acerea de si cra o no wna isla.” ‘Teas un penoso y largo recorrid costero que revelé muchas extrafiozas de neturaleen y otras. peculiaridades que Cols tno tards en interpreter como indicios fehacientes de 1a indo- Te asidtica de Ia tierra, Ta flota vino a surgit a un lugar don: de Ia costa modificaba su direccién hacia el poniente para desviatse hacia el str2* Como a hombre ya persuadido de la verdad qc, 110 obstante, esta obligato a proba, a Colén Te basté esa cirounstancia para convencerse que en ese panto se iniciaha ta costa del Titoral atlintico del Quersoneso Ausco (la Peninsula de Malaca) y que, por eonsiguiente, la flota Ia bia recorrida Ia costa sur de Mangi, la provincia meridional de Ching. (Lamina JT.) A su. joicio, pues, se habian Wenado ns clos requisites de Ia prucba que se Je exigia. Tin efecto, habia topada con la masa continental de Ja Isla de In ‘Tie ria, y si, ciertamente, no habia navegadlo por el paso maritime que daba acceso al Océano Indico, lo habia localizado, em principio, puesto que Togrd aleanzat la costa de Ia peninsula 2 cuyo extremo se encontraba dicho paso. Pero hacia falta algo més que su conviecién personal para lar a Ios inerédulos en Espana, y como nada de To que ‘néia mostrar era bastante para ese efecto, Colén tuvo Ja peregrina ocurreneia de arbitrar un instrumento juridico como {estinsonio probatorio.” Ante escribano priblico y testigas de asistencia, hizo que todos los tripulantes ele Ia armada decla- raran bajo juramento y so pena de terribles castigos corpora les y ceccidss multas, que la costa que habian explorado no podia ser la de nna isla, porque era inconecbible que lt hu hhiora tan grande; pero, ademas, los obligé a suscribir la optimista ilusigm de que “antes de nichas legis, navegare o por la dicha costa (es decir, In que Colén tenia por ser a del Quersonesa Aurea), se hallstia tierra donde tratan gente politica, y que saben’el mundo”, EI deseo de regresar EL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA 99 cuanto antes fue, sin duda, el motivo que indujo a todos a firmar tan extraordinario documento, y tanto mas cuanto ‘que Colén anuneié que tenia el proyecto de continuar el via- je y circunnavegas el globo, lo que, dada la lamentable con- dicién de los navios y la falta de alimento, debié meterles 1 todos el pavor en Tos cnerpos." E| regreso fue penosisimo. Después de incontables peli gros, In flota surgié en Jamaica, circunnavegé la isla, y de alli, pas6 a Ja costa meridional de la Espafola. Al llegar a su cabo mas oriental, Colén anuncié su intencién de cruzar Ja Isla de San Juan (Puerto Rico) que habfa reconocido cuan- do venia de Espatia, con el deseo de cosechar esclavos, pero se lo impidié una que el padre Las Casas Hama “modora pestilencial” Averigtiese qué sea eso en jetga médica de ruestros digs. Lo cierto es que el almiante se hallé a las puertas de Ja muerte y asi Jo Hevaron ala Villa de Is Isabela, donde anclé Ia floia el 29 de septiembre de 1494. ANI To esperaba Ja alegria y apoyo de su hernzno Bartolomé, pero también Ie aguardaba el desastre en Ta colonia, la rebelién, el hambre y el primer ceo de Tos reyes que se manifest6 vis ble en In persona de aquel Juan Aguada (legs a Is Isabela cen octubre de 1495),-el comisionado que enviaron para cs piar su conducta. x Las promesis de Colén habian resultado set un falso sediue. Jo. Las esperanzas de oro cosechable cono fruta madura se reducian al aleatorio futuro de unas minas que requerian sudor y privaciones. El suave clima y la perfumada templan: za de los aires cobraton en vidas de cistianos sul pestifero cngatio. Huracanes diabélicos sembraron naufragios. La so- fiada concordia que iba a presidir en la fundaci6n y vida de Th nueva colonia se tradujo en odio, prevaticato y disidenci y,los mansos e inacentes pabladores naturzles de aquel fic io paraiso, supuestos amigos de los eristianos y amantisimos et FanB [ect are 100 EL PROGESO DE LA INVENCION DE AMERICA axa, mostracon su indole bestial: gente perezosa y Dm rane vena para asesinar si se ofreca In ocasion; mala Fo tera, aera Brie tributos, Adoradoves encubiectos de Sate tepore mens décies instrumentos de sus aviesos desgnion: ie oat magen de la ecad de ora rediviva se ransinuld, al “hnjuto del Gesengaio, en edad de hero en ae dominaba condone te conviccion de que aguelos, desnudes lis del +e doco formaban parte del vasto imperio de la Larbati, a cera, contesado 0 no, del principe des tiieblas el ene: seigo del hombre, Un profundo escepticisma inact la mnie ca que a muchos parecio Toco ¥ peligraso Seo HN cuPraiala euina de Espafa* Precisabe atajar ¢ mal, ¥ arte su tenacidad caracterstica y sstenido por [a Ye corte etensia, Le micti6 et ombro ala ingrata tare” de oy in embargo, que pese & tantos rumores de mal- quetencia como se desataron entonces, 612 Yo dificil, sino sreeGble,retooeder en un asunto, en que andaba Tn, ° prometido cl prestigio politico y seligioso dep sor de Bs Pata, Los reyes, por otra parte, siguieron favoreciendo 2 st Pane test pero aprendieron, eso si, que el caricter y ext feria de Colen eran semilleco de discoria y ave 20 hom- bre para! confiasle oficios de gobierno ¥ administraci6n. Se aceptaron, pues, con ara tolerancia el desaste ¥ el desen- gafo, pero no sin que Is Corona adoptara ‘cambio de acti ae Pimucha eonseeaencia, En efecto, abatidas tes Demet ta ee ae capestativas, se comprendié que el regimen de e sepolo oficial establecido a raiz del visie de 1407 Pat be- npetar de Tos supuestos tesores qu el ciclo le habia tow fiado nerepana, era mas de carge que de provecho, adit Tas com: 4 Hepat imponia la Fealidad de tas terras halla La Gerloracion, explotacién y colonizacién quedasoy abjertas, pues, al mejor postor y a la codicia de quien s sintiera ten- pu probar fortuna’ Esta mudanza, que acare5 con: ta ak de enorme aleance al imprimir sa hella en a caer politica y administrative del imperio cuyos cim'en fares echaban por entonces, provocd de inmediato una iN ‘Sada accleracién de] desarrollo del proceso que vamos eS mando. EL, PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA 101 aE guano probes ave nes ataiie directamente no fal- acon quienes, sin mucha muestra de juicio exitico, aceptar como buena {a “prueba” aportada por Colén en favor de si reencia. inicial. Concretamente, Andiés Bernéldez quedé Conveneido de que la Tierra de Cuba formaba parte de Asia, seaiin pretendia el almirante; * pero lo cierto es que, en ter aninos generales, no se siguid ese ejemplo. cf Miguel de Cuneo, el amnigo personal de Colén y compaie ro suyo en el viaje, ¢ muestra incrédulo. Al final de su ani nade relato de la exploracién nos da la noticia de que, yo de regreso en la Espafiola, el almirante disputaba con frecuen- tis con un cierto abad de Lucerna, hombre sabio y rico, pot no poder convencerlo de que la Tierra de Cuba era parte de ‘Asia Anade Cuneo que él y muchos otros pensaban lo mis- mo que aquel uecio abad.® Se desconacen el pro y contra de los argumentos, pero es obvio que la base de Ja “prueba” aig por Cols ee Ta inusitada Jongitud de la cos- fn de Ciba no se acepté como indicio suficiente contra su ta de Cubs pt6 como indicio suficiente contra “Tampoco Pedro Méitir se dejé seducit. Con su acostumbra da cautela, el humanista se limit6 a informar a sus correspon. sales sobre el viaje. Se advierte, sin embargo, que lo impresio- nd, no tanto la identificacién con Asia, cuanto la seguridad ‘con que Colén sostenia que la costa explorada pertenecia a tina tierra firme y no a una isla més como las otras que se ba- bian encontrado.” Muestra asi Pedro Mértir una profunda conciencia del verdadero problema que se ventilaba, porque se ve que distingue entre la posibilidad real y sorprendents de ‘gue existiera semejante masa de tierra en esas partes de] Ocea- fo y la implicaci6n de que necesariamente habia de tratarse de fa isla de la Tierra, El asunto, sin embargo, le. parece wenig demasiado dudoso y toma’ el partido de refugiarse tn la hipétesis que, evidentemente, era Ja mas segura: la de supone:, ge tous ‘quellas tierras, Cuba incluso, eran insulates, bien que ya no insiste en la sugest revia identificaslas con el archipiélago de nae em = Puede concluirse, entonces, que este segundo viaje de Co- \én tiene el sentido de ser un primer intento de aportar Ta 102 EL PROCESO DE LA INVENCION DB AMERICA preva que se requeria para demostrar que habia logrado perablecer la conesign entre Fusopa y Asia por la ruta de oe Gente; pero in intento fracasado. “Tiene, ademas, el interss particular de mostrar que Coldn aceptaba como corects la Parque hemes amado de la peninsula tinea como vision reader de los litorales athinticos de Asia. ‘Tengamos pre- vente esta determinacién decisiva para entender su tercer vie je y €l problema que plantearon sus resultados. xt Cuando en 1496 regres Colén a Espa, todavia nada se sabia de fijo acerca de la existencia de una tierra de mass comparable al orb ferrarurn en los patajes vecinos al print Trallazgo de 1492. Al aio siguiente se exmprendieron, apr9- Nochando Ta nueva actitud de In Corona, varias exploraciones {que decidieron el punto en sentido afirmativo.” Se sypo; © egos que al poniente de las iss encontradas por el ali Crate yania una. gran masa de tierra. Este importantisimo hie Tho favorecia la ereencia de Col6n, porque Ilenaba el primer fequisito.exigido por Ia prueba, de manera ave ls hipsiess ‘Jerque se trataba del extremo oriental de Ia Tsla de Ta Hewa ‘to ablo pareeia posible, coro hasta entonces, sina come Pros able, esas regiones habitadas. por hombres zqué otra cosa podln ser, cn efecto, sino los litoraleseesconocidos, Paro ¥ Prvidos del orbis terraruin? Coldn, ¢s cierto, seguta en Tas su yas respecto aque 1a Tierra de Cuba no era ona is adya- Fe ea esos litorales, sino parte de cllos;® pero, dentro del Suadro general del problema, esta opinfén cada vez mis soli Cada dae de tener importancia verdadera, porque se trataba le una modalidad de un mismo y fundamental hecho. Se SlOvierte, entonces, que todo el peso de fa duda va a gravitar serio sucesivo en el segundo requisite de Ia prueba: Ia focal. Snoign de aquel paso maritimo que daria acceso al Océano Tndico y a las riquezas de las regiones que ya, estaban en po- Hbiidad de ener en manos de Tos portugueses.* Ast pues, inde- FL PROCHSO DLA INVENGION DE AMGRICA 103 pendientemente de si Cuba era o no lo que suponia Colén, 1o decisive era encontrar aquel pas0, e} cval, de acuerdo con Ta imagen que él y muchos tenfan de los litorales de Asia, de- ‘bla estar cn las inmediaciones de la linea ecuatorial, puesto ‘que por esas latitudes terminaba Ja peninsula del Quersoneso Autco.” ‘Tal, por consiguiente, el proximo paso exigido por Ja logica de Ia prueba; tal, en efecto, 10 quz Colén pretendig hhacer en su siguiente viaje. Pero todo se complied enorme: mente, como veremos, por la inesperaca aparicién de una masa de tierra austral que sembr6 el desconcierto xn Para su tetcer viaje (la flota zarpé de Sankicat de Barrame- dla, ef 30 de mayo de 1498) Colén se forné el proyecto de navegar hacia el sur hasta alcanzar regiones ecuatoriales y proseguit en derechura a] poniente.” Pretendia, primero, ver si topaba con una tierra que decia el rey de Portugal se ha- Taria en ese camino,” y segundo, establecer contacto con los litorales de Asia y buscar el paso al Ootanc Indico que, sein Ia imagen que tenia de ellos, estarfa por esas latitudes, Pero la realidad le reservaba una sorpresa desconcertante, Después de alcanzar aproximadamente el paralelo 9° de latitud norte y recorterlo en direccién del oeste sin haber encontrado la tierra augurada por el monarca lusitano, apor- ta una isla densamente poblada por gente de mejor hechura y mas blanca de la que habia encontrado hasta entonces, Lia ind a esa isla La Trinidad —nombre que ha conservado hasta nuestros dias—, y calculé correctamente que se hallaba al sur de Ta ringlera de las islas de los cantbales que habian reco- nocido en su viaje anterior. . Colén pensé que estaba en un archipidlago adyacente al extiemo meridional del orbis terrarum, 0 mas concretamente dicho, vecino a las costas del Quersoneso Aureo (Peninsult de Malaca) que, pata él empezaban a formarse a la altura de 1a "Tierta de Cuba; pronto, sin embargo, los marineros advirtie- jo EL, PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA ron un extiaio fenémeno que sembid el desconcierto en el Jnimo del almirante. En efecto, el golfo donde habia pene trado la flota (hoy Golfo de Paria en Venezuela) era de agua dulce, circunstancia que requeria Ta presencia de cae Geloses rins ¢ indicaba, por consiguiente, una enorme exten. Sign de tierra. Parecta obligado a concluir, entonces, que aquel golfo nd estaba formado por tos litorales de un apretado grupo de isls, como suponia Colén, sino por Ia costa de. una fierra de magnitud continental. En un principio ¢l almiran te se resistio a aceptar esa obvia inferencia que amenataba la valider de sus ideas preconcebidas; pero como Ia exploracién posterior no favoreei6 la duda, xe vio obligado a reconocer su fquivoco inicial, Se acord® entonces de las noticias que le bien dado los caribes acerca de la existencia de grandes tiernas al sur de las suyas y acabé por convencerse de lo inevi- table: Ia flota habia aportado, no a un archipiélago vecia al paso al Océano indico, sino’ a una tierra firme. Para Colén, hombre de su tiempo y habituade @ razonar a base de autoridades, surgié de inmediato la dificultad de fxplicar, primero, cbmo eta posible que hubiera semejante tierra en el hemisferio sur que, segin las ideas ms comunes de entonces, no estaba ocupado sino por el Océano," y se- ggundo, como era posible que se careciera de noticias acerea de dla Por lo que se refiere al primer punto, Colén recurrié a Ta ‘esis elaborada en el siglo xt, principalmente sostenida, por Rogerio Bacon y que él conocia a través del cardenal d'Ailly,* segin la cual, se recordari, se suponia que la tierra seca ocapaba seis séptimas partes de la superficie del globo, contra Gna que congregaba a todos los mares, de acuerdo con la au. foridad del Libro de Esdras, Era, pues, posible aceptar la hhocién de que los litorales hallados pertenecian @ una gran asa austral de tierra firme. En cuatito a que no se hubiere tenido noticia alguna acerca de su existencia, Colon reeuerda fque, semin dice, “muy poco ha que no se sabia otra tierra ieee de ta que ‘Tolomeo escribié”,"* de manera que nada de omprendente tenia aquella circunstancia. Lo que si es sor prendente, sin embargo, e# que Colén no hubiere invoeado EL PROGESO DE LA INVENCION DE AMERICA 105 en este lugar sus conocimientos de la geografia de Marco Polo que vino a aumentar y corregit, segin él bien sabia, las no- ciones de Tolomeo. Pero es que, precisamente, la tierra nue: vamente hallada no pacecia acomodarse bien a ellos, y en ‘eso consistia el verdadero problema del hallazgo. ¢Como, fen efecto, ajustar tan inesperada experiencia a la imagen feo- trifica que le venia sirviendo a Colén de esquema funda. mental y que estaba basado, justamente, en el relato polano? {Qué relacién podia guardas con el orbis terrarum esta inusi- tada extensién cle tierra? ‘BI problema es més complicado de lo que parece, Con- viene hacernos cargo debidamente de él. : De acuerdo con la tesis invocada por Colén, se podii“ex plicar lo existencia de la tierra recién hallada, pero ndtese que el argumento supone la continuidad de 0s litorales con los de Cuba, que cl aluirante concebia como pertenceientes a la tierra firme de Asia, En efecto, la tesis se basaba, precisa mente en afirmar la unidad geogréfica de toda la tierra no sumergida, 0 sea que Ia Isla de la Tierta cra la que ocupaba las seis séptimas partes de la superficie del globo, Pero resul- taba, entonces, que ya no existisia donde suponia Colin et paso maritimo al Océano Indico, y toda su idea de que en Cuba empezaba la costa del Quetsoneso Aurco se venia jo, puesto que en lugar de esa peninsula habia esta nueva inusitada tierra austral Por otta parte, si se suponia, para salvar ese esquema, que la tierra firme recién hallada, Yamada Paria por los natura Jes, era una isla austral comparable al orbis terrarum y situa. dda al sureste del extremo del Quersoneso Aurco, entonces la tesis invocada por Colén no venia realmente a explicar st cexistencia, porque ya no se trataba de regiones de Ja Isla de Ta Tierra, sino de uno de esos orbis alterius mencionados por Tos paganos, pero rechazados por los padres de Ja Iglesia y por las doctrinas escoldsticas mas modemnas * y que, por estar habitado, invalucraba las dificultades antropoldgicas y proble: ras religiosos que hemos explicado. ‘Ante esta coyuntura Colén no sabe realmente cémo deter- minarse, y por eo, a pesar de que antes afirmé su persuasion 106 EL PROCESO DE. LA INVENCION DE AMERICA de que Ia tierra hallada tenia magnitud continental, se refu: ta, poco despucs en una cldusula condicional que acusa st deseoncierto* Todo el problema provenin de la nccesidad de explicar aquel golfo de agua dulce que requerfa la presen cia de inmensas tierras eapaces de generar caudalosos rios. No absia otro modo de dar cuenta cel tenomend? Las observa ciones suc, en este momento, insesta Colén en su Diario acerca de Ta varigcién de la agua, de Ia asombrosa templanza del aire y de la buena hecbura y color cle Jos naturales habi tantes de Paria, nos previenen que el almirante cogitaba al- guna cxplicacién que le resultara mis satisfactoria, y en efec fo, cuando ya iba en mar abierto en su recorride de regreso en demanda de la Isla Espatiola, Je conlid a su Diacio una extraotdinaria disyuntiva: 0 aquella tierra de donde venia es “gran tierra firme” 0 ¢s, dice, “adonde esti el Paraiso Terre- nal" que segiin comin opinidn “ests en fin de oriente”, reeiin donde él habia estado. Hagamos wn alto para permitirle a Colon que medite madute tan alicinante pasibilidad como era Ta de haber loca- lizado, por fin, el Patsiso Terrenal, problema que tantos tedlogos y- gedgrafos cristianos labfan tratado de resolver en vano." El almirante ha regresaco (dia dltimo de agosto de 1495) a Santo Domingo, la nueva capital de Ja Espatola Eran muchos los enojos que alli 1c aguardaban, pero también gia dar exenta a los soberanos del resultado de su viaje. El dia 18 de octubre les despach6 una carta con el resultado de sus especulaciones.