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La Habana, 2011

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Catalogación Editorial Ciencias Médicas

González Menéndez, Ricardo Ángel.


Visión humanista de los pacientes adictos. / Ricardo Ángel González
Menéndez,
Isabel Donaire Calabuch. -La Habana: Editorial Ciencias
Médicas, 2011.
86 p: il., tab.
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-
1. Conducta Adictiva,
2. Trastornos Relacionados con Sustancias / psicología,
3. Trastornos Relacionados con Sustancias / rehabilitación,
4. Trastornos Relacionados con Sustancias / terapia
5. Humanismo

I. Donaire Calabuch, Isabel coaut.

WM 270

Edición: Lic. Lázara Cruz Valdés


Diseño: Ac. Luciano O. Sánchez Núñez
Emplane: Xiomara Segura Suárez

© Ricardo Ángel González Menéndez


Isabel Donaire Calabuch, 2011
© Sobre la presente edición:
Editorial Ciencias Médicas, 2011

ISBN 978-059-212-661-9

Editorial Ciencias Médicas


Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas
Calle 23 e/ N y O, Edificio Soto, 2do. piso. El Vedado,
La Habana, 10400, Cuba
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Teléfonos: 832 5338, 838 3375
http: www.sld.cu/sitios/ecimed/

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Autores

Dr. Ricardo Ángel González Menéndez


Académico de Mérito
Doctor en Ciencias Médicas
Doctor en Ciencias Generales
Especialista de I y II Grados en Psiquiatría
Profesor Consultante y Titular de Psiquiatría de la Universidad Médica
de La Habana Presidente de la Comisión Nacional de Ética Médica
Consultante del Servicio de Toxicomanías del Hospital Psiquiátrico
de La Habana "Dr. Eduardo Bernabé Ordaz" y de la Facultad
"Dr. Enrique Cabrera"
Expresidente de la Sociedad Cubana de Psiquiatría
Ex-Secretario General de la Asociación Psiquiátrica de América Latina

Dra. Isabel Donaire Calabuch


Especialista en Psiquiatría

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Con mucho afecto a todos aquellos que en el mundo padecen o han padecido
la tragedia del uso no social de bebidas alcohólicas o del consumo
de otras drogas duras, tanto en el papel de consumidores como
en el de cónyuges, progenitores, hijos, hermanos, abuelos
y otros convivientes que han conocido la angustiosa incertidumbre
del ¿cómo vendrá?...

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Prefacio
La experiencia de cinco años como médico rural y de otros seis años como espe-
cialista en psiquiatría fueron insuficientes para comprender la realidad de los pa-
cientes con adicciones a drogas duras (para nosotros, aquellas que tienen efectos
relevantes sobre el comportamiento) y mis apreciaciones sobre las personas que
caían en sus garras era entonces tan distorsionada como la todavía existente en
una alta proporción de la población mundial.

En la gran mayoría de los países, el adicto al alcohol y a otras drogas duras, no es


considerado como un enfermo, sino como vicioso, con tendencias delictivas, mala
calidad humana, sin valores morales y, en el mejor de los casos, como débiles de
carácter o de fuerza de voluntad.

Estos criterios erróneos, no solo determinaron que, por mucho tiempo, fuese inca-
paz de ayudar a quienes padecían dichas afecciones, sino que me llevaron a pre-
sentar actitudes de franco rechazo hacia ellos y a que, en lugar de comprenderlos
y apoyarlos como enfermos que eran, los ignoraba como si fuesen malas personas,
por lo que lejos de contribuir a su rehabilitación posiblemente echara más leña al
fuego y cometiera frecuentes iatrogenias.

La más aceptada definición de iatrogenia, cuyas raíces etimológicas son iatros


médico y genia engendrar o producir, abarca los efectos negativos determinados
sobre los pacientes y familiares por los profesionales y técnicos del equipo de
salud, acciones dañinas que pueden determinarse, tanto por decisiones y medidas
erróneas (iatrogenias por comisión), como por abstenerse de tomarlas cuando son
necesarias para alcanzar los objetivos médicos (iatrogenias por omisión).

Resulta altamente probable que, durante varios años de mi vida profesional, come-
tiese múltiples iatrogenias, de mayor o menor relevancia, sobre pacientes adictos,
pero hubo una que tendré perpetuamente grabada en mis recuerdos y que conside-
ro como la mayor motivación para escribir el presente libro.

Fue en una guardia psiquiátrica tranquila, un domingo en el horario de la tarde,


cuando prestaba asistencia como Especialista de I Grado en Psiquiatría en el Hos-
pital Clinicoquirúrgico Provincial de Santiago de Cuba. El paciente fue un joven
que rondaba los 35 años, con notable expresión de angustia y, por vez primera,
decidido a buscar ayuda profesional. Durante hora y media aquel hombre puso su
corazón en mis manos al referirme, con bastante crítica, de su enfermedad, las
situaciones familiares, laborales y comunitarias que venía acumulando en los últi-
mos años como producto de su excesiva ingestión alcohólica.

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Lo escuché con la actitud planificada que debe estar presente ante toda persona en
busca de ayuda, pero una vez concluida la referencia de sus trágicas vivencias, mi
comportamiento frustró, totalmente, sus expectativas de encontrar un profesional
que lo aceptara como ser humano, que comprendiera su tragedia, que tuviese la
sensibilidad suficiente para ponerse en su lugar, para sentir sus problemas como
propios y para mostrarle su disposición de ayuda.

Su decepción debió ser muy intensa cuando le impartí un inoportuno sermón, en


gran parte expresivo de mi franco rechazo.

Su salida del cuerpo de guardia la he asociado siempre con la de un perrito que


luego de alguna travesura huye con la cola entre sus patas.

Lo que considero más importante es que dicha experiencia quedó por varios años
fuera de mi conciencia, hasta que en 1976, al comenzar a trabajar en el hoy Hospi-
tal Psiquiátrico de La Habana "Dr. Eduardo B. Ordaz", recibí, de quien luego sería
un formidable amigo, además de director fundador de la institución, la designación
para hacerme cargo del servicio de adicciones, sustituyendo, por petición de trasla-
do a un hospital más cercano a su hogar, a uno de mis queridos profesores de
psiquiatría y, además, mi psicoanalista, cuando en la etapa de adolescente busqué
ayuda por una fobia social. "A quien no quiere caldo, tres tazas" pensé mientras
comunicaba al doctor Eduardo B. Ordaz que haría mi mayor esfuerzo para cumplir
con eficiencia la tarea asignada.

Las experiencias que, en breve tiempo, acumulé fueron más que suficientes para
evocar la más importante iatrogenia que recuerdo en mi vida profesional y sentir
una profunda vergüenza por mi catastrófico comportamiento profesional, así como
un enorme sentimiento de culpa que, a partir de entonces, he tratado de expiar
poniendo todo mi empeño para alcanzar el perdón de mi propia conciencia y el de
quienes pude haber lastimado antes.

Debo confesar que la vivencia referida devino piedra angular de todos mis esfuer-
zos por contribuir a evitar que otros presuntos prestadores de ayuda repitan mi
trágico error de considerar a los pacientes adictos a sustancias duras, como si
fuesen delincuentes de la peor calaña.

Una semana después de asumir, a regañadientes, la dirección del servicio de adicciones


del Hospital Psiquiátrico de La Habana y mientras efectuaba un recorrido sorpresivo
de supervisión, resulté sorprendido por una escena que estaba bien lejos de imaginar.
Se trataba de un paciente sudamericano con pocos días de ingreso que en un rincón del
comedor y sin que hubiese nadie como testigo, le comunicaba en voz baja, pero muy
firme, a un paciente agresivo y mucho más corpulento, que no le permitiría que
continuara dejando sin proteína animal la dieta de un enfermo desvalido y por
cierto, totalmente desconocido para él. Sus palabras textuales fueron: "para co-
merle otra vez el pollo de este paciente, tienes primero que matarme". Mi reflexión

8
una vez cerciorado de que dicha conducta no pretendía en modo alguno ganar
galones fue: este joven, pese a su compleja historia personal y el criterio diagnósti-
co existente en su remisión del país de origen, no tiene nada de antisocial.

Esta apreciación surgió en forma espontánea de una simple comparación que, en


aquel momento, pudo ser de entrada, yo no me creo con valentía suficiente para
enfrentar la situación en la forma riesgosa que el lo hizo, pues dicho paciente
estaba dispuesto a enfrentar una peligrosa agresión por defender, sin ningún tipo de
vínculo afectivo ni ganancia presente o futura, la invalidez de su defendido y eso
como reconocí de inmediato, solo lo hacen aquellos capaces de "sentir la bofetada
en la mejilla ajena" como dijera nuestro Apóstol José Martí.

En breve tiempo la totalidad de mi equipo de trabajo se percató de que estábamos


en presencia de un cordero bajo piel de lobo y en mi experiencia fue la primera
vez que puse muy en duda mi apreciación de que los adictos eran malas personas.

Después de 35 años dedicados a la rehabilitación de pacientes adictos, en los que


puedo haber atendido unos cinco mil pacientes de diferentes nacionalidades y pro-
vincias de mi país digo siempre, con mucho orgullo, que solo recuerdo tres perso-
nas a las que pudiera calificar como de menos calidad humana que quien suscribe,
ya que las restantes han sido iguales o mejores y es, justamente, a esos cuatro mil
novecientos noventa y siete pacientes y a sus seres queridos, que va dedicado con
mucho cariño el presente libro.

He llegado a la conclusión de que el principal secreto para el éxito en dicha gestión


está en que seamos capaces de mirar a nuestros pacientes y no ver en ellos otra
cosa que personas en espera de que despierte su espiritualidad, profundamente
dormida, durante la etapa de consumo, pero afortunadamente aún con vida.

Termino estas palabras de presentación con una vivencia que me impactó en mi


temprana adolescencia y que propongo como paradigma de los mensajes que aspi-
ramos a transmitir con el presente libro.

Fue un Western americano, aunque el guionista y sus dos actores protagónicos,


Henry Fonda y Anthony Quinn, trascendieron con mucho lo esperable en ese tipo
de producción fílmica. Si mal no recuerdo se trataba del filme "Pueblo embrujado"
y narraba las vivencias de dos grandes amigos, ambos reconocidos por sus veloci-
dad para desenfundar el revólver, que finalmente se enfrentaron, por necesidad
argumental, en un duelo en que Henry Fonda hiere mortalmente a su amigo y se
percata en el acto, de que aquel, pese a ser más rápido, no quiso disparar. Las
últimas palabras de Quinn en los brazos de su victimario fueron: "Tu has sido el
único ser humano que me ha mirado y no ha visto en mi, un tullido". Se trataba de
alguien que desde su nacimiento había sufrido un serio trastorno de la marcha.

El presente libro, basado en muchos años de experiencia, persigue también


igual objetivo y su contenido pretende contribuir a que profesionales, consejeros,

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familiares y amigos cumplan con el principio ético de justicia cuando valoren la
situación humana de estos pacientes.

Sus objetivos básicos serán argumentar, mediante experiencias reales y reflexio-


nes científicas, los mecanismos que explican los efectos de las drogas duras y
blandas, así como explicar por qué las primeras pueden transformar de forma tan
catastrófica la personalidad y el comportamiento de quienes las consumen en for-
ma indebida, hasta el punto de que lleguen a ser considerados como personas de
mala calaña, hasta que el proceso rehabilitatorio les permita hacerse justicia a los
ojos de sus seres queridos, amigos, compañeros de trabajo, vecinos y conciudadanos.

Este proceso que puede expresarse, metafóricamente, como retirar la piel de


lobo para poder reconocer que no son otra cosa que ovejas descarriadas en deses-
perada búsqueda (conciente o inconsciente) de quienes sean capaces de amarles
cuando menos lo merecen, por ser cuando más lo necesitan, es el determinante del
título del presente libro de divulgación científico-popular.
Los autores

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Contenido

Capítulo 1
Generalidades/ 1
Lo cotidiano en la comunidad terapéutica/ 1
Planteamientos básicos/ 2
Criterios que se han de utilizar para medir la calidad humana/ 2
¿Qué es en este libro la espiritualidad?/ 3
Compasión e involucración/ 5
¿Qué pasa cuando la espiritualidad se duerme?/ 6

Capítulo 2
Mecanismos y consecuencias del disfraz de "lobo"/ 13
Tragedias determinadas por el disfraz de "lobo"/ 13
Incertidumbre materna del ¿cómo vendrá?/ 13
Desesperación de los padres/ 13
Solución catastrófica/ 13
Terrible final de la cuesta abajo/ 14
Comportamiento que nadie hubiese esperado/ 14
Muestra del brutal egoísmo del adicto a drogas duras/ 15
La cara oscura de las drogas duras / 15
Palabras salvadoras/ 16
Mecanismos que explican el disfraz de "lobo"/ 17
Investidura gradual del disfraz/ 17
Consecuencias sociales globales de la investidura/ 18

Capítulo 3
Rehabilitación/ 22
Ascenso a la rehabilitación total/ 22
Pasos sucesivos del proceso rehabilitatorio/ 22
Estrategia para salir de la trampa de las adicciones/ 23
Consecuencias inmediatas del fracaso o posposición del ascenso/ 28
Retirando la piel de "lobo"/ 29
Conductas bajo influencia de drogas en personas no adictas/ 29
Definición del verdadero bebedor social/ 30
Diferentes modalidades del consumo alcohólico/ 31
Criterios para la valoración clínica/ 32
Uso no social de alcohol/ 33
Modalidades más frecuentes del uso no social de alcohol/ 33

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Capítulo 4
Factores que explican el disfraz de "lobo"/ 35
Mecanismos cerebrales determinantes del disfraz de "lobo"/ 35
Importancia de la región prefrontal/ 35
Sistema límbico/ 36
Circuito de las gratificaciones/ 36
Formación reticular/ 37
Otros mecanismos del disfraz de "lobo"/ 37
Quiere más a la botella que a mí/ 37
Pareciera que pretende someternos al suplicio de Sísifo/ 37
Muchas veces consume para darnos en la cabeza/ 38
¿Cómo es posible que después de tantas advertencias haya pensado que
puede consumir con control?/ 38
¿Si sabe que se transforma en un monstruo cuando consume, por qué lo
hace?/ 39
Sale de una tragedia y entra en otra como si no hubiese ocurrido nada/ 39
Es tan irresponsable que al salir de pase se fue otra vez a la discoteca/ 40
Lo que más me duele son sus engaños/ 40
Ha enfrentado tantas tragedias sin reaccionar, que no se cuando tocará
fondo/ 40
Es inconcebible que me cele después de tantos años de abandono/ 41

Capítulo 5
Funcionamiento del cerebro bajo la influencia de drogas / 43
Efecto de las drogas duras/ 43
Acción de las drogas duras en términos psicoanalíticos/ 45
Manifestaciones clínicas bajo la influencia de drogas duras/ 45
Efecto de las drogas blandas/ 46
Símil que resume la acción de las drogas duras y blandas/ 47

Capítulo 6
El presunto "lobo" y su entorno familiar/ 49
Interacciones familiares con el paciente adicto/ 49
Determinados resultados investigativos/ 49
Gestiones de prevención/ 51
Enfrentamiento con la manga al codo como le entra a la "res el carnicero"/ 51
Principios rectores/ 52
Factores que desempeñan un papel en el establecimiento de las adicciones/ 54
Diferentes caminos que conducen a las adicciones/ 59
Prevención en lo constitucional/ 60
Prevención en el ámbito familiar/ 61
Evidencia de los hogares afectados por separaciones, divorcios o muertes/ 61
Sugerencias de acciones preventivas en el seno de la familia/ 61
Alternativas disponibles cuando falla la prevención/ 63

12
¿Es el uso no social de alcohol modificable luego de establecido?/ 63
Etapas rehabilitatorias del adicto según Prochaska / 64

Capítulo 7
Temas para reflexiones finales/ 67
¿Es el adicto victimario o víctima?/ 67
Crisis familiares/ 67
Objetivos a perseguir para promover la salud de los hijos/ 69
¿Cómo prevenir las adicciones en nuestros hijos?/ 70
Los doce pasos de Paula Kemp/ 70
Utilidad de conocer la biografía de un adicto/ 71
Principio Pigmalión y su aplicación en el proceso rehabilitatorio de un
adicto/ 75
Diferentes formas de esclavitud ante las drogas / 76
Conducta de los padres y adicciones/ 77
Derrumbe en la vía/ 78
Aforismos martianos / 79
Epílogo/ 81
Informe evolutivo de algunos "lobos" desenmascarados/ 80

Referencias bibliográficas/ 83

13
Capítulo 1
Generalidades

Lo cotidiano en la comunidad terapéutica


Por más de un tercio de siglo, y día tras día, el primer tema que se emprende en
la reunión matutina del servicio hospitalario con 50 plazas para pacientes masculi-
nos mayores de 18 años, es la definición de comunidad terapéutica como una
forma organizativa asistencial que permite utilizar todos los recursos materiales y
humanos disponibles, para contribuir a la rehabilitación de quienes buscan ayuda
profesional por padecer una adicción a drogas duras.
Con la participación de todos, se explica que en la comunidad terapéutica, el
tratamiento es tarea de todos y que cada uno de los presentes, al aportar su granito
de arena para vencer las adicciones, integra, de manera automática, el equipo de
trabajo, que no se limita a los profesionales, tecnólogos y técnicos, ya que incorpo-
ra, también, a los pacientes, a los trabajadores auxiliares y administrativos; así
como a los estudiantes de medicina, psicología, enfermería y tecnología de la salud.
Se destaca, además, que aun los enfermos con limitaciones mayores por su
estado de salud, participan, de forma relevante, en la rehabilitación de sus compa-
ñeros adictos y, cada cierto tiempo, se les pregunta, si alguien puede explicar cuál
es el mecanismo mediante el cual, estos pacientes, con afecciones más severas
ponen su granito de arena en tan importante misión de rescate.
Las respuestas de muchos adictos que participan, por primera vez, en estas
actividades, es sorpresivamente la misma, al destacar, en forma espontánea, que
ellos inspiran solidaridad y que cuando alguien expresa que es solidario con otros
seres humanos necesitados, se produce el fenómeno de que la ayuda desinteresa-
da a otros, implica la ayuda a sí mismo.
Otras respuestas, son generalmente expresadas por pacientes con mayor expe-
riencia comunitaria y destacan que "estos comportamientos posibilitan también el
despertar y desarrollo de la espiritualidad y nosotros añadimos, que dicha conducta
(muy característica de los pacientes adictos, cuando están en sobriedad), es un
magnífico indicador de la alta calidad humana que se esconde bajo sus catastrófi-
cos comportamientos, determinados por el efecto de las drogas duras, mientras se
mantiene la etapa de consumo".
El prototipo de estos pacientes inspiradores de solidaridad es Manolito y el
defensor en el enfrentamiento referido, fue Israel, cuyas formidables potencialida-
des compasivas y actitudes de involucración "estarán para siempre en mis recuer-
dos como alguien para quien, una vez rehabilitado, nada humano le resultó ajeno".

1
Planteamientos básicos
Se pretende que el contenido de este libro logre que los lectores lleguen a coin-
cidir con el equipo de salud en los aspectos siguientes, emanados de la práctica
asistencial en el campo de las adicciones al alcohol y otras drogas duras:
1. Las drogas duras duermen la espiritualidad del consumidor, pero, afortunada-
mente, no la matan.
2. Las conductas disociales de los adictos, son inherentes a los efectos de las
drogas duras sobre el sistema nervioso.
3. El proceso rehabilitatorio no solo despierta la espiritualidad, sino que la
desarrolla.
4. Los mecanismos de expiación y búsqueda de perdón, conducen al adicto en
rehabilitación a reponer los sufrimientos determinados a sus seres queridos
durante la etapa de consumo.
5. La culpabilidad derivada de lo acontecido durante el consumo, hacen que la
reposición se fundamente en mecanismos de sobre compensación.
6. El resultado final de la rehabilitación es un ser humano de mayor calidad que la
existente antes de la pesadilla del uso indebido de drogas.

La argumentación de estas realidades se basa en los más recientes avances


científicos sobre el efecto de las drogas, así como en conceptos psicológicos
y psicopatológicos. Con el propósito de facilitar la comprensión a los lectores no
especializados, se utiliza un lenguaje comprensible en la descripción de muchas
interacciones humanas reales, aunque se aplican por razones éticas, diferentes
recursos para mantener el anonimato de los pacientes implicados.
El propósito central en este libro es demostrar cuanto de bueno existe detrás de
la máscara disocial de los pacientes adictos a drogas duras y es por eso que resulta
indispensable exponer los criterios que se utilizan para valorar la calidad humana
de estos enfermos.

Criterios que se han de utilizar para medir la calidad


humana
Si se reflexiona sobre lo referido, salta a la vista que se destaca un comporta-
miento de Israel que resulta casi heroico y para eso no ha sido necesario destacar
la edad, ni la escolaridad, estado civil, color de la piel, color del cabello o color de los
ojos, estatura, peso corporal, ni fisonomía, ya que estas son características exter-
nas y por tanto incapaces de discriminar las personas buenas de las malas.
Es por ello que la valoración de la calidad humana, se debe basar en la manera
de ser, de hacer, de reaccionar y de resolver las situaciones que se enfrentan en la
vida y todavía, con mayor especificidad, sustentar dicha valoración en los princi-
pios, intereses, valores, virtudes, actitudes, sentimientos, sensibilidad humana, ca-
pacidad compasiva y poder de involucración; características incluidas en el con-
cepto de espiritualidad que, necesariamente, se deben abordar para entender por

2
qué el comportamiento de Israel fue expresivo de una alta espiritualidad y calidad
como persona.

¿Qué es en este libro la espiritualidad?


Aun cuando el más desarrollado de los seres vivos, puede identificarse, de modo
indistinto, mediante las definiciones de ser social o ser bio-social, diferentes nece-
sidades sociales, históricas y conceptuales, dieron lugar a denominaciones más
complejas, dirigidas a destacar con objetivos didácticos, aspectos, a veces, incom-
prensiblemente subvalorados.
Surgieron así nuevos desgloses con términos cada vez más diferenciados como:
unidad biopsicológico-social que destaca lo psicológico, pese a considerarlo pro-
ducto de la interacción biosocial y, finalmente, las concepciones que ponen en
relieve otros aspectos como la biopsicológico-sociocultural y la biopsicológico-
socioespiritual.
Si se reflexiona sobre los dos últimos desgloses del ser humano reflejados en la
literatura internacional, en estas lo cultural y lo espiritual se han considerado como
sinónimos y, sin embargo, no es así.
Se comienza por las apreciaciones del Apóstol que definió el espíritu como: "Lo
que nos induce a comportamientos ajenos a nuestras necesidades corpóreas y
como lo que nos fortalece, nos anima y nos agranda"(1) (2).
Se debe destacar que la única modificación necesaria para ajustar este concep-
to a los objetivos en el presente libro es sustituir corpóreas por personales.
En la etapa actual del desarrollo científico técnico y humanístico se impone el
desglose del ser humano en cinco niveles a saber: el biológico, el psicológico, el
social, el cultural y el espiritual y cada uno de estos se corresponde con necesida-
des de igual denominación (3).
Los cinco tipos de necesidades humanas presentan, un orden decreciente de
perentoriedad, desde las más primitivas (las biológicas), hasta las más desarrolla-
das (las culturales y las espirituales) y estas necesidades son:
1. Biológicas: como la alimentación, la defensa de la integridad física y la procrea-
ción, demandas vitales, cuya insatisfacción conduce, de manera inevitable, a la
muerte como individuos o como especie.
2. Psicológicas: de estimulación, seguridad personal y amor, cuyo clímax de insatis-
facción se puede ejemplificar por la psicosis experimental que aparece luego
de 48 h en cámara de deprivación sensorial.
3. Sociales: de comunicación, comprensión, aceptación, trato amable y reconoci-
miento, cuya máxima insatisfacción se traduce en hostilidad, marginación y
disminución de la autoestima.
4. Culturales: representadas por los legítimos intereses y valores personales (no
solo de pan vive el hombre), cuya insatisfacción es indicada por frustraciones,
desmotivación y vacío creativo estético.
5. Espirituales: que se mueven en el campo de los principios morales y las virtudes,
necesidades que representan un formidable salto cualitativo al tratarse de las
que surgen, cuando el desarrollo personal permite asumir como propias las

3
carencias de otros, gracias a la sensibilidad o empatía, la compasividad y las
potencialidades de involucración, cuyo fruto final es la solidaridad humana. La
insatisfacción de las necesidades espirituales, muchas veces inadvertida para
las personas carentes de inteligencia emocional, es justamente el vacío
existencial (4) (5).

Resulta, de alta relevancia, la consideración de que la satisfacción de las nece-


sidades biológicas se vincula a comportamientos instintivo-afectivos similares a los
de los animales inferiores, en tanto que la de las necesidades culturales y, más aún,
las espirituales se alcanza mediante comportamientos racionales, cognitivo-volitivos
expresivos de la existencia de conciencia.
En efecto, una visión panorámica del desarrollo de las especies permite recono-
cer que durante unos dos millones de años, los prehomínidos y después, con mayo-
res posibilidades, los hombres primitivos, crearon su medio cultural al modificar el
entorno natural a partir de la creación de rudimentarias herramientas como las
piedras de cuarzo afiladas (6).
De igual forma se incorporaron en esa fase de desarrollo, elementales valores
sociales; después aparecieron los intereses culturales y la delimitación de valo-
res morales como formas de conciencia social e individual para pautar sus relacio-
nes individuales y colectivas, así como con su entorno natural y cultural.
Apréciese aquí, a los efectos del tema que se aborda, el origen histórico de lo
cultural y de lo espiritual: lo cultural, vinculado con los intereses y valores persona-
les derivados de la progresiva transformación del medio natural por la mano del
hombre y lo espiritual, relacionado con los principios morales y las virtudes que,
pese a su limitado desarrollo en dicha etapa inicial, posibilitaron la subsistencia
grupal del ser humano en sus fases de recolector y cazador (7).
Lo cultural se relaciona con el aforismo "no solo de pan vive el hombre" y con la
teoría de la información, la lógica y la estética, mientras que lo espiritual se vincula
a la norma de "hacer bien sin mirar a quien" y se expresa en el terreno de la ética,
la deontología y la axiología.
Se alcanzó, finalmente, la etapa actual de desarrollo de estas pautas morales
cada vez más específicas en su establecimiento, aceptación y generalización, así
como en lo referente a niveles de exigencia y formas de control (8).
En lo referente al desarrollo individual, la unión del óvulo con el espermato-
zoide inicia, con la concepción, una continua interacción dialéctica sujeto-medio,
que tendrá durante nueve meses a la madre como intermediaria directa, para deve-
nir, luego del nacimiento, interacción guiada por padres, familiares, para iguales,
educadores, eticistas y legistas, hasta que el sujeto alcance la madurez suficiente
para su progresiva independencia.
Durante este proceso, que solo termina con la muerte, es que se perfilan y
expresan las características biológicas, psicológicas, sociales, culturales y espiri-
tuales que diferencian a los individuos en un medio sociocultural determinado. Este
sistema estructurado y consistente de características recibe el nombre de per-
sonalidad y pautará la forma característica en que cada sujeto desarrolle su
adaptación creadora al medio (9).

4
La formidable imbricación de las categorías cultural y espiritual, cada vez más
alejados de las necesidades primarias, se hace evidente cuando se reconoce en lo
cultural el preámbulo inductor a lo espiritual, aunque, en forma no excepcional,
pueden existir personas dotadas de una vasta cultura y carentes de esa capacidad
empática que posibilita la compasión, la disposición solidaria y el alto nivel de
involucración interpersonal indispensables para reconocer a quienes, históricamen-
te, se ha denominado "personas de buenos sentimientos" y que ahora se designan
como personas con alta calidad humana.
Para profundizar, aún más, en los parámetros utilizados para llegar a la conclu-
sión de que la inmensa mayoría de las personas adictas atendidas son "corderos
bajo piel de lobo", se cree, igualmente, conveniente abordar los conceptos de com-
pasión e involucración.

