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Leonardo Boff
JESUCRISTO
Y LA LIBERACIÓN
DEL HOMBRE
LEONARDO BOFF

JESUCRISTO
Y
LA LIBERACIÓN
DEL HOMBRE

EDICIONES CRISTIANDAD
Todos estos libros fueron publicados por CONTENIDO
EDITORA VOZES, Ltda.
Petrópolis, Brasil.

Traducción del portugués por


F. CANTALAPIEDRA
Revisión de
EDICIONES CRISTIANDAD

Derechos para todos los países de lengua española


tanto de la traducción como de la edición
conjunta de este grupo de libros cristológicos
EDICIONES CRISTIANDAD, S. L.
Madrid 1981

Depósito legal: M. 15.584.—1981 ISBN: 84-7057-294-6


UNA CRISTOLOGIA DESDE LA PERIFERIA
Página 11

JESUCRISTO, LIBERADOR
Página 39

PASIÓN DE CRISTO Y SUFRIMIENTO HUMANO


Página 283

LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
Y NUESTRA RESURRECCIÓN
Página 445

EL SEGUIMIENTO DE CRISTO
Página 537

EL EVANGELIO DEL CRISTO CÓSMICO


Página 567
UNA CRISTOLOGIA
DESDE LA PERIFERIA
Este trabajo fue redactado por el autor en castellano I. IMPORTANCIA DEL ENTORNO SOCIAL
y se publica por vez primera Y DE LA «LIBERACIÓN» PARA LA CRISTOLOGIA

Hablar de Jesucristo liberador supone hablar previamente de


otras cosas. Liberación se opone a dominación. Venerar y anun-
ciar a Jesucristo liberador implica pensar y vivir la fe cristológica
en un contexto sociohistórico de dominación y opresión. Se trata,
por tanto, de una fe que intenta captar la relevancia de temas que
implican un cambio estructural de determinada situación sociohis-
tórica. Tal fe elabora analíticamente esta relevancia produciendo
una cristología centrada en el tema de Jesucristo liberador. Una
cristología así implica un determinado compromiso político y so-
cial con vistas a la ruptura con la situación opresora.
Para comprender adecuadamente la articulación de tal cristo-
logía importa considerar previamente dos datos: la relevancia de
la liberación sociopolítica para la cristología y el lugar social a
partir del cual se elabora la reflexión cristológica.
Por relevancia entendemos la importancia que una coyuntura
histórica tiene para la reflexión de la fe en Jesucristo planteando
cuestiones esenciales. Por ejemplo: ¿cómo hay que pensar, predi-
car y vivir a Jesucristo frente a las exigencias de una determinada
situación para que aparezca conforme lo proclama la fe, es decir,
como el Salvador? O viceversa, la relevancia es la relación de im-
portancia que un tema teológico mantiene con una determinada
coyuntura histórica en vistas a su explicación y comprensión, o a
su mantenimiento o, incluso, a su transformación. Se pregunta en-
tonces : ¿ para quién es relevante esta o aquella imagen de Cristo ?
Este o aquel tipo de cristología o tema específico ¿a quién a y u d a ? ,
¿qué intereses representa?, ¿a qué proyectos concretos sirve de
sostén ?
Tales preguntas manifiestan que la relevancia surge siempre
muy ambigua. Remite a cualquier otra cuestión de fondo, como la
realidad social (prácticas, compromisos, oposiciones) 1 desde donde
se elabora la fe en Jesucristo.
El teólogo no vive en el aire; es un agente social, se sitúa en un

1
A. Vieira Pinto, Ciencia e consciéncia. Problemas filosóficos da pesquisa
científica (Río de Janeiro 1969) caps. XII-XVII; C. Boff, L'engagement
social du theologien, en Theologie et liberation. Questions d'épistémologie
(Lovaina 1976) 398-435; M. de Certeau, L'écriture de Vhistoire (París 1975)
65-79; P. Blanquart, Vade de croire et l'action politique: «Lumiére et Vie»
19 (1970) 12-30.
14 Una cristología desde la periferia Importancia del entorno social 15

determinado lugar de la sociedad, elabora conocimientos y signi- sus discusiones, sino que nació como exigencia de la fe concreta
ficaciones utilizando los instrumentos que la situación le ofrece y de unos cristianos que se sintieron llamados en su conciencia a
le permite y tiene destinatarios definidos. Se encuentra, pues, in- prestar ayuda en una situación humillante para sus hermanos y
serto en el conjunto social. Los acentos y la materia cristológica que encontraron en Jesucristo impulsos de liberación.
son definidos por lo que emerge como relevante a partir de esa Este tipo de cristología presupone y depende de una determi-
realidad del entorno. En tal sentido debemos afirmar que no hay nada práctica social, que tiene presente la ruptura con el con-
una cristología neutra, ni puede haberla. Toda ella es «partisane» texto vigente de dominación.
y «engagée». Voleas nolens, su reflexión repercute en la situación La realidad social en que nace este tipo de cristología aparece
con los intereses conflictivos que la atraviesan. Incluso la que se bien definida: es la de aquellos grupos para los que el cambio
dice puramente «teológica», histórica, tradicional, eclesial o apo- cualitativo de la estructura social representa una oportunidad de
lítica asume generalmente la postura de los que tienen en sus ma- liberarse del opresor dominio del sistema. Para muchos, la de-
nos el poder. En el momento en que emerge otro tipo de cris- finición neta de su realidad social en favor de los oprimidos ha
tología con su correspondiente compromiso y se enfrenta a ella, significado una conversión hermenéutica a las nuevas cuestiones
resulta fácil descubrir su entorno sociológico, olvidándose de su que se les han propuesto para su reflexión y por el estilo adecua-
apoliticidad y revelándose como esfuerzo religioso del statu quo do que se les impone para su transmisión.
vigente. Este compromiso —y eso hay que afirmarlo claramente— no
Toda cristología manifiesta a su manera la relación de fun- garantiza la calidad interna de una cristología. La consideración
cionalidad que mantiene con la situación histórico-social; en este de la realidad social y de la relevancia quieren mostrar la ligazón
sentido resulta siempre comprometida. Retengamos entonces esta ineludible que existe entre la práctica y la teoría, entre la política
afirmación de base: la cristología, como saber elaborado y siste- y la cristología; deja en claro qué condiciones básicas son nece-
matizado de la fe cristológica, brota dentro de un momento de- sarias para que la cristología defina su objeto temático y el modo
finido de la historia, se desarrolla bajo determinados modos de de tratarlo.
producción material, ideal, cultural y eclesial, y es articulada en A la vista de esto, hay que distinguir entre régimen de auto-
función de determinados intereses de los que no siempre se tiene nomía y régimen de dependencia de toda cristología y «teología» 2 :
conciencia. Por eso la verdadera cuestión es: este tipo de cris- el primero atañe a la epistemología (lugar metodológico) y el se-
tología, ¿con quién se compromete?, ¿a qué causa quiere servir? gundo a la sociología del conocimiento (lugar social). La cristo-
La cristología que proclama a Jesucristo liberador quiere compro- logía posee autonomía para elaborar su discurso en conformidad
meterse con la liberación económica, social y política de los gru- con su metodología propia; esto es, tiene un modo propio de prác-
pos oprimidos y dominados. Pretende hacerse eco de la trascen- tica teórica, no tiene que justificarse frente a ninguna otra ins-
dencia teológica que tiene la liberación histórica de las grandes tancia porque posee su propia legitimidad; es decir, los criterios
mayorías de nuestro continente y se dice a sí misma: así se debe de su verdad interna.
pensar; ésa es la ruta por donde debe orientarse la praxis. Quiere En esta esfera epistemológica no tiene sentido hablar de una
articular de tal manera el contenido de la cristología, creando un cristología latinoamericana en contraposición a una cristología nor-
estilo que refleje las dimensiones liberadoras presentes en el cami- teatlántica, o de una cristología de los oprimidos frente a otra de
no histórico de Jesús. los opresores. Por su régimen interno, estas determinaciones no
En otras palabras: el contexto de opresión y dependencia en constituyen instrumentos teóricos capaces de juzgar sobre el valor
todos los niveles de la vida, del que brota desesperadamente su de una producción cristológica como tal. Por el hecho de surgir
opuesta vertiente —la liberación— es lo que proporciona a la en un centro metropolitano o en la periferia no significa que
cristología en América Latina la ocasión de pensar y de amar a
Jesucristo como liberador. No es un tema suscitado caprichosa- 2
Un tratamiento detallado de esta cuestión se encuentra en C. Boff,
mente por algunos teólogos a la caza de objetos llamativos para op. cit., 40-48, 398-435, 465-486.
16 Una cristología desde la periferia Dos niveles de conciencia social 17

una cristología sea epistemológicamente mejor o peor. Lo mismo dora, por el mito del progreso capitalista, con su correspondiente
se debe decir de una cristología liberadora, progresista o tradi- consumismo elitista.
cionalista. Tales adjetivos son inadecuados para decidir «sobre la Frente a esta situación relevante, y en la medida de su toma
verdad» o rectitud de una cristología. Estos datos apuntan a la de conciencia, han reaccionado grupos cristianos salvando en este
exterioridad de una referencia social de la producción cristoló- continente la práctica de la fe de su tradicional cinismo histórico 4 .
gica. Lo que se puede decir es que tal elaboración cristológica Las reacciones que captan la relevancia teológica del hecho so-
supone tal compromiso social y puede reforzar tal grupo de la cial pueden sumariamente reducirse a dos; ambas generan sus
sociedad, conservador, progresista, liberador, etc. cristologías correspondientes, teniendo como eje la imagen de
Por otra parte, la cristología (y toda teología) posee también Jesucristo liberador s . Una intenta elaborar cristológicamente el
su régimen externo de dependencia. Depende, en la selección y orden de la sensibilidad, es decir, de lo vivencial; la otra articula
en el acento de su temática, del lugar social del agente teológico y cristológicamente el plano del análisis, es decir, del pensamiento.
de la trascendencia que éste otorga, para la reflexión de la cristo- La primera nace de una indignación ética; la segunda surge de
logía, a la coyuntura socio-histórico-religiosa. Esto ya lo hemos la racionalidad socioanalítica. Ambas coinciden en que son palabra
subrayado anteriormente. El problema es muy complejo y aquí segunda frente a la realidad-miseria, palabra primera. Vamos a
no podemos abordarlo ni establecer los distintos niveles de rela- detallar rápidamente las dos.
ción entre el lugar social y el epistemológico. Baste ahora verifi- 4
Cf. H. Assmann, Teología desde la praxis de la liberación (Salaman-
car su conexión íntima. ca 1973) 40: «Si la situación histórica de dependencia y dominación de dos
tercios de la humanidad, con sus treinta millones anuales de muertos de
hambre y desnutrición, no se convierte en el punto de partida de cualquier
teología cristiana hoy, aun en los países ricos y dominadores, la teología
no podrá situar y concretar históricamente sus temas fundamentales. Sus
II. DOS NIVELES DE CONCIENCIA SOCIAL preguntas no serán preguntas reales. Pasarán al lado del hombre real... Es
Y SUS CORRESPONDIENTES CRISTOLOGIAS DE LA LIBERACIÓN necesario salvar a la teología de su cinismo».
5
Algunos trabajos significativos de cristología latinoamericana: H. Bo-
rrat, Para una cristología de la vanguardia: «Víspera» 17 (1970) 26-31;
Ahora podemos situar el contexto en cuyo seno nació la te- A. Zanteno, Liberación social y Cristo: «Cuadernos de Liberación», Ed. Se-
mática de Jesucristo liberador 3. Se parte de una comprobación: cretariado Social de México (1971); G. Gutiérrez, Cristo y la liberación plena,
el hecho brutal e insultante de las grandes mayorías de nuestro en Teología de la liberación (Lima 1972) 216-229; F. Bravo - B. Catáo-J. Com-
blin, Cristología y pastoral en América Latina (Santiago-Barcelona 1965);
continente cristiano viviendo y muriendo en condiciones inhuma- H. Assmann, Teología desde la praxis de la liberación (Salamanca 1973)
nas de existencia. Subnutrición, mortalidad infantil, enfermedades 57ss; id., La situación histórica del poder de Cristo: «Cristianismo y Socie-
endémicas, bajos ingresos, desempleo, falta de seguridad social, de dad» 13 (1975) 43-54; J. Sobrino, Cristología desde América Latina (México
higiene, de hospitales, de escuelas, de viviendas; en una palabra: 1976); I. Ellacuría, Carácter político de la misión de Jesús (MIEC-JECI, do-
cumento 13-14; Lima 1974); R. Alves, Cristianismo, ¿opio o liberación? (Sa-
el fenómeno de la insuficiencia de los bienes necesarios para una lamanca 1973) 187-91; S. Galilea - R. Vidales, Cristología y pastoral popular
dignidad mínima de la persona. Tales son algunos de los indica- (Bogotá 1974); P. Miranda, El ser y el Mesías (Salamanca 1973); R. Vidales,
dores que caracterizan la situación real de inmensas porciones de Cómo hablar de Cristo hoy: «Spes» (enero 1974) 7ss; id., La práctica histórica
de Jesús: «Christus» 40 (1975) 43-55; todo el número 43-44 de «Cristianismo
nuestros pueblos. Comúnmente se llama a esto subdesarrollo. y Sociedad» (1975) está dedicado a la cristología, al igual que el número 45,
Junto a semejante subrealidad se encuentra la otra realidad de especialmente el artículo de J. S. Croatto, La dimensión política del Cristo
nuestra gente: la fe cristiana con sus policromos valores, la hos- liberador; L. Boff, Salvación en Jesucristo y proceso de liberación: «Conci-
pitalidad, el calor humano, el sentido de la solidaridad, el inmen- lium» 96 (1974) 375-388; id., Theology in the Americas (Nueva York 1976)
294-298; id., Liberación de Jesucristo por el camino de la opresión, en Teolo-
so anhelo de justicia y participación, el gusto por las fiestas. Estos gía desde el cautiverio (Bogotá 1975) 145-171; S. Galilea, Jesús y la liberación
hechos culturales están siendo manipulados, de forma desintegra- de su pueblo, en Panorama de la teología latinoamericana II (Salamanca
1975) 33-44; id., Espiritualidad de la liberación, en Religiosidad popular y
3
L. Boff, Teología desde el cautiverio (Bogotá 1975) 13-56. pastoral (Ed. Cristiandad, Madrid 1980) 148-239.
2
Dos niveles de conciencia social 19

1. Articulación «sacramental» de ración. No se postula una estrategia y una táctica, ni se definen,


la cristología de la liberación en concreto, las metas, porque esta cristología no está presidida
por un análisis de la situación ni por una investigación de los
Lo contradictorio de la realidad se percibe por un conocimien- caminos viables de liberación en una coyuntura general de cauti-
to intuitivo y sapiencial, que nosotros llamaríamos sacramental, verio y represión. En este nivel, la praxis es más bien pragmática.
porque intuye simbólicamente en los hechos su determinación fun- Este tipo de cristología tiene su valor porque revela la ineludi-
damental : presencia de opresión y urgencia de liberación. Desde ble vinculación de la salvación de Jesucristo con las liberaciones
la fe, muchos cristianos han comprendido que esta situación con- históricas, supera una concepción intimista y privatizante del men-
tradice el designio histórico de Dios y que la pobreza constituye saje cristiano y le devuelve su imbricación con la política.
un pecado social que el Señor no quiere. Se impone urgentemente Semejante cristología puede ir unida a una exigente exégesis
un cambio para ayudar a los hermanos y obedecer a Dios. crítica, a una reinterpretación de los dogmas cristológicos funda-
Esta percepción se expresa generalmente por el lenguaje de mentales y a una explicitación de las dimensiones liberadoras
la denuncia profética y del anuncio que incita al cambio, manifes- presentes en todas las articulaciones de la fe cristiana. Sensibili-
tación de la indignación ética 6 . zada por la situación humillante, reacciona desde dentro de la
Se encarna en una praxis de amor comprometido. Como esta propia fe e intenta pensarla y vivirla de manera que sirva de apo-
vivencia no pasa por un análisis de los mecanismos y de las es- yo en la tarea de liberar económica y políticamente a los humi-
tructuras generadoras de la situación, la eficacia del compromiso llados y ofendidos de la sociedad.
es de corto alcance e imprevisible. Pero obedece a una clara pos- A partir de esta óptica ya se procede a una crítica de las imá-
tura de fondo: la situación no se puede mantener; se impone genes tradicionales de Cristo que no inducían a una liberación,
cambiar las relaciones sociales y dar más poder a los grupos do- sino que constituían piezas de apoyo al proyecto colonizador de
minados, para que las nuevas estructuras sean menos opresoras. dominación 7 . Los Cristos agonizantes y moribundos de la tradi-
Esta práctica, con su teoría implícita y no elaborada, favorece ción latinoamericana son «Cristos de la impotencia interiorizada
una lectura propia de la fe cristológica. Todos los gestos, palabras de los oprimidos» (Assmann).
y actitudes de Jesús que implican una llamada a la conversión y La Virgen de los Dolores, con su corazón traspasado, perso-
un cambio de relaciones, su toma de postura frente a los margi- nifica la sumisión y la dominación de la mujer; sus lágrimas ex-
nados de la sociedad judía, su preferencia por los pobres, los con- presan el dolor por sus hijos muertos por el afán de poder y de oro
flictos con el statu quo religioso y social de su época, el contenido del colonizador. Junto con la cristología de la resignación se cri-
político inherente al anuncio del reino de Dios y los motivos que tica la cristología de la dominación, con sus Cristos monarcas
lo llevaron a la muerte, adquieren una relevancia especial y aca- imperiales, cubiertos de oro como los reyes portugueses o españo-
ban por crear la imagen de un Jesús liberador, diferente de aque- les o el Cristo guerrero vencedor.
lla de la piedad dogmática oficial, del Cristo rey celeste o de la Pero este tipo de cristología de la liberación tiene unas limi-
piedad popular centrada en un Cristo vencido y doliente. taciones palpables. Al no presuponer un estudio socioanalítico
No entraremos ahora en detalles sobre los rasgos de tal Cristo. de la realidad, carece prácticamente de vigencia política. Puede
Nos basta notar que se trata de una cristología de liberación basada ocurrir que los grupos sean teológicamente (teóricamente) revo-
en valores, temas, llamadas e incitaciones al cambio y a la libe- lucionarios y por sus prácticas se conviertan en conservadores o
meramente progresistas.
6
Cf. M. Merleau-Ponty, Humanisme et terreur, p. 13: «Uno no se hace
revolucionario por la ciencia, sino por la indignación. La ciencia viene después 7
Cf. S. Trinidad, Cristología-conquista-colonización: «Cristianismo y So-
para llenar y precisar esta protesta vacía». Es conocida la tesis de E. Durk- ciedad» 13 (1975) 12-28; en el mismo número pp. 29-34: P. N. Rigol, Cristo-
heim (Le socialisme. Sa déjinition, ses debuts, la doctrine saint-simonienne, logía popular: alienación o ironía; L. Lepareneur, Imagens de Cristo no cato-
París 1928), según la cual en el origen del socialismo se encuentra una pasión licismo popular brasileiro, en Quem é Jesús Cristo no Brasil? (Sao Paulo
por la justicia y por la redención de los explotados. 1974) 55-94.
Dos niveles de conciencia social 21
2. Articulación socioanalítica de
pregunta: ¿ qué teoría social debemos usar para articular una
la cristología de la liberación
cristología de liberación?
En la elección de una teoría explicativa de la sociedad entran
Esta articulación de la cristología de la liberación parte de
criterios que no provienen exclusivamente de la objetividad y ra-
la misma experiencia espiritual frente al pobre. Su indignación
cionalidad, sino de la opción fundamental del analista y de su me-
ética no es menor. Pero mediatiza esta indignación con un aná-
dio social. Toda reflexión sobre la realidad humana tiene como
lisis de la realidad para detectar los mecanismos generadores de
base un proyecto, es decir, una utopía que el grupo vea y sobre
tal miseria escandalosa y articular una praxis que tenga eficacia
la que proyecta su futuro. Dicha utopía no es puramente ideoló-
liberadora. Lo que importa es una praxis de liberación. No se
gica, sino que se fundamenta en condiciones sociales y materiales.
trata de liberar aquí y allá manteniendo el mismo marco de re-
Podemos identificar así dos tipos de proyectos correspondientes
laciones de fuerza (reformismo); se trata, realmente, de una vo-
a dos tipos de portadores: el de las clases dominantes de la so-
luntad revolucionaria que intenta cambiar el propio marco; la
ciedad y el de las clases dominadas.
opción de fondo es netamente liberadora. Pero, para llegar a una
La utopía de los grupos dominantes propugna un progreso li-
praxis que consiga sus metas, se impone previamente un análisis,
neal, sin cambios en el marco que estructura la sociedad. Nuestra
lo más certero posible, de los mecanismos que generan la iniquidad
gran fe en la ciencia y en la técnica supone una concepción eli-
social, entendida, a la luz de la fe, como pecado social y estruc-
tista de la sociedad cuyos beneficios irán pasando progresiva-
tural. Por eso llamamos liberadora en sentido estricto a la cristo-
mente a las masas. La utopía de los grupos dominados busca una
logía surgida de ahí.
sociedad igualitaria; el foso entre dirigentes y masas constituye
La cristología de liberación se construye gracias a dos media-
el obstáculo mayor para el desarrollo y, mientras perdure, no
ciones teóricas fundamentales: la mediación socioanalítica concer-
habrá verdadero progreso ni justicia social; muestra una fe inven-
niente a la realidad que hay que cambiar y la mediación herme-
cible en la fuerza transformadora de los oprimidos, capaces de
néutica relativa a la pertinencia teológica, que lee, a la luz de Je-
engendrar una sociedad con menos opresiones sociales injustas.
sucristo salvador y de la palabra de la revelación, el texto socio-
Estas dos concepciones de fondo influyen en la elección del
analítico, y garantiza así el carácter teológico de la teoría y de
tipo de análisis. Los grupos dominantes prefieren el método fun-
la praxis liberadora 8 .
cionalista en el estudio de la sociedad; en él se da preferencia a
No vamos a ocuparnos de la mediación hermenéutica, porque
la idea de orden y de equilibrio y se representa la sociedad como
es conocida en teología. Nos detendremos en la mediación socio-
un todo orgánico cuyas partes son complementarias. Los grupos
analítica. Aquí es donde está el problema y donde divergen las
dominados utilizan el método dialéctico, que sitúa en primer plano
distintas corrientes teológicas, mostrando de esta manera su real
la idea de conflicto y lucha y concibe la sociedad como un todo
(no pretendido o imaginado) lugar social.
contradictorio. Una orientación —históricamente articulada por
En general, podemos decir que toda intervención teológica,
la tradición liberal— contempla la sociedad desde arriba, desde
hecha por teólogos o por la jerarquía, en el campo social tiene
el punto en que aparece armónicamente; la otra —históricamente
como base una teoría sociológica espontánea o crítica. El empi-
articulada por la tradición revolucionaria y marxista— considera
rismo (lectura espontánea, intuitiva) en este sector constituye un
la sociedad desde abajo, desde donde emerge como lucha y en-
«obstáculo epistemológico» (G. Bachelard). Suele servir para re-
frentamiento.
forzar el statu quo e impide articular adecuadamente una teología,
La fe (y su expresión sistematizada, la teología) respeta la auto-
en este caso una cristología de liberación. Se impone, pues, una
nomía de la racionalidad; pero realiza un discernimiento para
detectar qué tipo de análisis corresponde mejor a las exigencias
8
Cf. C. Boff, Teología e prática: «Revista Eclesiástica Brasileira» 36 de la fe encarnada en una praxis. La fe orientará la elección hacia
(1976) 789-810 o su tesis presentada en Lovaina: Théologie et libération. el esquema socioanalítico que mejor descubra los mecanismos ge-
Questions cFépistémologie (1976). neradores de injusticias, ofrezca mejores medios para lograr su
22 Una cristo-logia desde la periferia Dos niveles de conciencia social 23

superación y fomente más la idea de fraternidad y participación. subdesarrollados), sino que consiste en un sistema de dependencia
Así, la cristología de la liberación presupone una opción por de unos países con respecto a otros, que funcionan como centros
el método dialéctico en el análisis de la sociedad y por el proyec- metropolitanos o imperiales, alrededor de los cuales giran los paí-
to revolucionario de los dominados. - Cuando hablamos de libera- ses satélites o periféricos, mantenidos opresivamente en el subdes-
ción expresamos una opción bien definida, que no es reformista arrollo 9. El subdesarrollo es el reverso del desarrollo y consecuen-
ni progresista, sino precisamente liberadora, e implica una ruptura cia del mismo. El desarrollo en moldes capitalistas, para mantener
con el statu quo. ¿De qué liberación se trata? Aquí hay que estar su aceleración y el grado de bienes que ha alcanzado, necesita re-
atentos para no caer en una transferencia semántica, es decir, para tener en su esfera de dependencia a países de los que puede sacar
no dar a las mismas palabras significados distintos. Se trata de lo que las naciones desarrolladas necesitan para su riqueza. La
una liberación que afecta a las estructuras económicas, sociales, causa determinante de nuestro subdesarrollo (hay otras, pero no
políticas e ideológicas. Se trata de actuar sobre las estructuras, son determinantes: factores de orden biológico y sanitario, dife-
no sólo sobre las personas, para cambiar las relaciones de fuerza rentes etilos culturales, etc.) es el sistema de dependencia, el cual
entre los grupos sociales, fomentando la formación de estructuras implica una opresión y una dominación que los representantes del
nuevas, que permitan una mayor participación de los excluidos. imperio interiorizan en los distintos países periféricos. Esta de-
La cristología de la liberación toma partido por los oprimidos pendencia marca todas las manifestaciones de la vida, desde el sis-
y cree que debe actuar así por su fe en el Jesús histórico. En tema económico, la división de trabajo, la política y la cultura
nuestra circunstancia, no comprometerse significaría aceptar la si- hasta la religión.
tuación y tomar partido, sutilmente, por los favorecidos. Para salir de esta situación sería necesario romper los lazos
Esta opción no supera la ambigüedad inherente a todo proceso de dependencia, iniciar un proceso de liberación y crear un pro-
de liberación, porque ni toda liberación significa ya anticipación yecto nacional de autonomía autosuficiente. Pero hay que ser rea-
y concreción del reino ni es posible absolutizar ninguna liberación. listas frente a semejante postulado teórico. Las rupturas no se ha-
La salvación anunciada por el cristianismo es un concepto totali- cen voluntarísticamente, pues «los hombres no hacen sino las
zador: no se limita a las liberaciones económicas, políticas, socia- revoluciones que pueden hacerse» 10. Hay que atender a las con-
les e ideológicas; pero tampoco se realiza sin ellas. La esperanza diciones objetivas de viabilidad. El problema no reside en ser
cristiana y la recta comprensión de la escatología nos permiten libres a toda costa, porque no toda liberación trae consigo la li-
afirmar que el mundo presente no es sólo escenario del drama de bertad. La liberación, cuando se consigue, lleva, sin duda, a la in-
la salvación, sino parte integrante del mismo. La salvación defini- dependencia, pero no necesariamente al desarrollo. Los países
tiva y escatológica se mediatiza, anticipa y concreta en liberacio- latinoamericanos no han podido desarrollar una tecnología propia,
nes parciales intrahistóricas en todos los niveles de la realidad his- y nadie puede desarrollarse solo. Por eso se impone un dilema:
tórica y está siempre abierta hacia una plenitud y una totalidad «liberarse y no desarrollarse o escoger el desarrollo y someterse.
que sólo se pueden alcanzar en el reino. El tercer término no es más que un compromiso: limitar el des-
Para una cristología de la liberación es importante interpretar arrollo para mantener una cierta autonomía, limitar la dependen-
correctamente un fenómeno que constituye el denominador común
de nuestro continente: el subdesarrollo. Este no consiste princi-
palmente, como quiere hacernos creer la interpretación funciona- ' La bibliografía en este campo es inmensa. Destacamos algunos títulos:
lista del sistema liberal, en el problema técnico de acelerar el pro- F. H. Cardoso, Desarrollo y dependencia. Perspectivas en el análisis socioló-
ceso del paso de una sociedad tradicional y pretécnica a una gico, en Sociología del desarrollo (Buenos Aires 1970) 19ss; O. Fals Borda,
moderna y técnica (países desarrollados-países en vías de desarro- Ciencia propia y colonialismo intelectual (México 1970); T. Santos, Depen-
dencia y cambio social (Santiago de Chile 1970); G. Arroyo, Pensamiento
l l o ) , ni en el problema político de estrechar las relaciones inter- latinoamericano sobre subdesarrollo y dependencia externa: «Mensaje» (octu-
dependientes y desiguales de los países dentro del mismo sistema bre 1968) 516-520; P. Negre, Sociología do terceiro mundo (Petrópolis 1977).
10
para lograr un desarrollo homogéneo (países desarrollados-países J. Comblin, Théologie de la pratique révolutionnaire (París 1974) 65.
24 Una cristología desde la periferia Marco para una interpretación del Jesús histórico 25

cia escogiendo sectores que deban ser desarrollados. Pero esto nos el marxismo, será una mera variación sobre el mismo tema y no
conduce más allá de la simple teoría de la dependencia» n . una verdadera liberación. Por lo menos no será la liberación bus-
A esto se añade que las fuerzas represoras han ganado en cada por los más serios grupos latinoamericanos de reflexión n.
América Latina la partida y han impedido un movimiento orga- Este tipo de reflexión, con la rapidez que exige tal contribu-
nizado de liberación. ción, constituye el presupuesto de la cristología de la liberación
Frente a esta situación insoluble, ¿hay que desistir de la li- elaborada en nuestro continente. No está casi escrita ni teórica-
beración ? En el plano teórico no es preciso conceder nada y se debe mente detallada, sino que se formula en conversaciones de grupos
mantener el diagnóstico negativo como acertado. Pero en lo re- y se transmite en textos mecanografiados.
ferente a la práctica, hay que buscar la que haga viable un pro- Se impone, pues, una pregunta capital: ese interés, ¿qué
ceso auténticamente liberador, aunque sea lento y largo. La co- imagen de Jesús suscita? ¿A qué lectura de su mensaje y su praxis
yuntura general obliga a cambios en el sistema para llegar a cam- salvadora conduce? Como es imposible detallar toda la cristolo-
bios del sistema. Esto no significa renunciar a la opción por un gía que se vislumbra desde este punto de vista, vamos a proponer
proyecto de liberación y por una sociedad diferente, sino adoptar unas cuantas tesis para la reflexión.
una estrategia para su implantación en términos históricos y co-
yunturales, impuestos por ¡a situación general de represión y cau-
tividad.
I I I . MARCO PARA UNA INTERPRETACIÓN
En este análisis de la realidad no actúan sólo preocupaciones
DEL JESÚS HISTÓRICO EN CLAVE DE LIBERACIÓN
provenientes de las ciencias sociales (sociología, economía, políti-
ca), sino también preocupaciones de orden histórico-social, antro-
pológico y de la cultura popular. Las grandes mayorías aplastadas 1. La relevancia liberadora del Jesús histórico
crearon su cultura del silencio, sus maneras propias de dar sentido
a la vida, de liberarse, resistiendo y viviendo dentro del cautive- La cristología de la liberación elaborada desde América Latina
rio. En esta línea se están estudiando bastante, un poco por todas antepone el Jesús histórico al Cristo de la fe por las siguientes
las partes del continente, la cultura y la religiosidad popular como razones:
semillero de valores no afectados por la ideología imperialista y a) Porque descubre un isomorfismo estructural de situaciones
como dinamismo para una auténtica teología de la resistencia y entre el tiempo de Jesús y nuestro tiempo: opresión y dependen-
de un proceso de liberación. cia objetivas, vividas subjetivamente como contrarias al designio
Para captar la gravedad del desarrollo, como dependencia y histórico de Dios.
dominación, hay que trascender los análisis meramente sociológicos b) Porque el Jesús histórico nos pone inmediatamente en con-
o los de las ciencias antropológicas y descender a una considera- tacto con su programa liberador y con sus prácticas para im-
ción estructural y cultural. El capitalismo, el consumismo, los lazos plantarlo.
de dependencia y opresión son manifestaciones de un ethos cul- c) Porque el Jesús histórico manifiesta el conflicto que toda
tural (el sentido de vivir y de morir, de las relaciones con el otro, praxis liberadora provoca y apunta el destino probable de todo
con los bienes, con el trascendente) que tiene sus concreciones portador profético de un proyecto liberador.
históricas. La modernidad optó por un sentido de ser y de vivir d) Porque el Jesús histórico pone de relieve lo principal de
orientado por el saber y el poder sobre todo lo que se le ofrece, la fe cristológica; el seguimiento de su vida y de su causa. En
especialmente sobre el mundo, en términos de dominación, lucro este seguimiento aparece la verdad de Jesús, una verdad que lo
y explotación. Toda revolución que no cambie ese ethos cultural, es primariamente en la medida en que capacita para transformar
que está en la base de nuestra historia occidental y también en
12
Cf. J. C. Scannone, Hacia una pastoral de la cultura (MIEC-JRCI 16;
11
Ibíd., 127. Lima 1976).
26 Una cristalogía desde la periferia Marco para una interpretación del Jesús histórico 27

este mundo pecador en reino de Dios y, secundariamente, en la clamar y llevar a cabo, como instrumento, la realización del sen-
medida en que es una verdad justificable frente a las exigencias tido absoluto del mundo, que es la liberación de todo lo que lo
de la razón humana en su apertura al infinito. estigmatiza (dolor, división, pecado, muerte) y liberación para la
Jesús no se presenta como explicación de la realidad, sino vida, la comunicación abierta del amor, la gracia y la plenitud
como exigencia de transformar esta realidad. En esta medida, cons- en Dios.
tituye su explicitación definitiva.
e) Porque el Jesús histórico nos revela al Padre mostrán- El reino tiene siempre un carácter de totalidad y de universa-
donos cómo caminar hacia él. En otras palabras: al Dios de Jesu- lidad. Pone en crisis los intereses regionales e inmediatos, religio-
cristo sólo se llega a través del proceso de conversión-cambio sos, políticos y sociales.
(praxis), no mediante una reflexión abstracta (teoría), La perversión consiste en regionalizar el reino, sea en la forma
f) Porque el Jesús histórico nos proporciona una crítica del del poder político, o en los cuadros del poder religioso-sacerdotal,
hombre y de la sociedad tal como se presentan históricamente. o incluso en el marco del poder carismático-profético. Esta fue
Sólo mediante la conversión se puede anticipar y concretar el rei- precisamente la tentación que acompañó a Jesús (Mt 4,1-11) du-
no, es decir, la intención última de Dios sobre el hombre y el rante toda su vida (cf. Le 22,28). En otras palabras: ninguna
mundo. El Jesús histórico significa crisis y no justificación de la liberación intrahistórica define el final del mundo ni realiza la
presente situación del m u n d o : no exige tanto una explicación utopía. La liberación total, que genera la libertad plena, constitu-
cuanto una transformación. ye la esencia del reino y es el bien escatológico de Dios. La his-
El sentido pleno del Jesús histórico no se deduce del mero aná- toria es proceso hacia él. El hombre puede estimularlo. El reino de
lisis de la historia, sino de su lectura a partir de la revelación Dios posee esencialmente una dimensión de futuro no alcanzable
completa de su existencia, .que es la resurrección. La luz de la por la praxis humana y es objeto de la esperanza escatológica.
resurrección no nos dispensa de considerar la historia de Jesús,
sino que nos hace profundizar en ella, como lo prueban los El reino de Dios no es sólo futuro y utopía. Es un presente y
mismos evangelios. tiene concreciones históricas. Por eso hay que concebirlo como un
proceso que empieza en el mundo y culmina en la escatología
final. En Jesús encontramos la tensión dialéctica entre la proposi-
2. El reino de Dios: la utopía de la ción de un proyecto de total liberación (reino de Dios) y las me-
liberación absoluta y sus anticipaciones históricas diaciones (gestos, actos, actitudes) que lo traducen progresiva-
mente en la historia. Por una parte, el reino es futuro y vendrá;
El Jesús histórico no predicó sistemáticamente sobre sí mis- por otra, es presente y ha llegado ya.
mo, ni sobre la Iglesia, ni sobre Dios, sino sobre el reino de Dios. La primera aparición pública de Jesús en la sinagoga de Na-
El trasfondo de la idea del reino de Dios es la concepción escato- zaret tiene un significado programático: proclama la utopía del
lógico-apocalíptica según la cual este mundo, tal como se encuen- año de gracia del Señor que se hace historia en liberaciones muy
tra, está en contradicción con el designio de Dios. Pero, en esta concretas para los oprimidos y cautivos (Le 4,16-21). El anuncio-
última hora, Dios ha decidido intervenir e inaugurar definitivamen- programa pone el énfasis en la infraestructura material. El Me-
te su reinado. Reino de Dios es, pues, el signo semántico que sías libera a los oprimidos concretos. Son felices los pobres, los
traduce expectativa (Le 3,15) y se presenta como la realización que sufren, los que tienen hambre y los que son perseguidos, no
de la utopía de una liberación global, estructural y escatológica. porque su condición encierre un valor, sino porque su situación
Lo peculiar de Jesús no consiste en proclamar que el reino de injusticia representa un reto a la justicia del rey mesiánico.
vendrá, sino en afirmar que, por su presencia y su actuación, Dios, a través de Jesús, ha tomado partido por ellos. El reino
el reino ya ha llegado (Me 1,15) y «está en medio de vosotros» como liberación del pecado pertenece al núcleo de la predicación
(Le 17,21). El proyecto fundamental de Jesús es, por tanto, pro- de Jesús y del testimonio de los apóstoles (Le 24,47; Hch 2,38;
28 Una cristología desde la periferia Marco para una interpretación del Jesús histórico 29

5,31; 13,38), pero no debemos interpretarlo de forma reduccio- La actuación de Jesús se ciñe a lo religioso; pero lo religioso
nista amputándole la dimensión infraestructural, social e históri- constituye uno de los pilares fundamentales del poder político; por
ca, que Lucas subrayó en Jesús. El Jesús histórico asumió el eso, toda intervención en el campo religioso tiene consecuencias
proyecto de los oprimidos, proyecto de liberación, y los conflictos políticas.
implicados en él. La praxis de Jesús frente a la religión, las leyes sagradas y la
La liberación de Jesús tiene un doble aspecto: por una parte, tradición es liberadora y no reformista (os han enseñado..., pero
Jesús proclama una liberación total de toda la historia, no sólo yo os digo...). Relativiza su pretendido valor absoluto; el hombre
de un sector de ella; por otra, anticipa la totalidad en un proceso es más importante que el sábado y la tradición (Me 2,23.26); la sal-
que se concreta en liberaciones parciales, siempre abiertas a la vación depende de la actitud que se toma frente al otro (Mt 25,
totalidad. Si Jesús anunciase una utopía del final feliz para el 31-46). Jesús desplaza el centro de gravedad en el problema de los
mundo sin su anticipación en la historia, estaría alimentando fan- criterios de la salvación: ésta no pasa por la ortodoxia, sino por
tasmagorías del hombre sin credibilidad alguna; si introdujese la ortopraxis. Somete la Tora y la dogmática del AT al criterio del
liberaciones parciales sin perspectiva de totalidad y de futuro, frus- amor y así libera de estructuras asfixiantes la práctica humana.
traría las esperanzas despertadas y caería en un inmediatismo sin El anuncio y las prácticas de Jesús postulan una nueva imagen
consistencia. En la actuación de Jesús se encuentran las dos dimen- de Dios y un modo nuevo de acceso a él. Dios no es ya el viejo
siones en tensión dialéctica. Dios de la Tora, sino el Dios de infinita bondad que ama a los in-
gratos y malos (Le 6,35), que se acerca, por gracia, más allá de lo
que prescribe y exige la ley. No es un en sí situado fuera de la histo-
3. La praxis de Jesús: una liberación en proceso ria y que se revela epifánicamente, sino un Dios que se revela en
Los acta et jacta Jesu (praxis) se entienden como concreciones la historia, realizando su reino y cambiando así la situación. Se le
históricas de lo que significa el reino de Dios: un cambio liberador debe concebir fundamentalmente desde el futuro, desde el reino que
de la situación. En este sentido, Jesús se acerca al proyecto de los implantará como total liberación de los mecanismos perversos del
grupos oprimidos. pasado y como plenitud de vida todavía no ensayada. La principal
A esta luz se han de interpretar los milagros. Su sentido no re- vía de acceso a él no es el culto, ni la observancia religiosa, ni la
side en lo prodigioso, sino en ser signos (ergon, semeion) de la pre- oración. Estas son mediaciones verdaderas, pero ambiguas. El ca-
sencia del reino (cf. Le 11,20). Irrumpió en el mundo el más fuer- mino más importante y menos ambiguo para llegar a Dios es el
te que vence al fuerte (Me 3.27) : una liberación en proceso. servicio al pobre, en el que el mismo Dios se esconde anónimamente.
Por sus actitudes, Jesús encarna el reino y personifica el amor La praxis liberadora constituye el camino más seguro hacia el Dios
del Padre. Si se acerca a quienes nadie se acercaba — a pobres, de Jesucristo.
pecadores públicos, impuros, borrachos, leprosos, prostitutas; en Su actuación es liberadora en el plano de las relaciones sociales.
una palabra, a los marginados social y religiosamente—, no lo hace La sociedad de su tiempo estaba muy estratificada. Se dividía en
sólo por espíritu humanitario, sino porque quiere hacer presente prójimos y no prójimos, puros e impuros, judíos y extranjeros,
la actitud amorosa del Padre hacia los pequeños y pecadores. Su hombres y mujeres, observantes de las leyes y pueblo ignorante,
situación de marginados no es la estructura definitiva. No están per- hombres de profesiones mal vistas, enfermos considerados como pe-
didos para siempre. Dios puede liberarlos. cadores. Jesús se solidariza con todos ellos, lo cual le granjea la
fama de comilón y borracho, amigo de recaudadores y descreídos
La praxis de Jesús tiene un eminente carácter sociopúblico y (Mt 11,19). El ataque despiadado a teólogos, fariseos y saduceos
llega hasta la estructura de la sociedad y de la religión de su tiem- tiene un claro alcance social.
po. Jesús no quiere ser un reformista ascético, como los esenios, ni La justicia ocupa un lugar central en su anuncio. Jesús declara
un observante de lo ya establecido, como los fariseos, sino un libe- dichosos a los pobres, no porque vea la pobreza como una virtud,
rador profético. sino porque la pobreza, en cuanto fruto de las relaciones injustas
30 Una crístología desde la periferia Marco para una interpretación del Jesús histórico 31

entre los hombres, provoca la intervención del Rey mesiánico, cuya Una historia que tiene todavía futuro y una concepción que pos-
primera función es hacer justicia al pobre y defender los derechos tula el retraso de la parusía deben relativizar esa actitud del Jesús
del débil. Jesús rechaza también la riqueza, en la que ve dialécti- histórico y atribuirla a los condicionamientos y límites de sus ca-
camente una consecuencia de la explotación de los pobres. Por eso tegorías culturales de expresión. Eso dispensa a la teología de con-
la califica, sin más, de deshonesta (Le 16,9). El ideal de Jesús no cebir la toma del poder político como una forma legítima y adecua-
es ni una sociedad opulenta ni una sociedad pobre, sino una socie- da de hacer más justicia a los marginados. Ese poder, si se somete a
dad de justicia y de fraternidad. la ley del servicio y renuncia a absolutizarse, puede constituir una
Liberadora se presenta también su crítica a todo poder domi- forma histórica de concretar lo pretendido por la idea del reino.
nador (Le 22,25-28), crítica que desmitifica la eficacia del poder Y ello porque «Jesús no propugna un amor despolitizado, deshis-
y su cualidad de mediación entre Dios y el hombre. La relativización torizado, desestructurado, sino un amor político, es decir, situado
operada por Jesús alcanza al poder sagrado de los Césares, a los y con repercusiones visibles para el hombre» 13.
que niega el carácter divino (Mt 22,21) y su pretendida condición
de última instancia (Jn 19,11). La paz romana, basada en la opre-
sión, no encarna el reino de Dios. 4. La conversión, exigencia de Dios para la liberación
La praxis de Jesús implica instaurar un nuevo tipo de solidari-
dad que trascienda las diferencias de clase y todas las diferencias La conversión postulada por Jesús no es sólo cambio de convic-
inherentes a la vida. Jesús procura defender los derechos de todos, ciones (teoría), sino sobre todo cambio de actitudes (práctica), y no
particularmente de los pequeños, enfermos, marginados y pobres. sólo el hombre considerado como irreductibilidad de una libertad
Combate todo lo que divide a los hombres: la envidia, la codicia, personal (corazón), sino del hombre como ser concreto, involucra-
la calumnia, la opresión, el odio. Propugna el espíritu de las bien- do en una red viva y activa de relaciones. La conversión consiste en
aventuranzas, único capaz de transformar este mundo en un mundo crear nuevas relaciones en todos los niveles de la realidad personal
digno de la mirada de Dios. y social, de tal forma que esa conversión se concrete en liberacio-
La llamada de Jesús a renunciar a la venganza y a practicar la nes y anticipe el reino. Lo personal está en dialéctica con lo social
misericordia y el perdón nace de su fina percepción de la realidad y viceversa.
histórica. Siempre habrá estructuras de dominación; pero esto no La conversión no debe entenderse como condición para la ve-
nos debe llevar al desánimo ni a adoptar la misma estructura. Se nida del reino, sino que significa ya su inauguración, presencia y
impone la necesidad del perdón, que es la fuerza del amor, capaz actuación en la historia. En la conversión aparece clara la estruc-
de convivir con las contradicciones y de superarlas desde dentro. tura del reino y la liberación querida por Dios. Por una parte cons-
tituye un don que se ofrece; por otra, es la acogida que se hace real
A pesar de sus hechos liberadores, que concretaban histórica- en la medida en que el hombre colabora en la instauración del reino
mente la realidad del reino escatológico, Jesús no se organizó para con mediaciones de carácter personal, político, social y religioso.
la toma del poder político. Siempre consideró éste como una tenta- El reino y la liberación implicada en él encarnan lo típico del
ción diabólica, porque implicaba una regionalización del reino, que poder de Dios; no es un poder de dominación de las libertades, sino
es universal. Tal rechazo obedecía principalmente a su convicción ofrecimiento y llamada a la libertad y a su obra, que es el amor.
fundamental de que el reino de Dios —en cuanto de Dios— no se El reino se presenta así como oferta y no como imposición. Por eso,
historifica a través de la imposición, sino únicamente a través de la en las condiciones históricas el reino de Dios no viene si el hombre
libertad (conversión). Si a esto añadimos el horizonte cultural apo- no lo acepta y no entra en un proceso de conversión-liberación.
calíptico en que se mueve Jesús, lo mismo que sus contemporáneos, La proclamación del reino no invalida la lucha histórica. La
la irrupción definitiva del reino de Dios es lógicamente obra de la liberación total propuesta por Dios pasa por el camino de liberacio-
gracia divina. El hombre debe prepararse y anticiparla, pero no
13
producirla. Esto es lo que distancia a Jesús de los zelotas. J. Sobrino, Crístología desde América Latina (México 1976) 297.
32 Una cristología desde la periferia Marco para una interpretación del Jesús histórico 33

nes parciales; no es la suma de éstas, sino que anticipa y prepara rosos privilegiados, sino que siguió fiel a su misión de anunciar la
la liberación total. Por eso el hombre jamás es inero espectador, buena noticia a los que se convierten. Acepta libremente la muerte
ni Dios un simple concesionario. que le impone una coyuntura histórica.
La conversión revela la dimensión conflictiva del reino. La La cruz simboliza la fuerza del poder, incluso del poder religio-
buena noticia de Jesús sólo es buena para los que ¡se convierten, no so, puesta en servicio propio. Los que martirizaron a Jesús fueron
para el fariseo que permanece fariseo, ni tampoco para los mante- los piadosos. Cada vez que una situación se cierra sobre sí misma,
nedores de la situación que consagra las discriminaciones entre los oculta el futuro y se absolutiza, corta el proceso de liberación y re-
hombres. Para todos estos es mala noticia. Por eso Jesús y su anun- fuerza los mecanismos de opresión.
cio dividen, y esto pertenece a la esencia del reino; en él se entra La muerte aceptada libremente descubre una total libertad de sí
mediante la ruptura y el cambio de este mundo y no prolongando mismo y de sus proyectos, y cuando se soporta por amor, en
su estructura. Jesús existió para todos, pero no existió de la misma .solidaridad con los vencidos de la historia, perdonando a los que la
manera para todos: para los pobres lo hizo siendo uno de ellos y infligen y entregándose a Dios, a pesar del fracaso histórico, sig-
asumiendo su causa; para los fariseos, desenmascarando su autosu- nifica ya una concreción de la realidad del reino de Dios.
ficiencia; para los ricos, denunciando los mecanismos de su injus- Los motivos del asesinato de Jesús son de dos tipos, y ambos
ticia y su idolatría del dinero. Finalmente, murió «para que se tienen que ver con las estructuras. Jesús fue condenado primera-
sepa que no todo está permitido en este mundo» M. mente como blasfemo por presentar un Dios diferente del Dios del
El Jesús histórico se negó a utilizar el poder para imponer la statu quo religioso: «Jesús desenmascaró el sometimiento del hom-
voluntad de Dios; esto hubiera eximido a los hombres de su tarea bre en nombre de la religión; desenmascaró la hipocresía religiosa,
liberadora, no permitiéndoles ser los sujetos de la transformación (jue consiste en considerar el misterio de Dios como coartada para
personal y social, sino meros beneficiarios. Prefirió morir antes que desoír la exigencia de la justicia. En este sentido, los poderes reli-
i m p l a n t o el Temo de Dios mediante la íueTza del pode\ o de la -vio- giosos captaron correctamente que Jesús predicaba un Dios opuesto
lencia. De no haber sido así, habría surgido no un reino de Dios, al suyo» I5.
sino un reino hecho de la voluntad del poder humano, asentado Como puede verse, su actitud fue eminentemente liberadora, y
sobre la dominación y la ausencia de libertad. en función de ella se le rechazó. Por otro lado, las autoridades polí-
ticas lo condenan por guerrillero. Su predicación y sus actitudes lo
aproximan al proyecto liberador de los zelotas: su espera de una
5. La muerte de Jesús, precio pagado venida del reino, su radicalismo, su afirmación de que «el reino
por la liberación de Dios sufre violencia» y «los violentos lo conquistan», su libertad frente
al poder imperial establecido, su ascendiente sobre el pueblo que
La muerte de Jesús está en íntima conexión con su vida, su quiere hacerle jefe. Sin embargo, Jesús se distancia del espíritu
anuncio y su comportamiento. Las exigencias de conversión, la zelota por su renuncia al mesianismo político-religioso, basado en
nueva imagen de Dios, su libertad frente a las sagradas tradiciones el poder, por considerarlo como medio no apto para el estableci-
y su crítica profética contra los dueños del poder político, económi- miento del reino. Este supone una liberación tan radical que abarca
co y religioso provocan un conflicto cuyo resultado fue su muerte lodo, supera la quiebra de fraternidad y postula un hombre nuevo.
violenta. La cruz demuestra la conflictividad de todo proceso liberador
Jesús no buscó la muerte: le fue impuesta desde fuera, y él la ullí donde la estructura de injusticia ha ganado la partida. En estas
aceptó, no resignadamente, sino como expresión de su libertad y condiciones, la liberación sólo es posible como martirio y como sa-
fidelidad a la causa de Dios y de los hombres. Abandonado, recha- crificio por los demás y por la causa de Dios en el mundo. Este fue
zado y amenazado, no se doblegó —para sobrevivir— a los pode- el camino escogido y asumido conscientemente por Jesús.
14
P. Miranda, El ser y el Mesías (Salamanca 1973) 9- 15
J. Sobrino, Cristología, 29.
Marco para una interpretación del Jesús histórico 35

6. La resurrección de Jesús, irrupción anticipada relaciones sociales, todo lo que implique aumento de vida constitu-
de la liberación definitiva ye una forma de actualizar y anticipar la resurrección y de prepa-
rar su plenitud futura.
La resurrección de Jesús está íntimamente vinculada con su
vida, su muerte y por su anuncio del reino de Dios. Si el reino de
Dios es el término semántico para indicar la liberación total, si la 7. El seguimiento de Jesús como forma
vida de Jesús fue una vida liberada y liberadora, si su muerte fue de actualizar su liberación
una entrega totalmente libre, la resurrección realiza este programa
en su forma escatológica. Por el rechazo de los judíos, el reino no La vida humana bajo el signo del retraso de la venida del reino
pudo concretarse en su dimensión universal y cósmica. Ahora en- escatológico como plenitud tiene una estructura pascual que se tra-
cuentra una realización personal en la resurrección del Crucificado. duce en el seguimiento de Jesús, muerto y resucitado.
Jesús es autobasileia tou Theou (Orígenes). Este seguimiento incluye, ante todo, anunciar la utopía del reino
como sentido feliz y pleno del mundo que Dios ofrece a todos.
La resurrección en cuanto tal es el triunfo de la vida sin más,
En segundo lugar implica traducir la utopía en praxis encamina-
la explicitación de todas las potencialidades latentes y representa la
da a cambiar este mundo en el plano personal, social y cósmico. La
liberación de todos los obstáculos y conflictos históricos. Es ya rea-
utopía no es una ideología, sino que da origen a ideologías funcio-
lidad escatológica y revela la intención última de Dios sobre el hom-
nales para orientar las prácticas liberadoras. El seguimiento de
bre y el mundo.
Jesús no es mera imitación, sino que supone darse cuenta de la di-
La resurrección descubre la vida que se escondía en Jesús y que ferencia existente entre la situación de Jesús, con su horizonte apo-
no pudo ser destruida por la cruz, descubre una liberación com- calíptico de irrupción inminente del reino, y la nuestra, en la que
pleta y, como total, gracia de Dios. La resurrección apunta al tér- la historia tiene futuro y la parusía se ha retardado. Las tácticas
mino-plenitud de todo proceso liberador: llegar a la plena libertad. para organizar el amor y la justicia en la sociedad dependen de
La resurrección del Crucificado muestra que no es un sinsentido estas diferencias. Es cierto que, tanto para Jesús como para nosotros,
morir como Jesús: por los demás y por Dios. La muerte anónima Dios es futuro, y su reino no ha llegado totalmente. Pero cambia
de todos los vencidos de la historia por la causa de la justicia, de la manera de asumir la historia. El no nos impuso un modelo con-
la apertura y de un sentido definitivo de la vida humana encuentra creto, sino una forma peculiar de hacerse presente en la realidad
en su clarificación la resurrección de Jesús. Funciona como libera- concreta, forma que está inevitablemente vinculada a la pequenez
ción de un absurdo histórico. «La cuestión de la resurrección se de cada situación: opción por los marginados, renuncia a la volun-
plantea justamente a partir de la insurrección» 16. La resurrección tad de poder como dominación, solidaridad con todo lo que apunta
nos muestra que «el verdugo no triunfa sobre la víctima» 17. a una convivencia más participada, fraterna y abierta al Padre, etc.
El sentido de liberación total de la resurrección sólo aparece En tercer lugar, la liberación de Dios se traduce en un proceso
cuando se contrasta con la lucha de Jesús por la instauración del de liberación que implica lucha y conflictos asumidos y comprendi-
reino en el mundo. De lo contrario, degenera en un cinismo piadoso dos a la luz del doloroso camino de Jesús. Esta liberación debe en-
frente a las injusticias de este mundo, aliado a un idealismo sin co- tenderse como un amor que ha de sacrificarse muchas veces; como
nexión con la historia. Por su resurrección, Jesús continúa entre una esperanza escatológica que debe pasar por esperanzas políticas;
los hombres animando la lucha liberadora. Todo crecimiento verda- como una fe que debe avanzar tanteando, pues el hecho de ser cris-
deramente humano, todo lo que signifique auténtica justicia en las tianos no nos da la clave para descifrar los problemas políticos o
económicos. La cruz y la resurrección son paradigmas de la exis-
16 tencia cristiana.
F. Belo, Una leitara política do Evangelho (Lisboa 1975) 133.
17
M. Horkheimer, Die Sehnsucht nach dem ganz Anderen (Hamburgo Seguir a Jesús es pro-seguir su obra, per-seguir su causa y con-
1972) 62. seguir su plenitud.
36 Una cristología desde la periferia Importancia de una cristología de liberación 37

Esta visión —con los límites de toda visión— quiere ponerse al l'or eso los teólogos del otro polo están implicados en este proble-
servicio de la causa de liberación política, social, económica y reli- ma, que desafía la conciencia cristiana e impone una línea en la
giosa de nuestros pueblos oprimidos. Se trata de una contribución meditación y la vivencia de la fe cristológica. La forma en que
teórica que intenta iluminar y enriquecer una praxis, ya existente, ellos articulan su cristología no nos es indiferente, pues posee una
de fe liberadora. dimensión política que puede reforzar o poner en jaque el polo
En nuestra situación de tercer mundo dependiente, la fe cristo- ilrlcrminante, responsable principal del desequilibrio injusto.
lógica, pensada y vivida de forma histórica, nos orienta hacia una El problema se plantea en términos no de ayuda, sino de Justi-
opción ideológica de liberación, hacia un cierto tipo de análisis y n a . Las actuales relaciones violan derechos fundamentales de las
hacia un compromiso preciso. Creemos que, en nuestro contexto, naciones y las mantienen violentamente en moldes subdesarrollistas
leer el evangelio y seguir a Jesús de una forma no liberadora es dar- pese a que este mecanismo injusto se oculta bajo el manto del pro-
le la vuelta o interpretarlo continuamente de forma ideológica, en greso y estrechamiento de relaciones amistosas, capaces de engañar
sentido peyorativo. a las Iglesias cristianas y desarmar a los teólogos.
Sobre el reino de Dios se puede predicar de muchas maneras. No pocas teologías progresistas, secularizadoras, ilustradas y
Es posible anunciarlo como el otro mundo que Dios nos está prepa- criticas hasta el exceso encubren posturas políticas conservadoras
rando y que llegará después de esta vida; también cabe identificar- y refuerzan ideológicamente el statu quo. Otras pueden ser intencio-
lo con la Iglesia, representante y continuadora de Jesús, con su nalmente liberadoras; pero la ausencia de un análisis más crítico
culto, sus dogmas, sus instituciones y sacramentos. Estas dos mane- del sistema vigente las lleva a una praxis de tipo asistencial.
ras dejan de lado el compromiso y la tarea de construir un mundo En América Latina, los mecanismos de dominación son más pa-
más justo y participado y alienan al cristiano frente a los interro- tentes y están más a la vista. Por eso le resultó más fácil a la teolo-
gantes de la opresión de millones de hermanos. Pero también po- gía cuestionarse y buscar formas teóricas y prácticas de apoyar el
demos anunciarlo como la utopía de un mundo reconciliado en proyecto liberador. En Europa están presentes los mismos meca-
plenitud, que se anticipa, prepara y empieza ya en la historia, me- nismos (en ella se encuentran los centros que deciden sobre nues-
diante el compromiso de los hombres de buena voluntad. Creemos tra situación económica, política y cultural), pero son más sutiles y
que esta última interpretación traduce, tanto en el plano histórico refinados. Pero el teólogo puede llegar a una postura social y teo-
como en el teológico, la ipsissima intentio Jesu. La función de la lógica liberadora afinando sus instrumentos de análisis y mantenien-
cristología es elaborar y formar una opción cristiana en la sociedad. do una distancia crítica más profunda y consecuente.
En América Latina soñamos —siempre está permitido soñar—
con el día en que las mentes privilegiadas de la teología europea
caigan en la cuenta de la importancia que tienen para sus Iglesias
IV. IMPORTANCIA DE UNA CRISTOLOGÍA DE LIBERACIÓN y sus sociedades en el proceso de liberación, pues su ubicación en
PARA LA TAREA CRISTOLOGICA UNIVERSAL el centro y su condición de polo principal les permite ayudar a
los hermanos de nuestro continente y desencadenar su camino li-
Sería erróneo pensar que este tipo de cristología sólo interesa berador. La teología de la liberación y Jesucristo liberador repre-
a Latinoamérica, que vive en su carne las contradicciones del sub- sentan el grito de los cristianos oprimidos que llaman a la puerta
desarrollo como dominación 18. Según hemos visto, esta situación de los hermanos pudientes, pidiento todo y no pidiendo nada. Piden
nace de un estilo de relaciones, en lo internacional, entre países sólo ser alguien; suplican ser acogidos como personas; ruegan
ricos y países pobres. Nosotros somos sólo un polo de la relación. sólo que se les deje luchar para reconquistar su libertad cautiva.
Si la cristología de la liberación ayuda en esta tarea mesiánica,
18
J. Sobrino, El conocimiento teológico en la teología europea y latino- habrá cumplido su misión profética y habrá sido digna del nombre
americana: ECA (1975) 322ss; I. Ellacuría, Tesis sobre la posibilidad y sen- sagrado de Jesucristo, que no quiso otra cosa en el mundo sino
tido de una teología latinoamericana, en Teología y mundo contemporáneo
(Ed. Cristiandad, Madrid 1975) 325-350. liberar a todos y en plenitud.
JESUCRISTO,
LIBERADOR
ENSAYO DE CRISTOLOGIA CRITICA
PARA NUESTRO TIEMPO
Título original:
INTRODUCCIÓN
JESÚS CRISTO LIBERTADOR
La doctrina acerca de Cristo comienza en el silencio. «Calla,
Ensato de Cristología Crítica para o nosso Tempo enmudece: estás ante el Absoluto» (Kicrkegaard). Esto no tiene
mida que ver con el silencio mistagógico que no pasa de palabre-
Traducido de la 5. a ed. (1976) ría del alma consigo misma. El silencio de la Iglesia es el silencio
ante la Palabra. Al anunciar la Palabra, la Iglesia cae de rodillas,
silenciosa, ante el Inefable, el Inexpresable. La Palabra hablada
es el Inefable. Ese Inefable es la Palabra. La Palabra tiene que
ser hablada. Es el gran grito en el campo de batalla (Latero).
Aunque proclamada por la Iglesia para el mando, es siempre ine-
fable. Hablar de Cristo significa callar. Callar de Cristo significa
hablar. La palabra fecunda de la Iglesia, nacida del silencio fe-
cundo, es la predicación acerca de Cristo.
Lo que pretendemos es hacer ciencia sobre esa predicación.
Su objeto, sin embargo, se revela sólo en la predicación. Hablar
de Cristo deberá necesariamente ser un hablar en el silencioso
espacio de la Iglesia. Hacemos cristología en el silencio humilde,
insertos en la comunidad sacramental que adora. Rezar es callar
y gritar al mismo tiempo, delante de Dios y en virtud de su. Pala-
bra. Como comunidad, estamos reunidos en torno al contenido de
su Palabra, Cristo.
La cristología como palabra que trata de Cristo es ana ciencia
especial: su objeto es Cristo, la Palabra, el Logos. Cristología
quiere decir palabra de la Palabra de Dios. Cristología es logo-
logia. Por tanto, la cristología es la ciencia por excelencia, porque
en ella todo gira en torno al Logos. Si ese Logos fuese nuestro
propio logos, entonces la cristología sería reflexión del logos sobre
sí mismo. Y el logos de la cristología es el Logos de Dios. Su
trascendencia hace de la cristología la ciencia por excelencia; ade-
más, su origen la hace centro de la ciencia. Su objeto guarda per-
manentemente su trascendencia, porque es una persona. El Logos
que aquí se aborda es una persona. Este hombre es el Trascenden-
te. .. Asimismo la cristología es el centro aún no conocido y secreto
de la «universitas litterarum».

DlETRICH BONHOEFFER

Cesammelte Schriften, 3
(Munich 1966) 167.
La historia de la historia de Jesús 43

I y forma, como inspirado por el Espíritu Santo y consignado en


las Escrituras divinamente inspiradas. He aquí la figura del Cristo
LA HISTORIA DE LA HISTORIA DE JESÚS dogmático.

«¿Quién dicen los hombres que soy yo?». Esta pregunta de Cris-
to recibe, a lo largo de los siglos, las más diversas respuestas: de la 2. LAS RESPUESTAS EN LA ERA DEL CRITICISMO
fe, de la ciencia crítica, de la filosofía, de la psicología, de la socio-
logía y de la juventud inquieta en busca de un sentido radical para Mas he aquí que hacia el siglo x v n i irrumpió la razón crítica.
la vida. En este capítulo se estudian las complicaciones y las difi- I'!! hombre comenzó a poner en tela de juicio los modelos de inter-
cultades que nuestro espíritu crítico y exigente de hoy encuentra pretación social y religiosa. Los estudios históricos, realizados sobre
al intentar situarse con responsabilidad en presencia de Jesucristo. lii base de una indagación seria de las fuentes, desenmascaraban
Nadie puede pasar ante Cristo y permanecer indiferente. En Cris- mitos e ideologías dominantes. Esta crítica no se detuvo ante el
to se juega la suerte de cada hombre. Nuevo Testamento. Inmediatamente se percibió que los evangelios
no nos proporcionaban biografías históricas de Jesús, sino testimo-
«¿Quién dicen los hombres que soy yo?». Esta pregunta de Je- nios de fe, frutos de la predicación y de la meditación piadosa
sús a sus discípulos resuena, a través de los siglos, hasta hoy y i! interesada de las comunidades primitivas. Los evangelios son ante
posee la misma actualidad que cuando se formuló por primera vez todo una interpretación teológica de hechos acontecidos, más que
en Cesárea de Filipo (Me 8,29). Todo hombre que alguna vez se lina descripción objetiva y desinteresada de lo que fue histórica-
haya interesado por Cristo no puede eludir tal interrogante. A cada mente Jesús de Nazaret. Este descubrimiento actuó como un re-
generación le toca responder según su comprensión del mundo, guero de pólvora propagando un incendio todavía hoy no total-
del hombre y de Dios. mente extinguido. Las reacciones fueron múltiples, pasando de un
extremo al otro. La cuestión se plantea de la siguiente forma:
debemos encontrar al Jesús histórico que está en la base y en la
raíz del Cristo dogmático'.
1. LA RESPUESTA DE LA TRANQUILA POSESIÓN DE LA FE

Para la tranquila posesión de la fe la respuesta es clara: Jesús a) ¿Cómo sabemos que Jesús existió?
de Nazaret es Cristo, el Hijo primogénito y eterno de Dios, en-
viado como hombre para liberarnos de nuestros pecados; en él se La primera respuesta radical surgió hacia fines del siglo x v m .
cumplieron todas las profecías hechas a nuestros padres; él ejecutó Si la tranquila posesión de la fe afirmaba que todo era histórico,
el plan divino preexistente, del que forma parte su dolorosa muerte iihora este carácter se negaba a todo: Cristo nunca existió 2 ; no es
en la cruz. Cumplió fielmente hasta el fin la voluntad del P a d r e ; 1
Véase la principal bibliografía: Der historische Jesús und der kerygma-
con su muerte y resurrección dejó claramente demostrado que su ihche Christus, publicado por H. Ristow y K. Matthiae (Berlín 1961);
reivindicación de ser Hijo del hombre, Hijo de Dios y Mesías era II. Geiselmann, Die Frage nach dem historischen Jesús I (Munich 1965);
fundada y verdadera. En este sentido, el cristiano corriente se que- X. Léon-Dufour, Los Evangelios y la historia de Jesús (Ed. Cristiandad, Ma-
da tranquilo y seguro porque éste es el mensaje de Dios y de él da drid 31981); W. Trilling, Jesús y los problemas de su historicidad (Barcelona
l''70); id., Legitimidade e localizacáo da questao do Jesús histórico, en Atua-
testimonio el Nuevo Testamento. En Cristo deposita su confianza, liilades Bíblicas. Hom. Freí Joáo José P. de Castro (Petrópolis 1970) 353-365;
en la vida y en la muerte. En ese tipo de respuesta no hay preocu- II. Zilles, O Jesús histórico e o Cristo da fe: «Vozes» 62 (1968) 195-222.
2
pación por distinguir lo que es hecho histórico y lo que es inter- Esta afirmación fue hecha por primera vez por F. Volney (1791) y popu-
pretación del hecho, condicionado por un horizonte filosófico, reli- Inrizada después por Bruno Bauer en su obra postuma Christus und die Casa-
trn (1877); cf. O. Rietmüller, Woher wissen wir, dass Jesús gelebt hat?
gioso, histórico y social. Todo se afirma indistintamente, contenido (Siiittgart 1922).
44 Jesucristo, liberador La historia de la historia de Jesús 45

sino un mito 3 creado por el inconsciente humano ansioso de libe- lisias era llegar al Jesús previo a su interpretación como Cristo
ración, fenómeno que, por lo demás, se observa en todas las reli- i' I lijo de Dios y no vinculado al culto ni a la dogmática. Había que
giones 4 . Tal vez se puede decir también que Jesucristo ha sido una ilisiinguir entre el Cristo de la fe y el Jesús histórico. Desde Rei-
proyección originada por un movimiento social de pobres y escla- inarus ("j" 1768) hasta Wrede (f 1904), pasando por nombres co-
vos, al tomar conciencia de su alienación y en camino de su libe- nocidos como Renán, D. F. Strauss y M. Goguel, se escribieron
ración social 5 . i-entonares de vidas de Jesús. Cada estudioso tuvo la pretensión
Esta posición cayó muy pronto en descrédito. Con razón afir- • lt\ distinguiendo y descartando textos y escenas de los evangelios
maba Bultmann: «La duda acerca de la existencia real de Jesús «•(uno no históricos o como interpretaciones dogmáticas de las co-
carece de fundamento y no merece una sola palabra de réplica. munidades, extraer la figura realmente histórica de Jesús. Albert
Queda plenamente claro que Jesús está, como autor, detrás del Sclivveitzer, entonces renombrado teólogo y exegeta, y luego famoso
movimiento histórico cuyo primer estadio palpable lo tenemos en médico en Lambarené, África, escribió la clásica Historia de la in-
la más antigua comunidad palestinense» 6 . Los evangelios son in- instigación sobre la vida de Jesús10, mostrando el fracaso en que
terpretaciones, pero interpretaciones de hechos que realmente acon- l n les intentos habían desembocado. Caracterizó las vidas de Jesús,
tecieron. Además, los testimonios extrabíblicos, tanto romanos (Pu- rserilas con la mentalidad historicista del siglo XIX y comienzos
nió, Ep. 10,96,2; Suetonio, Claudio, 25,4; Nerón, 16,2; Tácito, del xx, de la siguiente manera: «Cada época subsiguiente de la
Anales 15,44) 7 como judíos (Flavio Josefo y la literatura talmú- teología encontraba sus propias ideas en Jesús, y sólo así se con-
dica) 8 no pueden escamotearse. Evidentemente tal problema puede seguía inspirarle vida. No eran sólo las épocas las que se veían
plantearse siempre no sólo con referencia a Cristo, sino también reflejadas en él: cada uno en particular reflejaba la imagen de su
a Buda, César Augusto o Carlomagno. Utilizando el método que |>ro|>ia personalidad. No hay empresa histórica más personal que
algunos autores aplicaron a Cristo, se puede probar que hasta Na- escribir una vida de Jesús» u .
poleón no existió, como aconteció con el historiador R. Whateley Es absolutamente imposible escribir una biografía de Jesús sin
(1787-1863), contemporáneo del propio Napoleón 9 . lagunas y definir su personalidad a partir de sus palabras, actos
V comportamientos y de las grandes tendencias de su época. Los
evangelios aportan al historiador crítico un cúmulo de tradiciones,
b) No hay ni puede haber una biografía de Jesús II veces aisladas entre sí y apenas unidas exteriormente unas a
oirás, testimonios de fe del culto y resúmenes de predicaciones
Al discutir la imagen del Cristo dogmático de la fe tranquila se realizadas para el gran público, especialmente de la gentilidad.
intentaba, con los métodos e instrumentos de la moderna historio- El problema se torna aún más agudo cuando queremos, con los
grafía científica, reconstruir una verdadera imagen de Jesús de textos del Nuevo Testamento, definir la conciencia histórica de
Nazaret, independiente de los dogmas y de las interpretaciones Jesús. ¿Se consideró él Mesías e Hijo de Dios? ¿Se anunció a sí
de la fe. La preocupación de los historiadores y teólogos raciona- mismo como Hijo del hombre que vendría pronto sobre las nubes?
I.a indagación meramente histórica no nos ha podido dar hasta
3
Cf. A. Drews, Die Christusmythe (1909); H. Zimmern, Der Streit um die hoy ninguna respuesta segura. Entra aquí, además, otro factor que
Christusmythe
4
(Berlín 1910). liemos desarrollando más adelante: el llamado círculo hermenéu-
Los principales representantes son A. Kalthoff, Das Christusproblem. lico. ¿Podemos reconstruir la historia sin interpretarla al mismo
Grundlinien zu, einer Sozialtheologie (Leipzig 1904), y K. Kautsky, Der Ur-
sprung des Christentums (Stuttgart 1908). tiempo? El historiador aborda su objeto con los ojos de su época,
5
P. Alfaric, Origines sociales du Christianüme (París 1959). fon los intereses dictados por el concepto que él y su tiempo po-
6
7
R. Bultmann, Jesús (Buenos Aires 1968).
Para las fuentes véase C. K. Barret, Die Umwelt des Neuen Testamentes.
Ausgewahlte Quellen (Tubinga 1959) 21-28. "' Cf. Geschichte der Leben-Jesu-Forschung (Munich-Hamburgo 1966); id.,
8
5
Cf, W. Trilling, Jesús y los problemas de su historicidad, 62-66. Ir srrret historique de la vie de Jésus (París 1961).
Cf. W. Trilling, op. cit., 17. " Geschichte der Leben-J esu-Forschung, 48.
46 Jesucristo, liberador La historia de la historia de Jesús 47

seen de la ciencia, etc. Por más abstracción que haga de sí mismo, (Kf 1,10) o polo centralizador, donde todo adquiere su existencia
como sujeto, jamás puede salir de sí totalmente para alcanzar el y consistencia (Col 1,16-20).
objeto. Por eso, toda la vida de Jesús será necesariamente un Tal como se vislumbra a través de estas breves indicaciones,
pedazo de la vida del propio escritor. Siempre existirá una inter- • •iiilu autor procura, dentro de sus preocupaciones pastorales, teo-
pretación. Es un círculo del cual nadie podrá librarse. Tal hecho lógicas, apologéticas y vitales, responder a su modo a la pregunta:
queda demostrado por los propios evangelistas. Para Marcos, que ««'.Quién dicen los hombres que soy yo?». Cada autor sagrado ve
escribe alrededor del 65-69, Jesús es, ante todo, el Mesías Cristo ron sus ojos el mismo Jesús. Con ese material, que llegó hasta
escondido y el gran Liberador. El libera la tierra del demonio, allí nosotros a través del Nuevo Testamento, no podemos construir una
donde éste aparezca. Por eso, más que referir palabras y parábolas liiografía de Jesús que sea histórica y científicamente límpida.
de Jesús, cuenta sus actos y hechos milagrosos. Jesús es el vencedor
cósmico de la muerte y el demonio, el que libera la tierra de las
fuerzas alienantes y la introduce en la paz divina; sin embargo, c) ¿Primacía del Cristo de la fe sobre el Jesús histórico,
se niega a revelarse explícita y públicamente como el Mesías. de la leyenda sobre la historia,
Mateo, que predica para judeocristianos y griegos en Siria (en- de la interpretación sobre el hecho?
tre los años 85-90) ve en Jesús el Mesías Cristo profetizado y espe-
rado, el nuevo Moisés que trajo, en lugar de una ley mejor y un Ante el fracaso de la exégesis histórica para reconstruir exacta-
fariseísmo aún más riguroso, un nuevo evangelio. Jesús es aquel mente al Jesús histórico de Nazaret, Rudolf Búltmann extrae las
que muestra mejor que nadie y definitivamente la voluntad de últimas consecuencias: debemos abandonar definitivamente tal ten-
Dios, dónde encontrarla y cómo realizarla. Lucas, evangelista de los luliva y concentrarnos única y exclusivamente en el Cristo de la
gentiles y de los griegos, que escribe hacia los años 85-90, presenta (<• n. Es verdad que el método histórico-crítico nos proporcionó
a Jesús como el Liberador de los pobres, enfermos, pecadores y nlgunas informaciones seguras sobre el Jesús histórico, pero éstas
marginados social y religiosamente. El es el hombre que, al tiempo no permiten reconstruir una biografía. Además, tales informacio-
que se nos revela como Hijo de Dios, muestra a todos los hombres nes son irrelevantes para la fe, pues presentan a Jesús como un
su condición filial. Siguiendo el ejemplo de Cristo, el hombre se |>nifeta judío que predicaba una obediencia radical, exigía con-
sabe radicalmente transformado y situado dentro del reino de Dios. versión y anunciaba el perdón y la proximidad del reino. Jesús
Juan (escribió entre los años 90-100) ve en Jesús el Hijo eterno no es un cristiano, sino un judío, y su historia pertenece no a la
de Dios, el Logos que pone su tienda entre los hombres para ser historia del cristianismo, sino a la del judaismo: «la predicación
camino, verdad, vida, pan y agua viva. La figura de Jesús que de Jesús pertenece a los presupuestos de la teología del Nuevo
surge del evangelio de Juan es hierática y trascendente, movién- Testamento y no es una parte de éste» 13 ; es un presupuesto entre
dose siempre en la esfera de lo divino. Pero sólo Juan, y nadie más oíros, como la gnosis, el estoicismo, el mundo pagano de entonces
que él, es el teólogo para quien los hechos están en función de una con sus mitos y esperanzas. Búltmann insiste en una distinción to-
teología a punto de convertir el kerigma en historia. Su Jesús es mada de su maestro, que escribió un libro célebre, programático
i in ni toda discusión ulterior, Martin Kahler: El llamado Jesús his-
ya plenamente el Cristo de la fe. Pablo, que no conoció al Jesús
tórico y el Cristo predicado de la Biblia (1892) 14. Urge distinguir
histórico, es quien, por excelencia, anuncia al Cristo resucitado por
la fe como la nueva humanidad, el nuevo cielo y la nueva tierra ya
presente dentro de este mundo, como el único mediador y salvador 12
R. Búltmann, Jesús; Theologie des Neuen Testamentes (Tubinga 1965);
para la totalidad de la historia. El autor de las epístolas a los Co- Das Vcrháltnis der urchristlichen Christusbotschaft zum historíschen Jesús
losenses y Efesios (ciertamente un discípulo de Pablo), utiliza ca- iSil/.ungsberichte der Heidelberg Akademie der Wissenschaften. Philosoph-hist.
tegorías del pensamiento estoico y gnóstico para responder a la Klnsae 1960, 3; 1960).
" R. Búltmann, Theologie des Neuen Testamentes, 1.
pregunta: ¿ cuál es la función de Cristo en la redención del Cos- 14
Der sogenannte historische Jesús und der geschichtliche bihlische Chris-
mos? A Cristo se le llama entonces cabeza de todas las cosas tu* (Munich 1961).
48 Jesucristo, liberador La historia de la historia de Jesús 49

entre histórico en sentido estricto (historisch) e histórico en sen- villosamcnte por Dios para nuestra salvación. Jesús predicó el rei-
tido lato (geschichtlich), entre Jesús y Cristo. Por Jesús se debe no, la Iglesia predica a Cristo. El predicador es ahora predicado.
entender el hombre de Nazaret, cuya vida la historiografía crítica 3. En lugar de la obediencia radical y de la vivencia total del
ha procurado, en vano, reconstruir. Por Cristo hay que entender iimor exigidas por Jesús se introdujo la doctrina sobre Cristo, la
al Salvador e Hijo de Dios anunciado en los evangelios por la Iglesia, los sacramentos. Lo que para Jesús estaba en primer lugar
Iglesia. Historisch se aplica a los hechos del pasado demostrables viene ahora en segundo: la parénesis ética.
por documentos analizados críticamente según los métodos de la
ciencia histórica; geschichtlich alude a la significación que un Frente a esta distinción entre Jesús y Cristo se pregunta: ¿ qué
hecho asume para una época o para un grupo de personas dentro valor cristológico alcanza la humanidad histórica de Jesús? Es irre-
de la historia. Según esta distinción solamente el Jesús predicado levante, responde Bultmann. «De la vida de Jesús, el kerigma (la
es interesante para la fe, porque sólo la predicación (el Nuevo Tes- predicación) precisa solamente saber que Jesús vivió y que murió
tamento) —que podemos comprobar históricamente— hace de él en la cruz. Que no se necesita ir más allá lo demuestra cada cual
el Salvador del mundo. Por tanto, la renuncia al Jesús histórico ti su modo, Pablo y Juan» n . Para la fe sólo interesa saber que
se basa fundamentalmente en dos consideraciones según Bultmann: Jesús existió. Lo que realmente aconteció, la historicidad objetiva,
carece de importancia.
1. No podemos escribir una vida de Jesús porque nos faltan Creer en Jesús, según estas tesis, consiste no creer en su perso-
fuentes desinteresadas. Lo que podemos reconstruir como segura na, sino en la predicación sobre él, conservada en los evangelios.
históricamente es la figura de un profeta judío con un mensaje No es Jesús quien salva, sino el Cristo predicado. En la predica-
que es la radicalización de la fe del Antiguo Testamento. Ambas ción, él llega a cada uno personalmente. Ahora la predicación
cosas no tienen mayor importancia para la fe. lu hace la Iglesia. Por eso no hay fe en Cristo sin fe en la Iglesia,
2. La tarea de la teología no debe consistir en perder tiempo porque no hay Cristo sin la predicación anunciada por la Iglesia,
en la búsqueda del Jesús histórico, imposible de encontrar, sino en iíl estudio de las tradiciones y la investigación morfocrítica (Form-
la interpretación y traducción al lenguaje de hoy de la predicación Kcschichte) de los evangelios demuestra palpablemente el trabajo
apostólica que anunciaba a Jesús como Cristo, Salvador, Hijo del teológico, literario y redaccional de las comunidades primitivas.
hombre e Hijo de Dios. Debemos desmitologizar el mensaje del re- ¿Qué es la cristología entonces? «No es la doctrina sobre la
vestimiento sincretista que la cultura grecorromana le propor- naturaleza divina de Cristo, sino el anuncio, la interpretación de
cionó I5. lu le que me invita a creer, a tomar la cruz de Cristo, y así jus-
liíicado, participar de su resurrección» 18. Cristología es la palabra
La diferencia entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe puede de Dios que me llega hoy y ahora. Creer en Cristo, como los
resumirse en los siguientes puntos, según Bultmann 16 : evangelios lo predican, es experimentar y alcanzar la redención.
No obstante, debemos desmitificar las formulaciones evangélicas
1. En lugar de la persona histórica de Jesús, en la predicación y ver en ellas lo que significan para nuestra existencia. ¿Qué
apostólica (kerigma) se introdujo la figura mítica del Hijo de Dios. mentido tiene, por ejemplo, creer en la cruz de Cristo? No sig-
2. En lugar de la predicación escatológica acerca del reino de nifica creer en un hecho del pasado que se realizó con Jesús, sino
Dios hecha por Jesús, se introdujo en el kerigma el anuncio sobre i hacer de la cruz de Cristo la propia cruz, esto es, dejarse cruci-
Cristo muerto en la cruz por nuestros pecados y resucitado mara- l'iiuir con Cristo» 19. Creer en el Crucificado es despojarse'del yo.
Kn eso reside la salvación. La cristología se reduce a soteriología.
15
Cf. R. Bultmann, Das Urchristentum im Rahmen der antiken Religionen
(Hamburgo 1954).
16
Cf. R. Bultmann, Das Verhaltnis der urchristlichen Christusbotschaft " R. Bultmann, Das Verhaltnis der urchristlichen Christusbotschaft, 9.
zum historischen Jesús, 6; cf. W. Künneth, Glauben an Jesús? Christologie " R. Bultmann, Glauben und Verstehen I (Tubinga 1933) 260.
und moderne Existenz (Munich-Hamburgo 1969) 79-86. '" Id., Offenbarung und Heilsgeschehen (Munich 1941) 61.
4
50 Jesucristo, liberador La historia de la historia de Jesús 51
La cristología es «el esclarecimiento de la comprensión cristiana plctamente la encarnación. Cristo no es primariamente una idea y
del ser» 20, «la explicación de la comprensión de la fe del nuevo mi tema de predicación. Fue ante todo un ser histórico, condicio-
ser» 2 1 ; todo lo demás son «representaciones mitológicas y con- nado y adaptable. En su teología, no es la Palabra la que se hace
ceptos cultuales del sincretismo helenístico» 22. carne, sino la carne la que se hace palabra.
Con este enfoque se da una nueva radicalización. Si los teó- En la discusión de los problemas aquí expuestos se perfilan
logos e historiadores que buscaban el Jesús de la historia, dejan- dos orientaciones bastante nítidas: un gran número de discípulos
do aparte el Cristo de la fe y de las interpretaciones dogmáticas, de Bultmann no siguió al maestro en sus tesis radicales. Dio un
radicalizaban por un lado, Bultmann radicaliza por otro al intere- paso atrás: reasumió el problema del Cristo histórico. Así lo ex-
sarse por el Cristo de la fe y dando de lado al Jesús histórico, al pone J. M. Robinson: «Interrogarse sobre el Jesús histórico es ne-
que reduce a un punto matemático de su mera existencia 25 . cesario porque el kerigma quiere conducir al fiel a un encuentro
existencial con una persona histórica: Jesús de Nazaret...» 25. La
problemática posbultmanniana cambió los centros de interés. El pro-
3. EL RETORNO AL J E S Ú S HISTÓRICO. pio Bultmann lo reconocía en 1960: «Antes, la cuestión más im-
JESUOLOGIA Y CRISTOLOGÍA portante era establecer la diferencia entre Jesús y la predicación
Mobre Jesús. Hoy es al revés: el interés está en subrayar la uni-
Semejante posición de Bultmann, por fascinante que parezca, dad entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe» 26. Volver a la
plantea agudos problemas a la fe. ¿De dónde arranca ésta? ¿En búsqueda del Jesús histórico es un retorno crítico. Para todos es
qué se basa el kerigma? ¿Cómo distinguir la predicación sobre evidente que no se podrá jamás escribir una biografía de Jesús.
Jesús, de la ideología de un grupo, en torno a su figura? ¿Qué No obstante, a pesar del carácter cristológico, interpretativo y
fuerza hay detrás e impulsa la predicación? ¿Una idea, o una confesional que los actuales evangelios poseen, retratan una figura
persona histórica? ¿Se puede mantener una ruptura entre el Jesús de Jesús de extrema creatividad y originalidad: una figura in-
histórico y el Cristo de la fe? La muerte redentora y la resurrec- confundible e inmodificable; la concreción histórica y la especifi-
ción de Jesús, ¿son meras interpretaciones de la comunidad que cidad de Jesús brillan a despecho de todas las interpretaciones
hoy pueden rechazarse? ¿Estamos ante algo que acontece real- que las comunidades primitivas hicieron. Tal carácter de sobe-
mente en Jesús? 2 4 . ¿Se pueden identificar, como hace Bultmann, ranía y grandeza del Jesús histórico fue lo que motivó exactamen-
predicación, Jesús, Iglesia, Nuevo Testamento y Espíritu Santo? te el proceso cristológico y sus múltiples interpretaciones. En esa
Si identificamos a Jesús con la predicación de la Iglesia, perde- línea camina toda una corriente de la teología y de la exégesis
mos todo elemento crítico y toda posibilidad de protesta legítima; posbultmanniana, como dejaremos claro más adelante. La desmi-
se nos arrebata el patrón con que podemos medir a Marcos, Lucas, lificación del mensaje evangélico llevada hasta sus últimas con-
Mateo, Juan, Pablo y demás autores bíblicos y ver hasta qué secuencias originó otra corriente que desembocó, como veremos,
punto interpretaron y desarrollaron el mensaje originario de en un cristianismo ateo, posición no compartida por el maestro.
Jesús ante las nuevas necesidades de sus respectivas comunidades.
¿De dónde partimos para mantener una actitud crítica frente a la
Iglesia si Cristo, según Bultmann, es una creación de la fe de la a) La continuidad entre Jesús y Cristo:
propia Iglesia? Además, la cristología de Bultmann vacía com- la cristología indirecta

20 ¿Dónde radica la continuidad entre el Jesús histórico y el


Id., Glauben und Verstehen I, 263.
21
Ibíd. Cristo de la fe? En el análisis y elaboración de este problema se
22
Ibíd., 266ss. concentra, en gran parte, la indagación teológico-exegética católica
23
Bultmann, a pesar de todo, sabe y conoce mucho del Jesús histórico,
como
24
puede observarse en su libro Jesús de 1926. " James R. Robinson, Kerygma und historischer Jesús (Zurich 1960) 114.
Cf. R. Geiselmann, Die Frage nach dem historischen Jesús, 51ss. ™ R. Bultmann, Das Verhaltnis der uTchristlichen Christusbotschaft, 5-6.
52 Jesucristo, liberador La historia de la historia de Jesús 53
27
y protestante de los últimos años . Esa investigación reveló un Jesús: Mesías, Hijo de Dios, Señor, etc., para descifrar la autori-
dato muy importante, ya citado anteriormente: el modo de ac- dad, la soberanía y las reivindicaciones que emergían del modo
tuar de Jesús y sus exigencias, vinculando la participación en el de ser de Jesús. Desde entonces se comenzó a hablar de jesuología
reino y la venida del Hijo del hombre a la adhesión a su perso- (cómo Jesús se entendía a sí mismo y lo que de ello dejan entre-
na (cf. Le 12,8-10). La reivindicación que sostiene que con él ver sus palabras y actitudes) y de cristología (la explicitación
se ofrece la última oportunidad de salvación, que con él los realizada posteriormente por la comunidad). La cristología no
pobres son consolados y los pecadores reconciliados, implica una consiste en otra cosa que en hacer evidente aquello que se mani-
cristología latente, implícita e indirecta 2 8 . festó en Jesús. Lo que se manifestó en Jesús fue la inmediatez
Robinson, Kasemann s , Bornkamm x, Mussner 31 , Geiselmann, del propio Dios. Como bien señalaba G. Bornkamm, uno de los
Trilling, Pannenberg 3 2 y muchos otros aclararon cómo la auto- mayores estudiosos de Jesús en este siglo: «El hacerse presente
ridad y soberanía con que Jesús se enfrentó a las tradiciones de la realidad de Dios funda el misterio propio de Jesús» 3 3 . Si
legales e incluso su misma comprensión religiosa del Antiguo ruó es verdad, entonces el horizonte adecuado en el que debemos
Testamento estaban muy por encima de lo que un rabino co- ii bordar al Jesús histórico es el horizonte de la fe, porque solamen-
rriente podría haberse permitido. Jesús invade la esfera divina y le en él las actitudes y comportamientos de Jesús llegan a su
habla como quien está en lugar de Dios. Incluso el historiador natural comprensión y su correspondiente explicitación. De ahí
más exigente no puede dejar de observar que nos encontramos <pie un encuentro con los testimonios de la fe (los evangelios)
ante alguien que rompe las categorías humanas. Jesús poseía una ni unifica ya un encuentro con Jesús mismo. El Jesús histórico es
conciencia mesiánica, aunque ciertamente no la expresara me- «•I Jesús de la fe, no sólo porque los evangelios son testimonios
diante ninguno de los títulos escatológicos tradicionales, tales iln la fe, sino porque Jesús mismo fue un hombre de fe y un
como Jos de Mesías, Hijo del hombre, Hijo de Dios, etc. testimonio de fe *•.
La continuidad entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe A la luz de estos estudios se escribieron libros muy interesan-
reside, pues, en el hecho de que la comunidad primitiva ha tes sobre Jesús, en los que la historia, al ser comprendida sin los
explicitado lo que estaba implícito en las palabras, exigencias, ac- prejuicios rígidos de la crítica liberal del historicismo, nos ofrece
titudes y comportamientos de Jesús. Esta comunidad llama a un material histórico no para reconstruir una biografía, pero sí
27
pura una descripción esquemática bastante segura acerca de Jesús
Sobre la investigación de los últimos años, cf. W. G. Kümmel, Jesus- de Nazaret. Evidentemente, hubo también exageraciones en esta
joTSchung seit 1950: «Theologische Rundschau» 31 (1965/1966) 15-46;
290-315; F. Mussner, Leben-Jesu-Forschung, en LThK VI (1961) 859-864; línea. Así, E. Stauffer, en la euforia de un nuevo retorno crítico
J. Roloff, Das Kerygma und der irdische Jesús. Historische Motive in den ii 1 Jesús histórico, a través del análisis minucioso y erudito de las
Jesus-Erzahlungen der Evangelien (Gotinga 1970); M. Lehmann, Synoptische dientes indirectas sobre Jesús, como las antiguas relaciones, do-
Quellenanalyse und die Frage nach dem historischen Jesús (Berlín 1970); cumentos del tiempo de orden prosopográfico, político, jurídico,
M. Hengel, Nachfolge und Charisma (Berlín 1968); C. K. Barret, Jesús and
the Gospel Tradition (Londres 1967); cf. también el trabajo colectivo Zur moral, numismático y arqueológico, aumentados también con el
Frage nach dem historischen Jesús: «Biblische Zeitschrift» 15 (1971) 271-279; conocimiento más profundo de la literatura de Qumrán, de los
R. Pesch, Jesús ureigene Taten (QD 52; Friburgo 1970); P. Grech, Déve- ene ritos apocalípticos y de la polémica rabínica contra Jesús (es-
loppements récents dans la controverse sur le Jesús de Vhistoire: «Bulletin pecialmente el Midrás y el Talmud), intentó reconstruir una vida
de Théologie Biblique» 1 (1971) 193-217.
28
Cf. H. R. Balz, Methodische Probleme der neutestamentlichen Christolo- de Jesús estrictamente dentro de los criterios positivistas 35 . El
gie 29(Neukirchen 1967) 124ss; 218ss.
Das Problem des historischen Jesús, en G. Otto (ed.) Glauben heute " Jesús von Nazareth, 56.
(Hamburgo
30
1965) 96-112. " Cf. G. Ebeling, Jesús und Glaube, en Wort und Glaube (Tubinga 1960)
Jesús von Nazareth (Stuttgart 1956). 20:1-254.
31
Der historische Jesús und der Christus des Glaubens: «Biblische Zeit- " Cf. E. Stauffer, Jerusalem und Rom. im Zeitalter Jesu Christi (Berna
schrift»
32
1 (1957) 224-252. 1957); Jesús. Gestalt und Geschichte (Berna 1957); Die Botschaft Jesu damals
Grundzüge der Christologie (Gütersloh 1969) espec. 47-60. und heute (Berna 1959).
54 Jesucristo, liberador La historia de la historia de Jesús 55

interés de Stauffer es llegar al límpido mensaje primitivo de I uro 3 7 . Por eso no constituye una instancia superior, una esencia
Jesús y a su autoconciencia y, a partir de ahí, juzgar las varias divina que origina el mundo y concede premio o castigo conforme
teologías y cristologías elaboradas en las comunidades y conteni- ti lo que cada uno merece. Pensar así de Dios sería encuadrarlo
das en los evangelios. Para eso hace un trabajo despiadado de dentro de categorías metafísicas o lingüísticas y dejarse atrapar por
desbaste de todos los elementos que él juzga como no jesuánicos. lus estructuras del pensamiento antiguo, mítico y precrítico. Por
El resultado de su investigación se resume así: Dios se reveló n.so, tanto Braun como la teóloga protestante D. Sólle llegan a
en Jesús. La expresión de la autorrevelación divina está en la so- ul'irmar que la aceptación de la divinidad no es presupuesto para
beranía de Jesús expresada en los varios «yo soy» de Jesús tter cristiano. Se puede ser ateo y cristiano M. Ernst Bloch, avan-
(cf. Me 14,62). En consecuencia, el centro del mensaje jesuánico zando un paso más, formulaba, en el título de un libro suyo,
reside en una nueva moral, la del amor, contrapuesta a la moral la siguiente paradoja: «Sólo un buen cristiano puede ser un ateo,
de la obediencia introducida posteriormente por Pablo y por la y sólo un buen ateo puede ser un cristiano» 39. P. van Burén su-
Iglesia. Los evangelios actuales son producto de un proceso de K¡rió que se descartara definitivamente el nombre de Dios"'0. Evi-
rejudaización del cristianismo. La tarea especial de la cristología dentemente, estos autores radicales no pregonan un ateísmo vul-
debe consistir en la superación de la ética de la obediencia, que gar. Dios continúa desempeñando una función: la de símbolo para
tantos males ha ocasionado a lo largo de la historia cristiana, y ni comportamiento que Cristo exigió de todos: amor sin medida
en una desjudaización de la tradición jesuánica. El programa de y obediencia desinteresada a las llamadas de reciprocidad ilimi-
Stauffer fue mal acogido por la crítica 3 6 . Reconociendo la im- luda. Dondequiera que se dé esto, ahí está Dios presente (Braun) 41.
presionante erudición de sus obras y el calor apostólico de sus En la teología de la muerte de Dios se da una concentración
intentos, sus estudios representan un fruto anacrónico de la his- cristológica sin paralelo en la historia de la teología cristiana.
toriografía clásica de las vidas de Jesús. Jesús rechaza al Dios que ha muerto y lo sustituye. El es el ver-
dadero Dios; el Dios de la trascendencia, de la creación de los
atributos divinos muere dentro de nuestra cultura empírica, ex-
b) Concentración y reducción cristológica: perimentable, pragmática e inmediata. El Dios que se identificó
los teólogos de la muerte de Dios con nuestra situación, con nuestras tinieblas y angustias, ése es
til Dios divino, y se llama Jesús de Nazaret. Jesús llena el inmen-
Algunos discípulos de Bultmann, como H. Braun, D. Solle y so vacío y la tremenda ausencia provocada por la muerte de Dios.
P. van Burén, entre otros, radicalizaron aún más las posiciones Porque Dios no interviene y no hace triunfar su causa en el mun-
de Bultmann. Con éstos, la desmitologización alcanza no solamente do, entra Cristo en su lugar. «Consuela a aquellos a quienes Dios
al contenido del Nuevo Testamento, sino a los conceptos funda- aliandonó. Cura a aquellos que no entienden a.Dios. Satisface a
mentales de la religión, como la imagen de Dios. Después de iK|iiellos que sienten ansias de Dios» 4 2 . El es el protagonista de
Kant, piensa, por ejemplo, H. Braun, renombrado exegeta y teó-
logo de Maguncia, debemos excluir terminantemente cualquier •" H. Braun, Jesús. Der Mann aus Nazareth und seine Zeit (Stuttgart-Ber-
objetivación de Dios, incluso la denominación de espíritu y per- lni 1969) 170; cf. Post Bultmann, locutum. Discusión entre los profesores
sona. Dios no es objeto de conocimiento ni existe simplemente l>. II. Gollwitzer y D. H. Braun (Hamburgo 1965) 30.
como existen las demás realidades. Dios es un acontecimiento que '" Cf. D. Solle, Atheistisch an Gott glauben (Olten/Friburgo 1968).
" Atheismus im Christentum. Nur ein guter Christ kann ein Atheist sein.
se da en la vida del hombre y que hace posible el nacimiento del Nur ein guter Atheist kann ein Christ sein (Stuttgar 1969).
amor. De él reciben el malo y el desesperado esperanza y fu- 40
P. van Burén, The Dissolution of the Absolute (1965); Linguistic Analy-
sis and Christian Education (1965); El significado secular del evangelio (Bar-
c nimia
41
1967).
36
Cf. G. W. Kümmel, Jesusforschung seit 1950/11: «Theologische Rund- Post Bultmann locutum, 30.
schau» 31 (1966) 291ss; W. Marxsen, en «Theologische Literaturzeitung» 86 " D. Sólle, Stellvertretung. Ein Kapitel Theologie nach dem Tode Gottes
(1961) 38-41; E. Haenchen, en «Gnomos» 32 (1960) 552-556. (Smttgart-Berlín "1967) 184-185.
56 Jesucristo, liberador La historia de la historia de Jesús 57

Dios. Desempeña su papel en el mundo haciéndolo presente y uión de la existencia humana, en permanente interrogación sobre
tornando su ausencia menos dramática. Dios no habla jamás. Ha ni misma? ¿Qué es el Salvador? ¿La palabra y la interpretación
dejado de ser transparente para nosotros. Sin embargo, hay un ilr la existencia humana o el hombre histórico Jesús de Nazaret,
lugarteniente de Dios, Jesucristo. Dios se hace Jesús, débil e im- que dio origen a la palabra y a una nueva interpretación de la
potente en el mundo 43. Con eso resuelve el problema del dolor y existencia? Lo que los evangelios quieren anunciar es la presencia
del mal, que constituían la permanente piedra de argumentación do una nueva realidad y, por ello, de una nueva esperanza en
para todo el ateísmo. El Dios que el ateísmo, en nombre del mal ni corazón de la historia: Jesús resucitado, vencedor de la muerte,
de este mundo, pone en tela de juicio es el Dios todopoderoso, tldl pecado y de todo lo que aliena al hombre. No quieren anun-
infinito, creador del cielo y de la tierra, Padre y Señor cósmico. ciar primordialmente una doctrina nueva y una nueva interpreta-
En Jesucristo, Dios mismo asume el mal y el absurdo. Se identi- ción de las relaciones del hombre para con Dios. Lo que quieren
fica con el problema y lo resuelve, no en teoría, sino por la vida mostrar es la realidad de un hombre a partir del cual cada ser
y por el amor. Por eso sólo ese Dios es el Dios de la experiencia humano puede tener esperanza acerca de su situación delante de
cristiana. No es ya un eterno e infinito solitario, sino alguien Dios y del futuro que le está reservado: vida plena en comunión
dentro de nosotros y solidario con nuestro dolor y nuestra angus- con la vida de Dios; la carne tiene un futuro: la divinización; y la
tia por la ausencia y ocultamiento de Dios en el mundo. Es evi- muerte, con lo que significa, no volverá a darse. Ese hecho his-
dente que aquí se da no sólo una concentración cristológica, sino tórico asume un carácter universal y eterno, porque representa la
también una reducción de la realidad de Jesucristo. El Jesús que nnticipación del futuro dentro del tiempo.
los evangelios nos testifican no puede ser adecuadamente compren- Para muchos, esto es un escándalo. ¿Puede la palabra transmi-
dido sin una referencia explícita a Dios. Es verdad que en él se tir semejante hecho? ¿O la palabra es apenas un vaso frágil que
dio también la experiencia de la muerte de Dios. Pero eso no sig- lo contiene, pero que no puede ser identificado con la esencia
nifica de ninguna manera que él rechazara a Dios y liberara a preciosa? El Nuevo Testamento y la predicación de la Iglesia se
los hombres de toda la divinidad. Jesús actúa en su nombre. Anun- presentan como la palabra llena de autoridad y poder, que
ció el reino como reino de Dios y nos enseñó a llamarlo Padre contiene y comunica la realidad del hecho de Jesús, el Cristo. Pero
y a sentirnos sus hijos bien amados. Negar eso sería reducir la la palabra fecundada en el viejo mundo, ¿puede expresar ade-
cristología a mera fraseología. cuadamente el nuevo? ¿No es ella, antes que un balbuceo en torno
del misterio, antes que una respuesta humana y plena de fe, la
propia propuesta de Dios y de Cristo a los hombres? Una co-
c) Cristología de la palabra, del silencio y del balbuceo rriente de la teología afirma que el silencio habla más que las
palabras. De él nace la palabra fecunda. La sabiduría de la pa-
¿Cuál es el problema real que se esconde detrás de esta pro- labra es reconducir al silencio del misterio. Pero ¿no es en el
blemática que para muchos, con razón, no pasa de un problema amor donde reside la máxima realización de Dios y del hombre?
académico, fruto de un concepto de historia demasiado rígido, ela- El amor es silencio y palabra. No es sólo palabra, porque en cada
borado en algunos círculos europeos, especialmente alemanes, a uno y en Dios existe lo inefable. Tampoco es sólo silencio porque
partir del siglo x v m ? El problema real, en el fondo, se reduce el amor se comunica y exige un tú, la alteridad y la reciprocidad.
a esto: lo que la fe dice de Jesús como futuro del hombre y del Al hombre le cabe conocer el valor del silencio y de la palabra.
mundo, como la realización máxima de las ansias religiosas del A él le es dado, en primer lugar, balbucir sobre el misterio de sf
hombre de comulgar con la divinidad como el propio Dios encar- mismo, de Cristo y de Dios. En ello veía san Buenaventura la tarea
nado, ¿es una realidad dentro de la historia o sólo una proyec- de la teología y del teólogo. Ese poder balbucir se llama fe. No la
ción en el campo de las ideas y de los ideales de una interpreta- fe como modo deficiente del saber, sino como modo de compor-
tarse y de situarse en la realidad concreta ante las cuestiones úl-
43
Cf. D. Bonhóffer, Resistencia y sumisión (Barcelona 1969). timas del hombre, del mundo y de Dios.
58 Jesucristo, liberador

Aquí ya se trasciende la dimensión del saber como cuestionar ii) Interpretación filoso jico •trascendental de Jesús
científico. Pero se entra en otro horizonte donde la decisión libre
es tan determinante que crea otro universo de comprensión de la Esta corriente teológica, mantenida especialmente por teólo-
realidad. Fe y razón científica no están una en contra de la otra. m>n católicos 44 , parte también del problema de la desmitificación.
Son dos dimensiones diferentes y no dos modos de conocer dentro I'nra nosotros, innumerables afirmaciones, y de las más fundamen-
de la misma perspectiva. Por eso querer reconquistar un Jesús lulos, sobre Jesús son como mitos arcaicos: que Jesús sea al mis-
histórico a costa de un Cristo dogmático es confundir las dimen- mo tiempo Dios; que haya nacido de una virgen, etc. ¿Qué sig-
siones y comprender erróneamente la fe como forma inadecuada nifica para nosotros decir que Jesús es el Verbo encarnado?
e imperfecta de conocer. ¿Puede el propio Jesús histórico ser en- ¿Cómo podemos trasladar a nuestro horizonte de comprensión se-
tendido fuera de la dimensión de la fe si él mismo, Jesús de Na- mejante aseveración? Muchísimos entienden, de forma realmente
zaret, entendió toda su vida como vida de fe? ¿No es exactamente inilica y errónea, la encarnación de Dios: como si ésta suprimie-
la fe la atmósfera y el horizonte adecuado para comprender quién in totalmente la actividad humana; como si Jesús no hubiera par-
fue el Jesús histórico? No sin razón, la comunidad primitiva iden- ticipado realmente de nuestra condición humana con todo lo que
tificó al Jesús histórico carnal con el Cristo resucitado en la gloria. rila implica de incertidumbre, necesidad de creer y esperar, crecer,
Su historia va siempre unida a la fe, y por eso cualquier docetismo comprender y relacionarse con Dios. Si Jesús fue realmente Dios,
que reduzca a Jesús a la mera palabra (kerigma, predicación) o a ¿cómo puede la naturaleza humana ser asumida por Dios? Si
un mero ser histórico que finaliza con su muerte debe ser recha- Ji'sús-hombre pudo ser la encarnación del Verbo es porque existía
zado a priori. La Palabra se hace carne. Con esto se quiere decir ••mi posibilidad dentro de la naturaleza humana. Entonces, Jesús
que hay una historia del ser nuevo y escatológico, inaugurado de i'H un hombre como nosotros. Luego la naturaleza humana como
forma incomparable y única, con Jesús de Nazaret en su plena y luí comporta esa trascendencia y capacidad de relación con el Ab-
global potencia. Ese es el núcleo fundamental del mensaje cris- Miiluto. Ella se puede identificar con él y formar parte de su his-
tiano. Según sea el balbuceo desde y en torno a esta realidad, el toria. Por eso la cristología presupone una antropología trascen-
mensaje variará a lo largo de la historia, como varía también dental : el hombre, por su propia naturaleza, está llamado al Abso-
dentro del propio Nuevo Testamento. A veces vemos que esa dis- luto; ansia y espera unirse a él como sentido final de su homini-
cusión sobre el Jesús histórico y el Cristo de la fe envuelve el /.ación plena; la exigencia más radical de su existencia reside en
problema fundamental del cristianismo: ¿ surgió ya el homo re- lii posesión de un sentido radical de unidad con el Infinito. El
velatus, totalmente divinizado e inserto en el misterio de Dios, o es- hombre encuentra en sí este vigor y movimiento para lo trascen-
tamos todavía en ansiosa espera (Le 3,15), perdidos dentro del dente. Lo acepta en libertad. Reconoce que ese vigor existe en él,
viejo mundo y del ser alienado? El Nuevo Testamento es unáni- ili' hecho, como condición para que el Infinito mismo se comuni-
me en esto: la salvación ya apareció y se llama Jesucristo; él es que y venga a llenar la ansiedad del corazón humano. Ese mo-
el nuevo hombre, el primero que llegó al término; nosotros lo se- vimiento y apertura total del hombre no permanece vacío e irreali-
guiremos. zable en un eterno retorno y en una permanente situación de
Sísifo y Prometeo. Pero el Infinito mismo se autodá al hombre y,
preservada la alteridad de Creador-criatura, forma una unidad
44
4. OTRAS POSICIONES CRISTOLOGICAS EN LA ACTUALIDAD Véase el principal representante, K. Rahner, Jesús Christus, en LThK V
(l%0); Jesucristo, en Sacramentum Mundi IV (Barcelona 1973) 33-72;3 Pro-
Itlrmas actuales de la Cristología, en Escritos de Teología I (Madrid 1967)
Además de las posiciones a que nos hemos referido hay otras WW-222; Para la teología de la Encarnación, en Escritos de teología IV (Ma-
que marcan el horizonte de la reflexión sobre Jesús y su actua- iliiil 1964) 139-158; Christologie im Rahmen des modernen Selbst- und Welt-
viistandnisses IX (1970) 227-241; H. Küng, Menschwerdung Gottes. Eine
ción religiosa. Haremos mención de algunas. ICinfuhrung in Hegels theologisches Denken ais Prolegómeno zu einer künfti-
Itiin Christologie (Friburgo 1970; trad. castellana, Barcelona) espec. 647-670.
60 Jesucristo, liberador

reconciliadora de Dios con el hombre. El cristianismo vio en ti) Interpretación de Jesús según las categorías
Jesús de Nazaret la realización de esas ansias de la naturaleza de la psicología profunda
humana. Por eso lo llamaron Verbo encarnado, Dios hecho hom-
bre y Dios con nosotros. Aquí no se afirman cosas milagrosas y Otra corriente de reflexión, aun incipiente, aprovecha las ca-
extrañas, ajenas a las posibilidades ofrecidas por la naturaleza hu- tegorías de la psicología profunda, especialmente de la escuela
mana. Sino que se afirma la máxima realización del propio hom- de C. G. Jung, para comprender algunas facetas fundamentales
bre en Dios. Por eso Jesucristo, Dios y hombre, no es un mito, del fenómeno Jesús 4 6 . No se trata aquí —tema ya superado desde
sino la realización escatológica de la posibilidad fundamental que hace tiempo— de entender psicológicamente la vida consciente de
Dios puso dentro de la naturaleza humana. Jesús. Se trata de deslindar los condicionamientos del inconscien-
te colectivo implicados en la actuación de Jesús y en el movimien-
to desencadenado por él. El inconsciente se estructura en mitos y
b) Interpretación cósmico-evolucionista de Jesucristo arquetipos, símbolos e imágenes. Mito, para la psicología, no sig-
nifica, como para la historia de las religiones, leyenda sobre dioses
Esta misma línea de reflexión es la que llevan adelante y pro- i) cuento fantástico sobre seres supraterrenales con su destino, lu-
fundizan, en términos cósmico-evolucionistas, Teilhard de Chardin chas, derrotas y victorias de héroes. El mito es la forma en que lo
y sus discípulos 4 5 : no sólo la naturaleza humana está abierta a inconsciente colectivo representa para sí el sentido radical de las
lo trascendente, sino el proceso todo de la evolución ascendente. situaciones permanentes de la vida en relación con Dios, con el
Hay un movimiento de crecimiento, de unidad y conciencia que padre, con la madre, con la mujer, con el hombre, con el rey, con
atraviesa toda la línea de la evolución en sus diferentes estratos. «•I sacerdote, con los animales, con el mal, con el sexo, etc. El mito
Jesucristo, confesado y predicado en los evangelios y en la Iglesia, posee estructuras, lenguaje y lógica propios. No es absurdo ni ar-
representa el punto Omega de convergencia de todas las líneas liitrario, aunque pueda parecerlo a la razón analítica del conscien-
ascendentes de la evolución. Por él irrumpe toda la realidad dentro te, que se orienta en la verificación de los objetos. En él habla
del misterio de Dios, todo en todas las cosas. La encarnación de lo inconsciente y no lo consciente. De ahí que la investigación
Dios no significa solamente que un hombre, Jesús de Nazaret, meramente científica, «objetiva», difícilmente entiende el mito, por-
haya sido asumido. Significa también que toda la materia en evo- que lo aborda con categorías extraídas de la vida consciente. La
lución fue alcanzada, porque Jesús de Nazaret no es una mónada verdad del mito no reside tampoco en su realización «objetiva», en
perdida dentro del mundo, sino que es parte vital y resultado de el mundo de la realidad. La indagación «científica» y «crítica»
todo un proceso de millones y millones de años de evolución que así procede descalifica de inmediato el mito como fábula e
convergente. Jesucristo puede ser considerado como el mejor pre- ilusión. El error, por tanto, no está en el mito, sino en el estudioso
sente que la creación ofreció a Dios, y al mismo tiempo, el mayor que falsea totalmente la perspectiva al pretender que el hombre
presente de Dios a los hombres: en él, los caminos del mundo se es únicamente racionalidad y vida consciente. El consciente y el
entroncan con los caminos de Dios y se llega a una culminación mundo de los objetos, como muy bien decía Freud, no son sino
irreversible y a la consecución de la propia meta -hacia la que la punta saliente del iceberg, que en gran parte se esconde debajo
tienden todas las fuerzas de la evolución. del agua (inconsciente). Desmitificación no significa desenmascarar
el mito confrontándolo con la realidad objetiva, pues esto sería no
comprender el mito, sino tomar el mito como lenguaje del incons-
ciente, aceptarlo como una forma legítima de comprensión lógica
46
Véase especialmente K. Niederwimmer, Jesús (Gotinga 1968); W. W.
45
Cf. nuestro libro El evangelio del Cristo cósmico, publicado en esta Meissner, Foundations for a Psychology of Grace (New Jersey 1966); H. Hara-
misma obra; P. Schellenbaum, Le Christ dans FEnergétique teühardienne da, Cristologia e Psicología de C. G. Jung: REB 31 (1971) 119-144, con bi-
(París 1971). bliografía.
62 Jesucristo, liberador

e integrarlo en el proceso de individualización de la personalidad. d) Interpretación secular y crítico-social de Cristo Jesús


Buscar el sentido del mito no es detectar su origen genético, si
procede de los persas o de los griegos, ni descifrar las tradiciones Esta corriente de la teología católica y protestante 4 7 es una
que lo configuraron. El sentido y la verdad del mito reside en la clara consecuencia del carácter privatizado que el mensaje de
fuerza interpretativa que posee para el esclarecimiento de la exis- Cristo asume en la tradición de la Iglesia y en la teología más
tencia. Así, en Jesús, el mito del reino de Dios, expresado en sím- moderna de orientación trascendental, existencial y personalista.
bolos apocalípticos, representa la búsqueda y la promesa de la El mensaje revolucionario de Cristo se reduce a la decisión de fe
realización plena del sentido de toda la realidad: la irrupción de del individuo, sin relación con el mundo social e histórico en que
la meta de la historia es inminente. Esto supone una crisis radical está inserto. Las categorías en que el mensaje se anuncia fueron
para el consciente, que debe reorganizar su orden existencial y extraídas de lo íntimo, de lo privado, del yo-tú, de las relaciones
hacer surgir un arquetipo de inconsciente que le transformará el interpersonales. La conversión se reduce también al ámbito de lo
horizonte de la existencia. Con la predicación de Jesús se da de privado como transformación de la vida de la persona, sin inter-
forma definitiva la irrupción del sentido de la existencia como co- ferencia en el contexto político social, que permanece resguardado
munión y participación de todo con Dios. El mito del reino impli- de cualquier crítica. Los evangelios y el mensaje de Cristo, sin
caba una nueva imagen de Dios. No ya el Dios-ley, sino el Dios- embargo, perfilan una dimensión pública. Chocaron con el con-
Padre, que llamaba indiscriminadamente a todos los hombres, bue- texto social y político de entonces. La muerte de Cristo tuvo como
nos y malos, justos e injustos, a participar en el reino. Eso generó telón de fondo una intriga de orden político. Su mensaje mismo
un conflicto en los judíos con la consecuente eliminación de Jesús. acerca del reino, aunque no fuera partidista, poseía una innega-
Jesús, a su vez, soportó el conflicto como forma de reconciliación ble connotación política, en el sentido que esa palabra posee en
con los propios verdugos. Predicó el amor. Muerto por odio, en- la tradición clásica, de interferir en la vida pública, en las relacio-
señó el perdón. Asimismo creó un nuevo horizonte de confrater- nes del hombre con el mundo y con los otros hombres. El reino de
nidad con el mismo Padre, que trasciende todas las limitaciones. Dios no puede ser reducido a la dimensión espiritual, como tampo-
La resurrección vino a confirmar la inauguración del nuevo ser y co el perdón de los pecados y la reconciliación con Dios. Implica
del sentido radical de la vida, como vida eterna, nunca más ame- una transformación de las personas, del mundo de las personas y
nazada por la muerte. Y en tanto el mito no se realice en todos los del cosmos. Jesús da a su predicación un fuerte contenido crítico
hombres y en el cosmos, no podrá ser totalmente desmitologizado frente a las tradiciones sociales y religiosas de su pueblo y a los
ni perderá su capacidad de ilusión. En esa perspectiva existen cánones de la religión veterotestamentaria. Todo eso ha ido sien-
preciosas intuiciones que vienen a esclarecer puntos oscuros y de do espiritualizado poco a poco en la Iglesia, marginado y por fin
permanente incomprensión en el mensaje de Jesús, como el anun- perdido como valor histórico de protesta y crítica en nombre de
cio inminente de la venida del reino, el conflicto con la ley y la libertad de los hijos de Dios contra la manipulación de la re-
otros. Una concepción racionalista, y con criterios sacados sola- ligión, para legitimar intereses de grupos religiosos o eclesiásticos.
mente de la vida consciente, llevó a Albert Schweitzer a afirmar Esta tendencia teológica a la que nos estamos refiriendo resalta
que Jesús, con su predicación del reino, se equivocó miserablemen- en Jesús y en su mensaje exactamente los elementos de crítica, de
te, y que por eso no podía ser Dios. Consecuentemente, abandonó contestación y liberación que, releídos en nuestro contexto cultu-
la teología, estudió medicina e intentó vivir con admirable fideli-
dad hasta el fin en Lambarene (África) lo que le quedó del evan- 47
Cf. J. B. Metz, Teología del mundo (Salamanca 1970); id., El problema
gelio de Cristo: su mensaje ético de amor y de humanidad para de la teología política: «Concilium» 36 (1968) 385-403; J. B. Metz, J. Molt-
con todos los hombres, especialmente los más descalificados. mann, Oelmüller, Kirche im Prozess der Aufklárung. Aspekte einer politischen
Theologie (Maguncia 1970); J. B. Metz, La fe, en la historia y la sociedad.
Esbozo de una teología fundamental para nuestro tiempo (Ed. Cristiandad,
Madrid 1980); J. Moltmann, Teología de la esperanza (Salamanca 1970);
F. Gogarten, Jesús Christus, Wende der Welt (Tubinga 1966).
64 Jesucristo, liberador La historia de la historia de Jesús 65

ral, ganan especial importancia religiosa y política. El mensaje lian en su nombre y usan la fuerza para destruir a todos «los
de Cristo conlleva una función crítico-liberadora contra situacio- enemigos de Dios». Se olvidó rápidamente, en los escaños oficiales
nes represivas, ya religiosas, ya políticas. El no vino a fundar de la Iglesia posconstantiniana, la violenta crítica promovida por
una nueva religión, sino a traer un nuevo hombre. Por eso Jesu- Jesús contra la forma de ejercicio del poder en el mundo antiguo:
cristo y su misión no pueden ser encuadrados nunca dentro de cá- «Vosotros sabéis que los jefes de las naciones las gobiernan como
nones religiosos. Trasciende lo sacro y lo profano, lo secular y lo señores absolutos y que los grandes las oprimen con su poder.
religioso. Por eso la Iglesia no puede identificarse con Jesucristo Pero no debe ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar
ni con el reino de Dios. Ella misma cae bajo la reserva escatoló- a ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor, y el que quiera
gica, es decir, no es término o fin en sí, sino el instrumento ser el primero entre vosotros, sea vuestro esclavo, tal como el
y el sacramento del reino. A ella le cabe la función de llevar Hijo del hombre, que no ha venido a ser servido, sino a servir y
adelante la causa liberadora de Cristo, no sólo en el ámbito dar su vida como rescate por muchos» (Mt 20,25-38; Le 22,25-27;
personal, llamando a la conversión, sino también en la esfera Me 10,42-45). Por tanto, según Jesús, la jerarquía (poder sacro) es
pública, instándola a una permanente transformación, para un propia de los paganos, y la jerodulía (sacro servicio), propia de los
crecimiento en el que no cabe estratificación o fijación absoluti- cristianos. Y la Iglesia en la historia sucumbió a la tentación del
zantes. Ante esta situación definitiva, que todavía se ha de mani- poder en estilo pagano, con dominación y títulos honoríficos,
festar, todo, en el tiempo presente, eclesiástica, dogmática y polí- aprendidos en las cortes romanas y bizantinas. Toda la vida humil-
ticamente, es relativo y susceptible de perfeccionamiento y crítica. de de Cristo pobre fue releída dentro de las categorías de poder. La
Ahora bien, tal comprensión obliga a una crítica muy seria dentro escultura y la pintura, hasta fecha reciente, nos presentaban el na-
de la propia Iglesia y no solamente fuera de ella. Por ejemplo: cimiento de Cristo como la parusía de un emperador romano, ro-
con demasiada facilidad se utilizó a Cristo para justificar posicio- deado de joyas y con aires principescos. Los pobres pastores se
nes de hecho de la Iglesia. De este modo surgió una llamada transformaban en príncipes, el humilde pesebre en cámara real,
«cristología política» ^ para legitimar a la Iglesia triunfante de la Virgen Santísima y san José en personajes de corte. Los mila-
las persecuciones y considerarla, por designio de Dios, heredera gros y la predicación de Cristo aparecían revestidos de un nimbo
del Imperio Romano. La pax romana, decían nuestros Padres de lujo y esplendor que espantaban a los pobres y avergonzaban
del siglo III como san Cipriano, es sustituida por la pax christiana. a los contritos de corazón. Y fue exactamente con ellos con quienes
Y al poco tiempo se fundaba el Sacro Imperio Romano. A Jesús Cristo se identificó y a los que anunció una gran alegría. Las con-
no se le presenta entonces como al amigo de todos, en particular secuencias para la piedad y para la praxis eclesial fueron desastro-
de los pobres y humillados, sino como el Emperador, Proclamador sas, como lo demuestran investigadores católicos de la talla de
de leyes, Juez, Filósofo, Señor cósmico y Pantocrátor 4 9 . Basta Jungmann y Karl Adam ^ : en vez de sentirse bondadosamente aco-
ver las imágenes de Cristo en las grandes iglesias a partir del gidos por el Padre, tuvieron miedo; en vez de inmediatez filial, cre-
siglo m . Se reemplaza a Jesús de Nazaret, débil en el poder, pero ció el recelo ante Cristo-Emperador; en vez de sentirse todos her-
fuerte en el amor, que renunció a la espada y a la violencia con- manos, se veían insertos en una trama jerárquica que se interponía
denándolas, por el Cristo político, constituido por la resurrección entre Cristo y los fieles. Como consecuencia, se comenzó a venerar
en Señor del mundo. Sus representantes, papas y obispos, gobier- mucho más a los santos que a Cristo. Ellos estaban más próximos
y podían servir de mediadores ante él. Además de los santos sur-
,8
H. Schmidt, Algunas cuestiones en torno al problema de la «cristología gió un sinnúmero de sacramentales, creando un cosmos sagrado
política»: «Concilium» 36 (1968) 463-475; W. Elert, Das Problem des poli- en el que el pueblo sencillo podía vivir su experiencia religiosa, ya
tischen Christus, en Der Ausgang der altkiichuchen Christologie (Berlín 1957)
26ss. que se sentía alienado por la politización de la figura de Cristo y
45 de las estructuras de la Iglesia. Y eso perdura profundamente en el
R. Hernegger, Christus in der Kunst des 3. Jahrhunderts, en Macht
Ohne Auftrag (Olten-Friburgo 1963) 103-106; id., Die Verschmelzung des
Christusbildes mit ¿ero Kaiserbild, 267-280. 50
Cf. R. Hernegger, op. cit., 179-180 con bibliografía.
s
66 Jesucristo, liberador La historia de la historia de Jesús 67

inconsciente religioso y cultural de nuestro cristianismo occidental. cantes, ligadas con el poder y hasta diabólicas» 52. La protesta es-
Como surge de esta breve exposición, si entonces Cristo fue politi- lulla inexorable y sin compasión: «Oh generación de mediana
zado para justificar situaciones de hecho en la Iglesia, hoy se da el edad, necesitáis unos fuertes tragos de bebida para tener el coraje
camino inverso: se impone la tendencia de presentar un Cristo de conversar con un ser humano. Mírense ustedes, precisan de la
apolítico, privatizado, que habla solamente al espíritu y al alma mujer del prójimo para darse cuenta de que están vivos; mírense
para, con la misma preocupación ideológica, justificar una posi- explorando la tierra, el cielo y el mar, teniendo como meta el lucro
ción de la Iglesia instalada que disfruta de sus triunfos históricos, y llamando a todo esto gran sociedad. ¿Son ustedes acaso quienes
aunque organizada en estructuras anacrónicas que llegan a poner nos van a decir cómo hay que vivir? Ustedes bromean» S5. Y así
en peligro la propia esencia y la vida interna del cristianismo en surgió el movimiento de la anticultura, predicado y vivido especial-
vastas regiones del mundo. Una visión crítico-social de Jesús y su mente por la juventud hippy. En ellos, la búsqueda de paz y amor,
mensaje debe estar atenta a las ideologizaciones por las que puede más allá de los intereses de lucro, para encontrar el sentido de la
ser maniobrada la Iglesia. Jesús es un elemento de permanente crí- espontaneidad, la amistad, la fraternidad universal, se hace una
tica interna; es incómodo. No se deja domesticar por ningún sis- pasión colectiva. Primero se intenta por la liberación sexual, por
tema teológico. Pero se deja amar por la fe liberadora. el alcohol y por la droga. Después por la meditación trascendental
de Maharischi Manesh Yogi, profeta de los Beatles. Por fin descu-
brieron a Jesucristo. Se le ve, ama, admira y sigue como a un Super
e) El significado de la experiencia de Cristo Star, como aquel que primero vivió, y luego predicó aquello que
en la juventud de hoy todos buscan: paz, amor, solidaridad y comunión con Dios. El vale
más que un viaje de LSD. Es una tremenda experiencia que curte.
En ese contexto de reflexión, la nueva experiencia de Cristo en Se saludan con frases extraídas del Nuevo Testamento, visten cami-
la juventud de hoy adquiere una gran importancia social y religio- sas estampadas con la figura de Cristo, recitan como jaculatorias:
sa. Desde la década de los sesenta en el mundo occidental, especial- Jesús es la salvación; el Mesías es el mensaje; volvamos a Jesús; él
mente capitalista y posindustrializado, se percibe una frenética llega; no tarda. Sin embargo, debemos ser críticos frente a este
agitación en los medios estudiantiles 51. Surge un impresionante mo- movimiento 54 , que debe hacer pensar a la sociedad y a la Iglesia.
vimiento de protesta contra los cánones de los valores fijos y tradi- La sociedad moderna, secular, arreligiosa y racionalista creyó haber
cionales de nuestra sociedad. La utopía de una sociedad de consu- respondido con su abundancia económica a los problemas funda-
mo global y sin necesidades se revela realmente como una utopía mentales del hombre. Lo que hizo fue unidimensionalizarlo. Redu-
ilusoria. La técnica, en vez de liberar, esclaviza en forma más sutil cir a la esfera individual el problema del sentido de la vida, de Dios
a los hombres. La sociedad urbana y la tecnología secular y empí- y de Jesucristo. Dios es inútil. No vale como factor económico. Pero
rica, en lugar de crear mayores condiciones de libertad personal, el hombre es más que la economía y la boca que come. Busca insa-
cercenan más profundamente a los ciudadanos. Como decía un ana- ciablemente otro pan que debe saciarlo de raíz. Busca descifrar el
lista de la juventud norteamericana contemporánea: «Durante tres- misterio que envuelve nuestra vida, que se llama Dios y que se
cientos años, la ciencia y la tecnología científica gozaron de una manifestó en nuestra carne y cuyo nombre es Jesucristo. El es el
reputación merecida e irreprimible: fue una maravillosa aventura, sentido radical de la existencia. El movimiento juvenil debe llevar
que repartía beneficios y libraba al espíritu de los errores de la su-
perstición y de la fe tradicional... En nuestra generación, entretan-
* «Jornal do Brasil» (22-8-1971) cuaderno B, p. 4.
to, pasaron a los ojos de muchos, y principalmente de los jóvenes, a 53
Frase de un líder hippy: «Jornal do Brasil» (18-9-1969) cuaderno B. p. 1.
54
ser vistas como esencialmente deshumanizadas, abstractas, masifi- La revista alemana «Weltbild» (20-11-1971), Jugend im Jesusrausch und
was dann?, notificaba que, poco a poco, industriales americanos apoyan el mo-
51
vimiento en torno a Jesús. Es un excelente sedante para que la juventud «no
Véase el artículo bien documentado de mi alumno José Ariovaldo da se rebele» contra el orden establecido, en el que advierte innegables injusti-
Silva, A experiencia de Cristo na juventude de hoje: REB 32 (1972) 383-398. cias y discriminaciones (p. 26).
68 Jesucristo, liberador

también a la Iglesia a una reflexión cristológica. ¿Por qué esos jó- II


venes no se afilian a la Iglesia? ¿ P o r qué su Jesús no es el Jesús de
la predicación, de los dogmas, sino el de los evangelios? Para mu- ¿COMO LLEGAMOS A CONOCER A CRISTO?
chos de ellos Jesucristo ha sido un prisionero de la Iglesia, de su
interpretación eclesiástica y de la casuística dogmática. Jesús perdió EL PROBLEMA HERMENEUTICO
su misterio y la fascinación sobre los hombres. Se le encuadró
dentro de una estructura eclesial. Necesitamos liberar a Jesús de la
Iglesia para que nuevamente pueda hablar y crear la comunidad, Preguntar por Jesús de Nazaret es preguntar por una persona.
que entonces se llamará con razón Iglesia de Cristo. Es sintomático Preguntar por una persona es tocar un misterio insondable. Cuanto
que la canción Jesucristo, yo estoy aquí haya sido cantada por mi- más conocido, más se abre al conocimiento. No podemos preguntar
llones de personas. Se daba una nueva parusía de Jesús dentro de por una persona sin dejarnos envolver en su atmósfera. Definiendo
la vida de muchos, en un grito de fe, de esperanza, de deseo de que a Cristo estamos definiéndonos a nosotros mismos. Cuanto más nos
la misión de Cristo sea cumplida, que es la de «unir a toda la huma- conocemos, más podemos conocer a Jesús. Al intentar situar en el
nidad en una única multitud, en una única raza, en una sola nacio- contexto de América Latina nuestra posición ante Jesús, incluimos
nalidad, en busca de un solo ideal: el encuentro con Dios —un en esa tarea todas nuestras particularidades, nuestra vida y nues-
único Dios, aunque adorado de manera diferente por los fieles de tras preocupaciones. De este modo él prolonga su encarnación den-
todas las religiones— en un camino de paz y de amor» S5. Este re- tro de nuestra historia y revela una faz nueva, especialmente cono-
torno a Jesús puede ser un signo de los tiempos, como aseverara cida y amada por nosotros.
don Paulo Evaristo Arns, arzobispo de Sao Paulo x, un signo de un
retorno hacia lo esencial que puede realmente henchir una vida y el Las cuestiones enunciadas anteriormente agudizan la pregunta
corazón de los hombres: «Jesús representa el amor en el mundo. Es sobre cómo llegamos a conocer a Jesucristo. Para la mayoría, la res-
una especie de faro. Su mensaje de amor nos permite descubrir a puesta es muy clara: por los escritos del Nuevo Testamento, espe-
los otros y amarlos tal como son» 51. En él brilló por anticipado lo cialmente por los evangelios. Basta interpretarlos correctamente
radicalmente humano, como en el primer momento de la escatología, (hermenéutica) para aclararnos acerca de Jesús. Semejante respues-
lo humano buscado locamente por la nueva generación. ta, aunque parece evidente, encierra una problemática muy intrin-
cada, llamada problema hermenéutico (interpretación) ', tema cen-
tral de la filosofía moderna y de la teología y exégesis de siempre.

1. LA HERMENÉUTICA HISTORICO-CRITICA

P a r a c o n o c e r a J e s ú s n e c e s i t a m o s c o n f r o n t a r c r í t i c a m e n t e los
d o c u m e n t o s l i t e r a r i o s q u e h a b l a n de é l : los e v a n g e l i o s . Esta t a r e a

1
Citemos la principal bibliografía que atañe específicamente a nuestro
tema: Varios, Die neue Hermeneutik (Zurich-Stuttgart 1965); G. Stachel, Die
neue Hermeneutik (Munich 1967); R. Marlé, Le probleme théologique de
l'herméneutique (París 1965); H. Cazelles, Écrilure, Parole et Esprit. Trois
55
«O Cruzeiro» (15-9-1971) 286. aspects de Vherméneutique biblique (París 1970); F. Ferré, Le langage re-
56 ligieux a-t-il un sens? Logique moderne et foi (París 1970); W. Kasper, Das
Cf. «Fatos e Fotos» (23-9-1971) 22; B. Haering, II Gesü degli hippies:
«La Famiglia Cristiana» (28-11-1971) 7. Verstdndnis der Offenbarung (Das hermeneutische Problem), en Handbuch
57 der Verkündigung I (Friburgo 1970) 79-96; R. Bultmann, Das Problem der
De una pareja joven en «Tribuna Ilustrada» Campiñas (SP) (agosto
1971) 4. Hermeneutik, en Glauben und Verstehen II (Tubinga 1965) 142-150.
70 Jesucristo, liberador ¿Cómo llegamos a conocer a Cristo? 71

presenta dificultades internas porque se trata de documentos es- salen, proceso, muerte y resurrección en la ciudad santa) y conside-
critos hace cerca de dos mil años y dentro de una mentalidad pro- ra las perícopas (formas) en sí mismas. Estudia el medio vital en el
fundamente distinta de la nuestra, precientífica, mítica y acrítica. ([ue maduraron: la catequesis, el culto o la predicación a los paga-
El método histórico-crítico intenta desentrañar —en la medida de nos; busca ver si se trata de un dicho jesuánico (del propio Jesús)
lo posible— el sentido originario del texto, más allá de las inter- o si ya ha sido trabajado e interpretado por la comunidad o incluso
pretaciones posteriores y de nuestra propia comprensión. El elemen- elaborado por la propia comunidad (que se sentía unida al Resuci-
to de novedad entre el sentido del texto y nuestro modo de ver cons- tado y llena de su Espíritu) y colocado en boca de Jesús. El estudio
tituye un elemento esencial en la comprensión correcta del mensaje de los evangelios fue así extremadamente minucioso y exigente. No
de Jesús. El método histórico-crítico nos obliga a auscultar el men- siempre se podrá asegurar si tal palabra viene o no de Jesús, aun-
saje antiguo, a distanciarnos críticamente del presente y a pre- que en la elaboración actual aparezca como pronunciada por él.
guntarnos a partir de lo analizado y extraído del texto. Esto no tie- Nuestro estudio, a lo largo de todo el libro, tiene presente el mé-
ne por qué ser un puro arqueologismo, sino un motivo para ampliar todo de las formas. A veces hemos tomado decisiones de orden teo-
nuestro horizonte, poner en tela de juicio nuestras evidencias que lógico basadas en una reflexión crítica inspirada en ese método.
parecían incuestionables y crear espacio interior para una posible Otras veces hemos interpretado un texto como no jesuánico (espe-
metánoia (conversión). cialmente en lo que se refiere a los títulos de Jesús), aunque la tra-
La indagación histórico-crítica de los evangelios, como ya hemos dición común y sin preocupaciones críticas lo hubiese siempre in-
dicho, ha demostrado, que tal como actualmente se presentan, los terpretado como procedente de él.
evangelios son el resultado final de un largo proceso de reflexión,
predicación y catequesis que la comunidad de los discípulos ela-
boró sobre Jesús. Podemos decir también que los evangelios actua- b) El método de la historia de
les representan la cristalización de la dogmática de la Iglesia pri- 3
la tradición («Traditionsgeschichte»)
mitiva. A través del método histórico-crítico pueden destacarse las
varias partes de un texto o de una perícopa evangélica, las inter- Este método prolonga y profundiza el anterior; estudia las tra-
pretaciones y las influencias sufridas en la tradición y bajo qué diciones de los textos actuales y comprueba la actividad creadora,
aspecto teológico fueron finalmente escritas. Los evangelios contie- ya de la teología, ya del culto de la comunidad primitiva. Los evan-
nen poco del Jesús histórico, tal como él fue y vivió, pero mucho gelios no son solamente libros sobre Jesús, sino mucho más, libros
sobre la reacción de fe de los primeros cristianos, quienes reflejan que reflejan las tradiciones y el desarrollo dogmático de la Iglesia
las palabras de Cristo confrontándolas con las situaciones vitales de primitiva. Tomemos como ejemplo la difícil parábola del adminis-
su medio ambiente. trador infiel que perdona la deuda de sus clientes para conquistar
La exégesis crítica desarrolló varios métodos para el estudio amigos (Le 16,1-3) 4. En esta parábola encontramos varias partes:
de los textos evangélicos. la primera proviene del Jesús histórico (vv. 1-7) : alude a un frau-
de que llamó la atención en su época. Saca una lección: así como
a) El método de la historia de el administrador deshonesto aprovechó el tiempo para garantizar su
las formas («Formgeschichte») 2 futuro antes que el juez interviniera, el hombre debe hacer lo
mismo: aprovechar el tiempo y asegurarse un puesto entre el nú-
Este método muestra el encuadramiento actual en el que se pre- mero de los que irán a heredar el reino, pues con Jesús llegó la úl-
sentan los evangelios (predicación de Jesús en Galilea, viaje a Jeru- tima hora. Los ambientes cristianos primitivos, sin embargo, aña-
2
Cf. K. Koch, Was ist Formgeschichte? Neue Wege der Bibelexegese
(Neukirchen 1967); H. Zimmermann, Neutestamentliche Methodenlehre. 3
Cf. H. Zimmermann, Neutestamentliche Methodenlehre, 175ss.
Darstellung der historisch-kritischen Methode (Stuttgart 1968; trad. española: 4
Véanse las explicaciones en T. Maertens, J. Frisque, Guía de la Asamblea
Los métodos hislórico-críticos en el Nuevo Testamento, Madrid 1969) 128-213. Cristiana VII (Madrid 1960).
72 Jesucristo, liberador ¿Cómo llegamos a conocer a Cristo? 73

dieron a esta palabra y lección de Jesús otra interpretación surgida evangelistas eran teólogos con sus interpretaciones personales y tí-
de la experiencia cotidiana: «Los hijos del mundo son más astutos picas. Eso prueba cuan verdadera es la frase de que los actuales
para sus cosas que los hijos de la luz» (Le 16,8b). Es una compro- evangelios no son biografías de Jesús, sino martyria, esto es, testi-
bación desoladora: los cristianos, en asuntos de negocios, estarán monios de fe sobre el significado de su vida, muerte y resurrección.
siempre en una situación de inferioridad, porque no pueden echar Este método subraya que las perícopas no pueden ser interpretadas
mano de los medios ilícitos utilizados por los hijos de las tinieblas. en sí mismas, sino siempre dentro del contexto, creado por el último
La parábola, en ese nivel de la tradición, refleja la resignación de redactor, quien ofrece así un comentario. Si se comparan los tres
los cristianos. En otro ambiente, la parábola se interpretó tradicio- evangelios sinópticos, se ve claramente el trabajo de redacción de
nalmente de manera diferente, sacando una lección sobre el uso del cada evangelista por las correcciones en el estilo, por la omisión de
dinero: «Haced amigos con las riquezas injustas, para que, cuando una palabra o texto que no cabía dentro de su perspectiva teológi-
lleguen a faltar éstas, os reciban en las eternas moradas» (v. 9 ) . Lu- ca, por la adición de otra palabra o de una tradición, por la refe-
cas, que recogió la parábola, asumió también esta interpretación, rencia frecuente a textos del Antiguo Testamento (especialmente
aunque con una preocupación teológica clara en favor de los pobres, Mateo), por la dramatización de una escena o por la acentuación
herederos naturales del reino. Si los ricos también entran en el reino de un determinado tema, como en Lucas el de los pobres, las muje-
es porque se despojaron de su dinero y se hicieron pobres. Una res, los paganos, etc.
lección escatológica expuesta por Cristo (el reino está próximo, urge En conclusión, podemos decir que la tradición de la comunidad
ser hábil para entenderse con sus enemigos y asegurar su porvenir) primitiva conservó de Jesús solamente lo que desempeñaba un pa-
se enriqueció con otras dos interpretaciones de las comunidades pri- pel para la vida y la fe de la respectiva comunidad. Hubo, pues,
mitivas, una en función de la resignación de los cristianos en los una filtración impuesta por la vida y por la evolución posterior a
negocios terrenales y otra sobre el uso correcto de la riqueza, en el la muerte y a la resurrección. Es posible que algunos elementos pre-
sentido del despojamiento por causa del reino. La redacción actual ciosos de la predicación de Jesús se hayan perdido irremediable-
de la parábola pone todo en boca de Cristo. Sin embargo, el estu- mente. Además, la comunidad primitiva transmitió con mucha liber-
dio detallado de las tradiciones acumuladas en el texto actual tad las palabras de Jesús: las interpretó, las modificó y creó nuevas
nos hace entrever el trabajo teológico e interpretativo de la co- perícopas, siempre evidentemente esforzándose por hacer presente
munidad primitiva realizado a lo largo de treinta o cuarenta años a Cristo y su mensaje dentro de la vida. Podemos considerar a Juan
después de la muerte de Cristo, época en que se escribieron los ac- como el príncipe de la libertad cristiana. Usó de extrema libertad
tuales evangelios. con las palabras de Jesús, asiéndose profundamente a su espíritu.
La expresión reino de Dios, que, con toda certeza, proviene de
Cristo y que formó el centro de su anuncio, es empleada por Juan
c) El método de la historia de apenas dos veces y sólo de paso. Traduce la expresión reino de Dios,
la redacción («Redaktionsgeschichte») 5 que en el tiempo de la redacción de su evangelio (90-100) se vació
de sentido, por términos equivalentes y que encontraban un eco en
El método de la historia de las formas y de la tradición tendía a la mentalidad de sus oyentes, como vida eterna, luz, camino, verdad,
ver a nuestros evangelistas como coleccionistas de palabras e inter- pan, agua viva, etc. Esto deja en claro que Jesús, su historia y su
pretaciones de la comunidad. El método de la historia de la redac- mensaje se amalgamaron radicalmente con la historia de la fe y de
ción ve en ellos redactores que usaron el material tradicional den- los hombres, de manera que no podrán jamás ser adecuadamente
tro de un orden de composición, con perspectivas teológicas propias separados, aunque puedan y deban ser distinguidos. Tal vez este
que dirigían la selección de las palabras y de las tradiciones. Los hecho indique cómo la encarnación de Dios se perpetúa en el
mundo.