** No es ffeil determinar con precision lo {que pensd, pero es necesario intentario al auxilio de doce mentos posteriores. xm era tiemra firme grandisima Ja que habfa hallade 0 era donde estaba cl Paraiso Terrenal. He aqui la disyuntiva que preacupaba a Colén cuando desembared en Santo Domin. 0. Hayimonos cargo, primero, de lo que significd ese dilema. FL PROCESO DE LA IN (CION DE AMERICA 107 Pues bien, el motivo que obligaba a Colin a pensar que se trataba de nna tierra firme de gran extensién era, ya lo sabemos, Ja necesidad de explicar el golfo Je agua dulce como resultado de alain gran rio que tendtia on él su desemboca dura, Y si no se confosmé lisa y Tlanamente con esa infe rencia es por las dificultades que, sexe rimos, atendian por igual la idea de que esa tierra firme estuviera unida a Asia, 0 In de que estuviera separada. Si, pues, sc le ocursié a Colén como disyuntiva que habia estado en la regién donde se ha- aba ef Paraiso Terrenal, fue porque de ese modo le parecié que podria salir del aprieto, puesto que ya no haba neces dad de explicar el golfo de agua dulce como efecto de un gran rio engendrado en una inmensa extensién de tierra, En efecto, en el; Paraiso ‘Tertenal existia um fuente de donde, al decir de las autoridades mas aprobadas, procedian los cua- tro grandes rios del orbis terrarum. :No seria, entonees, que de esa misma fuente procedia el caudal de agua que formaba aquiel golfo? Esta posibilidad debié iusionar tanto a Colén, no sélo porque encuadraba admirablemente con su manera de pensar y su creciente conviccién de ser un mensajero de Dios, sino por el lustre que tal hallazgo le prestaba a su em presa, que no se pereato de la extravagancia de Ia idea, ni, por To pronto, de las nuevas dificultades que implicaba.« Pero era nnecesario mostrar cémo era posible y aun probable esa oct rencia, y a este propésito va encaminada principalmente la carta a'Tos soberanos. La carta empieza por un prcémbulo dedicado a defender Ja empresa contra los maldicientes empefiados en desacred tarla, Esta. parte inicial de la epfstola es wma reproduccién casi literal de un pasaje del Diario, y tiene el interés de que Colén emplea aqui, por segunda’ ver, el eoncepto de “otro mundo” para calificar cl conjanto de Tas ticrras que, pot su industria y trabajos, se hablan_ puesto bajo a soberania de Espatia.” También cs interesante en evento que Colén tati fica su ereencia de ser Cuba una parte de Asia.® Viene, en segitida, el relato del viaje y de Ta exploracién, y Hegado el momento en que cuenta eéino pudo salit de aquel golfo de agua dulce que tanto le preocupaba, el almirante L Pee iszaua Ferre eee eee lug EL PROCESO DE LA INVENGION DE AMERICA jnicia la fandamentacién teérica de su hipétesis del Parat so ‘Terrenal No es del caso entrar on los fatigosos detalles. He aqui lo esencial del argumento: el globo terrestse, piensa Colon, no fs una esfera perfects; por lo contrario, su forma es la de una pet o de una pelota que tuviera una protuberancis come pimeno de mujer cuyo pezdn estaria bajo ta Tinea ecuatorial teal "fin de oriente’”, dice, y qué es, aclara, donde termina la Tena y sus islas adyacentes. Es decis, en el extremo oriental ide la Isla de layTierra. En la etspide de ese gran monte 0 Seno, cuyo alzamiento es muy paulatino, puesto que se inicia fen pleno océano a una distancia de cien Jeguas de las Azo se Pie halla el Paraiso ‘Tesrenal.? Sentodas estas premisas, la ee Gosién era obvia: como Ta Tierra de Paria estaba “en fin sreente”, era veeina al ecuador y mostraba las cualidades de tn cegién mas noble de la Tierra, y como, por otra parte) ns Kiyetraciones celestes revelaban que la flota habia navegado ctesta arriba a partir del meridian marcado por aquellas cien Teguos de las Azores, parecfa natural pensar que el agua dulce qu producta aquel golfo procediera del Paraiso, Cietto que A Catén, no pretendia que se puciese Negne hasta ese jardin prohibido, el cual, probablemente, estaba aia lejos de los He Forales que exploré; pero gfto era, acaso, de tomarse en cuenta su hipdtesis? ‘A medida que progresa ¢l almirante en su argumentacion, seadvierte mas su deseo de convencerse que su convencimicn- te efectivo, y es que, me parece, se dio cuenta de que la hipé- tess no solucionaba cl problema, por la sencilla razén de que Smplicaba, al igual que Ja hipétesis de un rio, una extension vusiderabe de tierra. En efecto, si se toma en cuenta que, segin propia admision del almirante, el Paraiso estaba lejos SE golfo de agua dolce y que, por otra parte, tenia que ser try grande, puesto que fue hecho para alojar al género bw franoe se acaba por postular una extensa tierra flame, que ta, preeisumente, 1a consecuencia que se queria evitar con le nueva hipdtesis. Si Colén tuva conciencia de este reparo, To ciesto es que no lo enpresa, Puede supanerse, sin embargo, que algo asi EL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA 109 debié tener en mente puesto que, en lugar de coneluir aftr mando lo que tanto se habia empenado en demostsas, acaba por quedarse en la misma disyuntiva de donde partid. Cree que Ta tierra que hall6 “es grandisima, y haya otras muchas fen el austro, de que jamds se hubs noticia"; cree, también, ue del Paraiso “pueda salie” el agua, bien que de lejos, y venga a formar aquel golfo,* y atra vez repite los argumentos de Ia tesis de ser mucha més la tierra seca que Ta sumergida por el Océano, y todo para temminar en la misma cliusula condicional y dubitativa de que “si no procede (el agua dulce del golfo) del Paraiso, procede de wn rio que procede de tie ra infinita del austro, de la cual hasta ahora no se ha hhabido noticia”. Sin embargo, aiade, "yo muy asentado ten g0.en el énima que ai, donde die, es el Paraso Tesvemal. Ya se ve, en lugar de dirimir la disyuntiva que mismo se planted, Colén acabé aceptando sus dos extremos. Hasta este momento, para Colén, los litorales que hallé en su tercer viaje pertenccen a una extensa tierra firme austral, ys set que al agua que produce aquel golfo provenga de un rio, Jo que admite que puede ser, ya de la fuente del Parafso, que es To que le gustaria, Pero, zqué pensar del verdadero problema que el almirante ha dejado intacto? ,Supone Colén que esa gran tierra austeal esti o no esta unida al continente asistico? Para tratar de resolver este problema decisivo es necesario recurtir a otras tres cartas de Colén. Examinemos esos testi- monios por su orden. in una carta al rey catdlico de oa, 18 de octubre de 1498,* el almirante alude a ta tetra que encontré en su tereer vsie ¥ dice que debe creerse que es extensisima, y més adelante hace el inventario de cuanto él habia puesto bajo el seiiorlo de Epana por sus trabajos ¢ industria, Hélo aqui: Ta isla Es: paiiola, Jamaica, setecientas istas y una gran parte, dice, “dk lio FL PROCESO DE LA TNVENCION DE AMERICA Ia tictra firme, de los antiguos muy conocida ¥ no ignota, como quieren decir los cnvitiosos o ignorantes”, Alude, claro Ceti, a las epstas de Asin que segtin €l habia recorride en su Sezundo viaje. Pero, ademés, muchas otras islas ew ¢l cam Heo de la Espatiola a Espata, y ahora, debe aiiadirse, esta otra tierra granalisinaa recién halladn qui “es de tanta execlencia” TE] Lento no_nos saca de dudas, pero si parece indiear que Caton pionst en esa tietra como algo distinto y sepatado de Th olra tierra firme que declara fue muy eonocida de Tos an- tiguos, es decir de Asia. De finales de 1500 tenemos una carta que Colén ditigié a don Juana de la Tore, el ara que habia side del principe ‘lon Juan, escrita probablemente en la carabela que conducia SLatmitante de regreso a Espaia.” Citando previamente a San Joan ya Issias que hablan de un “ciclo muevo y ana nueva Gera" cl almirante se concibe a sf mismo como cl mensa jero wegido por Dios para revelarlos, puesto que, seein ¢h, eso fue lo que hizo on sis dos primergs viajes, Anade que des- pcs emtprendid "viaje mucvo al, nuevo ciclo y mnmdo, que hasta entonees estaba en oculto” y aclara que si esta hazatia suiya no se tiche en ¢stina en Espafia, “como los otros das {uajes) a Jas Indias", no debe sorprender, puesto que todo to suyo cra menospreciado, De este documento aparece con bastante caridad que Co- Jon distigue la tierra hallada en el tercer viaje de las que tcneontrd en los anteriores, que expresamente catifien de viax ses a las Indias (cs deci, # Asia), mientras que a aquél To (Gentifiea como wn viaje a un “neyo mundo” que hasta en- tonees estaba nenlto. Parece, pucs. que concibe a la Tierra de Paria como alga separado y distinto del orbis terrarumt Pot iltimo, en su carta al Papa de febrero de 1502," Colén jueze de nuevo el inventario de Jo que Espatia le debe. En {es dos primeros viajes halld mil cuatrocientas islas, trescien tos tremta_y tres Teeuas “de Ia tierradirme de Asia”, otras muchas grandes y fannosas islas al oriente de Ia Fspaiiola que ts, dice, “Tarss, es Cethia, es Ofir y Ophaz ¢ Cipango”, y gn el tercer vinje hallé “ticeras infinitisimas” y ered, y creo, ice, “que alli en la comarca 5 el Paraiso Terrcnal” EL PROCESO DE LA INVENGION DE ANERICA IT En esta ocasién el distingo entre Ia tiesra firme hallada en los dos primeros viajes, que expresamente identifiea con Asia, y la encontrada en el tercero es mis clato, de suerte que estos tres testimonies parecen suficicites para condluir que, poco después de haber escrito Colén su famosa carta cn que expu- s0 Ia hipotesis del Paraiso, se convencié de que habia hallado tuna tierra de magnitud co que oenpaba parte del hemisferio norte y que sc extendia hacia el hemiéferio sur, si tuada al sureste det Quersoneso Ausco y separeda de Asia, Es suma, que habia haliado un orbe austeal comparable al orbis terrarum, habitable y habitado como éste, y que, por afiadi dura, contenia el Paraiso Terrenal. Un orbe al cual, bien que inekdental, "pero no casalnente calificé como wn nuevo mundo, Dada Ia obvia importancia que reviste 1a conclusin a que Tlegé al almirante, es necesario esforzamos por entender st aleance y sentido: Para ello hace falta aclarar qué motivo lo decidis en favor de la independencia geognifisa de las tierras que habia hallado en su tercer viaje respecto a les encontra- dlas en los viajes anteriores. Pero sebemos ver, ademds, por qué, todavia en 1502 y por altima vez, insistié en localizar en cllas ol Paraiso ‘Terrenal, sin insistir, sin embargo, en Ta teo- ria que servia de fundamento a esa idea, es decit, fa de que 1 globo terriqueo afectaba, en ct hemisferia occidental, la forma de una pers 0 pelota con tino como seno de mujer. En cuanto a lo primero, no es dificil averiguarlo si recor- lamios cuiiles exan las consecuencias del dilema que debia re solver Coldn. En efecto, ya vimos que si se suponia ta conti- nuidad entre los litorales atlinticos de Asia y los de Ta nueva tierra firme nustral, cl exquema geogtifico a€nptade por Co- én para explicar sus hallazgos anteriores cra insostenible, Se venia aban, pues, Ia tesis que concebta a Asia dotada de una sola peniisila —el Quersoneso Aurco—, cn euiyo extremna es 112 EL PROCESO DE LA INVENGION DE AMERICA tarfa el poso al Océano Indico. (Ldmina 111.) $i, en cambio, se suponia que la ‘Tierca de Paria no estaba unida al orbis te- rum, era necesario concebirla como un orbe distinto. En teste caso, es cierto, se dejaba a salvo aquella tesis, pero a cos- ta do enfrentarse con los problemas que habian inducido a Tos padtes de la Iglesia y a tratadistas recientes a rechazar Ia pesibilidad de mundos distintos alojados en el globe. Colén, sin embargo, se decidié —ya vimos con qué timi dez— por este ditimo partido. Es obvio que el motivo de- temminante fue el desco dé salvar el esquema geografico que Te venia sirviendo para poder identificar Ja tierra de Cuba ‘con Asia y que le prometia la existencia de un acceso al Ocka- no {ndico al sur de esa tierra y al norte de la recién hallada Paria, Esto es decisivo, porque asi vemos que Colén postulé Ja separacién e independencia de la inesperada tierra firme austral como tna obligada consecuencia de su esquema an terior y no como resultado de una observacién de datos em piicos que se le hubieran impuesto, En otras palabras, afi né la existencia de un “nuevo mundo” como una suposicién aa priori, porque Io que verdaderamente le importaba a de ese’ modo era la existencia de aquel paso de mar al Océano fadico de donde dependia, como sabemos, la prueba de su primera y fundamental creencia: la de haber legado en $1 primer viaje al extsemo oriental de la Isla de lo Tierra Pero no se comprende bien, entonces, c6mo tomé el almi: ante una decisién que lo enfrentaba a las objeciones y peli- ros anexos a la idea que abraz6. Fsto nos trae, precisamen te, al segundo punto que suscitamos al principio de este gpartado, a saber: 1a ra26n por la cual insistié en localizac 2 Paraiso Terrenal en esa tierra que le resultaba ser un nuevo é inédito mundo, Tampoco parece dificil encontrar en este aso la respuesta, Nétese bien, en efecto, que el Paraiso Tersenal, por definicién, era parte del “mundo”, es decir, de aquella provincia cbsmica que Dios, en su bonclad, habia Ssignado al hombre para que viviera en ella. Visto esto, aun- que podia decirse que la independencia geogréfica de la tie- ta firme austral la convertia en un “avevo mundo”, €l hecho de estar alojado cn ella el Paraiso Tertenal cancelaba ese EL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA 113 concepto para convertirla, en cambio, en el primero y mas antiguo mundo, de suerte que, en definitiva, si Colon sep: taba Fsicamente los dos orbes, lograba mantener su unién moral que ¢s de donde depende la condicién y calidad para que sean mundo, Tn suma, el “nuevo mundo” intuide por Colén no era propiamente eso, sino patte del mismo y diico mundo de siempre. No postulaba, pues, el pluralismo cuya posibilidad habia sido admitida con todas sus consecuencias por los pa ganos. Y si el almirante se artiesg6 a artimarse a csa inacep: table y herética nocién, fue porque creia que sdlo asi se podria salvar la creeneia cuya verdad habia salido a probar, Pero es claro que esta indicecta manera de sostener que exis- tia donde él pensaba el paso que conduciria a las naves espa- fiolas a las riquezas de la India no podia convencer a nadie y que, por consiguiente, sus esfuerzos en ese sentide fueron yanos. Lo verdaderamente interesante de la hipétesis de Co- Jin consiste en que, por vex primera, el proceso se acered a tun desenlace etitica para la antigua’ manera de concebir el mundo. Sin embargo, la crisis todavia no era inminente, por que las ideas de Colén carecian de toda probabilidad de ser aeeptadas por dos razones decisivas. La primera, porque la teoria cosmogrifica elaborada por Colén pata justificar la exis tencia del Paraiso Terrenal en las regiones reciéa, ballad resultaba un verdadero disparate cientifico;" pero, segundo ¥ nds importante, porque la idea de separar las dos masas de tierra que obligaba a admitir un “nuevo mundo", no cra necesaria pata explicar satisfctoriamente los hechos + lados hasta entonces por Ia experiencia, segin ‘en seguida, Se conjurd, pues, I crisis que ya 3c perfileba, Examinemos las razones que la pospusieron xv noticias del hallazgo de la ‘Tierra de Paria, Negadas a Es en 1499, despertaron gran interés por reconocer mas 14 EL PROCBSO PE LA INVENCION DE AatERICA ampliamente esas reiones y dieron nuevo impulso y orienta cién a la empresa. La Corona autori26 y se cealizaron en ripida sucesién los conocidos viajes de Ojeda (mayo 1499- septiembre 1500), Guerra y Nino (junio 1499-abeil 1500), Ys. 2, Pinzin (diciembre 1499.septiembre 1500), Lepe (diciem bre 1499.0ctubre? 