Compasión e involucración
Sin que se pretenda ser un ejemplo en este campo, toda vez que se reconoce
que existen infinidad de personas con mucho mayor desarrollo, se propone, sin
embargo, comenzar por diferenciar la compasión de la involucración por conside-
rarlas entre las más típicas expresiones de espiritualidad.
Corría el año 1963 (mi segundo año como médico rural en Niquero) cuando, por
razones que atribuyo a mi juventud e inexperiencia, confronté serias dificultades
interpersonales con un técnico de mi hospital rural, dificultades interpersonales
culminadas en un enfrentamiento físico que, pese a ocurrir fuera de los límites de la
institución, constituyó un serio error para mi, que fungía en aquel momento como
director del hospital.
Las medidas a tomar por el organismo de Salud Pública incluyeron la proposi-
ción de mi traslado a otra institución, sanción perfectamente ajustada a la magnitud
de la falta, pero que fue, sin embargo, revocada por la gestión de muchas madres
del pueblo (en esa etapa se me había asignado la atención de la sala pediátrica) que
recogieron una cantidad importante de firmas rogando se sustituyera el traslado
por otra sanción administrativa.
Realmente se trató de una conducta no esperable para mi posición directiva en
el centro, pero su referencia es obligada para entender lo que pasó menos de 15 días
después de la solución de dicha situación.
Corrían tiempos, todavía bien difíciles, en materia de salud, sobre todo en regio-
nes muy apartadas de nuestra geografía donde la educación para la salud y los
programas preventivos no habían logrado aún sus objetivos y la parejita de campe-
sinos residentes en lo más recóndito de la Sierra Maestra estaba lejos de entender
la importancia del chequeo preparto de las embarazadas o del parto institucional,
por lo que enfrentaron la tragedia de que su primer descendiente naciera sin que se
desarrollara el cerebro ni el cráneo, (anormalidad, perfectamente, evitable
y detectable en nuestros días) por lo que su esperanza de vida no superaría
los dos meses.

5
La angustia de aquellos dos guajiritos ante la inesperada desgracia hizo que
todos los miembros del equipo de salud que intervinimos en su atención nos compa-
deciéramos de aquella parejita y reconociéramos, además, la relevancia del trato
solícito ante personas en su situación. Fue por eso que decidimos que se preparara
un pequeño local del hospital para que ambos padres pudieran alojarse en la institu-
ción, hasta tanto ocurriera el deceso del niño, provisionalmente, ubicado en la salita
pediátrica del centro. Este gesto, apoyado por todos, fue expresivo del sentimiento
espontáneo de compasión derivado de la sensibilidad humana esperable de quienes
laboran en un centro de salud.
La situación, sin embargo, se hizo insostenible para aquellos padres, cuando se
difundió por el pequeño pueblo la noticia de que en el hospital había un niño fenó-
meno y comenzaron a llegar personas interesadas en verlo.
Pese a la firme actitud del personal y las conversaciones persuasivas para con-
trolar la penosa situación, una nueva desgracia comenzó a golpear la ya afectada
autoestima de la pareja, hasta el punto de que en un análisis de autoconciencia,
decidí poner fin a aquel sufrimiento, para lo que personalmente le administré al niño
un medicamento orientado a producir un profundo sueño que adelantó su falleci-
miento, bien entendido que no había esperanza alguna de vida, más allá de un mes.
Salta a la vista que, de haberse conocido mi conducta profesional, incurría en
serio riesgo de una inhabilitación de mi carrera, luego de tantos esfuerzos y de ello
fui, totalmente, conciente en el momento en que tomé la decisión y la cumplí.
Apréciese que el acto compasivo de extraordinaria importancia humanística, no
implica, empero, la exposición a un importante riesgo de perjuicio personal o un
sacrificio relevante. Sin embargo, en la involucración se da un paso más allá como
ocurrió en este ejemplo personal, pero todavía más riesgosa fue la defensa que hizo
Israel de Manolito.
Nótese, desde ahora, que el grado máximo de involucración está en los compor-
tamientos heroicos, como el de los mártires que dan su vida sin delatar a otros o las
monjitas, tantas veces reconocidas por el líder de la revolución, por dedicar sus
vidas a la atención de pacientes y ancianitos.

¿Qué pasa cuando la espiritualidad se duerme?


Las reflexiones anteriores que destacan la sensibilidad humana, la compasión,
la involucración y la solidaridad como aspectos, de primer orden, para valorar la
calidad humana, permiten reflexionar acerca de cuáles son las expectativas del
comportamiento cuando estas virtudes se opacan o se duermen.
La más característica es el egoísmo acompañado de pasotismo o indiferencia
ante problemáticas de otros, el hedonismo o búsqueda del placer a todo precio, la
crueldad, la violencia, la irresponsabilidad, la deslealtad, la insensibilidad humana, la
carencia de altruismo o amor por los demás y, sobre todas las cosas, la ausencia de
esa gran virtud humana que es la solidaridad.
El propósito es hacer comprender al lector que estas características son típi-
cas de los adictos a drogas duras, durante su etapa de consumo y tam-

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bién típicas de las personas bajo la influencia de drogas duras, aunque no
sean adictos.
¿Y cómo es posible que esas mismas personas, cuando logran la sobriedad
puedan transformarse en ciudadanos ejemplares?

¿Quien es Manolito?
Se trata de un joven español llegado a este servicio, muchos años atrás, luego
de ser atendido, con mucha profesionalidad, en su país; pese a lo cual su evolución
aconsejaba un tratamiento rehabilitatorio de larga duración, dada la severidad de su
cuadro y la resistencia a los tratamientos orientados.
La tragedia lo golpeó en plena adolescencia cuando, en forma simultánea, se
enfermó de esquizofrenia y de una variante de epilepsia, denominada psicomotora,
en la que en vez de predominar las crisis de convulsiones sobresalen los comporta-
mientos súbitos e imprevistos de violencia.
La situación se hizo tan difícil, que en su propio país fue necesario realizar tres
intervenciones quirúrgicas para modificar algunos centros cerebrales relacionados
con la impulsividad y la violencia.
La técnica utilizada fue la cirugía estereotáxica consistente en la colocación
transitoria en el cráneo de una especie de corona que permite localizar, de manera
exacta, los centros sobre los que se quiere actuar introduciendo por conductos
especiales un aditamento que, en su extremo distal, se calienta por radiofrecuencia
a 80 ºC, temperatura suficiente para neutralizar muy selectivamente las zonas del
cerebro que se disparan, de manera automática, durante las crisis focales epilépti-
cas. Dicha técnica, aplicada por uno de los mejores neurocirujanos de la época a
nivel mundial, logró atenuar en algún grado su agresividad, pero dejó secuelas
motoras parciales en la mitad de su cuerpo.
La sintomatología, al combinarse ambas enfermedades, reúne características
muy especiales como la tendencia a estar siempre bromeando, pero con bromas
que, muchas veces, sacan de paso a los más experimentados equipos de salud,
como ocurrió al principio de su enfermedad en que escondía las llaves de los médi-
cos y enfermeros, así como los materiales de limpieza y otras travesuras que plani-
ficaba, cuidadosamente, gracias a su privilegiada inteligencia original que lo llevó a
ser campeón juvenil de ajedrez en España.
Estas conductas referidas en su historia clínica de remisión a Cuba, se acompa-
ñaban de un estado afectivo de alegría artificial expresada mediante una mímica
exagerada y una risa muy burlona, conductas que, pese a ser determinadas por las
disfunciones de su cerebro, parecían orientadas a molestar, precisamente, a las
personas que más disposición mostraban para ayudarle.
Cuando llegó a Cuba, muchos de estos síntomas habían disminuido, en ocasio-
nes, incurría en dichos comportamientos coincidiendo con las fases de agravación
de sus dos afecciones.
Había, sin embargo, algo que lo diferenciaba, es su totalidad, de los pacientes
esquizofrénicos hebefrénicos descritos en todos los libros psiquiátricos y era su

7
capacidad residual para inspirar sentimientos de amistad y solidaridad, así como el
reciprocar, aunque en forma muy elemental, la actitud amistosa de quienes se
acercan a él.
Esta deferencia es permitirles (solo a ellos) que puedan leer lo que, continua-
mente, escribe a lápiz y con letras mayúsculas en papeles, libretas y agendas que
llena en breve tiempo y cuyo contenido gira en torno a palabras que para él tienen
un significado especial por su sonido o por la repetición de algunas letras.
A pesar de presentar una gran desorganización del pensamiento que lo lleva a
comunicarse, casi siempre, mediante una ensalada de palabras en las que no trans-
mite mensaje alguno, manifiesta, delirios referenciales muy desorganizados como
resulta característico en pacientes autistas.
Aún cuando ha estado siempre en el medio comunitario y ha participado, en
forma espontánea, en todas las actividades del servicio, su contacto real con lo que
ocurre siempre es muy pobre, debido a que su pensamiento más que originarse en
la realidad circundante lo hace en sus vivencias internas.
Otra forma muy especial de mostrar su afecto, es pedirles a sus interlocutores
que les digan una palabra de tres vocales y dos consonantes o expresarles que
dentro de las letras de sus apellidos hay dos nombres femeninos (Eva y Ana)
realidad que, por otra parte, no parece afectarle, pues su identificación sexual es,
totalmente, adecuada.
Fue precisamente Manolito, el paciente, de manera heroica, defendido por aquel
joven sudamericano que decía ser miembro de la mafia y que traía en sus docu-
mentos de remisión, el diagnóstico de drogadicción en personalidad antisocial.
Se revalora la situación para hacer más evidente la alta espiritualidad de Israel.
Hacía menos de una semana que conocía a Manolito y su vínculo con él resultaba
en su totalidad desinteresado, justamente por encontrase Manolito la mayor parte
del tiempo fuera de este mundo. En efecto, si se continúa la historia luego del
valiente enfrentamiento de Israel al comportamiento abusivo del otro enfermo, la
percepción de su gesto por parte de Manolito puede inferirse de lo ocurrido una vez
controlada la situación, cuando en forma privada le comenté: Manolito ¿viste que
Israel es tu amigo? Su respuesta fue: miércoles, escaparate, museo del Prado,
jaque mate. Pese a su alta inteligencia original bien lejos estaba ahora de poder
valorar el significado de aquel gesto para borrar de inmediato el doloroso cartelito
de antisocial de quien no era otra cosa que una oveja descarriada y disfrazada bajo
la piel de un "lobo".
Esa fue también la más importante experiencia para saber que a partir de en-
tonces Manolito y otros pacientes desvalidos se convertirían en mi principal recur-
so para reconocer como son realmente los pacientes adictos.
Manolito debido a sus múltiples afecciones y a pesar del extraordinario cariño y
preocupación de sus padres y hermanos (cuya actitud ante la tragedia ha sido
realmente ejemplar) tiene todavía una expectativa muy prolongada de hospitaliza-
ción, salvo que surjan nuevos recursos con el avance indetenible de las ciencias del
cerebro.

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Otro factor a destacar es que debido a sus afectaciones encefálicas presenta
una disminución notable de la producción de anticuerpos que lo protejan de cual-
quier tipo de infecciones comportándose en lo referente a su sistema inmunológico
en forma similar a los pacientes de sida, situación que implica un gran riesgo para
contraer todo tipo de enfermedades infecciosas.
El hecho de mantenerse saludable en un medio hospitalario a pesar del tiempo
transcurrido ha sorprendido a todos los clínicos participantes en su atención, pero
esta apreciación resulta una demostración más de lo que puede el calor humano en
situaciones de inevitable alejamiento familiar, gracias a que estos pacientes adictos,
enfermeras y auxiliares desempeñan según su edad los papeles de madre, padre,
hermanas, hermanos, abuelos y amigos.
Durante décadas hemos sido conmovidos por la frecuencia con que pacientes
de La Habana o de provincias lejanas, egresados por alcoholismo u otras adicciones,
visitan nuestro servicio luego de rehabilitados, con el objetivo principal de saludar a
Manolito o algún otro paciente igualmente desvalido y traerles cualquier golosina
en señal de afecto, conductas solidarias que revisten aún mayor significado huma-
no por tratarse, con frecuencia, de personas de muy magros recursos económicos.
Los alumnos de quinto año de medicina, procedentes de Cuba y de otros países
latinoamericanos, cuando cursan por esta asignatura se maravillan con las capaci-
dades estratégicas de Manolito cuando lo enfrentan en una partida de ajedrez
iniciada con la errónea presunción de que tendrían que simular una derrota para
elevar la autoestima de Manolito y al ser abatidos aprenden que como dijera Esqui-
rol (discípulo de Felipe Pinel al gran psiquiatra y humanista que en 1793 liberara por
vez primera de las cadenas a los enfermos mentales en Francia): "Las personas
aquejadas de demencia, se comportan como pobres que antes fueron ricos, en
tanto que quienes padecen un retraso mental lo hacen como pobres que siempre
fueron pobres".
Manolito fue sin dudas, antes de la aparición de sus enfermedades un mucha-
cho intelectualmente brillante y con una educación esmerada que aún expresa en
sus ratos de lucidez, como esperar, con paciencia, a que se le conceda la palabra en
las reuniones en las que participa sorprendentemente consistente y con disciplina
ejemplar y en las que, con alguna frecuencia, les recuerda a los participantes quien
realmente fue, como el día en que luego de pedir la palabra, mientras se valoraba
por el colectivo una situación de indisciplina de otro paciente, se levantó de su
asiento como quien fuese a expresar su criterio sobre lo que se debatía y expresó:
«Pienso, luego existo» manteniéndose de pie mientras duraron los espontáneos
aplausos de sus compañeros pacientes.
Para los que duden de las capacidades remanentes aún en personas con serías
afectaciones cerebrales, un día que se extravió la guía plasticada para el juramento
de los pacientes adictos que en forma rotatoria leen los pacientes, se escuchó
sorpresivamente la voz de Manolito quien sin ningún apunte, expresó, palabra por
palabra: "Juro por la vida de mis seres más queridos que rechazaré durante 24 h el
consumo de los tóxicos que me esclavizan, así como reuniones y conversaciones
tentadoras sobre los mismos. Tendré siempre presente que el placer artificial que

9
me producen, se transforma en gran sufrimiento para los que me quieren y obstá-
culo para mis metas en la vida. Muy grande es el sufrimiento de mis padres, que
cuando me trajeron al mundo tuvieron para mi, aspiraciones diferentes a que me
convirtiera en un toxicómano. También yo tengo otros planes y sufro por mi adicción.
Por mis seres más queridos y por mí, debo rehabilitarme".
Al concluir la actividad la expresión facial de sus compañeros parecía ser de
quienes hubiesen presenciado un milagro.
¿De qué otro modo podían comprender que un paciente a todas luces desco-
nectado de lo que ocurría en los matutinos pudiera memorizar con tanta fidelidad el
juramento, realmente extenso, orientado no solo a establecer el compromiso moral
de los pacientes adictos con todos los integrantes de la comunidad terapéutica, sino
a lograr el reforzamiento cognitivo cotidiano sobre la tragedia que han vivido hasta
su rehabilitación total.
Otra conducta que permite valorar el grado de desorganización del pensamien-
to y conducta de Manolito al comenzar su atención rehabilitatoria fue que la próte-
sis estomatológica para sustituir parte de su dentadura, perdida en una de sus crisis
con caída al suelo, debió realizarse en cuatro ocasiones (las tres primeras, durante
su primer año de hospitalización) y el motivo para la reposición era que las regalaba
a pacientes de otros servicios vecinos que las recibían como obsequios, debido a
sus severas afectaciones de la crítica producto de sus enfermedades de muy larga
evolución.
La cuarta prótesis, sin embargo, tuvo mejor suerte y la ha mantenido en perfec-
tas condiciones por más de dos décadas. Así de fluctuante e impredecible suele ser
el comportamiento de algunos pacientes en las etapas de mayor desorganización,
al tratarse de enfermos muy severos, cuyo pronóstico depende en esencia de los
futuros avances de las neurociencias.
En el caso de Manolito ambas enfermedades psiquiátricas se instalaron sin que
hubiese consumido droga alguna, pues, de manera afortunada, está, totalmente,
libre de hábitos tóxicos, hasta el punto de que nunca se ha puesto un cigarrillo en
sus labios ni ha bebido alcohol o café.

¿Quien es Jorge?
Otro paciente que funciona como inductor de espiritualidad en los enfermos
adictos. Es de procedencia sudamericana, educado en el seno de una prestigiosa
familia hasta que la desventura tocó a sus puertas, tan solo una semana después de
iniciar el consumo de marihuana en un colegio militar norteamericano. Así debutó
su esquizofrenia que ha evolucionado en forma catastrófica.
En el caso de Jorge (así se denomina a este paciente) es una forma de curso
continuo, que a diferencia de la mayoría de los casos de esquizofrenia que evolu-
cionan con brotes de agudización y etapas de mejoría, en su caso los síntomas se
han mantenido con igual intensidad desde su instalación tres décadas atrás.
Como es bien sabido en el ámbito profesional, todas las adicciones o con más
propiedad, todo uso no social de drogas duras, implica el peligro potencial de desen-

10
cadenar enfermedades mentales severas y esto fue señalado desde Hipócrates, el
padre de la medicina, que 2 400 años atrás habló de la locura alcohólica.
Igual propensión tienen otras drogas como la cocaína, la heroína, el éxtasis, las
anfetaminas y los hongos, aunque quien lidera este gran peligro, entre todas las
drogas conocidas hasta hoy es, precisamente, la marihuana que fue quien dio al
traste con la salud mental de Jorge, pese a haberse tratado en las primeras etapas
de la enfermedad en las mejores clínicas del mundo y al precio de arruinar prácti-
camente a su familia antes de solicitar ayuda rehabilitatoria en Cuba.
El aporte terapéutico de Jorge en la ayuda de enfermos adictos es doble, pues
además de inspirar conductas solidarias, resulta un ejemplo impactante del alto
riesgo del uso de drogas, peligro que, sin embargo, es poco enfatizado en la cultura
comunitaria en este continente.
La situación de pérdida de la salud de Jorge es conocida en el ámbito de las
adicciones, como un doble diagnóstico; es decir, una adicción a la que se suma otra
enfermedad psiquiátrica que no resulta una complicación de la propia adicción,
como pudiera ser el delirium tremens en un paciente alcohólico (10).
Los dobles diagnósticos prototipos, son aquellos en que se combina la esquizofrenia
con la adicción a drogas duras y pueden tener tres mecanismos básicos de produc-
ción:
1. El joven adicto en el que los efectos dañinos de las drogas desencadenan el
cuadro esquizofrénico que, hasta ese momento, era solo una predisposición y
que muy posiblemente, de no existir la historia de consumo no se hubiese ma-
nifestado nunca. A estos casos se les denomina en terminología anglosajona
SAMI (substance abuser, mentally III).
2. Cuando la sucesión de una afección y la otra ocurren en orden inverso, es
decir, primero la enfermedad psiquiátrica y luego la adicción, se habla de MISA
(mentally III, substance abuser).
3. Las dos enfermedades se expresan, de manera simultánea, sin que se eviden-
cie vínculo patogénico alguno; es decir, que una no influye en el desencadena-
miento de la otra, por lo que ambas evolucionan en forma paralela (11) (12).

La explicación de la mayor frecuencia del SAMI con el consumo de marihuana


está en que existe en el organismo un sistema de neurotransmisión llamado
cannabinoide, cuyo neurotransmisor fundamental es la anandamida y este sistema
se desajusta, en forma similar, a como ocurre con el sistema dopaminérgico cuando
se utilizan, por largos períodos, determinados neurolépticos de gran potencia (13).
Es necesario aclarar que no todos los casos de esquizofrenia desencadenados
por el consumo de drogas, tienen una evolución tan trágica como la de Jorge,
aunque resulta frecuente que, en general, la evolución sea peor que en las determi-
nadas por otros factores.
El pensamiento, la afectividad y el comportamiento de Jorge, aún cuando no
alcanza el grado de desorganización presente en Manolito, permiten una mejor
interacción comunitaria, pero expresa, igualmente, grandes fluctuaciones en su
actividad delirante de grandeza y de tipo planetario, que mezcla con temas de su

11
breve vida en contexto militar, al considerarse un oficial de alto rango, ideación
falsa que lo lleva a saludar militarmente a toda persona con quien se relacione.
Otra característica de Jorge es que nos trata a mi y a mi esposa (también
psiquiatra) y a mí, como si fuésemos sus progenitores y como resulta esperable,
durante el saludo matutino con los pacientes, con frecuencia, nos estampa un beso
en la mejilla y nos llama, con un dejo infantil, como papá y mamá.
Tanto Manolito como Jorge tienen además algo que los caracteriza y es que
todo cuanto tienen lo comparten, gustosamente, con los demás pacientes y ese es
el curso principal que siguen las golosinas u otros pequeños presentes recibidos de
los pacientes adictos o del personal del servicio. Pareciera que la vida les ha ense-
ñado, en forma espontánea, el sentido del aforismo popular que reza: "Hoy por ti y
mañana por mí".
Es posible que la separación geográfica de Manolito y Jorge con sus padres
juegue algún papel, pero, sobre todo, debido a los vínculos afectivos que se estable-
cen entre ellos y el resto de los integrantes de la comunidad, la celebración de sus
cumpleaños son, siempre, las más concurridas y alegres, gracias a los aportes y la
participación de los pacientes adictos en tratamiento y seguimiento.
Son ellos también quienes, en forma voluntaria, se ocupan del afeitado y vestua-
rio de Manolito y Jorge, así como de convencerlos para que se bañen en los días de
invierno cubano, ofreciéndose, gustosamente, para calentarles el agua, algo que no
hacen para ellos mismos. Vigilan además su alimentación y la toma puntual de los
medicamentos y jamás se han sentido molestos cuando son despertados por Jorge,
en horas avanzadas de la madrugada, para escucharle ¿tienes un cigarrito?
Su aporte humanístico en todos los sentidos, pero, sobre todo, en lo referente a
mostrarles respeto, solidaridad y afecto es la máxima responsable de que Manolito
y Jorge hayan tenido la posibilidad de alcanzar una calidad de vida que, por el
tiempo prolongado de evolución, hubiese sido inimaginable de no contar con la
sensibilidad humana, la capacidad compasiva y el alto poder de involucración de los
enfermos adictos una vez que la sobriedad hace que se desprendan para siempre
de su piel de "lobo".
¿Cuáles son los mecanismos que determinan estos comportamientos casi
beatíficos en los pacientes adictos en rehabilitación?
¿Cómo es posible que lleguen a comportarse en forma tan diferente a la pre-
sente durante le etapa de consumo?

12
Capítulo 2
Mecanismos y consecuencias del disfraz de "lobo"

Tragedias determinadas por el disfraz de "lobo"


Para entender la desesperación sentida por los seres queridos al apreciar la
brutal transformación de los adictos bajo la influencia de drogas duras, mientras se
mantiene la etapa de consumo, se sugieren las reflexiones siguientes a punto de
partida de seis vivencias reales de alto significado humano.

Incertidumbre materna del ¿cómo vendrá?


La reiterada exclamación de muchas madres amantísimas al plantear que antes
de ver a sus hijos bajo el efecto de drogas prefieren mil veces verlos muertos y que
no pueden soportar por más tiempo el vivir bajo la terrible incertidumbre del ¿cómo
vendrá?, mientras los esperan presas de angustia a su regreso al hogar en plena
madrugada.

Desesperación de los padres


La experiencia fue narrada en el libro: "usted puede prevenir, detector y vencer
las adicciones"; cuando el padre de Israel llegó a tal grado de desesperación ante
los consumos reiterados de su hijo, que puso una pistola en sus manos, con la
invitación de subir a la azotea de la casa para un enfrentamiento a muerte. Esta es,
por cierto, "una de las experiencias más conmovedoras en mis 36 años de trabajo
con pacientes adictos".

Solución catastrófica
Esta fue el planeamiento suicida ampliado de aquel abuelito que asumió el doble
papel de padre y madre, luego del fallecimiento de los progenitores de su nieto
drogadicto, cuyo consumo continuo lo llevó a considerar que la única salida era el
suicidio. Llegó a planificar quitarle la vida a su nieto tan querido, para después
suicidarse y finalmente lo golpeó con una pesada herramienta y cuando pensó que
lo había ultimado, comenzó los preparativos para ahorcarse, acción que, afortuna-
damente, interrumpió al percatarse de que su nieto no había fallecido.

13
Terrible final de la cuesta abajo
Relataré una de las más dolorosas manifestaciones de la degradación del com-
portamiento en una persona que se desarrolló en igual medio hogareño que sus
cuatro hermanos, todos profesionales universitarios y todos, igualmente, magnífi-
cos ciudadanos y muy buenos hermanos, o para decirlo con mayor énfasis, todos
ellos hermanos ejemplares.
Enrique, que así nombraremos a este paciente sudamericano, alcanzó escolari-
dad de preuniversitario, pero su avance escolar fue bloqueado por una poliadicción
(adicción a múltiples drogas en forma simultánea), aunque con predominio de la
pasta de cocaína, una de las formas más agresivas de dicha droga. La severidad de
su adicción puede inferirse de que, pese a los esfuerzos familiares por rescatarlo
de su trágica situación, llegó a vivir durante seis largos años como vagabundo en
una calle de su ciudad natal, que por aquel entonces recibió la denominación de
calle del cartucho.
Sus únicas actividades como persona de la calle, eran recoger materias primas
como cartón, papeles, plásticos y chatarra para cambiarlas en la propia calle por
pasta de cocaína.
La situación llegó a ser tan crítica que, según su propia referencia, en los grupos
de psicoterapia desarrollados más de dos décadas atrás, manifestó que llegó a
estar tres años sin que en ningún momento le corriera agua por su cuerpo.
La droga por una parte, el abandono total del aseo, el dormir en el suelo y la
mala alimentación, determinaron que su piel se cubriese de costras pestilentes y
llagas llenas de pus. Sus hermanos primero y después su hermanita más pequeña,
mantuvieron por años el ritual familiar de acudir a su rescate mediante ruegos de
todo tipo y ofertas de que regresara a la casa para buscar ayuda profesional,
acciones seguidas de su brutal comportamiento (expresivo en el fondo de su catás-
trofe existencial) de gritarles con lenguaje soez que se fueran, al tiempo de sumar
a dicha orden, el lanzamiento de piedras de gran tamaño que implicaban inclusive
riesgos mortales para sus seres queridos.
En forma sorpresiva y cuando parecía muy próximo su final, cierto día, al per-
catarse de que un transeúnte escupía de asco al ver su dolorosa imagen, le asaltó
la inspiración de que el no había nacido para inspirar asco a nadie. ¿De donde
surgió dicha reflexión?, es posible que nunca se conozca, pero sus vivencias que-
daron inscriptas como las más trágicas expresiones de la degradación personal.

Comportamiento que nadie hubiese esperado


La historia real siguiente, permitirá al lector reconocer la fuerza del craving o
deseo imperioso de consumo en un adicto a drogas duras. La experiencia fue
narrada por Raymundo, un paciente caribeño, de 30 años, nivel universitario, casa-
do y padre amoroso de su único hijito de 10 meses de vida.
Mientras desempañaba el papel de niñera improvisada, por cumplir su esposa
una impostergable función laboral, vio que su hijito había encontrado, mientras

14
gateaba en la sala, un sobre de clorhidrato de cocaína (llamada también nieve de
cocaína, presentación consumida por vía nasal) y en forma instintiva se lo había
llevado a la boca y hacía por romperlo, conducta que de haber sido exitosa hubiese
causado su muerte inmediata.
Hasta aquí hemos relatado un accidente determinado por algún olvido o descui-
do del padre, pero lo realmente trágico, tanto para "nosotros" como para el propio
paciente, fue su conducta al ver el sobre con la droga, que en lugar de verterlo en
el inodoro, como todos "esperábamos" durante su narración matizada por
comprensibles sollozos, lo que hizo fue consumirlo de inmediato, ante la ingenua
mirada de su hijito que, afortunadamente, estaba aún muy lejos de poder apreciar
hasta donde había caído su padre en el pantano de las drogas.
El único testigo de lo ocurrido fue la conciencia del propio paciente, aunque la
misma solo logró recriminar su conducta luego de haber consumido en varias aspi-
raciones, el contenido del peligroso sobre.

Muestra del brutal egoísmo del adicto a drogas duras


Alberto fue un joven cubano que trabajaba como guía de turismo y que por su
disciplina, educación formal y manejo de tres idiomas era reconocido como el joven
más brillante del organismo estatal en que laboraba.
Nunca había probado droga ilegal alguna, hasta que un mal amigo lo inició en el
consumo de crack. La instalación de la dependencia (esclavitud) y la súbita tole-
rancia (cada vez se necesitan dosis mayores para obtener la respuesta deseada
por el adicto) le llevaron a tomar la totalidad de los ahorros de sus ancianos proge-
nitores que durante toda su vida laboral como funcionarios de representaciones
diplomáticas cubanas habían planificado para cuando llegara el retiro. La impor-
tante cifra fue gastada en solo 15 días durante los que se trasladó con tres amigos
a un centro turístico del interior de la isla y dilapidó la pequeña fortuna con todo tipo
de gastos propios de un millonario.
Al regreso de los padres de una visita de dos semanas a familiares allegados, y
percatarse del comportamiento de su hijo, el padre hizo un accidente vascular
cerebral que le costó la vida en una semana y la madre un profundo cuadro depre-
sivo. El único resultado positivo de la experiencia fue la decisión de Alberto (des-
afortunadamente tardía) de buscar ayuda profesional, aunque, desde entonces,
hizo conciente que llevaría sobre sus hombros, por toda la vida, la culpa por la
muerte de su padre.