5
J. Rohde, Die redaktionsgeschichtliche Methode (Hamburgo 1966).
2. LA HERMENÉUTICA EXISTENCIAL a) El círculo hermenéutico y su sentido

La interpretación histórico-crítica de Jesús tiene sus limitacio- La implicación inevitable entre sujeto-objeto suele llamarse,
nes. Expresa lo que Mateo, Marcos, Lucas, Juan y Pablo pensaron desde Schleiermacher, círculo hermenéutico 7. Aplicado a la proble-
sobre el mismo Jesús. Es también, por lo demás, objetiva. No exige, mática de Jesús, esto significa que, para comprender realmente
como presupuesto, la fe del investigador. No se interroga por la quién es Jesús, necesitamos abordarlo como quien se siente alcan-
realidad que se esconde detrás de cada interpretación. Pero el saber zado y tomado por él. El sentirse alcanzado por él significa vivir
histórico acerca de una persona como Jesús y su mensaje no se re- en actitud de fe. Definiendo a Jesús nos estamos definiendo a nos-
duce a un comprender a la manera de las ciencias que se orientan otros mismos. Cuanto más nos conocemos más podemos conocer
por el esquema sujeto-objeto. El saber científico es neutro, objetivo a Jesús. No podemos salir de la vida, de nuestra cultura y situación,
y objetivante. El com-prender, como la palabra implica, sugiere para llegar al Jesús puro como él fue. Vamos a él con todo lo que
unirse con el sujeto 6. Para comprender a una persona es necesario somos y tenemos. Los evangelios representan un fenómeno ejem-
tener una relación vital con ella. De lo contrario la objetivamos y plar : anuncian a Cristo y proclaman su causa. En esa tarea se in-
la hacemos objeto de ciencia. La persona es siempre un sujeto y, en serta todo, de tal manera que, al estudiar los evangelios, encontra-
el fondo, un misterio que, cuanto más se conoce, más se abre a un mos referencias bastante pormenorizadas sobre la vida de Jesús y
horizonte ilimitado. Jesús anuncia realidades que me hablan inme- también sobre la vida de los primeros cristianos. Esto quiere decir
diatamente de salvación y perdición, me promete un futuro abso- que Jesús es conocido hoy no sólo por el estudio, imbuido de fe,
luto y me confiere un sentido radical. Por eso, toda y cualquier de los textos evangélicos, sino principalmente a través de la comu-
comprensión encierra siempre al sujeto. No existe un acceso directo nidad de fe llamada Iglesia. En ella se creó la atmósfera de fe, se
a la realidad sin pasar por el sujeto, porque es el sujeto concreto, escribieron los evangelios y se establecieron las coordenadas comu-
con sus condicionamientos, posibilidades y limitaciones, el que se nes por las cuales nos confrontamos y situamos ante Cristo. Más
acerca al objeto. Comprender será siempre e inevitablemente inter- aún, Jesús entró en el inconsciente de nuestra cultura occidental.
pretar. Solamente quien interpreta comprende. De ahí que, al com- Ahí está siempre presente y puede ser en todo momento evocado y
prender, vamos siempre con una precomprensión del objeto, deri- revivido como experiencia de fe. Aunque el mundo todo se volviese
vada de nuestro medio, de nuestra educación y del ambiente cultu- ateo, sería posible creer y asirse a Cristo, porque él ha entrado irre-
ral que respiramos. Y debemos distinguir muy claramente entre mediablemente en el substrato de nuestra cultura y la ha marcado
precomprensión y prejuicio. La precomprensión va al objeto dán- profundamente. Por ahí podemos comprender, en alguna medida, la
dose cuenta de sus condicionamientos, pero está abierta para aus- nueva experiencia de Cristo que realiza la juventud de hoy; esta
cultar el mensaje enviado por el objeto. Se deja cuestionar por él. experiencia no se da necesariamente por mediación de las Iglesias
Busca un encuentro entre la precomprensión y la comprensión a la cristianas, sino por el substrato de nuestra propia cultura, en la que
que se aspira. El prejuicio va al objeto con una idea ya hecha y Cristo también prolonga su encarnación. La encarnación de Cristo,
acabada. Juzga al objeto y no se deja juzgar por él. En el prejuicio como veremos más adelante, es un proceso que comenzó un día en
entran en función con mucha frecuencia mecanismos de defensa Nazaret y no ha llegado todavía a su término, porque aún no ha
del inconsciente que perturban el encuentro con la realidad y vician cristificado toda la realidad. A las Iglesias y a la cultura, influida
la comprensión entre los hombres. por el cristianismo le corresponde no obstruir los canales de acceso
a la realidad de Cristo. Históricamente, sin embargo, se han aña-
dido tantas impurezas que aquellos que deberían representar a Cris-
to y a su causa se han convertido a menudo en contrasignos de su
realidad y han obstaculizado la vivencia del evangelio en el mundo.
6
Cf. M. Heidegger, Sein und Zeit (Tubinga 101963) §| 31-34; 141-167; 7
Véase E. Coreth, Der Zirkel des Verstehens, en Grundfragen der Her-
R. Bultmann, Das Problem der Hermeneutik. meneutik in phüosophischer Betrachtung (Friburgo 1969) 12-22.
b) La hermenéutica de la existencia política 3. LA HERMENÉUTICA HISTORICO-SALVIFICA

Ante esta realidad se ha esbozado recientemente una hermenéuti- Este método hermenéutico 10 incluye las demás dimensiones del
ca de la existencia política 8 . Dentro de la Iglesia y en la cultura problema hermenéutico. El punto de partida es un concepto de la
de influencia cristiana pueden darse los mecanismos ideológicos que historia de la salvación tan vasto como el mundo. Esta historia de
usan y abusan del mensaje de Cristo y de su persona para legitimar la salvación debe entenderse como la historia de la uutoconuinica-
—consciente o, las más de las veces, inconscientemente— intereses ción de Dios y como historia de las respuestas humanas a la pro-
de grupo, cerrar el horizonte a un crecimiento continuo, negarse a puesta divina. La propia creación es condición de posibilidad para
la autocrítica e impedir que el evangelio sea fermento incómodo la autocomunicación de Dios, y por eso debe ser inicialmente con-
dentro de la masa 9 . Cristo no vino a traer ningún modelo cultural. cebida como un momento de esa autocomunicación (gracia). Existe
No fundó una cultura cristiana. No estableció una dogmática rígida una dialéctica entre propuesta salvífica de Dios, y respuesta huma-
ni una moral sin corazón.-Vino a crear una atmósfera, un amor y na, entre el hecho de la realidad y la trascendencia de la libertad del
una reciprocidad que debe realizarse en cualquier situación, en todo hombre n . La tensión entre esos polos jamás puede ser resuelta ade-
modelo social y político y en cualquier articulación religiosa o cuadamente. Por eso, nunca aprehendemos totalmente la propuesta
moral. A lo largo de la historia de Occidente se equiparó frecuen- de Dios en nuestras respuestas históricas, por más sublimes que se
temente a la Iglesia con Cristo, teología hecha por los hombres con presenten. Jamás captamos la totalidad de la realidad en sí, sino
su mensaje, moral de leyes y mandamientos con el Sermón de la solamente a través de modelos históricos que siempre deben ser con-
Montaña. Aunque estos elementos, como vimos antes al abordar el frontados con la realidad, enriquecidos, criticados, corregidos y
círculo hermenéutico, se den siempre juntos, con ello no se legitima mantenidos abiertos al crecimiento interno y a la autosuperación.
y justifica todo. Urge saber distinguir para no confundir la voz de También en el modelo religioso tenemos sólo una determinada
los hombres con la voz de Dios. La existencia político-social está mediación entre propuesta de Dios y respuesta humana, entre na-
sujeta a las maquinaciones ideológicas, incluso dentro del ámbito turaleza y libertad, entre subjetividad y objetividad, entre individuo
eclesiástico. Hermenéutica no significa únicamente el arte de enten- y sociedad. Las religiones del mundo son articulaciones históricas
der los textos antiguos, sino el de comprender todas las manifesta- de esta dialéctica propuesta-respuesta. La total adecuación de am-
ciones de la vida y saber articularlas con el mensaje evangélico, es- bas, la sintonía global del hombre con su mundo y la superación
pecialmente en aquellos temas que afectan no sólo al individuo, sino de toda alienación significa salvación y realización plena del sen-
también a la colectividad universal de los hombres, tales como el tido del hombre y del mundo. Mientras eso no acontezca, la revela-
reino de Dios, la justicia, la paz, la reconciliación, etc. ción estará siempre en proceso: tendrá que ser continuamente in-
terpretada para cada nuevo contexto histórico y social. La identi-
dad de la verdad, dentro de la diversidad de condiciones históricas,
no reside en el mantenimiento fetichista de las formulaciones ver-
bales. Las palabras, como muy bien ha visto el estructuralismo y la
filosofía analítica del lenguaje 12, especialmente la de Wittgenstein
(en su última fase), poseen sus coordenadas y reglas de juego den-

1
Cf. J. Moltmann, Hacia una hermenéutica política del Evangelio: «Cris- 10
Cf. A. Darlap, Fundamentos de la teología como historia de la salvación,
tianismo y Sociedad» 8 (1970) 23-42; J. Blank, Das politische Element in der en Mysterium Salutis I (Madrid, Ed. Cristiandad, 31980) 49-202; W. Kasper,
historisch-kritischen Methode, en P. Neuenzeit (ed.), Die Funktion der Theo- Das Verstandnis der Offenbarung, op. cit., 90-96.
logie in Kirche und Gesellschaft (Munich 1969) 39-60; R. Alves, Cristianis- 11
Véase mi estudio Tentativa de solucao ecuménica para o problema da
mo: ¿opio o liberación? (Salamanca 1973). inspiraqao e da inerrancia: REB (1970) 648-667.
9 12
Cf. K. Lehmann, Die Kirche und die Herrschaft der Ideologien, en Cf. J. Macquarrie, Lenguaje religioso y filosofía analítica actual: «Con-
Handbuch der Pastoraltheologie U/1 (Friburgo 1966) 109-202. cÜium» 46 (1969) 473-482.
78 Jesucristo, liberador ¿Cómo llegamos a conocer a Cristo? 79

tro de las cuales tienen su sentido, pero que pueden variar a lo lar- orientamos en la aventura de la fe y de la vida. He aquí algunas
go del tiempo. La identidad, sin embargo, puede y debe ser conser- características de semejante cristología:
vada si intentamos decir lo mismo de otro modo, dentro de dife-
rentes coordenadas de comprensión. En vista de esto, el sentido lite-
ral de los textos no puede ser absolutizado, sino entendido como
a) Primacía del elemento antropológico
una concepción ejemplar dentro de un determinado modelo. Debe
sobre el eclesiológico
estar abierto a otros modelos que de forma diversa aprehenden la
realidad y enriquecen la comprensión de la revelación de Dios en
el mundo. Lo que más interesa en América Latina no os la Iglesia, sino el
hombre a quien ella debe auxiliar, elevar y humanizar. En la re-
Con Jesucristo se dio un avance cualitativo dentro de la histo- flexión teológica sudamericana predomina un acentuado escepticis-
ria de la salvación: por primera vez, la propuesta divina y la res- mo eclesiológico. La Iglesia ha reproducido aquí modelos y estructu-
puesta humana, palabra y realidad, promesa y realización llegaron ras importados de Europa. Se ha dado poca creatividad de lu fe
a una perfecta adecuación. En él se dio la salvación, de forma ab- que, vivida e intentada en nuestro medio, podría haberse expresado
soluta y escatológica. En él los dinamismos y las posibilidades la- naturalmente y con más libertad dentro de estructuras con caracte-
tentes de la creación toda se concretaron y llegaron a la total ple- rísticas propias. El horizonte general que interpretaba dogmática-
nitud. Por él entrevemos el futuro del mundo y el sentido radical mente el derecho canónico y jurídicamente la dogmática, impidió
del hombre y del cosmos. Cristo se constituye así en el punto de de raíz tentativas sanas de crear una encarnación nueva de la Igle-
encuentro de la hermenéutica religiosa, de la historia del mundo y sia, fuera de los cuadros tradicionales heredados de la comprensión
de los hombres. grecorromana del mundo. Y el futuro de la Iglesia católica dada la
disminución de la población europea, está innegablemente en Amé-
rica Latina. Aquí se está elaborando una visión más antropológica,
4. PARA UNA CRISTOLOGIA EN AMERICA LATINA en la que aparecen elementos capaces de alimentar una nueva refle-
xión cristiana. ¿Dónde están las grandes expectativas de nuestro
hombre, al encuentro de las cuales puede ir la fe cristiana y anun-
Las precedentes reflexiones de orden hermenéutico querían mos-
ciarle una gran alegría ? De la correlación que existe entre pregunta
trar que no podemos hablar sobre Jesús como hablamos sobre otros
y respuesta debe arrancar una reflexión que actúe en la auténtica
objetos. Sólo podemos hablar a partir de él, como quien está tocado
realidad.
por la significación de su realidad. A él vamos con todo lo que
somos y tenemos, insertos dentro de un contexto histórico y social
inevitable. Con nuestros ojos vemos la figura de Cristo y releemos
los textos sagrados que hablan de él y a partir de él. De ahí que una b) Primacía del elemento utópico sobre el fáctico
cristología pensada y ensayada vitalmente en América Latina de-
berá irremediablemente adoptar características propias. El lector El elemento determinante del hombre sudamericano no es el
atento las encontrará a lo largo de este libro. La bibliografía, prefe- pasado (nuestro pasado es un pasado europeo, de colonización),
rentemente extranjera, que citaremos no nos deberá engañar. Vamos sino el futuro. De ahí la función activante del elemento utópico. La
a releer no sólo los viejos textos del Nuevo Testamento, sino tam- utopía no debe entenderse como sinónimo de ilusión y fuga de la
bién los más recientes comentarios escritos en Europa, con nuestras realidad presente. Esto lo han demostrado los actuales estudios de
preocupaciones, que solamente son nuestras y de nuestro contexto filosofía y teología 13 . La utopía nace del principio «esperanza»,
sudamericano. Situaremos los datos dentro de otras coordenadas y
13
los proyectaremos en nuestro propio horizonte. Nuestro cielo posee Cf. el informe del Secretariado de «Concilium» sobre «utopía» 41
otras estrellas que forman otros signos del zodíaco, con los que nos (1969) 147-164; M. Demaison, Los senderos de la utopía cristiana: «Conci-
lium» 59 (1970) 334-351.
80 Jesucristo, liberador ¿Cómo llegamos a conocer a Cristo? 81

responsable de los modelos de perfeccionamiento de nuestra reali- en el impulso global de liberación por el que está pasando la socie-
dad, que no deja que el proceso social se estanque o se absolutice dad sudamericana. A la manera de Jesús tendrá de modo especial
ideológicamente, sino que lo mantiene en permanente apertura ha- que atender a los que carecen de nombre y de voz; deberá acentuar
cia una transformación cada vez más creciente. La fe promete, y particularmente las dimensiones seculares y liberadoras que el men-
muestra realizada en Cristo, una utopía de un mundo totalmente saje de Cristo encierra y resaltar adecuadamente el futuro que en
reconciliado, como potencialización de aquello que aquí crearemos él se promete a ese mundo en el que está creciendo, entre la cizaña
con sentido y amor. Nuestro trabajo en la construcción de un mundo y el trigo, el reino futuro, no para algunos privilegiados, sino para
más fraterno y humano es teológicamente relevante: construye y todos.
anticipa lentamente el mundo definitivo prometido y mostrado como
posible por Jesucristo.
e) Primacía de la ortopraxis sobre la ortodoxia

c) Primacía del elemento crítico sobre el dogmático La debilidad de la cristología clásica de los manuales reside
exactamente donde cree tener su fuerte: en la sistematización filo-
El hombre en general y las instituciones en particular tienden sófico-teológica. Esta cristología no ha llevado a una ética y a un
a estancarse en un orden existencial, tal como se realizó en una de- comportamiento típicamente cristianos. El tema fundamental de los
terminada época. Surgen entonces los mecanismos de autodefensa evangelios sinópticos, el seguimiento de Cristo, ha sido muy poco
y la mentalidad dogmática que teme y reprime toda especie de crí- sistematizado y traducido en actitudes concretas. La ortodoxia, esto
tica hecha en nombre de la funcionalidad de todas las instituciones es, el pensar correcto sobre Cristo, ocupaba la primacía sobre la
y de la apertura permanente hacia el futuro que la sociedad debe ortopraxis, el correcto actuar a la luz de Cristo. Por eso, aunque la
siempre preservar si no quiere perder el ritmo de la historia. De Iglesia predicó con mucha frecuencia el Cristo liberador, no fue ella
ahí la primacía del elemento crítico que la reflexión teológica asu- la que generalmente liberó o apoyó movimientos de liberación. No
me aquí frente a las tradiciones eclesiásticas y a las instituciones es raro que deje al cristiano comprometido en completa orfandad.
eclesiales, que en otro tiempo tuvieron su funcionalidad, pero que Eso ha tenido como resultado en los últimos dos siglos una emigra-
ahora resultan a menudo obsoletas, anacrónicas y centro de un con- ción continua de las mejores cabezas y fuerzas activas. Sabemos,
servadurismo que dificulta el diálogo entre fe y mundo, Iglesia y sin embargo, que para Cristo y para la Iglesia primitiva lo esencial
sociedad. La crítica asume un carácter acrisolador y purificador no consistía en reducir el mensaje de Cristo a categorías sistemá-
del meollo de la experiencia cristiana, para que pueda ser encarna- ticas de comprensión intelectual, sino en crear nuevos hábitos de
da dentro de la experiencia histórica que estamos viviendo. actuar y de vivir en el mundo. La reflexión teológica en América
Latina es muy sensible a la dimensión práctica del mensaje de
Cristo.
d) Primacía de lo social sobre lo personal

El problema que más aflige a la sociedad latinoamericana es la 5. CONCLUSIÓN :


marginación social de inmensas zonas de población. La cuestión no HABLAR EN SILENCIO PARTIENDO DE J E S U C R I S T O
puede situarse en una dimensión de conversión personal solamente.
Hay males estructurales que trascienden las personas individuales. Nuestro ensayo cristológico quiere reflexionar a partir de Jesu-
La Iglesia, lo quiera o no, está inmersa dentro de un contexto que la cristo, dentro del vasto horizonte esbozado en las páginas anterio-
trasciende. ¿ Cuál será su función ? ó Deberá ser aceite o arena den- res. Ya no es posible ser científicamente ingenuos y acríticos. Que-
tro de la maquinaria social? Por otra parte, no podrá crear su pe- ramos o no, somos herederos de las discusiones cristológicas de los
queño mundo dentro del gran mundo. Debe participar críticamente últimos decenios, aunque la recepción de tal problemática se realice
f,
82 Jesucristo, liberador

dentro de nuestro horizonte de América Latina. Lo que aquí deci- III


mos con palabras sobre Cristo y su mensaje no es nada comparado
con lo que la fe vislumbra y abraza agradecida. «Cállate, recógete, ¿QUE PRETENDIÓ JESUCRISTO?
pues es el Absoluto», decía Kierkegaard y lo repetía Bonhoeffer al
iniciar el tratado sobre Jesucristo M. «Sobre cosas que no podemos
hablar», mandaba Wittgenstein, «debemos callar» ls . No obstante, Jesús no comenzó predicándose a sí mismo ni anunciando la
tenemos que hablar sobre y a partir de Jesucristo, no ciertamente Iglesia, predicó el reino de Dios. El reino de Dios es la realización
para definirlo a él, sino a nosotros mismos; no del misterio, sino de la utopía fundamental del corazón humano, de la total transfigu-
de nuestra posición frente al misterio. Todo estudioso de Jesucristo ración de este mundo, libre de todo lo que lo aliena: el dolor, el
hace la experiencia que testimonió san Juan de la Cruz, el místico pecado, la desunión y la muerte. El llega y anuncia: «¡Se acabó el
ardiente: «Hay mucho que profundizar en Cristo, siendo él como plazo de la espera. El reino está próximo!». No sólo promete esa
abundante mina con muchas cavidades llenas de ricos veneros, y nueva realidad, sino que comienza ya a realizarla y a mostrarla
por más que se cave, nunca se llega al término, ni se acaba de como posible en este mundo. Por tanto, no vino a alienar al hombre
agotar; al contrario, se va encontrando en cada cavidad nuevos y llevarlo a otro mundo. Vino a confirmar una buena noticia: este
veneros de nuevas riquezas, aquí y allí, conforme atestigua san Pa- mundo siniestro tendrá un buen fin, humano y divino.
blo cuando dice del mismo Cristo: 'En Cristo están escondidos to-
dos los tesoros de sabiduría y ciencia' (Col 2,3)» 16. En la actual confusión de ideas, el diálogo entre las distintas
confesiones cristianas y la confrontación con las diversas religiones
nos impulsan a preguntarnos con toda simplicidad: ¿ Qué pretende
el cristianismo? ¿Qué quiso y qué vino a traer Jesucristo? ¿Qué
estamos haciendo cuando profesamos la fe cristiana e intentamos
vivir el mensaje de Jesús imitando y siguiendo su vida? Precisamos
saber lo que queremos, para justificarnos ante nosotros mismos y
legitimar frente a los otros las razones de nuestra esperanza (1 Pe
3,15). Si queremos definir el horizonte más amplio desde el cual
podemos comprender a Jesucristo y su mensaje, entonces podemos
decir brevemente: Jesucristo quiere ser en su propia persona la
respuesta de Dios a la condición humana.

1. PARA COMPRENDER LAS R E S P U E S T A S


ES NECESARIO ENTENDER LAS PREGUNTAS

Si Jesucristo quiere ser la respuesta de Dios a la condición hu-


mana, entonces conviene saber a qué preguntas de la condición
humana quiere ser respuesta. Nosotros sólo entendemos cuando
comprendemos las preguntas para las que algo o alguien quieren ser
14
Christologie, en Gesammelte Schriften III (1927-1944) (Munich 1966) la respuesta '. ¿Cuáles son estas preguntas? lie aquí algunas funda-
167.15
L. Wittgenstein, Tractatus logico-philosophicus n. 7 (Sao Paulo 1968) 1
Cf. H. D. Bastian, Theologie der Frage (Munich 1969) 18-31; H. D. Ga-
129.16 damer, Wahrheit und Methode (Tubinga 1965; trad. española: Verdad y mé-
Obras de San Juan de la Cruz, II. todo, Salamanca 1977) 356-357.
84 Jesucristo, liberador

mentales que afectan a nuestra existencia desde que tenemos cono- 2. JESÚS PREDICA UN SENTIDO ABSOLUTO
cimiento de ella, en el pasado y en el presente: ¿Por qué el hom- PARA NUESTRO MUNDO
bre no consigue ser feliz? ¿ P o r qué no puede amar? ¿ P o r qué
se encuentra dividido en sí mismo, atormentado por preguntas Cristo no comenzó predicándose a sí mismo. Ni se anunció
últimas? Todos los animales tienen su habitat en el mundo, y el como Hijo de Dios, Mesías y Dios. Los títulos que los evangelios
hombre está todavía en búsqueda de su verdadero lugar. ¿Por qué le atribuyen son, en su gran mayoría, expresiones de fe de la co-
existe la separación, el dolor y la muerte? ¿Por qué no se consi- munidad primitiva 3 . La resurrección de Jesús constituye para ella
gue una relación fraterna entre los hombres y en lugar de ella hay el gran cambio: sólo ahora comprende profundamente quién era
legalismo y esclavitud? Para obtener la paz se hace la guerra y Jesús y lo que él significaba para toda la historia de la salvación.
para evitar la guerra nos armamos y preparamos para ella. De En esa atmósfera fueron descifrando el secreto último del predi-
los tres mil cuatrocientos años de la historia de la humanidad que cador y taumaturgo de Nazaret (Hch 2,22-23), atribuyéndole títu-
podemos datar literariamente o por otras fuentes, tres mil ciento los de excelencia, desde el Santo y el Justo (Hch 3,14) o Siervo
sesenta y seis fueron de guerra. Y los restantes doscientos treinta de Dios (Hch 4,27) hasta Hijo de Dios, Mesías y, por fin, Dios
y cuatro no fueron ciertamente años de paz, sino de preparación mismo. Lo que estaba latente e implícito en las palabras, en los
para la lucha. Hay una alienación que recorre toda la realidad hu- signos y en las actitudes del Jesús histórico se hace ahora, después
mana, individual, social y cósmica. ¿Quién traerá la paz? ¿La de la resurrección, patente y explícito. Los títulos que la fe le atri-
salvación? ¿La reconciliación de todo con todos? Existe en el buye expresan exactamente quién era Jesús desde su nacimiento
hombre un principio «esperanza» 2 , generador de constantes uto- hasta su cruz: el esperado por las naciones, el salvador del mundo,
pías de superación y de suma felicidad, atestiguado por todas las el Hijo de Dios, Dios mismo hecho condición humana. Todo esto lo
culturas y civilizaciones, aun las más primitivas, desde la epopeya veremos con más precisión en otros capítulos de este libro.
de Guilgamesh de los pueblos babilónicos, pasando por nuestros
Cristo no comenzó predicándose a sí mismo, sino el reino de
indios tupís-guaraníes o apacocuvas-guaraníes, hasta las utopías
Dios 4 . ¿Qué significa ese reino de Dios que constituye indiscuti-
modernas del admirable mundo nuevo o del mundo totalmente uni-
blemente el centro de su mensaje? Para los oyentes de Jesús signi-
ficado y coherente. El libro del Apocalipsis es testigo de este
ficaba otra cosa muy diferente que para los oídos del fiel moderno,
principio «esperanza> cuando afirma: «Enjugará toda lágrima de
para quien el reino de Dios es la otra vida, el cielo, lo que viene
sus ojos, y no habrá ya muerte ni llanto, ni gritos, ni fatigas,
después de la muerte. Reino de Dios —que se repite ciento vein-
porque el mundo viejo ha pasado... Mira que hago un mundo
tidós veces en los evangelios y noventa en boca de Jesús— signi-
nuevo» (Ap 21,4-5). Todas las religiones e ideologías saben de
ficaba para sus oyentes la realización de una esperanza para el
estas preguntas y dan a su modo una respuesta. Y el hombre, des-
mundo, la superación de todas las alienaciones humanas, la des-
consolado, sigue diciendo como san Pablo: «¡Ay de mí, infeliz
trucción de todo el mal, ya físico o moral, del pecado, del odio,
de mí! ¿Quién me liberará de este cuerpo que me lleva a la muer-
te?» (Rom 7,24).
3
He aquí, sin embargo, que surge un hombre en Nazaret. Un Véase también la obra de H. R. Balz, Methodologische Probleme der
neutestamenüichen Christologie (Neukirchen 1967), que analiza y compendía
hombre se levanta en Galilea, revelándose más tarde como el pro- los 4trabajos de Cullmann, Hahn, Kramer, E. Schweizer y otros.
pio Dios en condición humana, y anuncia su respuesta: «El tiempo Sobre este tema hay numerosos estudios: véase R. Schnackenburg, Gottes
se ha cumplido y el reino de Dios está cerca; enmendaos y creed Herrschaft und Reich (Friburgo 1961); A. Schwcitzer, Reich Gottes und Chris-
en la buena nueva» (Me 1,14; Mt 3,17; Le 4,18ss). tentum, nueva ed. de U. Neuenschwander (Tubinga 1967); E. Staehlin, Die
Verkündigung des Reiches Gottes in der Kirchr Jesu Christi. Testimonios
de todos los siglos y de todas las confesiones religiosas, 7 vols. (Basilea 1951-
2 1964); R. Morgenthaler, Kommendes Reich (Zurich 1952); J. Bonsirven,
Cf. para este tema el libro clásico de E. Bloch, Prinzip Hoffnung, 2 vols. Le régne de Dieu (París 1957); W. Knorzcr, Reich Gottes. Traum, Hoffnung,
(Francfort 1959); véase también J. Moltmann, Teología de la esperanza (Sa- Wirklichkeit (Stuttgart 1969) H. Flender, Die Botschaft Jesu von der Gottes-
lamanca 1969). herrschaft (Munich 1968).
86 Jesucristo, liberador ¿Qué pretendió Jesucristo? 87

de la desunión, del dolor y de la muerte. Reino de Dios sería la el año sabático (Ex 23,10-12; 21,2-6). En ese año, todos debían
manifestación de la soberanía y del señorío de Dios sobre este sentirse hijos de Dios y, por eso, todos debían considerarse her-
mundo siniestro, dominado por las fuerzas satánicas en lucha con- manos: los esclavos debían ser liberados, las deudas perdonadas
tra las fuerzas del bien, y la afirmación de que Dios es el sentido y las tierras uniformemente distribuidas. Ningún patrón podía
último de este mundo; él intervendrá en breve y sanará en sus olvidar que para Dios cada hombre es un ser libre (l)t 15,12-15).
fundamentos toda la creación, instaurando el nuevo cielo y la nue- El Levítico (25,8-16) destaca esa idea social prescribiendo que,
va tierra. Esa utopía, ansiada por todos los pueblos, es el objeto cada cincuenta años, se celebre un año jubilar. Será un año de
de la predicación de Jesús. El promete que, de ahora en adelante, gracia del Señor. Todos serán libres. Cada uno volverá a su tierra,
esto no será utopía porque, al actuar Cristo, se convertirá en rea- que ha de serle restituida, y a su familia. No obstante, ese ideal
lidad. Por eso, al predicar por primera vez en la sinagoga de social jamás se cumplió. El egoísmo y los intereses creados siempre
Galilea y al leer el pasaje de Isaías 61,lss: «El espíritu del Señor fueron más fuertes. Por eso se convirtió en seguida en una pro-
Yahvé está sobre mí, porque me ha ungido Yahvé. A anunciar la mesa para los tiempos mesiánicos (Is 61,ls). Dios mismo instau-
buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rará el año sabático de la gracia, de la reconciliación social y del
rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, a los reclusos la perdón de las deudas. Jesús se levanta en Galilea y proclama: ¡ El
libertad; a pregonar el año de gracia de Yahvé». Dijo: «Hoy traerá el año de gracia del Señor! ¡El realizará la vieja utopía del
se cumple esta escritura que acabáis de oír» (Le 4,18-19.21). A la pueblo! El egoísmo será superado por un nuevo orden de cosas
pregunta de Juan Bautista encarcelado: «¿Eres tú el que ha de en este mundo.
venir o debemos esperar a otro?», responde Jesús: «Los ciegos
ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos
oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la buena
nueva» (Mt 1,3-5). Aquí está el signo de un cambio total de la 3. SE REALIZA UNA VIEJA UTOPIA '
situación: quien consiga introducir semejantes realidades será el
Liberador de la humanidad. Cristo se entiende como tal porque Los milagros de Cristo, antes que revelar su divinidad, demues-
predica, hace presente y ya está inaugurando el reino de Dios. Reino tran que el reino ya está presente y fermentando dentro del viejo
de Dios es la revolución y la transfiguración total, global y estruc- m u n d o : se realiza una utopía tan vieja como el hombre, la libe-
tural de esta realidad, del hombre y del cosmos, purificados de ración total. «Pero si yo expulso por el dedo de Dios los demo-
todos los males y llenos de la presencia de Dios. El reino de Dios nios, es que ha llegado a nosotros el reino de Dios» (Le 11,20).
no quiere ser otro mundo, sino el viejo mundo transformado en «Nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar si no
nuevo. Si Mateo usa, en vez de reino de Dios, reino de los cielos ata al fuerte primero» (Me 3,27). El es el más fuerte que vence al
es porque él, como buen judeocristiano, procura evitar el nombre fuerte. El es la escatología realizada. Con su venida, se festejan
de Dios y, en su lugar, emplea cielo. Reino de Dios no significa las bodas del tiempo de la salvación. El es el vino nuevo y el nue-
sólo eliminación del pecado, sino de todo lo que el pecado signi- vo manto (Me 2,18-22) del cosmos renovado 6. Su presencia trans-
fica para el hombre, para la sociedad y para el cosmos. En el forma el mundo y a los hombres: los enfermos son curados (Mt
reino de Dios, el dolor, la ceguera, el hambre, las tempestades, 8,16-17), el duelo se transforma en alegría (Le 7,11-17; Me 5,
el pecado y la muerte no se repetirán. 41-43), los elementos le obedecen (Mt 8,17), la muerte se convierte
Todo esto es lo que Lucas quiere expresar cuando anuncia que únicamente en un sueño (Me 5,39), los pecados son perdonados
con Jesús llegó «el año de la gracia del Señor» (4,19). Detrás de (Me 2,5) y los demonios impuros ceden su lugar al espíritu de
esta expresión se esconde una de las grandes utopías del Antiguo Dios (Mt 12,28). El tiempo es de alegría y no de ayunos. Por eso
Testamento 5. El Éxodo refiere que cada siete años debía festejarse grita: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de
5
Cf. T. Maertens, Fiesta en honor a Yahvé (Ed. Cristiandad, Madrid 1964)
164-209. * J. Jeremías, Les paroles de Jésus (Lyon 21965) 122.
88 Jesucristo, liberador ¿Qué pretendió Jesucristo: 89

Dios. Bienaventurados los que ahora padecéis hambre, porque oprimidos serán liberados (Le 4,18). La situación del hombre ante
seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque rei- Dios se transfigurará totalmente, porque los pecados quedarán
réis» (Le 6,20-21). Con Cristo se «anuncia el año de gracia del perdonados (Mt 6,14) y se restituirá la gloria a los hombres (el
Señor» (Le 4,19), que no conocerá ya nunca más el ocaso. vestido celeste de los ángeles) (Me 12,25), los elegidos que anda-
ban dispersos se reunirán (Le 13,27) y los hijos de Dios se encon-
trarán en la casa paterna (Le 15,19), donde toda hambre y toda
sed serán saciadas y desbordará la risa alegre de la liberación
4. EL REINO DE DIOS NO ES UN TERRITORIO
(Le 6,21).
SINO UN NUEVO ORDEN DE COSAS

El reino de Dios que Cristo anuncia no es la liberación de este


o de aquel mal, de la opresión política de los romanos, de las difi- 5. EL REINO DE DIOS NO ES SOLAMENTE ESPIRITUAL
cultades económicas del pueblo o sólo del pecado. El reino de Dios
no puede reducirse a este o a aquel aspecto: abarca todo, mundo, En consecuencia, es evidente que el reino de Dios, al contrario
hombre y sociedad; la totalidad de la realidad debe ser transfor- de lo que muchos cristianos piensan, no significa algo puramente
mada por Dios. De ahí la frase de Cristo: «El reino de Dios viene espiritual o fuera de este mundo. Es la totalidad de este mundo
sin dejarse sentir». Y no dirán: «Vedlo aquí o allá, porque el material, espiritual y humano ahora introducido en el orden de
reino de Dios ya está entre vosotros» (Le 17,21). Esta difícil ex- Dios. Si así no fuera, ¿cómo Cristo podría haber entusiasmado
presión «El reino de Dios está entre vosotros», según la exégesis a las masas? Algunos textos antiguos conservaron ese tono origi-
más reciente significa: «El nuevo orden introducido por Dios está nal : «Yo os aseguro: ya no beberé del fruto de la vid hasta el
a vuestra disposición. No preguntéis cuándo será establecido en el día en que lo beba nuevo en el reino de Dios» (Me 14,25). Otras
futuro. No corráis por eso de aquí para allá, como si el reino de veces promete, a quien abandona todo por amor al reino, el ciento
Dios estuviese ligado a algún lugar. Antes bien, decidios y com- por uno en casas y campos (Me 10,30). A los discípulos les dice:
prometeos con él. Dios quiere ser vuestro Señor. Abrios a su vo- «Yo, por mi parte, dispongo un reino para vosotros... para que
luntad. Dios os espera especialmente ahora. Preparaos y aceptad comáis y bebáis a mi mesa en mi reino y os sentéis sobre tronos
esta última oferta de Dios» 7. El reino de Dios, como es evidente, para juzgar a las doce tribus de Israel» (Le 22,29-30; cf. Mt 19,28).
implica dinamismo, notifica un acontecimiento y expresa la inter- La instauración de este nuevo orden es inminente: «No pasará
vención de Dios ya iniciada, pero todavía no totalmente acabada. esta generación hasta que todo esto suceda» (Me 13,30). En una
Por eso Cristo, al predicar y hacer presente el reino, nos enseña ocasión es aún más concreto y afirma: «Yo os aseguro que entre
a rezar: «Venga a nosotros tu reino» (Le 11,2; Mt 6,10). La pre- los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta
dicación del reino se refiere a dos tiempos: al presente y al futuro. que vean venir con poder el reino de Dios» (Me 9,1). «Yo os ase-
Ya sabemos lo que significa para el presente. Veamos ahora qué guro que no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel antes de
sentido tiene para el futuro: el tiempo del mundo pecador habrá que venga el hijo del hombre» (Mt 10,23). Cristo es consciente
pasado (Mt 19,28; Le 17,26-30); los sufrimientos van a desapare- de que con él ya se inició el fin de este viejo mundo. El mismo
cer (Mt 11,5), no habrá más luto (Me 2,19). Los fundamentos del ya pertenece al reino. La entrada en el nuevo orden está condi-
viejo orden se conmoverán: «los últimos serán los primeros» (Me cionada a la adhesión a la persona y al mensaje de Jesús. Seme-
10,31); los pequeños, grandes (Mt 18,4); los humildes, maestros jante predicación se sitúa dentro de la atmósfera apocalíptica (ex-
(Mt 5,5); los enfermos, curados; los sordos oirán (Mt 11,5) y los pectativa del fin del mundo), típica de la época del Nuevo Testa-
mento. Jesús, como hombre de su tiempo, respira también esa
atmósfera, pero se distingue profundamente de ella. A pesar de
J. Becker, Das Heü Gottes. Heils- und Sündenbegriff in den Qutnrantex-
ten und im Neuen Testament (Gotinga 1964) 203. eso, cabe preguntar: ¿ P o r qué Cristo adoptó la idea del reino
90 Jesucristo, liberador 91
¿Qué pretendió Jesucristo:
de Dios, del mesianismo y del fin del mundo, como vehículos para estado ideal, poder aguardar y acelerar la llegada del nuevo orden.
su mensaje? ¿Por qué se refiere a una irrupción inminente del rei- Los zelotas (fervorosos) opinaban que se debía, con acciones, gue-
n o ? ¿Por qué habla del Hijo del hombre que ha de venir sobre rrillas y violencia, provocar la intervención salvadora de Dios. Su
las nubes en la gloria, de un juicio final y de todo el simbolismo lema e r a : «Sólo Yahvé es Rey, y sólo a él serviremos» 9 . En nom-
de las esperanzas mesiánicas? Para responder a estas cuestiones bre de este lema rechazaban a los Césares, el censo, los tributos
es menester considerar brevemente el sentido religioso del lenguaje y el impuesto capital que equivalía a reconocer al Emperador como
apocalíptico (del fin del mundo) 8 . señor y dios. La venida del Mesías iba a transformar todo y a rea-
lizar el fin de este mundo con el comienzo del reinado eterno de
Dios. Los apocalípticos estudiaban y procuraban, de modo espe-
6. EL PUEBLO ESTABA EN ANSIOSA ESPERA cial, descifrar los signos de los tiempos mesiánicos, hacían cálculos
de semanas y años para determinar, en el espacio y en el tiempo,
los acontecimientos salvadores.
Flavio Josefo, en sus Antigüedades Judías, narra que los judíos Pese a su visión del mundo, la apocalíptica judía revela un
de los años 100 a. C. a 100 d. C. tenían como principal preocupa- eterno optimismo, esencia de toda religión verdadera. La situación
ción «liberarse de toda suerte de dominación de los otros, a fin de triste y ambigua de este mundo pecador conocerá un día su fin;
que Dios solamente sea servido» (Ant. 17,11,2). Desde el exilio un día, Dios se apiadará de los hombres y los liberará de todos
(587 a. C ) , los judíos vivieron prácticamente sin libertad: de los los elementos alienantes. Reino de Dios es la expresión simbólica
sucesores de Alejandro Magno pasaron al yugo de los romanos. de esta verdad trascendental. Predicar y anunciar el reino de Dios,
Las posibilidades de liberación se habían agotado. Sólo una inter- como lo hicieran los apocalípticos y también Jesús, es afirmar que
vención de Dios podía restituirles la independencia. Surge enton- la realidad de este mundo tiene un sentido último y que puede ser
ces una abundante literatura apocalíptica, especialmente en tiempo radicalmente perfeccionada por Dios, y sólo por él. El mesianismo
de los Macabeos, que comienza por el libro de Daniel, con el y las categorías de expresión de la apocalíptica fueron, en ese
objetivo de inspirar confianza al pueblo y abrirle una salida feliz sentido, medios adecuados para que Jesús comunicara su mensaje
con descripciones del reino futuro, con la restauración de la sobe- liberador y revelara quién era él, el Hijo de Dios, el Dios encarnado
ranía davídica y la entronización del absoluto señorío de Dios. El y el Salvador del mundo. Sólo en ese lenguaje, Cristo podía ha-
tema del reino de Dios se convierte en el centro de la literatura cerse entender por sus oyentes, que «estaban en ansiosa espera»
bíblica posexílica y en la época intertestamentaria. El reino de (Le 3,15) 10. El participó de los deseos fundamentales de libera-
Dios posee, indiscutiblemente, una connotación política, en el sen- ción y nueva creación del corazón humano. Esa esperanza, expre-
tido judío, de modo que la política es una parte de la religión, sada en el atrevido lenguaje apocalíptico, fue el vehículo de la
designando, en concreto, la liberación de todas las fuerzas opre- mayor revelación de Dios en el mundo.
soras. El señorío de Dios, sobre todo, tenía que mostrarse también A pesar de estos elementos comunes, la predicación de Cristo
políticamente. El Mesías es el que instaurará el reino de Dios. El se diferencia de las expectativas mesiánicas del pueblo. Cristo ja-
pueblo entero se preparaba para su venida. Los fariseos pensaban más alimenta el nacionalismo judío: no dice ni una palabra de
que con la observancia minuciosa de toda la ley se apresuraba el
advenimiento de la transformación de este mundo. Los esenios y
los monjes de la comunidad de Qumrán se retiraron al desierto ' Cf. M. Hengel, Die Zeloten. Untersuchungen zu den jüdischen Freiheits-
para, en absoluta purificación, observancia legal y viviendo en un bewegungen in der Zeit von Herodes I. bis 70 n. Chr. (Tubinga 1961);
id., War Jesús Revolutionar? (Stuttgart 1970); O. Cullmann, Jesús und die
8
Revolutionáren seiner Zeit (Tubinga 1970; trad. española: Jesús y los revolu-
Cf. H. H. Rowley, Apokalyptik. lhre Form und Bedeutung zur biblischen cionarios de su tiempo, Madrid 1973) espec. 40-70.
10
Zeit (Einsiedeln 1965); J. Schreiner, Die alttestamentlich-jüdüche Apokalyp- F. C. Grant, Economic Messianüm and the Teaching of Jesús: «Anglican
tik. Eine Einführung (Munich 1969) espec. 195ss; M. Delcor, Mito y tradición Theological Review» 12 (1929/1930) 443-447, espec. 445; id., Antikes Juden-
en la literatura apocalíptica (Ed. Cristiandad, Madrid 1977). tum, und das Nene Testament (Francfort 1962) 153-156.
92 Jesucristo, liberador ¿Qué pretendió Jesucristo? 93

rebelión contra los romanos, ni hace alusión alguna a la restaura- Cristo fue querer proclamar el contenido ideológico inserto en la
ción del rey davídico, aunque el pueblo lo salude así con ocasión expresión «reino de Dios» y hacer que el j>u<-l)lo y lo.s discípulos
de su entrada en Jerusalén (Me 11,10) y en la inscripción de la comprendieran que significaba algo innclm más profundo: algo
cruz estuviera escrito: «El rey de los judíos» (Le 23,37). Los pro- que exige conversión de la persona y tran ícumución radical del
pios discípulos no esconden su tendencia nacionalista: «Nosotros mundo de la persona, con amor a amigos \ <iiemij,","* y con la su-
esperábamos que sería él el que iba a liberar a Israel», dicen, re- peración de todos los elementos contrario il hombre y a Dios.
signados, los discípulos de Emaús (Le 24,21; cf. 19,11) y los após- A los que se escandalizan de la paradoja i ni re MUS pretensiones
toles en la última despedida de Cristo: «Señor, ¿vas ahora a resta- y su procedencia de una familia humilde le-, asegura: «Y dichoso
blecer el reino de Israel?» (Hch 1,6). En este punto, Cristo decep- aquel que no se escandalice de mí» (Le 7,23; Mt 11,0). El reino
ciona a todos. La predicación de Cristo sobre el reino se aparta de Dios se presenta frágil y sin aparato. Pero es como una semilla
también de las especulaciones fantásticas de los apocalípticos so- en la tierra (Me 4,26ss), como un grano de mostaza, menor que
bre el fin del mundo, sobre los signos en la naturaleza y en las todas las simientes de Palestina (Mt 13,31ss), o como el fermento
naciones. Renuncia a las fantásticas descripciones del juicio final en la masa (Mt 13,22ss). La aparente pequenez esconde y pro-
y de la resurrección de los muertos. A la pregunta que más preocu- mete un glorioso futuro: un poco de levadura fermenta toda la
pa al pueblo: «Señor, ¿hasta cuándo?» (cf. Sal 80,5; 74,10; masa; la semilla crece y da espigas con trigo generoso; el grano
Dn 9,4-19), responde simplemente: «Estad preparados, porque de mostaza «crece, se torna mayor que todas las hortalizas» (Me
en el momento que no penséis vendrá el Hijo del hombre» (Mt 4,32). En el comienzo ya está presente el fin. Con Cristo, el reino
24,44). Lo que más destaca en Jesús es la autoridad con que anun- ya empezó a actuar en el mundo. El viejo orden ya está caminando
cia el reino, y lo convierte en presente con signos y gestos inau- hacia su fin. Ya despunta el sol que no conoce ocaso; irrumpe
ditos. el tiempo de la liberación.
A pesar de eso, el mesianismo político, como aparece en las En el próximo capítulo analizaremos la predicación de Jesús
tentaciones de Jesús narradas por los sinópticos (Me l,12ss; Mt 4, sobre el reino y cómo significa una revolución en el modo de pen-
1-11; Le 4,1-13), constituyó para Cristo una tentación. Ya hace sar y de actuar de la persona y una global transformación del
tiempo que los exegetas interpretan la tentación como «una expe- mundo y de las cosas de la persona.
riencia espiritual de Jesús, puesta en forma parabólica (mashal)
para la instrucción de los apóstoles» n . Cristo superó las tentacio-
nes del mesianismo político, que, en su tiempo, se manifestaba 7. CONCLUSIÓN :
bajo tres corrientes: la profética, con la aparición del Mesías en el ASUMIÓ NUESTROS ANHELOS MAS PROFUNDOS
desierto; la sacerdotal, con la manifestación del liberador en
el templo, y la política, con la revelación del Mesías en la montaña De todo lo dicho ya podemos concluir que la encarnación de
de Dios. Según eso, las tres tentaciones narradas por los sinópticos Dios no significa sólo que Dios se hizo hombre. Quiere decir mu-
tienden a demostrar cómo Jesucristo superó los tres tipos de mesia- cho m á s : que participa realmente de nuestra condición humana
nismo : del desierto, de lo alto de la montaña y del pináculo del y asume nuestros anhelos más profundos. Habla nuestro lenguaje
templo. El es el Mesías-Cristo, pero no de tipo político. Su reino y, al utilizar el concepto de reino de Dios, muy marcado por
no puede reducirse a una sola dimensión de la realidad, como contenidos ideológicos, intenta vaciarlo y darle un nuevo sentido
es la política. El vino para sanar la realidad en todas sus dimen- de total liberación y absoluta esperanza. Esc nuevo contenido lo
siones: cósmica, humana y social. El gran drama de la vida de muestra con signos y comportamientos típicos. EL reino de Dios
que predica no es ya una utopía irrealizable, pues «nada hay im-
" Cf. T. W. Manson, The Servant-Messiah (Cambridge 1953) 55; P. Hoff- posible para Dios» (Le 1,37), sino que en Jesús se ha convertido
mann, Die Versuchungsgeschichte in der Logienquelle. Zur Auseinandersetzung en una realidad incipiente dentro de este mundo. Con él comienza
der Judenchristen mit dem politischen Messianismus: «Biblische Zeitschrift» una «gran alegría para todos» (Le 2,10) porque ahora sabemos
13 (1969) 207-223.
94 Jesucristo, liberador

que, con el nuevo orden que Jesús ha traído, será verdad lo que IV
el Apocalipsis nos promete: la aparición del nuevo cielo y de la
nueva tierra (Ap 21,1-4). Con él ya podemos oír, en un eco lejano JESUCRISTO, LIBERADOR
pero seguro, aquellas palabras «fieles y verdaderas»: «Mira que DE LA CONDICIÓN HUMANA
hago un mundo nuevo... Hecho está» (Ap 21,5).
En la religión judía de tiempos de Jesús todo estaba prescrito
y determinado: primero, las relaciones con Dios; después, las
relaciones entre los hombres. La conciencia se sentía oprimida
por un fardo insoportable de prescripciones legales. Jesús formula
una impresionante protesta contra semejante esclavización del hom-
bre en nombre de la ley. En este capítulo se muestra cuál es
la actitud fundamental de Jesús: libertad frente a la ley, pero
sólo para el bien y no para el libertinaje. La ley tiene únicamente
una función humana de orden, de crear posibilidades de armonía
y comprensión entre los hombres. Por eso las normas del Sermón
de la Montaña presuponen el amor, el hombre nuevo y liberado
para cosas mayores.

El tema de la predicación de Cristo no fue él mismo ni la Igle-


sia, sino el reino de Dios. El reino de Dios expresa la total
liberación de la realidad humana y cósmica, utopía inscrita en el
corazón del hombre. Es la situación nueva del viejo mundo, total-
mente lleno de Dios y reconciliado consigo mismo. En una pa-
labra : se podría decir que el reino de Dios significa una revolu-
ción total, global y estructural del viejo orden llevada a cabo
por Dios y solamente por Dios. Por eso, el reino es reino de Dios
en sentido objetivo y subjetivo. Cristo se entiende a sí mismo no
sólo como un predicador y profeta de esta novedad (evangelio),
sino como un elemento de la nueva situación transformada. El es
el hombre nuevo, el reino ya presente, aunque bajo una aparien-
cia de debilidad. Adherirse a Cristo es condición indispensable
para participar en el nuevo orden introducido por Dios (Le 12,
8-9). Para que se realice esa transformación liberadora del pecado,
de sus consecuencias personales y cósmicas y de todos los demás
elementos alienantes sentidos y sufridos en la creación, Cristo for-
mula dos exigencias fundamentales: conversión de la persona
y reestructuración de todo su mundo.
Revolución en el modo de pensar y de actuar 97

1. EL REINO DE DIOS IMPLICA UNA REVOLUCIÓN dueño de casa cerrará la puerta y los retrasados habrán de oír
EN EL MODO DE PENSAR Y ACTUAR estas palabras: «No sé de dónde sois» (Le 13,25b), ya es tarde
(Mt 25,11). Por eso, al hombre que comprendió esta situación de
El reino de Dios afecta primero a las personas, A ellas se les crisis radical se le llama prudente (Mt 7,24; 24,45; 25,2.4.8.9;
exige la conversión l. Conversión significa mudar el modo de pen- Le 12,42) porque toma una decisión en favor del reino capaz de
sar y actuar en el sentido de Dios, y esto supone una revolución soportar y vencer todas las tentaciones (Mt 7,24-25). El convite
interior. Por eso Jesús comienza predicando: «Convertios, porque es para todos. La mayoría, sin embargo, se encuentra de tal forma
el reino de los cielos está cerca» (Mt 3,2; 4,17). Convertirse no atareada con sus quehaceres que desecha lu invitación para la fies-
consiste en ejercicios piadosos, sino en un nuevo modo de existir ta nupcial (Le 14,16-24). Principalmente los ricos se ven recha-
ante Dios y ante la novedad anunciada por Jesús. La conversión zados (Me 10,25: cf. Mt 23,24). La puerta es estrecha y no todos
implica siempre una división: «Pensáis que he venido a traer paz tienen la fuerza suficiente ni luchan para entrar por ella (cf. Le
a la tierra? No, os lo aseguro, he venido a traer la división, por- 13,24). La necesidad de conversión exige, a veces, ruptura de los
que desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos: lazos naturales más elementales del amor para con los familiares
tres contra dos y dos contra tres...» (Le 12,51-52). Sin embargo, muertos que van a ser enterrados (Le 9,59ss; Mt 8,21ss) 2. Quien
esta transformación en el modo de pensar y de actuar no quiere se ha decidido por la novedad de Jesús sólo mira hacia adelan-
ser sádica: intenta llevar al hombre a una crisis y a que se de- te. El pasado quedó atrás (cf. Le 9,62). Hay cierto carácter de
cida por el nuevo orden que ya está en medio de nosotros, esto intimidación en la invitación de Jesús. Un ágraphon transmitido
es, Jesucristo mismo (Le 17,21). A Jesús no le interesa principal- por el evangelio apócrifo de Tomás es considerado por los buenos
mente si el hombre observó estrictamente todas las leyes, si pagó exegetas como auténtico de Jesús; dice perentoriamente: «Quien
el diezmo de todas las cosas y si observó todas las prescripciones está cerca de m í está cerca del fuego; quien está lejos de mí está
legales de la religión y de la sociedad. A él le interesa, en primer lejos del reino» 3. La opción por Jesús no puede quedar a medio
lugar, si el hombre está dispuesto a vender sus bienes para adqui- camino, como el constructor de una torre que comenzó a levan-
rir el campo del tesoro escondido, si está dispuesto a enajenar tarla y después dejó su obra incompleta o como el rey que partió
todo para comprar la perla preciosa (Mt 13,45-46), si para entrar con aire triunfal para la guerra y, frente a la fuerza del enemigo,
en el nuevo orden tiene el valor de abandonar familia y fortuna tuvo que retroceder y pactar con él (Le 14,28-32). Urge refle-
(Mt 10,37), arriesgar su propia vida (Le 17,33), arrancarse un xionar antes de aceptar el convite. Decir «¡Señor, Señor!» no basta.
ojo y cortarse una mano (Me 9,43 y Mt 5,29). Ese no al orden Hay que hacer lo que él dice (Le 6,46). De lo contrario, su úl-
vigente no significa ascetismo, sino una pronta actitud para res- tima situación es peor que la primera (Mt 12,43-45b; Le 11,24-26).
ponder a las exigencias de Jesús. Ahora, pues, urge abrirse a La conversión misma es como el traje nupcial, como la cabeza
Dios. Esa exigencia va tan lejos que Jesús amenaza con las si- perfumada y el rostro acicalado (Mt 6,17), como la música y la
guientes palabras: «Si no os convertís, todos pereceréis del mismo danza (Le 15,25), como la alegría del hijo que regresa a la casa
modo» (Le 13,3-5). El diluvio es inminente y ésta es la última paterna (Le 15,32; 15,7), semejante a la satisfacción que se tiene
hora (Mt 24,37-39; 7,24-27). El hacha está colocada en la raíz al encontrar el dinero perdido (Le 15,8-10). Y todo eso comienza
del árbol, y si no da frutos, será cortado (Le 13,9). En breve, el a surgir en el hombre desde el momento en que se hace peque-
ño (Mt 18,3). La frase: «Si no os cambiáis y os hacéis como
1 niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt 18,3; cf. Me 10,
Cf. R. Schnackenburg, Umkehr-Predigt im Neuen Testament, en Christ-
liche Existenz nach dem Neuen Testament I (Munich 1967) 35-60; H. Braun, 15; Le 18,17) no tiende a exaltar la inocencia natural de éstos.
Umke.hr in spatjüdisch-háretischer und in frühchristlicher Sicht, en Gesam- 2
mclte Studien zum NT (Tubinga 1967) 70-85; número completo de «Lumiére Cf. M. Hengel, Nachfolge und Charisma. Eine exegetisch-religionsge-
et Vie» 47 (1960); P. Aubin, Le probléme de la conversión (París 1963); schichtliche Studie zu Mt 8,21f und Jesu Ruf in die Nachfolge (Berlín 1968)
W. Trilling, Metanoia ais Grundforderung der neutestamentlichen Lebenslehre, espec.
3
9-17 y 80-82.
en Einübung des Glaubens. Hom. K. Tillmann (Würzburgo 1965) 178-190. Véase J. Jeremías, Unbekannte Jesusworte (Gütersloh 1963) 64-71.
7
98 Jesucristo, liberador Revolución en el modo de pensar y de actuar 99

Cristo no es un sentimental romántico. El punto de comparación siderado como símbolo del pueblo escogido (Ez 20,12), las pres-
reside en otro lugar: así como el niño depende totalmente de la cripciones acerca de la pureza legal (Me 7,15) y otras. Jesús se
ayuda de los padres y nada puede por sí solo, así debe hacer el comporta con libertad soberana frente a las leyes. Si auxilian al
hombre ante las exigencias del reino 4. San Juan hace decir cla- hombre, aumentan o posibilitan el amor, él las acepta. Si, por el
ramente a Jesús: «El que no nace de lo alto no puede ver el contrario, legitiman la esclavitud, las repudia y exige su quebran-
reino de Dios» (Jn 3,3). Se exige un nuevo modo de pensar y tamiento 6. No es la ley la que salva, sino el a m o r : ése es el resu-
actuar. Esto queda más claro aún si consideramos la actitud de men de la predicación de Jesús.
Jesús ante ese modo de pensar y actuar. Jesús desteologiza la concepción de la ley: la voluntad de Dios
tío se encuentra sólo en las prescripciones legales y en los libros
santos, sino que se manifiesta principalmente en los signos de los
a) Jesucristo, liberador de la conciencia oprimida tiempos (Le 12,54-57). El amor que él predica y exige debe ser
incondicional para amigos y enemigos (Mt 5,44). Sin embargo,
En la religión judía, en tiempos del Nuevo Testamento, todo si Cristo libera al hombre de las leyes, no lo entrega al libertinaje
estaba prescrito y determinado: primero, las relaciones para con o a la irresponsabilidad. Al contrario, crea lazos y ataduras más
Dios; luego, las relaciones entre los hombres. Todo era sanciona- fuertes aún que los de la ley. El amor debe unir a todos los hom-
do como voluntad de Dios expresada en los libros santos de la bres entre sí. En el aparato crítico del Evangelio de Lucas (6,5 del
ley. Esta se llegó a absolutizar de tal manera que, en algunos Codex D) se cuenta la siguiente anécdota, que revela claramente
círculos teológicos, se enseñaba que el propio Dios en los cielos la actitud de Jesús frente a la ley: Jesús encuentra un sábado a
se ocupaba en su estudio varias horas al día. La conciencia se un hombre trabajando en el campo y le dice: «Amigo, si sabes lo
sentía oprimida por un fardo insoportable de prescripciones lega- que haces, eres dichoso, pero si no lo sabes, eres un maldito y un
les (cf. Mt 23,4). Jesús levanta una impresionante protesta contra transgresor de la ley». ¿Qué quiere decir Jesús? ¿Quiere abolir
semejante esclavitud del hombre en nombre de la ley 5 . «El sábado definitivamente las fiestas sagradas y el sábado? Lo que afirma,
ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado» y en ello vemos su libertad e inconformismo («Habéis oído tam-
(Me 2,27). Sin embargo, en el Antiguo Testamento se dice clara- bién que se dijo a los antepasados... Pues yo os digo», Mt 5,21ss),
mente: «No añadiréis nada a lo que yo os mando, ni quitaréis viene a ser lo siguiente: «Hombre, si sabes por qué trabajas en
nada de lo que yo os ordeno, al guardar los mandamientos de sábado, como yo curé en día prohibido la mano seca a un hom-
Yahvé, vuestro Dios» (Dt 4,2). Jesús se toma la libertad de mo- bre (Me 3,1), a una mujer encorvada (Le 13,10) y a un hi-
dificar varias prescripciones de la ley mosaica: la pena de muerte
6
para los adúlteros sorprendidos en flagrante delito (Jn 8,11), la Mt 5,17-19 no puede considerarse como una objeción: «No creáis que
poligamia (Me 10,9), la observancia del sábado (Me 2,27), con- he venido a suprimir la ley o los profetas. No he venido a derogar, sino
a dar cumplimiento». Tanto la exégesis católica como la protestante han
mostrado que no se trata de un logion del Jesús histórico, sino de una cons-
4
J. Jeremías, Les paroles de Jésus (Lyon 21965) 182s.
5
trucción de la comunidad primitiva, especialmente de Mateo, preocupada por
Cf. Noli, Jesús und das Gesetz (Tubinga 1968); W. G. Kiimmel, Jesús los antinomistas que comenzaron a surgir en las comunidades (tal vez por in-
und der jiídische Traditionsgedanke, en Heilsgeschehen und Geschichte (Tu- flujo de la teología de Pablo sobre Cristo como fin de la ley: Kom 10,4 y
binga 1965) 15-35; H. Braun, Spatjüdisch-háretischer und frühchristlicher Ra- Gal 3). Para la teología de Mateo, la ley y los profetas son medios para co-
dikalismus. Jesús von Nazareth und die jüdische Qumransekte, 2 vols. (Tubin- nocer la voluntad de Dios. Sin embargo, están sometidos a la crítica de Jesús,
ga 1957); Carlos Mesters, Jesús e o povo. Qual foi a libertagSo que ele trouxe quien vino a revelar y manifestar, de forma definitiva, la voluntad de Dios.
para o povo de seu tempo?, en Palavra de Deus na historia dos homens II Para Mateo, la ley vale solamente si sirve al amor. Cf. G. Barth, Das Gesetz-
(Petrópolis 1971) 135-181; Bernardino Leers, Jesús Cristo e a lei: «Grande verstdndnis des Evangelisten Matthdus, en Üherlieferung und Auslegung im
Sinal» 25 (1971) 491-503; E. Schweizer, Observance of the Law and Charisma- Matthdus-evangelium (de G. Bornkamm, G. Barth y J. Held) (Neukirchen
tic Activily in Matthew: «New Testament Studies» 16 (1970) 213-230; 1960) 54-154; G. Strecker, Der Weg der Gcrechligkeit. Untersuchung zur
A. Sand, Die Polemik gegen Gesetzlosigkeit in Evangelium nach Matthdus Theologie des Matthdus (Gotinga 1962) espec. 137-143; H. Schürmann, Wo
und bei Paulas: «Biblische Zeitschrift» 14 (1970) 112-125. fand Mt das Logion 5,19?: «Biblische Zeitschrift» 4 (1960) 238-250.
100 Jesucristo, liberador Revolución en el modo de pensar y de actuar 101

drópico (Le 14), si sabes trabajar en sábado para auxiliar a todo lo prevén y determinan. Difícil es crear para cada momento
alguien y sabes que para los hijos de Dios la ley del amor está una norma inspirada en el amor. El amor no conoce límites. Exige
por encima de todas las leyes, entonces serás feliz. Pero si no lo fantasía creadora. Sólo existe en el dar y ponerse al servicio de
sabes y, por frivolidad, capricho y placer, profanas el día santo, los otros. Y sólo dando se tiene. Esa es la «ley» de Cristo: que nos
serás maldito y transgresor de la ley» 7 . Aquí vemos la actitud fun- amemos los unos a los otros como Dios nos ha amado. Ese es el
damental de Jesús: libertad sí, frente a la ley. Pero sólo para el único comportamiento del hombre nuevo, libre y liberado por Cris-
bien y no para el libertinaje. Cristo no está contra nada. Está to e invitado a participar del nuevo orden. Ese amor se expresa
a favor del amor, de la espontaneidad y de la libertad. Para defen- en fórmulas radicales, como las del Sermón de la Montaña: no
der valores positivos tiene que estar a veces en contra de la ley. sólo el que mata, sino también el que irrita a su hermano es reo
Parafraseando a Rom 14,23, podemos decir: Todo lo que no de juicio (Mt 5,22); comete adulterio aquel que desea una mujer
viene del amor es pecado. En otra ocasión asistimos a la misma en su corazón (Mt 5,28); no se debe jurar de ninguna forma; sea
preocupación de Jesús por liberar ál hombre de las convenciones vuestra palabra: sí, sí; no, no (Mt 5,34-37); no resistas a los ma-
y los prejuicios sociales. En el tiempo y en la patria de Jesús, el los; si alguien te abofetea en la mejilla derecha, ponle también
varón gozaba del privilegio de poseer varias mujeres y poder se- la otra; y al que lucha contigo para quitarte el vestido, dale
pararse de ellas. La ley de Moisés decía: «Cuando un hombre toma también el manto (Mt 5,39-40), etc.
a una mujer y se casa con ella, si resulta que esta mujer no halla ¿Es posible, con estas normas, organizar la vida y la sociedad?
gracia a sus ojos, porque descubre en ella algo que le desagrada, Ya Juliano el Apóstata veía aquí un argumento para rechazar in,
le redactará un libelo de repudio y la despedirá de su casa» toto el cristianismo : es simplemente impracticable para el individuo,
(Dt 24,1). En la jurisprudencia de la época eran motivos sufi- para la familia y para la sociedad. Algunos piensan que las exi-
cientes para que una mujer n o agradara al h o m b r e : n o ser hermosa, gencias del Sermón de la Montaña quieren demostrar la imposibi-
no saber cocinar, no tener hijos, etc. Jesucristo se alza contra tal si- lidad del hombre para hacer el bien. Tienden a llevar a éste, des-
tuación y dice taxativamente: «Lo que Dios unió, que no lo separe esperado y convencido de su pecado, al Cristo que cumplió todos
el hombre» (Me 10,9). Estas palabras revelan el espíritu decidido de los preceptos por nosotros, y así nos redimió. Otros dicen: el
Jesús contra la anarquía legalizada. En el reino de Dios debe reinar Sermón de la Montaña predica únicamente una moral de la buena
la libertad y la igualdad fraterna. Jesús la conquistó en él. Pablo, intención interior. Dios no mira tanto lo que hacemos cuanto cómo
que comprende pronto y profundamente la novedad de Jesús, es- lo hacemos. Un tercer grupo opina de la siguiente forma: las
cribe a los Gálatas: «Para ser libres nos libertó Dios. Manteneos, exigencias de Jesús deben ser entendidas dentro de la situación
pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo del histórica. Jesús predica la próxima aparición del reino de Dios.
la esclavitud. Pero no toméis de esa libertad pretexto para la car- El tiempo urge y es corto. Es el momento de la opción final, la
n e ; antes al contrario, servios por amor los unos a los otros. Pues hora veinticinco. En ese pequeño intervalo hasta el establecimien-
toda la ley alcanza su plenitud en este solo concepto: Amarás a to del nuevo orden debemos arriesgar todo y prepararnos. Existen
tu prójimo como a ti mismo» (Gal 5,1.13-14). leyes de excepción. Es una moral del tiempo que falta hasta que
aparezcan el nuevo cielo y la nueva tierra. Estas tres soluciones
b) El comportamiento del hombre nuevo encierran algo de cierto. Pero no atinan con lo esencial, porque dan
por supuesto que el Sermón de la Montaña es una ley. Cristo no
La conversión que Jesús pide y la liberación que nos conquis- vino a traer una ley más radical y severa, no predicó un fariseísmo
tó son para el amor sin discriminación. Hacer del amor la norma más perfeccionado. Predicó el evangelio que significa una prome-
de vida y de conducta moral es algo dificilísimo para el hombre. tedora noticia: no es la ley la que salva, sino el amor. La ley posee
Es más fácil vivir dentro de la ley y de unas prescripciones que sólo una función humana de orden, de crear las posibilidades de
armonía y comprensión entre los hombres. El amor que salva su-
' Cf. J. Jeremías, Unbekannte Jesusworte, 61-64. pera todas las leyes y convierte todas las normas en absurdas. El
102 Jesucristo, liberador

amor que Cristo exige supera ampliamente la justicia. La justicia, 2. EL REINO DE DIOS SUPONE REVOLUCIÓN
en la definición clásica, consiste en dar a cada uno lo que es suyo., DEL MUNDO DE LA PERSONA
Lo swyo, lo de cada uno, supone evidentemente un sistema social
previamente dado. En la sociedad esclavizante, dar a cada uno lo La predicación de Jesús sobre el reino de Dios no se dirige
que es suyo consiste en dar al esclavo lo que es suyo y al señor sólo a las personas exigiéndoles conversión. Se dirige también al
lo que es suyo; en la sociedad burguesa, dar al patrón lo que es mundo de las personas como liberación del legalismo, de las con-
suyo y al operario lo que es suyo; en el sistema neocapitalista, dar venciones sin fundamento, del autoritarismo y de las fuerzas y po-
al magnate lo que es suyo y al proletario lo que es suyo. Cristo, tencias que subyugan al hombre. Veamos cómo se comporta Cristo
con su predicación en el Sermón de la Montaña, rompe ese círcu- frente a los mentores del orden vigente de su tiempo 9 . Los men-
lo. La justicia que él predica no supone la consagración y legiti- tores del orden religioso y social son, para el pueblo sencillo, no
mación de un statu quo social, levantado sobre la discriminación los romanos de Cesárea, junto al mar, o de Jerusalén, ni el sumo sa-
entre los hombres. El anuncia una igualdad fundamental: todos cerdote en el templo, ni, en un plano más inmediato, los gobernan-
son dignos de amor. ¿Quién es mi prójimo?, he ahí una pregunta tes colocados por las fuerzas romanas de ocupación, como llero-
equivocada que no debe hacerse. Todos son prójimo de cada uno. des, Filipo, Arquelao o Poncio Pilato. Los que distribuyen la jus-
Todos son hijos del mismo Padre y por eso todos son hermanos. ticia, solucionan los casos y cuidan del orden público, son con-
De ahí que la predicación del amor universal represente una crisis cretamente los escribas y fariseos. Los escribas son rabinos, teólo-
permanente para cualquier sistema social y eclesiástico. Cristo gos que estudian cuidadosamente la Escritura y la ley mosaica,
anuncia un principio que pone en jaque todo el fetichismo y la principalmente las tradiciones religiosas del pueblo. Los fariseos
subordinación deshumanizante de cualquier sistema, social o re- constituyen un grupo de laicos muy fervorosos y piadosos 10. Ob-
ligioso. Por eso, las normas del Sermón de la Montaña presupo- servan todo al pie de la letra y cuidan que el pueblo también
nen el amor, el hombre nuevo, liberado para cosas mayores: «Si observe todo estrictamente. Viven esparcidos por todo Israel, man-
vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no dan en las sinagogas, poseen enorme influencia sobre el pueblo
entraréis en el reino de los cielos» (Mt 5,20). Originariamente, el y tienen para cada caso una solución deducida más o menos jus-
Sermón de la Montaña tenía carácter escatológico: Cristo predica tamente de las tradiciones religiosas del pasado y de los comen-
el fin inminente. Para eso exige una conversión total en el sentido tarios de la ley mosaica (halaká). Todo lo realizan en función del
del amor. En la redacción actual de Mateo, las palabras de Jesús orden vigente «para ser vistos por los hombres» (Mt 23,5). No
están situadas dentro de un contexto de Iglesia para la que el fin son malos. Al contrario, pagan todos los impuestos (Mt 23,23),
del mundo está en un futuro indeterminado. No obstante, dentro buscan los primeros lugares en la sinagoga (Mt 23,6), son tan fer-
de esta nueva situación, se conservó lo esencial de la predicación vorosos de su sistema que recorren el mundo para conquistar un
de Jesús. Su mensaje no es de ley, sino de evangelio y de amor. solo adepto (Mt 23,15) ; no son como los demás hombres: «rapaces,
El Sermón de la Montaña, en su formulación actual, quiere ser injustos, adúlteros, ni tampoco como ese publicano» (Le 18,11);
un catecismo de comportamiento del discípulo de Jesús, de aquel observan los ayunos y pagan el diezmo de todo lo que poseen
que ya abrazó la buena nueva y procura regirse según la novedad (Le 18,12); aprecian de tal forma la religión que edifican mo-
que Cristo ha traído: la filiación divina 8 . numentos sagrados (Mt 23,29). Pero, pese a su perfección, poseen

8 9
Para la problemática acerca del Sermón de la Montaña, véase especial- Cf. S. Dieckey, The Constructive Revolution of Jesús (Nueva York 1923)
mente el excelente trabajo de J. Jeremías, Paroles de fésus. Le sermón sur espec. 85ss; E. Stauffer, Jerusalem und Rom im Zcitalter Jesu Christi (Berna-
la montagne (Lectio divina 38; París 1963); W. D. Davies, El Sermón de la Munich 1957) espec. 62-73; F. Gogarten, Jesús Christus Wende der Welt (Tu-
Montaña (Ed. Cristiandad, Madrid 1975); R. Schnackenburg, Die Berg- binga 1966) 91-100; 154-171.
10
predigt Jesu und der heutige Mensch, en Existenz nach dem Neuen Testa- Véase la obra de W. Beilner, Christus und die Pharisaer. Exegetische
ment, 109-130; Carlos Mesters, O Serm&o da Montanha: conselho, lei ou ideal?, Untersuchung über Grund und Verlauf der Auseinandersetzungen (Viena
en Deus onde estás? (Belo Horizonte 1971) 133-152. 1959) espec. 89-122; 239-247, con bibliografía.
104 Jesucristo, liberador Revolución del mundo de la persona 105

un defecto capital denunciado por Jesús: «descuidáis lo más im- con una prostituta, acoge a gentiles (Me 7,24-30), come con un
portante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe» (Mt 23,23). gran ladrón, Zaqueo; acepta en su compañía un usurero que des-
«Esto es lo que había que practicar —comenta él—, aunque sin pués lo traiciona, Judas Iscariote; tres ex guerrilleros se convier-
descuidar aquello» (Mt 23,23). Ellos dicen y no hacen. Atan pe- ten en discípulos suyos y permite que las mujeres lo acompañen
sadas cargas de preceptos y leyes y las ponen en los hombros de en sus viajes, algo inaudito para un rabino de su tiempo. Los
los otros, mientras que ellos ni con un dedo quieren moverlas piadosos comentan: «Ahí tenéis a un comilón y un borracho,
(Mt 23,3-4). amigo de los publícanos y pecadores» (Mt 11,19). Seculariza el
Para entrar en el reino de Dios no basta hacer lo que la ley principio de autoridad. Las autoridades constituidas no son sin
ordena. El presente orden de cosas no puede salvar al hombre de más representantes de Dios: «Lo del César devolvédselo al César
su alienación fundamental. Es un orden en el desorden. Urge una y lo de Dios a Dios» (Mt 22,21). Al rey Herodes, que lo expulsa
mudanza de vida y una transformación en los fundamentos de la de Galilea, le manda decir: «Id a decir a ese zorro que yo ex-
vieja situación. Por eso los marginados del orden vigente están pulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer
más próximos al reino de Dios que los otros. Jesús se siente es- día acabo» (Le 13,32) 12. La autoridad es una mera función de
pecialmente llamado para ellos (Mt 9,13). Rompe con las con- servicio: «Sabéis que los jefes de las naciones las gobiernan como
venciones sociales de la época. Sabemos cómo se respetaba estric- señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. Pero
tamente la división de clases sociales entre ricos y pobres, próji- no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a
mos y no prójimos, sacerdotes del templo y levitas de los pueblos, ser grande entre vosotros sea vuestro servidor» (Mt 20,25). No
fariseos, saduceos y recaudadores de impuestos. Los que practica- tiene ningún apego a las convenciones sociales: «Los últimos serán
ban las profesiones despreciables eran evitados y maldecidos, como los primeros y los primeros los últimos» (Me 10,31) y «los publí-
los pastores, los médicos, los sastres, los barberos, los carniceros canos y las rameras os adelantarán en el reino de Dios» (Mt 21,31).
y principalmente los publícanos (recaudadores de impuestos), con- ¿Por qué? Por su situación de marginados del sistema sociorreli-
siderados como colaboradores de los romanos n . gioso judío son más aptos para oír y seguir el mensaje de Jesús.
¿Cómo se comporta Jesús frente a esta estratificación social? No tienen nada que perder, pues nada tienen, o nada son social-
Soberanamente. No se ata a las convenciones religiosas, como la- mente. Sólo deben esperar. El fariseo, no. Vive asentado en el sis-
varse las manos antes de comer, de entrar en casa y tantas otras. tema que creó para sí: es rico, tiene fama, tiene religión y está
No respeta la división de clases. Habla con todos. Busca contacto seguro de que Dios se halla de su lado. Triste ilusión. La pará-
con los marginados, los pobres y despreciados. A los que se escan- bola del fariseo cumplidor fiel de la ley y orgulloso y del publi-
dalizan les grita: «No he venido a llamar a los justos, sino a los cano arrepentido y humilde nos enseña otra cosa (Le 18,9-14).
pecadores. Los sanos no precisan médico» (Mt 11,19). Conversa El fariseo no quiere escuchar a Jesús, porque su mensaje le es
incómodo, le obliga a desinstalarse, le exige una conversión que
" Sobre la situación social en tiempo de Jesús, cf. la obra clásica de J. Je- hace abandonar el suelo seguro y firme de la ley y se rige por
remías, Jerusalén en tiempos de Jesús (Ed. Cristiandad, Madrid 21980) 105ss; el amor universal que supera todas las leyes (Mt 5,43-48). No en
L. Goppelt, Die soziologische und religióse Struktur des palástinischen Juden-
tums zur Zeit Jesu, en Christentum im ersten und zweiten ]ahrhundert vano los fariseos murmuran (Le 15,2) y hacen mofa de Jesús
(Gütersloh 1954) 23-30; la obra más amplia sobre el tema es la dirigida por (Le 16,14), calumniándolo como poseso (Mt 12,24; Jn 8,48.52),
J. Leipoldt/W. Grundmann, El mundo del Nuevo Testamento (Ed. Cristiandad, concertándole entrevistas fraudulentas (Mt 22,15-22; Jn 7,38-8,11);
Madrid 1973-75) 3 tomos: I Estudio histórico-cultural; II Textos y documen- intentan apresarlo (Mt 21,45ss; Jn 7,30.32.44) e incluso matarlo
tos de la época; III El mundo del NT en el arte; en forma sencilla aunque
muy precisa trata el tema X. Léon-Dufour en Diccionario del Nuevo Testa- (Me 3,6; Jn 5,18; 8,59; 10,33), recogen material de acusación
mento, pp. 17-78: «Situación histórico-cultural y religiosa en tiempos de Je- contra él (Mt 12,10; 21,23-27) y, por fin, están entre los que lo
sús» (Ed. Cristiandad, Madrid 1977); todo el número de «Kontexte» 3: Die
Zeit Jesu (Stuttgart-Berlín 1966); O. Cullmann, Jesús und die Revolutionaren
12
seiner Zeit (Tubinga 1970) 40-46; C. Boff, Foi Jesús um revolucionario?: Cf. J. Blinzler, Herodes Antipas und Jesús Christus (Stuttgart 1947)
REB 31 (1971) 97-118, espec. 99-107. espec. 16-20.
106 Jesucristo, liberador Significado teológico de las actitudes de Jesús 107

condenan a muerte. Pero Jesús no se deja intimidar. Predica la los demás. Si existen malos, entonces examina tu conciencia: has
conversión individual y social, porque el fin último es inminente, cerrado el corazón y no has ayudado al otro a crecer. La miseria
«el tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca» (Me 1,15; del mundo nunca es disculpa ni motivo de fuga, sino acusación
Mt 4,17). contra ti. No eres tú quien debe juzgar la miseria, sino que es
ésta la que te juzga, y juzga tu sistema y te hace ver tus defec-
tos (cf. Mt 7,1-5).
La distinción entre prójimo y no prójimo ya no existe. De-
3. CONCLUSIÓN: SIGNIFICADO TEOLÓGICO DE LAS
pende ahora de cada uno. Si te aproximas, el otro será tu pró-
ACTITUDES DEL J E S Ú S HISTÓRICO
jimo. De lo contrario, no lo será. Todo va a depender de tu ge-
nerosidad y apertura. La regla de oro es: haz a los demás lo que
La figura de Jesús que surge de estos logia y relatos breves quieres que hagan contigo (Mt 7,12). La distinción entre lo puro
es la de un hombre libre de prejuicios con los ojos abiertos a lo y lo impuro no existe fuera del hombre: sólo depende de él, de
esencial, volcado a los otros, principalmente a los más abandona- las intenciones de su corazón, donde está la raíz de sus acciones.
dos física y moralmente. Así nos enseña que el orden establecido Sobre este particular no existe ya el apoyo de las muletas de la
no puede redimir la alienación fundamental del hombre. Este mun- ley. El hombre tiene que purificar su interior, y todo lo de fuera
do, tal como está, no puede ser el lugar del reino de Dios (1 Cor será igualmente puro (Le 11,41)... La distinción entre obras de
15,50). Necesita una reestructuración en sus mismos fundamentos. piedad y obras profanas ya no existe, porque la manera de prac-
Lo que salva es el amor, la aceptación desinteresada del otro y ticar las obras de piedad no debe distinguirse de la manera de
la total apertura a Dios. Aquí no hay ya amigos y enemigos, pró- practicar las demás obras (Mt 6,17-18). La distinción verdadera
jimos y no prójimos. Hay sólo hermanos. Cristo intentó con todas es la que el hombre establece en su conciencia, confrontada con
sus fuerzas crear las condiciones para la irrupción del reino de Dios (Mt 6,4.6.18). La visión clara y jurídica de la ley ha desapa-
Dios, como total transfiguración de la existencia humana y del cos- recido. La ley ofrece un objetivo claro, expresado en el Sermón
mos. Independientemente del éxito o fracaso (el éxito no es nin- de la Montaña, objetivo de entrega total que va a exigir genero-
gún criterio para el cristianismo), el comportamiento de Jesús de sidad, responsabilidad, creatividad e iniciativa por parte del hom-
Nazaret tiene una gran significación para nuestra existencia cris- bre. Jesús permite que se observen aquellas tradiciones, en tanto
tiana 13. Es verdad que ya no vive entre nosotros el Jesús histórico, no perjudiquen, sino que favorezcan el objetivo principal (Mt 5,
sino el Cristo resucitado, que está más allá de la historia. No 19-20; 23,23). La participación en el culto ya no da al hombre
obstante, es válido hacernos semejante reflexión porque el Cristo garantías de estar a bien con Dios. La garantía está en la actitud
resucitado es el mismo que el Jesús histórico de Nazaret, totalmen- interior que procura adorar a Dios en 'espíritu y en verdad'.
te transfigurado, elevado a la derecha de Dios, en el momento Esa actitud es más importante que la forma exterior y es ella la
culminante de la historia y ahora presente en medio de nosotros que juzga y testimonia la validez de las formas exteriores del
como Espíritu (2 Cor 3,17) 14. El trajo una situación nueva. Uti- culto» ls . Los discípulos deben seguir las actitudes de Jesús. Tales
lizando las palabras de Carlos Mesters: «No nos cabe juzgar a actitudes inauguran en el mundo un nuevo tipo de hombre y de
los otros, definiéndolos como buenos o malos, fieles o infieles, pues humanismo que nosotros juzgamos como el más perfecto que jamás
la distinción entre buenos y malos desaparece si eres bueno para haya surgido, con capacidad para asimilar valores nuevos y extra-
ños sin traicionar su esencia. El cristiano no pertenece a ninguna
13
Cf. K. Rahner, Bemerkungen zur Bedeutung der Geschichte Jesu für familia, sino a la familia de todo el mundo. Todos son sus her-
die Katholische Dogmatik, en Die Zeit Jesu. Hom. H. Schlier, ed. por manos. Como decía el autor de la Carta a Diogneto (¿Panteno?
G. Bornkamm y K. Rahner (Friburgo 1970) 273-283. hacia el año 190) : «Obedecen a las leyes establecidas, pero su
14
Véase L. Boff, Simbolismo nos Milagres de Pentecostés: «Vozes» 64
(1970) 325-326, así como A fé na Ressurreicáo de Jesús em questionamento:
REB 30 (1970) 871-895. 15
Carlos Mesters, Jesús e o povo, 171-172.
108 Jesucristo, liberador Significado teológico de las actitudes de Jesús 109

vida supera la perfección de la ley... Toda la tierra extranjera es exteriores y las etiquetas que los hombres pueden colgar y descol-
para ellos una patria y toda patria una tierra extranjera» 16. Están gar, sino lo que se revela en el corazón, lo que abre a Dios y al
en este mundo, trabajan en él, ayudan a construir y también a di- otro. Aquí se decide quién es bueno o malo, divino o diabólico,
rigir. Sin embargo, no ponen en él sus últimas esperanzas. Quien, religioso o arreligioso. El nuevo comportamiento de los cristianos
como Jesús, soñó con el reino de los cielos no se contenta con provocó, sin violencia, un tipo de revolución social y cultural en
este mundo tal como es. Se siente, frente a este mundo lleno de el Imperio Romano que sustenta nuestra civilización occidental,
ambigüedades, como un «parroquiano», en el sentido primitivo y hoy vastamente secularizada y olvidada de su principio genético.
fuerte que esa palabra tenía para Clemente Romano ( | 97) o Todo esto entró en el mundo a causa del comportamiento de Je-
Ireneo ( t 2 0 2 ) ; esto es, se siente extranjero en camino hacia una sús, que sacudió al hombre en sus raíces, poniendo el principio
patria más humana y feliz. Por algún tiempo debe vivir aquí, «esperanza» y haciéndole soñar con el reino, que no es un mundo
aunque sabe que desde que apareció Jesús, el hombre puede soñar totalmente distinto de éste, sino éste mismo, totalmente nuevo y
con un nuevo cielo y una nueva tierra 17. renovado.
Jesús devolvió al hombre a sí mismo superando profundas
alienaciones que se habían incrustado en él y en su historia; en
las cuestiones importantes de la vida nada puede sustituir al hom-
bre, ni la ley, ni las tradiciones, ni la religión. El debe decidirse
de dentro hacia fuera, frente a Dios y frente al otro. Para ello
necesita creatividad y libertad. La seguridad no viene de la obser-
vancia minuciosa de las leyes y de su adhesión estricta a las es-
tructuras sociales y religiosas, sino del vigor de su decisión interior
y de la autonomía responsable de quien sabe lo que quiere y para
qué vive. No sin razón, Celso, el eminente filósofo pagano del si-
glo III, veía a los cristianos como hombres sin patria y sin raíces,
que se oponían a las instituciones divinas del Imperio. Por su modo
de vivir, decía este filósofo, los cristianos levantaron un grito de
rebelión (phoné stáseos) 18. No porque ellos estuvieran contra los
paganos y los idólatras, sino que estaban a favor del amor indis-
criminado a paganos y cristianos, a bárbaros y a romanos y des-
enmascaraban la ideología imperial que hacía del emperador un
dios, y de las estructuras del vasto imperio, algo divino. Como
decía el Kerygma Petri, los cristianos formaban el tertium genus B,
un tercer género de hombres, diferente del de los romanos (primer
género) y del de los bárbaros (segundo) y formado por ambos
indiscriminadamente. Lo que cuenta ahora no son las categorías

16
Trad. de J. Quasten, Patrología I (Madrid 1967).
" Cf. P. de Labriolle, Paroikia: «Recherches des Sciences Religieuses»
18 18(1928) 60-72.
H. Lietzmann, Geschichte der alten Kirche II, 156, 174; J.-M. Horras,
Politische Entscheidung in der alten Kirche (Munich 1963) 91-117.
" Fragmento citado por Clemente de Alejandría en Stromata 6,5; cf. tam-
bién Orígenes, Contra Celsum VIII, 2.
Jesús, un hombre de equilibrio 111

V debido lugar. El equilibrio se sitúa siempre en el lado opuesto de


la exageración. Por eso, el loco o el genio, que en muchos puntos
JESÚS, UN HOMBRE DE EQUILIBRIO, se aproximan, en este aspecto se distinguen fundamentalmente. El
FANTASÍA CREADORA Y ORIGINALIDAD genio radicaliza el equilibrio. El loco radicaliza la exageración.
Jesús, como los testimonios evangélicos nos lo presentan, se ma-
nifiesta como un genio de equilibrio y sentido común. Una sere-
Antes de atribuir títulos divinos a Jesús, los evangelios nos nidad incomparable rodea todo lo que; hace o dice. Dios, el hom-
permiten que hablemos humanamente de él; como nos dice el bre, la sociedad y la naturaleza están ahí en una inmediatez ex-
NT, con él «apareció la bondad y el amor de Dios a los hombres"». traordinaria. No hace teología, ni apela a principios superiores
No pinta el mundo ni peor ni mejor de lo que es. No moraliza. de moral, ni se pierde en una casuística minuciosa y *in corazón.
Con extraordinario equilibrio encara la realidad; posee la capaci- Pero sus palabras y comportamientos inciden plenamente en lo
dad de ver y colocar todas las cosas en su sitio. A ese equilibrio concreto, en el mismo corazón de la realidad y llevan a una deci-
agrega la capacidad de ver al hombre mayor y más rico que su sión ante Dios. Sus determinaciones son incisivas y directas: «¡Re-
contexto cultural concreto. Y todo es porque en él se reveló lo concilíate con tu hermano!» (Mt 5,24b); «¡no perjurarás!»
que hay de más divino en el hombre y lo que hay de más huma- (Mt 5,34); «no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en
no en Dios. la mejilla derecha preséntale también la otra» (Mt 5,39); «amad
a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan» (Mt 5,44) ;
El mensaje de Jesús supone la radical y total liberación de «cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que
todos los elementos alienantes que se dan en la condición huma- hace la derecha» (Mt 6,3).
na. Jesús mismo se presenta como el hombre nuevo, de la nueva
creación reconciliada consigo y con Dios. Sus palabras y actitudes
revelan a alguien liberado de las complicaciones que los hombres a) Jesús, un profeta y maestro diferente
y la historia del pecado crearon. Ve con ojos perspicaces las reali-
dades más complejas y simples y va a lo esencial de las cosas. El estilo de Jesús nos hace pensar en los grandes profetas.
Sabe decirlas breve, concisa y exactamente. Manifiesta un extraor- Efectivamente, él surge como uno de ellos (Me 8,28; Mt 21,11.46).
dinario equilibrio que sorprende a todos los que están a su al- No obstante, no es como un profeta del Antiguo Testamento,
rededor. Tal vez ese hecho haya dado origen a la cristología, esto que precisa de un llamamiento divino y de una legitimación por
es, a la tentativa de la fe de descifrar el origen de la originalidad parte de Dios. Jesús no reclama para sí ninguna visión de miste-
de Jesús y de responder a la pregunta: ¿ Quién eres tú, Jesús de rios celestiales a los cuales sólo él tiene acceso. Ni pretende co-
Nazaret? municar verdades ocultas y para nosotros incomprensibles. Habla,
predica, discute y reúne en torno a sí discípulos, como un rabino
de su tiempo. Y, sin embargo, la diferencia entre uno de aquéllos
1. J E S Ú S , HOMBRE DE EXTRAORDINARIO EQUILIBRIO y Jesús es como la del cielo a la tierra. El rabino es un intérprete
Y SENTIDO COMÚN de la Sagrada Escritura; en ella lee la voluntad de Dios. La doc-
trina de Jesús no es solamente una explicación de los textos
Tener equilibrio es un atributo de los grandes hombres. De- sagrados. Lee la voluntad de Dios también fuera de la Escritura:
cimos que alguien lo posee cuando para cada situación tiene la en la creación, en la historia y en la situación concreta. En su
palabra adecuada, el comportamiento acertado y da de inmediato compañía acepta gente que un rabino rechazaría indefectiblemen-
con el punto exacto de las cosas. El sentido común está ligado a te : pecadores, publícanos, niños y mujeres. Extrae su doctrina de
la sabiduría concreta de la vida; es saber distinguir lo esencial de las experiencias comunes que todos hacen y pueden controlar. Sus
lo secundario, la capacidad de ver y colocar todas las cosas en su oyentes lo comprenden en seguida. No se las exigen otros presupues-
112 Jesucristo, liberador Jesús, un hombre de equilibrio 113

tos que los del sentido común y la sana razón. Por ejemplo: que mentó se lee: «No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan»
una ciudad sobre el monte no puede permanecer oculta (Mt 5,14); (Tob 4,15). En los tiempos del rey Herodes llegó un pagano hasta
que cada día tiene bastante con sus inquietudes (Mt 6,34); que no el célebre rabino Hillel, maestro de san Pablo, y le d i j o : «Acéptame
debemos jurar nunca, ni por nuestra propia cabeza, porque nadie en el judaismo con la condición de que me digas toda la ley, mien-
puede por sí mismo hacer que un cabello se torne negro o blanco tras permanezco sobre un solo pie». A lo que Hillel respondió:
(Mt 5,36); que nadie puede aumentar en un milímetro la medida «No hagas a los otros lo que no quieras que te hagan a ti. En ello
de su vida (Mt 6,27); que el hombre vale mucho más que las aves se resume toda la ley. Todo lo demás es comentario. Ve y aprende».
de los cielos (Mt 6,26); que el sábado es para el hombre y no el Cristo nunca leyó a Tales de Mileto, ni a Pitacos, ni menos a
hombre para el sábado (Me 2,27). Confucio y el Mahabharata. Con su formulación positiva excede
infinitamente la negativa, porque no coloca ningún límite a la aper-
tura y preocupación por el dolor y por la alegría de los otros. Cristo
b) Jesús no quiere decir cosas nuevas a toda costa se afilia a los grandes hombres que se preocuparon por la humani-
tas. «La epifanía de la humanidad de Dios culmina con el reconoci-
Como es evidente, Jesús nunca apela a una autoridad superior, miento por Jesús de Nazaret de la regla de oro de la caridad huma-
venida de fuera para reforzar su propia autoridad y doctrina. Cuan- na» 3. Cristo no quiere expresar a toda costa algo nuevo, sino algo
to dice posee una evidencia interna. Lo que le interesa es decir no viejísimo como el hombre; no original, sino que vale para todos;
cosas esotéricas e incomprensibles, ni cosas nuevas porque sí, sino no cosas sorprendentes, sino cosas que alguien comprende por sí
cosas racionales que los hombres puedan entender y vivir. Como mismo, cuando tiene los ojos abiertos y un poco de sentido común.
puede observarse, Cristo no vino a traer una nueva moral, distinta Con mucha razón ponderaba san Agustín: «La sustancia de aquello
de la que los hombres ya tenían. Clarificó lo que los hombres sabían que hoy la gente llama cristianismo ya estaba presente en los anti-
o debían haber sabido y que, a causa de su alienación, no llegaron guos y no faltó desde los inicios del género humano hasta que Cris-
a ver, comprender y formular. Basta que consideremos, a título de to vivió en carne. Desde entonces, la verdadera religión, que ya exis-
ejemplo, la regla de oro de la caridad (Mt 7,12; Le 6,31) : «Todo tía, comenzó a llamarse religión cristiana» 4 .
cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vos-
otros» '. De Tales de Mileto (660 a. C.) se cuenta que, habiéndole
preguntado por la regla máxima del buen vivir, respondió: «No c) Jesús quiere que le entendamos
hagas aquello que de malo encuentras en los otros» 2. En Pitacos
(580 a. C.) hallamos esta fórmula: «Lo que aborreces en los otros Unos cuantos ejemplos, entre otros, nos muestran evidentemente
no lo hagas tú mismo». Isócrates (40 a. C.) proclama la misma ver- el buen sentido común de Jesús y su apelación a la sana razón hu-
dad en forma positiva: «Trata a los otros así como quieras ser tra- mana. Manda amar a los enemigos. ¿Por qué? Porque si hiciéra-
tado». Confucio (551/470 a. C ) , interrogado por un discípulo acer- mos el bien solamente a los que nos lo hacen, ¿qué recompensa ten-
ca de si existe una norma que pueda ser seguida durante toda la dríamos? También los pecadores hacen lo mismo (Le 6,33). Prohibe
vida, dijo: «El amor al prójimo. Lo que no deseas para ti no lo al hombre tener más de una mujer? ¿Por qué? Porque en el princi-
hagas a los otros». En la epopeya nacional de la India, el Mahabha- pio no fue así. Dios creó una pareja, Adán y Eva (Me 10,6). No
rata entre (400 a. C. a 40 d. C ) , se encuentra la siguiente verdad: basta decir únicamente: No matarás o no adulterarás. Ya la ira y
«Aprende la suma de la ley, y cuando la hubieres aprendido piensa el mirar codicioso son pecado. ¿ Por qué ? Porque no basta combatir
en ella: lo que odias no lo hagas a nadie». En el Antiguo Testa- las consecuencias; primero hay que eliminar las causas (Mt 5,
1 22.28). No es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hom-
E. Stauffer, Die Botschaft Jesu damals und heute (Berna-Munich 1959)
55-56; L. J. Philippidis, Die goldene Regel, religionsgeschichtlich untersucht
(1929); J. Jeremías, Goldene Regel, en RGG (1958) 1688s. 3
E. Stauffer, Die Botschaft Jesu, 59.
2
Cf. Diels, Fragmente I (1951) 71. 4
Retractationes 1, 12, 3.
o
214 Jesucristo, liberador Jesús, un hombre de equilibrio 115

bre. ¿ P o r qué? Porque si un animal, en sábado, cae en un pozo, 6,30); de la higuera, cuyas hojas al brotar uiiunciiiri la proximidad
nos apresuramos a sacarlo. Pero el hombre es más que un animal del verano (13,28); de la cosecha (Me 4,3SS.2(»MS; Mi I3,24ss), de
(Mt 12,11-12). Debemos confiar en la providencia paterna de Dios. la polilla y de la herrumbre (Mt 6,19), de los perros (|iie lumen las
¿ P o r qué? Porque Dios cuida de los lirios del campo, de las aves heridas (Le 16,21), de los buitres que comen cudáverrs (Mi 24,28).
del cielo y de cada cabello de la cabeza, «'l "Valéis más que muchos Habla de los espinos y los abrojos, conoce el g^st» \\v\ winltrntlor
pajarillos!» (Mt 10,31). «Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis (Le 12,16-21), se refiere a la ampliación de un negocio (Le 12,
dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre, que 16-21) y sabe cómo se construye una casa (Mt 7,24-27). Conocí;
está en los cielos, dará cosas buenas a los que se las pidan!» (Mt cómo hace el pan la mujer (Mt 13,33), con qué preocupación
7,11). Es pecado, dice la ley, andar con los pecadores, porque nos el pastor sale en busca de la oveja perdida (Le 15ss), cómo trubuju
hacen impuros. Cristo no se crea complicaciones. Usa la sana razón el campesino (Me 4,3), descansa y duerme (Me 4,26ss), cómo el
y argumenta: «Los sanos no precisan médico, sino los enfermos; patrón exige cuentas a los empleados (Mt 25,14ss), cómo éstos pue-
ni yo he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» (Mt 2, den ser azotados (Le 12,47-48), cómo los desocupados viven sentu-
17). No es lo que entra en el hombre lo que hace de él un impuro, dos en la plaza a la espera de trabajo (Mt 20,lss), cómo los niños
sino lo que sale de él. ¿Por qué? «... Todo lo que entra de fuera juegan a las bodas en las plazas y no quieren danzar, o cómo unos
en el hombre no puede hacerle impuro, pues no entra en su cora- cantan cantos fúnebres y los demás no quieren acompañarlos (Le
zón, sino en el vientre y va a parar al excusado... Lo que sale del 7,32), sabe de la alegría de la madre al nacer su criatura (Jn 16,21),
hombre, eso es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro cómo los poderosos de la tierra esclavizan a los otros (Mt 20,25),
del corazón de los hombres salen las malas intenciones: fornicacio- cómo es la obediencia entre los soldados (Mt 8,9). Jesús se sirve de
nes, robos, etc.» (Me 7,18-22). Ese uso de la sana razón en Jesús es ejemplos penetrantes. Toma la vida tal como es. Sabe sacar una
para nosotros, aún hoy, teológicamente fundamental, pues nos mues- lección del gerente de la firma que roba astutamente a la empresa
tra que Cristo quiere que entendamos las cosas. ¡No exige una (Le 16,1-12), se refiere con naturalidad al rey que entra en guerra
sumisión ciega a la ley! s . (Le 14,31-33), conoce las envidias que se tienen los hombres (Le
15,28) y él mismo se compara con un asaltante (Me 3,27). Hay una
parábola considerada auténtica de Jesús y transmitida en el evan-
d) Jesús no pinta el mundo ni peor ni mejor de lo que es gelio apócrifo de Tomás, que muestra claramente el sentido pro-
fundo y real de Cristo: «El reino del Padre es semejante a un hom-
La mirada de Jesús sobre la realidad es penetrante y carece de bre que quiso matar a un señor importante. En su casa desenvainó
prejuicios. Va directa al meollo del problema. Sus parábolas mues- la espada y con ella traspasó la pared. Quería saber si su mano
tran que él conoce toda la realidad de la vida, buena y mala. No era suficientemente fuerte. Después mató al señor importante» 6 .
pinta el mundo ni peor ni mejor de lo que es, para luego morali- Con eso quiso enseñar que Dios, al comenzar una cosa, la lleva siem-
zar. Su primera toma de posición no es de censura, sino de com- pre hasta el fin, a semejanza de ese asesino. De todo lo dicho queda
prensión. No canta la naturaleza en lo que tiene de numinoso, claro que Jesús es un hombre de extraordinario sentido común. ¿De
como Teilhard de Chardin o el mismo Francisco de Asís, sino dónde le viene esto? Responder a esa pregunta es yu hucer cristo-
que la ve en su sencillez de creación. Habla del sol y de la logia. Volveremos sobre este tema.
lluvia (Mt 5,45), del arrebol y del viento SUT (Le 12,54-55);
del relámpago, que sale del Oriente y brilla hasta el Occiden-
te (Mt 24,27); de los pájaros, que no siembran ni siegan, ni re-
cogen en graneros (Mt 6,26) ; de la belleza de los lirios del campo
y de la hierba, que hoy existe y mañana es arrojada al fuego (Mt 6
C. H. Hunzinger, Unbekannte Gleichnisse Jesu aus dem Thomasevange-
lium, en Judentum-Urchristentum-Kirche. Hom. J. Jeremías, ed. por W. Eltes-
5
Cf. E. Kasemann, Der Ruf zur Freiheit (Tubinga 1968) 43. ter (Berlín 1960) 209-220, aquí 211-212.
Jesús, un hombre de equilibrio 117

e) En Jesús aparece todo lo auténticamente humano constantes que lo traicionan (Le 21 y 1 6 ) ; la amistad puede ser
vivida hasta por dos rufianes como Pilato y Herodes (Le 13,12).
Los evangelios son testigos de la vida absolutamente normal de El comportamiento de Jesús con los apóstoles, sus milagros, su ac-
Jesús. Es un hombre que tiene sentimientos profundos. Conoce la tuación en las bodas de Cana, la multiplicación de los panes revelan
afectividad natural que profesamos a los niños y los abraza, les im- la amistad de Jesús. Esta es la relación de Jesús con Lázaro: «Se-
pone las manos y los bendice (Me 10,13-16). Se impresiona con la ñor, aquel a quien tú quieres está enfermo... Lázaro, nuestro amigo,
generosidad del joven rico: «fijando en él la mirada, Jesús le amó» duerme; pero voy a despertarlo», dijo Jesús (Jn 11,11). Cuando
(Me 10,21). Se sorprende ante la fe de un pagano (Le 7,9) y la Jesús llora la muerte del amigo, todos comentan: «¡ Mirad cómo le
sabiduría del escriba (Me 12,34). Se admira de la incredulidad de quería!» (Jn 11,36). En Betania, con Marta y María, se sentía en
sus compatriotas de Nazaret (Me 6,6). Al asistir al entierro del hijo casa (Mt 21-17) y le gusta volver allí (Le 11,38.42; Jn 11,17). Para
único de una viuda, «se siente conmovido» y la consuela diciendo: muchos de nosotros, hombres, la amistad con mujeres es un tabú.
«No llores» (Le 7,13). Siente compasión por el pueblo hambriento, En tiempos de Cristo lo era mucho más. La mujer no podía apare-
errante como ovejas sin pastor (Me 6,34). Si se indigna con la falta cer en público junto al marido. Mucho menos junto a un predicador
de fe del pueblo (Me 9,18), se embelesa con la apertura de los sen- ambulante, como era Jesús. No obstante, conocemos la amistad de
cillos, hasta hacer una oración agradecida al Padre (Mt 11,25-26). Jesús con algunas mujeres que lo seguían y cuidaban de él y de sus
Siente la ingratitud de los nueve leprosos curados (Le 17,17-18) y, discípulos (Le 8,3). Conocemos los nombres de algunas: María
airado, increpa a las ciudades de Corozaín, Betsaida y Cafarnaún Magdalena; Juana, mujer de Cusa, funcionario de Herodes; Susana
por no haber hecho penitencia (Mt 11,20-24). Se entristece con la y otras. Junto a la cruz está una mujer. Son ellas las que lo entie-
ceguera de los fariseos, «mirándolos con ira» (Me 3,5). Usa de la rran y van a llorar en el sepulcro al Señor muerto (Me 16,1-4).
violencia física contra los profanadores del templo (Jn 2,15-17). Mujeres son también las que ven al resucitado. Jesús rompe un tabú
Se queja de la ignorancia de los discípulos (Me 7,18). Se desahoga social al dejarse ungir por una mujer de mala vida (Me 14,3-9;
contra Felipe y le dice: «¿Tanto tiempo estoy con vosotros, y no Le 7,37ss) y conversa con otra, hereje (Jn 4,7ss). Aristóteles decía
me conoces, Felipe?» (Jn 14,9). Le ocurre lo mismo con los fari- que entre la divinidad y el hombre, a causa de la diferencia de na-
seos: «dando un profundo suspiro» (Me 8,12) : « ¿ P o r qué esta ge- turaleza, no sería posible la amistad. Este filósofo no podía imaginar
neración pide una señal?» (Me 8,12). Se pone nervioso ante el el nacimiento de Dios en la carne acogedora y caliente de los hom-
espíritu de venganza de los apóstoles (Le 9,55) y ante las insinua- bres. En Jesús aparece todo lo que es auténticamente h u m a n o : ira
ciones de Pedro: «Retírate, Satanás» (Me 8,33). Pero se alegra con y alegría, bondad y dureza, amistad e indignación. En él se dan, con
ellos al regresar de la misión. Se preocupa para que nada les falte: fuerza innata, la vitalidad y espontaneidad de todas las dimensiones
«Cuando os envié sin bolsa, sin alforjas y sin sandalias, ¿os faltó humanas. Jesús participa de todos los sentimientos y condiciona-
algo? Y ellos respondieron: Nada» (Le 22,35). No quiere que lo mientos humanos: hambre ( M t 4 , 2 ; Me 11,12), sed (Jn 4,7; 19,28),
llamen maestro, sino amigo (Le 12,4-7; Jn 15,13-15). Todo lo suyo cansancio (Jn 4,6; Me 4,37ss), frío y calor, vida insegura y sin te-
les pertenece también a ellos (Jn 17,22). La amistad es una nota ca- cho (Le 9,58; cf. Jn 11,53-54; 12,36), lágrimas (Le 19,41; Jn 11,
racterística de Jesús, porque ser amigo es una «forma de amar» 7 . 35), tristeza y temor (Mt 26,37), tentaciones (Mt 4,1-11; Le 4,1-13;
El amó a todos hasta el fin. Las parábolas demuestran que conocía Heb 4,15; 5,2.7-10). Su mente puede sumergirse en un abismo tan
el fenómeno de la amistad: con los amigos la gente se reúne para terrible que le haga exclamar: «Mi alma está triste hasta la muer-
festejar (Le 15,6.9.29) y celebrar banquetes (Le 14,12-14); al amigo te» (Mt 26,38) ; vive el pavor y la angustia de la muerte violenta
la gente recurre hasta la inoportunidad (Le 11,5-8); hay amigos in- (Le 22,44). Por eso, el buen pastor de almas, autor de la epístola
a los Hebreos, comentaba: «Puede compadecerse de nuestras fla-
7
Cf. Bouet-Dufeil y Jean-Marie Dufeil, L'amitié dans VEvangile: «La quezas, porque fue probado en todo igual que nosotros, excepto en
Vie Spirituelle» 11 (1964) 657-65; C. J. Nesmy, Les amitiés du Christ: ibíd., el pecado» (Heb 4,15).
669-690.
Jesús, un hombre de equilibrio 119

2. JESÚS, HOMBRE DE SINGULAR FANTASÍA CREADORA instalados que se preguntan: ¿Quién es ése? ¿No es el carpintero,
hijo de María? (Me 6,3a; Mt 13,53-58; Le 4,16-30; Jn 6,42). Anda
Hablar de fantasía creadora en Jesús puede parecer extraño 8 . con gente marginada, acepta en su compañía a personas dudosas,
La Iglesia y los teólogos no acostumbran expresarse así. No obs- como dos o tres guerrilleros: Simón el Cananeo, Judas Iscariote,
tante, debemos decir que existen muchos modos de hablar sobre Pedro hijo de Jonás 9 , provoca un cambio en el marco social y reli-
Jesús, y el mismo Nuevo Testamento es testigo de ello. ¿ Quién sabe gioso diciendo que los últimos serán los primeros (Me 10,31); los
si para nosotros esa categoría —fantasía— nos puede revelar la humildes, maestros (Mt 5,5), y que los publícanos y las prostitutas
originalidad y el misterio de Cristo? Muchos entienden mal la fan- entrarán más fácilmente en el reino de los ciclos que los piadosos
tasía y piensan que es sinónimo de sueño, de fuga desvanecedora escribas y fariseos (Mt 21,23). No discrimina a nadie, ni a los heré-
de la realidad, ilusión pasajera. Fantasía significa algo más pro- ticos y cismáticos samaritanos (Le 10,29-37; Jn 4,4-42), ni a per-
fundo : es una forma de libertad; nace del choque con la realidad sonas de mala reputación, como una prostituta (Le 7,36-40), ni a
y el orden vigente; surge del inconformismo frente a una situación los marginados (enfermos, leprosos, pobres) I0, ni a los ricos, cuyas
dada y establecida; es la capacidad de ver al hombre mayor y más casas frecuenta; pero les dice: «Vosotros sois infelices, porque ya
rico que lo que el contexto cultural y concreto permite; tiene el tenéis vuestro consuelo» (Le 6,24). No rechaza los convites de sus
coraje de pensar y decir cosas nuevas y andar por caminos aún no opositores más encarnizados, los fariseos; sin embargo, con toda
hollados, pero llenos de sentido humano. Así entendida, la fantasía libertad les repite siete veces: «Ay de vosotros, fariseos hipócritas
era una de las cualidades fundamentales de Jesús. Tal vez en la his- y ciegos» (Mt 23,13-37).
toria de la humanidad no haya habido persona alguna que tuviese
una fantasía más rica que la suya.
b) Jesús nunca utilizó la palabra «obediencia»

a) Jesús, hombre que se atreve a decir «yo» Jesús relativiza el orden establecido, liberando al hombre preso
en sus tentáculos. La sujeción al orden se llama comúnmente obe-
Como ya hemos visto, Jesús no acepta lisa y llanamente las tra- diencia. La predicación y las exigencias de Cristo no presuponen un
diciones judías, las leyes, los ritos sagrados y el orden establecido orden establecido (establishment). Por el contrario, a causa de su
de entonces. Marcos afirma, al principio de su evangelio, que Cris- fantasía creadora y espontaneidad, éste es puesto en jaque. La pa-
to enseñaba «una doctrina nueva» (Me 1,27). No repite las ense- labra obediencia (y derivados) que aparece 87 veces en el Nuevo
ñanzas del Antiguo Testamento. Por eso se atreve a levantarse y Testamento, nunca fue usada por Cristo, según podemos compro-
exclamar: «Habéis oído también que se dijo a los antepasados bar u . Eso no quiere decir que Cristo no haya expresado sus duras
—pensaba en la ley, en Moisés y en los profetas— pero yo os digo». exigencias. Obediencia para él no es cumplimiento de órdenes, sino
Jesús dice «yo». No se apoya en otras autoridades venidas de fuera. la firme decisión de aceptar lo que Dios exige en cada situación
Lo nuevo que predica no es algo que los hombres desconozcan, sino concreta. No siempre la voluntad de Dios se manifiesta en la ley.
lo que el sentido común manda y que las complicaciones religio- Con más frecuencia esa voluntad de Dios se hace presente en las
sas, morales y culturales creadas por los hombres habían destruido. circunstancias concretas; allí, la conciencia queda sorprendida por
Cristo vino a descubrir la novedad de lo más antiguo y originario
del ser humano, hecho a imagen y semejanza del Padre. No pre- ' Véase C. Boff, Foi Cristo um, revolucionario?: REB 31 (1971) 97-118.
10
gunta por el orden —que frecuentemente es orden en el desorden—, 11
Cf. J. Jeremías, Zóllner und Sünder: ZNW 30 (1931) 293-300, espec. 300.
sino que deja reinar la fantasía creadora. Así desconcierta a los Le 17,6 no posee un contexto de moralidad, aunque es trabajo redac-
cional del evangelista sobre Me 11,23; cf. Mt 21,23. El texto de Mt 18,17 es
evidentemente elaboración teológica de la Iglesia primitiva; Le 10,20 no posee
8
Cf. D. Sólle, Phantasie und Gehorsam (Stuttgart-Berlín 1968) 56-71; tampoco contexto de moralidad. Véase R. Deichgráber, Gehorsam und Gehor-
M. Meschler, Zum Charakterbüd Jesu (Friburgo 1916) 95-104. chen in der Verkündigung Jesu: ZNW 52 (1961) 119-122.
120 Jesucristo, liberador Jesús, un hombre de equilibrio 121

una propuesta que exige una respuesta responsable. La gran difi- Es seguramente un carismático sin comparación en la historia 12.
cultad que Jesús encontraba en sus disputas con los teólogos y maes- Muestra una dignidad impresionante 1 3 . Desenmascara preguntas
tros de su tiempo consistió exactamente en que lo que Dios quiere capciosas (Me 12,14ss) y da respuestas sorprendentes. Puede hacer
de nosotros no puede resolverse con un simple recurso a la Escri- abrir la boca a sus adversarios, pero también cerrarla (Mt 22,23).
tura. Debemos consultar los signos de los tiempos y lo imprevisto Los evangelios refieren muchas veces que Cristo callaba. Escuchar
de la situación (Le 12,54-57). Era una apelación clara a la espon- al pueblo y sentir sus problemas es una forma de amarlo.
taneidad, a la libertad y al uso de nuestra fantasía creadora. Obe-
diencia es tener los ojos abiertos a la situación; consiste en deci-
dirse y arriesgarse en la aventura de responder a Dios que habla d) ¿Fue Jesús un liberal?
hoy y ahora. El Sermón de la Montaña, que no quiere ser ley, es
una invitación dirigida a todos para que tengan una conciencia Esta pregunta se la hacía, tiempo ha, uno de los mayores exe-
extremadamente clara y una capacidad ilimitada de comprender, getas de la actualidad, y respondía: «Jesús fue un liberal». En esto
simpatizar, sintonizar y amar a los hombres, con sus limitaciones no se debe ceder un ápice, aunque las Iglesias y los piadosos pro-
y realizaciones. testen y sostengan que es blasfemia. Jesús fue un liberal, porque en
nombre de Dios y la fuerza del Espíritu Santo interpretó y midió
a Moisés, la Escritura y la Dogmática a partir del amor, y con eso
c) Jesús no tiene esquemas prefabricados «permitía a los piadosos que siguieran siendo humanos y razona-
bles» 14. En apoyo de esta verdad baste recordar el siguiente episo-
Jesús mismo es el mejor ejemplo de ese modo de existir, resu- dio, que revela a maravilla la liberalidad y la apertura de Jesús:
mido en una frase del Evangelio de J u a n : «Al que venga a mí no «Juan le dijo: Maestro hemos visto a uno que expulsaba demonios
lo echaré afuera» (Jn 6,37). Acoge a todo el mundo : a los pecadores, en tu nombre, y no viene con nosotros: nosotros tratamos de im-
con quienes come (Le 15,2; Mt 9,10-11); a los pequeños (Me 10, pedírselo, porque no es de los nuestros. Pero Jesús contestó: No
13-16); a la vieja encorvada (Le 13,10-17), al ciego mendigo a la se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando
vera del camino (Me 10,46-52), a la mujer que se avergüenza de mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. El que no
su menstruación (Me 5,21-34), a un conocido teólogo (Jn 3,lss). está contra nosotros, está con nosotros» (Me 9,38-40; Le 9,49-50).
No tiene tiempo para comer (Me 3,20; 6,31) y se duerme profun- Cristo no es sectario, como lo fueron muchos de sus discípulos a lo
damente, vencido por el cansancio (Me 4,38). Su palabra puede ser largo de la historia. Jesús vino para ser y vivir a Cristo, no para
dura en la invectiva contra el aparentar (Mt 3,7; 23,1-39; Jn 9,44), predicar a Cristo, o anunciarse a sí mismo 15. Por eso siente reali-
pero puede ser también de comprensión y perdón (Jn 8,10-11). En zada su misión donde ve hombres que lo siguen y practican, aun-
su modo de hablar y actuar, en el trato que tiene con las distintas que sin referencia explícita a su nombre, lo que él quiso y procla-
clases sociales nunca encuadra a las personas en esquemas prefabri- mó. Y es evidente que la felicidad del hombre sólo puede ser encon-
cados. Respeta a cada cual en su originalidad: al fariseo como fa- trada si se abre al otro y al Gran Otro (Dios) (Le 10,25-37; Me 12,
riseo, al escriba como escriba, al pecador como pecador, al enfermo 28-31; Mt 22,34-40). Hay un pecado radicalmente mortal: el peca-
como enfermo. Su reacción es siempre sorprendente: para cada uno 12
tiene la palabra exacta o el gesto correspondiente. Bien dice J u a n : Cf. R. Otto, Reich Gottes und Mcnschcnsohn (Munich 1954) 277-283.
13
G. Bomkamm, Jesús von Nazareth (Berlín 1965) 53-57; H. Braun, Jesús
«No tenía necesidad de que se le informara acerca de los hombres, (1969) 73ss; W. Grundmann, Die Geschichte Jc.su Christi (Berlín 1961) 261-
pues él conocía lo que hay en el hombre» (Jn 2,25). Sin que nadie 270; J. R. Geiselmann, Die Frage nach dem histarischen Jesús (Munich
se lo diga, sabe del pecado del paralítico (Me 2 , 5 ) ; del estado de 1965) 218-221.
14
la hija de Jairo (Me 5,39); de la mujer que sufría flujo de sangre E. Kasemann, War Jesu liberal?, en Der Ruf zur Freiheit, 28-58,
aquí 42.
(Me 5,29ss); del hombre poseído por el demonio (Me l,23ss; 15
Cf. E. Brunner, Dogmatik II (1950) 293, o W. Pannenberg, Funda-
5,lss); de los pensamientos íntimos de sus opositores (Me 2,8; 3,5). mentos de cristología (Salamanca 1974) 60ss.
122 Jesucristo, liberador Jesús, un hombre de equilibrio 123

do contra el espíritu humanitario. En la parábola de los cristianos captación de lo originario en el hombre, que la gente conoce, pero
anónimos (Mt 25,31-46), el Juez Eterno no pregunta a ninguno por no sabe formular y fijar en imágenes. Cristo supo vcrbalizar lo
los cánones de la dogmática ni si en la vida de cada hombre hubo originario o la sana razón de forma genial, como hemos visto. Por
o no una referencia explícita al misterio de Cristo. Pregunta si han eso resuelve todos los conflictos y coloca «y» donde la mayoría pone
hecho algo en favor de los necesitados. Esto decide todo. Señor, «o». El autor de la carta a los Efesios dice muy bien que Cristo
¿ cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o en- derribó el muro que separaba a los paganos de los judíos e «hizo
fermo o en la cárcel y no te asistimos? El les responderá: «En de los dos un solo hombre nuevo» (Ef 3,14.15) 17. Derribó todos los
verdad os digo que lo que dejasteis de hacer con uno de estos más muros: los de lo sagrado y lo profano, los de las convenciones, le-
pequeños, también dejasteis de hacerlo conmigo» (Mt 25,44-45). galismos y divisiones entre los hombres y entre los sexos, los de los
El sacramento del hermano es absolutamente necesario para la sal- hombres con Dios, porque ahora todos tienen acceso a él y pueden
vación. Quien lo niegue, niega la causa de Cristo, aun cuando lo decir «Abba, Padre» (Ef 3,18; Gal 4,6; Rom 8,15). Todos son her-
tenga siempre en sus labios y oficialmente lo confiese 16. La fanta- manos e hijos del mismo Padre. La originalidad de Jesús consiste,
sía postula creatividad, espontaneidad y libertad. Es exactamente lo pues, en poder alcanzar esa profundidad humana que concierne
que Cristo exige cuando nos propone un ideal como el del Sermón indistintamente a todos los hombres. De ahí que no funde una es-
de la Montaña. Aquí no cabe hablar de leyes, sino del amor que cuela más, ni elabore un nuevo ritual de oración, ni prescriba una
supera todas las leyes. La invitación de Cristo: «Sed perfectos como supermoral. Pero alcanza una dimensión y abre un horizonte que
es perfecto vuestro Padre celestial» (Mt 5,48), derribó todas las obliga a revolucionar todo, a revisar todo y convertirse. ¿ De dónde
barreras posibles de la fantasía religiosa, levantadas por las religio- le viene a Cristo el ser tan original, soberano, el mostrarse con
nes, las culturas y las situaciones existenciales. tanta autoridad ? Para responder a esta pregunta surgió y sigue sur-
giendo la cristología. Antes de dar títulos divinos a Jesús, los mis-
mos evangelios nos permiten hablar humanamente de él. La fe nos
3. LA ORIGINALIDAD DE J E S Ú S dice que en Cristo «aparece la bondad y el amor de Dios a los
hombres» (Tit 3,4). ¿Cómo lo descubrimos? ¿No es acaso en su
extraordinario sentido común, en su singular fantasía creadora y en
Al hablar de la originalidad de Jesús, debemos antes aclarar un su inigualable originalidad?
equívoco. Original no es una persona que dice pura y simplemente
algo nuevo. Ni original es sinónimo de extraño. Original viene de
origen. Quien está cerca del origen y de lo originario, y por su 4. CONCLUSIÓN :
vida, palabras y obras lleva a los otros al origen y a lo originario SIGNIFICADO TEOLÓGICO DEL COMPORTAMIENTO DE J E S Ú S
de sí mismos, ése puede ser llamado, con propiedad, original. En
ese sentido, Cristo fue original. No porque descubra cosas nuevas, El interés por las actitudes y el comportamiento del Jesús his-
sino porque dice las cosas con absoluta inmediatez y soberanía. tórico parte del presupuesto de que en él se reveló lo que hay de
Todo lo que dice y hace es diáfano, cristalino y evidente. Los hom- más divino en el hombre y lo que hay de más humano en Dios. Lo
bres lo perciben al punto. En contacto con Jesús, cada uno se en- que apareció y se expresó en Jesús debe emerger y expresarse tam-
cuentra consigo mismo y con lo que de mejor hay en é l : cada cual bién en sus seguidores 1 8 : la total apertura a Dios y a los otros, el
es llevado a lo originario. La confrontación con lo originario genera amor indiscriminado y sin límites, el espíritu crítico frente a la si-
una crisis: obliga a decidirse y convertirse o a instalarse en lo deri-
vado, secundario, en la situación vigente. El sentido común es la " J. Gnilka, Christus unser Friedens-Erlóserlir.d in Eph 2,14-17, en Die
Zeit14 Jesu, 190-207.
16 Cf. F. Gogarten, Jesús Christus, Wende der Ifelt (Tubinga 1966) 32-
Cf. R. Schnackenburg, Mitmenschlichkeit im Horizont des Neuen 39; G. Ebeling, Die Frage nach dem historischen Jesús und das Problem
Testaments, en Die Zeit Jesu. Hom. H. Schlier, ed. por G. Bornkamm y der Christologie, en Wort und Glaube (Tubinga 1962) 300-318, espec. 308-
K. Rahner (Friburgo 1970) 70-93, espec. 84-86. 311.
124 Jesucristo, liberador Jesús, un hombre de equilibrio 125

tuación vigente social y religiosa, porque ésta no encarna pura y Recordemos, en fin, las palabras de Dosloicwski, al regresar
simplemente la voluntad de Dios, el cultivo de la fantasía creadora de la casa de los muertos, su condena a trabajos forzados en Sibe-
que en nombre del amor y de la libertad de los hijos de Dios pone ria: «A veces Dios me envía instantes de pnz; en estos instantes,
en tela de juicio las estructuras culturales, la primacía del hombre- amo y siento que soy amado; en uno de esos momentos compuse
persona sobre las cosas que son del hombre y para el hombre. El para mí mismo un credo, donde todo es claro y sagrado. Es un
cristiano debe ser un hombre libre y liberado. Esto no quiere decir credo muy simple. Helo a q u í : Creo que no existe natía más bello,
que sea un anarquista y sin ley. Entiende la ley de modo diferente: más profundo, más atrayente, más viril y más perfecto que Cristo;
como dice san Pablo, «él no está ya bajo la ley» (Rom 6,15), sino y me lo digo a mí mismo, con un amor más celoso que cuanto
que está bajo la «ley de Cristo» (1 Cor 9,21), que le permite existe o puede existir. Y si alguien me probara que O í s l o está fuera
—«siendo totalmente libre» (1 Cor 9,19)— vivir ya con los que es- de la verdad y que ésta no se halla en él, prefiero permanecer con
tán bajo la ley, ya con los que están fuera de la ley, para ganar a Cristo a permanecer con la verdad» n.
ambos (1 Cor 9,19-23). Como se ve, aquí se realiza la ley al servi-
cio del amor. «Para que gocemos de esta libertad, Cristo nos hizo
libres... y jamás nos debemos dejar sujetar de nuevo al yugo de la
servidumbre» (Gal 5,1). Todo eso lo vemos realizado, de modo
ejemplar, por Jesús de Nazaret con una espontaneidad que no en-
cuentra quizá semejanza en la historia de las religiones. Se desteo-
logiza la religión, y la voluntad de Dios habrá que buscarla no sólo
en los Libros Santos, sino principalmente en la vida diaria; se des-
mitologiza el lenguaje religioso usando expresiones de las expe-
riencias comunes a todos; se desritualiza la piedad, insistiendo en
que el hombre está siempre delante de Dios y no solamente cuando
va al templo a rezar; se emancipa el mensaje de Dios de su relación
con una comunidad religiosa determinada, dirigiéndolo a cada hom-
bre de buena voluntad (cf. Me 9,38-40; Jn 10,16); por fin, se
secularizan los medios de salvación, haciendo del sacramento del
otro (Mt 25,31-46) el elemento determinante para entrar en el reino
de Dios. Cristo no vino, sin embargo, a hacer más cómoda la vida
de los hombres. Todo lo contrario. En palabras del Gran Inquisidor
de Dostoiewski: «En vez de dominar la conciencia, viniste a pro-
fundizarla más; en ver de cercenar la libertad de los hombres, vi-
niste a ampliarles el horizonte. Tu deseo era liberar al hombre para
el amor. Libre debe seguirte, sentirse atraído y preso por ti. En
lugar de obedecer las duras leyes del pasado, debe el hombre, a
partir de ahora, con el corazón libre, decidir lo que es bueno y lo
que es malo, teniendo tu ejemplo ante sus ojos». Intentar vivir se-
mejante proyecto de vida es seguir a Cristo, con la riqueza que esta
palabra —seguir e imitar a Cristo— encierra en el Nuevo Testa-
mento. Seguimiento significa liberación y experiencia de novedad,
de vida redimida y reconciliada, pero también puede incluir, como 19
Correspondance I (París 1961) 157, en carta a la baronesa yon Wi-
en Cristo, persecución y muerte. /.ine.
VI a) La popularidad de Jesús

EL SENTIDO DE LA MUERTE DE JESÚS La aceptación que Jesús encontraba en las masas populares pre-
ocupaba a las autoridades, causándoles envidia y mala voluntad
(Me 11,18; Jn 4,1-3; 7,32.46; 12,10.19). Creían que predicaba la
Toda la vida de Jesús fue un darse, un ser para-los-otros, el subversión (Le 23,2; Jn 7,12) y prohibía el pago de impuestos al
intento y la realización en su existencia, de la superación de todos emperador romano (Le 23,2), quién sabe con qué pretensiones de
los conflictos. En nombre del reino de Dios, vivió su ser-para-los- asumir el poder contra el régimen vigente (Jn 19,12; 6,15; Le 23,2).
otros hasta el fin, incluso cuando la experiencia de la muerte Sus críticas van dirigidas de hecho a los hombros influyentes, como
(ausencia) de Dios, en la cruz, se hizo sensible hasta casi el límite los fariseos (Mt 2 3 ) , Herodes (Le 13,32), los que ejercen el poder
de la desesperación. Pero confió y creyó hasta el fin que Dios lo en general (Mt 20,25; Le 22,25) y los ricos (Le 6,24-26; 18,25).
aceptaría. El sin-sentido tenía para él también un sentido secreto Aterrados, dicen: «Si le dejamos que siga así, todos creerán en él;
y último. vendrán los romanos y destruirán el lugar santo y nuestra nación»
(Jn 11,48). En realidad, todos temían por sus posiciones de fuerza
La tragedia se abate sobre el esfuerzo de Jesús por liberar a los y privilegio, principalmente los que como la familia y la casa de
hombres de sí mismos, de las complicaciones que se crean y de lo Anas explotaban los negocios del templo, vendiendo animales para
que, en una palabra, llamamos pecado. Su «nueva doctrina» (Me los sacrificios. Algunas palabras de Jesús frente a la inminencia del
1,27) le ha enfrentado con todas las autoridades de entonces: los reino, al ser pronunciadas en un contexto de urgente conversión y
fariseos, partido político-religioso fanáticamente aferrado a las tra- leídas con otra óptica, podían causar equívocos políticos: «No he
diciones y a la observancia de las leyes hasta el punto de hacerle la venido a traer la paz, sino la espada» (Mt 10,34); «he venido a
vida triste y casi imposible; los escribas, teólogos eruditos en las traer la división» (Le 12,51) ; «sí, he venido a enfrentar al hombre
Escrituras; los saduceos, grupo extremadamente conservador y con su padre, a la hija con su madre» (Mt 10,35) ; «he venido a
oportunista compuesto por sacerdotes y familias pudientes; los an- traer fuego sobre la tierra y ¡cómo deseo que arda!» (Le 12,49).
cianos, los seglares ricos y altos funcionarios de la capital, Jerusa- Evidentemente, Cristo no quiso la violencia. Por el contrario, man-
lén; los herodianos de Galilea, partido amigo de Herodes, que quie- da que amemos a nuestros enemigos (Mt 5,44-48). En la hora en
ren la independencia frente a los romanos; por fin, las propias que podía echar mano de ella, ordena prontamente: «Vuelve tu es-
fuerzas de ocupación, los mismos romanos. Todos consideran a pada a su sitio, porque todos los que empuñan la espada, a espada
Jesús como su enemigo. perecerán» (Mt 26,52).