1500), Vélez de Mendoza (diciembre 1499.julio_ 1500) y Rndrigo de Baztidas (octubre 1500-sep ticmbre 1502)."" EI conjunto de estas exploraciones revel6 la existencia del enorme literal que ahora se conoce cumo la costa atlintica septentrional de América del Sur, desde et Golfo de Darien (Formado por costas de Panama y Colombia) hasta el cabo Extremo oricutal de Brasil. Ahora bien, como los nuevos ha. liazgos no se protongaron mis alli de esos extremos, no se os tablecié, por una parte, la continuidad y conexién de esas costas con las de Ia tierra septentsional reconocida en atins anteriores, mi se establecié, por otra parte, en qué direceién poxlia correr Ia costa mds alki del cabo estremo hasta donde se habia Nogado. Estas indeterminaciones provocaron, pues, una situaciin ambigua que conviene puntualizar La conjetura de Colén en el sentido de que existia una gran masa de tierta que penetraba el Liemisferio austeal que. 6 estableciela fuera de toda duda, Como no se sabia empi- Fieamente que estuviera unida a Ja masa de tierra fine sep- tenlrional, fa posibiidad de que hubiera un paso maritima a1 Ooeano Indico en el Lrecho avin inexplorado permanecia abicrta, La hipétesis de Colén acerca de un “nuevo mundo’ eparado del orbs terarum no pod, pues, descartarse. Pero lo importante era que, contrario a 10 que’ pens Colén, éa no era Ta finica salida para dar razén del paso al Océano In. ico que habia empleacio Marco Polo a su regreso a Eusopa En efecto, como tampoco se sabla cn qué sentido corria la costa mas alld del cabo extrema occidental explorado, se po: Gia suponer que doblaria Iacia et poniente y quo, ‘por lo tanto, ese cabo seria el extremo meridional de una gran pent sula asisticg, Ta que habifa circunmavegado Mateo Polo. En otras palabras, se pens6 que ese grande y nuevo litoral no era el de un extrafio “nuevo’ mundo” separado y distinto PL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA 5, de Ia Isla de la Tierra, sino el de Asia," y mas concretamente dicho, el de aquella gran peninsula adicional que habian di. seiado Martin Behaim en su globo y Henrico Martellts en su planisferio. (Liming TL.) Zen resumen, las exploraciones realizadas entre 1499 y 1502 mostraron que las ideas de Behaim y de Martellus poxttan ser courelas, de suerte que surgid el dilema que puntuslisa, mos en seguida: Por una parte, tenemos Ja hipdtesis segin la cual se supo- he que Ta masa de tictra firme en el hemisterio norte ea el gettemo oriental de la Isla de a Tierra orbs terrarum y que |n masa que penetra el hemisterio sur es un otbe distinte > “nuevo mundo”. La condicién de esta hipdters es, pues, que ¢l paso maritimo al Océano Indico fuera el ce la separaciin entre ambas masas de tierra firme, sta es la hipstesis de Colén, con la modalidad de que el almirante persistia en gue Ja ‘Werra de Cuba se identificaba con la tier fame de Asia ‘Tenemos, por otra parte, la hipétesis que consiste en su. Doner que las dos masas de tierra firme son continuas y que Se identifican con el Titoral extremo oriental del orbis teva Tum, y concretamente, como los de su gran peninsula asiiticn distinta del Quersoneso Aureo. Para esta segunda hipétesi, 4a condicién era que al sur de esa tinica masa de ticrra firme ge hallatia el famoso paso al Océano Indico empleado por Marco Polo. La cartogratia de la épocn documenta de un modo curio. 50. interesante ese dllema. En efecto, tenemos del ano de 1500 el justamente famoso mapa manuserito de Juan de la Cosa en gue puede erse Ia expresién grifica de fa disyunti. va" En este documento, cl cartégrafo presenta como costa continua todo lo comprendido desde los reconocimientos sep. tentrionales de-las expediciones inglesas hasta el cabo extrs. mo oriental de Yo que hoy se conoce como el Brasil. Pero, por tina parte, a partir de ese cabo se figura una costa hipotética Que care directamente hacia el ocste, expresindo de ese modo Ia idea y la esperanza, aftadimos, de que esas tieras australes formaban Ta penetracién mds meridional de Asin | L Pee ee 116 EL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA Sin embargo y por otra parte, Juan de ta Cosa interumpie Seen eon una imagen de San Cristobal, patron de tes Slavegantes, pero también de Colén, precisamente en 6 sit saree epin este, estaria ol paso al Océano tadico, De eit ast parece, el cart6grafo quiso comsignar 0, Pot 0 me ssgrsinuar lotta hipotesis 0 posibiliéad. (Lamina V.) xvi iE sentido o ser de las tims que se habian hallado deste que’ Colén hizo su primer viaje segua dependiendo de Ia lo- aN agclon del paso al Océano Indico, Pero ahora fa ubica cee exe paso ofrecia dos posibilidades, Muy eousecucn create, pues, lnubo dos viajes cayos, resultados deberion vever el dilema. Aludimos a la iamada teveera navegacion seexmnérico Vespucio (viaje portugués, mayo 150}-septien: tee 1502) y al cuarto y altimo viaje del almirante (mayo 1502-noviembre 150+) Este 7 el siguiente apartado se dedican al estudio de es cos expediciones que, si bien independientes, consttuyen se sare prandioso suceso en Tos anales de Ta historia de fa Galtuea de Oceidente, Como tal, pues, se quieren presentat qui, pero no s6lo porque asi lo exige hx légica del procs ‘lo porque de ese modo Colin y Vespucio aparece como 10 eiboradores que en realidad fueron en lugar de Tos si Yates que uaa mal aconsejada pasion la pretendido aces de ‘flee, + porque, ademés, también se repaca la injusticia bisté> see Joe'con ambos se ha cometido: con el primero, 3) Geibuirle el supuesto “descubrimiento de América” que no atiab, ii pudo haber realizado; con el segundo, al response Gian de la. supuesta autoatribucién de esa inesistente azatia Tmmpecemos por hacemos cargo de os propésites due at maton a ambas expediciones, y primero de aquella en que tomé parte Vespucio.” Te fats zapé de Lisboa a mediados de mayo de 1501 con EL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA 117 destino a’ las regiones subecuatoriales nucvamente halladas. ‘Vespucio capitaneaba uno de los navios y a lo que se sabe, la armada iba al mando de Gonzalo Coelho, A principios de junio Hegaron a Cabo Verde sobre la costa occidental de Atri. fea y encontraron alli dos navios de Ig flota de Alvarez, Cabral que venian de regreso de la India. Vespucio recogié infor- mes acerca de ese viaje y los transmitié a Lorenzo de Medici en uma carta fechada 4 de junio de 1501. De este documento y de una cpistola anterior se pueden inferic los propdsitas de Vespucio."" En efecto, en la exploracién que realizé bajo el mando de Ojeda (1499-1500) se habla querido, dice Vespu- cio, “dar la vuelta aun cabo de tierra, que Tolomeo lama Cattegara, cl cual esti unido al Gran Golfo”," es decir, que cen aquella ocasién se quiso aleanzar el extremo sur de la penetracin més meridional de Asia para pasat por alli al Sino Magno formado por aguas del Océano Indico." No se logré tun deseado objetivo y ahora, en este nuevo viaje, se preten- dia intentarlo de nuevo. Ciertamente, Vespucio no lo dice Ge un modo expreso, pero el estudio de la carta autorvza esa inferencia, porque de otro modo no se entiende su afirma cidn, ésa si expresa, de que abtigaba Ta esperanza de visitar cen este viaje las regiones que habla reconocido Alvarez Ca- bral en su reciente mavegaci6n a la India. En suma, por lo que toca personalmente a Vespucio, el propésito del viaje consistia en navegar hasta las costas sub- ecuatoriales reconocidas durante Ja exploracién que hizo al mando de Ojeda, mismas que consideraba ser litorales asit. ticas, Logrado ese primer objetivo, pretendia proseguir cl viaje costero en busca deb lugar donde pudiera pasar al Océa: ho Indico, Localizado ese paso, deseaba continuar la nave- gacién en’ demanda de la India y en el limite, legar hasta Lisboa por la via del Cabo de Buena Esperanza, complctan- do asi, por primera vez en la historia la eixcunnavegacion cel globo, No le faltabo razén, pues, decia en Ia carta que co hientamos que abrigaba la “esperanza de cobrar fama inype- recedera, si logea regiesar a salvo de cste viaje”.** Veamos ahora qué proyectos animaban 2 Colén tbe que ¢} 26 de febrero de 1502, euando Ia armada en que iba 118 BL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA Vespucio recorrta 1a costa atlintica de la que él ercia ser una peninsula asitica, Colén presenté un memorial soliitande J nutorizacién y tos medios para emprender nuevo viaje. El Goaumento se ha perdido, pero el propésito de Ja exploracibn puede inferitee de la respuesta de los reyes; del pliego de ins: Trucciones que Ia acompafiaba, y de una carta suserita por los mmomreas, sin nombre de destinatario, pero dirigida a quien fuera el capitin de una lata portuguesa tecién enviada a 1a India por la ruta de oriente.” En efecto, de esas piezas docu: mentales se deduce que la expedicién tenfa unos propésitos Gateramente semejantes 2 Jos que animaron a Vespucio. La Stasién a wn recorrido que seria muy extenso; In afirmacién de que el derrotera no pasaeia por Is Isla Espafiota; cl permiso para Tievar a bordo intérpeetes ardbigos y_ sobre todo, ta carta Tectinada al eapitin portugués acusan, sin Tugar a duda, que fd destino de Tn exploracién cra alcanzar Ins regiones de Ta India, ya ceconocidas por los portugucses, y puede suponerse que también se absigaria In esperanza de que ol almitants Teeresara a Espana por Ix via del Cabo de Buena Esperanza‘ Pero cs claro, entonces, que para lograr tan ambicioso pro ecto, a meta inmediata de Colén consistia, como la de Vespuicio, en encontrar cl paso al Ovéano Indico, s6lo que to busentia por otras latitudes. En efecto, recuéedese que se gin las ideas que se foriné Colin al regreso de su tercet Sinjes ese paso deberia encontrarve en In separacion mart taventre la Isla de la Tierra y ef “nuevo mundo” donde su- ponta que estaba el Paraiso ‘Terrenal, y por ese mumbo en Efecto, lo mandaron Tos reyes a buscarlo.” THe aqui las intenciones de los dos viajes destinados a re solver el gran diloma de cuya solucién depende la verdad del Ser gue se venin atribuyendo a las nuevas tieteas, pero mucho mis importantemente, de cuya solucién dependia, ni, més i menos, Ia validcz de Ia manera tradicional cristiana de en- fender al mundo con tedo lo que ello significaba, Si Colbn Mleanvaba so propésito, quedaria probada la existencia, real de otro mando y la crisis consiguiente seria inevitable; si Vesputeio Tograba el suyo, no habria Ingar a alarma alguns. El escenario esti dispuesto, y ahora es de verse cémo va a EL PROCESO DE L.A INVENGION DE AMERICA 119 desenvolverse en su doble trama esta espectacular comedia, nunca mejor llamada de las equivocaciones. is A principios de agosto de 1501, después de smn penosa tra- vesia, la armada portuguesa en’que iba Vespucio alcanz6 la costa de fo que hoy Hamamos et Brasil Pessuadidos los na- Vegunes de halle sobre el itr tion so ploracién costeca hacia el sur, tanto por reconocer aquell et aie eteie de Pot gore or Dusear el cabo final que permitira el acceso al Océano Indi ¢o._ Averigianclo que la costa se prolongaba hacia el sur mis de lo que se habia supuesto, la Mota legé al punto donde terminaba Ia jurisciecién de Portugal y comenzaba ta taste Ilana, de acuerdo con Ia particién y convenio de Tordesila. Legalmente alli tensa que suspenderse el reconocimiento, pero resultaba insensato abandonarla, pues no era crefble que Ja costa se prolongara mucho mis. Con esta esperanza se decidié continvar la exploracién, pero bajo el amparo de un cxpediente que, en todo caso, seria para salvar las apatien- Cias. La exploraci6n se despojé de su caricter oficial” de smanern que a pair de ese momento adquire el earicter de un viaje de trinsito, y a fin de evitar suspicaciss, sc acordé con- Tiar el mando provisional de la armada a Vespucio. Ast, por Jo menos, es como se ha explicado su intervencién directa en esta parte del viaje! Sea de ello lo que fuere, Io importante ts que n9 hallaron el tan descado paso, pero se averignd, en cambio, quie quella costa'se prolongaba sin tésmino hasta Tas regiones tempestnosas vecinas al cteulo antértco.™ Esta circanstancia resultaba sobremaners desconcertante en vista de las nociones provins que-hiabian animade los proyectos de Ja exploracién y era preciso intentar algiin ajuste para expli- caret nucvo dato, Con este enigma a cuestis regresd Ia flota 2 Lisboa en los primeros dias de septiembre de 1502. Deje- nos @ Vespucio con la preocupacién de resalverlo, para dar 16 EL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA alance a Colén que, para esa fecha, luchaba contra ta in- clemencia de un mar advess. Coldn inicié la travesia ovesnica c} dia 26 de mayo de 1502, pattiendo de la Isla de Ferro en as Canarias." Por tnotivos al parecer justificados, desobedeci6 las instrucciones Uc los reyes y Se dirigié a la Isla Espafiola en demanda de la Villa de Santo Domingo. Este cambio de itinerario modifies Ja ruta originalmente proyectada: ahora resultaba forzoso navegar desde Santo Domingo, pero no ya en busca de la TTierta de Paria que Ye quedaba‘al sureste, sino en requeri- siento de la costa de tierra firme asidtica que le quedaba al occidente y que, como sabemas, Colén concebfa como pro- engacién del litoral de Cuba. Una vez que hubiere topado con la tierra firme, el proyecto era costeatla en requerimien- to del paso de mar que, segin él, la sepataba de aquel “nue vo mundo” que habia encontrado en su viaje anterior En ejecucidn de ese plan, Ta flota Tlegé a una costa que corria de ofiente a occidente, el litoral atlintico de la hoy Repiblica de Honduras, y desde alli se inicid la busca, Fue preciso, ante todo, costeat hacia el oriente con la esperanza Ue hallar pronto el cabo donde Ja costa doblara hacia el sur y condujera a la flota al extremo de la que se suponia penin. Zula, Este trecho de la navegacién resulté penosisinto, pero, por fin, el 14 de septiembre se encontré el eabo que, no sin inotivo, Hamé Coléni Cabo Gracias a Dios, nombre que ain conserva, La costa cortia disectamente hacia el sur; el alia rante ya se encontraba en la regién atin inexplorada, y por lo fanto, en el trecho en que tendifa que hallarse el lugar pot donde, de acuerdo con sus nociones, habia pasado Marco Polo al Océano Indico. ‘No es del caso relatar aqui los pormenores de la explora- sidn. Baste recordar que a medida que progsesaba, Ia terca jusencia del paso se vein compensada por la confinmacién de ser asidticas aquellas comarcas, y tan indubitable, que, cuando Colén tuvo noticias de unas minas de oro no Teja nas, se sintié autorizado a concluir que eran las de Ciamba, region del Quersoneso Aureo que Marco Polo ponla como provincia extrema sneridional de esa peninsula. Con esta EL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA 121 |L seguridad, que prometia el cercano e inevitable | del decade paso ‘al Océano Indico, la Mota vino a dar a una fnteada ile mar que parecta ser el principio de loague tanto js buseada, Esto aconecd €1.6 de octubre; once dias mis | tarde se avetigué de fijo el engafio: aquella entrada no era sino un bahia, y la alucinada esperanza se esfumé para siempre | La triste sealidad trajo consigo, sin ‘embargo, un consuelo: | ayerigué Col6n que se hallaba, no, cietamente, en la vein, | dad de un estreco cle mar que le permitier pasar al Océano | nico, pero st sobre la costa de un estrecho de tierra, an | gosto istmo