La cara oscura de las drogas duras


Determinadas publicaciones refieren una vivencia personal utilizada después
como símil en los grupos psicoterapéuticos y como mensaje educativo en alguna
entrevista con la prensa plana.
Fue una tarde de crudo verano cubano cuando un vecino allegado que celebra-
ba su aniversario de bodas, bajó de un vehículo sin techo y luego de una prolongada

15
exposición al sol, un carnerito atado por sus cuatro patas que, mientras era trans-
portado hacia el lugar en que sería sacrificado, movía su colita con ingenua alegría.
La imagen que surgió "en mi mente" fue que su comportamiento se acercaba en
mucho a la inocencia y desconocimiento de muchos jóvenes que, a lo largo y ancho
de nuestro planeta, son conducidos por algún amigo a su primer consumo de dro-
gas ilegales, cuyos efectos esclavizantes pueden iniciarse desde el primer consumo
experimental.
La apreciación más frecuente en los adolescentes en sus primeros consumos
es que están siendo audaces y no tontos, que la droga es lo máximo y no lo peor,
que quienes no la prueban son unos cobardes y que su comportamiento está libre
de riesgos. "Perdónalos padre porque no saben lo que hacen", hubiesen sido las
palabras de Cristo al presenciar la iniciación de un adolescente.
Orlando fue un joven de 32 años, ingeniero electrónico especializado, con mu-
cho éxito, en la reparación de equipos de difusión, casado con una médica y padre
de una hermosa niña de tres años. El movió la colita dos años después del naci-
miento de su hijita y, en breve tiempo, se convirtió en adicto al crack. Seis meses
después la esposa le abandonó por su alta violencia, gastos incomprensibles y aban-
dono injustificado del trabajo. Al quedarse solo en el hogar incrementó la venta de
sus pertenencias, desoyó las recomendaciones de su familia para que buscara
ayuda médica, mantuvo el consumo que cada vez fue mayor y, en el transcurso de
otros seis meses, vendió todas las pertenencias hogareñas que comenzaron por los
equipos electrodomésticos, por el mobiliario, después por las piezas y herrajes sani-
tarios, que incluyeron el inodoro, más tarde vendió todas las instalaciones eléctri-
cas, las rejas de las ventanas y después las puertas y ventanas.
La escena contemplada por quienes le condujeron al centro fue un joven prác-
ticamente esquelético, con barba de 6 meses, maloliente, semidesnudo y descalzo,
durmiendo en el suelo y rodeado de sus deyecciones. El único aspecto positivo de
su catastrófica evolución, fue que afortunadamente mantenía sus capacidades
mentales. Esta imagen expresa, en toda su crudeza, lo que ocurre cuando un adicto
a las drogas duras sigue su evolución espontánea al rechazar la ayuda familiar y el
lector puede apreciar los aspectos comunes de su historia personal con la de Enri-
que el paciente sudamericano que inspiraba asco. Esta cara oscura de las drogas,
desafortunadamente, muchas veces resulta inadvertida para quienes no trabajan
en este campo, pero en "nuestra" consideración es el argumento de más peso para
rechazar la legalización de las drogas, movimiento defendido por muchos profesio-
nales, de alta calificación profesional y prestigio comunitario, pero que como norma
desarrollan actividades en las que esta cara oculta no es visible.

Palabras salvadoras
Fue un padre cubano de 29 años, con una seria adicción al crack, que después
de una semana de consumo ininterrumpido y tras haber vendido todas las partencias
hogareñas de algún valor, entró en forma violenta al dormitorio comportándose
como un zombi y ante la mirada de terror de la esposa, cuyo intento por detenerle

16
había fracasado, pretendió arrebatarle a su hijita de cuatro años, la frazadita con
que dormía (modesto presente recibido en su último cumpleaños y cuyo valor mo-
netario no excedía el equivalente a diez euros).
Las angustiosas cinco palabras de la respuesta de la niña ante la incomprensible
conducta paterna fueron: ¡mi colchita no, papito lindo!, y en nuestra apreciación
la conmovedora fuerza de dicho mensaje se explicó por trasmitir en forma simultá-
nea:
1. El dolor ante la inminente pérdida de algo con enorme valor afectivo.
2. La ingenua crítica infantil ante el evidente atropello.
3. El conflicto entre la hostilidad sentida y el profundo amor por su padre.

No existe en nuestros recuerdos como adictólogo, otra vivencia que exprese, en


forma tan contundente, la trágica repercusión hogareña de las adicciones a drogas
duras y, por otra parte, presumo que dicha frase fue el ábrete sésamo que despertó
la conciencia de Rosendo para frenar de inmediato su brutal intento y comprender
que necesitaba ayuda médica.
Con estas vivencias reales seleccionadas sin mucho rebuscar en nuestros re-
cuerdos, creemos haber expresado, mediante ejemplos reales, cuánto pueden su-
frir los seres queridos que asumen el papel de adictos pasivos o de codependientes.

Mecanismos que explican el disfraz de "lobo"


Para transmitir los mecanismos que subyacen en la brutal transformación de la
conciencia, la personalidad y la conducta bajo la influencia de drogas duras y en el
comportamiento ejemplar alcanzado con la rehabilitación y habida cuenta de los
objetivos científicos-populares del presente libro, se acude al lenguaje figurado
mediante diferentes símiles, metáforas y lemas que permitan su comprensión por
personas, cuyas actividades sean ajenas al equipo de salud y solo se acuden a
términos técnicos con sus correspondientes referencias bibliográficas cuando es
necesario destacar el fundamento científico de lo expuesto.

Investidura gradual del disfraz


"Si lo que tu quieres es seguir revolcándote en la m… pues pido tu alta y olvída-
te que tienes un padre".
Esta expresión, tan desesperada como la invitación al duelo en la azotea (y
procedente, por cierto, del mismo progenitor en el papel de codependiente) fueron
utilizadas años después para estructurar uno de los símiles de mayor utilidad en los
grupos psicoterapéuticos; solo faltaba combinar esta imagen verbal con el cuento
popular del citadino que visitó a su amigo campesino y durante el recorrido por la
finca del anfitrión le llamó la atención un puerquito que tenía dos paticas de palo.
La pregunta derivada de su sorpresa fue contestada con el argumento de que se
trataba de un cerdito que tenía condición de héroe en la familia, pues durante un
incendio había entrado a la casa en llamas y rescatado de una muerte segura al

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nietecito del campesino. Cuando el visitante insistió en que no le había respondido
la pregunta acerca de las paticas de palo, la respuesta fue: Tu te imaginarás que un
puerquito como ese no se puede comer de una sola vez.
Pasando por alto que se trata de un chiste de humor negro, se utiliza dicho
recurso para el símil, ya que las adicciones a drogas duras se comen, en sentido
figurado, a las personas patica por patica.
Cuando se habla del significado de espiritualidad, se establecen los cinco nive-
les de necesidades de todos los seres humanos y se comentan las consecuencias
de la insatisfacción de estas, en un sentido cada vez menos perentorio en lo refe-
rente al riesgo de perder la vida. Estas necesidades integran un diapasón que va
desde las vitales hasta las espirituales, pasando por las psicológicas, sociales y
culturales que pese a no implicar peligro de muerte, modifican, seriamente, la cali-
dad de vida y el apagamiento de la persona en pleno seno de su comunidad.
Pues bien, el efecto de las drogas duras sobre dichos niveles comienza por
dañar (comerse) la espiritualidad con lo que la persona se convierte en alguien
egoísta, irresponsable, indolente y descuida, en forma trágica, su capacidad solida-
ria y todo sentido de sacrificio, sin mencionar que, progresivamente, va perdiéndo-
se la apreciación de lo justo y lo injusto, lo sublime y lo burdo, lo honesto y lo
deshonesto y de lo digno y lo indigno, sin importar cuan elevadas sean sus potencia-
lidades espirituales, antes de iniciarse la tragedia de la adicción.
La segunda patica comida por las drogas es la cultural y, con esta, se pierden
las motivaciones e intereses habituales del consumidor que se hace indiferente
ante las motivaciones que antes llenaban su vida. Su interés por la lectura, los
deportes, las artes plásticas y escénicas, el cine, la televisión y los hobbies, el
estudio, la investigación y sus actividades laborales cotidianas son, en su totalidad,
abandonados, mientras el adicto se hunde en el pantano de su empobrecimiento
cultural.
La tercera patica comida por las drogas es la social expresada por el trágico
derrumbe de la imagen personal ante la familia, los compañeros de trabajo y los
vecinos. Lo que viene a continuación es la pérdida de la patica psicológica expre-
sada mediante la culpa, la depresión, la ansiedad y la afectación progresiva de la
salud mental.
La reflexión sugerida según se avanza por la cuesta abajo de la adicción es
que una vez comidas las cuatro paticas, el cerdito no tiene otra opción que revol-
carse en el estiércol, a la vez que se afectan sus más preciados órganos como el
corazón, el cerebro, el hígado y los órganos sexuales.

Consecuencias sociales globales de la investidura

Repercusión médico-social y económica


Datos actualizados de la Organización Mundial de la Salud (OMS) plantean que
el uso, mal uso, abuso y dependencia de drogas legales, de prescripción, e ilegales,

18
se relaciona mundialmente con 12,4 % de los fallecimientos y 8,9 % del total de
años perdidos por discapacidades físicas o mentales (14).
Estimados mundiales conservadores plantean que los años de vida perdidos por
discapacidades asociadas a las drogas llegan a 59 millones en el tabaco, 58 millo-
nes en el alcohol y 20 millones en las drogas ilegales, pese a que en estas últimas no
se incluyen las incapacidades vinculadas a la criminalidad asociada (15).
Dichas cifras se hacen aún más espeluznantes, cuando a estas se suman los
años perdidos por muertes precoces, en que las cifras respectivas para el tabaco,
alcohol y sustancias ilícitas alcanzan 160, 120 y 50 millones de años, con una suma
total de 330 millones que se pierden a escala mundial cada 12 meses (16).
La repercusión económica anual de estos absurdos comportamientos ante las
drogas blandas y drogas duras alcanza, en países desarrollados, cifras cercanas a
los dos mil dólares por cada habitante mayor de 15 años, distribuyéndose a partes
iguales entre las drogas blandas y drogas duras con el sorpresivo hallazgo de que
en estas últimas (que son modificadoras del comportamiento) 55 % se relaciona
con el uso no social de alcohol, categoría epidemiológica opuesta a la abstinencia y
al verdadero consumo social (17).
Si nos ocupamos solamente de las drogas duras, en EE.UU., país prototipo del
mundo industrializado y respetado por la seriedad de sus estadísticas médicas, el
consumo no social de las bebidas alcohólicas en pacientes alcohólicos y personas
que no lo son, se vincula anualmente a 200 mil muertes, 25 mil de estas por fatali-
dades de tránsito, a 150 mil personas de todas las edades que padecerán graves
invalideces físicas o psíquicas y a mil trasplantes hepáticos, así como al nacimiento
anual de 350 mil niños bajo el efecto del alcohol y otras drogas duras (18).
En ese país los daños sociales anuales de las drogas duras, implícitos en gastos
médicos y jurídicos, ausentismo, afectación de la productividad laboral, daño a la
propiedad privada o estatal y lavado de dinero, llegan a 272 mil millones de USD,
cifra cercana la tercera parte de la deuda externa de América Latina y cinco veces
mayor que la afectación económica social producida anualmente en ese país por la
esquizofrenia.
Estos 272 mil millones de dólares son suficientes para resolver las necesidades
de vivienda de todas las villas miseria de la región y se destaca que estas cifras se
presentan en otros países industrializados en igual proporción, según el número de
habitantes (19).
Cinco años atrás, la OMS enfatizó la necesidad imperiosa de superar el antiguo
enfoque reduccionista que solo tomaba en cuenta la repercusión social de las
adicciones a drogas duras y no los catastróficos efectos de las conductas bajo la
influencia estas, ni los intensos y mantenidos sufrimientos de los familiares y sus
convivientes (20) (21).
Con esta nueva visión del problema, las tragedias vinculadas al uso no social de
drogas duras se manifiestan mundialmente de la forma siguiente:
1. Expectativa de hacerse adicto a las drogas en las personas que nacen, en la
actualidad, considerando toda su vida serán 600 millones de individuos.

19
2. Otros 600 millones de personas sufrirán por sus nefastos comportamientos
bajo la influencia de las drogas sin llegar a ser adictos.
3. Habrá, además, 1 200 millones de seres humanos que, en el papel de familiares
convivientes, estarán sometidos a la brutal incertidumbre implícita en la frase:
¿cómo vendrá? (22).

El total de personas que, en el transcurso de sus vidas, serán víctimas de las


drogas duras alcanza, por tanto, la tercera parte de la humanidad, catástrofe huma-
na que resulta aún más dolorosa cuando se reconoce su carácter prevenible.
La significación social del alcohol y el resto de las drogas duras es, igualmente,
inferible de que en muchos países desarrollados sus efectos se relacionan con
el 60 % de los arrestos policiales, asaltos a mano armada, fatalidades de tránsito,
homicidios, incesto, violaciones, muertes por inmersión (casi 70 % del total), enfer-
medades de transmisión sexual, malformaciones corporales y conductuales, divor-
cios y abandono escolar, considerándose además como las principales responsa-
bles de la extrema violencia doméstica y social (23).
En lo que respecta al mundo subdesarrollado, incluida América Latina, la situa-
ción comparativa con países industrializados es peor como consecuencia de la alta
prevalencia de daños cerebrales inherentes a los déficit preventivo asistenciales de
sus sistemas de salud y daños condicionantes del síndrome Dr. Jekyll y Mr. Hyde
caracterizado por violencia extrema y destructividad que hacen su brutal aparición
bajo el efecto del alcohol y otras drogas duras sumándose a estos efectos adversos
las penurias económicas de consumidores y convivientes (24).
En Cuba la cantidad de pacientes alcohólicos, al considerar la suma de sus dos
formas clínicas (consumo perjudicial y dependencia) ronda 5 % de la población de
16 o más años, cifra relativamente moderada, si se compara con muchos países de
la región (que están por encima de 15 %) y algunos países africanos con cifras de
25 % en iguales grupos de edades.
El problema más importante en este caso no es la cifra de pacientes alcohóli-
cos, sino 10 % de personas mayores de la edad referida que consume alcohol en
forma no social sin ser alcohólicos, junto al incipiente fenómeno del consumo de
sustancias ilegales que se han enfrentado con todos los recursos multisectoriales al
alcance (25).
Si se reflexiona acerca de la repercusión de las drogas duras sobre los
convivientes, se percata de que en estos existe un fenómeno que es, en algún
grado, semejante al del fumador pasivo, que califica, en el caso del tabaco, a los
daños producidos a los convivientes de los fumadores activos, mediante el efecto
del humo indirecto.
En el caso del alcohol consumido en forma no social y del uso de otras drogas
duras, los efectos dañinos no se producen por el mecanismo del humo indirecto,
sino por la angustia mantenida en los convivientes, hasta que el adicto encuentra el
camino de su rehabilitación. Esta angustia, vinculada a lo impredecible del compor-
tamiento del adicto y a los frecuentes psicotraumas, determinados por la violencia
hogareña, las tendencias incestuosas y el daño económico y moral, no se expresa

20
solo por cuadros psiquiátricos, sino también por enfermedades corporales vincula-
das al estrés mantenido, como la hipertensión, la obesidad, el hipertiroidismo, el
infarto del miocardio, los accidentes vasculares cerebrales, las úlceras duodenales
y la soriasis, por mencionar solo algunas.
Algo que surgió como realidad estadística en la 58 Asamblea Mundial de la
OMS antes comentada fue que en América Latina, el más importante factor de
riesgo para enfermar, es el consumo no social de alcohol, tanto en enfermos alco-
hólicos como en personas que no lo son, categorías epidemiológicas que serán
expuestas más adelante (26).
Resulta igualmente sorprendente reconocer que esta triste condición de factor
de riesgo más importante para enfermar, compite con otros 26 factores estudiados,
anualmente, por la Oficina Panamericana de la Salud (OPS) entre los que se inclu-
yen algunos de tanta reconocida peligrosidad, como el agua no potable, el medio
ambiente insalubre, la presión arterial elevada, la dieta rica en grasas animales, la
obesidad, el colesterol elevado, la vida sedentaria, el estrés mantenido, la exposi-
ción al plomo y la ausencia de vegetales en la dieta (27) (15).
En todo el tercer mundo, la repercusión global del consumo no social de alcohol
en personas alcohólicas o no, tiene significación médico-social comparable a la del
paludismo, el sarampión, que hace verdaderos estragos en otros países sin progra-
mas de vacunación, o el dengue (28).

Repercusión ética, humanística y jurídica de las drogas duras


La problemática de las drogas alcanza su clímax de significación en países
dignos, cualquiera que sea su sistema económico-social, donde la mayoría de los
ciudadanos se esfuerzan por construir un mundo mejor y es preocupante, que de no
superarse las tendencias mundiales actuales, este objetivo es prácticamente impo-
sible, toda vez que el uso indebido de drogas que modifican la conducta, resulta
incompatible con el desarrollo individual y social de la espiritualidad, al menos como
se concibe a partir del Apóstol José Martí.
El uso no social de alcohol y el consumo de otras drogas duras representan, en
la actualidad, el más poderoso enemigo del desarrollo, mantenimiento y expresión
de la espiritualidad, hasta el punto de que, si las tendencias actuales no llegan a ser
superadas, los seres humanos capaces de dar sin recordar y recibir sin olvi-
dar, podrán devenir especie en extinción, y junto a ellos desaparecerán to-
dos los fenómenos sociales basados en la solidaridad humana.
Las informaciones anteriores vinculadas con la cuesta abajo recorrida por los
pacientes adictos pretenden conducir al lector a la valoración del proceso que paso
a paso va disfrazando de "lobo" a quien cae en las garras de las drogas duras.

21
Capítulo 3
Rehabilitación

Ascenso a la rehabilitación total


Se continúa con el símil del cerdito para expresar como transcurre el proceso
rehabilitatorio, una vez que el paciente adicto toca fondo y comienza lo que en otras
publicaciones se ha denominado la gloriosa cuesta arriba de la rehabilitación.

Pasos sucesivos del proceso rehabilitatorio


Afortunadamente cuando comienza el proceso rehabilitatorio se hace evidente
que el primer paso de avance es dejar de revolcarse en el estiércol, e iniciar la
recuperación progresiva de los órganos internos afectados, cuya capacidad de
recuperación supera las expectativas, una vez suprimido el consumo, en forma
similar a lo que ocurre con los depósitos grasos en las arterias de los fumadores
crónicos, que al cabo de un año sin fumar reducen los riesgos de infarto cardíaco a
la mitad y, a los dos años, este se iguala con el de los no fumadores, información
muy importante para quienes piensen con pesimismo que ya el daño está hecho.
Por otra parte, las paticas del cerdito tienen la milagrosa capacidad de rebrotar
durante el tratamiento rehabilitatorio y esto ocurre en el orden inverso a como
fueron devoradas por la adicción.
Surge así, la patica psicológica mediante la eliminación de la culpa, la supera-
ción de la depresión y la transformación del pesimismo en una nueva visión del
futuro, acompañada del reforzamiento de la autoestima, apuntalada por la satisfac-
ción ante el deber cumplido.
Le sigue la patica social con la recuperación progresiva de la imagen personal
en el ámbito familiar, laboral y comunitario.
Más adelante comienza el rebrote de la patica cultural, expresada por la recu-
peración de los intereses habituales y la aparición de nuevos intereses positivos,
hasta que finalmente rebrota la patica de la espiritualidad que se desarrolla y
fortalece con cada nuevo día en sobriedad. Lo que completa este símil y aporta el
mensaje pronóstico es que las nuevas paticas del cerdito no se quedan del tamaño
habitual sino que siguen creciendo hasta alcanzar las dimensiones de las paticas
de una jirafa, lo que transmite el metamensaje de que la rehabilitación progresiva
lleva al adicto a separarse cada vez más del estiércol, que en el símil expresa las
miserias humanas. El rehabilitado llega así, con el tiempo, a superar en virtudes a
muchas otras personas, al convertirse en forma gradual en cónyuge, progenitor,
hermano, hijo, vecino y ciudadano ejemplar.

22
De manera tal, que se cumple el principio universal de que cuando una crisis
existencial es superada, la tendencia es a salir de esta con cualidades superiores a
las presentes al inicio de la crisis. .
Los mecanismos que hacen comprensible esta gran transformación se acercan
en mucho al manejo habitual de la culpa en cualquier vivencia humana y alcanzan
su clímax de expresividad en la actitud de las personas con fe católica que cuando
experimentan arrepentimiento, buscan el perdón a través de la catarsis (en su caso
la confesión ante el clérigo) la expiación (representada por la sanción impuesta por
el confesor) y los comportamiento para deshacer lo mal hecho (el undoing de los
psicoterapeutas dinámicos) mediante conductas compensadoras que superan, con
mucho, la deuda acumulada con los seres queridos, compañeros de trabajo, amigos
y vecinos.
Los logros del proceso rehabilitatorio en el adicto a drogas duras son de tal
magnitud que se ajustan al símil del índice acusador que, con frecuencia, se utilizan
en los grupos.
En la etapa de consumo, cuando se avanza en la cuesta abajo implícita en la
pérdida de las paticas, el paciente, con independencia de cual sea su calidad
humana original, es señalado, en forma peyorativa, por un índice que apunta hacia
abajo, expresivo de la superioridad que siente quien critica, que con frecuencia
usará términos tan despectivos y dolorosos como: "ese es un borracho de m…";
"fulano es un marihuanero empedernido que no vale nada", o "ahí va el cambolero
del barrio (cámbola es el termino popular para la piedra de crack) que ni su madre
puede confiar en él".
Sin embargo, cuando parece que todo se ha perdido, el inicio del proceso
rehabilitatorio hace que el índice acusador comience, de manera gradual, a
horizontalizarse y los comentarios acompañantes inician una transformación gra-
dual de los calificativos que, en un primer paso, indican que está habiendo un cam-
bio y, si el proceso culmina en forma exitosa, el índice llega a la dirección contraria
a la inicial y, al señalar hacia arriba, el nuevo texto acompañante será de reconoci-
miento, respeto y admiración.
Debe señalarse, siempre, que los grupos de rehabilitación de adictos no son solo
reparadores de sueños, sino también correctores de cartelitos, pues en la
interacción vivencial, hacen que la etiqueta de perdedor, se transforme con el tiem-
po en la de triunfador y que muchas familias agobiadas por el papel de oveja negra
(o, en el mejor de los casos, el del patico feo), se llenen de felicidad cuando apre-
cian la ansiada transformación en cisne.

Estrategia para salir de la trampa de las adicciones


Un recurso inspirativo de alta efectividad es aquel que compara la adicción a
drogas duras, con la caída en una trampa, cuya única salida es una puerta de
seguridad que se acciona mediante combinación de disco similar a las utilizadas en
las antiguas cajas de caudales.

23
Con el propósito de sintetizar los mensajes racionales y afectivos del símil, des-
tacamos que los cuatro movimientos del disco son:
1. Dos vueltas hacia la derecha y detenerse en la marca de alejamiento total y
de por vida de todo tipo de drogas duras.
2. Dos vueltas hacia la izquierda y detenerse en la marca de cambio total del
estilo de vida.
3. Tres vueltas hacia la derecha y parar en la señal de superación de los rasgos
negativos del carácter, muchas veces establecidos o reforzados durante la
etapa de consumo.
4. Tres vueltas hacia la izquierda hasta parar en la señal que expresa la reposi-
ción de los daños y sufrimientos determinados al propio consumidor, a sus
seres queridos y a otras personas perjudicadas durante la pesadilla del consumo.

Alejamiento definitivo de todas las drogas duras


El primer movimiento psicoterapéutico es, a diferencia del criterio popular, es-
tablecer la firme convicción de decir adiós para siempre a las drogas que modi-
fican el comportamiento. Aprecie el lector que no se habla de desarrollar la fuerza
de voluntad del paciente, ya que en realidad (y esto es fundamental), el lograr y
mantener la abstinencia, no depende de la fuerza de voluntad, sino del estableci-
miento y continuo reforzamiento de la firme convicción de que las drogas duras
deben desaparecer para siempre de la vida del enfermo y que las únicas sustancias
psicoactivas que no actúan como brutales desencadenantes de recaídas, son las
drogas blandas (café, tabaco, cola, mate y té).
La convicción debe ser reforzada por las vivencias de los grupos psicotera-
péuticos y de autoayuda, pero pese a esto sucumbe, con frecuencia, cuando se
abandonan estas actividades y se permite la nefasta acción de las tentaciones
implícitas en los antiguos compañeros de consumo.
Esta exigencia de muy alta trascendencia es la única conducta que permite el
enfrentamiento exitosos a la huella o memoria celular determinada por la droga en
el ADN de cada célula, durante el establecimiento de la dependencia y el símil
usado para comprender este concepto, se basa en que el efecto de las drogas
duras, sobre los 100 000 millones de células con que cuenta el organismo humano
y esto ocurre, aún con mayor nitidez, sobre los 15 mil millones de células nerviosas
incluidas en la cifra anterior. El efecto es similar a la construcción de una carretera,
que implica la eliminación sucesiva de árboles, arbustos, capa vegetal y suelo fértil,
hasta llegar a terreno firme. Después se añaden piedras de mayor a menor tama-
ño, la capa asfáltica, los protectores y señalizadores y la autopista estará concluida,
posibilitando la circulación, a grandes velocidades, de todo tipo de drogas duras, ya
que las zonas afectadas del cerebro, no son discriminativas y responden, como se
observa más adelante, a cualquier sustancia que afecte la región cerebral que se
encuentra, inmediatamente, detrás de la frente y por encima del nivel de los ojos,
denominada, de manera técnica, como región prefrontal supraorbitaria.

24
Como la inmensa mayoría de las personas adictas a drogas duras que buscan
ayuda profesional, tienen construida dicha carretera desde muchos años antes, la
esencia del tratamiento rehabilitatorio es lograr que el propio consumidor baje una
barrera que impida a cualquier costo, la circulación por dicha vía, de las drogas
capaces de transformar el comportamiento (dogas duras).
La reflexión más importante que persigue este símil es saber que, sin importar
los años que transcurran en abstinencia, si el paciente retira la barrera que contenía
el consumo de drogas duras, el tránsito se reinicia de inmediato y a iguales veloci-
dades que antes, ya que la carretera no se ha modificado sin importar para nada el
tiempo transcurrido.
Como se señaló, las únicas drogas que pueden ser consumidas sin riesgo de
recaída inmediata, son las drogas blandas, cuyos efectos nada tienen que ver con la
región prefrontal supraorbitaria.
Estas drogas blandas son el café, el té, la cola, el mate y el tabaco. Pero es un
gran error dejar de señalar que aún cuando el tabaco no implica riesgo para regre-
sar al consumo de drogas duras, sus efectos dañinos son tan relevantes que en un
solo año produce cinco millones de muertes a nivel mundial, cifra que supera la
suma de los fallecimientos determinados por el sida (3,5 millones), los suicidios
(1 millón) y los accidentes de tránsito (unos 400 000), Tampoco se debe pasar por
alto, que cada cajetilla de cigarrillos consumida representa un día menos de vida
para el fumador (y medio día menos de vida para los convivientes).
La comprensión del carácter no discriminativo del cerebro ante la acción de
cualquier droga dura se entiende mejor, si se compara con la alergia a medicamen-
tos. El autor, es alérgico a la penicilina y la solución a dicho problema, es evitar por
todos los medios la administración de penicilina. Sin embargo, puede utilizar otros
antibióticos sin reacción negativa alguna.
No sucede así, con las drogas duras, pues todas determinan efectos similares, al
actuar sobre la misma región cerebral prefrontal, región que en la evolución de las
especies demoró nada menos que 15 millones de años para diferenciar al ser hu-
mano de los antecesores más primitivos, que, en su condición de monos antropoides,
carecían de conciencia, pensamiento y lenguaje.
Se apunta, desde ahora, que el efecto de cualquier droga dura implica un retro-
ceso de 15 millones de años en la evolución de las especies, e iguala el comporta-
miento con el que manifiestan los animales inferiores.
No por gusto se recoge en la santa Biblia, que: "la vid fue regada con sangre de
mono, sangre de cordero, sangre de león y sangre de cerdo".
El significado de esta metáfora bíblica resulta evidente al expresar las diferen-
tes fases por las que transita quien se embriaga con cualquier droga dura llámese
alcohol, medicamentos o sustancias ilegales.
Es decir: primero una fase de monerías que el consumidor no realiza de estar
sobrio, después una fase de pasividad que permite cualquier atropello de su digni-
dad sin respuesta alguna, más adelante aparecen las respuestas de cólera irrefre-
nable, como un león y de continuar el consumo al sujeto se defeca, se orina, se
vomita con lo que reproduce el comportamiento de un cerdo.

