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También conocido como derecho mercantil, el derecho comercial es aquel grupo o conjunto de
leyes y regulaciones que se establecen en el ámbito económico para controlar justamente el tipo de
relaciones o vínculos que se puedan dar entre dos o más partes con fines comerciales y de
intercambio económico. El derecho comercial es un tipo de derecho particular que agrupa
cuestiones administrativas y legales con procedimientos fiscales y económicos por lo cual es
bastante amplio en comparación con otros tipos de derecho más resumidos o delimitados.
El derecho comercial se establece sobre la base de que los diferentes miembros de la sociedad
llevan a cabo normalmente diversos tipos de intercambio que pueden representar ganancias o
lucros. Así, el derecho comercial se interesará por este tipo de intercambios y no por aquellos que
no signifiquen algún tipo de ganancia, para regularlos y mantenerlos dentro de los límites de la
regulación común para todos. De este modo, el derecho comercial busca establecer parámetros
que deben ser respetados por todos aquellos que tomen parte en actividades comerciales con el fin
de ordenar y organizar este tipo de acciones.
Fuentes[editar]
Llamamos fuentes del Derecho Mercantil a todo aquello que se origina en su aspecto objetivo
de norma o regla obligatoria de conducta y constituye, por lo tanto, el modo o forma especial
como se desarrolla y desenvuelve esa rama del Derecho. Pueden ser fuentes del Derecho
Mercantil:
Consiste en que los actos procesales deben realizarse con conocimiento de las
partes. Un acto procesal debe realizarse con la información previa y oportuna al
contrario, a fin de que éste pueda hacer valer su derecho de defensa y rebatir la
pretensión de la otra parte.[2]
“La contundencia del axioma persigue que todo acto personal, desde aquel que
contiene la pretensión, hasta aquellos que tengan la mínima en los derechos del
confrontado, puedan merecer la réplica del oponente y, en su caso, prueba que lo
desmerezca y descalifique”.
ALSINA anota por su lado que “de acuerdo al principio constitucional que garantiza
la defensa en juicio, ha establecido el régimen de la bilateralidad, según el cual
todos los actos del procedimiento deben ejecutarse con intervención de la parte
contraria. Ello importa la contradicción. O sea el derecho a oponerse a la ejecución
del acto, y el controlador, o sea el derecho verificar su regularidad”.[3]
3.8. Principio de publicidad:
Implica el deber del Juez de procurar que el proceso se desarrolle con conocimiento
público; es decir, se admite la posibilidad de que el desarrollo general del proceso y
determinados actos procesales (principalmente audiencias) sean de conocimiento
de cualquier interesado. Este principio constituye una garantía de la Administración
de Justicia que ha sido recogido por el Código Procesal Civil, a fin de demostrar que
no existe algo escondido en el proceso, que se preste a suspicacias de las partes o
duda en cuanto a la imparcialidad del órgano jurisdiccional.
“Significa este principio (de publicidad), que no debe haber justicia secreta, ni
procedimientos ocultos, ni fallos sin antecedentes ni motivaciones”.
“El principio de publicidad comporta la posibilidad de que los actos procesales sean
presenciados o conocidos incluso por quienes no participan en el proceso como
partes, funcionarios o auxiliares”.
GOZAÍNI señala al respecto que “la publicidad en el proceso denomina a la
posibilidad de que las partes y terceros (público en General) puedan tener acceso
al desarrollo del litigio, haciendo las veces de control hacia la responsabilidad
profesional de jueces y abogados”. Dicho autor anota que “al referirnos al procesos,
exclusivamente, la disputa entre intereses privados, a veces reservados por su
naturaleza intrínseca – cuestiones de derecho de familia-, demuestra que la
publicidad no puede ser absoluta”.
3.9. Principio del impulso procesal de oficio:
DEVIS ECHANDÍA refiere que este principio “se relaciona directamente con el
inquisitivo, y consiste en que, una vez iniciado el proceso, debe el juez o el
secretario, según el acto de que se trate, impulsar su marcha sin necesidad de que
las partes lo insten a hacerlo, pues simplemente se trata de cumplir las normas
legales que lo regulan, y son responsables de cualquier demora ocasionada por su
culpa”.
El mencionado autor advierte que, no obstante lo expresado, “hay ciertos actos que
necesariamente deben tener origen en la voluntad expresa de las partes, y, además,
hay otros, simplemente de tramitación, que también les corresponden, como
consecuencia del principio dispositivo que parcialmente rigen los procesos civiles”.
3.10. Principio de adquisición:
Consiste en que los actos, documentos, medios probatorios e informaciones
brindadas a través de las declaraciones que han proporcionado las partes se
incorporen al proceso. En consecuencia, los instrumentos presentados con la
demanda u otros escritos dejan de pertenecer a las partes y en adelante pertenecen
al proceso como instrumento público del órgano jurisdiccional.
