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¿Qué hacemos

con el clientelismo?
Constitución y participación
en la Ciudad de México
Luz María Cruz Parcero

10
INSTITUTO ELECTORAL DE LA CIUDAD DE MÉXICO
Mario Velázquez Miranda
Consejero Presidente
Myriam Alarcón Reyes
Carolina del Ángel Cruz
Yuri Gabriel Beltrán Miranda
Mauricio Huesca Rodríguez
Bernardo Valle Monroy
Gabriela Williams Salazar
Consejeras y Consejeros Electorales

COMITÉ EDITORIAL DEL INSTITUTO ELECTORAL


DE LA CIUDAD DE MÉXICO
Mauricio Huesca Rodríguez
Presidente
Juan Carlos Amador Hernández
Carolina del Ángel Cruz
Rosa María Mirón Lince
Vocales
Gustavo Uribe Robles
Secretario técnico

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO


PROGRAMA DE POSGRADO DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES
Enrique Luis Graue Wiechers
Rector
Leonardo Lomelí Vanegas
Secretario General
Leopoldo Silva Gutiérrez
Secretario Administrativo
Javier de la Fuente Hernández
Secretario de Atención a la Comunidad Universitaria
Mónica González Contró
Abogada General
Javier Nieto Gutiérrez
Coordinador de Estudios de Posgrado
Rosa María Mirón Lince
Coordinadora del Programa de Posgrado de Ciencias Políticas y Sociales
¿Qué hacemos
con el clientelismo?
Constitución y participación
en la Ciudad de México
Luz María Cruz Parcero

10

CIUDAD DE MÉXICO • 2019


Autora: Luz María Cruz Parcero
Edición:
Supervisión: José Luis García Torres Pineda, encargado del despacho de la Coordinación
Editorial
Diseño gráfico y portada: Kythzia Cañas Villamar, analista diseñadora
Corrección de estilo: Nilda Ibarguren Bernat, analista correctora de estilo
Diagramación: Yazmín Torres Ordóñez, analista diseñadora

Primera edición, abril de 2019.

D.R. © 2019
Instituto Electoral de la Ciudad de México
Huizaches 25, colonia Rancho Los Colorines,
Tlalpan, 14386, Ciudad de México
www.iecm.mx

isbn: 978-607-8605-17-0

Queda estrictamente prohibida la reproducción parcial o total de los contenidos


e imágenes de la publicación sin previa autorización de los editores. Las opiniones
expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura de los editores
de esta obra.

Impreso y hecho en México.


Introducción

Reconocida en parte como respuesta a una crisis de represen-


tación, la constitucionalización de formas de participación
directa en América Latina ha buscado la apertura de espacios
a grupos tradicionalmente excluidos, tanto por las institucio-
nes clientelares tradicionales como por la democracia repre-
sentativa y electoral.1
Enmarcado en esta lógica regional, y a partir de la com-
prensión de procesos de democratización impulsados desde
hace más de 30 años en la Ciudad de México, el flamante tex-
to constitucional ofrece la oportunidad de discutir temas re-
lacionados con los retos a los que se enfrenta la participación

1
 Cameron, Hershberg y Shape, además de reconocer en el escenario lati-
noamericano una crisis de representación, aluden al debilitamiento de algunas
instituciones estatales como parte de la estrategia económica de inserción
de las políticas neoliberales en el continente, las cuales implicaron el debili-
tamiento de sindicatos y organizaciones populares para dar paso a reglas más
flexibles que permitieran el desmantelamiento y la privatización de industrias
estatales, así como leyes medioambientales que favorecieran la extracción de
recursos [Maxwell Cameron, Eric Hershberg y Kenneth Shape (eds.), Nue-
vas instituciones de democracia participativa en América Latina: la voz y sus
consecuencias, México, Flacso México-Centre for the Study of Democratic
Institutions, UBC-Center for Latin American and Latino Studies, American
University, 2012].

–5–
ciudadana, en un contexto caracterizado por el arraigo de
formas marcadamente clientelares y vinculadas con los par-
tidos políticos, que han ejercido su influencia y poder para
anular formas de participación ciudadana más abiertas y
democráticas.
No podemos soslayar que la historia política de la Ciu-
dad se ha tejido sobre la base de redes clientelares que, sin
importar su identificación con un partido u otro, operan y
definen decisiones de la mayor relevancia, como se ha do-
cumentado en diversos trabajos en temas relacionados con
el ejercicio del gasto,2 el comercio informal3 o el desarrollo
de proyectos habitacionales.4
Con el presente texto buscamos ubicar los nudos proble-
máticos entre lo que establece el nuevo texto constitucional y
los retos de la participación asociados al clientelismo, enten-
diendo este último no sólo como un tipo de relación perso-
nalista, sino como un mecanismo de acción colectiva que así
como puede alimentar redes perversas, también cuenta con
potencial organizativo para lograr metas colectivas en bene-
ficio de una comunidad.
A partir del complejo sistema de redes clientelares que
han definido formas de hacer política en beneficio de unos
pocos, y en el marco del nuevo texto constitucional, lo que
2
 Carlos Luis Sánchez y Sánchez, Identidad partidista y clientelismo en
la Ciudad de México: 2001-2006, México, unam-iis, 2016.
3
 Gisela Zaremberg, ¿Corporativismo informal?: Organizaciones de am-
bulantes y partidos políticos a partir de la alternancia electoral en México,
Distrito Federal (2000-2005), Buenos Aires, Clacso, 2011.
4
 María Magdalena Tosoni, “Notas sobre el clientelismo político en la
Ciudad de México”, Perfiles Latinoamericanos, 2007, pp. 47-69; Luz Ma-
ría Cruz Parcero, Del clientelismo al capital social. Puentes para una ciu-
dadanía en democracia, México, Tesiunam, 2018, <http://132.248.9.195/
ptd2018/marzo/0771664/Index.html>.

–6–
interesa revisar es la viabilidad y los riesgos de los instrumen-
tos de participación ciudadana ahí estatuidos, partiendo de
dos interrogantes.
La primera de ambas se vincula con el alcance del texto
constitucional promulgado y su relación con el verdadero es-
tado o situación de la participación ciudadana en que el texto
escrito busca normar la vida de sus habitantes.
Esta primera cuestión se engarza en las dos hebras que
guían la segunda pregunta, que presupone la existencia de
relaciones de corte clientelar que inhiben u obstaculizan la
concepción de una ciudadanía plena: ¿cómo se han transfor-
mado las redes clientelares que caracterizan el espacio de lo
público en la ciudad capital?, ¿cuentan estas redes con po-
tencial de transformación para la cooperación y el logro de
beneficios comunes?
A partir de aquí, revisaremos lo que hemos denomina-
do en otro trabajo hibridación clientelar, es decir, nuevas for-
mas de intercambio que se entrelazan en las mismas redes que
constituyen las relaciones clientelares tradicionales, cuyas ca-
racterísticas de asimetría, subordinación y desigualdad per-
duran y conviven con mecanismos relacionales que tienden a
equilibrios democráticos a partir de actores que gozan de ma-
yor libertad y cuentan con capacidad para orientar la acción
colectiva hacia el logro de metas comunes.5
Las reflexiones que ofrecemos al lector buscan integrar
elementos para un debate crítico acerca de las figuras de par-
ticipación incorporadas en el texto constitucional y su capa-
cidad para favorecer el rompimiento de las redes clientelares.

5
 Luz María Cruz Parcero, op. cit.

–7–
Para ello, las reflexiones se articulan en cuatro aparta-
dos. En el primero debatimos sobre el cambio constitucio-
nal y el estado de las relaciones clientelares en la Ciudad. En
el segundo, describimos el proceso que condujo a la consti-
tucionalización de las formas de participación, para reflexio-
nar después acerca de los dilemas planteados por el arraigo de
prácticas clientelares. Finalmente, la intención es dejar apun-
tados una serie de temas para observar a partir de la puesta en
vigor del nuevo texto constitucional.

–8–
La vida clientelar en la Ciudad de México
y el nuevo orden constitucional

Antes del desarrollo de las reflexiones que animan nuestras


preguntas, es necesario aclarar al lector dos conceptos a los
que nos referiremos en el texto: clientelismo y constitución.
Sin soslayar la prolífica literatura acerca del clientelismo,
de la cual damos cuenta en una investigación más amplia,6 lo
que parece relevante es establecer una definición del concep-
to y aclarar la postura que adoptamos para revisar el cliente-
lismo en la Ciudad de México, a partir del descubrimiento de
ciertos rasgos que marcan diferencias importantes al compa-
rarlo con un clientelismo tradicional, propio de un régimen
autoritario7 caracterizado por mecanismos de articulación al-
tamente jerárquicos y estructuras reticulares verticales.
Son muchos los sentidos que se han dado al concepto de
clientelismo desde el registro del vocablo en la Roma de la an-
tigüedad. Cabe anotar que la etimología de la palabra “cliente”,

6
 Véase Luz María Cruz Parcero, op. cit.
7
 Se trata de un sistema que no cuenta con mecanismos para la incor-
poración de los ciudadanos como actores de derecho con capacidad de in-
fluencia en las instituciones (Diana Margarirta Favela Gavia, Protesta y
reforma en México. Interacción entre Estado y sociedad, México, unam,
2006, p. 225).

–9–
así como sus derivaciones, proviene del latín cliens, que significa
protegido, con el sufijo ismo como tendencia o actividad.
El Diccionario crítico etimológico de la lengua castella-
na recoge este mismo sentido, del que se deriva clientela.8
También Gómez Silva lo define como proveniente del latín
clientem, acusativo de cliens (radical client) ‘cliente, prote-
gido’ (sentido implícito: ‘persona que se apoya en otra’), del
indoeuropeo kli-ent- ‘que se apoya’, de klei- ‘apoyarse’.9
Si bien la etimología asocia el término con formas de
protección y apoyo que se daban en la Roma de la antigüe-
dad, Tácito documenta la existencia de propietarios tiranos
y al mismo tiempo protectores. El término antiguo parece
recoger una especie de amalgama entre protección y apoyo
para que los clientes alcanzaran la libertad, pero también se
asocia con una sumisión tiranizada.
Tanto desde la perspectiva académica como desde el traba-
jo periodístico, un denominador común que destaca cuando se
habla de clientelismo es su inminente condena y la crónica de
sus perversiones. No obstante, en los últimos 20 años, la litera-
tura académica ha resultado particularmente prolífica al abordar
nuevas maneras de observar el fenómeno clientelar. Sin dejar de
considerar los efectos perversos de ciertas formas clientelares,
este tipo de enfoques analiza las estructuras reticulares, así como
los mecanismos y recursos que se insertan en las redes.
Trabajos relevantes para comprender el clientelismo en
el contexto latinoamericano como los de Javier Auyero10

8
 Joan Corominas, Diccionario crítico etimológico de la lengua castella-
na, Madrid, Gredos, 1974, p. 820.
9
 Guido Gómez de Silva, Breve diccionario etimológico de la lengua es-
pañola, México, Fondo de Cultura Económica, 1988, p. 169.
10
 Javier Auyero, ¿Favores por votos? Estudios sobre clientelismo político

– 10 –
y Robert Gay11 tienen la virtud de escapar de esa estigma-
tización o condena para entender motivaciones y estructu-
ras que favorecen la persistencia del fenómeno y su potencial
para conseguir bienes colectivos y no solamente individuales,
como sucede con las estructuras clientelares clásicas.
Para los fines de este texto, entenderemos por clientelismo,
en primer término, un fenómeno social y político que se estruc-
tura de manera reticular y que manifiesta, tanto en el interior
como en el exterior, una serie de tensiones y contradicciones que
dificultan su aprehensión en términos de objeto de estudio. El
clientelismo no deja de ser también una forma de acción colecti-
va cuyo tejido reticular se expande y encuentra cobijo en diver-
sas formas de organización social y regímenes; en particular lo
ubicaremos en un tipo de régimen de corte democratizante con
potencial para generar capital social. No obstante, es importan-
te aclarar que los mecanismos que operan en las relaciones clien-
telares son muy diversos y que los resultados de la interacción
pueden en ocasiones producir beneficios colectivos.12
Por constitución entenderemos una forma de vida políti-
ca comunitaria y no una cosa material representada en el tex-
to escrito, donde la ciudadanía “se define por su participación
como representantes de la comunidad”.13
Para comprender los alcances del texto constitucio-
nal que ha entrado en vigor en fecha reciente, es importante

contemporáneo, Buenos Aires, Losada, 1997, y “Los sinuosos caminos de


la etnografia política”, Pléyade (10), pp. 15-36, 2012.
11
 Robert Gay, “Rethinking Clientelism: Demands, Discourses and
Practices in Contemporary Brazil”, European Review of Latin American
and Caribbean Studies (65), 1998.
12
 Luz María Cruz Parcero, op. cit.
13
 Patricio Emilio Marcos Giacomán, “¿Qué es una constitución?”,
Quaestio Iuris, 11 (01), 2018, pp. 461-484.