25
La reflexión a la que se invita, en este momento, es ¿cuánto sufre un ser queri-
do al ver esta dolorosa transformación, sobre todo cuando ocurre en personas
dignas, como son la inmensa mayoría de los pacientes que atendidos en 36 años de
trabajo dedicados a la rehabilitación de enfermos adictos?

Modificaciones del estilo de vida


El segundo movimiento del disco para liberarse de la trampa adictiva, es el
cambio del estilo de vida, en todo lo vinculado al consumo de drogas duras.
En efecto, las tendencias hedónicas, el rechazo al estudio o el trabajo, la irregu-
laridad de horarios de sueño y alimentación, la preferencia por recreaciones que
conducen al consumo o implícitas en el alejamiento progresivo y total de las res-
ponsabilidades y tareas hogareñas, el descuido de la presencia personal y la ima-
gen pública, ajena a las pueriles tendencias a la ostentación más absurda, integran
ese estilo de vida totalmente insalubre, que caracteriza el estar en el mundo de
los pacientes adictos, desde las primeras etapas en que comienza el uso indebido
de las sustancias y debe ser radicalmente modificado. Vale decir, que para
evitar el trágico efecto desencadenante de recaídas, es necesario que la nueva
manera de vivir se aleje de las costumbres establecidas durante el consumo
(discotecas, bares, lugares de consumo, horario, barrios, compañeros de consu-
mo, música preferentemente escuchada al consumir, aspectos asociados me-
diante mecanismos de aprendizaje con el uso de drogas duras y, de modo conse-
cuente, disparadores de la tentación de consumir nuevamente.
Estos disparadores son los que se denominan, de modo metafórico, minas de
contacto, que el paciente debe evitar a toda costa, pues implican un catastrófico
riesgo de recaída y abarcan experiencias tan disímiles como escuchar el sonido de
destapar una botella o abrir una lata de cerveza, llevar mucho dinero en el bolsillo,
vestir ropa y calzado fácilmente canjeables por drogas, recibir llamadas de anti-
guos compañeros adictos o presentar estados de ánimo relacionados con consu-
mos anteriores. Para quien tenga la apreciación de que dichas minas de contacto le
amenazarán durante toda la vida, se debe aclarar que, a diferencia de la permanen-
cia de por vida de la huella o memoria celular, las minas de contacto pierden su
carácter de disparadoras del consumo cuando, en el transcurso de unos dos años,
al dejar de ser reforzadas por el mantenimiento de la abstinencia, se extinguen
totalmente y pierden su peligrosidad.

Modificar rasgos negativos del carácter


En lo referente al tercer movimiento, que es modificar los rasgos negativos
del carácter establecidos durante la etapa de consumo, o presentes desde antes,
resulta un objetivo, derivado del diagnóstico profesional o de la intuición de los
grupos psicoterapéuticos o de autoayuda y es alcanzado como expresión de esa
formidable influencia sobre el comportamiento que se deriva de la cohesión y pre-
sión del nuevo grupo de referencia (los pacientes en rehabilitación y el equipo de

26
salud) que sustituye al de los compañeros de consumo, de influencias catastróficas
mientras no logran su abstinencia..
El proceso rehabilitatorio debe posibilitar el balance consciente de los rasgos
negativos del carácter establecidos o reforzados durante la etapa de consumo,
tales como la autosuficiencia, la irritabilidad, la indolencia, la irresponsabilidad, el
descuido de hábitos higiénicos y estéticos, la holgazanería y otros defectos
caracterológicos necesitados de corrección.

Reposición de daños
El cuarto movimiento se refiere a la reposición de los daños determinados
sobre el propio paciente, sus seres queridos, amigos, compañeros de trabajo, veci-
nos y hasta a otras personas que, en condición de transeúntes, pueden haber sufri-
do importantes daños intencionales o no.
Este objetivo, debe ser perseguido mediante la organización junto al paciente,
de un nuevo plan de trabajo que pese a derivarse de las vivencias individuales de
cada enfermo adicto, presenta elementos comunes que deben ser manejados, tanto
en la terapia individual, como en la más efectiva, que es la grupal.
El proceso de restitución es uno de los más efectivos en la obtención del perdón
de los damnificados y también del perdón del propio adicto.
Aún cuando esta fase tiende a desarrollarse, en forma espontánea, es indiscu-
tible que dicho proceso fluye con mayor rapidez cuando el paciente adquiere cono-
cimiento de la alta relevancia del mismo y planifica, luego del balance reflexivo
sobre las personas a quienes ha perjudicado, la compensación de dichos daños, que
pueden, según los casos, manifestarse como lesiones infligidas por agresiones físi-
cas; daños psicológicos y morales asociados a escándalos públicos; o expresarse
por la afectación económica producto de hurtos hogareños orientados a sufragar
los gastos inherentes a la adquisición de la sustancia esclavizante.
Este proceso orientado a pagar las deudas contraídas adquiere, mediante
mecanismos conscientes e inconscientes, jerarquía de sobre compensación me-
diante la cual, los daños materiales y morales, son repuestos con creces, ya que
quien fue totalmente indolente, es ahora ejemplo de sensibilidad humana; el irritable
y el agresivo resulta conciliador y comprensivo; quien se alejó afectivamente, deviene
fuente inagotable de amor; quien descuidó sus hábitos es ahora prototipo de pulcri-
tud; quien fue considerado holgazán, se convierte en trabajador destacado; quien
manifestó conductas deshonestas, es ahora paradigma de ética interpersonal; quien
estuvo al margen de la ley, integra la categoría de ciudadano respetable; quien fue
rechazado en su vecindario, es ahora respetado y admirado; quien abandonó la
atención de sus hijos, resulta ahora padre ejemplar; y quien se mostró indiferente
ante las necesidades de familiares y amigos, es ahora ejemplo de solidaridad e
involucración.
Es así como crecen las paticas del cerdito que lo alejan cada vez más del
estiércol.

27
Consecuencias inmediatas del fracaso o posposición del
ascenso
"Mire doctor, aunque me aterra decirlo, yo prefiero verlo muerto a que siga
consumiendo". Esta expresión, muy frecuentemente escuchada de madres
amantísimas, desesperadas al apreciar el derrumbe de la imagen de su hijo, es el
indicador más objetivo de la tragedia de un adicto, cuando recorre la dolorosa
cuesta abajo de su autodestrucción, En ese momento, los seres queridos pierden
toda esperanza de recuperación y mientras más le quieren más dolorosa resulta
esa muerte espiritual cotidiana, que acompaña a cada estado de embriaguez.
De manera afortunada, quienes trabajan en este campo, conocen que la espiri-
tualidad en lugar de morir, sencillamente se duerme, para despertar durante el
proceso rehabilitatorio, que antes se designó como la gloriosa cuesta arriba del
adicto, hasta que su trayecto de vida inscriba, en la percepción de quienes lo cono-
cen, un signo de raíz cuadrada en el que la horizontal derecha queda siempre por
encima del nivel inicial del trazado.
Antes de pasar a comentar los mecanismos del funcionamiento del sistema
nervioso que explican lo referido hasta ahora, se expone, mediante una anécdota,
la apreciación personal acerca de los logros del adicto cuando lleva a la práctica,
con éxito, los cuatro movimientos del símil anterior de la trampa, cuya única salida
es accionando los cuatro movimientos de la combinación.
Bien entendido que aunque pueden enunciarse en solo un minuto, su total cris-
talización, toma varios años, aun cuando los efectos positivos del nuevo comporta-
miento se hacen evidentes con mucha mayor antelación.
En una visita a Guayaquil, tuve la oportunidad de ser entrevistado en un canal
televisivo de mucho prestigio, en el que se destaca un programa de entrevistas
dirigido por un magnífico conductor, cuyo estilo se basa en la espontaneidad, al
llevar a los invitados ante las cámaras en vivo y sin comentar siquiera los temas o
las preguntas que se abordarán.
La primera temática abordada no pudo ser más sorpresiva para mí, pues se
refirió a si era cierto que las personas que se convertían adictas a las drogas duras
era por presentar tendencias delictivas en su personalidad.
Tomado por sorpresa, lo que se me ocurrió decir fue que las adicciones a dro-
gas duras cualesquiera que estas fuesen, no respetaban edad, sexo, raza, escolari-
dad, estado civil, ocupación, calidad humana, preferencia sexual, procedencia cul-
tural, ideología, posición filosófica, existencia de fe religiosa o no y, a esas alturas
de la respuesta, vino a mi mente, por vez primera, una reflexión que posteriormente
consideré que dejaba bien claro lo que quise expresar desde lo más hondo de mi
corazón.
El mensaje fue: "mire, yo acabo de llegar a su país y si tuviese que desarrollar
alguna tarea para la que necesite la ayuda de una persona profundamente honesta,
confiable, responsable, desinteresada, de alta sensibilidad humana, y con grandes
potencialidades de involucración para sentir mis problemas como si fuesen propios.
En el supuesto caso de no contar con ninguna fuente de información para hacer la
selección apropiada, mi decisión sería buscar a un adicto a drogas duras (alcohol,

28
medicamentos, marihuana, cocaína, heroína u otras), rehabilitado y con diez años
de abstinencia concurriendo a grupos de autoayuda.
Con ese criterio de selección encontraría un ser humano de alta espiritualidad
como resultado final de sus vivencias al sufrir la tragedia de una adicción y haberse
rehabilitado.
Es decir, estaría frente a alguien que la adicción llevó a disfrazarse de "lobo" y
al que el proceso rehabilitatorio desenmascaró para hacer evidente su alta espiri-
tualidad, en forma opuesta a la fábula del lobo que entró al rebaño bajo la piel de un
cordero, para cumplir su misión depredadora.

Retirando la piel de lobo

Conductas bajo influencia de drogas en personas


no adictas
Hasta ahora se ha reflexionado sobre la relevancia de las profundas repercu-
siones médicas, sociales, económicas, éticas, humanísticas y jurídicas de las drogas
duras, realidades, estrechamente, relacionadas con el disfraz de lobo que, en forma
progresiva, asume quien cae en su trampa, pero se debe también reiterar, que este
disfraz no solo se asume por los pacientes adictos, sino también por quienes hacen
un uso no social del alcohol o se encuentran bajo la influencia de alguna sustancia
ilegal, aunque no sea adicto.
Esta realidad del mundo de hoy resulta tan impactante que en la resolución
58.26 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se planteó, con relación al
alcohol, que los costos sociales de su uso indebido por personas no adictas, eran
mayores que los determinados por los propios pacientes alcohólicos. Se ingresa así
en el concepto de conductas bajo la influencia de drogas en personas no adictas
(29) (25).
Se esclarece que el uso indebido o no social de una droga dura, solo es acepta-
ble con el consumo de alcohol o algunos medicamentos, ya que en el caso de las
drogas ilegales, no cabe hablar de uso no social, pues todo consumo de esas sus-
tancias se define médica, ética y jurídicamente como abuso de drogas.
El aspecto más importante en nuestra tarea de desenmascaramiento es desta-
car que el disfraz de lobo puede vestirse tanto en forma temporal (como ocurre
cuando alguien se embriaga con alcohol u otra droga dura), como en forma prolon-
gada cuando se establece la adicción.
Si se utilizan las bebidas alcohólicas como paradigma de las drogas duras y
legales, se acepta que las posibles conductas ante dicha sustancia pueden ser:
1. La abstinencia (no beber en ninguna cantidad).
2. El consumo social (beber cumpliendo los criterios establecidos de normalidad).
3. El consumo no social (en que se incluye el consumo de los enfermos alcohó-
licos y también el de infinidad de personas que se consideran bebedores
sociales, sin serlo realmente (por consumir con el propósito de embriagarse y
estar con frecuencia en dicho estado).

29
Lo esencial del disfraz de "lobo" es por tanto, el consumo embriagante tanto, si
este ocurre en pacientes alcohólicos, como en quienes no lo son y este concepto
puede generalizarse a todas las drogas duras habida cuenta de que el alcohol es la
droga modelo.
Las catastróficas conductas vinculadas al uso no social del alcohol o a la
influencia de otras drogas duras en sujetos no adictos, cubre un diapasón de
posibilidades que incluye los homicidios y asesinatos; los fallecimientos o
discapacidades determinados por chóferes o peatones ebrios; la violencia extrema
sobre hijos y cónyuges; así como comportamientos sexuales tan reprobables como
las violaciones hogareñas o comunitarias, el incesto y el abuso de menores, con-
ductas, cuya frecuencia mundial es inimaginable, pese al subregistro implícito en el
comprensible ocultamiento familiar de dichas tragedias humanas y resultan todavía
más frecuentes cuando el disfraz de lobo se hace crónico al aparecer la adicción (30).
Una encuesta, totalmente, anónima aplicada en Europa dos décadas atrás, hizo
evidente la frecuencia del incesto cuando en 100 mujeres hijas de personas que
consumían bebidas alcohólicas en forma no social (dependientes a dicha droga o
no), los resultados arrojaron que la mitad de estas reportó determinado tipo de
comportamiento incestuoso en sus padres, que manifestaron conductas como mi-
radas indebidas, toqueteos, masturbación en su presencia y violación, experiencia
esta última, sufrida por 20 % de las entrevistadas.
Aunque muchas personas pueden considerar a estos padres como desnaturali-
zados, lo más doloroso de esta realidad mundial es que se trataba de progenitores,
cuyo comportamiento público era intachable.
Eran como se puede imaginar, personas cuyo comportamiento en estado de
embriaguez resultaba, diametralmente, opuesto al manifestado en estado de so-
briedad y cuyo patrón de consumo alcohólico se alejaba con mucho del presente en
los verdaderos, y desgraciadamente cada vez menos frecuentes, bebedores socia-
les, cuyo consumo se caracteriza por la cautela para evitar cuadros de embriaguez,
la ingestión moderada y vinculada a las comidas, y el consumir en forma siempre
responsable, oportuna y sin que dicho comportamiento afecte al consumidor o a su
entorno interpersonal, cultural y social en forma alguna.

Definición del verdadero bebedor social


Por la enorme importancia de hacer muy nítido este concepto, habida cuenta de
la condición de droga modelo (y también portera) del alcohol, no solo se profundiza
en el mismo, sino que se destacan las diferentes formas de consumo no social
existentes en el mundo no islámico.
El modelo original para definir los bebedores sociales fue desarrollado en una
etapa del enfrentamiento mundial al alcoholismo, en el que predominaba entre los
científicos la preocupación por el efecto adictógeno del etanol en sus diferentes
formas de presentación y se basó fundamentalmente en la cantidad y frecuencia
del consumo. Se estableció así un tope de la ingestión etílica orientado, en esencia,
a prevenir los cambios metabólicos determinantes de la dependencia alcohólica.

30
La cifra de consumo no adictógeno se estableció por consenso de expertos
como aquella en la que los preparados alcohólicos ingeridos no aportaran más de
20 % del total de calorías de la dieta del consumidor (31).
Estos criterios propugnados por Marconi y aceptados por la mayoría de los
especialistas, sobre todo para países con altas cifras de pacientes dependientes al
alcohol, requieren a la luz de la resolución 58.26 una revaloración, pese a que por
su objetividad indiscutible, el parámetro de cantidad y frecuencia se mantiene en
los criterios actuales apoyados por la OMS, basados fundamentalmente en las tres
primeras preguntas del Cuestionario Alcohol Use Disorder Identifcation Test
(AUDIT), interrogantes que, en forma sucesiva, investigan la frecuencia de con-
sumo, la cantidad consumida en un día normal y la frecuencia de episodios de
consumo elevado (32).
Este organismo mundial reconoce también la existencia de un continuo que va
desde la abstinencia hasta la dependencia, pasando por el consumo de bajo riesgo,
el consumo de riesgo, el consumo perjudicial y la dependencia.
Se establecen en la práctica, por tanto, las categorías siguientes que incluyen
algunas reflexiones aclaratorias del autor.

Diferentes modalidades del consumo alcohólico

Consumo no dañino
Este consumo muy discreto y sobre todo de vino tinto, podría ser hasta poten-
cialmente beneficioso en la prevención de algunas enfermedades cardiovasculares
y consiste en la ingestión de hasta 10g de alcohol (una copa) cada segundo día en
el hombre o hasta 5 g de alcohol (media copa) en la mujer (un trago equivale a una
lata de cerveza de 5 grados de concentración, o a una copa de vino de 10 % o a una
línea de bebida fuerte a 40 % como coñac o whisky).

Consumo de bajo riesgo


Consumo regular diario de hasta un trago en el hombre o hasta medio trago en
la mujer y sin que exista ninguna ingestión embriagante.

Consumo de riesgo
Consumo regular diario de hasta tres tragos en el hombre o hasta dos tragos en
la mujer, implica altas probabilidades de violencia y daños para la salud o afecta-
ción de la imagen familiar, laboral o comunitaria, así como de la economía personal

Consumo prejudicial
Consumo regular diario de más de 5 tragos en el hombre o más de 4 tragos en
la mujer. Afecta tanto la salud física, como la mental y constituye la primera forma

31
clínica de alcoholismo denominada, indistintamente, consumo prejudicial de alcohol
o abuso de alcohol según se utilice la Clasificación Internacional de Enfermedades
(CIE) o la de la Asociación Psiquiátrica Americana (DSM-R IV).

Dependencia del alcohol


La evolución sostenida del consumo perjudicial, determina un conjunto de
fenómenos conductuales cognitivos y fisiopatológicos en los cuales el uso del alco-
hol se transforma en prioritario para el individuo, en contraposición a otras activida-
des y obligaciones que en algún momento tuvieron mayor valor para él. El deseo
poderoso y difícil de controlar el consumir alcohol y la rápida reinstalación del
cuadro al volver a beber después de un período de abstinencia, son también carac-
terísticas centrales.
Las expectativas evolutivas en quienes no se rehabilitan son la instalación o
agravamiento de complicaciones somáticas y psíquicas, así como el arribo a la fase
final con los paradigmas culturales del skid row en EE.UU. o del clochard en
Francia que son los alcohólicos vagabundos.
Los parámetros referidos se derivan de las necesidades y posibilidades de las
investigaciones epidemiológicas de terreno, en los que se estudian grandes cantida-
des de personas, pero la valoración individual o clínica, tiene también muy en cuen-
ta criterios para la valoración clínica.

Criterios para la valoración clínica

Criterio temporal
Más de dos meses de consistencia del patrón de consumo aunque se prefiere
valorar si dicho patrón forma ya parte del estilo de vida.

Criterio de nocividad
Basado en la evidencia clínica de afectación biológica, psicológica o social,
cultural y espiritual.

Criterio de pérdida de libertad ante el alcohol


Falta de control cuando comienza el consumo, incapacidad para estar más de
dos días en abstinencia o necesidad del alcohol para enfrentar actividades cotidianas.

Criterio de etiquetado
Con sus variantes de aloetiquetado (apreciación de los demás acerca del patrón
de consumo no social) y autoetiquetado que es la valoración del propio consumidor.

32
Luego de considerar estos aspectos se cree que la definición del verdadero
bebedor social tendría como matices cualitativos los siguientes:
1. Cautela permanente ante el consumo de alcohol para evitar la embriaguez.
2. Consumo, preferentemente, alimentario o, en ocasiones, especiales.
3. Que el alcohol no impregne su estilo de vida ni dañe su economía.
4. Consumo que no viole orientaciones médicas, ni normas culturales
5. Consumo que no afecte sus responsabilidades familiares, escolares, laborales
o comunitarias.

Un marco de referencia práctico sería no sobrepasar nunca el nivel de alcohol


sanguíneo establecido en los diferentes países para poder conducir sin riesgo algu-
no un vehículo automotor y que en la actualidad es de 50 mg de alcohol por cada
100 mL de plasma, concentración que se alcanza aproximadamente con el consu-
mo de un trago en 1 h.
Si bien el uso no dañino puede tener (sobre todo en el caso del vino tinto)
efectos preventivos de algunas enfermedades cardiovasculares, su uso no social
deviene factor de riesgo de primerísimo orden, multiplicando en más de seis veces
las probabilidades de aparición de enfermedades como el infarto del miocardio, la
hipertensión arterial, la diabetes, los accidentes vasculares cerebrales y hasta la
osteoporosis en el hombre.

Uso no social de alcohol

Modalidades más frecuentes del uso no social de alcohol


Cuando el consumo deja de ser realmente social y se hace irresponsable, in-
oportuno, con objetivos embriagantes, violatorio de orientaciones médicas (como
en madres gestando o lactando, enfermos mentales, epilépticos y menores de 18
años); cuando se consume en bingo o cuando el consumo embriagante se incorpo-
ra al estilo de vida, se delimitan en forma respectiva las diferentes modalidades de
consume no social, que son:

Consumo irresponsable
Ejemplarizado por el conductor embriagado o por quien manipula en dicho es-
tado una maquinaria peligrosa.

Consumo inoportuno
Cuyo prototipo es quien consume alcohol mientras presta algún servicio a la
población, con altas probabilidades de desempeños inadecuados y riesgosos.

33
Consumo para embriagarse
Con los riesgos implícitos en el bloqueo prefrontal supraorbitario, metafórica-
mente denominado decapitación prefrontal al seguir el histórico modelo de Phineas
Gage el ferroviario inglés lesionado en dicha región cerebral.

Consumo contra criterios médicos


Con el catastrófico paradigma de la gestante que bebe o la madre que lacta,
comportamientos cuyas cifras aún en países desarrollados supera 12 % de las
mujeres en dichas situaciones.

Consumo en bingo
Uno de los más subvalorados por la población y consiste en la ingestión mascu-
lina de cinco o más tragos por sesión de consumo en América (seis o más tragos en
Europa), o la femenina de cuatro o más tragos por sesión de consumo, conductas
manifestadas con mayor frecuencia en los fines de semana, pero con potencialida-
des dismetabólicas y conductuales de alta peligrosidad científicamente bien de-
mostradas.

Consumo de riesgo
En el que la embriaguez se incorpora al estilo de vida como antesala de las dos
formas actuales de alcoholismo (consumo perjudicial y dependencia alcohólica).
Por supuesto que estas modalidades de consumo no social pueden expresarse
tanto en sujetos que cumplen los criterios diagnósticos actuales del alcoholismo en
sus dos formas clínicas, como en quienes no los cumplen, con lo que se delimitarían
dos subcategorías: los bebedores no sociales con dependencia alcohólica y los
bebedores no sociales sin dicho diagnóstico.
Volviendo a nuestro símil, el disfraz de "lobo" no se expresa ni en los abstinentes
ni en los verdaderos bebedores sociales, pero sí en los bebedores no sociales no
alcohólicos (este es el gran problema destacado por la OMS en Las Américas) y,
desde luego, en los enfermos alcohólicos en sus dos formas clínicas.

34
Capítulo 4
Factores que explican el disfraz de "lobo"

Mecanismos cerebrales determinantes del disfraz


de "lobo"
Para comprender el trágico cambio del comportamiento de las personas bajo la
influencia de drogas duras, se debe comenzar por remontarnse a unos 150 años
atrás, cuando Phineas Gage el responsable de la estación ferroviaria de un peque-
ño poblado inglés, reconocido y admirado en su comunidad por su profunda calidad
humana, tuvo la desgracia de sufrir un accidente en el que una varilla de acero del
grosor aproximado de un dedo, le penetró el cráneo por el ojo izquierdo y una parte
de esta hizo protrusión por la región, popularmente, conocida como sien derecha.
Fue así que Phineas Gage entró a la historia de la medicina mundial, no solo por
sobrevivir al grave trauma, sino por la brutal transformación de su comportamiento,
hasta llegar a convertirse en un hombre egoísta, soez, violento, impulsivo, desho-
nesto, promiscuo, irresponsable y trasgresor de la ley.

Importancia de la región prefrontal


Tan significativa fue la metamorfosis que por vez primera en la historia de la
medicina se hizo evidente que las lesiones graves de la región prefrontal supraorbitaria
del cerebro, que como antes se expuso está, inmediatamente, detrás de la frente y
por encima del nivel de las órbitas oculares, determinaban cambios radicales del
comportamiento, que dejaba de ser racional y humano, para convertirse en instinti-
vo y animal.
Con posterioridad al hecho referido, las dos guerras mundiales y el desarrollo de
los rayos X, así como las actuales técnicas imaginológicas que permiten apreciar,
de manera directa, el funcionamiento cerebral ante diferentes situaciones y lesio-
nes, posibilitaron que hoy sea ciencia constituida, que es en esa región cerebral
donde radican los centros nerviosos más íntimamente relacionados con la concien-
cia del bien y el mal, de lo justo e injusto, de lo honesto y lo deshonesto, de lo digno y lo
indigno, de la lealtad y la traición, así como de otras virtudes personales (33) (34).
Es también la región más importante para el planeamiento de los comporta-
mientos adecuados ante las diferentes circunstancias de la vida y la zona del cere-
bro que además de diferenciarnos de los animales inferiores permite cumplir con la
regla de oro de la ética que es comportarse ante los demás como se quisiera
que otros se comportaran con cada uno; es decir, la capacidad de ponerse

35
en el lugar de otras personas, saber sentir, en algún grado, como estas y es-
tar en disposición de ayudarles a la medida de las posibilidades.
También se reconoce el papel de dicha región en el control de impulsos, en el
freno de las conductas instintivas de acercamiento, de huida, agresivas y sexuales,
así como reguladora del planeamiento y control voluntario de la manera adecuada
para satisfacer las necesidades personales, sobre todo, las biológicas que incluyen
las de alimentación, reproducción, conservación de la vida y de la integridad física.

Sistema límbico
Estos impulsos de carácter instintivo tienen su centro más importante en el
llamado sistema límbico constituido por estructuras cerebrales muy antiguas, que sí
existen en los animales inferiores y que se localizan en la zona medial de ambos
hemisferios cerebrales; en una región que en forma esquemática se puede ubicar,
de manera aproximada, en la zona media de una varilla imaginaria que entrara al
cráneo, inmediatamente, por encima del pabellón de una oreja y protuyera a igual
nivel sobre la otra. Es decir, en la zona más central (y por eso, más antigua del
cerebro) y que, por su localización y extensión (cercana a la de un puño), ejerce un
papel primitivo de manantial de instintos e impulsos. Cumple además, la misión
de regular del funcionamiento de todos los órganos internos y establece conexiones
estrechas con otras regiones cerebrales, cuyo funcionamiento normal permite al
ser humano adaptarse en forma creadora a su medio sociocultural y natural.
La importancia del normal funcionamiento del sistema límbico para la salud
mental es de tal relevancia que, en décadas pasadas, se planteó que los avances de
la psiquiatría dependen, en gran parte, de la profundización de los conocimientos
sobre este sistema, integrado por múltiples centros nerviosos procedentes de dife-
rentes estructuras antiguas del cerebro (35).

Circuito de las gratificaciones


Entre estos se encuentran el núcleo amigdalino y el de las gratificaciones (tam-
bién llamado núcleo accumbens o núcleo del placer). Ambos integran el denomi-
nado circuito del placer, cuya estimulación se produce, normalmente, con los éxi-
tos, las compañías agradables, las experiencias jocosas, los encuentros sexuales u
otras actividades que como bailar, escuchar música, leer un buen libro, la creación
artística o científica, hacer deportes o ejercicios físicos, y también con la satisfac-
ción ante el deber cumplido, actividades todas que elevan las endorfinas (sustan-
cias naturales del organismo), cuyo incremento determina bienestar y esa vivencia
de plenitud que los poetas llaman felicidad (36).
Este circuito que incluye también el área tegmental y el septum lúcido, aunque
responde a las drogas blandas, lo hace con mucha más intensidad a las duras, pero
tanto en unas, como en las otras su activación por sustancias, totalmente, ajenas al
organismo convierten la respuesta en un fenómeno antinatural y, por tanto, perju-
dicial (37).

36
Formación reticular
La otra estructura del sistema nervioso que posibilita las conexiones funciona-
les del cerebro y el cerebelo con la médula espinal, es la formación reticular por
donde transitan, tanto las informaciones enviadas por la médula espinal hacia el
cerebro, como las órdenes enviadas por este a dicha estructura que se aloja en el
canal de la columna vertebral.
El normal funcionamiento de esta formación reticular, del tálamo óptico y de las
partes superiores y laterales de los lóbulos frontales son los principales responsa-
bles de la activación generalizada (y después focalizada) de la corteza cerebral,
condición indispensable para captar, correctamente, la realidad, razonar, memori-
zar, así como planificar y controlar el comportamiento ante las diferentes situacio-
nes (14) (9).