Según HUGO ROCO este principio consiste en: “que allí donde las partes han
desarrollado cierta actividad, haciendo que el proceso adquiera determinados
elementos del mismo, tales actos o elementos permanecen firmes e inmutables, de
suerte que de ellos pueden valerse no solamente la parte que ha promovido su
adquisición sino también las otras”.
“Es un concepto técnico reconcilia con la celeridad procesal en cuanto a reunir en
beneficio de litigio alegación, prueba y postulación que efectúen las partes”.
“Significa que la actividad de los contradictores beneficia o perjudica cualquiera de
ellos, inclusive puede realizar contra la voluntad de aquel que solicito determinado
cumplimiento”.
Similar posición es adoptada por ALDO BACRE cuando señala que “de acuerdo con
este principio, todas las partes vienen a beneficiarse o a perjudicar por igual con el
resultado de los materiales aportados a la causa por cualquiera de ellas”.
3.11. Principio de eventualidad:
El principio de eventualidad “fuerza a las partes a aportar de una sola vez todos los
medios de ataque y defensa como medida de previsión – in eventum - para el caso
de que el primeramente interpuesto sea desestimado”.
Así también lo considera GOZAÍNI cuando afirma que el principio de eventualidad
“consiste en pedir a las partes que todos los actos de postulación, ataque y defensa,
respondan a las etapas preclusivas del proceso; de modo tal que cada uno de los
planteos deducidos en el curso de un litigio deban presentarse en forma simultánea
y no sucesiva, esto es, prohibiendo el ejercicio ad – eventum que supone dejar
abierta una posibilidad de alternancia si la petición principal fracaso”.
3.12. Principio de preclusión:
“Por por la preclusión procesal, en situación, los tiempos del proceso, se articula y
el orden secuencial de los actos, de manera ordenada, progresiva y donde cada
actividad debe cumplirse en el período designado. Ello significa que el transcurso
de una fase para seguir a otra consume la oportunidad y extingue el tiempo ofrecido
para hacer”.
Al decir de COUTURE, “el principio de preclusión está representado por el hecho
de que las diversas etapas del proceso se desarrollan en forma sucesiva, mediante
la clausura definitiva de cada una de ellas, impidiéndose el regreso a etapas y
momentos procesales ya extinguidos y consumados”.
El principio de preclusión es opuesto al principio de discresionalidad o de liberalidad
o de unidad de vista, como lo determinan algunos procesalistas.
Por el principio de preclusión se impulsa el procedimiento, porque cada acto
procesal supone la fijación de un límite en la duración de cada estadío; ejecutándose
dentro de un lapso de tiempo trascurrido el cual se pasa a una nueva etapa. Este
principio no puede cumplirse cuando los actos procesales están viciados de alguna
causa de nulidad sancionada por el artículo 171 del C.P.C., imposible de
subsanarse por estar expresamente contenida en la ley y por carecer de requisitos
indispensables para obtener la finalidad del proceso.
3.13. Principio de oralidad:
“Principio de oralidad, por oposición a principio de escritura, es aquel que surge de
un derecho positivo en el cual los actos procesales se realizan en viva voz,
normalmente audiencia, y reduciendo las piezas escritas a lo estrictamente
indispensable”.
El maestro ALZAMORA VALDÉZ, sostiene que “son indiscutibles las ventajas del
sistema oral resumidas por CHOVENDA:
1. Predominio de la palabra y atenuación del uso de los escritos;
2. Inmediación del juzgador con los litigantes;
3. Resolución conjunta de cuestiones interlocutorias”.
En el nuevo C.P.C. encontramos la aplicación predominantemente de este principio
sólo en la audiencia de pruebas, donde deben actuarse y resolverse las cuestiones
que surjan, sin que esto signifique que los actos procesales que realicen las partes
y el órgano jurisdiccional conste por escrito para la expedición de un falló con mayor
certeza.
3.14. Principio de inmediación:
DEVIS ECHANDÍA señala: “significa que debe haber inmediata comunicación entre
el Juez y las personas que obran en el proceso, los hechos que en él deban hacerse
constar y los medios de prueba que se utilicen ”.
La inmediación comprende un aspecto subjetivo que se refiere a que el Juez deberá
tener mayor contacto con los sujetos del proceso (partes y terceros), y un aspecto
objetivo que consiste en el contacto directo del Juez con los objetos del proceso
(documentos, lugares, etc.). Se busca un contacto directo e inmediato del Juez con
estos elementos, ya que al participar de esta manera en la realización de todos los
actos procesales, el juzgador adquiere mayores y mejores elementos de convicción.