– 11 –
aclarar una primera distinción entre el texto en papel y lo que
en realidad significa constituir:

Constituere se compone del prefijo con o conjunto y del verbo


statuere que significa disponer o situar. Empero, lo interesante
es que statuere deriva del verbo stare, el cual refiere a una po-
sición o condición –estar parado o de pie–, de donde proviene
la palabra status, que a la letra significa ‘estado’, una forma de
vida política comunitaria, no una cosa material como se cree en
nuestros días, identificada normalmente con la organización
del poder, toda vez que tal condición o estado está determina-
da por la existencia o inexistencia de gobierno.14

La definición da pie para preguntarnos acerca de la for-


ma de vida que corresponde a la constitución, posición o
condición de la ciudad y, en este sentido, ubicar el lugar que
ocupan las relaciones clientelares como formas de participa-
ción muy arraigadas y estatuidas.

Preludio: para entender el clientelismo15

Caracterizamos el clientelismo como un fenómeno que cuen-


ta con una gran capacidad de adaptación, cuyas mutaciones le

14
 Ibid.
15
 Las reflexiones que se presentan en este apartado forman parte de una
investigación más amplia de la autora (Luz María Cruz Parcero, op. cit.).
Al aclarar algunos de los ejes problemáticos para el estudio del clientelis-
mo, me ha parecido importante presentar al lector una síntesis de las prin-
cipales posturas relacionadas con el tema, con el fin de revisarlas a la luz del
nuevo ordenamiento constitucional de la Ciudad de México y del debate
en torno a las formas de participación formales e informales que se desa-
rrollan en este mismo contexto.

– 12 –
han permitido no sólo la supervivencia, sino también su re-
producción en regímenes más plurales.
Esta capacidad para mutar lo dota de rasgos de difícil
aprehensión, al diferenciarse de las características atribui-
das y de frecuente práctica en los regímenes precedentes a la
apertura electoral de los años setenta.
Diferenciar las características del clientelismo de antaño
frente al vigente permite observar un mayor número de di-
mensiones del mismo fenómeno que van más allá de la común-
mente relacionada con un simple intercambio de bienes por
favores tejido en un sinfín de redes de inequidad personalistas.
Hablamos de un concepto con carácter polisémico, dado
a partir de un proceso en el que el mismo concepto se rede-
fine por el cambio que, durante más de medio siglo y desde
campos disciplinarios distintos, ha permitido explicar formas
de vinculación política fundadas en la asimetría, la subordi-
nación y la desigualdad de las relaciones entre patrones y
clientes, pero que, en cuanto concepto que explica una for-
ma de relación social y política dinámica, parece carecer de
la elasticidad necesaria para dar cuenta de las nuevas formas
emanadas de una sociedad más plural.
Observamos una transformación en la naturaleza del fe-
nómeno y la adquisición de un carácter híbrido16 con sutiles
16
 En términos de proceso histórico-político, la figura definida por la
Real Academia Española para la palabra híbrido permite dar cuenta de
cambios paulatinos que no necesariamente borran de tajo las características
que la han definido a lo largo de la historia. En una de sus acepciones,
como adjetivo en el campo de la mecánica, la palabra híbrido se refiere a
la posibilidad de que un vehículo pueda funcionar tanto con combustible
como con electricidad. Traducida esta imagen en términos del bagaje de la
ciencia política, podríamos decir que puede funcionar tanto en regímenes
autoritarios como democráticos. En los animales y vegetales, el concepto
se refiere a la procreación por dos individuos de distinta especie; dicho de

– 13 –
cambios que le permiten danzar entre la asimetría y la simetría,
la subordinación y la liberación, la desigualdad y la búsqueda
de condiciones para la igualdad, por lo que resulta necesario
comprender la complejidad de redes asociativas que revelan
espacios con formas de intercambio que parecen equilibrar-
se, liberarse y desarrollarse en condiciones de mayor equidad.
Uno de los problemas para identificar las transformacio-
nes de los mecanismos clientelares es la impureza respecto de
sus formas originales. Resulta evidente que ni la conformación
social ni las características que dieron origen al concepto exis-
ten en las sociedades contemporáneas;17 no obstante, como la
expresión de las relaciones clientelares en la realidad dificulta
el descubrimiento de sus formas puras, lo que es posible iden-
tificar son nuevas maneras de asociación en las que convergen
y se entretejen los mecanismos clientelares tradicionales con
otros de coordinación y capital social, entendido este último
en términos de lo que Putnam define como “determinadas ca-
racterísticas de la organización social, como la confianza, las
normas y las redes, que pueden mejorar la eficacia de la socie-
dad facilitando acciones coordinadas”.18
El reto metodológico al que nos enfrentamos con la revi-
sión del clientelismo contemporáneo radica en la identificación

una cosa, significa que es producto de elementos de distinta naturaleza. Si


se refiere a un individuo: de padres genéticamente distintos con respecto a
un mismo carácter.
17
 En la antigua Roma se denominaba cliente al hombre libre que acu-
día a hacerle la corte al padre de familia y que públicamente se proclama-
ba como tal (Philippe Ariès y Georges Duby, Historia de la vida privada
I. Del imperio romano al año mil, vol. 1, dirigido por Paul Veyne, Madrid,
Altea, Taurus, Alfaguara, 1987, p. 98).
18
 Robert Putnam, Para que la democracia funcione. Las tradiciones cí-
vicas en la Italia moderna, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológi-
cas, 2011, p. 237.

– 14 –
de las características que lo hacen diferente de las formas que
lo antecedieron. Al decir hibridación clientelar, buscamos dis-
tinguir las nuevas formas de intercambio que se van tejiendo en
las mismas redes que constituyen las relaciones clientelares tra-
dicionales, cuyas características como la asimetría, la subordi-
nación y la desigualdad perduran y conviven con mecanismos
relacionales que tienden a equilibrios democráticos a partir
de actores que gozan de mayor libertad y cuentan con capa-
cidad para orientar la acción colectiva hacia el logro de me-
tas comunes.
Consideramos que los enfoques valorativos y condenato-
rios de lo clientelar han constituido un dique para revisar otras
caras, por lo que el problema observado ha dejado de ser obje-
to de estudio o sustantivo para revisarse como adjetivo, caracte-
rística o atributo de las relaciones que suceden y se sostienen en
el ámbito del sistema político mexicano, y de manera más gene-
ralizada en el ámbito de lo electoral,19 lo cual se ha traducido de
forma casi mecánica en un estigma sobre el cual lo correcto ha
sido pronunciarse en un sentido condenatorio, casi inquisitorial,
me atrevería a apuntar. Se trata de una manera de enfocar las re-
laciones de lo clientelar que necesariamente nos conduce a verlas
como un tipo de relación indeseable en contextos democráticos.
En la literatura académica, el concepto clientelismo se
aborda generalmente a partir una connotación negativa que

19
 Al identificar el clientelismo como “compra de votos”, el concepto
pierde su historia y su lugar “como mucho más que un intercambio pun-
tual e interesado entre dos actores y, de modo general, toda su densidad
como hecho social y como fenómeno complejo de la vida política y so-
cial” (Gabriel Kessler, “Presentación. Aportes para pensar el clientelismo
sin prejuicios”, en Hélène Combes y Gabriel Vommaro, El clientelismo po-
lítico: desde 1950 hasta nuestros días, libro electrónico, Buenos Aires, Si-
glo xxi, 2016, p. 19).

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pervierte las relaciones en una sociedad política. Esta pers-
pectiva observa, analiza y documenta el lado oscuro del in-
tercambio clientelar.
François-Xavier Guerra, por ejemplo, describe el clien-
telismo como la adhesión a una persona;20 para Alan Kni-
ght,21 esta adhesión se da a través de la figura del cacique o
el caudillo, quienes fungen o encarnan la representación de
los sistemas clientelistas; Enrique Semo lo caracteriza como
“uno de los adversarios más antiguos y persistentes de la re-
pública y la democracia en México”, que ha estado con noso-
tros durante cinco siglos.22
A partir de estas descripciones, la pregunta que nos hace-
mos se refiere a las mutaciones. Si acordamos con Semo que
el clientelismo se encuentra enraizado desde hace cinco si-
glos, y desde la historia y la literatura nos han descrito algu-
nos de sus atributos, la pregunta que corresponde hacer es:
¿Qué ha cambiado en ese lapso de tiempo?
La limitación de la perspectiva histórica en el análisis del
fenómeno es de carácter temporal, ya que circunscribe el fe-
nómeno a contextos que han cambiado. Resulta evidente que
las características atribuidas al clientelismo en los señoríos
prehispánicos no son las mismas que las que presenta en los
años sesenta o setenta o las de hoy en día.
Desde un enfoque valorativo, los elementos para estu-
diar el clientelismo se asocian con su capacidad corruptora,

20
 François-Xavier Guerra, México. Del Antiguo Régimen a la Revolu-
ción, México, Fondo de Cultura Económica, 1988, p. 145.
21
 Alan Knight, “Cultura política y caciquismo”, Letras libres, diciem-
bre de 2000.
22
 Enrique Semo, México: Del antiguo régimen a la modernidad. Refor-
ma y revolución, México, unam-uacj, 2012, p. 583.

– 16 –
pero en cuanto mecanismo relacional, en las redes clientelares
es también posible observar formas, quizá precarias, de capi-
tal social23 que se perciben cooperativas, productivas y capa-
ces de sostener la acción colectiva.
Observar la naturaleza del fenómeno clientelar, sus ma-
tices y cambios en contextos de pluralidad, permite descubrir
diversos tipos de relaciones que se traducen en imágenes po-
liédricas que presentan ángulos y caras que van desde lo per-
verso hasta lo cooperativo, y es de esta manera como resulta
posible establecer qué tipo de mecanismos favorecen u obsta-
culizan la solución de problemas de acción colectiva y cómo
ocurre su articulación.
Para este fin resulta fundamental la recuperación de pers-
pectivas que han abordado el fenómeno clientelar de manera
comprensiva y no denostativa, como las de la literatura aca-
démica latinoamericana.24 Además de ser claramente distin-
tas de los enfoques tradicionales, reiteramos que estas nuevas
formas de abordar lo clientelar permiten ir más allá de su es-
tigmatización y avanzar en su comprensión.
En el contexto europeo también hay importantes re-
lecturas y reinterpretaciones del fenómeno clientelar que
lo ubican como parte de los mecanismos con que cuenta el

23
 Entendemos el capital social como una perspectiva o enfoque teóri-
co que busca explicaciones relacionadas con problemas de desempeño ins-
titucional y desarrollo económico y que se apoya en la teoría de redes para
comprender las interconexiones de individuos o grupos como soportes de
la acción colectiva [Elinor Ostrom y T. Ahn, “Una perspectiva del capital
social desde las ciencias sociales: capital social y acción colectiva”, Revista
Mexicana de Sociología, 2003, año 65 (1), pp.155-233].
24
 Véanse Javier Auyero, ¿Favores por votos? Estudios sobre clientelismo
político contemporáneo, op. cit., y “Los sinuosos caminos de la etnografia
política”, op. cit; pp.15-36; y Robert Gay, “Rethinking Clientelism: De-
mands, Discourses and Practices in Contemporary Brazil”, op. cit.