que, como una muralla, separaba a Ta flota de quel océano. Le dijeron los natives y Col6n Jo ereyd, que ' al otro lado, a solo nueve jornadas a través de las montafas, 1 se encontraba una opulenta provincia Hamada Ciguare, rica fen oro, joyas y especias, donde habia mereaderes y senores cle poderasbs eiércitos y armadas, y distante a diez das de nave gacién del rlo Ganges.” “Tan extraordinaria noticia convencié al-almirante de que seria vano buscar el paso de mar en esas latitudes, y tanto nds cuanto que 1a costa torcia hacia el oriente en direceién de la tierra de Paria indicando ast la continuidad con ella ‘Aun antes de salir de Espaa, Colén ya habia sospechado que eso podia acontecer, segiin lo prueba una carta de Pedro Mértir, y eso aclara por qué Colén abandon6 tan pronta mente Ja busca del paso maritimo y por qué dio tan ficil crédito a 1a noticia que le dieron los natives acerea de In existencia de un istmd, En todo caso, los resultados de esta exploracién Jo obligaban, como también le acontecié 2 Ves- pucio, a modificar el esquema geogrifico que le habla servi do como base. Podemos concluir, entonces, que desde el punto de vista de los propésitos que animaron a los dos viajes, ambos fue- ron un fracaso completo; pero un fracaso que tuvo, sin em. Dargo, la consceuencin de hacer posible wna inesperada y de- cisiva revelacién. Para mostrar cémo pudo ser asi, hace falta hhacernos cargo previamente de las ideas que se formaron Co- én y Vespucio, cada uno por sit Tad, a base de sus respec: 122, BL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA tivas experiencias, Examinemos, primero, Ia hipétesis det almirante xis para determinar cul fuc el pensamiento de Colén después desu euarto y tltimo viaje, en orden al problema que nos Satoresa, e& preciso recurrir a la extrafia carta que divigio ¢ peereetig e Isabel desde Jamaica, cl 7 de julio de 1505, ta Hamada Lettera Rerissinna.” ‘Lo que sorprende de inmediato en este documento & a site total que guarda el almirante respecto 2 Ta busca del paso de mat al Océano Indico que, como sabemos, fue cl ob- Pitino prineipal del siaje. Pero esto se debe 2 que los infor vets que recogi® tocanttes @ Ja existencia de un istme ae Sepaaha aguel océano del AUintico, alterd radicalmente segciones previas. En efecto, del contenido dc Ia Letter isnt se Hedges con claridad que 1a noticia de.aque is ae abligh a abandonar definitivamente st conieturs rs poeto Ta existencia de wna tierra firme austeal independiente peer at el orbis tertarum para aeeptat. en cambio, It °C ae eatjan, considecindato todo eome Tos Titorales de Asia ge Sate palabras, cl fracaso respecto al allaago del Fase Fon cis ewuadio. al alnizante a aceptar como verdader wade de ta peninsula adicfonal de Asia, de suerte que. ace Ti pensamdo que Tos Titorales de las des masas de Wem firme Phitadas en ambos hemisferios eran continuos, pero Smt aaa ria de que Cua no era no isa, so que formebe parte de la tera firme! Uno de los eroauis de a ise. Betia por Bartolomé Colin” a xaiz del vie yal marge ia de la Lettera Rarissinna, 5 cl ‘expresa la nueva hipétesis del al- precisainente, de una coPi testimonio cartogrifico que mirante. (Lamina VI.) Trane ahora To que pensé Vespucio con motivo de la inoceanada comprobacién de que fs tierra finme que habia apna se profongaba intervinablemente hacia el polo an EL PROGESO DE LA INVENCION G AMERICA 123 Lirtico. Pues bien, es obvio que esa cizcunstancia hacia it posible sostener la’ previa identificacién de esos litorales con fos de la supuesta peninsula adicional de Asia, porque de lo contratio no se podia dar cuenta del acceso marttimo emplea- Go por Marco Polo para pasar al Océano Indica. Fira forzoso conclutit, pues, que se trataba de una tierra firme separada por el tat del orbis tera, Pero qué era entonces, esi Hera? En el espiritu de Vespucio debio reinar el descan- Gierto, y no es somprendente, pues, advertir su Inuella en las primetas cartas que eseribié a su regreso del viaje. Tm efec- fo, en la epistola que ditigid. a Lorenzo de Médici para darle Genta de ln exploracién,* se nota parquedad y reticencia Gque sélo han sido explicadas por el temor que le inspitaba el way de Portugal. Pucda ser, pero To cierto es que cxsi nada dice acerca de la ctiestion que aqui nos interesa. Asegura que Ja ticrca explorada es de magnitud contineatal; que Is armada recorrié sus costas hasta cerca de Jos 50° de Tatitad sur; que Dbservé y tomd nota de los movimientos de los cuerpos ee Testes visibles en aquel hiemisferio y de otras cosas que le pa- recieron dignas de repato, porque tenia el proyecto de escribir tin Hbro con et relato de sus viajes, y por ditimo, que Ta ar- Tada penetes hasta la “segion de Tos ant podas”, puesto que TI recerrido abated “una euatta parte del mundo”.” Eso ¢ todo, Bs claro que si Vespucio tenia en ese momento agu ba idea mis precisa no la. expresd, pero nos parece que Ia pistola mas bien revela Ta incertidumbre de su Snimo ‘De finales de 1503 0 principios de 1504 tenemos otra eat- ta de Vespucio que tampoco aclara nada, porque es, en efinitiva, un documento escrito en defensa de algunos can ceptos afirmados en la epfstola anterior." No puede decitse Jormismo, sin embargo, de la siguiente en orden cropolégi co, Ja famosa carta llamada Mundus Novus, cuyo texto va- mos a considerar en seguida.” Dice Vespucio, en un pasaje que se ha hecho célebre,"* aque e lcito-designar como “nuevo mundo” a Tos paises qe Vsitd durante el viaje, por dos razones. La primera, porque adie antes supo que existian; la segunda, porque era opinion Comin que el hemisferio sur s6lo estaba ocupago por el L eet 14 EL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA Océano. Ahora bien, parece claro que esos dos motives jus- ican calificar a 135 regiones a que alude Vespucio como aigo “‘nueo” en cl sentido de recién halladas imprevistas. Pero zpor qué lia de ser licito considerarlas como un “mundo”? ‘Vespuciv contesta de un modo indirecto cuando aftade, a renglon seguido, que si es cierto que algunos admitian Ta po- Sbilidad de la existencia de una semejante tierra en el hemis- ferio sur, negaton con nuuchas razones que fuera habitable, apinién ‘que, sin embargo, ahora desmiente Ia experiencia, puesto que ta tierra que él visité esté habitada por “mds ultitud de pueblos y animales —dice— que nuestra Euro pa, 0 Asia o bien Africa’, De esta aclaracién resulta, prime: qo, que Vespucio concibe inequivocamente las tiers que ‘xplord como una entidad geogritica distinta del orbis terra rum, puesto que de un modo expreso las distingue de las tyes ‘partes que tradicionalmente lo integraban, Pero, segun- do, que la existencia de semejante cntidad no era tan impre- visible como asegur6 al principio, ya que admite que algunos reconocian esa posibilidad, Asi ‘vemos, entonces, que, para Vespucio, la verdadera novedad del caso radiea en que se trata de unas tierzas australes habitables y de hecho habita- das, y por es0 no s6lo son algo nuevo en el sentido de que eran desconocidas, sino que constituyen, precisamente, un “mundo” nuevo. El pensamiento de Vespucio es bien claro si lo referimos al horizonte cultural que le presta su significacién, En efec- to, para él, como para cualquier contemporsneo suyo, Ia palabra “mundo” aludia, segiin ya sabemos, al orbis_ terra. Tum, a s6lo la Isla de la Tierra, 0 sea a aquella porcién del lobo que comprendia a Europa, Asia y Africa y que le habia sido asignada al hombre por Dios para que viviera en ella con exclusién de cualquier otra parte. Es asi, entonees, que sia Vespneio le parecié licito clesignar a los paises recién explorades por él como un “nuevo mundo”, es porque los concibié, segiin ya los habia concebido hipotéticamente an- tes Cristbal Colén, como una de esos orbis alterius admiti dos por los paganos, pero rechazados por los autores cristianos { i ——— EL PROCESO DE LA INVENCION DE AMGRICA 125 en cuanto que podian implicar una inaceptable y herética plasalidad de mundos. Contrario, pues, a cuanto se ha vent. Uo afirmando y repitiendo, en la hipétesis de Vespucio no Gabe verse lt genial y sorprendente intuicion de Ameética, se- gin ha querido entenderse. Lo que paso fue que, atenta ba {mposibilidad empirica de seguir explicando como asiiticas lus tiereas que exploré y advirtiend, por lo tanto, que estaba en presencis de una entidad geogritiea deseonocida, Vespu cio recurrié. a un coneepto ya empleada antes per cl almiran. te on parecida coyuntura y que, como cl, también abandonatt por ser una solucién inaceptable, como verenos en su opor tunidad Tista manera de comprender la intervenci6n de Vespucio Ja purga de ese eatiz apocaliptico y casi milagroso con que suele presentarse” y que, no sin motivo, Ia hace tan sosps- hosi it los prejuiciados ojos de quienes rutinariamente insis ten en ver en todo cuanto concierne a Vespucio ta davida intencién de hurtarle a Colén los Tavreles de su fama. Ello, sin embargo, no quiere decic que la idea de Vespucio no implique un decisiva paso en el desarrollo del proceso, se igin se verd més adelante cuando 3° compare con Ia It potesis pacalela que habia formulado Colin a raiz de se tercer viaje, Pero antes de ocuparnos de tan importante tema es int sante senalat la curiosa paradoja en que desembocd el intento Qe resolver la disyantiva que planted la busca del paso al Oeéana Indico. En efecto, ahora se ve que el fracaso de am bos viajes acabé operando una inversién diameteal, porque, asi como Colén se vio obligado a aceptar Ia tesis que Te habia Servido 4 Wespucio como base de su exploracion, la que pos: tulsba una peninsula adicional de Asia; asi, por su pate, Vespucio se vio forzado a aceptar la {esis desechada por Colbn, Ja que suponia la existencia de un nuevo mundo. Co: {én inicid su viaje con el propésito de comprobar su hipéte sis de In existencia de dos “‘mundos” y tegeesé con la idea de que todo era uno y ol miso mundo; Vespucio inicio su viaje con el proyecto de comprobar que todo era uno y el mismo mundo y voluid con fa idea de que habia dos, Et tmp EL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA proceso, al parecer, quedé encerrada en un eixculo vicioso sin salida; y, sin embargo « o x En historia, como manifestacién que es de Ia vida, hoy no se sahe qué dinamismo gue hace imposible, quitando Ta muer- fe, que sus procesos se shoguen en aporias, Por exo, en his Lcria, los coneeptos dle error, de contradiceién y fracaso apenas Henen vigencia verdadera. “Todo ex marcha, y resulta mata Nilloso comprobar cémo wna situacign que parece insoluble ho cs, on realidad, sino nuevo y vigoroso punto de partida hacia alguna meta imprevisible. Y asi, contra toda aparien- cia, aquella inversign de ténminos en Ia que no se discierne Cambio esencial respecto a la posicién anterior, no fue sino In apertura por donde el proceso pudo tomar un nuevo ¢ inv sitado rambo, Veamos como fue esto ast ‘La idea que tavo Vespucio acerca de Ta existencia de un nuevo mundo se parece tanto a Ja que habia tenida Col6n ine, vistas desde afuera, son cnsi idénticas. En efecto, el sl a erante no silo proclamé que habia ‘encontrado una impre Visible y extensa ticera austral, distinta y sepacada del orbis ferrarum, ignorada por Jos antignos y desconocida por los tnadernos, sino que también Ta concibié como un nuevo mun: Jo. Una euitadosa teflexidn desenbre, sin embargo, que © tre dos hipétesis hay ana diferencia fundamental que radiea th lor distintos motives que, respectivawente, impulsaron a She autores. a formularlas. Consideremos, primero, el caso de Colén, Colén pensé que habia hallado una masa de tierra firme austral separada de Ia masa de tierra firme septentrional, no porque To hubicre comprobado empfticamente, sino porque Py To exieia su idea previa acerca de que esta altima era el Gxtremo oriental asidtico de la Isla de Ts Tierra, En otras palabras, concibié Ia existencia de un nuevo mundo obligado por la exigencia de salvar la verdad de su hipétesis anterior. EL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA 127 Vernos, entonces, que la explicacién del nuevo dato empii- co (Ia existencia de una masa de tierra firme austral) estaba condicionada por la idea previa de que las tierras halladas en los viajes anteriores pertenecfan a Asia. Se trata, pues, de tuna hipétesis con fundamento a priori. Por sso, evando Co- én advirtid (cuatto viaje) que no era necesaria postular fa separacién de las dos masas de tierta firme para salvar su idea de que Ia masa septentrional era Asia (acogiéndose a Ta tess ce Ia peninsula adicional), abandoné sin dificultad su hi potesis de la existencia de un nuevo mundo. Podemos concluit, entonces, que 1a hipétesis del almiran te, dada su motivacién, no pudo poner en crisis Ia idea pre- via que le dio vida, 0 dicho de otro modo, que el hecho de haber encontrado wna masa de tierra firme en un lugar im- previsto, no logré imponerse como Ia revelacién que pudo haber sido, porque Colin crcy6 poder explcarla dentro del cadro de la imagen tradicional del mundo. Volvainos altora la mirada a la hipétesis de Vespucio. Ves- pucio pensé que habla explorado los litoraies de una masa de tierta firme austral separada de la mase de tierra firme septentrional, porque lo comprobo empiricamente, ya que cra imposible seguir suponiendo que aquella masa pertene- Ciera a Asia, a pesar de ser ésa su idea previa. Vespucio, pues, a diferencia de Colén, concibi6 In existencia de un nuevo mimdo a pesar y en contta de su hipétesis anterior, Vemos, entonees, que la explicacién del nuevo dato empiri co {Ia existencia de una masa de ticrra firme austeal) mo esta condigionads, como Te acontece a Colén, por Ia idea previa de que las tierras halladas antes, pertenecian a Asia, sino que tc independiente de Ia verdad o falsedad de esa idea. Se tra- ta, pucs, de una, hipétesis con fundamento a posteriori. Asi, Ja'necesidad empirica que obligé a Vespucio a suponer que la masa de tierra firme que explord ‘no podia ser asiética, no implied nada respecto a Ja masa de tierra firme septentrio- nal, Esto quiere decir, entonees, gue, en principio, Ia sepa taci6n 0 no de esas dos masas de-tierta firme por un brazo de mar, resullard indiferente a la validez. de la idea de que las tierras ‘exploradas por Vespucio no sean asifticas, porque, t Cc Pee 128 EL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA cvalquiers que sea el cao, no habsé azcesidad de aban donarla, Dicho de otro modo, si existe una separacion anacitima entre las dos masas de tierra, segin penso Vespucio, resulta ecesario admnitir, como admitié Vespucio, que lt masa me- ridional es una entidad geogtdfica distinta a Ia Isla de la ‘Tie tra, y resulta posible suponer To mismo respecto a la masa septentrional, ‘Si, en cambio, no existe esa separacién marl- a, entonces sexi necesario admitir que ambas masas cons tituyen una entidad geogrdfica distinta de la Ista de la Tie ra, Como esta iiltima era la hipétesis més atrevida, nada tiene de sorprendente que Vespucio- se haya acogido a la primera, como tampoco es sorprendente que mas tarde, se gin veremos, ya no haya insistido en ella Podemos concluir, entonces, que la hipétesis de Vespucio contiene en si la posibilidad de trascender la premisa funda. ental (la supuesta excesiva longitud de la Isla de la Tierra) fue venia obligando a identificar las tierras halladas con tix torales asidticos, puesto que cancel6, como necesario, el sux puesto (el paso al Océano fndico) de donde venia depen Giendo la validez de esa identificacion. A nadie elude Ta impoitancia decisiva de esta conclusi6n, porque asi se com prende que fa exploracidn realizada por Vespucio fogrd con vertirse ert lu instancia empirica que abrié ta posibilided de explicar las tieras que se hubfan hallado en et Océano de un modo distinto al obligado por el planteamiento inicial. En suma, si nos atenemos a los términos concretos de la tesis de Vespucio, no puede decirse que superé la tesis anterior de Colén, porque al concebir ambos la masa de tierra firme austral como un “nuevo mundo”, ambos permanecieron den- tro del marco de las concepeiones y premisas tradicionales, Pero si nos atenemos a las implicaciones de la tesis de Ves- pucio, entonces debe decirse lo contratio, porque al concebie fa masa de tierra firme austral como un “nuevo mundo” abiié Ia posibilidad, que la tesis de Colén no contenia, de oncebir a la totalidad de las tierras halladas de un modo que desborda el marco de las concepeiones