Otros mecanismos del disfraz de "lobo"


Aunque consideramos que a estas alturas del libro hemos avanzado en las re-
flexiones y sugerencias para desenmascarar a los lobos restan algunos aspectos,
igualmente, relevantes que se abordan en próximos párrafos.

Quiere más a la botella que a mí


Esta exclamación, indistintamente, escuchada de cónyuges, progenitores, hijos
y hermanos, surge de las frustraciones implícitas en la falta de respuesta del adicto
a los consejos y súplicas de los seres queridos que juegan el papel de adictos
pasivos al reproducir el patrón de los fumadores pasivos y sufrir como ellos, las
dolorosas consecuencias de la adicción; sin embargo, cuando estas vivencias al-
canzan su mayor grado de intensidad es cuando alguno de estos adictos pasivos se
convierte en codependiente, denominado así por que su angustia ante el consumo
del familiar adicto y los intentos por evitar que consuma llegan al grado de conver-
tirse en lo más importante de su vida.
Debe aclararse que como norma estas personas que conviven y sufren con los
adictos en los papeles de adictos pasivos o codependientes son, pese a los califica-
tivos asignados, personas abstinentes o que hacen un uso social de las drogas
legales y rechazan con todas sus fuerzas las ilegales.

Pareciera que pretende someternos al suplicio de Sísifo


Esta apreciación de los convivientes se relaciona con la visión pesimista de las
recaídas al considerar, de manera errónea, que con estas se pierde todo lo adelan-
tado en el proceso rehabilitatorio.
En efecto el símil del suplicio de Sísifo, personaje de la mitología griega conde-
nado a perpetuidad con la tarea de subir con sus propias manos, hasta la cima de
una gran montaña, la pesada roca que por fuerzas sobrenaturales sería, nuevamente,

37
lanzada al valle para reiniciar la agobiante tarea, pero este suplicio representa
mejor las vivencias de los familiares desesperanzados por las recaídas que lo que
ocurre con el propio paciente.
La realidad del enfermo en proceso rehabilitatorio, es que los efectos alcanza-
dos no se pierden totalmente, pues se manifiestan según el símil de las islas volcá-
nicas que con cada nueva erupción (nuevo esfuerzo terapéutico) van subiendo su
nivel hasta llegar finalmente a la superficie y aflorar con todo vigor.

Muchas veces consume para darnos en la cabeza


Esta dolorosa expresión tiene un viso de realidad y se expresa, sobre todo, ante
la frustración del enfermo aún no totalmente rehabilitado, cuando se percata de
alguna manifestación de desconfianza familiar en el sentido de creer que hubo
algún consumo, sin que este hubiese ocurrido. Sin embargo, la sanción perseguida
por el paciente con el nuevo consume, no se produce por mecanismos conscientes,
sino por otros relacionados con la fácil explosión de la región medial del núcleo
amigdalino, que conduce a comportamientos incomprensibles, tanto para la familia,
como para el propio enfermo, que aún no había asimilado que los cambios de
actitudes familiares, establecidos durante los prolongados años de consumo, no
pueden alcanzarse en cuestión de días, semanas o meses.
Por otra parte, la expresión de cólera no es solamente dirigida a los convivientes,
sino también hacia sí mismo, como parte de comportamientos muy primitivos de
autodestrucción que son componentes inevitables de la tragedia del adicto.

¿Cómo es posible que después de tantas advertencias


haya pensado que puede consumir con control?
Estos comportamientos tan absurdos y considerados por los familiares como
expresión de tozudez a pesar de habérsele informado tantas veces aquello de que
«una vez alcohólico, siempre se es alcohólico, si vuelve al consumo» o una vez
cocainómano siempre se es cocainómano, si vuelve al consumo y así con cualquier
otra droga dura (en la realidad clínica puede decirse: "una vez adicto a cualquier
droga dura, siempre se es adicto para todas las drogas duras, si se consume cual-
quiera de esas" y esta característica es fundamental, ya que la adicción se estable-
ce para todas las sustancias capaces de bloquear la región prefrontal del cerebro y
de liberar el sistema límbico y esto ocurre con el alcohol, algunos medicamentos y
con todas las sustancias ilegales.
Uno de los más frecuentes errores de los adictos es la pretensión de sustituir
una droga dura por otra, como el alcohólico que pasa a la cocaína o el cocainómano
que pretende pasar a la marihuana, desoyendo la advertencia de los terapeutas
sobre la existencia perpetua de la huella o memoria celular y la absoluta imposibi-
lidad de recuperar el control del consumo una vez establecida la adicción.
Esta conducta del adicto, generadora de una gran hostilidad familiar, es produc-
to de un mecanismo psicológico al que los autores de habla inglesa llaman stinky

38
thinking (pensamientos malolientes o apestosos según traducción literal) y que
actúan mediante su formidable capacidad auto persuasiva, para convencer al adic-
to de que: "como ha pasado ya bastante tiempo sin consumir, tal vez ya fuese capaz
de consumir con control", algo que no ha ocurrido nunca en los seis mil años que
llevan las drogas duras sobre la tierra. Sin embargo, sí han existido miles de millo-
nes de pacientes adictos a drogas duras que han logrado abstenerse para siempre
de estas.

¿Si sabe que se transforma en un monstruo


cuando consume, por qué lo hace?
Esta apreciación familiar cargada de comprensible agresividad, es el resultado
de enfrentar una de las expresiones más terribles de la investidura de "lobo" de los
pacientes adictos y se manifiesta en personas con algún tipo de lesión cerebral
determinada por partos muy difíciles, infecciones del sistema nervioso en niños o
adultos, traumas craneales o deficiencias nutricionales. Estos cuadros son de alta
frecuencia en países sin voluntad política para garantizar la adecuada atención de
salud de la población.
Su nombre metafórico es el síndrome de Dr. Jeckyll, Mr. Hyde y consiste en
comportamientos tan crueles, violentos y destructivos bajo la influencia de las dro-
gas, que remedan la catastrófica transformación del personaje de la novela más
famosa de Robert Louis Stevenson titulada: El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr.
Hyde, en la que el protagonista, un prestigioso médico, Henry Jeckyll descubrió
una poción que cuando era ingerida lo tranformaba en Edward Hyde, un verdadero
monstruo.
Esta novela resultó una alegoría de las vivencias del autor en la vida real, pues
el mismo padecía de alcoholismo y fue su autoconciencia de los nefastos efectos
de dicha droga quien le sugirió el tema de su más famosa obra.

Sale de una tragedia y entra en otra como si no hubiese


ocurrido nada
Esta manifestación del disfraz de "lobo", determina un franco y comprensible
rechazo familiar por considerarse una expresión de total indolencia.
La verdadera causa de la misma es el black out o laguna de la memoria,
característica del alcoholismo, pero presente, igualmente, en adictos a otras drogas
duras. Un ejemplo que expresa la magnitud de esta tragedia es la del padre de
Rosita, la niñita que dormía sin quitarse los zapaticos.
El padre que la quería con todas las fuerzas de su corazón había sido alertado
por su esposa de que cuando llegaba embriagado a la casa se comportaba en
forma agresiva y destructiva, pero el pensaba que eran argumentos falsos para que
se alejara del consumo. Fue la conducta de su hijita quien le motivó al diálogo
siguiente: "Mimita, ¿por qué tu duermes con los zapaticos puestos?". La ingenua y

39
trágica respuesta de la niña tuvo tal repercusión sobre el paciente, que en nuestro
criterio resultó la vivencia que le abrió el camino a su rehabilitación.
La verbalización sollozante del diálogo con su hijita, escuchada en un grupo
psicoterapéutico fue: «papito porque yo tengo miedo que nos des pau pau cuando
llegas bolacho y duermo con los zapaticos para salir corriendo».
Estos black out son indicadores de que los cambios metabólicos conducentes a
la dependencia están en cuenta regresiva y sus expresiones clínicas comienzan
cuando el enfermo no recuerda como llegó a la casa, donde estuvo para consumir
o que pudo haber pasado a partir de su consumo del día anterior.
No son excepcionales las situaciones en que algún familiar ha filmado al adicto
bajo la influencia de la droga, para mostrarle al día siguiente como se comporta en
dicha situación, ni tampoco excepcionales los enfermos que luego de reconocer su
realidad han iniciado su rehabilitación.

Es tan irresponsable que al salir de pase se fue otra vez


a la discoteca
Este comportamiento genera gran malestar en los familiares quienes lo inter-
pretan, muchas veces, como expresivo de que resulta un caso perdido. El propó-
sito del paciente es, sin embargo, demostrarse a sí mismo que ya puede estar en
dichos lugares, sin consumir. Desde luego que esta conducta es totalmente errónea
y aunque el propósito conciente pueda ser el referido, la verdadera motivación de
la visita es acercarse a lo todavía deseado.
En estos casos se cumple aquello de que en la confianza está el peligro y los
falsos razonamientos que conducen a dichos comportamientos se incluyen entre
los ya comentados pensamientos malolientes.

Lo que más me duele son sus engaños


Los engaños y la falta de confiabilidad durante la etapa de consumo generan
notable malestar y hostilidad en los familiares, que sienten como si el adicto los
considerara tontos. Esta característica del disfraz, disminuye sus potencialidades
hostilizantes, cuando los convivientes reconozcan que los intentos de engañar del
enfermo no son más que rebotes de sus autoengaños, es decir, que el primer enga-
ñado es el propio paciente.

Ha enfrentado tantas tragedias sin reaccionar,


que no se cuando tocará fondo
Esta apreciación familiar sobre la evolución del supuesto "lobo", requiere algu-
nas reflexiones. En realidad, el tocar fondo simboliza, metafóricamente, el momen-
to en que el paciente hace conciencia de que el camino escogido lo conduce al caos
existencial. Esta imagen tiene diferentes significados, según el medio cultural en
que se utilice, ya que para algunos se refiere al hecho de haber bebido tanto a

40
través de los años, que se agotó el recipiente y considera el fondo como el final
del tonel.
Otra concepción, más optimista, utiliza la expresión como metáfora de quien
está a punto de ahogarse y al llegar al fondo, lo utiliza para impulsarse hacia arriba
en la gloriosa cuesta arriba comentada.
En la experiencia clínica de los especialistas queda claro que, pese al significa-
do familiar conferido a las nefastas vivencias, el no reaccionar ante algunas no
resulta indicador de mal propósito pues, muchas veces, el fondo se toca con viven-
cias menos relevantes.
La explicación de esta realidad clínica es el mecanismo de sumación de viven-
cias dolorosas, cuyo símil es la gota que rebosa la copa.
Otra explicación se relaciona con el concepto del timing (tiempo) en psicotera-
pia referido a que las vivencias correctoras se presentan en un momento de la vida
de los pacientes que garantiza una especial sensibilidad para que tengan el efecto
deseado. El símil de este concepto está en el refrán popular que sentencia: «el
hierro se machaca cuando está caliente».
Muchos podrían sorprenderse ante el hecho de que un paciente decide iniciar
su tratamiento luego de quedar desnudo por haberse dormido en plena calle y, sin
embargo, no lo hizo cuando su conducta precipitó un infarto mortal en un ser que-
rido. Pese a esta angustiosa y hostilizante realidad, expresiva de los mecanismos
comentados, este mensaje basado en 36 años de experiencia, es que nunca debe
perderse la esperanza, por severa que sea la adicción ya que según nuestro Após-
tol: "Mientras un hombre no tenga la cabeza cortada, nada está perdido para él".

Es inconcebible que me cele después de tantos años


de abandono
He aquí otra desesperante realidad del disfraz de "lobo" que, muchas veces,
conduce a serias discusiones y violencia extrema en el contexto hogareño o comunitario.
Como se conoce, el celo, debido a factores culturales vinculados al machismo,
reviste diferente significación cuando es de la mujer hacia el hombre, que casi los
siente como un halago o al menos un reconocimiento de su valía como ente sexual,
que cuando es el hombre quien cela a la mujer, apreciación que afecta, notable-
mente, su autoestima e imagen pública.
El celo del adicto a drogas duras tiene su paradigma en la celopatía del paciente
alcohólico, aunque sus mecanismos dinámicos resultan comunes no solo para los
adictos a medicamentos o drogas legales, sino también, aunque en menor grado,
para quienes hacen uso no social del alcohol, sin ser alcohólicos.
La médula del problema está en que la pareja femenina unió su vida a un sujeto
sobrio, con todas sus virtudes, pero cuando aparece el problema de las drogas
comienza a convivir con alguien muy distinto, que día tras día, no solo afecta su
imagen familiar, laboral y comunitaria, sino que modifica, en su totalidad, su con-
ducta sexual que se matiza por ausencia de cariño, desconsideración total y com-
portamientos sexuales, simultáneamente, brutales y deficientes.

41
La suma de estos y otros comportamientos, hace que la pareja femenina co-
mience a rechazar el intercambio sexual con diferentes pretextos y debido a la
distorsión del adicto en la apreciación de la realidad, en vez de comprender que el
alejamiento es producto del sufrimiento y decepción de la pareja, utiliza la
racionalización de que se trata de que ha aparecido otro hombre.
La repercusión hogareña de esta situación puede alcanzar niveles insospecha-
dos de violencia y su única solución es la rehabilitación, o el divorcio por doloroso
que este sea.
Afortunadamente, en esta experiencia, cuando la rehabilitación llega a tiempo,
estas grandes tragedias familiares de alta repercusión sobre los cónyuges y los
hijos, quedan atrás como una pesadilla, cuando el adicto rehabilitado cambia su
papel de perdedor y asume el de triunfador.

42
Capítulo 5
Funcionamiento del cerebro bajo la influencia
de drogas

Efecto de las drogas duras


Para reflexionar sobre el efecto de las drogas duras se utiliza una imagen de
tomografía por emisión de positrones, avance que permite apreciar el funciona-
miento cerebral en situación de normalidad y también cuando el mismo sujeto se
encuentra bajo la influencia de una droga dura (en este caso el alcohol). A partir de
esta imagen se propone un símil que facilite la comprensión de estos conocimientos
especializados (Fig. 5.1).

Fig. 5.1. Disfunciones cerebrales determinadas por las drogas duras en una tomografía por
emisión de positrones.

Esta es la doble imagen de la actividad cerebral, la derecha es la del sujeto sin


la influencia de droga dura alguna y la izquierda es del mismo sujeto, pero esta vez,
en estado de embriaguez por el alcohol (bajo influencia alcohólica).
La frente y las órbitas están hacia la izquierda de cada imagen (flecha de la
extrema izquierda; el sistema límbico se proyecta en la región central (flecha del
medio); la formación reticular hacia atrás (flecha de extrema derecha) y el circuito
del placer (flecha hacia arriba). El nivel de actividad se expresa por el grosor de las
flechas en ambas imágenes.
En la imagen sin influencia se aprecia importante actividad en la región ubicada
detrás de la frente y encima de los ojos (flecha de la extrema izquierda) y también
en la formación reticular (flecha de la extrema derecha), mientras que el sistema
límbico y el circuito del placer (flechas del centro hacia abajo y hacia arriba res-
pectivamente), están, de manera práctica, inactivos (38).

43
En la imagen bajo influencia las zonas con menor actividad comparativa son las
señaladas por las flechas de extrema izquierda y de extrema derecha, que se co-
rresponden con la región prefrontal y la formación reticular respectivamente, mien-
tras que se aprecia una notable excitación del sistema límbico y del circuito de las
gratificaciones (flechas centrales hacia abajo y arriba respectivamente.
Significado de estos efectos de actividad o inactividad cuando el sujeto está
bajo la influencia del alcohol u otra droga dura:
1. Cuando se inhibe la formación reticular, la percepción de la realidad se distorsiona
y la persona disminuye su capacidad de raciocinio y planificación de su con-
ducta comportándose en forma similar a un sonámbulo.
2. El bloqueo prefrontal duerme sus valores morales y virtudes y se produce lo
que metafóricamente se denomina decapitación prefrontal, pues parece que
una guillotina hubiese seccionado esa parte del cerebro.
3. La disminución de la actividad prefrontal y de la formación reticular hacen que
el sistema límbico se libere y, algo peor aún, que tome el mando de la conducta
del sujeto bajo influencia, lo que hace indistinguible al ser humano de los anima-
les inferiores no dotados de conciencia (39).
4. El circuito de las gratificaciones sufre una hiperactividad que en los adictos
implica un progresivo incremento de su umbral de estimulación. Esta elevación
del umbral hace que los estímulos agradables convencionales resulten cada
vez más insuficientes para producir placer y que solo responda al efecto de la
droga dura. La disfunción descrita conduce al adicto a un cuadro de indiferen-
cia ante las vivencias cotidianas, que es la denominada arreactiviad afectiva o
síndrome amotivacional, con notable indiferencia y holgazanería muy similar a
lo observado en los pacientes con esquizofrenia simple. Es como si un saltador
de altura se dopara con lo que el listón de medida alcanzará un nivel, mucho
mayor, al de sus posibilidades y que al dejar de doparse no fuese superable, lo
que requeriría bajar, nuevamente, el listón a los niveles iniciales, proceso que
en los pacientes rehabilitados requieren algunos meses para hacerse evidente
mediante la recuperación para sentir, una vez más, agrado ante las vivencias
gratificantes existentes antes de la adicción (40) (23).

Como si todo esto fuese poco, la liberación del núcleo amigdalino hace que se
desenfrenen, tanto su región medial (determinante de reacciones agresivas incon-
trolables), como su región lateral, que implica un comportamiento sexual infantil y,
por tanto, no selectivo en cuanto al género de la pareja (6).
Los resultados finales de esta trágica transformación, explican los grandes su-
frimientos de los convivientes ante comportamientos totalmente impredecibles y
total indiferencia ante las vivencias que antes motivaban al adicto (40).
Estos hallazgos en imágenes de tecnología avanzada coinciden, de manera ple-
na, con los registrados en estudios neuropsicofisiopatológicos y permiten algunas
reflexiones (41)

44
Acción de las drogas duras en términos psicoanalíticos
Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis propuso que el comportamiento de los
seres humanos era el producto del enfrentamiento continuo entre dos grandes fuerzas:
1. Las que proceden del super yo, que representa las normas o patrones morales
y virtudes incorporadas mediante la educación.
2. Las que se derivan de los instintos e impulsos similares a los que existen en
animales inferiores y búsqueda de placer a toda costa, que denominó ello.

Consideró además que el mediador del conflicto entre el ello y el super yo, era
el yo, que representaba los recursos perceptivos, racionales y conductuales con
que contaba el sujeto para realizar dicha intervención.
Si se superponen estos conceptos sobre las imágenes recién comentadas, se
puede aceptar que el super yo se relaciona con la región prefrontal supraorbitaria;
que el ello se asocia con el sistema límbico y el circuito de las gratificaciones; y
que el yo se acerca mucho a las estructuras que garantizan un nivel de funciona-
miento cerebral adecuado para que el sujeto pueda percatarse de lo que ocurre y
adaptar su comportamiento a las circunstancias. Es decir, estructuras que permitan
un nivel de funcionamiento cerebral que posibilite y armonice las percepciones, el
pensamiento y las respuestas afectivas y conductuales lo que permite relacionar el
yo con la activación primero generalizada y después focalizada de la corteza cere-
bral integradora, vale decir activación por el sistema reticular (en forma directa o
mediada por el tálamo) y preparación adecuada de la corteza cerebral (sobre todo
en la zona dorso-lateral de los lóbulos frontales) para su misión adaptativa.
Por tanto, las personas bajo influencia del alcohol u otras drogas duras se com-
portan como si tuvieran un super yo dormido, un ello desenfrenado en continua
búsqueda del placer y un yo muy debilitado, condiciones anormales del funciona-
miento psíquico que se acercan, de manera notable, a las existentes en los pacien-
tes esquizofrénicos y que explican la desorganización y resistencia al tratamiento
de muchos pacientes con doble diagnóstico.

Manifestaciones clínicas bajo la influencia de drogas


duras
En resumen, las expresiones clínicas bajo la influencia de drogas duras son:
1. Notable distorsión en la apreciación de la realidad y la organización de las
respuesta afectivas y comportamentales adecuadas ante lo que ocurre.
2. Comportamientos antiéticos y antijurídicos como producto de la anulación del
freno prefrontal supraorbitario (decapitación prefrontal) y la brutal disminución
de principios y virtudes.
3. Conductas primitivas como intolerancia a frustraciones y agresiones; respues-
tas patológicas de acercamiento como dependencia extrema y adiciones o
comportamientos de evitación como huida, o pánico, vinculadas a la liberación
límbica, comportamientos a los que Freud llamaría conductas regresivas en el

45
desarrollo individual y que otros autores verían como un retroceso de 15 millo-
nes de años en el desarrollo de las especies.
4. La intensa activación del circuito de la gratificación y sus componentes más
relevantes los núcleos amigdalino, y accumbens, además del hipocampo, área
tegmental, singuladas y corpus luciodum traen como consecuencia casi in-
mediata, la aparición en el consumidor, de notable agresividad y comporta-
mientos sexuales anómalos, así como la búsqueda constante del placer artifi-
cial derivado del consumo.

El paradigma experimental extremo de la reiteración del consumo de drogas es


el animal de laboratorio estimulado mediante microelectrodos implantados en el
núcleo accumbens que luego de aprender a buscar la gratificación (los alimentos)
al oprimir un botón, mantiene dicha conducta en forma automática y reiterativa,
con tanta intensidad, que la misma le conduce a la muerte por inanición a pesar de
tener los más apetecibles alimentos a su alcance.
Este representa el más importante mecanismo que explica la absurda conducta
del adicto a continuar el consumo hasta que se agotan sus recursos financieros y su
caída en los delitos económicos luego de vaciar, prácticamente, su casa o la de sus
padres para adquirir la sustancia esclavizante. El desencadenamiento simultáneo
de este proceso hipermotivante hacia el consumo derivado de la catastrófica acti-
vación por la droga del circuito de las gratificaciones, junto a la anulación transito-
ria de sus valores morales y mecanismos de control, secundarios a los efectos
prefrontales supraorbitarios, se convierten en resortes psiconeulógico-
fisiopatológicos para continuar el consumo cueste lo que cueste.
Y como si todo esto fuese poco, existen también mecanismos facilitadotes de la
criminalidad que se vinculan más estrechamente con mecanismos psicológicos,
sociales, culturales y espirituales que integran una larga lista que incluye la dismi-
nución de la autoestima y la seguridad personal, la frustración ante el inevitable
rechazo social expresado en las muchas puertas que se cierran, la irritabilidad y
explosividad, acompañantes de la depresión y la culpa, la degradación laboral pre-
cipitada por el ausentismo y la reducción cuanticualitativa del trabajo, junto a las
dificultades interpersonales con los compañeros y jefes, así como los accidentes de
trabajo (42).
La negativa influencia de otros consumidores en etapas de deterioro más avan-
zado, la catastrófica reducción de intereses culturales conducentes al autoaislamiento
e inclusión en grupos de alto riesgo delictivo y, finalmente, el brutal egoísmo implíci-
to en la etapa de consumo antes de que el faro de la rehabilitación sea percibido (23).

Efecto de las drogas blandas


A diferencia del efecto de las drogas duras, en este caso, los efectos sobre la
región prefrontal resultan prácticamente despreciables y como consecuencia no
tiene lugar la liberación límbica, por lo que el comportamiento sigue siendo racional
y, por tanto, cognitivo-volitivo, en lugar del determinado por las drogas duras que

46
resulta a todas luces irracional y consecuentemente instintivo afectivo sin diferen-
ciación alguna de la conducta de los animales inferiores.
La acción de las drogas blandas es preferente sobre las zonas laterales y dorsa-
les de los lóbulos frontales y dicho efecto se determina, básicamente, por la activa-
ción de la formación reticular. La otra región de acción es el circuito de las gratifi-
caciones; aunque por su acción menos intensa que las drogas duras, no determina
notables cambios en el umbral de estimulación de dicho circuito, lo que, de manera
afortunada, mantiene el listón de salto en su altura original, lo que permite la
activación del circuito por los estímulos convencionales y evita los cuadros de
indiferencia que caracterizan el síndrome amotivacional.

Símil que resume la acción de las drogas duras y blandas


Se propone ahora un nuevo símil que representa los efectos de las drogas duras
y blandas y en el que se sustituye a la persona por un vehículo automotor que
transita por una carretera en horario nocturno.
La región prefrontal y supraorbitaria está representada por el sistema de direc-
ción (principios éticos y virtudes), los frenos y la regulación de la aceleración (ac-
ción inhibidora sobre la actividad límbica).
El sistema límbico es el motor, mientras que la formación reticular está repre-
sentada por el sistema eléctrico de encendido y las luces del vehículo.
El circuito de las gratificaciones está simbolizado por el carburador.
Puede, ahora, apreciarse lo que ocurre cuando dicho vehículo utiliza las drogas
duras o las drogas blandas como combustible:
1. En el primer caso el combustible duro determina el bloqueo o decapitación
prefrontal e implica la pérdida súbita de la dirección, los frenos y la desco-
nexión del pedal de aceleración.
2. El motor pierde su regulación por el conductor.
3. El carburador acelera el motor al máximo de su potencia.
4. Y para colmo de males se apagan las luces.

Estos desperfectos son los que explican la catastrófica conducta determinada


por las drogas duras, los enormes sufrimientos de los convivientes y los del propio
paciente, una vez que gana conciencia de su tragedia, los cuales permiten también
comprender cómo este último se disfraza de "lobo" feroz.
Las drogas blandas como el café, té, mate, cola y tabaco no afectan; sin embar-
go, ni la dirección, ni los frenos, ni la regulación de la aceleración, el carburador se
acelera discretamente lo que permite al sujeto mantener su comportamiento habi-
tual (genio y figura hasta la sepultura).
Sus efectos básicos se limitan, por tanto, a incrementar en grado discreto la
aceleración, la potencia de las luces y para los entendidos en mecánica automotriz,
adelantan un poco el tiempo del motor.
Es por eso que el consumidor aprecia disminución de sus necesidades de sueño,
relativo aumento de la concentración y un tiempo psíquico algo adelantado. Estos

47
efectos, casi inadvertidos, si el consumo es discreto y oportuno, explican, sin em-
bargo, que esas sustancias sean responsables de 20 % del total de tabletas tranqui-
lizantes e hipnóticas consumidas, mundialmente, sobre todo cuando el consumo se
hace excesivo u ocurre después de las 3.00 p.m. Pueden también determinar tras-
tornos del ritmo cardíaco como taquicardia y extrasístoles. Un comentario especial
requiere el tabaco, por determinar el mayor número prevenible de muertes por
enfermedades a nivel mundial, pues el mismo da lugar en el símil, a la obstrucción
de los conductos que llevan el combustible hacia el carburador. Este efecto,
exclusivo del tabaco entre las drogas blandas, es la colección de grasa en las
paredes arteriales hasta llegar a obstruirlas y determinar infartos del miocardio y
accidentes vasculares cerebrales (se reitera que dicha colección se reduce a la
mitad con el primer año de abstinencia y desaparece luego del segundo año de
haber terminado el consume.

48
Capítulo 6
El presunto "lobo" y su entorno familiar

Interacciones familiares con el paciente adicto


La convivencia y enfrentamiento cotidiano al comportamiento del paciente adicto
en la etapa de consumo, implica, necesariamente, la utilización de diferentes tácti-
cas de afrontamiento, entre las que sobresalen las expresivas de rechazo franco o
encubierto, actitudes explicables por comportamientos tan injustos como entrar a la
casa en horas de la madrugada, sacar los pomos de leche preparados para una
hijita de 6 meses y llevarse el refrigerador para canjearlo por unas piedras de
crack, o vender, al mejor y más aprovechado postor, cualquier equipo electrónico
familiar con el propósito de adquirir la droga esclavizante, comportamientos que
junto a la agresividad verbal y física, las conductas sexuales reprobables, la holga-
zanería, el descuido de hábitos y todo tipo de violaciones éticas y jurídicas transfor-
ma la convivencia familiar en un verdadero caos.
La total indolencia del consumidor reportada por los convivientes es típica de la
etapa precontemplativa por la que transcurren todos los adictos a drogas duras,
antes de poder percatarse de cuán catastrófica es su conducta.
El ganar conciencia de lo que ocurre resulta un trascendente paso antes de
buscar ayuda profesional, conducta solo posible cuando se alcanza la fase
contemplativa, en que la luna de miel con las drogas se transforma en luna de
hiel y la actitud de aceptación del consumo da paso, en forma progresiva, a un
firme rechazo, sustentado en la culpabilidad inherente a la recién adquirida con-
ciencia de haber caído en una trampa.
Es importante destacar que el notable sufrimiento familiar derivado de los da-
ños implícitos en el consume, se incrementa por el resentimiento producido por el
comportamiento altamente egoísta, irresponsable, indolente, tiránico y carente de
culpabilidad y esta pesadilla no cesará hasta que se alcance la tan ansiada rehabi-
litación.