– 17 –
Estado para llegar a ciertos espacios que su estructura for-
mal no pemite.25
Los trabajos sobre clientelismo en nuestro país permiten
identificar de manera clara tres formas de mirar el fenómeno:
la historicista, más general y vinculada a los procesos de for-
mación del sistema político mexicano;26 la electoral, con dos
vertientes –la denunciativa o de estigmatización, que subraya
los efectos nocivos que para la democracia electoral tienen las
prácticas clientelares,27 y la analítica, que cuenta con un mayor
potencial al detenerse en análisis y reflexiones profundas sobre
la caracterización, cambios, continuidades y los nuevos mecanis-
mos que favorecen la reproducción de las clientelas electora-
les–;28 y una tercera, basada en trabajos de tipo etnográfico, que
25
 Jean-LouisBriquet y Frédéric Sawicki, Le clientélisme politique dans
les sociétés contemporaines, París, Presses Universitaires de France, 1998.
26
 Véanse Enrique Semo, op. cit.; Lorenzo Meyer, “Los caciques: Ayer, hoy
¿y mañana?”, en Letras Libres, diciembre de 2000; Roderic Ai Camp, Poli-
tics in Mexico, 2ª. ed., Nueva York, Oxford University Press, 1996; Wayne
Cornelius y Ann L. Craig, “Politics in Mexico”, en Gabriel Almond y G.
Bingham Powell (eds.), 448.Comparative Politics Today, de Boston, Little
Brown, 1988; Romana Falcón, Revolución y caciquismo en San Luis Poto-
sí, México, El Colegio de México, 1984, y Arnaldo Córdova, La ideología
de la revolución mexicana, México, Era, 1973.
27
 Luis Carlos Ugalde, Por una democracia eficaz, México, Aguilar, 2012.
El trabajo de Ugalde refiere problemas sistémicos de la democracia, entre los
cuales aborda el clientelismo, al que caracteriza como “un sistema de inter-
cambio de beneficios entre un ‘patrón’ y sus ‘clientes’, entre políticos que dan
prebendas, cargos públicos y presupuestos a cambio de apoyo político o eco-
nómico; un sistema de intermediación en el cual los patrones (el gobierno, el
partido) dan dinero, puestos, beneficios laborales, contratos y concesiones a
diversos clientes organizados (los sindicatos, las organizaciones campesinas,
los grupos urbanos, los gremios empresariales y de profesionistas) a cambio de
votos, de financiamiento para campañas o, simplemente, para que haya estabi-
lidad y orden”. En este capítulo el autor refiere un tipo de clientelismo corpo-
rativista, vinculado con sindicatos (fstse, snte, stprm, sntss, stunam, unt),
centrales (cnc), grupos urbanos (prd-df) o empresariales (Telmex) que se han
caracterizado por su poder, membresía y recursos.
28
 Beatriz Magaloni, Alberto Díaz-Cayeros y Federico Estévez, “Clien-
telism and portfolio diversification: a model of electoral investment with

– 18 –
articula movimientos sociales, partidos políticos y estructuras
gubernamentales.29
Si bien uno de los problemas para abordar y delimitar el
concepto se relaciona de manera directa con los enfoques men-
cionados, uno adicional deriva de ver el clientelismo como un
concepto paraguas en el que cabe todo; se trata de una perspec-
tiva que reconoce los atributos más generales del fenómeno sin
una contextualización adecuada.
El segundo problema es su revisión a partir de ciertas
figuras que dan forma a lo clientelar, llámese patrón, caci-
que, caudillo o líder. 30 Puesto que el vínculo clientelar se teje
de manera personal, resulta relativamente sencillo asociar

applications to Mexico”, en Herbert Kitschelet y Steven I. Wilkinson, Pa-


trons, Clients, and Policies. Patterns of Democratic Accountability and Political
Competition, Cambridge, Cambridge University Press, 2007; Elizabeth Co-
bilt Cruz, Entre el cliente y el patrón: la intermediación política en los periodos
de latencia, tesis para obtener el grado de maestra en Ciencias Sociales, Méxi-
co, Flacso, 2008, y Ulises Beltrán y R. Castro Cornejo, “Clientelismo de gorra
y camiseta”, México, Nexos, 1 de diciembre de 2015.
29
 Héctor Tejera Gaona, “No se olvide de nosotros cuando esté allá
arriba” Cultura, ciudadanos y campañas políticas en la ciudad de Méxi-
co, México, Miguel Ángel Porrúa, 2003, y Participación ciudadana y es-
tructura política en la Ciudad de México, México, uam-Gedisa, 2015; Ma-
ría Magdalena Tosoni, “Notas sobre el clientelismo político en la Ciudad de
México”, Perfiles Latinoamericanos, 2007; Martín Paladino, “A quién re-
presentan los intermediarios? Reflexiones acerca del campo clientelar y sus
efectos sobre representantes y representados”, en Diana Guillén y Alejan-
dro Monsiváis, Desafíos para la participación e inclusión democráticas en
México, Tijuana, BC, El Colegio de la Frontera Norte, 2014; Martín Pala-
dino, “El sentido de la acción: interés y solidaridad en el movimiento urba-
no popular de la Ciudad de México”, en María Luisa Tarrés, Laura Montes
de Oca y Diana Silva Londoño, Arenas de conflicto y experiencias colec-
tivas. Horizontes utópicos y dominación, México, El Colegio de México,
2014; G. Zaremberg, op. cit.
30
 Para caracterizar las redes clientelares, podemos identificar dos tipos,
las que portan figuras tradicionales (compadrazgo, cacicazgo, caudillismo,
camarilla, corporativismo) y la de tipo instrumental contemporáneo, aso-
ciada con liderazgos cuyos mecanismos de vinculación no siempre apelan
al uso de la presión o la violencia.

– 19 –
los mecanismos con las figuras portadoras; no obstante,
este enfoque también carece de una delimitación histórica y
contextual.
El tercer problema arranca de la estigmatización del con-
cepto, lo que nubla la mirada para descubrir nuevas vetas.
Al llegar a este punto, la vinculación entre los conceptos
que guían el presente texto cobra un sentido mayor. Dejar de
lado los enfoques valorativos o condenatorios abre la posibi-
lidad de revisar desde una perspectiva analítica el Estado, en-
tendido como la forma de vida política que prevalece en la
Ciudad de México.
El concepto de hibridación clientelar permite distin-
guir nuevas formas de intercambio que se van tejiendo en
las mismas redes que dan forma a las relaciones clientelares
tradicionales, cuyas características de asimetría, subordina-
ción y desigualdad perduran y conviven con mecanismos
relacionales que tienden a equilibrios democráticos a partir
de actores que gozan de mayor libertad y cuentan con capa-
cidad para orientar la acción colectiva hacia el logro de me-
tas comunes.
A la luz de estas definiciones básicas, revisemos el estado
o situación de la participación ciudadana para después bus-
car la relación del texto escrito con la verdadera constitución
y, a partir de ahí, identificar las posibilidades de hacer efecti-
vos los instrumentos que el texto escrito consigna.

– 20 –
Pluralismo y diversificación de las redes clientelares31

Parte importante de la historia de la vida política de la Ciudad


de México ha danzado en medio de intrincados procesos de
participación enredados en mecanismos clientelares de rai-
gambre centenaria.
Son tres los periodos que permiten ubicar los anteceden-
tes del clientelismo contemporáneo:

a) El primero se extiende desde 1928 –con la desaparición


de los municipios y la creación de un departamento cen-
tral con cinco delegaciones, junto con la figura de un
consejo consultivo– hasta los sismos de septiembre de
1985, y se caracteriza por relaciones clientelares clara-
mente determinadas en función de los servicios que las
autoridades priistas otorgaban a grupos cuyas necesida-
des encontraban satisfacción mediante su adscripción
como bases de apoyo partidista, la aparición de organi-
zaciones de colonos independientes del partido oficial y
la creación del andamiaje institucional necesario para re-
gular los procesos de urbanización.32,33

31
 Véase Luz María Cruz Parcero, op. cit.
32
 E. Duhau y M. Schteingart, “Políticas de suelo y vivienda popular.
Aplicaciones en las colonias estudiadas”, en Martha Schteingart, Pobreza,
condiciones de vida y salud en la ciudad de México, México, El Colegio de
México, 2002.
33
 El papel de las organizaciones sociales de finales de los años seten-
ta para impulsar el desarrollo del andamiaje institucional relacionado con
la vivienda (Fondo de Operación y Financiamiento Bancario a la Vivien-
da (fovi), Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores
(Infonavit), Fondo de la Vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios So-
ciales de los Trabajadores del Estado (Fovissste), Comisión para la Regula-
rización de la Tenencia de la Tierra (Corett), Fideicomiso Fondo Nacional

– 21 –
b) El segundo periodo abarca desde los sismos de 1985 y la
emergencia de una ciudadanía poco presente hasta en-
tonces34 hasta julio de 1997, año en el que los capitali-
nos elegimos por vez primera al jefe de Gobierno. En este
periodo se observan ciertas formas de participación autó-
noma en la constitución de organizaciones vecinales que
demandan una administración urbana más eficiente.35

de Habitaciones Populares (Fonhapo) es fundamental en este periodo. En el


caso del Distrito Federal, desde 1973 el Frente Popular Independiente (fpi),
antecedente de la Unión de Colonias Populares (ucp) de 1978, “impulsó la
participación de sus organizaciones en las elecciones de los Consejos de Co-
laboración municipal del Estado de México y en las Asociaciones de Resi-
dentes del Distrito Federal” (E. Ortega y M. Schteingart, “Organizaciones
de base y participación de la población”, en M. Schteingart, Pobreza, condi-
ciones de vida y salud en la Ciudad de México, México, El Colegio de Mé-
xico, 2002, p. 340) y planteó la necesidad de articular las acciones de grupos
del valle de México con los de otros estados, lo que dio origen en 1981 a la
Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular (Conamup), cuyo
antecedente es el Primer Encuentro Nacional de Colonias Populares reali-
zado en Monterrey en mayo de 1980 [Angélica Cuéllar Vázquez, “Qué ha
cambiado y qué permanece en los movimientos sociales urbanos del Distri-
to Federal (una aproximación)”, en Lucía Álvarez (coord.), Participación y
democracia en la Ciudad de México, México, La Jornada Ediciones-Centro
de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades/unam,
1997, p. 268].
34
 Como consecuencia de los sismos se organiza la Coordinadora Única
de Damnificados (cud), antecedente de la Asamblea de Barrios, organización
que recuperará demandas históricas del mup (de acuerdo con M. Somuano,
“Movimientos sociales y partidos políticos en México: una relación volu-
ble y compleja”, en I. Bizberg y F. Zapata, Los grandes problemas de México,
vol. VI, Movimientos sociales, México, El Colegio de México, pp. 251-274,
2010), ligado a organizaciones partidarias o parapartidarias: expropiación de
predios, ley inquilinaria y respeto al arraigo, tradiciones y formas de vida (A.
Cuéllar Vázquez, op. cit., p. 272).
35
 María Luisa Tarrés (“Del abstencionismo electoral a la oposición polí-
tica. Las clases medias en ciudad Satélite”, Estudios Sociológicos, 4 (12), 1986)
y María Elena Ducci (“Análisis comparativo de movimientos urbanos en
distintas clases sociales”, en Jorge Alonso (coord.), Los movimientos sociales
en el Valle de México, Ediciones de la Casa Chata, México, ciesas, 1986), ci-
tados en Alicia Ziccardi, Gobernabilidad y participación ciudadana en la ciu-
dad capital, México, iis,unam-Miguel Ángel Porrúa, 1998, p. 131.

– 22 –
c) El tercer periodo va de 1997 a la fecha, y se caracteri-
za por la pluralidad política que avanza con la incorpo-
ración de partidos diferentes al Partido Revolucionario
Institucional (pri) en los cargos de representación, la ar-
ticulación de organizaciones sociales en torno al Partido
de la Revolución Democrática (prd) y la emergencia de
Morena como fuerza política dominante.

En el plano nacional, estos periodos tienen su correlato


con etapas de mayor cerrazón y autoritarismo y, en el último
tramo, con procesos de mayor apertura y pluralismo.
La distinción es relevante, porque permite observar una se-
rie de contradicciones que la pluralidad ha heredado del régimen
previo, con el resultado de que una mayor apertura no necesa-
riamente ha implicado hacer tabula rasa del pasado, sino la in-
corporación de algunas formas y mecanismos más arraigados.
La apertura y el pluralismo del último periodo ha favore-
cido una suerte de hibridación de las relaciones clientelares, lo
cual permite la convivencia de estructuras reticulares tan ver-
ticales como las que observamos en sus formas tradicionales36
con mecanismos que podrían aportar elementos de análisis para
observar una reconfiguración a partir de tejidos más horizon-
tales y con un buen potencial para generar formas de coopera-
ción y capital social.
La hibridación que observamos en las relaciones clientela-
res hoy en día obedece tanto a la búsqueda de los movimientos

36
 Decimos clientelismo tradicional, caracterizado por una relación asi-
métrica de subordinación y obediencia del cliente hacia el patrón, para di-
ferenciarlo del clientelismo contemporáneo, donde el cliente juega un pa-
pel de interlocución en el que puede desdibujarse la relación asimétrica a
partir de la articulación de redes de cooperación.

– 23 –
sociales por la construcción de nuevos espacios de interlocu-
ción, gestión y satisfacción de demandas, como al cambio que
a partir de 1997 abrió la pluralidad en la Ciudad de México.
Dichas transformaciones no podrían entenderse al mar-
gen del rompimiento con un tipo de régimen autoritario, cor-
porativo y clientelar. Una de las razones de la hibridación está
en la manera paulatina en que se han dado los cambios hacia
la pluralidad, lo cual ha pemitido conservar algunos de los
mecanismos tradicionales del clientelismo –la manipulación,
los vínculos con el poder político y los partidos, la violencia
con los disidentes, la lealtad, el control político, la disciplina–,
en una suerte de combinación o coexistencia con mecanis-
mos que sostienen una mayor apertura y garantizan mayores
márgenes de tolerancia.
Si bien en la Ciudad de México es posible identificar un
camino hacia el pluralismo que ha avanzado de la mano con el
impulso en el marco de las reformas electorales iniciadas en
1977, también se observa la persistencia de rasgos de una vida
política fundada en relaciones de corte particularista asocia-
das a aquello que los clientes pueden obtener de grupos en el
poder y partidos políticos.
Una primera mirada al texto constitucional obliga a pre-
guntarnos si las formas de participación, por el hecho de haber
quedado escritas, cuentan con la capacidad de desdibujar para el
futuro los rasgos más acendrados de un clientelismo corruptor
que ha inhibido formas de participación libres, o, en otros tér-
minos, si las nuevas figuras de participación estatuidas cuentan
con la capacidad de romper o matizar algunos de esos atributos
arraigados en nuestro habitus citadino.

