Es increíblemente bella cuando la conoces aun sí solo la
conoces unas horas, a pesar de que no la he visto en persona siento que ya he tomado su mano y he recorrido por la vida sonriendo a su lado, cuando cierro los ojos puedo verla y es hermosa porque tiene toda la belleza que una foto es incapaz de describir, la sonrisa triste de sus ojos, su voz sin edad perdida a medio camino entre los 26 años y la eternidad, siempre es alegre cuando habla conmigo, pero a veces el alma, el pasado, el clima o la distancia la traicionan y asoma a sus ojos un poco de soledad, que hace más amargo el café de su mirada. En esos momentos, es una niña triste la que te mira desde el fondo de sus ojos; es una niña sola la que junta sus manos sobre sus rodillas y las acerca a sí misma, intentando abrazarse un poco. Es una niña triste y solitaria quien reclina luego la cabeza sobre sus piernas de mujer, mientras un suspiro agita su pecho. Es una imagen de desgarradora belleza, es belleza en estado puro, es niña y mujer, como los árboles de cerezo que son al mismo tiempo las flores y la raíz. Es tan...completa, tal vez; creo que eso hace que su belleza sea tan especial, tan diferente. Le sostengo la mirada y las palabras se me deshacen, porque pensar sería un crimen cuando se tiene la oportunidad de contemplarla. Y ni siquiera es algo solo sexual, podrías pasarte la eternidad contemplándola, sin hacer más, sintiendo el silencio del éxtasis, sintiendo lo que sintió el primer hombre al ver a la primera mujer, la primera madre al ver a su bebé, la primera flor al sentir el sol sobre sí, la primera noche al sentir que daba abrigo a la luna.