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Antepasados de la humanidad

Jesús Andrade Contreras


Los germanos: fe en los dioses

Wodan
El más alto era Wodan, dios del cielo. Se le representa con un único ojo, de la misma
manera que el cielo sólo tiene uno: el sol. Con un gorro de nubes grises con orillas rojas y
una capa azul de tormentas cabalga el poderoso en un corcel de ocho piernas a través de los
vientos. Lo acompañaban dos cuervos, sus mensajeros, y dos lobos hambrientos, sus perros
de cacería. Wodan vivía en el Walhalla, palacio celeste de mil umbrales que estaba
adornado con escudos dorados y lanzas.
Freia y Donar
La esposa de Wodan se llamaba Freia. Cuando era primavera y conducía su carro a través
de la tierra, el suelo se adornaba con verdor y flores. Bendecía los hogares y du calor. En
algún viernes las parejas germanas solían encerrarse para su honra.
El hijo de Wodan y Freia era Thor o Donar. Desde su barba de color rojo soplaba los
relámpagos. Y cuando conducía su carro arrastrado por dos machos cabríos a través de las
nubes, relampagueaba sobre la tierra. Él era apreciado entre los campesinos, ya que traía la
lluvia durante el árido verano y curaba las enfermedades de las personas y los animales.

Germanos caídos a la mesa con Wodan


El Walhalla no era solamente la morada celeste de Wodan, sino también la residencia de los
guerreros caídos en batalla; ellos eran traídos al Walhalla sobre corceles negros por las
doncellas del combate, las valquirias. Ahí los recibía Odín; un trovador los loaba y la diosa
Iduna les daba una manzana que los mantenía eternamente jóvenes.
Para los héroes caídos que, en adelante, en el transcurso del día combatían ante el Valhalla
y en la tarde volvían exhaustos, había, como refrigerio, exquisito asado de cerdo y
abundante leche de cabra.

Espíritus, gigantes y enanos


Para los germanos, la naturaleza se encontraba completamente habitada por espíritus. En el
agua fluyente vivían las doncellas acuíferas nombradas Nixen. En el bosque y el suelo, los
elfos ejecutaban sus danzas. Tesoros bajo tierra eran resguardados por enanos. Sobre las
montañas moraban los gigantes de hielo, y de esta estirpe de gigantes provenía el malvado
Locki, quien comúnmente aparecía como fuego.

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