1. EL PROCESO CONTRA JESÚS b) Jesús desconcierta

Según los evangelios, son varios los motivos que obstaculizaron Sin frecuentar la escuela y sin ser rabino, Jesús no apela en su
la obra liberadora de Jesús e hicieron que él fuera preso, torturado enseñanza a ninguna instancia superior (Me 6,2; Jn 7,15). Supera
y condenado a muerte '. la casuística en la interpretación de la ley, considerada tan santa

1
Citemos los trabajos que más hemos utilizado: J. Blinzler, Der Prozess Christ, en Exégése et Théologie I (París 1961) 265-362; Carlos Mesters,
Jesu (Ratisbona "1969) espec. 73-100, 188-197; W. Koch, Der Prozess Jesu O processo contra Jesús, en A palavra de Deus na historia dos homens (Pe-
(Munich 1969); K. H. Schelkle, Die Passion Jesu in der Verkündigung des trópolis 1971) 149-171; cf. además la valiosa obra colectiva de los mejores
Neuen Testamentes (Heidelberg 1949); H. Conzelmann, E. Haenchen, E. Ká- teólogos y exegetas protestantes alemanes Diskussion um. Kreuz und Aufer-
semann, E. Lohse, Zur Bedeutung des Todes Jesu (Gütersloh 1967); P. Be- stehung, ed. por B. Klappert (Wuppeltal 1968), especialmente los trabajos
noit, Pasión y resurrección del Señor (Madrid 1971); id., La Passion du de Barth, Zahrnt, Künneth, Bornkamm, 113-144, 145-158, 183-189.
128 Jesucristo, liberador El sentido de la muerte de Jesús 129

como la ley misma (Me 3,2-5.17; Jn 5,8-13; Le 13,13-17; 14,1-6). mismo, quita de en medio a Jesús y se pierde. El fanatismo reli-
Admite en su compañía a gente con cuyo contacto se contrae impu- gioso, la voluntad de poder y de mantener privilegios asegurados
.reza legal (Me 2,16; Mt 11,19; Le 7,39; 15,1-2; 19,7). Habla con fueron, según los evangelios, los motivos principales que llevaron a
Dios y de Dios con palabras y gestos considerados blasfemos (Me los enemigos, divididos entre sí, pero unidos contra Cristo, a elimi-
2,7; Jn 5,18; 7,29; 8,58; 10,30). Lucha contra toda suerte de false- nar al incómodo profeta de Nazaret. La tesis de que el odio del statu
dad y formalismos sin sentido (Me 12,38-40; Mt 23,1-39; 5,20; Le quo contra Jesús se debió al hecho de haberse negado a acaudillar
12,1; 16,15; 18,11). Esos motivos religioso-dogmáticos exacerban de una rebelión contra los romanos o a sus relaciones amistosas con
modo particular a los fariseos, que «comenzaron a acosarlo impla- los guerrilleros zelotas, en las fuentes que poseemos, no pasa de ser
cablemente, a importunarle con muchas preguntas» (Le 11,53). una especulación y fantasía sin base 3 . De todo eso nada saben los
Jesús desconcierta a todos. Y todos preguntan: ¿Quién es él? ¿De evangelios. Y son éstos las únicas fuentes, fuera de algunas citas
dónde le viene semejante poder? (Jn 8,25; Me 4 , 4 1 ; Le 4,36; posteriores de Flavio Josefo (Ant. Jud. 18,3,3; 20,9,1), Plinio
Mt 8,27). (Ep. 10), Tácito (Anuales 15,44) o Suetonio (Claudius 2 5 ) , (pie
nos hablan de Jesús.

c) Jesús provoca una crisis radical


Jesús desconcierta provocativamente cuando asume actitudes que d) Hay que eliminar a Jesús
son exclusivas de Dios y coloca su autoridad por encima de la de
Moisés, lo que equivale a arrogarse poderes divinos (Me 7,1-2; Mt Jesús se convirtió en un peligro para el orden establecido. Por
5,21.48: Habéis oído también que se dijo a los antepasados). Per- eso se procura, por todos los medios, encuadrar el problema en un
dona los pecados, atribución que sólo cabe a Dios (Me 2,7; Le 7, estatuto legal que justifique su prisión y ulterior proceso. Prime-
4 9 ) . Hace milagros con gran autoridad. Viene a mostrar a los mar- ramente se le exige un testimonio oral de buena conducta (Me 7,5;
ginados por el pecado o por el destino (enfermedades, condición 2,16.18.24; 11,27 y Jn passim). Después se procura aislarlo del
social) que no por eso son relegados por Dios, sino que ahora tam- pueblo e incitar a éste contra él. Se presentan sus milagros como
bién ellos tienen voz y pueden sentarse juntos a la misma mesa con obra del demonio (Me 7,5; 2,16; 18,24) y con una orden se le
él. El Dios de Jesucristo es un Dios de misericordia y de perdón exige que realice uno para poder estudiarlo más de cerca (Me 8,11).
que se alegra más con un solo pecador que se convierte que con Con preguntas capciosas se piensa ponerlo en apuros o en ridículo
noventa y nueve justos que no necesitan penitencia (Le 15,7). La frente a algún grupo (Me 12,18-23), o bien obligarlo a tomar par-
actuación de Jesús produce una crisis en los oyentes. Crisis signi- tido en cuestiones controvertidas (Me 10,2); le hacen una pregunta
fica decisión y enjuiciamiento. Ellos deben decidirse a favor o en capciosa, cuya respuesta lo convertiría en enemigo del pueblo o en
contra de Cristo. Esa crisis y decisión significa de hecho una esci- enemigo de las fuerzas de ocupación (Me 12,13-17; Le 11.53-54;
sión entre la luz y las tinieblas (Jn 3,19-20), vida y muerte, salva- Jn 8,5-6). Se le expulsa de la sinagoga, lo que significaba para la
ción y perdición (Jn 5,24; 8,39). Por tres veces dice el evangelista época la excomunión (Jn 2,22; 12,42). Hay varias tentativas de
Juan que Cristo, por su actitudes y palabras, provocó un cisma en 3
Adquirieron especial celebridad las tesis de R. Eisler, Jesús Basileus,
el pueblo (Jn 7,43; 9,16; 10,19), es decir, produjo una crisis que 2 vols. (1929-1930); S. G. F. Brandon, The Fall of Jcrusalem and the Chris-
lo llevó a una ruptura-decisión a su favor o en contra. Cristo es la tian Church (1951); id., Jesús and the Zelols: ALIJOS 2 (1961) 11-25;
crisis del mundo 2 : éste se trasciende y así se salva, o se cierra en sí J. Carmichael, Leben und Tod des Jesús vori Nazarclh (1965). Mencionemos
también las obras —nada originales en comparación con las anteriores, sobre
2
Cf. R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes (Gotinga 1957) 92ss, todo con la de Eisler— de Danilo Nunes, A páscoa de sangue (Río de Ja-
113-196ss, 209ss, 349-372, 436; C. H. Dodd, Interpretación del cuarto Evan- neiro 1970); id., Judas traidor ou traído? (Rio de Janeiro 1968). Obra
gelio (Ed. Cristiandad, Madrid 1978) 355-368; J. Blank, Krisis. Untersuchun- fundamental sobre este asunto es la de M. Hengel, Die Zeloten. Untersuchun-
gen zur Johanneischen Christologie und Eschatologie (Friburgo 1964) espe- gen zu den jüdischen Freiheitsbewegungen in der Zeit des Herodes I bis
cialmente 53-108. 70 n.C. (Leiden 1961); id., Foi Jesús Revolucionario? (Petrópolis 1971).
o
130 Jesucristo, liberador

prisión (Me 11,18; Jn 7,30.32.44-52; 10,39), y dos veces quieren e) Jesús es condenado como «blasfemo-» y guerrillero
apedrearlo (Jn 8,59; 10,31). Por fin, piensan quitarle la vida (Me
3,6; Jn 5,18; 11,49-50). Sin embargo, su popularidad constituye Las palabras de Marcos —el relato más antiguo de la pasión de
un grave impedimento (Jn 7,46; Me 12,12). Jesús sabe todo eso. Jesús— acerca de la traición de Judas encierran un tono siniestro,
Pero no se deja intimidar. Continúa hablando y formulando pregun- que resalta aún más por su brevedad y frialdad: «El que le iba a
tas incómodas (Me 12,13-17; Le 13,17; 14,1-6). Sigue predicando entregar les había dado esta contraseña: Aquel a quien yo dé un
(Jn 5,19-47; 7,19.25; 8,12-29.37; 10,33). Sin embargo, tiene beso, ése es; prendedlo y llevadlo con cautela. Nada más llegar,
que defenderse. Cuando intentan apedrearlo, se esconde. Cuan- se acerca a él y le dice: Rabbi, y lo besó». Jesús se mantiene digno.
do quieren prenderlo en el templo, se mezcla entre la multitud (Jn Solamente observa: «Como a un salteador habéis salido a prenderme
8,59; 10,39; cf. Le 4,30). Una vez sale de incógnito para Jerusalén con espadas y palos. Todos los días estaba junto a vosotros ense-
(Jn 7,10) o evita el territorio de sus adversarios, yendo de Judea ñando en el templo, y no me detuvisteis» (Me 14,48-49). Las esce-
para Galilea (Jn 4,1-3). También aquí esquiva a los fariseos que lo nas que siguen, cuyo carácter histórico es muy discutido, porque
importunan continuamente, yéndose a la zona pagana, al norte o los relatos fueron concebidos a la luz de la resurrección y de la pro-
cerca del lago de Genesaret (Me 7,24; 8,13; cf. Mt 12,15; 14,13). fesión de fe en Jesús como Cristo 6 , están bajo el signo de la entre-
Después de un duro enfrentamiento, se retira solo a Perea (Jn 10, ga : Judas lo entrega al sanedrín (Me 14,10.42); el sanedrín lo en-
40). Al saber la decisión del sanedrín de darle muerte (Jn 11,49-50. trega a Pilato (Me 15,1.10); Pilato lo entrega a los soldados (Me
53), busca con sus discípulos la ciudad de Efraín, cerca del desierto 15,15), los cuales, anónimamente, en nombre de los poderosos de
(Jn 1.1,54). En su última estancia en Jerusalén (según el esquema este mundo, lo entregan a la muerte (Me 15,25); por fin, Dios mis-
joánico) se mantiene más o menos escondido (Jn 12,36). Pasa las mo lo entrega a su propia suerte, dejándolo perecer en la cruz
noches fuera de la ciudad, en Betania o en el Monte de los Olivos (Me 15,34). Con anterioridad se desarrolla un doble proceso: re-
(Me 11,11.19; Le 21,37; Jn 18,2). Las autoridades no saben exac- ligioso, ante las autoridades judías, y político, ante las autoridades
tamente dónde se encuentra. Se publica una proclama solicitando la romanas. Preso en el Huerto de los Olivos, es conducido al palacio
indicación del paradero de Jesús para facilitar su prisión (Jn 11, del sumo sacerdote, donde pasa la noche, en espera del día siguien-
te, cuando, según la ley, el sanedrín podría reunirse y entablar el
57). Judas respondió a la petición de las autoridades. Por el precio
proceso contra él. Durante esa larga vigilia, es interrogado minu-
de un esclavo (30 monedas de plata) traicionó a Jesús (Mt 26,14).
ciosamente por Anas, antiguo sumo sacerdote, suegro del sumo
La traición de Judas, que se prestó y se presta todavía hoy a las
sacerdote en funciones, Caifas, y por otros dirigentes judíos acerca
más caleidoscópicas fantasías 4 , consistió —como queda claro en
de su doctrina, de sus discípulos y de sus intenciones. Se discute si
los evangelios— en indicar a las autoridades dónde estaba Jesús y
esos interrogatorios delante de Anas tienen algún carácter oficial 7.
dónde podía ser apresado sin provocar sensación ni tumulto po-
De cualquier manera, Jesús, dignamente, se niega a dar mayores ex-
pular. A esa situación llegó quizá movido por una profunda de- plicaciones. Es objeto de burlas, abofeteado, escupido en el rostro,
cepción: esperaba, al igual que otros discípulos (Le 24,21; 19,11; torturado; escenas descritas con pormenores por los sinópticos y
Hch 1,6), que Cristo liberase políticamente a Israel, expulsando a que todavía hoy son frecuentes en ambientes policiales del mundo
los romanos 5 . Para Cristo, sin embargo, su liberación tenía un entero.
carácter mucho más universal; la entendía como reino de Dios, es
decir, total transfiguración de todo este mundo, hombre y cosmos.
6
Cf. H. Conzelmann, Historie und Theologie in den synoptischen Pas-
4
Cf. Danilo Nunes, Judas traidor ou traído?, 177ss, 189, 211ss. sionsberichten, en Zur Bedeutung des Todes Jesu, 35-54; E. Haenchen, His-
5
Véanse las distintas teorías sobre los motivos de la traición de Judas torie und Geschichte in den Johanneischen Passionsberichten, ibíd., 55-78;
(traicionó el secreto mesiánico de Jesús; delató a Jesús y reveló su palabra G. Bornkamm, Jesús von Nazareth (Stuttgart 1965) 141-154; E. Stauffer,
contra el templo; denunció la celebración de la Pascua antes de la fecha Jesús.
7
Gestalt und Geschichte (Munich 1957) 92-108.
y en un lugar ilegal; traicionó las intenciones nacionalistas y golpistas de Véase la larga discusión en J. Blinzler, Der Prozess Jesu, 127-153;
Jesús, etc.) en J. Blinzler, Der Prozess Jesu, 85-87. P. Benoit, Jésus devant le Sanhédrin, en Exégése et Théologie I, 290-311.
132 Jesucristo, liberador El sentido de la muerte de Jesús 133
Al día siguiente, en el ángulo sudeste del templo (en la Boulé o títulos conocidos y comunes de su tiempo. El era demasiado ori-
Lishkat ha-Gazit; Le 22,66), se reúne el sanedrín con el sumo ginal y digno para encuadrarse dentro del universo de compren-
sacerdote Caifas (que quiere decir inquisidor). Este abre la sesión sión de una cultura religiosa. En cualquier caso, y esto se funda so-
con la declaración de los testigos. Nada sabemos sobre el contenido bre datos históricos, Cristo poseía, por lo menos al final de su
de las acusaciones: probablemente se trató de la posición liberal de vida, una conciencia nítida sobre su misión liberadora de todos
Cristo frente al sábado (Me 2,23ss; Jn 5,9ss), que constituía motivo los elementos alienantes en el hombre y en el mundo, de que con
de permanente escándalo para los judíos, o de ser un falso profeta él el plazo para la irrupción del reino de Dios se había terminado
y de expulsar demonios en nombre de los demonios (Me 3,22; y, con su presencia y actuación, ese nuevo orden de todas las cosas
Mt 9,34). Los testimonios resultan contradictorios (Me 14,56). Otra ya comenzaba a fermentar y a manifestarse 10 . Tal conciencia que-
gravísima acusación, que en otro tiempo llevó a Jeremías a la dó muy clara en el interrogatorio solemne hecho por Caifas. Sus-
condena a muerte (Jr 26,1-19), es repetida contra Jesús: destruir tentar semejante pretensión era situarse ya en la esfera de lo
el templo y reedificarlo en tres días (Me 14,58 y Jn 2,19). Pero divino. Y eso, para un hombre, es blasfemia. Más a ú n : Jesús pro-
aquí también se da una discrepancia entre los acusadores. Entonces voca un escándalo inaudito: por una parte se arroga una con-
se levanta Caifas y entra en acción sometiendo a Cristo a un ciencia que implica la esfera de lo divino; por otra parte, se pre-
riguroso interrogatorio al fin del cual se le declara reo de muerte senta débil, sin medios adecuados para su misión y se entrega a
por el crimen de blasfemia (Me 14,64). ¿En qué consiste ese cri- merced de los esbirros. ¿No es esta figura un escarnio de las pro-
men? Según Me 14,61-62, en que Jesús, a la pregunta del pontífice mesas de total liberación, especialmente de los enemigos políticos,
«¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Dios Bendito?» responde: «Yo hechas por Yahvé? n . Frente a tal blasfemia, el sanedrín en pleno
lo soy. Y veréis al Hijo del hombre, sentado a la diestra del Todo- y cada uno de sus 71 miembros votaron: Lamawet! Lamawet!,
poderoso, venir entre las nubes del cielo». Hay muchas cosas que esto e s : «i A la muerte! i A la muerte!». Se ha dado un paso de-
la exégesis católica y protestante se pregunta: ¿Estamos aquí ante cisivo.
un relato histórico o ante una profesión de fe de la comunidad
A partir de ese momento, todo en la historia del mundo se
primitiva, que interpretó, a la luz de la resurrección, la figura de
transformará, comenzando por Pedro, que se arrepiente (Me 14,72
Jesús como la del Mesías-Cristo y la del Hijo del hombre de Da-
par.), y por Judas, que se ahorca (Mt 27,5; Hch 1,6-10), hasta la
niel 7 ? 8 .
posibilidad de la existencia de la Iglesia de Cristo como continua-
Es difícil decidir por métodos exegéticos semejante cuestión. dora de su predicación y realidad. El proceso político ante el
Lo cierto es que los evangelios no quieren ser obra histórica, sino gobernador romano Poncio Pilato tiende a ratificar la decisión
profesión de fe, donde la historia y la interpretación de la histo- del sanedrín. Con refinada táctica diabólica, las acusaciones de
ria a la luz de la fe se amalgaman en una unidad vital. Decla- orden religioso se transforman en difamaciones de carácter polí-
rarse Mesías-Cristo no constituía en sí una blasfemia, ya que an- tico. Sólo así tienen oportunidad de ser oídas (véase el caso para-
tes de Jesús de Nazaret se habían presentado como Mesías varios lelo con Pablo y Galión en Hch 18,14ss). Le acusan ante Pilato
liberadores 9 . Por ese motivo nunca fueron condenados a muerte. de considerarse un liberador político (Mesías) —cosa que Cristo
Problemático es también si Jesús, para expresar su conciencia jamás quiso ser— que predica la subversión entre el pueblo por
de predicador y realizador del reino de Dios, usó títulos como toda Judea, desde Galilea (Le 23,25). Al oír la palabra «Galilea»,
Mesías-Cristo, Hijo del hombre y otros. Todo parece indicar, como Pilato recuerda a Herodes, que en aquellos días estaba también
veremos detalladamente más adelante, que Cristo se apartó de los
10
8 Cf. J. Gnilka, Die «Christologie» Jesu von Nazareth, en Jesús Christus
Cf. W. G. Kümmel, Die Theologie des Neuen Testamentes nach seinen nach frühen Zeugnissen des Glaubens (Munich 1970) 159-174; F. Hahn,
Hauptzeugen (NTD, Gotinga 1969) 59-65; J. Blinzler, Der Prozess Jesu, 188- Christologische Hoheitstitel. Ihre Geschichte im frühen Christentum (Gotin-
197; J. Gnilka, Das Christusbüd einer alten Passionsgeschichte, en Jesús ga 1966) 159-179.
Christus nach frühen Zeugnissen des Glaubens (Munich 1970) 95-109. 11
P. Benoit, Le proces de Jésus, en Exégese et Theologie I, 281-282;
' Cf. M. Hengel, Die Zeloten (Leiden 1961) 25-76, 316-318, 228-234. W. Pannenberg, Fundamentos de cristología (Salamanca 1974) 303ss.
134 Jesucristo, liberador El sentido de la muerte de Jesús 135

en Jerusalén (Le 23,6-12). A él, como tetrarca de Galilea, tierra desnudados, clavados en la cruz, que adopta normalmente la forma
y campo de la principal actuación de Jesús, competía pronunciar de una T, y levantados a dos o tres metros del suelo. Así perma-
una palabra decisiva. Cristo es llevado a Herodes e interrogado necen durante horas o días, hasta que les llega la muerte por ago-
por él. El silencio de Jesús lo irrita. Herodes lo devuelve a Pilato, tamiento, asfixia, hemorragia, rotura del corazón o colapso. Jesús
vistiéndolo de rey de burlas. «Aquel día, Herodes y Pilato se hi- permaneció en la cruz desde el mediodía hasta las tres de la tarde.
cieron amigos, pues antes estaban enemistados» (Le 23,12). En la Los evangelios nos dicen que pronunció siete palabras, cuyo valor
burla contra un inocente, hasta los malos se encuentran y convier- histórico, no obstante, es muy discutido: una en Me (15,34), la
ten la enemistad en amistad. Pilato, sin embargo, percibe inmedia- misma en Mt (27,46), tres en Le (23,34.43.46) y otras tres en
tamente que Jesús no es ningún revolucionario político como los Jn (19.26.28.30). Sin embargo, una de ellas no deja ninguna duda
zelotas ni pregona la violencia contra los romanos. Tal vez sea en cuanto a su autenticidad e invita a preguntar cuál era la con-
un ingenuo soñador religioso. Por eso dice por tres veces: «Ningún ciencia que Jesús tenía de sí mismo. Marcos conserva todavía su
delito encuentro en este hombre» (Le 23,4.15.22). formulación aramea: «Elohí, Elohí, lammá sabaktaní? ¡Dios mío,
El Nuevo Testamento, no se sabe si por motivos apologéticos Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Me 15,34). Cristo vivió,
(el gobernador debe testimoniar que el cristianismo no es peligroso en una incomparable intimidad con su Dios, llamándolo Abba,
para el Estado) o reflejando una situación histórica, presenta tres mi querido padre; en nombre de ese Dios, predicó el reino de
tentativas de Pilato para salvar a Jesús frente a los que, con reno- Dios y confesó continuamente su fe en él (cf. Mt 11,27). Ese Dios
vada insistencia, gritaban: «Crucifícalo, crucifícalo» (Le 2 3 , 2 1 ) : de amor y de humanidad dejó a Jesús solo. Lo abandonó. Es Jesús
el episodio con Herodes, la tentativa malograda de cambiar a Je- mismo quien lo dice. Sin embargo, si Dios lo abandonó, Cristo
sús por el guerrillero y bandido Barrabás (Le 23,17-25) y, por no lo abandonó. Por eso también en el grito de soledad absoluta
fin, la escena del Ecce Homo y las torturas (Jn 19,1-6). Por otras clama: «¡ Dios mío, Dios mío». «Pero Jesús, lanzando un fuerte
fuentes conocemos los rasgos de «venalidad, violencia, rapiña, ma- gritó, expiró (Me 15,37), entregándose confiado a quien lo había
los tratos, ofensas, ejecuciones incesantes y sin juicios, crueldad abandonado, pero que continuaba siendo «Dios mío». El silencio
sin razón» (Filón, Leg. ad Caium, § 38) de la personalidad de Pi- de Dios el viernes santo será interrumpido el domingo de resu-
lato. Siente placer en azuzar a los judíos, haciendo como que rrección.
quiere salvar la inocencia de Jesús. Solamente ante la amenaza
de poder ser tomado como enemigo del César (Jn 19,12) admite
los gritos del populacho y de los dirigentes judíos. San Juan dice 2. «HE AMADO... HASTA EL FIN»
desapasionadamente: «Entonces, se lo entregó para que fuera cru-
cificado» (Jn 19,16). Redacta también la inscripción en tres len- La muerte no constituyó una catástrofe inopinada en la vida de
guas: lesus Nazarenas Rex Iudaeorum. Todo está a punto. El Cristo. Su mensaje, vida y muerte forman una unidad radical. La
sacrificio puede comenzar. muerte violenta está, de algún modo, implicada en las exigencias
Según la costumbre romana I2, los condenados a muerte en la de su predicación. En un texto célebre, ya Platón sentenciaba en
cruz (generalmente sólo esclavos y rebeldes; según Cicerón, Yerres su República: «El justo será flagelado, desollado, amarrado y ce-
II, 5, 65, 165: «el más bárbaro y terrible castigo») son prime- gado con fuego. Cuando hubiere soportado todos los dolores, será
ramente flagelados sin misericordia. En seguida tienen que cargar clavado en la cruz» (Rep. 2, 5, 361 E ) . Jesús nunca leyó a Platón.
sobre sus hombros el travesano de la cruz hasta el lugar de la eje- Pero, mejor que el gran filósofo, sabía de lo que son capaces el
cución, donde ya se encuentra la parte vertical en el suelo. Son hombre y su sistema de convicciones religiosas y sociales. Sabe que
quien quiera modificar la situación humana para mejorarla y libe-
12
Cf. E. Stauffer, Die Kreuzesstrafe im antiken Palástina, en Jerusalem rar al hombre para Dios, para los otros y para consigo mismo
und Rom in Zeitalter Jesu Christi (Munich 1957) 123-127; cf. Joáo Mehl- debe pagar con la muerte. Sabe que todos los profetas fueron vio-
mann, A crucificáo na Judéia, en Estudios Históricos (Univ. Marilia-SP
3-4, 1965) 113-147. lentamente asesinados (Le 11,47-51; 13,34; Me 12,2). Conoce tam-
136 Jesucristo, liberador

bien el fin trágico del último y mayor de todos los profetas: Juan a) IM je y la esperanza de Jesús
Bautista (Me 9,13).
Con su predicación, Jesús hace la siguiente reivindicación, Cristo nunca se dejó determinar por el mundo circundante. So-
soberana y que ninguna instancia del mundo de entonces puede berano, no entra en ningún compromiso, sino que vive firmemente
legitimar: Dios y su reino vienen. Dios está ahí para todos los a partir de lo que juzga ser la voluntad de Dios: la felicidad y la
que se convierten y esperan, especialmente para los que se juzgan liberación del hombre. Si la fe, para el Antiguo Testamento y el
excluidos de su salvación y misericordia: el pobre, por el hecho Nuevo 14, consiste, radicalmente, en un poder decir sí y amén al
de ser pobre, no es pecador, como se decía; ni el ciego lo es a Dios descubierto en la vida, en un existir y fundamentarse en él
causa de su pecado o del de sus padres. En su predicación, Cristo como sentido absoluto de todo, en un continuo volverse y asirse
choca inevitablemente con el orden religioso establecido 13. El bien a él, entonces Jesús fue un extraordinario creyente y tuvo fe. La fe
y el mal para el sistema social y religioso no coinciden necesaria- fue el modo de existir de Jesús ls , dejándose determinar siempre a
mente con el bien y el mal en sí. Dice el mundo de entonces: partir de Dios y del otro y no simplemente a partir de las normas
«Esa gente que no conoce la ley, está maldita». Y Cristo dirige religiosas y de las convenciones sociales de la época. Soportó las
su predicación especialmente a éstos. Impuro es aquel que no se contradicciones, los riesgos y las tentaciones que la aventura de la
lava antes de las comidas; Cristo no ve cómo se pueda llamar fe implica. Con razón, la epístola a los Hebreos nos presenta a
a eso impureza: la impureza viene de dentro (Me 7,19-22). Odiar Cristo como ejemplo de alguien que creyó y supo soportar «la cruz
a los enemigos no es pecado (Me 5,43), se decía; Cristo dice: es sin miedo a la ignominia» que eso significaba, a causa de su fe
pecado, merecedor del fuego eterno (Mt 5,22). Cristo viene a anun- (Heb. 12,2). Esta fe y esta esperanza fueron especialmente puestas
ciar que ni Dios ni el hombre pueden ser aprisionados dentro de a prueba cuando percibió la acerba oposición que su mensaje y su
estructuras prefijadas, sociales o religiosas. El hombre no puede persona encontraban en las distintas clases sociales de entonces.
encerrarse en sí mismo, sino que debe estar continuamente abierto En un momento dado, en la llamada crisis de Galilea (Me 9,27ss;
a las imprevistas intervenciones de Dios. El mundo puede usar y Le 9,37), Jesús se dio cuenta de que la muerte violenta estaba den-
abusar de la religión para atar al hombre en nombre de Dios. tro de las posibilidades reales de su vida. Le 9,51 dice que «se
Pero Dios no quiere atar, sino liberar. Por eso, si Jesús viene en afirmó en su voluntad», esto es, tomó resueltamente la decisión
nombre de Dios a anunciar una total liberación, el sistema lo tiene de ir a Jerusalén; «marchaba delante de ellos... los que le seguían
que considerar blasfemo (Me 2,7), demente y fuera de sí (Me tenían miedo» (Me 10,32), para anunciar y esperar el reino de
3,24), impostor (Mt 27,63), poseso (Me 3,22; Jn 7,20) y hereje Dios. No se detiene. Cree en su misión liberadora y espera contra
(Jn 8,48). La religión puede liberar al hombre cuando es verda- toda esperanza.
dera, pero puede esclavizarlo aún más cuando se abusa de ella. Es
capaz de hacer mejor el bien, pero también puede hacer peor el
mal. Y si el profeta continúa predicando su mensaje, deberá con-
tar con la violencia del orden establecido. Con Cristo, todo queda
trastrocado. Con él, un viejo mundo se acaba, y reaparece otro,
14
donde los hombres tienen la posibilidad de ser juzgados, no por Cf. J. Alfaro, Fides in terminología biblica; «Gregorianum» 42 (1961)
lo que las convenciones morales, religiosas y culturales determinan, 463-505; P. Antoine, Foi (dans l'Écriturc), en Dictionnaire de la Bible III,
sino por lo que, el sentido común, el amor y la total apertura a 276-310.
15
G. Ebeling, Jesús und Glaube, en Wort und Glaube (Tubinga 1962)
Dios y a los otros, se descubre como la voluntad concreta de Dios. 203-254, espec. 241-242; H. Urs von Balthasar, La foi du Christ (París 1968)
13-79, espec. 28-51; P. Charles, Spes Christi: «Nouvelle Revue Théologique»
(1934) 1009-1021; (1937) 1051-1075; J. Mohmann, Teología de la esperanza
(Salamanca 1971); P. Schoonenberg, Ein Gott der Menschen (Einsiedeln
° F. Gogarten, Die Verkündigung Jesu und die bestehende Welt, en 1969) 185-189; Ch. Duquoc, La esperanza de Jesús: «Concilium» 59 (1970)
Jesús Christus, Wende der Welt (Tubinga 1966) 91-101; cf. 101-110. 314-323.
El sentido de la muerte de Jesús 139

b) ¿Contaba Jesús con la muerte violentar (1 Cor 11,23-26; Me 14,22-25; Le 22,15-20; Mt 26,26-29), que
parece suponer ya una teología y una praxis eucarística de la
Esa pregunta es legítima cuando pensamos en la autoconcien- Iglesia primitiva 18. Puesto que el texto de Le 22,15-19a.29 «des-
cia de Jesús; él se entiende a sí mismo como el anunciador de un cribe un acontecimiento que no posee ninguna ligazón orgánica
orden nuevo que será introducido en breve por Dios. El mismo es con la vida de la Iglesia, sino solamente con Cristo mismo» 19, in-
el reino ya presente, y la pertenencia a ese reino depende de la dicaría que estamos ante un texto auténtico. El texto dice lo si-
aceptación o rechazo de su persona. El reino de Dios significa, a guiente: «¡Cuánto he deseado cenar con vosotros esta Pascual an-
su vez, la liberación total y estructural de todo lo que hay de alie- tes de mi pasión! Porque os digo que nunca más la comeré hasta
nante en la realidad, desde el dolor, la muerte, el odio, el legalismo que tenga su cumplimiento en el reino de Dios..., yo os confiero
hasta el pecado contra Dios. Siendo así, ¿podría Cristo contar con la realeza como mi padre me la confirió a mí. Cuando yo sea rey
su muerte violenta? Los evangelios, en su redacción actual, evi- comeréis y beberéis a mi mesa, y os sentaréis en tronos para juz-
dencian que Jesús conocía su destino fatal. Tres veces profetiza gar a las doce tribus de Israel». La última cena, según este texto
sus sufrimientos (Me 8,31; 9,31; 10,32-34) y asume la muerte como lucano, tiene carácter escatológico. Sería la anticipación de la
sacrificio para la redención de muchos (todos) (Me 10,45; Le fiesta en el reino de Dios que Cristo quiso celebrar con sus amigos
22,19ss; Mt 26,26.28). No obstante, la exégesis seria se pregunta más íntimos, antes de que irrumpiese el nuevo orden 20.
desde el comienzo de este siglo: ¿ Estamos ante textos auténticos de Sigue en pie, por tanto, la pregunta, ¿contaba Cristo con la
Cristo o ante una interpretación teológica elaborada por la comu- muerte violenta? Para responder a semejante cuestión conviene
nidad primitiva a la luz de la fe y de la novedad de la resurrec- atenerse a las siguientes reflexiones. Cristo tenía conciencia de ser
ción? 16: Las profecías son literariamente tardías y suponen un cono- el instrumento determinante para la venida total del reino.
cimiento bastante, pormenorizado de la pasión y de la resurrección. Todos los evangelios muestran en qué intimidad vivía con
Parecen ser vaticlnia ex eventu, formuladas posteriormente con el Dios; cómo cumplía su voluntad, manifestada en las circunstan-
fin do dar sentido al problema teológico contenido en la pregun- cias concretas de su vida de predicador y taumaturgo, en sus
ta : Si Dios demostró en la resurrección estar del lado de Cristo, relaciones con el pueblo, en las disputas con las autoridades reli-
¿por qué no lo manifestó antes? giosas de entonces. Jesús vivía en la fe, en el sentido explicado
Las profecías vendrían a responder a ese problema real de la antes, descubriendo rápidamente y con nitidez cada vez mayor la
comunidad primitiva. La sentencia: «El Hijo del hombre no ha voluntad de Dios. Podía ser incluso tentado (Me 1,12-13; Le 4,
venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate 1-13; Mt 4,1-11; cf. Le 22,28; Heb 2,18; 5,15), y no saber exacta-
por muchos» (Me 10,45), es una de las más discutidas del Nuevo mente qué futuro le esperaba. En el ambiente apocalíptico de la
Testamento. Parece que, en su formulación actual, fue colocada en época, dentro del cual Jesús se sitúa, se afirmaba que el reino
boca de Cristo por la comunidad, pues su paralelo en Lucas no iba a surgir después de una reñida lucha entre las fuerzas del mal
posee carácter soteriológico: «Yo estoy en medio de vosotros como y las del bien. Al final de su vida pública, cuando se siente cada
el que sirve» (Le 22,27) 17. La discusión es aún más aguda sobre el vez más solo y perseguido, sus palabras se tornan sombrías (Me
contenido histórico de los textos eucarísticos de carácter sacrificial 8,27 en adelante) : se da cuenta de que entrará en el reino por el
sufrimiento. Lucas nos conserva unas palabras suyas que cierta-
16
Cf. W. Manson, Bist Du, der da kommen solí? (Zurich 1952) 154-157; mente son auténticas: «Con un bautismo tengo que ser bautizado,
J. Jeremías, Der Opfertod Jesu Christi (Stuttgart 1966) 23-30.
17 18
Es conocida la posición de J. Jeremías, que quiere ver aquí, a toda Cf. H. Schürmann, Der Abendmahlsbericht Lukas 22,7-38 ais Gottes-
costa, material auténtico y jesuánico: Das Losegeld für Viele (Mt 10,45), en dienstordnung, Gemeindeordnung, Lebensordnung (Paderborn 1957); G. Voss,
Abba. Studien zur neutestamentlichen Theologie und Zeitgeschichte (Go- Die Christologie der lukanischen Schriften in Grundzügen (París-Brujas 1965)
tinga 1966) 216-232; pero su tesis ha sido muy criticada, incluso por la 99-107.
exégesis protestante. Cf. W. Marxsen, Anfangsprobleme der Christologie 19
20
R. Otto, Reich Gottes und Menschensohn (Munich 1954) 214-230.
(Gütersloh 1960) 22-31ss. W. Manson, Bist Du, der da kommen solí?, 165-168.
140 Jesucristo, liberador El sentido de la muerte de Jesús 141

¡y qué angustiado estoy hasta que se cumpla!» (Le 12,50). Si este lea (Me 14,28; 16,7; Mt 26,32; 28.7.16-20). Esto hace suponer
bautismo significa la muerte violenta o cualquier otra gran aflic- que los apóstoles, después del fracaso de Cristo, regresaron a esa
ción, eso no está muy claro para Cristo. Pero permanece siempre región. Los discípulos de Emaús atestiguan la frustración de los
fiel y jamás tergiversa nada. Se sabe continuamente en manos del seguidores de Jesús: «Nosotros esperábamos que sería él el que
Padre. Confía y espera que él, en medio de las mayores dificul- iba a librar a Israel» (Le 24,21). Además, Jesús había muerto en
tades por las cuales pueda pasar, va a intervenir para salvarlo. Lo la cruz. Este terrible método de suplicio, inventado por los per-
importante, entonces, no es hacer su propia voluntad, sino la vo- sas (Herodoto, 3,159, cuenta que en el año 519 a. C. fueron cru-
luntad del Padre, que él no conoce exactamente hasta el fin y no cificados en Babilonia 3.000 rebeldes) y adoptado por los roma-
sabe si implica solamente grandes dificultades o también la muerte. nos, significaba para el judío un signo visible de la maldición di-
Su última gran tentación en Getsemaní muestra la angustia, la in- vina (Dt 21,23; Gal 3,13), la quintaesencia de la vergüenza e ig-
certidumbre, pero también la resolución fundamental de hacer nominia (Heb 12,2). Por el hecho de haber sido crucificado
siempre la voluntad de Dios: «¡Abba, Padre!, todo es posible para Jesús, según la mentalidad judía, había sido abandonado por Dios.
t i ; aparta de mí este cáliz, pero no sea lo que yo quiero, sino lo Todo indica que los apóstoles no vieron al principio ninguna
que quieras tú» (Me 14,36) 21. Jesús preveía la posibilidad de la significación salvífica en la muerte de Cristo 22 . Los discursos de
muerte, pero no tenía la certeza absoluta de ella. El clamor pos- Pedro en los Hechos dejan entrever esta circunstancia. Allí se
trero, en lo alto de la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿ por qué me has dice de forma antitética: «Vosotros lo matasteis clavándolo en la
abandonado?» (Me 15,34), supone la fe y la esperanza inquebran- cruz por manos de los impíos; a éste, pues, Dios lo resucitó»
table de que Dios no lo dejará morir, sino que, en el último ins- (Hch 2,23-36; 3,14-15; 4,10; 5,30). Solamente a partir de la re-
tante, acudirá a salvarlo. Ahora, sin embargo, en la cruz sabe con surrección fueron descifrando, con creciente claridad, el sentido
toda certeza que Dios quiere que él sea fiel hasta el fin, con la de la muerte y de la resurrección como dos escenas del mismo
muerte. Juan ha expresado de maravilla la fidelidad de Jesús cuan- acto salvífico. La muerte de Cristo se ve entonces como perdón
do, al introducir la pasión, dice: «... habiendo amado a los suyos de nuestros pecados (1 Cor 15,3). Bajo esa luz, se elaboraron los
que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn 13,1). textos evangélicos, puestos por la fe en boca de Jesús, según los
Cristo acepta la muerte injusta, infligida por el odio de los hom- cuales él sería entregado y muerto (Me 8,31; 9,31; 10,32-34 p a r . ) ,
bres, como la última voluntad del Padre. De ahí que los evange- debería beber el cáliz del sufrimiento (Me 10,38), ser bautizado
listas expresen bien el estado de ánimo de Jesús cuando le hacen con el bautismo de sangre (Me 10,38; Le 12,50), dar su vida
decir: «Todo está consumado» (Jn 19,30); «Padre, en tus manos en redención de muchos (Me 10,45), etc. Este significado teológico,
entrego mi espíritu» (Le 23,46). Es la expresión cabal de cómo conquistado después a la luz de la resurrección, lo analizaremos
acepta su fin trágico. más adelante. Independientemente de que esta interpretación se
deba a la comunidad y se considere como revelación divina apor-
tada por la resurrección, cabe aún preguntarnos: ¿Tiene la muer-
te de Cristo considerada en sí misma algún significado teológico
3. EL SINSENTIDO TIENE UN SENTIDO SECRETO para nosotros hoy? Sí lo tiene, y muy grande, por los siguientes
motivos. Toda la vida de Cristo fue un darse, un ser para los otros,
¿Qué sentido tiene la muerte de Cristo? Los apóstoles, cogidos la tentativa y la realización de superar en su existencia todos los
por sorpresa, huyeron (Me 14,27; Mt 26,31). Ya la prisión de conflictos. Viviendo lo originario del hombre como Dios quería,
Jesús hace que su comunidad se disuelva y disperse (Me 14,27; cuando lo creó a su imagen y semejanza, juzgando y hablando
Mt 26,31). Los textos más antiguos de las apariciones del Resuci-
22
tado atestiguan que éstas tuvieron lugar, primeramente, en Gali- Cf. G. Borkamm, Kreuz, en Diskussion um Kreuz und Auferstehung,
184-189, espec. 188; un buen resumen acerca de la problemática actual
21
Cf. R. S. Barbour, Gethsemane in the Tradition of de Passion: «New puede verse en W. Pannenberg, Fundamentos de cristología (Salamanca
Testament Studies» 16 (1970) 231-251. 1974) 304ss.
142 Jesucristo, liberador El sentido de la muerte de Jesús 143

siempre a partir de él, reveló una vida de extraordinaria autenti- que salve del dolor, de la culpa y de la muerte, a los suyos.
cidad y originalidad. Con su predicación del reino de Dios quiso Así hacen todos, todos: cristianos y paganos.
dar un sentido último y absoluto a la totalidad de la realidad,
vivió su ser para los otros hasta el fin, aun cuando la experiencia Los hombres se aproximan a Dios en el dolor,
de la muerte como ausencia de Dios en la cruz se hizo sensible lo encuentran pobre, insultado, sin abrigo, sin pan.
casi hasta el límite de la desesperación. A pesar del desastre y del Lo ven por nuestro pecado vencido y muerto, ¡oh Señor!;
fracaso total, no desesperó, sino que confió y creyó hasta el fin los cristianos permanecen con Dios en la pasión.
que Dios lo aceptaría.
El sinsentido tenía para Jesús un sentido secreto y último. El Dios está con todos en su angustia y dolor.
sentido universal de la vida y de la muerte de Cristo está, pues, El dará del cuerpo y del alma el eterno pan.
en que soportó hasta el fin el conflicto fundamental de la existen- Muere por cristianos y paganos como Salvador,
cia humana: querer realizar el sentido absoluto de este mundo y a ambos perdona en su pasión.
delante de Dios, a despecho del odio, de la incomprensión, de la
traición y de la condena a muerte 2 3 . El mal para Jesús no pedía
ser comprendido, sino ser asumido y vencido por el amor. Este
comportamiento de Jesús abrió una posibilidad nueva a la exis-
tencia humana, la de una existencia de fe en sentido absoluto,
incluso frente al absurdo que supone una muerte conferida por el
odio a quien sólo amó y sólo buscó hacer el bien entre los hom-
bres. De ahí que Bonhoeffer pueda decir que el cristiano hoy
está llamado a vivir esa debilidad de Cristo en el mundo. «Jesús
no llama a una nueva religión. Jesús llama a una nueva vida.
¿Cómo es esa vida? Participar de la flaqueza de Dios en el mun-
do» 2A. Una vida así es nueva y triunfa allí donde todas las ideolo-
gías y especulaciones humanas sucumben, es decir, en la desespe-
ración, en el sufrimiento inmerecido, en la injusticia y en la muerte
violenta. ¿Existe un sentido en todo eso? Sí. Pero solamente cuan-
do se asume ante Dios, en el amor y en la esperanza que va más
allá de la muerte. Creer así es creer con Jesús. Seguirlo es reali-
zar, dentro de nuestras propias condiciones, que no son peores que
las de él, el mismo comportamiento. La resurrección revelará en
toda su profundidad que creer y perseverar en el absurdo y en
el sinsentido no es algo sin sentido.
Bonhoeffer expresó muy bien, en una célebre poesía, el senti-
do profundo de la pasión para la vida del cristiano 25 :

Los hombres en su angustia llegan a Dios,


imploran ayuda, felicidad y pan;
23
24
Cf. las reflexiones de K. Niederwimmer, Jesús (Gotinga 1968) 85-86.
D. Bonhoeffer, Resistencia y sumisión (Barcelona 1969).
25
¡bíd.
La resurrección 145

3,15; 4,10; 10,39-40), y lo reveló a sus íntimos discípulos. No


VII
resucitó como quien vuelve a la vida biológica que tenía antes,
igual que Lázaro o el joven de Naín, sino como quien, conservando
LA RESURRECCIÓN:
REALIZACIÓN DE LA UTOPIA HUMANA su identidad de Jesús de Nazaret, se manifestó totalmente trans-
figurado y plenamente realizado en sus posibilidades humanas y
divinas. Lo que aconteció no fue la revivificación de un cadáver,
Jesús posee una significación determinante para nosotros por- sino la radical transformación y transfiguración de la realidad te-
que resucitó. Ahí reside el núcleo central de la fe cristiana. Por el rrestre de Jesús, llamada resurrección. Ahora todo se revelaba:
hecho de la resurrección saóemos que. la vida y el sinsentido de la Dios no había abandonado a Jesús de Nazaret. Estuvo a su lado,
muerte tienen un verdadero sentido que llega con este aconteci- al lado de aquel que, según la ley, era maldito (Dt 21,23; Gal
miento a la plena luz del mediodía. Se ha abierto para nosotros 3,13; cf. Heb 4,15). No dejó que la hierba creciera sobre la se-
una puerta al futuro absoluto y una esperanza indestructible ha pultura de Jesús, sino que hizo que todas las cadenas se rompieran
penetrado en el corazón humano. Si Jesús resucitó, nosotros lo y él surgiera a una vida no amenazada nunca más por la muerte,
seguiremos, y «en Cristo todos reciben la vida» (1 Cor 15,20.22). sino sellada para la eternidad. Ahora quedaba demostrado que la
predicación de Jesús era verdadera. La resurrección es la realiza-
Jesús anunció al mundo la liberación radical de todas las alie- ción de su anuncio de total liberación, especialmente del dominio
naciones que estigmatizan la existencia h u m a n a : el dolor, el odio, de la muerte. La resurrección significa la concreción del reino de
el pecado y, por fin, la muerte. Su presencia convertía en actual Dios en la vida de Jesús. Si el rechazo de los hombres no per-
esa revolución estructural de los fundamentos de este mundo, que mitió que el reino de Dios se hiciera realidad cósmicamente, Dios,
él denominaba, en lenguaje de la época, reino de Dios. Pero con- que vence en el fracaso y hace vivir en la muerte, lo Tealizó en
trariamente a lo que se podría esperar de él (Le 24,21), murió la existencia de Jesús de Nazaret. Ahora sabemos que la vida y
en la cruz con este clamor en su boca: «¿Dios mío, Dios mío, el sinsentido de la muerte tienen un verdadero sentido, que llegó
por qué me has abandonado?» (Me 15,34). Su muerte parecía no con la resurrección de Jesús a la plena luz del mediodía. Pablo,
sólo haber enterrado las esperanzas de liberación, sino destruido pensando en ello, podía decir en tono de triunfo: «Se aniquiló
incluso la primera fe de los discípulos. La fuga de los apóstoles la muerte para siempre. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde
(Me 15,50), la frustración de los discípulos de Emaús (Le 24,21) está, muerte, tu aguijón?» (1 Cor 15,55).
y el miedo a los judíos (Jn 20,19) nos lo sugieren con mucha Jesús posee un significado determinante para nosotros, porque
claridad 1 . ¿Habría la muerte sido más fuerte que tan gran amor? resucitó. Si no hubiera resucitado, «vana sería nuestra fe» y «se-
¿Sería la muerte y no la vida la última palabra que Dios pro- ríamos los más desgraciados de todos los hombres» (1 Cor 15,
nunció sobre el destino de Jesús de Nazaret y de todos los 14-19). Porque en vez de afiliarnos al grupo de los que dicen «co-
hombres? mamos y bebamos, que mañana moriremos» (1 Cor 15,32), hui-
ríamos de la realidad, en un mito de supervivencia y resurrección,
y engañaríamos a los otros. Y si él resucitó, entonces lo seguire-
1. NO CRECIÓ LA HIERBA
mos y «en Cristo todos resucitaremos» (1 Cor 15,22). Se ha abier-
SOBRE LA SEPULTURA DE JESÚS
to para nosotros una puerta hacia el futuro absoluto y una espe-
Algunos días después de su muerte, aconteció algo inaudito y ranza indestructible ha penetrado en el corazón humano. Aquí
único en la historia de la humanidad: Dios lo resucitó (Hch 2,23; reside el núcleo central de la fe cristiana. Sin este núcleo, la fe
carece de fundamento. Y en este punto poco pueden ayudarnos los
1
Cf. G. Bornkamm, Jesús von Nazareth (Stuttgart 1965) 159-168; M. Di- historiadores. La resurrección no es un hecho histórico, susceptible
belius, M. G. Kiimmel, Jesús (Berlín 1966) 117-118; H. Kessler, Die theolo- de ser captado por el historiador. Es un hecho sólo captable por
gische Bedeutung des Todes Jesu. Eine traditionsgeschichtliche Untersuchung la fe. Nadie vio la resurrección. El evangelio apócrifo de Pedro
(Dusseldorf 1970) 235-236.
in
La resurrección 147
146 Jesucristo, liberador
das o redactadas, dieron origen a nuestros actuales evangelios, se
(escrito hacia el 150 d. C ) , que en un lenguaje fantástico narra comprueba lo siguiente: al principio, en la tradición circulaban
cómo Cristo resucitó, fue rechazado por la Iglesia, porque la con- entre los primeros cristianos, autónomamente y sin referencia mu-
ciencia cristiana percibió de inmediato que no se puede hablar de tua, los dos relatos. Más tarde, como ya se ve en Me 16,1-8, al
la resurrección del Señor. Lo que poseemos son apariciones y el componerse los evangelios se unieron, no sin tensiones internas,
sepulcro vacío. Basándose en estas experiencias, los apóstoles, las dos tradiciones: los relatos que sólo hablaban del sepulcro
deslumhrados, llegaron a la siguiente interpretación que, verda- vacío se completaron con los de las apariciones. La tradición an-
deramente, expresaba la realidad de la nueva vida de Jesús: «¡El tigua de Me 16,5a.8 decía así: Las mujeres van al sepulcro. Lo
Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» (Le 24,34). Para encuentran vacío. Huyen. Por miedo, no se lo cuentan a nadie. La
asegurar la certeza de la fe en la resurrección, que tantos ponen aparición del ángel (Me 16,5b-7) y, en Juan, del propio Resucita-
h o y 2 en tela de juicio, y para poder dar «culto al Señor, Cristo, do (Jn 20,1 lss) sería una adición procedente de la otra tradición,
en nuestros corazones, siempre dispuestos a dar razón de nuestra que sólo conoce las apariciones y no el sepulcro vacío.
esperanza a todo el que os la pida» (1 Pe 3,15), debemos refle-
xionar brevemente sobre los datos bíblicos fundamentales 3 .
a) El sepulcro vacío no dio origen
a ¡a fe en la resurrección
2 . ¿QUE DICE LA EXEGESIS MODERNA
ACERCA DE LA RESURRECCIÓN DE JESÚS? Si nos fijamos bien, ningún evangelista aporta como prueba de
la resurrección el hecho del sepulcro vacío. Este hecho, en vez
Anteriormente hemos aludido a dos datos determinantes en los de provocar la fe, causa miedo, espanto y temblor, hasta el punto
relatos sobre la resurrección de Jesús: el sepulcro vacío y las de que «las mujeres salieron huyendo del sepulcro» (Me 16,8;
apariciones a los discípulos. Según estudios serios de exegetas ca- Mt 28,8; Le 24,4). María Magdalena lo interpreta como robo del
tólicos y también protestantes 4 sobre las tradiciones que, recogi- cuerpo del Señor (Jn 20,2.13.15). Para los discípulos no pasa de
un chismorreo de mujeres (Le 24,11.22-24.34). Como es evidente,
2 el sepulcro vacío, tomado en sí mismo, se presenta como un signo
Cf. L. Boff, A fe na ressurreiqao de Jesús ero questionamento: REB
30 (1970) 871-895, donde podrá encontrar el lector un estudio más profundo ambiguo, sujeto a distintas interpretaciones, una de las cuales po-
de 3este tema. dría ser la de la resurrección. Pero no existe ninguna necesidad
Cf. J. Kremer, Die Osterbotschaft der vier Evangelien (Stuttgart 1967); intrínseca que obligue a tal afirmación, con la exclusión de las
Ph. Seidensticker, Die Auferstehung Jesu in der Botschaft der Evangelisten otras posibilidades de interpretación. Solamente a partir de las
(Stuttgart 1968); Grelot, Delorme, Léon-Dufour y otros, La Résurrection du
Christ et l'exégése moderne (París 1966); P. Benoit, Pasión y resurrección apariciones, su ambigüedad se disipa y puede ser leída por la fe
del Señor (Madrid 1971); F. X. Durrwell, La resurrección de Jesús misterio como una señal de la resurrección de Jesús. Como tal, el sepulcro
de salvación (Barcelona 31970); J. Comblin, La resurrección (Barcelona 1965) • vacío es un signo que hace pensar a todos y lleva a reflexionar
cf. Inmortalidad y resurrección: «Concilium» 60 (1970). en la posibilidad de la resurrección. Es una invitación a la fe. No
4
Cf. G. Greshake, Auferstehung der Toten (Essen 1969); F. Mussner
Auferstehung Jesu (Munich 1969); W. Marxsen, U. Wilckens, G. Delling y es aún la fe. La fe en que el Señor resucitó —y aquí reside la
H. G. Geyer, Die Bedeutung der Auferstehungsbotschaft für den Glauben razón del sepulcro vacío— se expresa, según el lenguaje de la
an Jesús Christus (Gütersloh 1968); Diskussion um Kreuz und Auferstehung. época, colocando la explicación en boca del ángel: «El Crucifica-
Zur gegewartigen Auseinandersetzung in Theologie und Gemeinde, ed. por do ha resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde lo pusieron»
B. Klappert; reúne los mejores ensayos protestantes (Wuppertal 1968);
X. F. Léon-Dufour, Bulletin a"exégése du N. T.: «Recherches des Sciences (Me 16,6c). Sin discutir la existencia de los ángeles, no necesita-
Religieuses» 57 (1969) 583-622; H. Grass, Ostergeschehen und Osterberichte mos admitir, dentro de los propios criterios bíblicos, que uno de
(Gotinga 1962) 138-186; C. Mesters, Fe na ressurreicao: Se Deus está co- ellos haya aparecido junto al sepulcro. El ángel sustituye, espe-
nosco quem será contra nos?, en Deus onde estás? (Belo Horizonte 1971) cialmente para el judaismo posexílico, al Dios Yahvé en su tras-
195-208.
148 Jesucristo, liberador
La resurrección 149
cendencia que se manifiesta a los hombres (Gn 22,11-14; Ex 3,2-6;
en la puerta del sepulcro vacío (28,8-10) es para los exegetas una
Mt 1,20). Las mujeres que vieron el sepulcro vacío, al conocer
elaboración posterior sobre el texto de Me 16,7: las palabras del
las apariciones del Señor a los apóstoles en Galilea, atinaron in-
Resucitado son notablemente semejantes a las del ángel. Le 24,13-53
mediatamente con el verdadero sentido: el sepulcro está vacío, no
refiere dos apariciones: una a los jóvenes de Emaús y otra a los
porque alguien haya robado su cuerpo, sino porque él ha resuci-
Once y a sus discípulos en Jerusalén. Jn 20 relata tres manifesta-
tado. Esta interpretación de las mujeres es aceptada como revela-
ciones del Señor, todas ellas en Jerusalén 8 . Los relatos revelan
ción de Dios y se expresa, en el lenguaje común de la época,
dos tendencias fundamentales: Me y Mt concentran su interés en
como un mensaje del ángel (Dios) 5 .
Galilea, en tanto que Le y Jn la centran en Jerusalén, con la
preocupación de resaltar la realidad corporal de Jesús y la identi-
dad de Cristo resucitado con Jesús de Ñazaret. Estudios serios de
b) Las apariciones de Cristo, los exegetas nos permiten afirmar que las apariciones en Galilea
origen de la fe en la resurrección son históricamente seguras. Las de Jerusalén serían las mismas de
Galilea, pero transferidas, por motivos teológicos, a Jerusalén 9 .
Lo que realmente acabó con la ambigüedad del sepulcro vacío Jerusalén posee para la Biblia un significado histórico-salvífico de
y dio origen a la exclamación de fe de los apóstoles: «¡En verdad, primer orden: «La salvación viene de Sión (Jerusalén)» (Sal 13,7;
él ha resucitado!», fueron las apariciones. Las fórmulas más anti- 109,2; Is 2 , 3 ; Rom 11,26). La muerte, Pascua y Pentecostés
guas de 1 Cor 15,3b-5 y Hch 2-5 dejan entrever claramente, por ocurrieron allí, y Lucas y Juan profundizan teológicamente en
su formulación estricta y desapasionada, que estas apariciones ello. En cuanto al modo de estas apariciones, los evangelios nos
no son visiones subjetivas, producto de la fe de la comuni- transmiten los siguientes datos: son descritas como una presencia
dad primitiva, sino realmente apariciones trans-subjetivas, tes- real y carnal de Jesús. Come, camina con los suyos, se deja tocar,
timonio do un impacto que les vino desde fuera 6 . En eso es- dialoga con ellos. Su presencia es tan real que puede ser confun-
tán de acuerdo hoy todos los exegetas protestantes y católicos, dido con un caminante, un jardinero o un pescador. Al mismo
incluso los más radicales 7 . Cuántas fueron esas apariciones, su lugar tiempo suceden fenómenos extraños: aparece y desaparece. Atra-
exacto y quiénes fueron los privilegiados es difícil de deter- viesa paredes. Si se observan con más atención los textos más an-
minar históricamente. Los actuales textos evangélicos reflejan tiguos, como 1 Cor 15,5-8; Hch 3,15; 9 , 3 ; 26,16; Gal 1,15, y
varias tendencias de orden apologético, teológico y cultural que Mt 28, se nota con sorpresa una representación espiritualizante
matizaron de forma palpable las tradiciones primitivas. El texto de la resurrección. Textos más recientes, como Le y Jn, denotan
literariamente más antiguo (1 Cor 15,5-8, entre los años 54-57) una materialización cada vez mayor, que culmina en los evangelios
nos da cuenta de cinco apariciones del Señor vivo. Me 16,1-8 no apócrifos de Pedro a los Hebreos y en la Epístola Apostolorum.
conoce ninguna. Pero dice claramente que el Resucitado se dejará Tal hecho se explica si consideramos que la Pascua de Cristo, en
ver en Galilea (7b). El final de Marcos (16,9-20) condensa las apa- la interpretación más antigua, atestiguada en Hch 2-5; Le 24,26,
riciones relatadas en los otros evangelios y, con buenas razones, y Flp 2,6-11, no se concibe aún en términos de resurrección, sino
puede ser considerado como adición posterior. Mt 28,16-20 conoce de elevación y glorificación del justo doliente. Se trata de ]a llama-
una sola aparición a los Once. La otra aparición a las mujeres, da interpretación apocalíptica. Con el tiempo, y debido a las po-
5
P. Gaechter, Die Engelerscheinungen in den Auferstehungsberichten: 8
«Zeitschrift für katholische Theologie» 89 (191-202); J. Kremer, Die Oster- Juan 21 es considerado un apéndice posterior al Evangelio. La apari-
botschaft der vier Evangelien, 25-28; L. Boff, A jé na ressuTeiccto, ya cit., ción ahí narrada se interpreta más coherentemente si admitimos que reela-
886-887. bora una tradición prepascual sobre la vocación de los discípulos (Le 5,1-11),
6
Cf. J. Kremer, Das alteste Zeugnis von der Auferstehung Christi (Stutt- ahora contada nuevamente a la luz de la resurrección con una clara inten-
gart 1967) 82-85. ción de relacionar el ministerio de Pedro con el poder de Cristo resucitado:
7
Cf. H. Grass, Ostergeschehen und Osterberichte, 233-249. P. Benoit, Passion et résurrection du Seigneur, op. cit., 337-353.
9
Cf. Ph. Seidensticker, Die Auferstehung Jesu, 62-77.
150 Jesucristo, liberador La resurrección 151

lémicas, especialmente con los conversos provenientes del helenismo, profeta de Nazaret y mucho menos el testimonio máximo de esta
se preguntaba si la glorificación de Cristo y su entronización junto verdad: el martirio de tantos cristianos de la Iglesia primitiva.
a Dios implicaban también la vida corporal. Se preguntaba si el Afirmando la resurrección no sólo se afirman los magnolia Dei
Jesús de la gloria es el mismo que el Jesús de Nazaret. Entonces acontecidos en la vida de Jesús, se atestigua usimismo la posibili-
la comunidad primitiva, especialmente con Lucas y Juan, inter- dad de la transfiguración y actualización total y global de las
pretó las apariciones y el sepulcro vacío dentro de un horizonte posibilidades del mundo presente, el hecho de que la vida eterna
escatológico, que respondía mejor a las cuestiones planteadas, y se haya venido a transformar la vida humana y de que Dios pueda
emplea ya la terminología de resurrección. Cristo, en su realidad realizar su reino en el hombre. Escándalo para muchos (1 Cor
terrestre y corporal, fue totalmente transfigurado por la resurrec- 1,23; Hch 17,32), la resurrección es esperanza y certeza de vida
ción: no es un «espíritu» (Le 24,39) ni un «ángel» (Hch 23,8-9). eterna para todos y para el mundo (l Pe 1,3; 1 Cor 15,50ss).
El que murió y fue sepultado es el mismo que resucitó (1 Cor Por esta razón, la Iglesia primitiva, junto con la resurrección de
15,3b-5) 10. De ahí la preocupación por acentuar el hecho de las Cristo, proclamaba su significado para nosotros como esperanza
llagas (Le 24,39; Jn 20,20.25-29), de que él comió y bebió con (Pe 1,3) de vida futura, como total liberación de nuestra esqui-
sus discípulos (Hch 10,41) o de que comió delante de ellos zofrenia fundamental, llamada pecado (1 Cor 15,3.17; Rom 4,25;
(Le 24,42). Los relatos de apariciones del Resucitado a personas Le 24,37; Hch 10,43). «Porque Cristo resucitó de entre los muer-
particulares, como María Magdalena (Jn 20,14-18; cf. Mt 28, tos como primicia de los que durmieron» (1 Cor 15,20; Col 1,18).
9-10), los discípulos de Emaús (Le 24,13-35), están rodeados de mo- «El es el primogénito entre muchos hermanos» (Rom 8,29). Lo que
tivos teológicos y apologéticos dentro del esquema literario de las es presente actual para él, será para nosotros futuro próximo.
leyendas, para dejar bien claro a los lectores la realidad del Señor
vivo y presente en la comunidad. El relato de los discípulos
de Emaús n quiere asegurar a la comunidad posterior que aunque
no reciba más apariciones del Señor, también tiene acceso al Re- 3. CON LA RESURRECCIÓN TODO SE ILUMINA
sucitado por la palabra de la Escritura y por los sacramentos de
la fracción del pan, igual que los dos discípulos en camino a su La resurrección produjo una transformación total en los após-
ciudad. toles 12. Se les abrió un horizonte nuevo y vieron con nuevos ojos,
Es evidente que la resurrección no es una creación teológica de de forma absolutamente nueva, la realidad humana del pasado,
algunos entusiastas de la persona del Nazareno. La fe en la re- del presente y del futuro. Conviene señalar algunos puntos de lo
surrección es fruto del impacto que las apariciones del Señor pro- que la resurrección significó para la comunidad primitiva.
vocaron en los apóstoles, los cuales quedaron sorprendidos y do-
minados por un acontecimiento que superaba las posibilidades de
su imaginación. Sin eso, jamás habrían predicado al Crucificado a) La resurrección rehabilitó a Jesús ante el mundo
como Señor. Sin «ese algo» que aconteció en Jesús, jamás habría
existido la Iglesia, ni el culto ni la alabanza al nombre de este La muerte en la cruz convirtió a Cristo, a los ojos del mundo,
en un hombre abandonado por Dios (Gal 3,13). La fe que los
apóstoles habían depositado en él, y que habían atestiguado con
El kerigma fundamental se expresa ahora así: «Estuve muerto, pero
ahora estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte su seguimiento, su participación en la predicación de la buena
y del Hades» (Ap 1,18; cf. Rom 6,10). noticia del reino y su perseverancia en las tentaciones de Jesús, se
11
Cf. J. Dupont, Le repas cFEmmaus: «Lumiére et Vie» ;51 (1957) 77-92;
P. Schubert, The structure and significances of Luke 24, en Neutestament-
12
liche Studien. Hom. R. Bultmann (Berlín 1957) 165-186; M. Kehl, Eucharis- R. Schnackenburg, La resurrección de Jesús y la cristología del Nuevo
tie und Auferstehung. Zur Deutung der Ostererscheinungen beim Mahl: Testamento, en Mysterium Salutis III (Ed. Cristiandad, Madrid 21980) 188-
«Geist und Leben» 43 (1970) 90-125, espec. 101-105. 201; W. Pannenberg, Fundamentos de cristología, 82-91.
152 Jesucristo, liberador La resurrección 153

había quebrantado. En ellos se habían cumplido las palabras de Por la resurrección, Dios lo rehabilitó delante de los hombres.
Cristo: «Todos os vais a escandalizar de mí» (Me 14,27; Mt 26,31). «La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra
Ellos simplemente huyen y retornan a Galilea (Me 14,50; Mt angular» (Me 12,10). La maldad, el legalismo y el odio de los
26,56). Ahora todo cambia: vuelven a creer en él no como en un hombres lo arrastraron hasta la cruz, aunque ellos actuaron en
mesías y liberador nacionalista (recordemos la petición de los hijos nombre de la ley santa y del orden vigente. A partir de la re-
del Zebedeo: Me 10,37; Mt 20,21; cf., también, Le 10,11; 22,38; surrección, la comunidad primitiva comenzó a preguntarse: ¿ Por
24,21; Hch 1,6), sino como el Hijo del hombre de Dn 7, «ele- qué Cristo debía morir, si Dios después lo resucitó? Si Dios mostró
vado», «sentado a la diestra de Dios» y «constituido Hijo de Dios por la resurrección que estaba de su lado, ¿por qué no lo mani-
con poder» (Rom 1,4; Hch 13,33; Mt 28,18). Con gran valentía festó durante su vida pública? El relato de los discípulos de Emaús
confiesan delante de los judíos: «Vosotros lo matasteis... Dios nos insinúa con qué agudeza interesaba esta pregunta a la joven
lo resucitó» (Hch 2,22s; 3,15; 4,10; 5,30; 10,39s). Esta fe, como Iglesia. Consultaban las Escrituras, hacían trabajo teológico y re-
veremos más adelante, va a articularse con profundidad cada vez flexionaban a la luz de la resurrección para descifrar este pro-
mayor hasta llegar a descifrar el misterio de Jesús en el sentido fundo misterio. Los discípulos de Jesús, tal como aparecen en los
de que él es el propio Dios que viene a los hombres en carne mortal. textos evangélicos pertenecientes a la llamada Quelle13, no atri-
buían todavía carácter salvífico a la muerte de Cristo. Para ellos,
Jesús participó del destino común a todos los profetas, la muerte
b) Con la resurrección de Jesús violenta (Le ll,49ss y paralelos; Le 13,34ss par.; 1 Tes 2,14ss;
ha comenzado ya el fin del mundo Hch 7,51ss). Y Dios lo exaltó y lo constituyó como el Hijo del
hombre, que pronto vendría sobre las nubes. Esta es la imagen
Esta convicción constituye la fe firme de la Iglesia primitiva. que la Quelle tiene de Cristo. Otro grupo de la comunidad cris-
Mateo insinúa esta certeza hasta en la forma literaria de relatar la tiana palestinense procuraba interpretar la trágica muerte de Cris-
resurrección de Jesús (28,1-15) : el descenso del ángel, el terremoto, to como la realización de un plan oculto y preestablecido por Dios
la remoción de la piedra, la confusión de los guardias, igual que los (Hch 2,23; 4,28). En este sentido se dice que Cristo «debía mo-
fenómenos acontecidos con ocasión de la muerte de Cristo, espe- rir» (Me 8,31), como lo predecían las Escrituras del Antiguo Tes-
cialmente la resurrección de «muchos cuerpos de santos difuntos» tamento (Me 14,49). En la misma línea de interpretación se con-
(Mt 27,51-53), revelan claros rasgos apocalípticos. Con la salida ciben las profecías de Jesús acerca de su muerte y resurrección,
de Cristo del sepulcro ha comenzado ya a fermentar en el corazón todas ellas, muy probablemente, elaboradas después de estos acon-
del viejo mundo, el nuevo cielo y la nueva tierra: la resurrección tecimientos (Me 8,31; 9 , 3 1 ; 14,41). La muerte y la resurrección
de los demás hombres, especialmente la de los creyentes, muestra se tornan comprensibles si se insertan dentro del plan de Dios.
que el fin es inminente (Rom 5,12; 1 Cor 15,45ss; 2 Cor 5,10). Pero no bastaba comprobar la «necesidad» histórico-salvífica del
Cristo es el primero de los muertos: los demás le seguirán en camino cruento de Jesús. Se procuraba descifrar su sentido secreto.
breve (1 Cor 15,20; Rom 8,29; Col 1,18). El mismo Espíritu ¿Qué significado tiene la muerte violenta del justo? ¿No había
que resucitó a Cristo habita ya en los fieles (Rom 8,11) y va for- dicho el Cristo terrestre: «Yo estoy en medio de vosotros como el
mando con todos ellos un cuerpo de gloria. que sirve»? (Le 22,27). La comunidad palestinense interpretó muy

13
Quelle es una palabra alemana que significa fuente y es un término
c) La resurrección reveló que Jesús murió técnico de la exégesis moderna: pertenecen a la Quelle (o simplemente Q)
por nuestros pecados los textos de los sinópticos que no están en Marcos, pero que son comu-
nes, aunque a veces con pequeñas variantes, a Lucas y Mateo. Cf. J. Gnilka,
Das Christusbüd der Spruchquelle, en Jesús Christus nach frühen Zeugnissen
La resurrección puso de manifiesto que Cristo no era un mal- des Glaubens (Munich 1970) 110-126; H. Kessler, Die theologische Bedeu-
hechor, un abandonado por Dios, ni un falso profeta y mesías. tung des Todes Jesu, 236-239.
154 Jesucristo, liberador La resurrección 155

pronto la muerte de Cristo como la forma extrema del servicio a dad de los hombres. Como resulta evidente, la interpretación de
la humanidad. Y en este contexto se dice que «el Hijo del hombre la muerte de Cristo como sacrificio no es sino una entre otras.
no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como Los propios textos del Nuevo Testamento no permiten absoluti-
rescate por muchos» (Me 10,45). Esta interpretación fue posible zarla, como sucedió en la historia de la fe, en el marco de la Igle-
porque en los ambientes del judaismo tardío y helenístico circu- sia latina. Debemos decir que Cristo murió a consecuencia de la
laba la idea de que la muerte de los mártires y hasta la de los atmósfera y la situación de mala voluntad, de odio y cerrazón en
niños inocentes era capaz de asumir carácter vicario y redentor que los judíos y toda la humanidad vivieron y viven aún. Jesús no
en favor de los pecadores (2 Mac 7,32.37; cf. 7,18; 2 Mac 6,28s; se dejó determinar por esta situación, sino que nos amó hasta el
17,20-22; 18,4). Isaías 53 se refiere claramente al Siervo sufrien- fin. Asumió sobre sí esta condición pervertida; fue solidario con
te que «tomó sobre sí nuestras enfermedades y se cargó con nues- nosotros; murió en solitario, para que nadie en el mundo tuviese
tros sufrimientos» (4). Aunque inocente, «el Señor hace recaer sobre ya que morir solo; él está con cada uno para hacerlo participar
él el castigo de las faltas de todos nosotros» (5). Sin embargo, este de la vida que se manifestó en la resurrección: vida eterna en
castigo nos salvó y «fuimos curados gracias a sus padecimientos» (6). comunión con Dios, con los otros y con el cosmos.
Con semejante interpretación, la comunidad quería expresar lo que
ya emergía del comportamiento y palabras de Jesús de Nazaret;
con su muerte, infligida injustamente, Dios se había vuelto hacia d) La muerte y la resurrección, origen de la Iglesia
los pecadores y perdidos y los convidaba a la comunión con él. Un
paso adelante supuso la interpretación de su muerte como una ex- El reino de Dios, que en la predicación de Jesús tenía una
piación sacrificial por los pecados del mundo, como aparece en dimensión cósmica, debido al rechazo de los judíos, se realizó en
Rom 3,25 y en Ja epístola a Jos Hebreos. Este pensamiento ya está una soJa persona, esto es, en Jesús de Nazaret. Como decía Oríge-
contenido en las palabras de la última cena, cuando se habla de la nes, Cristo es «autobasileia tou Theou-»: Dios realizó su reino sólo
sangre que será derramada por nosotros (Me 14,24; Le 22,20; en su Enviado. Así queda abierto el camino para que haya una
Mt 26,28: «para la remisión de los pecados»). Pablo expone otra Iglesia con la misma misión y mensaje de Cristo 15 : anunciar e ir
interpretación de la muerte de Cristo en el sentido de que la cruz realizando poco a poco el reino de Dios en medio de los hombres.
significa el fin de la ley: «quien no conoció el pecado, se hizo No sólo a los judíos, sino a todos debe ser anunciada la buena
pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios noticia de que los hombres y toda la realidad tienen un fin bueno,
en él» (2 Cor 5,21). Por la cruz, el que era inocente atrajo hacia y este fin se llama vida corporal y eterna. En medio del mundo,
sí toda la maldición de la ley (Dt 21,23: «porque un colgado es la Iglesia lleva adelante la causa de Cristo, la testimonia y simul-
una maldición de Dios») y así cumplió todas sus exigencias. Con táneamente la realiza bajo los velos de la fe, del amor, de la es-
eso ha quedado abolida la ley (Gal 3,13; 2,13s; Ef 2,14.16). peranza y del misterio. La misión surgió de la convicción de que
Todas estas interpretaciones M de la Iglesia primitiva son inten- el Resucitado, ahora en el cielo, lleno de poderío, es el Señor
tos, que utilizan el material representativo y su modo particular de todas las cosas 16. Urge anunciar y llevar a todos, judíos y pa-
de ver la realidad, de dar sentido a la muerte de Cristo. La re- ganos, la adhesión a lo que eso significa: el perdón de los pe-
surrección proyectó una luz iluminadora sobre el sinsentido de su cados, la reconciliación, la certeza de liberación de las fuerzas y de
martirio. Todas ellas, a pesar de los diferentes modelos de repre- las potencias que en el mundo se arrogan poderes divinos y quie-
sentación, están de acuerdo en que Cristo no murió a causa de sus ren ser veneradas como tales y la seguridad de que es posible la
pecados y culpas (2 Cor 5,21; 1 Pe 2,21ss; 3,18), sino por la mal- total apertura y acceso a Dios Padre.
14 15
H. Kessler, Die Theologische Bedeutung des Todes Jesu, 227-329, in- Cf. E. Peterson, La Iglesia, en Tratados teológicos (Ed. Cristiandad,
forma con gran erudición sobre las distintas interpretaciones de la muerte de Madrid 1966) 193-201.
16
Cristo, presenta la exégesis de los pasajes y las discusiones de los especia- Cf. F. Hahn, Christologische Hoheitstitel (Gotinga 1966) 66ss; J. Jere-
listas; cf. también W. Pannenberg, Fundamentos de cristología, 304-310. mías, Jesu Verheissung für die Vólker (Gotinga 1965) 12ss.
La resurrección 157

(en griego: lo que no existe en ningún lugar), sino solamente


4. SIGNIFICADO ANTROPOLÓGICO
lopía (lo que existe en algún lugar). La esperanza humana se
DE LA RESURRECCIÓN DE J E S Ú S
realiza en Jesús resucitado y ya se está realizando en cada hom-
bre. A la pregunta: ¿qué será del hombre?, la fe cristiana res-
Debido a la resurrección de Jesús, el cristianismo deja de ser ponde gozosamente: del hombre será la resurrección como total
una religión nostálgica volcada hacia un pasado. Es una religión
transfiguración de la realidad humana espíritu-corporal.
del presente, que celebra la certeza de una presencia viva y per-
sonal. Con ello el cristianismo vino a responder a los problemas
más acuciantes del corazón humano resumidos en la frase: ¿ qué
b) Dios no sustituyó lo viejo por lo nuevo,
será del hombre?
sino que convirtió lo viejo en nuevo

Hay una pregunta que interesa a todos: ¿cómo habremos de


a) Para el cristiano no hay ya utopia,
resucitar? San Pablo, teniendo ante sus ojos a Jesús resucitado,
sino solamente topía
responde que los muertos resucitarán incorruptos, con gloria y
fortaleza, con una realidad humana totalmente llena de Dios
El hombre es, por esencia, un ser siempre en camino, que pro- (1 Cor 15,42-44). Habla incluso de un cuerpo espiritual (44a.b).
cura realizarse en todos los niveles, en el cuerpo, en el alma y Sin embargo, conviene aclarar que «cuerpo», para la mentalidad
en el espíritu, en la vida biológica, espiritual y cultural. En esta paulina y semita, no designa uno de los dos componentes del
aspiración se ve continuamente obstaculizado por la frustración, el hombre, distinto del «alma». Cuerpo es el hombre todo entero
sufrimiento, el desamor y la desunión consigo mismo y con los (cuerpo-alma), persona, en relación con los otros 1 8 . Cuerpo es el
demás. El principio «esperanza» que está en él le hace elaborar hombre en cuanto capaz de comunicación. Ahora, en la presente
constantes utopías como la República de Platón, la Ciudad del Sol situación, el hombre-cuerpo posee una vida terrestre y perecedera.
de Campano!la, la Ciudad de la Eterna Paz de Kant, el Paraíso Por la resurrección, el hombre-cuerpo recibe una vida inmortal
del Proletariado de Marx, el Estado Absoluto de Hegel, la situación que viene de Dios, libre de cualquier amenaza de corrupción. El
de total amor de Teilhard de Chardin o incluso el lugar donde no hombre-cuerpo se transforma de carnal en espiritual (esto es, lleno
hay lágrimas ni hambre ni sed de nuestros indios tupi-guaraníes de Dios). Pablo insiste: «Es necesario que este ser (hombre-cuer-
y apapocuvas-guaraníes n . Todos gemimos como Pablo: «¿Quién po) corruptible se revista de incorruptibilidad y que este ser mor-
me librará de este cuerpo de muerte?» (Rom 7,24). Y todos año- tal (hombre-cuerpo) se revista de inmortalidad» (1 Cor 15,53).
ramos, con el autor del Apocalipsis, esa situación «en la que no El hombre-cuerpo, en su condición natural (carne y sangre), «no
habrá ya muerte ni llanto, ni dolor, porque el viejo mundo ha puede heredar el reino de los cielos» (resurrección, 1 Cor 15,50a).
pasado» (Ap 21,4). La resurrección de Jesús quiere ser la realiza- Necesita transformarse (52b: «que lo mortal sea absorbido por la
ción de esta utopía dentro de nuestro mundo. Porque la resurrección vida» (2 Cor 5,4c). No se piense que el cuerpo resucitado es algo
significa la escatologización de la realidad humana, la introducción absolutamente nuevo. Dios no sustituyó lo viejo por lo nuevo,
del hombre cuerpo-alma en el reino de Dios, la realización total de sino que convirtió lo viejo en nuevo. Cuerpo tampoco es el ca-
las capacidades que Dios colocó dentro de la existencia humana. Con dáver ni el conglomerado físico-químico de nuestras células vivas.
ella fueron aniquilados todos los elementos alienantes que lacera- Es algo más profundo: es la conciencia de la materia humana o
ban la vida, como la muerte, el dolor, el odio y el pecado. Para el el espíritu que se manifiesta y realiza en el mundo. La materia
cristiano, a partir de la resurrección de Jesús, no hay ya utopía de nuestro cuerpo se transforma y se modifica de tiempo en tiem-
17
Cf. E. Bloch, Prinzip Hofjnung, 2 vols. (Francfort 1959); H. Linding,
Wanderung der Tupi-guarani, en "W. Mühlmann, Chiliasmus und Nativismus. 18
Cf. A. Gelin, L'homme selon la Bible (1968) 9-18; Mehl Koennlein,
Studien zur Psychologie, Soziologie und historischen Kasuistik der Umsturz- L'homme selon f apotre Paul (Neuchátel-París 1951).
bcwegungen (Berlín 1964) 19-40.
158 Jesucristo, liberador La resurrección 159

po, manteniendo siempre nuestra identidad corporal. Cuando de- la muerte es el paso a la eternidad, en la cual no existe el tiempo,
cimos yo, expresamos nuestra identidad espíritu-corporal. Ahora no hay ninguna repugnancia en admitir que ya se realiza en
bien, la resurrección transforma nuestro yo espíritu-corporal a ima- rila la escatología última de la resurrección de, los muertos 2 0 . La
gen de Jesús resucitado. parusía final revelaría lo que ya se verificó en el fin del mundo
personal. El hombre, unidad cuerpo-alma, entra, ya con la muerte,
en la total y definitiva realización de aquello (pie él sembró en la
c) El fin de los caminos de Dios es el hombre-cuerpo Tierra: resurrección para la vida o pura lu muerte. Kl cadáver
puede permanecer y ser entregado a la corruptibilidad: nuestro
Si el hombre-cuerpo es el hombre todo entero en su capacidad verdadero cuerpo personalizado por el yo (que es más que materia
de comunicación, entonces la resurrección lo concreta y potencia Tísico-química) participará de la vida eterna. Con optimismo cris-
al máximo. Ya en su situación terrestre, el hombre-cuerpo es co- liano nos enseña el Vaticano I I : «Ignoramos el tiempo en que se
munión y presencia, donación y apertura a los otros, pues el cuer- liará la consumación de la tierra y de la humanidad. Tampoco
po es lo que nos hace presentes al mundo y a los otros. No obs- conocemos de qué manera se transformará el universo. La figura
tante, ese mismo cuerpo, al tiempo que comunica, impide la comu- de este mundo, afeada por el pecado, pasa; pero Dios nos enseña
nicación. No podemos estar en dos lugares. Estamos presos en el que nos prepara una nueva morada y una nueva tierra... No obs-
tante, la espera de una nueva tierra no debe amortiguar, sino más
espacio y en el tiempo. La comunicación es un proceso de códigos
bien avivar la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde
y símbolos, generalmente ambiguos. Por la resurrección, todos es-
crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede, de al-
tos obstáculos quedan destruidos, reina la total comunión, se da
guna manera, anticipar un vislumbre del siglo nuevo... El reino
absoluta comunicación con las personas y cosas. El hombre, ahora
está ya misteriosamente presente en nuestra tierra; cuando venga
espíritu-corporal, adquiere una presencia cósmica. Como se ve,
el Señor, se consumará su perfección» (Gaudium et spes 39).
el fin de los caminos de Dios reside en el hombre-cuerpo comple-
tamente transfigurado y hecho total apertura y comunicación 19.

d) ¿La resurrección en la muerte?

Las fuerzas del siglo futuro ya están actuando en el corazón


del viejo mundo (Heb 6,5). Por la fe y la esperanza, por el segui-
miento de Cristo y por los sacramentos, el germen de la resurrec-
ción (Jesús mismo) queda depositado en la realidad del hombre-
cuerpo. No se perderá con la muerte: «El que cree en el Hijo
tiene vida eterna» (Jn 3,36; 3,15-16.36; 11,26; 5,24). Todos los
que se revistieron de d i s t o son nueva criatura (Gal 3,27 y 2 Cor
5,17). El «estar en Cristo» es primicia de vida resucitada y la
muerte es una forma de «estar en Cristo» (Flp 1,23; 2 Cor 5,8;
1 Tes 5,10). Nosotros seremos transformados a semejanza de Cris-
to (Flp 3,21). Entonces todo lo que en el hombre está en germen
recibirá con la muerte realidad plena y carácter definitivo. Como
20
Cf. L. Boff, O homen-corpo e imortal: «Vozes> 65 (1971) 61-68, con
" Cf. J. B. Metz, Caro cardo salutis. Zura christlichen Verstimdnis des bibliografía.
Leibes: «Hochland» 55 (1962) 97-107, espec. 97.
¿Quién es Jesús de Nazaret? 161

VIII conquistó para sí todos los títulos de honra y gloria humana y


divina que existían y se podían imaginar dentro del Imperio Ro-
¿QUIEN ES, EN DEFINITIVA, JESÚS DE NAZARET? mano, A este proceso de descifrar el significado y la realidad de
Jesús de Nazaret lo denominamos cristología. Cristología, antes
Cada grupo cultural —el palestinense, el judeocristiano en la y ahora, es la ininterrumpida tentativa de decir quién es Jesús y
diáspora, el cristianohelenístico— utilizó los títulos más nobles y qué significa para la existencia humana. El proceso cristológico
los mejores que poseía en sus culturas para expresar la profun- no comenzó propiamente con la resurrección. Ya antes de la
didad que se escondía en la autoridad, en el equilibrio y en la muerte y glorificación de Jesús, los apóstoles y los judíos se pre-
fantasía creadora de Jesús. En este capítulo se analiza cómo el pro- guntaban quién era él y qué es lo que, en definitiva, buscaba.
ceso cristológico ha procurado y procurará siempre situar a Jesús A partir de la resurrección surge una cristología explícita. Existe,
dentro de la totalidad de la vida humana, tal como la viven y com- pues, una continuidad en la cristología, como se da también una
prenden los hombres a través de la historia. continuidad entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe, porque
el que murió y fue sepultado es el mismo que resucitó. Lo que
La resurrección de Jesús, su glorificación y elevación junto en el tiempo del Jesús histórico estaba latente e implícito, se tornó
a Dios obligaron a los cristianos a hacerse esta pregunta funda- con la resurrección patente y explícito 2. Si el proceso cristológico,
mental: ¿Quién es, en definitiva, Jesús de Nazaret? ¿Cuál fue y como tentativa de descifrar quién es Jesús, comenzó ya en el tiem-
cuál es su función en la historia de los hombres? El Nuevo Testa- po de su actividad terrestre, ¿qué datos y fenómenos desencade-
mento constituye, en gran parte, una tentativa de responder ade- naron la reflexión sobre él?
cuadamente a esta pregunta que con toda radicalidad había plan-
teado la resurrección. La comunidad primitiva utilizó más de 50
nombres, títulos o calificaciones para definir quién es Jesús: el 1. LA SOBERANÍA DE J E S Ú S :
título Cristo se emplea cerca de 500 veces; Señor aparece 350; CRISTOLOGÍA INDIRECTA
Hijo del hombre, 8 0 ; Hijo de Dios, 7 5 ; Hijo de David, 20, etc. 1 .
Jesús es designado con nombres que van desde los más humanos, Ya hemos reflexionado sobre el extraordinario equilibrio y sen-
como maestro, profeta, el justo, el bueno, el santo, hasta los más tido común de Jesús, su fantasía creadora y su originalidad. Jesús
sublimes, como Hijo de Dios, Salvador e incluso Dios mismo. En se presentó como alguien que, frente a las tradiciones religiosas
un período de tiempo de treinta años después de su muerte, Jesús de su pueblo, frente a la situación social vigente, se comportó con
absoluta libertad. Hablaba con Dios y de Dios, de forma que sus
1
Principal bibliografía utilizada: F. Hahn, Christologische Hoheitstitel contemporáneos consideraban blasfema (Me 2,7; Jn 5,18; 10,30).
(Gotinga 1966); O. Cullmann, La cristología del Nuevo Testamento (Buenos Asume actitudes propias de Dios, como perdonar pecados y modi-
Aires 1965); R. Schnackenburg, Cristología del Nuevo Testamento, en Mys- ficar la santa ley de Moisés (Me 2,7; Le 7,49; Me 7,1-2; Mt 5,
terium Salutis III (Ed. Cristiandad, Madrid 21980) 186-310; V. Taylor, La
personne du Christ dans le Nouveau Testament (París 1969); Ch. Duquoc, 21-48). Predica el reino de Dios como total liberación del hombre,
Cristología. El hombre Jesús (Salamanca 1970); H. R. Balz, Methodische del pecado, de los sufrimientos y de la muerte. Se siente tan iden-
F'róbleme der neutestamentlichen Christologie (Neukirchen 1967); R. Schnak- tificado con el reino que hace depender la participación en él de
kenburg y Schierse, Wer war Jesús von Nazareth? Christologie in der Krise
(Dusseldorf 1970); J. Doyon, Cristología para o nosso tempo (Sao Paulo 1970); la adhesión a su persona (Le 12,8-9). Para los discípulos, que con-
W. Marxsen, Anfangsprobleme der Christologie (Gütersloh 1967); K. Berger, voca a su seguimiento a fin de que anuncien el reino junto a él
7.um traditionsgeschichtlichen Hintergrund christologischer Hoheitstitel: «New y preparen al pueblo (Me 1,17 par.; 3,14-15; 6,7-13; Le 9,16;
Testament Studies» 17 (1971) 391-425; K. Rahner/W. Thüsing, Cristología. 10,1-20), tiene duras exigencias: cortar todos los vínculos huma-
Estudio teológico y exegético (Madrid 1975); C. Palacio, Jesucristo. Historia
e interpretación (Ed. Cristiandad, Madrid 1979); R. H. Fuller, Fundamentos 2
de la cristología neotestamentaria (Madrid 1979). Cf. H. Conzelmann, Jesús Christus: RCG II, 667; W. Künneth, Die
indirekte Christologie, en Glauben an Jesús? (Hamburgo 1969) 88-93.
162 Jesucristo, liberador ¿Quién es Jesús de Nazaret? 163

nos (Le 14,26; 9,59-62); sacrificar la propia vida (Le 14,27; con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen» (Le 4,36).
Mt 10,38; Me 8,34) y renunciar a los bienes de la tierra (Le 14,33; Otros exclaman: «Jamás vimos cosa parecida» (Me 2,12) ; «jamás
Me 6,8-10). Esta llamada al seguimiento implica fe en la persona se vio cosa igual en Israel» (Mt 9,33b). Al aplacar la tempestad
y en las intenciones de Jesús. Encontramos aquí también lo espe- en el mar, los discípulos, admirados, exclaman: «¿Quién es éste que
cífico de la conciencia de Jesús, de actuar en nombre y en lugar hasta los vientos y el mar le obedecen?» (Mt 8,27; Me 4 , 4 1 ; Le
de Dios 3 . Con su presencia, las estructuras del viejo mundo se 8,25). Su fama se extiende por todas partes (Le 4,37) y alcanza
modifican: las enfermedades son curadas (Mt 8,16-17), la muerte hasta el extranjero, como Siria (Mt 4,24). De Idumea, de Tiro
vencida (Le 7,11-17; Me 5,41-43), los elementos de la naturaleza y Sidón venían personas para oír y ver lo que hacía (Me 3,7-8;
le obedecen (Mt 8,27) y los demonios ceden su lugar al espíritu Le 4,17-18a). La admiración llega a un climax que se llama pa-
de Dios (Mt 12,28). Ante Jesús, todos se admiran y preguntan: vor (Le 8,37; Me 5,43b; Mt 9,8; Me 4,41). ¿Quién es ése? En
¿Quién es éste? (Mt 21,10). el asombro que las palabras y el comportamiento de Jesús provo-
can se encierra, ya latente, una cristología. Jesús tiene conciencia
de que con él la proximidad del reino de Dios se está realizando.
a) La admiración, comienzo de la filosofía y de la cristología Está abierto a todos: a los pecadores públicos y a los recaudadores
de impuestos, con quienes come; a los guerrilleros zelotas, dos
La tradición filosófica de los griegos siempre insistió en que de los cuales pertenecen al grupo de los Doce; a los observan-
el origen y la pasión fundamental de la filosofía consisten en la tes de la ley y a los fariseos; a las mujeres, a los extranjeros y a los
capacidad de admiración. Admirar alguna cosa o a alguien es cap- niños. Muestra así que Dios ama a todos y a todos convida al
tar cómo la luz brilla y resplandece en ellos; es dejarse absorber banquete escatológico (Mt 11,19 y Le 14) 4. «Provocativo para la
en el objeto sin querer luego encuadrarlo dentro de un esquema derecha y para la izquierda, más próximo a Dios que a los sacer-
hecbo. Si algo nos causa admiración, se debe a que no se encuadra dotes, más libre frente al mundo que los ascetas, más moral que
en categorías preexistentes, sino que emerge en toda su naturali- los moralistas y más revolucionario que los revolucionarios, en-
dad y originalidad. Jesús fue alguien que provocó enorme asom- tiende la voluntad de Dios como norma inmediata de acción.
bro, porque rompió todos los esquemas de interpretación dados. ¿Y qué quiere la voluntad de Dios? Para Jesús está claro: la feli-
Ya siendo un pequeño de doce años, «los que lo oían quedaban cidad de los hombres» s . En nombre de Dios, a quien se siente uni-
estupefactos por su inteligencia y sus respuestas» (Le 2,47). La do, habla con un estilo de gran soberanía, como quien tiene poder:
primera vez que aparece en público, en la sinagoga de Nazaret, «En verdad, en verdad os digo... Yo, no obstante, os digo», formu-
sus paisanos se preguntan: «¿De dónde le viene a éste tal sabi- laciones que, según la fe y la tradición judías, rozan ya la esfera
duría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero?... ¿De de Dios 6 .
dónde le viene todo eso? (Mt 13,54-56; Me 6,23; Le 4,22-23;
Jn 6,42). De la misma forma, cuando predica en la sinagoga de
Cafarnaún, «quedaron asombrados de su doctrina, porque les en- b) Cristología negativa
señaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas» (Me
1,22; Le 4,31). Al terminar el Sermón de la Montaña, «la gente Muchos se admiran de la soberanía de Jesús, pero también,
quedó admirada por su doctrina» (Mt 7,28). Los milagros provocan como refieren a menudo los evangelios, «se escandalizaban a causa
la misma reacción en el pueblo: «¡ Qué palabra es ésta! Manda de él» (Mt 13,57). Dicen: «¿No es éste el carpintero, el hijo de
5 4
Cf. M. Hengel, Nachfolge und Charisma (Berlín 1968) 98: W. Pannen- Cf. J. Jeremías, Les paraboles de Jésus (Lyon 1965) 131ss.
5
berg, Fundamentos de cristología (Salamanca 1974) 60ss; E. Kasemann, H. Küng, ¿Qué es el mensaje cristiano?: «Concilium». Número extra
Das Problem des historischen Jesús, en Glauben heute (Hamburgo 1966) (1970) 238.
6
113-152, espec. 140-152; E. Fuchs, Die Frage nach dem historischen Jesús: Cf. E. Schweizer, Jesús Christus im vieljáltigen Zeugnis des Neuen
ZThK (1956) 210-229; H. Braun, Jesús (Stuttgart 1969) 146-158. Testaments (Hamburgo 1968) 34-38.
164 Jesucristo, liberador ¿Quién es Jesús de Nazaret? 165

43-48). Su modo de hablar se parece al de un profeta*. De hecho,


María y hermano de Santiago, de José, Judas y Simón» (Me 6,3).
así se le llama repetidas veces. «¿Quién es éste?, se preguntaba
¿Cómo puede atreverse a hacer cosas que sólo corresponden a
toda la ciudad de Jerusalén». Y la gente respondía: «Es el profeta
Dios? (Me 2,7; 14,64). Además hace cosas que la ley prohibe,
Jesús de Nazaret de Galilea» (Mt 21,11; Le 24,19; Mt 21,46;
como viajar en sábado, recoger espigas y curar (Me 2,24). El y sus
Me 6,15; 8,28; 14,65). Jesús mismo se considera en la línea pro-
discípulos no son penitentes, como los seguidores de Juan (Me
fética (Me 6,4; Le 13,33), pero tiene conciencia de ir más a l l á :
1,18). Come con pecadores y es amigo de los recaudadores de im-
«Aquí hay algo más que Jonás» (Mt 12,41), porque «la ley y los
puestos, considerados aliados de las fuerzas de ocupación romanas
profetas llegan hasta Juan» (Le 16,16; Mt 11,12). Jesús nunca
y, por eso, odiados por el pueblo (Me 2,16). Es borracho y comi-
legitima, como los anteriores profetas, su vocación profética (Am
lón (Mt 11,19) ; blasfemo (Me 2 , 7 ) ; poseído por demonios (Me
6,14; Is 1,24); jamás apela a visiones o voces que vienen de lo
3,22); subversivo. Prohibe pagar los impuestos al César y se dice
alto. Sus palabras se sustentan por sí mismas y actúa como si él
jefe político-revolucionario (Cristo-Rey: Le 23,2). Sus parientes
mismo fuera la última instancia. ¿Quién es Jesús? ¿Qué título
intentan hacerse cargo de él, pues dicen: «No está en sus caba-
puede adecuadamente expresar su autoridad, su soberanía y sabi-
les» (Me 3,20); es un impostor (Mt 27,63) y, lo que es peor, un
duría? Tal vez el de hijo de David (Mt 9,27; 15,22; 20,30; 12,23;
hereje (samaritano) y poseído del demonio (Jn 8,48; Le 11,15).
21,9). Jesús perteneció al linaje davídico según el testimonio de la
Esta cristología negativa fue elaborada por los adversarios de Je-
tradición de la Iglesia primitiva (Rom 1,3; Mt 1,2-17; Le 3,23-38) 9.
sús, que se escandalizaban de sus actitudes soberanas, liberadoras
El jamás dio importancia a este hecho. El pueblo tenía cifradas
y profundamente humanas, y creaban un permanente conflicto
sus esperanzas en un hijo de David, que sería un rey liberador
con el statu quo religioso y social, encerrado en sí mismo y de-
político. Jesús rechaza ese mesianismo político: «El mismo David
tractor de cualquier novedad.
le llama Señor, ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?» (Me 12,37).
¿Quién es Jesús? ¿Pueden los hombres responder a esta pregun-
c) Cristología positiva ta? ¿O quizá Jesús mismo?

En cambio, muchos otros se admiraban y captaban la origina-


lidad de Jesús. ¿Cómo calificarlo? ¿Qué nombre darle? Comien- 2. JESUOLOGIA :
zan por llamarlo médico (Hch 2,22; Le 5,17; Mt 8,17); después ¿QUE IDEA TENIA J E S Ú S DE S I M I S M O ?
rabbí (rabino, maestro: Me 9,5; 11,21; Mt 26,49). Pero Jesús no
es como los demás rabinos, biblistas que para cada afirmación ¿ Cómo se entendía Jesús a sí mismo ? 10. ¿ Qué títulos se atri-
tenían que buscar su fundamentación teológica en un texto de la buye? En este aspecto debemos distinguir claramente entre la con-
Escritura 7. «El enseñaba como quien tiene autoridad y no como ciencia que Jesús tenía de sí y de su misión y las formas con que
los escribas» (Mt 7,29). ¿Quién de los rabinos de aquel tiempo lo expresó. No hay duda, y ha quedado claro en los capítulos ante-
hablaba con tanta soberanía como él para ofrecer una exégesis riores, de que Jesús, por lo menos al fin de su vida, poseía una
distinta o dar la vuelta a la ley? «Habéis oído que se dijo a los conciencia nítida de ser determinante para la irrupción del reino
antepasados... yo os digo...» (Mt 5,21ss), con lo cual radicalizaba y de que él estaba en una relación única con Dios. El que le llama
aún más la prohibición de matar (Mt 5,21-26), del adulterio (Mt
5,27-30) y del juramento (Mt 5,33-37) o abolía pura y simple- 8
Cf. Ch. Duquoc, Christologie. L'hommc Jésus (París 1968) 131-170;
mente las determinaciones legales sobre el divorcio (Mt 5,31-37), O. Cullmann, Die Christologie des Neuen Testamentes (Tiibinga 21958) 11-41.
sobre la venganza (Mt 5,38-42) y el odio a los enemigos (Mt 5, ' O. Cullmann, op. cit., 117ss; F. Hahn, Christologische lloheitstitel, 242-
269.10
7 V. Taylor, La personne du Christ, 153-186; H. R. Balz, Methodische
Cf. M. Hengel, Jesús war kein Rabbi, en Nachfolge und Charisma, Probleme der neutestamentlichen Christologie, 124-127; H. Conzelmann,
46-55; W. G. Kümmel, Theologie des Neuen Testaments nach seinen Haupt- Crundriss der Theologie des Neuen Testaments (Munich 1968) 147-159.
zeugen (Gotinga 1969) 57-59.
166 Jesucristo, liberador ¿Quién es Jesús de Nazaret? 167

«Abba, Padre», se siente y es su hijo. El Jesús de los sinópticos Cristo, al Hijo de Dios, sino para vivir, con palabras y hechos,
nunca usó directamente la expresión Hijo de Dios. Sólo los demo- como Hijo de Dios, Cristo y Mesías. Aquí reside el significado del
nios (Me 3,11; 5,5.7), las voces celestes en el bautismo y en la llamado secreto mesiánico del Evangelio de Marcos. Descubrir, a
transfiguración (Me 1,11; 9,7) y Pedro en su confesión —consi- la luz de la resurrección, al Dios y Mesías escondido en las acti-
derada como revelación de Dios (Mt 16,16s)— afirman que Jesús tudes de Jesús será la obra teológica y cristológica de la Iglesia
es Hijo de Dios. La masa burlona al pie de la cruz pone en boca primitiva. El hecho de que Jesús sea Cristo e Mijo de Dios no
de Jesús la afirmación: «Yo soy el Hijo de Dios» (Mt 27,43). se debe a que la comunidad le aplique tales títulos; por el con-
Pero esta frase es una adición del evangelista Mateo. Sólo dos trario, la comunidad se los aplica porque él e» Mijo de Dios y
veces es usado por el mismo Jesús el término absoluto «Hijo» Cristo 14 . Estas reflexiones valen también para el título Hijo del
(Me 13,32 y Mt 11,27) : «En cuanto al día y la hora, nadie los hombre, que en los sinópticos aparece casi exclusivamente en la-
sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sólo el Padre»; bios de Cristo 1 5 . En tres grupos se puede clasificar su empleo: en
«mi Padre me lo ha enseñado todo; al Hijo lo conoce sólo el Pa- un primer grupo, Jesús habla del Hijo del hombre según las espe-
dre, y al Padre lo conoce sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo ranzas apocalípticas: vendrá sobre las nubes, distinguiendo siem-
se lo quiera revelar». Este título expresa, por un lado, la soberanía pre entre el yo de Jesús y el Hijo del hombre (Me 8,38; 13,26;
del Hijo y, por otro, su obediencia y sumisión al Padre, como 14,62; Mt 24,27.37.39.44). El Hijo del hombre es alguien diferente
vemos en la oración de acción de gracias (Mt 11,25). Sin embar- de Jesús. En un segundo grupo de pasajes, Jesús habla del Hijo
go, tal título no posee ninguna significación mesiánica para la del hombre no en un contexto de parusía sobre las nubes, sino
tradición judaica. Pero en la palabra Hijo aparece la autoconcien- de sufrimiento, muerte y resurrección del Hijo del hombre (Me
cia de Jesús n . Juan va a asumirla y tematizarla mostrando que 8,31; 9,31; 10,33s). Lo hemos explicado anteriormente: estos pa-
precisamente en esa relación íntima del Hijo con el Padre residió sajes y profecías sobre la muerte y resurrección no parecen per-
la oposición del judaismo contra Jesús (Jn 5,18; 10,30s; 19,7). tenecer al mismo Jesús, porque presuponen ya la pasión y la pas-
Eso es ya cristología y no más jesuología; es reflexión sobre cua hasta en sus más pequeños detalles. Se deberían a la actividad
Jesús a la luz de la resurrección y no expresión de su autocon- cristológica de la comunidad creyente para explicar el sentido re-
ciencia. Nosotros creemos que su experiencia profunda del Padre dentor de la muerte de Cristo. Hay un tercer grupo que no habla
y de la correspondiente filiación constituían el fundamento de la ni de los sufrimientos ni de la parusía del Hijo del hombre, sino
conciencia de Jesús como enviado e instaurador del reino de Dios. de su autoridad para perdonar pecados (Me 2,10), de su soberanía
Para expresar esta experiencia religiosa, Jesús no usó el título frente al sábado (Me 2,28) y de su libertad para ser amigo de
Hijo de Dios. Sin embargo, ese hecho sirvió de fundamento para marginados y pecadores (Mt 11,19) y un apatrida que no sabe
que la comunidad primitiva lo llamara con razón Hijo Unigénito dónde reclinar su cabeza (Mt 8,20). Como los serios y buenos exe-
de Dios 1 2 . La intimidad con el Padre le da autoridad para hablar getas observan, tenemos en este tercer grupo un trabajo cristoló-
y actuar en lugar de Dios. Para expresar su conciencia, parece gico de la Iglesia primitiva que ya había identificado al Mijo del
que Jesús no asumió ninguna de las representaciones mesiánico- hombre de Dn 7 con el Jesús histórico. El poder del Jesús histó-
escatológicas corrientes en el judaismo y en las esperanzas de li- rico y su libertad frente al status social y religioso se debe al hecho
beración del pueblo 13. Jesús era tan sencillo, soberano, original y de ser él ya el Hijo del hombre elevado a la diestra de Dios,
estaba tan ligado a las clases humildes y a los descalificados socia- aunque en forma humilde y oculta 16.
les como para no imponerse a sí mismo títulos de honra y de
excelencia casi divinos. Jesús no vino para predicar al Mesías, al 14
Cf. H. Braun, Jesús, 149-156; O. Cullmann, op. cit., 13.
15
Cf. el resumen de G. Bornkamm, Jesús von Nazareth, 208-210;
11
W. Manson, Bist du, der da kommen solí? (Zurich 1952) 130. H. R. Balz, Strukturen der spátjüdisch-apokalyplischcn Heilserwartung, en
12 Methodische Probleme, 48-112.
W. Grundmann, Die Geschichte Jesu Christi (Berlín 1961) 270. 16
u
Cf. H. R. Balz, Methodische Probleme, 124; G. Bornkamm, Jesús von Ibíd., 124, con la bibliografía que allí se cita en apoyo de este punto
Nazareth (Stuttgart 1965) 155-163. de vista.
168 Jesucristo, liberador ¿Quién es Jesús de Nazaret? 169

Es bastante improbable también que Jesús se aplicara el título la fe común: Tú eres Cristo. Este título se convirtió luego en un
de Hijo del hombre que aparecerá con poder entre las nubes. No nombre, de suerte que Jesucristo expresa la realidad del Jesús his-
hay ninguna afirmación de Jesús que establezca la relación entre tórico juntamente con el Cristo de la fe. El nombre testimonia ya
su existencia terrestre y su figura de juez universal. Jesús habría continuidad entre jesuología y cristología.
hablado del futuro del Hijo del hombre en tercera persona. Como Lo importante es que los títulos de nobleza y divinidad atri-
señalan Me 8,38 y Le 12,8-9, expresó una relación estrecha entre buidos a Jesús no tienden a fundamentar la autoridad y soberanía
él y el Hijo del hombre. «Todo el que se pronuncie por mí ante que Jesús refleja en su vida terrena. Al contrario: quieren desci-
los hombres, también el Hijo del hombre se pronunciará por él frar y explicar esa autoridad. ¿ P o r qué actuó así? ¿De dónde
ante los ángeles de Dios. le viene tanto poder? ¿ P o r que es profeta, Hijo de David, Hijo
La comunidad primitiva, tras la resurrección, identificó fun- del hombre, Mesías? Ningún título consiguió expresar la radicali-
damentalmente a Jesús con el Hijo del hombre, de tal forma que, dad del equilibrio, de la fantasía creadora y de la soberanía de
en muchos pasajes, «Hijo del hombre» sustituyó al pronombre yo Jesús. No son los títulos los que crearon esta autoridad, sino que
(Mt 16,13; Me 8,27) o viceversa (Mt 10,32ss; Le 12,8s; Me 8,38). la autoridad dio origen a los títulos. Ninguno de ellos, sin em-
Las palabras del Jesús histórico sobre el Hijo pudieron, debido a bargo, consigue expresar exhaustivamente la riqueza de la figura
la resurrección, ser entendidas como palabras sobre él mismo. Se de Jesús ante la cual todos, hasta los demonios, se admiraban.
estableció así un puente entre la jesuología y la cristología: el tí- ¿Quién eres tú, en definitiva, Jesús de Nazaret?
tulo Hijo del hombre en poder, al ser reinterpretado, puede de-
mostrar la continuidad entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe
en esa condición de Hijo del hombre que permanece oculta en su
3. LA RESURRECCIÓN DE J E S Ú S :
vida terrestre para aparecer manifiesta y evidente tras la resurrec-
CRISTOLOGÍA DIRECTA
ción y exaltación a la derecha de Dios n . Lo mismo se puede decir
del título de Mesías o Cristo 18. El análisis crítico de los textos no
La resurrección marcó una transformación profunda que su-
permite afirmar que Jesús se aplicara dicho título, el cual adop-
primió toda ambigüedad en las actitudes y palabras de Jesús,
taba tres modalidades fundamentales: el Cristo (ungido, salvador)
hundiendo en el ridículo la cristología negativa. Entonces se des-
aparecería como un rey liberador político, como un sumo sacerdo-
encadenó el proceso cristológico directo que llega hasta nuestros
te de la casa de Aarón, como Hijo del hombre venido sobre las
días. La resurrección radicalizó también en los discípulos su ad-
nubes con poder. Por su origen, el Mesías Cristo no es una figura
miración y los interrogantes: ¿Quién es Jesús? ¿Cómo calificar
sobrenatural, sino simplemente un liberador terrestre. Jesús se
el misterio de su persona? ¿Cómo entender su misión salvífica?
aparta de tales ideas; posee la conciencia de ser el liberador de
La Iglesia primitiva tomó títulos e imágenes de su mundo cultu-
la condición humana, pero evita usar títulos que lo objetiven como
ral; primeramente, la comunidad judeocristiana palestinense com-
un simple liberador político, rival del emperador romano. La
prende a Jesús resucitado dentro de las categorías escatológicas
confesión de Jesús delante del sanedrín (Me 14,61) expresa la fe
y apocalípticas, propias del judaismo de la época. Después, la
de la comunidad primitiva en Jesús como Cristo y único y verda-
comunidad judeocristiana de la diáspora, bajo la influencia de la
dero liberador esperado K. La confesión de Pedro (Me 8,29) : «Tú
cultura griega, amplía el horizonte y denomina a Jesús con otros
eres el Cristo», en los términos en que nos ha llegado, no parece
epítetos. Por fin, cuando se forman las comunidades griegas, el
ser un hecho histórico. Pedro, en nombre de la comunidad eclesial
misterio de Jesús es descifrado dentro de categorías culturales
formada después de la resurrección, y de la cual es el jefe, expresa
propias de ese mundo 7D . El proceso cristológico procurará siem-
"18 Cf. E. Schweizer, Jesús Christus, 68ss. 20
F. Hahn, Christologische Hoheitstitel, 113-225; O. Cullmann, op. cit., H. R. Balz, Die urgemeindliche Christologlc im Zusammenhang mit
109-137. den Gruppen und Schichten der Gemeinde, en Methodische Probleme, 129-
" H. Conzelmann, Grundriss der Theologie des Neuen Testaments, 148. 175.
170 Jesucristo, liberador ¿Quién es Jesús de Nazaret: I, I

pre, antes y ahora, situar a Jesús dentro de la totalidad de la vida principio, la expresión «hijo de Dios» poseía carácter jurídico, mi
humana, tal como ésta es vivida y comprendida por los hombres, físico. Para la evolución posterior, con Pablo y Lucas 2 2 , el Jem'm
dentro de la historia. En cada perspectiva, sea judía, griega o la hijo de David realiza la profecía de 2 Sm 7,14: «Yo seré tu pin I ni
de mediados del siglo xx, la fe descubrirá a «Cristo todo en todas y tú serás mi hijo»; como dice Lucas: «El será grande... y el Señor
las cosas» (Col 3,11). Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa
de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin» (Le 1,32-33).
A este Jesús, que antes de la resurrección ya era hijo de David,
a) Para la comunidad cristiana palestinense, se le introduce ahora como rey universal, por lo que puede ser
Jesús es el Cristo, el Hijo del hombre llamado, jurídicamente, hijo de Dios (Rom 1,3). Obviamente,
todos estos títulos son propios de la cultura judaica. Dentro de
Primeramente, la resurrección de Jesús fue vista por la comu- ella, Jesucristo fue comprendido y designado con todos los epítetos
nidad primitiva como elevación y glorificación del justo junto a de honra y gloria existentes.
Dios (Hch 2,24.33; 5,30.31; cf. 3,13-15). De ahí que los primeros
títulos atribuidos al resucitado sean los de Santo, Justo (Hch 3,14)
y Siervo de Dios (Hch 4,27) 21. b) Para los judeocristianos de la diáspora,
El cargó con nuestras iniquidades y murió inocente a manos Jesús es el nuevo Adán y Señor
de hombres impíos (Hch 2,22; 3,14). Fue realmente el siervo
doliente de que habló Isaías (52,13-53,12), el justo que conduce Los judeocristianos de la diáspora estaban bajo la influencia
a la vida (Hch 3,14). Exaltado (Hch 2,33; 5,31) y glorificado de la cultura griega. Intentan descifrar la riqueza del misterio de
(Hch 3,13), es ahora el Hijo del hombre oculto en el cielo y Jesús con conceptos tomados de la tradición judía, pero enrique-
dispuesto a venir para ser juez escatológico (Hch 3,20s); a él es cidos con nuevas nociones venidas de su ambiente. Así se atribuyó
dado todo el poder en el cielo y en la tierra (Mt 28,18). El es el a Jesús el título de Señor 2 3 . Señor era inicialmente, como hoy, un
Mesías, esperado por los antiguos y por todos los hombres, que título honorífico, y Jesús fue en los evangelios llamado así por los
para traer la salvación y la liberación pasó primero por el sufri- paganos (Mt 8,8; Me 7,28) y también por los judíos (Mt 8,21;
miento y la muerte (Le 24,26). Por la resurrección, ha sido en- 18,21). Después de la resurrección, la comunidad palestinense co-
tronizado como Mesías-Cristo (Hch 2,36), según anunciaban las menzó a llamar al resucitado, Señor, en sentido escatológico: él
antiguas profecías (Sal 2,7; 110,1). Este concepto de Mesías-Cristo viene y traerá la consumación de los mundos. En el mundo helé-
contradice frontalmente las esperanzas populares de un liberador nico, los judeocristianos invocan a Jesús como Señor para acla-
político glorioso. Si es el Mesías, debe ser también Hijo de David marlo y celebrarlo presente en las comunidades, como resucitado.
y el profeta escatológico de que se hablaba en el Deuteronomio Los cristianos se definen también como «aquellos que invocan el
(18,15.18s; Hch 3,22s). Como Cristo, él es también Señor de todas nombre del Señor» (1 Cor 1,2; Rom 10,13). Este uso viene de la
cosas (Hch 2,36); con él ha comenzado la restauración de todo traducción griega del Antiguo Testamento (Setenta: Jl 3,5; cf. Ilch
(Hch 3,21). La comunidad primitiva esperaba su manifestación 2,21). Los cristianos, a diferencia de los judíos, no se reúnen sola-
definitiva, clamando en arameo: ¡Maraña tha!: ¡Ven, Señor! (Hch mente en nombre de Dios-Yahvé, sino en nombre del Señor Jesús;
22,20; 1 Cor 16,22). En la comunidad palestinense, al resucitado Señor era, en el mundo helénico, el rey. Cristo es Señor, pero no
se le llama Hijo de Dios. Para el Antiguo Testamento, hijo de según el modelo político. Desempeña funciones divinas: rige todo
Dios es primeramente Israel (Ex 4 , 2 2 ) ; luego, el rey (Sal 2 , 2 ) ; el cosmos y todos los hombres. Señor no significa igualdad con
más tarde, el justo, que también podía ser considerado así. En un Dios. Dios le dio el poder hasta la parusía para realizar su obra

21
Cf. V. Taylor, La personne du Christ, 187-204; R. Schnackenburg, La 22
F. Hahn, Christologische Hoheitstitel, 280-333, espec. 319ss.
primera crútologia de la Iglesia, en Mysterium Salutis III, 202-221. 23
Ibíd., 67-125; O. Cullmann, op. cit., 202-252.
772 Jesucristo, liberador
¿Quién es Jesús de Nazaret? 173
liberadora de todas las fuerzas enemigas de Dios y del hombre.
Se presenta, pues, como el único mediador. Por eso lo aclama la del Hijo de Dios: subsiste primero en la condición de Dios, toma
comunidad. Con la resurrección se manifiesta el hombre nuevo. luego la condición de siervo y termina por ser exaltado como Señor
Quien está con Cristo, es ya una nueva criatura (2 Cor 5,17). Cristo absoluto y cósmico (2,6-11). Es el primogénito, nacido antes de
es visto por la comunidad también como la nueva humanidad y el todas las cosas (Col 1,15) y, por eso, imagen de Dios invisible
nuevo Adán (Rom 5,12-21; 1 Cor 15,15). Es el sumo sacerdote (Col 1,15); en él, por él y para él, todas las cosas tienen existen-
inmaculado, mediador de la nueva y eterna alianza (Heb 2,14-18; cia y consistencia (Col 1,16-17). El es la cabeza del cosmos
4,14). (Ef 1,10; Col 2,9), y por él todo llega a su término (1 Cor 8,6).
De Cristo depende no sólo la obra de la redención, sino que,
siendo preexistente, él cumple también una acción en el acto crea-
dor de Dios, como ser supremo, en el cual y para el cual todo
c) Para los cristianos helenistas, Jesús es el Salvador,
tiene su origen y sentido. Cristo es de alguna forma «todo en todas
la Cabeza del cosmos,
las cosas», el Cristo cósmico (Col 3,11) 26.
El Hijo Unigénito de Dios y Dios mismo
Un paso adelante lo da Juan cuando llama a Cristo Logos. El
Los cristianos helenistas, que vivían en otro mundo cultural, Logos era Dios (Jn 1,1b) y se hace carne y pone su tienda entre
interpretaron con sus categorías propias el sentido de la soberanía nosotros (1,14). Por más que se discuta acerca de la procedencia
de Jesús. Para ellos, no judíos, los títulos de Mesías, Hijo del de este título Logos (Verbo, Palabra) 27, lo cierto es que, para Juan,
hombre, etc., no significaban casi nada. Salvador, sin embargo, era Jesús mismo, en cuanto ser de la tierra, es la Palabra. Para Juan,
un título ante el que mostraban especial sensibilidad 24 . El empe- la Palabra no puede separarse de la persona y transmitirse inde-
rador era considerado como salvador; en los ritos esotéricos se pendientemente como mero contenido de conocimiento. La Palabra
invocaba la divinidad como salvadora de la muerte y de la ma- es la persona, de manera que sólo puede salvarse quien se adhiere
teria. Para el Nuevo Testamento, Jesús es venerado como Salvador, a la persona, esto es, quien cree en ella. ¿Qué significa, pues, creer
especialmente en su epifanía, a semejanza de la epifanía del em- en Jesús-Palabra? Para Juan, es aceptar a Jesús como el revelador
perador en una ciudad (Le 2 , 1 1 ; 2 Tim 1,10; Tit 2,13). Con su del Padre y uno con él (Jn 10,30). Si la Palabra se encarnó, en-
epifanía, Jesús nos libra de la muerte y del pecado (2 Tim 1,10). tonces transfiguró también toda la realidad. De ahí que Cristo
Juan llama a Jesús «salvador del mundo» (4,42; Jn 4,14) no sólo pueda decir: Yo soy la luz, el pan verdadero, el agua viva, el ca-
en el sentido de ser el liberador de los hombres y del mundo, sino mino, la verdad, la vida. Al decir que Cristo es la Palabra y la
también para insinuar que, en oposición a los emperadores, sólo Palabra es Dios (Jn 1,1b), se alcanza el punto máximo del proce-
él es el Salvador. so cristológico. La soberanía, la autoridad de Jesús confirmada
Los helenistas conocían también muchos hijos de dioses (theios por la resurrección, reciben la más exhaustiva interpretación. El es
anér), nacidos de una virgen, como emperadores (Alejandro Mag- Dios, título que aparece con toda claridad, por lo menos tres veces
no), taumaturgos (Apolonio de Tiana) o filósofos (Platón). El hijo en el Nuevo Testamento (Heb 1,8; Jn 1,1b; 20,28; muy probable
del dios pertenece a la esfera divina. Los helenistas comenzaron a en Jn 1,18; Tit 2,13; 1 Jn 5,20; Rom 9,5 y 2 Pe 1,1) =*. Esto
entender el título bíblico atribuido a Cristo-Hijo de Dios, no en ocurría hacia el año 90, fuera de Palestina, y fue ciertamente la
un sentido jurídico, sino físico "B. Cristo es de hecho Hijo Unigé- gran aportación de los cristianos helenistas al proceso cristológico.
nito de Dios, enviado al mundo (Rom 8,3). Y si es Hijo de Dios,
se pasa a reflexionar sobre su preexistencia junto a Dios. El céle-
26
bre himno de la epístola a los Filipenses describe la trayectoria Cf. El evangelio del Cristo cósmico, publicado en este mismo volumen.
27
Cf. R. Schnackenburg, Cristología joánica: Encarnación del Logos, el
Hijo como revelación del Padre, en Mysterium Salutis III, 273ss.
24 28
Ibid., 245-252. H. J. Winter, Der christologische Hoheitstilel «Theos» in NT: «Bibel
35
H. Conzelmann, Grundriss der Theologie, 97-99. und Liturgie» 3 (1969) 171-190; R. E. Brown, Does the NT cali Jesús God?:
«Theological Studies» 26 (1965) 545-573.
174 Jesucristo, liberador
¿Quién es Jesús de Nazaret? 175
Entonces se alcanzó la radicalización del misterio de Jesús; él es
lestinense, judeocristiano en la diáspora, cristianos helenistas—
el Dios encarnado, simultáneamente Dios y hombre.
utilizó los títulos más nobles y el mejor que poseían en sus cul-
Con el título de Dios se descubrió la profundidad máxima que
turas. Cada cual colaboró en la comprensión del Jesús histórico
se escondía en la autoridad, en la penetración y en la fantasía
que habían conocido en Palestina muerto y resucitado. Conviene
creadora de Jesús. Sólo utilizando nombres divinos y atribuyéndo-
subrayar que los títulos y nombres, aun los divinos, no quieren
les la propia divinidad, se puede dar una respuesta adecuada a la
oscurecer al hombre-Jesús. Quieren destacarlo. No quieren funda-
pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 16,15).
mentar la soberanía y autoridad de Jesús, pero sí expresarla y real-
Para llegar a semejante formulación se pasó por un largo proceso
zarla. Al final, tras un prolongado proceso de meditación sobre el
de interpretación. Todo lo que había de importante y esencial para
misterio que se escondía en Jesús, llegaron a decir: Jesús de Na-
la vida y la historia fue atribuido a Cristo, hasta la realidad más
zaret fue tan humano en su vida, muerte y resurrección, que sólo
sublime y esencial: Dios.
podía ser Dios mismo. Y entonces lo llamaron Dios. Se rompen
Hemos visto sólo algunos nombres dados a Jesús. Pero hay así todos los conceptos humanos. Se define un misterio por otro
otros, también significativos y que nos muestran cómo Cristo está misterio. Hay, sin embargo, una ventaja: el misterio del hombre
inserto concretamente en la vida. Se le llama fundamento de la podemos de alguna forma vislumbrarlo, porque el que vive con
casa (1 Cor 3,11), piedra angular que sustenta todo (Ef 2,20), autenticidad su propia humanidad se confronta con él a cada paso.
puerta (Jn 10,7), cabeza de todas las cosas (Ef 4,15; 1,10), prin- El misterio humano evoca el misterio de Dios. ¿Qué significa que
cipio y fin de todo (Ap 22,13), sí y amén de Dios a los hombres un hombre sea Dios? ¿Cómo puede ser Jesús de Nazaret el
(2 Cor 1,19-20; Ap 3,14), luz (Jn 1,4), camino (Jn 14,6), pan Verbo encarnado? Aquí se oculta un misterio que la fe profesa y
vivo (Jn 6,51), agua (Jn 4,10), buen pastor (Jn 10,11), vid ver- la teología está obligada a meditar. El nombre Jesucristo ya nos
dadera (Jn 15,1), paz (Ef 2,14), sabiduría de Dios (1 Cor 1,30), insinúa la respuesta de que hay una unidad: Jesús es simultánea-
poder de Dios (1 Cor 1,24), gloria de Dios (Jn 1,14), imagen vi- mente Cristo. Hombre y Dios son distintos, pero en Jesucristo lle-
sible del Dios invisible (2 Cor 4,4 y Col 1,15), figura de la sus- garon a formar una unidad sin confusión y sin mutación. En un
tancia divina (Heb 1,3), resplandor de la gloria del Padre (Heb 1,3), capítulo posterior intentaremos articular nuestra fe sobre este dato
Pascua (1 Cor 5,7), cordero inmaculado (Ap 5,12; 1 Pe 1,19) que cristológico. En toda reflexión teológica, sin embargo, urge no
quita el pecado del mundo (Jn 1,29), piedra de donde brotó el olvidar que tal reflexión no ocupa el primer lugar ni debe sustituir
agua para que los judíos bebieran (1 Cor 10,4), agua que apaga a la fe. Más importante que la reflexión es la vida. Juan, en po-
la sed en el desierto (Jn 7,37-39; 4,13-14), maná verdadero (Jn lémica con los teólogos gnósticos, que olvidaban este dato prima-
6,32-34), nuevo templo (Jn 2,21), Dios conocido (Mt 1,23) y rio, acentuó claramente que toda cristología debe estar unida a la
otros muchos nombres que nos revelan cómo Cristo es esencial ética: «Quien dice que permanece en él debe vivir como él vi-
para la vida humana. vió» (1 Jn 2,6). «No todo el que me diga ¡Señor! ¡Señor! en-
trará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi
Padre celestial» (Mt 7,21-23). Cristo continúa llamando e invitan-
4. CONCLUSIÓN : do para que lo sigamos, a fin de que alcancemos la meta total-
NO BASTA DAR TÍTULOS A J E S Ú S mente realizada por él y señalada como tarea para ser continua-
Y LLAMARLO ¡SEÑOR! ¡ S E Ñ O R ! mente cumplida por nosotros.

Todos los títulos mencionados llevan a lo mismo: comprender


la figura de Jesús que los apóstoles conocieron: «lo que hemos
oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos
y tocaron nuestras manos» (1 Jn 1,1). Para eso, cada grupo —pa-
Los relatos de la infancia de Jesús 177

IX de los cristianos los relatos del nacimiento de Jesús y la celebra-


ción de la Navidad constituyen una fiesta para el corazón. La
EL PROCESO CRISTOLOGICO CONTINUA: fe se torna sentimiento. Toca las fibras más profundas e íntimas
LOS RELATOS DE LA INFANCIA DE JESÚS en la personalidad h u m a n a : hace vibrar, alegrar y saborear la vida
y su sentido. En el establo, ante el pesebre con el Niño entre el
asno y el buey, la Virgen y san José, los pastores y las ovejas,
Cuanto más se medita sobre Jesús, más se descubre el miste- la estrella, las artes y las profesiones, la naturaleza, las montañas,
rio que su vida humilde escondía y más se siente la necesidad de las aguas, el universo de las cosas y de los hombres, se congracian
remontarse a sus orígenes. Hacia los años 75-85, cuando Lucas y y reconcilian frente al Niño. En el día de Navidad todos nos ha-
Mateo redactaron sus evangelios, recogieron ¡as reflexiones realiza- cemos niños y dejamos que, al menos una vez, el principito que
das en las distintas comunidades. Para todos resultaba evidente habita en cada uno de nosotros hable el lenguaje inocente de los
que Jesús había sido constituido por Dios como Mesías Salvador, pequeños. El hombre se sumerge en el mundo de la infancia, del
Hijo de Dios y Dios mismo en forma humana. A partir de esta fe mito, del símbolo y de la poesía que es la propia vida, pero que
se interpretaran los hechos relativos al nacimiento y a la infancia los intereses, los negocios, la preocupación por sobrevivir sofocan,
de Jesús. Detrás de estos relatos se esconde una reflexión teoló- impidiendo la vivencia del eterno niño adulto que cada uno to-
gica muy profunda e intensa, un esfuerzo por descifrar el misterio davía es. Todos estos valores deben ser defendidos y alimentados.
de Jesús y anunciarlo a los fieles de los años 75-85. Las escenas Pero para que se mantengan como valores cristianos, deben
familiares del nacimiento, descritas por Lucas y Mateo pretenden estar en conexión con la fe. Sin la fe, el sentimiento y la atmós-
ser más proclamaciones de la fe acerca de Jesús Salvador que re-
latos neutros de su historia. verkündigung der Kindheitsgeschichte im Rhamen des Lukasevangelium:
«Bibel und Kirche» 21 (1966) 112-115; id., Die Christologie der lukanischen
Schriften in Grundziigen (París 1965) 62-83; M. M. Bourke, The literary
El proceso cristológico, tal como lo hemos venido desarrollan- genus of Matthew 1-2: «Catholic Biblical Quartely» 22 (1960) 160-175;
do en el capítulo precedente, nos ha hecho comprender cómo sur- R. Laurentin, Structure et Théologie de Luc 1-2 (París 1967); A. M. Denis,
gieron los títulos y los nombres atribuidos a Jesús. Detrás de cada L'adoration des Mages vue par S. Matthieu: «Nouvelle Revue Théologique»
título —Cristo, Hijo del hombre, Hijo de Dios, etc.— se escon- 82 (1960) 32-39; J. Racette, L'Evangile de l'enfance selon Saint Matthieu:
«Sciences Ecclésiastiques» 9 (1957) 77-82; S. Muñoz Iglesias, El Evangelio
de una amplia reflexión teológica. Esta puede compararse con la de la Infancia en san Mateo: «Estudios Bíblicos» 17 (1958) 234-273;
sofisticación de la teología rabínica más refinada. Es lo que vamos W. Trilling, Jesús y los problemas de su historicidad (Barcelona 1970) 85-
a ver en los relatos de la infancia de Jesús'. En el sentir común 97; J. Daniélou, Os evangelhos da infancia (Petrópolis 1969); A. Lápple,
A mensagem dos Evangelhos hoje (Sao Paulo 1971) 413-446; U. E. Lattanzi,
// vangelo deU'infanzia é verita o mito?, en De primordiis cultus mariani
1
Exegéticamente no queremos aportar nada nuevo. Únicamente intenta- IV (Roma 1970) 31-46, estudio muy polémico; E. Nellessen, Das Kind
mos reproducir lo que la exégesis católica seria se permite hoy decir. Omi- und seine Mutter (Stuttgart 1969); O. Knoch, Die Botschaft des Matthaus-
timos cualquier referencia a la exégesis protestante, aunque en este caso evangeliums iiber Empfangnis und Geburt Jesu vor dem Hintcrgrund der
haya llegado a las mismas conclusiones que la católica. J. Riedl, Die Vor- Christusverkündigung des Neuen Testamentes, en Zum Thema Jungfrauen-
geschichte Jesu (Stuttgart 1968); A. Heising, Gott wird Mensch. Eine Ein- geburt (Stuttgart 1970) 37-60; G. Lattke, Lukas I und die Jungfrauengeburt,
führung in die Aussageabsicht und Darstellungsweise von Mt 1-2; Lk 1-2; en Zum Thema ]ungfrauengeburt, 61-90; E. Cywinski, Ilistoricidade do Evan-
3,28-38 (Tréveris 1967); R. Schnackenburg, Die Geburt Christi ohne Mythos gelho da Infancia segundo Sao Lucas: «Revista de Cultura Bíblica» V,
und Legende (Maguncia 1969); A. Vogtle, Din Genealogie Mt 1,2-16 und die 10/11 (1968) 15-29; D. E. Bettencourt, Os magos, Horades e Jesús: «Re-
mal.thaische Kindheitsgeschichte: «Biblische Zeitschrift» 8 (1964) 45,58, 239- vista de Cultura Bíblica» V, 10/11 (1968) 30-42 (el autor conoce la exégesis
262; 9 (1965), 32-49; id., Das Schicksal desMessiaskindes. Zur Auslegung und católica expuesta; pero, por motivos de prudencia, se queda con «el punto
Thrnlogie von Mt 2: «Bibel und Leben» 6 (1964) 246-279; id., Erzahlung oder de vista de la sana exégesis católica contemporánea», según afirma en
WirhHr.hke.it. Die Weihnachtsgeschichte ais Frohbotschaft: «Publik» 51/52, 33- p. 41); estudio realmente importante es el de R. E. Brown, El nacimiento
34; II. Schürmann, Aufbau, Eigenart und Geschichtswert der Vorgeschichte del Mesías. Los relatos evangélicos de la infancia (Ed. Cristiandad, Ma-
von Lk 1-2: «Bibel und Kirche» 21 (1966) 106-111; G. Voss, Die Christus- drid 1981).
19
178 Jesucristo, liberador

fera de la Navidad se transformarán en sentimentalismo, explotado 1. LA FE PROCURA COMPRENDER


por la máquina comercial de la producción y del consumo. La fe
tiene relación con la historia y con el Dios que se revela dentro La fe no exime ni dispensa a la razón. Si es verdadera, debe
de ella. Pero ¿qué ocurrió realmente en la Navidad? ¿Será cierto tratar de comprender, no para abolir el misterio, sino para vislum-
que aparecieron ángeles en los campos de Belén? ¿Vinieron real- brarlo en las reales dimensiones y cantar, maravillada, la gratuita
mente reyes de Oriente? Se hace raro imaginar una estrella erran- lógica de Dios. La fe profesa que Jesús es el Salvador, el Mesías, el
do por ahí, primero hasta Jerusalén y después hasta Belén, donde sentido de todo (Logos), el profeta anunciado en otro tiempo (Dt
estaba el Niño. ¿Por qué no se dirigió directamente a Belén, en 18,15-22), el nuevo Moisés que liberaría a los hombres, en un éxodo
lugar de brillar primero sobre Jerusalén, aterrorizando a toda la definitivo de todas las ambigüedades de la condición humana. Sin
ciudad y al rey Herodes, hasta el punto de hacer decretar la muerte embargo, una cuestión preocupó muy pronto a los apóstoles: ¿ en
de niños inocentes? ¿En qué medida todo esto es un cuento o una qué momento de la vida de Jesús lo constituyó Dios Salvador,
realidad? ¿Cuál es el mensaje que Lucas y Mateo querían trans- Mesías e Hijo de D i o s ? 2 . La predicación más antigua responde:
mitir a través de la historia de la infancia de Jesús? ¿Radica su in- en la muerte y en la resurrección (1 Cor 15,3-8; Hch 10,34-43).
terés en ser un hecho histórico o quizá, a través de amplificación Marcos, que escribió su evangelio hacia los años 67-69, afirma
edificante de un dicho de la Escritura o de un acontecimiento real, que con el bautismo de Juan fue Jesús ungido por el Espíritu
buscaban comunicar una verdad más profunda acerca del niño que Santo y proclamado Mesías y liberador. Realmente, el Evangelio
más tarde habría de manifestarse como liberador de la condición de Marcos no narra ningún relato de la infancia de Cristo, sino
humana y como la grande y eterna esperanza para todos los que comienza con la predicación precursora de Juan Bautista y con
hombres? el bautismo de Jesús. Mateo, que elaboró su evangelio hacia los
Para un conocedor de los procedimientos literarios utilizados años 80-85, responde: Jesús es, desde su nacimiento, el Mesías
en las Escrituras y para el historiador de la época de Jesús, los esperado; aún más, toda la historia de la salvación desde Abrahán
relatos de la Navidad encierran serios problemas. Detrás de la sim- se dirige hacia él (cf. la genealogía de Cristo en Mt 1,1-17). Lucas,
plicidad candida y del lirismo de algunas escenas se esconde una que escribió su evangelio hacia la misma época, da un paso ade-
teología sofisticada y pensada hasta en sus mínimos detalles. Estos lante y dice: desde el nacimiento, en la gruta de Belén, Jesús es
textos no son los más antiguos de los evangelios. Son los más re- el Mesías y el Hijo de Dios. Y no sólo la historia santa de Israel
cientes y elaborados. Se escribieron cuando ya existía toda una desde Abrahán se orientaba al nacimiento de Jesús en la gruta,
reflexión teológica sobre Jesús y sobre el significado de su muerte sino toda la historia humana desde Adán (Le 3,38). Por fin, viene
y resurrección; cuando ya estaban ordenados por escrito los rela- san Juan hacia el año 100, heredero de una larga y profunda me-
tos de su pasión, las parábolas, los milagros y sus frases más im- ditación sobre quién era Jesús, y responde: Jesús era el Hijo de
portantes; cuando ya se habían creado los principales títulos, como Dios ya antes de su nacimiento, en su preexistencia junto a Dios,
Hijo de David, Mesías, Cristo, nuevo Moisés, Hijo de Dios, etc., mucho antes de la creación del mundo, porque «en el principio
con los que se intentaba descifrar el misterio de la humanidad de existía la Palabra... Y la Palabra se hizo carne y habitó entre
Jesús. Al final apareció el comienzo: la infancia de Jesús se pensó nosotros» (Jn 1,1.14). Es evidente que cuanto más se medita sobre
y escribió a la luz de la teología y de la fe que tuvieron origen Jesús, más se descubre su misterio y más nos remontamos a sus
en torno a su vida, muerte y resurrección. Es exactamente aquí orígenes.
donde hay que situarse para entender los relatos de la infancia de Todo este proceso es fruto del amor. Cuando se ama a una
Jesús que nos narran Mateo y Lucas. persona, se procura saber todo de ella: su vida, sus intereses, su

2
C. Mesters, Origem dos quatro evangelhos: do «Evangelho» aos quatro
evangelhos, en Deus, onde estás? (Belo Horizonte 1971) 125-128; A. Heising,
Gott wird Mensch, 26.
180 Jesucristo, liberador

infancia, su familia, sus antepasados, de qué país vinieron, etc. El 2. MATEO Y L U C A S :


amor ve más allá y más profundamente que el frío raciocinio. La J E S Ú S E S EL PUNTO OMECA DE LA H I S T O R I A ,
resurrección reveló las verdaderas dimensiones de la figura de Jesús EL M E S Í A S , EL H I J O DE DAVID ESPERADO,
como alguien que interesa no sólo a los judíos (Abrahán) y a todos EL H I J O DE DIOS
los hombres (Adán), sino incluso al cosmos, porque «sin él no se
hizo nada de cuanto existe» (Jn 1,3). A la luz radiante de la re- La resurrección muestra que, con Cristo, la historia llega a su
surrección, los apóstoles comienzan a releer toda la vida de Cristo; punto Omega, porque la muerte ha sido vencida y el hombre to-
reinterpretan sus palabras, relatan sus milagros y descubren en talmente realizado e insertado en la esfera divina. Por eso, él es el
los hechos, simples en sí, de su nacimiento la presencia latente del Mesías y, como Mesías, de la familia real de David. Con las ge-
Mesías y Salvador, que sólo después con la resurrección va a re- nealogías de Jesús tanto Mateo (1,1-17) como Lucas (3,23-38) quie-
velarse tal. Esa misma luz fue iluminando muchos pasajes profé- ren probar que Jesús, y nadie más que Jesús, surgió cuando la
ticos del Antiguo Testamento, ahora ampliados y explicados en historia había llegado a su punto Z ; que él ocupa en la genealogía
función de la fe en Jesús, Hijo de Dios. davídica el lugar exacto que corresponde al Mesías y que se inser-
Por tanto, el sentido teológico de los relatos de la infancia no ta en esa genealogía, de tal forma que se cumple la profecía de
reside en narrar hechos del nacimiento de Jesús, sino —a través Isaías (7-14) —de ser hijo de una virgen— al recibir el nombre
del ropaje de narraciones plásticas y teológicas— en anunciar a y con ello su inclusión genealógica de su padre adoptivo José.
los oyentes de los años 80-90 quién es y qué es para la comunidad Según Esdras 14,11-12, desde Adán se esperaba al Mesías,
de los fieles Jesús de Nazaret. Por tanto, más que la historia de- Salvador de todos los hombres para el final de la undécima se-
bemos buscar el mensaje de la fe. Entre los hechos históricos con- mana del mundo. Once semanas del mundo son 77 días del mundo.
tenidos en los relatos de la Navidad, la exégesis crítica católica 3 Lucas construye la genealogía de Jesús desde Adán, mostrando que
enumera las siguientes: 1) el noviazgo de María con José (Mt 1, el mismo Jesús apareció en la historia cuando se cumplieron los
18; Le 1,27; 2 , 5 ) ; 2) la descendencia davídica de Jesús (Mt 1,1; 77 días del mundo, cada día con un antepasado de Jesús. Por eso,
Le 1,32) a través de la descendencia de José (Mt 1,16.20; Le 1, la genealogía contiene, desde Adán hasta José, 77 antepasados. La
2 7 ; 2 , 4 ) ; 3) el nombre de Jesús (Mt 1,21; Le 1,31); 4) su na- historia llegó a su punto Omega cuando Jesús nació en Belén. Se
cimiento de la Virgen María (Mt 1,21-23-25; Le 1,31; 2,6-7); trata de una genealogía artificialmente construida, como se ve, com-
5) Nazaret como residencia de Jesús (Mt 2,23; Le 2,39). Luego parándola con la de Mateo. Además, hay muchos espacios vacíos
veremos cómo Mateo y Lucas elaboraron literaria y teológicamen- entre una generación y otra.
te estos datos para —con ellos y a través de ellos— anunciar, Mateo utiliza un procedimiento semejante para probar que
cada cual a su modo, un mensaje de salvación y de alegría para Jesús es hijo de David y el Mesías esperado. Al sustituir las con-
los hombres: que en este niño «envuelto en pañales y acostado en sonantes del nombre DaViD (las vocales no cuentan en hebreo)
un pesebre porque no había sitio para ellos en el mesón» (Le 2,7), por sus respectivos números resulta el número 14 (I) = 4, V = 6,
se escondía el sentido secreto de la historia desde la creación del D = 4 ; total: 14). Mateo elaboró la genealogía de Jesús de modo
primer ser y en él se habían cumplido todas las profecías y las que resultaran, como él mismo lo dice expresamente (1,17), tres
esperanzas humanas de liberación y total plenitud en Dios. veces 14 generaciones. El número 14 es el doble de 7, número que
para la Biblia simboliza la plenitud del plan de Dios o la totalidad
de la historia. Las 14 generaciones, desde Abrahán hasta David,
muestran el vértice de la historia judía: las 14 generaciones de
David hasta la deportación a Babilonia revelan el punto más bajo
de la historia santa; y las 14 generaciones desde el cautiverio ba-
bilónico hasta Cristo evidencian el definitivo punto culminante de
1
Cf. J. Riedl, Die Vorgeschichte Jesu, 12-13. la historia de la salvación, que jamás conocerá ocaso, porque en él
182 Jesucristo, liberador

surgió el Mesías. A diferencia de Lucas, Mateo incluye en la genea- 4. ¿QUISO LUCAS NARRAR
logía de Jesús cuatro mujeres, todas ellas de mala fama: dos pros- LA CONCEPCIÓN VIRGINAL DE . J E S Ú S ?
titutas, Tamar (Gn 38,1-30) y Raliab (Jos 2 ; 6,17.22ss); una adúl-
tera, Betsabé, mujer de Urías (2 Sm 11,3; 1 Cr 3,5), y una moa- La anunciación y el nacimiento de Cristo son relatados por el
bita pagana, Rut (Rut 4,12ss). Mateo quiere insinuar así que Cristo evangelista Lucas, quien, según una vieja tradición, era pintor.
asumió los altibajos de la historia y tomó también sobre sí las Realmente, en los capítulos 1-2 nos pinta un díptico. Díptico era
ignominias humanas. Cristo es el último miembro de la genealogía, un cuadro formado por dos tableros que se correspondían y, uni-
exactamente aquel con quien la historia llega a su punto Z, com- dos por un lado, se cerraban como las tapas de un libro. Así, Le
pletando tres veces 14 generaciones. Por tanto, sólo él puede ser el 1-2 pinta la infancia de Juan Bautista en paralelo perfecto con la
Mesías prometido y esperado. infancia de Jesús. De modo semejante lo hará después Mateo, al
trazar el paralelo entre Moisés y Jesús. En cada punto de este
paralelo, Lucas muestra cómo Cristo es mayor que Juan Bautista.
Se corresponden perfectamente el anuncio del nacimiento de Juan
3. J O S É Y LA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN EN MATEO Bautista por el ángel Gabriel (Le 1,5-25) y el anuncio del na-
cimiento de Jesús (1,26-56); en ambos casos, al nacer, al circunci-
Mateo, en su genealogía de Jesús, quiere probar que Cristo des- dar a la criatura y al darle el nombre, ocurren signos milagrosos
ciende realmente de David, pero no lo consigue, porque en el (1,57-66; 2,1-21); se anuncia en ambos el significado salvífico
momento decisivo, en vez de decir que Jacob engendró a José y de Juan y de Jesús en las profecías de Zacarías (Juan) y, respec-
José engendró a Jesús, se interrumpe y afirma que Jacob engendró tivamente, de Simeón y la profetisa Ana (Jesús) (1,67-80; 2,22-40).
a José, esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo (1, En ambos casos se hace también una referencia al crecimiento de
16). La mujer en el derecho judío no cuenta a la hora de fijar los dos niños, Juan y Jesús. En todas las escenas se nos muestra
la genealogía. Por tanto, Cristo, a través de María, no puede in- cómo el ciclo de Jesús supera siempre al de J u a n : cuando el
sertarse en la casa de David. Pero para Mateo es evidente que ángel Gabriel anuncia la concepción de Juan, no hace ningún
Jesús es hijo de la Virgen María y del Espíritu Santo (1,18). saludo (Le 1,11); en cambio, a María la saluda con gran cortesía
Y aquí surge un problema: ¿ cómo incluir a Jesús, a través del (1,28). A Zacarías le dice el ángel: Tu oración ha sido escucha-
árbol genealógico masculino, dentro de la genealogía davídica, da (1,13); a María le comunica reverentemente: Has hallado gra-
si no tiene padre humano? Para resolver tal problema añade una cia a los ojos del Señor (1,30). En la escena de la visitación de
especie de nota o glosa (explicación de una dificultad) y narra María a Isabel, la salutación de María, llena en ese momento del
la concepción y el origen de Jesús (1,18-25). La intención no es Espíritu Santo, hace estremecer al niño en el seno materno. Jesús,
narrar la concepción virginal de Jesús ni describir su nacimiento, al contrario, desde el comienzo es portador del Espíritu, porque
como hace Lucas. El centro del relato está en José, quien, sabiendo éste se origina en él y en la Virgen. Juan Bautista aparece en el
el estado de María, quiere abandonarla de noche. El sentido del desierto (1,80); Cristo, en el templo (2,41-52).
relato de Mt 1,18-25 es resolver el problema planteado: todo se
Estos procedimientos literarios para resaltar la función salví-
esclarece en el versículo 25, al decir que José puso al niño el nom-
fica de Cristo son utilizados, con un estilo más refinado aún, al
bre de Jesús. José, descendiente de David, esposo legal de María,
narrar el anuncio de la concepción de Cristo (1,26-38) que ocurrió
al dar el nombre a Jesús, se convierte jurídicamente en su padre
en el sexto mes de la concepción de Juan Bautista. Ahora bien,
y, de hecho, lo incluye en su genealogía davídica. Jesús es el hijo
seis meses de treinta días suman ciento ochenta días; nueve meses
de David a través de José y también el Mesías. De esta forma se
cumple además la profecía de Isaías, según la cual el Mesías na- desde la concepción de Jesús hasta su nacimiento nos dan doscien-
cería de una virgen (Is 7,14), quedando así plenamente reali- tos setenta días; desde el nacimiento hasta la presentación del niño
zado el plan de Dios. en el templo, se cuentan cuarenta días más. El resultado total es de
cuatrocientos noventa días, o setenta semanas. Pero ¿qué significan
184 Jesucristo, liberador Los relatos de la infancia de Jesús 185

setenta semanas para los lectores del Nuevo Testamento? Según es la perspectiva de los evangelios: para ellos, Cristo está en el
Daniel (9,24), después de setenta semanas de años el Mesías ven- centro, y en función de él, la virginidad de María. Por eso el Nue-
dría para liberar al pueblo de los pecados y traer la justicia eterna. vo Testamento prefiere llamar a María Madre de Jesús (Jn 2,
Lucas quiere insinuar con estos datos que la profecía de Daniel 1.3.12; 19,25-26; Hch 1,14), en vez de la Virgen, que aparece
se ha cumplido y sólo Jesús es el Mesías esperado. Las palabras sólo dos veces en los textos neotestamentarios (Le 1,27; Mt 1,23),
de la anunciación dichas por el ángel, la reacción de la Virgen, y ello para destacar su función maternal por obra del Espíritu
el saludo de Gabriel se formulan en estrecha relación con palabras Santo. La concepción de Jesús y la manifestación de la gloria
semejantes o iguales, proferidas en análogas situaciones en el Anti- de Dios en el santuario son descritas del mismo modo (Ex 40,32;
guo Testamento (cf. Le 1,42 con Jdt 13,18; Le 1,28.30-33 con Sof Le 1,35). Así como el tabernáculo está lleno del Espíritu de
3,14-17; Le 1,28 con Gn 26,3.28; 28,15; Ex 3,12; 1 Sm 3,19; Dios, así también, y aún más, el hijo de María, que realmente
1 Re 1,37, etc.) La concepción de Jesús por obra y gracia del merece ser llamado Hijo de Dios (Le 1,35). Por obra del Espíritu
Espíritu Santo intenta no tanto explicar el proceso biológico de la surge alguien penetrado en tal medida por este mismo Espíritu
concepción (para Lucas es indiscutible que Jesús nació de la Vir- que solamente de él recibe su existencia. Cristo es la nueva cria-
gen como virgen) cuanto relacionar a Jesús-Salvador con otras tura del mismo Espíritu que creó el viejo mundo. Este es el sen-
figuras liberadoras del Antiguo Testamento que fueron constitui- tido teológico profundo que Lucas quiere transmitir con la con-
das en su función por la fuerza del Espíritu Santo (1 Sm 10,6s; cepción de Jesús por obra del Espíritu Santo, y no tanto describir
16,13; Jue 3,10; 6,34; 11,29; 13,25; 1 Re 19,19; 2 Re 2,8-15, un fenómeno milagroso de orden biológico, aunque éste se dé ya
etcétera). por supuesto y sea motivo de reflexión teológica.
Se percibe así la diferencia de perspectiva entre la catequesis
tradicional y la de Lucas y Mateo. La catequesis tradicional acen-
tuaba ante todo la virginidad de Nuestra Señora, el hecho de su
5. ¿DONDE NACIÓ JESÚS:
virginidad física y perpetua, «antes del parto, en el parto y des-
EN BELÉN O EN NAZARET?
pués del parto». Para los relatos evangélicos, la virginidad per-
sonal de María es secundaria. Más importante es la concepción
virginal de Jesús. Lo expresa muy bien Paulo Eduardo Andrade Como hemos visto, esta labor teológica influye también al
Ponte: «La preocupación de los evangelistas era destacar no el narrar el nacimiento de Jesús en Belén. El nacimiento en sí es
carácter virginal, sino el carácter sobrenatural, divino de esa con- narrado sin ningún tono romántico, pero con ese tono rudo y aus-
cepción. Para ellos, la concepción de Jesús fue virginal para poder tero gana en profundidad: «Y sucedió que, mientras estaban allí
ser sobrenatural y no sobrenatural para ser virginal. Fue virginal (Belén), se le cumplieron los días del alumbramiento y dio a luz
para que Dios pudiese ser su causa, no solamente primera, sino a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un
principal; para que él pudiera ser su autor directo... Al escuchar pesebre porque no había lugar para ellos en el mesón» (Le 2,6-7).
ciertos sermones o leer determinados libros de espiritualidad, se Este hecho normal, que podría haber acontecido a cualquier ma-
tenía la impresión de que la concepción de Jesús fue sobrenatural dre, se releyó, debido a la resurrección, en un contexto teológico.
y milagrosa para preservar la virginidad de su madre. Habría Si Jesús se manifestó como Mesías, y es hijo de David por parte
sido, por tanto, sobrenatural para ser virginal y no virginal para de su padre legal, José, se debe cumplir en él también otra profe-
ser sobrenatural. Ello obedecía a una concepción moralizante y cía según la cual de Belén saldrá aquel que ha de gobernar a
maniqueísta de la virginidad en el cristianismo» 4 . Muy distinta Israel (Miq 5 , 1 ; 1 Sm 16,lss), el Mesías; y no de Nazaret, la
4
patria de Jesús, lugar tan insignificante que jamás se menciona
A concepcao virginal de Jesús e a mentalidade contemporánea: «Revista en todo el Antiguo Testamento. Lucas no trata de resaltar el lugar
Eclesiástica Brasileira» 29 (1969) 38-63; cf. el excelente libro de K. Suso
Frank, R. Kilian, O. Knoch, G. Lattke, K. Rhaner, Zum Thema Jungfrauen- geográfico, sino de hacer una reflexión teológica sobre Belén y
geburt (Stuttgart 1970). su significación mesiánica, para dejar claro que Jesús es el Me-
186 Jesucristo, liberador l o s relutos de la infancia de Jesús 187

sías. Es probable que, históricamente, la patria de Jesús fuera tantes de los pobres, a los que se anuncia la buena nueva y para
Nazaret, lugar irrelevante desde el punto de vista teológico. Para quienes Jesús fue enviado (Le 4,18). Aquí no hay ningún resquicio
hacer que Jesús naciera en Belén, Lucas creó una situación en la de romanticismo pastoril. Los pastores constituían una clase des-
que la Sagrada Familia se ve obligada a trasladarse de Nazaret preciada y por su profesión eran impuros ante la ley 5. Pertene-
a Belén. Para alcanzar tal fin teológico, el evangelista refiere que cían al grupo de los que no conocían la ley, como decían los fari-
César Augusto decretó un censo de toda la tierra y que se hizo seos. Pero, como Lucas señala varias veces en su evangelio, Cristo
en Palestina cuando Quirino era gobernador de Siria (provincia fue enviado con preferencia a estos asocíales y religiosamente
a la que pertenecía aquella región). Pero sabemos que este censo marginados. A ellos se les comunicó por primera vez el alegre
se realizó históricamente en el año 6 d. C , como lo recuerda el mensaje de la liberación. Este mensaje, que quizá no fue procla-
propio Lucas en los Hechos (Hch 5,37), y que dio origen a un mado a los pastores en los campos de Belén, se dirige a los oyen-
grupo de guerrilleros terroristas capitaneados por Judas el Gali- tes de Lucas, hacia el 80-85, para explicarles que aquel en quien
leo, los zelotas, que protestaban contra dicha medida. Lucas uti- creen es el verdadero liberador. Para los que tienen ojos de fe,
liza este hecho histórico, lo retroproyecta para, por un Hado, mo- la débil criatura envuelta en pañales esconde un misterio cuya
tivar el viaje de María y José de Nazaret a Belén (y por motivos revelación es alegría para todo el pueblo: es él, el esperado, el
teológicos hace nacer allá a Jesús), y, por otro, insinuar que el Señor del cosmos y de la historia (Le 2,11).
acontecimiento Jesús interesa no sólo a Israel, sino a todos los
hombres, como «luz que ilumina a todos los pueblos» (Le 2,32).
Las referencias a la historia profana con ocasión del nacimiento
de Cristo y el comienzo de la predicación de Juan no quieren 7. PARA MATEO, J E S Ú S ES EL NUEVO MOISÉS
tanto situar históricamente los hechos cuanto resaltar la estrecha Y EL LIBERADOR DEFINITIVO
ligazón existente entre la historia sagrada y la historia profana
universal, en la cual Dios, a través de Jesucristo, realiza la sal- Mateo distingue también cuatro episodios ligados a la infancia
vación. de Cristo: la venida de los reyes magos siguiendo una estrella de
Oriente, la huida de la Sagrada Familia a Egipto, la matanza
de los inocentes decretada por Herodes y el regreso de la Sagra-
6. ¿QUIENES SON LOS PASTORES da Familia a Nazaret (Mt 2 ) . ¿Estamos aquí ante hechos his-
DE LOS CAMPOS DE B E L É N ? tóricos o ante una reflexión teológica al estilo de los midrases
(historización de un pasaje de la Sagrada Escritura o amplifica-
A pesar de que el relato del nacimiento de Cristo, por su sen- ción embellecedora de un hecho que resalta el mensaje), encami-
cillez, revela poco del misterio inefable que acontecía en la his- nada a expresar la fe en Jesús? Esta última posibilidad surge
toria del mundo, el relato de los ángeles que aparecen en los claramente de los propios textos.
campos de Belén lo proclama con toda claridad. Un ángel del Se-
ñor (aquí son legiones) proclama, como comúnmente ocurre en
la Biblia, el significado secreto y profundo del acontecimiento: a) ¿Qué significan los reyes magos y la estrella?
«No temáis, pues os anuncio una gran alegría que lo será para
todo el pueblo: os ha nacido hoy en la ciudad de David un sal- Como vimos anteriormente, para Mateo, Cristo es el Mesías
vador, que es el Cristo Señor» (Le 2,10-11). Los ángeles procla- que llega en la plenitud de los tiempos y en quien se cumplen
man el significado de aquella noche: cielo y tierra se reconcilian, todas las profecías. Una de éstas se refería al hecho de que al fin
porque Dios trae la paz y la salvación a todos los hombres. Lo de los tiempos irían a Jerusalén reyes y naciones para adorar a
que a Le 2,8-20 le interesa narrar no es el hecho acontecido a los
pastores en Belén. Los pastores son, teológicamente, los représen- 5
Cf. R. Schnackenburg, Die Geburt Christi ohne Mythos und Legende, 8.
188 Jesucristo, liberador Los relatos de la infancia de Jesús 189

Dios y al Mesías y ofrecerle dones (Is 60,6; Sal 71,10s). Por eso, se creía que el Mesías liberador de los últimos tiempos sería tam-
los magos van a Jerusalén (Mt 2,ls) antes de llegar a Belén. Si- bién el nuevo Moisés, realizador de signos y milugros como el pri-
guen una estrella desde Oriente (Mt 2,3), llamada estrella del rey mero. Hasta se decía: «Como el primer liberador (Moisés), así
de Judá. La estrella es un motivo muy conocido en la época del será el último (el Mesías)». Sabemos que Maleo, en su evangelio,
Nuevo Testamento. Cada hombre posee su estrella, especialmente presenta a Cristo como nuevo Moisés que, u semejanza del pri-
los grandes y poderosos, como Alejandro, Mitrídates, Augusto, mero, dio también una nueva ley en el motile: ('I Sermón de la
los sabios y filósofos como Platón. El judaismo conoce también Montaña. El midrás judío de Moisés refiere, en paralelismo casi
la estrella del liberador mesiánico en la profecía de Balaán (Nm perfecto con Jesús, que el faraón conoce el nacimiento del libeía-
24,17). Cuando nacieron Abrahán, Isaac, Jacob y especialmente dor (Moisés) a través de unos magos; de In misma muñera, llcro-
Moisés, apareció una estrella en el cielo. Esta era la creencia ju- des se entera por los magos acerca del definitivo liberador (Jesús).
día en tiempos del Nuevo Testamento. Todo esto se mezcla con El faraón y todo el pueblo de Egipto quedan atemorizados: lle-
un hecho histórico: desde los tiempos de Juan Kepler, los cálculos rodes y toda Jerusalén se turban (Mt 2,3). Tanto el faraón como
astronómicos han demostrado que el año 7 a. C. tuvo lugar real- Herodes determinan la matanza de criaturas inocentes. Como Moi-
mente una gran conjunción de Júpiter y Saturno en la constela- sés, también Jesús escapa a la carnicería. El padre de Moisés
ción de Piscis. Este fenómeno no pasaría inadvertido, ya que en sabe, a través de un sueño, que Moisés, su hijo, será el futuro
esa época se cultivaba mucho la creencia en las estrellas. Júpiter, salvador; igualmente a José, a través de un sueño, se le revela que
dentro de la astronomía helénica, era considerado el rey soberano Jesús será el Salvador («pues él salvará a su pueblo de sus peca-
del universo. Saturno designaba el astro de los judíos. La conste- dos»: Mt 1,21). El paralelismo salta a la vista, completado aún
lación de Piscis estaba relacionada con el fin del mundo. Dándose por otro texto de Ex 4,19-23: «Después de la muerte del faraón
la conjunción de estos astros, los sabios de Oriente, magos que dijo Dios a Moisés: Vuelve a Egipto, pues murieron los que tra-
descifraban el curso de las estrellas, dieron naturalmente la si-
maban contra tu vida». Moisés toma a su mujer y a su hijo y
guiente interpretación: en el país de los judíos (Saturno) nació
regresa. Mateo 2,19-21 dice lo mismo: después de la muerte del
un rey soberano (Júpiter), del fin de los tiempos (Piscis) 6. Los
rey, Dios habla a través del ángel: «Levántate, toma contigo al
magos se ponen en marcha y así se cumplen, para Mateo, las pro-
niño y a su madre y marcha a tierra de Israel, pues ya han muerto
fecías acerca del Mesías Jesucristo. Los textos del Antiguo Testa-
los que buscaban la vida del niño». José toma a su mujer y a su
mento y un fenómeno astronómico habrían motivado el relato de
hijo legal y retorna. El destino del nuevo Moisés (Jesús) repite
Mateo a fin de anunciar la fe de la Iglesia en Jesús como Mesías
escatológico. el destino del primer Moisés. Lo que aconteció con el primer libe-
rador ocurre también con el último. Jesús niño es realmente el
Mesías-Liberador esperado y el profeta escatológico. La huida a
Egipto y la matanza de los niños inocentes de Belén no son nece-
b) El primer liberador (Moisés) y el último (Jesús) sariamente hechos históricos 8 : sirven para crear un paralelo con
el destino de Moisés. Las fuentes de la época, especialmente Eluvio
Al igual que Lucas traza un paralelo entre la infancia de Je- Josefo, que informa minuciosamente «cemi de llerodes, descono-
sús y la de Juan Bautista, Mateo traza un paralelo entre la infan- cen semejante matanza. No obstante, aunque no se pueda probar
cia de Jesús y la de Moisés 7 . En la época del Nuevo Testamento históricamente (ni es preciso, porque en el rehilo de Mateo el
hecho está al servicio de la reflexión teológica), pudo suceder.
6
Cf. W. Trilling, Jesús y los problemas de su historicidad, 88-89; G. Krol, Sabemos que Herodes era extremadamente cruel: diezmó a su pro-
Auf den Spuren Jesit (Leipzig 1963) 29. pia familia, hasta el punto de que el historiador del siglo V Ma-
7
Para el paralelo véase R. Bloch, Die Gestalt des Moses in der rabbi- crobio (Saturnale 2,4.11) refiere el juego de palabras de César
nischen Tradition, en F. Stier y E. Beck (eds.), Moses (Dusseldorf 1963)
71-95, espec. 108-110; A. Vogtle, Das Schicksal des Messiaskindes: «Bibel
und Leben» 6 (1965) 267-270; A. Heising, Gott wird Mensch, 48-49. 8
Cf. J. Riedl, Die Vorgeschichte Jrsu, 4,'(-<l.r>.
190 Jesucristo, liberador Los relatos de la infancia de Jesús 191

Augusto: «Prefiero ser el puerco (hys) de Herodes a ser su hijo lenguaje actual: ese niño frágil no era un hombre insignifican-
(hyos)». te, sino el propio Dios en condición humana, que tanto amó la
Mateo 1-2 presenta en una perspectiva pospascual, como en materia que la asumió, y tanto amó a los hombres que quiso
un prólogo, los grandes temas de su evangelio: este Jesús de Na- hacerse uno de nosotros para liberarnos y se humanizó para
zaret es el único verdadero Mesías, hijo de Abrahán, descendiente divinizarnos. Con él, el proceso evolutivo psicosocial alcanzó una
de la casa real mesíánica de David, el nuevo Moisés, que ahora, culminación determinante para el resto de la marchu hacia Dios,
en el punto culminante de la historia y en su final, conducirá al pues en él ya se dio el fin presente y se alcanza la niela dentro
pueblo del éxodo de Egipto hacia la patria definitiva. del tiempo.
Este es el mensaje fundamental que los relatos de la infancia
de Jesús nos quieren transmitir, para que, aceptándolos, tengamos
8. CONCLUSIÓN : esperanza y alegría: ya no estamos solos en nuestra inmensa
NAVIDAD, UNA VERDAD PERMANENTE soledad y búsqueda de unidad, integración, solidaridad y recon-
ciliación de todo con todo. El está en medio de nosotros, el Em-
manuel, el Dios con nosotros: «os ha nacido hoy, en la ciudad
Algún lector no informado de los procedimientos exegéticos de David, un salvador que es Cristo Señor» (Le 2,11). Quien
con que trabaja hoy la exégesis católica, podría escandalizarse al quiera salvaguardar a toda costa la historicidad de cada escena
finalizar este capítulo. ¿Es todo un cuento? ¿Nos han engañado
de los relatos de la Navidad acabará perdiendo el mensaje con-
los evangelistas? Los relatos de la Navidad no son cuentos ni he-
cebido por sus autores inspirados y se situará fuera de la atmós-
mos sido engañados. Somos nosotros quienes nos equivocamos
fera evangélica creada por Lucas y Mateo, donde la preocupa-
cuando queremos abordar los evangelios con una perspectiva ajena
ción no reside en saber si hubo o no una estrella de los reyes
a sus autores y buscamos respuestas a preguntas que ellos no se
magos, si aparecieron o no ángeles en Belén, sino en el signifi-
formularon ni tuvieron intención de formular. Los evangelios,
cado religioso del Niño que ahí está para ser recibido por nos-
especialmente los de la infancia de Jesús, no son propiamente
historia. Son anuncio y predicación, donde los hechos reales y los otros, no en un frío pesebre, sino en el calor de nuestros co-
dichos de la Sagrada Escritura o comentarios midrásicos de la razones llenos de fe.
época han sido recogidos, reelaborados y puestos al servicio de Pero ¿qué haremos con los mitos después de desmitologiza-
una verdad de fe que quieren proclamar. Por eso, el magisterio dos? Ahí siguen representados en el establo y vividos en la me-
oficial de la Iglesia recomienda al intérprete de la Escritura que, moria de las criaturas pequeñas y grandes. ¿Han perdido su
«para conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar valor? Tal vez hayan perdido su valor histórico y fáctico; pero
con atención lo que los autores querían decir y Dios quería dar ahora comienzan a tener su verdadero significado religioso-antro-
a conocer con dichas palabras...; hay que tener en cuenta los pológico. ¿Podemos hablar de los misterios profundos del Dios
géneros literarios» (Dei Verbum, 12). que se encarna, del misterio insondable de la propia existencia
humana, del bien y del mal, de la salvación y la perdición sin
En la época del Nuevo Testamento, un género literario muy
divulgado era el midrás haggádico, el cual toma un hecho o un tener que contar leyendas y usar mitos y símbolos? El estructu-
dicho escriturístico, lo reelabora, lo embellece con la intención ralismo lo vio muy claro, pero la teología sabía desde siempre
de subrayar y proclamar de forma inequívoca una verdad de fe. que el mito, el símbolo y la analogía constituyen lo propio del
Esto es lo que ocurrió con los relatos de la infancia. En ellos lenguaje religioso, porque ante las realidades profundas de la
hay hechos reales, pero revestidos de forma teológica, en un vida, del bien y del mal, de la alegría y de la tristeza, del hombre
lenguaje que para nosotros se ha hecho casi incomprensible. Y y del Absoluto, sólo conseguimos balbucir y utilizar un lenguaje
dentro de este género literario se esconde el mensaje, que debe- figurado y representativo, más rico y sugerente que los fríos
mos desentrañar, retener y proclamar nuevamente en nuestro conceptos. Por no tener límites estables o definidos sugiere mucho
más lo inefable y lo trascendente que cualquier otro lenguaje
192 Jesucristo, liberador

científico o método historicista. Por eso es bueno que continue- X


mos hablando del Niño entre el buey y el asno, de los pastores
y de las ovejas, de la estrella y de los magos, del rey malo y de JESÚS, EL HOMBRE QUE ES DIOS
san José, de la Virgen-Madre y de los pañales que envuelven al
pequeño en las secas pajas. Pero debemos tener en cuenta —y eso
es necesario si no queremos alimentar el magicismo y el senti- El análisis abstracto acerca de quién es Dios y quién es el
mentalismo— que todo eso constituye el reino del símbolo y no hombre no nos llevará a entender quién es Jesús llombrc-Dios.
el de la realidad del hecho bruto. El símbolo es humanamente Viviendo con Jesús, imitándole e intentando descifrarle es como
más real y significativo que la historia con sus hechos y sus sus discípulos llegaron a conocer a Dios y al hombre. El Dios
datos fríos. El mito y el cuento (bien decía Guimaráes Rosa que que se revela en y por Jesús es humano. Y el hombre que emerge
en el cuento todo es verdadero y cierto porque todo es inventa- en y por Jesús es divino. En un hombre descubrió la Iglesia pri-
do), cuando son conscientemente aceptados por la razón como mitiva a Dios. Los dogmas no pretenden comprender ni sustituir al
cuentos y mitos, no alienan al hombre con magia o sentimen- misterio, sino que establecen siempre una regla doctrinal y co-
talismo, sino que lo hacen sumergirse en una realidad donde él munitaria de hablar a partir del misterio. En este capítulo pa-
comienza a percibir lo que significa la inocencia, la reconcilia- samos revista a los principales intentos de expresarlo, hasta la
ción, la transparencia divina y humana de las cosas más trivia- fórmula de conciliación del Concilio de Calcedonia. Considerando
les y el sentido desinteresado de la vida encarnado en la Navi- el hecho de que las palabras naturaleza y persona asumen actual-
dad en la criatura divina. ¿ Qué se hace con los relatos de la mente significados diferentes, se procura una aproximación al
Navidad y con el pesebre? Que continúen. Pero que se entiendan misterio a partir de Jesús mismo. Esta profesión de fe sobre
y revelen lo que quieren y deben revelar: que la eterna juventud Jesús y a partir de Jesús lleva consigo la exigencia de imitar su
de Dios penetró este mundo para no dejarlo nunca más, que en modo de ser como ser para los otros. La encarnación, por tanto,
la noche feliz de su nacimiento nació un sol que no conoce encierra un mensaje concerniente no sólo a Jesucristo, sino tam-
ocaso. bién a la naturaleza y al destino de cada hombre.