– 24 –
La Constitución Política de la Ciudad de
México y las formas de participación

Resultado de un amplio ejercicio de reflexión y deliberación


de quienes integraran la Asamblea Constituyente de la Ciudad de
México entre el 15 de septiembre de 2016 y el 31 de enero
de 2017, el texto constitucional vigente a partir del 17 de sep-
tiembre de 2018 ofrece la oportunidad de revisar la forma en que
fueron discutidos e incorporados una serie de instrumentos de
participación ciudadana, algunos de los cuales tienen vigencia
desde hace más de 25 años: el plebiscito desde 1993, las consul-
tas populares desde 2001 y las consultas ciudadanas desde 2002.
En la redacción de la Constitución, se inserta como fin
colocar al ciudadano en el centro, con el propósito de hacer
de la Ciudad un “espacio civilizatorio, ciudadano, laico y ha-
bitable para el ejercicio pleno de sus posibilidades, el disfru-
te equitativo de sus bienes y la búsqueda de la felicidad”.37
Sin duda, como en muchos textos, estos fines constitu-
yen en todo caso ideales o búsquedas que no necesariamen-
te se adaptan a contextos o situaciones reales. En el caso de la

37
 Diario Oficial de la Federación, Constitución Política de la Ciudad
de México, <http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5470989&
fecha=05/02/2017>, 2017.

– 25 –
Constitución Política de la Ciudad de México, los instrumentos
de participación se erigen como las mejores formas para que
los ciudadanos generemos espacios de civilidad ciudadana con
capacidad para promover sinergias de convivencia y acuerdos.
Sin embargo, no debemos perder de vista que, al repre-
sentar la Constitución una forma de vida, es necesario iden-
tificar cuál es esa forma de vida política que recoge el nuevo
texto constitucional. Una primera observación es la incorpo-
ración de formas de participación ya existentes y la omisión
de una de las formas más arraigadas, la clientelar.
Pero antes de detenernos en este tipo de reflexiones, revi-
semos cómo se redactó la Constitución en lo relacionado con
las figuras de participación ciudadana.

La hechura del texto constitucional

Si bien la reforma constitucional del 29 de enero de 201638


llegó para cumplir con una postergada y debatida demanda
para dotar a la ciudad capital de autonomía y capacidad de
decisión en sus asuntos políticos y legislativos,39 es necesario
38
 Diario Oficial de la Federación, Decreto por el que se declaran refor-
madas y derogadas diversas disposiciones de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, en materia de la reforma política de la Ciudad
de México, 2016, <http://www.dof.gob.mx/avisos/2480/SG_290116_vesp/
SG_290116_vesp.html>.
39
 La reforma constitucional de 2016 llega a la zaga de una serie de de-
mandas por la democratización del Distrito Federal registradas en reformas
y debates que datan de hace más de 30 años. Entre las primeras demandas
de quienes en ese momento constituían las fuerzas de oposición, destaca la
elevación a rango constitucional de una serie de reformas que empiezan a abrir
brecha para otras de mayor calado que se sucederían en adelante. En la refor-
ma de 1986 destaca la creación de la Asamblea de Representantes del Distri-
to Federal; diez años después, la reforma de 1996 dota al Distrito Federal de su

– 26 –
también apuntar que se inscribe como uno de los últimos es-
labones que cierran el Pacto por México.40
La reforma implicó la modificación de 52 artículos cons-
titucionales y la derogación de fracciones de los artículos 76
y 105, relacionadas con facultades del Senado y la Suprema
Corte de Justicia de la Nación.
Entre los aspectos relevantes para la Ciudad, destaca el
cambio de Distrito Federal por Ciudad de México como en-
tidad federativa, sede de los Poderes de la Unión y capital de
los Estados Unidos Mexicanos (Artículo 44).
El Artículo 122 establece la organización y distribución
de poderes en la Ciudad –que se define como entidad federa-
tiva con autonomía relativa en cuanto a su régimen interior y
su organización política y administrativa–, donde el ejercicio

primera asamblea legislativa, de una jefatura de gobierno elegida por los ciuda-
danos y de la definición de reglas para la elección de los titulares de los órganos
político-administrativos de las demarcaciones territoriales (delegaciones). Esta
última reforma derivó del Acuerdo Político Nacional firmado el 17 de enero de
1995 por el presidente Ernesto Zedillo, sobre la base de una serie de compromi-
sos entre el Partido Acción Nacional (pan), el pri, el prd y el Partido del Traba-
jo (pt), entre los que, además de avanzarse en la reforma electoral “definitiva”, se
incorporó el tema de la reforma política para el Distrito Federal.
40
 Cárdenas Gracia llama la atención sobre este hecho y señala que el com-
promiso 91 del Pacto por México expresa textualmente: “Impulsaremos el
nombre oficial de la Ciudad de México que es la capital de la República. Se do-
tará de una constitución propia al Distrito Federal; se revisarán las facultades
del Jefe de Gobierno y de la Asamblea Legislativa del df; en el orden de gobier-
no delegacional o equivalente se impulsará la elección de gobiernos colegiados
con representación plural, semejante a los ayuntamientos, acorde con la pre-
sencia de las fuerzas políticas en cada demarcación; y se definirá un esquema
del Distrito Federal que considere su carácter de capital de la República” (Jai-
me Cárdenas Gracia, La Constitución de la Ciudad de México. Análisis crítico,
2017, tomado de Biblioteca digital del Senado de la República, <http://biblio-
digitalibd.senado.gob.mx/bitstream/handle/123456789/3848/LIBRO%20
LA%20CONSTITUCION%20DE%20LA%20CIUDAD%20DE%20
MEXICO%2018-12-2017.pdf?sequence=1&isAllowed=y>), consulta hecha
el 28 de septiembre de 2018.

– 27 –
del Poder Legislativo recae en la Legislatura de la Ciudad de
México, cuyos diputados “podrán ser electos hasta por cua-
tro periodos consecutivos”, el Poder Ejecutivo es ejercido
por una jefatura de gobierno sin posibilidad de reelección,
cuyas funciones se determinan en la misma Constitución, y el
Poder Judicial queda en manos del Tribunal Superior de Jus-
ticia de la Ciudad de México, el Consejo de la Judicatura y los
juzgados y tribunales locales.
El mismo artículo también establece, en su fracción VI,
que el gobierno de las demarcaciones territoriales estará a
cargo de las alcaldías,41 define los principios a los que debe-
rán sujetarse su integración, organización administrativa y
facultades, y determina que estos principios deberán quedar
establecidos en la Constitución y las leyes locales.
El apartado C del artículo citado refiere que la coordina-
ción entre Federación, Ciudad de México, demarcaciones y
estados y municipios conurbados funcione mediante un con-
sejo de desarrollo metropolitano.42
Los artículos 71 y 135 dotan al Poder Legislativo de la
atribución para iniciar leyes ante el Congreso de la Unión.
En su Artículo séptimo transitorio, la reforma constitu-
cional abordó la conformación y atribuciones de la Asam-
blea Constituyente de la Ciudad de México. Determinó su

41
 El Artículo cuarto transitorio establece: “Los Concejos de las dieci-
séis Alcaldías electos en 2018 se integrarán por el Alcalde y diez Concejales
electos según los principios de mayoría relativa y de representación pro-
porcional, en una proporción de sesenta por ciento por el primer principio
y cuarenta por ciento por el segundo”.
42
 Desde la perspectiva de Cárdenas Gracia (op. cit.), un órgano tecnocrá-
tico, carente de legitimidad democrática de origen, que adoptará decisiones
en la opacidad, a partir de supuestos criterios técnicos que no serán consulta-
dos a los ciudadanos de la Ciudad ni a los del resto de las entidades federativas.

– 28 –
integración con cien diputados, así como los mecanismos
para su selección: 60 elegidos por el principio de representa-
ción proporcional mediante voto popular, 14 senadores y 14
diputados designados por sus respectivas cámaras, seis dipu-
tados designados por el presidente de la República y seis de-
signados por el jefe de Gobierno del Distrito Federal. Este
mecanismo fue ampliamente criticado por no ser ni demo-
crático ni representativo.
Un vicio de origen fue la forma de integración de la
Asamblea Constituyente, de carácter partidista y antidemo-
crático. Como correlato del dominio que ejercen los partidos
políticos en todos los espacios de decisión de la vida política
nacional, la conformación del constituyente no escapó de esa
lógica. El mecanismo de selección privilegió las designacio-
nes y las representaciones partidistas, en detrimento de otro
tipo de candidaturas alejadas de los partidos políticos.
En el cuadro de la página siguiente se presenta la integra-
ción de la Asamblea Constituyente con base en su origen. De
su lectura se desprende una clara sobrerrepresentación del pri,
con 22 diputados constituyentes entre los del partido y los de-
signados por el Ejecutivo federal, es decir, el mismo número
que Morena, que ingresó por la pista de la representación pro-
porcional. Algo similar sucedió con el prd, que siendo segun-
da fuerza obtuvo un diputado más que Morena.
Con un claro sesgo de sobrerrepresentación, la elec-
ción de los 60 asambleístas, realizada el domingo 5 de ju-
nio de 2016, concitó la participación de tan solo 2 145 655
ciudadanos, el equivalente a 28.7% de una lista nominal de
7 481 598 ciudadanos; del total de votos computados, 8%
fue inválido o nulo.

– 29 –
Asamblea Constituyente de la Ciudad de México
Composición por grupo parlamentario y origen

Constituyentes electos Constituyentes designados

de la República
parlamentario

de Diputados
de Senadores

de la Ciudad
Presidencia

de México
Gobierno
Cámara

Cámara
Grupo

Total
RP

prd 19 2 2 0 0 23

Morena 22 0 0 0 0 22

pri 5 6 5 0 0 16

pan 7 5 3 0 0 15

Ejecutivo
Federal 0 0 0 6 0 6

Constitucionalista 1 0 0 0 5 6

pvem 1 1 1 0 0 3

mc 1 0 1 0 1 3

na 2 0 1 0 0 3

pes 2 0 1 0 0 3

Total 60 14 14 6 6 100

Fuente: Elaboración propia con base en <http://www.diputados.gob.mx/asamblea


constituyentecdmx/>.

El proceso para la discusión del texto constitucional que-


dó establecido en la reforma del 29 de enero de 2016, la que

– 30 –
en su primer artículo transitorio estableció la entrada en vi-
gor del decreto a partir del día siguiente de su publicación en
el Diario Oficial de la Federación.
Se otorgó al jefe de Gobierno la facultad exclusiva de
elaborar y remitir el proyecto de constitución a la Asamblea
Constituyente:

Es facultad exclusiva del Jefe de Gobierno del Distrito Federal ela-


borar y remitir el Proyecto de Constitución Política de la Ciudad
de México, que será discutido, en su caso modificado, adicionado,
y votado por la Asamblea Constituyente, sin limitación alguna de
materia. El Jefe de Gobierno deberá remitir el proyecto de Cons-
titución Política de la Ciudad de México a la Asamblea Constitu-
yente a más tardar el día que ésta celebre su sesión de instalación.43

Entre las facultades conferidas en el noveno transitorio,


la Asamblea Constituyente se encargó de discutir, modifi-
car, adicionar, aprobar, expedir y ordenar la publicación de la
Constitución Política de la Ciudad de México el 5 de febrero
de 2017, para su entrada en vigor el 17 de septiembre de 2018.
En consonancia con la reforma electoral de 2014, se consi-
deró la incorporación de la figura de las candidaturas sin parti-
do. Para su postulación, fue requisito el registro de fórmulas que
contaran con el respaldo de 1% de la lista nominal de electores
en el ámbito respectivo. Para dar una idea de lo que este porcen-
taje representa, aplicado a la elección de jefe de Gobierno se hu-
biese requerido la firma de casi 75 mil ciudadanos.

43
 Diario Oficial de la Federación, Decreto por el que se declaran refor-
madas y derogadas diversas disposiciones de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, en materia de la reforma política de la Ciudad
de México, 2016, op. cit.

– 31 –
Aunque el voto por los independientes se disgregó en-
tre las 21 fórmulas, es destacable la preferencia ciudadana
por este tipo de figuras que, en conjunto, alcanzaron casi 9%
de la votación total, dos puntos porcentuales más que el pri,
partido que alcanzó 7.76%. El candidato independiente de la
fórmula uno, Ismael Figueroa, logró incluso más votos que
el Partido del Trabajo (pt), y casi igualó los obtenidos por el
Partido Verde Ecologista de México (pvem).
El voto ciudadano por los independientes logró la inclusión
de una sola fórmula, mientras que el pri, uno de los partidos
con menor peso en la Ciudad de México desde 1997, alcanzó
16 diputaciones, una más que el pan, que en el ámbito local
ha registrado mayores preferencias electorales.44

Formas de participación en el texto constitucional

Homero Saltalamacchia y Alicia Ziccardi45 describen cuatro


formas de participación no excluyentes:
• Institucionalizada: la que está reglamentada para
que la ciudanía participe en los procesos de toma de
decisiones.
• Autónoma: la ciudadanía participa mediante asocia-
ciones civiles; el gobierno no organiza ni controla.

