en una tabla de salvación dentro de un hoyo hecho de soledad y alcohol, en una convivencia con lo desconocido, en un absoluto: “La cosa más importante que me había pasado.” “Escribir no es contar historias, es lo contrario de contar historias. Es contar todo a la vez, contar una historia y la ausencia de esta historia.”
En su extensa obra −relatos, novelas,
ensayos, obras de teatro, guiones cinematográficos, películas y textos periodísticos−, compleja, polémica, por momentos irritante, pero sin duda bella, arriesgada, valiosa, averiguó primordialmente sobre la mujer, el amor y el deseo, escarbando en sus zonas límite, más allá de la razón, y alcanzó con la palabra y el silencio, con elipsis y vacíos, recovecos de la naturaleza humana de infrecuente acceso: “un salvajismo anterior a la vida”, algo extraño, cifrado, encantatorio, afincado en hechos contundentes: un crimen pasional, un abandono, un incesto, que adquieren, sin embargo y al mismo tiempo, a través de la escritura, una existencia inasible, perturbadora e intensa. Una obra que, dice Xavière Gauthier, “como ninguna otra, deja que los fallos, las faltas, los blancos, inscriban sus efectos inconscientes en la vida y los actos de los ‘personajes’”.