El hombre Jesús de Nazaret reveló en su humanidad tal gran-


deza y profundidad, que los apóstoles y los que lo conocieron,
tras un largo proceso de reflexión, sólo pudieron decir: Sólo
Dios puede ser tan humano. Y comenzaron entonces a llamarlo
Dios. A partir de ese momento, los apóstoles, que eran judíos,
dejaron de serlo para convertirse en cristianos. El judío posee,
como dogma fundamental de su fe, la absoluta unicidad de Dios.
El Shemá (profesión de fe) que todo judío piadoso recita dos
veces al día comienza: «Oye, Israel: el Señor, nuestro Dios, es
el único Señor». Nadie puede estar a su lado, aunque este alguien
se llame Jesús de Nazaret resucitado.

1. UN DIOS HUMANO Y UN HOMBRE DIVINO

Jesús fue un judío de Nazaret, de la despreciada Galilea Qa.


mitad de la población era pagana), jurídicamente hijo del carpin-
794 Jesucristo, liberador Jesús, el hombre que es Dios 195

tero José y de la virgen María. Sus «hermanos» y «hermanas» a qué está destinado el hombre. Por eso, mirando a Jesucristo
son conocidos como Jacob, José, Judas y Simón (Me 6,3; Mt podemos decir con razón: el misterio del hombre evoca el mis-
13,56). Nació bajo el emperador romano Augusto en la «inmen- terio de Dios; la vivencia del misterio de Dios evoca el misterio
sa romanae pacis maiestas», creció en tiempos del gobernador del hombre. No podemos hablar del hombre sin tener que ha-
de la provincia de Siria Cirino (Le 2,1), del administrador roma- blar de Dios ni podemos hablar de Dios sin tener que hablar del
no de Judea Poncio Pilato (Le 3,1) y del rey de Galilea, patria hombre. Las reflexiones que hemos hecho hasta aquí, a partir de
de Jesús, Herodes Antipas (Le 3,1). Fue crucificado bajo el em- y sobre Jesús, tal vez nos permitan decir que cuanto más hombre
perador Tiberio el viernes 14 (según Juan) o 15 (según los sinóp- se presenta Jesús, tanto más se manifiesta Dios en él. Cuanto más
ticos) del mes de Nisán y, después de algunos días, resucitó. Dios es Jesús, tanto más se revela el hombre en él. ¿ Cómo en-
¿Cómo entender que este hombre concreto, con su historia in- tender semejantes afirmaciones, que son verdaderas paradojas y
dividual y datable, sea al mismo tiempo Dios? ¡Qué grandeza, una unión difícil de opuestos? Al hablar de Jesucristo debemos
soberanía y profundidad tuvo que revelar y vivir para poder ser pensar siempre, conjunta y simultáneamente, en Dios y en el
llamado Dios! ¿Qué significa ahora Dios? ¿Quién es el hombre hombre. La unidad de ambos en Jesús es de tal orden que ni
para que de él se pueda hacer semejante afirmación? ¿Qué Dios ni el hombre pierden nada de su esencia y realidad. Tan
quiere decir la unión de ambos —Dios y hombre— en un ser profunda es la unidad de Dios y del hombre en Jesús que la hu-
histórico y hermano nuestro, Jesús de Nazaret. Nos hallamos ante manidad puede ser encontrada en su divinidad y la divinidad en
un dato central de nuestra fe que sitúa el cristianismo en un su humanidad. ¿Con qué palabras vamos a expresar semejante
nivel aparte en el conjunto general de las religiones. El cristia- realidad? Intentaremos brevemente reproducir varios modelos con
nismo, desde el momento en que afirma que un hombre es si- los cuales la fe se expresó en otro tiempo y se sigue expresando
multáneamente Dios, está solo en el mundo. No cabe duda: eso h o y l . Trataremos también de ensayar una reflexión que tal vez
es un escándalo para los judíos y para todos los hombres reli- pueda, dentro de nuestro lenguaje y preocupación por el hom-
giosos y piadosos, antes y ahora, que veneran y adoran a un bre de hoy, proporcionamos un poco de luz para entender la
Dios trascendente, totalmente otro, separado de este mundo, inob- profundidad divina y humana de Jesús y, a partir de él, entender
jetivable, infinito, eterno e incomprensible y que está por encima también nuestro propio misterio.
de todo lo que el hombre puede conocer. Lo que es la experiencia
de Dios en el judaismo, en el paganismo y en las religiones del
mundo, nosotros los cristianos lo encontramos vivo y concreto en 2. NO PODEMOS HABLAR SOBRE JESUCRISTO
un hombre, Jesús de Nazaret, en su vida, en sus palabras y com- SINO PARTIENDO DE EL MISMO
portamientos, en su muerte y resurrección. Lo que es hombre
en su radicalidad y verdadera humanidad, nosotros los cristianos La fe ha procurado vislumbrar qué significa decir: Jesús es
lo llegamos a saber meditando sobre la vida humana de Jesu- verdadero Dios y verdadero hombre. La fe que procura enten-
cristo. 1
La bibliografía cristológica es inmensa. Enumeraremos las obras más
No es, por tanto, a través del análisis abstracto acerca de lo importantes utilizadas por nosotros: A. Adam, Lehrlmeh der Dogmenge-
que es Dios y el hombre como nosotros entendemos quién es schichte (Gütersloh 1965); M. Schmaus, A. Grillmeier, Handbuch der Dog-
Jesús-hombre-Dios. Hemos conocido a Dios y al hombre a fuer- mengseschichte III, 1 (Friburgo 1965); A. Grillmeier, H. ISacht, Das Konzü
za de vivir con Jesús, de imitarle y descifrarle. El Dios que se von Chalkedon, 3 vols. (Würzburgo 1951-1954); A. Grillmeier, La imagen de
Cristo en la teología católica actual, en Panorama de la teología actual
revela en y por Jesús es humano. Y el hombre que emerge en y (Madrid 1961) 334-376; P. Smulders, Desarrollo de la cristología en la his-
por Jesús es divino. En esto reside lo específico de la experiencia toria de los dogmas y en 2 el magisterio eclesiástico, en Mysterium Salutis III
cristiana de Dios y del hombre, diferente de la experiencia del (Ed. Cristiandad, Madrid 1980) 315-380; Ch. Duquoc, Cristología. El hombre
judaismo y del paganismo. La Iglesia primitiva descubrió a Dios Jesús (Salamanca 1971); W. Pannenberg, Fundamentos de cristología (Sa-
lamanca 1974); J. Doyon, Cristología para o nosso tempo (Sao Paulo 1970)
en un hombre. Y en Dios llegamos a saber quién es de hecho y 243-268.
196 Jesucristo, liberador Jesús, el hombre que es Dios 197

derlo se llama teología, y en este caso, cristología. La teología de la fe ha habido muchos intentos de dilucidar cómo Jesús puede
(cristología) no quiere ni debe olvidar la fe, antes bien quiere ser simultáneamente hombre y Dios. Prácticamente, cada genera-
ayudar a esclarecer la fe. Quiere ser una forma de f e : crítica, ción se confronta y se define frente a este misterio e intenta, con
racional, científica (si es posible), preocupada por analizar mejor responsabilidad y con las posibilidades que el lenguaje ofrece, dar
la vida de fe, no para violar su intimidad, sino para poder una respuesta más feliz o menos inspirada. Ha habido errores,
descubrir la racionalidad y la lógica de la gracia de Dios y así desvíos y hasta herejías, que son radicalizaciones de una verdad
amarlo de forma más intensa y humana. El lenguaje cristológico parcial hasta el extremo de perder o desfigurar la totalidad de
nunca podrá ser un lenguaje sobre Jesús. No poseemos una ins- la fe. A pesar de eso, las herejías son testimonios de una preocu-
tancia superior desde la que podemos hablar sobre él en forma pación apasionada por Jesús. Ante Jesús, Dios-hombre, se puede
objetiva e imparcial. Podemos hablar sobre cosas, pero no sobre decir de más y también de menos. Se puede pecar tanto por ex-
personas, sobre Jesús y sobre Dios. El teólogo verdadero sólo ceso como por defecto. El lenguaje correcto a partir de Jesús
puede hablar a partir de Jesús, esto es, tocado por su realidad debe ser de tal manera que no dé ni de más a Dios ni de más
vivida en la fe y en el amor. Sólo entonces, inserto dentro de al hombre, ni disminuya al hombre, ni disminuya a Dios.
su vida, podrá vislumbrar su significado y comenzar a ver en el
hombre a Dios y en Dios al hombre.
Al hablar y reflexionar a partir de Jesucristo, usamos pala-
3. UNA TENSIÓN D I F Í C I L : «PERFECTOS DEUS, P E R F E C T O S HOMO»
bras, instrumentos y modelos del mundo cultural que nos rodea,
con los que podemos entender a los demás y nos hacemos com-
prensibles a nosotros mismos. Nuestros conceptos y fórmulas cons- En la historia de la reflexión cristológica se advierte la ten-
tituyen el vaso exterior y frágil que conserva la esencia preciosa. dencia a acentuar en Jesús lo humano, en detrimento de lo divino,
No sustituyen el misterio, pero quieren comunicarlo, aunque sea o bien a acentuar lo divino, en detrimento de lo humano. Tam-
de forma imperfecta, siempre dentro de un lenguaje comprensi- bién puede acontecer que la unidad del hombre y de Dios en
ble para cada época. Aunque los dogmas no quieren abarcar ni Jesús no se mantenga en la justa medida. Hay una tendencia que
sustituir el misterio, como dice muy bien el teólogo alemán Karl radicaliza la unión hasta el punto de que Dios absorbe al hombre
Rahner, establecen siempre una regla doctrinal y comunitaria de o bien de que el hombre absorbe a Dios. Pero puede suceder lo
hablar a partir del misterio 2 . Son la fijación verbal y doctrinal, contrario: se acentúa en tal medida la dualidad Dios-hombre,
con el auxilio de los instrumentos de expresión que la cultura que no se llega a ver cómo ambos pueden unirse en el individuo
ambiental ofrece, de las verdades fundamentales del cristianismo concreto Jesús de Nazaret. Intentaremos brevemente trazar los
para un determinado tiempo. Por eso, para ser cristiano y orto- grandes marcos históricos de la meditación del misterio cristoló-
doxo no basta recitar fórmulas antiguas y venerables. Es nece- gico y ver cómo la ortodoxia se mantiene siempre dentro de una
sario vivir el misterio que las fórmulas encierran e intentar de- fuerte tensión dialéctica, evitando los extremos —unas veces del
cirlo siempre de nuevo, dentro de nuestro lenguaje y de nuestro lado humano y otras del divino de Jesús—, hasta llegar a for-
tiempo 3 . Sólo así la fe deja de ser un objeto de museo y se con- mular en el Concilio ecuménico de Calcedonia (451), con toda
vierte en elemento inspirador de vida y de continua superación claridad, la verdad fundamental de que Jesús es verdadero hom-
en dirección a Dios y a la profundidad humana. En la historia bre y verdadero Dios, total y simultáneamente.
El primer gran problema tuvo su origen en el propio mo-
2
K. Rahner, ¿Qué es un enunciado dogmático?, en Escritos de Teología noteísmo bíblico: ¿cómo garantizar de forma comprensible la
V (Madrid 1969) 55-82. divinidad de Jesús? Una primera corriente, ya combatida por el
3
Cf. J. Mclntyre, The Shape of Christology (Londres 1966); J. Knox, The evangelista Juan, afirmaba que Jesús es Dios, pero su humanidad
Humanily and Divinity of Christ. A Study of Pattern in Christology (Cam- es aparente; por eso no pudo sufrir, y su muerte fue ilusoria
bridge 1967); P. Schoonenberg, Ein Gott der Menschen (Einsiedeln 1969)
53-69. (ebionitas y docetas). Otra corriente afirmaba la divinidad de
198 Jesucristo, liberador Jesús, el hombre que es Dios 199

Jesús y enseñaba que Jesús es la encarnación del P a d r e ; fue el corre el cosmos, le confiere vida, orden y unidad, toma forma
Padre quien sufrió y murió (patripasianismo). Otros decían que concreta en el hombre, definido como ser racional y lógico. En
Jesús está en la esfera divina, pero subordinado a Dios (subordi- Jesucristo, el Logos conoció su máxima encarnación y, en opinión
nacionismo) : es el Logos, que está junto a Dios, pero fue creado de san Anastasio, la humanidad de Cristo es en este mundo su
como el primero de todos los seres (arrianismo). Dios es uno y único órgano, instrumento de presencia y acción 5 . El Logos está
único, y su unidad no puede comprometerse con el carácter di- presente en Cristo de forma tan profunda y radical que quien
vino de Jesús. Otro grupo afirmaba la filiación divina de Jesús, está frente a Jesús está frente a Dios. Dios -se hizo hombre para
como aparece en muchos textos del Nuevo Testamento, pero lo que el hombre se hiciese Dios: tal es la fórmula que sostenía esta
consideraba como hijo adoptivo (adopcionismo) y no como el escuela y que expresa la esencial unidad del hombre y de Dios
Hijo eterno y Unigénito del Padre. Otra corriente luchó vigoro- en Cristo.
samente, hasta con monjes armados y con intrigas palaciegas, Esas afirmaciones incurren en el riesgo de no salvaguardar
afirmando que Jesús era sólo semejante a Dios y no igual a él suficientemente la dualidad en Jesús. En la escuela alejandrina
en su naturaleza (homoioúsios de Arrio). En el Concilio de Nicea late el peligro monofisita: que, a fuerza de acentuar la unidad
se luchó reñidamente por una «i» —homooúsios (igual) u homoioú- hombre-Dios en Jesús, la naturaleza divina absorba totalmente
sios (semejante) a Dios—, con la participación del pueblo en a la humana. En Cristo habrá entonces una sola naturaleza, la
plazas y mercados. Este concilio ecuménico (325) dirimió la po- divina y, consecuentemente, también una sola persona, la del
lémica enseñando, en forma solemne e irrefutable, que «Jesús es Verbo eterno, posición defendida primero por Eutiques. El hom-
Hijo de Dios, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero del Dios bre Jesús de Ñazaret pierde su independencia y realidad histó-
verdadero, nacido, no creado, de la misma naturaleza del Padre, rica, con lo cual se reduce de nuevo el misterio de Cristo. De
por quien todo fue hecho, en el cielo y en la tierra» 4 . Como es hecho, en Alejandría se enseñó esta reducción de la realidad hu-
evidente, la fe se opuso siempre a cualquier disminución de la mana de Jesús a favor de la divina. Apolinar de Laodicea, uti-
divinidad de Jesús: es verdadero Dios. lizando un principio de Aristóteles (Met. 1039 a 3ss), según el
Ahora bien, ¿cómo se relacionan entre sí estas dos realida- cual dos naturalezas completas no pueden formar una unidad,
des —Dios y hombre— en un ser concreto y único? Aquí se argumentaba: para que en Jesús exista una unidad profunda e
suscitaron no pocas disputas entre teólogos y escuelas. En la íntima entre Dios y el hombre, como de hecho ocurre, es nece-
Antigüedad se hicieron célebres dos corrientes, cuyas soluciones sario que una de las dos naturalezas sea incompleta. En este
repercuten hasta hoy en la piedad como en la teología: la escuela caso, evidentemente, la humana. Apolinar, pues, enseñaba que
de Alejandría y la escuela de Antioquía. por la encarnación, el Logos sustituía al espíritu humano. El hom-
bre está compuesto de cuerpo, alma y espíritu. En Jesús, el es-
píritu fue sustituido por el Logos.
a) Dios se hizo hombre para que el hombre se hiciera Dios Contra Apolinar, que de esta manera disminuía al hombre
Jesús, se levantó Gregorio Nacianceno replicando con un princi-
Alejandría fue en la Antigüedad un centro cultural y filosó- pio fundamental: lo que Dios no asumió, tampoco lo redimió;
fico de los más renombrados. Se cultivaba preferentemente el por tanto, si el Logos no asumió el espíritu humano, éste no fue
platonismo en sus distintas versiones, la especulación más atre- redimido 6 . Otro gran teólogo, Teodoro de Mopsucstia, opinaba
vida y una mística ardiente de unión con el Uno y Absoluto. que el pecado se da especialmente en el espíritu 7 y que es éste
El Logos constituía para esta escuela el punto de orientación y
5
el concepto clave en la comprensión del universo. El Logos re- Cf. A. Grillmeier, Die theologische sprachliche Vorbereitung der christo-
logischen Formel von Chalkedon, en Das Konzil von Chalkedon I (1951)
81ss, 77-102.
4 6
Denzinger-Schónmetzer, Enchiridion Symbolorum (Barcelona 1964) nú- Gregorio Nacianceno, Epist. 101: PG 37, 181c.
mero 125. ' Homilía cat. V, 11 cit. por A. Grillmeier, op. cit., 145.
200 Jesucristo, liberador
Jesús, el hombre que es Dios 201
el que debe ser asumido para ser redimido. Ya anteriormente Arrio
había afirmado, dentro de la misma tendencia, que la encarna- una sola. Diodoro de Tarso (f 394) concluyó entonces que la
ción del Verbo sustituía al alma humana. Nuevamente se da una naturaleza humana y la divina no se unen en Jesús de Nazaret,
reducción heterodoxa de la humanidad de Jesús. Algunos opina- sino que están únicamente agregadas la una a la otra, permane-
ban que, por el hecho de la encarnación, la inteligencia humana ciendo cada cual perfecta en sí misma. La unión de ambos en
era sustituida por el Verbo (mononoetismo). Otros afirmaban Jesús no es íntima y profunda, sino accidental. De ahí se sigue
que lo sustituido era la voluntad humana (monotelismo). Por fin, que en Jesús no hay solamente dos naturalezas, sino también
algunos enseñaban que el principio operativo en Jesús provenía dos personas distintas, una humana y otra divina. El patriarca
únicamente del Verbo (monergismo). Quien actúa es Jesús-Dios, de Constantinopla, el monje Ncstorio, sacó las consecuencias ló-
no Jesús-hombre. gicas de esta concepción y comenzó a predicar que Nuestra Se-
ñora no podía ser llamada Madre de Dios (theotólcos), sino sola-
Todas estas posiciones fueron rechazadas por la ortodoxia,
mente madre del hombre Jesús (anthropotókos), o más exacta-
porque no lograban mantener la difícil tensión de la fe en Jesús,
mente, madre de Cristo (Christotókos). Cirilo, patriarca de Ale-
verdadero hombre y verdadero Dios. La unidad en Jesús es pro-
jandría, se opuso violentamente a Nestorio. El Concilio de Efeso
funda e íntima; sin embargo, no debe ser concebida eliminando
(431), convocado para resolver las discrepancias, provocó una
los términos Dios-hombre. Lo erróneo de estas concepciones con-
grave escisión entre los participantes, los cuales se excomulgaron
siste en entender la perfección de la naturaleza humana estática-
mutuamente. Por fin, la expresión Madre de Dios (theotókos)
mente, identificándola como cerrada y aislada en sí misma. Las
triunfó como expresión ortodoxa en la mariología y la cristología.
discusiones cristológicas posteriores van a demostrar exactamente
La tendencia fundamental de la escuela de Antioquía, cuyos
lo contrario: la perfección humana reside en su apertura total
representantes máximos son Juan Crisóstomo, Teodoro de Mop-
e infinita hasta el punto de poder recibir de Dios la plenitud.
suestia ( f 4 2 8 ) , Teodoroteo de Ciro (f 466) y Juan de Antioquía,
Sin embargo, el monofisismo, la tendencia a acentuar demasiado
es la de acentuar la espontaneidad y autonomía del hombre-
la naturaleza divina de Jesús, constituye una tentación constante
Jesús frente a Jesús-Dios. El Logos eterno se unió a un hombre
para la teología y especialmente para la piedad popular 8 . Jesús
completo y perfecto en su inteligencia y libertad (assumptus-
vino a lo que era suyo —la humanidad—, y la gran tentación
homo). Pero entonces surge una pregunta: ¿Preexisten Dios y el
de los fieles consiste en dejar que se cumplan aquellas tristes pa-
hombre y sólo después se unen? De ser así, Cristo sería un tercer
labras de san J u a n : y los suyos no lo recibieron como él quiso
ser: el hombre-Jesús no sería uno con Dios y no existiría fuera
presentarse, como hombre, hermano y partícipe de nuestra con-
de esta unidad. Si, al contrario, decimos que el hombre-Jesús
dición doliente y frágil.
comenzó a existir a partir de la encarnación, entonces aparece
otro problema: ¿poseía el hombre-Jesús una individualidad pro-
pia? Si posee la individualidad del Logos, deberemos decir que
b) El Verbo eterno asumió un hombre completo
Jesús jamás fue hombre, sino un superhombre, desde el comien-
zo. Aquí surge nuevamente el peligro monofisita de reducir la
Otra escuela se hizo célebre en la Antigüedad por su cultura
realidad de Cristo a una sola naturaleza, la divina. La cristología,
y por su sentido de lo real y lo concreto: la escuela de Antioquía,
pensada en términos de una ontología estática de la naturaleza
fuertemente influida por Aristóteles. Esta escuela tomó muy en
humana y la divina, parece no poder escapar a un dilema fun-
serio el principio aristotélico que utilizó también la escuela de
damental : caer en el error monofisita, acentuando demasiado la
Alejandría: dos naturalezas completas no se pueden unificar en
unión con Dios, o en el nestorianismo, señalando exageradamen-
te la independencia del hombre individual y concreto, hasta pos-
1
Cf. F. X. Arnold, Das gott-menschliche Prinzip der Seelsorge und die tular una dualidad personal en Jesús. Ambas escuelas elaboran
Gestaltung der christlichen Frommigkeit, en Das Konzil von Chalkedon III, la cristología a partir de la idea de encarnación. Pero la encar-
287-340, espec. 302-327. nación no debería ser punto de partida, sino de llegada. Si ha-
202 Jesucristo, liberador Jesús, el hombre que es Dios 203

cemos de ella el punto de partida, toda la discusión tratará de salvación, según la humanidad. Debemos creer en uno y el mismo
resolver en qué medida las acciones de Cristo deben ser atribui- Cristo, Hijo, Señor y Unigénito, subsistente en dos naturalezas de
das a una u otra naturaleza, de qué forma se interpenetran para forma inconfundible, inmutable, indivisa e inseparable. La dife-
constituir el ser individual e histórico que es Jesús de Nazaret, rencia entre las dos naturalezas jamás queda suprimida por causa
qué debe entenderse por naturaleza humana y qué por naturaleza de la unión; antes bien, lo propio de cada naturaleza queda pre-
divina. ¿Podemos saber quién es Dios y qué es el hombre? ¿No servado, concurriendo ambas a formar una sola persona o sub-
partimos de misterios para intentar explicar otros misterios? No sistencia. Creemos en Jesucristo, no en dos personas separadas y
se iluminan unas tinieblas luminosas con otras tinieblas menos divididas, sino en uno y el mismo Hijo Unigénito, Palabra de
luminosas. Como intentaremos exponer más adelante, prolongan- Dios, Señor Jesucristo, como antes los profetas creyeron en él y
do la línea de reflexión cristológica elaborada hasta el presente el propio Jesucristo nos enseñó y el credo de nuestros padres nos
capítulo, el fundamento de nuestra fe en la divinidad de Jesús transmitió» 9.
reside en su modo profundo y radicalmente humano de aparecer Esta fórmula dogmática no busca tanto explicar cómo Dios y
y actuar en este mundo. Para explicar al Jesús histórico, como el hombre concurren para formar arto y el mismo Jesús cuanto
término de un largo proceso de meditación, debemos decir que asegurar los criterios que deben estar presentes en cada intento
él es la encarnación de Dios mismo, su aparición diáfana y epi- de explicación, esto es, cómo deben mantenerse simultáneamen-
fánica dentro de la realidad humana e histórica. te la humanidad completa y la divinidad verdadera de Jesús, sin
dividir su unidad fundamental. La intención del concilio no es me-
tafísica o doctrinal, sino soteriológica. El concilio quiso afirmar,
4. CALCEDONIA: como ha demostrado recientemente un teólogo español I 0 , que:
UNA FORMULA DE RECONCILIACIÓN a) si Jesús no es Dios, entonces no vino por él ninguna sal-
ENTRE LA DUALIDAD Y LA UNIDAD vación; estamos todavía en nuestro pecado y sin la certeza del
futuro; b) si Jesús no es hombre, entonces no nos fue dada la
salvación; c) si la humanidad no es «de Dios» (en la misma me-
El Concilio ecuménico de Calcedonia (451) supo resumir lo dida en que mi propio ser es mío y no por cierta acomodación
que de verdad había en cada una de las escuelas, la alejandrina de lenguaje), entonces la divinización del hombre no se realizó
y la antioquena: la unidad existe en Jesús, como quieren los plenamente y Jesús no es verdaderamente Dios; d) si la huma-
teólogos de Alejandría, pero sólo en cuanto a la persona, no en nidad venida «de Dios» no es verdadera humanidad ni sigue
cuanto a las naturalezas; la dualidad es real y existe en Jesús, siendo humanidad, entonces no se salva en Jesús el hombre, sino
como enseñaban los teólogos de Antioquía, pero en cuanto a las otro ser.
naturalezas, no en cuanto a la persona. Entonces se estableció, En eso reside el carácter definitivo, invariable e imperecede-
bajo la influencia del gran papa León Magno, una fórmula cris- ro de este dogma cristológico. Para expresar tal verdad, el con-
tológica que debe, aún hoy, ser criterio de verdad para cada cilio recurrió al modelo griego de comprensión y empleó las
interpretación del misterio de Jesús: «Uno y el mismo Hijo palabras «naturaleza» y «persona». Naturaleza divina y humana
nuestro Señor Jesucristo es perfecto en la divinidad y perfecto es simplemente el nombre que designa todo lo que constituye el
en la humanidad, verdaderamente Dios y verdaderamente hom- ser humano y el ser divino; designa lo que Jesucristo tiene en
bre, con alma racional y cuerpo consustancial al Padre según común con el Padre (divinidad) y en común con nosotros (hu-
la divinidad y consustancial a nosotros según la humanidad, sien-
do en todo igual a nosotros, excepto en el pecado (Heb 4 , 1 5 ) ; 5
Denzinger-Schonmetzer, op. cit., nn. 301-302. Cí. I. O. de Urbina, Das
antes de todos los siglos, engendrado por el Padre según la di- Glaubenssymbol von Chalkedon. Sein Text, sein Werden und seine dogmati-
vinidad, y él mismo, en los últimos días, engendrado por la sche Bedeutung, en Das Konzil von Chalkedon 1, 389-418.
10
Virgen María, madre de Dios, por nuestra causa y por nuestra J. I. González Faus, Las fórmulas de la dogmática cristológica y su in-
terpretación actual: «Estudios Eclesiásticos» 46 (1971) 339-367.
204 Jesucristo, liberador
Jesús, el hombre que es Dios 205
manidad). El concilio entiende la naturaleza en sentido abstrac-
to, como sinónimo de esencia o sustancia. Por su divinidad, persona no aniquilada, sino totalmente realizada, no en sí misma,
Jesús es de la misma esencia del Padre y, por su humanidad, de sino en el seno de la persona divina (unión hipostática, como
la misma esencia que el hombre. El portador y el sujeto de estas se dice frecuentemente en la tradición patrística) n . En su exis-
dos naturalezas, sin embargo, es la persona del Logos; de ma- tencia concreta, el hombre-Jesús nunca se definió a partir de sí
nera que ella realiza la unidad del único y mismo Jesús. Esta mismo, sino siempre a partir de Dios. El fundamento de su vida
unidad personal es tan íntima que las cualidades de ambas natu- no residió en sí mismo, sino en la persona divina.
ralezas —divina y humana— pueden ser atribuidas a la misma Este es el sentido profundo expresado por el Concilio de Cal-
persona del Verbo y se puede decir: Dios nació, Dios sufrió y cedonia en las fórmulas rígidas de naturaleza y persona. Tal dato
murió, o Jesucristo es todopoderoso, etc. Las dos naturalezas puede olvidarse hoy porque en nuestra comprensión las palabras
abstractas existen, pues, concretamente unidas a la persona divina naturaleza y persona tienen significados diferentes. Naturaleza no
del Verbo eterno. es para nosotros un concepto estático, como lo era para el mundo
Por esta razón, la tesis central del Concilio de Calcedonia antiguo, sino esencialmente dinámico. La naturaleza humana sur-
afirma la unidad del ser concreto de Jesús: uno y el mismo Se- ge de una larga historia biológica, donde la cultura, la educación,
ñor, etc. Persona (hipóstasis) en la fórmula dogmática quiere el medio ambiente han actuado para elaborar lo que hoy somos.
sólo expresar el principio de unidad del ser, aquello que hace En el hombre, la naturaleza es todo lo que le ha sido dado, física,
que algo sea u n o : que aquel que nació de Dios y de la Virgen psíquica, histórica, sociológica y espiritualmente, todo lo que
es uno y el mismo y no dos, como pensaban los nestorianos. El antecede y posibilita una decisión libre. La persona es esa natu-
principio de unidad de un ser no es un nuevo ser. La ausencia de raleza así marcada, en cuanto que se posee a sí misma y se realiza
persona humana en Jesús (en el sentido de la metafísica clásica) dinámica y relacionalmente en comunión con la totalidad de la
no implica ninguna carencia en la humanidad de Jesús. La per- realidad que la rodea 12. Por tanto, persona es, en un primer mo-
sona no es un ente o una «cosa» en el hombre, sino un modo mento, una ultima solitudo13, como decía excelentemente Duns
de existir del hombre, en cuanto que el hombre se sustenta a sí Escoto: se posee a sí misma, posee autoconciencia y autonomía
mismo y afirma ontológicamente su ser. Jesús-hombre, debido interior. La persona es en sí misma y para sí misma. Es un yo.
a su unión con Dios, es sustentado con la misma sustentación En un segundo momento (no cronológico, sino lógico), la persona
ontológica de Dios. El portador de las dos naturalezas, divina y es esencialmente común, relación y diálogo. El yo sólo existe y
humana, es la misma y única persona divina. ¿Cómo se da esta subsiste si se abre a un tú. La palabra originaria es yo-tú-nosotros.
unidad de las naturalezas a través de la persona? Sólo a través del tú el yo se descubre como tal. La persona tiene
Ese problema no fue tratado por el Concilio de Caldeconia y autonomía y libertad: libertad no de otros, sino para otros. Cuanto
permanece abierto a la especulación de fe de los teólogos. En el más libre es alguien para los otros y especialmente para el gran
concilio no se reflexionó acerca de la relación entre persona y Otro (Dios), más se convierte en persona. Como resulta evidente,
naturaleza ni se abordó la cuestión capital: ¿cómo puede haber no existe una distinción real entre naturaleza y persona. La per-
una naturaleza humana sin ser también personalidad? En los sona es la propia naturaleza en cuanto que se da cuenta de sí
términos de la definición de Calcedonia, en Jesús subsiste única- misma, se abre, se posee y se dispone a relacionarse, de modo
mente la personalidad divina y no la humana. Con ello, el con- que, como veremos más adelante, puede definirse como una
cilio no quiso enseñar que Cristo no tuviese un centro consciente magnitud relacional.
y un yo humano, porque, para el concilio esto no era considerado A partir de esta perspectiva, que se ha profundizado en la
propio de la persona, sino de la naturaleza humana. Lo propio
11
de la persona es ser portador y sustentador de los actos libres. Cf. W. Pannenberg, Fundamentos de cristoloffía, 356ss.
12
Y esto en Jesús-hombre corresponde a la persona eterna del Hijo. Cf. A. van de Walle, Die Person Christi in dcr heutigen Theologie:
«Wissenschaft und Weisheit» 30 (1967) 4461; J. B. Libánio, Modernos con-
Esta persona eterna asumió en sí la «persona humana» de Jesús, ceitos de pessoa e personalidade de Jesús: REB 31 (1971) 47-65.
13
Opus Oxoniense III, d. 1.2.1, n. 17.
206 Jesucristo, liberador

reflexión moderna, aparecen claramente los límites del modelo


de interpretación cristológica de Calcedonia 14 . La fórmula cal- 5. JESÚS :
cedonense no toma en cuenta la evolución en Cristo, tal como EL HOMBRE DIOS Y EL DIOS HOMBRE
nos la muestran los evangelios sinópticos; ni percibe las transfor- La mayoría de los intentos de esclarecer la divinidad y la hu-
maciones que se operaron con la resurrección, donde el Logos- manidad de Jesús parten del análisis de la naturaleza humana o
carne pasó a Logos-Pneuma-Espíritu. La encarnación, como Cal- divina, o bien del significado de la persona. Nosotros intentaremos
cedonia la ve, dificulta la comprensión de la kénosis de Dios en un camino inverso: procuraremos entender al hombre y a Dios
Jesús, es decir, el que Dios se humille y se torne anónimo. Es a partir de Jesús mismo 16. En Jesús se reveló el hombre en su
necesario respetar y acatar el anonimato de Dios en Jesús e inten- máxima radicalidad y también quién es el Dios humano. No es,
tar comprender qué significa teológicamente. En la fórmula cal- pues, el análisis abstracto de la humanidad y de la divinidad lo
cedonense se nota también la ausencia de una perspectiva universal que permite esclarecer el misterio de Jesús de Nazaret, que fas-
y cósmica. Es una cristología sin Logos 1 5 . La encarnación no cinó a los apóstoles hasta el punto de llamarlo Dios. Por el con-
alcanza sólo a Jesús de Nazaret, sino a toda la humanidad. Como trario, es la cristología la que permite elaborar una antropología.
dice la Gaudium et spes: «El Hijo de Dios, con su encarnación,
Del testimonio de los evangelios y de lo que hemos dicho sobre
se ha unido en cierto modo con todo hombre» (n. 2 2 ) . Por la
el extraordinario equilibrio, la fantasía creadora y originalidad de
resurrección, la encarnación alcanza las dimensiones del cosmos,
Jesús resulta que su vida fue una existencia totalmente orientada
como decían los Padres griegos y latinos, bajo la influencia del
y vivida para los otros y para el gran Otro (Dios). Jesús estaba
pensamiento platónico. Además, hay una limitación de orden más
absolutamente abierto a los demás, no discriminaba a nadie y abra-
profundo: el Concilio de Calcedonia, al hablar de dos naturalezas
zaba a todos en su amor ilimitado, en especial a los descalificados
en Jesús, una divina y otra humana, corre el grave riesgo de co-
religiosa y socialmente (Me 2,15-17). El amor a los enemigos que
locar dentro del mismo horizonte y en el mismo plano a Dios y al
él predicó (Mt 5,43) lo vivió personalmente, perdonando a los que
hombre, Infinito y finito, Creador y criatura. Dios no es un ente,
lo clavaron en la cruz (Le 23,34-46). No poseía esquemas prefabri-
como puede ser el hombre, sino aquel que trasciende a todos los
cados, ni moralizaba, ni censuraba a los que venían a é l : «Al que
entes y todos nuestros conceptos. La unión de dos naturalezas en
venga a mí no lo echaré fuera» (Jn 6,37). Liberal ante la ley, era
uno y el mismo ser no significa fusión de dos esencias y la unifi-
riguroso en exigir un amor que ata a los hombres con lazos más
cación de dos dimensiones. Intentaremos, en la perspectiva de lo
liberadores que los de la ley. Su muerte no fue solamente conse-
que hoy significa para nosotros hombre-persona, releer el mensaje
cuencia de su fidelidad a la misión liberadora que el Padre le con-
de Calcedonia a fin de conquistar para nuestro lenguaje el sentido
fió; fue también fidelidad a los hombres, a los que amó hasta el
profundo y verdadero de la fórmula conciliar, según la cual en
fin (Jn 13,1) 17.
Jesús subsiste simultáneamente el verus homo y el verus Deus. Ve- 16
remos que encarnación no significará solamente que Dios asuma Esa es la línea que siguen, en distinta medida, K. Rahner, Para la teo-
logía de la encarnación, en Escritos de Teología IV, 139-157; id., Jesús
y penetre la realidad humana concreta de Jesús de Nazaret, sino Christus, en Lexikon für Theologie und Kirche V, 153ss; id., Jesucristo, en
que Jesús asume y penetra también, activamente, la realidad divina Sacramentum Mundi IV (Barcelona 1964) 12-33; id., La cristología en una
de la segunda persona de la Santísima Trinidad. La encarnación visión evolutiva del mundo, en Escritos de Teología V, 181-211; P. Schoonen-
es la plenitud de la manifestación de Dios y la plenitud de la ma- berg, Ein Gott der Menschen, 70-361; F. Gogarten, Jesús Christus, Wende
der Welt (Tubinga 1966) 190ss, 231ss; R. Welte, llomoousios hemin. Gedan-
nifestación del hombre. ken zum Verstdndnis und zur theologischen Problemalik der Kategorien von
Chalkedon, en Das Konzil von Chalkedon III, 51-fiO; Gh. Duquoc, Cristología,
299ss; B. Langemeyer, Was heisst: Gott ist Mcnsch gcworden?: «Geist und
Leben» 43 (1970) 407-421; J. Ratzinger, Zum Persimve.rstandnis in der Dog-
14 matik, en Das Personverstandnis der Padagogik und ihrer Nachbarwissen-
Sobre las críticas al modelo cristológico de Calcedonia, cf. J. I. Gonzá- schaften (Münster 1966) 157-171; id., Introducción al cristianismo (Salaman-
lez Faus, op. cit., 351-356; P. Schoonenberg, Ein Gott der Menschen, 64-69. ca 1970).
15
J. I. González Faus, op. cit., 353. 17
P. Schoonenberg, Ein Gott der Menschen, 109.
208 Jesucristo, liberador Jesús, el hombre que es Dios 209

Jesús estaba vacío de sí mismo. Por eso podía ser completa- su ser. Jesús fue hombre por excelencia, el ecce homo, porque
mente colmado por los otros, a quienes recibía y escuchaba tal su radical humanidad fue conquistada no por la autárquica y
como se presentaban. Daba igual que fueran mujeres o niños, pu- ontocrática afirmación del yo, sino por la entrega y comunica-
blícanos o pecadores, una prostituta o un teólogo, tres ex guerri- ción de su yo a los otros y para los otros, especialmente para
lleros (convertidos después en sus discípulos) o unos piadosos Dios, hasta identificarse con los otros y con Dios. El modo de
como los fariseos. Jesús fue un hombre que se entendió siempre ser de Jesús como «ser para los demás» nos permite descubrir
a partir de los otros: su ser fue continuamente «un ser para los cuál es el verdadero ser y existir del hombre. La existencia del
demás». Particularmente con el gran Otro, Dios, él cultivó una hombre sólo adquiere sentido cuando se entiende como una total
relación de extrema intimidad. Llama a Dios Abba, Padre, en un apertura y como un nudo de relaciones que se orienta en una
lenguaje que se asemeja a la confianza y a la entrega segura de múltiple dirección: hacia el mundo, hacia el otro y hacia Dios 1 8 .
un niño (Me 14,36; cf. Rom 8,15; Gal 4,6). El mismo se siente Su vivir verdadero es un «vivir con». Por eso, solamente a través
su hijo (Mt 11,27; Me 12,6; 13,52). Su relación íntima con el Pa- del tú llega el yo a ser lo que es. El yo es un eco del tú y, en su
dre no manifiesta indicio alguno de complejo de E d i p o : es trans- última profundidad, una resonancia del tú divino. Cuanto más
parente y diáfana. Invoca a Dios como Padre, no se siente como se relaciona el hombre y sale de sí, más crece en sí mismo y llega
un hijo pródigo que regresa y se arroja arrepentido en los brazos a ser hombre. Cuanto más está en el otro, más está en sí mismo
paternos. Jesús jamás pide perdón ni alguna gracia para sí. Su- y se torna yo. Cuanto más estaba Jesús en Dios, más estaba Dios
plica liberación del dolor y de la muerte (Me 14,36 par.; Me 15, en él. Cuanto más el hombre-Jesús estaba en Dios, más se divi-
34.37; Jn 11,41-42), pero no quiere realizar su voluntad, sino la nizaba. Cuanto más estaba Dios en Jesús, más se humanizaba.
del Padre (Me 14,36). Su última palabra es de serena entrega: Jesus-hombre estaba de tal manera en Dios, que se identificó con
«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Le 23,46). En- él. Dios estaba en tal medida en Jesús-hombre, que se identificó
cuentra el sentido de su vida solamente a partir de Dios, para con él; Dios se hizo hombre para que el hombre se hiciera Dios.
quien está absolutamente abierto. San Juan, legítimamente, hace Si alguien acepta en la fe que Jesús fue el hombre que puede
decir a Jesús: «Yo no puedo hacer nada por mi cuenta: ... porque relacionarse y estar en Dios hasta sentirse de hecho su Hijo —en
no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado» ello reside la identidad personal de Jesús con el Hijo eterno—,
(Jn 5,30). Su intimidad con el Padre era tan profunda que en el y si alguien acepta en la fe que Dios en tal puede vaciarse de sí
mismo Juan encontramos las siguientes palabras: «Yo y el Padre mismo (cf. Flp 2,7) hasta llenar la total apertura de Jesús, hasta
somos uno». hacerse hombre él mismo, ése acepta y profesa lo que nosotros
Porque se abrió y se entregó a Dios con absoluta confianza los cristianos profesamos y aceptamos como la encarnación: la
—y eso constituye su modo típico de existir, que es el existir de la unidad inconfundible e inmutable, indivisible e inseparable de
fe—, Jesús, como enseñó el Concilio de Calcedonia, no poseía la Dios y del hombre en uno y el mismo Jesucristo, siendo Dios
hipóstasis, la subsistencia, el permanecer en sí mismo y para sí siempre Dios y el hombre radicalmente hombre.
mismo. Estaba absolutamente vacío de sí mismo y completamente Jesús fue la criatura que Dios quiso y creó para que pudiera
colmado de la realidad del Otro, de Dios Padre. Se realizaba radi- existir totalmente en Dios y que, cuanto más unida estuviera a
calmente en el Otro, no siendo nada para sí, sino todo para los Dios, más se hiciera ella misma; esto es, hombre. De ese modo,
otros y para Dios. Fue en la vida y en la muerte, la simiente de Jesús es verdaderamente hombre y también verdaderamente Dios.
trigo que muere para dar vida, el que pierde su vida para ganar- Pero también podemos decir lo contrario: así como la criatura
la (cf. Mt 10,39). La falta de personalidad humana (hipóstasis Jesús es más ella misma cuanto más está en Dios, de forma aná-
o subsistencia) no constituye imperfección en Jesús, sino su má- loga Dios es tanto más él mismo cuanto más está en Jesús y asu-
xima perfección. El vaciarse significa crear espacio interior para
ser llenado por la realidad del otro. Saliendo de sí, el hombre 18
Cf. L. Boff, O homem como um nó de relagóes: «Vozes» 65 (1971)
queda más profundamente en sí mismo; dando, recibe y posee 481-482.
14
210 Jesucristo, liberador
Jesús, el hombre que es Dios 211
me su realidad. Es evidente que, en Jesús, Dios y el hombre cons-
tituyen una unidad. Ante Jesús, el creyente está frente a Dios puede decir de Jesús resucitado que es «todo en todas las co-
y al ecce homo en fundamental inmediatez. Jesús-hombre no es sas» (Col 3,11).
el receptáculo exterior de Dios, como el vaso frágil que recibe
la esencia preciosa, Dios. Jesús-hombre es Dios mismo cuando
entra en el mundo y cuando él mismo se hace historia: «Y la 6. LA IMPECABILIDAD DE JESÚS
palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros» (Jn 1,14).
Dios conoce un hacerse sin perder nada de su ser. Cuando él se Estas reflexiones nos invitan a entender dinámicamente la en-
hace y se convierte en devenir e historia, surge el que nosotros carnación. Esta no se agotó en la concepción del Verbo en el seno
llamamos Jesucristo, Verbo encarnado. La mayoría de los cris- de la Virgen. Ahí irrumpió para desarrollarse a medida que la
tianos no se ha acostumbrado aún a esta idea. El Dios experi- vida crecía y se manifestaba. Debemos considerar seriamente
mentado y vivido por el cristianismo no es sólo el Dios trascen- el testimonio de Lucas: Jesús «iba creciendo en saber, en esta-
dente, infinito, llamado ser o nada, sino el Dios que se hizo tura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (Le 2,52). Dios
pequeño, que se hizo historia, mendigó amor, se vació hasta la no asumió la humanidad en abstracto, sino que fue un hombre
aniquilación (cf. Flp 2,7), conoció la nostalgia, la alegría de la concreto, individualizado e históricamente condicionado, Jesús de
amistad, la tristeza de la separación, la esperanza y la fe ardien- Nazaret. Si este hombre es histórico y conoce un desarrollo, unas
tes; un Dios que sólo podía ser así siendo realmente el infinito, etapas con características y perfección propias, entonces nada
amor absoluto y autocomunicación, que creó el cosmos y la his- más natural que comprender la encarnación en forma dinámica.
toria para posibilitar su entrada en ellos. De aquí se deduce que Existe un verdadero proceso de encarnación. Dios iba asumiendo
la creación debe ser pensada a partir de Cristo. El fue el primer la naturaleza humana concreta de Jesús a medida que ésta se iba
pensamiento de Dios, el que encierra dentro de sí al propio manifestando y desarrollando. Inversamente, también es verdad
cosmos 19. que la naturaleza humana de Jesús iba revelando la divinidad
La total apertura de Jesús a los otros y al gran Otro no se a medida que crecía y maduraba. En cada fase de su vida, Jesús
reveló solamente en el tiempo de su existencia terrestre, donde revelaba a Dios bajo un aspecto nuevo porque cada fase presen-
«él pasó haciendo el bien» (Hch 10,38). La resurrección mani- taba su desarrollo correspondiente. Jesús-niño revelaba a Dios
festó toda la profundidad de la comunión y apertura de Jesús. dentro de las posibilidades de perfección que caben a un niño 2 0 .
El Jesús terrestre, antes de la resurrección, estaba sujeto a las Como niño, estaba abierto a Dios y a los otros en la forma per-
coordenadas del espacio y del tiempo, a las limitaciones del fecta y plena que un niño puede realizar. Como adolescente, con-
cuerpo carnal. Pero por la resurrección surgió el hombre nuevo, cretó la perfección del adolescente y así revelaba la divinidad
no ya carnal, sino pneumático, para quien el cuerpo no es límite, en el modo posible a este período de la vida. Lo mismo puede
sino total presencia cósmica y comunión con la totalidad de la decirse de las demás etapas de la vida de Jesús, especialmente
realidad. El Cristo resucitado la ocupa toda, llevando a cabo, en de su fase adulta, atestiguada ya por los evangelios. Como diji-
grado máximo, su ser en los otros y para los otros. La encarna- mos antes, en ella aparece el hombre en su pleno vigor humano,
ción no debe ser pensada solamente a la luz del Jesús de Nazaret de soberanía, de fantasía creadora, de originalidad, de compro-
sárquico, participante de nuestras limitaciones y fragilidades, sino miso decidido por su causa, de total apertura a cualquiera que se
que debe ser contemplada a la luz de la resurrección, en la que aproxime a él, de coraje viril en la confrontación polémica con
se reveló, en su total evidencia y transparencia, lo que se escon- sus adversarios ideológicos (fariseos, escribas y saduceos) y de
día en Jesús de Nazaret: la universal y máxima apertura a toda madura relación para con Dios. Los altibajos naturales de la vida
la realidad cósmica, humana y divina, hasta el punto de que Pablo humana le servían también como formas de perfeccionarse, acri-

20
" Cf. El evangelio del Cristo cósmico, publicado en este volumen. Cf. A. Grillmeier-R. Schulte-Ch. Schütz, Los misterios de la vida de
Jesús, en Mysterium Salutis III (Madrid 21980) 570-659.
212 Jesucristo, liberador
Jesús, el hombre que es Dios 213
solarse y sumergirse con más profundidad en la percepción de
lo que es el hombre y de lo que Dios significa. Las tentaciones Rom 8,3; 1 Pe 2,22) y fue probado como nosotros (Heb 4,15;
referidas en los evangelios nos permiten afirmar que Jesús pasó cf. 7,26; 9,14), no tuvo pecado (2 Cor 5,21; 1 Jn 3,5; Jn 8,46; cf.
también por las distintas crisis que marcan las diferentes fases 14,30). Fue en todo igual a nosotros, excepto en el pecado. Asumió
de la vida humana. Como toda crisis, las tentaciones significaron la condición humana, marcada por la alienación fundamental que
un paso doloroso, pero purificador, de un nivel de vida a otro, es el pecado (Jn 1,14). Pablo dice muy bien que Jesús nació de
con nuevas posibilidades de comprender y vivir la vida en su mujer, bajo la ley (Gal 4,4), hecho por nosotros pecado (2 Cor
integridad 21. En los relatos evangélicos jamás se percibe ninguna 5,21). En Rom 8,3 lo explícita diciendo: «Dios, habiendo enviado
queja de Jesús sobre las amarguras de la existencia. Nunca se a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado y en
pregunta por qué existe el mal al lado de un Dios que es Padre orden al pecado, condenó el pecado en la carne, a fin de que la
y Amor. Para Jesús es claro: el mal no está para ser compren- justicia de la ley se cumpliera en nosotros». No obstante, él no
dido, sino para ser combatido y vencido por el amor. tuvo pecado. Es un hecho. La tradición de los dos primeros siglos
Jesús era continuamente beneficiario de la gracia de Dios, argumentaba, como Pablo, que la impecabilidad de Cristo pro-
que lo hacía en cada etapa de su vida, dentro de las posibili- venía no de una cualidad especial de su naturaleza, sino de su
dades que la situación permitía, perfecto ante Dios y los hom- íntima e ininterrumpida unión con Dios 2 2 . Sólo a partir de Agus-
bres. Descubría, con extrema sensibilidad, la propuesta de Dios. tín se comienza a argumentar, a la luz de la concepción virginal
Y al mismo tiempo que recibía la gracia, correspondía con una de Jesús, que no sólo no pecó, sino que tampoco podía pecar por-
respuesta adecuada. En él, la propuesta de Dios y la respuesta que desde el primer momento, por obra y gracia del Espíritu, fue
humana llegaron a una perfecta correspondencia. Cuanto más concebido sin pecado. Además, la unión hipostática, según la cual
se le comunicaba Dios, más se entregaba Jesús a él. En la cruz la persona divina del Verbo es sujeto de los actos humanos de
se dio la máxima entrega de Jesús, hasta aniquilarse y perder su Jesús, excluye cualquier sombra de imperfección y pecado.
vida en favor de Dios y de los hombres. Pero allí se realizó tam- Pero entonces, ¿cómo explicar las tentaciones reales de Je-
bién la máxima comunicación de Dios. Y esta comunicación di- sús? ¿Cómo se han de entender su fe y su esperanza? ¿Qué sig-
vina se llama resurrección. Por tanto, podemos decir que la resu- nifica su condición de homo viator y su crecimiento en gracia y
rrección de Jesús se dio en el momento mismo de su muerte, aun- sabiduría? Una cristología que parte de la humanidad de Jesús,
que no se manifestara hasta tres días después, con la asunción en la que se va vislumbrando su divinidad, nos podrá iluminar el
del cuerpo carnal de Jesús transformado ahora en cuerpo espi- valor permanente de la verdad tradicional acerca de la impeca-
ritual. Con la resurrección termina y se completa el proceso de bilidad de Jesús. La impecabilidad es la forma negativa de expre-
la encarnación. Aquí, materia y espíritu, hombre y Dios, llegan sar la unión de Jesús con Dios y de Dios con Jesús. Jesús fue un
a una unidad indivisible y a una cabal interpretación. Sólo a par- hombre continuamente centrado en Dios. Santidad es la cualidad
tir de la resurrección podemos, en alguna medida, representarnos de quien está en Dios, unido a él y penetrado por él. Pecado es lo
lo que significa realmente hominización de Dios y divinización contrario: es cerrarse en sí mismo hasta excluir a Dios, centrar
del hombre en una unidad inconfundible e indivisible. el yo en sí mismo, incapacidad de amar sin egoísmo. Dado que
Partiendo de tales reflexiones podemos situar y comprender Jesús estaba vacío de sí y totalmente centrado en Dios, no tenía
lo que significa la impecabilidad de Jesús. Los textos neotesta- pecado. En cuanto permanecía en esta actitud fundamental, no
mentarios atestiguan la fe de la Iglesia primitiva en que Jesús, sólo no pecó, sino que tampoco pudo pecar. La impecabilidad de
aunque vivió en nuestra carne mortal (Gal 3,13; 4,4; 2 Cor 5,21; Jesús, por tanto, no consiste en la pureza de sus actitudes éticas,
en la rectitud de sus actos individuales, sino en la situación funda-
mental de su unión con él. Si el pecado original en el hombre con-
21
Cf. L. Boff, Elementos de teología para urna situacáo de crise, en Credo siste en la esquizofrenia de su ser histórico tal como se encuentra,
para amanhá (Petrópolis 1972) 169-197; C. Mesters, A transfiguraqáo de Je-
sús: o sentido das crises na vida, en Deus onde estás? 175-184.
Cf. W. Pannenberg, Fundamentos de cristología, 441ss.
214 Jesucristo, liberador
Jesús, el hombre que es Dios 215
que lo incapacita para amar, para descentrarse radicalmente de sí
mismo y lo distorsiona ontológicamente, hasta en sus últimos re- realmente a imagen y semejanza de Dios. Jesús abarca así toda
pliegues biológicos, impidiéndole colocarse en una posición reve- la humanidad, asumiéndola a fin de liberarla para sí mismo y para
rente ante Dios, entonces debemos decir que Jesús estuvo total- Dios.
mente libre del pecado original. Se encontraba siempre en una
posición recta ante Dios. Asumió nuestra condición humana, mar-
cada por el pecado; pero por gracia y obra del Espíritu Santo, 7. TODOS ESTAMOS DESTINADOS
le faltaba el núcleo degenerador de todos los actos humanos. Decir A SER IMAGEN Y SEMEJANZA DE CHISTO
que asumió la condición humana pecadora significa que asumió
la historia del pecado humano. Lo que acabamos de decir y profesar en la fe sobre Jesús a
El hombre es un nudo de relaciones en todas direcciones, pero partir de Jesús mismo posee una enorme importancia para nos-
un nudo enredado tanto en su vida consciente como en su inconscien- otros los hombres. Si Jesús es verdadero hombre, consustancial a
te personal y colectivo. Y eso tiene su historia. Jesús, aunque sin pe- nosotros, como aseveró la formulación dogmática de Calcedonia,
cado, asumió todo eso y, dentro de su vida, por su amor, por su entonces lo que se afirma de él debe afirmarse también, en alguna
comportamiento, ante los hombres y Dios, fue superando la historia medida, de cada hombre. A partir de Jesús, el más perfecto de
del pecado en su propia carne (cf. Rom 8,3), fue desatando el nudo todos los hombres, podemos entrever quiénes y cómo somos nos-
de relaciones dentro de cada etapa de la vida humana, hasta poder otros mismos. Como Jesús, todo hombre se encuentra en una situa-
relacionarse adecuadamente con el mundo, con el otro y con Dios. ción de apertura a la totalidad de la realidad. El hombre no está
La resurrección representa la definitiva liberación de la estructura abierto solamente al mundo o a la cultura. Está abierto al Infinito,
pecaminosa de la existencia humana y la realización cabal de las que él entrevé en la experiencia del amor, de la felicidad, de la
posibilidades do relación del yo personal con la totalidad de la esperanza, del sentir, del querer y conocer que anhela por eter-
realidad. Jesús redimió al hombre desde dentro, venció las tentacio- nidad y totalidad. El hombre no quiere sólo esto y aquello: lo
nes, las alienaciones y los estigmas que el pecado, en su historia, quiere todo. No quiere sólo conocer a Dios; desea ardientemente
dejó en la naturaleza humana. Por eso, él es para nosotros un poseerlo, gozarlo y ser poseído por él.
ejemplo y el prototipo-arquetipo del verdadero hombre que cada El hombre es capaz de infinito, rezaba una fórmula clásica de
cual debe ser y todavía no es. los pensadores medievales, especialmente entre los franciscanos.
Según la psicología de los complejos de C. G. Jung, cada hom- Jesús realizó de forma absoluta y cabal esta capacidad humana,
bre resume en sí y lleva en su inconsciente toda la historia de las hasta poder identificarse con el Infinito. La encarnación significa
experiencias logradas y frustradas que la psique humana ha rea- la realización exhaustiva y total de una posibilidad que Dios
lizado desde sus orígenes más primitivos animales y cósmicos 23 . colocó, por la creación, en la existencia humana. Esta es la
Cada cual, a su modo, es la totalidad. Admitida la racionalidad de tesis fundamental del más sagaz y sutil de todos los teólogos
esta hipótesis, ella podrá iluminar la realidad recóndita y profun- medievales, el franciscano Juan Duns Escoto (f 1308) M . El
da de la encarnación. El Verbo, al hominizarse, asumió toda esta hombre puede, por amor, abrirse de tal modo a Dios y a los
realidad contenida en la psique humana, personal y colectiva, po- otros que se vacíe totalmente de sí mismo y se llene, en la
sitiva y negativa, abrazando así toda la humanidad. Desde dentro misma proporción, de la realidad de los otros y de Dios. Eso
fue desenmascarando las tendencias negativas que crearon una anti- se dio exactamente en Jesucristo. Nosotros, hermanos de Jesús,
historía y una verdadera segunda naturaleza humana, fue activan- hemos recibido de Dios y de él el mismo desafío: abrirnos cada
do los arquetipos de positividad y especialmente el arquetipo de vez más a todo y a todos para poder ser, a semejanza de Cristo,
mismidad (el arquetipo de Dios) y haciendo aparecer al hombre colmados de la comunicación divina y humana. En nuestra aliena-

24
23
Véase la bibliografía citada en la nota 10 del capítulo anterior. Cf. O pus Oxoniense III, d.lq.l. n.° 9; XIV 100b, XIV 26b; H. Mühlen,
Sein und Person nach J. D. Scotus (Berlín Occ.) 95ss.
216 Jesucristo, liberador

ción y pecado, realizamos de modo deficiente la relación que Jesús XI


de Nazaret concretó de forma exhaustiva y absoluta en su vida te-
rrestre y pneumática. El hombre que cada uno es debe ser inter- ¿DONDE ENCONTRAMOS HOY
pretado no tanto a la luz de su pasado biológico cuanto a la luz A CRISTO RESUCITADO?
de su futuro. Este futuro se manifestó en Jesús encarnado y resu-
citado. El futuro de cada hombre está no en la tierra, sino en la
muerte y en el más allá de la muerte, en el poder realizar la ca- La resurrección abrió una nueva dimensión y descubrió un
pacidad de infinito que Dios infundió en su ser. Sólo entonces nuevo horizonte en la comprensión de la realidad. En Cristo se
realizará en plenitud la imagen y semejanza de Cristo, que marca manifestó la meta hacia la cual se dirigen el hombre y el propio
toda su existencia. La encarnación, por tanto, encierra un mensaje cosmos: total realización y plenitud cósmico-humano-divina. En él,
concerniente no sólo a Jesucristo, sino también a la naturaleza ; glorificado en su realidad material, descubrimos el destino futuro
al destino de cada homhre. Por ella sabemos quiénes somos de del hombre y de la materia. El está presente en la realidad cósmi-
Aecho y a qué estamos destinados, quién es Dios, que en Jesucris- ca, en la realidad humana, personal y colectiva, de manera anóni-
to nos vino al encuentro con una imagen semejante a la nuestra ma o patente, culminando en la Iglesia católica, sacramento pri-
para —respetando nuestra alteridad— asumimos y colmarnos con mordial de la presencia del Señor. El sentido de ser cristiano es
su divina realidad. intentar constantemente reproducir de nuevo, dentro de la vida, lo
que apareció en su máxima intensidad y se hizo fenómeno histó-
rico en Jesús-Verbo encarnado-resucitado.

1. EL CRISTIANISMO NO VIVE DE UNA


NOSTALGIA, CELEBRA UNA PRESENCIA

El cristianismo no se presentó al mundo como una religión que


vive de la nostalgia de un hecho feliz del pasado, sino que surgió
como anuncio y celebración de la alegría de una presencia, la de
Cristo resucitado. Desde la resurrección, Jesús de Nazaret, muerto
y sepultado, no vive sólo a través de su recuerdo y de su mensaje
liberador de la conciencia oprimida. El mismo está presente y vive
una forma de vida que supera las limitaciones de nuestro mundo,
marcado por la muerte, y realiza en sí todas sus posibilidades en
todas las dimensiones. De ahí que resurrección no sea sinónimo
de reanimación de un cadáver, como fue el caso de Lázaro (Jn 11)
o el de la hija de Jairo, que necesitaron comer (Me 5,45) y, por
fin, murieron nuevamente. La resurrección debe entenderse como
la total y exhaustiva realización de la realidad humana en sus rela-
ciones con Dios, con el otro y con el cosmos. La resurrección es,
pues, la escatologización del hombre que ya alcanzó el fin del pro-
ceso evolutivo y quedó inserto en la realidad divina. Con la re-
surrección, Cristo no dejó este mundo, sino que lo penetró en
profundidad y ahora está presente en toda la realidad, del mismo
218 Jesucristo, liberador
¿Dónde encontramos hoy a Cristo resucitado? 219
modo como Dios está presente en todas las cosas: «Yo estoy con
párente y comprensible si se considera a partir de su realización
vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20). La
y de su término. Entonces se verá que, para alcanzar la meta final,
fe cristiana vive de esta presencia y desarrolla una óptica que le
el comienzo (la creación del mundo) y el medio (la creación del
permite ver toda la realidad penetrada por los resplandores de la
hombre) eran etapas de un plan más vasto que llegó a la culmi-
resurrección. El mundo se ha hecho, por la resurrección de Cristo,
nación en Jesús resucitado. A partir de estas reflexiones podremos
diáfano y transparente.
comprender mejor la realidad de la presencia de Cristo en el mundo
de hoy y también intentar articular algunas modalidades de la
misma.
2. COMPRENDER EL MUNDO PARTIENDO
DE SU FUTURO YA MANIFESTADO
3. ¿COMO ESTA HOY PRESENTE CRISTO RESUCITADO?
La resurrección abrió una nueva dimensión y descubrió un
nuevo horizonte en la comprensión de la realidad '. En Cristo se Hay varias modalidades de presencia de Cristo dentro de la
manifestó la meta hacia que caminan el hombre y el propio cos- realidad que vivimos. Existe la realidad cósmica, humana, perso-
mos: total realización, plenitud cósmico-humano-divina. Los dina- nal y colectiva; la realidad de la evolución psicosocial, de la Iglesia
mismos ascendentes de la realidad encontraron en el resucitado su como comunidad de los fieles, de los sacramentos, etc. Y a estos
punto de convergencia (cf. Ef 1,10). Con él se inició la nueva modos de ser corresponden modos de presencia de Cristo resucita-
creación futura (2 Cor 4,6). El es el nuevo Adán y la nueva hu- do, dentro y a través de ellos. Analizaremos aquí brevemente las
manidad (Rom 5,14; 1 Cor 15,21.45; cf. Col 1,15.18), el punto Z articulaciones más generales:
y el fin ya alcanzado (Ap 1,17; 21,6). A partir de este fin conse-
guido, se puede ver el sentido de todo el proceso de la creación
y de la liberación. Por eso, en la comprensión cristiana del mun- a) El Cristo cósmico: «la historia está grávida de Cristo»
do, no sólo el comienzo y el pasado son determinantes para des-
cubrir el sentido de la evolución y de la totalidad, sino espe- La encarnación, que no es un mito, sino un hecho histórico
cialmente el futuro, que, manifestado en la resurrección, adquiere percibido por la fe, significa que Jesús se insertó en la humanidad.
una particularísima función esclarecedora y heurística. En Jesús, Por ser hombre-cuerpo, Jesús asume una parte vital de materia.
glorificado en su realidad material, descubrimos el destino futuro Por esta razón se relaciona con nuestro mundo en cosmogénesis 2.
del hombre y de la materia. Debido a esto, Jesucristo transfigura- Jesús-hombre es el resultado de un largo proceso de evolución
do posee un valor cognoscitivo y antropológico inestimable y ab- cósmica. Como cuerpo-espíritu, Jesús de Nazaret era también un
soluto. El provocó una revolución en la interpretación de la reali- nudo de relaciones para con la totalidad de la realidad humana
dad. Ya no podemos contentarnos con analizar el mundo a partir y cósmica que lo rodeaba. Sin embargo, vivió —para usar el len-
de la creación in illo tempore, sino que debemos comprenderlo a guaje semita de la Escritura— de forma sárquica: limitado por
partir de la escatología del futuro presente en Jesús resucitado. el espacio en Galilea, en Palestina, y por el tiempo, dentro de la
En él se realizó, en el tiempo, lo que para nosotros sólo se dará cultura judía, bajo la dominación de los romanos, en una sociedad
al fin de los tiempos. El es la meta anticipada. A partir del fin, sacral, agraria y de relaciones primarias, dentro de una compren-
debemos entender el comienzo. El plan de Dios sólo se hace trans- sión precientífica del mundo, sujeto a las fragilidades humanas del
1 dolor y de la muerte, limitado (en cuanto al conocimiento y a la
Esto lo acentúa fuertemente W. Künneth, Glauben an Jesús? Die
Be/zc/ínimg der Christologie mit der modernen Existenz (Munich-Hamburgo 2
1969) 150-183; R. Schnackenburg, La resurrección de Jesús y la cristología En este aspecto insiste particularmente Teilhard de Chardin; cf. C. F.
neotcslamv.ntaria, en Mysterium Salutis III (Madrid 21981). Mooney, Teilhard de Chardin y el misterio de Cristo (Salamanca 1967);
E. Rideau, O pensamento de Teilhard de Chardin (Lisboa 1965) 245-250.
220 Jesucristo, liberador ¿Dónde encontramos hoy a Cristo resucitado? 221

interrelación) a las posibilidades que la época ofrecía. La presen- (Jue 14,6.19; 15,14), desencadenaba la palabra entusiasta (1 Cr
cia de Cristo en este mundo, en cuanto que vivió la condición 12,19; 2 Cr 15,1; 20,14) y especialmente la palabra profética
sárquica (sarx = came, condición humana frágil), se movía ne- (2 Sm 23,2; y 1 Re 22,24; Ez 6 1 , 1 ; 11,5; Zac 7,12; Miq 3,8;
cesariamente dentro de las limitaciones propias de nuestra condi- Neh 9,30) y dirigía y conducía todo a la salvación (Ez 32,15; Sal
ción terrestre. La resurrección, no obstante, realizó la total apertu- 143,10; Neh 9,20; Ez 63,11.14). El que actuaba así antes laten-
ra del hombre-Jesús a las proporciones de Dios-Jesús. Por la glorifi- temente se manifiesta ahora de forma evidente, como una explosión
cación y transfiguración de su condición sárquica, no abandonó el inimaginable, por la resurrección. Por eso, la resurrección reveló
mundo y el cuerpo: los asumió plena y profundamente. Su capa- la dimensión cósmica de Cristo, colmando el mundo y la historia
cidad de comunión y comunicación con la materia del mundo fue humana desde sus comienzos.
totalmente realizada, de modo que no está presente sólo en el es- Se entiende así por qué Pablo no se interesa tanto por el
pacio y en el tiempo palestinense, sino en la totalidad del espacio Cristo según la carne (limitado y frágil: Cristo hala sárka), sino
y del tiempo. El homo absconditus (el hombre escondido), en Jesús casi exclusivamente por el Cristo según el Espíritu (Cristo katá
fue, por la resurrección, transformado en homo revelatus (hombre pneuma, abierto a las dimensiones de Dios y de toda la realidad:
totalmente revelado). Pablo expresa esta verdad diciendo que el
2 Cor 5,16). Al reflexionar sobre las dimensiones cósmicas del
Cristo resucitado vive ahora en forma de Espíritu (cf. 2 Cor 3,17;
hecho de la resurrección y ver en él la meta del plan de Dios sobre
1 Cor 6,17; 15,45; 2 Cor 3,18; Rom 8,9), y su cuerpo sárquico
el mundo y el hombre, los autores del Nuevo Testamento elabora-
fue transformado en cuerpo pneumático-espiritual (cf. 1 Cor 15,
ron los primeros elementos de una cristología trascendental y cós-
44) 3.
mica 5 . Si la resurrección había mostrado el fin de los caminos
Al decir que Cristo glorificado es Espíritu, Pablo no piensa de Dios y manifestado plenamente la acción del Espíritu iniciada
todavía en el Espíritu en términos de la tercera persona de la con la creación, podían decir que todo había caminado hacia
Santísima Trinidad, sino que quiere expresar el modo de existen- Cristo como hacia su punto de convergencia (Ef 1,10); él cons-
cia de Jesús resucitado y así revelar las reales dimensiones de la tituye la plenitud de los tiempos (Gal 4,4) y la plenitud de todas
novedad de la resurrección: Cristo superó todas las limitaciones las cosas (Ef 1,22-23; 4,10; Col 2,9-10; 1,19); todo fue creado
del espacio y del tiempo terrestres y ya vive en la esfera divina de para él y por él (Col 1,16; 1 Cor 8,6; Heb 1,2.10; Jn 1,13;
plenitud y total presencia en todas las cosas 4. Así como el Espíritu Ap 3,14), y en él todas las cosas tienen su existencia y consisten-
ocupa todo el universo (Sal 139,7; Gn 1,2), así también lo ocupa cia (Col 1,17-18). Tales afirmaciones, de extrema gravedad teoló-
el Resucitado. La resurrección hizo patente lo que estaba oculto: gica, sólo son posibles y comprensibles si admitimos, con el Nuevo
que Cristo Espíritu actuaba en el mundo desde el comienzo (Gn 1, Testamento, que Jesús resucitado reveló en sí el fin anticipado del
2) : era la fuerza creadora en la naturaleza (Jn 37,10; cf. Gn 2,7) mundo y el sentido radical de toda la creación. Si Cristo es el fin
y en el hombre (Gn 2,7; Sal 104,30; Jn 2 7 , 3 ) ; era el poder de y punto Omega, el comienzo de todo está en función de él, y por
Dios, creador de las funciones espirituales de sabiduría, inteligen-
su causa todo ha sido hecho. Entonces el primer hombre no fue
cia, sentido artístico y habilidad (Ex 3 1 , 3 ; 35,31; Is 11,2); era el
Adán, sino Cristo. Dios, al crear a Adán, tuvo a Cristo en su
que, como Espíritu, suscitaba una fuerza corporal extraordinaria
pensamiento. Cristo se constituye como el mediador de todas las
cosas. Pero eso sólo fue revelado y manifestado a la conciencia de
5
Cf. A. Grabner-Haider, Auferstehungsleiblichkeit: «Stimmen der Zeit» la fe por el acontecimiento de la resurrección, cuando se hizo pa-
181 (1968) 217-222; L. Boff, O sentido antropológico da morte e da ressurrei- tente lo que estaba oculto en Jesús de Nazaret.
cáo: REB 31 (1971) 306-332, con bibliografía. Los sinópticos expresan esta fe mostrando, por la genealogía
4
Cf. I. Hermann, Kyrios und Pneuma (Munich 1961); H. Mühlen, Una
mystica persona. Eine Person in vielen Personen (Munich 1968); id., El acon- 5
Cf. El evangelio del Cristo cósmico, con la bibliografía citada. Cf. tam-
tecimiento Cristo como acción del Espíritu Santo, en Mysterium Salutis III, bién K. H. Schelkle, Die Schópfung in Christus, en Die Zeit Jesu, Hom.
960-984; L. Boff, Die Kirche ais Sakrament des Pneuma, en Die Kirche ais H. Schlier (Friburgo 1970) 208-217; F. Mussner, Creación en Cristo, en Mys-
Sakrament im Horizont der Welterfahrung (Paderborn 1972). terium Salutis II, 505-512.
222 ¿Dónde encontramos hoy a Cristo resucitado? 223
Jesucristo, liberador
rado. El Señor no está lejos de nosotros; los elementos materiales
de Jesús, que hacia él había caminado toda la historia desde
son sacramentos que nos colocan en comunión con él, pues ellos,
Abrahán (Mt 1-17) o, mejor dicho, desde Adán (Le 3,23-38) 6 .
en lo más íntimo de su ser, pertenecen a la propia realidad de
Juan dará un paso más y dirá que la propia historia del mundo
Cristo. Con otras categorías lo expresa también Mateo, cuando
material depende de él, porque «sin él no se hizo nada de cuanto
pone las siguientes palabras en boca del Resucitado: «Yo estoy
existe» (Jn 1,3). Juan usa una palabra que, para sus oyentes,
con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (28,20). Y Agus-
tenía una función mediadora, reveladora y salvífica de orden cós-
tín, con su típico realismo, comentaba: «La historia está grávida
mico : Logos. Anuncia que Jesús es el Logos (palabra, sentido) y
de Cristo».
dice a los destinatarios de su evangelio que el sentido secreto que
abarca todo el universo y se esconde en cada ser y en cada hecho
no permaneció como una idea abstracta, sino que, cierto día, se hizo
carne y puso su tienda entre nosotros (Jn 1,14) 7. Quien, como b) Cristo y el cosmos
Jesús, introdujo la nueva creación tuvo también que colaborar en
la vieja. Por eso fue y es creado como el primero y el último Un lector moderno, al cabo de estas reflexiones, podría pregun-
(Ap 1,17), el comienzo y el fin; creación y consumación deben tarse : ¿ No será que toda esta reflexión sobre el Cristo cósmico
corresponderse: «he aquí que hago tanto lo primero como lo úl- obedece a una concepción tolomeica del cosmos, para la cual la
timo» 8. La cristología cósmica, como especulación y fe, quiere tierra o nuestro sistema solar es todavía el centro de todo? Las
fundamentalmente profesar que Cristo es el comienzo, el medio y ciencias modernas nos hablan de las dimensiones indefinidas de
el fin de los caminos de Dios y la medida de todas las cosas. En nuestro universo. Los sistemas cerrados dependen de nuestro punto
la epístola a los Efesios se dice que la totalidad del cosmos está de vista. La realidad de los espacios siderales, poblados de millo-
en él resumida y colocada como debajo de una sola cabeza (1,10). nes y millones de galaxias, nos obliga a pensar en sistemas abier-
En este sentido, el ágraphon (palabras de Cristo no contenidas en tos, donde nada prácticamente es a priori imposible. Esto no deja
los evangelios) del logion 77 del evangelio apócrifo de Tomás ex- de reflejarse en nuestras afirmaciones religiosas, tanto más cuanto
presa bien la fe de la comunidad primitiva que es también la éstas se presentan a menudo con carácter dogmático, infalible e
nuestra. Allí habla Cristo resucitado: «Yo soy la luz que está irreformable. ¿No habrá otros seres espirituales en otros planetas
sobre todas las cosas. Yo soy el universo. El universo salió de mí de otros sistemas? 10. ¿Cuál será su relación con Jesús de Nazaret
y retornó hacia mí. Corta un pedazo de leña y yo estoy allí dentro; y con Cristo resucitado? ¿Necesitarán también ellos de redención?
levanta una piedra y yo estoy debajo de ella» 9. Aquí se profesa Y si no la necesitaran, ¿cómo deberíamos representar la función
la ubicuidad cósmica del Resucitado. Los sentidos no sienten y de la encarnación de Dios? ¿También a ellos se habría comuni-
los ojos no pueden captar el corazón de las cosas. La fe nos abre cado el Verbo u otra persona divina en forma encarnada? ¿Po-
un acceso iluminador a la intimidad última del mundo, hasta donde dremos seguir hablando de una unidad en el plan divino de la
él se revela como templo de Dios y del Cristo cósmico transfigu- creación, de la redención y de la consumación?
Quizá alguien diga que estas preguntas son ociosas y sin sen-
* Cf. J. Daniélou, Os Evangelhos da infancia (Petrópolis 1969) 7-13; tido porque no poseemos las condiciones necesarias para respon-
J. Riedl, Die Vorgeschichte Jesu (Stuttgart 1969) 14-29; A. Heising, Gott derlas adecuadamente. Creemos que nadie tiene derecho a limitar
wird Mensch. Eine Einführung in die Aussageabsicht und Darstellungsweue la capacidad humana de preguntar y discutir especialmente en el
von Mt 1-2; Lk 1-2; 3,23-28 (Tréveris 1967) 29-35; R. E. Brown, El naci- campo religioso, donde tocamos deslumhrados el misterio absoluto
miento del Mesías. Los relatos evangélicos de la infancia (Madrid 1981).
7
Cf. R. Schnackenburg, Das Johannesevangelium I (Friburgo 1965) 257- 10
269; 290-302; J. Jeremías, The Revealing Word: The Central Message of the Cf. R. Macgowan, F. Ordway, Inteligencia no Universo (Petrópolis
New Testament (Londres 1965) 71-90; A. Feuillet, O prólogo do quarto Evan- 1970) 369-386; Pb. Dessauer, Geschópfe auf frcmdcn Welten: «Wort und
gelho (Sao Paulo 1970). Wahrheit» 9 (1954) 576ss; D. Grasso, La teología e la pluralita dei mondi
8
Cf. Barnabas, 6, 3; Apost. Didaskalia, 6, 18,15. abitad: «La Civiltá Cattolica» 103 (1952); E. Bettencourt, A vida que co-
9
Cf. J. Jeremías, Únbekannte Jesusworte (Güterslob 1963) 100-104. meca com a morte (Río de Janeiro 1955) 259-266.
224 Jesucristo, liberador
¿Dónde encontramos hoy a Cristo resucitado? 225
de Dios, que jamás puede ser aprehendido por ninguna defini-
aportar, quizá, alguna luz: la totalidad de la realidad, que perci-
ción ni armonizado dentro de un sistema de comprensión. Este
bimos y que nuestros instrumentos de indagación nos revelan
problema preocupó ya al joven Paul Claudel, a Teilhard de
cada vez mejor, no se presenta caótica, sino profundamente ar-
Chardin y al gran escritor y teólogo laico austríaco Reinhold
moniosa. Hay una unidad radical que trasciende y vincula a todos
Schneider, que convirtió tales cuestiones en un drama personal de
los seres entre sí. Las cosas no están desordenadas, unas en medio
su vejez n. Desesperado, se preguntaba: «Si reconocemos los sig-
o por encima de las otras. El mundo es fundamentalmente un
nos de Cristo en la historia, ¿podremos reconocerlos también en
cosmos, como la genial intuición de los griegos lo percibió muy
el cosmos? Es osadía invocar al cosmos como testimonio de Jesu-
bien. ¿Qué es lo que hace del mundo una unidad y una totalidad?
cristo. El Señor vivió y anduvo por el estrecho camino de los hom-
¿Cuál es el principio que une a los seres en el ser y en una es-
bres. Como Sócrates, buscó solamente al hombre y respondió a
tructura invisible de totalización? Este problema trasciende los
su existencia ofreciéndole una oportunidad personal; el enigma que
límites de las ciencias que estudian campos específicos de la reali-
el cosmos abre... eso no lo percibió» 1 2 . Teilhard respondía al
dad y exige una reflexión de orden metafísico que se pregunta
problema introduciendo una reflexión nueva, exhaustiva, de su
por el todo en cuanto todo. Entonces, ¿qué es lo que hace de todas
meditación sobre el proceso de complejidad-conciencia de la curva
las cosas, aun de las más distintas en el cosmos, un todo? Leibniz,
evolutiva: existe la infinita grandeza de los espacios siderales;
que también vio el problema, respondió proponiendo la teoría del
frente a ella el hombre parece realmente una magnitud desprecia-
vínculo sustancial que comprende todo, uniendo un ser con otro.
ble, perdido como un átomo errante por los infinitos espacios
Para él, como para M. Blondel, que tomó la teoría de Leibniz,
vacíos. Existe de igual modo la infinita pequenez del microcosmos,
Cristo resucitado sería el vínculo sustancial, el «amante supremo
que se comporta probablemente de acuerdo con la misma estruc-
que atrae y une 'por arriba', peldaño por peldaño, la jerarquía
tura del macrocosmos. Pero existe además otra grandeza, la infi-
total de los seres distintos y consolidados... Es aquel sin el cual
nita complejidad de la conciencia humana que sabe que existe, que
todo lo que se hizo volvería a la n a d a » u . Evidentemente, un
se da cuenta de su pequenez y de que eso exactamente es lo que
Cristo concebido de este modo no puede ser representado como
constituye su grandeza. Es pequeña y cuantitativamente despre-
un hombre cósmico, preso dentro de nuestras categorías y coorde-
ciable. Pero posee una cualidad nueva que la hace mayor y más
nadas espacio-temporales. Es el Cristo resucitado que superó estas
noble que todas las grandezas físicas y matemáticas imaginables:
limitaciones y ahora está presente no de manera física, sino pneu-
puede pensar y, especialmente, puede amar. Un único acto de
mática. Es decir, está presente en el corazón de las cosas, en la
amor, señalaba excelentemente Pascal, vale más que el universo
realidad transfísica que forma una unidad con todos los seres y
físico entero. En esta cualidad nueva de la autoconciencia el cos-
que puede ser comparada con la presencia y ubicuidad del Espíri-
mos llega a la máxima unidad y convergencia. Por eso, en el
tu (Pneuma) divino, que ocupa todo, constituye el meollo más
hombre se da el sentido de la totalidad. Y Teilhard deducía la si-
profundo de cada ser, sin eliminar su alteridad creacional. Como
guiente conclusión: el mundo no puede tener dos cabezas; sólo
resulta evidente, se trata aquí de una especulación metafísica cuya
Cristo puede ser el centro, su motor, su Alfa y Omega 13.
representación en categorías de imaginación debe ser evitada para
Dentro de semejante perspectiva teilhardiana podemos profun- que no se formen innecesariamente mitos y monstruos.
dizar su intuición y preguntar de qué manera Cristo podrá estar Pero, en cualquier caso, cabe preguntar si existen otros seres
presente y colmar el cosmos todo. La siguiente reflexión nos podrá racionales en el cosmos. A la fe no le repugna su existencia. Por
11
el contrario, en razón de la inmensidad inimaginable del universo
12
Cf. El evangelio del Cristo cósmico, publicado en este volumen. y del fracaso de la humanidad para ser el sacerdote cósmico por
R. Schneider, Verhüllter Tag (Colonia-Olten 1956) 220-222; Winter in
Wien (Friburgo 1959) 132-241; cf. M. Doerne, Theologia tenebrarum. Zu el cual se da gloria a Dios, es posible postular que haya otros
Reinhold Schneiders Spatwerk: «Theologische Literaturzeitung» 86 (1961)
401-404. 14
13
Teilhard de Chardin, Super-Humanité... (1943), t. IX, 209-210. M. Blondel, Un énigme historique: le Vinculum Substantiale d'aprés
Leibniz et le débauche d'un réalisme supérieur (París 1930) 105.
226 Jesucristo, liberador
¿Dónde encontramos hoy a Cristo resucitado? 227
seres espirituales que desempeñen esta función sacerdotal mejor que
el hombre. Como veremos más adelante, si decimos que la encar- ción. Es cierto que el cosmos permite otras dimensiones y conse-
nación del Logos eterno pertenece al orden de la creación, querida cuentemente otra relación con Dios y con su comunicación por el
por Dios para ser exactamente el receptáculo de su entrada en Verbo, diferente de la realizada por Jesús de Nazaret. Sin embar-
ella, entonces podremos decir que, si el Logos eterno que ocupa go, para nosotros, ésa fue la forma con que Dios nos brindó su
toda la realidad apareció en nuestra carne, asumiendo las coordena- gracia; para eso nos creó, redimió y glorificó en Jesucristo. Y el
das evolutivas de nuestro sistema galáxico, nada impide que este hecho de que éste no sea el único modo absoluto de comunicación
mismo Logos eterno haya aparecido y asumido las condiciones es- de Dios con su creación no disminuye en nada su valor para
pirituales y evolutivas de otros seres en otros sistemas. Ya Tomás nosotros. Lo que debemos hacer es mantenernos abiertos a las
de Aquino reflexionaba: «Por el hecho de la encamación, en nada infinitas posibilidades del misterio de Dios, para que, tanleundo,
disminuyó el poder del Padre y del Hijo. Por consiguiente, parece podamos vislumbrarlas y, vislumbrándolas, podamos cantarlas y
que, después de la encarnación, el Hijo puede asumir otra natu- celebrarlas.
raleza humana...» (S. Th. III, 3, 7 sed contra; III Sent. dist. 1, 2,
5 ) . De esta manera realizaría la misión para la que fue destinado
desde toda la eternidad: asumir y divinizar la creación. El modo c) El hombre, principal sacramento de Cristo
de redención, tal como se realizó aquí en la tierra, sería sólo una
forma concreta entre otras tantas, por las que el Verbo de Dios Si todo fue creado por, para y en Cristo de forma que todo
se relaciona con la creación. Nada impide que hayan podido en- posee rasgos del rostro de Cristo, quiere decir de modo muy espe-
carnarse las otras personas divinas. El misterio del Dios Trino cial que el hombre es hermano suyo por la humanidad. El hom-
es tan profundo e inagotable que jamás puede reducirse a una bre no es sólo imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26); es también
concreción como la que se realizó dentro de nuestro sistema galá- imagen y semejanza de Cristo (Rom 8,29; Col 3,10) 15. Primera-
xico y terrestre. mente, Cristo es la imagen de Dios por excelencia (2 Cor 4,4;
La Biblia habla únicamente de la historia de la salvación hu- Jn 6,15; Col 1,15; Flp 2,6; Col 3,9-10; Ef 4,24; Rom 8,29;
mana. No especula sobre otras posibilidades, porque en el tiem- 1 Cor 15,49; 2 Cor 3,18); el hombre lo es después en cuanto que
po en que fue redactada estos problemas eran simplemente inexis- fue pensado y creado en él y por él. Así lo afirmaron especialmen-
tentes. Nosotros, en cambio, nos enfrentamos hoy con tales cues- te Tertuliano y Orígenes 16. Por el simple hecho de la creación, el
tiones y hay que agotar las posibles respuestas dentro de un hori- hombre queda constituido en imagen y semejanza de Cristo. La
zonte más amplio, a partir del propio misterio de Dios y de su encarnación y la resurrección revelaron con mayor profundidad
relación para con la creación. esta grandeza. Cada hombre es de hecho hermano de Jesús y, de
Intentando responder a la pregunta formulada anteriormente alguna forma, participa de su realidad. La resurrección perpetúa
—'¿interesa Jesús solamente a la tierra o a todo el cosmos?— di- y profundiza la participación de Cristo en cada hombre. El, corno
ríamos hipotéticamente que Jesús, por ser un hombre como nos- glorificado, presente en cada ser y en cada hombre, está actuando
otros y además es el Logos que asumió nuestra condición, interesa y haciendo fermentar el bien, la humanidad, la fraternidad, la
solamente a nuestra historia. Pero Jesús de Nazaret no es solamen- comunión y el amor en todos los hombres y en cada uno, donde
te un hombre: forma una unidad inconfundible e indivisible con
el Logos eterno de Dios, segunda persona de la Santísima Trinidad. 15
O. Loretz, Die Gottebenbildlichkeit des Menschen (Munich 1967) espe-
En este sentido interesa a la totalidad de la realidad. El Logos, que cialmente 90-95; K. L. Schmid, Homo imano Dvi im. Alten und Neuen Testa-
comprende todo y que puede haber asumido en otros sistemas otras ment, en L. Scheffczyk (ed.), Der Mensch ais tíüd Gottcs (Darmstadt 1969)
condiciones diversas de las nuestras, aquí se llamó Jesús de Na- 10-48; B. Fraigneau-Julien, Présence du Christ ulorific dans le genre humain:
zaret. Por la resurrección, proyectó la realidad Jesús a las dimen- «Revue des Sciences Religieuses» 45 (1971) 305-338.
14
Cf. Tertuliano, De resurrectione carnis, 6: PL 2, 838; Orígenes, ln Gen,
siones de todo el cosmos. Pero debemos hacer todavía una restric- Hom. 1,13: PG 12, 156; cf. también A. Orbe, El hombre en la teología de
san heneo: «Gregorianum» 43 (1962) 449-491.
228 Jesucristo, liberador
¿Dónde encontramos hoy a Cristo resucitado? 229
quiera que esté. Pero ¿en qué sentido podemos decir que cada
su causa adelante. Independientemente de la coloración ideológica
hombre es el lugar donde encontramos a Dios y a Jesucristo? El
y de la adhesión a alguna religión o credo cristiano, siempre que
prójimo, cuando es amado, aceptado como es en su grandeza y en
el hombre busca el bien, la justicia, el amor humanitario, la so-
su pequenez, revela una trascendencia palpable. Nadie se deja de-
lidaridad, la comunión y el entendimiento entre los hombres, siem-
finir, nadie puede ser encuadrado dentro de una situación. Ese algo
pre que se empeña en superar su propio egoísmo, en hacer este
más que escapa continuamente, que es el misterio íntimo de cada
mundo más humano y fraterno y se abre a una trascendencia que
persona, constituye su trascendencia.
da sentido a su vida, ahí podemos decir, con toda certeza, que el
El otro es el lugar donde yo percibo la trascendencia y tam-
Resucitado está presente porque sigue adelante la causa, por la que
bién la presencia viva y concreta de la trascendencia. A esta tras-
él vivió, sufrió, fue procesado y también ejecutado. «El que no está
cendencia la llamamos Dios. Dios no está lejos del hombre, es su
contra nosotros, está con nosotros» (Me 9,40; Le 9,50), dijo tam-
máxima profundidad. En Jesús, Dios apareció de forma concreta,
bién el Jesús histórico derribando así las barreras sectarias que
asumiendo nuestra condición humana. Por eso, cada hombre re-
dividen a los hombres y que impiden considerar hermanos a quie-
cuerda al hombre que fue Jesús. Aceptar al pobre como pobre es
nes no se adhieren al propio credo. Todos los que se asociun a
aceptar a Jesús pobre. El se esconde detrás de cada rostro huma-
la causa de Jesús están hermanados con él, y él actúa en ellos para
no. La fe nos manda mirar con profundidad el rostro del hermano,
que haya en este mundo mayor apertura al otro y mayor lugar
amarlo, darle de comer, de beber, vestirlo y visitarlo en la cárcel,
humano para Dios. Cristo no vino a fundar una religión nueva:
porque visitándolo, vistiéndolo, dándole de beber y de comer, es-
vino a traer un hombre nuevo (Ef 2,15) que no se define por los
tamos hospedando y sirviendo al propio Cristo. Por eso, el hombre
criterios establecidos en la sociedad (Gal 3,28), sino por su en-
es la mayor aparición no sólo de Dios, sino también de Cristo
trega a la causa del amor, que es la causa de Cristo 1 8 . Como
resucitado en medio del mundo. Quien rechaza a su hermano, re-
Espíritu, Jesús resucitado actúa donde quiere. En la plenitud de
chaza al propio Cristo, porque quien repele la imagen y semejanza
su realidad humana y divina, trasciende todas las posibles barreras
de Dios y de Cristo repele al propio Dios y al propio Cristo
opuestas a su acción, de lo sacro y de lo profano, del mundo y de
(cf. Gn 9,6; Mt 25,42-43). Sin el sacramento del hermano, ninguno
la Iglesia, del espacio y del tiempo. Alcanza a todos, especialmen-
podrá salvarse. De esta manera se evidencia la identidad del amor
te a los que luchan en sus vidas por aquello por lo que el propio
al prójimo con el amor a Dios 17. El hombre encierra en sí tam-
Jesús luchó y murió, aun cuando no hagan una referencia explí-
bién esta posibilidad realizada en Cristo, y eso funda en él su
cita a él y a su significado salvífico universal. De ahí que puedan
radical dignidad y última sacralidad, sólo penetrada por Dios mis-
ser llamados cristianos anónimos o implícitos.
mo (Ap 2,27). Solamente por la fe sabemos que el Señor está
presente en cada hombre. Con nuestra propia resurrección, que
será semejante, veremos y gozaremos y amaremos, amaremos y
entenderemos nuestra fraternidad con Jesucristo encarnado y re- e) Presencia de Cristo en los cristianos explícitos
sucitado (cf. 1 Jn 3,2).
Cristo resucitado está presente de manera más profunda en
quienes se han propuesto seguirlo e imitarlo por la fe, por el amor,
d) Presencia de Cristo en los cristianos anónimos por la adhesión explícita y evidente a su divina realidad y signifi-
cación absoluta para nuestra exigencia ante Dios ,9. En una pala-
Jesús resucitado está presente y actúa de modo especial en
aquellos que, en el vasto ámbito de la historia y de la vida, llevan 18
Cf. E. Stauffer, Die Botschaft Jesu damals und heute (Munich 1959)
17
Cf. K. Rahner, Sobre la unidad del amor a Dios y el amor al prójimo, 55-67; R. Schnackenburg, Mitmenschlichkeit im llorizont des Neuen Testa-
en Escritos de Teología VI (Madrid 1969) 271ss; V. Warnach, Ágape. Die mentes, en Die Zeit Jesu, 70-92; J.-B. Metz, Befreiendes Gedachtnis Jesu Christi
Liebe ais Grundmotiv der neutestamentlichen Theologie (Dusseldorf 1951) (Maguncia 1970).
367-369, 449ss. " Recojamos los trabajos más significativos. M. Hengel, Nachfolge und
Charisma (Berlín 1968); H. D. Betz, Nachfolge und Nachahmung Jesu Christi
230 Jesucristo, liberador
¿Dónde encontramos hoy a Cristo resucitado? 231
b r a : Cristo está presente de forma cualificada en los cristianos.
Cristiano es fundamentalmente la persona que se decide a imitar y nueva realidad de tal forma que, dentro del viejo hombre mar-
seguir a Cristo. El bautismo es el símbolo de tal propósito. Por cado por la ambigüedad pecado-gracia, justicia-injusticia, co-
su parte, el sentido de la imitación de Cristo es en sí sencillo: mienza a crecer el hombre nuevo (2 Cor 5,17; Ef 2,15; 4,22-24)
intentar comportarse en la propia situación existencial como Cris- que con la muerte terminará en la resurrección (1 Cor 6,14;
to se comportó en la suya. De esta manera, el esclavo ultrajado 2 Cor 5,8; Flp 1,20-23). En todos los cristianos sinceros, aun en
sufrirá como Cristo, que, al ser insultado, no replicó con insultos, aquellos que no se hallan en comunión plena con la Iglesia ca-
y al ser atormentado, no amenazó (1 Pe 2,23). Imitar a Cristo tólica, está el Resucitado presente; por eso, «merecidamente son
no es copiar o remedar sus gestos; consiste en poseer la misma reconocidos como hijos de la Iglesia, como hermanos en el Se-
actitud y el mismo espíritu de Jesús, encarnándolo en la situación ñor» 70.
concreta, que es diferente de la de Jesús; imitar es «tener entre
vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo» (Flp 2,5), ser
como él, abnegado, sentir con los otros e identificarse con ellos, f) La Iglesia católica, sacramento
perseverar en el amor y en la fe, en la bondad del corazón huma- primordial de la presencia del Señor
no hasta el fin y, en función de eso, no tener miedo a criticar y
discutir una situación religiosa o social que no humanice al hom- Cristo resucitado, que llena todo el cosmos, que se halla pre-
bre, que no le libere para el otro y para Dios; es tener el coraje sente en cada hombre, que se manifiesta por la fe en todos los
de ser liberal y, al mismo tiempo, mantener el equilibrio; usar que llevan su causa adelante y que constituye un fenómeno en los
fantasía creadora y ser fiel a las leyes que ayudan al clima de amor cristianos explícitos, alcanza el mayor grado de concreción his-
y de comprensión humana, a semejanza de Cristo. Una forma más tórica en el católico que está en posesión del Espíritu Santo
radical de la imitación es seguir a Jesús. En la época de su vida (cf. Lumen gentium n. 14). La Iglesia, comunidad de los fieles,
terrestre, seguirlo significaba andar con él, ayudarlo a anunciar la forma el cuerpo de Cristo resucitado. Ella es cuerpo, no a seme-
buena nueva de que el mundo tiene un futuro totalmente reconci- janza del cuerpo sárquico (carnal) de Jesús, sino de su cuerpo
liado con Dios, con el hombre y consigo mismo (Me 1,17; 3,4-15; pneumático (resucitado) 21. Este cuerpo, por tanto, no está limi-
6,7.13; Le 9,1-6; 10,1-20) y participar de su destino, incluso con tado a un determinado espacio, sino que, ya liberado, se relaciona
riesgo de la propia vida y de muerte violenta (Me 8,34; Mt 16,24; con la totalidad. La Iglesia local, donde se oye la palabra de Dios,
Le 9,23; 14,27). Después de la resurrección, cuando ya no se podía donde la comunidad se reúne para celebrar la presencia del Resu-
hablar de seguir a Cristo, porque en ese momento había pasado a citado en la mesa eucarística, y donde vive el vínculo del amor,
ser celestial, de visible a invisible, se interpretó la expresión o se le de la fe, de la esperanza, de la caridad y de la comunión con la
dio un nuevo significado: seguir a Cristo y ser su discípulo (Hch jerarquía, da forma concreta al Señor presente. Por ser pneu-
11,26), supone unirse a él por la fe, por la esperanza, por el amor, mático, el cuerpo del Señor no se restringe solamente a la Iglesia,
por el Espíritu (1 Cor 6,17), por los sacramentos (Rom 6,3ss; 1 Cor pero en ella se hace presente de forma única: «Yo soy Jesús, a
11,17-30) y así estar en él y formar con él un cuerpo (1 Cor 12,27; quien tú persigues», dijo el Resucitado a Saulo, que perseguía
Rom 12,5). Esto es lo que se llamó ser cristiano. Este seguir a Jesús a los cristianos para matarlos (Hch 9,2).
no debe ser reducido a una categoría moral; unidos así profunda- En el magisterio infalible, en los sacramentos y en el anuncio
mente a Cristo resucitado, él está en nosotros, nos incluye en su y gobierno ortodoxos, Cristo resucitado se hace presente sin nin-
guna ambigüedad: es él quien bautiza, consagra y perdona; es él
im NT (Tubinga 1967); A. Schulz, Nachfolgen und Nachahmen. Studien über 20
das Verháitnis der ntl. Jüngerschaft zur urchristlichen Vorbüdethik (Munich 21
Unitatis redintegratio, n. 3.
1962), y el resumen de esta obra en Discípulos do Senhor (Sao Paulo 1969); Cf. E. Schweizer, Kirche ais der missionarischc Leib Christi, en Kirche
R. Schnackenburg, Nachfolge Christi, en Christliche Existenz nach dem Neuen heute (Bergen-Enkheim 1965) 26ss; J. A. T. Robinson, Le corps. Étude sur la
Testament I (Munich 1967) 87-105. théologie de Saint Paul (Lyon 1966) 85-103Í J. Ratzinger, Introducción al
cristianismo (Salamanca 1970).
232 Jesucristo, liberador
¿Dónde encontramos hoy a Cristo resucitado? 233
quien enseña cuando la Iglesia, de forma solemne e infalible, esta-
blece, en asuntos de fe y moral, orientaciones para toda la Iglesia del Señor: «Este es mi cuerpo (yo) que he entregado por vos-
universal; es él quien gobierna cuando la Iglesia, en asuntos de otros... Este es el cáliz de mi sangre (vida) que he derramado
su catolicidad y colegialidad con el papa, toma decisiones que por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los peca-
atañen a todo el pueblo de Dios. La Iglesia se constituye de esta dos». Quien recibe la eucaristía debe vivir de la entrega y de la
manera en el sacramento primordial de la presencia del Señor apertura a los otros. La eucaristía es una llamada a la recipro-
resucitado. En la palabra, especialmente en la oración y medita- cidad, vivida también fuera del sacramento, dentro de la vida,
ción de sus misterios, el Señor está presente, como él lo prometió a fin de que el católico sea transparencia y sacramento de la pre-
(Mt 18,20); «en la liturgia, Dios habla a su pueblo, Cristo con- sencia del Resucitado en el mundo.
tinúa anunciando su evangelio», comentaba excelentemente la
Constitución Litúrgica del Vaticano II (n. 3 3 ) . De hecho, los ac-
tos litúrgicos, gestos, palabras y objetos sagrados asumen un ca- 4. CONCLUSIÓN :
rácter simbólico: simbolizan el encuentro del Resucitado con sus EL ORGULLO DE LOS CRISTIANOS
fieles y lo hacen mistéricamente presente en el viejo mundo 22. En
ellos, y a través de ellos, Cristo se comunica y el hombre experi-
El Señor transfigurado, presente en todos los hombres, desti-
menta su proximidad. No obstante, en la eucaristía es donde el
na a los cristianos y a los católicos a una misión: ser imagen y
Señor resucitado adquiere el máximo grado de densidad y de pre-
signo de él en el mundo. Muchas veces, por nuestro modo de ser
sencia; la transustanciación del pan y del vino localizan al Resu-
y de actuar, nos convertimos en contrasigno del Señor y de su
citado bajo especies totalmente circunscritas: aquí está él, en la
causa; en vez de ser un syn-bolon de Cristo (signo que habla y
totalidad de su misterio y en la realidad de su transfiguración.
lleva hacia Cristo), nos transformamos en dia-bolon (signo que
El pan y el vino exhiben y contienen, bajo la frágil realidad ma-
separa y divide). Otras veces, las Iglesias sucumben a la tentación
terial, al Señor mismo, en el pleno realismo de su humanidad
y, en lugar de representar a Cristo, lo sustituyen 23 . En vez de
transfigurada, entregándose a todos, como siempre lo hiciera en
llevar a los hombres a Cristo, los atraen solamente a sí mismas.
su existencia sárquica y ahora, de forma cabal, en su existencia
En ocasiones no se crea el silencio suficiente para que su voz
^pneumática. El tomar y comer su cuerpo y sangre significan el
se haga oír. A las Iglesias se aplican, sobre todo, las palabras de
sentido radical de su entrega: incluirnos en su propia vida, en-
Juan Bautista: «Es preciso que él crezca y que yo disminuya»
trando en la nuestra, porque «la participación en el cuerpo y
(Jn 3,30). Todos los cristianos deberían vivir en sí el sentido
sangre de Cristo no hace otra cosa sino transformarnos en aquello
de la taza: su orgullo está en la bebida, su humildad en el servir,
que recibimos» (Lumen gentium n. 2 6 ) . Comiendo el cuerpo de
como escribía en su diario íntimo Dag Hammarskjold en 1954 M .
Cristo en la eucaristía, el pueblo de Dios se torna también cuerpo
El sentido de ser cristiano es intentar reproducir constantemente
de Cristo. La presencia eucarística no constituye un fin en sí,
en su vida lo que hizo Jesucristo: crear espacio para que él, a
sino que es el medio por el que Cristo quiere vivir en la intimidad
través de nuestra existencia y comportamiento, pueda aparecer
de los suyos. La eucaristía celebra la entrega y autocomunicación
e invitar a los hombres. Cada cristiano y la Iglesia toda deberían
comportarse como el amigo del novio: «El que tiene a la novia
a
Cf. los distintos trabajos presentados al Congreso Internacional de Teo- es el novio, pero el amigo del novio, el que asiste y le oye, se
logía del Vaticano II, en Acta Congressus Internationalis de Theologia Con- alegra mucho con la voz del novio» (Jn 3,29). ¿Podemos decir
cilü Vaticani II (Roma 1968) 271-338, especialmente la contribución de con J u a n : «Este gozo se tornó mío y fue completo?» (ibíd.).
K. Rahner, De praesentia Domini in communitate cultus: synthesis theologica,
ibíd., 316-338; De Haes, Les présences du Christ-Seigneur. Différents modes 23
a"actualisation dans la Liturgie: «Lumen Vitae» 20 (1965) 259-274; J. Caste- Cf. L. Boff, Das syn-bolische und das dia-bolische Moment im Sakra-
llano, La presencia de Cristo en la asamblea litúrgica: «Revista de Espiri- ment der Kirche, en Die Kirche ais Sakrament im Horizont der Welterfahrung,
tualidad» 30 (1971) 222-235. cap. XVII.
34
Dag Hamarskjold, Pensamentos (Río de Janeiro 1967) 113.
234 Jesucristo, liberador

«No es el aceite, no es el aire, sino el punto de combustión, el XII


punto de claridad que hace nacer la luz. Tú eres únicamente
la lente en el haz dé luz. Puedes sólo recibir, dar y poseer la luz,
¿COMO LLAMAREMOS HOY A JESUCRISTO?
como hace la lente. Si luchas por ti mismo y por tus derechos
impides que el aceite y el aire se encuentren en la llama; robas
la transparencia de la lente. La santidad debe apagarse para que La fe en Cristo es un continuo proceso de inserción de lo que
pueda nacer, dehe apagarse para que pueda concentrarse y ser él significa en nuestra postura ante la vida el hombre y el mun-
irradiada» s . do. ¿Cómo vamos a expresar nuestra fe con fórmulas inteli-
La resurrección de Cristo trajo una óptica nueva en la visión gibles para nosotros y que representen nuestra contribución a
del mundo. Sólo por la fe descubrimos lo recóndito de las cosas, la tarea de descifrar el misterio de Cristo? En este capítulo se des-
el punto donde se relacionan con Dios y con el Cristo cósmico, taca que la humanidad de Cristo, reveladora de Dios y de las
que ahora, resucitado, ha penetrado en el corazón de la materia respuestas a los anhelos humanos, constituye el puente que nos
y de toda la creación. En la situación terrestre, como viajeros y une a Cristo. La admiración por él, antes y ahora, está en el ori-
tanteadores de las realidades definitivas, poco experimentamos gen de toda cristología. Se pasa en seguida revista a algunos tí-
de todo eso. Pero nos consolamos con las palabras de P e d r o : tulos o nombres por los cuales nosotros hoy introducimos a Cristo
«A quien amáis sin haberlo visto; en quien creéis, aunque de dentro de nuestra comprensión: Jesús como homo revelatus, el
momento no lo veáis, rebosando de alegría inefable y gloriosa; futuro presente, conciliación de los opuestos, revolucionario, ar-
y alcanzáis la meta de vuestra fe, la salvación de las almas» quetipo de la más perfecta individualización y Dios de los hom-
(1 Pe 1,8). bres. Jesús-Hombre es continua memoria crítica de lo que debe-
ríamos ser y todavía no somos y una permanente invitación para
que lo seamos cada vez más.

En las reflexiones anteriores hemos intentado articular, en sus


coordenadas principales, el llamado proceso cristológico. Cada
grupo cultural —los judíos palestinenses, los judíos de la diáspora
y los griegos— atribuyó a Cristo los mayores títulos y los más
excelentes de honra y de gloria que su ambiente ofrecía, intentan-
do descubrir la riqueza revelada en su vida, muerte y resurrec-
ción. El Nuevo Testamento menciona cerca de setenta títulos o
nombres diferentes conferidos a Jesús. Los siglos posteriores aña-
dieron otros. Lo que se hizo fue simplemente confrontar en la fe,
la totalidad de la vida con el misterio de Cristo, insertado en la
existencia humana, de modo que aparezca como el liberador,
el sentido de la vida y del mundo, el que ya en el camino nos
señala la llegada final, ofreciendo así armonía, coherencia, luz
y significación para la problemática fundamental vivida por los
hombres.

'• Ibíd., 173.


1. EN CRISTOLOGIA NO BASTA CONOCER
LO QUE OTROS YA CONOCIERON a) La fe en Cristo no radica
en el arcaísmo de las fórmulas
La fe en Cristo es un continuo proceso de inserción de cuanto
La figura de Jesús nos llega cargada y rodeada de tantos tí-
él significa en nuestra comprensión de la vida, del hombre y del
tulos y declaraciones dogmáticas que para el hombre común re-
mundo. Hasta ahora había predominado en la cristología la pers-
sulta casi inaccesible. Su atracción y luminosidad, su vigor crea-
pectiva sacral; la mayoría de sus títulos eran proclamados en la
tivo y el desafío que Cristo significa están encuadrados dentro
esfera de la liturgia. Otros poseen un carácter eminentemente
de un tipo de comprensión que tiende, cuando no se capta el sen-
secular, como los de las epístolas a los Efesios y Colosenses, don-
tido de las fórmulas, a empañar su originalidad, a esconder su
de Cristo es exaltado como cabeza del cosmos y de la Iglesia, como
faz humana y a relegarlo dentro de la historia para hipostasiarlo
el elemento que confiere a toda la realidad su existencia y con-
como un semidiós al margen de nuestro mundo. La fe debe libe-
sistencia. Tales títulos no fueron adecuadamente explorados en la
rar la figura de Jesús de los obstáculos que lo atan y lo dismi-
teología y en la vivencia concreta de la fe. Si consideramos las
nuyen. Por eso, tener fe no significa proclamar a Jesús como
formulaciones litúrgicas, los manuales de cristología y, en gene-
Mesías, Señor, Hijo de David, Hijo de Dios, etc., sin preocuparse
ral, los libros sobre Cristo, advertimos un predominio del pensar
por saber lo que estos nombres quieren decir para nuestra vida.
historicista y una sensible falta de fantasía creadora de fe. Sabe-
Para quien no es judío, como nosotros, ¿qué significa en realidad
mos detalladamente lo que otros supieron en el pasado, cómo
Mesías, hijo de David, león de la tribu de J u d á ? La fe en Cristo
intentaron integrar a Cristo dentro de su horizonte de compren-
no se reduce al arcaísmo de las fórmulas, por muy venerables que
sión, pero nos encontramos pésimamente informados sobre cómo
sean, ni a un arqueologismo bíblico. Creer en Jesús, como acto
llevar adelante ese mismo proceso y qué hacemos en ese sentido.
existencial y modo de vivir, es confrontar la totalidad de mi vida
¿Cómo llamaremos hoy a Cristo? ¿Qué aportaremos con la ri-
personal, social, eclesial, cultural y global con la realidad de Je-
queza que nuestro mundo ofrece, a la comprensión de su mis-
sús. La fe se realiza en el encuentro con la vida y sus problemas,
terio? ¿Qué títulos vamos a conferirle que signifiquen nuestro
que es preciso interrogar y discutir a la luz de Cristo y su men-
amor y nuestra adhesión a su persona y mensaje? ¿En qué sen-
saje. Por otra parte, nosotros interrogamos a Cristo, vamos a él
tido nuestra vida es el lugar hermenéutico para entender más
con nuestras preocupaciones y buscamos en él una respuesta
profundamente los títulos tradicionales? La juventud hippy dice:
para la condición humana. En este diálogo se alimenta la fe, y
«Jesús es la salvación, Jesús es mi Señor; todos somos hermanos
Cristo se inserta dentro del contexto general de la existencia.
en el cuerpo de Cristo», o la frase: «¡Únete a Jesús, macho! Pasa
Tener fe significa ser capaces de oír su voz, que habla dentro de
de la droga. Basta un poco de Mateo, Marcos, Lucas y Juan».
nuestra situación.
«Cristo es un viaje eterno» 1. Esto significa quizá que ciertos tí-
tulos y nombres como salvación, señor, cuerpo de Cristo, segui- Todo encuentro verdadero con Cristo lleva a una crisis, que
miento de Jesús, tienen un contenido más matizado y concreto, actúa como un crisol purificador y acrisolador (crisol y acrisolar
que sólo nuestra generación vive y puede atestiguar, con lo cual provienen de la palabra crisis, que en sánscrito significa purificar
estamos colaborando en la revelación de quién es Jesús. y en griego llevar a una decisión), porque en él encontramos un
tipo de profundidad humana que nos da qué pensar; en la vida
de Jesús, sus palabras y actos se nos revelan palpablemente como
las estructuras patentes originarias del ser humano en su relación
con el Absoluto, y nos traen a la memoria lo que cada hombre
debe ser ante los otros, ante Dios y ante el mundo. Esta norma,
1 que brota del contacto con Cristo, adquiere una doble función:
Cf. The New Cry: Jesús is Corning.': «Time» (21-7-1971) 28-37; «O pas-
quim» (22/28-7-1971) 2. primero, la función propiamente crítica, que juzga nuestra situa-
ción, en la medida en que no se armoniza con Cristo y nos hace
¿Cómo llamaremos hoy a Jesucristo? 239
238 Jesucristo, liberador
tro, rey, señor, etc., como se suele enseñar, continúa viviendo
sentir la distancia y la inmensidad del camino que todavía nos
en la jerarquía eclesiástica, portadora de la función profética,
queda por recorrer; segundo, la función acrisoladora y salvadora,
organizadora y docente.
en cuanto que el punto de referencia absoluto que descubrimos
Todo esto encierra una gran parte de verdad, pero no es toda
en Cristo nos confiere un impulso nuevo, nos posibilita la opor-
la verdad. Se olvida muy fácilmente que el Cristo profeta no se
tunidad de una conversión y nos da la seguridad de que con él
ajustó al statu quo común al profeta y maestro y que precisa-
podemos alcanzar la meta. En este sentido, Cristo es la perma-
mente fue combatido, apresado y destruido por los maestros de
nente crisis de la existencia humana. Pero crisis en el sentido de
la época. Ninguna realidad histórica concreta puede agotar la
crisol que purifica, acrisola y salva.
riqueza de Cristo. De ahí que ningún título conferido a Cristo
pueda ser absolutizado. Tampoco el reino de Dios puede ser pri-
vatizado e identificado pura y simplemente con la Iglesia ni con
b) La fe no permite ideólogizar los títulos de Jesús
un régimen de cristiandad.
Puede haber un peligro para la cristología cuando, en un afán Los títulos y el mensaje de Cristo no pueden ideólogizarse
de adaptación, ciertos títulos bíblicos de Cristo se sitúan, sin crí- para legitimar o sacramentalizar una situación vigente. Pero tam-
tica y sin conciencia de su relatividad histórica, dentro de unos bién lo contrario es verdadero: si las clases dominantes entendían
patrones culturales 2 . Es inevitable que algunos elementos cultu- a Cristo a su propia medida, las clases oprimidas lo entendían,
rales entren en el proceso cristológico. La encarnación de Cristo así como su predicación del reino, como una revolución social.
—ya lo señalábamos en la introducción— se prolonga en la his- Con Cristo, los que no tenían voz social y religiosa comenzaron
toria asimilando valores humanos al misterio de Cristo. Y existe a tener voz y a valer ante Dios. A ellos Jesús les anunció la buena
el peligro de que tal proceso degenere en una ideologización de un nueva de la liberación total. Pero también se corre el riesgo de
status social y religioso que busque en la cristología su justifica- ver sólo este aspecto de Cristo o de restringir su mensaje única
ción. De este modo, papas y reyes encontraron en el título Cristo- y exclusivamente a la vivencia del amor al prójimo. Creemos
Emperador-Key una base ideológica para justificar su propio po- que el amor es central y también esencial en la predicación de
der, no siempre ejercido según el mensaje de Cristo y frecuente- Jesús. Sin embargo, su mensaje es más vasto y promete una total
mente contra él. Sin demasiada autocrítica se identificaron como y global liberación del hombre y del cosmos para Dios. El amor
representantes de Cristo en el mundo. Así, por ejemplo, el título es el clima donde este mensaje es vivido, esperado y proclamado.
de Cristo-Rey se interpretó de acuerdo con la imagen del rey Pero preferiríamos estar del lado de los que, al menos, aprendie-
feudal o del monarca absoluto romano y bizantino. Más tarde, ron del evangelio el amor que estar de parte de quienes fanáti-
en la crisis de las monarquías absolutistas, Cristo-Rey fue enten- camente afirman la totalidad de la ortodoxia, pero toleran injus-
dido como el portador de los poderes de legislar, ejecutar y juz- ticias y barbaridades a su alrededor perdiendo la capacidad de
gar. También se le entendió como el legitimador del sistema ecle- oír la frase de Cristo que dice: Cuanto hicisteis a uno de estos
siástico. Lo normativo del misterio de Cristo se identificó, pura pequeños, a mí me lo hicisteis. Lo importante no es hacer cristo-
y simplemente, con las intervenciones de la Iglesia, y Cristo fue logía, sino seguir a Cristo. En ambos casos falta un verdadero
encuadrado dentro de los límites de comprensión de un tipo de conocimiento de Cristo, porque no se ha dado un auténtico en-
teología oficial. Sólo a través de la Iglesia se llega a Cristo, se cuentro con él, donde el hombre interroga, pero también se deja
decía. De este modo, algunas parcelas importantes de la historia interrogar. Para entender a Cristo debemos ir a él no con nues-
y de la vida no vinculadas con la estructura eclesiástica quedaron tras respuestas, sino con nuestras preguntas. Y el encuentro no
fuera del alcance del misterio de Cristo. El Cristo profeta, maes- es para que él legitime nuestras soluciones, sino para que las
discuta y critique, para que nos enriquezca con su luz y hable
y responda a los interrogantes de nuestra situación. Esto se aplica
2
Cf. J. Comblin, Os títulos de honra de Cristo, problema teológico: «Re- particularmente a cualquier intento moderno de llevar adelante
vista de Cultura Bíblica» 5 (1968) 99-111, espec. 103.
¿Cómo llamaremos hoy a Jesucristo? 241
240 Jesucristo, liberador
Con Jesús se creó una situación perceptible para los hombres:
el proceso esclarecedor de la realidad de Cristo. A pesar de estos
la parusía (venida) y epifanía (manifestación) del liberador de la
peligros, no estamos eximidos de aportar nuestra colaboración,
condición humana en la totalidad global de sus relaciones con
en la fe, a la cristología vivida dentro de la existencia. Cada ge-
Dios, con el otro y con el cosmos. La resurrección ratificó que la
neración se debe enfrentar con el misterio de Jesús e intentar
historia había llegado a su fin, no en sentido cronológico, por-
darle los nombres que corresponden a nuestra vivencia de su
que la historia continúa hasta hoy, sino el fin. en el sentido
inagotable realidad. En el fondo, la fe adulta de cada cristiano
de meta y cumbre: en Cristo, la historia alcanzó su punto Z, hacia
tiene que hablar de Jesús y a partir de él, bien o mal, según le
el cual tendía. La muerte fue superada; todas las capacidades
sea dado a cada uno. En definitiva, ¿qué significa Jesús para
latentes en el ser y en el hombre se realizaron, y el hombre quedó
nosotros hoy, especialmente en nuestra situación de Brasil y de
inserto en la esfera divina. Cristo era el nuevo ser, el nuevo
América Latina? Pero antes conviene esclarecer un punto muy
Adán, el nuevo cielo y la nueva tierra, la realización de las espe-
importante.
ranzas humanas de total liberación y realización humano-divina.
El asumió así una función única en la historia; se hizo un sím-
bolo-realidad y una Gestalt (tipo, perfil) 3 para nosotros. Y hoy
2. EL PUENTE ENTRE CRISTO Y NOSOTROS sigue hablando y nos alcanza con la misma fascinación de los
primeros momentos de la resurrección. Antes como hoy, la ad-
miración por Jesús está en el origen de la cristología. Es propio
Si Cristo posee un valor determinante para nosotros es por- de la Gestalt activar las fuerzas de los hombres, hacer visibles
que en él encontramos la respuesta a los problemas y a las espe- las estructuras fundamentales de la realidad humana y lograr
ranzas de la condición humana. Esta respuesta, que abarca a Dios que cada uno se encuentre a sí mismo en la Gestalt y en el sím-
y al hombre, la encontramos en la realidad misma de Cristo. La bolo-real. Antes de Cristo aparecieron muchos (Heb 1,1; 11,1-40
fe ve en él al Hombre-Dios; por eso creemos que Cristo es el y las genealogías de Le y Mt) que también manifestaron, cada
camino y, al mismo tiempo, la meta del camino: por el hombre uno a su modo, la nueva realidad. Pero ahora, en Cristo, irrum-
vamos a Dios, y a través de Dios comprendemos quién es el hom- pe con toda su creatividad y pujanza y, por primera vez en la
bre. Ya hemos considerado cómo fue en su humanidad donde la historia, tan cristalina como las aguas de las montañas y tan
fe descubrió la divinidad. Por tanto, ayer como hoy, la huma- profunda que sólo la encarnación de Dios mismo podía adecua-
nidad es el puente que nos une a Cristo. Pero la humanidad damente explicar. Nosotros, hoy, como el hombre de siempre,
comprendida no como algo estático, estancado, categorizable, sino estamos a la búsqueda de esta realidad reconciliadora y totali-
como un misterio: cuanto más conocida, más se abre a un cono- zante. Los cristianos la encontramos en Jesús. Por eso, con razón,
cimiento ilimitado, hasta el punto de perderse (lo contemplamos lo llamamos Cristo, el esperado, el ungido y prometido. En su
en la encarnación) en el misterio de Dios. Pero ¿en qué sentido vida, muerte y resurrección encontramos realizado lo que el co-
la humanidad de Cristo es puente entre él y nosotros y hasta qué razón humano busca y lo que Dios prometió como nuestro fu-
punto nos sentimos una comunidad solidaria con él? De hecho, turo. Y como lo creemos, podemos decir con razón que no co-
en la humanidad de Cristo, en su fantasía creadora, en su enorme nocemos a nadie tan profundamente como a Jesús. Porque lo
equilibrio, en su originalidad, en la soberanía de su modo de conocemos no tanto por las fuentes de información del pasado
hablar y de actuar, en su relación única con el Padre y en su cuanto por las estructuras profundas de nuestro ser, que en él
amor por todos apareció una realidad que todos los hombres han recibido una plenitud divina. Por eso es nuestra Gestalt, el
esperaban y esperan: la solución de los conflictos fundamentales
de la vida, de la alienación, del pecado, del odio, de la muerte, 3
P. Tillich, Systematische Theologie II (Stuttgart 1958) 98-106; cf., en la
con un nuevo sentido de la realidad y de la comunión con Dios misma línea, W. Rauch, Gestalt und Person bei Franziskus und Bonaventura,
en la intimidad del Padre y el Hijo, que comprende y reconcilia en Einsicht und Glaube. Hom. Gottlieb Sóhngen (Friburgo 1962) 200-208;
a los propios perseguidores y asesinos. K. Jaspers, Die grossen Philosophen I (Munich 1956) 129ss.
i*
242 Jesucristo, liberador ¿Cómo llamaremos hoy a Jesucristo? 243

símbolo-realidad, el camino, la luz, al mismo tiempo que la ver- nesis, y de la antropogénesis —para la fe cristiana— irrumpió
dad de Dios y del hombre. ¿Cómo expresar hoy el encuentro de la cristogénesis. La realidad que nos rodea no es un caos, sino
nuestros anhelos con la realidad de Jesús? Intentaremos, frag- un cosmos (armonía). Cuanto más avanza, más se complica;
mentariamente, señalar algunas pistas 4. cuanto más se complica, más se unifica, y cuanto más se unifica,
más se conciencia. El espíritu es, en este sentido, no un epifenómeno
de la materia, sino su máxima realización y concentración en sí
misma. Constituye la prehistoria del espíritu.
3. ELEMENTOS DE UNA CRISTOLOGIA
En esta perspectiva, el hombre no surge como un error de
EN LENGUAJE SECULAR
cálculo o un ser abortivo de la evolución, sino como su sentido
más pleno, como el punto donde el proceso global toma con-
a) Cristo como punto Omega de la evolución, ciencia de sí mismo y pasa a ser dueño de su destino. La co-
el «homo revelatus» y el futuro presente munidad primitiva vio en Jesús la máxima revelación de la hu-
manidad, hasta el punto de que ésta revela totalmente el misterio
A pesar de las dificultades todavía no resueltas, nuestra ac- más profundo e íntimo que encierra: Dios; Cristo es, pues, para
tual concepción del mundo es evolucionista. Se afirma que este nuestra visión evolucionista, el punto Omega, el vértice donde el
mundo es fruto de un largo proceso en el que las formas im- proceso todo, en un ser personal, logró alcanzar su meta y así
perfectas fueron evolucionando hacia formas cada vez más per- extrapolarse a la esfera divina 5 . En él, Dios es todo en todas las
fectas, hasta alcanzar el presente estadio de ascensión. Mirando cosas (cf. 1 Cor 15,28), y Cristo es el centro entre Dios y la
hacia atrás, detectamos un sentido en la evolución de la realidad. creación. El hombre querido por Dios y que es radicalmente su
Por más oscura que se presente la explicación de fenómenos imagen y semejanza (Gn 1,26) no es tanto el primer hombre que
aislados, donde parece prevalecer el acaso y el absurdo, no po- derivó del animal, sino el hombre escatológico que irrumpe en
demos negar que la totalidad global se orientó de acuerdo con Dios al final de todo el proceso evolutivo-creacional. Encarnado
una entelequia (sentido latente); de hecho, la cosmogénesis des- y resucitado, Cristo se presenta con las características del hom-
embocó en la biogénesis; de la biogénesis surgió la antropogé- bre postrero. El hombre latente en el proceso ascensional se hizo
4
patente: es el homo revelatus. Es el futuro ya anticipado en el
La bibliografía específica sobre el tema es muy escasa. Se puede con- presente, el fin ya manifestado en el medio y el camino. Cristo
sultar con provecho: J. Comblin, Cristo en la Iglesia de hoy y de mañana, asume así un carácter determinante de impulsor, integrador,
en Cristología y pastoral en América Latina (Santiago de Chile y Barcelona
1966) 11-48; A. Grillmeier, La imagen de Cristo en la teología católica actual, orientador y guía para quienes todavía están en la penosa y lenta
en Panorama de la teología actual (Madrid 1961) 334-376; D. Wiederkehr, ascensión hacia Dios. Cristo es un absoluto dentro de la historia.
Esbozo de cristología sistemática, en Mysterium Salutis III (Madrid 21981) Esto implica, en primer lugar, que él es el absoluto, porque
382ss; V. Taylor, La personne du Christ dans le Nouveau Testament (París
1969) 279-298: «Vers une christologie moderne»; D. Bonhoeffer, Christolo- realiza las esperanzas mesiánicas del corazón humano. El hom-
gie, en Gesammelte Schriften III (Munich 1966) 166-242; N. Scholl, Jesús bre vive de un principio esperanza que lo hace soñar con una
nur ein Mensch? (Munich 1971); W. Künneth, Christologie und moderne Exis- total liberación. Muchos aparecieron y ayudaron al hombre a
tenz, en Glauben an Jesu? (Munich-Hamburgo 1969); K. Niederwimmer, Jesús caminar hacia Dios, en la dimensión religiosa, cultural, política,
(Gotinga 1968) espec. 80-88; J. B. Metz, Befreiendes Geddchtnis Jesu Christi
(Maguncia 1970); D. Sólle, Stellvertretung. Ein Kapitel Theologie nach psicológica, etc., pero nadie consiguió mostrar al hombre una
dem «Tode Gottes» (Stuttgart-Berlín 1967) 133-259; F. Gogarten, Jesús radical liberación de todos los elementos alienantes, desde el pe-
Christus, Wende der Welt (Tubinga 1966); H. Küng, La encarnación de Dios.
Prolegómenos para una cristología futura (Barcelona 1974) 503-610; 647-670; 5
Es la perspectiva teilhardiana: P. Schellenbaum, Le Christ dans VEnergé-
P. Schoonenberg, Ein Gott der Menschen (Einsiedeln 1969); J. Doyon, Cristo- tique teilhardienne (París 1971); K. Rahner, La cristología en una visión
logia para o nosso tempo (Sao Paulo 1968) 396-421; C. Mesters, Jesús e o povo: evolutiva del mundo, en Escritos de Teología V (Madrid 1961-64) 219;
Quai foi a lihertacáo que Ele trouxe para o povo de seu tempo?, en Pala- U. Zilles, A cristología numa mundividéncia evolucionista: «Vozes» 61 (1967)
vra de Deus na historia dos homens II (Petrópolis 1971) 133-182. 99-118.
244 Jesucristo, liberador
¿Cómo llamaremos hoy a Jesucristo? 245
cado hasta la muerte. Con la resurrección, esto se hizo patente
esta fermentación y de la confrontación de los distintos horizon-
en la figura de Jesús. En él se dio un novum cualitativo, con lo
tes y modelos nacerá una nueva comprensión del hombre y de su
cual se encendió una esperanza inextinguible: nuestro futuro es
función en el universo. En este proceso, Jesucristo podrá ser un
el presente de Jesús. El es el primogénito entre muchos herma-
factor determinante porque su Gestalt es la reconciliación de los
nos (Rom 8,29; Col 18). En este sentido, Cristo es un absoluto
opuestos humanos y también divinos. Primeramente se presenta
dentro de la historia. Ese su carácter no lo consigue a costa de
como mediador entre Dios y el hombre, en el sentido de que
otros predecesores o seguidores, como Buda, Confucio, Sócrates,
realiza el deseo fundamental del hombre por experimentar lo in-
Gandhi, Luther King y otros, sino dando forma plena y radical
experimentable e inefable en una manifestación concreta. Como
a lo que ellos vivieron y llevaron adelante. Por otra parte, afir-
mediador, no es una tercera realidad, formada del hombre y de
mamos que Cristo es un absoluto dentro de la historia, porque
Dios. Eso haría de Cristo un semidiós y un semihombre y no
realiza de forma exhaustiva los dinamismos de esa historia. Ello
representaría ni a Dios ni al propio hombre. Para poder repre-
implica que Cristo, por ser lo que es, está también fuera de
sentar a Dios ante los hombres y a los hombres ante Dios deberá
nuestro tipo de historia. La superó y fundó otra historia donde
ser totalmente Dios y plenamente hombre. Ya dijimos al expo-
las ambigüedades del proceso histórico, de pecado-gracia, de in-
ner el sentido de la encarnación que Jesús-hombre manifiesta y
tegración-alienación, fueron superadas. Con él se inaugura el
representa a Dios en la radicalidad de la existencia humana, cen-
nuevo ser, polarizado sólo en lo positivo, en el amor, en la gra-
trada no en sí misma, sino en Dios. Cuanto más hombre es él,
cia, en la comunión total. Como absoluto dentro y fuera de la
más revela a Dios. Así puede representar a Dios y al hombre
historia, es crisis permanente para toda Gestalt y todos los símbo-
sin alienarse de Dios ni del hombre. Quien consigue ser tan
los reales del Absoluto y de liberación total en la historia. Así,
profundamente humano como Jesús, hasta manifestar en sí mismo
Cristo se transformó en una medida con que se pueden medir
simultáneamente a Dios, da sentido a la historia humana y será
todas las cosas sin rebajarlas ni degradarlas. La grandeza de Cris-
erigido como Gestalt del verdadero y fundamental ser humano.
to no se conquista empequeñeciendo a los otros, sino exactamen-
Cristo configura también la conciliación de los opuestos hu-
te viendo la realidad de Cristo realizada en la real grandeza de
manos. La historia humana es ambigua, hecha de paz y de gue-
las grandes figuras y personalidades liberadoras de la historia
rra, de amor y de odio, de liberación y opresión. Cristo asumió
humana 6.
esta condición humana y la reconcilió. Perseguido, discutido, re-
chazado, preso, torturado y asesinado, no pagó con la misma mo-
neda : amó al perseguidor y redimió al torturador asumiéndolo ante
b) Cristo, conciliación de los opuestos, Dios: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Le
medio divino y síntesis de la experiencia humana 23,34). No sufrió simplemente la cruz. La asumió como forma
de amor y de fidelidad a los hombres. De esta manera venció
La creciente unificación del mundo a través de todos los la alienación y la escisión entre ellos con un vigor que es el vigor
canales de comunicación está creando en los hombres una con- del ser nuevo revelado en él. La cruz es el símbolo de la recon-
ciencia planetaria, ecuménica y solidaria en la búsqueda de un ciliación de los opuestos: señal del odio humano y del amor de
nuevo humanismo. El encuentro de las culturas y de las distintas Dios. Creó así una situación nueva en la humanidad, un «medio
interpretaciones del mundo, occidentales y orientales, genera una divino>, un mundo reconciliado dentro del mundo divino, con un
crisis de todos los humanismos tradicionales: el clásico greco- dinamismo y una actuación histórica que nos alcanza a nosotros
romano, el cristiano, el renacentista, el técnico y el marxista. De hoy y perdurará para siempre. Desde que por la fe, por el se-
6 guimiento, por la esperanza, por el amor y por los sacramentos
Cf. Th. Deman, Socrate et Jésus (París 1944); F. Leist, Moses, Sokrates,
Jesús (Friburgo 1964); G. Mensching, Buddha und Christus (Bonn 1952); nos hacemos partícipes de este foco conciliador y reconciliador,
H. R. Schlette, Der Buddha und Jesús, en Einführung in das Studium der Re- también nos hacemos nueva criatura y experimentamos la fuerza
ligionen (Frihurgo 1971) 111-125. del mundo futuro. La juventud hippy lo dice con su lenguaje
246 Jesucristo, liberador
¿Cómo llamaremos hoy a Jesucristo? 247

característico: Jesús es una experiencia tremenda. Detrás de esta El reino de Dios no puede ser reducido y privatizado a una
expresión se articula una vivencia típicamente cristiana que hace dimensión del mundo. Su totalidad global debe ser transforma-
a Cristo ser lo que es: el conciliador de los opuestos existencia- da en el sentido de Dios. Desde ese preciso sentido, que excluye
Íes y el integrador de las distintas dimensiones de la vida humana la violencia, Cristo puede ser llamado crítico y revolucionario.
en la búsqueda de sentido y luz para el camino. Es éste también En nombre de este reino critica el legalismo, la dureza de la re-
el contenido humano que se esconde detrás de las fórmulas clá- ligión y la estratificación sociorreligiosa de su tiempo, que discri-
sicas de la cristología del Hijo del hombre, del Siervo doliente minaba a las personas en puras e impuras, profesiones malditas,
y del Mesías rechazado 7 . prójimo y no prójimo, etc.
Conviene dejar bien claro lo que significa ser revoluciona-
rio y reformador 9 . Reformador es aquel que quiere mejorar su
e) Cristo, crítico, reformador, revolucionario y liberador mundo social y religioso. El reformador no busca crear algo ab-
solutamente nuevo. Acepta el mundo y la forma social y religiosa
El mundo de los últimos tres siglos se caracteriza por su gran
que tiene ante sí e intenta elevarla. En este sentido, Jesús fue
movilidad social. La mentalidad científica y las posibilidades de
también un reformador. Nació en el judaismo, se adaptó a los
la técnica han transformado al mundo circundante, natural y so-
ritos y costumbres de su pueblo. Pero intentó mejorar el sistema
cial. Las formas de convivencia se suceden unas a otras. Las
de valores religiosos. Sus exigencias fueron duras: radicalizó el
ideologías legitimadoras de un status social y religioso se ven
mandamiento de no matar, exigiendo erradicar la causa de la
sometidas a crítica rigurosa. Si no se consigue derrumbarlas, son
muerte, que es el odio; radicalizó el mandamiento de no desear
al menos desenmascaradas. El hombre de hoy se define mucho
la mujer del prójimo, postulando el cuidado con los ojos; pro-
más en función del futuro que a partir de su pasado. En fun-
fundizó el amor al prójimo, ordenando amar también a los ene-
ción del futuro elabora nuevos modelos de dominación científica
migos. Como es evidente, Cristo fue, en este sentido, un refor-
del mundo, proyecta nuevas formas de organización social y po-
mador. Pero fue más allá. No sólo repitió el pasado, perfeccio-
lítica y crea incluso utopías en nombre de las cuales critica las
nándolo, sino que dijo cosas nuevas (Me 1,27). Y en eso fue
situaciones sociológicamente dadas. Así surgen reformadores, crí-
un gran revolucionario, quizá el mayor de la historia. El revo-
ticos y revolucionarios. Para no pocos, Cristo es considerado y
lucionario, a diferencia del reformador, no quiere únicamente
seguido como un crítico y un liberador, un reformador y un
mejorar una situación. Busca introducir algo nuevo y cambiar
revolucionario. Hasta cierto punto, esto es una gran verdad 8 . Pero
las reglas del juego religioso y social. Cristo predica el reino
no debemos confundir los términos. Cristo no se define por ir
de Dios, que no beneficia a esta o aquella parcela del mundo,
en contra de n a d a : no es un plañidero. Está a favor del amor,
sino que es una transformación global de las estructuras de este
de la justicia, de la reconciliación, de la esperanza y de la total
viejo mundo, la novedad y la jovialidad de Dios reinando sobre
realización del sentido de la existencia humana en Dios. Si está
todas las cosas. Ser cristiano es ser nueva criatura (2 Cor 5,17), y
en contra de algo es porque primero se define a favor. Predica,
el reino de Dios, en la interpretación del Apocalipsis, es el nuevo
en términos actuales, una auténtica revolución global y estruc-
cielo y la nueva tierra (Ap 21,1), «donde no habrá muerte, ni
tural: el reino de Dios, que no es liberación del yugo romano,
llanto, ni gritos, ni fatigas, porque el viejo mundo ha pasado»
ni grito de rebelión de los pobres contra los latifundistas judíos,
(21,4).
sino total y completa liberación de todo lo que aliena al hombre,
desde las enfermedades y la muerte hasta, especialmente, el pe- Cuando Cristo predica y promete esta buena nueva para el
cado. hombre, anuncia una auténtica revolución. Pero sólo en ese sen-
tido puede ser llamado revolucionario, no en el sentido emocio-
7
Cf. J. Comblin, Cristo en la Iglesia de hoy y de mañana, 35-45.
8
Cf. C. Boff, Foi Jesús um revolucionario?: REB 31 (1971) 97-118; ' Véase la lúcida explicación de los conceptos en P. Demo, Sociología da
M. Henge], Foi Jesús revolucionario? (Petrópolis 1971). revolucao. Reforma ou revolugáo: «Vozes» 62 (1968) 689-700; 877-885.
248 Jesucristo, liberador
¿Cómo llamaremos hoy a Jesucristo? 249
nal e ideológico de revolucionario, violento o rebelde frente a la
más consumada en el proceso de individualización hasta identi-
estructura político-social. Tal vez la expresión más adecuada sería
ficarse, y no sólo aproximarse, al arquetipo Selbst (Dios).
«liberador de la conciencia oprimida por el pecado y por toda
Cristo asume así un significado trascendente para la humani-
suerte de alienaciones», «liberador de la tristre condición huma-
dad : el hombre que somos cada uno de nosotros, experimentado
na en sus relaciones con el mundo, con el otro y con Dios».
como un misterio, el hombre que supera infinitamente al hombre
y que se siente como un haz ilimitado de posibilidades, y que al
d) Jesucristo, arquetipo de la más perfecta individualización mismo tiempo se experimenta limitado y presto en las estreche-
Uno de los deseos fundamentales del hombre es conseguir ces de los condicionamientos históricos, ahora, con Jesús muerto
una creciente integración de todos los dinamismos de su vida y resucitado, percibe que él no es una posibilidad asintótica y
consciente, subconsciente e inconsciente. El hombre es un nudo un anhelo jamás realizado de total integración, sino que tal inte-
de relaciones en todas las direcciones. Constituye un proceso gración se dio al menos en un hombre, brillante y diáfano como
doloroso, no siempre libre de conflictos y de dramas existencia- la luz de la primera mañana de la creación. Porque somos so-
Íes, la integración de todos los impulsos de la vida humana. El lidarios unos de otros, tenemos la esperanza de que la realidad
viaje más largo y peligroso que el hombre hace no es hacia la presente de Cristo se torne también realidad de cada hombre,
luna o hacia los otros astros, sino hacia el interior de sí mismo, en abriéndose al Absoluto: ahora él va delante de nosotros como
busca de un centro que todo lo atraiga, polarice y armonice. Esta camino, luz, símbolo y arquetipo del ser más integrado y perfec-
incesante búsqueda la denominamos, en el lenguaje de la psicología to que irrumpió en el mundo hasta sumergirse en el propio mis-
de los complejos de C. G. Jung, proceso de individualización. Este terio recóndito de Dios e identificarse con él.
proceso se realiza en la capacidad humana de poder acercarse cada
vez más al símbolo o arquetipo de Dios —Selbst-Self— que se
constituye en el centro de las energías psíquicas del hombre. e) Jesucristo, nuestro hermano mayor
El arquetipo de Dios es el responsable de la armonía, integración
y asimilación del yo consciente con sus dinamismos y principal- La absoluta integración de Jesús consigo mismo y con Dios
mente del yo inconsciente, formado por la poderosa e insondable (encarnación) no se realizó en una vida espectacular, sino en los
masa hereditaria de las experiencias de nuestros primitivos an- altibajos de la vida diaria. Por la encarnación Dios asumió la
tepasados (vegetales, animales, humanos), del pueblo, de la na- totalidad de nuestra precaria condición humana, con sus angus-
ción, del clan, de la familia y de otras diferenciaciones de orden tias y esperanzas, con sus limitaciones (muerte de Dios) y sus
histórico colectivo e individual. Cuanto más consigue el hombre anhelos de infinito. Ese es el gran significado teológico de los
crear un núcleo interior integrador y asimilador, más se indivi- años oscuros de la infancia y adolescencia de J e s ú s n ; él es un
dualiza y personaliza. La religión que adora al Dios divino, y no hombre como todos los hombres de Nazaret, no un superhéroe,
simplemente al Ser Infinito, necesario al sistema metafísico, des- ni un santo que llame la atención; solidario con la mentalidad
empeña un factor decisivo en este proceso. Personas de extraor- popular, participa del destino de una nación subyugada por las
dinaria integración, como los místicos, los grandes fundadores de fuerzas de ocupación extranjeras. No dejó nada escrito. Litera-
religiones y otras personalidades de admirable humanidad, se riamente, se pierde en la masa anónima de los sinnombre. Por
constituyen en arquetipos y símbolos del Selbst. Jesucristo, tal la encarnación, Dios se humilló tanto que se escondió al aparecer
como se presenta en los evangelios y tal como lo confiesa la comu- aquí en la tierra. Por eso, la Navidad es la fiesta de la secula-
nidad de fe, se manifiesta como la actualización más perfecta y
acabada del Selbst (arquetipo de Dios) 10. Surge como la etapa gía de C. G. Jung y los fundamentos del cristianismo, el arquetipo del Selbst
como precursor de Cristo; K. Niederwimmer utiliza esta visión en su trabajo
10
Cf. H. Harada, Cristologia e Psicología de C. G. Jung: REB 31 (1971) sobre Jesús (Gotinga 1968).
11
119-144; G. Zacharias, Psyche und Mysterium (Zurich 1954) 8-22: la psicolo- Cf. Ch. Duquoc, Christologie I (París 1968) 39-41; R. Aron, Les années
obscures de Jésus (París 1960).
250 Jesucristo, liberador ¿Cómo llamaremos hoy a Jesucristo? 251
rización. Dios no teme la materia ni la ambigüedad y pequenez
del hombre, no es extraño al misterio del hombre; por el con-
(de la condición humana. Dios se revela precisamente en esa hu-
trario, el hombre implica siempre a Dios como el supremo e
manidad y no a pesar de ella. Cualquier situación humana es
inefable misterio que envuelve la existencia humana, que cuando
suficientemente buena para que el hombre se sumerja en sí mis-
se siente no se deja influir por ningún concepto o símbolo, y
mo, madure y encuentre a Dios. Cristo es nuestro hermano porque
cuando es revelado en su máxima manifestación en la humanidad
participa del anonimato de casi todos los hombres y asume la
de Jesús, no se deja agotar por ningún nombre o título de gran-
situación humana, idéntica para todos: la vida merece ser vivi-
deza. Ese es el Dios humano que revela la divinidad del hombre
da tal como es, cotidiana, monótona como el trabajo de cada
y la humanidad de Dios.
día, que exige convivir con los demás, escucharlos, comprender-
A causa de Jesucristo, Dios-hombre, ya no se podrá concebir
los y amarlos. El es nuestro hermano mayor, ya que dentro de
al hombre sin implicar en él a Dios y en concreto nosotros los
esta vida humana, asumida en lo que tiene de oscuridad y pu-
hombres no podremos pensar a Dios sin relacionarlo con el hom-
blicidad, vivió tan humanamente que pudo revelar a Dios, y por
bre. El camino hacia Dios pasa por el hombre y el camino hacia
su muerte y resurrección llevar a plenitud todos los dinamismos
el hombre pasa por Dios. Las religiones del mundo experimen-
de que somos capaces. Como decía un conocido teólogo: «El
taron a Dios, como fascinosum y tremendum, en la naturaleza,
cristianismo no anuncia la muerte de Dios, sino la humanidad de
en el poder de las fuerzas cósmicas, en las montañas, en el sol,
Dios» 12. Y ése es el gran significado de la vida terrestre de Jesús
en las fuentes, etc. El Antiguo Testamento descubrió a Dios en
de Nazaret.
la historia. El cristianismo ha visto a Dios en el hombre. En
Jesús se hizo evidente que el hombre no es solamente el lugar
donde Dios se manifiesta, sino también un modo de ser del propio
f) Jesús, Dios de los hombres y Dios con nosotros Dios. El hombre puede ser una articulación de la historia de
Dios. Esto se hizo realidad en Jesús de Nazaret. Las consecuen-
Lo expuesto anteriormente ha dejado en claro la falsedad cias de tal concepción son de extrema gravedad teológica: la vo-
de la alternativa «Dios o el hombre». También es falsa la alter- cación del hombre es la divinización. El hombre, para hacerse
nativa «Jesús o Dios». Dios se revela en la humanidad de Jesús. hombre, necesita salir de sí mismo y que Dios se hominice. El
La encarnación puede considerarse como la realización exhausti- hombre puede ser articulación de la historia de Dios únicamente
va y radical de una posibilidad humana. Jesús, Dios-hombre, se en la libertad, en la entrega y apertura espontánea del hombre
manifiesta como el Dios de los hombres y Dios con n o s o t r o s n . a Dios. La libertad produce ruptura, superación de la necesidad
A partir de esta comprensión debemos desmitizar nuestro concep- cósmica y de la lógica matemática y la inauguración de lo impre-
to común de Dios, que nos impide ver a Cristo como «hombre visto, de lo espontáneo, de lo creativo. Se ha hecho presente el
revelador del Dios de los hombres» en su humanidad. Dios no misterio indescifrable. Con la libertad todo es posible: lo divino
es un rival del hombre ni el hombre lo es de Dios. En Jesucristo y lo demoníaco; la divinización del hombre y la absoluta frus-
descubrimos una imagen de Dios desconocida por el Antiguo Tes- tración humana como consecuencia del cerrarse a la autocomuni-
tamento : un Dios que puede hacerse otro, puede salimos al en- cación amorosa de Dios. Con Jesús percibimos la indescifrable
cuentro en la debilidad de una criatura, puede sufrir, sabe lo profundidad humana, que llega a implicar el misterio de Dios
que significa ser tentado, sufrir decepciones, llorar la muerte de y sorprendemos también la proximidad de Dios hasta identificarse
un amigo, ocuparse de los hombres insignificantes que no poseen con el hombre. Bien lo expresaba Clemente de Alejandría (f 211
en este mundo ninguna oportunidad y anunciarles la novedad o 215) : «Si encuentras realmente a tu hermano, habrás encon-
total de la liberación de Dios. Es evidente que Dios no está lejos trado también a Dios» (Stromata I, 19).
12
Ibíd., 41.
" Cf. P. Schoonenberg, Ein Gott der Menschen, 191-203.
¿Cómo llamaremos hoy a Jesucristo? 253

Creo en Jesucristo
4 . CONCLUSIÓN: quien como hombre solo nada podía realizar.
CRISTO, MEMORIA Y CONCIENCIA También nosotros nos sentimos así.
CRITICA DE LA HUMANIDAD Que luchó para que todo cambiara
y fue por eso ejecutado.
La cristología, antes y hoy, intenta responder a la pregunta Ese es un criterio para comprobar
de quién es Jesús. Preguntar «¿quién eres tú?» es preguntar por cuan esclerotizada está nuestra inteligencia,
un misterio. Las personas no se dejan definir y encuadrar dentro cuan sofocada nuestra imaginación,
de ninguna situación. Preguntar «¿quién eres tú, Jesucristo, para desorientado nuestro esfuerzo,
nosotros hoy?» significa confrontar nuestra existencia con la suya porque no vivimos como él vivió.
y sentir el desafío de su persona, de su mensaje y la significa- Y hasta tememos cada día
ción que se deduce de su comportamiento. Sentirse interpelado por que su muerte haya sido en vano,
Cristo hoy es ponerse en el camino de la fe, que comprende quién porque lo enterramos en nuestros templos
es Jesús, no tanto dándole títulos nuevos y nombres diferentes, cuan- y traicionamos su revolución,
to intentando vivir como él vivió: salir de sí mismo, buscar el medrosos y sumisos ante los poderosos del mundo.
centro del hombre no en uno mismo, sino fuera de sí, en el Y olvidamos que resucita en nuestras vidas,
otro y en Dios, tener el coraje de luchar en la brecha en lugar para que nos liberemos
de los otros, de ser un Cristo-arlequín ' 4 o el Cristo-idiota de de prejuicios y prepotencias,
Dostoiewski 15 , que nunca abandona a los hombres, prefiere a los del miedo y del odio,
marginados, sabe soportar y aprende a perdonar, es revolucio- y llevemos adelante su revolución hacia el reino.
nario, pero jamás discrimina y aparece donde el hombre está,
que es burlado y amado, considerado loco, pero que manifiesta
una sabiduría arrolladora. Cristo supo colocar un y donde nos-
otros solemos colocar un o y así logró reconciliar los opuestos
y ser el mediador de los hombres y de todas las cosas. Es la
permanente e incómoda imagen de lo que deberíamos ser y no
somos, la conciencia crítica de la humanidad, que jamás debe
contentarse con lo que es y conquista, sino que debe caminar
hacia la reconciliación y alcanzar un grado de humanidad que
manifieste la armonía insondable de Dios, todo en todos (cf. 1 Cor
15,28). Mientras esto no acontezca, Cristo, como decía Pascal,
seguirá siendo injuriado, seguirá agonizando y muriendo por
cada uno de nosotros (cf. Pensamientos). En este sentido pode-
mos recitar el siguiente pasaje de un credo para el tiempo secu-
lar 1 6 :

14
15
Cf. H. Cox, Das Fest der Narren (Stuttgart-Berlín 1971) 181-185.
D. Bonhoeffer, Christologie, 174; M. J. Le Guülou, Celui qui vient a"aU-
leurs, l'Innocent (París 1971) desarrolla la temática de Dostoievski bajo el
aspecto del inocente que sufre, 27-43; 287-298.
16
D. Sólle, TJm credo para um mundo secular, en L. Boff-A. Spindel-
dreier-H. Harada, A Oraqáa no mundo secular (Petrópolis 1971) 110.
Salvación en Jesucristo 255

XIII de liberación que remueve todo el Continente se presenta como


un lugar hermenéutico a partir del cual se está elaborando esa
nueva imagen de Jesucristo. Esta nace, por un lado, de una praxis
SALVACIÓN EN JESUCRISTO
concreta de liberación, y por otro, del ansia por una liberación
Y PROCESO DE LIBERACIÓN
efectiva que, a pesar de los fracasos, se vislumbra en el horizon-
te de lo posible-real. Día a día se va intensificando en la con-
Este libro no tiene otro propósito que redescubrir para el ciencia de importantes grupos latinoamericanos el hecho de que
cristiano de hoy el sentido y alcance del «reino de Dios». Suele la situación real del Continente es de subdesarrollo, lo cual im-
juzgarse con frecuencia que sólo fue una utopía o ilusión de los plica una dependencia cultural, política, económica y también
apóstoles, sin que nos afecte para nada en nuestros días. Y en él religiosa. Somos mantenidos, opresiva y represivamente, en una
radica, con todo, la máxima realidad que Jesús nos dejó al resu- degradante minoría de edad. La liberación surge entonces como
citar y volver al Padre. Su mensaje y todos sus hechos y palabras la palabra que engendra la ruptura necesaria para desencadenar
tienen relación con ese «reino», del que forman parte cuantos en el proceso de recuperación y conquista de la libertad. Este pro-
él creen y siguen sus pasos. Es un «reino» eterno e inmutable en ceso de liberación se desdobla en dos momentos simultáneos: li-
sus principios, pero condicionado a las circunstancias históricas y beración de un sistema global de convivencia opresivo y discri-
sociales en que se desarrolla. Por eso cada generación, cada pue- minador y liberación para la autorrealización del pueblo, de
blo, cada comunidad tendrá que recrearlo para sí, según lo exija modo que pueda determinar su destino política, económica y
el entorno en que se mueve. La circunstancia latinoamericana, don- culturalmente.
de este libro se escribe, exige una actitud de compromiso con ese La participación de los cristianos en el proceso de liberación
«reino», intransigente con la opresión y tiranía de un injusto or- les ha servido de valiosa pedagogía. Aprendieron inicialmente
den social. que no basta la preocupación de llevar el cristianismo a la prác-
tica, sino que es preciso detectar primero los elementos cristianos
existentes ya en la praxis, incluso tratándose de hombres sin
1. UNA NUEVA PARUSIA DE JESUCRISTO : expresa vinculación religiosa. Esto les hizo comprender que no
EL LIBERTADOR debemos identificar ingenuamente, al nivel de la praxis, la ac-
ción eclesiástica con la acción cristiana. En seguida su compro-
miso les ofreció una óptica de lectura crítica del mensaje cris-
En cada generación Cristo conoce una nueva parusía, porque
tiano, manipulado con frecuencia para legitimar el statu quo.
en cada época él adquiere una nueva imagen, fruto de la difícil
Las Iglesias estaban en América Latina institucionalmente al lado
síntesis entre la vida y la fe. El verdadero Jesús no es sólo el de
de los detentadores del poder y, por tanto, de los que histórica-
la historia; todo lo que en la fe se dijo y se hizo de Jesús, la
mente oprimían. Al mismo tiempo se les abrió una nueva posi-
actuación de su persona y mensaje a través de los siglos, pertene-
bilidad hermenéutica de vislumbrar unas dimensiones de la fi-
ce también al misterio de Jesucristo. El marco definitivo de su
gura, los gestos y las palabras de Cristo realmente liberadoras,
vida y su misterio está todavía abierto. Sólo al término de la
que, de otra forma, habrían seguido encubiertas. Los cristianos
historia sabremos quién es y quién fue Jesucristo.
de todos los siglos leyeron los textos referentes al reino de Dios,
Hoy, en la experiencia de fe de muchos cristianos de América
al conflicto de Jesús con los fariseos, con las tradiciones reli-
Latina, Jesús es visto y amado como el Libertador l . El proceso
giosas y culturales de su pueblo, oyeron el texto de Le 23,2,
1
Principal bibliografía de procedencia latinoamericana: H. Borrat, Para logia y pastoral en América Latina (Santiago-Barcelona 1965); H. Assmann,
una cristología de la vanguardia: «Víspera» 17 (1970) 26-31; A. Zanteno, Teología desde la praxis de la liberación (Salamanca 1973) 57ss. El n.° 96
Liberación social y Cristo (Cuadernos Liberación, Ed. Secretariado Social (junio 1974) de «Concilium», donde se publicó este capítulo, está consagrado
Mexicano, 1971); G. Gutiérrez, Cristo y la liberación plena, en Teología de al tema de «Praxis de liberación y fe cristiana».
la liberación (Lima 1972) 216-229; F. Bravo, S. Catao y J. Comblin, Cristo-
256 Jesucristo, liberador Salvación en Jesucristo 257

donde se dice que Jesús alborotaba al pueblo. Pero su situación Jesús bajo el signo del reino de Dios es idéntica a la que se ar-
no les permitía oír las resonancias allí contenidas. Para muchos ticula en la teología de la liberación con la diferencia de tiempo,
cristianos de América Latina, estos textos adquieren un significa- espacio y lenguaje. Es la misma realidad, que se expresa aquí
do existencial y político inmediato. La concentración sobre el as- y ahora bajo otro Logos revelador y encubridor.
pecto liberador engendra una nueva imagen de Jesucristo que Pasando concretamente al mensaje central de Jesús sobre el
repercute en la acuciante realidad y es fecunda en impulsos para reino, ¿cuál es su significado desde el punto de vista hermenéu-
la praxis liberadora. tico?