Determinados resultados investigativos


En recientes estudios efectuados en el grupo de servicio por las doctoras
Jeannette Hernández, Elín González, Meyking Romero y el doctor William Viera,
Especialistas en Psiquiatría, con dedicación a las adicciones, se exploraron las más
frecuentes actitudes familiares ante los pacientes ingresados en un período de dos
años en el servicio Rogelio Paredes del Hospital Psiquiátrico de La Habana
"Dr. Eduardo B. Ordaz" y los resultados coinciden con la apreciación clínica del

49
inevitable rechazo familiar (abierto o encubierto) manifestado, tanto hacia los pa-
cientes alcohólicos, como ante a los adictos a sustancias ilegales, durante la prologada
evolución previa a la rehabilitación.
Llama, sin embargo la atención, que pese a la mayor trascendencia económica
y ético-jurídica del comportamiento de los adictos a drogas ilegales en compara-
ción con los alcohólicos, el rechazo fue mayor hacia los alcohólicos, y se atribuyó al
mayor tiempo de convivencia con los alcohólicos, ya que la mayoría de los adictos
a drogas ilegales presentaban evoluciones mucho más breves antes de ser ingresa-
dos (43-46).

Repercusión hogareña del alcoholismo masculino


En una muestra de 135 pacientes con dependencia alcohólica, se recogieron de
los familiares, los problemas que consideraron como de más relevancia en la con-
vivencia familiar. Los resultados fueron tan alarmantes como que 52 % reportaron
haberse divorciado; 52 % habían recibido sanción judicial o expresado violencia
física hogareña; 51 % habían dado lugar a pérdidas de amigos allegados; 48 %
cometieron delitos sexuales; 47 % ejercieron violencia psicológica; 47 % fueron
arrestados; 46 % habían perdido su trabajo; 45 % sostuvieron riñas callejeras y
44 % presentaron disgustos con vecinos.

Tácticas de afrontamiento familiar ante el paciente alcohólico


Las tácticas de afrontamiento manifestadas por sus núcleos familiares de per-
tenencia, siguieron el siguiente orden decreciente: criticas agresivas 90 %; ex-
presiones de franco rechazo 85 %; serios disgustos 82 %; se mantienen a
distancia 80 %; los tratan con indiferencia 79 %; los aconsejan 47 %; los tratan con
comprensión 18 %; sienten deseos de agredirlos 17 %; los ayudan 16 %; los acep-
tan 15 % y consumen con ellos 14 %.

Apreciación del funcionamiento familiar según pacientes y familiares


Otro aspecto significativo fue la diferente apreciación de los pacientes y los
familiares al momento de emitir su criterio sobre el funcionamiento del núcleo
familiar de convivencia, como puede apreciarse en la tabla comparativa 6.1.

Actitudes familiares ocultas de tolerancia incondicionada


ante el alcohol
Un resultado sorpresivo, que en nuestra apreciación expresa la actitud de tole-
rancia incondicionada presente aún en la población, fue que estos mismos familia-
res consideraron en la misma encuesta no anónima, que más de la mitad estaba
en desacuerdo con el criterio de que debía prohibirse la venta de alcohol a jóvenes

50
Tabla 6.1. Apreciación del funcionamiento familiar según pacientes y familiares

Categorías Cualidades del funcionamiento familiar


Pacientes Familiares
No. % No. %

Cohesión 1 057 78,29 404 29,92


Armonía 1 072 79,40 375 27,77
Comunicación 1 049 77,70 439 32,51
Adaptabilidad 1 024 75,85 556 41,18
Afectividad 1 051 77,85 471 34,88
Roles 1 058 78,37 524 38,81
Aceptación de consejos 1 051 77,85 516 38,22

menores de 16 años, cuando lo realmente dispuesto en Cuba (aunque no siempre


cumplido) es la prohibición de venta a menores de 18 años y en muchos otros
países la restricción de venta llega a los 21 años.

Gestiones de prevención
Hasta ahora se ha abordado la temática de las drogas enfatizando las diferentes
formas de manifestación de esta tragedia y la cantidad de personas que, en dife-
rentes papeles, resultan afectadas por el uso indebido de las drogas legales y por el
consumo de las drogas ilegales.
Se pretende haber profundizado a la medida de los conocimientos en la realidad
de que estas tragedias pueden afectar a cualquier ser humano, con independencia
de su calidad como persona y se utiliza la metáfora del disfraz de "lobo" como
expresión de las nefastas transformaciones de la conducta que sufren quienes las
consumen.
Se piensa que luego de plantear el problema y de invitar al lector a reflexionar
sobre las entrañas interpersonales del mismo, es éticamente obligatorio expresar
este punto de vista sobre cómo se debe enfrentar esta gran tragedia mundial en el
ámbito personal, familiar, escolar y comunitario.
Como dijera el Apóstol José Martí este problema debe ser abordado.

Enfrentamiento con la manga al codo como le entra


a la "res el carnicero"
Esta tarea de enorme complejidad se ha expuesto en varios libros científicos
especializados escritos por prestigiosos psiquiatras, psicólogos, toxicólogos, legistas
e internistas (47-51).
Gracias a dichos textos se considera que existe una muy valiosa y actualizada
bibliografía cubana, cuyo contenido se ajusta, perfectamente, a las características
étnicas, sociales, culturales y económicas de Cuba y también de la mayoría de las
naciones latinoamericanas y caribeñas.

51
Lo que se propone ahora, es llevar a un lenguaje coloquial y cargado de mensa-
jes figurativos los consejos de expertos internacionales y algunos derivados de la
modesta experiencia de 36 años lidiando con estas tragedias y tratando (apasiona-
damente, como hacen la mayoría de quienes se sensibilizan con este tema a lo
largo y ancho del mundo) de poner otro granito de arena para contribuir a prevenir
dichas afecciones y cuando esto falle, rehabilitar a quienes han caído en sus redes
en la condición de enfermos o personas que sin serlo hacen un uso no social de
estas sustancias.
Para seguir este símil, se abordan ahora como evitar que los conciudadanos
y familiares se disfracen, de manera progresiva, de "lobos" y también cómo lograr
arrancar ese disfraz a quienes ya son adictos, para hacerles justicia ante sus seres
queridos al mostrar su verdadera calidad humana, que por más tiempo que el de-
seable, se ocultó bajo la piel de un "lobo".

Principios rectores
Los principios rectores para este enfrentamiento son:
1. La consideración de que las drogas, son un sistema interactuante de sustancias
legales, médicas e ilegales, capaces de inducirse y reforzarse unas a otras
y en las que las drogas lícitas actúan como porteras de las ilícitas.
2. La triste realidad de que estas pueden afectar hasta a las mejores familias,
personas, países y sistemas socioeconómicos.
3. El enfrentamiento exitoso a esta tragedia debe ser integral al perseguir objeti-
vos promocionales de la salud, preventivos del mal uso y adicción a drogas,
protectores de los grupos de mayor riesgo, terapéuticos y rehabilitatorios para
quienes hayan sido esclavizados.
4. Las adicciones se conjugan con el verbo ser, ya que su repercusión global
sobre el consumidor y su estilo de vida, las diferencia de las enfermedades
infecciosas que se conjugan con el verbo tener (tengo una faringitis) o con el
verbo estar, expresivo de algo transitorio (estoy deprimido). Sin duda alguna, la
expresión yo soy un adicto transmite la esencia y significación del problema.
5. Desarrollar a toda costa una actitud social de total aceptación del beber social,
pero franco rechazo a la embriaguez por alcohol o cualquier otra droga dura.
6. Aplicar todas las medidas administrativas y legales que han resultado exitosas
en otros países.
7. Atenuar, mediante argumentos científicos, la comprensible y honesta preocu-
pación de muchos decisores comunitarios en el sentido de que el incremento
de la exigencia por un beber responsable lleve al cierre de centros de trabajo o
desocupación, toda vez que los resultados de dichas medidas, aun cuando al-
cancen el máximo éxito imaginable, siempre serán lentos y progresivos, lo que
permite los ajustes correspondientes cuando sean necesarios.
8. Tener muy presente que las medidas preventivas para evitar el consumo de la
más dura de las dogas se comienzan por medio de las gestiones educativas,
que las abuelitas dejen de brindarles el "buchito" de café a sus nietos que ya

52
tendrán más adelante tiempo de sobra para decidir, si lo consumen o no, y
también, convencer a los padres fumadores de que además de los riesgos para
su salud personal y la de sus convivientes, deben tratar en lo posible de no
fumar ante sus hijos y mucho menos pedirles que les enciendan los cigarrillos.
Y qué decir del sacrilegio de inducir a un hijo a beber para que sea hombre o de
fumar o beber cuando la mujer desempeña el papel de gestante o lactante.
9. Pese a ser Cuba un ejemplo mundial en lo relativo a la prohibición total de la
propaganda convencional (prensa plana y electrónica) de las bebidas alcohóli-
cas, se debe actuar sobre las vías alternativas (algunas de las cuales han hecho
revivir a los hombres sandwiches del pasado siglo (chalecos de los
parqueadores).
10. Cuba es también un ejemplo en la proyección multisectorial de las gestiones
orientadas a enfrentar estos problemas.
11. Con el cuidado de no caer en leyes secas (de efectos catastróficos demostra-
dos), se debe actuar, tanto sobre la oferta, como sobre la demanda y priorizar
las gestiones educativas sobre las jurídicas.
12. En la actualidad son bien conocidos los agentes causantes, los mecanismos
que conducen a la adicción y las etapas por las que transitan los adictos en su
proceso rehabilitatorio.
12. Una característica clínica, de primer orden, es la tendencia del adicto a las
recaídas.
13. En su terapéutica deben utilizarse todos los recursos de efectos, científicamen-
te demostrados, sin importar su marco teórico y procedencia de escuela, con el
cumplimiento del principio de que su selección no depende de las preferencias
del terapeuta, sino de las necesidades sentidas del paciente.
14. Las acciones rehabilitatorias deben orientarse hacia el paciente, su familia y
su comunidad.
15. El enfrentamiento legal y penal a los delitos vinculados a estas debe agotar
todas las sanciones alternativas posibles para evitar la cárcel, en el caso de los
consumidores, aunque sin caer en el extremo de la legalización; medida que en
nuestro criterio persigue una utopía, bien intencionada en la mayoría de los
propugnadores que, como norma, ejercen profesiones ajenas a las de la salud,
por lo que desconocen las implicaciones médico-sociales, económicas, éticas y
humanísticas de la facilitación de su acceso y el desencadenamiento de graves
afecciones mentales, así como de enormes y prolongados sufrimientos para
los convivientes.

Debe asimismo crearse y utilizar la figura legal del ingreso para tratamiento
compulsorio en pacientes alcohólicos devenidos factor de riesgo familiar y comuni-
tario, que no aceptan el tratamiento.
La reflexión autocrítica lleva al reconocimiento de que todos tienen que poner
un granito de arena en esta lucha y que mientras se viole lo orientado con
relación a la prohibición de venta a menores de 18 años, se sigan minimizan-
do los envases pequeños de bebidas fuertes (planchadito), se incremente la

53
concentración alcohólica en las bebidas y se violen los horarios estableci-
dos para la venta, o se permita el consumo en calles, parques y portales no
se puede dormir tranquilo.
La anterior reflexión hace indispensable que nos ocupemos (esta vez a grandes
rasgos) de las causas fundamentales de las adicciones y de los caminos (vías
generadoras de la enfermedad) conocidos hasta hoy.

Factores que desempeñan un papel en el establecimiento


de las adicciones
Las cuatro grandes raíces de estas enfermedades son:
1. El medio natural.
2. El medio sociocultural
3 El sujeto.
4. La droga.

Medio natural
Básicamente representado por las condiciones geográficas, topográficas y
climáticas, la flora, la fauna y la fertilidad del suelo que juegan un importante papel
en el origen de las adicciones.
El más típico ejemplo es el de los países vitivinícolas, término que se refiere a la
producción de uvas y vino, pero que se ha generalizado también a los productores
de otras materias primas como la caña de azúcar, la cebada, y el maguey entre
muchas más, con que se elaboran el ron, la cerveza y el tequila respectivamente.
Clima suelo y altitud. Estos factores específicos posibilitan la siembra del
Erytroxyon coca y Papaverum somnifera plantas de que se extraen la cocaína y
el opio respectivamente, cuyo cultivo solo es posible en mesetas altas.

Medio sociocultural
Expresado por las interacciones humanas, matizadas por su base socioeconómica,
debe valorarse de acuerdo con los objetivos del presente libro como el modulador
de las interacciones que se inician con la madre y se generalizan, posteriormente, al
medio familiar, escolar, laboral, recreacional y comunitario.
En su vertiente cultural el medio está representado por las convenciones, cos-
tumbres, tradiciones, valores, intereses, modas, medios de recreación, y sobre todo
por los diferentes tipos de actitudes ante las drogas que desempeñan un papel
de primer rango pues desde los clásicos trabajos de Pittman y Snyder (52) se hizo
evidente que el consumo de alcohol (la droga modelo) era mucho mayor en medios
permisivos donde no solo se acepta el beber, sino también la embriaguez y el con-
sumo irresponsable en situaciones de alta peligrosidad. Ellos, a punto de partida de

54
sus investigaciones sociológicas describieron cuatro tipos de actitudes sociales y
de acuerdo con estas clasificaron las culturas según su actitud ante el alcohol en:
1. Culturas abstinentes: cuyos paradigmas son la islámica e hinduista.
2. Culturas ambivalentes: generalmente matizadas por proporciones similares de
actitudes de tolerancia y rechazo al consumo de alcohol y cuyo prototipo es la
cultura americana.
3. Culturas tolerantes condicionales: con algunos países mediterráneos como pa-
trones, donde predomina el denominado consumo alimentario de alcohol que
vincula dicha conducta a las horas de comidas. Su paradigma es Italia donde
aun cuando el consumo alcohólico resulta similar al de Francia, tiene cinco
veces menos alcohólicos, ya que el patrón Francés de consumo se acerca más
al estilo del irlandés emigrado, que se caracterizó por la ingestión masiva y
embriagante de alcohol con el propósito de atenuar su añoranza por la patria (53).
4. Tolerante incondicional: es la existente, además en España y Portugal, y resul-
ta muy peligrosa en lo referente a facilitar altos índices de alcoholismo y, si se
recuerda que el alcohol es la droga portera, puede inferirse que sus conse-
cuencias pueden ser aún peores.

En este criterio, lo más relevante para estos propósitos es tomar en cuenta que
es muy importante la diferenciación de los factores macrosociales, directamente
dependientes del sistema de producción social, y los microsociales, relacionados
con situaciones familiares, escolares, laborales y recreativas en pequeños grupos.
Es decir, conflictos generados en microgrupos como: hogares rotos, violencia
paterna, carencia de amor materno, discriminación entre hermanos, fracasos esco-
lares y laborales, invalidez, rechazo por el microgrupo, desengaños amorosos, ex-
ceso de responsabilidades y otros.
Se destaca, desde ahora, este aspecto porque en el alcoholismo evasivo hay
que tener siempre en cuenta que el sujeto puede pretender huir predominantemen-
te de factores macrosociales, microsociales o de las consecuencias de la interrelación
de ambos; hechas estas consideraciones, se destacan los mecanismos generado-
res de adicciones derivados del medio sociocultural que son los siguientes:
Nivel de tensiones. Ejemplo de estas son las derivadas del desempleo, explota-
ción, carencia de educación y atención médica, delincuencia, violencia y también
las inherentes a ocupaciones de altas responsabilidades, todas determinantes de
consumos evasivos.
Set de actitudes ante las drogas. Comentado con los paradigmas del modelo
italiano y asiático alimentario y el del irlandés emigrado, descritos ante el alcohol
como droga modelo y generalizable a otras sustancias.
Provisión de medios adecuados de recreación. Está en relación inversa con
el desarrollo de las drogadicciones y existen trabajos norteamericanos que enfatizan
la significación de la programación del tiempo libre, ya que una de las característi-
cas básicas de los drogadictos es su dificultad para ocupar el tiempo disponible,
tanto durante su etapa de consumo, como en los meses que siguen a su decisión de
abstinencia.

55
Propaganda. En la mayoría de los países industrializados los gastos en propa-
ganda para vender bebidas alcohólicas son mucho más de mil veces mayores que
los de las campañas educativas acerca de los riesgos de su consumo no social.
La propaganda es considerada como uno de los más importantes factores que
determinan el incremento de la demanda social del cigarrillo y el alcohol.
Aquí debe tenerse en cuenta la propaganda intencionada, económicamente sus-
tentada, y la propaganda ingenua sobre la que se han realizado determinados traba-
jos en producciones cinematográficas y televisivas con relación a las drogas lega-
les y apreciado que, en la última década, se manifiestan en el cine internacional
peligrosísimas tendencias permisivas en cuanto al uso de algunas sustancias ilega-
les por la vía de exponer en sus producciones personajes carismáticos, consumien-
do con el alto peligro imitativo que esto implica en adolescentes, por su facilidad
para identificarse con personajes que les resulten simpáticos La situación, lejos de
atenuarse se ha exacerbado hasta el punto que 85 % de las 25 películas más vistas
en EE.UU. entre los años 1988 y 1998, y en 8 de las 10 más taquilleras y aptas para
menores en 1999 y 2000 presentaban personajes carismáticos fumando cigarrillos.
Aspectos económicos y ocupacionales. Existen países con una gran industria
licorera y otros donde la planificación de cultivos que sirven de materia prima para
la producción de bebidas alcohólicas, es importante para su economía. Tal es el
caso de los países vitivinícolas como Francia, Italia y España. Cálculos conserva-
dores plantean que alrededor de 35 millones de personas en el mundo tienen em-
pleos relacionados con la producción de vino solamente. Es lógico suponer que un
país que programa su economía basada en estos aspectos, facilita, tanto la disponi-
bilidad del alcohol, como su demanda, incrementada por la accesibilidad del tóxico,
como ocurre con los trabajadores de las destilerías y los que laboran en diferentes
centros de expendio.
Economía del sujeto expuesto a riesgo. Que actúa por el doble mecanismo
de la evasión cuando existen serias limitaciones y del hedonismo cuando el sujeto
maneja más recursos de los necesarios, sobre todo si se trata de personas no
suficientemente maduras para su correcta administración. En nuestro medio, la
gran mayoría de los pacientes atendidos por consumo de crack, llegaron a las
drogas por la vía de la manipulación de altas sumas monetarias de diferente proce-
dencia.
Existencia de otras alternativas de consumo legal. Este aspecto se refiere,
básicamente, a las bebidas alcohólicas, cuyo consumo es mayor cuando no existen
hábitos de consumo de otras bebidas como jugos, refrescos, batidos o similares o
cuando aquellas no se ofertan en el mercado. Una alternativa de alta utilidad en
nuestro medio es la oferta de guarapo de caña por su factibilidad y aceptación aún
en los momentos más tensos del período especial, así como refrescos, maltas,
batidos, helados e infusiones.
Drogadicto no tratado. Mientras dura la etapa de consumo constituye uno de
los principales riesgos ambientales por sus potencialidades inductoras a la inicia-
ción del consumo, en personas vírgenes del mismo, y por su frecuente conversión
en expendedor para sufragar sus gastos. Como se aprecia el tratamiento adecuado

56
a estos pacientes deviene rehabilitación para ellos y prevención para la población
no consumidora.

El sujeto
Los aspectos a considerar integran dos grandes categorías:
1. Relacionadas con la constitución del sujeto.
2. Resultado de su interacción con el medio.

Aspectos relacionados con la constitución del sujeto. Se tomarán en cuen-


ta, tanto lo propiamente hereditario, sustentado en las características transmitidas
por los genes; lo referente a posibles anomalías concepcionales relacionadas con
trastornos en la división de los cromosomas; los defectos originados, durante el
desarrollo del embrión y el feto llamados congénitos; y también los derivados de
factores relacionados con dificultades en los períodos de preparto, parto y posparto.
Dentro de esta amplia gama de posibilidades se puede contar desde la facilitación
genética o concepcional de características temperamentales, o enfermedades como
las depresiones, el retraso mental o la epilepsia que constituyen terreno abonado
para el desarrollo de adicciones,, los trastornos de disquinesia y atención (antes
llamados disfunciones cerebrales mínimas), la mayor o menor reactividad de los
centros cerebrales del placer (núcleos accumbens, coerulus, amígdala, área
tegmental e hipocampo, así como el nivel de actividad de las enzimas que degradan
las drogas ingeridas, hasta las anomalías corporales o sensoriales secundarias a
infecciones ocurridas durante el embarazo que determinan serios conflictos perso-
nales. La situación más terrible, es aquella de los millones de niños que, a nivel
mundial, nacen adictos como consecuencia del consumo de sus madres.
Aspectos relacionados con la interacción sujeto medio. Aun cuando estos
factores deben tomarse muy en cuenta, resulta fácil inferir que los más relevantes
determinantes de adicciones son aquellos incluidos en la categoría relacionada con
la interacción del sujeto con su medio y esto puede ocurrir por la insatisfacción
aguda o crónica de necesidades significativas; por las secuelas de agresiones bio-
lógicas, traumáticas, físicas y químicas; por disbalances endocrino- metabólicos
vinculados al estrés, o por facilitadores derivados de aprendizajes de tipo condicio-
nado, instrumental, repetitivo o imitativo, así como por huellas psicotarumáticas
almacenadas para siempre en la memoria, factores cuyo efecto patógeno puede
actuar a nivel consciente o inconsciente.
Trastornos de personalidad y los complejos. En el terreno de los trastornos
de la personalidad, los comportamientos neuróticos o psicóticos y como integrantes
medulares de estos, las dificultades en el desarrollo de la autoestima y seguridad
personal, la intolerancia a frustraciones, la impulsividad, la difusión de la identidad
personal, concepto reciente considerado por Otto Kernberg (54) como esencial en
los problemas del carácter, y los complejos que, con elevadísima frecuencia, se
manifiestan en los adictos, la mayoría de las veces como raíces de la propia adicción,
como el caso de Israel donde el conflicto adleriano superioridad-inferioridad con su

57
padre constituyó la esencia de sus mecanismos evasivos, aunque, a veces, también
como consecuencia tardía de los efectos del consumo de drogas sobre la integralidad
del sujeto.

La droga
Características de la sustancia. Es importante pues cada una de las drogas
legales, de prescripción médica, e ilegales conocidas, tiene diferentes característi-
cas en cuanto a: proporción de consumidores que se hacen adictos, intensidad de la
adicción; seriedad de las manifestaciones de abstinencia cuando se suspende la
droga; grado de tolerancia que determina; y las complicaciones psiquiátricas y
corporales vinculadas al consumo. Aprecie estas características con algún detalle
como:
1. Frecuencia adictógena: depende la proporción de personas consumidoras que
se hacen adictos. En forma solo aproximada, de 100 personas que beben alco-
hol con cierta frecuencia, 10 se hacen alcohólicas; de 100 que toman café 30;
de 100 que fumen 40; de 100 que consumen medicamentos con fines no médi-
cos 50; de 100 que consumen marihuana 50,: de 100 que consumen cocaína
nasal 60; de 100 que consumen crack 80 y de 100 que consumen heroína 90 a
lo que se deben agregar que, en algunos casos, esto ocurre desde el primer
consumo, hecho frecuente con el crack y la heroína.
2. Intensidad adictógena: es decir la fuerza esclavizante de la adicción donde se
destacan la heroína y otros derivados del opio; el crack; las anfetaminas y
drogas de diseño como el éxtasis y el ice; los hipnóticos; el alcohol y el tabaco.
3. Severidad de los síntomas de abstinencia: son muy intensos en la heroína y
otros derivados del opio; hipnóticos y tranquilizantes mal utilizados con fines no
médicos; alcohol, anfetaminas y drogas de diseño.
4. Potencialidades para determinar tolerancia: característica muy notable en la
heroína y otros opiáceos; cocaína nieve y crack; anfetaminas y drogas de
diseño, hipnóticos y tranquilizantes; marihuana.
5. Complicaciones asociadas al consumo: como ejemplos se señalan las
esquizofrenias de muy mal pronóstico desencadenadas por la marihuana; las
hemorragias e infartos cerebrales y cardíacos, asociados a la cocaína; los pa-
ros cardiorrespiratorios de la heroína; la cirrosis hepática y los infartos cardía-
cos en el alcohol y, esta última enfermedad y el cáncer del pulmón, en el
tabaco.
6. La concentración de la droga: a mayor concentración mayor efecto dañino por
razones obvias. Así un cuarto de botella de ron, cogñac, whisky, o vodka (que
tienen por encima de 40 grados de concentración alcohólica) es más peligrosa
que un cuarto de botella de vino (que tiene 10 %), que una lata de cerveza (que
tiene 5 %), y que una media botella de cerveza sin alcohol (que tiene 1 %).
Así se entiende que, en muchos países, los esfuerzos por cambiar los hábitos
de consumo alcohólico de bebidas fuertes (también denominadas espirituosas)
a cerveza son, en algún grado, una variante preventiva del alcoholismo aunque

58
salta a la vista que el consumo masivo de cerveza o vino es igualmente catas-
trófico.
Las restantes drogas siguen el patrón del alcohol, pero tienen además muchas
fluctuaciones de concentración según el grado de adulteración por los expen-
dedores, y esto las hace aún más peligrosas por llevar con frecuencia a sobredosis
mortales y agregar otras sustancias tóxicas.
7. Vía de administración: se acepta por consenso que las vías que aumentan la
nocividad de las drogas son la vía parenteral y la vía pulmonar por posibilitar un
esfuerzo reforzador inmediato y por eso brutalmente adictógeno.
8.Sustancias tóxicas agregadas: además de los principios activos, todas las dro-
gas que se expenden suman los efectos tóxicos de diferentes aditamentos y
componentes. Como paradigma de lo dicho en el alcohol existen muchas sus-
tancias agregadas que aumentan su toxicidad y estas son mucho más abun-
dantes en el alcohol artesanal.
9. Accesibilidad de la droga: este es un factor de primer orden, pues mientras
más fácilmente se pueda adquirir una droga, mayor será su repercusión nega-
tiva. Los paradigmas son el tabaco, cuyas medidas preventivas, más efectivas,
además de las educativas son el aumento del precio y los lugares donde se
prohíbe fumar con lo que se reduce el consumo. En lo referente al alcohol, las
medidas fundamentales contra la accesibilidad son el aumento de precio, con-
trol de horario, edades y lugares de expendio, el no permitir su consumo en
calles, aceras, parques y rechazar, abiertamente, el consumo embriagante que
es la forma más irresponsable de consumo: se reitera que los problemas vincu-
lados al alcohol son tan frecuentes en pacientes alcohólicos, como en los que
beben en forma no social sin ser alcohólicos.

Diferentes caminos que conducen a las adicciones


Las vías más frecuentes para convertirse en un drogadicto son:
1. Sociocultural.
2. Hedónica.
3. Asertiva.
4. Evasiva.
5. Sintomática.
6. Constitucional.

Sociocultural. Relacionada sobre todo con la presión de los grupos de


paraiguales, las modas, costumbres, tradiciones, y también los factores ocupacio-
nales que facilitan el frecuente consumo de la sustancia y la consecuente adicción,
sin que se detecten otros factores determinantes. En Latinoamérica se conoce
como la vía de las malas compañías o de las "junteras".
Hedónica. Típica de las personas con una formación distorsionada que les
lleva a la persecución constante del placer (tendencia hedónica) sin otro objetivo
en la vida, es muy característica de los drogadictos con importantes componentes

59
disociales en su personalidad, previos a la adicción y se ve también en algunas
personas de alto nivel económico y bajo nivel de responsabilidades ante la familia y
la sociedad.
Esta vía es, muchas veces, facilitada en forma trágicamente ingenua por los
padres que aportan a sus hijos recursos económicos excesivos, la mayoría de las
veces como forma inconsciente de trueque por la falta de aportes afectivos. La
situación es muy común en el caso de padres que se divorcian entre ellos, e inclu-
yen a sus hijos en el divorcio, excepto en lo referente a pagar su culpa con dinero
y se convierten, sin saberlo, en facilitadores del consumo, comportamiento total-
mente opuesto a la codependencia.
Asertiva. Es la existente en personas que utilizan las drogas pretendiendo au-
mentar su seguridad personal (técnicamente denominada asertividad) hasta darse
cuenta que el tiro sale siempre por la culata.
Evasiva. Es la más conocida, popularmente, mediante el chiste de que el alco-
hólico (y otros drogadictos) tratan de ahogar o ahumar sus penas, pero estas son,
por naturaleza, muy resistentes a estos intentos. Es la persona que consume con la
pretensión de olvidarse de situaciones o experiencias desagradables, actuales o
pasadas, sin percatarse de que dicha conducta lo que hace es aumentarlas hasta el
punto de llegar, a veces, a lo que se denomina evasión secundaria donde lo que
pretende olvidar son, paradójicamente, las propias consecuencias del consumo,
algo así como consumir para olvidar las tragedias que determina dicha conducta.
Disparatado ¿verdad?
Sintomática. Es aquella donde existe previamente una afección, corporal o
más frecuente psíquica, cuyos síntomas el futuro drogadicto pretende atenuar, re-
sultado que solo consigue en los primeros consumos para después empeorar, de
manera notable, pero en una etapa en que ya se ha esclavizado y no puede parar
pese a la evidencia de mayor daño. Estos son los casos de doble diagnóstico en que
la enfermedad previa juega un papel fundamental en la determinación de consu-
mos reiterados que conducen a la adicción. Los más típicos son los adictos
esquizofrénicos, aun cuando este camino a la drogadicción puede verse en otras
enfermedades psiquiátricas o corporales.
Constitucional. Como antes se comentó, lo constitucional aporta en lo funda-
mental el componente de vulnerabilidad, pero por sí solo no es suficiente para
desarrollar una drogadicción, si no existen los factores medioambientales que de-
terminen el uso reiterado de la sustancia.