y premisas tradicio: nales. BL PROCESO DE LA INVENCION DE AMGKUCA 129 Agui nos despedimos de Colén como del héroe que, con- duciendo Ia hueste a la vietoria, cae a medio camino, porque si es cierto que sus ideas le sobrevivieron en muchos part. darios, no lo es menos que el sendero con promesa histérica tera el que abrié Vespucio, Vamos a considerar en seguida bmn se actualizé ta nueva posibilidad. xx La vieja teoria de la Isla de la Testa como ‘inico lugar asig- nado al hombce para su domicilio eésmico est a punto de entrar en definitiva crisis y bancarrota, Las probabilidades de salvarla son, en verdad, escasas. Sc intentaré, sin embac- go, un iiltimo y desesperado esfuerzo, Pasemos 2 examninarlo, De acuerdo con la hipétesis de Vespucio, la situacién es la siguiente; tenemos cn el hemisferio norte una extensa costa identificada como perteneciente al extsemo oriental del orbis terrarum, 0 mis conerctamente, como el litoral atlintico de Asia, y tenemos, en el hemisferio opuesto, se- parada de la anterior, olra costa que, descendiendo hacia el polo sur quedaba postulada como perteneciente a un “nuevo mundo”, Los mapas de Contarini (1506) y de Ruyscls (1507 6 1508, Lémina VIL) expresan grificamente esta tesis*” Ahora bien, ya advertimos que esta solucién no era acep- table, porque postulaba una pluralidad de anundos, peso tam- bién acabamos de aclarar que no era la nica solucién posi- ble para dar cuenta de los resultados de la exploracién en que tomé parte Vespucio. En efecto, vimos que una vez admitido como necesario que los litorales de la masa de tie tra austral no podian seguitse entendiendo como asifticos, ya era posible suponer lo mismo respecto a la masa de tierra septentrional y que en semejante posibilidad consistia, preci samente, ld enorme diferencia entre las hipétesis paralelas de Vespucio y Colén. Fue asi, pues, como surgié ta idea de que esa tierra septentrional bien podia ser otra gran isla, también desconocida hasta cntonces por los antignos, y com- 330 EL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA parable a la que Vespucio, falto por lo pronto de otto con: cepto, habia considerado Ticito concebir como un nuevo mundo, Esta tosis de las dos grandes islas oceénicas, que venia a substituir Ia inaccplable hipétesis de un “puevo mundo”, en- contcd su expresiéin cn una serie cle mapas disefiados en tomo 21502, Nos referimos a los mapas manuseritos conocidos ‘como el King Hamy-Huntington, ¢ Kuntsmann 11, el Nicole Canciro (Lamina VIi1) y el Alberto Cantino." En clecto, cen estos documentos cartograficos, pese a diferencias de de talle,! la novedosisima idea de que Ia masa de tierra sep- tentrional constitufa también una entidad independiente del orbis terraram aparece clara y vigorosaimente expresida, Al mismo tiempo se mantiene, sin embargo, el supuesto de su sepatacién respecto a la masa meridional, pero de un modo tan notorio y exagerado que, en definitiva, cl conjunto de las nuevas lierras no se impane como nna sola entidad en con. traste con Ia enorme masa de la Isla de la Tierra, sino que ofrece cl aspecto de dos grandes islas situadas al occidente Ge Europa,” sin que se sugiera ain la imagen del océano gue ahora Hamamos el Pacilico. (Lémina VIII.) ANH sentido de esta nueva manera de explicar Ia existencia de todas las tierras que se habfan hallado desde 1492, cs que de ese modo se intentaba salvar la concepcién unitaria del mundo exigida por el dogma de la unidad fundamen: tal del género Inumano, amenazado por la hipdtesis de Ves pucio, puesto que la tesis de las dos grandes islas ocednicas Mantenia, por lo menos en apariencia, Ia imagen geogréfica tradicional del mundo. El intento, sin embargo, no era satisfactorio, En efecto, puesto que esas dos grandes y estrechas islas * estaban habi- fadas, su existencia oftecta, concebidas 0 no como wn "mun. do nuevo", las mismas objeciones religiosas y evangélicas que abian obligado a los tratadistas cristianos « rechazar Ia idea pagana de otros posibles mundos distintos al alojado en la Isla de la Tierra. Es asf, entonces, que lo Gnico que se con- seguia con Ia tesis de las dos islas era el rechazo verbal de tuna explicacién que expresamente amenzzaba el concepto Ib BL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA 131 fundamental de Ja unidad del mondo, al recurritse a una ima- igen geogrifica que, en apariencia, sblo correpia la imagen tradicional al aftadit dos islas que en nad: Ta alteraban subs- tancialmente. Las anteriores consideraciones nos permiten entender a fon- do los motives que impulsaron a los autores de los mapas que acabamos de mencionar a aceptar y exagerar la supuesta separacién entre las dos masas de tierra que se hablan halla- do, porque en la medida en que se exagertba esa separacién, cn esa misma medida se restaba importancia a esas tierras como una entidad geogrifica comparable al orbis terrarum. Pero visto que este expediente no solucionaba el problema ‘en su fonda, segin acabamos de explicar, y que la experiencia recogida en Ia exploracién de Vespucio ofrecia la posibilidad rea) de la otra alternativa, a saber: la unién de las dos masas de tierra, no habia ningxin impedimento para que no se apro- vechara. Y en, eso consiste el préximo paso del proceso que vamos a estudiar en seguida, En suma, ta tesis de concebir Tas nuevas tierras meramente como dos islas ocednicas fue un primer iatento de explicar- Jas como entidades geogréficas. independientes, sin necesidad de recurrir a la nocién tradicional, pero inaceptable para cl Cristianismo, de la pluralidad de mundos. Y si es cierto que se intento fue insuficiente, no por eso fus vano; por lo con: trario, gracias a él, las nuevas tiesras, inicialmente concebidas como una parte de la Isla de la Tierra, se desprendieron to- talmente de cllas. Es, pues, el momento crftico en que apa- rece la necesidad de concederies. un sentido propio, ‘un set especifico que. las individualice, Por ahora, sin embargo, to- davia no se trata de América, * Para ver de qué modo se dio et préximo paso en el proceso, ¢ necesario recur otro famoso texto d= Vespucio, su car. ta fechada en Lisbon'el 4 de septiembre de 1504, conocida EE ee ee eee gS eee — 12 EL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA como la Lettora 0, en st. version latina, como las Quatour “Americi Vesputti navigationes.° ‘Lo primero que llama la atencién es que en este documen to se presente el conjunto de las exploraciones sin aludir si quiera 2 la circunstancia de que por algim tempo las nuevas tierras fueron cansideradas como parte de Asia. Y es que el autor simplemente quiso ofrecer a su corfesponsal ¢) panora ma general de sus viajes a la Juz de sus dltianas conjeturas. Pero lo verdaderamente somprendente es que ya no emples 21 concepto de “nuevo mundo” que propuso en su carta ane terior como la correcta manera de concebir la masa de tierra austral cuyos litorales habia redorrido, ‘Tratemos de ver, en- tonces, cémo entiende ahora Vespucio las nuevas tierras, puesto que no aparecen, ni como parte del orbis terraruin, nt Zomo uno de es0s otros orbes hipotéticamente admitides por la ciencia clisica. ‘Afirma Vespucio en el preimbulo, que ¢scribe de “cosas no mencionadas ni por los antiguas ni por los modernos ceritores’.* Aclara, mis adelante, que su deseo es comunicar To que ha visto “en diversas regiones del mundo” en los viajes ‘que emprendié con el objeto de “cescubrir nuevas tierras”.'* Esta manera de aludir al motivo de sus exploraciones como nuevas tienras” que forman parte “del mundo” se repite a Jo largo de la carta," y sevela una vaguedad ¢ indefinicién sipnificativas, Pero’ cso no es todo: al principio del relato del primer viaje, presentadlo como una empresa descubrido- ra de “nuevas tierras hacia el occidente’, dice que se hallaron “mucha tierra firme e infinitas istas, muchas de cllas habit das, de las cuales los antiguos eseritores no hacen. mencion porque, agrega Vespucio, “creo que de elas (la ticrra firme } las fslas) no tuvieron noticia; que si bien me recuerdo, en Tiguno he leldo que consideraban que este mar ockano era mar sin gente”. Ya se habri advertido: Vespucio repite cl jgumnento que adujo en su carta anterior para justficar como Tieita la desiguacién de mundo nuevo, pero ahora, ni insiste ep ese concepto, ni por otra parte, se refiere tan s6lo al he hisferio austral (como en la carta anterior), puesto que esté hablando de las tierras halladas al occidente de Europa EL PROGESO DE LA INVENCION DE AMERICA 133 En otros pasajes” la Lettera ofrece datos de ubicacién geogeitica, pero en ninguno aparece el intento de detinir © Hdentificar las regiones de que se trata, salvo en el caso de tuna de las islas primeramente halladss por Colén, probable- mente la Espanola, que Vespucio piensa que es la Antilla)"* Indicio de que no considera como parte de Asia la tierc fire me adyacente. Es de primera importancia, por otra parte, un parrafo de los iniciales correspondientes al segundo viaje, porque en él nnos da a entender Vespucio que se habia decidido en favor de la continuidad de las dos masas de tierra firme," de donde Se infiere que concebia el.conjunto de las nuevas tietras como tina unidad geogréfica, una gran barrera que corsfa de norte fut a 10 largo de los dos hemisferios y atravesada en eh Océano en el camino de Europa a Asia por la ruta de oc cidente, Por ultimo, la Lettera es prolija en intercsantisimos datos yy noticias acerca de la riqueza de las nuevas tieras, su flora y Fauna y sus habitantes. Este aspecto del documento excede nuestros inmediatos intereses, salvo en cuanto indica que en hhingiin momento hay nada que pueda interpretarse en el sen~ tido de que Vespucio piense que esas tiertas son asisticas. Por 0 contrario, el autor traza un cnadro de unas regiones inédl tas, asombrosas y extranas. "Aiora bien, del andlisis anterior, pueden deducirse dos naciones Fundamentales: Primera, que en la Lettera tenemos el documento donde se concibe por primera vez. el conjunto de las tierras Walladas como una sola entidad geogrifica separada y distinta de la Ista de-la Tiesra Segunda, que en la Lettera, sin embargo, existe una inde terminacion acerca del ser de esa entidad, presto que a Is, vex aque Vespucio abandoné et concepto cle “nucvo mundo” no propuso nada para substituislo. Vespucio debié comprender, pues, que se trataba de un concepto inadmisible por el plura- fismo de mundos que implicaba, pero no pudo 0 no quiso arriesgarse a proponer cl que seria adecuado, dada su nueva vision de las cosas."* 1H BL PROCESO DE LA INVENCION DP AMERICA Povlemos conclu, entonces, que en la Lettera e actualing va ei que se present6. por primera vez evando Colén <= vio obligado, contra todos sus descos, a reconoces que parte de Tas tierra halladss por é! no podian ‘entenderse como arenecientes al bis teraram. Pero ahora 1a via inset aeaspesl nn tenide que eeder ante las exgencias de os datos Tapinieos © incapaz, ya, de admitilos com wha cexplicacién cerrrorin, sng la necesidad de concederle un sentido, Pr pio a esa entidad que ali est reelamando su reconocimiento Phan ser especifico que la individualice, Vespuci> 1 infitié xe necesatia immplicacién, ni intent hacer frente agaella ee Cuando. esto acontezca América habrd side in sont ‘enemas ahora als vista una gigantesca barrera "" atravest dade norte a sur en ef espacio que separa Tos extremos pees Soe en orientales de la Isla de la Ticwra, y ol problema dentates ¥ Sjeterminar qué sentido o ser va a concedérscle 4 cars Mprevisto ¢ imprevisible ente que le habla brotade al Geen Para despejar esta incdgnita debemos hacernes cies octane rico de des famesisimos documentos, 2 saber, ce eoeeto intitulado Cosmographiae Tntroductéo, publi cose 1307 por la Academia de Saint DIG” que inchiyé Tr Potters de Vespucia en traduccion Tatina, y Ia mo menos vabre p espectacular cata geogrtica destinads a iustrtle Slvaparnundi de Watdsseemélles, también de 1507-"* (Lé mina IX. ne smographiae Introductio se doe: d) que, tradicio- almente, el orbe, es decir Ta Isla de la ‘Tierra en que & Migjaba et rmundo, se ha venido dividiendo en tres patos wolebs hala y Africa; b) que en vista de recientes explora eeees a apareeido una “cvarta parte’; ¢) que como fe cao ida "por Vespucio, no parcce que exista ningtin mot seTtasto que mpida que se 1a denomine Tiers ce Amésico, 0 BL PROCESO DE LA INVENCION DE AMERICA, 135 mejor atin, América, puesto que Europa y Asia tienen nom bres femeninos, yd) se aclara que esa “cuarla parte” es una ikls, a diferencia de las otras tres partes que son “continen- tes’, es decir, tieras no separadas por el mar, sino vecinas y contimas."* El supa de Weldceeméller (Lévnina IX} ilustra erifica- mente los anteriores conceptos, pero su verdadera importancia pata nosotros no ¢ tanto que sea el primes documento earto- Brifico que ostenta el nombre de América," cuanto que prue- ta que las nuevas tierras se conciben como ana sola entidad geogriica con independencia de que existe o no un estrecho Fe inar entre las masas septentrional y meridional de la gigan- tesea isle. En efecto, el hecho de que el cart6grafo haya ad- mitide ambas posibilidades revela que abora ya se trata de tuna simple alternativa de interés para el geSgrafo, sin duda, peto carente de importancia desde el punto de vista de la con- cepeién unitaria de las nuevas teres.” ‘Ahora bien, si considcramos esta tesis dentro de Ta secuen- cia del proceso, se advierte de inmediato que, cualesquiera que sean sus implicaciones geograficas y ontolégicas, se aleanza en fila wm punto culminante, En efecto, vernes que, no sélo s¢ reconoce la independencia de las nuevas tierras respecto al or: is tervarum y, por lo tanto, sc las concibe como una entidad distinta y separada de él, sino que —y esto 25 lo decisivo y to novedoso—- se le atribuye a dicha entidad un ser especifico y tn nombre propio que Ia individualiza. Ma’ o bien, pero mas bien que mal, esc nombre fue el de América que, de ese modo, por fin, se hizo visible." Padlemos conclu, entonces, que hemos logrado reconstruis, paso a paso y cn sit integridad, el proceso mediante el cual ‘América fue inventada, Alora ya la tenemos ante nosotros, ya sabemos cémo hizo su aparicién en el seno de Ia cultura y de 1a historia, no ciertamente como ¢1 resultado de la sitbita reve: Icion de un descubrimiento que hubiere echibido de un gol- pe im suptesto ser misteriosamente alojado, desde siempre y para siempre, en las ticeras que hall Colén, sino como ¢ Fesultado de un complejo proceso ideoldsico que acabé, a través de una serie de tentativas e hipétesis, por concederles 1% EL PROCESO DE LA INVENGION DE AMERICA zi tun sentido peculiar y propio, el sentido, en efecto, de ser la “ewasta parte” del mundo. i i ‘Con la anterior conclusién hewios aleanzado la meta final jf Cusnes Pare de este trab: Fillo no quicre decir que aqui termine la ~ Ne el ats cen) aaulahors 9e sabenca 0 |) La ESTRUCTURA DEL SER DE AMERICA aoe eoets América en cleseenario de la histora {| -Y EL SENTIDO DE LA HISTORIA ‘Efvertol, no sabemos aiin cull es la estructura del ser que, ft AMERICANA ajo ese nombre, les {ue concedido a las nuevas tierras. En {] clecto, es obvio que el haber mostrado de qué manera y por #f {qaé motivos esas tietras fueron coneebidas como la “cuarta parte” del mundo, a igualdad y semejanza de Europa, Asia i y Africa, no basta para revelar aquella incdgnita. Se abre, asi, aate nosotros, la posibilidad de una nueva investigacién que, tomando como punto de partida los resultados a que hemos egadg, nos ensefia en qué consiste el ser de América y que, par Jo tanto, nos entreguc la clave del significado de su his- toria y de su destino. Semejante investigacién excede, sin onbargo, los limites de este libro, de suerte que, a reserva de intentarla en otra oportunidad, vamos a conformarnos con | caponer en seguida Tas que pueden considerarse sus articula- ie cones esenciales to anna Emrrcesos por preguntar por el sontido de Ia tesis que concedié a las nuevas tierras ese ser que hemos visto y cuya estructura nos interesa poner en claro, En su doble articulacién, esa tesis consiste, primera, en Feconocer que e} conjumnto de dichas tierras @ una entidad separada y distinta del orbis terrarum; pero, segundo, que a pesar de ello, es una parte del orbis terrarum, coneretamente, que es su “‘cuarta parte”. A primera vista hay una obvia con- tiadiceién y debemos ver si es real 0 aparente, si es 0 no