2. LECTURA HERMENEUTICO-TEOLOGICA DE JESUCRISTO 3. EL REINO DE DIOS COMO REVOLUCIÓN


GLOBAL Y ESTRUCTURAL DEL VIEJO MUNDO
Nuestras reflexiones se proponen resaltar la dimensión libe-
radora de Jesucristo tal como brota de la experiencia de la fe «Reino de Dios» (malkuta yahweh en el dialecto arameo de
en América Latina. Para ello no basta una lectura histórico-crítico- Jesús) es la expresión que designa lo utópico del corazón huma-
descriptiva de la figura de Jesús, de sus ipsissima vox et jacta, no : la total liberación de todos los elementos que alienan y estig-
situada en el horizonte apocalíptico y en el contexto sociológico matizan este mundo, como sufrimiento, dolor, hambre, injusticia,
de aquellos tiempos, como la que se propone la exégesis con división y muerte, no sólo para el hombre, sino para toda la
métodos cada vez más rigurosos. Evidentemente, este aspecto no creación 2 . «Reino de Dios» es la expresión que designa el se-
puede pasarse por alto. Pero la exégesis no es una ciencia en sí: ñorío absoluto de Dios sobre este mundo siniestro y oprimido
posee una función dentro de una comprensión sistemática de fon- por fuerzas diabólicas. Dios va a salir de su silencio milenario
do. La simple exégesis puede incluso dificultar el acceso a la para proclamar: Yo soy el sentido y el futuro último del mundo.
estructura de fondo, donde se debe buscar lo normativo del men- Yo soy la liberación total de todo mal y la liberación absoluta
saje cristiano. Lo que confiere vigencia permanente a ese men- para el bien. Con la expresión «reino de Dios», Jesús articula
saje, por encima de sus condicionamientos históricos, sólo puede un dato radical de la existencia humana, su principio «esperanza»
captarse adecuadamente a partir de una visualización hermenéu- y su dimensión utópica. Y promete que ya no será utopía, ob-
tica. De ella surge la ipsissima intentio Jesu, que se revela •—a jeto de ansiosa expectación (cf. Le 3,15), sino topía, objeto de
la vez que se vela— en palabras y acciones. alegría para todo el pueblo (cf. Le 2,9). Por eso, sus primeras
En otros términos: no basta saber minuciosamente qué sig- palabras de anuncio son: «Ha terminado el período de espera.
nifica el reino de Dios en el judaismo y en el propio Jesús. No El reino de Dios está cerca. Cambiad de vida. Y creed en esta
es suficiente explicarnos el horizonte común en aquella época, el alegre noticia» (Me 1,14).
apocalíptico, con todos los elementos que implicaba: venida del El reino de Dios no es tan sólo una realidad espiritual, como
Hijo del hombre, resurrección de los muertos, irrupción del nuevo luego pensarían algunos cristianos, sino una revolución global de
eón, etc. Hermenéuticamente debemos responder a estas pregun- las estructuras del mundo viejo. De ahí que él se presente como
tas: ¿Qué es lo que se nos quiere decir con la expresión «reino «buena noticia para los pobres, luz para los ciegos, andar para
de Dios»? ¿Qué es lo que esta expresión quiere decir en su raíz los cojos, oído para los sordos, libertad para los encarcelados,
más profunda? ¿Qué es lo que se juega en la apocalíptica? Una
correcta hermenéutica nos mostrará que tanto el reino de Dios 2
Principal bibliografía de tipo exegético sobre el tema: R. Schnackenburg,
como el horizonte apocalíptico están en función de una realidad Gottes Herrschaft und Reich (Friburgo 21961; trad. española: Reino y reina-
mayor que no se agota en ese tipo de articulación, aunque haya do de Dios [Madrid 1967]); H. Flender, Die Botschaft Jesu von der Got-
sido puesto en marcha por el mismo Jesucristo. Una visión más tesherrschaft (Munich 1968); W. Knorzer, Reich Gottes. Traum, Hoffnung,
Wirklichkeit (Stuttgart 1969); J. Bonsirven, Le régne de Dieu (París 1957),
profunda nos hará ver que esa realidad mayor articulada por y L. Boff, Jesús Cristo Libertador, 62-75.
258 Jesucristo, liberador

liberación para los oprimidos, perdón para los pecadores y vida 4. LAS TENTACIONES DE J E S Ú S :
para los muertos» (cf. Le 4,18-12; Mt 11,3-5). Como se ve, el REGIONALIZACION DEL REINO
reino de Dios no quiere ser otro mundo, sino este mundo viejo
transformado en nuevo, un orden nuevo de todas las cosas de este El reino de Dios representa la totalidad del mundo en Dios.
mundo. La tentación consiste en regionalizarlo y privatizarlo, convirtién-
¿No han soñado todos los hombres, en el sueño y en la vi- dolo en un modelo político, en una ideología del bienestar común
gilia, ayer, hoy y siempre, con semejante utopía? ¿No soñó todo o en una religión. El propio Jesús se enfrentó a tales tentaciones,
el Antiguo Testamento, al principio, con una tierra que manaba como se declara en los evangelios (Le 4.1-13; Mt 4,1-11) : la ten-
leche y miel y al fin con un nuevo cielo y una nueva tierra (cf. tación del reino como dominio político, como dominio religioso
Is 65,17; 66,22)? La liberación de Egipto, ¿no era preludio de y como imperio de lo maravilloso para satisfacer las necesidades
una liberación última y definitiva (Is l l , l l s s ; Mt 2,13ss) ? Una fundamentales del hombre, como el hambre 4 . Estas tentaciones,
reconciliación total, ¿no incluye también el cosmos con sus ani- como se sugiere en Le 22,28, acompañaron a Jesús durante toda
males y sus fuerzas (Is 11) ? El amor de Dios para con los hom- su vida. Correspondían exactamente a los tres modelos de reino
bres, figurado en el amor de la madre hacia su pequeño (Is 49,15; y de Mesías que aguardaban sus contemporáneos (rey, profeta,
66,13), en el amor del padre hacia su hijo (Os 11,1) y en el amor sacerdote). Todas ellas significaban una reducción de la totalidad
entre marido y mujer (Os 2,19), ¿no es promesa de un amor del reino a una región o provincia particular de este mundo.
futuro más profundo, en virtud del cual Dios morará en medio Jesús vence esas tentaciones no postulando un cuarto modelo tam-
de los suyos, será su rey (cf. Mal 3 ; Sof 3,14) y, en fin, será todo bién empobrecido, sino viviendo una continua y permanente refe-
en todas las cosas (1 Cor 15,28) ? El reino de Dios que Cristo rencia al Padre.
desea será una realización de esa esperanza: «Lo que es impo- Lo que el Padre le indica, eso es su camino, poco importa lo
sible para los hombres es posible para Dios» (Me 10,27) a través que sea. Renuncia a toda voluntad de poder personal y se deja
de Jesucristo. conducir por lo que, frente a las tensiones y conflictos con la si-
La apocalíptica, con su pintoresca visión del mundo, no se pro- tuación, se le revelaba como voluntad del Padre. Es de notar que
pone más que dar testimonio del eterno optimismo que es la esen- en todas sus actitudes, tanto en las disputas morales con los fa-
cia secreta de toda religión: Dios se apiadará de este mundo infe- riseos como en la tentación de poder encarnada por los propios
liz, revelará su total sentido y su radical perfectibilidad, la cual apóstoles, Jesús se niega a dictar normas particularizantes, a esta-
será hecha realidad por Dios mismo 3 . blecer soluciones que regionalizarían el reino. Se muestra siempre
Al afirmar que el reino de Dios articula lo utópico del hombre abierto a la totalidad. Y mantiene esa totalidad a partir de su pro-
no queremos entender el reino como mera prolongación orgánica funda experiencia de Dios-Padre, que ofrece la salvación a todos
del mundo presente tal como se encuentra en la historia. El reino indistintamente, buenos y malos (cf. Mt 5,45), en especial a los
de Dios no evoluciona, sino que irrumpe. Si fuera evolución de que se consideraban marginados y lejos de Dios. Así, su mensaje
las posibilidades del presente, no sobrepasaría jamás la situación universal del reino critica de raíz el ambiente religioso de su tiem-
del presente, que es siempre ambigua, en la que crecen juntos el po e instaura un conflicto en el que sucumbirá por negarse a un
trigo y la cizaña. El reino de Dios, por el contrario, significa compromiso de privatización del reino de Dios de acuerdo con la
exactamente una revolución de las estructuras de este mundo, de expectación de los judíos. La insistencia en preservar el carácter
suerte que el mundo subsistirá para ser teatro de la gloria de Dios. de totalidad del reino no lleva a Jesús a no hacer nada, a esperar
Por eso el reino es la presencia del futuro dentro del presente. simplemente la irrupción del nuevo orden. Por el contrario, crea

3 4
Cf. H. H. Rowley, Apokalyptik. Ihre Form und Beieutung zur biblischen P. Hoffmann, Die Versuchungsgeschichte in der Logienquelle. Zar
Zeit (Einsiedeln 1965) 43-46, y J. Schreiner, Die alttestamentlich-jüdische Auseinandersetzung der }udenchristen mit dem politischen Messianismus:
Apokalyptik (Munich 1969) 195ss. «Biblische Zeitschrift» 13 (1969) 207-223.
260 Jesucristo, liberador 261
Salvación en Jesucristo
una nueva actitud ante las concreciones humanas desenmascarando en acoger a una prostituta, en conversar con una hereje (sama-
su autosuficiencia. No se limita a una crítica a partir de la utopía ritana), en llamar a su compañía a un colaborador de los roma-
del reino, sino que inaugura una nueva praxis que concreta anti- nos (Me 2,15-17), a un guerrillero zelota (Me 3,18-19), a unos
cipadamente el nuevo mundo esperado. entusiastas aspirantes al poder en el reino (Le 9,46), indica que
Jesús rompe barreras y hace posible una comunión liberadora
entre los hombres. Las relaciones señor-esclavo son transformadas
5. LA NUEVA PRAXIS DE JESÚS en relaciones fraternales de mutuo servicio (Mt 23,8-10; Me 10,
Y LA CONCIENCIA OPRIMIDA 42-44). Sus exigencias no deben ser leídas en el horizonte de la
ley, porque su evangelio no pretende ser un fariseísmo más per-
Uno de los rasgos característicos del comportamiento de Jesús feccionado. Antes bien, critica despiadadamente todo legalismo.
fue ciertamente su no conformismo en palabras («oísteis que se El enseñó y mostró en su vida que lo que salva no es la ley, sino
dijo a los antiguos...») y en obras frente al mundo circundante, el amor. La ley es pura función interhumana (cf. Me 2,27). Al
a los mentores del orden vigente social y religioso s- Los evange- enseñar que el amor es la norma suprema de relación entre los
lios no disimulan que Jesús fue un signo de contradicción (Le hombres, pone en jaque todo sistema de normas que se baste a sí
2,34) y significó una crisis para todo el judaismo (Jn 7,43; 9,16; mismo y pone en tela de juicio todo fetichismo y toda subordi-
10,19). nación a un sistema social o eclesiástico.
En nombre del buen sentido, Jesús critica la casuística sin Esta nueva praxis de Jesucristo es ya el propio reino presente.
corazón, particularmente los ritos de purificación (Me 2,27 par.) Jesús mismo aparece como un hombre libre y liberado, como la
y la legislación matrimonial (Me 10,11-12 p a r . ) . Se sitúa frente mejor concreción personal del reino. Por eso su existencia fue de
a\ uso de\ podeT (Le 22,25-28). Somete la Tora y los profetas total reconciliación, incluso en sus conflictos con los fariseos, por-
—es decir, la dogmática del Antiguo Testamento— a las exigen- que a nadie rechazaba, sino que acogía a todos: «Si alguno viene
cias del amor y así libera la fantasía creadora del fardo de su a mí, yo no lo rechazaré» (Jn 6,37).
propio pasado. No se propone decir cosas nuevas a toda costa. Sus Esa conducta liberadora de Cristo no nace de un espíritu hu-
parábolas y sus disputas con los fariseos demuestran que él quiere manitarista, sino de una profunda experiencia de Dios: un Dios
que sus oyentes entiendan; por eso apela a la sana razón y no que corre tras el hijo pródigo, que va en busca de la oveja per-
a prescripciones autoritarias. Su praxis se presenta como efecti- dida; un Dios que es absoluta bondad, amor y perdón. El se da
vamente liberadora por la nueva solidaridad que inaugura con a todos indiscriminadamente, a los piadosos y a los pecadores.
los oprimidos por el sistema. Estos eran los que no conocían la Y porque ese Dios se vuelve al hombre, el hombre debe volverse
ley y eran tenidos por malditos (Jn 7,49) : las mujeres y los ni- también a los demás hombres. A eso deben tender las demás co-
ños, los recaudadores de impuestos, los que practicaban profesio- sas: ley, culto, piedad, sacramentos e Iglesia, pues el sacramento
nes despreciables (pastores, barberos, etc.), los enfermos y peca- del hermano es el principal sacramento de salvación (Mt 25,
dores públicos. Cristo toma abiertamente partido por ellos, aun- 31-45; Le 10,29-37). Jesús vive lo que experimenta en Dios. Más
que lo llamen amigo de los pecadores y de los colaboradores de a ú n : su amor por todos, especialmente por los marginados social
los romanos, comedor y bebedor de vino (Mt 11,19; Me 2,14-17). y religiosamente, encarnaba el propio amor y la propia proximi-
A los que se escandalizan les cuenta la parábola del hijo pró- dad de Dios.
digo (Le 15) o simplemente les dice: «No vine a llamar a los El reino de Dios significa todo eso, pero eso no es todo, sino
justos, sino a los pecadores. Los sanos no necesitan médico» la inauguración del reino. Este, con Jesús y con la nueva praxis
(Mt 11,19). Su soberanía en no respetar las divisiones de clases, que instaura, se encuentra ya en medio de nosotros (cf. Le 17,21;
11,20), pero al mismo tiempo está abierto al futuro. Las parábo-
5
J. Ernst, Der Nonkonformismus Jesu, en Anfange der Christologie las de la levadura (Mt 13,33), de la semilla depositada en tierra
(SBS 57; Stuttgart 1972) 145-158. (Me 4,26-29), de la cizaña y el trigo (Mt 13,24-30) y de la red
262 Jesucristo, liberador Salvación en Jesucristo 263

barredera (Mt 13,47-50) hablan de ese futuro que, sin embargo, sámente, la transformó en señal de liberación de aquello precisa-
ya actúa en el presente. Entre presente y futuro no hay separa- mente que la provocó: del espíritu de venganza, de las divisiones
ción, sino proceso de liberación e irrupción del reino ya próximo y del cerrarse con suficiencia sobre sí mismo; e hizo posible una
(Me 1,14). Estas actitudes de Jesús son significativas como libe- verdadera liberación, una comunión, abrió el camino al amor.
ración ya en marcha de la conciencia oprimida. Ellas conservan Con la cruz, Jesús venció la mayor tentación de toda su vida: la
un valor permanente para la fe, que así supera la tendencia a del poder como medio de entronizar el reino. El reino de Dios
iconizar la figura de Jesús, eliminando el sentido liberador de sus no es el sometimiento de los hombres por la religión o la política.
acciones históricas 6 . Eso sería parcializarlo. El reino, por el contrario, acontece cuan-
do el hombre abandona la seguridad de su pasado y se entrega
al futuro de Dios o al Dios del futuro. De ahí que el reino de Dios
6. MUERTE Y RESURRECCIÓN, REALIDAD PARADIGMÁTICA sólo se inaugure cuando tiene lugar una conversión, que es dejar
DE TODO PROCESO DE VERDADERA LIBERACIÓN espacio para Dios y es despojamiento como experiencia de éxodo.
Jesús en la cruz vivió esa aniquilación de toda voluntad de efi-
La muerte y la resurrección de Cristo, además de ser los acon- ciencia y de toda certeza de triunfo. La cruz significó abandono
tecimientos principales del misterio de Cristo y de la fe cristiana, total (cf. Me 15,34) y, por tanto, el completo vacío que es posi-
poseen una relación intrínseca con el reino. El reino postulado bilidad de plenitud divina en la realidad humana.
por Cristo es una buena noticia para toda la creación. No sólo La resurrección muestra lo que aconteció en la muerte-vacío:
interesa a la política y la religión, sino a la totalidad. Ese carácter la total autocomunicación de Dios. Ella es la parusía del reino
cósmico del reino provocó una crisis en el judaismo que culminó anunciado y la epifanía del futuro prometido. El reino se realizó
con la repulsa de Jesús. La cruz es el símbolo de lo que el mundo en la persona de Jesús crucificado de forma definitiva y escatoló-
puede con su piedad (los que condenaron a Jesús fueron los pia- gica. La resurrección no es un retorno a las estructuras del mun-
dosos, no los malos), con su celo por Dios, con su dogmática do viejo, donde reina la muerte, se propaga el pecado y coexiste
y su revelación, entendidos como modelos autosuficientes. La cruz la cizaña junto al trigo. Es la implosión y explosión del nuevo
es el paradigma de una privatización que se basta a sí misma y se cielo y la nueva tierra con el último Adán (cf. 1 Cor 15,45). Por
organiza como fuerza y religión. Esto implicaba una repulsa del ello la resurrección significa liberación para la plenitud divina
futuro, del reino como totalidad de liberación y de Jesús como y humana, para la realización exhaustiva del hombre y del cos-
presencia anticipada y portador de esa liberación. Jesús no acepta mos en Dios. Es la utopía del reino transformada en aconteci-
compromisos: la fidelidad al reino le hace aceptar, no sin temor miento-utopía.
y temblor, la muerte y la cruz. La cruz y la muerte no revelan el Al igual que con la cruz, con la resurrección se articula de
fracaso de Jesús, que no consiguió convencer a nadie de la verdad forma escatológica un dato que no es exclusivo de Jesús, sino que
y la posibilidad del reino como completa liberación. Ella puso un acontece siempre que el reino de Dios irrumpe en el reino de los
Logos más profundo (y por ello permanente) que con Jesús se hombres. La resurrección se da, pues, como experiencia de libe-
articuló de forma escatológica y ejemplar: es la historificación ración cuando se supera toda cerrazón opresora, cuando se rompe
de la estructura del pecado como voluntad humana de poder, es- la cascara de huevo que impedía surgir a la nueva vida. La expe-
píritu de venganza, repulsa de Dios como futuro y fijación en un riencia de lo nuevo y de lo futuro, no ya como algo manipulable
pasado y en un presente creados y domesticados por el hombre. por el hombre, sino como novedad y futuridad (cuya anticipación
La cruz es el símbolo real del reino de los hombres. Por eso a es lo nuevo y lo futuro), significa resurrección, la cual en Jesús
Jesús, que vivió siempre a partir del reino de Dios, le pareció se transformó en acontecimiento definitivo, y, por tanto, ejem-
repugnante y totalmente absurda (Heb 5,7). Asumiéndola valero- plar, para el restante proceso de liberación.
Con la muerte y la resurrección, la fe celebra la presencia de
' Cf. J. Comblin, Théologie de la révolution (París 1970) 236. la liberación total, que no es ya proceso ni tampoco esperanza,
264 Jesucristo, liberador Salvación en Jesucristo 265

sino acontecimiento de alegría divina y humana. De aquí nacen actitud confiere un significado especial al sufrimiento como ma-
impulsos para el proceso de liberación, que, penosamente y con nera de participar en la expoliación de los millones de humilla-
dolores de parto, gime por su realización histórica. dos y ofendidos en que se historifica hoy, anónimamente, la pa-
sión de nuestro Señor Jesucristo.
¿Qué se debe hacer en concreto a la luz de la salvación en
7. SALVACIÓN EN JESUCRISTO EN LAS MEDIACIONES Jesucristo? Esto no se puede deducir del modelo de los evangelios
DEL PROCESO DE LIBERACIÓN EN AMERICA LATINA ni del modelo de Jesús. La salvación liberadora no es un modelo
ni Jesucristo dejó una articulación concreta universalmente vá-
La totalidad de la salvación presente en Cristo muerto y re- lida. No es en ese nivel del modelo donde se encuentra lo especí-
sucitado no exime a la fe de trabajar con vistas a la concretización ficamente cristiano, porque el camino concreto es siempre particu-
histórica del reino. Este no desciende simplemente del cielo, sino lar y responde a lo concreto de cada situación. Jesús siguió el
que irrumpe de la radicalidad que está latente en el presente. Por camino del profeta-mártir. Era un camino que, dentro de su si-
ello existe una continuidad entre el reino de Dios y el reino de tuación, el Misterio le pidió seguir. Pero en este camino apareció
los hombres. La fe no anuncia otro mundo, sino un mundo nuevo. una dimensión —aquí reside lo específicamente cristiano— que
La continuidad, sin embargo, no es completa y sin ruptura, porque es normativa para todos y debe estar presente en todos los mode-
el reino del hombre es también reino del anticristo y de la cizaña. los concretos, por antagónicos que resulten: renuncia a la volun-
El reino de Dios ya está presente misteriosamente en la tierra tad de violencia, amor desinteresado, perdón universal y continua
(GS n. 39). No se da en su totalidad, sino en las mediaciones his- referencia al Misterio del Padre. La vivencia concreta y radical
tóricas y se realiza en todos los niveles de la realidad política, de esta dimensión hizo que Jesús de Nazaret fuera lo que pro-
económica, social y religiosa. La Iglesia no es la única portadora clama la fe: el Cristo, el Señor y el Reino presente. Ahora bien,
del reino. Este se articula, siempre que haya un crecimiento real- esa misma dimensión hace también hoy que la praxis cristiana
mente humano, en la justicia, en la superación de las opresiones sea precisamente praxis cristiana, sea cual fuere su concreción
y en la instalación de un mayor ámbito de libertad. A la luz de histórica, como ejercicio del poder político o como lucha para su
esta idea hemos de precavernos contra quienes vacían el presente conquista.
en función del futuro del reino, como si ese futuro no estuviera Es una tentación propia de los cristianos buscar la justifica-
en íntima relación con el esfuerzo humano. El presente está ínti- ción de su praxis en un texto evangélico o en una acción de Jesús.
mamente vinculado con el futuro escatológico porque el presente Se apela a la violencia porque Jesús hizo uso de ella (cf. Jn 2,
es una forma, todavía deficiente, de realizar el futuro en las me- 15-17). Se pide una acción no violenta porque Jesús la recomen-
diaciones históricas. En América Latina, esto significa que el dó y la vivió (cf. Mt 26,52; 5,39). Ambas exigencias sitúan lo
esfuerzo hecho por todo el Continente para liberarse de las ata- específicamente cristiano en un modelo determinado y por ello
duras opresoras de orden económico, político y cultural, que en un lugar hermenéutico falso. La fe cristiana no prescribe una
tienen a millones de hombres atados opresivamente a una situa- concreción determinada, sino que exige una manera específica que
ción infrahumana, no es considerado solamente como un impera- debe estar presente en cualquier concreción o postura. Así, si los
tivo de razón política, sino como una exigencia de la fe que se cristianos buscan hacerse con el poder, porque esto les parece el
convierte en praxis y no en droga para pábulo de descontentos. imperativo del momento, que lo hagan; pero no como dominio,
Es la manera como el reino de Dios se nos da en nuestra vida. sino como servicio, no con espíritu de desquite, sino como supe-
La represión del orden vigente, la cárcel, la tortura, la amputación ración reconciliadora de unos esquemas sociales discriminadores.
de las libertades fundamentales de expresión constituyen la vi- Con esta actitud es como se realiza el cristianismo. Si otros cris-
vencia concreta de la cruz. Esta es aceptada no estoicamente como tianos renuncian al poder y aconsejan la no violencia, porque la
un fardo del que, amargados, no nos podemos liberar, sino como situación así lo exige, que actúen con el mismo espíritu evangé-
un elemento esencial a la experiencia pascual de liberación. Tal lico que los anteriores, siempre que de esa forma encarnen los
266 Jesucristo, liberador Salvación en Jesucristo 267

sentimientos de Cristo (cf. Flp 2,5) de despojamiento y de ser- El evangelio invita a la fantasía creadora a elaborar ideolo-
vicio a los hermanos. gías nacidas no de una magnitud a priori, sino del análisis y de
El reino se realiza, pues, dentro del proceso de liberación; los desafíos de una situación, en función de un proyecto libe-
no se identifica con él porque es una magnitud escatológica. Pero rador 7 . Ante esto, el cristiano, en su fe, no debe temer asumir
exactamente por ser escatológica se da en la historia con un sen- una decisión concreta con los riesgos de fracaso que implica, de-
tido de anticipación de la plena liberación y de promesa de cisión que puede ser la venida históricamente mediatizada del
futura plenitud. En el «tiempo intenso y urgente» (Assmann) reino. Por ello puede, día tras día, suplicar ardientemente: «Ven-
en que vive toda América Latina, la liberación total de Jesucris- ga a nosotros tu reino». Ni la fe ni la Iglesia pueden saber de
to está «mediatizada» por la liberación política y económica, antemano cuál será la configuración concreta de tal decisión. Lo
por la hominización de inmensas masas marginadas y por la que ellas pueden hacer es estar atentas a las llamadas de la si-
creciente solidaridad y participación de la gran mayoría. Todo tuación y descubrir en ella cuál es la encarnación que el reino
eso expresa más un anhelo que una realidad. Para que sea rea- escatológico intenta asumir: sea a través de una arriesgada toma
lidad y no sólo un deseo es para lo que la fe induce a los cris- de poder, sea a través de una colaboración crítica con los mo-
tianos, por causa de la propia fe, al compromiso concreto en delos vigentes, sea mediante la inmersión en una situación de
una praxis liberadora. catacumbas o sea a través de una serie de acciones profético-
liberadoras, capaces de despertar la conciencia adormecida. De
todas estas formas, llenas de incertidumbres y ambigüedades,
8. LA FE CRISTIANA NO ES IDEOLOGÍA,
puede realizarse la auténtica sustancia cristiana o también su
SINO FUENTE DE IDEOLOGÍAS FUNCIONALES
perversión en caso de cerrarse narcisistamente en su propia se-
guridad.

Para mantenerse puro en su carácter cristiano, el proceso de


liberación implica la aceptación, en su praxis, de la experiencia
pascual. En otros términos: habrá de morir a sus propios mode-
los y a sus propias conquistas. Por un lado, debe abrazarlos
con todo empeño, porque constituyen el reino de Dios presente
en las ambigüedades de la historia; por otro, debe morir a ellos,
porque no son toda la liberación ni todo el reino. Con su muerte
crea la posibilidad de resurrección de otras concreciones media-
doras del reino y así «prepara la materia del reino de los cielos»
al tiempo que realiza «un esbozo del siglo venidero» (Gaudium
et spes, nn. 38, 39).
Al asegurarnos que el futuro del mundo está garantizado por
la liberación plena del Resucitado, la fe no nos da, como iluso-
riamente han creído muchos cristianos, la clave para descifrar
todos los enigmas políticos y sociales. El cristiano, como los de-
más hombres, no está dispensado de buscar, tantear y luchar
por la conquista del poder sin afán de dominio; ha de soportar
la represión sin espíritu de venganza y reconocer que el cris-
tianismo, precisamente por no ser una ideología, no le ofrece un
modelo concreto de acción liberadora, válido para todo y siempre. 7
Cf. H. Assmann, Teología desde la praxis de la liberación, 171-202.
Jesucristo y el cristianismo 269

XIV no como Jesús sólo podía ser Dios mismo. En consecuencia, Jesús
de Nazaret fue llamado con razón Cristo. En él se basa y se com-
prende el cristianismo. Por tanto, en la base del cristianismo está
JESUCRISTO Y EL CRISTIANISMO
REFLEXIONES SOBRE LA ESENCIA DE LO CRISTIANO Jesucristo. Y en la base de Jesucristo hay una vivencia, un com-
portamiento, un modo de ser hombre, una estructura que, vivida
radicalmente por Jesús de Nazaret, hizo que él fuese designado
como Cristo. Existe una estructura crística dentro de la realidad
Jesucristo no es una estrella errante en la historia del mun-
humana que se manifestó de forma absoluta y exhaustiva en la
do. Representa la culminación de los dinamismos que Dios puso
vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret.
en la creación y, especialmente, en el hombre. Estos dinamismos
fundan un cristianismo antes de Cristo y fuera de la profesión
de fe explícita en Jesucristo. Cristiano no es simplemente quien
1. EL CRISTIANISMO ES TAN VASTO COMO EL MUNDO
profesa con los labios a Cristo, sino quien, hoy como ayer, vive
la estructura y el comportamiento que Cristo vivió: amor, perdón,
apertura total a Dios, etc. Las religiones que lo enseñan y lo vi- La estructura crística es anterior al Jesús histórico de Nazaret.
ven son formas concretas que el cristianismo universal puede asu- Preexistía en la historia de la humanidad. Siempre que el hombre
mir. La Iglesia católica se presenta institucionalmente como la se abre a Dios y al otro, siempre que se da un verdadero amor
mejor articulación histórica del cristianismo. Mientras los hom- y superación del egoísmo, cuando el hombre busca la justicia, la
bres y el mundo no hayan alcanzado la plenitud en Dios, Cristo solidaridad, la reconciliación y el perdón, se da el verdadero cris-
continúa esperando y teniendo un futuro. tianismo y emerge, dentro de la historia humana, la estructura
crística. Así, pues, el cristianismo puede existir antes del cristianis-
m o ; pero también puede haber cristianismo fuera de los límites
Al término de nuestras reflexiones cristológicas, se impone una
cristianos. Esto es, el cristianismo se realiza no sólo donde se pro-
reflexión de orden más universal acerca del cristianismo y de al-
fesa explícitamente y se vive ortodoxamente, sino que surge tam-
gunas de sus estructuras fundamentales. Cristianismo viene de Cris-
bién siempre que el hombre dice un sí al bien, a la verdad y al amor.
to. Cristo no es originalmente un nombre propio de persona, sino
Antes de Cristo el cristianismo era anónimo e implícito 1. No po-
un título. Con el título Cristo, atribuido a Jesús de Nazaret cruci-
seía todavía un nombre, aunque existiese y fuese vivido por los
ficado y resucitado, la comunidad primitiva expresaba su fe de
hombres. Pero con Jesucristo recibió un nombre. Jesús lo vivió
que en ese hombre se habían realizado las expectativas radicales del
con tal profundidad y absolutez que, por antonomasia, pasó a lla-
corazón humano, expectativas de liberación de la ambigua condi-
marse Cristo. El hecho de que al principio el cristianismo no se
ción humana y cósmica y de inmediatez con Dios. El es el ecce
llamara así no significa que no existiera. Existía, pero escondido,
homo, el hombre nuevo y ejemplar que reveló en su máxima pro-
anónimo y latente. Con Jesús llegó a su máxima evidencia, expli-
fundidad lo que es y lo que puede el h o m b r e : abrirse a Dios de
citación y revelación.
tal forma que llegue a identificarse con él. La encarnación desig-
na exactamente la absoluta y exhaustiva realización de esa posibi- La tierra siempre fue redonda, aun antes de que Magallanes
lidad contenida en el horizonte de la realidad humana, conectada lo demostrara. América del Sur no comenzó a existir con su des-
por primera vez en Jesús de Nazaret. Su historia personal reveló cubrimiento por Cristóbal Colón. Ya existía antes, aunque no fuese
un modo de ser-hombre, una forma de comportarse, de hablar, de explícitamente conocida. Así sucede con el cristianismo y con Cris-
relacionarse con Dios y con los otros que rompía los criterios co- to. Cristo nos reveló la existencia del cristianismo dentro de la rea-
munes de interpretación religiosa. Su profunda humanidad dejó 1
Cf. las reflexiones de K. Rahner, Los cristianos anónimos, en Escritos
vislumbrar estructuras antropológicas de una limpidez y transpa- de Teología VI (Madrid 1966) 545-554; id., El cristiano en el mundo que le
rencia para lo divino que superaban todo lo que hasta entonces rodea, en Escritos de Teología VII (Madrid 1969) 100-113; A. Roeper, Die
había surgido en la historia religiosa de la humanidad. Tan huma- anonymen Christen (Maguncia 1962) espec. 149ss.
270 Jesucristo, liberador Jesucristo y el cristianismo 271

lidad humana. Por eso dio el nombre al cristianismo, como Américo mana» 2. Ser cristiano es vivir la vida humana con la profundidad
Vespucio, el segundo descubridor de América, dio su nombre al y radicalidad con que se abre y comulga con el misterio de Dios.
continente descubierto. San Agustín, que comprendió muy bien Ser cristiano y católico no significa necesariamente ser bueno, ver-
esta realidad, podía afirmar: «La sustancia de lo que hoy nosotros dadero y justo. En cambio, el bueno, verdadero y justo ese es
llamamos cristianismo existía ya en los antiguos y estaba presente cristiano y católico.
desde los orígenes de la humanidad. Finalmente, cuando Cristo apa-
reció en carne, lo que siempre existió comenzó a llamarse religión
cristiana» (Retr. 1, 12, 3 ) . Podemos, pues, asegurar que el cristia- 2. LA PLENA HOMINIZACION DEL HOMBRE
nismo es tan vasto como el mundo humano. Pudo realizarse antes de SUPONE LA HOMINIZACION DE DIOS
Cristo y puede realizarse todavía hoy fuera de los límites «cris-
tianos», donde la palabra cristianismo no es empleada ni conocida. ¿Podemos concretar más qué es la estructura crística? Una
Más a ú n : el cristianismo puede encontrarse incluso donde, por posibilidad de la existencia humana. El hombre, a diferencia del
una conciencia errónea, se le persigue y combate. Por eso, cristia- animal, se define como el ser abierto a la totalidad de la realidad,
nismo no es simplemente una visión del mundo más perfecta, ni como un nudo de relaciones orientado en todas las direcciones.
una religión más sublime, ni menos aún una ideología. Cristia- Se realiza sólo en el caso de mantenerse siempre abierto y en co-
nismo es la vivencia concreta y consecuente de esa estructura cris- munión permanente con la realidad global. Estando en el otro es
tica que Jesús de Nazaret vivió como total apertura al otro y al como está dentro de sí mismo. Saliendo de sí es como llega a sí.
gran Otro: amor indiscriminado, fidelidad inexorable a la voz Sólo ex-istiendo (saliendo de sí = ex) vuelve a sí mismo. El yo
de la conciencia y superación de lo que amarra al hombre a su no existe si no es creado y alimentado por un tú. Para tener, el
propio egoísmo. Con razón decía el primer gran filósofo cristia- hombre ha de dar. Por eso debe trascenderse siempre a sí mismo.
no, Justino (f 167) : «Todos los que viven conforme al Logos son Por su pensamiento penetra en el horizonte infinito del ser. Cuan-
cristianos. Así, entre los griegos, Sócrates, Heráclito y otros, y entre to más se abre al ser, es más capaz de escuchar y de ser hombre.
los no griegos, Abrahán, Ananías, Azarías, Elias y muchos otros Dar no significa únicamente trascenderse a sí mismo y salir de sí;
cuyos nombres y obras sería prolijo citar» (Apología I, 4 6 ) . El es también capacidad de recibir el don del otro. Amando y de-
cristianismo puede articularse tanto en lo sagrado como en lo jándose amar por los otros, el hombre descubre su verdadera pro-
profano, tanto en esta cultura como en otra, tanto antes como hoy o fundidad y su misterio. Cuanto más el hombre se oriente al infinito
mañana. y al otro, mayor posibilidad tiene de humanizarse, es decir, de rea-
Jesús, en su humanidad, vivió con tal radicalidad la estructura lizar su ser hombre. El hombre más perfecto, completo, definitivo
crística que debe ser considerado como el mejor fruto de la evo- y acabado es el que puede identificarse y ser uno con el Infinito.
lución humana, como el nuevo Adán, en expresión del apóstol Pa- Jesús de Nazaret fue el ser humano que realizó esta posibilidad
blo (1 Cor 15,45) ; como aquel hombre que ha alcanzado ya la humana hasta el extremo y logró llegar a la meta de la hominiza-
meta del proceso de humanización del hombre. Por eso, el verda- ción. Porque estuvo tan abierto a Dios hasta ser totalmente colma-
dero cristiano no es simplemente quien se afilia a la religión cris- do por él, que debe ser llamado Dios encarnado. Así han de en-
tiana, sino quien vive y realiza en la vida, evidentemente en cuanto tenderse las palabras de J. Ratzinger: «La completa hominización
estamos en la historia de forma deficiente y aproximada, lo que del hombre supone la hominización de Dios» 3 . El hombre, para
Cristo vivió, por lo que fue apresado, condenado y ejecutado. ser verdaderamente él mismo, debe poder realizar las posibilidades
Ratzinger lo expresaba con gran precisión: «No es verdadero cris- inscritas en su naturaleza, especialmente la de ser uno con Dios.
tiano el miembro confesional del partido, sino quien se hace real- Cuando el hombre llega a tal comunión con Dios, formando con él
mente humano por su vivencia cristiana. No quien observa de ma-
nera servil un sistema de normas y de leyes únicamente con miras 2
J. Ratzinger, Introdugáo ao Cristianismo (Sao Paulo 1970) 223.
a sí mismo, sino quien se hace libre para la simple bondad hu- 3
Ibíd., 189-190.
272 Jesucristo, liberador Jesucristo y el cristianismo 273

una unidad sin confusión, sin división y sin mutación, entonces una comprensión del mundo, sino el que actúa de acuerdo con la
alcanza su punto máximo de hominización. Cuando esto se verifica, realidad crística. Para esto poco valen los modelos y las etiquetas
Dios se humaniza, el hombre se diviniza y surge en la historia cristianas. Lo que cuenta es la vivencia concreta y consecuente de
Jesucristo. De ahí que podamos completar el pensamiento de Rat- una realidad y de un tipo de comportamiento que Jesús de Nazaret
zinger diciendo que la completa hominización del hombre implica tematizó, radicalizó e hizo ejemplar. En esto consiste fundamen-
su divinización. Por tanto, el hombre se supera infinitamente no por talmente el cristianismo.
la aniquilación de su ser, sino por la completa realización de la
ilimitada capacidad de comunión con Dios de que está dotada su
naturaleza. El término de la antropogénesis reside en la cristogé- 3. LA ESTRUCTURA CRÍSTICA
nesis; esto es, en la inefable unidad de Dios y del hombre en un Y EL MISTERIO DEL DIOS TRINO
solo ser, Jesucristo.
Si la estructura crística consiste esencialmente en dar y en saber
El cristianismo se concreta en el mundo siempre que los hom-
recibir el don del otro, quiere decir que tal estructura está en
bres, a semejanza de Cristo, se abren a la totalidad de la realidad
íntima relación con el propio misterio de Dios. La esencia de Dios,
y especialmente «al supremo e inefable misterio que envuelve nues-
si podemos utilizar semejante lenguaje humano, se realiza en el
tra existencia, donde tenemos origen hacia el que caminamos» 4 ,
amor, en el dar y en el saber recibir: «Dios es amor» (1 Jn 4,8.16).
Dios. Esta apertura, como veremos luego, puede recibir las más va-
Dios sólo existe comunicándose y subsistiendo como Padre, Hijo y
riadas articulaciones en lo sagrado y en lo profano. Lo decisivo no
Espíritu Santo. Dios es Padre porque se autocomunica y se da. Tal
es una determinada articulación, sino que dicha apertura acontezca
comunicación se llama Hijo. El Hijo, a su vez, se da y sale total-
y se mantenga continuamente susceptible de un indefinido perfec-
mente de sí y se entrega al Padre, que lo recibe plenamente. Este
cionamiento. Lo que en Jesús de Nazaret se realizó de forma abso-
mutuo amor y entrega del Padre al Hijo se llama Espíritu Santo,
luta e irreversible se debe realizar en la medida propia de cada
que procede del Padre y del Hijo. El Padre no existe sin el Hijo,
uno, en toda persona humana. Donde triunfa la estructura crística
ni el Hijo sin el Padre, ni el Espíritu Santo sin el Padre y el Hijo.
allí se vigoriza y se realiza la hominización. Donde muere por
En la total, completa y absoluta entrega de uno al otro es como
cerrarse el hombre en sí mismo, allí también se obstaculiza y de-
Dios Trino, eternamente, realiza su ser infinito. La estructura con-
tiene el crecimiento hominizador del hombre. Esa apertura al otro
tenida en la creación, especialmente en la realidad humana, alcan-
es tan determinante que de ella depende la salvación o la absoluta
zó su máxima potencia en Jesús de Nazaret, que fue creado en
frustración humana. En la llamada parábola de los cristianos anó-
analogía con la propia estructura del misterio de Dios Trino. Ya
nimos (Mt 25,31-46), el juez divino medirá a todos los hombres
a través de Jesucristo, esta estructura se reveló de forma explícita,
por la capacidad que tuvieron de amar a sus semejantes. Aquel
a la conciencia humana, no tanto por palabras cuanto en la me-
que recibió al peregrino, vistió al desnudo, alimentó al hambrien-
dida en que vivió su ser humano en diáfana, límpida y completa
to y sació al sediento, acogió no solamente a un hombre, sino
apertura y entrega a Dios y a los hombres.
también, de incógnito, al propio Dios. Lo que se quiere decir es
que la unión en el amor y la apertura a un tú humano implica en Sólo a partir de Jesucristo llegaron la revelación y la teología
su última radicalidad una apertura al tú absoluto y divino. Dios al conocimiento del Dios Trino y Uno. Jesús no sólo se reveló como
está siempre presente dondequiera que haya amor, solidaridad, el hijo de Dios encarnado, sino que reveló también el carácter
unión y crecimiento verdaderamente humanos. Se salva no aquel filial de todo hombre (Rom 8,14).
que se afilió a la confesión cristiana, sino quien vivió la estructura
crística; no el que exclama ¡ Señor, Señor! y quien construye toda 4. E L CRISTIANISMO, R E S P U E S T A RESPONSABLE A UNA PROPUESTA

4
Nostra aetate, declaración del Concilio Vaticano II sobre las relaciones Si quisiéramos explicar con otras palabras la estructura crísti-
de la Iglesia con las religiones no cristianas, n. 1. ca, podríamos decir que consiste en una respuesta dada con res-
1O
274 Jesucristo, liberador Jesucristo y el cristianismo 275

ponsabilidad a una propuesta divina 5 . Dios se entrega también al La historia del Antiguo Testamento y del Nuevo se presenta
hombre, le formula una propuesta de comunión con él, de amor y corno ejemplo de que todo un pueblo, a lo largo de más de dos
de unión. A esa propuesta divina, el hombre tiene que dar una mil años, en un ascenso cada vez mayor, fue dando una respuesta
respuesta. La reciprocidad exige pagar con amor el amor recibido. positiva a la propuesta divina. Pero en alguien se llegó a una per-
Esta exigencia interna surge no por parte del que se da y ama, fecta adecuación entre propuesta de Dios y respuesta humana.
sino por parte del que se deja amar y es amado. Aceptar la pro- Alguien estuvo abierto a Dios en proporción a su inefable comu-
puesta de amor del otro es ya dar amor y una respuesta. De ahí nicación. Jesús de Nazaret fue quien realizó de forma absoluta la
que saber recibir sea una de las formas de dar, quizá la más estructura crística hasta hacer que su respuesta se identificara con
original, porque crea la atmósfera indispensable para el encuentro, la propuesta. Como ya hemos visto, exactamente en esa unión in-
para el diálogo y para el crecimiento del amor. mutable, indivisible e inconfundible consiste la encarnación de Dios
La propuesta de Dios surge dentro de la conciencia humana, y la subsistencia del hombre y de Dios en el único y mismo Jesu-
lugar donde Dios habla a cada persona. Cuando la conciencia se cristo. En este sentido, Jesús de Nazaret es el mejor don de los
siente responsable y desafiada a salir de sí, a aceptar al otro, a hombres a Dios y, al mismo tiempo, el más excelso don de Dios
asumir una tarea, ahí está Dios formulando una propuesta. La a los hombres. El aparece así como el sacramento del encuentro
propuesta puede surgir dentro de la vida, en los signos de los tiem- entre Dios y la humanidad 6 , como el foco donde todo, creación y
pos y en las exigencias de la situación concreta. Siempre que somos Creador, alcanzan la unidad y así se logra la meta final de la
impulsados a crecer, a amar, a salir de nosotros mismos, a abrirnos historia de la creación.
a los otros y a Dios, a asumir una responsabilidad ante nuestra
conciencia y ante los otros, ahí se da una propuesta que exige una
respuesta con fidelidad. 5. EL CATOLICISMO ES LA ARTICULACIÓN INSTITUCIONAL
También, en el caso de que el hombre se abra y ame, se da MAS PERFECTA DEL CRISTIANISMO
la concreción de la estructura crística. La historia humana puede
considerarse como la historia del éxito o del fracaso de la estructu- Si el cristianismo consiste fundamentalmente en la respuesta
ra crística; puede analizarse como la respuesta feliz o desgraciada responsable a la propuesta divina, comprobamos que la respuesta
que los hombres, dentro de los condicionamientos históricos y so- humana se puede articular históricamente, de muchas formas. En
ciales propios de cada época, han dado a la propuesta de Dios, su respuesta, el hombre asume su cultura, su historia, su com-
esto es, hasta qué punto han creado estructuras que faciliten y reali- prensión del mundo, su pasado; en fin, todo su mundo. Las reli-
cen los valores fundamentales del amor, de la fraternidad, de la giones del mundo, antes y hoy, a pesar de una serie de elementos
comprensión entre los hombres y de la apertura consciente a Dios. cuestionables y hasta, desde el punto de vista cristiano, condena-
De ahí que toda la vasta dimensión de la historia humana pueda bles, representan en sí la respuesta y la reacción religiosa de los
considerarse como historia de la salvación y de la perdición. La hombres frente a la propuesta y la acción de Dios. Las religiones
experiencia nos enseña que la respuesta humana jamás consigue pueden y deben ser consideradas como articulaciones de la es-
agotar la propuesta divina. Es más, toda respuesta está marcada tructura crística y concretan en alguna medida la propia Iglesia
siempre por una ambigüedad fundamental: es simultáneamente his- de Cristo 7 . En este sentido no existen religiones naturales. Todas
toria de la apertura de la cerrazón del hombre, de la respuesta
positiva y de la respuesta negativa a la propuesta divina. La histo- 6
Cf. E. Schillebeeckx, Cristo, Sacramento del encuentro con Dios (San
ria de la salvación humana es un vasto campo sembrado donde, Sebastián 1963).
7
al mismo tiempo, crecen la cizaña y el trigo. Cf. H. R. Schlette, Die Religwnen ais Thema der Theologie (Quaestiones
5
disputatae 22; Friburgo 1963); J. Heilsbetz, Fundamentos teológicos das reli-
Cf. nuestra exposición sobre este tema en Tentativa de soluqáo ecuménica gióes nao-cristas (Quaestiones disputatae 33; Sao Paulo 1970); G. Thils,
para o problema da inspiracáo e da inerrancia: «Revista Eclesiástica Brasi- Propos et problémes de la theologie des religions non chrétiennes (Tournai
leira» 30 (1970) 648-667, especialmente 658-670. 1966) 146-154; 186-196.
276 Jesucristo, liberador Jesucristo y el cristianismo 277

ellas se originan de una reacción frente a la acción salvífica de demás religiones, por más que éstas, en la confrontación con la
Dios, que se dirige y se ofrece a todos indiscriminadamente. Iglesia, aparezcan deficientes. Conservan, sin duda, su legitimidad,
La diversificación de las religiones reside en la diversidad pero deben dejarse interrogar por la Iglesia, para que se abran
de las culturas, de las visiones del mundo que marcan la res- y crezcan a una apertura cada vez más adecuada a la propuesta
puesta a la propuesta de Dios, pero la propuesta trasciende todas de Dios manifestada en Jesucristo. A su vez, la Iglesia no debe
las respuestas y está dirigida igualmente a todos y a cada uno. envanecerse de sí misma, sino mostrarse abierta al Dios que se
De ahí que se pueda decir que las religiones son caminos ordi- revela y manifiesta en las religiones, y aprender de ellas las
narios por los cuales el hombre se dirige a Dios y también expe- facetas y dimensiones de la experiencia religiosa que estén mejor
rimenta y recibe de él la salvación. Las religiones, dado que son tematizadas en esas religiones que dentro de la propia Iglesia,
respuestas humanas a la propuesta divina, pueden contener erro- como el valor de la mística en la India, el desprendimiento interior
res e interpretar de modo inadecuado la propuesta de Dios. Cuando en el budismo, el culto a la palabra de Dios en el protestantis-
decimos que las religiones articulan y concretan, cada una a su mo, etc. Sólo entonces será verdaderamente católica, es decir, uni-
modo, la estructura crística, no queremos legitimar todo lo que versal, pues sabrá ver y acatar la realidad de Dios y de Cristo
en ellas existe. La religión debe mantenerse abierta, criticarse fuera de su articulación y fuera de los límites sociológicos de su
a sí misma y crecer en una respuesta cada vez más adecuada a la propia realidad.
propuesta de Dios. El propio Antiguo Testamento nos da un
ejemplo: partiendo de formas primitivas de religiosidad y de re-
presentaciones demasiado antropomórficas e incluso demoníacas
6. JESUCRISTO, «TODO EN TODAS LAS COSAS»
de Dios 8 , se fue elevando a formas cada vez más puras, hasta lle-
gar a la concepción de un Dios trascendente, revelador y creador
Si la estructura crística es un dato de la historia y una estruc-
de todo.
tura antropológica que debe realizarse en cada hombre para que
La Iglesia católica apostólica romana, por su estrecha e in-
éste se salve, y que fue exhaustivamente concretada por Jesús de
interrumpida unión con Jesucristo, a quien predica, conserva y
Nazaret, entonces podemos lanzar una última pregunta: ¿ Dónde
vive en sus sacramentos y ministerios, y por quien se deja conti-
tiene su origen? ¿Cuál es su último y trascendente fundamento?
nuamente criticar, puede y debe ser considerada como la más
Esta pregunta fue formulada por la teología tradicional en otros
excelente articulación institucional del cristianismo. En ella se
términos: ¿ Cuál es el motivo de la encamación: la redención del
ha logrado la más límpida interpretación del misterio de Dios,
pecado de los hombres o la perfección y glorificación del cos-
del hombre y de su mutua interpenetración. En ella se encuentra
mos? Durante siglos, tomistas dominicos y escotistas franciscanos
la totalidad de los medios de salvación 9 . Aunque ella misma se
disputaron reñidamente. Los tomistas respondían, citando frases
sepa pecadora y peregrina, todavía lejos de la casa paterna, está
de la Escritura y la fórmula del credo «por nuestra salvación
convencida de llevar a Cristo y su causa adelante, sin error sus-
descendió de los cielos y fue concebido por el Espíritu Santo»,
tancial. No agota la estructura crística, ni se identifica pura y
que la encarnación se debe al pecado del hombre. Los francis-
simplemente con el cristianismo, pero es su objetivación y con-
canos respondían, con textos tomados de las epístoles a los Efe-
creción institucional más perfecta y acabada, de tal forma que
sios y Colosenses, que Cristo se habría encarnado aun al margen
en ella se realiza, en germen, el propio reino de Dios y se viven
del pecado, porque todo fue hecho para él y por él 1 0 . Sin Cristo
los primeros frutos de la nueva tierra y del nuevo cielo.
No se niega, sin embargo, el valor religioso y salvífico de las 10
Cf. Primogénito da Criagáo. Principios teológicos do Beato J. Duns
8 Seo tus para urna teología da criagáo. Traducción y notas de J. Jerkovic:
Cf. P. Volz, Das Dámonische im Yahwe (Tubinga 1924). «Vozes» 60 (1966) 34-39; C. Koser, Cristo homem, razáo de ser da criagáo, en
' Cf. L. Boff, Die Katholische Kirche ais Ganzsakrament und die sakra- O pensamento franciscano (Petrópolis 1960) 37-45. Estudios más técnicos:
mentale Struktur der nichtkatholischen Kirchen, en Die Kirche ais Sakrament Aeg. Caggiano, De mente Ioannis Duns Scoti circa rationem Incarnationis:
im Horizont der W' elterfahrung (Paderborn 1972) cap. XIV. «Antonianum» 32 (1957) 311-334; R. Rosini, II cristocentrismo di Giovanni
278 Jesucristo, liberador Jesucristo y él cristianismo 279

faltaría algo a la creación, y el hombre jamás llegaría a su com- por Dios en el Hijo, reflejan al Hijo y son su imagen y semejanza.
pleta hominización. La más perfecta imagen y semejanza del Hijo eterno es la natu-
La afirmación de que la humanidad esperaba al Salvador debe raleza humana de Cristo. Ya en el seno de la Santísima Trinidad,
entenderse ontológicamente, y no cronológicamente. Es decir, el todas las cosas llevan en su ser íntimo marcas y signos del Hijo.
hombre ansia ser cada vez más él mismo y realizarse por com- Para que la naturaleza humana de Cristo sea realmente la más
pleto. Anhela, por tanto, su divinización. No sólo antes de Cristo, perfecta imagen y semejanza del Hijo y pueda tener y rendir gloria
sino también después de él. La dinámica misma de la creación a Dios «fuera» de Dios, Dios decretó su unión con la persona
converge y llega en el hombre a una decisiva culminación. Lo eterna del Hijo. Dios quiso que Jesús de Nazaret pudiera vivir
que Cristo realizó deberá realizarse también en sus hermanos. con tal intensidad y profundidad su humanidad que se hiciera
De las reflexiones efectuadas hasta aquí, nos parece que nues- uno con Dios y fuera simultáneamente Dios y hombre. Si todas
tra posición es clara. Cristo no es un ser aparte dentro de la his- las cosas fueron creadas por Dios en el Hijo y este Hijo se encar-
toria de la humanidad, sino que es su sentido y culminación. Es aquel nó, entonces todo refleja al Hijo eterno encarnado.
ser que, por primera vez, llegó al término del camino para darnos La estructura crística posee un origen trinitario. Todas las
esperanza y certeza de que también estamos destinados a ser lo cosas están abiertas a un crecimiento indefinido, porque el ser de
jque él fue y que, si vivimos lo que él vivió, llegaremos también Dios es amor, comunicación e infinita apertura. Y la comunica-
•allí. La excelencia de Cristo no es una casualidad histórica ni un ción total de Dios se llama Hijo o Verbo. De ahí que todo en la
mero suceso antropológico. Desde la eternidad fue predestinado creación posea la estructura del Hijo, porque todo se comunica,
por Dios para ser quien amara a Dios en forma divina fuera está en relación hacia fuera y realiza su ser, autoentregándose. El
de Dios y se convirtiera en el hombre que realizase todas las Hijo está siempre actuando en el mundo, desde el primer momen-
capacidades contenidas en su naturaleza humana, especialmente to de la creación: después actúa de forma más densa cuando se
la de ser uno con Dios. Jesús, Verbo encarnado, está en una rela- encarna en Jesús de Nazaret y, por fin, amplía su acción a las
ción única con el plan de Dios. Constituye un momento del pro- dimensiones del cosmos por su resurrección. Así, Cristo, como
pio misterio de Dios. dice Pablo, «es todo en todas las cosas» (Col 3,11). La estructura
El plan divino, en cuanto podemos deducir de la propia reve- crística que recorría toda la realidad asumió forma concreta en
lación y de la reflexión teológica, está orientado a la gloria de Jesús de Nazaret porque él, desde toda la eternidad, fue pensado
Dios que se realiza haciendo participar de su vida, de su amor y querido como el ser focal en que se daría por primera vez la
y de su propio misterio a toda la creación. La gloria de Dios total manifestación de Dios dentro de la creación. Esta manifes-
consiste también en la gloria de las criaturas. Toda la creación tación significa la acabada interpenetración de Dios y del hombre,
está inserta en el propio misterio íntimo de Dios Trino. No es la unidad inconfundible e indivisible y la meta de la creación,
algo exterior a Dios, sino uno de los momentos de su completa ahora inserta dentro del propio misterio trinitario. Jesucristo se
manifestación. Dios se comunica totalmente y engendra al Hijo, constituye así en paradigma y ejemplo de lo que acontecerá con
y en el Hijo los infinitos semejantes al Hijo. El Hijo, o el Verbo, todos los hombres y con la totalidad de la creación. En él vemos
es el Pensamiento eterno, infinito y consustancial de Dios Padre. el futuro realizado. La historia y el proceso evolutivo cósmico
Toda la creación son los pensamientos de Dios que pueden ser pueden asumir un carácter ambiguo y quizá dramático. En Jesu-
creados y realizados dando origen a la creación de la nada n . En cristo se nos revela que el fin será feliz y que ya está garantizado
cuanto pensamientos de Dios, son engendrados en el mismo acto por Dios en nuestro favor. Por eso, Jesucristo logra para toda
de generación del Hijo y, porque son producidos activamente la realidad pasada, presente y futura un valor que interpreta,
determina y elucida. Por él es evidente que el cosmos, y particu-
Duns Scotus e la Dottrina del Vaticano Secondo (Roma 1967); R. Nooth, The larmente el hombre, no podrán llegar jamás a sí mismos y a la
Scotist cosmic Christ, en De Doctrina Ioannis Duns Scoti III (Roma 196$) completa perfección si no son divinizados y asumidos por Dios.
169-217.
11
Cf. El evangelio del Cristo cósmico, publicado más adelante. Cristo es el penúltimo paso en ese inmenso proceso. En él se rea-
280 Jesucristo, liberador Jesucristo y el cristianismo 281

lizó ejemplarmente lo que se hará con toda la realidad: conser- gue esperando que el semblante del hombre futuro, velado en el
vando la alteridad de cada ser, Dios será todo en todas las cosas hombre presente, se manifieste cada vez más. Jesús continúa es-
(1 Cor 15,28). perando que la promissio (promesa) divina de un futuro feliz para
el hombre y para el cosmos se transforme en una missio (misión)
humana de esperanza, alegría y vivencia, entre los absurdos exis-
7. CONCLUSIÓN: tenciales, del sentido radical de la vida.
LA ESPERANZA Y EL FUTURO DE CRISTO JESÚS
Hasta tanto esto no irrumpa del todo, Jesús sigue esperando.
Mientras no se realice el «panteísmo cristiano» de «Dios todo Por eso existe aún un futuro para el Resucitado. De hecho ya
en todas las cosas» (1 Cor 15,28), Jesucristo seguirá siendo es- vino, pero para nosotros es el que ha de venir. El futuro de Cristo
peranza y poseyendo un futuro 12. Sus hermanos y la patria humana no reside únicamente en su parusía y la total apocalipsis (reve-
(el cosmos) todavía no han sido transfigurados como él. Están lación) de su divina y humana realidad. El futuro de Cristo rea-
en camino, viviendo la ambigüedad con que se manifiesta el rei- liza algo más, aún no plenamente concluido y terminado: la resu-
no de Dios en este m u n d o : en la flaqueza, en la ignominia, en el rrección de los muertos, sus hermanos, la reconciliación de todas
sufrimiento y en las persecuciones. Jesús no es únicamente un las cosas consigo mismas y con Dios y la transfiguración del cos-
individuo, sino una persona. Y como persona convive, posee mos. San Juan pudo decir: «Aún no se ha manifestado lo que
su cuerpo místico, con el cual es solidario. Jesús resucitado, aun- seremos» (1 Jn 3,2). Aún no se han oído las palabras: «el mundo
que realice en su vida el reino de Dios, espera que lo que se con- viejo ha pasado... Mira que hago un mundo nuevo» (Ap 21,4.5).
cretó y comenzó con él llegue a un feliz término. Así como los Todo eso es también futuro para Cristo. El futuro será el futuro
santos del cielo, según el libro del Apocalipsis (6,11), tienen que de Jesucristo: lo que ya aconteció con él acontecerá análogamente
esperar «hasta que se complete el número de sus compañeros y de con sus hermanos y con las demás realidades.
sus hermanos», así también espera Jesús por los suyos. Glorificado El fin del mundo no debe, por tanto, ser representado como
junto a Dios, «vive siempre para interceder por los hombres» una catástrofe cósmica, sino como consumación y consecución
(Heb 7,25), por su salvación y por la transformación del cos- del fin como meta y plenitud. Lo que ya está fermentando den-
mos. Así, Jesús resucitado vive todavía una esperanza. Sigue es- tro de la creación será totalmente realizado, lo que está latente
perando el crecimiento de su reino entre los hombres, porque se convertirá en total evidencia y tendencia. Entonces aparecerá
su reino no comienza a existir más allá de la muerte, sino que se la «patria y el hogar de la identidad» (E. Bloch) de todo con
inicia en este mundo siempre que se instaure la justicia, se vigo- todo y con Dios, sin caer en una identificación de homogeneidad.
rice el amor y se abra un horizonte nuevo para la captación de La situación de éxodo, que es permanente en el proceso evolutivo,
la palabra y de la revelación de Dios dentro de la vida. se convertirá en una situación de casa paterna con Dios: «Ya
Jesús sigue esperando que la revolución que él inició, y que no habrá noche; no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de
busca la comprensión entre los hombres y Dios, el amor indiscri- luz del sol, porque el Señor Dios los ilumina y reinarán por los
minado para con todos y la continua apertura al futuro donde siglos de los siglos» (Ap 22,5). Entonces se dará verdadera gé-
Dios viene con su reino definitivo, penetre más y más en las
estructuras del pensar, del actuar y del planificar humanos 13. Si-
el cristianismo. Si en Asia no hubo revoluciones sociales, eso se debe a la
12
Cf. P. Charles, Spes Christi: «Nouvelle Revue Théologique» 61 (1934) ausencia del cristianismo. El movimiento sindical japonés fue iniciado por
1009-1012; 64 (1937) 1057-1075; P. Schoonenberg, Ein Gott der Menschen un cristiano llamado Kagawa. En China, el padre de la revolución so-
(Einsiedeln 1969) 185-189; J. Moltmann, Teología da esperanca (Sao Paulo cial fue el cristiano Sun-Yat-Sen. El propio Gandhi confesaba que ha-
1971; trad. española: Teología de la esperanza, Salamanca 1969) 235-268; bía llegado a la idea de la revolución pacífica leyendo el Sermón de la
Ch. Duquoc, La esperanza de Jesús: «Concilium» 59 (1970) 314-323. Montaña. Véase E. Peterson, El monoteísmo como problema político, en Tra-
13
D. Rougemont, L'aventure occidentale de l'homme (París 1957) 104, tados teológicos (Madrid, Ed Cristiandad, 1966) 27-62; G. van der Leew,
advierte que la idea de la revolución se circunscribe al mundo influido por Phanomenologie der Religión (Tubinga 21956) 739.
282 Jesucristo, liberador

nesis 14 : estallará el hombre y el mundo que Dios, realmente y de PASIÓN DE CRISTO


forma definitiva, quiso y amó. A través de Jesucristo obtenemos Y
esta esperanza y también esta certeza, porque «todas las promesas SUFRIMIENTO HUMANO
hechas por Dios han tenido en él su sí y su amén» (cf. 2 Cor 1,20).
Puesto que estamos en camino, tenemos el rostro vuelto hacia SIGNIFICADO DE LA CRUZ DE CRISTO AYER Y HOY
el futuro, hacia el Señor que viene, repitiendo las palabras de
infinita nostalgia que rezaba la Iglesia primitiva: «¡ Venga tu
gracia y pase este mundo! Amén. ¡Hosanna a la casa de Da-
vid! ¡Si alguien es santo, aproxímese! ¡Si alguien no lo es, haga
penitencia! ¡Maranatha! ¡Ven, Señor Jesús! ¡Amén!» 1 5 .

14
Cf. Mt 19,28, que habla de una palingenesia al final del mundo, es decir,
de un nuevo nacimiento de todas las cosas.
15
Didaqué. Catecismo dos primeiros cristños (Petrópolis 1970) 22.
Título original:
ACLARACIÓN PREVIA
PAIXÁO DE CRISTO - PAIXAO DO MUNDO
O jato, as interpretares e o significado ontem e hoje Este trabajo sobre la Pasión de Cristo y sufrimiento humano
tiene, más que ningún otro de los hasta hoy publicados sobre el
Petrópolis 1977 misterio cristológico, un marcado carácter de ensayo. Se trata
de una exploración sobre el significado de la cruz de Cristo en el
contexto de nuestra fe y de nuestra situación. Por las consecuen-
cias que se siguen, es muy importante tener presente el punto de
que partimos: el cautiverio y la resistencia en que muchos se ven
obligados a vivir, situación muy parecida a aquella en que Jesús
de Nazaret contempla su realidad histórica.
La cruz nos obliga a prestar una especial atención a la huma-
nidad de Jesús, que no es sino la humanidad del mismo Dios.
Ante la humanidad de Jesucristo se pueden tomar diferentes pos-
turas teológicas. La tradición acuñó dos cuya vigencia no ha
perdido actualidad. Ambas se fundamentan en los evangelios y
en el dogma cristológico tal como fue definido por el Concilio
de Calcedonia (451) de forma definitiva e irreformable para la fe
posterior. El Concilio definió la verdadera y real humanidad
y divinidad de Jesucristo, en quien subsisten, en la unidad de la
misma persona divina del Verbo eterno, dos naturalezas distintas
sin confusión, sin mutación, sin división ni separación.
Esta formulación, llena de tensiones, permite que se desarro-
llen dos líneas a lo largo de la historia de la teología: una acen-
tuará la divinidad en Jesús-Dios-hombre y otra pondrá el acento
en la humanidad. Al proceder así se originan opciones de fondo
diferentes que constituyen verdaderas escuelas. Así, ya en el Nue-
vo Testamento, el Evangelio de Juan subraya la divinidad de Je-
sús, mientras que los sinópticos destacan la humanidad. En la
Edad Antigua, la escuela de Alejandría representa la primera
tendencia; la de Antioquía, la segunda. Ambas corrieron el ries-
go de la herejía: el monofisismo, que afirma la existencia de una
única naturaleza en Jesús, la divina (escuela de Alejandría), y el
arrianismo, que sostiene la dualidad de naturalezas hasta el punto
de romper la unidad de la persona y hacer predominar la natura-
leza humana, quedando la divinidad como algo extrínseco y para-
lelo (escuela de Antioquía).
En la Edad Media nos encontramos con la escuela tomista,
que considera preferentemente a Jesús partiendo de su divinidad,
y la franciscana, que lo hace partiendo de su humanidad. Mo-
dernamente se habla de una cristología descendente, la del Dios
286 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Aclaración previa 287

que se encarna, y de otra ascendente, la del hombre Jesús que de la experiencia de Dios» (1974). La imagen que tenemos de
poco a poco va revelando su divinidad. Dios es tributaria de la experiencia religiosa pagana y del Antiguo
Testamento. La reflexión sobre la humanidad de Jesús (que es la
Por formación espiritual y por opción radical, nos inclina-
de Dios) nos mostrará claramente el rostro cristiano de Dios, in-
mos por la escuela franciscana, de tradición sinóptica, antioquena
confundible e inintercambiable.
y escotista. Es en la humanidad total y completa de Jesús donde
Está claro que se trata siempre del mismo misterio experimen-
encontramos a Dios. La reflexión sobre la muerte y la cruz nos
tado por paganos y cristianos; pero en Jesús Dios revela su propio
proporciona la ocasión de pensar radicalmente la humanidad de
rostro, un rostro insospechado, el del justo humilde y doliente,
Jesús.
torturado, ensangrentado, coronado de espinas y muerto después
Algunos cristianos, acostumbrados a la imagen tradicional de de lanzar un misterioso grito al cielo, pero no contra el cielo. Un
Jesús, fuertemente marcada por su divinidad, tal vez tengan difi- Dios así es un Dios tremendamente cercano al drama humano,
cultades con la imagen que aquí trazamos con los rasgos de nues- pero es también algo extraño. Es de una extrañeza fascinante, como
tra propia humanidad. A pesar de esto, tenemos que abrirnos la de los abismos de nuestra propia profundidad. Delante de este
a la verdadera humanidad, pues en la medida en que aceptemos Dios podemos aterrarnos como Lutero, pero también podemos sen-
nuestra propia humanidad —con todo el dramatismo abismal que tir una ternura infinita como san Francisco, que meditaba la pa-
pueda caracterizar nuestra existencia— estamos abriendo el ca- sión con com-pasión. No juzgamos presuntuoso declarar que en este
mino para una aceptación profunda de la humanidad de Jesús. espíritu se inspirarán nuestras propias reflexiones.
Con idéntica verdad podemos decir lo contrario: en la medida Nuestro ensayo quiere ayudar a quienes, doloridos, procuran
en que acogemos a Jesús tal como nos lo pintan los evangelios, dar un sentido a la pasión doliente de este mundo. Quién sabe
principalmente los sinópticos, con una existencia llena de con- si la meditación de la pasión del justo doliente Jesucristo desper-
flictos y cargada de sufrimientos, y tomamos en serio la encarna- tará en nosotros insospechadas fuerzas de resistencia y resurrec-
ción, entendida corno un vaciamiento o debilitamiento de Dios, en ción. Tiempos dramáticos proporcionan esperanzas de redención;
esa misma proporción nos acogemos a nosotros mismos con toda los que sufren descubren una secreta identificación con el Mártir
nuestra fragilidad y miseria, sin avergonzarnos ni sentirnos hu- que más sufrió, y de esta identificación brotan fuerzas ocultas
millados. hacia el fondo de la trama de la vida y forcejean para salir por
Nuestra opción de principio entraña consecuencias de orden la costra de las opresiones que quedan desenmascaradas y se tor-
exegético y dogmático y condiciona nuestra manera de concebir nan frágiles por ser hijas de la muerte.
la conciencia mesiánica de Jesús, su actitud ante la muerte y su La historia nos dice que éste es el camino por el que la vida
progresiva apropiación de la voluntad de Dios a través de tan- triunfa y adquiere un sentido más poderoso que el imperio de la
teos y pruebas. muerte.
Creemos que este camino teológico posee riquezas muy valio-
sas y nos sitúa de inmediato en el seguimiento de Jesús de Na- Este libro recoge sustancialmente un curso dado en la Universi-
zaret, porque él nos precedió hasta el último paso en nuestro dad Católica de Lisboa en el segundo semestre de 1976. El texto
propio camino humano. «El proyecto histórico de Jesús» fue publicado parcialmente en
No queremos ocultar los riesgos que hay en este camino, y Teología y mundo contemporáneo (Madrid 1975), homenaje al
que trataremos honestamente de evitar, manteniéndonos firme- maestro K. Rahner al cumplir sus setenta años, y recogido
mente dentro del marco orientador del dogma cristológico de los en el capítulo IX del libro Teología do cativeiro e da libertacáo
Padres de Calcedomia. Cuando hablamos de humanidad en este (Lisboa 1976). La parte correspondiente a «Las principales inter-
ensayo, debe concebirse y entenderse como la humanidad de Dios. pretaciones de la muerte de Cristo en la tradición teológica: su
Evidentemente, esto nos obligará a preguntarnos por nuestra ima- caducidad y su actualidad» fue publicada por vez primera en la
gen de Dios, tema que traté ya en un ensayo sobre la «Actualidad revista «Grande Sinal» 28 (1974) 509-527 y luego en el cap. VIII
288 Pasión de Cristo y sufrimiento humano

de Teología do cativeiro e da libertaqáo. «El sufrimiento que I


nace de la lucha contra el sufrimiento» fue publicado en la revis-
ta internacional «Concilium» 9 (1976) 6-17. EL PROBLEMA Y SUS FORMULACIONES

FACULTADES FRANCISCANAS
I. OBJETIVOS DE NUESTRA INVESTIGACIÓN *
Braganza Paulista, diciembre de 1976
No hay un solo texto ni una sola investigación, por obje-
tivos que pretendan ser, que no se amolden a un determinado
horizonte de intereses. Conocer es siempre interpretar. El saber y la
ciencia están de tal manera estructurados hermenéuticamente que
el sujeto entra siempre, con sus modelos, paradigmas y catego-
rías, en la composición de la experiencia del objeto, mediatizada
por un lenguaje. El sujeto no es una razón p u r a ; está inserto en
la historia, en un contexto sociopolítico, y es impulsado por in-
tereses personales y colectivos. De ahí que no exista un saber libre
de ideología y puramente desinteresado.
Los relatos evangélicos, especialmente los de la pasión y muerte
de Jesús, están cargados de interpretación. Fueron escritos con u n
claro interés teológico. Ello no constituye desdoro alguno para el
mensaje cristiano. Como cualquier otro texto histórico, los relatos
de la pasión se sitúan dentro de la estructura hermenéutica gene-
ral, y así deben ser interpretados.
Lo que aquí hacemos es tomar conciencia de un procedimien-
to universal, frecuentemente no explicitado en los textos escritos.
Nuestro interés al leer, interpretar y meditar la muerte violenta de
Jesús se sitúa en el horizonte de la teología de la liberación, de la
cautividad y de la resistencia. Este modo de hacer teología se basa
en una triple experiencia:
1) La experiencia de la opresión política, económica y cul-
tural de unos grupos por otros. Existe a escala mundial una agre-

* Sobre el contenido del presente capítulo, cf. A. Vanhoye, Structure et


théologie des récits de la passion dans les évangiles synoptiques: «Nouvelle
Revue Théologique» 99 (167) 135-167; id., De narrationibus Passionis Christi
in Evangeliis synopticis (Roma 1970) 28-41; X. Léon-Dufour, Los evangelios
y las historias de Jesús (Madrid 31981) 458-466; id., Passion, en Supp. Dict.
Bib. VI, 1473-1479; G. Schille, Das Leiden des Herrn: «Zeitschrift für Théo-
logie und Kirche» 52 (1955) 161-202; L. Schenke, Der gekreuzigte Christus
(Stuttgart 1974) 138-140; Ch. Duquoc, Cruz de Cristo y sufrimiento humano:
«Concilium> 119 (1976) 403-413; H. Küng, Ser cristiano (Ed. Cristiandad, Ma-
drid 41980) 532-554; 722-729.
290 Pasión de Cristo y sufrimiento humano El problema y sus formulaciones 291

sión con graves consecuencias para naciones enteras. Hambre, mi- versados en su interpretación como el de la cruz y la muerte de
seria, organización internacional del crimen político, guerras de- Jesús. Especialmente, las clases opulentas y poderosas han utili-
vastadoras, división entre países ricos y pobres son manifestación zado el símbolo de la cruz y el hecho de la muerte redentora de
de una injusticia mundial. Cristo para justificar la necesidad del sufrimiento y de la muerte
2) La experiencia de movimientos de liberación que inten- en el horizonte de la vida humana. Así, oímos decir, piadosa y
tan sacudir todos los yugos buscando un nuevo modo de convi- resignadamente, que cada uno debe cargar con sus cruces de cada
vencia para alumbrar un hombre nuevo, más fraterno y más abier- día, que lo importante es vivir con paciencia y resignación y, lo
to a la comunicación. que es más, que por la cruz llegamos a la luz y reparamos la
3) La experiencia de la resistencia de grupos dominados, infinita majestad de Dios, ofendida por nuestros pecados y los
pero no vencidos, que trabajan en régimen de cautiverio sin dejar del mundo.
que se apague la mecha de la esperanza. Esta forma de pensar es extremadamente ambigua y se presta
Junto a estas tres experiencias hay otra no menos profunda: fácilmente a manipulaciones. No arranca de la muerte histórica
la experiencia de la cerrazón de las sociedades opulentas a todo cam- de Jesús, que no fue una fatalidad ni un acto de resignación. La
bio estructural, su capacidad de violencia represiva, de exterminio muerte de Jesús fue provocada, preparada desde fuera y llevada
sistemático y despiadado de los que se les oponen. Pero hay tam- a cabo violentamente. Es el resultado final de una praxis de Jesús
bién una violencia revolucionaria capaz de poner todo cabeza que afectó a los cimientos de la sociedad y la religión judías, las
abajo, de barrer pueblos enteros y de imponer por la violencia cuales no consiguieron asimilar a Jesús y acabaron por arrojarlo
sus nuevos modelos. Proyectos verdaderamente liberadores y lle- fuera, liquidándolo físicamente. Este fue el precio pagado por la
vados adelante con humanidad son sofocados a sangre y fuego. libertad que se tomó, la consecuencia del combate sostenido contra
Muchos cristianos, especialmente en el Tercer Mundo, han sido en- el fariseísmo, el privilegio, el legalismo, el endurecimiento del co-
carcelados, torturados y hasta ejecutados con saña por las fuerzas razón ante Dios y los hermanos. Jesús sufrió y murió en la lucha
represivas, llegando a experimentar el abandono de sus mismos contra las causas objetivas que generaban y siguen generando
hermanos en la fe y muriendo abandonados a sus propias heridas. sufrimiento y muerte.
Tal situación, hoy día corriente en muchos países en que impe- Apelar a la muerte y a la cruz de Jesús puede ocultar las prác-
ra un régimen de seguridad a cualquier precio, con su aparato ticas inicuas de los que precisamente provocan la cruz y la muerte
represivo, constituye nuestra óptica para ver e interpretar la pa- de los otros. Tal apelación no es más que una vulgar ideología
sión y muerte de Cristo. No son pocos los cristianos que, al pasar para conseguir que el sufrimiento y la muerte prosigan su obra
por esta experiencia de pasión y de cruz, se han sentido unidos al avasalladora de explotación, de injusticia en las relaciones entre
Siervo doliente e identificados con el varón de dolores, Jesucristo. personas y clases, de privilegios y dominación. La cruz de Cristo
Nuestro interés se centra, pues, en los mecanismos que lleva- no puede interpretarse de modo que abra el camino para seme-
ron al rechazo, la prisión, la tortura y la humillante crucifixión jante instrumentalización. La gloria de Dios no consiste en que
de Jesús; queremos establecer que este desenlace fue consecuencia el hombre sufra, en que sea expoliado y crucificado diariamente,
de un compromiso y de una praxis peligrosa para la situación de sino en que viva y sea feliz. Nuestro Dios no es como los dioses
su tiempo; nos proponemos examinar cómo soportó Cristo este paganos, envidiosos de la felicidad de los hombres. Es un Dios
conflicto, qué significado le atribuyó Jesús y cómo lo interpreta- que nos empuja a vivir de modo que cada vez resulte más im-
ron el Nuevo Testamento y la historia de la Iglesia. Para termi- posible la repetición del drama de la crucifixión de Cristo y de
otros hombres a lo largo de la historia. La muerte de Cristo fue
nar, detallaremos el significado que la pasión y muerte de Jesús
un crimen, no una exigencia de la voluntad de un Dios ávido de
tienen hoy para nuestra fe, vivida y puesta a prueba dentro del
reparación por su honra ultrajada, preocupado por la estética de
horizonte de nuestro interés.
las relaciones entre él y la humanidad. Como decía acertadamente
Esta forma de plantear el problema nos parece decisiva, por- un teólogo mexicano, «Cristo murió para que sepamos que no
que pocos temas de la teología han sido tan manipulados y tergi-
292 Pasión de Cristo y sufrimiento humano El problema y sus formulaciones 293

todo está permitido» l. La muerte de Cristo significa la condena queremos confrontar el interés de los relatos evangélicos sobre la
de prácticas opresoras y una denuncia de los mecanismos que des- pasión con el interés de nuestra reflexión teológica.
tilan sufrimiento y muerte. No puede servir jamás para su con-
sagración y legitimación. La cruz no evoca una exaltación malsana
del dolor, sino que convoca para una lucha contra el dolor y las II. ÍNTERES DE LOS RELATOS EVANGÉLICOS
causas que llevaron a la cruz. Es menester, tanto en la piedad como SOBRE LA PASIÓN DE JESÚS
en la teología, recuperar el contenido histórico de la cruz de Jesús
frente a su transformación en puro símbolo de resignación y ex- Con respecto a los relatos evangélicos sobre la pasión y muerte
piación, con las mixtificaciones a que todo símbolo está sujeto. de Cristo hay que señalar lo siguiente:
La esperanza cristiana no apunta a la cruz, sino al crucifica- 1. Los textos actuales fueron escritos mucho tiempo después
do, porque ahora él es el viviente y el resucitado. Y es el viviente de los acontecimientos pascuales y a la luz del hecho cumbre de
y el resucitado porque Dios nos mostró que ser crucificado por la resurrección. Esta implica para el Nuevo Testamento, y también
identificarse con los oprimidos y los pobres de este mundo tiene un para nosotros, una nueva dimensión. Es una óptica nueva a través
sentido último, tan ligado a la vida que no puede ser destruido de la cual se totaliza de una forma diferente el mensaje y la figura
por la muerte. de Jesucristo, y constituye el punto de partida de la cristología.
La resurrección no conserva su significado cristiano y escato- A la luz de la resurrección, la comunidad cristiana primitiva co-
lógico si no está en estrecha conexión con la crucifixión. La re- menzó a interpretar toda la vida de Cristo. Gracias a ella se
surrección es el sentido último de la insurrección en favor del de- eliminó la ambigüedad que pesaba sobre la figura de Jesús. Que-
recho y de la justicia. Fuera de esto corre el riesgo de ser, como daba claro que no era un falso profeta. Dios estaba con él. El Dios
lo fue la cruz, mixtificada como símbolo de un mundo totalmente que parecía haberlo abandonado el día de Viernes Santo aparecía
reconciliado en el futuro sin pasar por la conversión de los meca- ahora como su legitimador. Por eso, cuando las comunidades dan
nismos que causan la iniquidad en el presente. Como veremos a testimonio y escriben sobre Jesús en los evangelios, tienen siem-
lo largo de este ensayo, la existencia cristiana sólo conserva su pre presente al resucitado. En los gestos, en las palabras, en las
identidad cristiana en la medida en que vive y se mantiene en la insinuaciones del Jesús histórico ven ahora manifestaciones del
dialéctica pascual de crucifixión y resurrección como exigencia del resucitado, interpretado como el Hijo del hombre, como el Hijo
seguimiento de Jesús. Sólo así se percibe claramente cuál es el sen- de Dios, el Mesías, etc.
tido del camino doloroso de Jesucristo: la muerte impuesta puede Los evangelios son un libro de testimonio. Tienen siempre pre-
ser acogida como forma de amor oblativo que se entrega de una sente la profesión de fe en Jesús. Los evangelistas no escribieron
vez por todas a los hombres, a todos los hombres, incluso a los nada por el simple gusto de escribir y relatar algo para la pos-
verdugos. Una muerte así no es fruto de la fatalidad, sino de la teridad. Su interés reside en convencer, proclamar, defender, po-
libertad. Como acertadamente escribe H. Küng, «es el hombre quien lemizar y testificar a Jesús como el Cristo, el Salvador de los hom-
debe decidir. Puede rehusar este sentido oculto con obstinación, bres. Por eso en los evangelios encontramos, en una unidad difícil
cinismo o desesperación. Pero puede también aceptarlo con confian- de separar, historia y teología, relato y profesión de fe, narración
za, con fe en aquel que dio sentido a la absurda pasión y muerte y tesis dogmática.
de Jesús. Así se acaba la frustración, la revuelta y la protesta, A la luz de la resurrección se hizo inteligible el escándalo que
y desaparece la desesperación» 2. supuso la crucifixión para los discípulos. Comprendieron el plan
Antes de abordar la trayectoria que llevó a Jesús a la muerte de Dios. La muerte aparece como un momento de un plan más
amplio, como un paso para la resurrección, como una realidad
subsumida en la perspectiva del final del profeta ahora resucitado.
1
P. Miranda, El ser y el Mesías (Salamanca 1973) 9. Fue un inmenso trabajo teológico de la Iglesia primitiva conciliar
2
H. Küng, Ser cristiano (Madrid "1980) 551. el Dios que abandonó a Jesús en la cruz con el Dios que lo resu-
294 Pasión, de Cristo y sufrimiento humano El problema y sus formulaciones 295

citó de entre los muertos. La tarea estaba siempre presidida por El género es relato de la pasión. Se relata, pero no en el mo-
el mismo afán: superar el foso que separaba un dato del otro, derno sentido de los criterios de la historiografía, por más que se
mostrar la unidad del mismo Dios que actuó en uno y otro acon- dé un interés y una intención de relatar. ¿Y qué se relata? El
tecimiento y la del mismo sujeto, Jesús, que murió y resucitó. La sufrimiento y la pasión de Jesús, que era el Mesías. Aquí reside
teología suministró, como veremos más en detalle, las categorías el interés dogmático. Jesús es el Mesías. Y el Mesías sufre. Seme-
para realizar este paso. jante afirmación era para los oyentes judíos un verdadero escán-
2. Junto a esta perspectiva general, la luz de la resurrección, dalo : el Mesías sufre y muere. Los evangelios hacen tal afirmación
aparece el momento apologético, interno. Fue preciso hacer inteli- rotundamente. Presentan la cruz como el símbolo que identifica
gible a los mismos judíos convertidos el fenómeno Jesucristo, for- al verdadero Mesías. Esto destruía las ideas del judaismo sobre el
taleciendo su fe. De ahí la importancia de las citas del Antiguo Mesías.
Testamento para mostrar la unidad del plan de Dios y el cum- Los relatos cargan toda la culpa sobre los judíos que condena-
plimiento de las profecías. Según los relatos del Nuevo Testamen- ron a Jesús por el único motivo de haber sido el Mesías y haber
to, el que sufre, es torturado y muere no es simplemente el judío sido rechazado. De la polémica entre judíos y cristianos los evan-
Jesús de Nazaret, sino el Mesías, el Hijo del hombre, el Hijo de gelios recogen la conclusión, sin tono polémico: los judíos mataron
Dios. Todo esto es presentado en los relatos sin polémica explíci- a Jesús, liquidaron al Mesías. Los relatos intentan fortalecer la fe
ta, pero supone un trabajo teológico subyacente de tenor polé- de los recién convertidos y expresar la comprensión que de sí
mico. misma tiene la comunidad primitiva. Los evangelios presentan tam-
Por los Hechos de los Apóstoles conocemos las primeras po- bién un puente para facilitar la aceptación de la tesis: el Mesías
lémicas sobre el asunto. Así, Esteban recrimina acremente a los sufre porque es el justo doliente. Sobre el tema del Justo doliente,
judíos no convertidos: «Rebeldes, infieles de corazón incircunci- ía tradición judía —como veremos— había reflexionado mucho.
so..., habéis traicionado y asesinado al justo» (Hch 7,51-52). Pedro Cristo es interpretado como el Justo doliente y el Mesías.
se reíiere también a la crucifixión en tono polémico: «Vosotros 4. El Sitz im Leben (contexto vital) del relato es el culto y
hicisteis matar a este hombre, crucificándolo por mano de los in- la liturgia. Los cristianos, en sus reuniones, recordaban y medita-
fieles. Vosotros lo entregasteis negándolo delante de Pilato...» ban los grandes momentos de la vida, muerte y resurrección del
(3,13). «Jesús Nazareno, a quien vosotros crucificasteis» (4,10). Señor. Así, en un contexto de oración, en los Hechos de los Após-
«Vosotros lo matasteis colgándolo en la cruz...» (5,30). Estos tex- toles se hace una referencia explícita a la pasión (4,24-31) : al ser
tos nos revelan la polémica latente en la Iglesia primitiva: los liberados los apóstoles, los cristianos elevan sus voces a Dios re-
relatos de la pasión no la reflejan explícitamente, pero aluden al citando el salmo 2, que aplican a la pasión, y a ñ a d e n : «Porque
resultado, que es la expresa afirmación de la mesianidad de aquel Herodes y Pilato se aliaron en esta ciudad con paganos y gentes
que aparece como el rechazado y condenado, pero que ahora está de Israel contra tu santo siervo Jesús, que tú habías ungido»
vivo. (v.27).
3. ¿Cuál es el género literario de los relatos de la pasión? En la celebración litúrgica se proclama y celebra principalmen-
La respuesta es muy importante, porque cada género literario se- te la acción salvífica de Dios. Los hombres entran como actores
lecciona unos hechos, subraya unos aspectos e incluye dimensio- de un teatro dirigido desde lo alto. No se discute por qué son
nes que pueden ser fecundas para una comprensión diferente del culpables, no se hacen apologías, ni se elaboran los motivos por
hecho. Los exegetas no están de acuerdo al determinar el género los que alguien está siendo condenado. Todo viene ya iluminado
literario de la pasión. No es un género de martirio (Acta Marty- por una luz trascendente que discierne en todo el drama un sen-
rum), aunque contenga algunos de sus elementos. Tampoco es pa- tido que escapa a los mismos actores de la tragedia. La liturgia
renético y edificante; ni es una «anamnesis» (memoria) de la pa- y el culto imponen cierto orden, tienen su gramática peculiar y
sión, algunos de cuyos elementos se dan, pero sin llegar a carac- se centran en la línea de profesar la fe y celebran la presencia del
terizar el relato. Señor, del Justo doliente, que ahora ha resucitado y vive.
El problema y sus formulaciones 297

III. ÍNTERES DE NUESTRA LECTURA DE LA PASIÓN DE J E S Ú S sino que busca sus mediaciones históricas y políticas, el soporte
para tal significado. No podemos olvidar que Jesús no murió en
Los relatos neotestamentarios de la pasión del Señor están, una cama, sino que fue condenado y eliminado violentamente, y
como hemos visto, profundamente marcados por interpretaciones aquí entran en juego responsabilidades humanas. No fue una re-
teológicas muy vivas entonces en el ambiente de los oyentes y de presentación teatral que tuvo a Dios como único actor y agente.
los lectores. Necesitaban justificar la nueva imagen de un Mesías Hubo intrigas y conflictos; hubo agentes que intervinieron en la
doliente y crucificado que ellos predicaban. Tenían que demostrar traición, la prisión, la tortura, la sentencia y la ejecución.
la continuidad de la obra salvífica entre ambos Testamentos. En Sobre esta infraestructura se construyó la interpretación teoló-
otras palabras: necesitaban mostrar la unidad y unicididad del gica y se dio la revelación de Dios. Pero no podemos contentar-
plan de Dios, que se realizaba a pesar incluso de rupturas tan nos con las interpretaciones y con algunos hechos recogidos en
profundas como la del fracaso del proyecto histórico del Mesías. ellas. Es probable que todos los hechos, en su dimensión política
Pero esa problemática no es exactamente la nuestra. Para nuestra y en su densidad conflictiva, fueran conocidos por los judeocris-
fe está claro que Jesús es el Cristo y que el crucificado es el mismo tianos de la Iglesia primitiva, los cuales, guiados por intereses re-
ser histórico que el resucitado. El crucificado es el que vive. ligiosos y apologéticos, sólo recogieron los que cabían en el marco
El contexto en que leemos y meditamos teológicamente la Escri- de su interpretación religiosa.
tura no es sólo litúrgico y cultual. Descubrimos un sentido nuevo Esta constatación tiene como consecuencia que una lectura
de la pasión y muerte del Señor a partir del compromiso político situada fuera del interés inmediato de los relatos del Nuevo Testa-
dentro de una praxis liberadora. Nuestro «contexto vital> es, por mento debe proceder a un trabajo crítico previo. Debe atender
tanto, diferente. Y esta diferencia debe tenerse muy en cuenta, pues permanentemente al alcance de la interpretación del Nuevo Testa-
permite contemplar la realidad con otros ojos y hacer una lectura mento y a la realidad histórica de los hechos narrados. Debe pre-
diferente. Las fuentes, sin embargo, son las mismas, los evangelios, guntarse honestamente hasta qué punto son proyecciones de la in-
escritos con otros intereses y en un contexto vital distinto. Si los terpretación teológica previa; hasta qué punto son hechos que
evangelistas hubieran escrito con un interés político liberador ha- realmente sucedieron tal como son interpretados. Y también nos-
brían escrito de otra forma los evangelios y habrían subrayado otros debemos preguntar continuamente hasta qué punto nuestro
otros aspectos de la pasión de Cristo. interés no obliga a los textos a decir más de lo que dicen; hasta
Los evangelistas no hacen una lectura profana del drama de dónde proyectamos más de lo que tenemos. En los relatos del
la pasión. Todo es leído religiosamente, es decir, todo tiene una Nuevo Testamento, el hecho y su interpretación forman una unidad
referencia explícita a Dios. Dios entra directamente en la historia. homogénea. Es lo que hoy tenemos como texto literario. En fun-
Por eso, las causas históricas que llevaron a Jesús a la muerte son ción de nuestro interés, que difiere del interés del Nuevo Testa-
demasiado silenciadas por los evangelios. El rechazo por paTte de mento, debemos intentar separar el hecho de la interprtación dada
los judíos y sus manejos los interpretan los evangelistas como en- por la Iglesia primitiva y recogida por los evangelistas. Solamente
durecimiento de corazón, como una negativa a oír la voz de Dios así se abre la posibilidad para nuestra lectura, que quiere ser
que habla por Jesús. La dimensión política, los intereses del statu también teológica. Nos colocamos así, sin mayores pretensiones,
quo, la preocupación por la seguridad nacional de Palestina no en la misma situación que los evangelistas. Como ellos, nosotros
se tocan expresamente. Todo se contempla en una perspectiva tras- procedemos a una interpretación teológica de la pasión del Señor.
cendente y religiosa. La actitud de fe es igual. Sólo varía el Sitz im Leben.
Nuestro interés, nacido de una experiencia de opresión, de re-
sistencia y liberación se centra en detectar los motivos del fracaso
del proyecto liberador de Jesús, las razones político-religiosas que
llevaron a su proceso y a su liquidación. Esto no se opone al signi-
ficado religioso y trascendente de la pasión y muerte del Señor,
II I. EL PROYECTO HISTÓRICO DE J E S Ú S *
LA MUERTE DE JESÚS EN LA CRUZ,
CONSECUENCIA DE UNA PRAXIS Y UN MENSAJE Antes de estudiar el proceso histórico de Jesús debemos recu-
perar la densidad histórica del judío llamado Jesús de Nazaret.
En su aspecto ontológico, la muerte humana pertenece a la Estamos familiarizados con un Jesucristo, Hijo eterno de Dios,
vida. La muerte no es simplemente el último momento de la vida, Señor del universo, Salvador del mundo, primogénito de toda la
sino que constituye una estructura de la propia vida, pues la vida creación y primer resucitado entre muchos hermanos. Estos títulos
humana es estructuralmente mortal. Cuando empezamos a vivir, de grandeza ocultan su origen humilde, la trayectoria histórica del
empezamos también a morir. Y vamos muriendo lentamente en la verdadero Jesús, que anduvo entre el pueblo, recorrió las aldeas
medida en que vivimos, hasta acabar de morir. Por eso, sólo po- de Galilea y murió miserablemente fuera de la ciudad de Jerusalén.
demos hablar adecuadamente de la muerte si hablamos de la propia El hombre de fe, el lector corriente de los evangelios, tiende
vida mortal. En este sentido ontológico se hace patente el hecho a considerar a Jesús Dios y Salvador como una realidad primera,
de que no podemos reducir la muerte al último momento de la evidente en sí misma, conocida por los apóstoles desde el princi-
vida mortal, sino que es un proceso de acabamiento que se va pio. La acción de Jesús resulta transparente y absolutamente cohe-
urdiendo durante toda la vida y culmina en el último momento de rente porque él sabía de antemano y preveía todo. ¿No era el Hijo
la existencia. El sentido que se da a la vida es el que se da a la eterno de Dios? Su palabra fluía espontánea y cálida de su boca,
muerte, y él sentido que se da a la muerte es el que se da a la vida. pues era la palabra eterna que se comunicaba. Todo parece fácil,
En su aspecto histórico, la muerte de Jesús no llegó como re- la palabra y la acción de Jesús. El no tenía que escoger y de-
sultado del proceso natural de acabamiento, sino que éste fue pro- cidir. Todo estaba previsto y decidido en los planes eternos del
vocado violentamente por fuerzas históricas. La muerte fue causa- Padre. Jesús fue un ejecutor fiel. Pero esta visión de Jesús es
da por una voluntad que se interpuso en los mecanismos natura- dogmática, no histórica. Es la perspectiva posterior, no la primi-
les. Esta voluntad aparece como una reacción violenta contra una tiva; la de los discípulos de los apóstoles, no la de los apóstoles.
acción de Jesús. La clave está, pues, no en la reacción, sino en la Los apóstoles conocieron a Jesús de Nazaret, profeta a quien
acción de Jesús que provocó una acción contraria, acción de li- asociaron sus vidas y destinos. Lentamente, y tal vez sólo a partir
quidación física del protagonista. En otras palabras: la muerte de de la resurrección, vieron claro quién era en realidad Jesús y qué
Jesús sólo se entiende partiendo de su praxis histórica, de su men- misterio se ocultaba bajo la fragilidad de este profeta del pueblo.
saje, de las exigencias que propuso y de los conflictos que sus-
* Sobre este tema, cf. C. Boff, Foi Jesús um revolucionario?: «Revista
citó. Eclesiástica Brasileira» 31 (1971) 97-118, con bibl.; O. L. Gongalves, Jesús
Por eso dividiremos el capítulo de la forma siguiente: e a contestacáo política (Petrópolis 1971); M. Hengel, Jesús y la violencia
revolucionaria (Salamanca 1973); O. Cullmann, Jesús y los revolucionarios de
I. El proyecto histórico de Jesús su tiempo (Madrid 21973); J. P. Audet, Le projet évangélique de Jésus (París
1. La infraestructura de su tiempo: los desafíos 1969); H. Flender, Die Botschaft Jesu von der Gottesherrschaft (Munich 1968);
2. El proyecto histórico (mensaje) : la respuesta W. Knorzer, Reich Gottes (Stuttgart 1969); A. Vogtle, Das Neue Testament
und die Zukunft des Kosmos (Dusseldorf 1972); E. Schillebeeckx, Jesús. His-
3. La nueva praxis de Jesús, liberadora de la vida opri- toria de un viviente (Madrid, Ed Cristiandad, 1981); J. Sobrino, Cristología
mida desde América Latina (México 1976) 79-185; H. Küng, Ser cristiano (Madrid
4
4. El fundamento del proyecto histórico y de la praxis 1980) 268-350; J. Jeremias, Teología del Nuevo Testamento I (Salamanca
liberadora: la experiencia de Dios Padre 1974) 134-138; O. Hofius, Jesu Tischgemeinschaft mit den Sündern (Stuttgart
1967); Kl. Berger, Die Gesetzauslegung Jesu I (Neukirchen 1972); Ch. Du-
II. La muerte violenta de Jesús quoc, Jesús, nombre libre (Salamanca 1975); id., Cristología (Salamanca
1. Pasos de un camino 1974); H. Kessler, Erlósung ais Befreiung (Dusseldorf 1972) 17-25; L. Boff,
A experiencia de Deus de Jesús de Nazaré, en Experimentar Deus hoje (Pe-
2. Proceso y condenación de Jesús trópolis 1975) 162-173; R. Vidales, La práctica histórica de Jesús: «Christus»
3. Crucifixión de Jesús 40 (1975) 43-55.
300 Pasión de Cristo y sufrimiento humano La muerte de Jesús en la cruz 301

Para llegar a predicar que él era el Cristo, el Mesías, el Salvador yecto, como indica su significado etimológico, tiene una dimen-
del mundo, Hijo de Dios y primogénito de toda criatura, tuvieron sión orientada esencialmente hacia el futuro (lanzado=yecto, hacia
que recorrer un duro y largo camino de oración y reflexión. a d e l a n t e = p r o ) . ¿Cómo se representaba Jesús el futuro del mun-
El Jesús de su experiencia diaria no es un Jesús arquitecto d o ? ¿Cómo actuó para concretarlo? ¿Cuáles fueron las reacciones
del reino de Dios que conoce a priori todo el plano y que, cual de los diversos grupos sociales a los que llegó su predicación y
ingeniero que tiene presente el conjunto en sus más pequeños de- actuación? ¿Cómo asimiló Jesús el conflicto provocado con los que
talles, lo ejecuta al pie de la letra. El Jesús de los apóstoles es un ostentaban el poder y dirigían la ideología?
Jesús que busca, que reza, que se ve en la encrucijada de optar
entre varias posibilidades, que es tentado y puesto a prueba, se
retira al desierto para descubrir cuál es la voluntad de Dios, ela- 1. La infraestructura de su tiempo: los desafíos
bora progresivamente su proyecto global y pasa después a las
opciones concretas. La situación sociopolítica del tiempo de Jesús presenta para-
Todo esto va acompañado de riesgos, tanteos, intentos, evolu- lelos sorprendentes con la situación en que surgió nuestra teología
ción y explicitación progresiva. No sin razón dice san Lucas que de la liberación en América Latina. Conviene resaltar algunos as-
«Jesús crecía en edad y gracia delante de Dios y de los hombres» pectos :
(Le 2,52; cf. 2,40). Notemos que no dice sólo delante de los hom-
bres, como si fuese revelando poco a poco a los hombres lo que a) Régimen general de dependencia.
él siempre sabía porque estaba en Dios, sino que dice también
delante de Dios. Jesús iba conociendo poco a poco, progresivamen- Palestina venía padeciendo hacía siglos una situación de opre-
te, el designio de Dios y lo asumía totalmente. sión. Desde el 587 a. C. había vivido en continua dependencia de
Jesús era un verdadero homo viator como cualquiera de nos- los grandes imperios vecinos: Babilonia (hasta el 538), Persia
otros, menos en aquello que nos hace enemigos de Dios, el pecado. (hasta el 331), la Macedonia de Alejandro (hasta el 323) y sus
Participó de la condición de todo judío de su tiempo, especial- sucesores (los Tolomeos de Egipto hasta el 197 y los Seléucidas
mente de los galileos, gente de mala fama porque vivían mezclados de Siria hasta el 166). Por fin cayó bajo la influencia del impe-
con los paganos. rialismo romano (a partir del 64 a. C ) . Cuando nace Jesús, Pales-
Creemos en el misterio de la encarnación de Dios en Jesús tina es un pequeño cantón de la provincia romana de Siria, go-
de Nazaret. Pero esta encarnación no se debe vaciar, puesto que bernada por un rey pagano, Herodes, al que Roma sostiene en el
no se hizo a costa de la verdadera humanidad de Jesús. Dios no trono. Esta dependencia de un centro situado en el exterior se
se reveló a pesar de la humanidad de Jesús, sino precisamente en concreta en el interior por la presencia de las fuerzas de ocupación
ella. El proyecto divino en Jesús no destruye el proyecto humano y por toda una clase de recaudadores de impuestos imperiales. La
de Jesús, sino que lo exalta. Ambos se compenetran en una estre- función de recaudador (propia de señores y caballeros) se vendía
cha unión, pero sin confusión ni absorción de uno en otro. La en Roma a un grupo de judíos que, a su vez, la arrendaban a
encamación no es algo meramente pasivo, sino profundamente otros en la patria y mantenían una red de funcionarios ambulantes.
activo; Dios va asumiendo la vida de Jesús desde su concepción Las extorsiones y el cobro de cantidades superiores a la tasa fijada
en la medida en que esta vida se va desenvolviendo y asumiendo era cosa común. Existía además el partido de los saduceos, que
sus opciones decisivas. Jesús, a su vez, era llevado a abrirse y se hacían el juego a los romanos para mantener sus grandes capi-
abría más y más a Dios. Dentro de este marco es como debemos tales, especialmente aprovechándose del templo y de los grandes
entender el proyecto histórico de Jesús. inmuebles de Jerusalén.
Por proyecto entendemos aquí la opción fundamental, la de- La dependencia política implicaba dependencia cultural. Hero-
cisión de fondo que marca el rumbo de la vida, de las ideas y de des, educado en Roma, hizo obras faraónicas como palacios, pis-
la práctica, la visión global orientada hacia el futuro. Todo pro- cinas, teatros y fortalezas. Dado el carácter religioso de los judíos,
302 Pasión de Cristo y sufrimiento humano La muerte de Jesús en la cruz 303

la presencia de la cultura romana pagana hacía aún más odiosa entre los que sobresalía el de los zelotas, los cuales intentaban
y humillante la opresión. preparar y hasta provocar, aplicando la violencia y la guerrilla,
una irrupción salvífica de Dios que implicara la liquidación de
todos los enemigos y la sumisión de todos los pueblos al señorío
b) La opresión socioeconómica.
absoluto de Yahvé.
La agricultura y la pesca constituían la base de la economía.
En Galilea, escenario principal de la actividad de Jesús, la socie- c) La opresión religiosa.
dad estaba compuesta por pequeños agricultores y agrupaciones
de pescadores. Aunque el bienestar no era grande solía haber tra- A pesar de todo, la verdadera opresión no residía en la pre-
bajo para todos. Se desconocía el sistema de ahorro, de suerte que sencia del poder extranjero y pagano, sino en la interpretación
cualquier escasez o epidemia provocaba el éxodo rural en busca legalista de la religión y de la voluntad de Dios. El estudio de
de trabajo en las pequeñas aldeas. Los jornaleros se apiñaban en la ley había venido a ser, en el judaismo posexílico, la esencia
las plazas (Mt 20,1-15) o entraban al servicio de algún gran pro- del judaismo. La ley, que debía ayudar al hombre en la busca
pietario hasta que saldaban sus deudas. La ley mosaica, al con- de su camino hacia Dios, había degenerado con las interpreta-
ceder al primogénito el doble que a los demás, contribuía indirec- ciones sofisticadas y las tradiciones absurdas en una terrible es-
tamente al crecimiento de los asalariados, que, no encontrando clavitud impuesta en nombre de Dios (Mt 23,4; Le 11,46). El
empleo, se convertían en verdaderos proletarios, mendigos, vaga- mismo Jesús exclama: «Me quedo pasmado al ver cómo vosotros
bundos o ladrones. Estaban también los ricos poseedores de tierras, conseguís vaciar los mandamientos de Dios para restablecer vues-
que expoliaban a los campesinos con hipotecas y expropiaciones tra tradición» (Me 7,9). La observancia escrupulosa de la ley,
por las deudas contraídas y no pagadas. El sistema tributario era en el aíán de asegurar \& salvación, había conseguido que el pue-
pesado y muy minucioso. Había impuestos para casi todas las cosas: blo se olvidase de Dios, autor de la ley y de la salvación.
cada miembro de la familia, tierras, ganados, árboles frutales, agua, La secta de los fariseos, especialmente, observaba todo al pie
carne y todos los caminos. Herodes, para llevar a cabo sus cons- de la letra y atemorizaba al pueblo obligándolo a la misma escru-
trucciones monumentales, empobreció tanto al pueblo como a los pulosidad. Llegaban a decir: «Maldita la plebe que no conoce la
latifundistas. ley» (Jn 7,49). Aunque doctísimos en la ley, estaban empapados
La profesión de la familia de Jesús era la de teknon, que lo de una maldad fundamental que desenmascaró Jesús: «No se
mismo podía significar carpintero que constructor de tejados. preocupan de la justicia ni de la misericordia ni la buena fe»
El teknon podía trabajar eventualmente como albañil en la cons- (Mt 23,23). La ley, en vez de contribuir a la liberación, era una
trucción de casas. San José, probablemente, trabajó en la re- dorada prisión; en vez de ayudar al hombre a encontrar a los
construcción de la ciudad de Séforis, cerca de Nazaret, totalmente otros hombres y a Dios, le cerraba el paso hacia ambos, definiendo
destruida por los romanos al arrebatársela a los guerrilleros zelo- a quién ama Dios y a quién no, quién es puro y quién no lo es,
tas el año 7 a. C. quién es el prójimo que debo amar y quién el enemigo que debo
La presencia de fuerzas extranjeras y paganas era para el odiar. El fariseo tenía un concepto fúnebre de Dios, que ya no
pueblo judío una verdadera tentación religiosa. Dios era consi- hablaba a los hombres, sino que les había dejado una ley para
derado y venerado como el único Señor de la tierra y del pue- que se orientasen.
blo. Había prometido a Israel ser su perpetuo dueño. La opresión
exasperaba el fanatismo religioso de muchos, y casi todos aguar-
daban su fin inminente con una intervención espectacular de Dios.
Se vivía en un clima de efervescencia apocalíptica, del que par-
ticipaba en parte Jesús, como nos lo atestiguan los evangelios
(Mt 13 par.). Habían surgido varios movimientos de liberación,
La muerte de Jesús en. la cruz 305

2. El proyecto histórico de Jesús: la respuesta el reino de Dios ha llegado a vosotros» (Le 11,20). Con Jesús
aparece el más fuerte que vence al fuerte (Me 3,27).
a) Presencia de un sentido absoluto que se opone al presente.
b) La tentación de Jesús: regionalizar el reino.
La reacción de Jesús ante esta situación es un tanto sorpren-
dente. Jesús no se presenta como un revolucionario empeñado en El reino de Dios significa la totalidad de sentido del mundo
modificar las relaciones de fuerza imperantes, como lo hizo un en Dios. La tentación reside en querer regionalizarlo y reducirlo
Bar Kokba; ni surge como un predicador interesado sólo en la a una dimensión infrahumana. La liberación sólo es verdadera si
conversión de las conciencias, como Juan Bautista. Jesús anuncia alcanza un carácter universal y globalizante y si traduce el senti-
un sentido último, estructural y global, que va más allá de todo do absoluto buscado por el hombre. Por eso, querer reducir el
lo factible y determinable por el hombre. Anuncia un fin último reino-liberación a una ideología del bienestar común o de una
que choca con los intereses inmediatos sociales, políticos y reli- religión significa pervertir el sentido originario del reino querido
giosos. En todo lo que dice y hace, conserva siempre esta perspec- por Jesús. Los evangelios nos refieren que Jesús se enfrentó a tal
tiva universal y cósmica. Jesús no satisface inmediatamente las tentación (Mt 4,1-11; Le 4,1-13) y que ésta lo acompañó toda su
expectativas concretas y limitadas de los oyentes, sino que los vida (Le 22,28).
convoca a una dimensión absolutamente trascendente, que supera La tentación consistía exactamente en reducir la idea universal
este mundo en su facticidad histórica como lugar donde actúan de reino a una provincia de este mundo, transformándola en una
los poderes, los intereses y la lucha por la supervivencia de los forma de dominación política (la tentación en la montaña desde
más fuertes. Jesús no anuncia un sentido particular, político, eco- la que podía vislumbrar todos los reinos del m u n d o ) , en una
nómico o religioso, sino un sentido absoluto que abarca todo y, al forma de poder religioso (la tentación en el pináculo del templo)
mismo tiempo, lo supera. La palabra clave en que se expresa este o en una forma de imperio de lo milagroso social y político que
sentido radical, opuesto al presente, es el reino de Dios. satisface las necesidades fundamentales del hombre, como el ham-
Esta expresión hunde sus raíces en el fondo más utópico del bre (la tentación, en el desierto, de transformar las piedras en
hombre. Ahí es donde Cristo alcanza y despierta los dinamismos pan).
de esperanza absoluta, adormecidos o machacados por las estruc- Estas tres tentaciones del poder correspondían precisamente
turas históricas, una esperanza de plena liberación de todos los a los tres modelos de reino y de mesías vigentes en las expecta-
elementos que alienan al hombre de su verdadera identidad. Por tivas de la época (rey, profeta y sacerdote). Las tres tienen que
eso, su primera palabra de anuncio presenta esa utopía como si ver con el poder. Cristo fue tentado, durante toda su vida, a usar
fuese una gozosa realidad: «Ha concluido el plazo de espera. El el poder divino de que disponía para imponer por la fuerza y
reino de Dios está cerca. ¡Cambiad de vida! ¡Creed en esta buena como un toque mágico la transformación radical de este mundo.
noticia!» (Me 1,15). Ello habría significado una manipulación de la voluntad del hom-
La creación entera, y no sólo el estrecho mundo judío, será bre y una supresión de la responsabilidad humana. El hombre
liberada en su dimensión total. Esto no constituye un mero anun- sería mero espectador y beneficiario, no participante. No sería
cio profético y utópico; profetas judíos y paganos de todos los sujeto de la historia. Sería liberado paternalistamente, y la libe-
tiempos han proclamado siempre la venida de un mundo nuevo ración no sería el fruto de una conquista. Jesús rehusa terminan-
como total reconciliación. En ese aspecto no hay ninguna origina- temente instaurar un reino de poder. El es el Siervo de toda cria-
lidad. La novedad de Jesús es que anticipa ya el futuro y convierte tura humana y no su dominador. Encarna, pues, el amor de Dios
lo utópico en tópico. No dice: «El reino vendrá», sino: «El reino al mundo, no su poder; mejor aún, hace tangible el poder mismo
ya ha llegado» (Me 1,15; Mt 3,17); «ya está en medio de vos- del amor de Dios, que es instaurar un orden nuevo que no viole
otros» (Le 17,21). Con su presencia, el reino se hace presencia: la libertad humana ni exima al hombre de tener que asumir las
«Si expulso los demonios con el dedo de Dios, es sin duda porque riendas de su propio proyecto. Por eso, la forma con que comien-
306 Pasión de Cristo y sufrimiento humano

za la inauguración del reino en la historia es la conversión. Por 3. La nueva praxis de Jesús,


ella, el hombre, al tiempo que acoge la nueva esperanza para este liberadora de la vida oprimida
mundo, colabora en su construcción en el campo político, social,
religioso y personal. El reino de Dios, que significa la liberación escatológica del
En todas sus actitudes, tanto en las discusiones morales con mundo, se instaura ya en la historia y adquiere forma concreta
los fariseos como en la tentación de poder encarnada por los mis- en las transformaciones de la vida. Destaquemos algunos de estos
mos apóstoles (Le 9,46-48; Mt 20,20-28), Jesús se niega siempre pasos concretos, por los cuales se anticipó el mundo nuevo y que
a dictar normas particularistas y establecer soluciones o alimentar significan el proceso redentor y liberador de Jesucristo.
esperanzas que regionalicen el reino. De este modo se distancia
críticamente de la estructura que constituye el pilar sustentador a) Relativización de la autosuficiencia humana.
de nuestro m u n d o : el poder entendido como dominio. Al recha-
zar el recurso al poder, Jesús hizo que las masas se apartasen En el mundo que encontró Jesús había muchas absolutizacio-
decepcionadas; no estaban dispuestas a aceptarle si no veían su nes que esclavizaban al h o m b r e : absolutizaciones de la religión,
poder: «Que baje de la cruz, y creeremos en él» (Mt 27,42). El la tradición y la ley. La religión ya no era la forma en que el
poder como categoría religiosa y liberadora es totalmente desdi- hombre expresaba su apertura a Dios, sino que se había anqui-
vinizado por Jesús. El poder como dominio es esencialmente dia- losado en una maraña de ritos y sacrificios. Jesús continúa la
bólico y contrario al misterio de Dios (Mt 4,1-11; Le 4,1-13). tradición profética (Me 7,6-8) y afirma que el amor, la justicia
Sin embargo, la insistencia en preservar el carácter de uni- y la misericordia son más importantes que el culto. Los criterios
versalidad y totalidad del reino no llevó a Jesús a quedarse de de la salvación no pasan por el ámbito del culto, sino por el del
brazos cruzados o a esperar la irrupción fulgurante del orden amor al prójimo. El hombre es más importante que la tradición
nuevo. Ese fin absoluto se concreta en unos gestos determinados, y que el sábado (Me 2,23-26). Vale más que todas las cosas
se anticipa en unos comportamientos sorprendentes y se hace via- (Mt 6,26), es más importante que el servicio del culto (Le 10,
ble con unas actitudes que significan ya la presencia del fin en 30-37) o los sacrificios (Mt 5,23-24; Me 12,33); es anterior a ser
medio de la vida. La liberación de Jesucristo asume así un doble piadoso y observante de las sagradas prescripciones de la ley y
aspecto: por un lado, anuncia una liberación de toda la historia de la tradición (Mt 23,23).
y no sólo de algunos aspectos de ella; por otro, anticipa la tota- La salvación se decide en el amor al prójimo y no en el amor
lidad en un proceso liberador que se concreta en liberaciones a Dios tomado como algo separado (Mt 25,31-46). Cuando alguien
parciales, abiertas siempre a la totalidad. Por un lado, proclama pregunta qué debe hacer para alcanzar la salvación, Jesús res-
la esperanza total en el nivel de un futuro utópico; por otro, la ponde citando los mandamientos de la segunda tabla, todos ellos
hace viable en el presente. Si predicase la utopía de u n buen fin referentes al prójimo (Me 10,17-22). Con eso deja claro que de
para el hombre sin anticiparlo en la historia, alimentaría fanta- Dios no se puede hablar en abstracto y prescindiendo de sus hijos
sías y suscitaría innocuas fantasmagorías sin credibilidad alguna; y del amor a los hombres. Entre el amor al prójimo y el amor
si introdujese liberaciones parciales sin ninguna perspectiva de a Dios hay una unidad que tiene su expresión definitiva en un
totalidad y de futuro, frustraría las esperanzas despertadas y cae- texto de J u a n : «Si uno dice que ama a Dios, mientras odia a su
ría en un inmediatismo sin consistencia. En su actuación, Jesús hermano, es un mentiroso, porque quien no ama a su hermano,
mantiene esta difícil tensión dialéctica: por una parte, el reino al que ve, no puede amar a Dios, a quien no ve» (1 Jn 4,19-20).
está ya en medio de nosotros, está ya fermentando el viejo orden; Con esto Jesús hace que dejen de ser algo absoluto las formas
por otra, es aún algo por venir, objeto de esperanza y de cons- cultuales, legales y religiosas que acaparan para sí los caminos
trucción conjunta del hombre y de Dios. de la salvación. La salvación pasa por el prójimo; aquí es donde
se decide todo. Y la religión no está para sustituir al prójimo,
sino para orientar permanentemente al nombre hacia el verdadero
308 Pasión de Cristo y sufrimiento humano

amor al otro, en el que se esconde, como de incógnito, el mismo c) Respeto a la libertad del otro.
Dios (Me 6,20-21; Mt 25,40). En este proceso de relativización,
Jesús incluyó el mismo poder sagrado de los Césares, negándole Cuando se leen los evangelios y se ve cómo predicaba Jesús,
el carácter divino (Mt 22,21) y la condición de última instancia: en seguida se advierte que su palabra no adopta nunca un tono
«Ningún poder tendrías sobre mí si no te hubiese sido dado de trascendente y autoritario; su lenguaje es sencillo, lleno de pa-
lo alto», responde a Pilato (Jn 19,11). rábolas y ejemplos tomados de la realidad cotidiana. Se mezcla
con la gente; sabe oír y preguntar. Da a todos oportunidad para
manifestar su propio pensamiento. Pregunta al que le interroga
b) Creación de una nueva solidaridad. sobre lo que dice la ley, pregunta a los discípulos sobre lo que
La redención no se encarna sólo en una relativización de las dicen los otros acerca de él, pregunta al hombre situado al borde
leyes y las formas de culto, sino en un nuevo tipo de solidaridad del camino qué quiere que le haga. Deja hablar a la samaritana.
entre los hombres. La sociedad del tiempo de Jesús estaba minu- Presta atención a las preguntas de los fariseos. No enseña siste-
ciosamente estructurada: había discriminaciones sociales entre máticamente como un maestro de escuela. Responde a las pre-
puros e impuros, entre prójimos y no prójimos, entre judíos y guntas y las hace, dando ocasión a que cada hombre se defina
paganos, entre hombres y mujeres, entre los teólogos observantes y tenga libertad para adoptar postura en los asuntos decisivos
de las leyes y el pueblo sencillo, aterrorizado en su conciencia para su destino.
al no poder vivir según las interpretaciones legalistas de los docto- Cuando le plantean la cuestión del impuesto y del poder polí-
res. Los fariseos se apartaban orgullosamente de los pecadores; tico del César, no hace una exposición teórica. Pide que le mues-
los enfermos eran marginados y difamados como pecadores. Jesús tren una moneda y pregunta de quién es aquella figura. Siempre
se solidariza con todos estos oprimidos. Toma siempre el par- deja la palabra al otro. Solamente el joven rico no dice su pala-
tido de los débiles y de los que son criticados según los cánones bra ; tal vez por eso no sabemos su nombre: porque no se de-
establecidos: la prostituta, el hereje samaritano, el publicano, el finió.
centurión romano, el ciego de nacimiento, el paralítico, la mujer Jesús no se deja servir: él mismo sirve a la mesa (Le 22,27).
encorvada, la mujer pagana sirofenicia, los apóstoles cuando son Y esto no es una máscara de humildad, en la que, a lo largo de la
criticados por no ayunar como los discípulos de Juan. historia eclesiástica, fueron maestros papas y obispos. Se llamaban
La actitud de Jesús es acoger a todos y hacerles experimentar siervos, cuando a menudo ejercían de forma refinada un poder
que no se encuentran fuera de la salvación, sino que Dios ama antievangélico y opresor sobre las conciencias. La insistencia de
a todos, incluso a los ingratos y a los malos (Le 6,35), porque Jesús en el poder como servicio y sus afirmaciones de que los
«no son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfer- últimos serán los primeros (Me 10,42-44; 9,35; Mt 28,8-12) quie-
mos» (Me 2,17). Y su tarea consiste en buscar lo que estaba per- ren execrar la relación señor-esclavo y la estructura de poder en
dido para salvarlo (Le 19,10). términos de sumisión ciega y de privilegios. Jesús no predica
Jesús no tiene miedo de las consecuencias de esta solidari- la jerarquía (poder sagrado), sino la hierodulía (servicio sagra-
dad. Será difamado, injuriado, tenido como amigo de gente de d o ) . No quiere un poder que se basta autocráticamente a sí mismo,
mala fama, acusado de subversivo, hereje, poseso, loco, etc. Pero sino un servicio para el bien de todos como función para la co-
es precisamente en ese amor y en esas acciones donde se siente lo munidad. Una instancia, incluso eclesiástica, que se autoafirma
que significa el reino de Dios y la liberación de los esquemas opre- independientemente de la comunidad de los fieles no es una ins-
sores que discriminan a muchos hombres. Prójimo no es el hom- tancia que pueda reclamar para sí la autoridad de Jesús. El propio
bre de la misma fe ni de la misma raza o familia, sino cada Jesús corrobora con su conducta esa afirmación: su argumenta-
h o m b r e : desde el momento en que me aproximo a él, nada impor- ción no es fanática ni exige sumisión pasiva a lo que dice; siem-
ta su ideología o su confesión religiosa (Le 10,30-37). pre intenta persuadir, argumentar y apelar al buen sentido y a la
razón. El tono de sus enseñanzas no es autoritativo, sino persua-
310 Pasión de Cristo y sufrimiento humano La muerte de Jesús en la cruz 311

sivo. Siempre da cabida a la libertad del otro. Jesús no hace de Todo lo que, en nuestro corazón y en la sociedad, pueda le-
sus discípulos unos fanáticos de su doctrina, sino que los educa vantarse contra el derecho del otro es condenado por Cristo: el
en el respeto hasta de los enemigos y de los que se le oponen. odio y la ira (Mt 5,21-22), la envidia (Mt 5,27-28), la calumnia,
Nunca usa la violencia para reivindicar sus ideales. Apela y habla la agresión y el asesinato. Propugna la bondad y la mansedumbre
a las conciencias. y critica la falta de respeto a la dignidad del otro (Mt 7,1-15;
En su grupo más íntimo (los Doce) hay un colaborador de las Le 6,37-41). Jesús sigue su camino no apartándose con soberbia
fuerzas de ocupación, un cobrador de impuestos (Me 2,15-17) e de los conflictos humanos, sino comprometiéndose siempre que
incluso un guerrillero nacionalista zelota (Me 18,19); todos coexis- se trate de defender al otro en sus derechos, sea hereje, pagano,
ten y forman comunidad con Jesús, a pesar de las tensiones que extranjero, persona de mala fama, mujer, niño, pecador público,
se notan entre los entusiastas y los escépticos del grupo. enfermo o marginado. Habla con todos y renuncia a la violencia
como instrumento para conseguir sus objetivos. El mecanismo del
poder es querer más poder y subyugar a los otros a los propios
d) Capacidad inagotable para soportar los conflictos.
ideales. Como consecuencia surge el miedo, la venganza y la vo-
Queremos mostrar cómo, en concreto, Cristo redime y libera luntad de dominio, que rompen la comunión entre los hombres.
en el marco de una andadura histórica. El se dirige a todos sin El orden humano se establece como imposición, con un elevado
discriminar a nadie. «Si alguien viene a mí, yo no le echaré costo social. Todo lo que pueda causar problemas o signifique in-
fuera», dice paradigmáticamente san Juan, resumiendo su ac- seguridad y cambio del orden establecido, tanto en la sociedad
titud fundamental. Primero dirige su evangelización a los pobres. civil como en la religiosa, es sometido a rigurosa vigilancia. Cuan-
Para Jesús, los pobres no son sólo los económicamente necesi- do el peligro de cambiar el orden establecido se hace real, entran
tados. Como observa J. Jeremías, «los pobres son los oprimidos en acción mecanismos primitivos de difamación, odio, represión
en sentido amplísimo, los que sufren opresión y no se pueden de- y eliminación. Hay que salvar el orden frente a los enemigos de
fender, los sin esperanza, los que no tienen salvación... Todos la seguridad. Tales reacciones no pueden justificarse apelando a
los que padecen alguna necesidad, los hambrientos, los sedien- las actitudes de Jesús, las cuales generaban un proceso de refle-
tos, los sin vestido, los forasteros, los enfermos, los presos, los xión, cambio y franca comunicación entre los grupos.
perdidos y los pecadores»'. A todos ellos intenta defender y La invitación a la renuncia al poder es también invitación al
ayudar en su derecho. Esto ocurre en particular con los enfer- perdón y la misericordia. Esto supone una fina percepción de la
mos, leprosos y posesos, considerados pecadores públicos y, por realidad del m u n d o : siempre habrá estructuras de poder y de ven-
lo mismo, difamados. Toma la defensa de sus derechos y muestra ganza. Estas no deben llevar al desánimo ni a asumir la estructura
que la enfermedad no viene necesariamente de algún pecado per- misma. Se impone la necesidad del perdón, de la misericordia,
sonal o de los antepasados ni hace impuro a nadie. Se mueve de la capacidad de soportar y convivir con los excesos del poder.
frecuentemente en los círculos de sus opositores, anclados en un En consecuencia, Jesús manda amar al enemigo. Amar al enemi-
conservadurismo legalista e interesados en mantener puestos ele- go no es amarlo románticamente, como si fuese un amigo distinto.
vados como los fariseos (Me 2,13-3,6). Deja que le inviten a ce- Amarlo como enemigo supone descubrirlo como enemigo y amarlo
nar (Le 7,36ss), pero sin compartir su mentalidad, y así, mientras como amaba Jesús a sus enemigos: no rehuía la comunicación con
come, puede decirles: «Ay de vosotros, porque ya tenéis vuestro ellos, pero reprobaba las actitudes que los esclavizaban y los ha-
consuelo» (Le 6,24). Deja que le conviden también los publicanos, cían enemigos. Renunciar al esquema del odio no es lo mismo que
siempre mal vistos, y su presencia en medio de ellos los lleva a renunciar a la oposición. Jesús se oponía, disputaba, argumenta-
cambiar de comportamiento, como lo demuestra la historia de ba, pero no recurriendo a la violencia, sino con un profundo
Zaqueo. compromiso personal. Renunciar a la oposición sería renunciar
al bien del prójimo y a la defensa de sus derechos y echar leña
1
J. Jeremías, Teología del Nuevo Testamento I (Salamanca 1970) 138. al fuego de la dominación.
La muerte de Jesús en la cruz 313

e) Aceptación de la estructura mortal de la vida. llevar a una falsa comprensión del verdadero carácter histórico
de su destino fatal. En realidad, estas interpretaciones contenidas
En la vida de Jesús aparece la vida con todas sus contradic- en los evangelios son el resultado final de todo un proceso de re-
ciones. Jesús no es un pesimista que se queja del mal existente en flexión llevado a cabo por la comunidad primitiva sobre el es-
el mundo. Dios podría haber creado un mundo mejor. Ante el cándalo del Viernes Santo. La ignominiosa muerte de Jesús en la
exceso de pecado y de maldad entre los hombres, ¿qué hace Dios? cruz (cf. Gal 3,13), que en aquella época significaba una señal
Nada de esto encontramos en Jesús. El acepta la vida tal cual es evidente del abandono de Dios y de la falsedad del profeta (cf. Mt
y como se presenta. No rehusa el sacrificio que toda vida verda- 27,39-44; Me 15,29-32; Le 23,35-37), constituyó un grave proble-
deramente comprometida lleva consigo: ser aislado, perseguido, ma para los mismos creyentes. A la luz de la resurrección y de la
mal comprendido, difamado, etc. Acoge todas las limitaciones. En relectura y meditación del Antiguo Testamento (cf. Le 24,13-35)
él aparece todo lo auténticamente h u m a n o : ira, alegría, bondad, comenzaron a entender lo que antes les parecía absurdo. Este es-
tristeza, tentación, pobreza, hambre y sed, compasión y añoranza. fuerzo interpretativo y teológico, que descubre un sentido secreto
Vive la vida como donación y no como autoconservación: «Estoy subyacente en los hechos infamantes de la pasión, se recoge en los
en medio de vosotros como el que sirve» (Me 10,42-45). No co- relatos del proceso, pasión, muerte y resurrección de Jesús. Los
noce tergiversaciones en su actitud fundamental de ser siempre un evangelistas no trabajan como historiadores neutrales, sino como
ser para los demás. Ahora bien, vivir la vida como permanente teólogos interesados en resaltar el sentido trascendente, universal y
entrega es vivirla como sacrificio y desgaste por los otros. definitivo de la muerte de Cristo.
Si la muerte no es sólo el último momento de la vida, sino la Este tipo de interpretación, por válido que sea, tiende a crear
estructura misma de la vida mortal en cuanto que se va gastan- —si el lector no se mantiene sobre aviso— una imagen de la pa-
do, vaciándose lentamente y muriendo desde el momento en que sión como si fuese un drama suprahistórico en el que los actores,
es engendrada; si la muerte como vaciamiento progresivo no es Jesús, los judíos, Judas, Pilato, parecen marionetas al servicio de
sólo una fatalidad biológica, sino una ocasión para que la perso- un plan previamente trazado, exentos de responsabilidad. La muer-
na pueda asumir libremente la finitud y la mortalidad de la vida te no aparece bajo su aspecto dramático y oneroso para Jesús.
abriéndose así hacia algo más grande que la muerte; si morir es También él ejecuta un plan necesario. Pero no se explica la necesi-
crear un espacio para otro mayor, vaciarse para poder recibir una dad de este plan. La muerte está desligada del resto de la vida de
plenitud que proviene de aquel que es mayor que la vida, entonces Cristo y comienza a tener un significado salvífico propio. Con esto
podemos decir que la vida de Cristo, desde su primer momento, desaparece en gran parte la dimensión histórica de la muerte de
fue abrazar la muerte con todo el coraje y la hombría de que el Jesús, consecuencia de su comportamiento y de sus actitudes so-
hombre es capaz. Jesús estaba totalmente vaciado de sí para po- beranas y resultado de un proceso judicial. Con razón dice el gran
der llenarse de los otros y de Dios. Asumió la vida mortal y la teólogo católico Ch. Duquoc: «En realidad, la pasión de Jesús no
muerte que iba tramándose dentro de su compromiso de profeta se puede separar de su vida terrena ni de su palabra. Su vida, all
ambulante y de Mesías liberador de los hombres. En este contexto igual que su resurrección, da sentido a su muerte. Jesús no murió
,es donde debemos reflexionar sobre la muerte de Jesús y su sig- de una muerte cualquiera; fue condenado no por un malentendi-
nificado redentor. do, sino por causa de su actitud real, cotidiana, histórica. La re-
Estamos habituados a entender la muerte de Jesús según nos la lectura que salta inmediatamente de las particularidades de tal
refieren los relatos de la pasión. En ellos aparece claro que la causa vida y muerte a un conflicto metafísico entre el amor y el odio,
de su muerte fueron nuestros pecados, que fue el cumplimiento de entre la incredulidad y el Hijo de Dios, olvida las múltiples
las profecías del Antiguo Testamento, que formaba parte de la mi- mediaciones que son necesarias para su comprensión. Este ol-
sión divina confiada a Jesús por el Padre y que por eso era nece- vido de la historia tiene consecuencias religiosas. Pongamos un
saria en el plan salvífico de Dios. Estas interpretaciones revelan ejemplo: la meditación de la pasión de Jesús no siempre se salvó
la verdad trascendente de la entrega total de Jesús, pero nos pueden de un sospechoso énfasis en el dolor. En vez de convidar al recha-
314 Pasión de Cristo y sufrimiento humano La muerte de Jesús en la cruz 315

zo efectivo del mal y la muerte, produjo muchas veces una fija- para el sistema de seguridad establecido. Puede soliviantar a las
ción malsana: la resignación. De este modo, el sufrimiento y la masas contra las fuerzas romanas de ocupación. La autoridad con
muerte fueron glorificados en sí mismos» 2. que habla, la soberanía que adopta y las actitudes provocativas que
El sentido perenne y válido descubierto por los evangelistas manifiesta desencadenan un drama de conciencia en los mentores
debemos rescatarlo partiendo del contexto histórico (y no tanto de la dogmática oficial. El hombre de Galilea se distancia dema-
teológico) de la muerte de Cristo. Sólo así deja de ser ahistórico siado de la ortodoxia oficial, no apelando a los recursos recono-
y, en el fondo, vacío y adquiere dimensiones verdaderamente vá- cidos para justificar su doctrina, su comportamiento y las exigen-
lidas también para el hoy de nuestra fe. cias que hace.
La muerte de Cristo fue, ante todo, humana. En otras palabras: No debemos imaginar que los judíos, los fariseos y los mento-
se sitúa en el contexto de una vida y de un conflicto que tuvie- res del orden social y religioso de entonces fueran personas de
ron como resultado una muerte no impuesta desde fuera por un mala voluntad, malévolos, vengativos, perseguidores o malintencio-
decreto divino, sino infligida por unos hombres bien concretos. nados. En realidad, eran fieles observantes de la ley y de la reli-
Por eso podemos seguir históricamente esta muerte y narrarla. gión transmitida piadosamente a lo largo de generaciones, en las
Jesús murió por los mismos motivos por los que mueren los que encontramos mártiies y confesores. Las preguntas que hacen
profetas de todas las épocas. Antepuso a la conservación de su a Jesús, el intento de encuadrarlo en los cánones de la moral y del
vida los valores que predicaba; prefirió morir libremente a renun- dogma establecidos nacen del drama de conciencia que les crea la
ciar a la verdad, a la justicia, al derecho, al ideal de fraternidad figura y la actuación de Jesús. Intentan incluirlo en el marco de-
universal, a la verdad de la filiación divina y de la bondad ilimi- finido por la ley. Al no conseguirlo, lo aislan, lo difaman, lo proce-
tada de Dios Padre. En este nivel, Cristo forma parte del ejército san, lo condenan y, al fin, lo crucifican.
de los miles de testigos que predicaron un mundo mejor, una La muerte de Cristo es el resultado de un conflicto bien con-
convivencia más fraterna entre los hombres y una mayor apertura creto y definido legalmente. No fue fruto de «una maquinación
al Absoluto. Su muerte se opone a los sistemas cerrados e insta- sádica» ni de un malentendido jurídico. Jesús les parecía real-
lados y es una permanente acusación de la cerrazón del mundo en mente un falso profeta y un perturbador de la situación religiosa
sí mismo, es decir, del pecado. que podría perturbar también la situación política. La cerrazón en
Esta muerte de Cristo se fue preparando a lo largo de toda su el propio sistema de valores, para ellos intocable e indiscutible, la
vida. Las reflexiones que hemos hecho muestran cómo Jesús sig- incapacidad de abrirse y aprender, la estrechez de horizontes, el
nificó una crisis radical del judaismo de su tiempo. Se presenta fanatismo de la propia postura vital y religiosa, el tradicionalismo,
como un profeta que no anuncia la tradición, sino una nueva doc- la seguridad basada en la propia tradición y ortodoxia, mezquin-
trina (Me 1,27) ; que no predica simplemente la observancia de la dades que aún hoy caracterizan muchas veces a los defensores del
ley y de sus interpretaciones, sino que se comporta como soberano orden establecido, sea religioso o político, generalmente imbuidos
ante ella: si ayuda al amor y al encuentro de los hombres entre de una buena voluntad, pero faltos de todo sentido crítico y ca-
sí y con Dios, la acepta; pero si obstaculiza el camino hacia el rentes de visión histórica, todas estas trivialidades, que no cons-
otro y hacia Dios, pasa por encima de ella o, sencillamente, la tituyen crímenes graves, motivaron el exterminio de Jesús.
rechaza. Para el profeta de Nazaret, la voluntad de Dios no se en-
cuentra sólo en el clásico lugar de la Escritura, sino que la misma
vida es un lugar de manifestación de la voluntad salvífica del hom- 4. El fundamento del proyecto histórico
bre. En todas sus actitudes y palabras aflora un sentido de libe- y de la praxis liberadora: la experiencia de Dios Padre
ración de la conciencia oprimida. El pueblo lo percibe y se en-
tusiasma. Las autoridades se asustan. Jesús representa un peligro Lo que acabamos de describir podría parecer a algunos dema-
siado antropológico: el profeta de Galilea fue un liberador como
2
Ch. Duquoc, Jesús, homem livre (Lisboa 1975) 197. lo fueron otros muchos antes y después de él con su vida y con
3J6 Pasión de Cristo y sufrimiento humano
La muerte de Jesús en la cruz 317
su muerte. De hecho, en ese nivel de nuestra reflexión, Cristo se
textos actuales están llenos de una teología que, gracias a la luz
sitúa junto a los demás justos y profetas injustamente ejecutados.
de la resurrección, daba su sentido nuevo a los hechos ocurridos
Como en seguida veremos, solamente la resurrección eleva a Jesús
en la pasión. Es extremadamente difícil y problemático hacer una
por encima de todas las analogías y hace descubrir nuevas dimen-
disección en los textos para distinguir lo que es contenido histórico
siones en la vulgaridad de su muerte de profeta mártir. Con todo,
y lo que es interpretación de fe. A pesar del considerable esfuerzo
cabe preguntar qué fuerza alimentaba y daba vigor a su vida
que ha hecho la exégesis en este sentido, no se ha logrado unanimi-
liberadora. Los evangelios lo dejan bien claro: su proyecto libe-
dad entre los especialistas.
rador nacía de una profunda experiencia de Dios, vivido como el
El lector poco familiarizado con los procedimientos de la exé-
sentido absoluto de toda la historia (reino de Dios) y como Padre
gesis moderna, aprobados por el Vaticano II y por la praxis común
de bondad y amor infinito para con todos los hombres, especial-
en la enseñanza académica de la Sagrada Escritura, puede sentir-
mente los ingratos, los malos, los marginados y perdidos. La ex-
se a veces perplejo. Tal vez considere arbitrario que un texto se
periencia de Jesús no es la del Dios de la ley que discrimina a
acepte como histórico y otro se considere como producto del tra-
buenos y malos, a justos e injustos, sino la del Dios bueno que ama
bajo teológico de los evangelistas y de sus respectivas comunida-
y perdona, que va en busca de la oveja perdida, espera ansioso
des. Sin embargo, debemos afirmar que tales procedimientos no son
la llegada del hijo pródigo y se alegra más con la conversión de
tan arbitrarios como puede parecer. Siguen unas reglas bastantes
un pecador que con la salvación de noventa y nueve justos.
contrastadas por la exégesis histórico-crítica, si bien eso no quita
La nueva praxis de Jesús que hemos esbozado tiene su último que, dada la naturaleza de los propios textos, haya distintas opi-
fundamento en esa nueva experiencia de Dios. Quien se sabe to- niones, todas ellas fundadas en argumentos que tienen su consis-
talmente amado de Dios, ama —como Dios— indistintamente a tencia exegética y teológica. También debemos reconocer que no
todos, incluidos los enemigos. Quien se sabe aceptado y perdona- existe una exégesis totalmente neutra. El exegeta lee los textos con
do por Dios, acepta y perdona también a los otros. Jesús encarna unos ojos que son los suyos y los interpreta con unos presupues-
el amor y el perdón del Padre, es bueno y misericordioso para tos teológico-dogmáticos que están en su cabeza y en su corazón
con todos, especialmente para con los rechazados religiosamente de hombre que cree en Jesucristo como Dios encarnado y Salvador
y marginados socialmente. En Jesús, esto no es humanitarismo, del mundo. Previa al trabajo exegético, hay una imagen de Jesús
sino concreción del amor del Padre en medio de la vida. Si Dios que preside toda la investigación. Esta imagen, por un lado, es
actúa así con todos, ¿por qué no debe hacerlo también el Hijo fruto de la fe eclesial, de la formación cristiana desde la infancia
de Dios? hasta la facultad de teología; por otro, es el resultado del mismo
estudio crítico de los textos del Nuevo Testamento. La imagen pre-
via que un teólogo tenga de Jesús le orientará en las controversias
II. LA MUERTE VIOLENTA DE JESÚS * exegéticas, inclinándole a asumir la solución que mejor cuadre con
su imagen y con la visión global del misterio cristológico.
Intentemos ahora rastrear los pasos históricos del proceso, jui- Decimos todo esto para advertir al lector del alcance y de los
cio, condena y crucifixión de Jesús. Como hemos advertido, los límites de nuestra propia exposición. Es una lectura tan legítima
como otras, pero distinta de ellas, más familiares para la piedad
* Sobre esto, cf. J. Blinzler, El proceso de Jesús (Barcelona 1968); H. Con-
zelmann, Zur Bedeutung des Todes Jesu (Gütersloh 1967) 35-54; G. Delling, Studien zur Passionsgeschichte (Gotinga 1970); W. Popkes, Christus Traditus
Der Kreuzestod Jesu in der urchristlichen Verkündigung (Berlín 1971); (Zurich 1967); L. Schenke, Der gerkreuzigte Christus (Stuttgart 1974);
A. George, Comment Jésus a-t-il perqu sa propre mort?: «Lumiére et Vie» 20 E. Lohse, Die Geschichte des Leidens und Sterbens Jesu Christi (Gütersloh
(1971) 196-199; K. Fischer, Der Tod Jesu, heute: «Orientierung an Jesús» 1964); F. Viering, Der Kreuzestod Jesu (Gütersloh 1969); H. Schürmann,
35 (1971) 196-199; J. Jeremías, Der Opfertod Jesu (Stuttgart 1963); B. Klap- Jesu ureigener Tod (Friburgo 1975); P. Benoit, Le procés de Jésus, en Exégé-
pert, Diskussion um Tod und Auferstehung (Wuppertal 1967); H. Kessler, se et Théologie I (París 1961) 265-289; H. Cousin, Le prophete assassiné (Pa-
Die theologische Bedeutung des Todes Jesu (Dusseldorf 1970); E. Linnemann, rís 1976).
318 Pasión de Cristo y sufrimiento humano La muerte de Jesús en la cruz 319

y la teología divulgada por los canales comunes de la Iglesia. Vol- 40c Los discípulos no sabían qué responderle.
vemos a repetir lo que indicábamos al comienzo de nuestro ensa- 42 Levantaos, vamonos. Ved que se aproxima el que me
yo : intentamos prolongar una tradición cristológica peculiar de va a entregar.
san Francisco y de los grandes maestros franciscanos, que refle- 47-50 Uno de los presentes, desenvainando la espada, hirió
xionaron, con tierna candidez y candida ternura, sobre la santa hu- a un siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja.
manidad de Jesús en su sentido más radical, como la aniquilación Jesús tomó la palabra y dijo: Habéis venido con es-
de Dios y la muerte en la cruz. Nuestra reflexión personal intenta padas y palos para prenderme como a un salteador.
apropiarse también los resultados de una exégesis seria sobre los Todos los días estaba entre vosotros enseñando en el
relatos de la pasión y procura hacerla fructificar en su aspecto sis- templo y no me prendisteis. Pero esto sucede para
temático y dogmático. Seguiremos a exegetas tan destacados como que se cumplan las Escrituras.
E. Lohse, H. Schürmann, J. Blinzler, P. Benoit y otros. No vamos 53a Y llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote.
a referir todas las discusiones, ya que esto nos llevaría demasia- 55-56 Los príncipes de los sacerdotes y todo el sanedrín
do lejos. Adoptamos la que nos ha parecido más adecuada a la procuraban encontrar algún testimonio contra Jesús
imagen cristológica que alimentamos en la fe. Pero el lector sabe para condenarlo a muerte; pero no lo hallaban. Mu-
que hay otras opiniones que van por otros caminos también legíti- chos testimoniaban falsamente contra él. Pero sus tes-
mos y eclesiales. Nuestro camino pretende ayudar a los que se in- timonios no estaban concordes.
teresan por la profunda humanidad de Jesús para que puedan 60-62a El sumo sacerdote se puso en pie en el centro, inte-
encontrar en ella a un Dios mayor y más próximo y se sientan lla- rrogó a Jesús diciendo: ¿ No respondes nada a los
mados a seguir e imitar el mismo camino recorrido por Jesús, el que te acusan? Pero él guardó silencio y no respon-
Cristo doliente y mártir. día nada. De nuevo el sumo sacerdote le interrogó
diciendo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?
Y Jesús respondió: Lo soy.
63-65 Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus vestiduras,
1. Pasos de un camino
exclamó: ¿ Qué necesidad tenemos ya de testimonios?
Todos habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece? Y
Según Schenke 3 , que ha estudiado detenidamente la evolución
todos decretaron que era reo de muerte. Algunos
literaria de los correspondientes textos evangélicos, la historia pre-
comenzaron a escupir sobre él y a cubrirle el rostro
marcana de la pasión sería la siguiente:
con un velo al tiempo que le golpeaban con las ma-
nos diciendo: Adivina quién te dio. Los guardias le
Me 14,1a La Pascua y los Ázimos se celebraban dos días des-
daban bofetadas.
pués.
Me 15,1 Apenas se hizo de día, los príncipes de los sacerdotes
32a Y llegaron a una propiedad llamada Getsemaní, y
celebraron una reunión con los ancianos y los escribas
dijo a sus discípulos.
y todo el sanedrín y, atando a Jesús, lo condujeron
34 Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y
a Pilato.
vigilad.
3-5 Y los príncipes de los sacerdotes le acusaban de mu-
35a Y habiendo avanzado un poco, se postró en tierra y
chas cosas. Pilato le interrogó diciendo: ¿No respon-
oraba.
des nada? Mira de cuántas cosas te acusan. ¿Eres
36-38 Abba, Padre, todo te es posible; aparta de mí este
tú el rey de los judíos? Pero Jesús no respondió
cáliz, pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que
nada más, de modo que Pilato estaba muy admirado.
tú quieres.
15b Entonces Pilato mandó torturar a Jesús y después
3
L. Schenke, Der gekreuzigte Christus (Stuttgart 1974).
lo entregó para que fuese crucificado.
320 Pasión de Cristo y sufrimiento humano La muerte de Jesús en la cruz 321