44
 Desde la reforma política de 1996, que dotó a la Ciudad de un estatu-
to y otorgó a los ciudadanos la posibilidad de elegir a nuestras autoridades,
la presencia del pri se desdibujó hasta convertirse en la cuarta fuerza en los
últimos procesos electorales.
45
 Homero Saltalamacchia y Alicia Ziccardi, “Las ciudades mexicanas
y el buen gobierno local: una metodología para su evaluación”, Revista
Mexicana de Sociología (1), 2005, pp. 31-97.

– 32 –
• Clientelística: la autoridad y los individuos o gru-
pos se relacionan mediante el intercambio de favo-
res o cosas.
• Incluyente o equitativa: se promueve la participación
de toda la ciudadanía, independientemente de la per-
tenencia o identidad partidaria, religiosa o de clase so-
cial, sin que medie el intercambio de favores.

En la Ciudad de México estas formas de participación


se combinan en diferentes contextos y podemos ver, además
de formas institucionalizadas y autónomas, la influencia de
grupos asociados por gremios (ambulantes, franeleros, trans-
portistas, etc.) y partidos que dan cuenta de una asociación
de corte clientelar, aunque en el texto constitucional no se
reconozca.
En este apartado abordaremos las formas de participa-
ción que reconoce el texto constitucional, para dejar al final
la reflexión acerca del clientelismo.
En los temas relacionados con la participación, el tex-
to constitucional parece buscar el gobierno de muchos para
el bien común, lo cual le da un carácter democrático, aunque
también incorpora formas de participación propias del repu-
blicanismo como las de la democracia directa.
En el capítulo II del título cuarto, el texto constitucio-
nal aborda los temas de democracia directa, participativa y
representativa, garantizando el derecho y el deber de las ciu-
dadanas y ciudadanos para “participar en la resolución de
problemas y temas de interés general y en el mejoramiento de las
normas que regulan las relaciones en la comunidad, a través
de los mecanismos de democracia directa y participativa”.

– 33 –
En este tenor, la democracia participativa se entiende como
“el derecho de las personas a incidir, individual o colectiva-
mente, en las decisiones públicas y en la formulación, ejecu-
ción, evaluación y control del ejercicio de la función pública,
en los términos que las leyes señalen” (Artículo 25).
Los mecanismos de democracia directa considerados en
el texto constitucional son: iniciativa ciudadana, referéndum,
plebiscito,46 consulta ciudadana,47 consulta popular48 y revo-
cación de mandato.

46
 La figura de plebiscito se incorporó como práctica en 1993, en el marco de
un amplio debate por el reconocimiento de los derechos de los ciudadanos de la
Ciudad de México para elegir a sus autoridades. El plebiscito del 21 de marzo de
1993 impulsó la promulgación del Estatuto de Gobierno del Distrito Federal el
26 de julio de 1994 en el Diario Oficial de la Federación. En 1995, con la prime-
ra Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal (aprobada el 27 de mayo
de 1995 y publicada el 12 de junio del mismo año), fueron elegidos los prime-
ros consejeros ciudadanos. En 2002 se realizó una segunda consulta plebiscitaria
para la construcción de los segundos pisos en Viaducto y Periférico.
47
 Con base en la Ley de Participación Ciudadana de 1998, en 2002 se realiza-
ron dos consultas ciudadanas: la primera sobre el aumento del precio del boleto
del Metro y la segunda sobre la permanencia de Andrés Manuel López Obrador
como jefe de Gobierno. En 2007, con base en la Ley de Participación Ciudada-
na de 2004, se llevó a cabo una “Consulta Verde” sobre políticas ambientales; en
2008, una sobre reforma energética, y en 2009 una sobre el aumento del precio
del boleto del Metro. Con posterioridad a las modificaciones a la Ley de Parti-
cipación Ciudadana en 2010, se llevaron a cabo dos consultas sobre presupuesto
participativo. En 2012 una nueva reforma incorporó 12 instrumentos de parti-
cipación. En 2013 se llevó a cabo la elección para renovar comités ciudadanos y
consejos de los pueblos, y la consulta sobre presupuesto participativo para 2014.
Con base en la reforma de 2014, en ese mismo año se consultó sobre el presu-
puesto participativo para el ejercicio fiscal 2015, y un año más tarde para el ejer-
cicio fiscal 2016. En 2015 también se realizó una consulta para la creación de un
corredor cultural Chapultepec-Zona Rosa. En 2016 se llevaron a cabo dos con-
sultas: una para la delimitación de un territorio en San Jerónimo Aculco-Lídice,
y la otra sobre presupuesto participativo para el ejercicio fiscal 2017. En los me-
ses de agosto y septiembre de 2017 se llevó a cabo la consulta sobre presupues-
to participativo para 2018; para el presupuesto de 2019, los pasados 28, 29 y 30
de agosto se realizó la consulta vía remota y por Internet, y el 2 de septiembre la
presencial mediante mesas receptoras de opinión.
48
 La primera consulta popular en el otrora Distrito Federal se llevó a cabo en
2001 para conocer la opinión ciudadana sobre el cambio en el horario de verano.

– 34 –
Con relación a la democracia participativa, se consideran
los siguientes planos: territorial, sectorial, temática, pueblos
y barrios originarios y comunidades indígenas residentes. El
presupuesto participativo se incorpora como un derecho ciu-
dadano para decidir “sobre el uso, administración y destino
de los proyectos y recursos asignados al presupuesto parti-
cipativo, al mejoramiento barrial y a la recuperación de es-
pacios públicos en los ámbitos específicos de la Ciudad de
México” (Artículo 26, Inciso B, 1).
De acuerdo con el ordenamiento constitucional, son “las
y los integrantes de las alcaldías [quienes] garantizarán la par-
ticipación de las y los habitantes de la demarcación territo-
rial en los asuntos públicos que sean de su interés, a través
de los mecanismos de participación ciudadana que recono-
ce esta Constitución y la ley de la materia” (Artículo 56, nu-
meral 1). Entre sus obligaciones relativas a la participación
se establece también que deberán informar y consultar a los
habitantes mediante los mecanismos y procedimientos que
establezca la ley en la materia, así como promover la parti-
cipación en programas de desarrollo de la demarcación, en
la ejecución de programas y acciones públicas territoriales,
en el presupuesto participativo, en el uso de suelo, obras
públicas y realización de todo proyecto de impacto territo-
rial, social y ambiental en la demarcación (Artículo 56, nu-
meral 2, I y II).
También se establece el deber de las alcaldías de disponer
los mecanismos para la recepción y atención de peticiones, pro-
puestas o quejas, en formatos accesibles para todos (Artículo 56,
numeral 2, VI).

– 35 –
Otro elemento interesante es la incorporación en el texto
constitucional de asambleas ciudadanas en las unidades territo-
riales, concebidas como "instrumento permanente de informa-
ción, análisis, consulta, deliberación y decisión de los asuntos de
carácter social, colectivo o comunitario; así como para la revi-
sión y seguimiento de los programas y políticas públicas a desa-
rrollarse en la unidad territorial" (Artículo 56, numeral 4).
Como órganos de representación ciudadana, con atribu-
ciones para instrumentar las decisiones de las asambleas ciuda-
danas, se encuentran los comités ciudadanos y los consejos del
pueblo. Los primeros están conformados por nueve integran-
tes honoríficos, quienes duran tres años en el cargo y repre-
sentan los intereses colectivos de los habitantes de las colonias
ante las autoridades del gobierno de la Ciudad de México. Los
consejos del pueblo tienen las mismas facultades, pero mantie-
nen la figura de autoridad tradicional de acuerdo con sus nor-
mas, procedimientos y prácticas tradicionales.
El consejo ciudadano se erige como una instancia ciu-
dadana de coordinación entre los órganos de representación
ciudadana, las alcaldías y el Gobierno de la Ciudad de México,
instancia con atribuciones para emitir opiniones sobre políticas
y programas a aplicarse en la Ciudad y en la demarcación terri-
torial, así como informar al Gobierno de la Ciudad y a las alcal-
días sobre problemas que afecten a las personas que representan
y proponer soluciones y medidas para mejorar la prestación de
los servicios públicos, así como sugerir nuevos servicios, infor-
mar a la ciudadanía sobre sus actividades y el cumplimiento de
sus acuerdos (Artículo 56, numerales 3 al 6).
En cuanto a la incorporación de pueblos originarios y co-
munidades indígenas residentes, sólo les fueron consultados tres

– 36 –
artículos de la Constitución que les afectaban de manera direc-
ta, pero no se sometió a su consulta todo el texto constitucio-
nal.49 Tampoco se previó su consulta para subsecuentes reformas
constitucionales, ni que las que se realicen puedan tener el carác-
ter de vinculantes. No se estableció algún mecanismo para una
conformación pluriétnica de instituciones de la Ciudad ni de las
titularidades del Poder Judicial local, ni del gabinete del Ejecuti-
vo local, ni de los órganos constitucionales autónomos.50
Por su forma, el ordenamiento constitucional establece me-
canismos de participación acordes con un republicanismo que
coloca en el centro la opinión y las decisiones ciudadanas. No
obstante, un vicio de origen es la incongruencia entre esta for-
ma que pretende ser democrática y los mecanismos instituidos
para lograr la participación de la ciudadanía, los cuales quedaron
a merced de una serie de reglas y procedimientos que parecieran
buscar desincentivar la participación ciudadana.

En materia de democracia directa y participativa se establecie-


ron las modalidades más importantes de estas vías de participa-
ción. El déficit del texto constitucional reside en los excesivos
requisitos para promoverlos, en las condiciones que establece
la Constitución para ejercitarlos y, en los supuestos para que
sus resultados puedan ser vinculantes y obligatorios. En algu-
nos casos, como en el derecho a la consulta, se remite a lo que

49
 En contraste, resulta interesante la revisión del proceso de constitu-
cionalización de la participación en Bolivia, donde se incorpora la noción
de democracia comunitaria como forma de ejercicio del poder y de auto-
gobierno” (José Luis Exeni, “Esquiva demodiversidad en Bolivia: entre re-
presentación, participación y autogobierno”, en Maxwell Cameron, Eric
Hershberg y Kenneth Shape (eds.), Nuevas instituciones de democracia
participativa en América Latina: la voz y sus consecuencias, México, Cen-
tre for the Study of Democratic Institutions, ubc-Flacso-Center for Latin
American and Latino Studies, au, 2012, p. 320).
50
 Jaime Cárdenas Gracia, op. cit., p. 107.

– 37 –
establezca la ley. En materia de referéndum respecto a las re-
formas constitucionales se impide que los ciudadanos inicien
el procedimiento, señalándose que sólo pueden instarlo las 2/3
partes de los integrantes del Congreso local.51

La forma en que se insertan los mecanismos de participa-


ción merece dos consideraciones. La primera tiene que ver con
los excesivos requisitos para hacerlos viables, y la segunda con lo
que hemos referido como la falta de consideración del estado de
la participación en la ciudad capital, mediado por redes clientela-
res que se encuentran muy arraigadas en su cultura participativa.
Pero antes de ello es necesario detenernos en la confu-
sión semántica o, al menos, la poca claridad con que el tex-
to constitucional distingue las formas de participación. Para la
democracia participativa considera dos formas: la gestión, eva-
luación y control de la función pública, y el presupuesto parti-
cipativo. En cuanto a la democracia representativa, incluye las
candidaturas sin partido, los partidos políticos y las agrupacio-
nes políticas locales.
La confusión se observa cuando intenta diferenciar las
figuras de democracia directa y democracia participativa.52
En un argumento que regresa al origen de la democracia

51
 Ibid., p. 105.
52
  Se trata de una confusión generalizada ya que, incluso desde la perspecti-
va teórica, el término democracia directa admite diversas definiciones y gradua-
ciones, que van de concepciones minimalistas a maximalistas, y puede referirse a
referendos iniciados por ciudadanos o a cualquier forma de consulta popular, así
como a otras formas de participación ciudadana, incluidos los presupuestos par-
ticipativos. Véase Alicia Lissidini, “Democracia directa latinoamericana: riesgos
y oportunidades”, en Alicia Lissidini, Yanina Welp y Daniel Zovatto (comps.),
Democracia directa en Latinoamérica, Center of Direct Democracy, idea Inter-
nacional, Escuela de Política y Gobierno-Universidad de San Martín, Buenos
Aires, Prometeo Libros, 2008, pp. 13-14.

– 38 –
directa, el Artículo 25 establece que la democracia partici-
pativa se entiende como “el derecho de las personas a inci-
dir, individual o colectivamente, en las decisiones públicas y
en la formulación, ejecución, evaluación y control del ejer-
cicio de la función pública, en los términos que las leyes
señalen”.
No queda clara la intención del legislador de diferenciar
la democracia participativa de la directa, cuando esta última
incluye de manera necesaria a la primera.
El texto constitucional alude a las seis figuras que hemos
mencionado, para incluir a continuación el Artículo 26, que
lleva por título “Democracia participativa”, el cual, sin pre-
via definición, incorpora en el apartado A lo relativo a la ges-
tión, evaluación y control de la función pública, y en el B, el
presupuesto participativo.
Al parecer, el texto constitucional intenta circunscri-
bir en democracia participativa temas relacionados con con-
trol ciudadano, y cuando se refiere a democracia directa lo
hace para diferenciar la forma de la participación respecto
al objeto.