reductible, Se convendrd sin dificultad que para reducis Ia contradic- ibn debe suponerse que, por algiin motivo, aquello que obli 6 2 reconocer en las nuevas tierras una entidad separada y istinta del orbis terrarum no impide que se ls pueda con cebir como wna de las partes de éste. Ahora ben, como e dentemente lo que hace que las nuevas ticas aparezean como una entidad distinta y separada de aquel orbe es su aislamiento en €} Océano, el problema se contrae a explicar ccémo se Te pueden conceder efectos tan opucstos a esa cir- cunstancia La respuesta se impone, porque Ia tinica manera de expli- car Ia contradiecién es pensando que en la tesis se le concede al concepto de orbis terrarum una doble significacién, una mas amplia que la otra, En efecto, si se estima, por una pat- te, que el aislamicnto ocesnico basta para concebir las nue- vas tierras como ajenas al orbis terrarum, tiene que set porque se piensa que éste no es capaz. de trascender sus limites aces nicos. Dicho de otro” modo, que en Ia tesis todavia se le concede al orbis terrarum el sentido tradicional que lo iden. tifica con la Isla de In Tierra integrada por Earopa, Asia y Africa. Pero si, pot otro lado, se afirma que dl aislamiento oceinico no impide que las nuevas tierras se consideren como tuna parte del orbis terrarvm, tiene que ser porque, de alguna manera, se le ha concedido a éste una significaciin mas am- 19 L : aaa oH Tao M0 LA ESTRUCTURA DEL SER DE AMERICA pla que trascienda Ja condicién insular de ambas entidades sea, por eso, capa de incluic a la una ya la otra, Dicho de ‘tro ‘modo, que en este segundo y nuevo sentido cl orbis teturum ya no se identifica con s6lo la Isla de la Tiexta, pero tampoco con sdlo el conjunto de las dos grandes entidades insulares que ahora se dice gue incluye, sino con el globo terriqueo entero, En efecto, puesto que la separaciéin oced- nica ya no desempefia la fancién de limite del orbis terra rum, es obvia la capacidad de éste de incluir, no solamente Jas tierras antes conocidas y las recién halladas; no s6lo to- ddas Jas que pudiesen existir en'el Océano, sino al Océano mismo, puesto que los limites impuestos por éste a las por- ciones de tierra no sumergida han dejado de ser eso respecto al orbis terrarum en el nuevo sentido que se le ha concedido ‘Advertimos asi, en primer lugar, que la contradicei6n arriba scfialada s6lo es aparente, puesto que no la hay si se distin gue entze los dos sentidos que se le dan al concepto de orbis terrarum; pero, en segundo lugar, que en la tesis de In Cosmo- praphiae Introductio se actualizé la crisis que se perfilé por primera vez cuando, durante su tercer viaje; Colén hallé una nasa de tierra austral cuya existencia amenaz6 la antigua vi sin certada y providencialista del mundo, La cosa es clara desde e] momento en que se aceptd que el orbis terrarurt era capaz de trascender sus antiguos limites insulares, la arcaica nocién del mundo como circunserito 2 s6lo una parcels det uuniverso benévolamente asignada al hombre por Dios per G6 su razén de ser, y se abrié, en cambio, In posibilidad de que el hombre comprendiera que en su mundo cabin toda Ja realidad universal de que fuers capa de apoderarse para tansformarla en casa y Imbitacién propia; que el mundo, por conisiguiente, no cra algo dado y hecho, sino algo que el hombre conquista y hace y que, por lo tanto, Je pertenece a titulo de propictario y amo. De suerte que si el orbis terra ram dej6 de circunscribirse 2 s6lo la Isla de la ‘Tierra para abarcar al globo entero, tierras y aguas, se trata, no de una ampliacién que agotd sus posibilidades, sino de un primer 50 del proceso de apoderamiento del uniyerso por parte del Fombre. Y asi, como acontecia respecto al Oeéano en la LA ESTRUCTURA DEL SER DE AMERICA MI tigua concepcién del mundo, el universo dejé de contemplarse como una realidad constitutivamente extrafia y ajena al hom bre, para convertirse en infinito campo de conquista en la ‘medida en que fo permita, no ya la bondad divina, sino la osa- dia y eficacia de la técnica del antiguo inquilino convertido en amo. Puede decirse, entonces, que cuando se admitié en a Cosmogruphiae Introductio que las nuevas tiersas, pese a su aislamicnto por el Océano, constitufan una de las partes integrantes del mundo, se reclamé por vez. primera la sobe- rania del hombre sobre la realidad universal. Y asi y por eo, cuando mis tarde aparecieron uevas masas de tiera incdgnita, autométicamente quedaron incluidas en el mun do, sin necesidad de repetir el complicado y penoso proceso que fue menester en el caso de América, y sin que a nadie se le hubiere ocusrido de hablar de nuevos y desconcertantes “descubrimientos’ como el que se supone realizé Colén, Pero esta formidable revolucién, tan velada por la idea de que América aparceié gracias a un portentoso deseubrimien. to, revolurién que, sin embargo, no dejé de reflejarse en las nuevas ideas astronémicas que desencadenaton a la Tierra de su centro para convertitls en alado carro observatorio del cielo, fue un cainbio cuyas consecuencias trascendieron mis alld de su aspecto meramente fisico, porque es claro que si ¢l mundo perdié su antigua indole de cazcel para convertirse en casa abieeta y propia, es porgule, a su vez, el hombre deié de concebirse a $i mismo como un sie prisionero para trans figurarse en dueho y senor de su destino. En vez de vivitse como un ente predeterminado en un mundo inalterable, em pezé a concebirse como dotado de un ser abierto, el habitante de un mundo hecho por éa su semicjaniea y a stt medida “Tal, ya se hiabed advestid, fue 1a gran anudanza que ca racteriza_esa época que Hamamos cl Renacimiento; pero tal, también, el sentido irascendental del proceso que hemos smado de la invencidn de América, Hayamoy un alto, en: tonees, para insistir que al inventar a América y in; tamente, al concebir la existeneia de una “euasta parte” del mundo, fc como el hombre de fa Cultura de Occidente dese ché Ins cadenas milenarias que él mismo se habia forjade, No a7 LA ESTRUCTURA DEL SER DE AMERICA por casualidad América surgié en el horizonte hist6rico como cl pals del porvenir y de Ia libertad. Pero sobre este sent: Snignto, tan entratiablemente vinenlado a Ta historia ameri- cana, hemos de volver mas adelante. Despnés de la tesis propuesta en la Cosmographiae Introduc- tio e] proceso cambid ciametralmente de orientacign: en Iu gar del intento de explicar las nuevas tierras dentro del marco Ge Ia antigua visién del mundo, fue necesario modificar ésta para acomodarla a Ins cxigencias planteadas por el reconoci- Iniento de una entidad geogratica imprevista. Por consiguien: te, Ia cuestign que ahora debemos considerar consiste en determinar cual fue Ia nueva visién del mundo y cudl el sen tide —es decir, el ser-— que, dentto de ella, comrespondli6 a Tas nuevas tierra, TEn cl texto pertinente de In Cosinographiae Introduetio se nos brinda de inmediato una respuesta, a saber: que las ticrrag nucvamente halladas son una de las partes del mun- do, coneretamente, Ia “cuarta parte”, puesto que antes sélo tran tres las partes que lo integraban, Pero esta respuesta requiere una explicitaeién porque, a poco que se reflexione, 2¢ ndvierte que cl sentido y_ser atribuido a Ta nueva entidad eogrifica ofrece dos vertientes. Por un lado, América fue equiparada a las otras tres partes, es decie a Europa, Asia y ‘Arica; pero, por otto lado, no se confunde con ninguna de clas, Debemos inquitir, entonces, primero, en qué sentido fe trata de entidades semejantes; segundo, por qué motivo Son distintas. Cuando hayamos despejado ambas ineSgnitas se hari transparente Ta estructura del ser americano, Para descubrit en qué sentido América fue considerada como tuna entidad equiparable a Europa, Asia y Aftica, hace falta LA ESTRUCTURA DEL SER DE AMERICA M3 aclarar la condicién que hizo posible relacionar las. nuevas tierras, no ya con el orbis terrarum como una wnidad, sino, individualmente, con Jas tres entidades en qve era tradicio- nal dividitlo. Pues bien, si tenemos presente que cl Octano, segiin ya explicamos, quedo ineluido en et orbis tervaram, Ia respuesta obvia. En cfecto, puesto que por ese motivo el Océano ‘ces6 autométicamente de dclimitar al munda, Ta separacién {que sus aguas imponen a las porciones de tiewra no sumergi dha ya no implica una discontinuidad propiamente dich, sino tin mero aceidente geogrifico que, como en caso de un tio © de una cordillers, demarca provineias o porciones dis tintas de una extensién de tierra que, no por eso, deja de ser continua. Resulta, entonces, que, por distinta que pueda parecer, la separacién oceénica entre América y la antigua Isla de ta ‘Tierea es de igual indole a las que individvalizan geogrifica- mente # Europa, Asia y Africa, y ast comprendemos que Ta equiparacién de América a esas tres entidades no solamente tera posible, sino obligada, porque de no hacerse_ se recaeria en la situacién original de concebir las nuevas tierras como tina entidad extrafia_y ajena al mundo, tal como, de hecho, Jas concibieron Colén y Vespucio cuando foparon con una masa de tierta que no podian explicar como pertencciente @ Ih Tela de Ia Tierra y que, por 630, les parecib ser un “nevo mundo”, Estas consideraciones nos ensefian que el supuesto funda mental de la tesis de la Cosmographiae Int:oductio consiste fen considerar la totalidad de la tierra no sumergida como un todo continuo, pese a las separaciones martimas y que, de esa manera, s¢ opera una inversién radical, porque en lugar de Ia antigaa unidad del Océano que dividia a Ta tierra en smasas separadas,,¢s ésta, Ia tierta, Ia que divide al Océano fn mares distintds. El concepto de ingularidad dej6, por con- Siguiente, de ser propiamente aplicable a las grandes masas {de tierra para caracterizar, en cambio, a las extensiones mari- timas 0 pata expresario mAs grficamente, en lugar de. que la tierra aparezca integzada, como antes, por unas islas eigan- Toe us LA ESTRUCTURA DBL SER DE AMERICA tezcas, es el mar el que aparece formado por enormes lagos. No sorprenderd, entonces, que en la medida en que se fue afsmando la hipétesis de la Cosmographiae Introduetio los artografos, entre las vacilaciones que siempre acompanan 1a mureha de una idea revolucionaria,' hayan cedido a la tenta- Giin de poblar los espacios antes reservados al mar con cada vyee mayores extensiones' de hipotéticas tierras, hasta que los océanios acabaron por ofrecer realmente e} aspecto de grandes cuerpos de agua cefidos por la inmensidad de la tiesra cir cendante. Asi, por ejemplo, en el planisferio de Ortelio de 15874 (Léming X,) ‘Pero si equiparar a América con las tres partes en que, des- de antiguo, se venia dividiendo la Isla de la Tierra supuso wer en toda la supecticie no sumergida un todo continuo, de- bemos concluir que Europa, Asia, Africa y América resultan set, literalmente, tierras contiguas, independientemente del fepacio de mar que existe entre las tres primeras y Ia ultima; y asi descubrimos que el nuevo concepto geogrifico que de fine a esas entidades es el de ser tierras “continentes”, si nos arenemos a la acepcién original de ese término! En rigor, pues, el mundo ya no se divide en “partes”, ni se tienen a Is vista dos grandes islas, como Jo exigia la antigua manera de Visualizar el mapa del globo, sino cuatro continentes de una y la misma tierra ‘Alcanzada la anterior determinacién, todavia falta poner en claro la implicaci6n fundamental de esa nueva concepeién eogrifien para descubrir, por fin, en qué consiste la seme- janzatque permitié equiparar a las nuevas tierras con tas ya feondcidas 0 dicho de otra modo, descubrir el fundamento que Fubo en haberlas concebido, por igual, bajo la nueva especie geognifica de “‘continentes”. v Con toda evidencia, el hecho de considerar que Europa, Asia, Africa y América son semejantes en cuanto tierras continen- LA ESTRUCTURA DEL SER DE AMERICA 5 tes, ¢5 decir, como porciones de un todo sin solueién de con- tinuidad, no puede significar que scan iguales, ni por su tamafio y forma, ni por las demés peculiaridades que las dis- tinguen entre si. Resulta, entonces, que la semejanza que permitié equipararlas tiene que remitit a algo que les sea comin, pera de manera que no cancele sus diferencias indi- viduales. Y en efecto, es abvio que si, con ser distintos, se estima que los cuatro continentes son semejantes, s6lo puede ser porque, como porciones de un mismo todo, se supone ‘que patticipan, por igual, de la naturaleza de ese todo. Se tra- ta, por lo tanto, de cuatro entidades diferenciables por sus accidentes, pero semejantes por su indole, del mismo modo que lo son, pongamos por caso, cuatro hombres de distinta edad y condicién que, a pesar de eso, son semejantes en cuan- to se les postula una comin naturaleza, 0 si se prefiere, un mismo tipo de estructura interna. Asi vemos, entonces, que caando en la Cosmographiae Introductio se afirmé que ha- Dian apatecido unas tietras antes desconocidas, pero que de- ben considerarse en su conjunto como una de las “partes” del mundo 2 igual titulo que ya lo eran Europa, Asia y Africa, 1o que se afirma en el fondo es que aquellas nuevas tierras no s6lo son equiparables a éstas por su tamafio o importancia, sino porque todas participan de la misma estructura interna, © mejor dicho, porque todas estin hechas de acuerdo con un miso tipo o modelo, ¢| tipo o modelo, en efecto, segiin el ‘cual est hecho el todo del que esas entidades no son sino partes Estas reflexiones nos permiten afitmar, por lo tanto, que si se pudo equiparar a América con Europa, Asia y Africa fue, no sélo porque se supuso, segiin ya vimos, la continut- dad de la superficie terrestee, pese a la discontinuidad que parece imponerles el mar, sino, mds profundamente, porque se supuso la unidad fundamental de esa superficie desde el punto de vista de su estructura intema o natiralezs. Pes. i Esto es asi, comprendemos que ¢l concepto de “continente bajo cuya especie se nos entregé ln idea de“ dentro dela nueva visién del mundo, trasciende la significa- cin que tiene on el orden meramente geogtifico, y asi, en artes” del orbe M46 LA ESTRUCTURA DEL SER DE AMERICA lugar de sélo aludir a unas porciones determinadas de la su: peilicie terestre consideradas como contiguas, alude a sas FYismas porciones, pero consideradas como unos entes dota {Tos de una y la misma esencia 0 estructura, la estructura eencia de las cosas fisicas o naturales, segin se la concebia En aquella época, puesto que Ja ‘Tier de que son “partes” hho es sino una de esas cosas. Se trata, pues, de unos enttes no Solo cquiparables, sino semejantes, porque, para decitio en ténninos de la época, los elementos que los constituyen son Jos inismos.y asi, Iss peculiaridacles que ofrecen las nuevas tierras respecto a las ya conocidas en nada puede alterar aque Ta comin esencia, ‘ise fue, pues, el sentido que se concedi6 al conjunto de Jas nuevas tierras al equipatarlas a Europa, Asia y Africa, y til, pot lo tanto, Ja comunidad en el ser que se les postulé a unas y otras al quedar concebidas como tierras contiguas, Independientemente de la separacién ocesnica, o para decit- Jo més. propiamente, al quedar concebidas como “continen tes” del orbe terrestre “Ahora bien, con Jo anterior ‘inicamente hemos aclarado €l ser de que fueron dotados esos entes geogrificos al afiemar gu semejanaa en cuanto “partes” del mundo, pero exe ser se atiene exclusivamente al aspecto fisico 0 corporal de dichos utes, Nada sabemos atin del ser que puede corresponderles desde el punto de vista de las diferencias que los distingue, posse no por tener una naturalera fisica conn pierden su Individualidad. Esta, por otra parte —ya lo advertimos—, no puede ciftarse en forma, extensién, ubicacién y peculiarida- Fes naturales 0 como se decia entonces, en “extrafiezas” de paturaleza, meros accidentes de la esencia subyacente, Se tratats, pues, de otra esfera o provincia del ser, y ésa es la incdgntita que intentaremos disipar en los siguientes apartados. La idea de que el orbis fercarum, la Isha de Ta Tierra que alo- LA ESYRUGTURA DEL SER DE, AMERICA ur jaba al mundo, contenia tres entidades distintas, Europa, Asia ¥ Aftica e5 una nocién cuyo origen se remonta a Hecateo, {vien, al parecer, fue'#l que introdujo en Ta divisién bipartita Gonocida por Homero —regiones del norte y regiones del sur-— una distincién que, andando el tiempo, acab6 por afir- praise como la “‘tercera parte” del