Prevención en lo constitucional
En la actualidad las medidas factibles en el ámbito constitucional biológico se
limitan a las orientadas a garantizar el óptimo desarrollo de la selección de pareja
para evitar las relaciones entre familiares; a la atención adecuada al embarazo y
parto; a la prevención de infecciones del sistema nervioso mediante vacunaciones
y medidas higiénico-sanitarias; a la plena aceptación y cumplimiento de la prohibi-
ción del consumo de alcohol u otras drogas durante el embarazo; y las tácticas de

60
prevención de accidentes por sus potenciales daños encefálicos postraumáticos y
quizás, en el futuro próximo, el desarrollo de los proyectos de vacunas antidrogas,
así como las terapias basadas en la ingeniería genética y la nanotecnología que
posibilita modificar la nefasta influencia reforzadora de algunas drogas sobre el
centro cerebral de las gratificaciones y otras acciones orientadas a modificar el
nivel y actividad de enzimas degradadoras de las drogas una vez incorporadas al
organismo.

Prevención en el ámbito familiar

Evidencia de los hogares afectados por separaciones,


divorcios o muertes
Se comienza con esta reflexión sobre el enorme significado de los hogares
consistentes con la presencia, ejemplo positivo y autoridad educativa de ambos
progenitores, donde se hace evidente en los estudios referidos de este servicio, que
son, en su totalidad, congruentes con otros efectuados en Cuba y en el resto de
América Latina, que arrojan cifras superiores a 60 % de los pacientes adictos a
drogas duras, que sufrieron antes de los 15 años de edad la carencia de uno de sus
progenitores como producto de divorcios (en la gran mayoría de los casos) o
de muertes precoces. Por otra parte, en el caso de los divorcios se recogió la
constante referencia de que los padres parecieran haberse divorciado también
de sus hijos.

Sugerencias de acciones preventivas en el seno


de la familia
1. Haga su mayor esfuerzo para garantizarle a sus hijos un hogar estable donde
exista amor, armonía y ejemplaridad.
2. No exija a sus hijos más de lo que sus capacidades les permiten, pero garantice
que desarrollen estas al máximo de sus posibilidades.
3. Sea cariñoso, solidario, condescendiente, pródigo y protector con sus hijos,
pero evite los excesos. Recuerde que el hombre, durante el desarrollo de su
personalidad, es como una planta que se cultiva: si no se riega se seca, pero si
se le suministra exceso de agua, se pudre.
4. Evite que sus hijos manipulen mucho dinero hasta que tengan responsabilidad
para hacerlo.
5. Trate, por todos los medios, de convertirse en amigo y confidente de sus hijos.
Evite que otras personas menos positivas asuman ese importante papel en las
llamadas edades peligrosas.
6. No pierda oportunidad de mostrarles su satisfacción ante conductas positivas y
dé a ello mayor importancia que al señalamiento crítico, también necesario
ante conductas negativas.

61
7. Inculque a sus hijos el amor consistente a la pareja, al estudio, al trabajo, al
deporte y a la recreación sana; oriéntelos a alejarse del peligro de las drogas,
pero evite informaciones excesivas sobre estas últimas, ya que, en etapas tem-
pranas de sus vidas pueden despertar su curiosidad.
8. Los padres son los modelos más importantes para sus hijos; evite que lo copien
en el consumo de tóxicos y, sobre todo, que le vean en estado de embriaguez;
esto genera apreciaciones y sentimientos muy nocivos para ellos.
9. Jamás pretenda que sus hijos se hagan hombres mediante el consumo de tóxi-
cos legales, ya que la hombría nada tiene que ver con dichas conductas. No
olvide que, mientras más rápido comienza el consumo, mayor es su fuerza
dañina.
10. No vincule los tóxicos con la expresión de amistad, amor y solidaridad, ya que
estos sentimientos se expresan mejor sin intermediarios.
11. Si existe determinado aspecto de su personalidad que le disguste, propóngase
superarlo mediante su desarrollo personal o perfeccionando virtudes que lo
compensen. Jamás recurra a un tóxico con ese objetivo, pues solo logra efec-
tos opuestos a los perseguidos.
12. Jamás use un tóxico como apoyo para enfrentar problemas porque correrá el
peligro de buscar una muleta muy resbaladiza e ineficiente.
13. El probar por curiosidad algún tóxico es sumamente peligroso; recuerde que
ese es siempre el primer paso en falso y nadie puede predecir qué ocurrirá
después.
14. El gasto mensual de un consumidor promedio de café, tabaco y alcohol equiva-
le, en muchos medios, a la tercera parte de su salario; en los consumidores
excesivos, llega a convertirse en una catástrofe económica, mucho más peno-
sa cuando afecta los suministros del hogar.
15. La conciencia es el atributo más importante del hombre. Evite toda sustancia
que pueda afectarla. Recuerde que cuando alguien se embriaga pierde sus
características esenciales como ser humano y se comporta como un animal
inferior mediante un trágico retroceso de 15 millones de años en el desarrollo
de las especies.
16. Una persona responsable siempre debe sentirse orgullosa de mantener su com-
portamiento bajo control. Recuerde que ningún bebedor social permite que
alguien lo vea en estado de embriaguez. La fórmula para mantenerse sobrio en
una fiesta es no pasar de un trago por hora, o no beber alcohol.
17. Recuerde el lema: si conduce no beba y si bebe no conduzca; su olvido
puede truncar para siempre su felicidad y la de sus seres queridos, o la de otras
personas perjudicadas.
18. Evite, al máximo posible, las actividades que se vinculan al consumo de tóxicos
legales y desarrolle aquellas que, como los deportes, lo alejan de los mismos.
Impida así que los tóxicos se incluyan en su estilo de vida.
19. Si desea incrementar su disfrute de la vida no use medios artificiales, altamen-
te dañinos. Se sugiere realizar ejercicios físicos y deportes para alcanzar, por
dicha vía, la felicidad o alegría muscular. (Hace más de 2 000 años que los

62
antiguos griegos y romanos destacaron el aforismo Mente sana en cuerpo
sano y por ello auspiciaban las actividades deportivas.
20. Aterrorícese ante la invitación de tóxicos ilegales y programe de inmediato el
alejamiento interpersonal del proponente; su compañía, a partir de entonces,
puede ser altamente peligrosa.
21. Recuerde que cada cajetilla de cigarrillos que usted fume cuesta un día de su
vida.
22. Tenga presente que el consumo excesivo de alcohol y el uso de drogas ilegales
disminuye entre 12 y 15 años la esperanza de vida y que, las últimas, conducen
casi siempre al crimen.
23. La trampa de todas las drogas está en que pese al hecho de producir minutos
de bienestar artificial a cambio de años de sufrimiento para el consumidor y
sus seres queridos, esto último se reconoce generalmente, solo al cabo de
muchos años de consumo, si no se recibe ayuda antes.
24. Tenga en cuenta que el uso abusivo del tabaco y el alcohol puede abrir las
puertas al consumo de otros tóxicos; por eso se consideran drogas porteras.
25. La libertad es unas de las aspiraciones más preciadas del ser humano; evite
perderla al esclavizarse con un tóxico y, si esto hubiese ocurrido ya, busque
ayuda urgente para liberarse.
26. Fomente el establecimiento de valores positivos que estimulen el enriqueci-
miento espiritual de sus hijos, desde edades tempranas de la vida ellos son un
verdadero escudo protector mucho más efectivo que el mascarón de proa de
Israel.
27. Incentive en sus hijos desde niños, adolescentes y jóvenes una adecuada utili-
zación del tiempo libre y estilos de vida cada vez más sanos.
28. Inicie a sus hijos en el disfrute del humor en todas sus manifestaciones pues si
lo incorporan a su estilo de vida serán más aceptados, sanos, aceptados y
felices.

Alternativas disponibles cuando falla la prevención

¿Es el uso no social de alcohol modificable luego


de establecido?
Afortunadamente la respuesta es sí y la pregunta resulta muy interesante al
hacer evidente que las gestiones de ayuda, en el campo de las drogas, no se limitan
a la prevención o recuperación de las adicciones una vez establecidas, sino que
implican la promoción de estilos de vida saludables, la atención a grupos de riesgo
y la modificación de los estilos de vida insalubres entre los que se incorporan las
diferentes variantes de consumo no social del alcohol y cualquier tipo de consumo
de drogas ilegales, y esos comportamientos sí pueden modificarse sin los grandes
esfuerzos implícitos en la rehabilitación del consumidor una vez convertido en adicto.

63
Como hecho de alta relevancia cualquier experiencia desagradable o cualquier
consejo a tiempo, procedente de personas significativas en la familia o en el con-
texto de las instituciones de salud, pueden transformar un bebedor no social de
alcohol en bebedor social, siempre que se actúe a tiempo antes de que en cada una
de las células del consumidor se inscriba en su ADN la huella o memoria celular,
cuyo carácter será indeleble, hasta tanto la tecnología y en especial la nanotecnología,
posibiliten lo que 25 años atrás en una famosa película norteamericana titulada
viaje fantástico hicieron los protagonistas, que fue miniaturizar una embarca-
ción y sus tripulantes hasta llevarlos al tamaño que les permitía (tanto a la nave
como a quienes la guiaban) circular por el torrente sanguíneo de un ser humano de
talla promedio.
El tema de dicha producción cinematográfica, que resultó un éxito de taquilla
por la formidable imaginación del guionista la apreciación de la utilidad terapéutica de
un viaje de esas características y el reconocimiento de la imposibilidad de lograr algo
similar, por mucho que avanzara la ciencia, es hoy en día una realidad con la
nanotecnología (herramientas miniaturizadas incorporables al organismo humano por
vía intravenosa y es de esperar que antes de un cuarto de siglo, este tipo de herramien-
ta (que, desde luego, no requiere la miniaturización de los terapeutas) podrá usarse
para borrar la huella o memoria celular establecida en el AND y esta será la única
posibilidad de que un adicto, pueda aprender a consumir con control. Hasta
tanto se logre ese adelanto científico se mantendrá la realidad, tantas veces, planteada
por Alcohólicos Anónimos (AA). En el sentido de que una vez alcohólico, siempre se
es alcohólico, si se recae en el consumo y también en el referente a que para un
alcohólico, un trago es demasiado y mil tragos no son suficientes.
Sin embargo, antes del establecimiento de la adicción las denominadas inter-
venciones breves del equipo de salud, en momentos claves como al detectar una
colección grasa incipiente en el hígado o un enfisema que comienza en un fumador,
pueden determinar resultados favorables insospechados. Que el campo del alcohol
llegan justamente hasta el consumo de riesgo que resultaría en un símil, la última
estación con retorno en la línea ferroviaria que más adelante conduciría al consu-
mo perjudicial, primera forma de alcoholismo y primera estación sin regreso y a la
dependencia alcohólica, que representa la segunda forma clínica de la enfermedad
alcohólica y la estación final del símil, igualmente sin retorno posible.
Cuando la adicción a alguna droga dura ha quedado establecida, resulta funda-
mental que se ayude al adicto, a la medida de nuestras posibilidades, a transitar en
forma exitosa por las etapas siguientes inicialmente descritas en los fumadores de
tabaco y después generalizadas a todas las adicciones conocidas, hasta hoy, que
incluyen las más frecuentes (adicciones a sustancias) y también las adicciones
sociales o comportamentales como la adicción al juego de azar, a Internet, a los
juegos electrónicos, a las compras, al jogging o al trabajo.

Etapas rehabilitatorias del adicto según Prochaska


En las últimas décadas Prochaska, Di Clemente y Norcross (55), hicieron apor-
tes notables en lo referente a la evolución de las personas sometidas a tratamiento

64
por alguna adicción, a punto de partida de sus observaciones clínicas en la atención
a pacientes de tabaquismo. Estas etapas integran el actualmente denominado mo-
delo transteórico de la evolución de los adictos tratados y ese nombre le fue asigna-
do por las mismas pueden ser reconocidas, con independencia de la escuela teórica
seguida por los terapeutas.
Lo más significativo es que estas etapas se definen también muy nítidamente en
otras adicciones, no solo a sustancias químicas y tóxicas, sino también en adicciones
al juego, a la comida, a la televisión, a Internet, a las compras, al sexo, al trabajo y
a los juegos electrónicos, y denominadas adicciones comportamentales o sociales.
Las denominaciones de las diferentes etapas son interesantes y permiten com-
prender ciertas conductas que han sustentado los errores de apreciación popular
de que los drogadictos, especialmente los alcohólicos y consumidores de otras
drogas, que afectan, en grado importante, la conciencia y la personalidad son des-
almados, egoístas, indolentes y de escasos valores humanos.

Fase precontemplativa
En efecto, quien valora la conducta de un toxicómano en esta fase, llega a esas
conclusiones, si no toma en cuenta que el primero que desconoce lo que está
ocurriendo es el propio paciente, como si tuviese los ojos cerrados, de ahí en parte
la denominación de precontemplativa, un tiempo después y sin que sea necesario
tocar fondo, es decir, llegar a extremos catastróficos, arribará a la fase contemplativa.

Fase contemplativa
Que en nuestros grupos ejemplificamos como alguien que se esta hundiendo en
una ciénaga y cuando el fango le llega a la cintura abre los ojos y se percata de sus
situación. En esta etapa ya se establece la conciencia de que hay un problema que
debe superarse.

Fase preparatoria
Las reflexiones acerca del problema, recién reconocido, hacen que vaya esta-
bleciéndose una situación de ambivalencia hacia el tóxico, es decir, que por una
parte atrae y por otra resulta rechazado, en cierto grado, como si la persona estu-
viese en un serio conflicto de intereses entre dos fuerzas que tiran en sentido
opuesto.

Fase de acción
A partir de la cual aparece junto a la abstinencia, un importante cambio en el
estilo de vida, con separación de los amigos consumidores, comienzo de nuevas
actividades escolares, laborales, deportivas o culturales y reconocimiento de la
importancia de la abstinencia. Finalmente se alcanza la última fase.

65
Fase de prevención de recaídas
Precisamente el objetivo máximo a que se aspira durante el proceso
rehabilitatorio, ya que el paciente debe tener pleno conocimiento de que como
toxicómano que es recaerá, si reinicia el consumo del tóxico.
Es por eso que se dice que los toxicómanos no se curan, sino que se rehabilitan,
pues existen siempre mecanismos facilitadores que determinan una evolución ca-
tastrófica rápida hacia la esclavitud, en solo unos días, si se consume nuevamente.
Esto es importante reconocerlo, ya que el toxicómano podría pensar que como
estuvo varios años consumiendo alcohol u otros tóxicos antes de llegar al caos,
luego de varios años de abstinencia, al reiniciar el consumo, el llegar al caos demo-
raría otra vez varios años. Esto es un formidable error por desconocimiento de los
mecanismos que dejan una huella en el sistema nervioso y en todas las células del
organismo. Es por eso que ante el primer consumo, se desencadena el mecanismo
dominó llamado priming y expresado por un reacción en cadena, similar al de una
fila de fichas de dominó, a partir de la caída de la primera.
Definitivamente la única opción para el adicto, es la abstinencia, toda vez que el
proceso seguido con el mayor de los éxitos posibles (símil de la carretera) debe
enfrentarse a la realidad de que la huella adictiva en el ADN puede simbolizarse
con la construcción de una carretera en cada una de los 100 mil millones de células
que integran su organismo y que, por dicha vía, transitan las drogas duras con alta
velocidad.
El resultado final de la rehabilitación es el establecimiento de la firme convic-
ción de que la única solución posible del problema es la abstinencia total y definitiva
de las drogas duras, objetivo alcanzado cuando el paciente, en forma voluntaria y
conciente, baja una barrera simbólica que impide el tránsito por dicha vía.
Cualquiera que sea el tiempo transcurrido en abstinencia, la carretera se man-
tendrá en las mismas condiciones que tenía antes de la prohibición del tránsito, pero
si los pensamientos malolientes convencen al paciente de que han transcurrido
muchos años de abstinencia y de que es posible que ya pueda consumir y contro-
larse, se puede inferir lo que ocurrirá cuando se retire la barrera, toda vez que la
carretera está exactamente igual que cuando fue construida y como se apreció, la
única posibilidad futura de volver a un consumo controlado, es que mediante la
nanotecnología, una maquinaria microscópica llege al genoma y destruya, en cada
una de las células, la carretera construida por la adicción. Hasta tanto esto pueda
ser posible, la barrera debe mantenerse obstaculizando totalmente el tránsito.

66
Capítulo 7
Temas para reflexiones finales

¿Es el adicto victimario o víctima?


Existe consenso internacional para reconocer que el paciente adicto se com-
porta como un victimario de su familia de origen y, sobre todo, de su familia de
procreación, por su relevancia en esta como autoridad y suministrador.
Este papel de victimario es sobre todo evidente en la etapa en que el paciente
aún no ha abierto los ojos y carece, totalmente, de conciencia acerca de su situa-
ción. Es la dolorosa fase precontemplativa en la que como ocurre en casos de
adulterio, el último que se entera del problema es el propio adicto.
Se debe destacar que este papel de tirano ante su familia, al mostrar indiferen-
cia ante los sufrimientos derivados de su conducta, da la falsa impresión de ser
alguien de malos sentimientos y carente de sensibilidad humana, cuando en reali-
dad lo que ocurre es que está siendo víctima de sus autoengaños derivados de los
mecanismos de negación. Estos mecanismos, por lo general inconscientes, le impi-
den percatarse de la situación creada. Afortunadamente esta fase es siempre su-
perada en quienes buscan ayuda y se transforma en actitudes opuestas, durante la
etapa en que el adicto, al avanzar en su rehabilitación, repone con su nuevo com-
portamiento los daños infligidos durante la fase de consumo.
Es necesario repetir que de todos los adictos a sustancias legales e ilegales,
procedentes de diferentes países atendidos durante más de un tercio de siglo, solo
tres se consideraron personas de pobre calidad humana.
La inmensa mayoría de ellos son personas iguales o mejores que el que escribe
estas líneas, considerado por otros y por mí, como una persona promedio en nues-
tro medio sociocultural.
Se debe resaltar que el adicto es además, víctima de los expendedores y a
veces también, víctima de supuestos amigos que lo arrastran al consumo para
lograr una fuente de financiamiento para sus propios gastos. Estas realidades, son
empero, muy tardíamente reconocidas por los jóvenes adictos que cayeron en la
trampa con la supuesta idea de que el consumo era expresión de audacia y que
ahora son rechazados por muchos de los que contribuyeron a su iniciación.

Crisis familiares
Todos sabemos que la familia es la célula primordial de la sociedad y que cons-
tituye el contexto inicial y más importante en la transmisión de valores ético-
formativos que serán más tarde reforzados en la escuela, el trabajo y la comuni-

67
dad. Cuando un sujeto tiene la dicha de desarrollarse en un medio familiar, consis-
tente, armónico, organizado y soportivo que cuente con ejemplos adecuados en los
progenitores y otras figuras relevantes, tiene muchas más posibilidades de desarro-
llar su salud física y mental que quien no corre con igual fortuna.
Las familias, muchas veces, presentan situaciones de crisis y lo que es peor, en
todas las culturas conocidas muchas de esas crisis se establecen como factores
disfuncionales de larga duración y, a veces, de carácter permanente. Las más
frecuentes problemáticas familiares consideradas como factores de riesgo en las
adicciones son las familias con crisis por desmembramiento, cuya esencia es la
separación de sus miembros nucleares por muerte, separación, divorcio o lejanía y
esta noxa (factor perjudicial) psicosocial es todavía más dañina si ocurre antes de
que el futuro adicto haya cumplido 12 años. La variante más dolorosa es el abando-
no por parte del padre o la madre, luego de un divorcio donde los progenitores
parecieran divorciarse también de los hijos, gravísimo error desafortunadamente
nada excepcional en el mundo de hoy (56).
Siempre recuerdo con mucha compasión el caso de un joven adicto al crack
que solo había visto a su padre una vez después de haberse separado de la madre,
cuando el solo contaba tres años, comportamiento que para sorpresa nuestra no se
debía a distancia ni enfermedad invalidarte, pues sabía que le iba muy bien y que
vivía en su misma ciudad. ¿Qué imagen puede formarse un niño de su futuro,
cuando es golpeado por una realidad como la expuesta? Es posible que su visión de
la vida se acerque a la de Don Juan Tenorio. "Llamé al cielo y no me oyó/ Ya que
sus puertas me cierra/ De mis pasos en la tierra/ responda el cielo/ No yo/" (57).
Otras formas disfuncionales de la familia son las crisis por desorganización,
muy frecuentes en la familia de origen de los adictos, desorganización debida entre
otras causas al alcoholismo u otras drogadicciones en los progenitores o hermanos
mayores.
Las crisis por desmoralización tienen su ejemplo más relevante con el incesto,
vivencia de efectos catastróficos sobre las hijas y de escandalosa frecuencia como
psicotrauma infanto-juvenil en pacientes adictas en todas las culturas. Otro doloro-
so ejemplo de crisis familiar por desmoralización se expone con efectos, muy con-
movedores, en la televisión mejicana cuando, en una escenificación de la lucha
antialcohólica, una joven cercana a sus 15 años, le pide a su padre que no concurra
a su fiesta pues le preocupa que se embriague y haga otro de sus papelazos ante
sus amistades juveniles. Afortunadamente el valioso mensaje educativo culmina
con un padre rehabilitado disfrutando del onomástico de su hija en total sobriedad.
Como se puede inferir, la relación entre las crisis familiares del hogar de origen
y las adicciones, se reproduce, de igual manera, en los hogares de procreación
como ocurrió con el padre de la quinceañera y con los niños que se ocultan bajo la
cama cuando su padre regresa a casa bajo la influencia de alcohol u otras drogas.
En estos casos, la crisis económica hogareña, se suma a las situaciones descritas.
Todas estas son situaciones de alto poder angustiante que ponen a prueba los
limitados recursos de afrontamiento existentes en niños y adolescentes, limitacio-
nes comprensibles que con frecuencia los llevan a utilizar recursos inconscientes

68
tan absurdos como la identificación parcial que conduce al adolescente a copiar la
adicción de su padre, como medio para hacer las paces con el progenitor masculi-
no. Solo así puede entenderse que alguien que sufriera por muchos años la tragedia
de un progenitor alcohólico, reprodujera igual conducta en el contexto de su familia
de procreación.

Objetivos a perseguir para promover la salud de los hijos


Confieso al lector que cuando trato de explicar, de manera comprensible, para
las personas con profesiones ajenas a la salud, lo que es un estilo de vida sano, la
única forma que encuentro son los versos de Gregorio Salas que escuché a un
profesor de medicina barcelonés y que por resultarme tan objetivos, me los aprendí
de memoria:
Vida sana y ordenada/no abusar de los remedios/buen humor entre los
medios/de no alterarse por nada/La comida, moderada/ejercicio y distrac-
ción/no tener nunca aprehensión/de hábitos tóxicos, nada/Mucho trato/poco
encierro/ dignidad y compasión/constante la ocupación/tener conciencia de
hierro/y sexo con protección.

Estilo de vida saludable


¿A que puede deberse que entre individuos del mismo sexo, nivel escolar, pro-
cedencia, estado civil, ideología, posición política, creencias religiosas o preferen-
cia sexual, existan personas que vivan mucho más que otras, y también por qué dos
hermanos gemelos, con igual información genética y similares condiciones en los
aspectos señalados, pueden presentar diferencias notables en la duración de sus
vidas.
La respuesta no tiene discusión: por las diferencias en los estilos de vida, es
decir, la diferente forma de conducir su existencia, la manera de enfrentar los
problemas, el manejo de las tensiones emocionales, la importancia conferida a la
práctica de ejercicios y deportes, el cuidado de la dieta, la forma de utilizar el
tiempo libre, el consumo o no de tabaco, alcohol y otras drogas, el sentido del
humor y otros aspectos contenidos en los versos anunciados.
Como contrapartida a los estilos de vida sanos, están los denominados estilos de
vida insalubres que se pueden ejemplificar con el parrandero, el glotón, el sedenta-
rio, el alcohólico, el adicto al tabaco, alcohol o a substancias ilegales, el adicto al
juego de azar, el noctámbulo, el delincuente y el aventurero. En casi todos ellos es
preciso destacar su estrecha relación con el estrés.
Los avances de las ciencias médicas, han permitido erradicar, prácticamente,
las enfermedades infecciosas y parasitarias que antes representaban graves pro-
blemas de salud y debido a eso las afecciones que ocupan, en la actualidad, el
primer lugar, al menos en países con buenos sistemas de salud, son precisamente
las llamadas enfermedades crónicas no transmisibles entre las que se cuentan:
hipertensión, diabetes, cáncer, obesidad y diversas enfermedades psíquicas como

69
las depresiones, las demencias, los cuadros de ansiedad y de somatización (que
presentan síntomas corporales de origen psíquico), el alcoholismo, y otras
drogadicciones.

¿Cómo prevenir las adicciones en nuestros hijos?


Las recomendaciones solicitadas mediante esta pregunta, se pretende que como
actividad práctica de los lectores se deriven de la lectura cuidadosa de los 12 pa-
sos de Paula Kemp.
Una importante sugerencia antes de realizar este ejercicio en el que, de modo
inevitable, se identifican determinados aspectos no logrados, durante la interacción
familiar con sus seres queridos, es tener, muy en cuenta, que en toda mi experien-
cia no he conocido familia alguna (de pacientes o de personas sanas) que hayan
logrado la perfección y se es del criterio de pensar que puede tirar la primera
piedra quien este libre de pecado.
El propósito del ejercicio está bien lejos de la recriminación a los familiares,
pues los objetivos que se propondrán no resultan siempre alcanzables, aunque de-
ben siempre perseguirse para ser un tilín mejor y manejar, con más recursos, la
contingencia de tener un ser querido padeciendo una adicción.

Los doce pasos de Paula Kemp


Para ayudar a sus hijos a no usar drogas estos son los aspectos resaltados por
Paula Kemp, de la Asociación de Fomento de la Salud Mental contra las adicciones
(FOSCAD):
1. Acepte la paternidad/maternidad como su responsabilidad. No deje a otros
ser los amigos de sus hijos.
2. La paternidad/maternidad es una prioridad. Esté siempre disponible.
3. Entérese de los problemas que están enfrentando los hijos hoy en día. Son
diferentes a los que usted se enfrentó.
4. Hable claramente con sus hijos sobre lo que usted espera de ellos. Sea espe-
cífico sobre como usted espera que ellos se comporten.
5. Entérese de que en la comunidad a mucha gente le interesa más hacer dinero
que el bienestar de los hijos. No espere que la comunidad refuerce los valo-
res de la familia.
6. Hable claramente sobre las consecuencias de incumplir las reglas de la fami-
lia. Estas consecuencias no son negociables.
7. Explíqueles claramente las consecuencias por incumplir las normas de la fami-
lia. Los hijos que incumplen las reglas de la familia quebrantarán las
reglas de la sociedad.
8. No todas las familias se guían por las mismas reglas que usted. Algunos tie-
nen reglas diferentes, otros no tienen ninguna.

70
9. Aunque usted no lo crea, los hijos realmente quieren reglas que los guíen.
Déjelos que crean que usted es malo (por el momento),
10. Recuerde que los adolescentes necesitan tanta supervisión de los padres como
los niños. Solo es una clase diferente de supervisión.
11. Quieran tanto a sus hijos sin importarles que ellos los odien momentáneamen-
te. Si es necesario.
12. Los hijos nunca son demasiado grandes para darles un abrazo. Aún de mayores.