Participación ciudadana: ¿una carrera con


obstáculos?

El texto constitucional reconoce tres formas de participación:


directa, participativa y representativa. En cuanto a la prime-
ra, dispone las seis figuras anotadas en el siguiente cuadro:

– 39 –
Formas de participación en el texto constitucional

Figura
Descripción
en el texto
constitucional
Requisitos para
su presentación
Autoridad
que califica la
procedencia
Procedimientos
Restricciones
Vinculatoriedad
Iniciativa Derecho de los ciu- Deberá reunir las firmas de al Congreso de la Remite a No procederá en mate- No vinculatoria
ciudadana dadanos y ciuda- menos 0.13% de las perso- Ciudad de Mé- la ley en la ria penal, tributaria, ni en
danas para iniciar nas inscritas en la lista nomi- xico, en un pla- materia. materia que contravenga
leyes y decretos, así nal de electores de la Ciudad. zo no mayor de los derechos humanos.
como reformas a la 15 días hábiles
Constitución No podrá realizarse
cuando exista proceso
Puede tener el ca- Para ser preferente deberá electoral.
rácter de preferente. contar con 0.25% de las fir-
mas de las personas inscritas
en la lista nominal de elec-

– 40 –
tores de la Ciudad y ser pre-
sentada el día de apertura del
periodo ordinario de sesiones.

Referéndum Derecho ciudadano Podrá ser solicitado por: No procederá en mate- Los resultados serán vinculantes
a aprobar reformas a) Al menos 0.4% de las y los ria penal, tributaria, ni en cuando cuenten con la participación
a la Constitución ciudadanos inscritos en la materia que contravenga de al menos la tercera parte de las
conforme con el lista nominal de electores los derechos humanos. personas inscritas en el listado
Artículo 69 de ésta* de la Ciudad. nominal del ámbito respectivo.
b) Dos terceras partes de las y No podrá realizarse
los integrantes del Congre- cuando exista proceso El Congreso de la Ciudad de México
so de la Ciudad. electoral. determinará la entrada en vigor de
las leyes o decretos.
Plebiscito Derecho de las y Podrá ser solicitado por: No podrá realizarse Los resultados serán vinculantes
los ciudadanos a a) Al menos 0.4 % de las cuando exista proceso cuando cuenten con la partici-
ser consultados personas inscritas en la electoral. pación de al menos la tercera
“para aprobar o lista nominal de electores parte de las personas inscritas
rechazar decisiones del ámbito respectivo. en el listado nominal del ámbito
públicas que sean b) La persona titular de la respectivo.
competencia del Jefatura de Gobierno.
Poder Ejecutivo de c) Una tercera parte de los
la Ciudad o de las integrantes del Congreso
alcaldías” de la Ciudad de México.
d) Dos terceras partes de las
alcaldías.
Consulta Derecho de la Podrá ser solicitada por al No podrá realizarse Los resultados serán vinculantes
ciudadana ciudadanía para menos 2% de las personas cuando exista proceso cuando cuenten con la partici-

– 41 –
que las autorida- inscritas en la lista nominal electoral. pación de al menos 15% de las
des sometan a de electores del ámbito personas inscritas en el listado
su consideración territorial correspondiente. nominal del ámbito respectivo.
“cualquier tema
que tenga impacto
trascendental
en los distintos
ámbitos temáticos
o territoriales de la
Ciudad”
* El Artículo 69 establece los requisitos para que la Constitución sea reformada o adicionada.
Formas de participación en el texto constitucional (concluye)

Figura
Autoridad

en el texto
Descripción
procedencia
Restricciones

que califica la

constitucional
Requisitos para
Procedimientos

su presentación
Vinculatoriedad

Consulta Derecho de la Podrá ser solicitado por: Se rea- No procederá en mate-


popular ciudadanía para a) Al menos 2% de las per- lizará el ria penal, tributaria, ni
que las autorida- sonas inscritas en la lista mismo en materia que con-
des sometan a nominal de electores de día de la travenga los derechos
su consideración la Ciudad. jornada humanos.
cualquier tema de b) La persona titular de la electoral
trascendencia para Jefatura de Gobierno. local.
la Ciudad c) Una tercera parte de
las y los integrantes del

– 42 –
Congreso de la Ciudad.
d) Un tercio de las alcaldías.
e) El equivalente a 10% de
los pueblos y barrios ori-
ginarios y comunidades
indígenas residentes.
Revocación Derecho de la Deberá solicitarlo 10% de Sólo procederá una vez, Sus resultados serán obligatorios
del mandato ciudadanía para las personas inscritas en la cuando haya transcurrido siempre que participe al menos
separar del cargo lista nominal de electores al menos la mitad de la 40% de las personas inscritas en
a representantes del ámbito respectivo. duración del cargo de la lista nominal de electores del
electos representación popular ámbito respectivo y que 60% de
de que se trate. éstas se manifieste a favor de la
revocación.

Fuente: elaboración propia, con base en la Constitución Política de la Ciudad de México (Diario Oficial de la Federación, 2017).
Sin duda, los requisitos de participación impuestos para
estas figuras resultan muy elevados si consideramos algunos
datos de la participación en la Ciudad de México. Con el fin
de que el lector pueda comprender la dimensión del costo que
implica para el ciudadano la utilización de las figuras estatui-
das por el constituyente, en el siguiente cuadro se presenta una
estimación con base en la lista nominal utilizada en el proceso
electoral de 2018 para la Ciudad de México.

Costo de la participación ciudadana

requeridas*
Porcentaje

con la lista
conforme
de firmas

de firmas
nominal

Número
Figura

Iniciativa ciudadana 0.13 9 939


de la lista nominal de
electores de la Ciudad
Preferente 0.25 19 114
de la lista nominal de
electores de la Ciudad
Referéndum 0.4
de la lista nominal de 30 582
electores de la Ciudad
Consulta ciudadana 2 Si se llevará a cabo en:
de la lista nominal de elec- Benito Juárez
tores del ámbito territorial 7 393
correspondiente Miguel Hidalgo
6 421
Consulta popular 2
de la lista nominal de 152 909
electores de la Ciudad
Revocación 10 Si se llevara a cabo en:
de mandato de la lista nominal de elec- Benito Juárez
tores del ámbito territorial 36 965
respectivo Miguel Hidalgo
18 483
* Cálculo con base en la lista nominal utilizada en el proceso electoral de 2018.
Fuente: elaboración propia con base en Estadístico de Lista Nominal del 16 de abril de
2018.

– 43 –
Numéricamente, la iniciativa ciudadana y el referén-
dum son las figuras con costos de participación más bajos;
para el referéndum se incorpora una condicionante: tam-
bién tendrá que ser aprobado por dos terceras partes del
Congreso.
Aunque el constituyente intentó clasificar las figuras
dentro de la democracia directa, la intervención del Con-
greso implica la incorporación de un mecanismo de demo-
cracia representativa, lo que quiere decir que sólo con el
aval de los partidos los ciudadanos podríamos tener acce-
so a esta figura.
Para las figuras de consulta ciudadana, consulta popular
y revocación de mandato, los porcentajes para su solicitud re-
sultan elevados si consideramos que otro tipo de ejercicios,
como los que convocan al presupuesto participativo, apenas
concitan una participación promedio de 2%, no obstante el
despliegue de organización y recursos por parte del Instituto
Electoral de la Ciudad de México.
Una crítica importante al texto constitucional prove-
niente de uno de sus constituyentes se refiere a la ausencia de
una visión acorde con principios y valores que constitucio-
nes de otros países de América Latina han recuperado desde
la perspectiva del nuevo constitucionalismo latinoamericano.
En lo relativo a la participación, refiere que “no hay poder
ciudadano efectivo” y más bien se la percibe como retórica y
orientada a la simulación.53

53
 Jaime Cárdenas Gracia, op. cit., p. 96.

– 44 –
Elusión de un debate necesario:
la participación clientelar

El texto constitucional dice reconocer la participación de las


personas que habitan la Ciudad, “en sus más variadas formas,
ámbitos y mecanismos que adopte la población de manera
autónoma y solidaria, en los distintos planos de la democra-
cia participativa: territorial, sectorial, temática, pueblos y ba-
rrios originarios y comunidades indígenas residentes”.
No obstante, el constituyente no consideró el cliente-
lismo como una de esas formas de participación que, como
hemos descrito, en algunos espacios de la Ciudad conserva
estructuras reticulares muy verticales, pero en otros su hori-
zontalidad permite observar ciertos grados de autonomía y
lazos solidarios.
En el texto constitucional se omitió la mención de los
mecanismos clientelares arraigados en la Ciudad. Se optó por
estatuir mecanismos asociados con formas de democracia di-
recta, tratando de invisibilizar las relaciones clientelares fuer-
temente arraigadas en diversos espacios de la capital.
A nadie escapa el uso que de este tipo de redes han he-
cho los distintos partidos políticos. Grupos de ambulantes,
solicitantes de vivienda, trabajadores de distintos ramos de la
administración, habitantes de zonas marginadas, y un largo
etcétera, constituyen el sedimento de redes que se han expan-
dido a lo largo y ancho del territorio citadino.
Al ser la dimensión más visible y documentada, resulta sor-
prendente que el constituyente no le haya dado espacio en el
debate. Podríamos suponer que, por tratarse de un tema que
refiere a grupos o sectores de gran influencia, el constituyente

– 45 –
prefirió dejarlo en un punto ciego, quizá con la idea de que si no
se escribe no se ve. Y no obstante, si retomamos el concepto de
constitución anotado al inicio de este texto, resulta evidente que
las relaciones clientelares son uno de los mecanismos constitui-
dos en la participación capitalina.
La omisión en el texto constitucional elude el tema de los
efectos perversos de las redes clientelares, pero al no recono-
cer su existencia tampoco favorece la apertura de un debate –a
nuestro juicio de la mayor relevancia– relacionado con el po-
tencial de esas redes clientelares para alcanzar la cooperación.
No es de extrañar, porque también en el debate teórico se
han privilegiado las miradas que revisan formas de apropiación
privadas enraizadas en los modelos neoliberales, a partir de las
cuales se pierde la capacidad de observar el potencial de las redes
clientelares para articular formas cooperativas que redunden en
beneficios colectivos en un contexto de crisis de la democracia
representativa y la reivindicación de lo común.
La pregunta de fondo para el clientelismo es si las estruc-
turas de apropiación privadas que se dan en la relación cliente-
lar cuentan con algún potencial de extensión hacia lo común.54

54
 Para Laval y Dardot, la reivindicación de lo común nace hace dos de-
cenios, a partir de las luchas sociales y culturales contra el orden capitalis-
ta y el Estado empresarial. No se trata de una invención conceptual, sino de
una fórmula de los movimientos y las corrientes de pensamiento que quie-
ren oponerse a la tendencia que busca extender la apropiación privada a todas
las esferas de la sociedad, la cultura y la vida. “El término ‘común’ designa,
no el resurgimiento de una idea comunista eterna, sino la emergencia de una
forma nueva de oponerse al capitalismo, incluso de considerar su superación.
Se trata igualmente de un modo de volver la espalda definitivamente al comu-
nismo estatal [...] Se trata, pues, para aquellos a quienes no satisface la ‘liber-
tad’ neoliberal, de abrir otro camino [...] En suma, ‘común’ ha llegado a ser
el nombre de un régimen de prácticas, de luchas, de instituciones y de inves-
tigaciones que apuntan a un porvenir no capitalista” (Christian Laval y Pierre
Dardot, Común, Barcelona, Gedisa, 2015, pp. 19-22).

– 46 –
Si el grado de democracia lo medimos por su capacidad
para redefinir instituciones y derechos, y con ello reducir gra-
dualmente la desigualdad y la violencia que la propia sociedad
genera, la búsqueda de alternativas en las formas y mecanismos
reales (en oposición a los ideales) como el clientelismo puede
constituir un punto de arranque en esta tarea de exploración.
Una pregunta que queda en el aire es si, al eludir el debate
acerca de las relaciones clientelares en la Ciudad de México, el
constituyente asumió que las formas de participación consig-
nadas pasarían a exorcizar el clientelismo.
Al dejar el clientelismo en un punto ciego, lo que se logra
es su invisibilización para dotar de mayor fuerza a las figuras
de democracia directa y participativa. No obstante, ello no im-
plica que el fenómeno no exista, aunque en el texto constitu-
cional se haya omitido.
A continuación delinearemos algunos ejes de un deba-
te necesario en torno al fenómeno clientelar en la Ciudad de
México.