mundo, Herodoto da cuen- ta de esa novedad,* y aunque, en principio, se atiene a la divisién antigua, cuyas partes ya se conocian con Tos nombres Ge Europa y Asia," de hecho acepta Ia modificacién de Heca- teo, putesto que le concede a Libia, ex deci: a Africa, un tra- tamiento por separado. Y si de una mirada abarcamos el gran despliegue de la ciencia geogréfica en Ta Antigiiedad repre- sentado, 9 partir de Herodoto, por Eratéstenes, Hiparco, Po- libio, Estrabén, Mela, PYinie, Marino y Tolomeo para sélo ‘mencionar lo mas ilustre, se advieste tin se fue affrmando y precisando hasta convertirse en la oise imprescindible de Ia organizacién de aquela disciplina.” Pero imporla mucho comprender que no se trata de una distribucién meramente territorial como, por ejemplo, la que divide en estados 0 provincias a una naci6n moderna, sino de la intema y constitutiva organizacién cultural del mundo. Y fen efecto, Europa, Asia y Africa aparcoen, en esasantigua Cconcepeisn, como entidades territoriales, peto dotadas de un sentido que trasciende el orden puramente geogrifico y que las individvaliza desde el punto de vista moral o histérico. Integran, pues, dna estructura de indole csalitativa del esce- nario césmico en que se desarrolia Ja vida humana, pero no fen un plan de igyaldad, sino en ana jerarquia que no remite primarlamente a circunstancias naturales, sino a diferencias Ue indole espiritual. En esa jerarquia Europa ocupa el mas alto peldafio,* pero no por sazones de riqueza o abundancia, ni pada que se parezca, sino pgtque se estimaba como la més pesfecta para la vida humana 0, si se quiere, para Ia realiza- ccién plenaria de los valores de la cultura. ‘Como tantas otras, el Cristianismo hizo suyas esas antiguas nociones, pero no sin proporcionarles, por su cuenta, un fun- Gamento propio al elaborar, empezando ccn Dionisio el Areo- pazita, su vision del cosmos cimentada en la nueva fe y en la eee ee | L 1 L M8 LA ESTRUCTURA DEL SER DE AMERICA verdad revelada en las Escrituras, Fue asi como a antigua divisién tripartita del mundo adquirié una categoria trascen: dental, segiin lo documenta, entre otros, San Agustin," para quien tos ciudadanos del ciclo solamente podian hallarse en Buropa, Asia y Africa, con la exclusin de otros posibles orbes alojados en et Océano, Esta concepcién metageogrifica de los padres de la Iglesia fue recogida por los tratadistas cxistianos posteriores, con ef resultado de que la divisién tripartita eché hondas rafces en Ja conciencin religiosa al recibir renovado apoyo en milti- ales interpretaciones alegoricas. Se vio en ella, ya el simbolo gcogtafico de la Santisima Trinidad, ya-el fundamento histo: Tico de la reparticién de la Tierra care los hijos de Noé 0 eb de la bella leyenda de la adoraci6n del nino Jests por los tres reyes magos, ya, en fin, una jlustracién de ciertos pasajes del ‘0. un reflejo de la perfeccién mistica del néime- Ahora bien, si Europa y2 ocupaba en la Cultura Clisica la mas alta categoria entre las. otras dos partes del orbe, con mucho mayor motivo conservé ese privilegio en el pensamien- to cristiano. En efecto, no sélo se acepté que encarnaba Ta civilizacién mas perfecta desde el punto de vista del hombre natural, sino que era el asiento de Ia nica verdadera civil. zacién, Ta fundada en la fe cristiana y principalmente en el seatido histérico trascendental del misterio de la Redencién Europa, pues, sede de la cultura y asiento de la Cristiandad, asumnia’ la representacién del destino inmanente y trascen- dente de ta humanidad, y la historia europea era el tinico devenir humano prefiado de auténtica significacién, En suma, Europa asume Ia historia universal, y los valores y las ercen’ cias de la civilizacién europea se ofrecen como. paradigma histdrico y lorma suprema para enjuiciar y valorar las demés civilizuciones. Tal el sentido moral y cultural de la estructu- ra jerrquica de la divisi6n tripartita del mundo," y ahora debemos ver Jo quie acontecté a ese respecto cuando Ia expe: cia obligé a reconocer que existia una “cuarta parte” que la tradicién cientitica y religiosa no labia previsto.” LA ESTRUCTURA DBL SER DE AMERICA 9 u En paginas anteriores explicamos que al concebir a las nue- vas tierras como una entidad equiparable a Europa, Asia y Africa, se postulo, implicitamente, que todas ellas tenian una inisna estuuctura fisica, un mista tipo de cucipo. A ese respecto, pues, América no oftecié ninguna novedad esen: cial. Es obvio, sin embargo, que esa comunidad de natura- leza no entrega una cabal identificacién del nuevo ente, puesto que falta determinar el ser moral 0 histérico que debetia co responderle como “cuarta parte” det orbe. Pues bien, en la medida que se fueron explorando y reco: nociendo las nuevas tierras se acumulé una serie de noticias acerca de sus habitantes, sus creencias, sus instituciones, sus costumbres, ete. Pero e5 claro que mientras subsistié el in. tento de explicar aquellas regiones como una porcién de la Isla de la Tierra, concretamente, como asiiticas, no se ofrecid Ja gran duda que podian sugerir dichas noticias, la duda acer ca de la indole de Tos nativos, puesto que, por extrarios «ne pudieran parecer, no habia motivo para excluirlos del género humano en cuanto como autéctonos det orbis ferrurum., Bsa, en efecto, fue la solucién que dio San Agustin a la duda res- pecto 2 la humanidad de los hombres monstruosos que se suponia habitaban regiones extremas € inexploradas de aquel orbe. Pero cuando se acept6, por fin, que se estaba en presencia de una masa de tierra separada de la que alojaba al mando, masa que, sin embargo, quedaba incluida en él, fue necesario suponer @ priori, como lo supuso San Agustin respecto a los monstruos, que sus habitantes eran hombres. De otro modo se pondiia en crisis el dogma de la unidad fundamental del género humano. Bra necesario, sin embae go, dar apoyo empitico a esa suposicién y mostrar que, pese al desconocimiento en que estuvieron esas tierras y a todos los impedimentos geogeifices, esos hombres descendlian del tronco comitin de la pareja original. Esta exigencia suscits el famoso problema del “‘origen del indio amerieano” que tanto preacupé a los eronistas de Indios y cya solocién cond algunos a postu hiipotéticamente 1a existencia de un es 150 LA ESTRUCTURA DEL SER DE, AMERICA trocho de mar como el que hoy conocemas con el nombre de Behring. ‘Vemos, entonces, que la concepeién de Jas mucyas tierras como euarta parte del mundo no s6lo implicé la idea de que, So obstante sus extrafiezas de naturaleza, los clementos fist Pos eran Tos mismos qute cn las otras partes ya conocidas, sino In de que los naturales de aqvellas tierras, cualesquiera que fucran sus costumbres, participaban en Ja misma naturaleza que la de los curopeos, asiticas y afticanas, o para decislo en saninos de la paca, que también descendian de Adén y podian beneficiar del sacrificio de Cristo. ‘Gracias a ese reconocimiento, las civilizaciones indigenas quedaban integradas, es cierto, al curso de Ja historia univer: Sal; peto, por la misma razén, no quedaban excluidas de las Consecuencias de Ja concepeién jerdrquica de Ia misma, Tsas Glullzaciones, pues, no podan aspirar a ser estimadas como ‘expresiones sui generis de un modo peculiar de realizar 1a vide hrumnana y quedaban sujetas al jivicio que Tes correspondiera fen referencia a la cultura cristiana, crigida, como ya vimos, on el modelo dispensador de significaci6n histériea. A esta situa- tin responde el no menos eélebre problema acerea de Ia a turaleza‘e indole del indio americano, yen cuyo debate fue- ron principales protagonistas cl pace fray Bartolomé de las Casas y el bumanista espafiol Juan Ginés de Sepalveda ‘Consideracla en Ia perspectiva en que nos hemos ¢olocado, esa sonada polémica se teduce al intento de detertrinar et grado en que la vida indigena americana se conformaba al pa Tidigina cristiano, y si bien tos intereses y la pasion no dcja- fon de intervenir, lo importante es que, aun en Ta tesis mas favorable a los indios, no se pudo conceder més sentido posi- tivo a sus civilizaciones que el de estimarlas como formas de vida humana de alto rango; pero que, en definitiva no tras- Cendian a-esfera de las posibilidades del hombre en cuanto ente de In naturaleza; el haber permanecido al margen de Ta ensenanza del Evangelio los indios no habian podido realizar ja "verdadera” lnimanidad. ‘Tal, en csencia, Ja tesis de la Apotagética historia del padre Las Casas, ese formidable ale- gato en favor de las culturas americanas. LA FSTRUCTURA DI SER DE AMERICA as La consccuencia de la reduccién de esas culturas a sé6lo Ia cesfera propia a la sociedad natural fue que 4 ser sui generis {que hoy sc les aprecia quedé cancelado como carente de sig- nificacién histérica “‘verdadera” y reducido @ la nula posibi lidad de recibir los valores de Ia cultura europea; a la posibil dad, en una palabra, de realizar en América otra Europa, y Ge fue el ser, por consiguiente, con el que, 2n el orden mo: ral, fue inventada aquélla vn El ser concedido a las nuevas tierras, ol de Ja posibilidad de Hogar a ser otra Europa, encontré su férmala adecuada en la designacién de “Nuevo Mundo” que, desde entonces, se emplen como sinénimo de América. Esa designacién, en efecto, indica, precisamente, Ia diferencia especifica que indi- vidualiag.en cl orden histérico a la “cuarta parte” del mundo Frente a} conjunto de las otras tres partes, correlativamente designadas en su conjunto como ct “Viejo Mundo”. El sig: nifiendo de ambas designaciones resulta transparente, porque fi en sv acepcién tradicional “mundo” quiere decir la porcisn Gel othe terrestre providencialmente asigmeda para habita- ‘cién del hombre, América resulté scr, literalmente, un mun: do nuevo en el sentido de una ampliaci6n imprevisible de la Vieja casa 0, si se prefiere, de Ia inclusién ex ella de una par tela de ln’ realidad universal, considerada hasta entonces como del dominio exclusivo de Dios. Se advertiré el impor- tante matiz que separa sa trascendental manefa de entender Ja designacién de “Nuevo Mando” del sen:ido que Colén y Vesputio Te concedieron a esa misma designacién, El nuevo mundo imaginado por ellos implicaba un dualismo ineducr ible, puesto que postulaba Ta existencia de un ente ya cons- tituido en Ta condicién y ser de “mundo”, fente a otro igual- mente acabaco y hecho; nuevo, pucs, sélo por la circunstancia de su reciente hallazgo. Pero la otra desigracion, la que sut- 16 a consecnencia de Ia concepcién de Tas nucvas tieras como 12 LA ESTRUCTURA DEL SER DE AMERICA “euatta parte” del mundo, alude a un ente al que, es clerto, tanbién se le concede el sentido de “mundo, pero sélo en caanto posibilidad del otro que, nada mas por ese motivo, se Soneibe como “viejo mundo”. En el primer caso se trata Ge dos mundos distintos ¢ iteductibles, motivo que oblig® lrechazo de las intuiciones de Colén y de Vespucio; en el Segundo caso, por Jo contrari, se trata de dos modalidades de un Giticy inundo: en potencia el uno, y_en ese sentido ‘rquevo"; en acto, el otro, y en ese sentido “viejo”. "Al habernos hecho cargo de la doble vertiente del ser amt rieano podemos dar por conchuide nuestro andlisis y s6lo nos rosta puntualizar sus resultados. América, en efecto, fue in- Tentata bajo la especie fisica de “continente” y bajo la espe- tis histériea de “nuevo mundo”. Surgi6, pues, como un ente fisico dado, ya hecho e inalterable, y como un ente mori Gotado de {a posibilidad de realizarse en el orden del ser bis- toriea, Estamos en presencia, pues, de una estructura anto- Tégica que, como Iz humana, supone un soporte corporal de tuna realidad espiritual. Vamos a,concluir, entonces, que no Solo se debe desechar la interpretacién segain la cual América aparecid al conjuto de un mero y casual contacto fisico con nas tierras que ya estarian constituidas —no se explica c6n10 y por quién— en el ser americano, sino que debemos substi taf tan_portentoso acontecimiento por el de un_ proceso fentivo de un ente hecho a imagen y semejanza de su in- nentor, Pero un proceso que trascendié infinitamante su famediato resultado, puesto que le abrié al hombre Ia. posi- Dilidad, en principio, de apoderarse de la scalidad universal g, en ls prictica, de cuanto de ells pueda conquistar su aude cia y la excelencia de su técnica Que distancia entre la grandiasa promesa de tan alta aven- tura'y cl engafio en la fama atribuida a un ciego hallazgo, por mis que se le disfrace de revelacién del ser de un ente que “kin no existia, y que, de ser cierta, hubiera requerido nada menos que el concutso combinadc de la omnipotencia y om- niseiencia divinas! La ESTRUCTURA DEL SER DE AMERICA 1s ‘At haber hecho patente la estructura del ser americano hemos ‘leanzado, nuestra meta. No quecemos, sin embargo, panet panto Final 2 estas reflexiones sin dejar planteada Is gin Byestién que se desprende de ellas, 1a clave del sentido del SRontecer histérico americano. En efecto, puesto que el ser jeoral con que fue inventada América es un ser ab alio en Cuanto posibilidad de realizar Ia nueva Europa, se signe ques en el fondo, la historia de América sera el modo en que, con. cexctamente, se actualizd esa posibilidad, Pero de inmediato se advierte una disyuntiva a ese particu Jar, porque el programa se cumpliré 0 bien adaptando las ues circunstancias a la imagen del modelo, considerado, pues, como arquetipo; o bien adaptando el modelo a tas nus: Vas ereuastancias, es decir, aceptindolo como punto de partida de un desarrollo histérico emprendido por cuenta ropia, Las vias, pues, o de la imitacién o de la originalidad “Ahora bien, lo cierto ¢s que en la historia se intentaron ambos eaminas y asi damos saz6n de inmediato del mas nota Die raago del acontecer americana: Ia existencia, de otro modo desconcertante, de las dos Américas, la latina y la sajona. Asun- to tan volominoso pide, claro esté, una deseripcién detallada ¥ docomentada que excede los limites del presente estudio; ne Jenunciamos, sin embargo, a las indicaciones més urgentes. El primer camino, hemos dicho, consiste en adaptar las nuevas cireunstancias a la imagen del modelo, y no por eso, Gertamente, América deja de ser si misma puesto que cum: ple el programa original de su ser hist6rico. Alora bien, és¢ fag el rambo que, en términos generales, orienté Ia accién ibériea en el Nuevo Mundo, Si se cxaminan los principiot {que la guiaron en su politica colonizadora, ya en Ta esfera de Doe intereses religiosos, politicos y econdmicos, ya en la rela tiva a la organizacién de Ins relaciones sociales, se aclvierte {que la norma consist en tragplantar ex tierras de Amnérics IS formas de vida encopea, concretamente 1a ibérica. Pero lo decisivo al respecto es advertic el propésito consciente de per ppetuar esas formas entendidas y vividas como enteleqnrit ix 154 LA ESTRUCTURA DEL SER DE AMERICA tériea avalada por Ja voluntad divina, Esa finalidad se trans: parents, no slo, en 1a vigorost ¢ intolerante implantacién BE catolicismo hispinico y de las instituciones politicas y so- Gales espafiolas, sino en toda Ta rien gama de Tas expresiones Celotical, culturales y urbanis."* Ciortamente, Ta convivencia ae una niteida poblacién indigena, que habia sleanzado cn Sleunas regiones vn alto grado de eivlizacién, fue el mayor Gisticulo para realizar en pureza aguel programas” pero, jostamente, cn Jos medios empleados pars superarlo es donde theot se aprecia [a intencién de adeptar las nuevas cireuns: unsias al modelo. Efectivamente, en lugar de deshacerse del Sadio o simplemente utilizarlo sin mayor preocupacion que regal sendiiniento de su trabajo, Espatia intenté de buena fe i ese al ald de critcas que se le han hecho incorporario por medio de leyese insituciones que, como 1a encomiends, Maban calculsdas para cimentar wna convivencia que,, en Frineipio, acabasia por asimilarlo y en el limite, ignalaslo al Pronto, Espana no conocié més diseriinacién racial que fo consngrada crt un cuerpo de disposiciones patemales y pro~ tectoras del indio contra Ia sapacidad y ol mal ejemplo de los epamoles, y si esas medidas no dieran cl fruto esperado, debe Seconocerse ¢} propésito del intento que, a pesar de toda, no ‘dej6 de cumplitse de cierta manera en el mestizaje vba Amética Tatina mumnea fue thea de frontera en el sone fide dinimieo de (ransformacibn que los historiadores norte- americanos, desde Frederick Jackson Tumer, Je conceden 2 quel concepto, y a tal grid fue asf que, aun en Ta domina Gin del medio ambiente natural, no hubo wna accién gene. Talizada de reforma de regioncs inhdspitas, desérticas 0 sel- less, sino de explotacién de las que parecian destinadas Ue sayo al cultivo y a Tn habitacién det hombre. Vagamente Gersistia la antigua creencia de que el rmundo era la parcela Pesmica que Dios benévolamente habla asignado al hombre Sin derechos de propietario y sefiorio, y ast, por ejemplo, Sando, yaa finales del siglo xvr cl padze jesuita Joseph de ‘Reosta da noticia de la ocurrencia de abrir un canal en la renin de Panamé que uniers Jos dos océanos, ademas de ‘eile pretensién vana por las dificultades téenicas, 1a con LA ESYRUC! URA DEL SER DE AMERICA 155 xa sacrilega, y seria, dice, de temerse el castigo del ciclo por queter enmendar las obras que cl Hacedor, con sumo acuer- do y providencia, ordené en Ia Fabrica del un vers0".