16-20 Los soldados lo llevaron al interior del palacio y lla- pusieron una gran piedra para tapar la entrada. María
maron a toda la cohorte. Le vistieron de púrpura y Magdalena y María la madre de José observaban
tejiendo una corona de espinas se la pusieron en la dónde era colocado.
cabeza. Comenzaron a saludarle diciendo: ¡Salve, rey
de los judíos! Le golpeaban en la cabeza con una Este sería, según Schenke, el relato más antiguo, el que estaría
caña y le escupían y, arrodillándose, se postraban en la base del Marcos actual, el cual lo enriqueció y completó con
delante de él. Después de escarnecerlo, le quitaron el nuevos datos históricos y teológicos.
manto de púrpura y lo vistieron con sus ropas, lle- Probablemente, este texto primitivo proviene de cristianos he-
vándolo para ser crucificado. lenistas de Jerusalén congregados alrededor de Esteban (cf. Hch
22-27 Lo condujeron al lugar del Gólgota, que quiere decir 6-7). El relato, como hemos dicho, es un relato sobre Jesús como
lugar de la Calavera. Le ofrecieron vino mezclado con Mesías doliente. Debido a la polémica con los judíos que no acep-
mirra, pero él no lo tomó. Y lo crucificaron. Divi- taron la figura de un Mesías que sufre y muere ignominiosamen-
dieron sus ropas echando suertes para ver lo que toca- te en la cruz, el grupo fue perseguido y Esteban liquidado. Algu-
ba a cada uno. Eran las nueve horas cuando lo crucifi- nos huyeron y dieron origen a la misión entre los paganos (Hch 8 ) .
caron. El motivo de su condenación estaba escrito Los demás evangelistas completan el texto premarcano y el
así: El rey de los judíos. Con él crucificaron tam- del propio Marcos con nuevos datos. La historicidad de todos estos
bién a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su datos es bastante discutida, sin posibilidad de llegar a un acuerdo,
izquierda. dada la precariedad de las mismas fuentes. Añádase que los evan-
29a Los que pasaban delante de él le insultaban. gelistas no ofrecen testimonios oculares del proceso contra Jesús.
31b Le escarnecían diciendo: Salvó a otros y no puede Lo que los evangelios refieren es una reflexión teológica con fuer-
salvarse a sí mismo. te acento en los textos del Antiguo Testamento. Con razón dice
32 Si eres el Mesías, rey de Israel, baja ahora de la Lohse: «Los cristianos no podían narrar los sufrimientos y la muer-
cruz para que creamos en ti. te de Jesús sin recurrir al lenguaje del Antiguo Testamento. En los
34a Y Jesús gritó con fuerte voz: Eloí, Eloí, lammá capítulos de la pasión encontramos a cada paso citas y expresiones
sabaktaní. veterotestamentarias, no sólo en los pasajes que comienzan con
36a Uno de ellos corrió y empapó una esponja en vina- frases tomadas directamente de la Escritura, sino también en el
gre y, clavándola en una caña, le dio de beber. curso mismo de la narración. Ciertos hechos de la pasión fueron
37 Pero Jesús, dando un grito, expiró. escritos a la luz del Antiguo Testamento, como el escarnio, la cru-
39 El centurión que estaba enfrente de él, al verle expi- cifixión entre dos ladrones y la sepultura. Más a ú n : el estudio del
rar así, dijo: En verdad, este hombre era Hijo de Antiguo Testamento ha llevado a concluir que algunos pasajes de
Dios. los salmos y de los profetas fueron incluidos en los relatos y ayu-
42-47 Cuando llegó la tarde, puesto que era la Preparación, daron a componer la narración. Muchas veces no podemos deter-
esto es, la vigilia del sábado, vino José de Arimatea, minar con certeza si algunos pasajes de la pasión quieren relatar
noble miembro del sanedrín, que también esperaba el cosas acaecidas o han sido tomados como prueba escriturística e
reino de Dios, y fue a hablar a Pilato para pedirle introducidos en el texto como complemento del mismo 4 .
el cuerpo de Jesús. Pilato se admiró de que ya hu- Así, por ejemplo, el texto que dice: «Ofrecieron a Cristo una
biese muerto, y mandando llamar al centurión, le pre- esponja con vinagre» se ajusta exactamente a Sal 69,22 (Me 15,
guntó si ya había muerto. Informado por el centu- 23.36 p a r . ) , y cuando se habla de que echaron suertes para re-
rión, entregó el cuerpo a José. Compraron una sá-
bana, lo bajaron de la cruz, lo envolvieron en ella y 4
E. Lohse, Die Geschichte des Leidens und Sterbens Jesu, Christi (Gütersloh
lo colocaron en un sepulcro excavado en la roca y 1964) 16-17.
322 Pasión de Cristo y sufrimiento humano La muerte de Jesús en ¡a cruz 323

partir la ropa de Jesús (Me 15,24) hay una relación perfecta los profetas, cuenta con un destino trágico. Jerusalén constituía
con Sal 22,19. La última frase de Jesús: «Dios mío, Dios mío, para el Antiguo Testamento el lugar teológico por excelencia, don-
¿por qué me has desamparado?» (Me 15,34) es una cita literal de tendrían lugar todas las grandes decisiones histórico-salvíficas.
de Sal 22,2. En este caso nos hallamos probablemente ante el dato Allí se librará el gran combate entre las fuerzas del bien y del mal,
histórico del último grito de Jesús, puesto que se conservan las entre el Mesías y sus enemigos. Jesús se encamina a Jerusalén con
palabras en su texto hebreo. Pero de los otros lugares citados no esos pensamientos. Allí se jugará la baza definitiva. Allí irrum-
sabemos si los hechos reales provocaron su configuración en los pirá o fracasará el reino de Dios.
textos bíblicos, o si fue el recuerdo de esos textos el que provocó
su introducción en el texto y su transformación en hechos.
b) La entrada en Jerusalén.

a) La subida de Jesús a Jerusalén. El relato, debido a las marcadas referencias bíblicas y a la teo-
logía del Mesías doliente, no permite establecer su fondo históri-
Antes de abordar el proceso y la condenación de Jesús, debe- co. Marcos (11,1) dice que Jesús sube desde Jericó, pasando por
mos preguntarnos por qué fue Jesús a Jerusalén si allí iba a ser Betania y Betfagé, al monte de los Olivos y se acerca a la ciudad.
crucificado. Según la tradición sinóptica, ésta habría sido la única La escena en que Jesús envía los discípulos a buscar un pollino
vez que Jesús, ya adulto, fue a la ciudad santa. Jesús se sentía (Me 11,3-8) está en función de Gn 49,11 y Zac 9,9, donde se dice
profeta. Contaba con la inminente irrupción del reino. Su predica- que el Mesías liberador de Jerusalén viene del monte de los Oli-
ción por tierras de Galilea había sido popular, pero no había al- vos montado sobre un jumentillo. La aclamación «hosanna» está
canzado gran éxito. Los evangelios dejan bastante claro que la en función de Sal 118,25, y servía en la Iglesia primitiva como
trayectoria profética de Jesús conoció el fracaso. Marcos, ya al profesión de fe en el Mesías, no como petición de auxilio según
principio (3,6), dice claramente que Jesús había encontrado opo- su significado original. E. Lohse dice: «Marcos no quiere ofrecer
sición y que los fariseos hacían planes juntamente con los herodia- un relato histórico. Lo que quiere es enmarcar en su verdadero
nos para eliminarlo. Después se le opondrán los sumos sacerdotes contexto los últimos días de Jesús y su camino hacia la cruz para
y los escribas (Me 11,18). Los ayes, dirigidos a Corozaín, Cafar- dejar claro quién es el que va al encuentro de esa cruz: el Mesías.
naún y Betsaida (Quelle Le 10,13-15; Mt 11,20-24) revelan la no Al mismo tiempo se refiere al reino de nuestro padre David. Con
aceptación del mensaje de Jesús. La soledad aumenta alrededor de estas palabras quiere significar que la historia de Dios con Israel
él. Los discípulos, según Juan, lo abandonan (6,67), y Jesús se se decide y culmina con el Señor que camina hacia la cruz» s .
queda sólo con los Doce. El fracaso no le impresiona ni le deprime. Probablemente, en el origen está el hecho concreto de la entra-
Como todo profeta, está convencido de la verdad de su anuncio. da de Jesús en Jerusalén. Como era costumbre en Palestina, el
Se nos escapan los motivos concretos que movieron a Jesús a maestro va montado en un jumento, y los discípulos lo acompañan
ir a Jerusalén. Marcos dice simplemente que el Hijo del hombre a pie. Entran en Jerusalén, pero sin pompa, pues esto sería im-
debe sufrir y morir en Jerusalén. Ese «debe», que aparece en tres posible, dada la presencia romana en la ciudad. Este hecho, en
ocasiones (Me 8,31; 9,31; 10,33), como veremos mejor más ade- sí trivial, fue embellecido a raíz de la resurrección. Comenzaron
lante, no se refiere a un acontecimiento inevitable y fatal, sino que a entender que la trivialidad del hecho encerraba un misterio: el
apunta a la voluntad de Dios que se cumplirá con la muerte de Mesías entraba en la ciudad. Así se entiende perfectamente que
Jesús. Estamos ante una interpretación teológica de los primeros Juan diga que «los discípulos no comprendieron esto al principio;
cristianos, que entendieron la misión de Jesucristo como algo dis- pero cuando Jesús fue glorificado se acordaron de que habían he-
puesto por Dios en su plan de redención. Los evangelistas no nos cho con él lo que estaba escrito» (Jn 12,16).
aclaran más. En Le 13,33, Jesús dice que todo profeta debe morir Cada evangelista describe a su modo la entrada de Jesús desde
en Jerusalén. Estas palabras reflejan algo de la conciencia del
Jesús histórico, que creía ser el profeta escatológico. Como todos 5
E. Lohse, op. cit., 31.
324 Pasión de Cristo y sufrimiento humano

una comprensión teológica posterior. Sería prolijo entrar en los d) La última cena.
pormenores de cada uno. Así, para Mateo la entrada provocó es-
tupefacción en el pueblo, que saludó a Jesús como al profeta de En su redacción actual, los textos están llenos de problemas
Nazaret (21,10-11). Jesús va en seguida al templo y lo purifica. críticos. Todo parece indicar que el texto actual fue introducido
Cura a ciegos y cojos y recibe las aclamaciones de los niños (21, desde fuera en el relato de la pasión. Habría sido elaborado inde-
14-17). El Siervo de Yahvé asume y cura los sufrimientos y se pendientemente del relato de la pasión, en un ambiente helenístico,
rodea de los más pequeños y despreciables, los cuales representan en el que no se conocían con exactitud las costumbres judías. Esto
a su verdadera comunidad. Este es el sentido que da Mateo. Esta- se advierte en la introducción de Me 14,12, donde se dice: «En
mos, por tanto, más ante un dato teológico que ante la historia el primer día de los panes ázimos, cuando se sacrifica el cordero
de unos hechos. pascual». Es una contradicción. El cordero se sacrificaba el día
anterior, la víspera de la fiesta de los panes ázimos. El autor
c) La purificación del templo. helenista no conocía exactamente las costumbres judías.
Hay también diferencia de fecha entre los sinópticos y Juan.
Mateo y Marcos, antes de relatar la purificación del templo, re-
Para Juan, la última cena se celebró la tarde del martes. Para
fieren la maldición de la higuera estéril, hecho que Pedro recuer-
los sinópticos, la tarde del miércoles. Según Juan, Cristo murió
da a Jesús un día después. La escena es probablemente una pro-
la víspera del día de la Pascua judía, cuando se sacrificaban los
longación de la parábola de la higuera estéril (Le 13,6-9). Aquí
corderos. Según los sinópticos, un día después, el viernes. Exis-
tiene el sentido simbólico de revelar la seriedad del juicio que en
ten muchas teorías para explicar estas divergencias. La solución
estos días, en que el Mesías está en Jerusalén, pesa sobre la ciudad
parece encontrarse en que las cronologías no son históricas, sino
santa.
teológicas. Los sinópticos (Mt, Me, Le) quieren subrayar el hecho
Hay razones para pensar que el relato de la purificación del
teológico de que la última cena se realizó en estrecha relación
templo es histórico, aunque los sinópticos lo sitúen en los últimos
con la cena pascual de los judíos. La nueva cena del Señor susti-
días de Jesús (lo que corresponde a los hechos) y Juan lo coloque,
tuyó a la antigua. La fiesta que celebraba la liberación de Egipto
por motivos teológicos, al comienzo de la vida pública. Como ve-
es ahora la fiesta del Señor, que libera definitivamente. Juan, por
remos más adelante, la intención del relato es revelar la conciencia
el contrario, resalta otro hecho teológico: Cristo es nuestra Pas-
del Jesús histórico y radicalizar la pregunta sobre su autoridad.
cua, como se decía en la Iglesia primitiva (cf. 1 Cor 5,7). Murió
¿Con qué derecho, poder o autoridad hace esto? (Me 11,28 p a r . ) .
el día en que se sacrificaba el cordero pascual para mostrar así
A partir de este episodio se establece entre Jesús y las autoridades
su superación. La muerte de Jesús introduce un orden nuevo.
un conflicto a muerte. Se llega a una culminación. Los textos po-
Pone fin a la fiesta del Antiguo Testamento e inicia la fiesta del
nen de relieve el conflicto en las discusiones que se siguen entre
Hijo muerto y resucitado. Tanto los sinópticos como Juan están
Jesús y los fariseos y saduceos (Me 11,27-12,40). Me 13 refiere
al servicio de la predicación que determina las diferentes doc-
los textos escatológicos en que se habla de terribles amenazas y
trinas.
miedos que pesarán sobre la comunidad. Pero el Hijo del hom-
bre vendrá como juez y liberará a los suyos. El sentido de estos Sin embargo, estas interpretaciones teológicas no pueden es-
textos es reafirmar que el que ahora es discutido y perseguido por camotear el problema histórico de si la cena de Jesús fue o no una
las autoridades es el Hijo del hombre y el juez escatológico, que cena pascual judía. La respuesta a este problema difícilmente
juzgará y castigará a los enemigos. Pero esto es ya reflexión pos- puede buscarse en el actual marco en que los evangelistas colocan
pascual y relectura del significado del camino doloroso del Mesías. el relato de la última cena del Señor. En otras palabras: la res-
El hecho histórico es asumido en un marco teológico. puesta no debería buscarse en los relatos evangélicos de la pasión,
ya que éstos ofrecen un marco teológico y no histórico.
Un camino de solución sería tomar las mismas palabras de
326 Pasión de Cristo y sufrimiento humano La muerte de Jesús en la cruz 327

la última cena, que —como sabemos por 1 Cor 1 1 — eran ya Cristo habría asumido este rito confiriéndole un sentido más
transmitidas de forma independiente en las comunidades antiguas. profundo.
Sin embargo, no podemos utilizarlas como base histórica segura. A pesar de las diferencias literarias que se dan entre las dos
Pablo, en efecto, dice: «En la noche en que el Señor fue entre- tradiciones de los relatos de la última cena, hay dos elementos
gado tomó el pan...». Pero no se puede decir que esto se relacione comunes: la idea de alianza y la de entrega en sacrificio. Por tan-
necesariamente con la cena pascual judía. De hecho, como hemos to, se trata de un tema escatológico (alianza) y de otro soterio-
visto, para san Juan, la cena se había realizado un día antes. lógico (entrega del cuerpo y derramamiento de la sangre). El tema
Es sabido que Jesús cenó muchas veces con sus discípulos, con escatológico, como veremos luego, se compagina perfectamente
publícanos y fariseos, tomando pan y vino, hasta el punto de que con la actuación del Jesús histórico. El tema sacrificial, como
lo llamaron comilón y bebedor (Mt 11,19 p a r . ) . Por ello, lo mis- explicaremos más adelante, difícilmente se podrá atribuir a Jesús.
mo pudo ser la Pascua que otra comida cualquiera —esta vez, la Pero queda el sentido fundamental de la acción de entregar el pan
última— que Jesús tomase con los suyos. Por otro lado, el «con- y repartir el vino: es un signo simbólico de la inminente irrup-
tenido» de las palabras de la cena eucarística no guarda relación ción del reino. Jesús, durante su vida, había comparado varias
con las palabras que se pronunciaban en la cena pascual judía. veces el reino con una cena (Mt 8,11; Le 14,15-24; Me 2,18s, etc.).
En ésta se explicaba el sentido de las hierbas amargas y de los Le 22,15-18 par. y Me 14,25 conservan bien el contenido esca-
panes ázimos: las hierbas eran «amargas» para simbolizar la tológico de la cena. El reino va a irrumpir ahora, la cena escatoló-
vida amarga que los egipcios habían impuesto a los judíos; los gica va a ser servida. Este acto manifiesta la actitud y la mentalidad
panes eran «ázimos» porque, al huir apresuradamente hacia la li- escatológica de Jesús.
beración, sólo pudieron llevar pan no fermentado aún. En la cena Después de la resurrección, cuando quedó claro el sentido de
de Jesús no hay hierbas ni ázimos, sino que se habla de pan y la muerte de Jesús como sacrificio y entrega libre, los discípulos
vino. Jesús no pronuncia las palabras dentro de una acción litúr- comprendieron también el nuevo sentido del pan y del vino,
gica, como en la cena judía, sino al distribuir el pan y ofrecer plasmado en esta actitud sacrificial de Jesús. Se trata, pues, de
el vino. un significado añadido al escatológico primitivo. Pero la comu-
Por lo que se refiere a las palabras de Jesús en la cena, no nidad conservó siempre el sentido escatológico, como se desprende
sabemos exactamente cuál fue su forma histórica, porque nos han del testimonio de P a b l o : «Siempre que comáis este pan y bebáis
llegado a través de dos tradiciones diferentes: la de Marcos-Mateo este cáliz, anunciaréis la muerte del Señor hasta que él venga»
y la de Lucas-Pablo. Según la mayoría de los exegetas, como (1 Cor 11,26). Y sabemos que los cristianos terminaban la acción
Schürmann, Hahn, Conzelmann, Kümmel y otros, no es posible eucarística con el grito escatológico Maranatha: Ven, Señor Jesús.
reconstruir históricamente la forma exacta de las palabras de Alguien podría preguntar de qué manera la eucaristía como
Jesús. sacramento se relaciona con la cena del Señor. Cristo instituyó
En todo caso, debemos tener en cuenta que lo importante no la eucaristía como sacramento. Esta institución debe comprender-
son las palabras, sino la cena o acción completa. Dentro de esta se en el contexto de todo el misterio de Jesucristo, no puede redu-
acción, las palabras quieren poner de manifiesto el sentido pre- cirse a los gestos y palabras de Jesús de Nazaret durante el tiem-
sente en la acción. Las palabras se hallan insertas en un conjunto po en que vivió entre los hombres. Su actuación se prolonga más
y están al servicio de una acción global. El acto es la cena de allá de su muerte, en el tiempo de la Iglesia. Todo el tiempo
despedida del Señor. Algo definitivo va a suceder entre Jesús apostólico es un tiempo constitutivo de la Iglesia y de la revela-
y los suyos. La cena quiere celebrar una despedida. El pan y el ción definitiva y oficial. La eucaristía como sacramento nace de
vino tienen su contexto judío. En la fiesta judía, el padre de fa- la totalidad del acontecimiento de Cristo. Nace de la actividad
milia tomaba el pan en sus manos y pronunciaba la bendición, de Jesús de Nazaret, que celebró una última cena con sus discí-
a la que todos respondían «amén». Al final, hacía lo mismo con pulos, en la que realizó unos gestos y pronunció unas palabras
el vino. Después de esto, cada uno tomaba pan y vino y se servía. que tenían un sentido peculiar en aquella ocasión, un sentido
328 Pasión de Cristo y sufrimiento humano La muerte de Jesús en la cruz 329

escatológico; nace de la actividad de Jesús resucitado y de la taba todo el camino histórico de Jesús a la luz de pasajes del
acción de su Espíritu, que movió a los apóstoles a celebrar de nue- Antiguo Testamento, pues ésa era la manera de hacer inteligible
vo la cena del Señor y a repetir sus gestos y palabras, dándoles el misterio de su humillación y glorificación. Aquí se procede
un sentido sacrificial, eclesiológico, sentido inserto en otro con- de la misma forma. La tentación mesiánica de Jesús y la oración
texto, el de la continuidad de la historia y de la acción de la que brota de este gran trance existencial se interpretan a la luz
Iglesia misionera por el mundo. Todos estos pasos, con distintas de los salmos (la oración por excelencia) y se exponen con pala-
mediaciones, constituyen la obra de Jesucristo, y sin él no podrían bras tomadas de los mismos. En los salmos es frecuente la oración
comprenderse adecuadamente, tal como la comprendemos histó- del justo doliente y tentado que grita a Dios pidiendo socorro
ricamente hoy. y al fin es atendido y consolado. Así se entienden las palabras
Volviendo a nuestra reflexión, al plano del Jesús histórico, de la carta a los Hebreos que traducen esta tradición del Jesús
nos preguntamos qué fue lo que motivó la inclusión del actual tentado y orante: «El, en los días de su vida terrestre, ofreció
relato eucarístico (elaborado dentro de otro contexto) en el relato oraciones y súplicas, con gritos y lágrimas, al que podía librarle
de la pasión. La respuesta alude a una motivación teológica: la de la muerte, y fue atendido en virtud de su sumisión (Heb 5,7).
pasión muestra el camino de nuestra redención, alcanzada gracias La amonestación: «Vigilad y orad, para que no caigáis en ten-
al sacrificio del Mesías y del Justo doliente. Ahora bien, los textos tación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil» (Me
eucarísticos habían elaborado ya esta teología sacrificial. Nada 14,38) es probablemente un logion parenético de las primeras
más obvio, por tanto, que insertarlos en los relatos de la pasión. comunidades, aunque encaja perfectamente en la mentalidad en
Los contextos teológicos son iguales, aunque elaborados indepen- que se mueve Jesús. Carne y espíritu no deben entenderse aquí
dientemente uno de otro. en sentido paulino, sino en un sentido propio del judaismo de
tiempos de Cristo, como lo atestiguan los textos de la comunidad
e) La tentación de Getsemaní. de Qumrán. Según estos textos, el espíritu de la verdad y de la
mentira entablan una batalla tan reñida que se extiende hasta el
Los sinópticos nos narran la agonía, la angustia, la oración interior del corazón del hombre, incluso de los hijos de la luz.
insistente de Jesús y también (Le 22,44) el sudor de sangre en el ¿Cómo podrá vencer el hombre que siente la flaqueza de su carne
huerto de los Olivos, momentos antes de su prendimiento. El re- (fragilidad) en una lucha entablada dentro de su corazón? Con la
lato actual está cuajado de teología en función de las necesidades oración suplicante y fervorosa. Pero es importante que se llegue
parenéticas de las comunidades primitivas. Jesús es tentado una a este ataque final, que redundará en una victoria de Dios, exac-
vez más, pasa por una terrible prueba: «Mi alma siente una tris- tamente en el momento («la hora») en que la tentación alcance
teza mortal» (Me 14,34). «Abba, Padre, todo te es posible. Aparta su paroxismo. San Juan sigue esta tradición cuando, en un con-
de mí este cáliz» (Me 14,36). ¿De qué prueba y tentación se texto ajeno a la pasión, hace decir a Cristo: «Ahora, mi alma
trata? Probablemente, de la gran tentación que precede a la irrup- está turbada. ¿Le pido al Padre que me salve de esta hora? Pero
ción del reino, de la cual hablan con temor y temblor los textos si es exactamente por eso por lo que he llegado a ella» (Jn 12,27).
apocalípticos. Por tanto, no sería la prueba ante la muerte inmi-
La conciencia de la tentación de Jesús, de cómo la soportó
nente, sino ante algo mucho más fundamental: el gran trance
y venció con la oración, llevó a la comunidad a elaborar la escena
escatológico a que serán sometidos los hijos de la luz, los seguidores
de Getsemaní. Su contenido no se ciñe a unos hechos históricos
del Mesías, por los hijos de las tinieblas. Es la «hora», el momento
concretos, sino que concierne a la reflexión cristológica sobre
cumbre en que se va a decidir todo. Marcos precisa que Jesús
Jesús: fue tentado, pero superó la tentación y así dio ejemplo
«oró para que, si era posible, pasara de él esa hora» (Me 14,35).
a la comunidad. La escena de Getsemaní tiene un valor parenético
Las palabras de la oración de Jesús parecen ser una elabora- inigualable: muestra maravillosamente la profunda humanidad
ción de la comunidad primitiva: Según los propios textos, nadie de Jesús y, al mismo tiempo, su total apertura a Dios en el mo-
oyó a Jesús. Todos dormían. Pero la cristología antigua interpre- mento de afrontar el peligro.
La muerte de Jesús en la cruz 331
2. Proceso y condenación de Jesús
Los sinópticos relatan las escenas de burla y tortura por que
A Getsemaní llega un pelotón de soldados guiados por Judas. tiene que pasar Jesús y que son comunes y frecuentes en el sub-
Prenden a Jesús. Entonces comienza el verdadero proceso contra mundo de las comisarías de policía de los órganos de represión.
él. Los actuales relatos se diferencian bastante entre sí. Marcos, Al siguiente día se reúne el sanedrín con el sumo sacerdote Caifas
,el más antiguo, es bastante conciso. Los otros sinópticos (Mateo (que significa Inquisidor) en la esquina sudeste del templo, en la
y Lucas) son más extensos. Juan sigue un esquema peculiar. No boulé (o Lishkatha-Gazit, Le 22,26). La sesión se abre con la de-
entramos en las divergencias, convergencias y pormenores de cada claración de los testigos. Históricamente sabemos muy poco del
evangelista. En general, la exégesis coincide en reconocer que sa- contenido de estas acusaciones. Es probable que se tratara de la
bemos poco que sea históricamente cierto sobre lo que ocurrió postura liberal de Jesús con respecto al sábado (Me 2,23-55 par.;
en los interrogatorios judiciales ante las autoridades judías y ro- Jn 5,9-55), motivo permanente de escándalo para los judíos; tal
manas. Tampoco podemos determinar con exactitud la fecha de vez de que era un seductor o un falso profeta (Mt 27,63; Jn 7,12;
la prisión y crucifixión. Los primeros cristianos no estaban inte- Le 23,2.5-14), y expulsaba demonios en nombre de Satán (Me
resados en transmitirnos un protocolo exacto de los hechos. Su 3,22; Mt 9,34). Lo cierto es que los testimonios eran discrepan-
interés se cifraba en convencernos de que el Justo doliente que tes (Me 14,56). También se lanza contra Jesús una gravísima acu-
padece es el Mesías esperado por los hombres y el Salvador del sación, que ya se había formulado contra Jeremías (Jr 26,1-19)
mundo. y había llevado al profeta a la muerte: destruir el templo y reedi-
Los hechos históricamente ciertos son la crucifixión, la con- ficarlo en tres días (Me 14,5-8; Jn 70,2-9). Pero tampoco en este
dena por Pilato y la inscripción de la cruz en las tres lenguas punto coinciden los acusadores.
conocidas por los judíos. Los demás hechos están teologizados En este momento entra en escena Caifas, el cual somete a Je-
o son pura teología elaborada a la luz de la resurrección y de la sús a un riguroso interrogatorio, que termina con la declaración
reflexión sobre el Antiguo Testamento. de que Jesús es reo de muerte por haber proferido una blasfemia
Siguiendo a J. Blinzler, presentaremos un esquema que, par- (Me 14,64). ¿En qué se basa esta acusación? Según Marcos
tiendo de los cuatro evangelios, tiene en cuenta la crítica histórica (14,61-62), en la respuesta que da Jesús al pontífice cuando le
con las limitaciones de certeza que esta crítica impone. Tal es- pregunta si es el Cristo, el Hijo del Bendito. He aquí esa res-
quema cuenta con el apoyo de otros especialistas. Hay dos pro- puesta : «Lo soy. Y veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha
cesos: uno religioso, llevado por las autoridades judías, y otro del Padre y venir sobre las nubes del cielo». Hace ya tiempo que
político ante el representante de las fuerzas de ocupación romana, la exégesis, tanto católica como protestante, se pregunta si nos
Pilato. encontramos ante un relato histórico o ante una profesión de fe
de la comunidad primitiva que, a la luz de la resurrección y del
a) El proceso religioso: Jesús condenado por blasfemia. Antiguo Testamento, vio en Jesús el Mesías-Cristo y al Hijo
del hombre del capítulo séptimo de Daniel. Es difícil dirimir esta
Jesús es apresado en el huerto de los Olivos y conducido al
cuestión aplicando únicamente los métodos exegéticos. Es cierto
palacio del sumo sacerdote Caifas. Aquí pasa la noche. El proceso
que los evangelistas no quieren hacer historia, sino exponer el
no puede comenzar a esas horas, pues la ley prohibe al sanedrín, kerigma y transmitir una profesión de fe, y que en su obra
compuesto por setenta y un miembros, celebrar sesiones noctur- se amalgaman en una unidad vital la historia y su interpretación
nas. Durante esta larga vigilia, Jesús es interrogado minuciosa- a la luz de la fe.
mente sobre su doctrina, sus discípulos y sus intenciones por el
En primer lugar, declararse Mesías-Cristo no constituía de suyo
anterior sumo sacerdote, suegro del sumo sacerdote en funciones
una blasfemia. Antes de Jesús de Nazaret se habían presentado
Caifas, y otros dirigentes judíos. La exégesis ha discutido hasta
como Mesías varios libertadores, y jamás fueron condenados a
la saciedad el valor de este interrogatorio. ¿Tenía carácter oficial?
muerte por este delito.
Sea como fuere, Jesús rehusa con dignidad dar explicaciones.
En segundo lugar, debemos subrayar el hecho de que el título
332 Pasión de Cristo y sufrimiento humano
La muerte de Jesús en ¡a cruz 333
de Mesías-Cristo va unido a o t r o : el de Hijo del Bendito (circun-
locución para designar a Dios). La expresión Hijo de Dios era ced de los torturadores. ¿No constituye esto un escarnio a las pala-
corriente en el mundo helenístico. En el judaismo, por el contra- bras con que Yahvé ha prometido la liberación total especialmente
rio, a pesar del salmo 2,7, que habla del Mesías-Cristo (ungido) de los enemigos políticos? Ante semejante blasfemia, los setenta y
como hijo (hoy te he engendrado), no se aplicaba al Mesías el un miembros votaron unánimemente: Lamawet! Lamawetl («¡A la
título de Hijo de Dios en sentido físico, sino sólo en sentido muerte! ¡A la muerte!»).
de adopción, como a los reyes orientales. El judaismo, a diferen- Para el sanedrín, Jesús merecía objetivamente ser apedreado.
cia de las religiones paganas, combatía la filiación divina del rey. Pero parece cierto (aunque todavía se discuta) que, según el testi-
No atribuía al Mesías el título de Hijo de Dios. Esta atribución monio del Talmud (bien documentado en este punto), los judíos
será obra de la comunidad primitiva, que aplica al Cristo resu- habían perdido el derecho de condenar a muerte y que tal derecho
citado todos los títulos de grandeza corrientes en la época, tanto sólo podía ser ejercido por los romanos. Contra este aserto se adu-
en el mundo judío, como en el helenístico o judeohelenístico. Por cen la lapidación de san Esteban (Hch 7,54; 8,3) y la degollación
eso, el sumo sacerdote no debió de plantear la cuestión en estos de Santiago, hermano de Juan (Hch 12,2). Pero en el caso de Es-
términos. teban se trata de un linchamiento y en el de Santiago de una usur-
Otros juzgan el delito de blasfemia a la luz del Deuterono- pación de poderes. Por eso Juan se basa en datos históricos cuando
mio (17,12) : «El que por arrogancia no escuche al sacerdote pues- dice: «No nos está permitido matar a nadie» (Jn 18,13).
to al servicio del Señor tu Dios o al juez será castigado con la
muerte». Esta norma tenía una aplicación concreta en el juicio b) El proceso político :
contra los falsos profetas o doctores, como sabemos por la historia Jesús condenado por subversivo y guerrillero.
posterior al año 70. El silencio de Jesús ante la más alta autoridad
supondría una falta de respeto y un desacato equivalentes a la El proceso político que se desarrolla ante el procurador roma-
blasfemia. Por eso se le condena a muerte 6. no Pilato tiene como finalidad ratificar la decisión del sanedrín.
Los argumentos de esta hipótesis parecen poco convincentes, Con refinada táctica, las acusaciones de carácter religioso se trans-
pues todos los testimonios históricos son posteriores al año 70. forman en difamaciones de orden político. Es la única forma de
Además, la denuncia de Jesús como falso profeta no desempeñó que Pilato las escuche y condene a muerte a Jesús. Lo acusan de
un papel importante en las acusaciones. presentarse como un libertador político (Mesías) que pretende ser
rey de los judíos (Me 15,26 par.) y solivianta a todo el país para
Lo que podemos decir con seguridad es que Jesús tenía, al
conseguirlo (Le 23,2.5-14). Según el relato premarcano, Jesús no
final de su vida, una conciencia nítida de su misión y de los
responde cuando Pilato le pregunta si es o no el rey de los judíos
vínculos del reino con su persona. De él dependía la situación
(Me 15,2) : guarda un silencio lleno de majestad. Si Jesús hubiese
del hombre y del mundo ante Dios. Es probable que Jesús mani-
ratificado su realeza —como en la actual versión de los evangelios
festara tal conciencia al responder al interrogatorio de Caifas.
escritos tras una elaboración teológica que contempla al interrogado
Ahora bien, sostener semejante pretensión es situarse en la
como Resucitado y Kyrios (Señor del cosmos y Rey de los judíos y
esfera de lo divino. Y esto, para un judío, fiel al dogma del mo-
del universo)—, sería inexplicable la reacción de Pilato, el cual re-
noteísmo rígido, constituía una blasfemia gravísima. Además en-
pite tres veces: «No encuentro en él causa alguna de muerte»
cerraba un escándalo inaudito: Jesús se arroga una conciencia
(Le 23,4; 15,22). Es probable que, durante el interrogatorio, Pilato
que entra en la esfera de lo divino y, a la vez, se presenta como
advirtiera que no se trataba de un revolucionario político, como los
un ser débil, sin medios adecuados a su misión y entregado a mer-
zelotas, ni de un perturbador violento del orden romano.
Marcos emplea con particular frecuencia el término rey, por su
6
Esta interpretación, propuesta por J. Bowker, ha sido recogida por estrecha relación con «reino», tema clave en la predicación de Jesús.
E. Schillebeeckx, Jesús. Die Geschichte von einem Lebenden (Friburgo 1974) Utilizando inteligentemente el recurso literario del contraste, quiere
277-282. mostrar que Jesús es un rey diferente. Se trata de un rey escarnecí-
334 Pasión de Cristo y sufrimiento humano La muerte de Jesús en la cruz 335

do (Me 15,18-32), más infamado que el sedicioso indultado (15, chos sin juicio previo y fue arbitrariamente cruel» 9. Fue destituido
9-12), condenado públicamente (15,2-4) y crucificado desnudo (15, diez años más tarde por haber dado muerte a gran número de sa-
26-27). maritanos. Acusado ante el legado romano de Siria, fue depuesto y
Para salir del atolladero, Pilato envía Jesús a Herodes, que se deportado. Esta imagen de Pilato no se compagina con la de los
halla accidentalmente en Jerusalén (Le 23,6-12). Herodes es tetrar- evangelios, lo cual permite suponer que esta última responde a un
ca de Galilea, principal escenario de actuación de Jesús, y, por motivo apologético.
tanto, tiene también algo que decir. Por eso interroga a Jesús. Su Pilato sólo accede a los gritos del pueblo y de los dirigentes ju-
silencio irrita al tetrarca, el cual lo devuelve a Pilato vestido de díos cuando le acusan de ser enemigo del César. Marcos dice es-
rey de burlas. Esta escena, narrada sólo por Lucas, parece ser de cuetamente que «mandando flagelar a Jesús, lo entregó para que
origen legendario, como ha demostrado Dibelius 7 . Probablemente fuese crucificado» (15,15). Además ordena que se escriba en tres
es una historización midrásica de Sal 2,1, donde se dice que los lenguas el título «Jesús Nazareno, Rey de los judíos».
reyes de la tierra se sublevarán y los príncipes del mundo conspi- La culpa principal de la condenación de Jesús recae sobre los
rarán contra Yahvé y su Ungido (Mesías). judíos. Los jefes (príncipes de los sacerdotes) ven en la popularidad
Legendaria parece también la escena de Barrabás. No hay nin- de Jesús un peligro y una amenaza para sus posiciones de privile-
gún testimonio que hable de la costumbre de que el pueblo pidiese gio y de fuerza. Los saduceos, dueños del comercio en el templo
una vez al año la liberación de un prisionero. Las escenas de He- y en Jerusalén y con gran influencia en el sanedrín, creen que la
rodes, de Barrabás, del Ecce Homo y del lavatorio de las manos actuación de Jesús puede provocar a los romanos. Se sienten tam-
como señal de inocencia pueden responder a un motivo apologético bién amenazados en su posición. Los fariseos odian a Jesús por su
de la Iglesia primitiva: mostrar que el cristianismo no representa libertad ante la ley, ante Dios y las sagradas tradiciones; creen
un peligro para el Estado romano. Pilato se comportó como un que con su actitud pervierte al pueblo. Así, pues, la decisión de
ciudadano romano respetable. Los cristianos, según esta interpreta- liquidar al profeta obedece a motivos de orden político, nacional y
ción, nada tienen contra el Imperio y sus autoridades. Este motivo religioso. El pueblo, azuzado por los líderes amenazados, presiona
apologético facilitaba la predicación del evangelio en el mundo ro- a Pilato, el cual, por cobardía y por miedo a quedar mal ante el
mano. Por eso hay una tendencia a eximir a Pilato y echar casi César, manda torturar y condenar a Jesús.
toda la culpa sobre los judíos y sus jefes, que manipularon al pue- La muerte de Jesús es un «asesinato legal» 10; No se trata de un
blo. Esta tendencia de los evangelios aparece con más claridad en error jurídico ni de una equivocación. Es fruto de un interés ma-
un momento posterior. Así, en el Evangelio apócrifo de san Pedro lévolo y de una mala voluntad. Si queremos precisar más la natu-
es Herodes quien pronuncia la sentencia de muerte y manda ejecu- raleza del crimen, podemos decir que es un asesinato religioso-polí-
tar a Jesús. Mientras Pilato se lava las manos en señal dé inocencia, tico con abuso de la justicia. El Nuevo Testamento no habla nunca
los judíos y Herodes se niegan a hacerlo, manifestando así que asu- de deicidio (pero cf. 1 Tes 2,15).
men toda la responsabilidad. El proceso de eximir de responsabili-
dad a Pilato culmina en Tertuliano, el cual lo considera un cristiano
oculto s . Otra tradición afirma que sufrió el martirio por Cristo. 3. Crucifixión de Jesús
La Iglesia etíope sigue venerándolo como santo, igual que a Judas.
Sin embargo, las fuentes romanas nos dicen que Pilato, nombra-
Una vez pronunciada la sentencia capital, Jesús va a ser tortu-
do procurador en el año 26 d. C , fue «venal en extremo, violento,
rado. Los legionarios romanos sometían a terribles tormentos a los
dado a la rapiña, a los malos tratos y a las ofensas; ejecutó a mu-
pobres condenados: a los que desnudaban, flagelaban y ofendían su
7
dignidad haciéndoles objeto de burlas envilecedoras. Por desgracia
M. Dibelius, Herodes und Pilatus, en Botschaft und Geschichte I (Tu-
binga 1953) 278-292. 5
Filón, Leg. ad Caium, 38.
8
Tertuliano, Apologeticum, 21-24. 10
J. Blinzler, Der Prozess Jesu (Ratisbona 41969) 450.
336 Pasión de Cristo y sufrimiento humano La muerte de Jesús en la cruz 337

estas escenas siguen siendo frecuentes en las torturas contra perso- mos, y exaltan al Justo doliente, que soporta todo con paciencia.
nas consideradas políticamente subversivas. Marcos es extremada- Lucas (23,40-43) enriquece el texto con un hecho legendario rela-
mente sobrio cuando dice que, «después de torturarlo y quitarle el tivo a uno de los crucificados con Jesús: «Hoy mismo estarás con-
manto de púrpura, lo vistieron con sus ropas y lo llevaron a cruci- migo en el paraíso».
ficar» (15,20). La última exclamación de Jesús: «Eloí, Eloí, Lamma, sabaktaní»
El suplicio de la cruz, «el más bárbaro y terrible de los casti- (Me 15,34), tiene gran importancia para entender la conciencia de
gos» u , se aplicaba casi exclusivamente a los rebeldes políticos y Jesús. A nuestro modo de ver, constituye el punto de partida para
a los esclavos. Tras la tortura, los condenados debían cargar con su estudiar su trayectoria histórica. Todas las restantes palabras con-
propio instrumento de condenación. Al llegar al lugar de la crucifi- servadas en los evangelios (Le 23,34.43.46; Jn 19,26.28.30) tienen
xión eran desnudados, clavados a la cruz e izados, quedando el cuer- un valor histórico discutible.
po a dos o tres metros del suelo. Sabemos que los condenados Los signos que siguen a la muerte de Jesús constituyen otros
podían pasar así varios días antes de morir. Jesús estuvo colgado tantos procedimientos literarios para recalcar el significado y la
durante tres horas, desde el mediodía hasta las tres de la tarde importancia del hecho. Así, Me 15,33 par., donde se habla de las
(Me 15,33). tinieblas que cubrieron toda la tierra desde la hora sexta hasta la
Marcos narra que Simón Cirineo ayudó a Jesús a llevar la cruz. nona, emplea un lenguaje apocalíptico bien conocido y quiere ex-
Además cita los nombres de sus hijos Alejandro y Rufo, probable- presar que la tierra entró en tinieblas, porque con la muerte de
mente conocidos en la comunidad marcana (Le los omite). Es Jesús llegó el fin de este eón.
comprensible que Jesús estuviera agotado, pues había sufrido tres Los evangelios dicen también que el velo del templo se rasgó
torturas: la víspera, en casa de Caifas y con ocasión del interroga- de arriba abajo (Me 15,38 p a r . ) . No se trata de un hecho histórico,
torio de Anas (Le 22,63-65); después del juicio del sanedrín sino de un código literario para decir que el velo del templo, del
(Me 14,65); por último, después de la sentencia dictada por Pi- santo de los santos, cayó porque, gracias a Jesús y a su muerte,
lato (Me 15,15-20). Los encuentros con su madre y con la Verónica tenemos ya acceso directo a Dios (cf. Heb 10,19-20).
parecen legendarios. De la Verónica comienza a hablarse en el Mt 27,51-53 añade que la tierra tembló, las piedras se partie-
siglo IV: en Occidente se la identifica como Marta y en Oriente ron, varios muertos resucitaron y se aparecieron a mucha gente en
con una tal Berenice (de ahí, Verónica). Según la leyenda, acusó Jerusalén. Se trata también de un procedimiento literario para sig-
a Pilato ante Tiberio, el cual lo condenó. Mandó pintar un cuadro nificar que con Jesús ha llegado el fin del mundo, se ha realizado
de Jesús, y Tiberio, al verlo, se convirtió. Según otra versión, en- el tiempo escatológico. Según la literatura apocalíptica, la resurrec-
jugó el rostro del Señor, que quedó impreso en el velo. ción de los muertos y los demás signos cósmicos están íntimamente
El encuentro con las hijas de Jerusalén (Le 23,27) parece his- ligados con el fin del mundo. Al ser Jesús el primero de los resu-
tóricamente cierto. Sabemos por otras fuentes (Talmud) que las citados, con su muerte termina el mundo viejo y se inaugura el
mujeres preparaban para los condenados un vino aromatizado, con nuevo.
el fin de aliviar sus dolores. Las palabras que Jesús les dirige están La fórmula antigua del anuncio cristiano decía que Cristo murió
tomadas del Antiguo Testamento. Con ellas quiere expresar Lucas lo por nuestros pecados según las Escrituras y fue sepultado (1 Cor
que Jesús les habría dicho. 15,3s). Con esta última expresión se quiere destacar el hecho de
Los dos salteadores fueron condenados, probablemente por per- que Jesús murió realmente. Los evangelios muestran que fue se-
tenecer al movimiento zelota (guerrilla) y haber atentado contra pultado con dignidad, no por sus parientes, sino por los judíos
los romanos. Le 22,37 cita a este propósito Is 53,12 : «Y fue contado (Hch 13,29). La ley decía expresamente (Dt 21,23) que un cruci-
entre los malhechores». Las burlas al pie de la cruz se describen ficado no podía pasar la noche en la cruz, a lo que se añade que,
a la luz de textos del Antiguo Testamento, especialmente de los Sal- según los sinópticos, el día siguiente era sábado.
Marcos termina su relato de la pasión con la profesión de fe
11
Cicerón, Contra Yerres II, 65, 165. del centurión: «Verdaderamente éste era el Hijo de Dios» (15,39).
338 Pasión de Cristo y sufrimiento humano

Es la profesión de fe del evangelista y de su comunidad y un desafío III


para todo el que lea su relato. ¿Descubres en el torturado y cruci-
ficado al Hijo de Dios? Marcos escribe en Roma y es sintomático COMO INTERPRETO
que coloque la máxima profesión de fe en boca de una autoridad JESÚS SU PROPIA MUERTE *
romana: invita a todos los romanos a seguir el camino de Jesús.

Acabamos de ver que el proceso, la condena y la crucifixión de


Jesús fueron consecuencia de su vida y de la praxis iniciada por
él. Ahora cabe preguntar: ¿Contaba Jesús con su condena y muer-
te violenta? Quien exigía lo que él exigió, quien cuestionaba la
ley, el sentido del culto y del templo en función de una verdad
más profunda, quien entusiasmaba así a las masas y utilizaba para
anunciar su mensaje palabras cargadas de contenido ideológico
(reino de Dios, violencia) podía y debía contar con la reacción de
los defensores del orden vigente: los fariseos (la ley), los saduceos
(el culto del templo) y los romanos (fuerzas de ocupación política).
Esto salta inmediatamente a la vista. Pero se plantea otra pregunta
más fundamental: ¿ qué interpretación dio Jesús a su propia muer-
te: muerte redentora, vicaria, muerte de un profeta mártir? Aborda-
remos por separado estas dos cuestiones.

1. Actitud de Jesús ante su muerte violenta

Los textos evangélicos dejan claro que Jesús no fue ingenua-


mente a la muerte, sino que la aceptó y la asumió libremente. En
el momento del arresto impide que los apóstoles lo defiendan «para
que se cumpla la Escritura» (Mt 26,52-56). Según Juan, en la ten-
tación de Getsemaní Jesús dice que acepta el cáliz del sufrimiento
(Jn 18,1-11). Pese a la claridad de los textos, debemos decir tam-

* Sobre el contenido de este capítulo pueden consultarse: M. Dibelius, Die


Formgeschichte des Evangeliums (Tubinga 1933); R. Bultmann, Die Ge-
schichte der synoptischen Tradition (Gotinga '1964); C. H. Dodd, According
to the Scriptures (Welwin 1952); V. Taylor, Evangelio según san Marcos (Ma-
drid, Ed. Cristiandad, 1980); E. Percy, Die Botschaft ]esu (Lund 1953);
J. Dupont, Les Beatitudes (París 1969); T. A. Murphy, The Dereliction of
Ckrist on the Cross (Washington 1940); J. Gnilka, Mein Gott, mein Gott:
«Biblische Zeitschrift» 3 (1959) 294-297; H. Gese, Psalm 22 und das NT:
«Zeitschrift für Theologie und Kirche» 63 (1968) 1-22; A. Feuillet, La coupe
et le baptéme de la Passion: «Revue Biblique» 74 (1967) 365-391; L. Ruppert,
Jesús ais der leidende Gerechte? (Stuttgart 1972); K. Rahner-W. Thüsing,
Cristología. Estudio sistemático y exegético (Madrid, Ed Cristiandad, 1975);
H. Kessler, Erlbsung ais Berfreiung (Dusseldorf 1972).
340 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Cómo interpretó Jesús su propia muerte 341

bien que Jesús no buscó la muerte, sino que la aceptó como con- feta escatológico y, al mismo tiempo, el realizador del nuevo orden
secuencia de una situación en que no tenía otra salida digna sin que en breve va a ser instaurado por Dios. El es el reino ya pre-
traicionar su misión. Su muerte fue consecuencia de una vida y de sente. La pertenencia al reino depende de la adhesión a su persona.
un juicio sobre la cualidad religiosa y política de esta vida. Jesús El reino, a su vez, implica un nuevo cielo y una tierra nueva en
ni buscó su muerte ni la quiso; tuvo que aceptarla. Y no la acep- que se supere la fragilidad de este mundo y desaparezcan todas las
tó con resignación impotente ni con soberano estoicismo, sino con limitaciones de la vida. Implica la victoria sobre la muerte. Así,
la libertad del que se sobrepone a la dureza de lo inevitable. No pues, ¿contaba Jesús con su muerte en la cruz?
deja que le quiten la vida: la entrega él libremente, como se ha
entregado durante toda su existencia. a) Aporías exegético-teológicas.
Jesús no quería la muerte, sino la predicación e irrupción del
reino, la liberación que el reino significaba para los hombres, la Los actuales textos evangélicos afirman que Jesús conocía su
conversión y la aceptación del Padre de infinita bondad. Por este trágico destino. Lo había profetizado y había dicho que se iba a
mensaje y por la praxis inherente a él, estaba dispuesto a sacrificar entregar para la redención de muchos (todos en Me 10,45). Las
todo, incluso su propia vida. Si la verdad que predica, atestigua profecías son tres:
y vive le exige morir, aceptará la muerte. No porque la busque Me 8,31: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho: tiene
directamente, sino porque es consecuencia de una lealtad y fidelidad que ser rechazado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser
más fuertes que la misma muerte. Una muerte así es digna. Es la ejecutado y resucitar a los tres días».
muerte que han soportado y vivido —vivido, sí—- y siguen sopor- Me 9 , 3 1 : «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de
tando todos los profetas y mártires de ayer y de hoy. los hombres, y lo matarán; pero, después que lo maten, a los tres
Jesús conoce el destino de los profetas (Mt 23,27; Le 13,33-34; días resucitará».
Hch 2,23). Piensan que es el Bautista vuelto a la vida tras su de- Me 10,33: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo
capitación (Me 6,14). En varias ocasiones intentan prenderlo (Me del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los le-
11,18; Jn 7,30-32.44-52; 10,39), apedrearlo (Jn 8,59; 10,31) y con- trados; lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos, se
sideran seriamente la posibilidad de eliminarlo (Me 3,6; Jn 5,18; burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán, pero a los
11,49-50). Jesús ha debido de advertirlo, pues no es un ingenuo. tres días resucitará».
Además, el episodio de la expulsión violenta de los vendedores del Tanto la exégesis católica como la protestante discuten desde
templo (Me 11,15-16 par.) y sus palabras, probablemente auténti- hace muchos años si estos textos proceden de Jesús. La mayoría de
cas, sobre la destrucción del mismo (Me 14,58) lo exponían al riesgo los autores los consideran no jesuánicos literalmente, aun cuando
de un proceso religioso. También lo hacía sospechoso el hecho de sostengan, como J. Jeremías, que el contenido de las profecías se
tener entre los Doce a personas comprometidas con la violencia y remonta a Jesús. La elaboración es tardía y supone un conocimiento
con la subversión política, como «Simón el zelota» (Le 6,15 par.; pormenorizado del proceso de Jesús y de los acontecimientos pas-
Hch 1,13), Judas Iscariote (término acádico que significa sicario = cuales.
zelota) y Boanerges, los hijos del trueno (reminiscencia de movi- Las tres profecías, especialmente la tercera, ofrecen un pequeño
mientos zelotas). Este marco situaba a Jesús en una atmósfera de sumario de la pasión. Si estas frases estuvieran en pretérito y no en
peligro religioso y político. futuro, pensaríamos inmediatamente que se trata de un relato de
Frente a todo ello, Jesús confía plenamente en Dios. «Quien la comunidad primitiva sobre el proceso de Jesús: subió a Jerusa-
quiera salvar su vida, la perderá, y quien la pierda, la salvará» lén, fue entregado a los príncipes de los sacerdotes y los escribas,
(Le 17,33 p a r . ) . los cuales lo condenaron a muerte y lo entregaron a los paganos
Preguntemos una vez m á s : ¿contaba Jesús con su muerte vio- (romanos); fue escarnecido, escupido, azotado y ejecutado, y a los
lenta? Esta pregunta es legítima dentro del contexto del mensaje tres días resucitó.
de Jesús sobre el reino y su inminente irrupción. El cree ser el pro- Numerosos exegetas sostienen que estas frases reflejan la pre-
342 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Cómo interpretó Jesús su propia muerte 343

dicación de la comunidad primitiva y no son palabras del Jesús la pasión, de que Jesús es el Justo doliente. El Antiguo Testamento
histórico. Al principio de cada profecía aparece la expresión Hijo habla del Justo doliente, premiado y elevado a la gloria. Esto fa-
del hombre. Según la literatura apocalíptica, el Hijo del hombre voreció la interpretación del destino mortal de Jesús en la línea del
debía venir sobre las nubes al fin de los tiempos para juzgar y li- Justo doliente elevado a la gloria.
berar a los justos. Sin embargo, en el judaismo jamás aparece el
Hijo del hombre en un contexto de sufrimiento y muerte. b) Indicios de una toma de conciencia progresiva.
Alguien podría pensar que Jesús tomó ese título, y a la vista de
su muerte próxima, le dio un nuevo contenido. Pero tal hipótesis 1. Un primer indicio de que Jesús fue tomando poco a poco
no tiene consistencia, porque Jesús emplea este título en el sentido conciencia de su fin podemos encontrarlo en el texto sinóptico del
de la apocalíptica: el Hijo del hombre vendrá en su gloria con sus esposo que será arrebatado (Me 2,19-20). El contexto es polémico:
ángeles (Me 8,38); veréis al Hijo del hombre venir sobre las nubes «¿No ayunan tus discípulos? Y Jesús les contestó: ¿Es que pueden
con gran poder y gloria (Me 13,26 p a r . ) . No cabe duda que la ayunar los amigos del novio mientras duran las bodas? Mientras
alusión al Hijo del hombre que según Dn 7 viene sobre las nubes, tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegará el día en que
pertenece al material más antiguo de los sinópticos. La asociación se lo lleven, y entonces, aquel día, ayunarán».
del título Hijo del hombre a la condenación, muerte y resurrección Según numerosos críticos, sólo la primera parte de este texto
de Jesús es obra teológica de la Iglesia primitiva. Las profecías sería de Jesús (Me 2,19a: «¿Es que pueden ayunar los amigos del
son, pues, vaticinia ex eventu; se hicieron después de los aconteci- novio mientras duran las bodas?»). La segunda sería una reflexión
mientos y se retroproyectaron al tiempo de la vida terrena de Jesús de la comunidad, que, en un estadio avanzado de la cristología, iden-
con un sentido teológico bien determinado: todo lo que Jesús dijo e tificó a Jesús con el esposo, cosa que en el Antiguo Testamento sólo
hizo antes de su muerte y resurrección está tan relacionado con su se hacía con Yahvé para justificar las prácticas ascético-penitencia-
destino final que las dos magnitudes forman una unidad. No es les de la comunidad, que no se tomaba las libertades de Jesús 1.
posible narrar la vida de Jesús sin considerar su meta, es decir, la 2. Otro texto significativo es el de Le 13,31-33, donde los fa-
muerte y la resurrección. Tampoco se puede exponer la muerte y riseos comunican a Jesús que Herodes quiere matarlo. Jesús res-
la resurrección sin tener presente la vida de Jesús. Una cosa es ponde : «Id a decirle a ese don nadie: Mira, hoy y mañana seguiré
consecuencia de la otra, y las dos forman el itinerario concreto e curando y echando demonios; al tercer día acabo. Pero hoy, mañana
histórico de Jesús. y pasado tengo que seguir mi viaje, porque no cabe que un profeta
Además, las profecías manifiestan la unidad del plan de Dios. muera fuera de Jerusalén». Lo esencial del episodio se considera
Contra lo que podría parecer, Dios no abandonó a Jesús el Viernes jesuánico. Sin embargo, numerosos exegetas, incluso conservadores,
Santo, sino que estaba con él y realizaba su plan secreto y miste- sostienen que el último versículo, el de la muerte en Jerusalén, es
rioso, a pesar de la actuación de los hombres y de su maldad. La evidentemente creación de Lucas 2 . Por eso no es posible aducirlo
muerte y la resurrección son obra de Dios, pues él dirigió todo, como argumento.
pero sin eximir a los hombres de su responsabilidad, como subrayan 3. Es famoso y muy discutido el texto de Me 10,45: «El Hijo
las profecías. Así lo indica también la expresión «debía» morir..., del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y
que no es veterotestamentaria, sino propia de ambientes apocalípti- para dar su vida en rescate por todos». En este pasaje, el tema del
cos. Con ella se quería expresar la soberanía del plan de Dios, que Hijo del hombre aparece unido al de la muerte, cosa inusitada en
sigue su curso pese a la posibilidad de una oposición humana. Se el judaismo. Además, la exégesis ha mostrado que el tema de la
intentaba también ofrecer un consuelo: este «deber divino», aunque
1
puede ser paradójico y doloroso, está siempre al servicio de un V. Taylor, Evangelio según san Marcos (Madrid, Ed. Cristiandad, 1980)
sentido de gloria y plenitud. En el caso de Jesús, la muerte está al 232-236;
2
E. Percy, Die Botschaft Jesu (Lund 1953) 233-236.
J. Dupont, Les Beatitudes (París 1969) 299: «Es difícil excluir por com-
servicio de la resurrección. pleto que nos hallamos ante una explicación del evangelista». A. George, Com-
A todo esto se añade la idea, siempre presente en los relatos de ment Jésus a-t-il percu sa propre mort? «Lumiére et Vie» 101 (1971) 37.
344 Pasión, de Cristo y sufrimiento humano Cómo interpretó Jesús su propia muerte 345

diaconía (servicio) tiene su contexto originario, su Sitz im Leben, 4. Las palabras de Me 10,38 y Mt 20,22: «¿Estáis dispuestos
en la tradición de la cena de los cristianos de la Iglesia primitiva. a beber el cáliz que yo beberé?», no parecen constituir una prue-
Jesús empleó varias veces la figura de «servir la mesa de la cena ba. Según la imagen tradicional, el cáliz puede significar un fin
en el reino» (Le 22,37; servir especialmente a los pobres y necesi- feliz (Sal 16,5-6; 23,5) o desgraciado (Sal 11,6), especialmente la
tados: Le 10,29-37; 14,12ss; Mt 5,42 par.; 18,23-24; 25,31-46). cólera divina (Jr 25,15-29; Is 51,17-22; Ez 23,31-34). Aquí el
El texto tiene un sentido parenético y se dirige a quienes ejercen cáliz representa una etapa previa a la gloria. Como veremos luego,
los diversos servicios (diaconías) de las comunidades primitivas. El no parece aludir a la muerte, sino a la gran prueba en que se en-
contexto originario es eucarístico, y el texto contiene una elabora- frentarán el Mesías y sus enemigos.
ción de la temática del sacrificio; por eso, estas palabras debieron 5. Otro indicio sería la parábola del hijo único asesinado
de surgir bajo tal influencia. Por tanto, no serían de Jesús, cosa que (Mt 21,33-46; Me 12,1-12; Le 20,9-19). Esta impresionante pará-
admiten numerosos exegetas. Como veremos más adelante, particu- bola no habla de la muerte de Jesús, sino que es una severa adver-
larmente la reflexión sobre Is 53 permitió a los cristianos leer sacri- tencia a los sanedritas (los viñadores de la vida del Señor) y de-
ficialmente la muerte de Cristo (cf Hch 8,32-35; Flp 2,6-11; cf. Hch nuncia sus maquinaciones para liquidar a Jesús: los asocia a las
3,13.26; 4,27.30). En la línea de la reflexión marcada por Is 53 responsabilidades del Israel que dio muerte a los profetas (Mt 5,
se interpretaron los gestos de Jesús en la cena de despedida; tras 11-12 par.; 23,29-36 p a r . ) . Con su designio de matar al hijo, se
la muerte y la resurrección entendieron que dicha cena significaba apartan de su misión divina de guiar al pueblo.
realmente un sacrificio a Dios. Comprendieron que Jesús, que se ha- 6. Algunos aducen la profecía del pastor herido (Me 14,27;
bía entregado durante toda la vida, en la hora de la muerte se en- Mt 26,31) como indicio de que Jesús tenía conciencia de su muer-
tregó completamente. De ahí que los textos eucarísticos expresen te. Jesús profetiza su muerte sirviéndose de Zac 13,7: «Todos vais
esta comprensión teológica: esto es mi cuerpo, que será entregado; a fallar como está escrito: 'Heriré al pastor y se dispersarán las
ésta es mi sangre, que será derramada. No se trataría de palabras ovejas' (Zac 13,7). Pero cuando resucite iré por delante de vosotros
pronunciadas por Jesús, sino de una teología perfectamente elabora- a Galilea» (Me 14,27-28). Numerosos exegetas opinan que el texto
da por las comunidades primitivas en un contexto eucarístico. de Zacarías fue introducido posteriormente por discípulos de la
El texto paralelo de Le 22,27 no tiene ninguna adición soterio- comunidad primitiva que experimentó la dispersión de los apósto-
lógica, sino que dice simplemente «estoy en medio de vosotros les 3 . Todo el contexto, que habla de «cuando resucite» e «iré por
como quien sirve». La adición «y dar la vida en rescate por mu- delante de vosotros a Galilea», contiene modismos típicos de la tra-
chos» aparece sólo en Marcos. Pertenece a su código teológico. dición pascual más antigua.
El contexto es claro: «Los grandes tiranizan a los pueblos 7. Otro texto que puede interpretarse en la línea de una pro-
(Me 10,42 y Le 22,25). Entre vosotros no debe ser así; el que gresiva conciencia de Jesús acerca de su fin violento es el que
quiera ser grande, que se haga pequeño y siervo de todos (Me narra cómo una mujer unge a Jesús con un «perfume de nardo puro,
10,43ss; Le 22,26), pues el Hijo del hombre no ha venido para de gran valor» (Me 14,3-9; Me 26,6-13; Jn 12,1-8). «Dejadla,
ser servido, sino para servir (Me 10,45; Le 22,27)». La secuencia ¿por qué la molestáis? Está muy bien lo que ha hecho conmigo.
es transparente y no contiene ningún corte. El discípulo de Jesús Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros y podéis so-
debe invertir el orden existente en el mundo, pues así lo hizo el correrlos cuando queráis; en cambio, a mí no me vais a tener
Hijo del hombre. El es modelo para el discípulo. Las palabras «dar siempre. Ella ha hecho lo que podía: ha embalsamado de ante-
la vida en rescate» (lytron) se añadieron posteriormente, con lo mano mi cuerpo para la sepultura» (Me 14,6-8). Según este texto,
cual se interpretaba la vida y muerte de Jesús en sentido sacri- Jesús habría tenido conciencia de que iba a ser sepultado. Se-
ficial. pultar los cuerpos sin ungirlos constituía grave deshonra. La mu-
Este texto, por importante que sea desde el punto de vista teo- jer habría ungido anticipadamente a Jesús. Los iniciadores de la
lógico, no ofrece base histórica suficiente para penetrar en la in-
3
tención de Jesús. C. H. Dodd, According to the Scriptures (Welwyn 1952) 42.
346 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Cómo interpretó Jesús su propia muerte 347

Formgeschichte, como Dibelius y Bultmann, han mostrado que se El texto habla del último y profundo grito de Jesús, que brota del
trata de una adición posterior a un relato más antiguo (Me 14,3-7). infierno de experimentar la ausencia divina. El Padre al que Jesús
Este relato refleja una polémica de la comunidad, en la que había estaba unido por la vivencia de su intimidad filial, el Padre cuya
oposición a los cuidados de los pobres. El hecho de que las pala- bondad infinita había él anunciado, el Padre cuyo reino había pro-
bras relativas a la sepultura de Jesús proceden de los tiempos apos- clamado y anticipado en su praxis liberadora, lo abandona ahora.
tólicos aparecerá con mayor claridad si nos fijamos en el versícu- No lo decimos nosotros, sino el mismo Jesús. Sin embargo, él no
lo siguiente, de colorido típicamente pospascual y eclesial: «Os abandona al Padre. En el más abismal vacío del alma humana, sin
aseguro que en cualquier parte del mundo donde se pregone la poder apoyarse en algún título personal como su fidelidad, la lucha
buena noticia, se recordará también en su honor lo que ha hecho sostenida por la causa de Dios contra la situación de su tiempo
ella» (Me 14,9) 4 . o los peligros afrontados y el humillante proceso difamatorio y la
8. Del episodio de Getsemaní (Mt 26,36-46; Me 14,32-42; pena capital, no hay nada que Jesús pueda presentar ante Dios.
Le 20,40-46) hemos hablado ya. Y, como hemos dicho, la tenta- A pesar de que la tierra se hunde bajo sus pies, sigue confiando
ción no debe interpretarse como miedo ante la inminencia de la en el Padre, y dice, tal vez sin entenderlo del todo y, por ello, gri-
muerte, sino más bien como miedo al gran combate entre los hijos tando (Me 15,34; «con voz fuerte»: Le 23,46) : «Dios mío, Dios
de la luz (del Mesías) y los hijos de las tinieblas (enemigos del mío...».
Mesías). Nos encontramos ante la suprema tentación soportada por Je-
9. Las ultimas palabras de Jesús en la cruz tienen todas las sús ; podemos formularla así: ¿ Todo mi compromiso ha sido en
características de ser auténticas (Me 15,34; Mt 27,46). Se nos vano? ¿No va a venir el reino? ¿Habrá sido todo una pura ilu-
han conservado en su forma hebrea: lamma sabaktaní. Si nos ate- sión? ¿Carecerá de sentido último el drama humano? ¿Es que no
nemos a Lucas y Juan, nos daremos cuenta de que estas palabras soy realmente el Mesías? Han caído por tierra las ideas que Jesús,
no encajaban bien con sus cristologías. La divinidad de Jesús cons- verdadero hombre, se había formado. Jesús se encuentra desnudo,
tituía un dato adquirido y, en Juan, era el tema que articulaba desarmado, absolutamente vacío ante el misterio. ¿Cómo se com-
todo su Evangelio. Por esto se comprende que Le 23,46 las sustitu- porta? ¿Se ase a una idea que le sirva de consuelo, garantía y se-
ya por otras, tomadas también, como las de Mateo y Marcos, de guridad última? No, Jesús se entrega al Misterio verdaderamente
un salmo (Lucas cita Sal 31,6; Me y Mt, Sal 22,2) : «Padre, en sin nombre. El será su única esperanza y seguridad. No se apoya
tus manos pongo mi espíritu». en nada que no sea Dios. La absoluta esperanza y confianza de
Jn 16,32 puede interpretarse como un intento de evitar malen- Jesús sólo se entiende sobre el trasfondo de su absoluta desespe-
tendidos sobre el aparente abandono de Jesús en la cruz: «¿Ahora ración. Donde abundó la desesperación, pudo sobreabundar la es-
creéis? ¡Cuando se acerca la hora, o cuando ya ha llegado, de peranza. Porque la esperanza fue infinita y sólo en el infinito tenía
que os disperséis cada uno por su lado dejándome solo! Aunque su apoyo, infinita fue también la desesperación. La grandeza de
yo no estoy solo, está conmigo el Padre». Jesús está en haber podido soportar y vivir semejante tentación.
Estas últimas palabras de Jesús deben tomarse muy en serio. Ninguna muerte tiene que ser soledad absoluta. Lo es cuando está
Es cierto que están tomadas del comienzo de un salmo (22,2) centrada en el propio yo. La muerte constituye una ocasión para
que refleja la profunda aflicción del Justo doliente y, al mismo entregarse a alguien mayor. Una entrega total. Si en Jesús se hu-
tiempo, el consuelo que encuentra junto a Dios, hasta el punto biera conservado algo, una última certeza, la seguridad de su con-
de que termina con una bendición sobre todo el mundo; pero nada ciencia mesiánica, no podría haber sido absoluta la entrega. Habría
nos indica que Jesús las pronunciara en el horizonte de ese salmo. tenido un apoyo en sí mismo. Habría sido para sí mismo y ya no
totalmente para Dios. Porque se vació por completo, pudo ser col-
4
mado plenamente. Es lo que llamamos resurrección.
R. Bultmann, Die Geschichte der synoptischen Tradition (Gotinga 61954)
37; M. Dibelius, Die Formgeschichte des Evangeliums (Tubinga 1933) 54, 58, A nuestro juicio, la cristología y el tema de la conciencia me-
178-179. siánica de Jesús y de su trayectoria concreta deben estudiarse a
348 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Cómo interpretó Jesús su propia muerte 349

partir de Me 12,34. Aquí se decide si aceptamos o no, si tomamos rebelde del mundo (cf. Me 3,27). La tónica de la predicación de
en serio o no, el hecho radical de la encarnación de Dios como Jesús, sus duras exigencias y la llamada a la conversión se sitúan
humanización fundamental de Dios, como absoluto vaciamiento en el horizonte de la próxima irrupción del reino, que ya está
divino, en la línea de Flp 2, incluso de los atributos divinos. En la actuando en el mundo y que pronto se manifestará totalmente.
encarnación, Dios se hizo realmente otro. Por eso se puede afir- 3. Jesús se considera no sólo mensajero de la buena nueva
mar teológicamente que la verdadera y real humanidad de Jesús (Me 1,15), sino también portador y realizador de la misma: «Si
es la propia divinidad presente y no sólo el instrumento de una yo echo los demonios con el dedo de Dios, señal que el reinado de
divinidad que se sitúa a una distancia inalcanzable y fuera de la Dios ha llegado a vosotros» (Le 11,20), dice Jesús en un logion
historia. La palabra se hizo hombre y levantó su tienda entre que figura entre los más auténticos de los evangelios. Se siente
nosotros (Jn 1,14), en las sombras mortales de nuestra vida. tan identificado con el reino, que la pertenencia al mismo exige
adherirse a su persona (Le 12,8-9). La naturaleza concreta del
reino se revela en la praxis de Jesús como proexistencia —o vida
2. Cómo imaginó Jesús su propio fin en favor de los demás— libre y liberadora que desencadena un
proceso de liberación y provoca un conflicto con la cerrazón social
Esta cuestión suele formularse así: ¿ cómo interpretó Jesús su y personal de los protagonistas de la historia de su tiempo.
muerte? Como hemos visto, ninguno de los textos comentados goza 4. El Jesús histórico se movió en la misma atmósfera cultural
de suficiente autenticidad jesuánica como para introducirnos en que sus contemporáneos. Adoptó uno de los sistemas vigentes en
la conciencia y ciencia previa de Jesús acerca de su próxima muer- su época, el de la apocalíptica, con su código y sus claves que
te. Creemos que sólo en lo alto de la cruz advirtió Jesús que su llevaba consigo, especialmente la del reino de Dios y la inminente
fin era realmente inminente y que podía morir. Entonces, dando intervención divina. Muchos textos indiscutiblemente jesuánicos
un gran grito, manifiesta su profundo desamparo, su decepción son tributarios de la mentalidad apocalíptica del tiempo (cf. Le
—si se nos permite hablar así— y se entrega a Dios. El texto de 22,29-30; Mt 19,28; Me 13,30; 10,23).
Le 23,46: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu», expresa per- En este contexto, queremos citar dos pasajes de capital impor-
fectamente la última disposición interior de Jesús de absoluta tancia para mostrar la conciencia de Jesús. Los dos están enmar-
entrega, sin ninguna otra consideración. ¿Qué esperaba, pues, Je- cados en el relato de la última cena que el Señor celebró entre
sús? Para elaborar una imagen (con la vaguedad e imprecisión nosotros:
de toda imagen) debemos tener en cuenta los siguientes puntos: Me 14,25: «Os aseguro que ya no beberé más del fruto de la
1. Jesús predicó el reino de Dios y no se predicó él mismo. vid hasta el día aquel en que lo beba, pero nuevo, en el reino
El reino constituye la palabra-esperanza, la realidad del mundo de Dios».
y del hombre, pecadora y caduca, transfigurada, reconciliada y El otro es de Lucas, y se encuentra también en un contexto
sanada en su misma raíz por la venida de Dios. El reino no es el eucarístico (Le 22,15.19-29): «¡Cuánto he deseado cenar con
otro mundo, sino este mundo, pero ya bajo el pleno señorío vosotros esta Pascua antes de mi Pasión! Porque os digo que
de Dios, donde Yahvé se hace presente eliminando todo lo que es nunca más la comeré hasta que tenga su cumplimiento el reinado
adverso, maligno, mortal, antidivino y antihumano. Esta espe- de Dios..., y cogiendo una copa dio gracias y dijo: Tomad, re-
ranza, que arranca del fondo utópico más profundo del corazón partidla entre vosotros; porque os digo que desde ahora no be-
y de la historia, constituye el objetivo de la predicación de Jesús. beré más del fruto de la vid hasta que llegue el reinado de
2. El reino está próximo (Me 1,15; Mt 3,17), ya «en medio Dios... Yo os confiero la realeza como mi Padre me la confirió
de vosotros» (Le 17,21). Tal es la segunda novedad de Jesús. a mí. Cuando yo sea rey comeréis y beberéis a mi mesa, y os
No se limita a anunciar una utopía: proclama que lo utópico se sentaréis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel».
está haciendo tópico. Hay alguien que es más fuerte que el fuerte Ya hemos dicho que la última cena tiene un marcado sentido
y que ha decidido intervenir y poner fin al carácter siniestro y escatológico. Simboliza y anticipa la gran cena de Dios en el
350 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Cómo interpretó Jesús su propia muerte 351

nuevo orden de cosas (el reino). Como veremos más adelante, tentación, con sus amenazas y peligros de caer. En el padrenuestro,
el pan y el vino no simbolizan en aquel momento el cuerpo y la la expresión «no nos dejes caer en tentación» debe entenderse
sangre de Cristo que serían sacrificados (esto lo descubrirá la co- también en este sentido apocalíptico: «no nos dejes caer» al final
munidad primitiva una vez que haya vivido la muerte y resurrec- de los tiempos, cuando se juegue la última baza y se decida todo.
ción de Jesús), sino simplemente la cena. En la cena judía, el pan En este contexto encajan perfectamente unas palabras del mis-
y el vino representaban el banquete celestial. Por eso Jesús dice: mo Jesús: «Tengo que ser sumergido en las aguas y no veo la
«Yo os entrego el reino (cena celestial)... para que comáis y be- hora de que esto se cumpla» (Le 12,50). El contexto es la pregunta
báis». El pan y el vino simbolizaban la cena en el reino. de Jesús a Santiago y J u a n : «¿Podéis beber el cáliz que yo be-
Estos textos de Marcos y de Lucas no tienen ninguna conexión beré?» (Mt 20,22; Me 10,38). Una vez más nos encontramos en
orgánica con la vida de la Iglesia, sino sólo con Jesús. Y es sor- el horizonte de la gran tentación. Pero lo importante para Jesús
prendente que se nos hayan conservado sin ninguna interpretación era permanecer fiel al Padre. «No se haga lo que yo quiero, sino
teológica de la comunidad primitiva. Todo ello permite concluir, lo que quieres tú» (Me 14,36 p a r . ) .
con bastante seguridad, que la mentalidad escatológica de Jesús tiene ¿Esperaba Jesús la muerte? Por las maquinaciones de los ju-
un fondo histórico que los primeros teólogos cristianos respe- díos y los conflictos que se urdían contra él, debió de colegir la
tan en parte. posibilidad de un desenlace fatal. Pero parece que esto no le creó
Mediante el código apocalíptico se tradujo, con bastante éxito, un problema grave. Siguió predicando con la misma autoridad
lo utópico y la dimensión totalizadora y universal de la libera- y con las mismas invectivas, como si no pasase nada. Sabía que
ción. Lo que realmente importa es esa liberación, no los instru- estaba en las manos del Padre, al que se sentía siempre íntima-
mentos lingüísticos, imaginativos y culturales en que se transmitió. mente unido y cuya voluntad procuraba cumplir constantemente.
Por tanto, según estos textos, Jesús vivió la efervescencia de la El Padre lo salvaría de todos los peligros. Mientras tanto, tenía
inminente irrupción del reino. Luego fue advirtiendo que lo que delante la gran tentación, terrible y espantosa, ante la que mu-
llegaba no era el reino, sino su muerte. Tal fue el motivo de su chos iban a desfallecer y en la que el Mesías debía pasar por
grito en la cruz y la razón de su total entrega a Dios. Vio cómo pruebas tremendas. Por eso teme y suplica al Padre. Pero cuan-
se desmoronaban todas sus ideas sobre el reino y su propia actua- do se encuentra ya colgado en la cruz sabe que se acerca la muerte.
ción en función del mismo. Sin embargo, fue más fuerte que las Abandona la idea de la gran tentación. Cae en la cuenta de que el
ideas. No sucumbió con ellas, sino que se mantuvo fiel a Dios. Padre quiere su muerte. El postrer grito revela su última gran
5. En el sistema apocalíptico había un tema muy importan- crisis. Pero la frase de Lucas: «Padre, en tus manos encomiendo
te : el de la gran tentación. De ella nos hablan los pasajes apoca- mi espíritu» (Le 23,46), y la de Juan (Jn 19,30) : «Todo está consu-
lípticos del NT y del Apocalipsis de Juan. Según este tema, al fi- mado», muestran que Jesús se entrega al Padre no con resignación,
nal de los tiempos, cuando el reino está ya para irrumpir, tiene sino con libertad.
lugar la última confrontación entre el Mesías y sus enemigos. La
gran tentación es obra del mismo demonio. Hay que armarse con-
tra ella para no sucumbir, pues, si Dios no lo impide, hasta los
buenos pueden caer. El Mesías es perseguido y se ve en una situa- 3. Intento de reconstrucción de la trayectoria
ción apurada. Pero, en el instante crucial, Dios interviene, lo li- del Jesús histórico
bera e inaugura el reino.
Los textos neotestamentarios, como hemos visto en las refle-
K. G. Kuhn ha mostrado que esta concepción constituye el
xiones anteriores, nos han llegado tan interpretados teológica-
telón de fondo de la tentación de Jesús en Getsemaní. Sería erró-
mente que ya no es posible reconstruir a través de ellos el camino
neo interpretar la tentación como una duda interior o una incer-
tidumbre de Jesús ante su fin: nos hallamos más bien ante la histórico de Jesús. El Jesús histórico sólo nos es accesible a través
toma de conciencia de que va a comenzar inmediatamente la gran del Cristo de nuestra fe. En otras palabras: entre el Jesús de la
historia y nosotros se interponen las interpretaciones interesadas
352 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Cómo interpretó Jesús su propia muerte 353

de los primeros cristianos. Esta situación es objetiva y, en con- y lo que nos es dado conocer no se debe sólo al designio del
junto, insuperable. La fe no necesita apoyarse en la construcción Misterio, sino también a su familia. Dios no hace superfluas las
de un sistema histórico. Le basta saber que las interpretaciones mediaciones, sino que las utiliza para grandeza de la misma his-
de las que es heredera se apoyan en una base histórica: Jesús toria. Las familias religiosas judías daban gran importancia a la
vivió, predicó, significó la presencia escatológica de Dios entre los lectura y meditación de los libros sagrados. Tal lectura no era
hombres, levantó protestas, fue procesado y ejecutado, y los após- solamente un ejercicio piadoso, sino una verdadera escuela de
toles dieron testimonio de que lo habían visto resucitado a la vida vida. Enseñaba a interpretar la vida y la historia a la luz de Dios.
divina y eterna. Los detalles históricos de las etapas de este camino Con ayuda de la palabra de Dios se intentaba comprender no sólo
tienen su importancia para la fe, pero no son decisivos. La comu- el pasado, sino también el presente.
nidad de fe se interesa por esos detalles y los estudia críticamente, 2. Debemos suponer (no tenemos documentos históricos para
pero no condiciona su plena adhesión a Cristo a la opinión de los ello, pero la historia no está solamente hecha de textos literarios,
historiadores ni a las últimas hipótesis teológicas de los pensado- sino que el ritmo de la vida constituye la fuente principal del
res cristianos. Esto no quiere decir que tales hipótesis sean indi- conocimiento histórico) que en tal ambiente aprendió Jesús a in-
ferentes. De ordinario, son ellas las que alimentan la fe concreta, terpretar teológicamente los signos de su época. Era un tiempo
la actualizan y la hacen viva en el mundo. Pero la fe no depende de opresión política y religiosa. Hacía siglos que los extranjeros
de ellas en su constitución, sino sólo en su despliegue, en la for- dominaban su tierra, circunstancia que contrastaba con las pro-
ma de dar razón de su esperanza y de tomar conciencia de las mesas divinas de la soberanía de Israel y del reino absoluto de
estructuras racionales de su adhesión libre. Yahvé. El pueblo vivía sojuzgado por una interpretación mezquina
Por consiguiente, todos los intentos de reconstruir la trayec- de la ley y de la voluntad de Dios. La soberanía de Jesús frente
toria histórica de Jesús tienen un valor precario, hipotético y a la ley y las tradiciones no cayó como un rayo del cielo: respon-
transitorio. Lo mismo ocurre con la nuestra. Cada generación día a toda una forma de ser que Jesús había comenzado a adqui-
hará este intento de acuerdo con su situación existencial y en rir en el seno de su familia y gracias a la educación que había
consonancia con la interpretación de los textos del NT. Toda fe recibido en ella. Una profunda experiencia de Dios (al que llama
vive concretamente de tales representaciones. El problema no está Abba: p a p á ) , íntima, cálida, espontánea, sin inquietudes, llena
en hacerlas o n o : las hacemos siempre. Lo importante es cómo la vida del joven Jesús de Nazaret.
las hacemos. Ese cómo refleja nuestro modo de vivir, nuestros 3. El ambiente cultural de su tiempo, exacerbado por la pre-
anhelos y nuestra situación en la sociedad y en el mundo. Por eso sencia de tantas contradicciones internas, políticas y religiosas,
hay tantas interpretaciones del itinerario de Jesús como maneras estaba determinado por la apocalíptica. Esta tenía como telón de
de plasmar en la historia la fe cristiana. Pero ninguna puede ni fondo la experiencia de la decadencia, maldad y rebeldía del mun-
debe hurtarse de la confrontación con los textos del Nuevo Tes- do presente, dominado por las fuerzas diabólicas hostiles a Dios.
tamento; todas deben someterse a ellos y aceptarlos como instan- Los romanos, la paganización, el legalismo y los compromisos de
cia crítica de nuestras interpretaciones y nuestras vidas. Ninguna los herodianos son simples actores y escenas de un drama cuyo
interpretación que esquive esta tarea crítica podrá aspirar a verdadero agente es el Maligno. Pero Dios ha resuelto intervenir
un reconocimiento comunitario y eclesial. y poner fin a todo esto. El Hijo del hombre va a venir sobre las
Sin olvidar las limitaciones indicadas, vamos a describir rá- nubes. Traerá el juicio de Dios, exaltará a los justos, castigará
pidamente lo que a nuestro juicio fue el itinerario histórico de u los malos e inaugurará el nuevo orden de cosas. Este nuevo
Jesús de Nazaret. orden recibe un nombre que encierra una esperanza infinita y una
1. Jesús es originario de Nazaret, en Galilea. Su familia per- auténtica expectación para todo el pueblo (Le 3,15) : reino de
tenece a los piadosos de Israel, observantes de la ley y de las sa- Dios. Hay que prepararse para su llegada. Es urgente convertirse
gradas tradiciones. Gracias a ella, Jesús se inicia en la gran expe- pura el juicio y para la salvación. Como hombre de su tiempo,
riencia de Dios. El hecho de que Jesús llegara a ser lo que fue Jesús comparte estas esperanzas fundamentales. Hermenéuticamen-
354 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Cómo interpretó Jesús su propia muerte 355

te, la apocalíptica constituye un sistema que articula lo utópico bres, especialmente de los pecadores; e) porque Dios es Padre
del hombre. Su atrevido código, especialmente los signos del fin de infinita bondad y ama indistintamente a todos, incluso a los
y su escenificación, está al servicio de una gran esperanza y ale- malos e ingratos, con predilección por los pobres, los débiles, los
gría : el Señor vendrá y vencerá. Traduce el incontenible opti- pequeños y los pecadores; f) todo está condicionado a la adhesión
mismo, núcleo de toda religión, pues ésta genera siempre espe- a Jesús, que es quien anuncia, realiza y anticipa el reino, el perdón
ranza de salvación y reconciliación. y la salvación.
4. En su edad adulta, Jesús de Nazaret se sintió interpelado 7. Jesús transmite ese mensaje de liberación con su palabra
por la predicación de Juan, centrada en el juicio inminente de libre y sus acciones liberadoras. Parábolas basadas en la vida dia-
Dios y en la urgencia de la conversión como preparación para él. ria y máximas sapienciales y fácilmente inteligibles caracterizan
No podemos afirmar que Jesús fuera discípulo de J u a n ; pero el modo de comunicación de Jesús. Sin embargo, la principal for-
tampoco hay razones para negarlo. Es probable que Juan tuviera ma de anunciar qué significa el reino inminente es la praxis de
un círculo de discípulos que le seguían y colaboraban con él en Jesús. Jesús libera mediante actos simbólicos y milagrosos. El sen-
el bautismo de penitencia (Me 2,18; Mt 11,1-2; Jn 1,35; 3,22). tido último de tales actos no es tanto revelar el poder divino de
Según el Evangelio de Juan, también Jesús llegó a bautizar (3, Jesús cuanto concretar qué es, en la dura realidad de la historia
22-36; cf 4,1-2), pero no sabemos si independientemente de Juan y de la vida oprimida, el reino de Dios en acción. Libera sobre
Bautista o como colaborador suyo. Lo que sí es seguro es que todo relativizando y desmitificando las leyes y las tradiciones,
discípulos de Jesús lo habían sido antes de Juan (Jn 1,35-51). que se han anquilosado, impiden que la vida sea humana e inca-
También es seguro que Jesús aceptó y apoyó el mensaje central pacitan al pueblo para escuchar la palabra viva de Dios. El im-
del Bautista: hay que hacer penitencia. Esto supone dos cosas: pulso de su praxis no se dirige a algunos aspectos de la vida, como
que Israel entero y todos los hombres son culpables ante Dios el culto o la piedad ritual y devocional, sino a la totalidad de la
y que la penitencia sirve para recibir el don salvífico de Dios, existencia, entendida como servicio a los otros en el amor. Estar
pues él viene. Jesús considera el mensaje de Juan como «venido siempre en presencia de Dios y no sólo cuando se ora o se hacen
del cielo» (Le 20,4). sacrificios: tal es la exigencia fundamental de Jesús. Con el mis-
mo espíritu con que amamos a Dios debemos amar también a los
5. Con ocasión de su bautismo por Juan (el relato actual
otros. Esto no es moralizar la existencia, sino originar un nuevo
está impregnado de teología y contiene retroproyecciones de la
tipo de vida. Es un problema de ontología y no de moral. La mo-
gloria del Resucitado), Jesús tuvo una experiencia profética defi-
ral es consecuencia o reflejo de la ontología.
nitiva. Vio claro que la historia de la salvación estaba vinculada
a él. Con él se decidirá todo. A partir de entonces sigue su propio 8. El mensaje y la praxis de Jesús («Todo lo hizo bien» :
camino, que ya no vuelve a coincidir con el de Juan. El Bautista Me 7,37) tienen como soporte su profunda experiencia de Dios.
predica el juicio; Jesús, el evangelio de la salvación y la alegría. El Dios de Jesús no es el de la Tora, inflexible y distante, sino el
El primero es un asceta rígido; al segundo, en cambio, se le acusa Dios Padre de infinita bondad, siervo de toda criatura humana
de comilón y de bebedor y de andar con malas compañías, como y lleno de benevolencia amorosa para todos, especialmente para
publícanos y pecadores. La parábola del niño que toca la flauta los ingratos y los malos (Le 6,35b). Ante este Dios, Jesús se sitúa
en la plaza quiere concretar la diferencia entre Jesús y Juan, como criatura; por eso le dirige oraciones y súplicas. Pero tam-
señalando que cada uno de ellos actúa de acuerdo con su men- bién se siente íntimamente unido a él, hasta el punto de consi-
saje central de juicio riguroso de Dios (Juan) o buena nueva de derarse y llamarse Hijo. Es consciente de que Dios actúa a través
salvación (Jesús) (Mt 11,16-19; Le 7,31-35). de él. Su reinado se manifiesta en su acción y en su vida.
6. El gozoso mensaje de Jesús puede resumirse así: a) el Comer con los pecadores, acercarse a los impuros y margina-
reino ansiado por todos está cerca; b) hay que acogerlo mediante dos no es simple humanitarismo, sino la manera de concretar el
la fe en esa buena nueva y mediante la conversión; c) porque su amor de Dios y su perdón ilimitado a todos los que vivían con
irrupción es inminente; d) y viene para la salvación de los hom- tríala conciencia y se consideraban perdidos. Frecuentando su com-
356 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Cómo interpretó Jesús su propia muerte 357

pañía, Jesús les da la certeza de que Dios está con ellos, los acoge Es objeto de graves acusaciones: lo acusan de falso profeta (Mt
y perdona. Este amor de Dios que vive Jesús permite comprender 27,62-64; Jn 7,12), de loco (Me 3,24), de impostor (Mt 27,63),
la paradoja de su existencia: de un lado, liberal frente a la ley, de subversivo (Le 23,2.14), de poseso (Me 3,22; Jn 7,20), de he-
las tradiciones y los hábitos sociales y religiosos de la época; de reje (Jn 8,48) y de cosas parecidas. Jesús se consuela pensando
otro, extremista y radical en lo ético, como aparece en el Sermón que «sólo en su tierra, entre sus parientes y en su casa, despre-
de la Montaña. Esta paradoja se esclarece a la luz de la experiencia cian a un profeta» (Me 6,4; Mt 13,57; Le 4,24; Jn 4,44). Es de
del Dios de amor y bondad. Al amor no se le pueden poner lími- suponer que estas crisis llevarán a Jesús a modificar la idea que
tes. Sería destruirlo. Es exigente: debe amar todo y a todos. Por tenía de sí mismo. No se quedó impasible considerando con alti-
este amor acepta Jesús entrar en conflicto con la ley y las tradi- vez los hechos históricos. Al principio se consideraba el heraldo
ciones, que lo obstaculizan o lo amordazan. El no está contra nada, y el profeta escatológico de Dios: anunciaba la salvación y pre-
ni contra la ley ni contra la piedad farisea. Su oposición nace dicaba la conversión. Al encontrar resistencia y darse cuenta de
de un proyecto nuevo sobre la existencia, entendida a la luz de que estaban tramando contra él un final dramático, no modificó
una nueva experiencia de Dios. A partir de esa experiencia somete su comportamiento fundamental. Continuó predicando con el mis-
todo lo demás a una crítica que purifica y acrisola. mo coraje y confiando en la capacidad humana de adhesión y
9. El reino no viene por arte de magia. Es propuesta y exige conversión. Pero comenzó a considerarse como el Justo doliente,
una respuesta libre por parte del hombre. Por eso, el reino es cuyas características habían sido trazadas por la teología del An-
histórico y se estructura de forma personal, aunque no se reduzca tiguo Testamento y de la apocalíptica. El Justo, fiel a Dios y a la
a la esfera personal. Dios no fuerza el reino, pues es un Dios no de ley, es perseguido, humillado y puede ser condenado a muerte;
violencia, sino de amor y libertad. De ahí que Jesús predique la pero Dios lo exaltará. Esta figura del Justo y Profeta doliente
urgencia de la conversión con el mismo énfasis con que anuncia armoniza perfectamente con la atmósfera apocalíptica en que se
la buena nueva del reino. Las dos magnitudes son inseparables. mueve Jesús.
La conversión, por su parte, no es sólo condición necesaria para
La muerte del Justo como expiación por los pecados de los
el reino, sino que es ya el propio reino realizándose en la vida
otros era un tema de la teología rabínica y no de la apocalíptica.
de las personas.
Según los rabinos, el mártir no tenía que ser necesariamente
10. La predicación de Jesús causó impacto y convocó a las justo (2 Mac 7,32), pues, aun no siéndolo, podía expiar por los
masas por su novedad y alegría. Sin embargo, por exigir un cam- pecados de los otros (4 Mac 6,28; 17,22). Incluso un criminal
bio de manera de pensar y vivir, terminó por provocar en el condenado a muerte podía expiar aceptando libremente la muer-
pueblo y en sus seguidores una profunda crisis que lentamente te 5 . No parece que Jesús se considerara Siervo doliente (contra
se fue convirtiendo en fracaso. Lo advierte el propio Jesús cuando las tesis de O. Cullmann y J. Jeremías). Según F. Hahn y, sobre
dice: «¡Dichoso el que no se escandalice de mí!» (Le 7,18-23; todo, W. Popkes, Jesús se habría entregado, pero sin hacer refe-
Mt 11,6). Poco a poco se van apartando las masas; después lo rencia expresa al himno del Siervo de Is 53 y sin tener conciencia
harán los discípulos; por último, hasta los apóstoles están a punto explícita de ser el Siervo doliente.
de abandonarlo (cf. Jn 6,67). AI final se produce la llamada
crisis de Galilea (Me 9,27ss; Le 9,37). Jesús se da cuenta de que Es muy probable que el Jesús histórico se considerara el Pro-
están tratando seriamente de quitarle la vida. Le 9,51 dice que feta y el Justo doliente (L. Ruppert). Pero esa conciencia se fue
Jesús «endureció el rostro», es decir, tomó la firme resolución de articulando progresivamente a lo largo de su vida, a medida que
ir a Jerusalén. «Jesús les llevaba la delantera; los discípulos no fue descubriendo la oposición e interpretando y asimilando esa
salían de su asombro, y los que le seguían iban con miedo», comen- situación.
ta Me 10,32. Allí, en Jerusalén, en el templo, era donde debía irrum-
pir el reino según creía una corriente apocalíptica. 5
E. Lohse, Die Geschichte des Leidens und Sterbens Jesu Christi (Güters-
11. Jesús asume y asimila la crisis y la progresiva soledad. loh 1964) 38-46.
358 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Cómo interpretó Jesús su propia muerte 359

12. Como tónica general, los evangelios dejan muy claro que tenidamente a su alrededor. Como era ya tarde, salió con los Doce
Jesús se orientaba en todo a partir de Dios y no a partir de las para Betania».
circunstancias. Su vida era una acción originaria y no una reac- Creemos que éste es un texto decisivo. Supone un corte en el
ción ante las posturas de los que estaban a su alrededor. Estaba contexto general y constituye un grave problema exegético. Sin
dispuesto a hacer siempre la voluntad del Padre, al que se sentía embargo, resulta inteligible si lo consideramos a la luz de la con-
unido. Pero esa voluntad de Dios no era una especie de película ciencia que Jesús tiene de ser el Profeta y el Justo de Nazaret.
que estuviera grabada en la mente de Jesús, reflejara todo y per- Entra en el templo, mira detenidamente todo lo que le rodea.
mitiera conocerla de antemano. Si Jesús hubiera tenido concien- El reino puede irrumpir en cualquier instante, p o r cualquier rin-
cia previa de todo, su predicación, su insistencia en la conversión cón. Pero no sucede nada... Jesús sale y se dirige a Betania, donde
y todo su compromiso habrían sido un «como si», una simple están sus amigos Lázaro, Marta y María.
ficción. Su misma muerte no habría sido sino teatro. Jesús era Al día siguiente regresa. Los evangelios narran la purifica-
viator, como todos los hombres. Pero, como profeta escatológico ción del templo. ¿Qué significado puede tener? ¿Sólo el espíritu
y justo, tenía una inaudita sensibilidad para lo divino y para la riguroso de Jesús? Creemos que el hecho se sitúa en su perspec-
voluntad concreta de Dios. Sin embargo, no la conocía a priori. La tiva de la inminente venida del reino. El reino no se inaugura en
buscaba con fidelidad y plena pureza interior. Se encontraba con el templo, porque el santuario está impuro y es indigno de Dios.
ella a cada paso en su vida de profeta ambulante, en la convi- Hay que purificarlo. Así se dará la condición necesaria para que
vencia con los suyos, en las disputas con los fariseos, en los en- Dios se manifieste en su gloria a todos e inaugure su señorío
cuentros con la gente, en la oración y en la meditación, donde sobre todas las cosas. En la versión de Marcos, el relato de la
descubría a Dios tanto en los lirios del campo como en la lectu- purificación, concluye casi con las mismas palabras del texto an-
ra de la Palabra. Jesús no podía saber a priori cuál era la vo- terior. «Y cuando atardeció salieron fuera de la ciudad» (Me
luntad de Dios en cada momento. Lo descubría asumiendo la his- 11,19).
toria, con todo lo que tiene de imprevisible, fortuito y casual. La Una vez más ha caído por tierra una convicción de Jesús. Este
intensidad de la búsqueda y la íntima unión con Dios le permitían proceso interior de destrucción y reconstrucción, de muerte y de
siempre captar la voluntad divina, tanto en la alegría de los após- resurrección, constituye la trama permanente de la vida humana.
toles al volver de su primera predicación (Me 6,30-31; Mt 14,22) También de la de Jesús. El hombre vive interpretando e interpreta
como al huir de los que le querían prender y matar (Le 4,30; viviendo. Se va creando una imagen del mundo. Librarse de ella
Jn 8,59; 10,39) o incluso en lo alto de la cruz, ante la muerte continuamente para abrirse a Dios y a su novedad diaria consti-
inminente. No le debió de resultar fácil aceptar la voluntad de tuye la tarea de la fe. Jesús era, por excelencia, un hombre de
Dios, que probablemente echó por tierra sus ideas sobre el reino fe y de esperanza. Si la fe no consiste sólo en una adhesión a las
(Le 22,15-29; Me 14,25), como se refleja en la tentación de Get- verdades y a los hechos salvíficos, sino que significa fundamental-
semaní. Pero ío importante era escuchar y obedecer plenamente, mente un modo de vivir entregándose siempre a Dios y viviendo
hasta la muerte, la voluntad divina. Así como toda su existencia de él, entonces Jesús fue el creyente por excelencia. En este sen-
era una pro-existencia, un ser para los demás, así también los tido, dice la carta a los Hebreos (12,2) que Jesús es archegós y
sufrimientos que soportó deben considerarse asumidos delante de teleiotés de la fe (el que comienza, termina y hace perfecta la fe).
Dios como exigencia de la causa que representaba y por fidelidad En otras palabras: Jesús creyó de tal manera y de forma tan per-
a todos los hombres en función de los cuales era profeta. fecta que se constituyó en el principio que nutre toda fe. Y ello
13. Al fracasar en Galilea, donde había vivido y actuado, porque creyó como lo hicieron los grandes modelos del Antiguo
Jesús se dirige a Jerusalén. Allí espera la irrupción completa y Testamento, cuya apología se hace en el largo e incomparable ca-
la victoria de su causa. Entra con los suyos en la ciudad y se di- pítulo 11 de la carta a los Hebreos. Por eso sé le llama pistos
rige al templo: allí debe manifestarse el reino. Me 11,11 dice (Heb 3,2, el que tiene fe; cf. Heb 2,13; 2,17; 5,8, donde se habla
que «entró en Jerusalén y, cuando llegó al templo, miró todo de- de la obediencia que él aprendió y que es sinónimo de fe). La fe
360 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Cómo interpretó Jesús su propia muerte 361

inspiró constantemente la vida de Jesús. A su luz descubrió en los que se traduce en obras y que nace de una fe confiada en Dios
acontecimientos de su vida la voluntad concreta de Dios y trató (Gal 5,4) »6.
de cumplirla. La redención, pues, no depende de un punto matemático de
14. En Getsemaní vivió los preludios de la gran tentación, la la vida de Jesús, de su muerte. Toda la vida de Jesús es redentora.
escatológica. Vio claramente que se acercaba el gran momento en Su muerte lo es en la medida en que forma parte de su vida.
el que se iba a decidir todo, y lo temió. «Mi alma está triste hasta Jesús aceptó su muerte lo mismo que aceptó todas las cosas venidas
la muerte» (Me 14,34). «Voy a orar» (Me 14,32). Pide que se de Dios. La muerte posee sin duda un sentido antropológico cuali-
aparte «aquella hora» (Me 14,35). «¡Abba! ¡ P a d r e ! » : todo es tativo eminente porque significa la culminación de la vida; por
posible para ti. Aparta de mí este cáliz, pero no se haga lo que eso debemos decir que representó para Jesús el culmen de su pro-
yo quiero, sino lo que quieres tú (Me 14,36). Aquí reaparecen existencia, de su ser para los otros. Con toda intensidad y liber-
las expresiones técnicas «aquella hora» y el «cáliz». Jesús sale tad, Jesús vivió la muerte como entrega a Dios y a los hombres,
fortalecido de la tentación. Se entrega confiadamente al designio a los que amó hasta el fin (cf. Jn 17,1). En este sentido preciso,
secreto de Dios. Confía en que Dios lo librará por mal que se pre- la muerte significa la culminación del servicio de Jesús, como lo
sente la situación. fue toda su vida. Y tiene tal plenitud humana que posee un valor
15. Todo el relato de la pasión se halla bajo el signo de la en sí misma. Pero ese valor no agota el valor y la intención sal-
entrega: Judas lo entrega al sanedrín (Me 14,10.42); el sanedrín, vífica de Jesús.
a Pilato (Me 15,1.10); Pilato, a los soldados (Me 15,15); éstos, a
la cruz (Me 15,25); por último, el mismo Dios lo entrega a su
propia suerte, dejándolo morir con un grito de abandono en los 4. El significado trascendente de la muerte de Jesús
labios (Me 14,34). Jesús se mantiene sereno y dueño de sí mismo
durante el proceso, como destacan los evangelistas. No es estoicis- Si los motivos que llevaron a Jesús al proceso y a la muerte
mo, sino confianza en la entrega absoluta a Dios. Sigue el camino fueron triviales, motivos de seguridad, de egoísmo y de anquilosa-
del Misterio, sea cual fuere. miento de un sistema, su muerte, en cambio, no fue nada trivial.
16. ¿Qué sentido dio Jesús a su propia muerte? El mismo Refleja toda la grandeza de Jesús, que hace de su propia opresión
que dio a su vida. Entendió la vida no como un bien que se nos un camino de liberación. A partir de un cierto momento (la crisis
da para que lo vivamos y disfrutemos, sino como un servicio a de Galilea), Jesús cuenta con una conspiración contra su vida. Se
los otros. La diaconía constituye un rasgo característico de Jesús. entera de la muerte de Juan Bautista (Me 6,14-29). Conoce muy
Marcos lo resume perfectamente: «Todo lo hizo bien, hizo oír a bien el destino reservado a todos los profetas (Mt 23,37; Le 13,
los sordos y hablar a los mudos» (Me 7,37). Por eso escribe acer- 33-34; Hch 2,23) y cree que se halla en esa misma línea. Por eso
tadamente un teólogo moderno: «La investigación neotestamenta- va ingenuamente a la muerte. Lo cual no significa que la busque
ria actual puede decir con toda probabilidad que Jesús no inter- y la quiera. Los evangelios atestiguan que se escondía (cf. Jn 11,
pretó su muerte como sacrificio expiatorio, ni como expiación, ni 57; 12,36; 18,2; Le 21,37) y evitaba a los fariseos, que lo ase-
como rescate. Su propósito no era redimir a los hombres precisa- diaban constantemente (Me 7,24; 8,13; cf. Mt 12,15; 14,13). Pero,
mente mediante su muerte. En la mente de Jesús, la redención de como todo hombre justo, estaba dispuesto a sacrificar su vida, si
los hombres dependía de la aceptación de su Dios y del modo de era necesario, para dar testimonio de su verdad (cf. Jn 18,37),
vivir para los otros de acuerdo con lo que él predicaba y vivía. aunque, dada su mentalidad apocalíptica, esperaba ser liberado por
Para Jesús, la salvación y la redención no dependían de su futura Dios. Jesús buscaba la conversión de los judíos. Ni siquiera cuan-
muerte, sino de que cada cual se dejase penetrar por el Dios, do se sintió solo y aislado cayó en la resignación y pactó con la
bueno para todos, que él revelaba. Eso debía llevar a los hombres situación para sobrevivir. Fue fiel a su verdad hasta el fin, aunque
a un comportamiento justo con el prójimo y hacerlos libres y li-
berados. En una palabra: la redención vendría mediante el amor 6
H. Kessler, Erlosung ais Befreiung (Dusseldorf 1972) 25.
362 Pasión de Cristo y sufrimiento humano
Cómo interpretó Jesús su propia muerte 363
esto implicase el mayor peligro. Peligro que abraza y acepta libre-
mente, no como una fatalidad histórica, sino con una libertad que historia reciente, los verdugos de los profetas y de los justos sean
pone en riesgo la propia vida para dar testimonio de su mensaje. tanto más violentos cuanto más presienten su derrota. La iniquidad
«Nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente» (Jn 10,18). de la injusticia hace insolidarios a los malos y divide a los verdu-
La muerte no es castigo, sino testimonio; no es fatalidad, sino li- gos. Dios no hace nada si el hombre, en su libertad, no lo quiere.
bertad. No teme la muerte ni actúa por temor a ella. Vive y actúa El reino es un proceso en el que el hombre tiene que participar.
a pesar de la muerte, aunque ésta se le vaya a exigir, porque la Si se niega, seguirá siendo llamado a adherirse, pero no por la
fuerza y la inspiración de su vida y de su actuación no están en violencia, sino por el amor sacrificado: «Cuando sea levantado
el miedo a la muerte, sino en el compromiso con la voluntad del de la tierra atraeré a todos hacia mí» (Jn 12,32).
Padre, descubierta en los hechos concretos de la vida, y con su La muerte de Cristo, independientemente de la luz que sobre
mensaje de liberación para los hermanos. ella proyecta la resurrección, tiene un sentido que está en conso-
nancia con la vida que él llevó. Todos los que, como Jesús, exigen
El profeta y el justo, como Jesús, muriendo por la justicia y
mayor justicia, más amor, más derechos para los oprimidos y más
la verdad, denuncian el mal de este mundo y ponen en jaque los
libertad para Dios, deben contar con la oposición y con el riesgo
sistemas cerrados que pretenden monopolizar la verdad y el bien.
de ser eliminados. Se vence a la muerte cuando no se hace de ella
Este cerrarse y querer tener el monopolio constituyen el pecado del
un espantajo que amedrenta al hombre y le impide vivir y pro-
mundo. Cristo murió por causa de este pecado trivial y estructu-
clamar la verdad. El hombre justo y el verdadero profeta la acep-
ral. Su reacción se salió del esquema de sus enemigos. Víctima de
tan y la integran en su proyecto. Pueden y deben contar con ella.
la opresión y la violencia, no empleó la violencia y la opresión
La grandeza de Jesús estuvo en no capitular ante la oposición y la
para imponerse. «El odio puede matar, pero no puede definir el
condena. Ni siquiera al sentirse abandonado por el Dios a que
sentido que da a su muerte el que muere» 7 . Cristo definió este
siempre había servido, se entrega a la resignación. Perdona y con-
sentido en términos de amor, donación, sacrificio libre por sus
tinúa creyendo y esperando. En el paroxismo del fracaso, se pone
verdugos y por todos los hombres. El profeta de Nazaret que muere
en manos del Padre misterioso, en quien reside el sentido último
es a la vez el Hijo de Dios, cosa que la fe sólo vio con claridad
y absoluto de la muerte del inocente. En el culmen de la desespe-
después de la resurrección. Siendo Hijo de Dios, no hizo uso de
ración y del abandono se revela la plenitud de la confianza y de la
su poder divino, capaz de modificar todas las situaciones. Jesús
entrega al Padre. Jesús no encuentra ningún apoyo en sí mismo
no dio testimonio del poder como dominación, pues este aspecto
ni en su obra. Sólo se apoya en Dios y sólo en él puede poner
constituye el carácter diabólico del mismo y origina la opresión y
su esperanza. Una esperanza así trasciende los límites de la propia
los obstáculos a la comunión. Jesús atestigua el verdadero poder
muerte. Es la obra perfecta de la liberación: Jesús se libera total-
de Dios que es el amor. Ese amor es el que libera, hace solidarios
mente de sí mismo para ser enteramente de Dios. Si, como dice
a los hombres y los abre al auténtico proceso de liberación. Exclu-
Bonhoeffer, Sócrates nos liberó de morir con su serenidad y so-
ye toda violencia y opresión, incluso para imponerse. Su eficacia
beranía, Cristo hizo mucho m á s : nos liberó de la muerte. Su ago-
no es la de la violencia, que modifica las situaciones eliminando
nía rozó los límites de la desesperación, pero su entrega en favor
a los hombres: esta aparente eficacia no consigue romper la espi-
de los hombres y de Dios fue tan ilimitada y total que venció
ral de la opresión. El amor tiene una energía propia, que ni se
el imperio de la muerte. Eso es lo que significa la resurrección,
ve ni se percibe inmediatamente, pero que da el coraje de entre-
que irrumpe en el corazón mismo del aniquilamiento.
gar la propia vida en sacrificio y la certeza de que el futuro está
en manos del derecho, la justicia, el amor y la fraternidad y no
del lado de la opresión, la venganza y la injusticia. No es de ex-
trañar que, como demuestran una experiencia multisecular y la