– 47 –
Potencial de las redes clientelares
para la formación de capital social

En el centro de la discusión de lo clientelar se tejen dos deba-


tes relevantes: el primero relacionado con sus efectos nocivos
sobre los sistemas democráticos y el segundo con su capaci-
dad para lograr formas de cooperación.
Al ser el primer debate el más explorado y explotado, con-
sideramos necesario voltear la mirada sobre el segundo, a nues-
tro juicio de mayor relevancia y a partir del cual se rescatan
trabajos empíricos del ámbito latinoamericano que describen
diversas formas de articulación del clientelismo, problemati-
zando una buena cantidad de temas asociados con sus efec-
tos corruptores, pero también con aspectos que permiten ver
formas oscilantes que tocan temas de ciudadanía, democracia,
cooperación, redes y formación de capital social.
Es en la perspectiva de este segundo debate donde pare-
ce más rico enfocar el análisis y donde el tema de la ciudada-
nía cobra mayor relevancia.
Si ubicamos la ciudadanía en el eje de la tradición republica-
na, donde las virtudes cívicas y el bien público se erigen sobre lo
privado, el clientelismo, al describirse como un tipo de relacio-
nes particularistas, resulta contrapuesto a este ideal.

– 49 –
Los instrumentos de participación estatuidos en el tex-
to constitucional enaltecen las formas asociadas con la tra-
dición republicana, y desde esta perspectiva resultaría una
obviedad que formas privatizadoras y particularistas no
tengan cabida.
No obstante, el trabajo empírico permite algo que des-
de la teoría parece imposible; se trata, como lo apuntara Jean
François Médard,55 de documentar aspectos que se combinan
en la realidad, pero que teóricamente resultan incompatibles.
Es el caso del clientelismo en la Ciudad de México. La re-
creación de argumentos en torno al carácter perverso de los la-
zos clientelares favorece la caída en un círculo vicioso que ciega la
posibilidad de observar de otra manera el fenómeno. En contras-
te, el trabajo empírico permite mover la mirada y develar dimen-
siones caleidoscópicas;56 abre la puerta para otra perspectiva que
facilita la comprensión de la complejidad de redes y mecanismos
que se tejen tanto de manera interna como externa.
Resultados obtenidos mediante trabajo de campo en dos
organizaciones de solicitantes de vivienda en la Ciudad de
México permiten ilustrar tres aspectos de necesaria conside-
ración en la observación del fenómeno clientelar:

55
 Jean François Médard, “Postface”, en Jean-Louis Briquet y Frédéric
Sawicki, Le clientélisme politique dans les sociétés contemporaines, op. cit.
56
 En un estudio sobre el caso italiano, Simona Piattoni (“Clientelis-
mo virtuoso: Una via di sviluppo nel mezzogiorno?”, Rivista Italiana di
Scienza Politica, a.XXVIII, n. 3, diciembre de 1998) encuentra que las re-
des de clientela, lejos de actuar como frenos a la modernización, favore-
cieron en algunas regiones el desarrollo económico al vehicular respaldos
a la implantación de nuevas instituciones estatales. Y destaca que ese ras-
go desarrollista está más presente cuando el partido dominante debe hacer
frente a una oposición poderosa, porque los patrones se ven en la obliga-
ción de proporcionar bienes y servicios colectivos, o al menos de alcance
más universalista, debido al peligro de que su clientela los deje para acu-
dir a otro político local.

– 50 –
a) La multidimensionalidad de sus redes,
b) su capacidad de interacción con redes de cooperación y,
por ende,
c) cierto potencial de transformación en redes de capital social.

Para ejemplificar estos aspectos encontramos algunas claves


en los movimientos sociales vinculados con la demanda de vivien-
da de sectores marginados y la puesta en operación del progra-
ma gubernamental Fideicomiso Fondo Nacional de Habitaciones
Populares (Fonhapo), creado en 1981 como instrumento de la po-
lítica oficial de vivienda, orientado a intervenir en los procesos de
poblamiento que llevaban a cabo los sectores de más bajos ingre-
sos, y reestructurado dos años después para ser coordinado por la
Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (Sedue).
La observación en campo de dos organizaciones –El
Molino, ubicado en la delegación Iztapalapa, y la Unión de
Colonos, Inquilinos y Solicitantes de Vivienda 11 de noviem-
bre General Emiliano Zapata (ucisv 11 de noviembre), en la
delegación Álvaro Obregón– aporta elementos para docu-
mentar los aspectos mencionados.
En los dos casos, además de la convergencia temporal –am-
bos grupos comienzan estrategias de demanda de vivienda hacia
finales de la década de los años setenta y principios de los ochen-
ta–, se observa la adopción de estrategias de negociación con las
autoridades para la obtención de los predios y la construcción
de vivienda. En este tema, es importante identificar un giro en
las formas de acción colectiva que habían caracterizado a los
movimientos sociales vinculados con la Coordinadora Nacional
del Movimiento Urbano Popular (Conamup),57 principalmente
57
 De acuerdo con J. M. Ramírez Sáiz (“Organizaciones populares y lu-
cha política”, Cuadernos Políticos, 45, 1986, pp. 38-55), entre 1979 y 1982

– 51 –
en líneas de acción defensivas y de confrontación que consis-
tían en la invasión de predios y posteriormente la exigencia de los
servicios públicos (agua, alumbrado, pavimentación, etc.).

Multidimensionalidad de las redes

Para comprender la multidimensionalidad de las redes resul-


ta ilustrativo hacerlo a partir del esquema básico que se ilus-
tra a continuación:

Esquema básico de tejido reticular


Lógicas
Individual Colectiva
Interna Interna
Dimensiones
Externa Externa

Fuente: Cruz Parcero, op. cit., p. 94.

La investigación empírica permite observar que es en la ló-


gica individual y en la dimensión interna donde se encuentran
mecanismos clientelares con base en los cuales los actores bus-
can la obtención de beneficios personales.
El caso de la Unidad Habitacional El Molino constituye
un buen ejemplo. La privatización de los beneficios se obser-
va en la forma de distribución del trabajo para la construcción

tiene lugar una recomposición y coordinación nacional y regional del mup,


con base en el acercamiento progresivo entre colonos, inquilinos y solicitan-
tes, un mayor nivel orgánico y de politización, solidaridad sectorial para lo-
grar la cobertura mutua frente al Estado; y una coordinación local y regional
de los movimientos en el área metropolitana de la Ciudad de México, su in-
tegración en la Conamup y, en el caso de ésta, la creación de la Regional del
Valle de México, compuesta por cuatro zonales: norte, sur (Tlalpan, Contre-
ras, Cuajimalpa y Álvaro Obregón, a la que pertenece la ucisv 11 de noviem-
bre), oriente y poniente.

– 52 –
de las viviendas mediante un sistema de asignación de puntos58
y la incorporación de familiares en algunas de las comisiones.59
Dichos servicios personales generaron beneficios individuales
a quienes llevaban el registro del control de los puntos que se
acumulaban con el trabajo de cada familia.
Lo paradójico en esta ilustración es que, en cuanto estruc-
tura organizacional, la forma de pirámide invertida para la toma
de decisiones favorecía una construcción reticular más horizon-
tal; no obstante, en el momento organizativo de asignación de
vivienda se dan relaciones de subordinación “donde los aspiran-
tes a la posesión de las viviendas se veían en la situación de tener
que hacer favores o prestar ciertos servicios personales a los res-
ponsables”.60 Ello evidencia la inserción de una lógica individua-
lista que ejerce un efecto corruptor sobre el trabajo comunitario.
En la dimensión externa de la lógica individual, la relación se
observa con mayor claridad cuando entran en juego los partidos
políticos, y los habitantes se vinculan fuera de la organización en

58
 El sistema de asignación de puntos, estipulado en el reglamento inter-
no de la agrupación Cananea, se utilizó durante la etapa de construcción de
las viviendas. Para construir éstas se organizaban cuadrillas, y los miembros
de las familias se anotaban en listas en las que se comprometían a trabajar en
determinados días y horarios. Cuantos más días y horas trabajaran, mayor
cantidad de puntos acumularían. Cada vez que se terminaba la construcción
de una vivienda, se la asignaba a la familia que contaba con el mayor pun-
taje. Los puntos se definían con base en los siguientes criterios: antigüedad,
ahorro, participación en asambleas, número de horas de jornadas, número
de guardias y valoración colectiva. Para quedar bien con quienes llevaban el
control de puntos, algunos miembros del grupo se prestaban a hacer favores.
59
 En entrevista realizada con un líder de la organización (5 de septiem-
bre de 2014), se describe el funcionamiento de la comisión de finanzas y el
uso que se le daba para que sus integrantes colocaran a familiares en diver-
sas tareas como el arreglo de instalaciones eléctricas, trabajos de carpinte-
ría o en general labores de mantenimiento.
60
 Lucía Álvarez, La sociedad civil en la Ciudad de México. Actores so-
ciales, oportunidades políticas y esfera pública, México, ciich-unam/Plaza
y Valdés, 2004, p. 158.

– 53 –
busca de beneficios individuales y no colectivos, por ejemplo, los
cargos públicos o las despensas; la gente que pertenece a la agru-
pación sucumbe al canto clientelar por la vía partidista. Dada la
condición de partido predominante61 del prd, se alentó la utili-
zación de mecanismos tradicionales como el reparto de despen-
sas, las promesas de cargos o de obra pública para ganar adeptos.
Las adhesiones al prd y a sus mecanismos clientelares
tienen su origen en la lucha misma por la obtención de los
predios, en la que se produce un rompimiento de las alian-
zas con el pri y los colonos se identifican de manera más cla-
ra con posturas de izquierda. El triunfo del prd a partir de
1997 favorece su acceso a los recursos del gobierno central y
sus demarcaciones y su uso clientelar.
En el caso de El Molino, al tratarse de una organización
que agrupó a cuatro colectivos, los mecanismos clientelares
son diversos y no tienen la misma profundidad ni incidencia
en los distintos grupos.
Hemos mencionado que la asignación de puntos fue una
forma de privatizar los recursos de la agrupación, en una cla-
ra utilización de mecanismos clientelares (favores y recompen-
sas), pero también podemos documentar la incorporación de
algunos de sus miembros a la red partidista.
La adscripción a la vía electoral y el establecimiento de víncu-
los más estrechos con el prd representó para la organización un
punto de quiebre, ya que no todos sus integrantes estuvieron de
61
 De acuerdo con los resultados electorales para diputados federales de
mayoría relativa en la sección 2958, donde se localiza la unidad habitacio-
nal, en 2006 la votación para el prd fue de 75.27%, en 2009 de 27.91%, en
2012 de 44.38% y en 2015 de 46.36%. Con estos porcentajes, el prd había
logrado ubicarse muy por encima de los partidos predominantes en el esce-
nario nacional (pri y pan). La elección de 2018 ha cambiado la correlación
de fuerzas con los triunfos obtenidos por el partido Morena.

– 54 –
acuerdo. La fracción que decidió mantenerse alejada de la vía
partidista buscó la consolidación del trabajo en el plano de la or-
ganización social y se vinculó con el movimiento zapatista.
La elección de las primeras asambleas de representantes en el
Distrito Federal (1988-1991 y 1991-1994) favoreció la celebración
de alianzas electorales entre las organizaciones sociales y políti-
cas para la selección de candidatos, no sin dificultades dada la des-
confianza de las organizaciones sociales en los partidos políticos.62
La evaluación de los resultados de ambas estrategias es in-
teresante. Mientras que la vertiente que optó por la democracia
representativa obtuvo la designación de tres consejeros ciuda-
danos en 1995, el impulso de diputaciones locales y el triunfo de
su candidata en las elecciones vecinales de 1989, la otra vertien-
te optó por proyectos comunitarios de reconstrucción del tejido
social y la atención colectiva de problemas comunes como segu-
ridad pública.63 Se trata de un cambio radical en el que las asocia-
ciones comienzan a participar en la democracia representativa,
“que es muy diferente a la democracia participativa”.64
No cabe duda de que la vía de inserción partidista ha gene-
rado mejores condiciones de infraestructura para los habitan-
tes de El Molino, resultado que debe contrastarse con los logros
obtenidos por la vía autónoma. En el primer caso, el grupo po-
lítico que optó por esta vía obtuvo recursos del gobierno dele-
gacional para la edificación del Centro Cultural La Tabiquera,65

62
 Véase Pedro Moctezuma Barragán, Despertares. Comunidad y orga-
nización urbano popular en México 1970-1994, México, Universidad Ibe-
roamericana, 1999, pp. 400-420.
63
 Lucía Álvarez, op. cit., p. 161.
64
 M. V. Salazar Molina, Origen y desarrollo de la Unión de Colonos e
Inquilinos solicitantes de Vivienda “Libertad”, entrevista realizada el 2 de
septiembre de 2014.
65
 El centro cultural se ubica en un predio expropiado por el Gobierno

– 55 –
con un esquema en el que la delegación invirtió 22 millones de
pesos para la construcción del parque cultural y recreativo.
La ruta para conseguir beneficios para la comunidad por
la vía institucional ha sido más lenta, y sus alcances más mo-
destos en términos de infraestructura, aunque la capacidad de
autonomía se percibe más fortalecida en el grupo que decidió
no seguir la vía partidista.
Ambas rutas permiten evidenciar algunos de los dilemas de
la participación a la que se enfrentan diversos grupos. La par-
ticipación clientelar favoreció la obtención de mayores recur-
sos y cargos. En contraste, la vía de la autonomía resultó más
complicada pero favoreció un tejido de cooperación más denso.
El ejemplo evidencia la dificultad de comprender las rela-
ciones clientelares desde una sola perspectiva tendiente a conde-
nar sus efectos. Si bien sus mecanismos más perversos se hacen
evidentes en las negociaciones y los apoyos partidistas, también
es posible percibir la construcción de lazos solidarios en el nivel
de los vínculos más directos entre las personas.