Utilidad de conocer la biografía de un adicto


Se transcribe el instructivo utilizado en nuestro servicio para la confección de
este importante documento que, además del trascendente, aporte de informacio-
nes sobre el desarrollo del paciente, constituye una variante de las terapias na-
rrativas, al lograr la exteriorización verbal escrita de vivencias que podrán ser
revisadas, por el propio paciente, con fines reflexivos y mayor efectividad por
haberlas pasado, por medio de la escritura, al campo objetivo Estos aspectos bio-
gráficos serán utilizados, bajo tutela profesional, para lograr ese hallarse a sí
mismo, calificativo popular de la autocomprensión dinámica implícita en el entendi-
miento de muchas vivencias actuales al apreciar la influencia de otras, ocurridas
mucho tiempo antes.
Posteriormente se les invita a leer, con finalidades reflexivas, la biografía de un
paciente que seleccionado. Se propone a los lectores, los acápites contenidos en la
guía que se utiliza para conocer aspectos medulares de la vida de los pacientes y
como prototipo por las experiencias que afrontó.

Guía para redacción de autobiografía


Instrucciones: como usted verá el objetivo de este documento es facilitarle el
análisis reflexivo de algunos aspectos de su vida pasada y presente.
Para utilizar esta guía le recomendamos que lea, cuidadosamente, cada uno de
sus acápites y los conteste en el mismo orden señalando siempre el número del
listado que se relaciona con el aspecto explorado. Cuando en algunos de los tópicos
no tenga usted nada que señalar, debe usted escribir el número y a continuación
destacar nada a referir, le rogamos que revise, con cuidado, cada aspecto antes de
contestarlo.
1. Nombre.
2. Edad.
3. Escolaridad (último grado aprobado).
4. Ocupación actual.
5. Estado civil.
6. Durante su infancia, ¿en qué trabajaban sus padres?
7. Describa la manera de ser de su mamá y las relaciones de ella con usted y con
su esposo.
8. Describa la manera de ser de su papá y las relaciones de él con usted y con su
esposa.

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9. Todas las personas tienen virtudes y características que podrían superarse.
Diga cuál es la mayor virtud y la característica a superar de su mamá y su
papá desde su punto de vista.
10. Cree usted que su infancia fue feliz y si no lo cree así, señale ¿qué factores
pudieron jugar papel para afectar la felicidad?
11. ¿Qué consideraciones haría usted de su experiencia en la escuela?
12. ¿Podría usted describir lo más importante de su manera de ser cuando era un
niño?
13. Describa su historia sexual y matrimonial (señale si considera que han existido
dificultades en el terreno sexual y escriba, por orden, las uniones matrimoniales
destacando los hijos).
14. Describa su historia laboral (señale sus primeros trabajos y las causas de cam-
bios de trabajos. destaque ¿en qué trabaja ahora, cuánto gana mensualmente y
si existe alguna dificultad en el trabajo?).
15. Describa su participación en el proceso revolucionario (si ha sido combatiente,
las organizaciones políticas y de masas a las que pertenece) y señale si hay
algún conflicto relacionado con separaciones familiares o si alguien en su fami-
lia está pendiente de salida del país.
16. ¿Cree usted tener complejos (si los tuviera, señale cuáles)?
17. ¿Qué factores considera usted que están determinando su enfermedad (sobre
todo describir si existen, actualmente, sufrimientos, preocupaciones, pérdida
de seres queridos, etc.?
18. Los cambios que debían ocurrir para usted sentirse mejor considera deben ser
en su manera de afrontar los problemas, o en la solución de los problemas en sí).
19. ¿Cree usted que alguna de las situaciones que lo afectan podrían resolverse
(en caso positivo señale en qué forma)?
20. Si usted pudiera volver a nacer, qué cosas fundamentales en su vida quisiera
que fuesen diferentes a como han sido y qué cosas haría en forma diferente a
como lo ha hecho hasta ahora.

Si existe cualquier otro tema que usted considere útil, utilice este espacio y el
dorso de la página.

Tarjeta de concientización de un paciente cocainómano


Una técnica de alta utilidad es la redacción de una tarjeta de concienciación
sobre el consumo de drogas, recurso psicoterapéutico de raigambre cognitivo
conductual que persigue los efectos del paradigma narrativo comentado cuando se
expuso la guía autobiográfica.
La tarjeta de concienciación es un documento que debe elaborar la propia per-
sona después de reflexionar, profundamente, acerca de los daños que produce su
drogadicción y de los beneficios que se derivan de su superación definitiva. Su
carácter es dinámico pues debe enriquecerse, según progresa el tratamiento y se
ganan nuevos conocimientos y actitudes.

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Reflexione ahora sobre la tarjeta confeccionada por Israel donde el instructivo
de los diferentes acápites aparece ahora con letras cursivas.
1. Imagen neutralizadora de la tentación de consumo.
Llamada también sensibilización encubierta o en términos populares
contracandela en referencia a la técnica empleada para combatir el fuego
enfrentándolo a otra línea de combustión.
Se selecciona una imagen que tenga alto significado afectivo y que, en lugar de
palabras, pueda representarse, mentalmente, como una escena que se estuvie-
se recordando.
La elegida por Israel fue el momento de ver descender en su tumba a su
abuelita materna y del solemne juramento entonces realizado con el que se
comprometía ante su memoria a dejar las drogas.
2. Reflexione sobre las vías por las que ha llegado a las drogas y escríbalas.
− Creo que prácticamente todas, pero me parece que, sobre todo, la asertiva
y la evasiva, aunque la hedónica y la sociocultural también y, en los últimos
tiempos, creo que la sintomática pues me he sentido muchas veces triste y
acudo a la droga.
3. Reflexione sobre los daños que le han ocasionado las drogas y escríbalos en
forma de columna.
− He tenido riñas a golpes con mi padre.
− La desesperación llevó a mi padre a desafiarme a duelo.
− Ninguna mujer me hace caso y me llaman drogo y cambolero.
− Cada vez pierdo más el cariño de mi madre.
− Mi abuelita murió con la angustia de que yo estaba en drogas.
− Cada vez me siento más despreciable.
− El consumo, siempre, me produce una gran culpabilidad.
− He llegado a pensar en el suicidio.
− Soy un hombre sin futuro.
− Me siento un esclavo de las drogas.
− Mal aliento y olor nauseabundo cuando estornudo por la sinusitis cocaínica.
− Daño a mi dentadura por afectar las encías y determinar piorrea y pérdida
de piezas dentales.
− Todo el dinero que llega a mis manos y el que hurto o estafo lo utilizo en
drogas.
− Cada vez tengo menos intereses y potencia sexual.
− Con cada consumo corro riesgos de infartos, embolias o hemorragias mor-
tales.
4. Beneficios que se derivan de la supresión del consumo (reflexione y escriba).
− Cumpliré el compromiso que hice con mi abuelita.
− Le devolveré la tranquilidad a mi madre y hermanas.
− Terminaré con la desesperación de mi padre.
− Podré superar mis complejos, ya que la droga lo que ha hecho es aumentarlos.
− Podré desarrollarme físicamente y dejar atrás mi obesidad.
− Dejaré de ser rechazado por las mujeres.

73
− Demostraré a mis padres que no soy un inútil.
− Le daré una gran alegría a mis hermanitas.
− Dejaré de sentirme un perdedor.
− Si me salgo de la droga podré llegar a ser un berraco (hombre de éxito en
Colombia).
− Recuperaré mi potencia sexual.
− Dejaré atrás este egoísmo de pensar solo en mí y nada más.
− Creo que cuando venza la droga habré demostrado que no soy un cobarde.
− Tendré dinero para utilizarlo en cosas positivas.
− Me sentiré con un aliento limpio, una dentadura saludable y podré estornu-
das sin avergonzarme.
5. ¿A qué personas he dañado o hecho sufrir?
− A mis padres.
− A mi abuelita.
− A mis hermanas.
− A las personas que he estafado.
− A mí, más que a nadie.
6. ¿Qué hacer en lugar de drogarme?
− Empezar por las pesas y todo tipo de ejercicio para superar mis complejos.
− Practicar deportes.
− Visitar familiares y amigos sanos.
− Escuchar buena música y alejarme de la que me recuerda la droga.
− Volver al ciclismo que antes practicaba.
− Visitar la playa y nadar.
− Salir de paseo o a lugares donde pueda conocer muchachas.
− Comenzar mi entrenamiento en computación.
− Probar mi talento con la pintura artística que me motiva.
− Realizar ejercicios de relajación (que veremos más adelante).
7. ¿Cuáles son mis minas de contacto (situaciones de riesgo para consumir)?
− En primer lugar mis antiguos compañeros de consumo.
− Los lugares de consumo.
− Las discotecas.
− Los conciertos en que se reúnen consumidores.
− El llevar prendas que pueden ser canjeadas por drogas.
− El utilizar prendas o ropas que me recuerden el estilo de vida del consumo.
− El ver, saludar o conversar con expendedores.
− La música que acostumbraba a escuchar mientras consumía.
− La hora de la noche en que consumía.
− El tener mucho dinero en el bolsillo.
− El escuchar conversaciones sobre las drogas.

Nota. Estas tarjetas de concienciación deben ser actualizadas, mensualmente,


según el paciente progresa en su tratamiento y mientras está hospitalizado la leerá
en forma rotatoria con sus compañeros de ingreso en el matutino, para lograr su
efecto catártico y la universalización de su contenido en el grupo, aspectos que

74
incrementan su cohesión y presión (mecanismos terapéuticos de primer rango en
las actividades grupales al lograr, respectivamente, el sentido de pertenencia y la
fuerza derivada de la unidad de objetivos y acción del colectivo.
Espero que el ejercicio realizado posibilite el reconocimiento de la complejidad
de la prevención familiar de las adicciones y algo similar ocurre a nivel macrosocial.
Esto explica, en algún grado, por que estas afecciones no respetan edad, sexo,
color de la piel, estado civil, escolaridad, procedencia social y cultural, proyección
filosófica, ideología, preferencia sexual, ni calidad humana; aunque, se acepta el
valor pronóstico de muchos de estos factores. Existe, sin embargo, un aspecto que
no se debe pasar por alto y es el referido a la actitud social ante el consumo,
aunque su efectividad se expresa, básicamente, en las sustancias legales como el
tabaco y el alcohol.
La actitud de rechazo al tabaco se expresa, cada vez con mayor fuerza, por los no
fumadores concientes del efecto perjudicial del humo indirecto (fumadores pasivos).
En lo que respecta al alcohol, existe consenso entre los expertos que la actitud
comunitaria efectiva es la de tolerancia condicionada a la que se aspiramos y que
consiste en aceptar el consumo de alcohol en los adultos, pero rechazar la embria-
guez y el consumo en madres gestantes o lactantes y en chóferes.
La actitud predominante en América Latina tiende hacia la tolerancia sin condi-
ción y esto no solo favorece el uso indebido de alcohol, sino también la experimen-
tación con otras drogas por ser, tanto el tabaco como el alcohol, drogas porteras El
primero para otras drogas fumables y el segundo para las que se ingieren.
Aun cuando los párrafos precedentes han perseguido expresamente la atenua-
ción en los familiares de posibles sentimientos de culpabilidad, es bueno destacar
que mediante investigaciones científicas muy profundas se ha demostrado que
quienes se desarrollan en hogares estables y morales, con progenitores que sepan
combinar la comprensión con la exigencia, los ejemplos positivos con el saber estar
junto a los hijos, y distribuir, por igual, su atención y cariño a los descendientes,
tienen muchas más posibilidades de desarrollar personalidades más resistentes a la
influencia negativa de otros, y capaces de estructurar firmes criterios personales
que les permitan no caer en la trampa de las drogas.

Principio Pigmalión y su aplicación en el proceso


rehabilitatorio de un adicto
En la más profunda raíz de los recursos educativos familiares, escolares, labo-
rales, castrenses y penitenciarios se identifican siempre dos factores que interactúan
con diferente énfasis, según la personalidad y la táctica planificada por el educa-
dor. Esos recursos, antes mencionados, son la recompensa y el castigo equivalen-
tes respectivos del premio y la sanción o la gratificación y la penalización.
En el marco histórico del proceso enseñanza-aprendizaje se han recogido am-
bas tendencias y aún en países de mucho desarrollo se mantuvo, hasta fecha muy
reciente, una legislación que autorizaba la utilización de castigos físicos como san-
ciones educativas para incrementar la disciplina y el amor por los estudios.

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Las primeras vivencias educativas orientadas en el sentido de la sanción o el
premio son facilitadas por los padres y en el curso de la vida, el desarrollo educati-
vo de quien asume, en diferentes momentos, el papel de educando dependerá de la
elección de unos recursos u otros por parte de los educadores. Pues bien, quienes
prefieren la sanción tienen como filosofía identificar los errores para erradicarlos
mediante el castigo, y en otro bando están quienes prefieren los premios y su
proyección será, justamente, a la identificación de valores, actitudes y comporta-
mientos positivos, para premiarlos. El principio Pigmalión denomina, en forma ge-
nérica, a quienes siguen la segunda línea y tienen más ojos para percibir lo bueno
de cada ser humanos que para detectar lo malo que también todos tienen.
Aun cuando en la mayoría de los casos puede apreciarse la utilización de ambos
recursos con predominio de unos u otros, no existe duda alguna acerca de la efec-
tividad del énfasis en los premios sobre los castigos, táctica que, llevada a la prác-
tica, se manifiesta por halagos, reconocimientos, expresiones de alegría y satisfac-
ción ante los comportamientos exhibidos y, sobre todas las cosas, se hace evidente
mediante la confianza en las potencialidades del ser humano para salir adelante
después de errar.
Makarenco ese formidable educador ruso dejó entre sus legados más importan-
tes en el campo de la pedagogía su decisión, exitosa, de comisionar a un joven con
historia delictiva, con quien ya había establecido el adecuado vínculo maestro-
alumno, para que asumiera la responsabilidad de recoger personalmente el dinero
para sufragar los gastos semanales de su escuela. Esta demostración de confianza
fue la principal determinante de que fuese un delincuente juvenil quien saliera con
dicha misión y que unas horas después regresara con la frente muy alta alguien
decidido a cambiar para bien.
En la mitología griega Pigmalión fue un artista que esculpió en piedra una mujer
que respondía a sus más estrictos criterios de belleza, y por la perfección de su
obra quedó profundamente enamorado hasta el punto que Afrodita, al percatarse
de su gran sufrimiento le insufló vida a la estatua. La aplicación de este símil a la
educación y la rehabilitación se debe a que mediante las gratificaciones de los
comportamientos positivos, el educador va, de modo progresivo, modelando la per-
sonalidad de su alumno hasta que la misma responda a sus criterios positivos

Diferentes formas de esclavitud ante las drogas


"Dr. yo no puedo ser un adicto, ya que soy capaz de mantenerme en abstinencia
uno o dos meses si me lo propongo". La frecuencia con que se escucha este
razonamiento nos hace dedicar unos párrafos a esclarecer este frecuente error.
Las tres formas típicas de expresarse la esclavitud a las drogas son:
1. No poder evitar su consumo por más de tres días.
2. No poder controlarse cuando comienza el consumo.
3. Necesitar el consumo para enfrentar las responsabilidades cotidianas con el
apoyo de esta trágica muleta.

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Si bien es verdad que en la apreciación popular la más conocida de las modali-
dades de esclavitud es la primera, la experiencia clínica de los especialistas en
drogas demuestra que la más frecuente forma de expresión es la segunda. Esta
falta de control que imposibilita al adicto para detenerse una vez iniciado el consu-
mo, tiene como mecanismo subyacente el llamado priming que en otras publica-
ciones se han comparado con el efecto dominó, referido en el campo económico
internacional como la cadena de bajas de la bolsa cuando existe una catástrofe
financiera en un país poderoso. Dominó, porque cuando se cae una ficha se van
cayendo otras hasta que termina la fila. Eso es lo que ocurre con los sistemas
neuronales del cerebro cuando una persona se ha hecho adicta a sustancias que
afectan la conducta y de ahí se deriva el trascendente lema de Alcohólicos Anóni-
mos (AA) que se reitera un y mil veces. Para un alcohólico un trago es demasiado
y mil no son suficientes. Esto se cumple para todas las drogas que modifican el
comportamiento, y es por eso que los adictos rehabilitados no pueden consumir
alguna droga que afecte la personalidad y la conducta, ya que todas estas desenca-
denan, de manera indistinta, el efecto dominó.
El consumo sin excesos de café, té o cola son las únicas opciones prácticas, ya
que aunque el tabaco no modifica la conducta, si determina catastróficos daños
corporales y muertes precoces. Pese a eso esta sugerencia para los adictos al
alcohol, pastillas y sustancias ilícitas, que son además fumadores es: luchar y ven-
cer ante las drogas referidas, como primera meta y eliminar el tabaco, en un segun-
do tiempo, cuando estén sobre tierra firme luego de salir del pantano.

Conducta de los padres y adicciones


Existe una pregunta muy razonable en quienes conocen la historia de muchos
adictos y se enuncia así. ¿Cómo es posible que alguien que haya sufrido lo que
sufrió esta persona por el alcoholismo de su padre, sea hoy un alcohólico?
Es necesario comentar que el padre y la madre juegan, por diferentes mecanis-
mos, un papel de primer orden; para comenzar, son los principales suministradores
de amor durante la niñez y adolescencia y los que comienzan el proceso de trans-
misión de valores a sus hijos, son además, las primeras figuras significativa y es por
eso que los hogares estables, donde hay armonía, responsabilidad, consistencia,
amor y buenos ejemplos, constituyen el principal factor protector ante el consumo
indebido y la adicción en el campo de las drogas.
Sin duda alguna los seres humanos son el reflejo de lo que han sido sus hogares
de origen y estos reflejan lo que fueron los padres. Los niños y adolescentes, en
mucho mayor grado que los adultos, se enfrentan a una de las más catastróficas
vivencias conocidas hasta hoy, cuando el padre o la madre padecen una adicción y,
en forma más o menos consciente, ensayan (además de la huída e evasión) dife-
rentes recursos de afrontamiento que por su inexperiencia resultan muy poco efec-
tivos. Entre las tácticas más utilizadas para dicho propósito están (58):
1. Modificar la apreciación o percepción de lo que ocurre; es decir, ver el proble-
ma desde otro ángulo como bueno, mi padre bebe, pero todo el mundo bebe.

77
2. Modificar la respuesta angustiosa ante el problema como si uno pudiera baña-
se con clara de huevo.
3. Enfrentar el problema con decisión para arrancarlo de raíces.

Estos tres mecanismos fallan, con mucha frecuencia, aún en personas adultas,
lo que permite inferir su escasa efectividad en etapas más tempranas de la vida.
Existe también un recurso muy primitivo de efectos catastróficos cuando se utiliza
por los hijos de un adicto; recurso que se establece como la única solución práctica.
Esta nada recomendable táctica de afrontamiento resulta habitualmente poco re-
conocida, tanto por quien la utiliza (ya que se trata de un mecanismo inconsciente),
como por los convivientes y trata de resolver la gran hostilidad determinada por el
progenitor; hostilidad que resulta muy dolorosa para el hijo, que se debate en una
gran ambivalencia entre el respeto y cariño profesado a su padre y el comprensible
resentimiento generado por su trágico comportamiento bajo los efecto de las dro-
gas. La solución no puede ser peor. Si actúo como él, ya no habrá ni odio, ni
rechazo, ni ambivalencia y problema resuelto.
Este mecanismo, resulta, por absurdo que parezca, el más identificado durante
la asistencia de adictos y se llama identificación parcial. Una modalidad de apren-
dizaje por imitación.

Derrumbe en la vía
Cuando comienzan los problemas por el uso de cualquier droga que modifique
el comportamiento, la luna de miel de los primeros consumos, se convierte en
luna de hiel para siempre, hasta que se alcance la rehabilitación. En estos mo-
mentos su adicción puede simbolizarse con un derrumbe en la línea férrea, cuyo
recorrido conduce, mediante pasos sucesivos, tanto a la rehabilitación como al
consecuente logro de sus aspiraciones en la vida. Este obstáculo en su camino de
desarrollo personal, debe ser despejado para salir adelante con todas sus potencia-
lidades para triunfar en la vida, pues los adictos conocidos, son como poderosas
locomotoras en espera de que desaparezcan los obstáculos existentes en la vía,
para seguir adelante y alcanzar una tras otra las restantes estaciones ferroviarias,
luego de haber transitado ya la precontemplativa y la contemplativa que permitió
visualizar el obstáculo en el momento que faltan solo tres etapas para alcanzar el
triunfo. Es decir, que en el trayecto a la rehabilitación, solo faltan la estación
preparatoria, la estación de acción y la estación de prevención de recaídas.
Esta última es quien simboliza la etapa clímax del éxito en el modelo transteórico de
Prochaska y una vez alcanzada, el propósito que está presente, mientras dure la
existencia, es mantener la guardia en alto, frente a esta terrible enemiga capaz de
matar, tanto física, como espiritualmente.

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Aforismos martianos
Los apotegmas de los grandes hombres que en el mundo han sido, cumplen el
principio de que su profundidad les permite ser aplicados a diferentes situaciones
humanas.
Se le invita a tratar de relacionar estos aforismos con su situación de paciente
en rehabilitación o de familiar o amigo, en misión de rescate de un paciente adicto:
1. Odia al delito pero compadece al delincuente.
2. La paciencia es el don de los fuertes.
3. Conocerás al mundo antes de darte a él.
4. Se ha de tener fe en lo mejor del hombre y desconfiar de lo peor de él.
5. Perdonar es vencer.
6. Para estudiar las posibilidades de la vida futura de los hombres es necesario
dominar el conocimiento de las realidades de su vida pasada.
7. Vence el que insiste.
8. Los errores son una utilísima semilla.
9. He aquí la ley suprema, legislador de legisladores: la conciencia humana.
10. La verdad una vez despierta nunca vuelve a dormirse.
11. Una escuela es una fragua de espíritus.
12. La dignidad nunca muere.
13. Ya es digno del cielo quien intente escalarlo.
14. El verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado
está el deber.
15. Los hombres siempre se están cayendo, es verdad, pero al ver a uno que
anda firme, todos los siguen de la vergüenza.
16. Es deber humano causar placer y no pena.
17. La educación es el único medio de salvarse de la esclavitud.
18. Conocer es resolver.
19. ¿Qué es pensar sin obrar, decir sin hacer y desear sin querer? (Es, cruzarse
de brazos).
20. Por el poder de erguirse se mide a los hombres.
21. Todo el que deja de hacer lo que es capaz de hacer, peca.
22. El deber de un hombre es allí, donde es más útil.
23. Hay que levantarse sacudirse el polvo y seguir adelante.
24. El deber debe cumplirse sencilla y naturalmente.
25. Alzar la frente es mucho más hermoso que bajarla.
26. Las palabras deshonran cuando no llevan detrás un corazón puro y entero.
27. La voluntad es la ley del hombre. La conciencia la penalidad que la completa.
28. El hombre crece con el trabajo que sale de sus manos.
29. Merecer la confianza no es más que el deber de continuar mereciéndola.
30. El egoísmo es el mal del mundo.
31. Quien quiere gana, quien no se esfuerza no quiere.

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32. Debe hacerse en cada momento lo que en cada momento es necesario.
33. Hacer es la mejor manera de decir.
34. Es fácil conseguir la victoria, lo difícil es mantener las consecuencias de la
misma.
35. Como de mármol ha de ser el carácter, blanco y fuerte.
36. El mayor goce viene de hacer el bien y la mayor tortura de no poder hacerlo.
37. La nobleza da luz, dentro y fuera.
38. La bondad es el camino más directo a la felicidad.
39. No hay grandeza verdadera sin sencillez y generosidad.
40. Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.
41. Sólo es feliz el bueno.
42. No es grande el que se deja arrebatar por la vida, sino el que la doma.
43. Embellecer la vida, es darle sentido.
44. Virtudes se necesitan, más que talento.
45. No hay más que una gloria cierta y es la del alma que está contenta de sí.

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Epílogo

Informe evolutivo de algunos "lobos" desenmascarados


En este epílogo se informa, en primer lugar, sobre los dos pacientes elegidos
como prototipo de enfermos desvalidos que han contribuido al desenmascaramien-
to de los supuestos "lobos" y a continuación acerca de algunos de los pacientes
incluidos en este libro como ejemplos de los catastróficos comportamientos implíci-
tos en la etapa de consumo.
Manolito. Gracias a la utilización de nuevos y muy efectivos medicamentos
antiepilépticos se ha logrado el control de sus crisis más agudas y de la consecuen-
te agresividad, ha mejorado los trastornos del equilibrio y sigue recibiendo el apoyo
incondicional de muchos nuevos pacientes adictos. En los últimos 25 años no ha
regalado más su prótesis dental. Sus padres y el hermano mayor lo visitan, al
menos una vez por año, pese a los costos del pasaje internacional y mantienen su
condición de familia ejemplar.
Jorge. Enfrentó la pérdida de su mamá y más reciente la de su papá, ambos
por enfermedades de larga evolución, y su único familiar es el hermano menor,
igualmente muy involucrado en su atención. De manera afortunada, para sus fan-
tasías psicóticas la mamá y el papá «seguimos vivos» y ahora más responsabilizados
que antes con este papel de sustitutos.
El papá de Rosita la niña de los zapaticos. Actualmente rehabilitado, con 20
años de abstinencia ininterrumpida, se graduó de mecánico automotriz A y dirige un
taller estatal de remotorización de camiones para la zafra azucarera. Rosita nunca
más tuvo que dormir con zapaticos.
El padre que vendió el refrigerador de su hijita. Luego de rehabilitado
inició y concluyó con título de oro sus estudios de psicología y ejerce con notable
éxito y brillantez su profesión, tanto en lo asistencial, como en lo docente e
investigativo.
El padre que bajo el efecto de drogas intentó arrebatar la frazada a
su hijita. A partir de la experiencia salvadora nunca más consumió droga alguna,
recuperó el matrimonio con la madre de la niña y es actualmente operario de
equipos pesados en la construcción. En los últimos 8 años ha sido seleccionado
como vanguardia nacional de su ministerio.
El joven adicto que alejaba a su hermana lanzándole piedras. Se rehabi-
litó, culminó sus estudios preuniversitarios con notas destacadas, mereció una dis-
pensa ministerial (debido a su edad) para estudiar la licenciatura universitaria de
rehabilitador psicosocial, se casó, tiene un hijo pequeño y es, en la actualidad, uno
de los más destacados terapeutas de adictos en su país.
El paciente adicto que vio al hijito con un sobre de cocaína en la boca.
Concluyó su primer tratamiento, recayó y un año después regresó al servicio para
un segundo ciclo terapéutico. Desde entonces lleva quince años de abstinencia
total. Es actualmente el piloto más calificado de una línea aérea internacional.

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El nieto a punto de morir por la desesperación de su abuelito. El chocar
con la realidad del enorme sufrimiento de su abuelito (un característico
codependiente) le hizo reconocer la magnitud de la tragedia. Acudió en busca de
ayuda profesional y, desde el primer tratamiento, logró la abstinencia de por vida de
todas las drogas duras. Dos años después dejó de fumar por considerar al iniciar su
carrera, que un estudiante de medicina debía ser ejemplo para sus pacientes. En la
actualidad es médico Especialista en Pediatría, Profesor Auxiliar y Doctor en Cien-
cias tiene un hijo de 19 años y un matrimonio estable.
El ingeniero electrónico que vendió todas sus pertenencias. Tuvo dos
recaídas antes de lograr la abstinencia definitiva, a los tres años sin consumo re-
construyó su hogar y dos años después recuperó a su esposa e hija, hoy es consi-
derado en su barrio como un padre ejemplar y, según refiere, recuerda sus doloro-
sas vivencias como una pesadilla de la que finalmente despertó.
Israel el presunto antisocial que defendió a Manolito. Se rehabilitó total-
mente, se casó con una enfermera española y residió por 15 años en Madrid, fue
vicepresidente de una empresa de construcción y durante el trayecto a la residen-
cia de sus progenitores en Miami, sufrió un accidente automovilístico causado por
un joven adicto también español que, bajo el efecto de heroína, se lanzó en una
autopista en sentido contrario al tránsito. En el accidente murió Israel, su esposa,
su hijito de año y medio, el joven suicida y 8 personas más.
Como modesto homenaje a la memoria de quien conoció las desgracias de la
droga como consumidor y años después de rehabilitado, como víctima de la con-
ducta de otro joven bajo influencia de las mismas, el autor escribió el libro: Usted
puede prevenir, detectar y vencer las adicciones del que la vida de Israel resultó
el hilo conductor de sus mensajes científico-populares.

Su dedicatoria
"A Israel, quien sufrió doblemente el embate de las drogas y
posibilitó mi comprensión del alto significado de la lucha a
muerte contra esta gran tragedia de la humanidad. También a
todos los que desde diferentes sectores sociales y formas de
vinculación con el problema, se sientan motivados a
involucrarse en la batalla por salvar la patria grande de que
nos habló el Apóstol: la humanidad".

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