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La inteligencia artificial en el mundo jurídico

Por: Maryi Sanin

La inteligencia artificial en un
futuro no muy lejano ocupará el
interés de empresarios y
empleadores, y en consecuencia
será objeto de discusión
normativa y jurídica en una
sociedad con interés en reducir
las leyes y los estrados judiciales.
Hoy se habla de los “contratos
inteligentes” que en pocas palabras podemos llamar “contratos de la máquina”, donde un
software valoraría el cumplimiento o no de una obligación adquirida y de inmediato
realizaría la operación para cumplirla de modo eficaz. Logrando así automatizar un
proceso (de inmensos costos litigiosos) y eliminar por completo el elemento humano,
logrando así eficiencia y fiabilidad en los negocios jurídicos, aumentando los niveles de
productividad y ganancias y disminuyendo el riesgo ante la posible falla del sistema de
justicia. Una conquista de la máquina sobre el cada vez más cuestionado ejercicio del
derecho, que al parecer ha saturado el sistema de ambigüedades, dilataciones y
especulaciones.
Eso cuestionaría nuestras sociedades modernas donde la única fuente de poder la tiene el
Estado, que día a día permite una creciente burocracia como instituciones benefactoras
sin advertir y atender sinérgicamente el bajo crecimiento económico de los países, pues
son los estados los únicos con la legitimidad de tener el poder coactivo para despojar a sus
ciudadanos de su libertad o activos en caso de infringir la norma, aunque sea que muchas
de esas normas hagan parte de privilegios arbitrarios a centros de poder financiero
otorgado por funcionarios corruptos eternizados en el Estado. Una mirada crítica de
reducción estricta del estado a sus elementos más básicos, un sueño de la política
económica liberal e idearios anarquistas moderados; pero la cual muchos consideran
imposible de lograr, temerosos del monstruo bíblico Leviatán que construye la
justificación del Estado absoluto.
En el caso de los “contratos máquina” la propuesta es separarse de las instituciones
humanas y por ende de las instituciones gubernamentales, y una vez distanciados de la
administración del sistema legal del Estado y su nexo con un determinado gobierno,
podrían brindar el proceso de corrupción, intereses particulares, ambigüedades o lagunas
jurídicas, ofreciendo mayor seguridad del acuerdo interpartes, evitando toda autoridad
coercitiva y falible como termina siendo muchas veces un estado “obeso”, lento e injusto.

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