Capacidad de interacción con redes de cooperación

El caso de la Unión de Colonos, Inquilinos y Solicitantes de


Vivienda 11 de noviembre General Emiliano Zapata (ucisv
11 de noviembre) resulta más ilustrativo en este aspecto.
Aquí la lógica colectiva en sus dimensiones interna y externa
se percibe más fortalecida después del paso por experiencias
de invasiones y vínculos con grupos priistas.

del Distrito Federal a la empresa tabiquera La Nacionalista, a raíz de una


serie de denuncias de los vecinos y la aparición en 2007 de una grieta que
provocó la caída y muerte de un joven de 17 años.

– 56 –
Esta lógica se conecta con una serie de apoyos institucio-
nales que favorecerán el rompimiento de estructuras cliente-
lares privatizadoras.
Para su ilustración, referiremos la experiencia de cinco
“proyectos habitacionales”66 localizados en la delegación Ál-
varo Obregón cuyos antecedentes de organización se remon-
tan a los años setenta y ochenta.
A partir de una convocatoria del Movimiento Urbano
Popular (mup), un grupo de profesores universitarios deno-
minado Grupo Obrero Revolucionario (gor) invade, al mis-
mo tiempo que grupos afines al pri, un predio denominado
Jalpa el Grande, en Olivar del Conde.
Después de negociaciones entabladas entre este grupo y
autoridades delegacionales, se logra la ubicación de aproxi-
madamente 500 familias en un predio de Palmas Axotitla, en
las inmediaciones del Desierto de los Leones.67
En términos organizacionales, los vínculos más fuertes son
con el mup y la Conamup; no obstante, la organización comien-
za la búsqueda de canales alternativos y es así como solicita los
apoyos del Fonhapo y del Centro Operacional de Vivienda y
Poblamiento A. C. (Copevi), en cuyos orígenes intervino el Ins-
tituto Mexicano de Estudios Sociales (imes), institución apoyada
por el Secretariado Social Mexicano, organismo del Episcopa-
do Mexicano.68 El apoyo del Fonhapo fue para la obtención de

66
 Como se autodefinen, según entrevista con Asunción Camacho el 22
de enero de 2015.
67
 A. Camacho, Experiencias de organización social en la delegación
Álvaro Obregón. Entrevista realizada el 22 de enero de 2015.
68
 Enrique Ortiz, director de Copevi entre 1965 y 1976, lo describe como
un organismo orientado a asesorar en sus procesos de poblamiento y vivien-
da a grupos organizados que trataban de fomentar mecanismos de participa-
ción comunitaria en el control del proceso habitacional, permitiendo, ade-
más de eliminar intermediarios y abatir costos, forjar comunidad y fortalecer

– 57 –
créditos para construcción de vivienda, y el Copevi brindó talle-
res de asesoría para la planeación y edificación de las viviendas.
El primer proyecto de Palmas Axotitla69 funciona como an-
cla o núcleo al que posteriormente se sumarían nuevas familias
en busca de vivienda. El efecto exitoso en términos de conseguir
los predios y construir las viviendas radicó en la confluencia de
dos vías fundamentales: a) la institucional, mediante el programa
Fonhapo y el apoyo de Copevi y b) la organizacional, que como
movimiento urbano popular trazó una serie de acciones entre
las que se encuentran marchas y plantones, pero también la im-
partición y asistencia a talleres de gestión dentro de la propia or-
ganización de demandantes de vivienda. El mecanismo utilizado
por esa cooperativa fue la invitación a otras personas carentes de
vivienda para que se integraran a la misma.
Después de éste, surgieron otros tres “proyectos habi-
tacionales”, que consiguieron vivienda para más de 1 300 fa-
milias (500 aproximadamente en el primer proyecto y 863 en
otros tres).
El caso de la ucisv permite ver un desprendimiento de
los mecanismos tradicionales de relaciones clientelares que fa-
vorecieron relaciones de corrupción y despojo. Según la des-
cripción que hacen sus líderes, se ha buscado una relación
institucional con los gobiernos y el manejo transparente y co-
munitario de los escasos recursos en una forma de organiza-
ción vinculada con la autogestión.

la sociedad civil (en Pedro Moctezuma Barragán, op. cit., p. 260). Véase tam-
bién la página oficial de Copevi, http://www.copevi.org/index.php/intro
duccion-informacion-instirucional/origen (consulta hecha el 26 de marzo de
2016.) Es importante mencionar que se trata de una asociación civil que des-
de su fundación en la década de 1960 ha pasado por distintas etapas, en las
que se vincula al Movimiento Urbano Popular entre los años 1980 y 1990.
69
 También conocido como “El Queso”, dada la forma que adquirió
un cerro que tuvo que rebajarse para construir las vías de comunicación.

– 58 –
En este caso, la extensión o ampliación de los beneficios co-
lectivos hacia otros grupos ha favorecido el rompimiento con las
redes clientelares y ha logrado que los beneficios obtenidos, otro-
ra particulares, alcancen a un mayor número de personas y colec-
tivos. Esta observación resulta de gran relevancia por encontrarse
ahí una de las respuestas al dilema de los bienes comunes plantea-
do por Ostrom, es decir, la colectivización de los bienes.

Potencial de transformación en redes de capital social

Comprender la capacidad relacional de redes con estructuras


verticales y horizontales a partir de las dimensiones descritas en
el esquema permite avanzar hacia posiciones que, sin desconocer
la perversidad de ciertas formas de relaciones clientelares, des-
cubre su convivencia con mecanismos relacionales horizontales.
Ello conduce a plantear un potencial de transformación del
clientelismo en espacios donde, si bien las redes verticales no
se diluyen, se observan mayores márgenes de autonomía de los
grupos y cierta capacidad para establecer un tipo de intercambio
negociado cuyos beneficios se extienden al colectivo.
En las ilustraciones referidas, lo que observamos es que en
el primer momento la forma de organización de la demanda de
predios para vivienda utiliza repertorios tradicionales asocia-
dos a la ocupación de los espacios a partir de articulaciones de
los grupos demandantes con organizaciones partidistas.
No obstante, las organizaciones que son capaces de rom-
per la lógica clientelar desde lo colectivo (tanto en sus dimen-
siones internas como externas) consiguen beneficios para sus
comunidades.
En el caso de El Molino, la agrupación Cananea ha lo-
grado el rompimiento de las redes clientelares a partir de la

– 59 –
búsqueda de apoyos por vías institucionales, por ejemplo, la
participación en convocatorias públicas federales para el otor-
gamiento de recursos. Es así como han conseguido la edifica-
ción de un Centro de Desarrollo Infantil (Cendi), proyectos
de agricultura urbana, un mercado y un parque temático.
Los recursos para la construcción del Cendi provinieron
del programa federal Mujeres en Solidaridad, a los que se su-
maron recursos de la Secretaría de Educación Pública (sep)
para que personas de la organización realicen el trabajo de cui-
dado y educación de los niños y niñas. De 2011 a 2014 la fuen-
te de recursos para construir infraestructura para agricultura
urbana fue la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para
las Comunidades (Sederec). El mercado ha recibido financia-
miento de varias instancias del gobierno y el parque temático
fue construido con recursos federales y locales.
Si bien en la lógica individual el clientelismo permea las rela-
ciones, en la lógica colectiva se han encontrado mecanismos que
rompen con este tipo de relaciones, lo que nos lleva a plantear
que desde las políticas públicas es posible fomentar formas de
participación capaces de romper con las estructuras clientelares.
En el caso de uno de los proyectos habitacionales de la
ucisv, constatamos que la participación por la vía comunita-
ria, asociada con apoyos institucionales, ha redundado en be-
neficios para sus habitantes.
Cabe destacar la implementación de un huerto urbano,
rehabilitado en 2013, producto de un “convenio de coordina-
ción específico firmado entre la Sederec, la Procuraduría So-
cial y las delegaciones Álvaro Obregón, Cuajimalpa y Miguel
Hidalgo, para impulsar la agricultura sustentable en los con-
juntos habitacionales del Distrito Federal”.70

70
 Gabriela Romero, “En marcha, plan para garantizar alimentos a un
millón de personas”, La Jornada, 25 de julio de 2013, p. 31.

– 60 –
Reflexión final: ¿Qué hacer
con la participación clientelar?

Puesto que los puentes para saltar entre mecanismos clientelares


y de capital social no son lineales y que es posible la coexistencia
o hibridación de redes verticales y horizontales, resultan nece-
sarias formas de acercamiento al fenómeno desde el trabajo em-
pírico con la intención de comprender su complejo entramado.
La virtud de observar el fenómeno a partir del enfoque
de redes radica en la posibilidad de describir la forma en que
sus estructuras verticales y horizontales limitan o promueven
la acción colectiva. Pensamos que es en la revisión de estas
formas donde se puede descubrir el potencial de lo clientelar
para extenderse hacia formas que tiendan a la colectivización
de lo que antes fue privado.
Invisibilizar el fenómeno, como sucedió con el texto cons-
titucional, o abordarlo a partir de una sola de sus dimensiones,
la denostativa, no contribuye a comprender el verdadero es-
tado de esta cara de la participación en la Ciudad de México.
Es por ello que el tema reclama, además de revisiones
más acuciosas y críticas, el reconocimiento y la comprensión
de los mecanismos que desde las políticas públicas pueden
contribuir a la extensión de beneficios colectivos.

– 61 –
A reserva de una mayor documentación de casos, con los
aquí revisados es factible pensar que ciertas políticas públicas
orientadas a la incorporación de las redes clientelares en meca-
nismos institucionales de obtención de recursos favorecen, si
no el rompimiento de estructuras tradicionales asociadas con
el control y la corrupción de los grupos, sí la creación de me-
canismos alternos que pueden convivir con estructuras clien-
telares arraigadas y eventualmente desdibujar sus formas más
perversas.

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– 69 –
Índice

Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .5

La vida clientelar en la Ciudad de México


y el nuevo orden constitucional . . . . . . . . . . . . . . . 9

La Constitución Política de la Ciudad de México


y las formas de participación. . . . . . . . . . . . . . . . 25

Potencial de las redes clientelares para la formación


de capital social. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

Reflexión final: ¿Qué hacer con la participación


clientelar?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61

Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
¿Qué hacemos con el clientelismo? Constitución y participación en la
Ciudad de México se terminó de imprimir el 15 de abril de 2019, en
Talleres Gráficos de México, Avenida Canal del Norte 80, colonia
Felipe Pescador, 06280, Ciudad de México. El cuidado de la edi-
ción estuvo a cargo de Nilda Ibarguren Bernat, analista correctora
de estilo. Se utilizaron las fuentes tipográficas Stempel Garamond
y Frutiger. El tiro consta de 2 000 ejemplares impresos en papel
bond de 90 gramos y forros en cartulina cuché de 250 gramos.
Luz María Cruz Parcero es doctora en Ciencia Política por el Programa de
Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales de la unam y profesora de tiempo
completo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la misma institución.
Ha participado como investigadora invitada del Instituto Belisario Domín-
guez del Senado de la República. Ha colaborado en distintas instituciones
electorales como el Instituto Electoral del Distrito Federal, el Tribunal Elec-
toral del Poder Judicial de la Federación y el Instituto Nacional Electoral,
donde fue consejera electoral de la Junta Local de la Ciudad de México.
Los temas que ha abordado en diversos congresos y seminarios se relacio-
nan con participación política, construcción de ciudadanía, capital social,
procesos electorales, comportamiento electoral y clientelismo.
El ensayo ¿Qué hacemos con el clientelismo? Constitución y participación
en la Ciudad de México explica de manera clara y concisa en qué consiste el
fenómeno del clientelismo en la ciudad capital. El texto ofrece una descripción
de las redes clientelistas en sus diferentes versiones y una explicación de los
problemas que cada una afronta, soluciona o crea, además de plantear la
necesidad de que esto sea visible en el texto constitucional. Así, acertada-
mente, elabora una crítica al silencio que guarda la Constitución respecto a
este fenómeno y aborda la obligación de debatir la insuficiencia de las señala-
das redes en la participación ciudadana.
El Instituto Electoral de la Ciudad de México y el Programa de Posgrado
en Ciencias Políticas y Sociales de la unam ponen en manos del lector el
décimo volumen de la colección Cuadernos de la Ciudad de México con la
finalidad de contribuir al desarrollo de la cultura cívica y democrática.

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