* ‘Digamos, entonces, que en la historia colonial de ta Amé- ties Tatina tenemos Ia actualizacién del ser americano en une {de sus dos vertientes. ‘Se trata, sin duda, de una forma de vida auténtica en el sentido primario en que ‘o es toda vida; pero en otro sentido no puede menos de califcarse de mimé- Tica y aun de postiza. Y precisamente, el sentimiento de esa especie de inautenticidad o desequilibrio ontolégico generé tn al seno de la sociedad colonial el desasosiego que caracte- tiza el erollismo, ese fenémeno social cuyo principal resorte fue el de cobrar concieneia de un ser de alguna manera dis- tingnible del hispfnico."” Tan legitimo como noble anhelo no trascendié, sin embargo, la original limitcei6n, porque si ts cierto que el criollo ensay6 un nuevo Adin americano, s6lo Togré constituirse-en un tipo peculiar del esprfiol, pero espa- fiel, al fin y al cabo, Hubo —los testimonies son abundan- tex una especie de cultura criolla con rasgos que la distin. guen de Ta peningplar, mas por sus raices y por las ereencias Gue la sustentaron no alcanz6 la originalidad que le merecia | ncljetivo de auténoma respecto al modelo que le dio la Sida, No transforms su herencia y sus tradisiones mediante fa adaptacién a las circunstancias y plantar, asf, um nuevo Arbol en el cscenario americano; simplemente reclamé st econoeimiento como frondosa rama del vencrable-tronco del modo de ser hispanico, Lo que puede considerarse como mas propio de Ia modalidad criolla, a saber: el desaforado y ge- nial abuso de ciertas formas hispénicas de Ie expresién plis- tica y literaria; Ia entrega sin reservas a la metéfora,y a le Netivotogia en tors los Sdenes de la vida; la delirante exal- tacién de verdaderas o supuestas excelencias naturales y mo: tales propias; of rescate de la historia prehispanica como un Glevenir que no hacia excepeién en el armonioso concierto {de fa marcha providencial del hombre hacia su destino sobre- hiatural, y en fin, el espaldaraza ccleste ¢ inmenso consuelo Gel portento guadalupano, fucron otros tantos senderos de Sfinnacién propia, pero, por lo mismo, implican el reconoci- 156 LA ESTRUCTURA DBL SER DE AMERICA, miznto de una encrucijada ontoldgica sin salida en cuya es- trechez se participaba, sin embargo, con el orgullo de “tidel simos vasallos de su majestad catélica”, Y gqué decir de ta historia posterior; de esas denodadas lu- chas inspiradas en el anhielo de libertad e independencia que rornpieron aquel casi supersticiose laza de fidelidad y abrie ror, paso a la apaticién de naciones soberanas desligadas de la ‘mcnarguia que las habia prohijado? Seria de suponer que, pot fin, advenido el criollo a una nacionalidad propia, quedaba roto el circulo magico de un pasado que lo consteeffa a la obligada imitacién de un arquetipo. Me parece infundado acceder a tan halagiiefa perspectiva cuya aceptacién esti mas inspirada en buenos deseos que en el respeto a los hechos, porque no debe confundirse la independencia politica, ni la eccndinica y tecnolégica, ni todas juntas, con la independen- ia ontoldgica que presupone un desarrollo original y auténo- amie. Un alud de testimonios nos enseita, no sélo Ja tenacidacl couservadora de mantener la vigencia del ser hispinico, bajo al especioso argumento de que seguia siendo el “propio”, sing, mas importante, nos muestra la consticcién en que se vieron las nuevas naciones de continuar por Ia via imitativa ‘que ha prcsidido la historia latinoamericana desde su cuna colonial. Y es que el engafio en aquella confusién estriba en no ver 0 en no querer ver que lo acontecido a partir det dexumbe de la Colonia fue una mudanza en el modelo, cosa bien distinta a dejar de tenerlo, La generalizada adopcién de sistemas democriticos republicanos y la esperanza que de ese modg se salvaria de inmediato ef abistno histérico creado por una Espaiia a la que se le habia escapado el tren de la modemidad, bastan para indicar que el nuevo modelo, el nuevo arquetipo no fue sino la otra América que tanto des Jumbr6 con su prosperidad y libertad a los pensadores politi cos encargados de organizar Tas nuevas naciones.* Esa otra ‘América, pues, donde el modelo curopco se habia transfigu- ado en un nuevo orden social y cuyo protagonista era ese nuevo tipo de hombre histérico a quien, seguramente no por capticho, se le conoce y reconoce como el americana por an. tonomasia, LA ESTRUCTURA DEL SER DE AMERICA ast Y en efecto, eligiendo el segundo camino abierto a Ja rea lizacién del ser americano, et de adaptar cl modelo a las cit- cunstancias y no viceversa, la América anglosajona alcanz6 las mas altas cumbres del éxito histérico que s6lo puede negar © regatear la pasién dictada por esa especie de resentimiento agudo que Max Scheller calificd de “existencial”. Ciesto ‘que, a semejanza de la otra América, todo se inicié por un trasplante de creencias, costumbres, sistemas ¢ instiluciones europea; pero no lo es menos que, a diferencia con aquétla, muy pronto se generaliz6 un proceso de transformacién alen- tado por el sentimiento de que las nuevas tiertas no cran un obsequio providencial para aumento del poderio y de la ri- queza de la metrépoli, sino la oportunidad de ejercer, sin tos, impedimentos tradicionales, la libertad religiosa y politica y de dar libre curso al esfuctzo y al ingenio personales. Asi, dentro de un marco abigarrado de creencias, cle tradicio- nies, de costumbres y de temperamentos raciales, los grupos. que se fueron asentando fundaron, cada uno a su modlo, Ia Nueva Jerusalén de sus preferencias. Y en la medida en que se fue penetrando y ocupando el inmenso eontinente, jas formas de vida importadas de Europa: las jerarq) Ciales, 10s titulos nobiliarios, los privilegios de clase y, muy particularmente, los prejuicios contra los llamados oficios ‘mecinicos y las labores agricolas, fueron cediendo para en gendrar nuevos hdbitos y establecer bases no ensayadas antes de la vida comunitaria.® En este programa de liberacién y transformacién ef indigena quedé al margen por su falta de voluntad 0 ineapacidad 0 ambas, de vineularse al destino de los extratios hontbres que se habian apoderado de sus te- titorios, y si bien no fallaron serios intentos de incorporarlo y ciistianizurlo, puede afirmarse que, en ténninos generales, fue abandonado a su suerte y al exterminio como un hombre sin redencién posible, puesto que en su resistencia sus hibitos ancestrales y en su pereza y falta de iniciativa en 1 trabajo, se veia 1a sefial inequivoce de que Dios To tenia merecidamente olvidado, En contraste violento con los ideales seftoriales y burocré ticos de los conquistadores y pobladores espaiioles, cmpetia- mudar ee 18 LA ESTRUCTURA DEL SER DE AMPRIGA dos en obtener privilegios, premios, encomiendas y empleos, los hombres de la otra América elevaron a valores sociales supromos la libertad personal y el trabajo, y en vez de orga hisar como sistema Ia explotacién de los natives y de con- Formatse con cosechar riquceas donde Dios las habla sem: Duda, s¢ esineraron en crearlas arrasando bosques, cegando pantanos y en general, transformando to instil en dtl, lo yermo en fructilero y lo inhéspito en habitable. True asi, pucs, como se sealiz6 la segunda nueva Europa; no nueva como réplica, sino como fruto del desarrollo de la po- tencialidad del pensamiento modemo, ya tan visible en la Gpoca en. que Cristébal Colén se lanzd al max en busca de Asia, En la América anglosajona se cumplié la promesa fg, desde el siglo x9, alentaba cl mesianismo universalista propio a la Cultivra Occidental, La historia de es Amériea es, fin duda, de cepa y molde europeos, pero por todas partes y fen toxtos los drdenes se percibe la huella de un sello personal J de la inconformidad con la mera repeticién,” y alli esté, Como imponente ejemplo, su constitucién politica, europea fn la doctrina, pero al mismo tiempo, atrevida y original ayen- thra de un pueblo con legitimos derechos a Ja autenticidad hist6rica ‘Con esa realizacién plena del ser americano parece obvio que ya no se debe hablar de América como el "Nuevo Mun- do", salvo por artastre tradicional o en algin vago sentido Gque sélo simve para sembrar confusion 0 de halago a quienes quieren ver en In América Latina no se sabe qué promesa de recencién humana. Mas que insistir en un viejo y un nuevo mundes debe decirse que surgié una nueva entidad que pue ‘ie llamarse Eura-América y respecto a la eval el Océano de la geografia antigua sufre su étima transformacion al quedat convertide en nuevo Mare Nostrum, el Mediterraneo de nucs- tros dias, Pongamos fin a este apartado con la siguiente considera ‘én: que asi como e} proceso inventivo del ser corporal de ‘América puso en crisis el areaico concepto insular del mundo geogrifico, asi, también, el proceso de Ia realizagién del ser Espiritual de América puso en crisis el viejo concepto del 1A FSTRUGTURA DEL SER DE AMERICA 19 mundo histérico como privativa del deven'r europeo, Mer cod. a esas clos contribuciones, principalmente ibérica, la pri- mera, anglosajona, la segunda, et hombre de Occidente s¢ liberd de la antigua circel de su mundo insular y de la depen- dencia moral del curopeocentrismo de la vieja jerarquia tri partita, En sas dos liberaciones de tan alto rango histérico se finca Ia grandeza de la invencién de América, el doble aso, decisivo e irreversible, en el curmplimiento del programa ceuménico de Ia Cultura de Occidente. Grandeza que To es tanto mas cuanto que, entre todos los proyectos de vida que se han inraginado y ensayado a lo largo de ‘a historia univer- sal, ese programa es cl tinico con verdadera posibilidad de congregnt a todos los pueblos de la Tierra ajo el signo de Ia libertad. Que e} aleance de esa meta implique un recorrido de violencia e injusticias, que durante él se corra, incluso, of riesgo de un holocausto atémico, no debe impedit In clara conviccién acerca de Ia autenticidad de aquella suprema po- sibilidad histérica, El destino huniano no esté predetermi nado por algiin desenlace fatalmente necescrio, y por eso no hay otra politica en verdad humanista que no sea la de coope- rar a la realizacién de aquella meta. ‘Tengemos siempre a la vista Ia catistrofe que le: sobrevino a la civlizacién atica, no por agencia del obscuro poderfo Iacedemonio, sino por Jas dt sensiones demagdgicas y fals0 patriotismo que denunciaba Perils como el verdadero enerante en Ja marcha de a civilizacién.” | | | NOTAS & ;. Femanda Col6n. Vida. ABREVIATURAS USADAS EN LAS NOTAS . Beaumont, Aparato, Fr. Pablo de la Concepcién Beaumont, ‘Apunito frurd ts intstigencis de la Créntea serdfioa de le Santa Provincia de San Pedro y San Péblo de Michoacén de esta Nueva Espafia. 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Veco Gtady pot Hernando Co fede aletinte, Dey por Las Cass, Hatori, 1 iy sugete Sue ton MHS pewanale ayes vines debiton dar pig Is leyenda del plato Fee et i” tlatons de Crstdbat Golbs, Anis tio, ls Fa, Mstaleny de los potlemsscolmbins, Bucoos Aves, 142 ents duet Vache oa fre Je Ovilo,flstors, Bemera Pte 1a ee Se ver sada tan verdaeso el Almonte, ‘eo we I eed Ome ue Habla io st taro ns seapsia que let ceeds yo eer Be do que tun on 2, cat, ein 20 tach de 80" Pe ae Fess de Oviedo y Valls. summio de le natural Mitra de Iz Ties abtiwo en Monte Wemstro, vat fa fecha teria de su demostocn emp, a Saher ig exh de. Wig Desig ene siglo xm ee seaeeniine Tnrodutin, Gury spralon geometiat 4 atone 1 ae nem necetert I super racy Amerct Vespct eT ras conogrpie dsc. om sala quan lane ae ete que Uhetonen igota ¢ hope eprta Sart in Walsccnillen Many Unsere Cesmographia secundun Plo ined Trobitnem ef Amen: Vell alioumaue tashotionce, St, Die 0 Fate, 1507 Tees. Recher y Frame vom Wiese, The Oldest Map with eet eof the Yee 107 atthe Cate Morin ofthe Yew 1516 IR Re Nvetucener (Tocgfas). Tnnabracl 1903. Repeodcide por lor Pe re wos on at Die Welrlen WValeeniler, Inssock 1903. ‘ato, evignal 3 coma sues set aa qt par fr Ameri, pat eae tt Se See een, de YEPE R'Gue Uespacio se tnyé a foe que aah Te petencce » Go Tine Says fttan ens. com mejor jue, tecocen que ng = pucde egies uke st ndveane Menino de To ie eebaren fos ators AoE Cltmgphie fneuctin. Pescw se 8 ovo ex, ct punto de de Saeco ies que upone en eles Da Texpcable gnome NOTAS DE LA GUARTA PARTE, 185 Te es pi le 2 i amin bei ate LA te Co shee Tt cl’ ac ee arte meen be Ea Guana Pane 1 No debe teers fn inpesiin de qe fs hipotnis de by Gonmogrphie neediest et, Sin ease (oe ete eke compan cpa, el wet dels dency L npr ee 86 NOTAS DE LA CUARTA PARTE tiene impotaneia paca Ios. popéstor de ete wo, Fs interesante second rx) mpometlscomatl Coa ts Wes de que In mate setestnonl 1 eeee aeran ean una rolongaci dz Asa gin se ve po su Carta Siatka Nonigutrs Portugaller Nongatones, 1916, Kefeencis: Jos, Racher arene oneWse, The Oldest Mp with the name Aone, of the pea sor andthe Carta Maria ofthe yor 1516 by M. Waldsere (Bae Wu) "Tnbeuchs 1903+ Reproducdo. Los mists aur en se Die XV Iles altcetller, Tansoroc, 1003, fase. BY eam dfiative de Aas Mids La hipetess de 150) 3¢ opeté con Metcator, Cesar Mec Sine ee reuad? eit proyeccdn couitrge Goble, 1538, Repodune: AAS Recto Attn, Ung LILA ext eapeto debe ote Neda Hligona, Panera Fate, 1935, Bb. XVI. Promo, quien sstxo sistent en de a toll Independencia gga de Ls auras te as epecto 2 Asia. 2 Grrl, abrabsmn, Typos Orbis Terra. AB Ortelius dsb cum prvaago'dateanal 1587. Se, cncuntea eu Ontelius, Theatum Orbis de eee eee testes Refoenciat: Tieny K. Wagoet, The Calog tpl th ek Co ol oe Ye S68 Fee er sy Reoredost: dy ihmina XIV. Para sg Ta ideh de Hee amo un gon Igo es notable el Mapamundi Portuguls Emad Lope ca ee es mats i on famed Hp 288 * Goninon contigo, lnmiedatamente junto 0 yesino a ols cos cre fempla, txpreammente Wo dele Coma, Historic. gener car deietoia at emperador don Cals T tterodoto, IV, 36,41, 42,449 45. «Stipe Ue foe Aaunanbie gin empl cas degacgs e cade 2 1 ntibhipantita de Howeror Ia tad vote del fev de we Gite 2 Bucpa'y is ital sut em Asa, Delonge de eos nombies no se Tene ino coeur. ee eltgsens, Europa no compiende tala la porcién nite de ta Teument, sno que quedb feducids aproximadamente 2 10 que ahora Conse con te nombre, Libia, por ots arte, no se conde como compres Sees Sept el ca e conser come una pocion de Asa. En el Maps rena geeents HST (Ez L, Stevenson, Genovese Werd Mep, Nueva Yor, 310) fare apm de‘ Fia Mauro, 1489 (Nordenskild, Peas, yp. 623, 1404), tibia yo seca a fomus. ena pentosts * saben, Geog I. 76. + San Apt, Chad de Dios, XVI, 7, 8,9, 17 1) Raber’ Maut, De Undeno. Funda Is ‘dvisidn tupatits dct orbe ene dogaa Be Santina ‘Tonia, yo la, ademés, oss utacien See Satta, IIL 33. Una vi taco. hebesafinna que foe Nof eee arid ay tes pict Ol undo al vor etre sus ns. Ea Se pate fe encudatia en Beblénce de Boro (en Josef) arte raereepiabe come una veri stica fata ben etrads la poe mode Fer reo anaguaacerea ccnca dt 1s teh ages COMO ‘epicen eee Ges gates del mundo x Is Inroducién a to estoogls de Fibees"Seoto. “Seve Is pifcadn mica del ntmeto tes y su aplicaién Mit sabe dd sudo, vse San feador de Sevila, Libro de ks Nimes a ee “Glee podtn perfecto, porque contin: el pancpi, el medio Ei pimetctnndo vefadeainente Ge ts, <0 sin eabarg tate uno NOTAS DE LA CUARTA PARTE, 17 ‘Ad el mundo, como la Trnitad, o¢ ono efectnament, af bien 6 Us 60 BAeUBeIP sr paces. Ladin tlpatita taebies tvid oan sinbolo ce a tttondad uménice de 1 ilese en by tara poses, sn que se weae Bo aitoe Jann SEX1L 0 Usbsno V quia istiaye er ste. 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