7
Ch. Duquoc, op. cit., 204.
La resurrección 365
IV
realidad. Dios nos liberó de la muerte en Cristo, y ahora podemos
LA RESURRECCIÓN, vivir sin preocuparnos por el ostracismo social, la inseguridad
SENTIDO ULTIMO DE LA MUERTE DE JESÚS económica ni la muerte política. En Cristo, el Dios inmortal gustó
la muerte y, al hacerlo, la destruyó» (cf. J. Cone, Teología negra
de la liberación, Buenos Aires 1973 pág. 148). El que resucitó
Las reflexiones precedentes han intentado describir el proceso fue el que había sido crucificado. Quien ahora libera es el Siervo
de liberación seguido por Jesús en todas las dimensiones de su doliente, el Oprimido. Vivir la liberación de la muerte significa
vida. En cuanto proceso, la liberación es inevitablemente parcial. no permitir que ésta sea la última palabra de la vida ni que el
Un proceso es algo abierto: ¿dónde desemboca?, ¿qué anticipa? temor a morir determine todos nuestros actos y actitudes. La re-
Si Cristo se hubiese limitado a ese proceso, no habría sido procla- surrección muestra que no carece de sentido vivir para la verdad
mado liberador universal, pues la liberación no sería total, sino y la justicia; que al oprimido y liquidado le está reservada la
sólo parcial. La liberación verdadera y digna de tal nombre debe vida que se ha manifestado en Jesucristo. Sobre esta base es po-
tener un carácter de totalidad y de universalidad. La totalidad de sible recuperar el coraje y vivir la libertad de los hijos de Dios,
la liberación se dio con la resurrección. En ella y por ella, la sin dejarse subyugar por las fuerzas inhibidoras de la muerte.
verdad utópica del reino se convierte en tópica y en certeza de La resurrección permitió a los evangelistas reinterpretar la
que el proceso de liberación no permanece en el círculo cerrado muerte del profeta mártir Jesús de Nazaret. Ya no era una muerte
de opresión-liberación, sino que desemboca en una liberación plena como las demás, por heroicas que pudieran ser. Era la muerte del
y completa. La resurrección no es un fenómeno de fisiología ce- Hijo de Dios y del enviado del Padre. El conflicto no se planteaba
lular ni de biología humana. Cristo no fue reanimado para que sólo entre la libertad de Jesús y la observancia legalista de la ley:
recuperara el tipo de vida que tenía antes. La resurrección sig- era el conflicto entre el reino del hombre caído y el reino de Dios.
nifica la plena entronización de la realidad humana (corpóreo- La cruz no es sólo el suplicio más ignominioso de la época: es el
espiritual) en el ámbito divino y, por tanto, la plena hominización símbolo de lo que el hombre es capaz de hacer con la piedad
y liberación. (Jesús fue condenado por los piadosos), con su celo fanático por
Por la resurrección, la historia llega a su término en la figura Dios, con su dogmática inflexible y con una revelación reducida
de Jesús. Por eso es posible presentarla como la completa libera- a la letra de un texto. Por eso la cruz le pareció a Cristo, que
ción del hombre. La muerte está vencida y se inaugura un tipo de vivía siempre pendiente de Dios, algo repugnante y absurdo
vida humana que no se rige ya por los mecanismos de desgaste y (cf. Heb 5,7).
de muerte, sino que se halla vivificada por la propia vida divina. No obstante, la acepta y, al aceptarla, la transforma en signo
En este sentido, la resurrección tiene el significado de una protes- de liberación de todo lo que le ha hecho subir a ella: la cerrazón
ta contra la «justicia» y el «derecho», que llevaron a condenar a autosuficiente, la mezquindad y el espíritu de venganza. La resu-
Cristo. Es una protesta contra el sentido meramente inmanente de rrección no es sólo un hecho que glorifica y justifica a Jesucristo
este mundo, con su orden y sus leyes, que acabó rechazando al que y certifica la verdad de sus actividades, sino que constituye una
Dios confirmó luego mediante la resurrección. Así, la resurrección manifestación de lo que es el reino en su plenitud como epifanía
es la matriz de una esperanza liberadora que va más allá del mun- del futuro prometido por Dios. Es una muestra de lo que el hom-
do dominado por el espectro de la muerte. James Cone, conocido bre puede esperar y de lo que le ha prometido Dios.
exponente de la teología negra de la liberación, ha escrito certe- Todas estas dimensiones de la vida y muerte de Cristo, descu-
ramente : «La resurrección de Cristo prueba que la opresión no biertas a la luz de la resurrección, entraron en la elaboración de
derrota a Dios, sino que Dios la transforma en posibilidad de li- los relatos evangélicos. De aquí que se narren acontecimientos y,
bertad. Para quienes viven en una sociedad opresora, significa a la vez, se les dé un significado más profundo que va más allá
que no deben comportarse como si la muerte constituyera la última de la simple historicidad fáctica. Si no se distinguen esos dos ni-
veles, como hemos hecho en reflexiones precedentes, el sentido
366 Pasión de Cristo y sufrimiento humano

profundo de la vida y muerte de Cristo resulta abstracto y sin so- V


porte en la realidad.
Cuando la resurrección permitió descubrir que el Oprimido INTERPRETACIONES DE LA MUERTE DE JESÚS
era el Liberador, se hizo una lectura mucho más significativa de EN LAS COMUNIDADES PRIMITIVAS *
la infancia y la actividad de Jesús. Como muestran los sinópticos,
el nacimiento expresa la identificación del Oprimido-Liberador con
La muerte de Cristo dispersó la comunidad reunida en torno
los oprimidos de la tierra: los pastores, los inocentes asesinados
a él. No sólo frustró las esperanzas de los primeros discípulos,
por Herodes, los reyes paganos. Jesús aparece ya como uno de
sino que también destruyó su fe. Me 15,50 (huida de los discípu-
ellos: «Porque no encontraron sitio en la posada» (Le 2,7). El
los) y Le 24,21 (los discípulos de Emaús reflejan la decepción con
énfasis en la pobreza social y económica de los padres de Jesús
respecto a la esperanza de que Jesús salvara a Israel), Jn 20,19
se sitúa en esta perspectiva de identificación con los pobres y hu-
(los discípulos temen a los judíos) son testimonio de esto. Tras
millados. Para la comunidad primitiva, que leía y meditaba tales
el prendimiento y la muerte de Cristo, no permanecieron en Je-
relatos, esto significaba que la mesianidad de Jesús está unida a
rusalén, porque allí carecían de medios de vida y temían que los
la humillación. Los humillados y ofendidos pueden sentirse con-
detuvieran. Históricamente, las primeras apariciones se produjeron
solados porque el Mesías ha compartido su suerte. Por eso, y no
en Galilea, lo cual hace suponer que los apóstoles se encontraban
a pesar de ello, es el liberador mesiánico. En la misma perspec-
allí y habían vuelto a sus tareas cotidianas.
tiva describen los evangelistas el ministerio público de Jesús y su
Para que los discípulos interpretaran la muerte de Jesús fue
convivencia con los marginados de su tiempo. Junto al interés his-
necesaria una experiencia especial: la resurrección. Por ella com-
tórico encontramos una preocupación teológica: que Jesús se iden-
prendieron que el Jesús que en la muerte parecía abandonado por
tificó con los que sufren y son pisoteados, cargó con su cruz y los
Dios, no lo estaba en realidad. La resurrección demostraba que
liberó para una nueva solidaridad.
Dios estaba con él; por eso fue interpretada muy pronto como ele-
Así, toda la vida, actividad, muerte y resurrección de Cristo
vación del Justo a la derecha de Dios y como entronización en el
adquieren un sentido liberador que está ya presente en la realidad
reino y en la gloria. Dios mostró que tenía razón y corroboró
superficial de los acontecimientos y que sólo se revela plenamente
su mensaje.
después de la resurrección. La resurrección llevó a una relectura
La resurrección hizo que se reuniera de nuevo la comunidad
más profunda de los acontecimientos y permitió descubrir el sig-
y se superara la fosa abierta por la muerte de Jesús. Los discípulos
nificado profundo, trascendente, ejemplar y universal. Sólo en
recuperan la fe en el Señor. La Iglesia nace de la fe en la resurrec-
conexión con la vida terrena y la muerte, queda garantizado el
ción. El problema que ahora se plantea es el siguiente: ó cómo
sentido de la resurrección; de lo contrario, se convierte en mitolo-
compaginar la paradoja muerte-maldición de Jesús (cf. Dt 21,23)
gía pagana o en ideología moderna de un futuro reconciliado sin
y la resurrección-gloria como hechos que tienen el mismo origen
la transformación de las maldades históricas. La resurrección de
divino? ¿Cómo conciliar el Dios que abandonó a Jesús en la cruz
Jesús significa la victoria de la vida, del derecho del oprimido y
de la justicia del débil.
* Sobre la temática de este capítulo, cf. K. H. Schelkle, Die Passion Jesu
in der Verkündigung des NT (Heidelberg 1949); W. Schrage, Das Verstándnis
des Todes Jesu Christi im Neuen Testament, en E. Bizer (ed.), Das Kreuz Jesu
Chrísti ais Grund des Heiles (Gütersloh 1967) 49-90; H. Kessler, Die theolo-
gische Bedeutung des Todes Jesu (Dusseldorf 1970); J. Gnilka, Das Christus-
bild der Spruchquelle, en Jesús Christus nach frühen Zeugnissen des Glaubens
(Munich 1970) 110-127; E. Schillebeeckx, Jesús. Die Geschichte eines Leben-
den (Friburgo 1974; trad. española: Jesús. Historia de un viviente, Madrid,
Ed. Cristiandad, 1981) 242-260; U. Wilkens, Weisheit und Torheit (Tubinga
1959); O. Kuss, Der Brief an die Hebraer (Ratisbona 1966); L. Goppelt,
Teología do Novo Testamento (Petrópolis 1976).
368 Pasión de Cristo y sufrimiento humano
Interpretaciones de la muerte de Jesús 369
con el Dios que demuestra estar a su lado en la resurrección?
Para responder a esto hubo que recurrir a la teología y fue pre- muerte un significado especial. Se lo da el destino de los profetas.
ciso un largo período de reflexión. Veamos las etapas de una re- Tal interpretación pone el énfasis no en la víctima, sino en sus
flexión que comienza en la Iglesia judeocristiana y encuentra su verdugos. La muerte de Jesús revela el rechazo de Israel y su falta
plena explicitación en la teología paulina. de conversión. El rechazo del profeta enviado adquiere gran im-
portancia. El profeta rechazado vendrá nuevamente, pero para el
juicio. De ahí que su rechazo signifique la condenación en el jui-
* 1. La muerte violenta, destino común cio que está próximo (Le 12,8 p a r . ) .
de los profetas y de los justos La comunidad primitiva comenzó a ser perseguida a causa de
su acción evangelizadora y tal vez conoció la prisión y la muerte.
En los primeros años que siguieron a la muerte de Cristo hubo Se consideraban seguidores de Cristo y veían cómo se reproducía
en Palestina un pequeño grupo de cristianos que cifraba la reden- en sus vidas la suerte que había corrido Jesús. De ahí los logia:
ción efectuada por Jesús en un comportamiento nuevo, inaugura- «Dichosos vosotros cuando os odien los hombres... por causa del
do y posibilitado por él, con respecto al mundo y a los demás Hijo del hombre... porque eso es lo que hicieron vuestros padres
hombres. Tal comportamiento se traducía en términos de amor uni- con los profetas» (Le 6,22). A los de fuera de la comunidad se
dirigen estas palabras: «Les enviaré profetas y apóstoles; a unos
versal, incluso a los enemigos, de renuncia a la violencia, de mi-
los matarán, a otros los perseguirán, para que esta generación tenga
sericordia y de renuncia a juzgar a los demás; de predicación del
que dar cuenta de la sangre de los profetas derramada desde el
mensaje sobre el reino; de expectación de la próxima venida de
comienzo del mundo, desde la sangre del justo Abel hasta la de
Jesús como el Hijo del hombre anunciado por Daniel. Es la co-
Zacarías. Sí, yo os digo que se pedirán cuentas a esta generación»
munidad de la Spruchquelle o, simplemente, de Q (fuente anterior
(Le 11,45.51). Esta comunidad, a la vez que interpretaba la
a los actuales evangelios y utilizada por Mateo y Lucas). Se tra-
muerte de Cristo como la de un profeta, se consideraba seguidora
taba de judíos cristianos que permanecían fieles a las tradiciones
de Jesús y situada en una línea paralela a la suya.
judías, cumplían hasta el último ápice de la ley (Mt 5,18 p a r . ) ,
asistían al culto del templo y no tenían otra perspectiva misionera
que la de convertir a Israel a la causa de Cristo; creían que de
2. El Mesías crucificado
ese modo preparaban la llegada de todas las naciones a Jerusalén
(cf. Is 2,2-5; Mt 8,10 p a r . ) .
En otros círculos cristianos de la Iglesia primitiva se comenzó
La Quelle, o segunda fuente (la primera es Marcos), utilizada muy pronto a reflexionar sobre el significado de la muerte de
por Le y Mt, sólo contiene dichos y parábolas de Jesús. No ofrece Cristo. Tal reflexión se hizo sobre todo en una perspectiva apolo-
un relato de la pasión, bien porque lo daba por supuesto o bien gética : para fortalecer la fe de las propias comunidades y para
porque no se había elaborado aún una interpretación de la muerte responder a las objeciones de los judíos. Por lo que se refiere
de Jesús. Como ya hemos dicho, los temas centrales son los típica- al fortalecimiento de la fe, la comunidad se vio ante el gran reto
mente jesuánicos: la venida del reino de Dios (Le 11,20 par.; de situar a Jesús en el marco de la historia de la salvación y de
Mt 13,31ss) y la entrada en él (Mt 8,11), la próxima llegada del las esperanzas de la única Escritura que poseían, el Antiguo Testa-
Hijo del hombre. Se insiste en la conversión como preparación mento. Se esperaba un Mesías glorioso y triunfante. El ajusticiado
para el fin inminente. Esta comunidad considera a Jesús como el en la cruz no respondía precisamente a la imagen del Mesías que
último mensajero y el profeta escatológico del reino que se acerca. tenían el pueblo y los apóstoles. ¿No habría terminado por perder-
Dicho grupo interpreta la muerte de Jesús a la luz del destino se el que intentaba librar a los otros de la perdición? La cruz
de los profetas (Le l l , 4 9 s s ; Le 13,14; 1 Tes 2,14; Hch 7,51ss) : era un argumento contra la mesianidad de Jesús. Los textos de
Jesús ha sido asesinado y eliminado, como ha ocurrido siempre en Is 53 sobre el Siervo doliente no se interpretaban aún en función
Israel. No es una excepción. Por eso no es preciso buscar en su de Cristo, porque no había una exégesis tradicional en esa direc-
370 Pasión de Crista y sufrimiento humano Interpretaciones de la muerte de Jesús 371

ción. A lo sumo podía ser un símbolo del Israel exiliado entre las que no se podía librar. Y lo aceptó con libertad, como parte de la
naciones, pero no una figura del Mesías. fidelidad a su misión, vivida con toda radicalidad.
Esta dificultad interna se agravaba desde fuera: los justos adu- A esta luz se elaboraron en la comunidad las llamadas profe-
cían Dt 21,23, donde se considera maldito al crucificado para re- cías de la muerte y la resurrección de Cristo (Me 8,31; 9,31; 10,
batir las pretensiones cristianas sobre la mesianidad de Jesús. Como 33 p a r . ) , que los evangelistas ponen en labios de Jesús. Aquí no
prueba de la polémica, baste recordar Gal 3,13, donde aborda el podemos entrar en análisis pormenorizados; pero sí podemos afir-
problema e invierte los términos: él se hizo maldición para librar- mar que tales profecías son probablemente pospascuales y repre-
nos de la maldición de nuestros pecados. La maldición no se sentan un intento teológico de dar sentido a la muerte de Cristo
opone a la mesianidad, sino que la confirma. y de situarla coherentemente en el plan de Dios. Aquí entra ya la
Para demostrar que la muerte y la cruz no eran absurdas, los luz iluminadora de la resurrección. Además, las profecías de la pa-
relatos sobre ellas aluden constantemente a los textos del Antiguo sión tienen un aura escatológica, pues se refieren al sufrimiento
Testamento. Con esto se quiere mostrar que el camino de Cristo, del Hijo del hombre. Es un hecho escatológico y responden a un
aunque paradójico, se ajusta a las Escrituras y, por tanto, es un juicio escatológico. Se trata de un juicio contra la dureza de cora-
camino querido por Dios y lleno de sentido. Las referencias de la zón de los judíos y contra el culto de la ley como camino de sal-
muerte de Jesús están siempre relacionadas con la resurrección. vación. El Hijo del hombre, juzgado por los hombres, aparece
Así se insinúa que sólo desde fuera, en una visión superficial, paradójicamente como su juez.
parece absurda y contraria a la mesianidad la muerte de Jesús.
En una dimensión más profunda, Dios no lo abandonó, sino que
estaba con él en el sufrimiento y en la muerte. Dios no lo aban- 3. La muerte como expiación y sacrificio
donó : permaneció con él en la muerte, y mostró esa presencia
mediante la resurrección. La resurrección revela lo oculto: escla- Muchos textos del Nuevo Testamento interpretan la muerte de
rece lo que era escandaloso para los demás. Las profecías de la Jesús articulándola en el marco de la temática de la expiación, del
muerte y la resurrección quieren dejar esto muy claro. Se comen- sacrificio y del rescate. Al pensar en estos temas, los asociamos
zó a ver todo partiendo de Dios: la actuación de Jesús, su activi- en seguida con el sufrimiento expiatorio del Siervo de Yahvé (Is 52,
dad misionera, su muerte y su resurrección. Dios actuó salvífica- 13-53,12). Tanto la teología como la piedad han supuesto ordina-
mente en Jesús, en su itinerario, y no sólo en su muerte, sino en riamente que estos textos estuvieron siempre presentes en la con-
todo lo que le aconteció, en todo lo que hizo, habló y vivió. En ciencia de Jesús. La muerte de Cristo suele interpretarse como
todo, incluso en la muerte. Ahí aparece el plan de Dios, que es muerte por nuestros pecados y como expiación por el pecado del
uno y único: redimir a los hombres por Jesucristo. Ese plan no mundo. Esto constituye uno de los elementos fundamentales de la
se frustra por el rechazo de los judíos. Tal rechazo sólo «obliga» fe cristiana. Sin embargo, tras estas fórmulas de fe late un lento
(«debía» histórico-salvífico) a Dios a hacer sufrir a su Hijo. Pero y penoso trabajo teológico. El texto de Is 53 es muy claro:
el Hijo puede padecer sin traicionar a Dios ni a los hombres. Así «Lo vimos (al Siervo) sin aspecto atrayente, despreciado y
salva Dios. evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbra-
Dios no quiere directamente la muerte de Cristo. Quiere su fi- do a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado
delidad hasta el fin. Ahora bien, esta fidelidad puede implicar la y desestimado. Sin embargo, él tomó sobre sí nuestras enferme-
muerte. Por tanto, la muerte de Cristo se inserta en la trama his- dades y cargó con nuestros dolores. Nosotros lo estimamos lepro-
tórica en que actúa la estructura ambigua del bien y el mal. Por so, herido por Dios y humillado; pero fue castigado por nuestros
un lado, es una acusación contra la maldad de los hombres que crímenes y triturado por nuestras iniquidades; el castigo que nos
lleva a Cristo al patíbulo; por otro, es el símbolo de un amor más salva cayó sobre él; sus cicatrices nos curaron... el Señor cargó
fuerte que la muerte. Para vivir este amor hasta el límite, Jesús sobre él el castigo de todas nuestras faltas... Murió por el pecado
no se echó atrás ante su fin. Aceptó su destino como un peso del de su pueblo... Si ofrece su vida en sacrificio expiatorio tendrá
372 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Interpretaciones de la muerte de Jesús 373

una posteridad duradera, prolongará sus días, y lo que el Señor llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía
quiere será realizado por su mano... El justo, mi siervo, justificará y no abría la boca. Lo humillaron negándole todo derecho; a sus
a muchos hombres y cargará con sus iniquidades... Porque expuso seguidores, ¿quién podrá contarlos? Lo arrancaron de la tierra de
su vida a la muerte y fue contado entre los malhechores, él cargó los vivos».
con los pecados de muchos e intercedió por los pecadores» (Is Como puede verse, no se alude a la expiación ni a la sustitu-
53,3-12). ción. Esto sólo ocurre en un estadio posterior de la reflexión teoló-
Este pasaje coincide tanto con la imagen que tenemos de la gica de la comunidad. Poco a poco fueron descubriendo Is 53.
pasión de Jesucristo que parece una profecía. Jesús realizó todo Conviene no olvidar que al principio no se utilizó Is 53 como
lo que describe el texto citado. Pero aquí se plantea un problema: prueba de que el Jesús doliente era el Mesías, porque no había una
¿percibió inmediatamente la comunidad primitiva el significado tradición en este sentido. El redescubrimiento de Is 53 no se hizo
cristológico y mesiánico de estas palabras? Este texto de Isaías meditando estos textos, sino por otro camino. Solamente en una
constituye la primera alusión al valor expiatorio y sustitutivo del etapa posterior se pudo releer Is 53 en una perspectiva de satis-
sufrimiento y de la muerte. Es probable que el autor se refi- facción y expiación.
riera al Israel del exilio, aniquilado como pueblo. Ese sufri- Analicemos brevemente la primera etapa, que hizo posible la
miento no es vano. El capítulo de Isaías da un significado universal segunda, en la que Is 53 tiene ya un sentido mesiánico de expia-
y sustitutivo al sufrimiento de Israel. Sin embargo, no influye en ción y representación sustitutiva.
la literatura posterior ni tiene repercusión alguna.
El Antiguo Testamento aplica esas palabras al Mesías. El Me-
a) Fragmento de un himno helenístico
sías esperado no podía ajustarse al modelo descrito, pues debía ser
y judeocristiano: Rom 3,25-26a.
un Mesías victorioso y señor del universo. Las palabras de Isaías
que se aplicaron al Mesías, especialmente en el Henoc etiópico En medio de las reflexiones de la carta a los Romanos, Pablo
(cf. 37-71), escrito hacia el año 63 a. C , lo describen de acuerdo recurre a una tradición que en realidad no provenía de la comu-
con la expectación común. Por eso sólo se cita el texto de Is 52, nidad primitiva, sino de la comunidad de judíos convertidos. Esta
13-15: «He aquí que mi siervo prosperará y crecerá, se elevará tradición es de carácter litúrgico y probablemente tiene su «con-
y será exaltado... así asombrará a muchos pueblos; ante él los texto originario» en una liturgia eucarística: «Ahora todos son
reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo justificados gratuitamente por su gracia, por la redención en Cristo
inaudito». Jesús, a quien Dios puso como sacrificio de propiciación, mediante
Sólo estos pasajes doxológicos se aplicaban al Mesías. Los re- la fe en su sangre, para manifestación de su justicia; es que Dios
lativos a su kénosis y humillación nunca se tuvieron en cuenta e toleró con paciencia los pecados pasados para manifestar su
incluso se borraron del texto 1 . Estos datos permiten concluir que ni justicia en el tiempo presente...».
antes de Cristo ni en tiempos de Cristo tenía Is 53 una connota- La formulación está clara: Cristo fue sacrificio de propicia-
ción mesiánica. Sin embargo, la comunidad primitiva lo aplicó ción mediante su muerte (sangre). Los exegetas suelen afirmar
a la pasión y muerte de Jesús. Pero no lo hizo inmediatamente. que este pasaje se redactó hacia el año 40 en Antioquía de Siria,
Hch 8,32 y Me 15,28, donde se cita Is 53, no pertenecen a los donde había una comunidad cristiana de judíos de la diáspora
más antiguos del Nuevo Testamento. Además, estos dos textos no (helenistas, por tanto). En este ambiente judío se escribió tam-
citan los pasajes relativos a la expiación. Me 15,28 sólo refiere bién un texto que no fue incluido en el canon judío (ni en el
que «se cumplió la Escritura que dice: fue contado entre los cristiano) : el cuarto libro de los Macabeos.
malhechores». En Hch 8,32 Felipe lee al eunuco: «Como cordero Este texto narra las largas luchas de los judíos fervorosos,
capitaneados por los hermanos Macabeos, contra el rey Antío-
1 co IV Epífanes. Este imponía el helenismo y obligaba a los ju-
H. Kessler, Die theologische Bedeutung des Todes Jesu (Dusseldorf
1970) 29. díos a abandonar sus tradiciones y la observancia de la ley. Se
374 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Interpretaciones de la muerte de Jesús 375

desencadenó una persecución y hubo muchos mártires. Recorde- otros permitió probablemente releer Is 53 y aplicarlo al misterio
mos sólo al anciano Eleazar y a los siete hermanos Macabeos, de la muerte de Cristo.
con su intrépida madre (4 Mac 4,1-17; 4 2 ) . Esto constituía un
grave problema para los judíos: ¿qué sentido tenía la muerte de b) Los textos eucarísticos y el tema del sacrificio.
unos inocentes obligados a un final trágico y además prematuro
sin ninguna culpa personal? En este texto se preguntaban tam- En los textos eucarísticos aparecen claramente los temas del
bién por el sentido de la muerte de los niños. El cuarto libro sacrificio, la expiación y la alianza en la sangre de Cristo: «Esto
de los Macabeos intenta dar una respuesta satisfactoria a ese es mi cuerpo, que se entrega por vosotros»; «esto es mi sangre,
interrogante: no murieron por sus pecados personales, sino que que será derramada para redención de todos...». Las palabras
murieron como sustitución y sacrificio expiatorio por el pueblo. citadas nos han llegado en cuatro versiones diferentes (1 Cor
Su muerte prematura, incluso la de los niños, tiene un sentido: 11,24; Le 22,18-20; Me 14,22ss; Mt 26,26ss; Jn 6,51-58 es una
Dios la acepta como expiación por el pueblo pecador, que recibe meditación posterior, escrita hacia el año 100). Ninguna de las
así el perdón divino. En la muerte absurda de los inocentes se cuatro versiones parece provenir del Jesús histórico. No cabe la
veía la acción salvífica de Dios en el mundo; así, la muerte no menor duda de que Jesús celebró la cena con los suyos; pero,
era ya algo sin sentido, sino que estaba al servicio del perdón como ya hemos dicho, no podemos saber con certeza qué dijo
de Dios. Dios triunfa siempre. A pesar del pecado de los perse- e hizo durante la cena. Las palabras de la institución, tal como
guidores, no deja que la muerte violenta sea algo absurdo: la han llegado hasta nosotros, se formularon al menos diez años
transforma en un modo de perdón, no de los perseguidores, sino después de la última cena y de la muerte del Señor. Reflejan
del pueblo pecador (2 Mac 6,28; 17,20-22; 18,4; 1,11). diferentes liturgias eucarísticas que se celebraban en las diversas
Esta interpretación se elaboró fuera de Palestina, en el ju- comunidades: las de Lucas y Pablo, por un lado; las de Marcos
daismo de la diáspora. En Israel, los sacrificios expiatorios del y Mateo, por otro.
templo, donde se ofrecían animales y se derramaba su sangre, En la perspectiva que interpretaba la muerte del Justó como
impedían semejante interpretación. A nadie se le habría ocurrido expiación y representación en favor del pueblo, el círculo de los
interpretar la muerte y la sangre de un justo como expiación que interpretaban la nueva alianza de Jesús en su muerte como
de los pecados. La sangre humana jamás se había considerado sacrificio expiatorio creó una nueva asociación. Esta asociación
como sangre sacrificial y expiatoria. En cambio, los judíos de la permitió descubrir un sentido diferente en la muerte del Señor.
diáspora, que no tenían templo, podían aplicar semejante termi- La muerte de Jesús se sitúa en la línea de la muerte de los már-
nología a la sangre humana en un sentido figurado y analógico. tires de la fe y de los inocentes: es redentora, expiatoria y sacri-
Hacia los años 40 —por tanto, unos diez años después de la ficial. Obtiene el perdón de los pecados e inaugura una nueva
muerte y resurrección de Jesús—, los cristianos que conocían tal alianza de Dios con su pueblo, la Iglesia.
teología aplicaron esas ideas a la muerte de Jesús. Añadamos Con las palabras de la cena eucarística: «Esto es mi cuerpo
que esta aplicación teológica tuvo probablemente su «contexto (yo) que se entrega a vosotros; éste es el cáliz de mi sangre...»,
originario» en la celebración eucarística. Este dato es importante. no se quiere expresar sino lo que fue una constante en la vida de
Por un lado, se asoció la muerte de Cristo a la expiación por la Jesús: Jesús vivió para los otros, se entregó continuamente; Dios
sangre; por otro, tal asociación se efectúa en el contexto de la ce- estaba presente en él de forma salvadora, como plenitud de gracia
lebración eucarística, donde precisamente se recordaba la última que eleva, de libertad que construye; se hallaba tan cerca de los
cena del Señor y su muerte junto con la inauguración de la nueva hijos perdidos y los marginados que Jesús significaba y traía el
alianza. Esta alianza evocaba el sacrificio de que habla Jeremías perdón divino. La cena no habla de la vida terrena de Cristo,
31,31ss (cf. Ex 24,8: «He aquí la sangre de la alianza que el Se- durante la cual se manifestó esa actitud en favor de los hombres,
ñor hace con nosotros a tenor de lo que os ha dicho»). sino de su muerte, de la crisis que había desencadenado su vida de
Este tema de la expiación y el sacrificio de la vida por los amor y que iba a terminar en su liquidación (Jn 12). Del mismo
376 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Interpretaciones de la muerte de Jesús 377

modo que su vida fue una entrega permanente, un sacrificarse a la ley en el intervalo que media entre la hora fugaz y la próxima
por los otros, así también lo fue su muerte. A través de estas aso- venida del Señor. El hombre no debe dejarse guiar ya sino por
ciaciones teológicas, mediante los libros de los Macabeos y gra- el Espíritu. Es preciso aguantar un poco, esperar ardientemente,
cias al texto de Is 53, se podía decir que, por la muerte expiatoria no preocuparse de las cosas de este mundo ni de la observancia
de Cristo, Dios perdona el pecado de los hombres, quita el obs- legalista y piadosa de sus órdenes, porque todo esto será superado
táculo a la salvación e interviene salvíficamente estableciendo una en breve por la victoria de Cristo.
nueva alianza en la sangre de Jesús. En la actuación del Jesús Sin embargo, en una segunda fase se produce un viraje en la
terreno, el Dios bondadoso y misericordioso se acercó al hombre teología paulina. El cambio se inicia en la primera y segunda
para establecer una nueva comunidad (alianza) con Zaqueo, con carta a los Corintios. En 1 Cor 2,2, Pablo dice textualmente:
la samaritana, con los publícanos y con todos los hombres. La «Pues he resuelto ignorar todo excepto a Jesucristo, y a éste cru-
muerte ratificó esa actitud de Jesús. cificado». Ya al principio de la carta afirma enfáticamente :
El modelo del sacrificio por la sangre, que articula la reden- «Nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los
ción de Dios en Cristo, no agota toda la acción salvífica divina. judíos, locura para los gentiles; en cambio, para los llamados,
Esa acción se extiende a toda la vida y todos los gestos de Jesús. sean judíos o griegos, poder y sabiduría de Dios» (1 Cor 1,23-24).
Insistamos de nuevo en algo que hemos dicho varias veces: la ¿ A qué obedece este giro? Es evidente que no se abandona el
redención no se circunscribe a la muerte de Cristo, sino que toda tema de la resurrección. La resurrección constituirá siempre la
su vida es redentora. Estos tres modelos soteriológicos reflejan médula de la teología paulina, pues Pablo sólo conoció al Resu-
el vasto y profundo trabajo de reflexión de las primitivas comu- citado, y su trabajo teológico consiste, a fin de cuentas, en tra-
nidades para desvelar el significado trascendente de la muerte ducir para el mundo el significado latente de la resurrección. De
de Cristo. Como se desprende de cuanto hemos dicho, ese sentido ella saca todas las consecuencias: con respecto al pasado, el aban-
no cayó como un rayo del cielo: se fue descubriendo lentamente dono del judaismo; con respecto al futuro, la inauguración de
bajo la acción del Espíritu Santo. La revelación de Dios no ex- un hombre nuevo, una nueva tierra y unos cielos nuevos. Siempre
cluye el esfuerzo humano, sino que lo supone, lo potencia y le que habla de la muerte de Cristo lo hace en relación con la resu-
garantiza la dirección cierta. San Pablo dará pasos todavía más rrección. El que murió y fue sepultado ha resucitado y vive.
significativos en la revelación del carácter salvífico y liberador En las comunidades surgieron ciertos problemas que ponían
de la muerte de Jesucristo. Destacaremos solamente algunos as- en peligro el contenido teológico de la resurrección. El tema de la
pectos más relacionados con la problemática de nuestra reflexión. resurrección se estaba convirtiendo en una especie de opio y
en fuente de un entusiasmo que trastocaba la vida e invertía todas
las normas. Pablo se encuentra con diferentes adversarios que fal-
4. La muerte de Cristo en la reflexión teológica de Pablo sifican la buena nueva de la resurrección. En las concepciones
de éstos no cabía la cruz con toda su mística de kénosis, de humi-
La primera fase del trabajo teológico del Apóstol está domi- llación y de ascesis. A ello se añadía que, para los conversos
nada por el tema de la resurrección. Prueba de ello son sus dos romanos y griegos, adherirse a Jesús crucificado constituía un
primeras cartas a los Tesalonicenses, escritas el año 49, unos verdadero escándalo. Algo semejante a lo que supondría hoy
veinte años después de su conversión. La resurrección de Cristo venerar y adorar a un condenado a la silla eléctrica por graves
suscitó la esperanza de la resurrección universal y de la inminente delitos contra la humanidad. De ahí que esos cristianos intenta-
llegada del nuevo eón. Pablo habla con acentos apocalípticos ran ignorar e incluso silenciar el tema de la cruz.
de la expectación de la venida del Señor (1 Tes 4,15-17). Esto Pablo se ve obligado a elaborar una teología de la cruz. Su
produjo en él una actitud casi entusiasta y le permitió dar un teología nace de una situación muy concreta, ligada a discusiones
sentido a la existencia, por paradójica que pareciese. El Espíritu, de la comunidad. Si no se hubieran planteado tales problemas, es
que es la misma presencia del Resucitado en el mundo, sustituye posible que Pablo no hubiera tematizado la problemática de la
378 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Interpretaciones de la muerte de Jesús 379

cruz. La cruz, pues, no constituye por sí misma un tema. El tema el resucitado y llegan a anatematizar al Jesús según la carne
principal es la resurrección, que inauguró la novedad del mundo. (12,3). También Pablo puede decir, en un horizonte completa-
Pero su telón de fondo es la muerte. Sólo sobre ese trasfondo tiene mente distinto, que lo que le interesa no es tanto el Jesús según
sentido hablar de la resurrección; de lo contrario, se trataría de lu carne cuanto el Jesús según el Espíritu (2 Cor 5,6). Pero esto
mitología griega, y no habría novedad alguna. Por eso, tarde *e ha desvirtuado y se ha convertido en una ideología de auto-
o temprano, tenía que surgir en la elaboración teológica la pro- promoción y exaltación.
blemática de la cruz. Pero, en concreto, se planteó para afrontar En nombre de la resurrección ya realizada postulan la liber-
las distorsiones aparecidas en las comunidades de Corinto. En esta lud plena (9,1.19; 10,29; cf. 7,21s) : todo les está permitido
confrontación de Pablo con sus adversarios teológicos aparece el (6,12; 10,23). Por tanto, no es extraño que consideren superada
significado que él da a la muerte de Cristo. la moral: el hijo puede acostarse con su madre; frecuentan las
Vamos a exponer esa teología en el contexto de tal polémica. prostitutas (6,13ss), toman parte en los sacrificios paganos y co-
Las cartas de Pablo, tal vez con excepción de Romanos, son es- men las carnes sacrificadas (8,lss; 10,23ss); ignoran a los más
critos ocasionales, muy vinculados a una problemática concreta. débiles, lo mismo que al Jesús débil y crucificado.
Es una teología comprometida, funcional, poco sistemática. Lo Lo que Pablo esperaba para un futuro próximo, estos hele-
cual no significa que no tenga como fondo un pensamiento articu- nistas convertidos lo traducían en una escatología presente, en un
lado. Pablo era un teólogo de talla extraordinaria; pero nunca entusiasmo psíquico basado en la posesión de la plenitud y la
elaboró una síntesis completa. Las diversas intervenciones ocasio- perfección.
nales permiten entrever su edificio teológico, de una arquitectura Pablo responde con una argumentación demoledora y refuta
poco común. punto por punto tal concepción a la luz de una teología de la cruz
y del Cristo crucificado: Christós stauromenos. La cruz denuncia
a) La libertad no es de los otros, sino para los otros. esta fanfarronería, desenmascara esa ostentación del propio poder
y de una perfección farisaica. La cruz muestra qué es toda la
En la primera carta a los Corintios, Pablo se enfrenta a cier- bondad del m u n d o : locura y estiércol. Si el mundo pudiera sal-
tos pseudoteólogos, que se han convertido por la predicación del var, si la sabiduría de los griegos pudiera redimir al hombre,
Apóstol, pero que distorsionan sus intenciones teológicas. Afirman si la ley judía pudiera liberar con sus milagros, la cruz sería
¡que no habrá resurrección. Nosotros somos ya los resucitados. totalmente innecesaria. Pero el hecho de la cruz demuestra el fra-
Conciben de forma tan radical la recepción del Pneuma en el caso de la sabiduría griega y de la santidad judía. Todo es locura
bautismo (1 Cor 6,11), que se consideran ya resucitados y pneu- y escándalo. Sólo hay una sabiduría: la de la cruz. La sabiduría
máticos (1 Cor 2,13ss; 3 , 1 ; 13,1; 14,37). Como prueba de que griega y judía es vana y a nada conduce; lleva a lo que llevó a
poseen el Espíritu de resurrección aducen los carismas espiritua- la comunidad, a la inversión de todos los valores, a la amoralidad
les y de sabiduría (1,20; 2,1.4-13; 12,8), la glosolalia y el éxtasis y a la división y oposición entre los distintos grupos. El bautismo
(12,10; 13,1; 14,2ss). Los que poseen tales carismas se vanaglo- crea comunidad con el Señor (1,9), y el Espíritu que en él se
rian y viven con un entusiasmo casi fanático. Se les llama «psí- recibe no es Espíritu de división, sino de unión (cap. 1 2 ) ; los
quicos» (espirituales: 2,14) y se distinguen de los carnales o in- carismas no son para promocionarse uno mismo, sino para edi-
maduros (3,3; 13,11). Los espirituales creen estar ya en la pleni- ficar a la comunidad. Es preferible pronunciar una sola palabra
tud y en la resurrección; por eso son «sabios» (1,26; 3,18; 6,5), inteligible que diez mil ininteligibles. La comunión con Cristo
alardean y ofenden a los otros, menos espirituales o incluso car- excluye radicalmente el contacto con las prostitutas (6,12-20).
nales (8,1.10; 13,2.8), se juzgan perfectos (2,6; 13,10; 14,20). Con el tema de la cruz Pablo deshace las ilusiones de los entu-
No creen en una resurrección futura, pues la resurrección se ha siastas y les hace enfrentarse con las realidades concretas del
producido ya (15,12; cf. 2 Tim 2,18). De ahí que no quieran tiempo presente; en él conservan su fuerza la carne y la sangre
saber nada del Jesús terreno y crucificado. Sólo se interesan por y, en la medida en que permanecen la carne y la sangre, no está
380 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Interpretaciones de la muerte de Jesús 381

presente el reino. El reino se hace ya presente por el bautismo, ,ahí el empeño de Pablo en defender la cruz como núcleo de la
la fe, la eucaristía y el Espíritu; pero también pervive la carne fe cristiana.
con sus obras. La cruz muestra qué puede la carne: matar y lle-
b) Función soteriológica y escatológica
var a la muerte. Cristo murió por obra de la carne. Por eso, el
de la muerte de Jesús.
cristiano debe vivir una dimensión ascética. La esperanza de la
resurrección no nos transporta aún al mundo futuro. Tenemos La segunda carta a los Corintios presenta una situación dife-
que vivir nuestra esperanza dentro de este viejo mundo, en el rente. Entre la elaboración de la primera y la segunda carta ocu-
que impera el pecado. Por eso se imponen la prudencia, el segui- rrieron algunos hechos nuevos. Aparecieron en la comunidad pre-
miento humilde de la cruz, la renuncia, la atención a los otros dicadores taumatúrgicos, pneumáticos, de estilo griego, llamados
y el amor a los demás, sean fuertes o débiles. Vivir así la cruz es iheioi ándres, los cuales se presentaban como recomendados por
experimentar el poder y la sabiduría de Dios (1,24). l'ablo (1 Cor 3 , 1 ; 5,12; 10,12). Lo mismo que los espirituales
La cruz de Cristo pasa a ser la instancia crítica para juzgar de la primera carta, estos predicadores son entusiastas de la no-
la sabiduría cristiana, que es como el amor, el cual soporta todo vedad del Espíritu. Afirman que el resucitado habla por ellos
y perdona todo, lo cree todo y espera y disculpa todo. No es jac- con hechos milagrosos (2 Cor 12,1 l s s ; 13,3). Pero también tienen
tancioso, no se ensoberbece, no se irrita, no guarda rencor; es dificultad en admitir el valor de la muerte y de la cruz de Cris-
paciente, benigno y se complace en la verdad (cf. 13,4-6). La to, que para ellos son signo de flaqueza y no de la presencia del
cruz permite determinar la verdad del pensamiento cristiano y el Kspíritu. Incluso en la debilidad y la carencia de dotes oratorias
comportamiento concreto del creyente. En la cruz se disciernen con que el mismo Pablo se presenta ven una señal de que el Es-
los espíritus y las prácticas. píritu y el Resucitado no lo legitiman (1 Cor 1,17; 2,lss; 4,8-13;
La predicación de la cruz adquiere una función escatológico- 15,8-11; 2 Cor 11,21; 10,1.10; 11,6).
crítica: no es posible soslayarla ni vaciarla (1 Cor 1,17; cf. 12,3); A diferencia de los espirituales de la primera carta, éstos sien-
tampoco cabe considerarla como algo retrógrado o perteneciente ten una gran veneración por Cristo, que no sólo trajo una nueva
a un pasado ya superado (Gal 5,11); pero tampoco debemos miti- alianza, sino que completó la de Moisés por medio de acciones
ficarla (2 Cor). maravillosas. Era un theios anér: un hombre divino, un héroe
La cruz nos obliga a aceptar una sabiduría diferente, la de semejante a los griegos. Un superhombre que había roto las ba-
Dios, que no se presenta con grandilocuencia, sino que se mani- rreras de lo humano y había entrado en la esfera de lo divino.
fiesta en la capacidad de aceptar las actividades cotidianas y las Probó su grandeza con obras maravillosas, de modo que fue
debilidades. Los que, como los entusiastas de Corinto, desprecian realmente la manifestación de Dios (2 Cor 13,3; 12,9).
a los débiles y a los que aún están en el camino del Espíritu, tienen En esta concepción de Cristo no cabían, evidentemente, la
que despreciar también al Crucificado y maldecirlo, como en rea- cruz y el sufrimiento. A tal énfasis en la grandeza y la gloria
lidad hicieron. Pero olvidan que fue en esta debilidad donde Dios de Jesús, Pablo contrapone la cruz y el sufrimiento, la debilidad
manifestó la fuerza y la salvación. El Señor, al aparecer como y la muerte de Cristo. Y lo hace para evitar que el misterio
débil en el mundo, se comprometió con los otros y dio su vida por cristiano se convierta en mitología griega y que Cristo quede
ellos librándolos del desamparo y la soledad. No recorrió el ca- reducido a un héroe de la cultura helenística popular. No se
mino de la libertad de los otros, sino el de la libertad para los trata de exaltar la resurrección como un portento milagroso,
otros. Por eso recorrió, palmo a palmo, la senda del amor hasta sino de aceptarla como transfiguración de la muerte y de la cruz.
el límite, con todas sus consecuencias. En esta debilidad del que De ahí que Pablo insista en que Cristo vivió la condición
nada podía se manifestó la fuerza propia del a m o r : la de conquis- terrena de la vida y murió in conspectu omnium (2 Cor 5,14b).
tar los corazones e introducir una verdadera revolución salvadora. Pero lo excepcional radica en que, a través de esa flaqueza hu-
La muerte y la cruz constituyen una llamada a su seguimiento. mana y de esa muerte, Dios actuó de forma definitiva y total
Sin ellas carecería de sentido la realidad de la resurrección. De para la salvación de los hombres. Jesús nos dio en su pobreza la
382 Pasión de Cristo y sufrimiento humano lnterpretaeiones de la muerte de Jesús 383

riqueza de Dios (8,9); en su impotencia nos comunicó la fuerza vedad del cristianismo. Desea seguir observando la ley mosaica
de la vida divina (13,4); por amor se hizo pequeño y se entregó que, en su opinión, nos hace justos ante Dios. Pablo, que ha sido
por nosotros (5,14); así nos trajo la salvación y la reconciliación fariseo y sabe por experiencia qué significa vivir bajo la ley, des-
divina. encadena una rigurosa batalla teológica contra la contaminación
La reconciliación, la vida nueva y la salvación que se dan legalista del cristianismo. El que hace depender su salvación de
siempre que los hombres imitan y viven ese modo de existir y de la observancia de la ley, está perdido. Nunca llega a cumplirla
vivir de Jesús (6,10; 12,9-10; 5,18-20). de forma que pueda sentirse seguro. Siempre está en deuda; por
Pablo destruye en la comunidad la ilusión de que es posible eso cae bajo la losa del pecado y la maldición (3,23; 4 , 3 ; 3,22;
mejorar la situación presente hasta el punto de conseguir una 2,17; 3,10).
autorredención. Para el Apóstol, Cristo no es un héroe griego: no Dios nos liberó de esa maldición haciendo que Jesús naciera
tiene una fuerza hercúlea, ni una inteligencia apolínea, ni poder bajo la condición del pecado y la maldición (Gal 4,4; 3,13). El
de hacer portentos. Con su muerte y con su cruz representa, más mismo se hizo maldición para que nosotros fuésemos bendición.
bien, la crisis de los proyectos humanos, que acaban siempre en No nos salvan nuestras obras, que se quedan siempre por debajo
la cruz. La resurrección, por tanto, no debe entenderse como su- de las exigencias de la ley. Lo que nos salva es la fe en Jesucristo,
blimación de la presente situación del hombre. Sólo tiene sentido que asumió nuestra situación y nos liberó (Gal 5,1). El hombre
si el hombre muere, pues sólo entonces puede ser reasumido y puede tener seguridad en Dios, no en sus propias obras. Pero esto
llevado a su plenitud, no por su propio esfuerzo e iniciativa, sino no significa que la fe nos dispense de las obras. Las obras siguen
por obra de Dios. De ahí que la resurrección haya introducido a la fe: son consecuencia de ella y de la entrega confiada al Dios
algo verdaderamente nuevo y cualitativamente distinto en la his- que nos aceptó y liberó en Jesucristo. Por eso recalca Pablo que
toria : la intervención escatológica de Dios por su medio. «Quien somos justificados por la fe en Jesucristo sin las obras de la ley
está en Cristo es nueva criatura; lo viejo ya acabó» (5,17). Pero (2,16).
esto hay que entenderlo así: quien vive como Cristo y, por tanto, Esta fe en Dios por Jesucristo nos libera realmente para un
está en él (asimilando la muerte y la cruz), es nueva criatura y verdadero trabajo en el mundo. No necesitamos acumular obras
resucita. Esa vida nueva está ya presente; pero no del todo, pues de piedad con el fin de salvarnos. Las obras no son suficientes.
todavía sufrimos y padecemos (2 Cor 6,4ss). Sin embargo, funda- Si estamos salvados por la fe, podemos dedicar nuestras fuerzas
menta la esperanza y la confianza en aquel que resucita a los a amar a los otros, a construir un mundo más fraterno, con la
muertos (1,9). La salvación y el mundo futuro sólo existen para fuerza de la fe y la salvación que se nos ha regalado. Por eso
quien se abre al amor de Dios que se manifestó en la debilidad dice Pablo que la libertad para que hemos sido liberados (5,1)
de la cruz, y asume su propia debilidad. Jesús no se hizo grande no debe llevarnos a la anarquía, sino a servir a los demás (5,13)
a costa de los otros, sino que se hizo pequeño para todos y sirvió y a realizar buenas obras de fraternidad, de alegría, de miseri-
a todos hasta el extremo de morir por todos (5,14; Gal. 2,20; cordia (5,6).
Rom 8,35). Con su muerte, Cristo nos libró de la preocupación neurótica
Así, pues, Pablo ve en la cruz el argumento para combatir el de acumular obras piadosas para salvar el alma, lo cual nos ataba
entusiasmo de los helenistas de Corinto y el evolucionismo de los las manos y nos hacía farisaicamente piadosos. Ahora, libres, po-
judeocristianos de la misma comunidad. demos usar nuestras manos para el servicio del amor. Esto consti-
tuye una dimensión nueva del cristianismo; libera para la cons-
trucción del mundo y no para una piedad meramente cultual y
c) La muerte de Cristo nos liberó de la maldición centrada exclusivamente en la salvación del alma. La piedad, la
inherente al incumplimiento de la ley. oración y la religión son manifestaciones del amor de Dios ya
recibido y de la salvación ya comunicada. Tienen una estructura
En la carta a los Gálatas, Pablo se enfrenta a un grupo de cris-
de acción de gracias y de libertad frente a las preocupaciones.
tianos que quiere conservar la tradición judía junto con la no-
384 Pasión de Cristo y sufrimiento humano
Interpretaciones de la muerte de Jesús 385
Hay otros muchos aspectos de la muerte de Cristo que fueron
nueva obediencia. Cristo es el fin de todos los sacrificios cultuales.
objeto de la reflexión y la predicación de Pablo, particularmente
No debemos interpretarlo en términos de sacrificio cultual. Para
la temática de la justificación. No podemos entrar en todos ellos.
confirmar este aserto basta leer 13,15: «Por su medio ofrezcamos
Nos hemos detenido en algunos puntos que hemos considerado de
continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el tributo
especial interés para la situación actual de la teología.
de los labios que bendicen su nombre. No os olvidéis de la solida-
ridad y de hacer el bien, que tales sacrificios son los que agradan
a Dios». Aquí vemos cómo la fe libera al hombre para una ac-
5. La muerte de Cristo como sacrificio
ción liberadora y secularizadora en el mundo.
en la carta a los Hebreos
En esta interpretación, Cristo es la única expiación por los pe-
cados del mundo y continúa ahora intercediendo y ejerciendo su
La carta a los Hebreos, escrita por un discípulo de Pablo, es
función junto a Dios. Su sacrificio no se reduce al momento de
una de las más grandes creaciones teológicas del Nuevo Testamento.
la muerte. La muerte no constituye propiamente la acción salví-
Se redacta en tiempos de persecución (10,32ss; 13,2). La comu-
fica, sino que la posibilita: por la muerte entra el sumo sacerdote
nidad está abatida y sin esperanza (3,7-4,11; 5,11-14; 2,15; 12,
en el Santo de los Santos para comenzar a ejercer su función
12ss). Experimenta en su carne hasta qué punto es verdadera la
intercesora. Jesucristo no es sacerdote en el tiempo, según el orden
frase de Cicerón sobre la cruz: «Suplicio cruelísimo y aterrador» 2.
de Aarón, sino que se convirtió en sacerdote, para más allá del
La cruz es vergüenza y oprobio (12,2; 13,13). Muchos apostatan
tiempo, en la eternidad, según el orden de Melquisedec (Heb 7,
(10,39; 12,15). El pastor de la carta a los Hebreos escribe esta
11-28). Se trata, pues, de un sacerdocio transhistórico, escatológico,
exhortación para fortalecer y consolar. Su argumentación es doble:
en régimen de resurrección. En este sentido, Cristo continúa su mi-
1) Creer significa también sufrir y morir para entrar en la
nisterio de intercesión y de redención a través de los siglos.
plenitud celestial (cap. 12). En esta perspectiva se sitúa también
Jesucristo: sufrió, fue torturado, tuvo que aprender con dolor la Aunque Hijo, Cristo sufrió porque quería ser permanente-
obediencia y aceptar con lágrimas la muerte. El es el ejemplo y mente el sumo sacerdote en favor de todos los hombres. Ese sa-
el prototipo de la fe y de la fidelidad (12,3). Es el precursor en crificio no puede identificarse con la misa. El autor no piensa
la patria celestial. en un acto cultual específico como la misa, sino en el significado
salvífico de la presencia de Cristo junto a Dios a través de su
2) Con Jesús llegó la salvación definitiva para todos. Para
muerte. La muerte permitió a Cristo ser sumo sacerdote. Ahora
explicar esto, el autor de la carta recurre al célebre día de la re-
él desempeña esa función. Por eso estamos asistidos y somos re-
conciliación judía. Con su propia sangre, no con la de las vícti-
dimidos permanentemente.
mas, el sumo sacerdote Jesús entró de una vez por todas en el
Santo de los Santos celeste atravesando el velo (su muerte) y allí
está delante de Dios, cara a cara, para expiar por nuestros peca-
dos e interceder por nosotros (7,25; 9,24; cf. 6,19; 8 , 1 ; 9,12;
10,4; 12,12ss). Se contempla su muerte a partir del culto sacri-
ficial. Cristo es a la vez el sacrificio, la víctima y el sacerdote.
Pero hay que tener en cuenta que la muerte de Cristo no es
un sacrificio como los del templo. De ahí que la argumentación
comience sentando que Dios no quiere sacrificios ni ofrendas; no
le agradan. Dios dio un cuerpo a Cristo... para que cumpliera la
voluntad divina (10,5-7). Dios rechazó los sacrificios y quiso una

2
Cicerón, Contra Yerres II, 5, 165.
Interpretaciones en la tradición teológica 387

VI cambiar: Dios o el hombre ? ¿ Debe Dios cambiar su ira en bondad


o es el hombre el que ha de convertirse de pecador en justo?
PRINCIPALES INTERPRETACIONES Confesamos que Cristo nos liberó del pecado, y nosotros con-
DE LA MUERTE DE JESÚS tinuamos pecando. Decimos que nos libró de la muerte, y seguimos
EN LA TRADICIÓN TEOLÓGICA: muriendo. Que nos reconcilió con Dios, y permanecemos en su
SU CADUCIDAD Y ACTUALIDAD * enemistad. ¿Cuál es el sentido concreto y verdadero de la libera-
ción de la muerte, del pecado y de la enemistad? El vocabulario
empleado para expresar la liberación de Jesucristo refleja situa-
Hemos visto la interpretación que Jesús dio a su muerte y los ciones sociales muy concretas, lleva consigo intereses ideológicos
ensayos de interpretación de la Iglesia primitiva. Ahora vamos a y articula las tendencias de una época. Así, una mentalidad mar-
analizar las principales imágenes de que se ha servido la tradición cadamente jurídica hablará en términos jurídicos y comerciales de
de la fe para hacer comprensible, significativa y actual la muerte rescate, de redención de los derechos de dominio que Satán tenía
salvífica de Jesús. sobre el pecador, de satisfacción, de mérito, de sustitución pe-
Todas las interpretaciones, por dispares que puedan parecer, nal, etc. Una mentalidad cultual se expresará en términos de sa-
quieren traducir la fe profunda y la esperanza de que, gracias a crificio, mientras otra preocupada con la dimensión social y cul-
Dios, fuimos liberados por nuestro Señor Jesucristo (cf. Rom 7, tural de la alienación humana predicará la liberación de Jesu-
2 5 ) . Constituyen una respuesta al interrogante más fundamental de cristo.
la existencia humana.
¿En qué sentido entendemos que la muerte de Cristo formaba
¿Cómo hacer creíble y aceptable tan gozosa respuesta? Las
parte del plan salvífico del Padre? ¿Formaban parte de ese plan
imágenes y representaciones que la piedad, la liturgia y la teolo-
el rechazo de los judíos, la traición de Judas y la condena por
gía emplean para expresar la liberación de Jesucristo, ¿resaltan
parte de los romanos? En realidad, ellos no eran marionetas al
o, por el contrario, ocultan hoy para nosotros el aspecto verda-
servicio de un plan trazado a priori o de un drama suprahistórico.
deramente liberador de la vida, muerte y resurrección de Cristo?
Fueron agentes concretos y responsables de sus decisiones. La muer-
Decimos que Cristo nos redimió con su sangre, expió satisfacto-
te de Cristo —como hemos visto detalladamente— fue humana,
riamente con su muerte nuestros pecados y ofreció su propia vida
os decir, consecuencia de una vida y de una condenación provo-
como sacrificio para la redención de todos. Pero ¿qué significa
cada por actitudes históricas tomadas por Jesús de Nazaret.
realmente todo eso? ¿Comprendemos lo que decimos? ¿Podemos
No basta repetir servilmente las fórmulas antiguas y sagradas.
de verdad pensar que Dios estaba airado y que se apaciguó con
Tenemos que intentar comprenderlas para captar la realidad que
la muerte de su Hijo? ¿Puede alguien sustituir a otro, morir en
quieren traducir. Esa realidad salvífica puede y debe expresarse
su lugar y continuar el hombre con su pecado? ¿Quién tiene que
de muchas maneras; siempre fue así en el pasado y lo es también
en el presente. Cuando hoy hablamos de liberación significamos
* Sobre el tema de este capítulo, cf. J. Riviére, Le dogme de la rédemption,
en DTC XX 1912-1957; Ch. Duquoc, Cristología. Ensayo dogmático sobre Jesús con esa expresión toda una tendencia y una encarnación concreta
de Nazaret (Salamanca 1974); G. Aulen, Christus victor (París 1959); de nuestra fe, de la misma manera que cuando san Anselmo se
L. Richard, Le mystére de la rédemption (Toulouse 1959); B. Willems- expresaba en términos de satisfacción vicaria reflejaba, tal vez sin
R. "Weier, Soteriologie von der Rejormation bis zar Gegenwart, en Handbuch tener conciencia de ello, una sensibilidad propia de su mundo feu-
der Dogmengeschichte III/2 (Friburgo 1972); H. Kessler, Die theologische
Bedeutung des Todes Jesu (Dusseldorf 1970); G. Girones, Jesucristo. Tratado dal : la ofensa hecha al soberano supremo no puede ser reparada
de soteriología cristológica (Valencia 1973); G. Greshake, Der Waniel der por un vasallo inferior. Nosotros tenemos una aguda sensibilidad
Erlósungsvorstellungen in der Theologiegeschichte, en Erlósung und Emanzi- para la dimensión social y estructural de la esclavitud y de la
pation (Friburgo 1973) 69-101; J. Sobrino, Cristología desde América Latina alienación humana. ¿Cómo y en qué sentido es Cristo liberador
(México 1976) 173-186; L. Maldonado, La violencia de lo sagrado (Salamanca
1974); K. Rahner, Der eine Mittler und die Vielfalt der Vermittlungen, en «también» de esta antirrealidad?
Schriften zur Theologie VIII (Einsiedeln 1976) 218-235. Nuestras reflexiones se van a centrar en desmontar. Se trata
388 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Interpretaciones en la tradición teológica 389

de someter a un análisis crítico tres representaciones comunes de mortal y finita. La constitución de este punto matemático de la
la acción salvífica de Cristo: la del sacrificio, la de la redención encarnación es suficiente para que toda la creación quede afectada
y la de la satisfacción. Hablamos de desmontar y no de destruir. y redimida. No interesa tanto el hombre concreto Jesús de Naza-
Los tres modelos referidos son construcciones teológicas que pre- ret, su itinerario personal, el conflicto que provocó con la situa-
tenden recoger, dentro de un determinado tiempo y espacio cul- ción religiosa y política de su tiempo, cuanto la humanidad uni-
tural, el significado salvífico de Jesucristo. Desmontar significa ver versal representada por él. El agente de la redención es Dios. El
la casa a través del plano con que se construyó, rehacer el proceso es quien se autocomunica a la creación, elevándola y divinizán-
de construcción, mostrando la temporalidad y, eventualmente, la dola. Se hace abstracción de lo histórico en Jesús de Nazaret. La
caducidad del material utilizado y destacando el valor permanente encarnación se considera estáticamente, como el primer momento
de su significado y su intención. No hace falta explicar el sentido de la concepción virginal de Jesús, Dios-hombre. Ahí radica todo.
positivo que damos a la palabra «crítica»: es la capacidad de dis- No se tiene en cuenta el aspecto dinámico e histórico del creci-
cernir el valor, el alcance y las limitaciones de una afirmación miento de Jesús, sus palabras, las diversas fases de su vida, sus
determinada. decisiones, tensiones y encuentros, que, a medida que iban surgien-
do, eran asumidos por Dios y realizaban la acción salvífica.
En esta perspectiva, la redención actual se efectúa al margen
1. ¿Qué es propiamente redentor en Jesucristo: de la historicidad concreta del hombre. No se trata de plasmar la
el comienzo (la encarnación) o el fin (la muerte)? redención en una praxis humana más fraterna, justa y equitativa,
sino de participar subjetivamente en un acontecimiento objetivo
En la tradición teológica y en los textos litúrgicos aún vigen- que sucedió en el pasado y se actualiza en la Iglesia, prolongación
tes se nota una limitación en el modo concreto de concebir la re- de la encarnación del Verbo, mediante los sacramentos y el cul-
dención. Esta se centra en dos puntos matemáticos: o en el co- to, que, a su vez, divinizan al hombre.
mienzo de la vida de Cristo (la encarnación) o en el fin (la pa- Otro tipo de teología, influido por la mentalidad ético-jurídica
sión y la muerte en cruz). El mismo credo adoptó esta estructu- de los romanos, pone en la pasión y muerte de Cristo el punto de-
ración abstracta: pasa inmediatamente de la encarnación a la cisivo de la redención. Para el pensamiento romano, el mundo es
muerte y resurrección. Pone entre paréntesis la vida terrena de imperfecto no sólo por el hecho ontológico de la creación, sino,
Jesucristo y el valor salvífico de sus palabras, actitudes, acciones sobre todo, por la presencia del pecado y del abuso de la libertad
y reacciones. humana. El hombre ha ofendido a Dios y ha violado el recto orden
La teología influida por la mentalidad griega ve en la en- de la naturaleza. Debe reparar el mal causado. De ahí la necesi-
carnación de Dios el punto decisivo de la redención. Según la dad del mérito, el sacrificio, la conversión y la reconciliación. Sólo
metafísica griega, Dios es sinónimo de vida, de perfección y de así queda restablecido el orden original y se alcanza la paz. Dios
inmortalidad. La creación, por no ser Dios, es necesariamente viene al encuentro del h o m b r e : envía a su propio Hijo para que
decadente, imperfecta y mortal. Esto obedece a la estructura onto- repare vicariamente con su muerte la ofensa infinita perpetrada
lógica del ser creado. Constituye una fatalidad, no un pecado. por el hombre. Cristo vino para morir y reparar. La encarnación
Redimir significa elevar el mundo a la esfera de lo divino. De y la vida de Jesús sólo tienen valor en cuanto preparan y anticipan
esta manera el hombre, juntamente con el Cosmos, es divinizado y su muerte. El protagonista no es tanto Dios cuanto el hombre
liberado del lastre de su limitación interna. «Dios se hace hombre Jesús, que con su acción repara el mal causado. No se trata de
para que el hombre se haga Dios», dirá lapidariamente san Ata- introducir algo nuevo con la divinización, sino de restaurar el
nasio '. Con la encarnación entra en el mundo la redención, porque orden primitivo, justo y santo.
el Dios inmortal e infinito se encuentra en Jesucristo con la criatura

1
San Atanasio, De lncarnatione Verbi, 54.
Interpretaciones en la tradición teológica 391

2. Problemática y aportas de las I izó todo lo que encontró. Lo asumió críticamente purificándolo
concepciones de la redención exigiendo la conversión, el cambio, una nueva orientación y la
liberación.
Los dos modelos anteriores corren el riesgo de escindir esquizo- No queremos olvidar las implicaciones ontológicas del camino
frénicamente la encarnación y la muerte poniendo en una o en redentor de Cristo, que pueden formularse así: ¿por qué fue pre-
otra el valor redentor de Cristo. En realidad se vacía de contenido cisamente Jesús de Nazaret y no otro cualquiera quien consiguió
la vida concreta de Jesús de Nazaret, y la redención adopta un liberar a los hombres? ¿Por qué sólo él fue capaz de vivir una
carácter extremadamente abstracto. ¿Acaso no fue liberadora toda vida tan perfecta y transparente, tan divina y humana que sig-
la vida de Jesús? ¿No mostró él qué es la redención en su forma nificó la redención y la vida verdadera buscada siempre por los
de vivir, en el modo de comportarse ante las más variadas si- hombres? El logró todo eso no porque fuera un genio en materia
tuaciones y en la manera de afrontar la muerte? Todo esto falta de humanidad y religiosidad, ni como mero fruto de su esfuerzo,
en los dos modelos abstractos, el encarnatorio y el estaurológico sino porque el mismo Dios estaba encarnado en él y en él se hacía
(staurós=cruz). presente como liberación y reconciliación del mundo. Pero esta
El comienzo y el fin son considerados como magnitudes in- afirmación ontológica sólo es verdadera si aparece como explica-
dependientes y subsistentes en sí mismas. No se establece entre ción última de la historia concreta que Jesús vivió, soportó, sufrió
ellas la relación que representa la trayectoria histórica de Jesús de y superó, tal como describen los evangelios. En esa vida, que in-
Nazaret. La muerte de cruz no es una necesidad metafísica: es la cluye también la muerte y la resurrección, se manifestó la salva-
consecuencia de un conflicto y el desenlace de una condena judi- ción y la redención: no abstractamente en puntos matemáticos o
cial y, por tanto, de la decisión y del ejercicio de la libertad hu- en formulaciones, sino en una serie de gestos y actos enmarcados
mana. en la unidad coherente de una existencia entregada por completo
Además, ambas concepciones sitúan la redención en el pasado. a los otros y a Dios. Pero de este tema hemos hablado ya amplia-
No la relacionan con las mediaciones del presente. Pero cabe pre- mente.
guntar: ¿qué relación hay entre la redención de Jesucristo y la Este empobrecimiento en la forma de interpretar la fe en la
liberación del pecado social, la liberación de las injusticias estruc- acción liberadora de Cristo no se da sólo en el punto' de partida
turales, la lucha contra el hambre y la miseria humana? Estos dos (encarnación o cruz), sino también en la articulación de las imá-
.modelos no permiten dar una respuesta coherente. Sin embargo, genes empleadas para expresar y comunicar el valor universal y
las preguntas son teológicamente válidas y de palpitante actua- definitivo de la acción salvadora. Estamos pensando, particular-
lidad. mente, en tres imágenes muy frecuentes en la piedad y la teolo-
El verdadero significado de la redención y la liberación de Je- gía : el sacrificio expiatorio, la redención-rescate y la satisfacción
sucristo debemos buscarlo no en modelos abstractos y formales sustitutiva.
que escinden la unidad de su existencia, sino en la reflexión sobre Estos tres modelos se apoyan sobre un pilar común: el pecado,
el itinerario concreto que, paso a paso, siguió Jesús de Nazaret: contemplado en tres perspectivas diferentes. Este pecado, en lo que
en su vida, en su actuación, en sus exigencias, en los conflictos respecta a Dios, es una ofensa que exige reparación y satisfacción
que provocó, en su muerte y en su resurrección. La redención es condigna; en lo que respecta al hombre, reclama un castigo por
fundamentalmente una praxis y un proceso histórico que se verifica la transgresión y exige un sacrificio expiatorio; en lo que afecta
(se hace verdadero) en el choque con una situación. Jesús co- a la relación entre Dios y el hombre, significa la ruptura de esa
menzó ya a redimir con el comportamiento nuevo que exigió e relación y la caída del hombre bajo el dominio de Satán, lo cual
introdujo en el mundo que encontró. exige una redención y el precio de un rescate.
La encarnación implica la entrada de Dios en un mundo ca- En las tres maneras de interpretar la salvación de Jesucristo,
racterizado religiosa y culturalmente y, al mismo tiempo, la trans- el hombre aparece incapaz de reparar su pecado. No puede sa-
figuración de ese mundo. El no lo asumió pacíficamente ni sacra- tisfacer a la justicia divina ultrajada. Permanece en la injusticia.
392 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Interpretaciones en la tradición teológica 393

La liberación consiste precisamente en que Jesucristo sustituye al ese sufrimiento, esa pena y esa muerte? ¿A partir de qué hori-
hombre y realiza lo que éste debería hacer y que no puede realizar zonte se hace comprensible el carácter representativo universal de
por sí mismo de forma satisfactoria. Según esta teología, la mi- la obra de Cristo? ¿Qué experiencia nos permite comprender y
sericordia divina se manifiesta en que el Padre envía a su propio aceptar mediante la fe la mediación salvadora y liberadora de
Hijo para que, en lugar del hombre, satisfaga plenamente a la Cristo para todos los hombres? Tales preguntas exigen una aclara-
justicia de Dios ofendida, reciba el castigo por el pecado, la ción.
muerte, pague el rescate debido a Satán y, así, libere al hombre. Antes de desmontar y analizar críticamente esas imágenes para
Todo esto se realiza mediante la muerte expiatoria, satisfactoria, mostrar sus aspectos caducados y su validez permanente, conviene
redentora. ¿Quién quiso la muerte de Cristo? Esa teología res- aludir a su carácter simbólico y mítico. Decir, por ejemplo, que
ponderá que la quiso el Padre como forma de expiar el pecado la redención es el resultado de una lucha de Cristo con el demo-
y de restablecer su justicia violada. nio, o un rescate pagado a Dios por la ofensa hecha a él, etc., son
Como puede verse, aquí predomina una concepción jurídica evidentemente formas de hablar sobre realidades trascendentes que
y formal del pecado, la justicia y la relación entre Dios y el hom- se dan en una esfera inaccesible para el sentido histórico. Hubo
bre. Los términos expiación, reparación, satisfacción, rescate, mé- épocas en que este lenguaje no se consideraba mítico y simbólico,
rito, más que comunicar la gozosa novedad de la liberación de sino narrativo y explicativo de la realidad. Se creía en la existen-
Jesucristo, la ocultan. Se elimina violentamente el elemento histó- cia de una lucha entre Cristo y Satán y en el pago real de un
rico de la vida de Jesús. La muerte no aparece como una conse- rescate. Para nosotros, hijos de la modernidad y de la ciencia
cuencia de su vida, sino como un hecho preestablecido indepen- del lenguaje, el mito está desmitificado; pero no pierde su fun-
dientemente de las decisiones de los hombres, del rechazo de los ción; se ha elevado a la categoría de símbolo, de soporte semán-
judíos, de la traición de Judas y de la condenación por parte de tico de la revelación de realidades que sólo pueden expresarse
Pilato. ¿Puede Dios encontrar alegría y satisfacción en la violenta simbólicamente como Dios y su redención, el pecado y el per-
y sanguinaria muerte de cruz? dón, etc. Como acertadamente dice Paul Ricoeur, el mito conserva
La inteligencia de la fe tiene que desmontar esas imágenes siempre su función simbólica, es decir, «su poder de descubrir y
para salvaguardar el carácter verdaderamente liberador de la vida, revelar los lazos del hombre con lo sagrado». Estos lazos deberán
muerte y resurrección de Jesús. En toda esta soteriología falta por aparecer en nuestro análisis, pues de lo contrario perderíamos la
completo la resurrección. Según ella no habría sido preciso que Cris- ligazón con el pasado y su lenguaje.
to resucitara. Habría podido redimirnos con el simple hecho de su-
frir, derramar su sangre y morir en la cruz. No podemos ocultar
las peligrosas limitaciones de este modo de interpretar el significa- 3. El modelo del sacrificio expiatorio:
do salvífico de Jesucristo. muerto por el pecado de su pueblo
Además, estos tres modelos suscitan algunas cuestiones que
deben responderse adecuadamente para no dar la sensación de que Siguiendo la carta a los Hebreos, la tradición interpretó la
nos hallamos ante unas imágenes mitológicas y arcaicas, cosa que muerte de Cristo como un sacrificio expiatorio por nuestras ini-
comprometería el contenido histórico-fáctico de la liberación de quidades. «Aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño
Jesucristo. ¿Qué significa el carácter sustitutivo de la muerte de en su boca» (Is 53,9), Jesús «fue castigado por nuestros crímenes»
Jesús? ¿Puede alguien sustituir a un ser libre sin recibir de él (Is 53,9) y «muerto por el pecado de su pueblo» (Is 53,8), y «en-
una delegación? ¿Cómo hay que concebir la mediación de Jesu- tregó su vida como sacrificio expiatorio» (Is 53,10). El modelo
cristo con respecto a los hombres que vivieron antes o después está tomado de la experiencia ritual y cultual de los sacrificios de
que él y con respecto a los que nunca oyeron hablar del evangelio los templos. Con los sacrificios, los hombres creían que, además
ni de la redención? El sufrimiento, la pena y la muerte de un de honrar a Dios, aplacaban su ira provocada por la maldad
inocente, ¿eximen de culpa y de castigo al criminal que causó humana. Así, Dios volvía a ser bueno y amable. Ningún sacrificio
394 Pasión de Cristo y sufrimiento humano
Interpretaciones en la tradición teológica 395
humano conseguía por sí mismo apaciguar definitivamente la ira
divina. La encarnación hizo posible un sacrificio perfecto e inmacu- mortal no hace más que completar y formalizar la estructura que
lado que pudiera complacer plenamente a Dios. Jesús aceptó li- marcó toda la historia personal: me transporta a la riqueza del
bremente ser sacrificado representando a todos los hombres ante Otro como expresión de amor consciente. Esa actitud constituye
Dios para conquistar el perdón divino total. En cierto modo, la el verdadero sacrificio cristiano, como dice san Pablo: «Por la
ira divina se desahogó y aplacó plenamente con la muerte violenta misericordia de Dios, os ruego, hermanos, que ofrezcáis vuestros
de Jesús en la cruz. Jesús soportó todo como expiación y castigo cuerpos (expresión hebrea para designar la vida) como hostia viva,
por el pecado del mundo. santa y agradable a Dios, como vuestro culto espiritual» (acorde
con la nueva realidad del Espíritu traída por Cristo) (Rom 12,1).
a) Sus limitaciones.
b) Su valor permanente.
Mientras hubo una base sociológica para los sacrificios cruen-
tos y expiatorios, como en la cultura romana y judía, este modelo La idea de sacrificio está profundamente enraizada en la exis-
tencia humana. Sacrificio, como aún se dice en el lenguaje popu-
fue perfectamente comprensible. Al desaparecer tal experiencia, el
lar, es la donación costosa y difícil de sí mismo. «Generalmente,
modelo comenzó a resultar problemático, y hubo que comenzar a
el mal, el sufrimiento, el pecado, la inercia, la costumbre, muchos
desmontarlo y reinterpretarlo. Jesús, situándose en la tradición pro-
de los elementos que nos rodean (económicos, sociales, culturales,
fética, no pone el acento en los sacrificios y holocaustos (cf. Me políticos) tienden a sofocar el brote de vida cuyas infinitas po-
7,7; 12,33; Heb 10,5-8), sino en la bondad y la misericordia, en tencialidades percibimos. Por el sacrificio actualizamos el paso de
la justicia y la humildad. Dios no quiere las cosas del hombre, la vida en nosotros y en el mundo. Mantenemos su tensión. Este
sino simplemente al h o m b r e : quiere su corazón y su amor. sacrificio es la expresión del amor». Lo trágico del sacrificio fue
El aspecto vindicativo y cruento del sacrificio no se compagina que se identificó con los gestos y los objetos sacrificiales, los
con la imagen de Dios Padre que Jesucristo nos reveló. Dios no cuales dejaron de ser expresión de la conversión profunda del
es un Dios airado, sino alguien que ama a los malos e ingratos hombre a Dios. Esta conversión es la que constituye el verdadero
(Le 6,25). Es amor y perdón. No espera a los sacrificios para sacrificio, en cuanto entrega incondicional a Dios, que se exterio-
otorgar su perdón, sino que se anticipa al hombre y rebasa con riza en los gestos y en los objetos ofrecidos. Como decía san Agus-
su benevolencia todo lo que éste puede hacer o desear. El autén- tín, el sacrificio visible es el sacramento, el signo visible del sa-
tico sacrificio consiste en abrirse a Dios y entregarse a él filial- crificio invisible 2 . Sin esta actitud interior de conversión el sacri-
mente. Cada hombre es sacrificio en la medida que se entrega y ficio exterior es algo vacío.
acepta la finitud de la existencia, se sacrifica, se desgasta y empeña La vida humana posee, ontológicamente, una estructura sacri-
su ser, su tiempo y sus energías en la búsqueda de una vida más ficial. En otras palabras: está estructurada de tal forma que sólo
liberada para el otro y para Dios. Cada uno es sacrificio en la es verdaderamente humana cuando se abre a la comunión, se auto-
medida en que acoge la muerte dentro de su vida. La muerte no entrega, muere en sí misma y se realiza en el otro. Únicamente
es el último átomo de la vida: es la misma estructura de la exis- cuando se da esta entrega puede salvar el sacrificio. San Juan lo
tencia, que es mortal y que, por eso, en la medida en que vive, dice magistralmente: «Quien tiene apego a la propia existencia,
va muriendo lentamente hasta acabar de morir y de vivir. Acoger la pierde; quien se entrega, se conserva para la vida eterna» (Jn
la muerte dentro de la vida es aceptar la caducidad de la existen- 12,24-25). Dios reclama siempre ese sacrificio, no porque lo exija
cia, no como una fatalidad biológica, sino como una oportunidad su justicia ni porque él deba ser aplacado, sino porque lo necesita
de dar libremente la vida que nos va siendo arrancada. Yo debo el propio hombre, que sólo puede vivir y subsistir humanamente
evitar que se me esfume la vida por el desgaste biológico. Con entregándose al Otro y despojándose de sí mismo para dejarse
una libertad que acepta el límite infranqueable, puedo entregarla
2
y consagrarla a Dios y a los otros. El último instante de la vida San Agustín, De civitate Dei, l.X, § 5.
396 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Interpretaciones en la tradición teológica 397

llenar de la gracia de Dios. En este sentido, Cristo fue el sacrifi- Para la Biblia, que refleja una cultura nomádica, la redención
cio por excelencia, pues realizó de forma radical el «ser para los consiste también en la liberación del hombre de la falta de agua
otros». No sólo fue sacrificio su muerte, sino toda su vida, ya que y de pastos. Significa el éxodo de una situación de carencia a
toda ella fue entrega. Si consideramos únicamente el aspecto otra de abundancia. Para el pueblo de Israel, que tenía también
cruento de su muerte, a la manera de los sacrificios antiguos, per- la experiencia de un verdadero cautiverio en Egipto, la redención
demos la especificidad del sacrificio de Cristo. El habría sido sa- es asimismo la salida liberadora de una situación de esclavitud a
crificio aunque no hubiera sido inmolado ni hubiera derramado otra de libertad. La redención está ligada a categorías espaciales
su sangre. El sacrificio no consiste en esto, sino en la entrega y locales: paso de un lugar a otro.
total de la vida y la muerte. Esta entrega puede adoptar histórica- Cuando Israel se hace sedentario, traslada el esquema al plano
mente el aspecto de muerte violenta y derramamiento de sangre. temporal. Dios redimirá al pueblo llevándolo del tiempo provi-
Pero no es la sangre «en sí» ni la muerte violenta «en sí» lo que sional a un tiempo definitivo, en el horizonte del futuro y de lo
construye el sacrificio. Ambas son manifestación y plasmación del escatológico. La redención es peregrinar a través de la historia en
sacrificio interior en cuanto proyecto de vivir dejándose guiar por un proceso permanente de superación y liberación de los meca-
Dios, y sometiéndose incondicionalmente al designio del Misterio. nismos de opresión que acompañan siempre a la vida. En esta
Si la vida humana se estructura como sacrificio, podemos decir perspectiva, Cristo aparece como el que ya ha llegado al término
que en Cristo esa vida se manifestó de forma definitiva y escatoló- y, por tanto, se ha liberado de todo el peso del pasado alienante
gica. Por eso es él el sacrificio perfecto y la salvación presente. de la historia. Es el punto Omega y, como tal, hace que converjan
La salvación es la plena hominización. Y hominizarse por completo en él todas las líneas ascendentes. De esta forma es el redentor
es salir totalmente de sí mismo y abandonarse radicalmente a Dios, del mundo.
hasta el punto de ser uno con él. El sacrificio representa, paradig-
máticamente esa dimensión y, por ello, realiza la plena hominiza- a) Sus limitaciones.
ción y la salvación del hombre. Jesucristo cumplió todo eso e
invita a los hombres, con los que es solidario ontológicamente, a El modelo del cautiverio y del rescate quiere revelar la gra-
hacer lo mismo. En la medida en que lo hacemos, nos salvamos. vedad de la perdición humana. No éramos dueños de nosotros
Por consiguiente, el modelo de sacrificio, purificado de sus mismos, sino que estábamos dominados por algo que no nos de-
adherencias míticas y paganas, conserva una riqueza permanente jaba existir auténticamente. Las limitaciones de este modelo radi-
y válida todavía. can en que en la redención y en el precio pagado por ella inter-
vienen sólo Dios y el demonio. El hombre es un espectador inte-
resado, pero no un participante. Se desarrolla un drama salvífico
4. El modelo de la redención y el rescate: suprahistórico. Y una redención tan extrínseca a la vida no puede
triturado por nuestras iniquidades ser experimentada. El hombre necesita combatir y ofrecer su pro-
pia vida. No nos sentimos manipulados por Dios ni por el de-
Esta forma de concebir la salvación de Jesucristo está relacio- monio porque advertimos que conservamos nuestra libertad y el
nada con la antigua esclavitud. Se pagaba un determinado precio sentido definitivo de nuestras decisiones. Pero vivimos la expe-
para librar al esclavo: era el rescate. Así quedaba redimido (re- riencia de una libertad cautiva y de unas opciones ambiguas.
dimir proviene de los términos latinos emere, comprar, y redi-
mere, comprar y liberar mediante un precio) el esclavo. La muer- b) Su valor permanente.
te de Cristo fue el precio que Dios exigió y que fue pagado para
rescatar a los hombres prisioneros de Satán. Estábamos tan so- A pesar de estas limitaciones intrínsecas, la imagen de la re-
metidos al dominio de lo demoníaco, de lo alienante y del cauti- dención y el rescate posee un valor permanente. El hombre no
verio que no podíamos librarnos por nosotros mismos. tiene, ni siquiera en el ámbito cristiano, la experiencia de una
398 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Interpretaciones en la tradición teológica 399

liberación total. La liberación se realiza en el marco de una de san Anselmo, en el que se advierte una fuerte tendencia al
profunda percepción del cautiverio en que se encuentra la huma- racionalismo, latente en toda la Escolástica, se centra en encon-
nidad. Nos sentimos constantemente esclavizados por sistemas trar una razón necesaria que permita justificar la encarnación de
opresivos, sociales o religiosos. Estos sistemas no son algo imper- Dios de forma aceptable para un infiel. Su argumentación es la
sonal : se encarnan en personas civiles y religiosas, generalmente siguiente: por el pecado, el hombre viola el recto orden de la crea-
llenas de buena voluntad, pero demasiado ingenuas para percibir ción y ofende a Dios, autor de este orden universal. La justicia
que el mal se halla en el mismo corazón del sistema y no fuera divina exige que tal orden sea restablecido y reparado, para lo
de él, encuentra apoyo y estímulo en ciertas ideologías que inten- cual se necesita una satisfacción condigna. La ofensa es infinita
tan hacer plausible y razonable la iniquidad inherente al sistema, porque afecta a Dios, que es infinito. Por tanto, también la sa-
y le sirven de soporte los ideales propuestos por todos los me- tisfacción debe ser infinita; pero el hombre finito no puede repa-
dios de comunicación. Cristo nos liberó realmente de este cauti- rar infinitamente. Su situación es desesperada.
verio; a partir de una nueva experiencia de Dios y de una nueva Anselmo descubre una salida absolutamente racional: el hom-
praxis humana, se mostró un hombre libre, liberado y liberador. bre debe a Dios una satisfacción infinita. Sólo Dios puede realizar
Con su muerte violenta sufrió y pagó el precio de esta libertad una satisfacción infinita. Por tanto, es necesario que Dios se haga
que reclamó para sí en nombre de Dios. Nunca se dejó dominar hombre para poder reparar infinitamente. El Hombre-Dios realiza
por el statu quo social y religioso, alienador y alienante. Pero lo que debía hacer la humanidad: la reparación; el Dios-Hombre
tampoco fue un re-accionario que orientara su acción como re-ac- presta lo que falta a la reparación h u m a n a : su carácter de infi-
ción contra el mundo que lo rodeaba. Actuó a partir de una nueva nitud. En el Hombre-Dios, por tanto, se da la reparación (hom-
experiencia de Dios y de los hombres. Su acción provocó en el bre) condignamente infinita (Dios). La encarnación es necesaria
judaismo oficial una reacción que lo llevó a la muerte. Cristo por una lógica irrefutable.
soportó con hombría y fidelidad, sin compromisos ni tergiver- Sin embargo, lo que realmente repara la ofensa no es la en-
saciones, una muerte que no buscó, sino que le fue impuesta. Tal carnación y la vida de Cristo. Estas no son más que los presu-
actitud conserva hoy un valor provocativo indiscutible. Puede puestos que posibilitan la verdadera reparación condigna en la
despertar la conciencia adormecida y lleva a reiniciar el proceso muerte cruenta de la cruz. La cruz expía, repara la ofensa y res-
de liberación contra todos los conformismos y contra el cinismo tablece el recto orden del universo. Dios, llega a decir Anselmo,
que los regímenes de esclavitud social y religiosa parecen provo- encuentra hermosa la muerte de cruz porque a través de ella se
car. Cristo no dijo «yo soy el orden establecido y la tradición», aplaca su justicia 3.
sino «yo soy la verdad». En nombre de esta verdad supo morir
y liberar a los hombres para que dejaran de temer a la muerte,
a) Sus limitaciones.
puesto que él la había vencido en la resurrección.
Esta forma de concebir la liberación de Jesucristo refleja con
gTan claridad el substrato sociológico de una determinada época.
5. El modelo de la satisfacción sustitutiva: El Dios de san Anselmo tiene muy poco que ver con el Dios
«.Gracias a sus padecimientos hemos sido sanados» Padre de Jesucristo. Encarna la figura de un señor feudal abso-
luto, dueño de la vida y de la muerte de sus vasallos. Aparece
En el horizonte de una visión jurídica se emplearon catego- con los rasgos de un juez cruel y sanguinario empeñado en co-
rías tomadas del derecho romano —satisfactio—, para expresar la brar, hasta el último céntimo, las deudas relativas a la justicia.
acción redentora de Cristo. El modelo de la satisfacción sustitu- En tiempos de Anselmo imperaba en este campo una crueldad
tiva, introducido por Tertuliano y desarrollado por san Agustín, feroz. Tal contexto sociológico se reflejó en el texto teológico de
encontró en san Anselmo su formulación clásica en el libro Cur
3
Deus homo? (¿Por qué se hizo Dios h o m b r e ? ) . La preocupación San Anselmo, Cur Deus homo, I, 14.
400 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Interpretaciones en la tradición teológica 401

san Anselmo y contribuyó, desgraciadamente, a elaborar la ima- (cf. Jn 14,20). Era la imagen de Dios invisible en forma corpo-
gen de un Dios cruel, sanguinario y vengativo, presente todavía ral (Col 1,15; 2 Cor 4,4).
en la mente de muchas personas piadosas, pero torturadas y es- Dios se encarnó en Jesús de Nazaret no sólo para divinizar
clavizadas. al hombre, sino también para hominizarlo y humanizarlo, qui-
Se impone al propio Dios un atroz mecanismo de violación- tándole la carga de inhumanidad proveniente de su pecado his-
reparación que le prescribe lo que debe hacer necesariamente. tórico. En Jesús apareció el hombre realmente salvo y redimido.
¿Es ése el Dios que la experiencia de Jesús nos enseña a amar Solamente él puede, con la fuerza del Espíritu, realizar el orden
confiadamente? ¿Es ése el Dios del hijo pródigo, que sabe per- de la naturaleza humana. Por eso fue constituido Salvador nues-
donar? ¿El de la oveja perdida, que deja las noventa y nueve tro, si participamos de él y llevamos a cabo la apertura total que
en el aprisco y sale a buscar la que se había marchado? Si Dios él, en la esperanza, posibilitó para todos. Jesús mostró que esto
encuentra hermosa la muerte, ¿por qué prohibió matar? (Ex no es una utopía antropológica, sino un acontecimiento histórico
20,13; Gn 9,6). ¿Cómo puede estar airado el Dios que prohibe de la gracia. Recogiendo la preocupación de san Anselmo sobre
hasta airarse? (Mt 5,21). la necesidad de la encarnación, podemos afirmar que, para que el
hombre pudiera ser realmente hombre, Dios debía encarnarse,
es decir, debía entrar por la apertura infinita del hombre de forma
b) Su valor permanente.
que lo llevara a la plenitud. Y el hombre tenía que poder situarse
ante el Infinito de forma que pudiera realizarse en el único ám-
San Anselmo sistematiza, en un lenguaje jurídico, una de las
bito en que se puede efectivamente realizar: en Dios. Cuando
líneas de la idea de satisfacción, dentro siempre de su entorno
sucede esto, se convierten en acontecimiento la encarnación de Dios
cultural, marcado por el feudalismo. Pero descuidó la dimensión
y la divinización del hombre. El hombre está salvado. Satisface
ontológica, que, debidamente desarrollada, resulta adecuada para
lo que constituye la llamada más profunda de su ser y la razón
traducir la salvación alcanzada por Jesucristo. Este nivel ontoló-
de su existencia: vivir en comunión con Dios.
gico aparece cuando preguntamos en qué consiste fundamental-
mente la salvación humana. En síntesis podemos responder: en Cristo salvador nos invita a vivir lo que él realizó. Estamos
que el hombre sea cada vez más él mismo. Si consigue esto, el redimidos y «satis-fechos» en la medida en que nos empeñamos
ser humano se realizará plenamente y se salvará. Aquí comienza en la «satis-facción» de nuestra vocación fundamental. El demos-
el drama de la existencia: el hombre se siente incapaz de encon- tró que la búsqueda incansable de nuestra definitiva identidad
trar su plena identidad, se siente perdido; está en deuda consigo (que implica a Dios) no es un sinsentido (mito de Sísifo y Pro-
mismo; no satisface las exigencias que experimenta en su interior; meteo), sino que consigue su objetivo, y el hombre tiene la posi-
se sabe no «satis-fecho» (no hecho suficiente), y su postura no es bilidad de llegar a ser lo que debe ser.
satis-factoria. Contemplada en esta dimensión ontológica, la idea de satis-
facción puede ser considerada como un instrumento fecundo para
¿Cómo debe ser el hombre para ser totalmente él mismo y, expresar la liberación de Jesucristo. Por esas posibilidades laten-
por tanto, para estar salvado y redimido? Debe poder actualizar tes, ha llegado a ser una de las concepciones más populares. Nos
la inagotable apertura que él mismo es. Su drama histórico con- sentimos solidarios de Jesús en el dolor y en la búsqueda; nos
siste en estar cerrado sobre sí mismo. Por eso vive en una con- sentimos solidarios de quien, en nombre de todos, respondió satis-
dición humana decadente, llamada pecado. Cristo fue aquel a factoriamente al llamamiento de acercarse a Dios. Y no sólo eso:
quien Dios concedió abrirse a lo Absoluto de forma que pudiera también nos sentimos solidarios en el anhelo del encuentro y en la
identificarse con él. Estaba abierto a todos y a todo. No tenía certeza de la llegada.
pecado, es decir, no se replegaba sobre sí mismo. Sólo él pudo
A través de todas estas imágenes intentamos captar la riqueza
cumplir las exigencias de la apertura ontológica del hombre. Por
salvífica que siempre las trasciende. No podemos aferramos a
eso Dios pudo ser también completamente transparente en él
ninguna de ellas. Debemos recorrerlas, desmontarlas, superarlas,
402 Pasión de Cristo y sufrimiento humano Interpretaciones en la tradición teológica 403

asumirlas purificadas, elaborar otras y articularlas en el horizonte dentro de todo aquello con lo que se relaciona. Ser hombre-
de una experiencia de fe encarnada en una situación concreta. espíritu es poder ser, de alguna manera, todas las cosas, porque
Todavía no hemos abordado un problema, espinoso pero im- la relación con ellas mediante el conocimiento y el amor, esta-
portante, al que ya hemos aludido: ¿ cómo interpretar el carácter blece una comunión y participación en el destino de lo conocido
universal de la liberación de Cristo o, dicho de otro modo, en y amado. Nadie puede sustituir a nadie, porque el hombre no es
qué medida es él solidario con nosotros, y su realidad salvífica algo intercambiable, sino una singularidad personal, única e irre-
afecta a nuestra realidad salvándola y liberándola? petible, histórica y libre; pero sí es posible, en razón de la soli-
daridad universal, ponerse al servicio del otro, unir el propio
destino al destino de los demás y participar en el drama de la
6. Cristo libera en solidaridad universal existencia de todos. Por eso, cuando uno se eleva, eleva solidaria-
con todos los hombres mente a todos. Cuando uno se hunde en el abismo de la negación
de su humanidad, arrastra consigo a todos. De esta forma somos
Jesucristo no es el salvador de todos los hombres por puro solidarios con los sabios, los santos y los místicos de todos los
voluntarismo divino, es decir, simplemente porque Dios lo quiso tiempos, a través de los cuales se ha mediatizado la salvación
así. Hay una razón más honda, que puede ser objeto de experien- y el misterio autocomunicado de Dios. Pero también somos siem-
cia y control. Experimentamos la profunda solidaridad que existe pre solidarios con los criminales y los malhechores de todos los
entre todos los hombres. Nadie está solo. La unidad de la huma- siglos, que han corrompido y contaminado la atmósfera salvífica
nidad sólo se explica adecuadamente en el horizonte de esta soli- humana.
daridad universal de origen y de destino. Todos somos solidarios Ahora bien, Jesucristo y su acción liberadora se sitúan dentro
en la convivencia del mismo cosmos material; solidarios en el de esta solidaridad universal y ontológica, como advirtió muy
mismo proceso biológico. Todos compartimos la misma historia pronto la teología de la Iglesia primitiva al elaborar las genealo-
humana de éxitos y de fracasos de amor y de odio, de divisiones gías de Jesucristo como jalones de la historia de Israel (Mt 1,1-17),
violentas y de anhelo de fraternidad universal, la historia de las de la historia del mundo (Le 3,23-38) y de la historia íntima de
relaciones con una realidad trascendente llamada Dios. Gracias Dios (Jn 1,1-14). En la concreción de su trayectoria personal,
a esta radical y ontológica solidaridad todos somos responsables Jesús de Nazaret pudo, por obra y gracia del Misterio, acoger
de la salvación y la perdición de los demás. «El mandamiento del a Dios y ser acogido por él de forma que ambos constituyeron
amor al prójimo no se nos ha dado para que, en la esfera social una unidad sin confusión y sin distinción, una unidad concreta
y en la privada, nos soportemos y llevemos una vida más agrada- y no abstracta que se manifestó y realizó en la vida diaria del
ble, sino que proclama la obligación de que cada uno se preocupe artesano de NazaTet, del profeta ambulante de Galilea, en el men-
de la salvación de los otros y de la posibilidad de tal salvación». saje que proclamó, en las polémicas que provocó, en el conflicto
Al venir al mundo nos ligamos solidariamente a la situación mortal que soportó, en la cruz y en la resurrección. En ese itine-
que encontramos. Tal situación penetra hasta lo más íntimo de rario histórico del judío Jesús de Nazaret se dio la máxima auto-
nuestro ser; participamos de su pecado y de su gracia, del espí- comunicación de Dios y la suprema revelación de la apertura del
ritu del tiempo, de sus problemas y anhelos. Y si la situación hombre. Ese punto culminante de la historia humana es irrever-
influye en nosotros y nos marca, también nosotros influimos y sible y escatológico, es decir, representa el punto de llegada del
contribuimos a crear el mundo circundante, no sólo en el plano proceso humano orientado hacia Dios. En él se realizó la unidad
de las relaciones humanas y en el de la cultura, sino también con entre Dios y el hombre sin que ninguna de las partes perdiera
nuestra postura ante Dios, bien como apertura y acogida, o bien su identidad. Ese punto Omega significa a la vez la máxima
como cerrazón y rechazo. hominización y la plenitud de la salvación y la liberación del
Lo específico de ser del hombre-espíritu, a diferencia del de hombre.
las cosas, consiste en que nunca está yuxtapuesto, sino siempre La fe proclama a Jesús de Nazaret liberador y salvador uni-
404 Pasión de Cristo y sufrimiento humano

versal porque se hizo ontológicamente solidario con nuestra his- VII


toria, porque en él y por él participamos de ese punto Omega
y de esa situación de salvación. En él se manifestaron y encon- LA CRUZ Y LA MUERTE
traron su máxima realización las estructuras antropológicas más EN LA TEOLOGÍA ACTUAL *
radicales, de las que brotan los anhelos de unidad, reconciliación,
fraternidad, liberación y relación inmediata con el Misterio que
circunda nuestra existencia. Ahí reside el sentido concreto y pro- Las reflexiones histérico-sistemáticas que acabamos de hacer
fundo de su resurrección. La llegada de Cristo al término final han planteado ya los principales problemas implicados en la cruz
afecta en la raíz de su ser a todos los hombres, incluidos los que y la muerte de Cristo. En esta parte intentaremos estructurarlos
no tienen conciencia de ello y los que rechazan la proclama- de forma más sistemática, situándolos en el marco de la viva dis-
ción de esa buena noticia. Al afectarlos por la solidaridad en la cusión de los últimos años.
misma humanidad hace posible su redención y su liberación, les
anima en su lucha por salir de todos los exilios y estimula las
fuerzas que van sacudiendo toda suerte de servidumbres. 1. Un interrogante siempre abierto...
Ya hemos visto cómo estas afirmaciones se hicieron historia
en la vida de Jesús de Nazaret. Porque existió la historia de la Al contemplar la historia descubrimos la cruel presencia de la
liberación, hemos hecho las afirmaciones que acabamos de ar- antihumanidad, las inmensas proporciones del mal, el sufrimiento,
ticular. Tales afirmaciones sólo tienen sentido cuando las confron- la violencia y el crimen. Lo que plantea graves problemas no es
tamos constantemente con la matriz de la que emanaron. Así espe- la violencia física y cósmica que puede causar víctimas, como las
ramos que dejen de parecer ideologías o consuelos innocuos ante catástrofes marítimas, los huracanes, el fuego, los terremotos, la
las esperanzas frustradas. degeneración biológica, etc. Lo verdaderamente problemático es
la presencia del mal causado e infligido violentamente por el hom-
bre contra el hombre o por unos grupos humanos contra otros.
Hay un exceso de agresividad en las sociedades modernas y en la
actividad del hombre, y tal exceso constituye un desafío para la
reflexión antropológica.

* Sobre la temática de este capítulo, cf. T. J. van Babel, Teología de la


croce: «Bolletino Stauros» 1 (1975); E. Schillebeeckx, The mystery of injus-
tice and the mystery of mercy: «Stauros Bulletin» 3(1975); H. Küng y otros,
Sulla teología della croce (Brescia 1974); J. Moltmann, El Dios crucificado
(Salamanca 1975); U. Hedinger, Wider die Versóhnung Gottes mit dem Elend
(Zurich 1972); D. Sólle, Leiden (Stuttgart 1973); J. B. Metz, El futuro a la
luz del memorial de la pasión: «Concilium» 76 (1972) 317-334; id., Erlósung
und Emanzipathn (Friburgo 1973) 120-140; id., Breve apología de la narra-
ción: «Concilium» 85 (1973) 222-238; id., La fe, en la historia y la sociedad.
Esbozo de una teología política fundamental para nuestro tiempo (Ed. Cristian-
dad, Madrid 1979) especialmente el cap. VI: «El futuro visto desde la memo-
ria de la Pasión»; H. U. von Balthasar, El misterio pascual, en Mysterium
Salutis III (Ed. Cristiandad, Madrid J1980) 666ss; J. Sobrino, La muerte de
Jesús y la liberación en la historia, en Crístología desde América Latina (Mé-
xico 1976) 137-186; I. Ellacuría, Carácter político de la misión de Jesús (Lima
1974).
406 Pasión de Cristo y sufrimiento humano La cruz y la muerte en la teología actual 407

Hay un mal y un dolor que son el precio de todo crecimiento. I — el que causa la muerte y la inflige (agresor)
Ese mal y ese dolor tienen un relativo sentido en vista del bien \ — - e l que la soporta y la sufre (crucificado)
deseado y logrado. Pero hay un mal y un dolor que son fruto de Cruz < — el que la soporta y la sufre por los otros (sacrificio)
la imbecilidad humana y del odio desmesurado de su corazón. Se / — Dios, que permite que se inflija y se soporte la cruz
trata de un mal y un dolor causados voluntariamente. Existe toda \ — Dios, que acepta y sufre la cruz y muere en ella
una historia del mal: la pasión de este mundo, encarnada en ideo-
logías, estructuras y dinamismos sociales que generan violencia, La fe cristiana presenta a Jesucristo muerto, crucificado y re-
humillaciones, asesinatos colectivos. Hay males y muertes que, sucitado como aquel que afrontó todos los graves problemas que
aunque violentos, pueden ser contemplados con cierta complacen- plantean la realidad del mal como pecado, y la cruz como misterio
cia : las personas sufren por el mal que han hecho en el mundo. de la pasión de la historia; sufrió la violencia de su tiempo; so-
Su sufrimiento tiene un sentido de compensación y justo castigo portó la cruz y en ella murió libremente; la aceptó como sacrificio
por lo que desearon a los otros, que ahora se vuelve contra ellos por los demás; todo esto se inserta en el plan de Dios, que res-
mismos. Pero hay también males y muertes que afectan a quienes peta la libertad y la historia de los hombres; finalmente, quien
buscaron en el mundo el amor, a quienes se empeñaron en alum- moría era el mismo Hijo de Dios, de suerte que podemos afirmar
brar un mundo más humano, tuvieron que anunciar y denunciar, que Dios muere en la cruz. Este proceso, vivido y sufrido por
vivieron un proyecto de reconciliación y soñaron con un mundo quien era Hijo del hombre e Hijo de Dios, liberó al mundo del
en que fuera más fácil ser hermano del otro y donde el amor re- absurdo de la cruz y de la muerte; transformó la cruz y la muer-
sultara menos costoso. Y murieron violentamente, víctimas de so- te en una posibilidad de redención y de encuentro con Dios. Tal
ciedades cerradas y de ideologías acordes con los privilegios de es nuestra fe cristiana.
grupos egoístas. Murieron como inocentes, víctimas del odio que Antes de abordar brevemente los distintos puntos, vamos a
pretendían superar. Ya lo dice con infinita tristeza, a la vez que examinar algunas tendencias modernas.
con profunda esperanza, el autor de la carta a los Hebreos: «Por
la fe, muchos tuvieron que sufrir el ultraje de los azotes e incluso
de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, quemados, 2. Teologías modernas de la cruz
murieron a filo de espada. Andaban errantes, cubiertos de pieles
de ovejas o de cabras, pasando necesidad, apuros y malos tratos: La cruz ha estado siempre presente en la fe, en la piedad y en
el mundo no se los merecía. Andaban por despoblados, por los la teología del cristianismo. Sin ella, el anuncio de la resurrección
montes, por cuevas y oquedades del suelo. Pero de todos estos constituiría una esperanza sin contenido: quien resucitó fue el Cru-
que por la fe recibieron la aprobación de Dios, ninguno alcanzó cificado. Sin embargo, no siempre se han sacado todas las con-
la promesa (de un mundo mejor)» (Heb 11,36-39). Murieron y secuencias de lo que está latente en la cruz y en la muerte de
los mataron. Sus muertes parecen absurdas y sin sentido. ¿Quién Cristo. Un intento moderno de repensar radicalmente la fe a la
podrá dar sentido «a la sangre de los profetas derramada desde luz de la cruz ha sido llevado a cabo por Jürgen Moltmann en el
el comienzo del mundo?» (cf. Le 11,50). ¿Qué sentido tiene el campo protestante, y por Hans Urs von Balthasar en el cató-
asesinato de tantos hombres anónimos, campesinos y obreros, que lico. Pero estos ensayos no son los únicos. La experiencia del
lucharon por una vida más digna y más humana para sí y para dolor del mundo ha provocado otras formas de entender la cruz
otros y fueron exterminados por la prepotencia de los poderosos? que intentan dar sentido al sinsentido a la luz de la pasión.
¿Quién los resucitará? El Señor nos dice que «se pedirá cuenta de
la sangre de los profetas muertos» (Le 11,50); pero ¿cuándo?
¿Hay alguna salida para tanta existencia humana triturada? a) Jesucristo, el Dios crucificado.
En este contexto se sitúa el sentido de la muerte y la cruz de J. Moltmann parte de una tesis profundamente enraizada en
Jesucristo. Los factores del problema son: la tradición luterana: sólo es verdadera teología cristiana la que
408 Pasión de Cristo y sufrimiento humano La cruz y la muerte en la teología actual 409

se hace a la sombra del Crucificado y a partir de la cruz. En la Esta interpretación de la cruz destruye todos nuestros concep-
cruz se encuentra la identidad cristiana. ¿Quién puede amar el tos de Dios. Dios no es ya el Dios que posee el ser en plenitud y
dolor y el sufrimiento? Y sin embargo, el cristiano sigue y anun- nos defiende contra todos los que nos quieren arrebatar el ser. Es
cia a un crucificado. Por no poner la cruz en el centro del cris- un Dios que aniquila. Se manifiesta en su contrario: su gracia, en
tianismo, la Iglesia ha intentado encontrar su identidad en los ritos, los pecadores; su justicia, en los malos; su divinidad, en un cruci-
en los dogmas y en las tradiciones. El problema de la identidad ficado. Se revela en la impotencia y no en el poder. El Dios de
se plantea también en el plano de la praxis: lo que caracteriza Jesucristo es, pues, un Dios que destruye y hace idolátricas todas
al cristiano no es el hecho de comprometerse en la construcción las imágenes humanas de Dios. Por eso Moltmann, en la línea de
de un mundo mejor, como hacen hoy otros muchos bajo la ban- Barth, rechaza todo tipo de religión, sea cristiana o pagana. Las
dera de otras ideologías e inspiraciones; aunque un día lográse- religiones no pasan por el tamiz de la cruz. Quedan pulverizadas.
mos una sociedad sin clases, proyecto de casi todos los movi- ¿Quién muere en la cruz? Jesús, el Hijo de Dios. Por tanto,
mientos liberadores modernos, el cristiano conservaría su identi- la cruz y la muerte guardan una relación estrecha con Dios. La
dad, porque tal identidad se encuentra en la cruz, locura para los muerte afecta al mismo. De ahí el título del libro, sin coma entre
sabios, escándalo para los piadosos e incomodidad para los po- las palabras, Dios crucificado. Dios es el sujeto y el objeto:
derosos. El verticalismo de la oración y el horizontalismo del amor, crucifica y es crucificado. Crucifica porque maldice al Hijo y lo
que insiste en la transformación del mundo, sucumben ante la rechaza. Este muere como un Dios abandonado. Dios sufre la
cruz, donde todo queda en tela de juicio: el Dios que calla ante muerte del Hijo en el dolor de su amor. Así, pues, en Jesús, Dios
el grito orante de Jesús y el Dios que se muestra impotente ante es crucificado y muere. La muerte de Cristo, Hijo de Dios, realiza
el empeño de su Hijo, que pasó por el mundo haciendo el bien y una posibilidad de Dios: la de morir y ser crucificado. Si Dios
transformando las relaciones humanas. La teología de la cruz cru- no muriese no sería mayor que el hombre, que puede morir. En
cifica lo cristiano. Pone en entredicho todos nuestros modelos y la cruz se revela la Santísima Trinidad: el Padre que rechaza, el
concepciones del hombre, de Dios y de la sociedad. Obliga al cris- Hijo que es abandonado y el Espíritu como fuerza con que todo
tiano a poseer una identidad que no puede proyectarse en un mo- se realiza y se mantiene en la unidad.
delo político ni religioso ni en el esquema de un futuro inmanente
Así, Dios asume la pasión del mundo, que se convierte en algo
a la historia. Destruye todo eso y deja al hombre desnudo, como
no exterior, sino interior con respecto a él. Pero no debemos
el Crucificado en la cruz.
pensar, añade Moltmann, que la muerte y los motivos que a ella
Partiendo de esta perspectiva, Moltmann procura situar la llevan, como el odio y la violencia, quedan eternizados por per-
muerte de Jesús. ¿En qué sentido revela la cruz su más profunda tenecer a Dios. Dios está en proceso. Es vulnerable y mutable,
identidad, que es también la identidad cristiana? Moltmann ana- justamente puede sufrir y amar. Al final, cuando el mismo Dios
liza el proceso de Jesús, que fue condenado como blasfemo y se- llegue a su identidad y el Hijo entregue el reino al Padre, enton-
ductor mesiánico. Su muerte es consecuencia de una vida coherente. ces Dios será todo en todas las cosas, y el mal y la muerte dejarán
Sin embargo, no basta decir que murió como un profeta o un de existir. Dios habrá superado el rechazar, matar, crucificar y
mártir. Eso es verdad, pero no es la última verdad que descubra ser crucificado... Será Dios en su gloria.
la identidad. ¿En qué reside? En que el mismo Dios (además de
los judíos y los romanos) rechaza a Jesús. Dios rechaza a su
Hijo. El grito de abandono y desesperación en la cruz manifiesta b) Dios dice no al sufrimiento.
el rechazo por parte del Padre. Jesús sufrió la absoluta ausencia
de Dios, se sumergió en los tormentos del infierno. La muerte de En su libro Contra la reconciliación de Dios con la miseria.
Jesús significa el fin absoluto de su causa y el fracaso total de Crítica del teísmo cristiano y del ateísmo, U. Hedinger inicia una
su mensaje. Aquí está lo peculiar de la muerte de Jesús, lo que línea de reflexión totalmente diferente de la de Moltmann. El
diferencia su cruz de todas las demás cruces de la historia. sufrimiento no se acepta, se combate. Tal es la tesis fundamental
410 Pasión de Cristo y sufrimiento humano La cruz y la muerte en la teología aciual 411

de Hedinger. Cualquier justificación del sufrimiento que incluya está en camino. Cuando irrumpa la creación en Dios, entonces lle-
a Dios, agrava el problema en lugar de solucionarlo. La solución gará él a su plenitud.
teísta afirma que Dios Padre omnipotente se mantiene infinitamen-
te alejado del dolor. La solución dialéctica, que afirma la simulta- c) Posibilidad de encontrar un sentido
neidad y la alternancia de la vida y de la muerte, neutraliza teó- en el sinsentido del sufrimiento.
ricamente el mal; pero no tiene en cuenta el mal-odio, el mal-
crimen, que no queda asumido en una síntesis superior. Se da una El libro Leiden (sufrimiento), del que es autora la ilustre teó-
no identidad en el proceso dialéctico y un mal totalmente absurdo. loga protestante D. Sólle, constituye una acerba polémica, espe-
El ateísmo cristiano de muchos teólogos, según el cual Jesús cialmente contra Moltmann. Para Sólle, el sufrimiento no tiene
crucificado ocupa el lugar de Dios y soporta con los hombres el sentido, aunque podamos dárselo. Hay un sufrimiento que pode-
dolor, tampoco supone una respuesta válida, pues perpetúa el mal mos superar y otro ante el que nos sentimos impotentes. Ante un
en vez de eliminarlo. dolor profundo, cualquier palabra resulta vacía y cualquier expre-
No hay justificación para el mal. El reino es la felicidad y no sión se convierte en engaño. Sólo cabe callar y asistir a un mis-
la integración del mal. La espiritualidad de la cruz magnifica el terio inefable. Ni aunque Dios interviniera e hiciera suspender el
dolor y frena las fuerzas que combaten el mal en el mundo. El martirio de un niño inocente tendríamos una respuesta. Sólo po-
mundo sólo será liberado y perfecto en la escatología. Hasta enton- demos acercarnos al dolor que podemos calmar o del que podemos
ces, mientras la creación esté en proceso, persistirá el mal, que es el aprender. Tienen sentido el dolor y la muerte que asumimos en
«todavía no». El pecado consiste en negarse a crecer, a desarro- nuestra lucha contra el dolor y la muerte en el mundo. El cris-
llarse, a superar las imperfecciones, en no querer colaborar con l iano no es un estoico: no contempla impasible el desfile de los
Dios para que la creación no sea sólo obra suya, sino también males de este mundo. Se rebela positivamente y trata de supe-
fruto del esfuerzo humano. Hedinger prefiere un dualismo antes rarlos.
que atribuir el mal a Dios. Sublimar el dolor y el mal, como hace ¿Qué relación tiene el dolor con Dios? Sólle dice acertada-
Moltmann, es una crueldad. El sufrimiento no puede ser el dato mente que Dios no envía el dolor como un castigo ni como prueba
central de la historia del amor. No lo es en la experiencia huma- de obediencia, pues de otro modo sería un Dios arbitrario. Dios
na ni en la experiencia que tenemos de Dios. Al contrario, Dios no atormenta ni quiere el dolor. No es un sádico. Quiere que
es amor y no castigo ni rebelión de Dios contra Dios: Deus contra luchemos contra el dolor. El dolor que nace de la lucha es el único
Deum. ¿Cómo pueden ser momentos del amor de Dios matar y dolor digno y querido por Dios. No porque ame el dolor, sino
rechazar? Jamás vemos en la destrucción del otro una manifesta- porque quiere nuestro esfuerzo. Aquí aparecen las duras críticas
ción del amor. La muerte de Cristo es un asesinato político. Jesús contra Moltmann, sobre las que volveremos más adelante. También
no necesitaba morir en la cruz para manifestar el amor de Dios Sólle rechaza el intento de conciliar a Dios con la miseria. «Quien
Padre. Su muerte es fruto de una vida de fidelidad a Dios. no llora, no tiene necesidad de la utopía; pero el que se limita a
Por eso, no se puede concluir que Dios sea autor del mal y llorar, se encuentra con un Dios mudo». El hombre debe asumir
del bien, del abandono y del amor. El rechazo del Hijo por el el desafío del dolor para generar amor y aceptar las cosas con
Padre significaría un Dios sin amor. Cuando afirmamos que Dios amor, aunque produzcan dolor.
sufre con nosotros y sufrió en Jesucristo, queremos decir que Dios
es solidario con los que sufren y sufre también para librarnos d) «Memoria passionis».
del sufrimiento introduciendo una forma de amor que permite
asumir el dolor y la muerte. No porque descubra en ella un valor, El itinerario de J. B. Metz avanza en un proceso ininterrum-
sino para hacerla imposible desde dentro. El hecho de que la crea- pido. De una teología antropológico-existencialista (Antropocen-
ción se halle en camino hacia su identidad y, por tanto, el mal no trismo cristiano, 1962) pasa a una teología de la secularización
haya sido vencido aún por completo significa que también Dios (Teología del mundo, 1965-1966), para desembocar en la teología
412 Pasión de Cristo y sufrimiento humano

política (1967ss). A partir de 1969 habla de la memoria passionis e) La cruz como escándalo.
y propugna un nuevo método de hacer teología, la teología narra-
tiva, como correctivo de la teología argumentativa (1972ss). El
Hans Urs von Balthasar se niega a trascender mediante la razón
contenido de la fe cristiana no puede articularse únicamente en
el escándalo que ha significado la cruz para todo el pensamiento
una perspectiva concordista y argumentativa; tampoco con un
luimano. La cruz es escándalo. Y es cruz en la medida en que
método dialéctico que difumine los problemas y las contradicciones
permanece como escándalo. Cuando se la intelectualiza, deja de
de orden histórico y social. Subsiste siempre una dialéctica negativa
ser cruz, pasa a significar otra cosa y pierde todo su carácter de
que no puede asumirse en una síntesis superadora. En otras pa-
i'scándalo.
labras: hay un mal que no puede transformarse en bien. Es pura
iniquidad y maldad. La historia de los que han sido asesinados Según Balthasar, la misma encarnación tiene ya un carácter
y condenados injustamente no puede rehacerse. Ellos siguen cons- «pasional», es decir, está orientada a la pasión. La encarnación
tituyendo en la historia una continua denuncia contra el homo significa que Dios asume la totalidad de la experiencia humana,
emancipador, contra el hombre que pretende progresar en línea incluida la experiencia del pecado y del infierno. Cristo asumió
recta y sin sacrificio. Aquí se sitúa la memoria passionis, el re- todo esto a lo largo de su vida y en la muerte; pasó por la ex-
cuerdo peligroso y subversivo de los humillados y ofendidos, de periencia universal del abandono de Dios, y bajó al infierno para
los que fueron vendidos; y ese recuerdo puede suscitar peligrosas sentirse absoluntamente condenado. De ahí que la pasión de este
visiones, dar pie a nuevos movimientos liberadores... inundo se transforme en pasión de Jesucristo. Esta kénosis implica
La vida de Jesús se narra dentro de una memoria así. No se un cambio en la imagen de Dios inspirada en la concepción está-
argumenta. Se cuenta su historia. Esta historia rompe todas las tica griega del Deus immovens.
totalidades que quieren insertar el mal, el dolor, el pecado en un La tradición hace dos afirmaciones fundamentales: la máxima
mecanismo superior y asignarles una función. Hay una negativi- kénosis en la cruz es gloria (según Juan, la muerte es elevación
dad que no se deja encuadrar porque no tiene sentido. Pero puede en dos sentidos: elevado a la cruz y elevado a la gloria); por la
tener futuro. Esto es lo que se reveló en Jesús resucitado. Un encarnación, Dios no sólo redimió al mundo, sino que reveló su
crucificado, muerto absurdamente, resucita y responde así al enig- más íntima profundidad. Por tanto, la encarnación afectó a Dios,
ma de la historia; todos los asesinados desde el comienzo del pues él se reveló. Esta revelación implica que debemos pensar
mundo viven como Jesús. Así, la memoria passionis se transforma el mundo y la encarnación intratrinitariamente y no sólo como
en memoria resurrectionis. Este futuro muestra que el sentido no obras ad extra. Si admitimos esto, debemos concluir que, al encar-
es patrimonio exclusivo de los vencedores y los poderosos. En la narse Dios, la Santísima Trinidad asume el dolor y la muerte.
resurrección aparece otro sentido: el futuro de los que fueron Cuando muere en la cruz, Dios sigue siendo Dios, y la muerte es
massa damnata, los olvidados y borrados de la historia. Así, la una forma de Dios. La omnipotencia divina consiste en poder so-
Iglesia, que une las dos memorias, no es una comunidad argumen- portar todo, no en poder todo. La inmutabilidad de Dios reside
tativa, sino una comunidad que narra y actualiza recuerdos: una en su capacidad de cambiar totalmente. En otras palabras: lo in-
memoria viva. El evangelio está vivo en su vida. Pero la Iglesia mutable de Dios es que él sea siempre mudable y se halle siempre
debe saber contar y narrar, recordar y rememorar de manera que en proceso.
desenmascare las ideologías totalitarias. El pensamiento argumen- Hay una verdad teológica que se sitúa entre la pura inmuta-
tativo no carece de función: sirve de apologética para defender bilidad de Dios -—la encarnación no sera sino algo exterior a
la narración y actualizarla continuamente. Dios— y la total mutabilidad de Dios —la autoconciencia de Jesús
quedaría totalmente alienada dentro de la conciencia humana—;
esa verdad es la siguiente: el cordero inmolado desde el comienzo
del mundo (cf. Ap 13,8; 5,6.9.12). Concretamente: hay que situar
el camino de Jesús en el plan eterno de Dios, plan que abarca
414 Pasión de Cristo y sufrimiento humano
f) La cruz como crimen.
todo: dolor, muerte, cruz; todo esto pertenece al Hijo eterno, que
lo asume al encarnarse.
En el horizonte de la teología de la liberación, las reflexiones
Debemos, pues, cambiar la imagen de Dios ensanchando los
sobre el significado histórico y salvífico de la cruz se centran prin-
horizontes de la comprensión de lo que llamamos mundo e histo-
cipalmente en la dimensión «encarnatoria» de la salvación. «La
ria. No debemos situar el mundo y la historia fuera de Dios, sino
teología de la cruz debe ser histórica; hay que ver la cruz no
dentro del proceso trinitario. Así se entiende que Dios pueda cam-
como un designio arbitrario de Dios, sino como consecuencia de
biar. El cambio del mundo no es sino la forma mundana del
la opción primigenia de Dios: la encarnación. La cruz es conse-
cambio de Dios.
cuencia de una encarnación enmarcada en un mundo de pecado
Debemos buscar a Dios sub contrario. La presencia divina ad-
que se revela como poder contra el Dios de Jesús» 1.
quiere su mayor intensidad donde Dios parece no estar, en el
La cruz debe interpretarse como solidaridad de un Dios que
lugar del que parece haberse retirado. Esa lógica contradice la
asume el dolor humano, no para eternizarlo, sino para suprimirlo.
lógica de la razón, pero es la lógica de la cruz. Esta lógica de la
La forma de acabar con él no es la fuerza y la dominación, sino
cruz es escándalo para la razón, pero es preciso mantenerla, por-
el amor. Cristo predicó y vivió esta nueva dimensión. Fue recha-
que sólo así tenemos un acceso a Dios que de otro modo no ten-
zado por el «mundo», estructurado para el mantenimiento de su
dríamos. La razón busca la causa del dolor, las razones del mal.
propio poder. Cayó víctima de esta fuerza, pero no desistió de su
La cruz no busca causa alguna: el dolor es un lugar privilegiado
proyecto de amor. La cruz es símbolo del poder humano y símbolo
de la presencia divina. Donde la razón veía ausencia de Dios, la
de la fidelidad y el amor de Jesús. El amor es más fuerte que la
lógica de la cruz descubre la plena revelación divina. Partiendo de
muerte, ante la cual sucumbe el poder. Por eso triunfó la cruz-
estas premisas, Balthasar polemiza rudamente contra toda filosofía
lealtad, la ciuz-amoT. Eso es la resurrección: una vida más fuerte
que intente hacer de la cruz un principio de intelección universal.
(jue la vida-poder, que la «vida-bios», que la «vida-ego». La cruz
La cruz no es nada de eso, debe mantenerse como tal, como una
no puede ser proyectada sobre Dios. Pero ¿de qué cruz se trata?
tiniebla frente a la luz de la razón y la sabiduría de este mundo.
¿De la cruz del a m o r ? Esta sí puede proyectarse sobre Dios; pero
La cesura existente entre la lógica de la cruz y la luz de la no surge como consecuencia de la cruz-odio. La cruz no es por sí
razón sólo se supera mediante la resurrección como realidad es- misma símbolo de amor y de encuentro: es una forma de suplicio
catológica. Ahí aparece que la vida presente en la cruz se revela y un medio con que el hombre da rienda suelta a su poder ven-
del todo. La resurrección no es obra de la luz de la razón, sino de gador. De ahí que no se pueda proyectar esa cruz sobre Dios, so
las tinieblas de la muerte; por eso es el Crucificado quien resu- pena de renunciar a cualquier comprensión de Dios. El Dios que
cita, no Apolo, ni Júpiter, ni el hombre glorioso que pasa a muere y rechaza a su propio Hijo sólo es comprensible en el mar-
una gloria mayor. Resucita el abandonado, el rechazado. Esto de- co de una teología del amor. El rechazo sustituye y representa a
muestra que en medio de ese abandono y rechazo hay una vida los pecadores del mundo. No es rechazado por ser Hijo, sino por
diferente y plenamente divina: la resurrección, que representa la haberse hecho el pecado del mundo sin cometer pecado alguno.
unidad del mismo proceso trinitario.
El empeño de la fe y del cristianismo organizado como fuerza
Interpretada teológicamente, la cruz afecta no sólo al Hijo,
histórica consiste en hacer cada vez más imposible el odio que
sino también a las tres personas divinas: al Padre como agente
engendra la cruz, no como violencia que todo lo impone, sino como
principal, al Hijo como aquel que experimenta solidariamente con
amor y reconciliación que a todos conquista.
los hombres qué significa decir no a Dios sin haberlo hecho nun-
ca (Heb 4,15), y al Espíritu Santo como reconciliación de todo,
del Padre con el Hijo y de la creación con Dios.

1
J. Sobrino, op. cit., 155.
3. Convergencias y divergencias c) ¿Crucifica Dios a su Hijo?
entre las diferentes posturas
La tesis más difícil de Moltmann, y en buena parte de Bal-
thasar, es que el Padre sacrifica al Hijo en la cruz. El Padre
a) Un Dios que no sufre no libera del sufrimiento.
hace lo que no llegó a hacer Abrahán. Este intentó sacrificar a
Todas estas interpretaciones teológicas son realmente eso: inter- su hijo Isaac. El Padre fue más lejos: mató al Hijo. Moltmann
pretaciones. Tal vez la forma más teológica de hablar de los pro- se queda fascinado ante tal acto, pues estamos en presencia de
blemas humanos radicales como el sufrimiento, la muerte, el amor, una teología radical de la cruz. Ya no es como en la teoría freudia-
la vida sea el lenguaje simbólico y mítico. Tal lenguaje no explica n a : el Hijo el que mata al Padre, sino que es el Padre el que
mucho, pero «hace pensar» y ofrece una salida que no es una mata al Hijo.
fórmula ni la conclusión de un argumento, sino un caminar jun- Tanto Moltmann como Balthasar hacen esa afirmación para
tos, un solidarizarse, un llorar juntos y juntos consolarse. Esto su- resaltar la cruz como escándalo. Aquí no se sabe ya si la cruz es
pone el paso de un Dios estático, apático (que no sufre) a un Dios escándalo frente a una comprensión humana (religiosa de los ju-
vivo, patético (que tiene pathos y puede sufrir). En esto coinciden díos o filosófica de los griegos) o debe ser un escándalo tan ab-
todos los autores. Como afirma Bonhoeffer, un Dios que no sufre soluto que lo sea también para Dios. Parece que se afirma todo
no puede liberarnos. Pero el problema reside en cómo entender para romper con cualquier posibilidad de que funcione el logos.
el sufrimiento de Dios. ¿Cómo hablar sobre él? No hay ningún control ni cabe apelar a ninguna instancia. Es un
hecho bruto. Nos hallamos ante el dogmatismo más radical. Tal
dogmatismo está a un paso del ateísmo. El fideísmo y el ateísmo
b) Un Dios muere. ¿De qué Dios se trata?
tienen la misma estructura. Así se explica que no haya nada que
¿Se puede incorporar el sufrimiento y aproximar la muerte a permita soslayar un ateísmo total o reducir el cristianismo a un
Dios hasta conseguir que Dios pase a ser sujeto y no sólo objeto dogmatismo fanático que se afirma como pura voluntad de poder.
del sufrimiento y del dolor causados por otros (Dios activo: pro- Presentar la realidad de la cruz como liberación y crítica de todos
duce el dolor en el mundo; Dios pasivo: sufre el dolor del mundo, los proyectos liberadores es la forma de unlversalizar una escla-
se solidariza con él) ? Aquí comienza el gran problema. Cuando se vitud. Se libera haciendo a todos esclavos de un concepto tiránico
hace indiscriminadamente a Dios sujeto de la muerte (Dios muere de Dios, absurdo, sin ninguna instancia de racionalidad ni de luz,
y causa la muerte), se cae en un discurso teológico profundamente como total oscuridad y arbitrariedad, pues él resolvió en su eterno
ambiguo y primitivo. En el de Moltmann se advierte una grave arbitrio instaurar la cruz por la cruz, el sacrificio del cordero por
falta de rigor teológico. Dios es epifánico, aparece como dolor y pura determinación.
muerte. El lenguaje describe un fenómeno como describe otros Si tales afirmaciones se hacen para mantener vivo el escándalo,
de la experiencia cotidiana. De ahí el desenfado con que habla se corre el peligro de pasar a formas aún más escandalosas contra
«de la rebelión de Dios contra Dios», «desunión en Dios», «enemis- todo buen sentido y contra toda medida. Se dice que quien muere
tad entre Dios y Dios», «Dios que rechaza y está contra Dios», es el hijo de Dios; por tanto, la muerte tiene que ver con Dios,
«Dios mismo abandonado de Dios», «abandono de Jesús en la es Dios quien muere. Correcto, pero no in recto, sino únicamen-
cruz como acto positivo y exclusivo del Padre que rechaza y se te in obliquo. Dios no muere in recto porque la muerte es algo in-
irrita contra el Hijo» ... Nos encontramos ante una forma de hablar herente a la condición humana. Dios no aniquiló al hombre cuando
primitiva, mítica en el sentido peyorativo de que está articulada lo asumió, sino que lo hizo in confwse. Por tanto, respeta el modo
dentro de una conciencia objetivante. No es un discurso teológico de ser propio del hombre; pero, a causa de su íntima unión,
consciente de la ambigüedad y del carácter analógico de nuestras podemos decir in obliquo (en sentido traslaticio) que Dios muere.
afirmaciones sobre Dios. Todo esto falta, ingenuamente, en uno Aún m á s : Jesús sonrió, comió, digirió los alimentos que tomó,
de los más prestigiosos teólogos del momento. sintió las necesidades humanas del hambre, la sed, el sueño, etc. En
La cruz y la muerte en la teología actual 419
418 Pasión de Cristo y sufrimiento humano
entregados a su dinamismo deshumanizador. En esta concepción,
la lógica de Moltmann podríamos hacer de todo esto un problema la experiencia del dolor carece de esperanza.
trinitario: ¿ qué significa que Dios tiene que hacer las necesi- Hay un sorprendente paralelismo entre la teología que descar-
dades fisiológicas? ¿Cómo se inserta esto en el proceso trinita- ga toda la violencia sobre Dios y la tenebrosa visión del nazismo.
rio? Así acabaríamos por transformar la fe trinitaria y cristoló- Sólle cita unas frases de Himmler, con ocasión de su visita a
gica en un capítulo de la mitología antigua y en una parte de la l'oznam (Polonia), campo de concentración y liquidación de pri-
pornografía moderna. El lenguaje pierde su rigor y degenera en sioneros. Himmler dice a sus subordinados: «La mayoría de vos-
un puro mecanismo para deducir fórmulas interpretadas material-
otros sabe qué significa que se amontonen cien, quinientos, mil
mente.
cadáveres en el mismo lugar. Haber aguantado eso, con las ex-
Creemos que cuando la fe dice, con la reverencia del silencio cepciones propias de la debilidad humana, y haber mantenido la
místico, que Jesús es Dios, dice todo lo que se puede decir. Des- corrección os ha endurecido. He aquí una página gloriosa de nues-
pués sólo cabe el silencio, porque lo que se añade es vacío, su- tra historia que nadie había escrito hasta ahora y nadie escribirá
perfluo o redundante. Por eso no podemos construir y continuar jamás».
hablando sobre esta realidad. La teología y la fe únicamente pueden
mostrar que cuando decimos «Jesús es Dios» no estamos afirman- El equívoco de esta teología, que proyecta sin matices el dolor
do algo contradictorio. No se puede tomar a Dios como una ins- y la cruz sobre el mismo Dios, radica en presentar al Padre como
tancia fija, estable y sacar de ella deducciones, porque ese Dios asesino de Jesús. La ira divina no se sacia con el castigo de los
no sería ya el de la fórmula «Jesús es Dios», sino un ídolo, hijos, hermanos de Jesús, sino que alcanza al Unigénito. El pa-
cualquier cosa de la que se pueden deducir otras. Además de la rricidio adquiere así una dimensión sacra] y teologal. Esta visión
labor apologética de demostrar la no contradicción, la teología pue- macabra no puede tener ninguna legitimidad cristiana porque des-
de elaborar no un sistema basado en la combinación Dios-hombre, truye toda la novedad del evangelio y lo convierte en instrumento
pero sí una ética: ¿ cómo caminar con Jesús, que también es Dios ? para sacramentalizar la iniquidad de] mundo. Y no hemos sido
¿Cómo seguirle para acercarnos cada vez más a él? La teología bautizados, muertos y resucitados en Jesucristo para eso.
occidental optó por una vía sistemática que la llevó a las con- Si Dios se calla ante el dolor es porque él mismo padece
tradicciones insolubles y falsas con que se debate hoy. No elaboró y hace suya la causa de los martirizados y de los que sufren
una ética ni una política. Por eso degeneró en una pura abstrac- (cf. Mt 25,31). El dolor no le es ajeno; pero si lo asumió no fue
ción doctrinal y dejó la ética y la organización de la vida a los para eternizarlo y dejarnos sin esperanza, sino porque quiere poner
principios paganos de la Etica a Nicómaco o a los imperativos fin a todas las cruces de la historia.
de la razón de Estado o de la Iglesia institución.
El cristianismo comenzó siendo una religión de esclavos, prole-
En la perspectiva de Moltmann, la pasión se reduce a una tarios y marginados, pero no para perpetuar esta situación, sino
única causalidad: la de Dios Padre. No se toma en serio la cau- para superarla. Es una moral que subvierte las relaciones de señor-
salidad de los adversarios que, con su cerrazón, fueron la causa esclavo.
de la muerte histórica de Jesús. Todo esto se subsume en Dios. ¿Para qué sirve el dolor? ¿Para transformar y cambiar el mun-
¿Es verdad, pregunta Sólle, que el Padre es la causa del sufri- do? Entonces tiene sentido y es una tristeza según Dios, para de-
miento de Jesús? N o ; Jesús padeció libremente por amor al mun- cirlo en términos paulinos (2 Cor 7,8-10). ¿Para la aniquilación
do, a la sociedad y a los desgraciados y por amor al Absoluto. y la esclerosis? Entonces es tristeza según el mundo y no sirve para
La humanización del dolor del mundo no consiste en que también nada, excepto para cavar el propio infierno de quien comete el
el Hijo haya sufrido, sino en cómo sufrió. Si sufre como todos,
mal (cf. 2 Cor 7,8-10).
si asume el dolor por el dolor, porque el dolor es de Dios, pues
también él lo padece, entonces no hay posibilidad de superarlo. El problema del mal no es un problema de teodicea, sino de
El sufrimiento será eterno. Estaremos irreparablemente perdidos y ética. El mal, lo mismo que su fuerza y su superación, se com-
prende no especulando sobre él, sino asumiendo una praxis de
420 Pasión de Cristo y sufrimiento humano La cruz y la muerte en la teología actual 421

combate para generar el bien, el amor y la liberación de las cruces sufrir, Dios tiene que asumir algo diferente de él. Lo diferente
de este mundo. de Dios, lo totalmente diferente de Dios, es la situación de no
Dios, de negación de Dios, la situación de cruz-crimen. Si hubiera
cruz en Dios, con la encarnación se encarnaría también ella y
d) Dios doliente: ¿cómo sufre Dios?
Dios no asumiría nada. Sólo revelaría lo que e s : cruz y dolor.
Decir que Dios es amor es afirmar su vulnerabilidad. En Sería él mismo proyectado en el mundo. Pero Dios no es cruz
otras palabras: Dios ama y puede ser correspondido o rechazado. y, por eso, puede asumirla como algo nuevo para él. Y esto es
Al polo Dios amor debe responder otro polo, que pueda entablar una ganancia incluso para él. La asume por solidaridad con los
con él un diálogo amoroso. El amor sólo se da en la libertad y en que sufren, no para sublimarla y perpetuarla, sino para solida-
el encuentro de dos libertades. La historia de la salvación mues- rizarse con los que padecen en la cruz, para transformarla en
tra la capacidad del hombre para rechazar el amor. Dios no señal de bendición y de amor paciente. El móvil es, pues, el amor.
contempla esto con indiferencia. Sufre cuando se rechaza su amor. Este es el sentido de Dios en la cruz, de las afirmaciones
Sin embargo, el amor no quiere el sufrimiento. Busca la felici- del Dios doliente y de la teología patética. En esta perspectiva
dad. Porque quiere hasta el extremo la felicidad del otro, conti- adquieren una dimensión divina la pobreza, la sentencia, el ul-
núa amándolo incluso cuando éste se niega a amar. Asume su traje y el sufrimiento. No para adormecer la conciencia en la
dolor porque le ama y quiere compartirlo con él. Este es el sufri- lucha contra la pasión del mundo, sino para afirmar que sólo
miento de Dios, fruto del amor y de su infinita capacidad de soli- en solidaridad con los crucificados se puede luchar contra la cruz,
daridad. Con razón dice Moltmann que «la Trinidad es comple- sólo identificándose con los atribulados de la vida se puede libe-
tamente en sí misma y está completa en sí misma. Pero está abier- rar efectivamente de las tribulaciones. Y éste fue el camino de
ta al mundo y al hombre y es imperfecta en su ser de amor en el Jesús, la senda del Dios encarnado.
mismo grado en que el amante no quiere ser perfecto sin la parti-
cipación del amado» 2.
Sin embargo, no debemos atribuir a Dios los mecanismos que 4. La cruz, muerte de todos los sistemas
generan el dolor, la cruz, la división y el odio entre los hombres.
En una palabra: no podemos unir a Dios y a la cruz hasta situar la La cruz no puede constituir el principio vertebrador de un
cruz en la identidad divina. Si fuera así, estaríamos perdidos. Si sistema teológico, como ocurre en Moltmann y Balthasar. La cruz
el mismo Dios sufre en su esencia, si Dios odia, si Dios crucifica, es la muerte de todos los sistemas porque no se deja encuadrar en
nos quedamos sin salvación. Porque él sería a la vez bueno y nada. Rompe todos los lazos. Es el símbolo de una negación total.
malo, y nosotros estaríamos sometidos a la eterna alternancia del Es pecado y rechazo de Dios; por eso es fruto de la libertad. La
bien y el mal. ¿Cómo hablar de una redención si Dios mismo mayoría de los sistemas citados apenas hablan de la libertad hu-
debe redimirse? mana, capaz de rechazar a Dios y crear el infierno. La cruz nació
No obstante, la cruz afecta a Dios porque significa una vio- del rechazo del reino. Como pecado, es totalmente absurda. Ca-
lación de su proyecto histórico de amor y vulnera el derecho rece de toda inteligibilidad. Por eso no puede constituir un eslabón
divino. Significa rebelión, constitución del reino del hombre sin de un sistema lógico y coherente. Rompe todo porque rompe con
Dios. Si Dios está por encima de la cruz-odio, si no entra en el Dios, el Logos absoluto. Pero si la cruz es absurda, más absurdo
mecanismo de la cruz-crimen, entonces puede transformar la cruz aún es que Dios la haya asumido. Aquí está el hecho verdadero
en amor y hacerla bendición. y decisivo. Aun siendo absurda, la cruz no constituye un límite
Pero si Dios fuera cruz, la redención de Jesús y su solidari- para Dios. Dios es tan grande, se halla tan por encima de cual-
dad con los crucificados del mundo no significaría nada. Para quier negación posible, que puede asumir el absurdo, no para
divinizarlo ni para perpetuarlo, sino para revelar las dimensiones
2
J. Moltmann, en «Theologische Quartalschrift» 153 (1973) 350. de su gloria, que van más allá de cualquier luz que venga del
422 Pasión de Cristo y sufrimiento humano

logos humano y de cualquier oscuridad que venga del corazón. VIH


Dios asume la cruz por amor a los crucificados, en solidaridad
con todos los que sufren la cruz. Les dice: la cruz, aunque EL SUFRIMIENTO QUE NACE DE
absurda, puede ser el camino para una gran liberación con tal LA LUCHA CONTRA EL SUFRIMIENTO *
que tú la aceptes con libertad y amor. Entonces liberarás la cruz
de su absurdo y te liberarás a ti mismo. Eres y te haces más
La vía de acceso a los grandes problemas de la vida y de la
grande que la cruz, porque la libertad y el amor son mayores
muerte, del dolor y del amor, no es el concepto, sino el mito; no
que todos los absurdos y más fuertes que la muerte. Porque pue-
es la argumentación, sino la narración. La historia de la reflexión
des hacer de ellos un sendero que te acerque a mí.
sobre el sufrimiento, desde el Job de la Biblia hasta el Job de
La cruz entra así en la historia del amor, de lo que el amor C. G. Jung, es la historia del fracaso de todas las soluciones teó-
puede en cuanto capacidad de solidaridad. La cruz es el lugar ricas y del derrumbamiento de todos los conceptos. El mal no
en que se revela la forma más sublime del amor y se muestra está ahí para ser comprendido, sino para ser combatido. Esta
su esencia. Esa esencia radica en poder estar en el otro en cuan- es la conclusión que se saca de la vida narrada de los que ayu-
to otro, en el totalmente otro. El totalmente otro de mí es el daron a dar sentido al sufrimiento, no discutiendo sobre él, sino
enemigo. Amar al enemigo (cruz), poder estar en él, asumirlo: ésa combatiéndolo tenazmente. Sufrieron al combatir contra el sufri-
es la obra del amor. Aquí está su esencia. La cruz asumida rea- miento; pero su sufrimiento fue digno, gratificante y profunda-
liza totalmente al hombre porque le ofrece la ocasión de amar de mente liberador. He aquí una passio vitae sufrida hace muchos
una forma más sublime. La cruz no es amor ni fruto del amor. años:
Es el lugar donde aparece lo que puede el amor. La cruz es odio
destruido por el amor que asume la cruz-odio. Entonces libera.
A pesar de todo, la cruz-odio es un misterio inaccesible a la 1. <(Mysterium et passio liberationis»
razón discursiva, pero verificable en la praxis humana. No hay
ningún argumento lógico que justifique la negación del hombre
por otro hombre ni de Dios por el hombre. Sin embargo, esto El padre Carlos Alberto es un párroco rural en un lugar
sucede. Por tanto, no es posible sistematizar la cruz en una con- donde hay grandes latifundios en manos de unas pocas familias
cepción coherente del mundo y de Dios. Desgarra todo. Por eso muy ricas. Millares de campesinos, semianalfabetos, viven una
es el símbolo de nuestra finitud y el límite de nuestra razón. La «vida miserable», como dice Dom Hélder Cámara: «Vegetan más
cruz crucifica a la razón y también a la teología como reflexión que viven. Vegetan no como un árbol frondoso de profundas
sistemática sobre Dios y las cosas divinas. Amar esta fragilidad, raíces, sino como el cactus, su hermano. Y hasta hoy no se han
entenderla como forma de mostrar un acceso diferente a Dios rebelado. Han aprendido de sus padres, analfabetos, y en la ca-
asumiendo la cruz en el a m o r : tal es la gran oportunidad y el pilla de la hacienda de su patrón a tener paciencia, como la tuvo
gran reto que la cruz lanza a nuestra libertad. el mismo Hijo de Dios, que fue ultrajado y murió en la cruz para
La cruz no está ahí para que la comprendamos, sino para salvarnos. Deducen a su modo que la vida tiene que ser así. For-
que la aceptemos y sigamos el camino del Hijo del hombre, que mados en una escuela de cristianismo y fatalismo, consideran nor-
la abrazó y por ella nos redimió. mal que unos nazcan ricos y otros pobres, porque ésta es la vo-

* Sobre la problemática de este capítulo se puede ver: Sufrimiento y fe


cristiana: «Concilium» 119 (1976); I. A. Lesbeaupin, A bem-aventuranga da
perseguigáo (Petrópolis 1975); L. Boff, Teología del cautiverio y la liberación
(Madrid 1978); J. Kamp, Souffrance de Dieu, vie du monde (París
1971); K. J. Romer, Esperar contra toda esperanza (Río de Janeiro 1973);
F. Bello, Lectura política del evangelio (Madrid 1975).
424 Pasión de Cristo y sufrimiento humano El sufrimiento contra el sufrimiento 425

luntad de Dios» 1 . El padre Carlos Alberto se da cuenta en se- una conciencia crítica. El pueblo comienza a cuestionar el estatuto
guida de que evangelizar aquí implica también anunciar y hacer de la tierra: si Dios dio la tierra a todos los hombres, ¿por qué
valer los derechos fundamentales de la persona; pastorear exige hay algunos que poseen casi todo? ¿ P o r qué plantamos y reco-
también promover y liberar sociopolíticamente. ¿Cómo hacer gemos, pero casi toda la cosecha termina en casa del señor? ¿Qué
creíble y liberador para el no hombre el mensaje cristiano de que debemos hacer para ser más hermanos y para que sea menos
Dios es su padre? ¿Qué cambios estructurales se necesitan en el difícil a m a r ?
ambiente para que se pueda verificar (hacer verdadero) y tenga El padre Carlos Alberto consiguió, sólo a duTas penas y con
sentido existencial el anuncio de que somos todos hermanos? sacrificios que comprometieron su salud y lo pusieron al borde
Con muchas dificultades comienza a reunir al pueblo. Leen del infarto, que a los tres o cuatro años entrara el pueblo en un
y meditan los textos del NT en pequeños grupos de base, que se decidido proceso de liberación. Esto se consiguió a costa de su-
van formando lentamente. No hace ningún adoctrinamiento ideo- frimientos y contradicciones de todo tipo. Pero es un sufrimiento
lógico : actualiza el evangelio, lo aplica a la vida, hace que el que tiene sentido, porque construye, y es la condición de todo
pueblo piense, que diga su palabra verdadera, que tome con- verdadero crecimiento. Antes el pueblo sufría sin sentido, inva-
ciencia de que son personas y no piezas ni animales. Insiste mu- dido por un terrible desaliento: «Dios lo quiere así»; «él quiere
cho en la fuerza de transformación histórica del cristianismo; que cada cual tenga su suerte, unos ricos y otros pobres». Ahora
por ejemplo, la idea del reino de Dios. Este reino no es solamente surge otro tipo de sufrimiento, tanto para el pueblo como para
la nueva vida hacia la que marchamos, sino que comienza ya el padre Carlos Alberto: el de mantener las conquistas alcanza-
aquí en la tierra y se va construyendo con la gracia de Dios y das y seguir adelante, el de defenderse contra los que se sienten
el esfuerzo humano. El reino de Dios implica poseer un mí- amenazados y tienen poder sobre la vida y sobre la muerte. El
nimo p a r a una vida honesta, organizar la higiene, crear escuelas patrón se considera bueno y generoso porque, además de dar
y solidarizarse con todos los hombres, en especial con los humi- una choza a cada familia, consentía que sembrasen una pequeña
llados y ofendidos. El reino no es sólo eso: implica también parcela de su tierra y se quedasen con el producto; en cambio,
la vida con Dios, el perdón de los pecados y el futuro feliz para uhora se siente amenazado y dice: el pueblo se ha llenado la
todos los justos. Pero no sería reino de Dios si no postulase tam- cabeza de novedades, frecuenta la escuela del padre, se ha encua-
bién la transformación de este mundo. Las exigencias del reino drado en los sindicatos rurales, habla de sus derechos, se ha
provocan conflictos. Pero es la condición de la verdadera conver- vuelto subversivo, comunista. Sin vacilar, el patrón comienza a
sión y de la liberación. También Jesús provocó conflictos. Su expulsar a los trabajadores, a quemar sus chozas y a luchar con-
muerte no fue una fatalidad; se debió a las intrigas de sus adver- tra el causante de todo: el sacerdote.
sarios, que se sentían amenazados. Jesús afrontó la muerte y el Aquí comienza para todos una verdadera pasión. Vamos a
sufrimiento con valentía, por fidelidad a Dios y por amor a los centramos en la figura del sacerdote, porque la passio populi
hermanos. nostri nos llevaría muy lejos. En primer lugar, el padre Carlos
Partiendo del evangelio, el pueblo se va liberando de la reli- Alberto ve que su comunidad se divide; los que están comprome-
gión, de la fatalidad y del desaliento. Comprende que no es vo- tidos con el sistema latifundista dejan de ir a la iglesia; comien-
luntad de Dios que haya ricos y pobres. La pobreza no surge zan a difamar al sacerdote acusándolo de hacer política baja, de
por generación espontánea. Bajo ella se oculta un problema de predicar la subversión, porque lucha por la justicia e insiste en
justicia, de falta de solidaridad y de ausencia de fraternidad; los derechos humanos. Debe ser eliminado de la parroquia. Van
nace de la ganancia desmesurada de algunos. Es pecado no sólo a ver al señor obispo y le hacen toda suerte de acusaciones. El
en el plano personal, sino también en el internacional. Con la pueblo se solidariza con el sacerdote. Se agravan las tensiones;
lectura y la meditación del evangelio, va surgiendo en el pueblo hay detenciones entre el pueblo, exactamente de los líderes de los
grupos de evangelio, bajo el pretexto de ocupación de tierras.
1
Hélder Cámara, Revoluqáo dentro da paz (Río de Janeiro 1968) 18. Son torturados. Las familias se sienten amenazadas, pero se man-
426 Pasión de Cristo y sufrimiento humano El sufrimiento contra el sufrimiento 427

tienen firmes. El obispo, en nombre de razones superiores y del mientos y martirios. Son relatos de los santos anónimos modernos
orden perturbado, resuelve trasladar al sacerdote. La prensa co- de la Iglesia que está naciendo de los anhelos de más humanidad
mienza una campaña de difamación: el padre utiliza el método y «cristidad» en nuestras patrias.
marxista, es subversivo. Acaba siendo detenido por los órganos Una lectura de la historia de la Iglesia latinoamericana, par-
de la seguridad nacional. Es interrogado. Se le tortura durante tiendo de la óptica de los humillados y oprimidos, nos descubre
varios días. Recibe la visita del obispo y de muchos sacerdotes. toda la dimensión de sufrimiento y martirio de tantos que entre-
Hay una solidaridad en el plano personal. Pocos se dan cuenta garon sus vidas en defensa del sagrado derecho del otro, del indio,
de la estructura de poder que consigue imponerse y utiliza la del negro, del explotado. Así, de los once prelados que adminis-
propia potestad sagrada del obispo para hacerse valer, legitimarse traron la Iglesia de Río de Janeiro entre 1576 y 1680, tres tuvie-
y mantener el orden, que es orden en el desorden. Algún tiempo ron que renunciar, tres fueron envenenados (se supone), dos tu-
después, el sacerdote es puesto en libertad. Irá a comenzar todo vieron que dimitir y uno fue depuesto. No sufrieron menos los
de nuevo en cualquier otro lugar. Con el mismo entusiasmo, pero jesuítas en Río de Janeiro: varias veces fueron amenazados con
más maduro y con mayor decisión. Una alegría que no es de este la expulsión de la ciudad, lo que ocurrió en 1640 y de nuevo
mundo, porque el mundo ni la tiene ni la da, vivifica el corazón rn 1661. Fueron perseguidos y expulsados también de Santos
de este mártir anónimo: la alegría de sufrir por la causa de su y de Sao Paulo en 1640 porque quisieron publicar la bula pa-
pueblo, de participar de la pasión del Señor y de haber colocado pal en favor de los indios. Todas estas persecuciones eran con-
un anillo más en la cadena de liberación histórica que Dios va secuencia de su lucha en defensa de los indios, que fueron vícti-
formando mediante el esfuerzo humano para subvertir todos los mas de las conquistas que amasaron con la sangre de los indí-
órdenes inicuos que se oponen al reino. genas la grandeza territorial del Brasil. Sólo el famoso bandei-
Este sacerdote representa a muchos otros del continente sub- rante Raposo Tavares fue responsable de la matanza de quince mil
desarrollado de América Latina que continúan sacrificándose en iridios y de la esclavitud de otros diez mil. El padre Gonzalo
casi todos los países. A muchos ya los mataron, como al francis- Leite (1546-1603) defendió la tesis siguiente: «El cautiverio de
cano Iván Bettencourt, muerto en 1975 en un pequeño país de la lodos los esclavos de África y del Brasil es injusto». Fue castigado
América Central. Se solidarizó con los campesinos expulsados y tuvo que regresar a Portugal. El padre Antonio Vieira (1608-
de sus tierras por poderosos latifundistas. Lo secuestraron y lo 1697), el mayor orador sagrado y teólogo de la Colonia, se en-
interrogaron para que confesase que era marxista y subversivo; tregó de tal forma a la defensa de los indios que fue perseguido
le cortaron las orejas y continuaron interrogándole; le cortaron varias veces y casi linchado 2 . Pero el gran profeta de América
la nariz y volvieron a interrogarle; le castraron y aún le interro- Latina, que sufrió toda clase de persecuciones y viajó diez veces
garon; le cortaron la lengua y pusieron fin al interrogatorio. de América Central a España para defender a los indios, fue cier-
Después cortaron todo su cuerpo; como aún se movía, lo ametra- tamente fray Bartolomé de las Casas (1474-1566). En la más
llaron; por fin lo arrojaron a un pozo profundo, que llenaron auténtica tradición lascasiana se encuentra Hélder Cámara, el
de piedras. Murió por defender a sus hermanos. Nos parece oír mayor profeta del Tercer Mundo. Vive recorriendo el mundo para
las Acta martyrum de la Iglesia primitiva o el relato de la carta mostrar el nexo causal entre la opulencia de los países desarro-
a los Hebreos: «A otros, en cambio, los mataron a golpes, pues llados y la explotación de los pueblos empobrecidos del mundo.
no aceptaron el rescate... Otros tuvieron que soportar el ultraje La existencia de países ricos y países pobres plantea un problema
de los azotes e incluso cadenas y cárceles. Fueron apedreados, de justicia internacional y significa para la fe cristiana la persis-
aserrados, quemados; murieron a filo de espada. Andaban erran- tencia de un pecado estructural que ofende a Dios y destruye
tes, cubiertos de pieles de ovejas o de cabras, pasando necesidad, a los hermanos. Como consecuencia de su mensaje, Hélder Cá-
apuro y malos tratos: el mundo no se los merecía. Andaban por
despoblado, por los montes, por cuevas y oquedades del suelo» 2
Más datos en E. Hoornaert, A tradicáo lascasiana no Brasil: «Revista
(ll,35b-38). Son reminiscencias de un pasado glorioso en sufri- Eclesiástica Brasileira» 35 (1975) 379-389.
428 Pasión de Cristo y sufrimiento humano El sufrimiento contra el sufrimiento 429

mará se ve sometido a toda clase de persecuciones, maledicencias, como el padre Carlos Alberto, pone en entredicho la totalidad del
amenazas de muerte, muerte moral, al impedírsele cualquier ex- sistema que no se abre al otro. Cuestionar así es propio de una
presión pública y prohibir la mera cita de su nombre en los actitud de fe. Más allá de sus contenidos históricos, ligados al
medios de comunicación social. destino de Jesucristo y del pueblo en que nació, la fe cristiana es
Sufrir así tiene sentido, y morir dentro de semejante compro- fundamentalmente una actitud que rompe todos los sistemas cerra-
miso es digno. Así murieron todos los profetas y el mayor de dos. Creer en Dios es creer que algo nuevo puede irrumpir de
ellos, Jesús de Nazaret. Y tendrán que sufrir y morir siempre, los tinglados montados por el hombre, algo que podrá modificar
porque el sistema cerrado sobre sí mismo, que hace de la historia salvíficamente la vida humana. Por eso, cuando un sistema se
un fatalismo, jamás podrá acoger a los profetas que anuncian y cierra sobre sí mismo, domestica los valores de la religión y en-
quieren preparar un reino futuro donde haya más fraternidad y cuadra a Dios en las mallas de sus propias realizaciones, se vuelve
con más lugar para Dios. Ese sufrimiento es el verdadero sufri- opresor. Entonces se levanta el profeta en nombre del sagrado
miento porque nace de la lucha contra el sufrimiento. Es el su- derecho de la persona ultrajada, pues en la causa de todo hombre
frimiento que tiene sentido, que produce alegría y serenidad y que está implicada también la causa de Dios. Comienza la denuncia y
es capaz de superar los factores objetivos que destilan permanen- se inaugura una nueva praxis subversiva. El profeta deberá pagar
temente sufrimiento, dolor y muerte. Nadie sufre por sufrir. El por el «desorden» que causa dentro del orden denunciado como
sufrimiento no puede buscarse por sí mismo. Ni siquiera el sádico inicuo. El profeta juzga a toda la sociedad a partir del pobre, en
lo hace, porque él no busca el sufrimiento por el sufrimiento, sino quien se encuentra con Dios. Si no pone todo su empeño en la
que lo busca por el placer que le proporciona. Lo que le guía no denuncia y en una praxis liberadora, se siente infiel a Dios y a
es el sufrimiento, sino el placer que le produce. El sufrimiento los hermanos. Ya no puede retroceder. El ser tomado por Dios le
digno del hombre, el que lo engrandece y lo hace semejante al da fuerza, coraje y heroísmo para soportar con serenidad y alegría
siervo doliente y al varón de dolores (Is 53,3), es el que resulta de interior todas las contradicciones y hasta la misma muerte. Hay
un compromiso de lucha y de superación del sufrimiento causado valores a los que se debe sacrificar la vida. Vale más la gloria
por la mala voluntad de los hombres, que se cierra al profeta, lo de una muerte violenta que el gozo de una libertad maldita, decía
persigue, lo difama, lo prende, lo tortura y lo elimina. Este sufri- el obispo Fideias comentando el martirio alegre de los cristianos 3 .
miento no es una fatalidad, sino que se asume junto con el pro- El mártir de la causa de la libertad es testigo fiel de aquella liber-
yecto liberador. Por eso es fruto de una libertad audaz y de una tad sacrosanta que nadie puede violar y manipular impunemente.
decisión adulta. Alimenta y engrandece al hombre contra todos Se autodetermina a morir libremente y escoge la muerte como
los cinismos históricos y contra todo espíritu de resignación. ¿ Cuál sacramento contestatario de todas las violencias. Su recuerdo es
es la estructura que se revela en el que sufre así libremente? subversivo y conciencia acusadora para los opresores.
La fe cristiana en un absoluto sagrado dentro del hombre y
en un Dios comprometido con el destino de cada uno se transfor-
2. ¿Qué dignifica al sufrimiento? ma en una mística capaz de dar sentido trascendente a todo dolor
y a todo sacrificio.
Lo que dignifica al sufrimiento es la causa justa. La causa El padre Carlos Alberto escribía a sus padres desde la pri-
justa consiste en tomar partido por la justicia de los explotados sión : «Durante los largos interrogatorios a que me han sometido
y por los derechos de los últimos contra la legalidad del orden y he procurado dejar bien claras mis convicciones, que se derivan de
la coherencia del sistema impuesto. El sistema quiere presentarse mi fe ante un mundo en el que no todo va bien. No me ha pre-
como una totalidad significativa, como la verdad para el momento ocupado cómo las han clasificado ellos. Pensaba sólo en el testi-
histórico y como la salida liberadora para los problemas del monio de Cristo, preso también y condenado. 'Dichosos vosotros
pueblo. Sin embargo, este sistema atropella la dignidad humana.
Reduce al otro a cosa, lo arroja como no hombre. El profeta,, 3
Eusebio de Cesárea, Historia eclesiástica, X, 9-10.
430 Pasión de Cristo y sufrimiento humano El sufrimiento contra el sufrimiento 431

cuando os insulten, os persigan y os calumnien de cualquier modo El que sufre libremente no vive sólo de la dimensión de la
por causa mía'. 'Llegará un día en que quien os mate creerá haber fe como praxis liberadora del sentido aniquilador del sufrimiento,
hecho una buena obra ante Dios', dijo él mismo a sus discípulos. sino también de la esperanza que transfigura el sentido de sus su-
Sería una ingenuidad por mi parte pensar en hacer una opción plicios. ¿Qué es la esperanza?, preguntaba R. Alves, y respondía:
cristiana sin pasar por el camino de la cruz. Hoy estoy convencido «Es el presentimiento de que la imaginación es más real y la rea-
de que este camino, aunque destruya al hombre, lo hace más lidad menos real de lo que parece. Es la sensación de que la última
digno y más noble. Lo que destruye al hombre es más bien la palabra no pertenece a la brutalidad de los hechos que oprimen y
falta de camino, incluso cuando se vive en la mayor seguridad». reprimen. Es la sospecha de que la realidad es mucho más com-
Después de ser bárbaramente torturado, el padre Carlos Alber- pleja de lo que el realismo nos quiere hacer creer, de que las fron-
to es llevado de nuevo a la celda: aún le quedan fuerzas para leer teras de lo posible no están determinadas por los límites del pre-
la pasión según san Juan. Se siente identificado en el mismo dolor sente y de que, de un modo milagroso y sorprendente, la vida está
que ennoblece. Como si no fuese suficiente, escribe en otra carta: preparando el acontecimiento creador que abrirá el camino a la
«A veces me pregunto: ¿hasta cuándo, Señor? Y tengo la clara libertad y a la resurrección» 6. Por la esperanza rehusa el profeta
impresión que él aún no me ha exigido todo lo que puedo dar». aceptar que este mundo es el mejor posible. El verdadero hombre
Nos parece oír los testimonios que llenan las Acta martyrum, no ha nacido aún, y debemos ayudar a engendrarlo y hacerlo
como aquel del plebeyo Máximo, que cuando era torturado por el nacer en la historia. El hombre debe conquistar lo que aún no es,
procónsul Óptimo le replicaba jocosamente: «Los tormentos que pero que puede y debe ser: el proyecto histórico de Dios sobre
se me infligen por mi fe en nuestro Señor Jesucristo no son tor- el hombre; éste fue creado para ser hermano, hijo y señor servi-
mentos, sino unciones» 4. cial del universo. La esperanza cristiana se presenta como una
La praxis de la fe, que niega el sistema, vive de otra dimen- profecía sobre el hombre orientada hacia un cumplimiento en el
sión : de la realidad de, un nuevo mundo, de la fraternidad, del futuro que se anticipa y se prepara en el presente. En nombre de
reino destinado a todos los que a él se convierten. Relativiza las esta esperanza, el padre Carlos Alberto protesta, denuncia, ayuda
cosas y hace que adoptemos una actitud desdeñosa ante las pre- a construir una sociabilidad más humana, desenmascara el siste-
tensiones de absoluto por parte de este mundo. Por eso, el que ma que se presenta como única alternativa, libera el futuro de
sufre víctima de la violencia del sistema es una persona libre y ataduras a necesidades ideológicas y a imperativos de la política
jovial, tomada por el absoluto verdadero, que da sentido a la per- que mantienen al hombre cautivo. La lucha para liberar la historia
secución y a la muerte. El mundo que Dios prometió, que «ni ojo de su pasado muerto y de su presente opresor en nombre de los
vio ni oído alguno oyó», es tan real, tan verdadero, tan plenifi- no hombres posee el sentido profético de mantener viva la espe-
cante que ni la muerte más violenta ni los suplicios más refinados ranza, sin la cual el hombre no encuentra razón de existir.
e inhumanos se sufren como destructores. Tal actitud libre y libe- R. Garaudy, reflexionando sobre sus luchas en Francia y en
aradora exaspera a los agentes del sistema, los deja estupefactos y Argelia, comentaba: «Una vez percibida, esta verdad simple muda
presos de una admiración indescriptible, como se relata en el mar- la vida: de todas las miserias sufridas, ninguna es fatal. Se puede
tirio de san Policarpo s . ¿ No es ésta la forma en que se manifiesta vencer todo: las crisis, la esclavitud, la misma guerra, siempre que
el trascendente rompiendo los esquemas prefabricados? ¿No es ésta se luche contra todo eso. La Resistencia dio sobre ello, si no la
una parusía de Dios, como el verdadero Señor de la vida y de la prueba, por lo menos la esperanza» 7.
muerte? Los esbirros y las fuerzas de represión no pueden con- Además, la fe cristiana en la salvación y en la liberación su-
tener ni destruir esta dimensión de alegría y de sentido. Esto los pone la convicción fundamental de que en el mundo nada es fatal,
derrota y los destruye moralmente. nada irremisible y totalmente irremediable, sino que todo puede

4 6
A. Schwerd, Lateinische Mártyrerakten (Munich 1960) 41. R. Alves, O filho do amanhá (Petrópolis 1976).
5 7
Eusebio de Cesárea, op. cit., XV, 18-25. R. Garaudy, Palavra de homem (Lisboa 1975) 182.
432 Pasión de Cristo y sufrimiento humano El sufrimiento contra el sufrimiento 433

ser renovado y el mundo está destinado a realizar la utopía del cuarenta millones de personas. A la vista de todo esto, ¿qué de-
reino de Dios. La fe cristiana no se define sólo en función de lo bemos entender por paz y liberación? De los tres mil setecientos
que ya aconteció salvíficamente en el mundo, sino que está cen- millones de hombres que actualmente habitan la tierra, cerca de
trada principalmente en aquello que aún ha de venir, en lo que mil millones padecen extrema pobreza, y ochocientos millones son
deberá ser y el hombre deberá querer. El reino no viene por arte analfabetos. ¿Podemos responsabilizar a las personas concretas,
de magia, sino como fruto del esfuerzo humano que ayuda a Dios tenidas por opresoras, de tales violencias estructurales? Una lec-
a gestar el futuro definitivo. La salvación total no es algo que tura más atenta de la realidad nos convence de que el problema
acontecerá cuando termine la historia, sino que se realiza dentro no se sitúa en el plano personal. De poco sirve liquidar al opresor
de un proceso de liberación que implica momentos conflictivos. de la esquina si la estructura que destila permanentemente opre-
Toda liberación histórica, incluida la de Jesucristo, se hace a base sión continúa produciendo opresores. Es ilusión, ceguera vengativa
de una alianza de sufrimiento, de dolor y de muerte. Es el precio y falta de perspectiva histórica luchar contra el mal del mundo
que hay que pagar por la resistencia que los sistemas que se restringiendo el combate a las personas. Estas no son agentes, sino
creen absolutamente necesarios oponen a todo cambio cualitativo. actores de un drama más profundo. Es la forma de sociabilidad, la
Dios no ahorra a nadie este sufrimiento, como tampoco se lo estructura del sistema, la que es inicua, y solamente descendiendo
ahorró a su propio Hijo. No es un sufrimiento innocuo y sin sen- a su análisis, contraponiéndole una praxis diferente y alternativa,
tido; está lleno de significado, pues se inserta dentro de un pro- se puede luchar con sentido y con eficacia contra los males del
yecto liberador y es expresión de la lealtad y la fidelidad a la causa mundo.
de la justicia y de la verdad. Esa actitud posee una eficacia propia, Por otro lado, la respuesta estructural no responde a todos los
distinta de la de la violencia que puede modificar situaciones y interrogantes planteados por la experiencia de la resistencia a las
eliminar personas. La eficacia de la violencia es aparente porque transformaciones cualitativamente más humanas y justas. La estruc-
no consigue romper con la espiral de la violencia, mientras que la tura tiene una historia que ha venido articulándose a lo largo de
eficacia del sufrimiento como consecuencia de una causa justa es los siglos, es fruto de un proyecto ligado a una libertad histórica.
menos visible, pero es la verdadera: muestra que el futuro y lo Y aquí el problema se hace extremadamente difícil. ¿Dónde situar
deseable para el hombre están del lado del derecho, de la justicia, la responsabilidad? Esta posee ciertamente una dimensión personal
del amor y de la fraternidad, y no del lado de la codicia, de la y propia de cada uno, pues nadie es mero autómata; cada uno
violencia y de la voluntad de poder. No es de extrañar que los sis- acepta, asimila, rechaza, encaja en un proyecto personal. Pero hay
temas cerrados se vuelvan tanto más violentos cuanto más presien- también una dimensión estructural y colectiva que viene de un
ten su propio fin. pasado, atraviesa el corazón de las estructuras actuales y penetra
en el corazón de cada persona. ¿Por qué pudo la historia de la
libertad encaminarse así hasta engendrar el sistema del mal, con
respecto al cual el hombre tiene la penosa experiencia, como ates-
3. El misterio de la «passio mundi» tigua la Gaudium et spes (n.° 13), «de sentirse incapaz de dominar
eficazmente sus ataques, pues se ve aherrojado como en una
cárcel» ?
Partiendo de esta experiencia del sufrimiento que dignifica,
tiene sentido hacer las preguntas más radicales sobre la passio Aquí cabe una reflexión esencial y radical que lleva a pre-
mundi sin el peligro de que sean manipuladas en una línea de guntar por las condiciones de posibilidad del mal y del pecado.
resignación y de cinismo. El justo que sufre plantea la cuestión, y Quizá debamos ver tal posibilidad en el mismo hecho de ser cria-
esto le hace sufrir bajo otro título: ¿ P o r qué posee el hombre tura. La esencia de la creación, en un sentido ontológico, es deca-
una capacidad inaudita de oponerse a la verdad? ¿Por qué se dencia. Esto lo intuyó muy bien la Escolástica al hablar del mal
vuelve ciego, agresivo, destructor en exceso? En las guerras de metafísico, que no depende del hombre y es anterior a él, el mal
que tenemos noticia se calcula que murieron tres mil seiscientos que no puede ser cometido por la libertad, pues es un estado on-

