En el periodo colonial las boticas eran regidas, supervisadas,
auditadas y en cierto modo gobernadas por los religiosos obviamente también de la mano del sector científico, era una mezcla entre lo místico y lo médico. Los hospitales y enfermería se veían en la necesidad de producir y abastecer medicamentos. En los conventos se sembraban hierbas para la preparación de medicamentos. Después de un tiempo personas no relacionadas con el clero también se postularon para ser boticarios. En 1763 se inauguro una botica que era administrada por padres dominicos y siendo atendida por Juan José Mangue. El primer laico que vendió hierbas y ungüentos fue Garraes. Los religiosos tuvieron un papel preponderante y tenían una gran capacidad y experiencia en cumplir las funciones de boticarios. La institución eclesiástica fue determinante para la atención y ayuda a los menos favorecidos. Este artículo se dedica a estudiar el desarrollo de las boticas en el Nuevo Reino de la Granada a finales del periodo de domino hispánico. Se tratan temas de cómo fue la clasificación de los medicamentos, características y usos, los pasos para ser un boticario, los intereses que existieron y las anomalías que hubieron durante las visitas.