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CONCLUSIONES:

1. El nervio ciático mayor (L4-S3) es el nervio periférico más voluminoso y largo del organismo.
Inerva a los músculos semitendinoso, semimembranoso, bíceps femoral, aductor mayor del
muslo, y posteriormente a nivel del hueco poplíteo se divide en los nervios ciático poplíteo
externo e interno. Recoge la sensibilidad de la cara posterior del muslo y de toda la pierna,
salvo una estrecha franja interna inervada por el nervio safeno interno. Las lesiones
proximales se producen con frecuencia por traumatismos o fracturas de cadera, aunque
existen otras causas traumáticas y compresivas. Si la lesión es más distal, por encima del
hueco poplíteo, se preservan los músculos isquiotibiales.
2. El nervio femora tiene su origen en las raíces L2, L3 y L4. Este inerva el psoas y el cuádriceps,
por lo tanto, su lesión produce debilidad en la flexión de la cadera y en la extensión de la
rodilla. El trastorno sensitivo abarca la parte anterior del muslo y la cara interna de la pierna,
en el territorio del nervio safeno, la rama sensitiva del nervio femoral. Lo habitual es que el
reflejo rotuliano esté disminuido o ausente.
Se daña fundamentalmente en 2 localizaciones. El espacio pélvico retroperitoneal, y cuando
pasa por debajo del ligamento inguinal. La flexión de la cadera es débil cuando la lesión es
intrapélvica pero es normal cuando la lesión se localiza en la región inguinal.
3. El nervio peroneo común se origina como una rama del nervio ciático cerca de la articulación
de la rodilla. Se dirige a la parte exterior de la articulación, quedando cubierto por el
músculo bíceps femoral. Posteriormente rodea la cabeza del peroné y se divide en dos
ramas: nervio peroneo superficial y nervio peroneo profundo. Este nervio es vulnerable a
lesiones por traumatismo o compresión, sobre todo en su porción superior que se
encuentra cerca de la cabeza del peroné; en esta región próxima a la rodilla, un golpe directo
puede ocasionar la parálisis del nervio, provocando la falta de contracción de los músculos
flexores dorsales y eversores del tobillo, ocasionando el pie caído o equinovario.

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