En la aplicación de este principio se ha privilegiado la Oralidad sin descartar la
Escritura, pues ésta viene a ser el mejor medio de perpetuar y acreditar la ocurrencia
de un hecho o la manifestación de voluntad en un proceso.
“Es aquel que exige el contacto directo y personal del juez con las partes y con todo
el material del proceso, incluyendo cualquier medio indirecto de conocimiento
judicial (terceros, escritos)”.
COUTURE indica sobre el particular que “el nombre del principio de inmediación se
usa para referirse a la circunstancia de que el juez actúe junto a las partes, en tanto
sea posible en contacto personal con ellas, prescindiendo de intermediarios tales
como relatores, asesores, etc.”.
PEYRANO dice el principio de inmediación que “pretende que el sentenciador tenga
el mayor contacto personal con los elementos subjetivos y objetivos de que
conforman el proceso ser comillas. PEYRANO agrega que “su antítesis lógica está
representada por el principio de mediación, que, inspirado quizás en el resquemor
de que el contacto vivencial por afectar la imparcialidad del juzgador, sustenta la
convivencia de que el tribunal guarde una relación impersonal e indirecta con las
partes y demás sujetos a proceso, como así también con su substrato objetivo”.
El principio de inmediación “propicia tres objetivos fundamentales:
a. Que el juez se halle en permanente e íntima vinculación con los sujetos procesales.
b. Que sea el director del proceso atendiendo cada una de sus etapas, en especial la
probatoria.
c. Que las partes, entre sí, se comuniquen bajo la consigna que supone el principio de
bilateralidad de la audiencia. Es decir, repliega absolutamente la posibilidad de
actos que sólo pueda el juez conocer a partir de una presentación directa que no
tenga traslado”.
ALSINA sostiene que el principio de inmediación “significa que el juez debe
encontrarse en un estado de relación directa con las partes y recibir personalmente
las pruebas, prefiriendo entre éstas las que se encuentren bajo su acción
inmediata”.
En opinión de GOLDSCHMIDT el principio de inmediación “rige especialmente para
la recepción de la prueba, y significa que el juez ha de sujetarse en ella a estos dos
postulados:
a. Utilización inmediata de los medios probatorios (principio de inmediación el sentido
subjetivo o formal).
b. Y que ha de utilizar los medios de prueba inmediatos (principio de inmediación y
sentido objetivo o material).
En el primer sentido, el principio de inmediación prescribe juez cómo ha de utilizar
los medios probatorios, y se refiere a la relación del juez con los medios de prueba;
en el segundo, determina juez qué medios probatorios ha de utilizar, y se refiere a
la relación de los medios de prueba con la cuestión a probar”.
3.15. Principio de legalidad de las formas:
GOZAÍNI, acerca de este principio, refiere lo siguiente:
“El procedimiento para ser tal, no se configura simplemente por la secuencia
ordenada de actos procesales, quiere que estos cumplan una forma preestablecida
que los conduzca y permita interpretarlos congruentes con la etapa de litigio que
atraviesan.
Estas formas condicionan la manifestación exterior del acto, comprometiendo su
contenido; van dirigidas a las partes, terceros, auxiliares y al mismos órgano
jurisdiccional.
Cuando las reglas adjetivas señalan el modo de ser de los actos que componen el
proceso, se habla del principio de legalidad de las formas; en oposición a la libertad
de emitir requerimientos, alegaciones y decisiones, sin cumplir recaudo alguno de
orden ritual, o simplemente llamado, informalismo”.
3.16. Principio de saneamiento:
“Se instala en el campo de las facultades de la jurisdicción, procurando expurgar
aquellos vicios que inducen al entorpecimiento de la causa, o que provocan
dificultades para reconocer el objeto en discusión, generalmente destinados a
prolongar el proceso o impedir su rápida finalización”.
3.17. Principio de economía procesal:
Consiste en procurar la obtención de mayores resultados con el empleo de la
actividad procesal que sea necesaria. Está referido al ahorro de tiempo, gastos y
esfuerzos.
El ahorro de tiempo está referido a que el proceso no se debe desarrollar tan lento
que parezca inmóvil, ni tan rápido que implique la renuncia a las formalidades
indispensables.
El ahorro de gastos se refiere a que los costos del proceso no impidan que las
partes hagan efectivos sus derechos.
La economía de esfuerzos alude a la posibilidad de concretar los fines del proceso,
evitando la realización de actos regulados, pero que resultan innecesarios para
alcanzar el objetivo del proceso. La improcedencia de medios probatorios referidos
a hechos admitidos por las partes en la demanda o en la contestación de la misma.
“Se define como la aplicación de un criterio utilitario en la relación empírica del
proceso con menor desgaste posible que la actividad jurisdiccional”.
“En este orden de ideas se considera el problema desde dos ángulos:
a. Una economía financiera del proceso.
b. Una simplificación y facilidad de la actividad procesal.
La duración del proceso y el costo de la actividad jurisdiccional”.
El principio de economía procesal tiene como objeto el lograr “un proceso, ágil,
rápido y efectivo, en el menor tiempo; finalidades que se consiguen poniendo el
acento en la conducta a observar por las partes y en la simplificación que estructure
el procedimiento”. “El principio de economía procesal orienta al justiciable para obrar
con interés y celeridad, poniéndole condiciones técnicas en sus actos”.
3.19. Principio de concentración procesal:
Este principio busca que el proceso se realice en el menor tiempo posible y en forma
continua, evitando que las cuestiones accidentales e incidentales (medidas
cautelares o recursos impugnatorios) entorpezcan el desarrollo del proceso al
dilatarlo sin necesidad. Por ello se regula y limita la realización de los actos en
determinadas etapas del proceso.
“Radica en cumplir todas las secuencias del procedimiento en la menor cantidad
posible de actos”.
Para COUTURE “se denomina principio de concentración a aquel que pugna por
aproximar los actos procesales unos a otros, concentrando en breve espacio de
tiempo la realización de ellos”.
A criterios de VÉSCOVI, el principio de concentración “propende reunir toda la
actividad procesal en la menor cantidad posible de actos y a evitar la dispersión, lo
cual, por otra parte, contribuye a la aceleración del proceso”.
En palabras de ALSINA “tiende el principio de concentración a acelerar el proceso
eliminando trámites que no sean indispensables, con lo cual se obtiene al mismo
tiempo una visión más concreta de la litis. Ello supone la concesión al juez de
facultades amplias en la dirección del procedimiento, que le permita negar aquellas
diligencias que considere innecesarias y disponer en cambio ciertas medidas
destinadas a suplir omisiones de las partes o que estime convenientes para
regularizar el procedimiento”.
DEVIS ECHANDÍA afirma que el principio que se examina “tiende a que el proceso
se realice en el menor tiempo posible y con la mejor unidad. Para esto se debe
procurar que el proceso se desenvuelva sin solución de continuidad y evitando que
las cuestiones accidentales o incidentales entorpezcan el estudio de lo
fundamental”.
Igualmente, prosigue DEVIS ECHANDÍA, “tiende este principio a dejar todas las
cuestiones planteadas, los incidentes, excepciones y peticiones, para ser resuelta
simultáneamente en la sentencia, concentrando así el debate judicial”.
3.20. Principio de celeridad procesal:
Se refiere a que los actos procesales deberán realizarse en el menor tiempo posible
respetando las normas del Debido Proceso; es la expresión más concreta del ahorro
de tiempo en forma razonable, acorde con los principios procesales y la
normatividad procesal; se expresa en instituciones como la perentoriedad de los
plazos, el impulso de oficio, etc.
“El principio de celeridad es la manifestación concreta del principio de economía
procesal por razón de tiempo. El principio de celeridad procesal se expresa a través
de diversas instituciones del proceso, por ejemplo, la perentoriedad o
improrrogabilidad de los plazos o principios como el de impulso oficioso del
proceso”.
“Este principio se presenta en forma diseminada a lo largo del proceso, por medio
de normas impeditivas y sancionadoras a la dilación innecesaria, así como a través
de mecanismos que permiten el avance del proceso con prescindencia de la
actividad de las partes”.
“La buena fe, la lealtad, la veracidad, la probidad, son predicados que se involucran
en el principio de moralidad; inclusive son concreciones positivas de la legislación
en materia de moralización del derecho procesal. El principio de moralidad es un
conjunto de reglas de conducta presididas por el imperativo ético a que debe ajustar
su comportamiento procesal todos los sujetos procesales: partes, procuradores,
abogados, jueces, etc.”.
3.23. Principio de congruencia procesal:
Es conocido como principio de consonancia. En virtud a este postulado se limita el
contenido de las resoluciones judiciales; es decir, que deben emitirse de acuerdo
con el sentido y alcance de las peticiones formuladas por las partes para el efecto
de que exista identidad jurídica entre lo resuelto y las pretensiones, excepciones o
defensas oportunamente deducidas. En un principio que delimita las facultades
resolutivas del juez.
“Es el principio normativo que exige la identidad jurídica entre los resuelto, en
cualquier sentido, por el juez en la sentencia y las imputaciones formuladas al
procesado y las defensas formuladas por esté contra tales imputaciones; en todos
los procesos, también entre la sentencia y lo ordenado por la ley que sea resuelto
de oficio por el juzgador”
El trabajo era copear las fuentes y principios y al final 8un breve comentario tuyo
diciendo que diferencia encontraste o lo que encontraste asi dijo el profe yo le escuche
dijo asi por que aquí en google no encuentro ya busque en todas partes y nada
Saludos : )