434 Pasión de Cristo y sufrimiento humano El sufrimiento contra el sufrimiento 435

tológico, ligado al propio misterio de la creación. Por el hecho netra toda la urdimbre humana, constituye el pecado del mundo;
de no ser Dios, el mundo es limitado y dependiente, distante y el pecado original es como la anti-historia del absurdo, del poder
diferente de Dios. Por perfecto que sea, jamás tendrá la perfec- irracional y opresor del hombre. Engendra sufrimiento, fruto del
ción de Dios; comparado con él, el mundo es siempre imperfecto. egoísmo, de la voluntad de poder y de la dominación. Es una cau-
Ese mal es la finitud consciente del mundo. Tal limitación se vive tividad sin dignidad alguna, un sufrimiento sin sentido y un dolor
como sufrimiento en la vida consciente. Como afirmaba Hegel, inútil. Engendra sufrimiento como destrucción de la vida, opresión
«toda conciencia de la vida es conciencia del mal de la vida». La como forma de dominación sobre la libertad del otro y una es-
conciencia es finita, pero sólo puede sentirse como tal en el ho- tructura necrófila a lo largo de la historia, esclavizando a gran
rizonte de la experiencia del Infinito. Ese desfase entre lo que ex- parte de la humanidad, como presenciamos hoy aterrorizados. Esta
perimenta de finito y de infinito provoca el sufrimiento y el dolor reflexión topa con el misterio de la libertad humana. Puede engen-
ontológicos. Sin embargo, dicho sufrimiento constituye la dignidad drar un sentido de impotencia que entrega los destinos de la his-
del hombre y expresa su «hominidad»; es la forma en que el hom- toria a la veleidad de los más fuertes.
bre siente la fugacidad del mundo, de las personas, del amor y Contra esto debemos decir que, si ella surgió en la historia,
se abre a lo absoluto. Tal sufrimiento anticipa la muerte como po- puede, por eso mismo, ser combatida y reducida a sus límites den-
sibilidad de estar totalmente en el Infinito y en Dios. En esta pers- tro de la historia. La consideración de su vigencia histórica lleva
pectiva, la muerte es un bien; pertenece a la vida mortal del hom- a todo hombre comprometido a no perder la cabeza con modelos
bre y constituye el momento de máxima hominización del hombre utópicos, como si estuviera en nuestras manos erradicar totalmente
en Dios. De la misma manera, el sufrimiento no anticipa la acción el mal del mundo. Pero también implica coraje para lo provisional,
destructora de la muerte, sino que intensifica la liberación de nos- determinación para dar pasos concretos que significan superación
otros mismos y de nuestra libertad para la libertad que es Dios. de situaciones esclavizantes y paciencia heroica para soportar la
Todo sufrimiento puede tener esta estructura, hasta el anónimo, presencia atormentadora del mal pendiente sin dejarse contaminar
sin ningún heroísmo, silencioso y trivial de nuestra limitada exis- en la esperanza y en la voluntad de luchar. El mensaje cristiano
tencia. El sufrimiento y el mal ontológico constituyen así la semilla quiere ser, en este sentido, un germen de esperanza. Con su re-
de esperanza, liberan la imaginación y hacen soñar en una libera- surrección mostró el Señor que tiene poder sobre la dimensión
ción total. Significan la cautividad creacional del hombre orienta- sombría del pecado y de la muerte causada por el odio humano.
da por la esperanza y por el anhelo hacia la completa liberación. La afirmación de Jesús en san Juan no es una frase vacía, sino
Este mal inocente no nos causa problemas. Constituye sólo la que constituye la ratificación de una experiencia pascual: «En el
condición que hace posible el mal como pecado y como fruto del mundo tendréis aflicciones; pero tened confianza, pues yo he ven-
abuso de la libertad. El hombre creado creador puede no aceptar cido al mundo» (Jn 16,33).
el mal y el dolor ontológico-creacionales; puede negarse a aceptar Sólo en el marco de una lucha contra el mal, sintiendo su re-
su finitud y mortalidad; puede querer ser como Dios (Gn 3,5). sistencia, es legítima la reflexión radical sobre la passio mundi y
¿Cómo es Dios? Dios es exactamente lo imposible para el h o m b r e : no degenera en ideología ni adormece el afán de luchar. La passio
infinito, inmortal, fundamento sin fundamento. El pecado consiste mundi no constituye un problema, sino un misterio inaccesible a
en querer ser lo que Dios es; en negarse radicalmente a aceptar la la razón discursiva y analítica, misterio tan profundo como el mis-
propia situación conscientemente limitada y por eso sufriente y terio de la libertad, que se muestra unas veces como amor y otras
¿olorosa. Pecado es la tentativa absurda, por imposible, de hacerse como odio.
uno mismo, de querer ser lo que el hombre jamás puede ser: fun- Al principio, más que reflexionar, hemos narrado una historia
damento de sí mismo, absolutamente independiente, creador de sí símbolo. Esto nos parece más sugestivo para apuntar en qué
mismo. De ahí que todo pecado sea aberración del sentido de la dirección deberá contemplarse el misterio del sufrimiento. Como
creación, separación violenta de Dios y retorno egoísta sobre sí decía P. Ricoeur, los símbolos y los mitos dan que pensar. Pensar
mismo. En la medida en que este proyecto posee su historia y pe- radicalmente es siempre pensar partiendo del misterio, en el inte-
436 Pasión de Cristo y sufrimiento humano

rior del misterio, para llegar a la profundidad del misterio y no IX


para acabar con él. Ante el misterio del dolor y del sufrimiento
de millones de hombres y de las dificultades de la lucha sólo ¿COMO PREDICAR HOY LA CRUZ DE CRISTO? *
pedimos a Dios: No nos saques de las olas peligrosas, sino líbra-
nos del miedo que inhibe. Lo primero que tenemos que hacer es ampliar nuestro con-
cepto de cruz y de muerte. La muerte no es sólo el último momento
de la vida, sino que la vida entera va muriendo, limitándose hasta
sucumbir en un último instante. Por eso, preguntar cómo murió
Cristo equivale a preguntar cómo vivió, cómo afrontó los conflic-
tos de su existencia, cómo aceptó la trayectoria de la vida que
acaba en la muerte. Aceptó la muerte asumiendo todo lo que
lleva consigo la v i d a : las alegrías y tristezas, los conflictos y en-
frentamientos derivados de su mensaje y de su manera de vivir.
Algo semejante podemos decir de la cruz. La cruz no es sólo
el madero. Es la encamación del odio, la violencia y el crimen
del hombre. Es cruz lo que limita la vida (las cruces de la vida),
lo que hace sufrir y dificulta el caminar por la mala voluntad
humana (cargar la cruz de cada d í a ) . ¿Cómo soportó Cristo la
cruz? No buscó la cruz por la cruz. Buscó el espíritu que evita
la cruz para sí y para los otros. Predicó y vivió el amor. El que
ama y sirve no fabrica con su egoísmo ni con su forma de vida
cruces para los demás. Jesús anunció la buena nueva de la vida
y el amor. Luchó por ella. El mundo se cerró a él, sembró de
cruces su camino y al fin lo colgó del madero. La cruz fue la
consecuencia de un mensaje crítico y de una praxis liberadora.
Jesús no huyó, no contemporizó, no dejó de anunciar y testimoniar,
aun a riesgo de ser crucificado. Continuó amando a pesar del odio.
Aceptó la cruz como señal de su fidelidad a Dios y a los hombres.
Fue crucificado por Dios (fidelidad a Dios) y crucificado por los
hombres y para los hombres (en amor y fidelidad a los hombres).
Predicar hoy la cruz de Jesucristo significa:
1) Comprometerse en la construcción de un mundo donde
sean menos difíciles el amor, la paz, la fraternidad, la apertura
y la entrega a Dios. Esto lleva consigo denunciar las situaciones
que engendran el odio, la división, el ateísmo en el plano de las

* Sobre este tema, cf. Zum Verstdndnis des Todes Jesu. Conclusiones del
Sínodo de la Iglesia Evangélica de la Unión (Gütersloh 1968); F. Viering,
Der Kreuzestod Jesu (Cütersloh 1969); M.-A. Chevalier, La predication de la
croix (París 1971); H. Küng, Ser cristiano (Madrid "1980) 722-735; B. Ferra-
ra, A significag&o política da morte de Jesús a la luz do Novo Testamento:
REB 36 (1976) 811-857.
438 Pasión de Cristo y sufrimiento humano ¿Cómo predicar hoy la cruz de Cristo? 439

estructuras, los valores, las prácticas y las ideologías. Supone mayor, por un orden distinto («si vuestra justicia no es mayor que
anunciar y realizar, con un comportamiento comprometido, el la de los fariseos...»). Sufre sin odio; soporta la cruz sin huir
amor, la solidaridad y la justicia en la familia, en las escuelas, en de ella. Carga con la cruz por amor a la verdad y a los crucifi-
el sistema económico, en las relaciones políticas. Tal compromiso cados y arriesga por ellos su seguridad personal y su vida. Así
tiene como consecuencia crisis, confrontaciones, sufrimientos, cru- lo hizo Jesús. Así deberán hacerlo todos sus seguidores a lo largo
ces. Aceptar la cruz inherente a esta lucha es cargar con la cruz de toda la historia. Jesús sufre como «maldito», pero es bendecido;
como lo hizo el Señor: soportando y sufriendo por la causa y la muere como «abandonado», pero es acogido por Dios. Así con-
vida que hemos elegido. funde el Señor la sabiduría y la justicia de este mundo.
2) El sufrimiento derivado de este compromiso, la cruz que 5) La cruz es, por tanto, símbolo del rechazo y de la viola-
hay que cargar en esta andadura, es sufrimiento y martirio por ción del sagrado derecho de Dios y del hombre. Producto del odio.
Dios y su causa en el mundo. El mártir es mártir por Dios, no Quienes luchan por abolir la cruz del mundo, tienen que cargar
por el sistema. Es mártir del sistema, pero para Dios. Por eso, la cruz impuesta e infligida por los que la crearon. La aceptan,
quienes sufren y son crucificados por causa de la justicia de este pero no porque vean en ella un valor, sino porque rompen la
mundo, son testigos de Dios. Rompen el sistema cerrado que se lógica de la violencia con el amor. Aceptarla significa ser más
considera justo, fraterno y bueno. El que sufre es mártir por la grande que la cruz; vivir así es ser más fuerte que la muerte.
justicia; como Jesús y todos los que le siguen, descubre el futuro, 6) Predicar la cruz puede significar una invitación a un acto
deja abierta la historia para que crezca y produzca más justicia extremo de amor, de confianza y de total despojo de sí mismo. La
de la que existe, más amor del que hay en la sociedad. El sistema vida tiene su cara dramática; ahí están los derrotados por una
quiere cerrar y encubrir el futuro. Es fatalista; cree que no nece- causa justa, los desesperanzados, los condenados a cadena per-
sita reformas ni modificaciones. El que soporta la cruz y sufre en petua, los que se hallan ante una muerte irremediable. De alguna
la lucha contra el fatalismo del sistema, carga la cruz y sufre con forma, todos están colgados de la cruz, cuando no tienen que
Jesús y como Jesús. Sufrir así es digno. Morir así tiene sentido. cargar con su peso. Muchas veces tenemos que asistir al drama
3) Cargar con la cruz como Jesús significa, por tanto, solida- humano silenciosos e impotentes, porque cualquier palabra de con-
rizarse con los que son crucificados en este m u n d o : los que sufren suelo resultaría vacía y cualquier gesto de solidaridad sonaría a
violencia y pobreza y se sienten deshumanizados y privados de sus resignación inoperante. Las palabras se ahogan en la garganta y la
derechos. Defenderlos, atacar las prácticas en cuyo nombre se les perplejidad seca las lágrimas en su fuente. Especialmente cuando
convierte en no hombres, asumir la causa de su liberación y sufrir el dolor y la muerte provienen de una injusticia que lacera el
por ella es cargar con la cruz. La cruz de Jesús y su muerte fueron corazón o cuando el drama es irremediable y no se ve ninguna
consecuencia de un compromiso en favor de los desheredados del salida. Aun así, contra todo cinismo, resignación y desesperación,
mundo. tiene sentido hablar de la cruz. El drama no tiene que transformar-
4) El sufrimiento y la muerte por causa de los crucificados se necesariamente en tragedia. Jesucristo, que pasó por todo esto,
implica soportar que el sistema difame los valores de quien lucha transfiguró el dolor y la condena a muerte convirtiéndolos en un
contra él. El sistema dice: los que asumen la causa de los peque- acto de libertad y de amor que se autoentrega, en un acceso posi-
ños y los indefensos son subversivos, traidores, enemigos de los ble a Dios y en una nueva aproximación a quienes lo rechazaban:
hombres, están execrados por la religión y abandonados de Dios perdonó y se entregó confiado a Otro mayor. El perdón es la
(«maldito el que muere en la cruz»). Son los que quieren revolu- forma dolorida del amor. Entregarse con confianza y ponerse en
cionar el orden. Entre tanto, el mártir doliente se opone al sistema manos de alguien que nos supera infinitamente es arriesgarse al
y denuncia sus valores y prácticas, porque no son sino el orden del misterio como último portador de un sentido que compartimos,
desorden. Lo que el sistema llama justo, fraterno y bueno, en pero no creamos. Esta oportunidad se ofrece a la libertad huma-
realidad es injusto, discriminatorio y malo. El mártir desenmasca- n a : el hombre puede aprovecharla y descansar en la confianza;
ra el sistema; por eso sufre su violencia. Padece por una justicia pero también puede perderla y zozobrar en la desesperación. El
440 Pasión de Cristo y sufrimiento humano ¿Cómo predicar hoy la cruz de Cristo? 441

perdón y la confianza constituyen las formas con que evitamos a los oprimidos (Mt 25,46ss), y viceversa. Decir que Dios asumió
que el odio y la desesperación tengan la última palabra. Es el la cruz no equivale a glorificarla y eternizarla. Significa única-
gesto supremo de la grandeza del hombre. mente mostrar cuánto ha amado Dios a los que sufren. Sufre y
Sólo mirando al Crucificado vuelto a la vida puede afirmar muere con ellos.
el cristiano que la muerte en cuanto entrega confiada tiene un Por otro lado, Dios tampoco es indiferente a los crímenes, al
sentido último como muestra la resurrección, que es la plena ma- lastre de la historia. No deja que la llaga quede abierta hasta la
nifestación de la Vida presente en la vida y en la muerte. manifestación de su justicia en el fin del mundo. Interviene y jus-
7) Morir así es vivir. En esta muerte de cruz hay una vida tifica en Jesús resucitado a los despojados y crucificados de la
que no puede aniquilarse. Está oculta en la muerte. No llega historia. La resurrección quiere mostrar el verdadero sentido y el
después de la muerte. Está en la vida de amor, solidaridad y coraje futuro garantizado de la justicia, del amor y de las luchas, apa-
para soportar y morir. Con la muerte se revela en su poderío y en rentemente fracasadas por el amor y la justicia en el proceso his-
su gloria. tórico. Al fin triunfarán. Será el reino de la pura bondad.
Así lo expresa san Juan cuando dice que la elevación de
Jesús en la cruz es glorificación, que la «hora» es a la vez la hora
de la pasión y de la glorificación. Hay, pues, una unidad entre
la pasión y la resurrección, entre la vida y la muerte. Vivir y
ser crucificado por la justicia y por Dios es vivir. De ahí que el
mensaje de la pasión vaya siempre unido al de la resurrección. Los
que murieron como insurrectos contra el sistema de este siglo y se
negaron a entrar «en los esquemas de este mundo» (Rom 12,2),
son ahora los «resucitados». La insurrección por causa de Dios y
del otro es resurrección. La muerte puede parecer un sinsentido.
Pero tiene futuro y guarda el sentido de la historia.
8) Predicar la cruz hoy es anunciar el seguimiento de Jesús.
No es exaltar el dolor ni magnificar lo negativo. Es anuncio de
algo positivo: de la lucha para que cada vez sea más imposible
que unos hombres crucifiquen a otros. Esa lucha implica abrazar
la cruz, llevarla con coraje y dejarse crucificar con hombría. Vivir
así es ya resurrección, es vivir a partir de una vida que la cruz
no puede sacrificar. La cruz no hace sino mostrarla más victoriosa
aún. Predicar la cruz significa seguir a Jesús. Y seguir a Jesús es
proseguir su camino y su causa y conseguir su victoria.
9) Dios no se quedó indiferente ante las víctimas y los sufri-
mientos de la historia. Por amor y solidaridad (cf. Jn 3,16) se hizo
pobre, fue condenado, crucificado y muerto. Asumió una realidad
que le es objetivamente contraria, pues él no quiere que los hom-
bres empobrezcan y crucifiquen a otros hombres. Este hecho revela
que la mediación privilegiada de Dios no es la gloria ni la trans-
parencia del sentido histórico, sino el sufrimiento real del oprimi-
do. «Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos
amarnos unos a otros» (1 Jn 4,11). Acercarse a Dios es acercarse
Cruz, misterio y mística 443

X ul dolor de los crucificados de la historia. Dios puede sufrir. De


ahí que la cruz tenga siempre dos lados, anverso y reverso. En
CONCLUSIÓN: .su reverso, desnuda y solitaria, apunta hacia el odio humano. En
CRUZ, MISTERIO Y MÍSTICA * su anverso, habitada y doliente, señala al amor humano y divino.
La paradoja de la cruz no se entiende con la razón formal ni
con la razón dialéctica. Está más allá del logos abstracto. Es el
Vivir la cruz de nuestro Señor Jesucristo implica una mística
logos ton staurou, la lógica de la cruz (1 Cor 1,18). La asimila-
de vida. Tal mística se asienta sobre un misterio: el misterio de
ción de la lógica de la cruz sólo es posible mediante la praxis:
una vida que surge donde aparece la muerte, el misterio de un
combatiendo y aceptando la cruz y la muerte. Si el hambre del
amor que nace donde se manifiesta el odio. La cruz resume
hambriento no se mata con discursos sobre el arte culinario, el pro-
todo esto.
blema del sufrimiento no se resuelve por el mero hecho de pensar
Por un lado, es el símbolo del misterio de la libertad humana
en él. El hambre se mata comiendo, y el carácter absurdo del
en rebeldía: se produce por la voluntad de rechazo, de venganza
mal se supera luchando contra él. Así lo vivió y expresó P a b l o :
y autoafirmación que llega a la eliminación del otro. Es lo que
«Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos
el hombre puede cuando rechaza a Dios. Es, pues, símbolo del
apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados;
hombre caído, del no h o m b r e ; símbolo del crimen.
nos derriban, pero no nos rematan; los moribundos que están bien
Por otro lado, es símbolo del misterio de la plena libertad
vivos, los penados nunca ajusticiados, los afligidos, siempre ale-
h u m a n a : cuando se soporta en el marco de un compromiso para
gres, los pobretones que enriquecen a muchos, los necesitados
superarla y hacerla más inviable aún en el mundo, la cruz es
que todo lo poseen» (2 Cor 4,8-9; 6,9-10). Esta praxis revela lo
símbolo de otro tipo de vida, olvidada de sí misma: la vida del
que late tras el drama de la cruz y de la muerte: el sentido
profeta, del mártir, del hombre del reino de Dios. No provoca la
último de la vida. Nudus nudum sequi: seguir desnudo al desnudo:
cruz, sino que la soporta; no sólo la soporta, sino que también
he ahí la mística y el misterio de la cruz.
la combate y, al combatirla, se hace víctima, siendo crucificado por
la saña de los que endurecen el corazón ante el hermano y ante
Dios. Mediante la crucifixión puede transfigurar la cruz y hacer
de ella un sacrificio de amor a los otros. Así, pues, la cruz es sím-
bolo del hombre nuevo y viviente, símbolo del amor.
Cada cruz encierra una denuncia y un llamamiento. Denuncia
al hombre que se cierra sobre sí mismo hasta el punto de crucificar
a Dios. Llama a un amor capaz de soportar todo, hasta el punto
de que el Padre entrega a su propio Hijo a la muerte por sus
enemigos. La cruz se presenta así como esencialmente ambigua.
Mantener permanentemente esta ambigüedad es condición para
preservar su carácter crítico, que acrisola tanto las pretensiones de
autoafirmación humana como nuestra imagen de Dios, impasible

* Cf. H. U. von Balthasar, El misterio pascual, en Mysterium Salutis III


(Madrid 21980) 666-809; A. Grillmeier, Der Logos am Kreuz (Munich 1956);
H. Rahner, Das Mysterium des Kreuzes, en Griechische Mythen in christlicher
Deutung (Zurich 1945); R. Guénon, Le symbolisme de la croix (París 1931);
SL Bretón, La passion du Christ et les philosophes (Teramo 1954); Ch. Re-
noux, Crucifié dans la création entiére: «Bulletin de Littérature Ecclésiasti-
que» 2 (1976) 119-122.
LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
Y
NUESTRA RESURRECCIÓN
DIMENSIÓN ANTROPOLÓGICA
DE LA ESPERANZA CRISTIANA
Título original: CANCIÓN A LA MUERTE
A RESSURREICÁO DE CRISTO
A NOSSA RESSURREICÁO NA MORTE
Espero la Muerte como se espera al Amado.
A dimensáo antropológica da esperanga crista No sé cuándo ni cómo vendrá.
Petrópolis «1976 Simplemente yo espero, sin temor en esta espera.
Tengo tan sólo anhelo y curiosidad
porque la Muerte es bella;
porque la Muerte es una puerta
que se abre a lugares
desconocidos,
aunque imaginados.
Como el amor,
nos lleva a otro mundo.
Como el amor,
inicia para nosotros otra vida
diferente de la nuestra

Espero la Muerte como se espera al Amado.


Porque yo sé que un día ella vendrá
y me recibirá
en sus brazos amigos.
Sus labios fríos rozarán mi frente,
y, bajo su caricia,
dormiré yo el sueño de la eternidad
como en los brazos de mi Amado.
Y ese sueño será un resurgir.
Porque la Muerte es la resurrección,
la liberación,
la comunión total
con el Amor total.

María Helena da Silveira (1922-1970)


Poesía inédita, escrita en 1944,
a la edad de veintidós años.
I
EN BUSCA DEL HOMBRE NUEVO

Más que ninguna época, la nuestra se caracteriza por su pre-


ocupación por el futuro: intenta, entre penumbras, vislumbrar al
hombre del mañana. Todos están de acuerdo: el hombre de hoy
debe ser superado. El verdadero hombre es aún un proyecto. To-
davía no ha nacido.
Esta búsqueda del hombre nuevo es tanto más acuciante cuan-
to más experimentamos la inhumanidad del hombre, su capacidad
para oprimir a los otros y destruir su propio mundo. ¿Quién li-
berará al hombre de sí mismo? ¿Podrá acaso el no hombre ser
nuevamente hombre, hombre nuevo ? Tal búsqueda del hombre nue-
vo es quizá uno de esos anhelos que jamás se cumplieron en la
historia de la humanidad. Es una constante permanente de cada
cultura, que aparece míticamente en el pensamiento primitivo, o
bien con una formulación típica en el horizonte de las utopías
científicas del pensamiento objetivo moderno '.

1. El hombre nuevo ere el pensamiento primitivo

El pensamiento mesopotámico creó la epopeya de Gilgamés 2 ,


interesante porque en ella se relatan la creación del mundo y el
diluvio, a semejanza de los relatos bíblicos. Angustiado por el dra-
ma de la muerte, Gilgamés busca el árbol de la vida que restituya
la juventud al hombre viejo y mortal. Quiere unirse a Uta-Napishi-
tim, héroe del diluvio, a quien los dioses han inmortalizado co-
locándolo en una isla maravillosa. Gilgamés le pide el secreto de
la vida eterna. En su imposible caminar, el dios Sol (Shamash)
le apostrofa irónicamente: «¿Adonde vas, Gilgamés? Nunca en-
contrarás la vida que buscas» 3 . La ninfa divina Siduri también
le advierte: «Cuando los dioses crearon la humanidad, le dieron
1
Un libro que recoge enorme cantidad de material sobre el tema es
W. Mühlmann, Chüiasmus und Nativismus. Studien zur Psychologie, So-
ziologie und historischen Kasuistik der Umsturzbewegungen (Berlín 21964);
E. Bloch, Das Prinzip Hoffnung^ 2 vols. (Francfort 1959).
2
A. Heidel, The Gilgamesh Epic and Oíd Testament Parallels (Chica-
go 1954); G. Contenau, Le déluge babylonien (París 21952) 192-200.
3
Tablilla X, en Heidel, op. cit., 69.
nn
450 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección En busca del hombre nuevo 451

como destino la muerte, mientras ellos se quedaron con la vida está siendo plasmado aún por sus manos y por las manos de los
eterna. Gilgamés, sacia tu vientre, goza de la vida día y noche... propios hombres en la historia, pero un día llegará a ser totalmente
Alégrate con lo poco que tienes en tus manos» 4 . Gilgamés no se imagen y semejanza del Creador (Gn 1,26). Esa es la gran espe-
deja disuadir. Llega a la isla maravillosa del hombre inmortal, ranza del Antiguo Testamento.
consigue el árbol de la vida y regresa. En el viaje de regreso, la Nuestros tupi-guaranís y apapocuva-guaranís crearon la utopía
serpiente envenena con su hálito el árbol de la vida y lo roba. El de la «tierra sin mal» (yuy mamey) y de «la patria de la inmor-
héroe, decepcionado, muere como todos y va al «país sin retorno, talidad». Recientes investigaciones históricas y antropológicas 8 han
donde la comida se hace con polvo y barro y los reyes son despo- mostrado que estos indios vivían en constante movilidad. Tan pron-
jados de sus coronas» 5 . El hombre será siempre el mismo, bajo to estaban en la costa de Pernambuco como aparecían en el interior
el signo férreo de la muerte. Sueña con la inmortalidad y una de la selva, junto a las fuentes del Madeira. Otro grupo se ponía
vida nueva, pero esto no pasa de un sueño. en camino hacia el interior de la selva amazónica hasta llegar a
La civilización egipcia fue, por excelencia, una civilización Perú, desde la frontera con Paraguay, y otro grupo se desplazaba
centrada en el tema de la muerte y de la inmortalidad 6. Aparece hasta la costa atlántica. Durante mucho tiempo, estas migraciones
en ella un optimismo que, en su conjunto, va más allá del mensaje fueron un hecho misterioso e inexplicable para los antropólogos.
de los libros más antiguos del Antiguo Testamento. Al hombre bue- Pero el estudio de sus mitos nos reveló un dato esclarecedor: el
no se le promete una nueva vida próspera en el otro mundo, en mito de la «patria de la inmortalidad» ponía en marcha a toda la
compañía de los dioses Osiris, Horus, Ra y Atón. El embalsama- tribu. Cuando el mago anunciaba que la tierra sin mal aparecería
miento de los cadáveres es una réplica de lo que acontece en el en el mar, corrían allá llenos de esperanza. Con danzas, ritos y ayu-
más a l l á : la personalidad consciente (ba) permanece, en la inmor- nos creían aligerar su cuerpo e iban, sobre las nubes, al encuentro
talidad, unida al cuerpo (yet) y a su principio animador de origen de la patria de la inmortalidad. Pero regresaban, decepcionados,
divino (ha). a la selva y allí aguardaban que brotase la utopía con la destruc-
El judaismo bíblico forjó el relato del paraíso, que es una pro- ción de este viejo mundo.
fecía del futuro proyectada al pasado 7. En este relato se pinta al La expresión es primitiva y el lenguaje mítico. Sin embargo,
hombre y su mundo como han de ser el día de mañana: un hom- revelan el mismo principio «esperanza» que dilacera el corazón
bre, como el del día primero, en la limpidez de sus relaciones ar- del hombre. Es lo que nosotros sentimos hoy en otro horizonte de
moniosas con el mundo y con Dios, en una situación en la que no experiencia.
existirán ya la dominación del marido sobre la mujer, ni los dolores
del parto, ni la sequía, ni el trabajo esclavo, ni la amenaza de los
animales, ni la religión del miedo, ni la muerte. La patria del hom- 2. El hombre nuevo en el pensamiento científico
bre será el jardín de Dios (Ez 31,7-9.16.18; 36,35: textos que in-
fluyeron en la elaboración de Gn 2-3), en una situación de paz El hombre de hoy no espera que el hombre nuevo venga del
total entre el hombre y la naturaleza (Is 11,6-9) y los hombres con- cielo. Intenta crearlo él mismo con los medios que las ciencias
sigo mismos y con Dios (Jr 24,7; 32,39; 31,34). Todo será nuevo y la manipulación biológica le ofrecen. En nuestros días avanzan
y paradisíaco (Is 66,22; 65,17; cf. Is 11,9: textos que también los experimentos sobre el hombre: las manipulaciones para lograr
influyeron en la elaboración de Gn 2-3). El hombre que Dios quiso un control de la natalidad.^ la inmunización contra enfermedades

4 8
Tablilla X, en Heidel, op. cit., 70. Cf. E. Schaden, O mito do paraíso na cultura e na vida Guaraní, en
5 Aspectos fundamentáis da cultura Guaraní (Sao Paulo 1954) crn. 10;
Tablilla VII, col. 4, en Heidel, op. cit., 60-61, 99-101.
* Cf. S. Croato, La esperanza de una inmortalidad en las grandes cos- A. Métraux, Migrations historiques des Tupi-guarani: «Jr. de la Soc. des
movisiones de Oriente: «Concilium» 60 (1970) 17-29. Américainistes» N. S. 19 (1927) 1-45; W. H. Linding, Wanderungen der
7 Tupi-Guarani und Eschatologie der Apapocuva-Guarani, en W. Mühlmann,
C. Mesters, Paraíso terrestre: saudade ou esperanza? (Petrópolis 1971)
41-48. Chüiasmus und Nativismus (Berlín 21964) 19-40.
452 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección En busca del hombre nuevo 453

genéticas, los trasplantes de órganos y tejidos, la inseminación enzima-celulosa para digerir celulosa, como ya se ha conseguido
artificial, que en los Estados Unidos llega a alcanzar 25.000 casos en vacas y termitas con ayuda de microorganismos» u . De esta
por año 9 , el cultivo de embriones in vitro (como los célebres expe- manera, con una total manipulación genética, se podría crear un
rimentos de los profesores Daniele Petruci, de Bolonia, y Landrum verdadero superhombre, totalmente liberado de cualquier tara o de-
Shettles, de la Universidad de Columbia), la manipulación del ce- fecto físico, con un cuerpo de César y un alma de Cristo, con
rebro humano y las mejoras genéticas a través de mutaciones cro- capacidad extraordinaria de entrega, amor, simpatía, equilibrio,
mosomáticas, prueban la amplitud de esta investigación. ¿Es posi- rectitud y sensibilidad para los valores estéticos y con un profundo
ble que todo eso se realice a espaldas de los principios éticos y de sentimiento religioso.
una correcta interpretación del hombre y de su posición en el mun- A juzgar por estas previsiones, que tienen mucho de utópico y
do? Esta pregunta resulta aún más angustiosa si escuchamos las hasta de ingenuo, el hombre se encuentra ante una paradoja terri-
prognosis entusiásticas de no pocos biólogos y genetistas. ble, como hizo notar el gran biólogo Dobzhansky: «El impresionan-
Hermán J. Müller, premio Nobel de medicina, habla de bancos te éxito de la evolución no sólo biológica, sino también cultural de
de semen humano, descritos con su pedigree exacto en catálogos nuestra especie constituye un peligro y quizá un principio de auto-
que se enviarían a las madres potenciales 10. Rostand anuncia que aniquilación» n. Impresiona oír el testimonio del célebre biólogo
no está lejos el día en que las criaturas humanas reciban una dosis francés J. Rostand en su libro Inquietudes de un biólogo: «Los
exacta de ADN que les transmita las cualidades físicas e intelec- verbos ser, procrear y morir no tienen ya el mismo contenido des-
tuales más deseables. I. B. S. Haldane, biólogo inglés, pronostica pués de los últimos avances de la ciencia, que nos trae muchas
la creación de hombres para viajes espaciales: hombres sin pier- ventajas, pero también muchas amenazas directas. Las mismas ven-
nas, que necesiten poco alimento y puedan soportar velocidades tajas nos producen escrúpulos terribles; los descubrimientos, que
altísimas. «Para los cuerpos celestes con un elevado índice de gra- tanto entusiasmo suscitan en el biólogo, son muchas veces descon-
vedad, como Júpiter, podrían tener ventaja hombres de piernas certantes para los moralistas» 13.
cortas o con cuatro piernas». Th. Lóbsack piensa que «nada, teó- Ante tales experimentos se desvanecen los conceptos clásicos de
ricamente, nos impedirá crear hombres que vivan en el fondo de la moral. Parece imposible prohibir por completo los experimentos
los océanos o que emigren a otros planetas y hagan de ellos su nue- sobre el hombre, que es objeto de una manipulación imparable.
va patria». Nathan Line y Mandred Clynes, del Rockland-State Urge crear en el hombre una visión ética y religiosa que lo capa-
Hospital de Nueva York, sugieren la formación de seres, mitad má- cite para orientar hacia una mayor humanización el tremendo ar-
quinas y mitad hombres, más adaptados a los viajes espaciales. senal manipulador de que dispone. La automanipulación para una
Atwood ve la posibilidad de crear una síntesis de cualidades vege- mayor liberación física, psíquica y moral de la especie humana
tales y animales en el hombre. Así nacerían seres «con gran cerebro no es en sí ilegítima; antes bien, parece brotar de la misma tarea
para dedicarse a la filosofía y, al mismo tiempo con un campo impuesta por Dios al hombre, la de someter y dominar la natura-
fotosintético en la espalda que los dispensaría de tener que ali- leza. El hombre, imagen^ y semejanza de Dios, fue creado para
mentarse». Y señala otras posibilidades: «En lugar de un complejo poder, con una libertad cuyos límites llegan hoy hasta el mundo
sistema fotosintético podríamos implantar en el conjunto haploide genético, forjarse a sí mismo, primero ante Dios, con su decisión
de cromosomas humanos una serie ADN con la información para y automanipulación para el bien o para el mal; después ante su
la enzima-celulosa. En este caso, los individuos estarían en condi- propio mundo humanizado, en la fase psicosocial de la evolución,
ciones de alimentarse de papel o de serrín, porque poseerían la y, por fin, ante los mismos condicionamientos biológicos.

' Véase mi artículo A manipulaqáo biológica do homem: «Vozes» 65 11


Ejemplos tomados de P. Overhage, A caminho da pós-humanidade.
(1971) 631-641, con la bibliografía que allí se cita, especialmente los 5 vols. Experimento-Humanidade I, op. cit., 85-89, y de J. Hasenfuz, Biologiscke
de P. Overhage, A caminho da pós-humanidade (Petrópolis 1971); para el Atombombe. Der manipulierte Mensch: «Deutsche Tagespost» 152 (1966) 18.
caso citado, cf. «Time» (19-4-1971) 28. 12
10
P. Overhage, op. cit., 34.
Cf. R. Kaufmann, Die Menschenmacher (Hamburgo 1964) 17s. 13
U. Appolonio, O homem no ano 2000 (Petrópolis 1971) 25.
454 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección En busca del hombre nuevo 455

En su persuasivo libro Juguemos a ser Dios 14, el biofísico Leroy humanizadores que de ellas se sigan, jamás confundirá esto con
Augenstein afirma que tal vez ahora, por primera vez, puede el lo que Dios nos prometió con la resurrección de Jesús, el nue-
hombre, de hecho, asumir el papel que le fue confiado por Dios vo Adán.
ante el mundo y su destino. Esto no es hybris humana ni rebelión Esto no significa que el proceso de evolución ascendente sea
contra el Creador, sino una toma de conciencia radical de lo teológicamente irrelevante: representa de alguna manera, como
que la Biblia presenta como imagen y semejanza de Dios, lo que en germen, la plenitud final que, ambiguamente, se manifiesta y
significa que el hombre sea representante y lugarteniente de Dios actúa en el tiempo. La ciencia, la técnica y la manipulación bio-
en el m u n d o ; instrumento p o r cuyo medio Dios sigue obrando y lógica, al intentar la creación de un hombre mejor, pueden asumir
actuando en la totalidad de la creación. Esta perspectiva nos su- incluso una misión profética: hacer este mundo más semejante
giere la medida y el criterio ético para la automanipulación bio- al del final del proceso evolutivo.
lógica del hombre, tema que supera el alcance de este trabajo. Si la visión cristiana del futuro del hombre es tan optimista,
no es menos concreta. Deja abierta la posibilidad de que el hom-
bre, con su manipulación, cometa un error irreversible. Así como,
3. El hombre nuevo en la experiencia cristiana en el orden espiritual, el hombre pudo manipular la historia de
forma desastrosa para un desarrollo posterior (el llamado pecado
¿Cómo repercute en el cristianismo la búsqueda del hombre original), así también puede inaugurar un proceso deshumaniza-
nuevo? El cristiano hace una afirmación inaudita: el hombre dor e involutivo que reduzca en parte la humanidad a la condición
nuevo, el hombre de la esperanza de todos los siglos, ya ha apa- de rebaño adaptado a la arbitrariedad de la ideología y de las
recido en la historia y la ha conducido a su meta. Ese hombre fuerzas dominantes 1 5 . Por eso se impone siempre una reserva
se llama Jesús de Nazaret, Cristo resucitado. En él los anhelos de crítica y cierta desconfianza ante los pronósticos sobre el futuro
plenitud, de apertura total del ser y de reconciliación global con del hombre nuevo. El cristiano sabe que la capacidad del mal en
Dios, con los otros y con el mundo se han hecho realidad con- el hombre no se reduce a una cuestión de índole o de manipula-
creta. El homo absconditus se ha revelado plenamente, ha aban- ción de genes, sino que se enraiza en su misma estructura espiri-
donado su ocultamiento. Ha salido un sol que no conoce ocaso. tual e invade todas las dimensiones de su ser. El hombre no puede
Por eso está en medio de nosotros. Aunque los ojos carnales no saltar sobre su propia sombra. Pero es «muy consolador poder
lo ven, lo contemplan los ojos de la fe, llenando con su plenitud observar que los representantes de la investigación científico-
toda la realidad. Por esta razón, el cristianismo se presenta como natural seria se suelen limitar a pronósticos a corto plazo, y los
la religión de la juventud divina y humana. No se presenta como la formulan con mucha prudencia... Las propuestas genéticas rela-
religión del superhombre, pero sí quiere ser la religión del Hom- tivas a un futuro distante del hombre se encuentran fuera del
bre-Dios. El futuro que anuncia a los hombres no es un futuro campo de la ciencia» 16. Además, el cristiano sabe por su fe y es-
manipulable biológicamente, como si la manipulación pudiese peranza que, incluso para el hombre desastrosamente manipulado,
hacer al hombre salir de sí mismo y alcanzar el misterio de Dios, hay un camino por el que se llega al futuro absoluto prometido
sino que es el mismo futuro de Jesucristo. El es el primero de por Dios: la muerte. La muerte no significa sólo el término de
los hombres que alcanzó la meta como total transfiguración de la un proceso biológico, como veremos más adelante, sino ante todo
existencia humana, libre de la muerte, de las limitaciones y estre- un acabar de nacer y el modo como el hombre alcanza su total
checes de nuestro ser en el mundo. La utopía de inmortalidad plenitud a través de una última decisión. Para el cristiano, la his-
y vida nueva se ha traducido en topía y realidad en el seno del toria, por manipulada que sea, incluso hasta el punto de que el
mundo. Por eso, por más que un cristiano comparta la admiración
15
por las conquistas biológicas y se alegre por los posibles resultados Cf. K. Rahner, Experiment Mensch, en Schriften zur Theologie VIII
(Einsiedeln 1967) 260-285, espec. 281-284; id. Zum Problem der genetischen
Manipulation, ibíd., 286-321.
16
" «Time» (19-4-1971) 38. P. Overhage, Experimento-Humanidade, 56.
456 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección En busca del hombre nuevo 457

hombre pueda absurdamente ponerle fin, desembocará irreme- cederemos después a un análisis breve, pero esencial, de los textos
diablemente en Dios, sea para la salvación, sea para la perdición que atestiguan las apariciones del Señor resucitado y del sepulcro
total. Mirando a Cristo resucitado, el cristiano se confiesa profeta vacío. Veremos las dimensiones antropológicas que tal suceso apor-
del sentido y enemigo visceral de todo absurdo. La historia pue- tó a las coordenadas de la comprensión de la existencia humana.
de ser transformada profundamente y el hombre puede llegar Finalmente, nos preguntaremos por nuestro propio futuro. A se-
a un suicidio colectivo, pero en Jesucristo la historia ha alcanzado mejanza de Cristo, estamos destinados a la resurrección cuando
ya su meta y su punto Omega. Este dato hace que el hombre en la muerte, hayamos alcanzado la meta de nuestra existencia.
pueda esperar contra toda esperanza.
El mito griego de la esperanza alcanza ahora su sentido claro:
no será una diosa que engaña a los hombres, sino la verdadera
posesión de lo anhelado. El mito decía que Zeus, queriendo con-
fundir a los hombres, les envió a la diosa Pandora con una caja
llena de regalos. Comida de curiosidad, Pandora abre la caja
y deja escapar, como tragados por encanto, todos los regalos.
A los hombres les quedó sólo la esperanza de que volvieran algún
día. Los sabios griegos se preguntaban: ó Es buena o mala la
esperanza? Unos decían: Es buena, porque sólo ella se ha que-
dado entre los hombres, mientras que el resto de las divinidades
se refugiaron en el Olimpo. Ello nos hace soñar con mundos
maravillosos y nos llena de sentido los días de angustia. Otros
objetaban: La esperanza es tan engañosa como Pandora, pues
llena la vida con sus ilusiones.
Para el cristianismo, en virtud de la irrupción del hombre
nuevo en Jesucristo, la esperanza ha pasado a ser su característica
y su mensaje. El hombre no es como un eterno Prometeo. El co-
razón anhela porque entrevé la utopía como una posible realidad
en el horizonte de Dios. La esperanza se realizó en Jesús de Na-
zaret. Por eso, Dostoiewski, al regresar de la casa de los muertos
de Siberia, confiado y esperanzado, podía formular su credo:
«Creo que no hay nada más bello ni más profundo, ni más sim-
pático, ni más viril, ni más perfecto que Cristo. Me lo digo a mí
mismo con el amor más celoso que puede existir. Aún m á s : si
alguien me probase que Cristo está fuera de la verdad y que ésta
no se encuentra en él, preferiría quedarme con Cristo a quedarme
con la verdad» 17.
Legitimar la aparición del hombre nuevo y definitivo para
nuestra esperanza no es hoy tarea fácil, ni siquiera para los
cristianos. Por eso, nuestro trabajo se referirá en primer lugar
a la problemática actual relativa a la resurrección de Jesús. Pro-

17
Correspondence I (París 1961) 157.
El hombre nuevo en ¡a teología crítica 459
II
que «Cristo resucitó verdaderamente y se apareció a Simón» (Le
EL HOMBRE NUEVO, JESUCRISTO, 24,34)? ¿Cómo debemos interpretar esa frase para que sintamos
EN LA TEOLOGÍA CRITICA el mismo impacto y captemos el mismo contenido que la Iglesia
primitiva? En ese mismo horizonte se sitúa nuestra exposición. En
primer lugar, describiremos el estado de la cuestión en el seno
La fe en la resurrección ha sido discutida desde los tiempos de la teología protestante 4 y católica 5 , formulando algunas críticas
de los apóstoles hasta nuestros días. La certeza que la Iglesia sobre las diversas posturas. En segundo lugar, intentaremos ofrecer
tiene es una certeza de fe. Hay una constante en los relatos sobre una reflexión sistemática a fin de esclarecer el significado de la
la resurrección: el sepulcro vacío y las apariciones no son de tal resurrección para el presente de nuestra fe.
naturaleza que excluyan la duda 1. Al final de su Evangelio, Mateo
deja caer esta frase: «algunos, sin embargo, dudaron» (Mt 28,17b).
De todos modos, la respuesta que se dé a la fe en la resurrec-
ción se refiere en el fondo al ser o no ser del cristianismo. Si la I. LA RESURRECCIÓN EN LA TEOLOGÍA PROTESTANTE
resurrección no se dio, somos «falsos testigos de Dios», «vana es
nuestra fe» y «somos los más miserables de todos los hombres» Entre las diversas posturas de la teología protestante (K. Barth,
(1 Cor 15,14-19). Porque en lugar de sumarnos al grupo de los G. Ebeling, H. Braun, U. Wilckens, etc.) queremos resaltar especial-
que dicen «comamos y bebamos, que mañana moriremos» (1 Cor mente tres: la de R. Bultmann, la de W. Marxsen y la de W. Pan-
15,32), nos evadimos de la realidad con un mito de supervivencia nenberg.
y resurrección y engañamos a los demás con tales ideas.
4
En los últimos años se ha desencadenado una gran discusión, Por parte protestante ofrecen una visión de conjunto H. G. Geyer,
Die Auferstehung Jesu Christi. Ein Oberblick über die Diskussion in der
tanto en la teología protestante como en la católica, acerca del sig- gegenwartigen Theologie, en Die Bedeutung der Auferstehungsbotschaft für
nificado de la profesión de fe: «Dios lo resucitó (a Jesús) de entre ¿en Glauhen an Jesús Christus (Gütersloh 71968) 91-117; B. Klappert (ed.),
los muertos» (Hch 3,15; 4,10). Se han adoptado posturas radicales, Diskussion um Kreuz und Auferstehung. Zur gegenwartigen Auseinanderset-
que han provocado fuertes reacciones en las comunidades 2. La Co- zung in Theologie und Gemeinde (Wuppertal 31968), obra que recoge los
mejores estudios protestantes desde Bultmann, Bornkamm, von Campen-
misión Romana para los Congresos de Teología del Vaticano II or- hausen, Pannenberg y otros, espec. 9-52, 298-300.
5
ganizó en Roma un simposio internacional sobre este tema, del 31 Entre los estudios católicos destacan H. Ebert, Die Krise des Osterglau-
de marzo al 6 de abril de 1970 3. Todos, incluso los más radicales, bens. Zur Diskussion über die Auferstehung Jesu: «Hochland» 60 (1968)
sabían que era necesario salvaguardar un punto, aunque esto se 305-331; un boletín anónimo: «Herderkorrespondenz» 22 (1968) 322-328, y
X. Léon-Dufour, boletín de exégesis del N. T.: «Recherches de Sciences
olvidara en el calor de las discusiones: no se trata de establecer Religieuses» 57 (1969) 583-622. La bibliografía sobre el tema es inmensa;
si Jesús resucitó o no. Ninguno de los implicados en el debate du- destaquemos algunos títulos más significativos: H. Grass, Ostergeschehen und
daba de la fe en la presencia del Señor resucitado, vivo en medio Osterberichte (Gotinga 21962); J. Kremer, Die Osterbotschaft der vier
de nosotros. Todos recitaban un mismo credo, pero se pregunta- Evangelien (Stuttgart 1968); id., Das alteste Zeugnis von der Auferstehung
Christi (Stuttgart 21967); Grelot, Léon-Dufour, Delorme, La résurrection du
ban : ¿ Qué significa hoy para nosotros la antigua afirmación de Christ et Vexégese moderne (París 1969); P. Benoit, Passion et Résurrection
du Seigneur (París 1966); F. Mussner, La resurrección de Jesús (Santan-
1 der 1971); K. Lehmann, Auferweckt am dritten Tag nach der Schrift (Fri-
Cf. P. Seidensticker, Die Auferstehung Jesu in der Botschaft der burgo 1968); J. Ponthot, Les traditions évangeliques sur la Résurrection
Evangelisten (Stuttgarter Bibelstudien 26; Stuttgart 21968) 91. du Christ. Perspectives théologiques et problémes d'historicité: «Lumen Vi-
2
Véase el informe de W. Dietzfelbinger, Movimientos restauradores en tae» 20 (1965) 649-673; 21 (1966) 99-118; G. Wagner, La Résurrection signe
la Iglesia
3
protestante de Alemania: «Concilium» 51 (1970) 112-128. du monde nouveau (París 1970); varios, Resurrección y mundo: «Teología
Cf. «L'Osservatore Romano» de 2, 4, 8, 9 y 12 de abril de 1970. Un re- y Vida» 11 (1970) 75-99; X. Léon-Dufour, Présence de Jésus ressuscité:
sumen de las principales conferencias puede verse en G. Rosa, // cristiano «Études» (abril 1970) 593-614; H. Schlier, Über die Auferstehung Jesu
di oggi di fronte alia risurrezione di Cristo: «La Civilitá Cattolica» 121 Christi (Einsiedeln 1968); todo el número 60 (1970) de «Concilium», así
(1970) 365-377. como los estudios que se citarán oportunamente.
El hombre nuevo en la teología crítica 461

a) R. Bultmann: la resurrección no es un hecho histórico, nes de la corporalidad del resucitado, son, sin duda, construcciones
sino la expresión del significado de la cruz. posteriores, de las cuales Pablo no sabe nada» 13.
Los apóstoles no vieron en la cruz de Cristo la muerte de un
condenado (Dt 21,23; cf. Gal. 3,13), sino que percibieron en ella Valoración
un significado trascendente y salvífico: «el juicio liberador de Dios Para entender la posición de Bultmann conviene tener en cuen-
sobre el mundo, el juicio de Dios que vence a la muerte» 6. Este ta el Sitz im Leben de toda su teología y de su programa de desmi-
significado no se ve en el simple hecho de la cruz. Por eso no es tificación. Bultmann se sitúa entre los liberales del método histó-
histórico en el sentido de que pueda ser detectado por el historia- rico-crítico aplicado a la Biblia en el siglo xix y los apologetas.
dor al analizar el fenómeno con su método histórico-crítico. Pero sí A los liberales les concede que no podemos reconstruir los hechos
puede ser creído. Ahora bien, «decir resurrección es expresar el de la vida de Jesús ni superar las condiciones existentes en los tex-
significado de la cruz» 7. Hablar de resurrección no es afirmar que tos sobre la resurrección. Pero esto no significa un ataque a la
sucedió históricamente algo en Jesús, sino afirmar que sucedió his- fe, pues ésta no se basa en la ciencia histórica. Frente a ellos,
tóricamente algo en los apóstoles: la fe de que la muerte de Cristo Bultmann mantiene firmemente la fe cristiana. A los apologetas
es vida para el hombre 8 . La fe en la resurrección es la forma de les dice que la resurrección no es un hecho como los demás de la
expresar el significado salvífico de la muerte de Cristo. En este historia, verificable por cualquiera. Solamente a algunos les fue
sentido, la resurrección no es un hecho histórico verificable por dado ver al Señor. Por eso la resurrección no puede considerarse
cualquiera. Lo que el historiador puede averiguar es que hubo como una «prueba» de la fe cristiana para los no creyentes. En
hombres que creyeron y predicaron la resurrección. La resurrec- este sentido específico debemos dar la razón a Bultmann; la resu-
ción es un hecho sólo en la fe. La fe cristiana, en cuanto tal, no rrección no es un hecho histórico en sentido estricto (kein his-
se interesa por reconstruir históricamente cómo surgió la fe en la torisches Ereignis, sondern ein geschichtliches) 14 ; sólo se percibe
resurrección. Lo que le interesa es el significado existencial de la por la fe. No obstante, si dijéramos que la resurrección no es un
muerte de Cristo como salvación para nosotros 9 . Esto lo sabe la hecho histórico y que no sucedió nada después de la muerte de
fe por la palabra de la predicación. «La fe en esa palabra es fe Jesús, interpretaríamos mal a Bultmann. En cambio, si pensamos
en la resurrección» 10. La palabra pertenece también al hecho es- que aconteció algo, pero sólo accesible por la fe (geschichtlich) e
catológico y, consecuentemente, tiene un carácter salvífico. Por eso inaccesible al historiador (historich), entonces habremos compren-
se puede decir que «en la predicación está presente el resucita- dido su tesis fundamental. Bultmann no quiere perder tiempo en
do» •". Cristo resucita en la predicación 12. «Las leyendas del se- discutir la base histórica de las apariciones y de los relatos del
pulcro vacío y los relatos de la resurrección, con sus demostracio- sepulcro vacío, sino centrarse en el núcleo esencial, que muchas
veces se pierde de vista por culpa de discusiones interminables.
Este núcleo es que la resurrección constituye un mensaje de vida
6 para la existencia humana. La muerte fue vencida definitivamente
Neues Testament und Mythologie, en Kerygma und Mythos I C1960) 44;
cf. una valoración crítica por parte católica en J. Kremer, Das alteste por la cruz y con ello adquirió sentido nuestra vida. Para expre-
Zeugnis
7
von der Auferstehung Christi, 98-114. sar esta novedad Bultmann no emplea las categorías objetivas y ob-
Ibíd.
' Ibíd. jetivantes de la filosofía clásica, sino la terminología del existen-
' Ibíd., 47; Das Verháltnis der urchristlichen Christusbotschaft zum cialismo heideggeriano, más apta para expresar situaciones exis-
historischen
5
Jesús (Heidelberg 31962) 27; Theologie des Neuen Testamentes tenciales. Para comprender este mensaje necesitamos vivirlo por la
( 1965)
10
305.
Kerygma und Mythos, 46. 13
Kerygma und Mythos, 44; Theologie des Neuen Testamentes, 48.
" Theologie des Neuen Testamentes, 305. 14
Cf. G. Greshake, Historie wird Geschichte. Bedeutung und Sinn der
12
W. Marxsen, Die Auferstehung Jesu ais historisches und ais theolo- Unterscheidung von Historie und Geschichte in der Theologie R. Bultmanns
gisches Problem, en Die Bedeutung der Auferstehungsbotschaft, 13. (Essen 1963).
462 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección

fe. Así como la verdadera existencia consiste en el proceso mismo b) W. Marxsen: la resurrección no es un hecho histórico,
de vivir, así también la comprensión del mensaje de fe se realiza sino una interpretación de las apariciones,
en la vivencia misma de la f e l s . Para esto sirve de poco saber condicionada por el horizonte apocalíptico.
si el sepulcro vacío es una leyenda o no o cuál es el núcleo histó-
rico de las apariciones del Señor. Lo que importa es vivir la fe Bultmann minimizaba el valor de la pregunta por el hecho
en la resurrección. Sería una lástima que el hombre de hoy, poco histórico. W. Marxsen, aunque es más radical aún que Bultmann,
amigo de milagros y nada propenso a admitir intervenciones fre- se interesa por ella 18. Sabemos, dice, cómo surgió la convicción
cuentes de Dios en el mundo, llegase por ese motivo a no aceptar en torno al hecho de la resurrección. No se trata de la comproba-
la oportunidad ofrecida por Dios de una vida nueva y llena de ción de un hecho real, sino de una interpretación condicionada
esperanza salvadora 16. por la visión apocalíptica de la época, visión que incluía la espe-
A pesar de todo, a la luz de 1 Cor 15,3-8, el más antiguo ranza de la resurrección de los muertos. Las apariciones de Jesús
testimonio escrito de la resurrección (entre los años 54 al 57), a los apóstoles (que tuvieron carácter histórico y actuaron como
debemos preguntar a Bultmann si la relación de la resurrección un impacto sobre ellos) fueron interpretadas con las categorías
con la historia es tan irrelevante como él piensa. La resurrección de la resurrección. Pero el historiador nada sabe aún sobre si la
no es un mito del que se pueda decir que nunca aconteció y, sin resurrección aconteció o no 19. Lo que él puede comprobar histó-
embargo, existe. Aunque no sea un hecho histórico corriente, está ricamente es que algunos interpretaron así las apariciones que tu-
ligado a la historia de Jesús. El que murió y fue respultado es el vieron. Ahora bien, esa interpretación —Jesús resucitó— no es
que ahora ha resucitado (cf. 1 Cor 15,3-4; Hch 2,23-24), como obligatoria para nosotros hoy, porque no estamos obligados a
lo declaran varios testigos, «muchos de los cuales aún viven y al- aceptar aquella visión del mundo, pasada y mítica. El mismo Nuevo
gunos ya han muerto» (1 Cor 15,6). Esto no es una prueba de la Testamento sugiere otra posibilidad de interpretar las apariciones:
resurrección, pero sí un argumento en favor de la credibilidad de no como resurrección de Jesús, sino como misión de vivir y pre-
la predicación apostólica sobre la resurrección. En este sentido, dicar en adelante la causa de Jesús 2 0 . Pablo, en 1 Cor 9,1, funda-
las apariciones y los relatos del sepulcro vacío adquieren un sig- menta su apostolado en el hecho de haber visto al Señor. Por tanto,
nificado teológico: no pretenden ser una demostración para el que las apariciones que de hecho sucedieron después de la muerte de
no cree, sino una invitación fundada y llena de racionalidad para Jesús llevaron a los apóstoles a reflexionar en dos direcciones:
la fe. Bultmann quiere destruir todas las bases y apoyos racionales una funcional, volcada hacia el futuro, hacia la misión («la causa
de la fe para purificarla y hacerla cada vez más ella misma. de Jesús sigue adelante» 2 1 , por la predicación «Jesús llega hoy
Este es un postulado de su sistema teológico: radicalización del a nosotros» 2 ) ; otra personal, volcada hacia el pasado: Jesús re-
principio luterano de la sola fides, sin fundamento bíblico n . Se- sucitó de entre los muertos. Esta afirmación está condicionada por
mejante fideísmo está a un paso del ateísmo dogmático. ¿Cómo la antropología judía, según la cual no hay vida humana sin cuer-
podremos distinguir fe e ideología? ¿Cómo legitimaremos (no se po. De ahí la insistencia de algunos textos de Lucas y Juan en
trata de probar ni de demostrar) nuestra esperanza a quien nos afirmar la corporalidad del resucitado. Si un griego hubiese re-
pide las razones de ella? (1 Pe 3,15).
18
Marxsen es profesor de teología bíblica y exégesis del Nuevo Testamen-
to en la Facultad de Teología Protestante de Münster. Su principal escrito
15 sobre el tema es Aujerstehung Jesu ais historisches und ais theologisches
R. Bultmann, Moderne Bibelauslegung und Existenzphilosophie, en
Jesús Christus und die Mythologie (Hamburgo 31967) 50-68; véase también Problem, en Die Bedeutung der Auferstehungsbotschaft für den Glauben an
Hasenhüttl, Der Glaubensvolhug. Eine Begegnung mit R. Bultmann aus Jesús Christus, 9-40; cf. también Das NT ais Buch der Kirche (Gütersloh
katholischem Glaubensverstandnis (Essen 1963). 1966) 96-100.
16 19
R. Bultmann, Die christliche Botschaft und die moderne Weltan- Ibíd., 19.
20
schauung, en Jesús Christus und die Mythologie, 37-49. 21
Ibíd., 20.
17
Cf. E. Scheid, Das Heilsgeschehen, Tod und Aujerstehung im Lichte Ibíd., 30; cf. K. Schubert, en «Kairos» 11 (1969) 145-149.
22
der Entmythologisierung Bultmanns (Roma 1954) 41ss. Ibíd.
464 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección El hombre nuevo en la teología crítica 465

flexionado sobre las apariciones del Señor, habría dicho, de acuer- negaban, los fariseos creían en una revivificación, esto es, en una
do con su antropología, para la que el cuerpo es una cárcel y un vuelta a las condiciones de vida de este viejo eón. En Me 12,23,
mal, que Jesús dejó realmente su cuerpo. Habría afirmado la vida el mismo Cristo corrige semejantes ideas. Para el Nuevo Testa-
de Cristo sin necesidad de hablar de resurrección corporal 2i. Esta mento, resurrección es el paso del mundo presente al mundo fu-
no es un hecho, sino una interpretación que hoy debe ser tradu- turo, de la historia a la metahistoria, transfiguración y actualiza-
cida en nuestra fe. La resurrección es un modo de hablar y no ción radical y total de las posibilidades del mundo presente. En
algo que aconteció. Su verdadero contenido, lo que nosotros de- una palabra: resurrección es la realización del reino de Dios para
bemos mantener, es que la causa de Jesús sigue adelante por la la condición humana. La resurrección de Cristo no es la vuelta
Iglesia y por el evangelio y nos afecta a nosotros como en otro de un cadáver a la vida biológica, sino la transfiguración de un
tiempo afectó a los discípulos de Cristo. «Si ahora me afecta, yo hombre destrozado en una cruz. Más a ú n : un maldito de Dios es
sé que él vive. Utilizando una terminología más antigua (sin «elevado», «sentado a la derecha de Dios», «entronizado como Hijo
ignorar los límites y condicionamientos de la misma), puedo afir- de Dios en poder» (cf. Rom 1,4; Hch 13,33). Los apóstoles fueron
mar hoy que él vive, que no permaneció en la muerte, que resu- sorprendidos y dominados por un impacto que estaba fuera de
citó» 7A. sus posibilidades de imaginación. Sin esto, jamás habrían predica-
do al crucificado como Señor. Sin «ese algo» que sucedió con
Jesús no se explica que el hecho de su resurrección vaya siempre
Valoración
unido, en la predicación, a la muerte y la sepultura. Bien decía
La interpretación de Marxsen es muy atractiva y ha dado lugar Dahl, refiriéndose a Bultmann (y que con mayor razón puede
a una discusión sin precedentes. Su preocupación es pastoral: la aplicarse a Marxsen) que «los acontecimientos de Pascua no fue-
fe en la resurrección, dice Marxsen, debe ser una fe que compro- ron previstos por los discípulos. Fueron algo que debe ser in-
meta a quien la profesa; debe hablar a la existencia concreta y de- terpretado (ínterpretandum) antes que una interpretación del sig-
jar de ser una interpretación neutra 25. Marxsen ha visto claramente nificado de Jesús y de su muerte» 27.
dónde reside el problema: en las apariciones, que actuaron como Pasando al segundo elemento que debemos considerar, ¿ne-
un impacto sobre los apóstoles. Nadie vio la resurrección. Existen cesitaban los apóstoles hacer una interpretación que descifrara el
testigos que la afirman a causa de las vivencias (apariciones) que hecho? Las apariciones narradas en el Nuevo Testamento no son
tuvieron después de la muerte de Jesús. ¿Es legítimo interpretar algo tan indeterminado y vago que exija una reflexión e interpre-
esas vivencias como resurrección de Jesús? ¿ O ésta se legitima tación para ser descifrado. Por el contrario, se alude a ellas con
únicamente dentro de las categorías apocalípticas del tiempo de un término que es considerado por los exegetas como técnico en
los apóstoles, de suerte que nosotros hoy deberíamos traducir ese el vocabulario de la revelación: ophthe (aoristo medio o pasivo
mensaje en otras coordenadas de comprensión? de orao), que significa «se dejó ver, se apareció» 2S. Con ello se
Para responder a esto debemos tener en cuenta dos elemen- acentúa la iniciativa venida de fuera y que actuó como un im-
tos. Primero, el concepto que el Nuevo Testamento tiene de la pacto sobre los apóstoles. Los apóstoles tuvieron encuentros con
resurrección no corresponde exactamente al de las esperanzas apo- el Señor, que vivía ahora bajo otra forma. El encuentro personal
calípticas de resurrección del judaismo tardío 2 é . Los saduceos la es mucho más rico que un simple ver: es comunión de personas,
un estar frente a frente en mutua presencia, un diálogo de tú a tú
23
24
Ibíd., 33.
Ibíd., 39. 27
25
Ibíd., 11, 38. N. D. Dahl, Eschatologie und Geschichte im Lichte der Qumrantexte,
26
Cf. P. Grelot, La Résurrection de Jésus et son arriere-plan biblique et en Zeit und Geschichte (Tubinga 1964) 14; J. Kremer, Das álteste Zeugnis,
juif, en La Résurrection du Christ et Vexégese moderne, 17-54, espec. 39ss; 128.28
K. Schubert, Die Entwicklung der Auferstehungslehre von der nachexilischen Cf. W. Michaelis, en ThWNT V, 315ss, espec. 359; H. Grass, Oster-
bis zur frührabbinischen Zeit: «Biblische Zeitschrift» 6 (1962) 177-214; geschehen und Osterberichte, 186-232, espec. 186-189. Cf. también W. Marxsen,
id., ínterpretament Auferstehung: «Wort und Wahrheit» (1968) 78-80. Die Auferstehung Jesu, 20.
466 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección El hombre nuevo en la teología crítica 467

dentro del esprit de finesse de la recíproca inmediatez y no del de entre los muertos, que se comunicaba con ellos por medio de
esprit de géometrie, que pide pruebas y averiguaciones científicas. apariciones. Para expresar esa nueva realidad, sin analogías en la
Todo encuentro humano rompe los esquemas prefabricados. Se historia —la resurrección de Jesús es algo muy distinto de la revi-
sitúa en otro plano de referencias, donde lo importante es la co- vificación del hijo de la viuda de Naín (Le 7,11-17), de la hija de
municación personal, la amistad, el amor, la amabilidad y la aper- Jairo (Me 5,35-43 par.) o de Lázaro (Jn 11) 31 —, los apóstoles
tura recíproca en una simbiosis de dar y recibir. Esto hizo a los echaron mano de las metáforas del mundo apocalíptico, una de
apóstoles afirmar que «Jesús resucitó verdaderamente» (Le 24,34) las cuales era la resurrección de los muertos como un despertarse
en vez de recoger las ideas y esperanzas de una resurrección de del sueño y levantarse. Algo semejante acontecerá en el fin del
los muertos implicadas en el horizonte apocalíptico en que se mo- mundo. Evidentemente, el lenguaje es simbólico: la realidad pensada
vían 2 9 . De admitir que la resurrección es una interpretación, de- y su modo son toto cáelo diferentes. Los hombres del viejo mundo
beríamos precisar que es una metáfora con que de hecho y de no pueden formarse una idea adecuada de cómo serán los hom-
manera adecuada se expresa el encuentro personal de los apósto- bres en el nuevo mundo.
les con Jesús vivo. No es, pues, una expresión intercambiable sim-
El Nuevo Testamento adopta la metáfora de la resurrección,
plemente por otra, como «la causa de Jesús se lleva adelante» o
pero piensa en algo muy distinto de la simple revivificación de un
«también hoy nos sale él al encuentro». Según el Nuevo Testamen-
cadáver, en el sentido de que un muerto se levante y camine. La
to, es claro que con la resurrección aconteció algo en Jesús y
resurrección es una vida nueva (cf. 1 Cor 15,35-36), una trans-
que ese algo provocó la fe en los apóstoles, no viceversa.
formación radical de la existencia corporal en una existencia pneu-
mática, totalmente determinada y llena de Dios (1 Cor 15,38-42.
50-53). Al usar la metáfora, quisieron expresar esta realidad abso-
c) W. Pannenberg: la resurrección es realmente
lutamente nueva: Jesús vive una existencia corporal totalmenta
una interpretación de las apariciones,
diferente de la del viejo eón. Es como una irrupción del mundo
pero insustituible y fundada en el hecho histórico.
nuevo. Cristo es el primero entre muchos hermanos (Rom 8,29),
Bultmann se desinteresaba del hecho histórico de la resurrec- las primicias de los que murieron y ahora resucitan (1 Cor 15,20;
ción, Marxsen se interesa por él considerándolo como una inter- Col 1,18; cf. Hch 1,15; 3,15), aquel por quien todos somos vivi-
pretación condicionada por la atmósfera cultural de la época, pero ficados (1 Cor 15,22) 32. Este hecho sólo puede expresarse en el
no le preocupa su valor permanente, ya que puede ser cambiada lenguaje de la expectativa escatológica: simbólica e insuficiente,
por otra interpretación. Por su parte, W. Pannenberg, profesor de por estar tomada de las categorías del viejo mundo, pero insus-
teología sistemática protestante en Munich y cabeza de un grupo tituible 3i. Sin ella perdemos la realidad pensada y atestiguada por
de teólogos que se apartaron de la problemática de Bultmann y los textos del Nuevo Testamento. Si la resurrección es de tal na-
propugnan una concepción de la revelación como historia, se in- turaleza que sólo puede ser expresada en un lenguaje simbólico
teresa por la interpretación de las apariciones como factor insus- y anunciada por apariciones, entonces las apariciones y las ex-
tituible, también hoy, para nosotros, y fundado en el hecho histó- presiones simbólicas garantizan el carácter histórico del hecho de
rico de la resurrección de Jesús 3 0 . Después de la crucifixión, los la resurrección de Jesús. El historiador, al comprobar las apari-
apóstoles se encontraron con la sorpresa de un Jesús resucitado ciones, llega también al hecho de la resurrección que se manifies-
ta en ellas. Si las apariciones tienen carácter histórico (cosa que
Marxsen no pone en duda), al menos por lo que se refiere al núcleo
29
En este punto insistió con particular énfasis Schubert en el Simposio central también lo tiene la resurrección. De lo contrario, jamás
Internacional de Roma; cf. G. Rosa, // cristiano di oggi di fronte alia
risurrezione di Cristo: «La Civiltá Cattolica» 121 (1970) 369.
" W. Pannenberg, Fundamentos de cristología (Salamanca 1974) 64-140; 31
Fundamentos de cristología, 92-110.
id., Dogmatische erwágungen zur Auferstehung: «Kerygma und Dogma» 2 32
Ibíd., 94ss.
(1968) 105-108. 33
Ibíd., 121.
468 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección
El hombre nuevo en ¡a teología crítica 469
podríamos decir que la resurrección tuvo lugar en un momento
muertos? Y, bajo esta nueva luz, fueron releyendo y descodifican-
determinado de nuestra historia 34.
do la historia de Jesús kata sárka (según la carne) ; esto es, comen-
zaron a hacer y a escribir la cristología. En ese mismo horizonte
Valoración escribe Pannenberg la suya, en gran consonancia con la católica 36.
La postura de Pannenberg es familiar a los oídos católicos.
Concede que la fe en la resurrección es una interpretación de las
apariciones, pero una interpretación inmediata que se funda en II. INTERPRETACIONES CATÓLICAS DE LA FE
la nueva realidad y la expresa de forma adecuada a su natura- EN LA RESURRECCIÓN
leza (mundo nuevo, hombre nuevo: 2 Cor 5,17); esto es, simbó-
licamente. ¿Acaso podemos hablar no simbólicamente del nuevo
cielo y de la nueva tierra? Pannenberg insiste con razón en la Las discusiones exegético-sistemáticas en el campo protestante
resurrección como hecho histórico en el sentido de que realmente han influido en la teología católica, especialmente en la exégesis.
tuvo lugar en la historia, aunque el acceso a ella sea indirecto, a Actualmente, debido a las opiniones de Marxsen, se ha desenca-
través de las apariciones. Tal vez Pannenberg, para evitar equí- denado también en el campo católico una serie de reacciones que
vocos, debería expresarse como E. Dhanis en el informe final del critican o aceptan diversos puntos de las soluciones expuestas. Por
Simposio internacional de Roma sobre la problemática de la re- lo que toca a la exégesis, podemos decir sin exageración que los
surrección, distinguiendo entre hecho directamente histórico y autores católicos no se quedan a la zaga de sus colegas protestan-
hecho indirectamente histórico. Aquél es asequible en sí mismo tes, tanto en el espíritu crítico como en la utilización de los más
mediante los métodos propios de la investigación histórica; éste recientes métodos exegéticos (historia de las formas, de las tra-
sólo es asequible mediante la reflexión sobre hechos históricos 35 . diciones, de las redacciones, etc.) e incluso en el atrevimiento y
La resurrección no es un hecho directamente histórico, pues nadie la libertad para sacar conclusiones de los análisis realizados. A tí-
la vio; pero sí es un hecho indirectamente histórico, pues los tulo de sistematización dividiremos las tendencias en cuatro gru-
apóstoles, reflexionando sobre el sepulcro vacío y encontrándose pos 37.
con Jesús vivo en las apariciones, pudieron convencerse y decir
que «Dios lo resucitó de entre los muertos» (Hch 3,15; 4,10). La 1. Tendencia tradicional:
resurrección no es la vivificación de un cadáver, sino la entroniza- la resurrección es un hecho plenamente histórico
ción de la realidad corporal de Jesús transfigurada en la gloria
de Dios. Esto es un hecho distinto de los hechos históricos comu- Esta postura era la de casi todos los manuales de teología dog-
nes. Esa novedad de vida humana dejó, sin embargo, señales y mática y fundamental. Se consideraba la resurrección como la prue-
rasgos en los hombres: el sepulcro vacío, las apariciones, hechos ba principal de la divinidad y veracidad del cristianismo. Así la
que, meditados e interpretados, nos dan la certeza moral —que presenta todavía E. Gutwenger 38 . Según este autor, la resurrección
es la certeza propia de la historia— de que la historia de Jesús es un hecho histórico sin más, basado en la realidad de las apa-
no acabó en la cruz, sino en la resurrección. La resurrección es riciones. La convicción de la Iglesia primitiva muestra «que el
el punto de partida de la cristología. A partir de ella, los apósto-
les y los autores del Nuevo Testamento comenzaron a preguntarse: 34
Cf. R. Schnackenburg, Cristología del Nuevo Testamento, en Mysterium
¿Quién es ese Jesús de Nazaret, a quien Dios resucitó de entre los Salutis III (Ed. Cristiandad, Madrid 21980) 188-201: «La resurrección de
Jesús y la cristología del Nuevo Testamento».
37
Cf. la bibliografía citada en la nota 5.
34 38
Ibíd., 122; cf. también J. Moltmann, Theologie der Hoffnung (Mu- Zur Geschichtlichkeit der Auferstehung Jesu: ZKTh 88 (1966) 257-282;
nich *1966) 125-209, que sigue la misma línea de Pannenberg. cf. también las críticas de P. Gaechter, Die Engelerscheinungen in den
35
G. Rosa, 11 cristiano di oggi, 370-371. Auferstehungsberichten. Untersuchung einer Legende: ZKTh 89 (1967) 191-
202.
470 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección El hombre nuevo en la teología crítica 471

Jesús resucitado se manifiesta como un hombre vivo entre los vi- representantes de esta tendencia, declara que los apóstoles consi-
vos, de suerte que quien lo contempla tiene la impresión de estar deraban la resurrección como un hecho histórico igual que la vida
viendo a un hombre en su vida diaria» 39. De forma un poco más y la muerte de Jesús. La resurrección es corporal y es «más que
diferenciada, aunque fundamentalmente idéntica, esta postura es un hecho histórico. Es la palabra decisiva del diálogo que Dios
defendida por W. Bulst en el reciente diccionario Sacramentum realizó con los hombres, el argumento principal por el que Dios
Mundi"0. La obra de F. X. Durrwell, La resurrección de Jesús, quiere convencerlos de su fidelidad, su sabiduría y su poder» 4 3 .
misterio de la salvación 41, representa por parte católica una nove- A los ojos de los apóstoles, la resurrección es la respuesta del Padre
dad, pues ofrece una sistematización impresionante de la fe en la a la sumisión del Hijo (cf. Me 15,34 par.), la recompensa por
resurrección, en sus relaciones con la redención, con la historia de su obediencia hasta la muerte (Flp 2,9). En esta línea se mueve
Cristo, con la Iglesia y sus sacramentos y con la consumación ce- el excelente libro de P. Benoit Passion et résurrection du Sei-
leste. Sin embargo, la preocupación crítica resulta en este autor gneur 44. La crítica literaria e histórica encuentra en su estudio un
muy exigua, dadas las exigencias del debate actual. Es sintomático terreno privilegiado junto con la preocupación por deslindar el
que la teología de san Juan ocupe el lugar principal de sus refle- horizonte teológico típico de cada evangelista 45, que aparece en el
xiones, lo cual muestra que su trabajo tiene un carácter más modo como elabora cada uno el material tradicional.
teológico que exegético-crítico. Frente a Gutwenger debemos re- La discusión, tal como hoy se presenta, tiene ante todo una
saltar que resurrección no es lo mismo que revivificación. Por eso, preocupación hermenéutica: cómo debemos entender nosotros hoy
su carácter histórico, como irrupción de una realidad escatológica lo que los apóstoles entendieron en su día; cómo debemos predi-
en nuestra historia, no puede equipararse con el de otros hechos car y testimoniar la misma novedad que fue expresada en unas
históricos. coordenadas que no son las nuestras; hasta qué punto los apóstoles
dan destimonio de una experiencia original; hasta qué punto
hacen teología, apologética, culto. Los actuales textos manifiestan
2. Tendencia de la exégesis moderna positiva: en su subsuelo todas esas tendencias. De ahí que una exégesis que
la resurrección es un hecho de fe de la Iglesia primitiva se centre en sacar a la luz la fe del Nuevo Testamento es nece-
saria, pero insuficiente para responder a las preguntas que hacen
A esta tendencia pertenece un grupo de exegetas que, con los hombres de hoy.
ayuda de los actuales métodos de exégesis, llegan a deducir la fe
de la Iglesia primitiva, sin preguntarse de manera temática qué
es lo que hay de influencia cultural, de historia y de elaboración 3. Tendencia de la exégesis hermenéutica:
teológica de unos hechos históricos. El interés se centra en los la resurrección es indirectamente un hecho histórico
textos tal como han llegado a nosotros, tamizados por un serio expresado en ¡as categorías de la época
análisis crítico-literario. J. Schmitt 4 2 , uno de los más significados
Un grupo numeroso y serio de exegetas católicos se interesa,
39
m
Ibíd., 279. más que por la fe del Nuevo Testamento, por la génesis de esta
Sacramentum Mundi VI (Barcelona 1976) 35ss; cf. también LThK I fe: cómo dio origen a varias tradiciones y cómo fue evolucionan-
(1957) 1035-1038.
41
Barcelona 1967. En una línea parecida parece estar la obra de J. Com- do desde unos elementos nucleares hacia unas elaboraciones cada
blin, A resurreicao (Sao Paulo 1965); cf. también artículos más antiguos vez más amplias para terminar en el estado actual de los textos 4 6 .
como los de A. Jansens, De valore soteriologico resurrectionis Christi:
EThL 9 (1932) 225-233; N. Grotty, The Redemptive Role of Christ's Re- " Sacramentum Mundi VI, 38.
44
surrection: «The Thomist» 25 (1962) 54-106. Excelentes perspectivas siste- París 1966. Cf. también J. Sint, Die Auferstehung in der Verkündigung
máticas ofrece B. Klappert en la obra colectiva Diskussion um Kreuz und der45Urgemeinde: ZKTh 89 (1962) 129-151.
Auferstehung: Aspekte des Auferstehungsgeschehen, 10-52. Ibíd., 5.
42 46
Jésus ressuscité dans la prédication apostolique (París 1949); cf. Aufer- Cf. la bibliografía citada en la nota 5. Las revistas científicas han
stehung, en LThK I P1957) 1028-1035, y Sacramentum Mundi VI, 35ss. publicado numerosísimos artículos en distintos idiomas. Una perspectiva exe-
472 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección El hombre nuevo en la teología crítica 473

Todos estos autores coinciden en afirmar que la resurrección no comprensión más diferenciada de la realidad de la resurrección ha
es un hecho histórico directo, susceptible de ser detectado por el llevado a algunos exegetas católicos a afirmar su carácter secun-
historiador 4 7 , sino un hecho que aconteció en Jesús y accesible dario. «En ninguno de los cuatro evangelios el descubrimiento del
por la fe basada en los testimonios de los que lo vieron después sepulcro vacío es un argumento convincente en favor de la verdad
de ser crucificado. Su nueva vida no cae bajo categorías biológi- del anuncio pascual» S4 . Este descubrimiento no condujo a la fe,
cas (en las que reina la muerte), sino que pertenece ya a la esfera sino al miedo y a la huida (Me 16,8; Le 24,5; Mt 27,8) ffi. El tema
divina de la vida eterna**. Por eso, el hecho de la resurrección del sepulcro vacío es tan secundario que no debe contar como
entra en el orden del misterio que rompe las categorías del es- condición para la verdadera fe en la resurrección. Según M. Brand-
pacio y del tiempo 49. Su anuncio sólo puede ser objeto de revela- le, «el cuerpo de la existencia renovada (de Cristo) no viene del
ción *, y si se manifiesta en la historia, aparecerá velado bajo sím- sepulcro, sino del cielo» S6 . Resurrección, piensa este autor, no
bolos y apariciones 51. Las categorías que expresan este nuevo mo- quiere decir glorificación del cuerpo terrestre, sino auténtica
do de existir de Jesús están determinadas por el ambiente de la nueva creación de Dios. Hoy la biología nos dice que cada siete
época: es elevado junto a Dios, está sentado a su derecha, es en- años se renuevan casi todas las células de nuestro cuerpo biológico.
tronizado como Hijo de Dios en poder, constituido Kyrios y juez ¿Con qué cuerpo resucitaremos? No sabemos qué es la materia.
universal, etc. 52 . Se emplea el esquema apocalíptico de la humi- Por ello no debemos arriesgarnos a hacer declaraciones dogmáti-
llación-elevación del justo para interpretar el sepulcro vacío y las cas sobre asuntos que puedan ser en cualquier momento refor-
apariciones. Estos mismos hechos son interpretados con las cate- mulados. La identidad de nuestro cuerpo no se basa, por tanto,
gorías escatológicas de la resurrección de entre los muertos. El es- en la identidad de la materia, sino en la estructura y en las leyes
tado actual de los textos contiene y combina ambas interpreta- que regulan las procesos de ésta. Tal identidad se mantiene en
ciones 5J . la resurrección sl. Por eso, el sepulcro de Cristo no necesita estar
En la apologética tradicional, el sepulcro vacío es un elemen- vacío. H. Ebert, en la línea de Brandle, admite que la resurrec-
to importante para la credibilidad de la resurrección. Pero una ción no es sin más la transformación de un cadáver depositado en
la sepultura, y concluye: «Si así fuese, el sepulcro vacío no sería
gética segura puede verse en M. Schmaus, Der Glaube der Kirche (Mu- para nosotros hoy un milagro-signo, sino algo extraño que, más
nich47 1969) 453-486. que ayudar, dificultaría la fe. Exagerando un poco, deberíamos
W. Trilling, Jesús y los problemas de su historicidad (Barcelona 1970) creer no por causa del sepulcro vacío, sino a pesar de él» 5S.
169; R. Schnackenburg, Haben wir die Bibel falsch ausgelegt?, en Alte
Fragen Neue Antworten? Neue Fragen alte Antworten? (Würzburgo 1967) Sin embargo, nos parece que esta solución minimiza excesiva-
119-121; F. J. Schierse, Um die Wirklichkeit der Auferstehung Jesu: «Stim- mente el problema. Es sintomático que los cuatro evangelios relaten
men48 der Zeit» 92 (1967) 221-223. el hecho del sepulcro vacío e insistan en la identidad del resucita-
K. Rahner, Resurrección, en Sacramentum Mundi VI; J. Ratzinger,
Einfuhrung
49
in das Christentum (Munich 1968) 249-257.
H. Kessler, Fragen um die Auferstehung Jesu: «Bibel und Kirche» 22 54
J. Kremer, Die Osterbotschaft der Evangelien, 136; id., lst Jesús
(1967)
50
21. wirklich von den Toten auferstanden?: «Stimmen der Zeit» 94 (1969)
A. Kolping, Resurrección, en Conceptos fundamentales de la teología II 310-320.
(Ed. Cristiandad, Madrid 21979) 560. 55
Cf. A. Voegtle, Er ist auferstanden, er ist nicht hier: «Bibel und
51
R. Michiels, JVotre foi dans le Seigneur ressuscité: «Collectanea MecUi- Leben» U966) 69-73.
niensia» 55 (1970) 227-253, espec. 242-245; X. Léon-Dufour, Apparitions du 56
Musste das Grab leer sein?: «Orientierung» 31 (1967) 108-112, aquí
ressuscité et herméneutique, en La réssurrection du Christ et l'exégése mo- 112.
derne,
52
153-173. 17
Ibíd., 109.
Cf. M. Brandle, Zum wchristlichen Verstandnis der Auferstehung 58
H. Ebert, Die Krise des Osterglaubens: «Hochland» 60 (1968) 305-
Jesu: «Orientierung» 6 (1967) 65-71. 331, 325; Broer, Das leeré Grab. Ein Versuch, en Fest der Auferstehung
55
Cf. P. Seidensticker, Die Auferstehung Jesu in der Botschaft der Evan- heute, publicado por Th. Bogler (María Laach 1968) 42-51, espec. 48;
gelisten (Stuttgart 21968) 38-58; U. Wilckens, Die Überlieferungsgeschichte L. Schenke, Auferstehungsverkilndigung und leeres Grab. Eine traditions-
der Auferstehung Jesu, en Die Bedeutung der Auferstehungsbotschaft, 41-64. geschichtliche Untersuchung von Mk 16,1-8 (Stuttgart 1968) 33ss.
474 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección El hombre nuevo en la teología crítica 475

do con el que murió en la cruz. Aunque a priori nada parece Apóstoles y en el fragmento 7 del Evangelio a los Hebreos 6 1 . Un
oponerse a la idea de que el cuerpo glorificado sea diferente del caso aparte en la teología católica es H. R. Schlette a, teólogo y
cuerpo carnal, hay razones suficientes para afirmar tal identidad. filósofo seglar, discípulo de M. Schmaus.
En primer lugar, porque los propios testimonios apostólicos así
lo hacen. En segundo lugar, ¿cómo habría podido predicar de
manera responsable la resurrección de Jesús de entre los muertos si 4. H. R. Schlette:
los habitantes de Jerusalén hubieran podido apuntar constantemen- la resurrección es una interpretación
te al cadáver de Jesús? Además, hay una razón interna de orden retrospectiva de la vida de Jesús
teológico. El cuerpo de Jesús, aunque sárquico (débil y limitado),
no estaba estigmatizado, como el nuestro, por el pecado. El suyo El telón de fondo de la interpretación de Schlette es su con-
expresaba, de forma humana y comunicativa, la divinidad. Nuestro cepto de epifanía como historia. Lo típico de la teología del Anti-
cuerpo es rebelde y no expresa adecuadamente nuestra interiori- guo Testamento no es la narración histórico-fáctica, sino el descu-
dad. El cuerpo de Jesús llegó a la sintonía de quien ha superado brimiento del sentido latente en los hechos. Ver la mano de Dios
todas las alienaciones. No era únicamente el instrumento de Dios en el corazón de la historia es descubrir su epifanía en el mundo.
en el m u n d o : era Dios mismo corporalmente presente. Por eso, Con la historia de Jesús los apóstoles siguieron el mismo proceso.
si ya en vida expresaba la comunión y la interioridad divina y La vida de Jesús fue la máxima epifanía de Dios: predicó el amor
humana, ¿cuánto más ahora, por la resurrección, no iba a ser tal universal, se entendió como servicio a los demás y fue fiel a su
capacidad potenciada al máximo? Desde el primer momento, era mensaje en nombre de Dios hasta la muerte. Más tarde los discípu-
carne nueva que crecería en edad y gracia, hasta lograr la pleni- los se reúnen, hablan y se acuerdan de él, comentando sus pala-
tud por la resurrección. Por ello creemos posible afirmar, con bras. «Les parecía imposible que aquel Jesús estuviese muerto y
buenas razones teológicas, la identidad personal del cuerpo sárqui- relegado al pasado como Abrahán, David o Jeremías; cuando ha-
co de Jesús con el pneumático. No obstante, como venimos insis- blan de él, se reúnen, comen y beben juntos, creen que él está en
tiendo en algo que ya afirmaba Tomás de Aquino: «Resucitando, medio de ellos. Yahvé, que lo envió, lo presenta vivo ahora en
Cristo no volvió a la vida comúnmente conocida por los hombres, medio de ellos» 63. Es posible —aunque resulta difícil comprobarlo
sino que recibió la vida inmortal y conforme con Dios» 59. históricamente— que en aquella atmósfera acaeciesen signos y fe-
De todos modos, el hecho decisivo para la fe en la resurrec- nómenos, interpretados como la mano de Dios que afianzaba entre
ción lo constituyen las apariciones, interpretadas, como acabamos ellos la verdad de que «Jesús y su mensaje no se habían acaba-
de ver, de acuerdo con las dos categorías de que disponían los do» 64. Esta reflexión interpretativa y retrospectiva sobre la vida
discípulos: la apocalíptica y la escatológica. La exégesis católica, pasada de Jesús, al descifrar la máxima revelación epifánica de
con J. Kremer, H. Ebert, Ph. Seidensticker, A. George, A. Kehl y Dios, llevó a los apóstoles a afirmar que él resucitó verdaderamen-
otros 6 0 , ha estudiado la evolución experimentada por las diversas te. Tal interpretación es legítima, arguye Schlette, para aquel que
concepciones, desde las espiritualizantes de Pablo y Mateo, pasan- en su fe consigue ver la epifanía de Dios en la historia de Jesús.
do por las concretizaciones apologéticas de Lucas y Juan, hasta Ese no puede por menos de afirmar que Jesús vive 6S .
las prolijas descripciones de la resurrección de Jesús en los apó-
crifos, especialmente en el Evangelio de Pedro, en la Carta de los
61
59
Cf. los textos recogidos y publicados por P. Seidensticker, Zeit-
Summa Theol. III, q. 75,a.2. genóssische Texte zur Osterbotschaft der Evangelien (Stuttgart 1967) 55-65.
60 42
Cf. A. George, Les récits a" apparitions aux Onze á partir de Luc 24, a
Epiphanie ais Geschichte (Munich 1966) 66-83.
36-53, en La Réssurrection du Christ et Fexégése moderne, 55-74; M. Kehl, Ibíd., 70-71.
•Eucharistie und Auferstehung. Zur Deutung der Ostererscheinungen beim " 5 Ibíd., 71.
Mahl: «Geist und Leben» 43 (1970) 90-125, espec. 113-125. ° Ibíd., 74-75.
III
Valoración
EXÉGESIS CRITICA
Esta interpretación de Schlette, claramente influida por Marx-
DE LOS TEXTOS DE LA RESURRECCIÓN
sen, ha sido muy criticada en el campo católico *. Su elaboración
no admite una confrontación con los textos del Nuevo Testamento
que constituyen las únicas fuentes y puntos de partida para la re- Los estudios críticos de los textos de la resurrección se han
flexión sobre la fe pascual. ¿No cae Schlette eri el psicologismo convertido en un maremágnum tal que incluso a los especialistas
de la escuela de Tubinga, con Strauss a la cabeza? Aplica un les resulta difícil orientarse. Lo que aquí presentamos quiere ser
esquema derivado de la teología veterotestamentaria a un fenóme- una simple indicación de las pistas por las que hoy avanza la
no nuevo y sin paralelo en la historia. Su teoría fuerza las situa- exégesis, tanto católica como protestante 1 . Esto nos ayudará a
ciones y pasa por alto la falta de énfasis y la despreocupación comprender mejor las distintas interpretaciones que acabamos de
descriptiva de las formas más primitivas de la resurrección en 1 Cor indicar y nos servirá de base para nuestras reflexiones de orden
15,3-5 y Hch 2,5. sistemático.

1. Cómo era la predicación primitiva sobre la resurrección


III. CONCLUSIÓN
Los exegetas están de acuerdo en que la predicación primitiva
La sumaria exposición de las principales tendencias sobre la de la Iglesia sobre la resurrección hay que buscarla no en los
fe en la resurrección de Jesús dejan entrever que la frase «Jesús evangelios ni en Pablo, sino en las fórmulas prepaulinas y pTe-
resucitó» no es tan sencilla. No se trata de negar o afirmar la sinópticas que descubrimos, con los métodos de la historia de las
resurrección, sino ante todo de saber qué se entiende por resurrec- formas, asumidas por Pablo, en los evangelios y especialmente en
ción, cómo la interpretan las fuentes neotestamentarias y cómo ha los Hechos de los Apóstoles 2 . En los discursos de Pedro en Hch 2-5
reflexionado la tradición sobre estos datos. No es señal de ortodo- y en el conjunto de 1 Cor 3-5 encontramos esas fórmulas más
xia repetir viejas fórmulas sin el esfuerzo de auscultar el presente antiguas. Pablo dice expresamente que «transmite lo que él mismo
y las preguntas que éste nos formula. Hay herejías que surgen del recibió» (1 Cor 15,3). El mismo estilo literario de 1 Cor 15,3-5
celo por mantener la tradición intocable. Para que la tradición pone de manifiesto la antigüedad de la fórmula que Pablo en-
cristiana siga siendo vida y no se convierta en una pieza de museo contró ya fijada en la comunidad de Jerusalén, hacia el año 35,
hay que traducirla a los diversos lenguajes de nuestro tiempo. So- cuando hizo su primer viaje a aquella ciudad 3 . La estructura
lamente así, nos dice la constitución Gaudium et spes (n. 4 4 ) , «la formal rígida es la misma en Hechos que en 1 Cor 15,3-5: a) Cris-
verdad revelada podrá ser percibida con más profundidad, mejor to murió... fue sepultado; b) fue resucitado (o Dios lo resucitó:
entendida y propuesta de modo más adecuado». En este sentido in- Hch 2 , 4 ) ; c) según las Escrituras; d) se apareció a Cefas y des-
tentaremos encaminar nuestras reflexiones sistemáticas sobre la pués a los Doce (o «y de eso nosotros somos testigos»: Hch 2,32).
verdad central de nuestra fe. Sin embargo, a título de orientación, En los discursos de Pedro en los Hechos (2-5), el mensaje
presentaremos previamente algunos datos sobre el actual estado de pascual se anuncia en dos categorías de pensamiento; una apo-
la exégesis de los textos que hablan de la resurrección. 1
2
Véase la bibliografía citada en las notas 4 y 5 del capítulo anterior.
46 Cf. G. Delling, Die Bedeutung der Auferstehung Jesu für den Glauben
Sobre la concepción de Schlette, cf. J. Ratzinger, en ThR 63 (1967) an Jesús Christus. Ein exegetischer Beitrag, en Die Bedeutung der Aufer-
34-36; A. Voegtle, Epiphanie ais Geschichte: «Oberheinisches PastoralblatD> stehungsbotschaft, 67-90; P. Seidensticker, Auferstehung Jesu, 9-58; J. Kre-
(enero 1967) 9-14; K. Schubert, Interpretament Auferstehung: «Wort und mer, Das atieste Zeugnis..., 25ss.
Wahrheit» (1968) 78-80; apoyó decididamente a Schlette M. Brandle, Musste 3
J. Kremer, op. cit., 25-30.
das Grab leer sein?, 108-109.
478 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección Los textos de la Resurrección 479

taran al principio como resurrección de la carne, sino como ele-


calíptica y otra escatológica. En la apocalíptica, que floreció en el
vación y glorificación del justo doliente. Tal interpretación es, al
judaismo posexílico, se hallaba la idea del justo doliente, humi-
parecer, la más antigua 4 . Evidentemente, presupone también a
llado y exaltado por Dios. Esto pasó a ser un motivo dominante
Cristo vivo y el sepulcro vacío, pero esto no se denominó aún
de la cristología antigua, como en Le 24,26 y Flp 2,6-11: «El
resurrección. Más tarde, debido a las polémicas, y por motivos
se humilló, por eso Dios lo exaltó». En los discursos de Pedro
kerigmáticos, dichos fenómenos fueron interpretados más adecua-
encontramos una explicación parecida del acontecimiento pas-
damente como resurrección en el sentido de total transfiguración
cual: «Vosotros lo matasteis... pero fue elevado a la derecha de
de la realidad terrestre de Jesús. Por eso, la resurrección siempre
Dios» (Hch 2,24.33). Y más adelante: «Dios lo exaltó a su dere-
hace referencia a la historia de Jesús, a su muerte y a su se-
cha como autor (de la vida) y salvador» (5,30.31; cf. 3,13-15).
pultura.
Con mucha probabilidad este esquema está ligado al del oculta-
miento de Jesús (Hch 3,21), en la misma línea que el de Henoc La interpretación de los fenómenos pascuales como resurrec-
y Elias. Así como este último fue arrebatado al cielo, así también ción aparece ya en Pablo, como hemos dicho 5 . La expresión «re-
lo fue Jesús (Hch 1,9-11.22; Me 16,19; Le 9 , 5 1 ; 1 Tim 3,16; sucitó al tercer día» puede ser una reminiscencia histórica, pero
1 Tes 4,16.17 y Ap 13,5). El empleo de esta terminología pudo también puede ser una expresión oriental para decir que Cristo
ser sugerido por la desaparición del cuerpo de Cristo, que en los permaneció sólo temporalmente en el sepulcro. Según la creencia
textos tiene cierta importancia. El Jesús de Juan habla el lenguaje general, después de ese espacio de tiempo la vida se separaría
primitivo del anuncio pascual. La resurrección es entendida como definitivamente del cadáver. Cuatro días significarían una per-
elevación y glorificación, como un ir al Padre. Esa concepción manencia (cf. Didajé 11,5) 6. La expresión «según las Escrituras»
está unida al tema del Mesías, del Hijo del hombre y del Siervo no se refiere necesariamente a ningún pasaje explícito. Única-
doliente que es exaltado. Así interpretan los Hechos los sal- mente quiere expresar la unidad de la acción salvífica: el Dios
mos 110 y 2 (Hch 2,34; 4,26). Los acontecimientos pascuales que habría actuado en el Antiguo Testamento ha actuado ahora
son la entronización del Mesías-Rey como «Señor y Cristo» (Sal 2 ; al máximo resucitando a Cristo. La referencia a los testimonios no
Hch 2,36) y su elevación como «Señor y Salvador» (5,31). precisa ser cronológica. La aparición a Pedro se encuentra ya en
la fórmula «Jesucristo resucitó verdaderamente y se apareció a
El mensaje pascual se interpreta también de acuerdo con ca-
Simón» (Le 24,34), una de las más antiguas de todo el Nuevo
tegorías escatológicas. Según éstas, para el fin de los tiempos se
Testamento. La aparición a quinientos hermanos de una vez no
esperaba la resurrección de los muertos. Los apóstoles vieron en
exige ser tomada al pie de la letra 7 . Tal vez esta aparición sea
la resurrección de Jesús la realización de un hecho escatológico.
la misma que indica Mt 28,16ss en el monte de Galilea. La refe-
Si hablan y anuncian la resurrección, esto significa, en los moldes
rencia de una aparición a Santiago habla en favor de la credibi-
de las categorías bíblicas, resurrección real y corporal. Una vida
lidad de este testimonio paulino, porque el grupo de Santiago
sin cuerpo —aunque glorificado (Me 13,43)— es impensable para
un judío. Como las apariciones mostraban un Jesús glorifica-
4
do, en el uso de la terminología de resurrección era necesario 5
P. Seidensticker, op. cit., 17.
dejar clara la identidad entre el crucificado y el glorificado. Los Además de la obra de Kremer, cf. F. Mussner, «Schichten» in der
paulinischen Theologie, dargetan an 1 Kor 15: «Biblische Zeitschrift» 9 J
"textos de los Hechos (2,23; 3,15; 5,30) acentúan tal identidad, (1965) 59-70; J. Gnilka, Das christologische Glaubensbekenntnis 1 Kor 15,
como lo harán más tarde, frente a los griegos, Lucas y Juan. 3-5, en Jesús Christus nach frühen Zeugnissen des Glaubens (Munich 1970)
Esta terminología hizo que fuera pasando a segundo término la 44-60, con amplia bibliografía; P. Winter, I Corinthians XV 36-7: NT 9
otra de origen apocalíptico. Y esto por motivos obvios: porque, (1957) 142-150.
6
Cf. K. Lehman, Auferweckt am dritten Tag nach der Schrift, 262-290;
frente a la negación del hecho de la resurrección, se debía acen- J. Gnilka, Das christologische Christusbekenntnis 1 Kor 15,3-5, 55; M. Metz-
tuar la realidad de la transfiguración de la existencia terrestre ger, A suggestion concerning the meaning of 1 Cor 15,4b: JThSt 8 (1957)
de Jesús. De ahí que las apariciones, las conversaciones de Jesús 123; J. Dupont, Ressuscité «le troisiéme jour»: «Bíblica» 40 (1954) 742-761.
7
vivo después de la crucifixión y el sepulcro vacío no se interpre- J. Kremer, op. cit., 71.
Los textos de la Resurrección 481
480 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección

(Gal 2,12) se había distanciado, desconfiando del evangelio de donde se cuenta el descubrimiento del sepulcro vacío por las mu-
Pablo sobre la libertad cristiana frente al culto de la ley del ju- jeres, tenemos ya un trabajo redaccional que combina las dos
daismo bíblico. tradiciones. Pero la fusión no se hizo sin violencia. Los textos
Las fórmulas de fe de 1 Cor 15 y de Hch 2-5 dejan entrever, revelan tensiones ocasionadas por los versículos 5-7, que privan
por su rígida formulación, que la resurrección no es un producto de unidad al relato. Si leemos Me 16,l-5a.8, la homogeneidad del
de la fe de la comunidad primitiva, sino el testimonio de un im- relato aparece clara: las mujeres van al sepulcro, lo encuentran
pacto que se les impuso. No es una creación teológica de algunos vacío y huyen. Llenas de miedo, no cuentan nada a nadie. La
entusiastas por la persona del Nazareno, sino el testimonio de fe- aparición del ángel con su mensaje (5b-7) sería una adición to-
nómenos que acontecieron después de la crucifixión y que les mada de otra tradición que sólo conocía apariciones y no el se-
obligaron a exclamar: Jesús ha resucitado verdaderamente. Este pulcro vacío. ¿Cuál es la función del relato del sepulcro vacío
pequeño credo proclama los magnaUa Dei realizados en Jesús y atestiguado por los cuatro evangelistas? ¿Cuál es su Sitz im
corresponde al credo del pueblo judío en Dt 26,5-11 8 . El sepulcro Leben?
vacío no es objeto de predicación, sino algo que se supone. Las
apariciones son siempre atestiguadas como fundamento de las dos a) El sepulcro vacío y la fe en la resurrección.
posibles interpretaciones: como glorificación-elevación del justo
de Dios o como resurrección en el sentido de acción de Dios que Obviamente, la tradición del sepulcro vacío se formó en Jeru-
transfigura en nueva vida de gloria al crucificado 9. salén. La predicación de la resurrección de Jesús habría sido im-
posible en la ciudad santa si el pueblo hubiese podido mostrar
el cuerpo de Jesús en el sepulcro. Además, la antropología bíblica
2. Cómo llegaron los apóstoles a la convicción. implica siempre el cuerpo en cualquier forma de vida, incluso
de que Jesús había resucitado la pneumática. Los adversarios, tanto en los tiempos apostólicos
como en las polémicas rabínico-cristianas de la literatura talmú-
Nadie vio la resurrección. El evangelio apócrifo de Pedro, des- dica, jamás negaron el sepulcro vacío. Lo interpretaron de modo
cubierto en 1886 (surgió hacia el año 150 d. C. en Siria), narra diferente, como robo por parte de los discípulos (Mt 28,13) o, se-
cómo Cristo resucitó delante de los guardianes y de los ancianos gún quiere recientemente D. Whitaker, como robo perpetrado por
judíos. Pero la Iglesia no lo ha reconocido como canónico 10, pues violadores de tumbas 12. Exegetas católicos y protestantes afirman
la conciencia cristiana percibió en seguida que así, tan contun- que existe un núcleo histórico anterior a los evangelios 13 : las mu-
dentemente, no se puede hablar de la resurrección del Señor. jeres encuentran el sepulcro vacío. Este núcleo histórico se fue
Sólo poseemos testimonios sobre dos cosas: que el sepulcro quedó transmitiendo en ambientes cultuales. Es sabido que los judíos
vacío y que hubo varias apariciones del Señor vivo a determina- veneraban los túmulos de los profetas w . De manera análoga, los
das personas. Debemos, por tanto, analizar las tradiciones que cristianos, desde muy pronto, comenzaron a venerar los lugares
hablan del sepulcro vacío y las que se refieren a las apariciones. donde se había realizado en Jerusalén el misterio cristiano. Lo
Gran número de exegetas, independientemente de su confesión
religiosa, ha llegado a la conclusión de que primitivamente am- 75-104, con bibliografía; cf. también G. Lohfink, Die Auferstehung Jesu una
die historische Kritik: «Bibel und Leben» 9 (1968) 37-53; L. Schenke,
bas tradiciones circulaban de manera autónoma u . En Me 16,1-8, Auferstehungsverkiindigung und leeres Crab (Stuttgart 1968).
12
8
What happened to the body of Jesús: «The Expository Times» 81
Cf. L. Goppelt, Das Osterkerygma heute, en Diskussion um Kreuz..., 213. (1970) 307-310, espec. 310.
9 13
Cf. R. Schnackenburg, Zur Aussageweise «Jesús ist (vori Toten) auf- Especialmente P. Seidensticker, Die Auferstehung Jesu, 77-90; W. Pan-
erstanden»:
10
«Biblische Zeitschrift» 13 (1969) 1-17. nenberg, Fundamentos de cristologia, llOss; D. Fuller, The Ressurrection
11
Cf. el texto en P. Seidensticker, Zeitgenóssische Texte, 59-62. of Jesús and the Historical Method: «Journal of Bible and Religión» 34
Cf. J. Delorme, Résurrection et tombeau de Jésus: Marc 16,1-8 dans (1966), 18-24.
la tradition évangelique, en La Résurrection du Christ et Fexégése moderne, 14
Cf. J. Jeremías, Heilige Graber in Jesu Umwelt (Gotinga 1958).
91
482 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección Los textos de ¡a Resurrección 483

dramatizaban en tres momentos principales: un recuerdo (anam- en duda la existencia de los ángeles, debemos decir que esta inter-
nesis) de la última noche de Jesús con motivo del ágape fraternal; pretación, incluso sin salimos de los criterios bíblicos, no es la
una liturgia del Viernes Santo a la hora en que se celebran las única posible. El ángel (mal'ak Yahweh) sustituye a Yahvé, cuya
oraciones judías, y una acción litúrgica en la mañana de Pascua trascendencia el judío reafirmaba de modo absoluto, de suerte
con una visita al sepulcro de Jesús 15. Por eso, los textos que re- que, en vez de Yahvé, decía «ángel de Yahvé» (Gn 22,11-14;
latan el hallazgo del sepulcro vacío muestran un especial interés Ex 3,2-6; Mt 1,20). Otra interpretación podría ser que las mu-
por el lugar: «No está aquí. Ved el sitio donde lo depositaron» jeres encuentran el sepulcro vacío y en seguida caen en la cuenta
(Me 16,6b). de la resurrección de Jesús. Esto es interpretado como una ilumi-
Esta tradición, sin embargo, no se preocupó por dar exacta- nación de Dios y expresado en el lenguaje literario de la época,
mente los detalles. Basta comparar los paralelos sinópticos y Juan como si fuese un mensaje del ángel (Dios). Otra posible interpre-
para observar las divergencias (en el número de mujeres y de án- tación, que encaja mejor con el análisis que antes hemos expuesto,
geles, en los motivos por los que las mujeres fueron al sepulcro, se estructuraría de la siguiente forma: Las mujeres van al sepul-
en el horario, en el mensaje del ángel, en la reacción de las mu- cro y lo encuentran vacío. Quedan sin saber qué hacer y con mie-
jeres ante el sepulcro vacío). El relato, con todo, se atiene a lo do. Mientras tanto regresan los apóstoles de Galilea, donde se les
esencial, el Señor vive y ha resucitado; el sepulcro está vacío. había aparecido el Señor. Su testimonio se une al de las mujeres.
Pero ese hecho no es utilizado por ningún evangelista como El mensaje de los apóstoles: «El Señor ha resucitado verdadera-
prueba de la resurrección de Jesús. En lugar de provocar la fe, mente y se ha aparecido a Simón» (tal vez la fórmula más anti-
originó miedo, espanto y temor, de manera que «ellas huyeron gua), es considerado como una revelación de Dios y, de acuerdo
del sepulcro» 16. El hecho del sepulcro vacío fue inmediatamente con el lenguaje de la época, se pone en boca de un ángel (Dios).
interpretado por María Magdalena como robo (Jn 20,2.13.15). La fe en la resurrección no tuvo su origen en el descubrimiento
Para los discípulos, todo se reducía a habladurías de mujeres. El del sepulcro vacío ni en el testimonio de las mujeres, sino en las
sepulcro vacío por sí solo es un signo ambiguo, susceptible de apariciones a los apóstoles. De ahí la preocupación de Me 16,7
varias interpretaciones. Únicamente a partir de las apariciones en que las mujeres vayan a Pedro y a los discípulos y les comu-
desaparece su ambigüedad, y puede ser leído por la fe como un niquen el mensaje del ángel. Ellos supieron lo del sepulcro vacío
signo de la resurrección de Jesús. Las apariciones se conceden <por las mujeres. Por eso pueden responder a las calumnias de los
a testigos escogidos. El sepulcro vacío es un signo que habla a judíos —de haber secuestrado el cuerpo de Jesús—, que por sí
todos y lleva a pensar en la posibilidad de la resurrección. Es mismos nada sabían del sepulcro vacío. Mt 28,11-16 (la maqui-
una invitación a la fe, pero no conduce todavía a ella. nación de los guardianes con el sumo sacerdote) revela una clara
Un problema aparte lo constituye la aparición de los ángeles tendencia apologética de Mateo. En forma de anécdota, quiere
junto al sepulcro. La interpretación tradicional ve en ellos unos ridiculizar la calumnia de los judíos sobre el robo del cuerpo de
seres suprateiiesties y verdaderos ángeles. No obstaste, sin poner Jesús 1 7 .

15
Cf. G. Schille, Das Leiden des Herrn: die evangelischen Passionstradi- b) Las apariciones y la fe en la resurrección.
tionen und ihr Sitz im Leben: «Zeitschrift für Theologie und Kirche» 52
(1955) 161-205; J. Delorme, Résurrection et tombeau de Jésus, en op. cit., La profesión de fe en la resurrección de Jesús es la respuesta
125-129; E. L. Bode, A Litargical Sitz im Leben for the Gospel Tradition of a las apariciones. Sólo ellas destruyeron la ambigüedad del sepul-
the W'ornen's Easter Visit of the Tomb of Jesús?: «The Catholic Biblical cro vacío y dieron origen a la exclamación de los apóstoles: «El
Quarterly» 32 (1970) 237-242, donde se afirma que la tesis es «very possi-
ble»16 (242). ha resucitado verdaderamente». Los evangelios, en el plano redac-
La visita de Pedro y Juan al sepulcro vacío en Jn 20,8 no parece ser cional, nos transmiten los siguientes datos: las apariciones se
un recuerdo histórico, sino una construcción teológica con la que el autor describen como una presencia real y carnal de Jesús, que come,
del Evangelio de Juan sitúa al jefe del grupo joánico junto a Pedro, jefe
17
de la Iglesia; cf. P. Benoit, Passion et Résurrection du Seigneur, 284-286. Cf. J. Kremer, Die Osterbotschaft..., 94-112, 186-232.
484 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección Los textos de la Resurrección 485

camina con los discípulos, se deja tocar, escucha y dialoga con de una tradición prepascual sobre el llamamiento de los discí-
ellos; su presencia es tan real que puede ser confundido con pulos (Le 5,1-11), contada ahora a la luz de la novedad de la
cualquier viandante, con un jardinero o con un pescador. A pe- resurrección con la clara intención de relacionar el ministerio
sar de todo, al lado de estas afirmaciones contundentes, hay otras de Pedro con el poder de Cristo resucitado.
que no se compaginan con lo que conocemos del cuerpo: el resu- Los relatos revelan dos tendencias fundamentales: Marcos y
citado no está ya ligado al espacio y al tiempo, aparece y desapa- Mateo centran su interés en Galilea, mientras que Lucas y Juan
rece, atraviesa paredes. Ante esto nos preguntamos: ¿podemos, lo hacen en Jerusalén, con la preocupación de resaltar la realidad
en tales circunstancias, seguir hablando con propiedad de cuerpo? corporal de Jesús y la identidad de Cristo resucitado con Jesús
Si consideramos las apariciones en el plano de la historia de de Nazaret. La armonización que suele hacer la exégesis cató-
las tradiciones (a partir de las cuales se originaron los evangelios lica en el sentido de que Cristo se habría aparecido primero en
que hoy tenemos), el problema resulta mucho más complejo. Se Jerusalén y después en Galilea está siendo abandonada. Las difi-
verifica el siguiente fenómeno: de una representación espiritua- cultades de los textos, la forma de las apariciones y el mejor
lizante de la resurrección, como es la de 1 Cor 15,5-8; Hch 3,15; conocimiento de las tradiciones y del trabajo redaccional de los
9,3; 26,16; Gal 1,15 y Mt 28, se pasa a una materialización cada hagiógrafos inducen a concluir que las apariciones de Galilea
vez más marcada, como en Lucas y Juan y en los evangelios apó- tienen más fundamento histórico. Las de Jerusalén serían una
crifos de Pedro y de los Hebreos 1 8 . La necesidad apologética elaboración teológica de las vivencias de Galilea, con la intención
obligó a los hagiógrafos a tales concreciones. Además, las apari- de poner de relieve el significado histórico-salvífico de la ciu-
ciones, cuanto más recientes son los textos, tanto más se centran dad y de la primitiva comunidad allí formada. «La salvación
en Jerusalén y se aproximan al tema del sepulcro vacío. viene de Sión» (Sal 13,7; 109,2; Is 2 , 3 ; cf. Rom 11,26). Is 62,11
Un problema distinto es el de los innumerables intentos de dice: «He aquí que el salvador viene a ti, hija de Sión». La his-
armonizar las apariciones relatadas en 1 Cor 15 con las narradas toria de la salvación alcanza en Jerusalén su término y su pleni-
en los evangelios w . Pablo refiere cinco apariciones del Señor tud. Lucas, tanto en su evangelio como en los Hechos, subraya
vivo. Me 16,1-8 no conoce ninguna, si bien dice claramente este motivo teológico ligado a la ciudad: allí se localizan Pascua
que Cristo se dejará ver en Galilea. El final de Marcos (16,9-20) y Pentecostés. El resucitado será anunciado desde Jerusalén hasta
condensa las apariciones relatadas en los otros evangelios, pero los confines del orbe (Le 24,47; Hch 1,8). Esta tendencia se
este final, por múltiples razones, puede ser considerado una adi- acentúa aún más en el Evangelio de J u a n : el Cristo joánico des-
ción posterior. Mt 28,16-20 conoce una sola aparición, a los Once arrolla su actividad preferentemente en Jerusalén con ocasión de
en Galilea, «en el monte que Jesús les había indicado». La apari- las fiestas del pueblo. La tradición de Galilea había interpretado
ción a las mujeres junto al sepulcro vacío es considerada por los la Pascua de Jesús menos como resurrección de la carne que
exegetas como una elaboración posterior sobre el texto de Me como elevación, glorificación y manifestación del Hijo del hom-
16,7; las palabras del resucitado son notablemente semejantes bre (cf. Dn 7,13ss), sentado ahora a la derecha de Dios, según
a las del á n g e l x . Lucas refiere dos apariciones: una a los discí- el lenguaje del mundo apocalíptico. Mt 28,16-20, representante
pulos en el camino de Emaús y otra a los Once y a sus discípulos de la tradición de Galilea, presenta a Cristo resucitado consti-
en Jerusalén (24,13-35.36-53). Jn 20 refiere tres manifestaciones tuido en poder como Hijo del hombre y transmitiendo ese mismo
del Señor, todas ellas en Jerusalén. Jn 2 1 , considerado como un poder a su Iglesia al enviarla a la misión. El reino imperece-
apéndice posterior al evangelio, narra otra aparición en el lago dero (Dn 7,14) es traducido por la presencia constante de Cristo
de Genesaret, en Galilea. De todos modos, la interpretación de en la Iglesia (Mt 28,19). La resurrección se considera como la
este capítulo es más coherente si admitimos que es la elaboración parusía del Hijo del hombre, ahora presente en la comunidad
(2 Pe l,16ss) 21.
18
Cf. H. Grass, Ostergeschehen und Osterberichte, 94-112, 186-232. 21
" Cf. J. Kremer, Das alteste Zeugnis..., 65-82. Cf. P. Seidensticker, Zeitgenossische Texte, 43-50; id., Die Auferstehung
20 Jesu..., 43-56.
J. Kremer, Die Osterbotschaft..., 39-82.
486 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección Los textos de la Resurrección 487

La predicación y la catequesis de la Pascua de Cristo, elabo- nio de Cristo resucitado y lo hacen presente y visible. Aun sin
radas con la mentalidad de los lectores y oyentes griegos, obliga- contar con el sepulcro vacío y las apariciones, sería posible y vá-
ron a traducir esa interpretación en la línea de la resurrección lida la fe en la resurrección, y ello gracias a la Iglesia. Ese es el
de la carne. En la tradición de Jerusalén (Lucas y J u a n ) , el ke- sentido último que intenta el relato de la duda de Tomás en Jn 20
rigma fundamental se expresa de la siguiente forma: «Yo estaba al concluir: «Felices los que, sin ver, han creído» (20,29).
muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos. Tengo las
llaves de la muerte y del infierno» (Ap 1,18; Rom 6,10). El pro-
blema consiste en salvaguardar la realidad de la resurrección. 3. Intento de reconstrucción de los acontecimientos pascuales
Cristo vive realmente y no es un espíritu (Le 24,39) ni un ángel
(Hch 23,8-9). De ahí la preocupación por poner de relieve la iden- De lo que acabamos de exponer resultan claros e indiscutibles
tidad del resucitado con Jesús de Nazaret, por describir y tocar dos hechos: el sepulcro vacío y las apariciones a los discípulos.
sus llagas (Le 24,39; cf. Jn 20,20.25-29) y por acentuar que comió Estos hechos, sin embargo, fueron transmitidos y revestidos de
y bebió con sus discípulos (Hch 10,41) o que comió delante de forma diversa según las tendencias y conforme a las necesidades
ellos (Le 24,43). Los relatos de las vivencias del resucitado por del momento: necesidades de orden teológico, apologético, cate-
personas particulares, como María Magdalena (Jn 20,14-18; cf. quético y cultual. Reconstruir, pues, los acontecimientos pascuales
Mt 28,9-10) o los dos discípulos de Emaús (Le 24,13-35), están constituye una tarea arriesgada con resultados muy fragmentarios
rodeados de motivos teológicos y apologéticos, dentro del esquema y discutibles. A pesar de todo, una fe que no se base en un mito,
literario de las leyendas, para dejar claro a los lectores la realidad sino en una historia, siempre tendrá interés por el «cómo fue»
del Señor vivo y presente en la comunidad. Un ejemplo clásico con el fin de conocer más profundamente «lo que eso significa
de tal preocupación es ese relato de la aparición a los de Emaús 22. para mí». Los relatos de la resurrección, tal como los tenemos
La manera como éstos llegaron a la fe en el resucitado se pre- ahora, tendrían como telón histórico de fondo los siguientes
senta como un modelo para los lectores: hay que dejarse instruir puntos a :
por las Escrituras, que hablan de Cristo, y dejar que se abran los a) La prisión de Jesús, que implica el cumplimiento de lo
ojos por la «fracción del pan», esto es, por la eucaristía. Es el que él había anunciado: «Todos se escandalizarán de mí» (Me
mismo camino por el que también nosotros llegamos hoy a la fe 14,27; Mt 26,31). Los discípulos huyen (Me 14,50; Mt 26,56).
en la novedad pascual: por la palabra y por el sacramento. El b) Los discípulos le vuelven a ver resucitado, primero en
relato de Emaús sigue el estilo peculiar de Lucas, empleado tam- Galilea (Me 14,28; Mt 26,32; Me 16,7; Mt 28,7.16-20). Muy po-
bién en los Hechos (8,26-39) al narrar la conversión del eunuco siblemente el relato de los discípulos de Emaús está subordinado
etíope por Felipe. En ambas narraciones se encuentran varios pa- al regreso de los discípulos a Galilea, tras el fracaso de Jesús en
ralelismos: el resucitado o Felipe, inspirado por el Espíritu, ex- Jerusalén.
plica el Antiguo Testamento y lo relaciona con Cristo; al final, c) Un día después del sábado, las mujeres tienen las prime-
los dos jóvenes o el etíope manifiestan un deseo. El relato culmina ras vivencias pascuales. El nombre y número de estas mujeres
en la recepción de uno de los sacramentos que en la Iglesia pri- varían en los cuatro evangelios. Sólo María Magdalena aparece
mitiva eran fundamentales, la eucaristía y el bautismo. Así, la fe en todos. Ellas van al sepulcro para llevar aromas (Le 2 4 , 1 ;
en la resurrección, para la época posapostólica, se basaba en la Me 16,1). Nada saben del sepulcro sellado (Mt 27,66). Encuen-
predicación y en los sacramentos de la Iglesia, que dan testimo- tran el sepulcro abierto y sin el cuerpo de Jesús (Jn 20,1; Me 16,4;
Mt 28,2; Le 24,2). Huyen con miedo y van a informar a los
22
Cf. J. Dupont, Le repas d'Emmaus: «Lumiére et Vie» 31 (1957) 77-92; apóstoles (Mt 26,8; Le 24,9ss.23; Jn 20,2ss; Me 16,7).
Orlett, An Influence of the Early Liturgy upon the Emmaus Account: «Ca- d) Un hecho clave para la fe en la resurrección aconteció
tholic Biblical Quarterly» 21 (1959) 212-219; M. Kelh, Eucharistie und
Auferstehung. Zur Deutung der Ostererscheinungen beim Mahl: «Geist und 23
Leben» 45 (1970) 90-125, espec. 101-105. Cf. especialmente P. Seidensticker, Die Auferstehung..., 77-83.
488 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección

algún tiempo después («después de seis días»: Me 9,2; Mt 17,1; IV


«o unos ocho días después» : Le 9,28) M , en Galilea. Cristo resu-
citado se aparece a los discípulos, y éstos interpretan la aparición REFLEXIONES SISTEMÁTICAS:
como encuentros con Jesús de Nazaret, elevado ahora junto a EL SURGIMIENTO DEL NUEVO ADÁN
Dios en vida eterna y en gloria. Sobre las circunstancias espe-
ciales de lugar, modo y número de los discípulos, es poco —en el
estado actual de las investigaciones— lo que se puede determinar ¿Cómo anunciar y vivir hoy la fe en la resurrección de Jesús
con exactitud histórica. En cualquier caso, los discípulos vieron de acuerdo con nuestra forma de entender la existencia? Si la
en los acontecimientos pascuales un hecho escatológico, que su- resurrección es la verdad fundamental del cristianismo y el moti-
ponía la realización plena y acabada de la historia de Jesús, ma- vo de nuestra esperanza, ¿dónde podemos situarla dentro de nues-
nifestado ahora como Mesías e Hijo del hombre, y de toda la tro horizonte? ¿Para qué problemática de nuestro mundo sería
historia de la salvación. Anunciar a Jesús como el Salvador y la fe en la resurrección una luz y un punto de orientación?
Juez universal y su reinado sobre todas las cosas es lo que cons- Siempre debe haber una correlación entre las verdades de la fe
tituye la misión de los apóstoles y de la Iglesia. y las experiencias de la vida. Sin eso, la fe no se legitima y corre
el riesgo de transformarse en una ideología religiosa.
Esta reconstrucción, dentro de su precariedad, tiene los datos
históricos fundamentales a partir de los cuales surgió la fe en la
resurrección de Jesús como escándalo para muchos (1 Cor 1,23;
Hch 17,32; 23,6-9) y esperanza y certeza de vida eterna para 1. Nuestro horizonte de comprensión
otros muchos (cf. 1 Cor 15,50ss). y la fe en la resurrección
Réstanos saber lo que la resurrección de Jesús significa hoy
para la teología y para la existencia humana de fe. El hombre es esencialmente un homo viator; está en busca de
sí mismo. Quiere realizarse en todas sus dimensiones: no sola-
mente en el alma, sino en todo el hombre, unidad radical de cuer-
po y alma. El pensamiento utópico es una de las constantes de
todas las culturas, desde las más primitivas, como las de los indios
tupi-guaranís y apapocuva-guaranís 1 , hasta nuestros días, como
en Teilhard de Chardin o A. Huxley 2 . El hombre quiere superar
todas las alienaciones que lo afligen, como el dolor, la frustración,
el odio, el pecado y la muerte. Quiere plenitud y vida eterna. El
principio «esperanza» es una estructura existencial del ser hombre.
«¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?» (Rom 7,24). To-
dos los hombres sueñan con la situación descrita en el Apocalip-
sis, «en la que la muerte no existirá, ni habrá luto, ni llanto,
24
Ya hemos aludido a la frase «y al tercer día resucitó» y hemos dicho ni fatiga, porque todo esto ya pasó» (21,4). El hombre que se de-
que no era un recuerdo histórico, sino más bien una proposición dogmática.
Cristo se apareció algunos días después. La transfiguración de Cristo, situada 1
Cf. H. Linding, Wanderungen der Tupi-Guarani und Eschatologie der
en el período de su vida terrena, contiene rasgos que indican que se trata Apapocuva-Guarani, en W. Mühlmann, Chiliasmus und Nativismus. Studien
de una aparición del Resucitado retroproyectada al tiempo anterior a su zur Psychologie, Soziologie und historischen Kasuistik der Umsturzbewegungen
muerte y resurrección; en su forma actual revela el proceso catequético de (Berlín 21964) 19-40.
la Iglesia primitiva, en el que ciertos elementos históricos de Cristo son reela- 2
Véase el ingente material recogido en los dos volúmenes de E. Bloch,
borados a la luz de otros acontecimientos pospascuales (anuncio de la pasión Prinzip Hoffnung (Francfort 1959); M. Eliade, Dimensions religieuses du re-
con la invitación a seguir a Cristo por el camino de la cruz: Me 8,31-38 par.); nouvcllement cosmique: «Éranos Jahrbuch» (1959) 241-275. Utopía: «Con-
cf. P. Seidensticker, Zeitgenóssische Texte..., 48-50. cilium» 41 (1969) 147-164.
490 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección

gradó y llegó a ser «no hombre», ¿podrá recuperarse y volver a 2. La resurrección de Jesús, una utopía humana realizada
ser hombre?
El hombre de hoy se hace, más que en otras generaciones, Un hombre surge en Galilea. Jesús de Nazaret, que más tarde
preguntas radicales sobre su futuro. Lo que más le interesa no es se reveló como el mismo Dios en condición humana, levanta su
la naturaleza del hombre, sino su futuro. Nietzsche soñó con el voz y anuncia: «Se ha cumplido el tiempo. Está próxima la irrup-
superhombre, de cuerpo de César y alma de Cristo 3 , un santo de ción del nuevo orden que será traído por Dios. Cambiad vuestro
una especie que nunca había existido, capaz de dominar con suma modo de pensar y de actuar. Creed en esa gozosa noticia» (cf. Me
responsabilidad el mundo creado por él mismo. El ansia de reali- 1,15; Mt 4,17). Cristo asume así un elemento de utopía presente
zación personal y cósmica del hombre se ve siempre truncada por en todos los hombres: la superación de este mundo alienado, lle-
la muerte, que es la barrera para todas las utopías. ¿Qué res- vada a cabo por Dios. El reino de Dios, expresión que aparece
puesta da el cristianismo a semejante planteamiento? Aquí es ciento veintidós veces en los evangelios y noventa en boca de Cristo,
donde la fe en la resurrección, como futuro absoluto del hombre, significa una revolución total y estructural, introducida por Dios,
alcanza una resonancia especial, como la tuvo en tiempos de Jesús. de los fundamentos de este mundo. No significa sólo algo interior
La teología judía posexílica elaboró la utopía del reino de Dios o espiritual, que viene de arriba o que se debe esperar fuera de
(en sus varios modelos: político, profético y sacerdotal) como este mundo o después de la muerte. En su sentido pleno, el reino
transformación radical de los fundamentos de este mundo y como de Dios es la liquidación del pecado con todas sus consecuen-
irrupción del nuevo cielo y la nueva tierra, una realidad totalmen- cias en el hombre, en la sociedad y en el cosmos, la transfigura-
te reconciliada con Dios y consigo mismo 4 . El tiempo de Cristo ción total de este mundo en el sentido de Dios 6 . Los milagros de
se caracteriza por esa efervescencia y expectativa mesiánico-escato- Jesús, más que probar su divinidad, intentan mostrar que el reino
lógicas (Le 3,15). De igual manera, el mundo helénico tenía sus está presente entre nosotros 7 . Cristo mismo dice: «Si yo expulso
doctrinas de liberación. La gnosis prometía redención a la exis- los demonios con el dedo de Dios, es porque el reino de Dios ha
tencia alienada del hombre perdido en el mundo. Hans Joñas ha llegado a vosotros» (Le 11,20). Cuando un enfermo es curado, se
demostrado, en una minuciosa investigación, hasta qué punto el manifiesta la presencia del reino de Dios (Le 10,9). Por eso,
mundo gnóstico se asemeja, por su temática y preocupaciones, al Jesús clama: «Bienaventurados los pobres, porque a vosotros per-
moderno existencialismo 5 . En un contexto así fue anunciada la tenece el reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre,
novedad absoluta del triunfo de la vida sobre la muerte y la verdad porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis, porque
de aquellas palabras del Cantar de los Cantares: «Tan fuerte un día reiréis» (Le 6,20-21). Cristo mismo es ya la presencia del
como la muerte es el amor» (8,6). No sólo el evangelio de la nuevo hombre en el orden nuevo. Con su presencia se curan las
resurrección se sitúa en ese horizonte de comprensión, sino todo enfermedades (Mt 8,16-17; Me 6,56), se apaciguan las tempesta-
el mensaje de Jesús, cuyo dato central es la resurrección. des (Mt 8,23-27), el mar se pone al servicio del hombre-rey
(Le 5,4-7), el hambre es vencida (Me 6,30-40), los pecados son
perdonados (Me 2 , 5 ; Le 7,48) y hay misericordia para los caídos
(Jn 8,1-11), resucitan los muertos y el luto se transfigura en alegría
3
Aus dem Nachlass der Achtzigerjahre, en F. Nietzsche III (Darmstadt fraternal (Le 7,11-17; Me 5,41-43) 8.
1960) 422; sobre la historia de la idea del superhombre, que es de origen
cristiano y, luego, fue secularizada por Jean Paul y aplicada a Napoleón,
6
cf. E. Benz, Der dreifache Aspekt des Ü bermenschen: «Éranos Jahrbuch» Cf. G. Bornkamm, Jesús von Nazareth (Stuttgart 1956) 59; J. Becker,
(1959) 109-192. Das Heil Gottes. Heil- and Siindenbegriffe in den Qumrantexten und im
4
Cf. R. Schnackenburg, Gottesherrschajt und Reich (Friburgo 21961); Neuen
7
Testament (Gotinga 1964) 388-390.
trad. española: Reino y reinado de Dios, Madrid 1970), con la bibliografía Cf. R. H. Fuller, Die Wunder Jesu in Exegese und Verkündigung
citada, espec. 1-48; cf. P. Brunner, Elemente einer dogmatischen Lehre von (Dusseldorf 1967) 21, 121, etc.
8
Gottes Basileia, en Die Zeit Jesu. Hom. H. Schlier (Friburgo 1970) 228-256. Cf. el excelente artículo de C. Mesters, Jesús Cristo Deus conosco:
5
H. Joñas, Gnosis und spatantiker Geist I, II (Gotinga 1934). «Grande Sinal» 24 (1970) 93-103, espec. 94-96.
492 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección El surgimiento del nuevo Adán 493

Al aparecer en Galilea anunciando la nueva del reino, Cristo «Oh muerte, ¿dónde está tu victoria, dónde está ese espantajo
lee en la sinagoga un pasaje de Isaías que dice: «El me envió con que asustabas a los hombres... ? La muerte ha sido vencida por
para evangelizar a los pobres, para predicar la libertad a los cau- la vida» (1 Cor 15,55a.b). Cristo resucitó no a la vida biológica
tivos, a los ciegos la vista, para liberar a los oprimidos y anunciar que antes tenía, sino a la vida eterna. El bíos está siempre bajo
el año de gracia del Señor». Y comenta Jesús: «Hoy se cumple el signo de la muerte, la zoé (vida eterna) se sitúa en el horizonte
esta escritura que acabáis de oír» (Le 4,18-19.21). Juan Bautista del Pneuma de Dios indestructible e inmortal 9 . La resurrección
en la cárcel, dudando si Cristo era o no el enviado de Dios para se define entonces como la escatologización de la realidad h u m a n a :
traer el reino de la total liberación de los hombres y de su mun- es la introducción del hombre como conjunto de cuerpo y alma en
do, manda a sus discípulos a preguntarle: «¿Eres tú el que ha de el reino de Dios, la presencia de la zoé eterna en el bíos finito y
venir o debemos esperar a otro?». La respuesta, que constituye humano, la realización total de las potencialidades que Dios ha
el núcleo de su mensaje, es la siguiente: «Los ciegos ven, los cojos puesto en la existencia humana. Así se realizó una utopía que
andan, los leprosos son curados, los sordos oyen, los muertos re- dilaceraba el corazón humano.
sucitan, y la buena noticia de la liberación es anunciada a los En Jesucristo recibimos la respuesta definitiva de Dios: no la
pobres» (Mt 11,5). Ese es el signo del cambio total y estructural. muerte, sino la vida es la última palabra que Dios pronunció sobre
Quien consiga realizar eso será el liberador de la humanidad. el destino humano. Para el cristiano no existe ya una utopía, sino
Cristo se presenta como el salvador del mundo. Queda claro que una topía. La vida eterna tiene un lugar dentro de nuestro mundo
el reino de Dios no puede ser aplicado en exclusiva a una zona destinado a la muerte: Jesucristo resucitado. Nuestro futuro está
del hombre, como es su alma, los bienes espirituales o la Iglesia. abierto y el fin de la historia de pecado y gracia tiene un final
El reino de Dios abarca toda la realidad humana y cósmica que feliz ya garantizado y alcanzado. Así entró en la historia de la
debe ser transfigurada y liberada de todo signo de alienación. Si conciencia humana lo que el mundo antiguo no conocía, la son-
el mundo sigue como está, no puede ser patria del reino de Dios. risa de la esperanza. Aquel mundo conocía las risotadas de Pan
Debe ser transformado en todas sus estructuras. De ahí el logion o de Dióniso embriagado, conocía la sonrisa triste de quien vive
de Jesús en Jn 18,36: «Mi reino no es de este mundo»; es decir, bajo la Moira; pero desconocía la sonrisa de quien ya venció a
no tiene su origen en las estructuras ambiguas y pecadoras de este la muerte y goza de las primicias de la vida eterna. «Porque
mundo, sino en Dios, en el sentido objetivo de que es Dios quien Jesús resucitó de entre los muertos como primicia de los que
intervendrá y sanará en su raíz la realidad total, transformando mueren» (1 Cor 15,20), «él es el primogénito entre muchos her-
este mundo en un nuevo cielo y una nueva tierra. Ya san Agustín manos» (Rom 8,29). Lo que es presente para él será para nosotros
comentaba: «Mi reino no es de este mundo, pero está en este futuro próximo 10.
mundo». Elemento esencial del reino es la aniquilación de la La resurrección viene a responder a un grave interrogante de
muerte como el mayor enemigo del hombre en su ansia de reali- la historia: ¿ qué futuro tienen los no hombres, es decir, los que
zación y de vida plena. San Juan tradujo la temática de Jesús sucumbieron a la saña de la opresión, los que fueron eliminados
sobre el reino de los cielos, correctamente, por vida eterna. por sus propios hermanos, los que fueron empobrecidos y reduci-
El rechazo de Jesús y su mensaje por parte de los judíos frus- dos al estado de no hombres? El acontecimiento de la resurrec-
tró la realización cósmica del reino de Dios. Sin embargo, Dios, ción deja claro que tienen un futuro, porque el que resucitó no
que triunfa en la flaqueza y en la infidelidad de los hombres, fue un César en el apogeo de su gloria, ni un vencedor de ba-
realizó su reino en la persona de Jesús. Ya decía Orígenes que tallas históricas, sino un derrotado, reducido a gusano y clavado
Cristo es la autohasileia tou Theou, esto es, el reino de Dios rea-
5
lizado en su persona. En él fueron vencidos la muerte, el odio y Cf.R. Bultmann, Theologie des Neuen Testamentes, 331.
10
todas las alienaciones que estigmatizan la existencia humana. En En este aspecto de futuro ha insistido particularmente J. Moltmann,
Theologie der Hoffnung, 173-179, 184-204; cf. también W. Kreck, Die
él se reveló el hombre nuevo (homo revelatus), el nuevo cielo y Zukunft des Gekommenen. Grundprobleme der Eschatologie (Munich 21966)
la nueva tierra. Pablo lo entiende perfectamente cuando exclama: 91ss y 203ss.
494 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección El surgimiento del nuevo Adán 495

en la cruz. El crucificado fue quien resucitó y llegó, por obra El es el Kyrios, el Cristo cósmico (Col 1,15-20; Ef 1,10) y el
y gracia de Dios, al supremo sentido de la vida y la plenitud pleroma (Ef 1,23; Col 2 , 9 ) ; esto es, aquel elemento por el cual la
humanas. Esto nos revela que especialmente los que participan en totalidad del mundo alcanza su plenitud y el término de su per-
la pasión de Jesús, los humillados y ofendidos, están predestinados fección. Este tema fue desarrollado con inusitada pasión por
por Dios a la suprema realización en la resurrección. Teilhard de Chardin, aunque ya estaba presente en el pensamien-
La resurrección no es un hecho privado de la vida de Jesús. to paulino y en sus comunidades 13. La fe de la comunidad primi-
Es la realización, en su existencia, del mensaje de liberación global tiva en una «ubicuidad cósmica» del resucitado fue expresada en
que él había predicado y prometido. Es la nueva humanidad, el un agraphon del Evangelio de Tomás (griego) : «Dice Jesús:
nuevo Adán, «en el que todos somos vivificados» (1 Cor 15,22). Donde estén dos, no están sin Dios. Donde alguien esté solo, yo
«El reino ya está misteriosamente presente aquí en la tierra. Cuan- digo que estoy junto a él. Levanta una piedra, y me encontrarás
do llegue el Señor, se consumará», nos dice el Vaticano II (GS dentro de ella. Parte leña, y allí estaré yo» M. La promesa hecha
n. 3 9 ) . por el resucitado: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta la
consumación de los tiempos» (Mt 28,20), adquiere aquí una con-
creción en medio del mundo secular del trabajo. Este puede pa-
3. La novedad del hombre nuevo recer sin sentido y no raras veces peligroso y absurdo; pero para
el creyente esconde una gloria misteriosa: pone en comunión con
La novedad del hombre nuevo, que irrumpió con la resurrec- el resucitado, que está presente en todo y siempre junto a ios
ción, consiste, como queda dicho, en llevar a plenitud todos los suyos, hagan lo que hagan. El resucitado, al existir en forma
dinamismos latentes en la realidad humana de Jesús. Dios no sus- pneumática, está libre de las cadenas del espacio y del tiempo;
tituyó lo viejo por lo nuevo, sino que renovó lo viejo. Como es total comunión y presencia en todo el cosmos y particularmente
veremos en el próximo capítulo, la capacidad de apertura, de en la Iglesia, que es su cuerpo (Col 1,18); más todavía cuando
comunicación y comunión propias del hombre-cuerpo fueron to- la comunidad ora y se reúne en su nombre, como es el caso de
talmente realizadas por la resurrección n . Por eso el resucitado las acciones litúrgicas, y de modo singularísimo en el sacramento
tiene una presencia que ya no se limita al espacio y al tiempo de la eucaristía (cf. Sacrosanctum Concilium n. 7 ) . Vemos, pues,
palestinense, sino que se extiende a la totalidad de la realidad. que los caminos de Dios culminan en el hombre-cuerpo totalmen-
Pablo expresa esta verdad diciendo que Cristo resucitado vive ahora te transfigurado y hecho total apertura y comunicación 1S.
en forma de espíritu (2 Cor 3,17; 1 Cor 6,17; 15,45; Rom 8,9)
y que su cuerpo sárquico (débil y limitado por el espacio y el
tiempo) fue transformado en cuerpo pneumático-espiritual (1 Cor 4. Conclusión
15,44) 12. Al afirmar que Cristo es espíritu, Pablo no piensa aún
en términos de tercera persona de la Santísima Trinidad, sino que, Aquí podríamos abordar otros aspectos sistemáticos, como lo
dentro de la comprensión judía, quiere indicar las auténticas di- han hecho Durrwell 16 y K. Rahner 17 en sucesivos ensayos. Entre
mensiones de la realidad de la resurrección: así como el Espíritu tales aspectos figuran el soteriológico —ya resaltado en las prime-
llena todas las cosas (Sal 139,7; Gn 1,2), así las llena ahora el 13
resucitado. Cf. injra, «El evangelio del Cristo cósmico».
14
15
J. Jeremías, Unbenkannte Jesusioorte (Gütersloh 31963) 100-104.
Cf. J. B. Metz, Caro cardo salutis. Zum christlichen Verstándnis des
11 Leibes: «Hochland» 55 (1962) 97-107.
E. Kásemann, en «Zeitschrift fiir Theologie vmd Kirche» 59 (1962) 16
282, en una recensión del libro de R. Bultmann, Theologie des NT. A. Grab- 17
F. X. Durrwell, La resurrección de Jesús (Barcelona 1967), caps. V-IX.
ner-Haider, Auferstehungsleiblichkeit: «Stimmen der Zeit» 181 (1968) 217- Cuestiones dogmáticas en torno a la piedad pascual, en Escritos de Teo-
222; id., Resurrección y glorificación: «Concilium» 41 (1969) 67-82. logía IV, 159-175; id., Auferstehung Christi, en LThK I, 1038-1041; id. Sa-
12 cramentum Mundi VI, 35ss. Cf. también H. U. von Balthasar, El misterio
Herrade Mehl-Koehnlein, L'homme selon l'apotre Paul (París 1951)
31-37. pascual, en Mysterium Salutis III, 666-809.
496 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección

ras fórmulas cristológicas de la resurrección (1 Cor 15,3; Rom V


4,25; Le 24,30ss; Hch 10,43; 1 Cor 15,17)—, el futurístico-esca-
tológico, el kerigmático, el antropológico —cuyas líneas maestras NUESTRA RESURRECCIÓN EN LA MUERTE
hemos esbozado antes—, el sacramental y el escatológico. Esas
múltiples dimensiones están presentes en los relatos de la resurrec- Al margen de la luz nueva que el esplendor de Cristo resuci-
ción, que deben ser releídos hermenéuticamente a partir de nues- tado aporta al problema de la muerte humana, ésta se presenta
tra actual existencia de fe. En cada aspecto se nota la misma como un fenómeno de extrema riqueza antropológica y teológica l.
tónica de fondo: la resurrección significa la verdad y la realización Al abordarlo, aparecen claramente los presupuestos, inconscientes e
de la predicación de Jesús. El vino a predicar el reino de Dios, incluso negados explícitamente, que implica cada modelo de teolo-
que fundamentalmente equivale a una vida eterna, no amenazada gía y de antropología. Entender la muerte es de gran importancia
por la muerte. La resurrección vino a demostrar que esto no es para entender la vida humana, el valor o no valor de la situación
una utopía humana, sino una realidad dentro del viejo eón. El terrestre, la situación de la antropología teológica en función de
futuro ya está presente como esperanza que es un ya ahora, la pastoral y de la catequesis sobre el sentido de la vida, el des-
aunque todavía no totalmente realizado. Esto da lugar a un nuevo tino de los muertos, el significado del juicio, del purgatorio, de la
modelo de vida para el que las realidades futuras se configuran resurrección y de nuestras oraciones «por las ánimas benditas» 2.
ya en el presente, llenan un dinamismo nuevo al hombre de fe Este tema no es uno más en la teología ni un capítulo importante
y le permiten atreverse a todo, porque sabe que el fin está ya de la escatología, sino un tema que afecta a la problemática ge-
garantizado y que será feliz porque se llama vida eterna. neral de la antropología en su sentido más amplio.
Veamos a continuación cómo la fe en la resurrección de Cristo Nuestras reflexiones quieren ser teológico-especulativas y parten
se articula con nuestro propio futuro y con nuestra propia resu- de un dato fundamental de la fe: el hombre está destinado a la
rrección. resurrección para participar, con toda su compleja realidad, en la
vida eterna de Dios. Esta proposición de fe, así formulada, se
1
Recojamos las obras más importantes sobre el tema: K. Rahner, El
sentido teológico de la muerte (Barcelona 1965); L. Boros, El hombre y su.
última opción (Madrid 1972); id. Erlóstes Dasein (Maguncia 1966) 89-108;
R. Troisfontaines, Je ne meurs pas... (París 1960); R. P. Martelet, Victoire
sur la mort. Éléments d'anthropologie chrétienne (París 1962); H. H. Volk,
Das christliche Verstdndnis des Todes (Ratisbona 1957); R. W. Gleason,
The World to come (Nueva York 1958); id. Toward a Theology of Death:
«Thougth Fordham Univ. Quart.» 32 (1957) 39-68; I. Lepp, La mort et ses
mystéres (París 1966); V. Jankélévitch, La mort (París 1966); M. Bordoni,
Dimensioni antropologiche della morte (Roma 1969); éste es sin duda el
libro que mejor informa sobre la actual problemática filosófico-teológica,
junto con el de J. L. Ruiz de la Peña, El hombre y su muerte. Antropología
teológica actual (Burgos 1971); A. Bolado, Filosofía y teología de la muerte:
«Selecciones de Libros» 3 (1966) 12ss; La vida después de la muerte: «Conci-
lium» 26 (1967); J. María González Ruiz, ¿Hacia una desmitologización del
«alma separada»?: «Concilium» 41 (1969) 83-96; P. Schoonenberg, Creo en la
vida eterna: ibíd., 97-113; E. Schillebeeckx, Leven ondanks de dood in
heden en toehomst: «Tijdschrift voor Theologie» 10 (1970) 418-452.
2
Cf. L. Lochet, Comme annoncer le mystére de la mort aux hommes
de notre temps: «Christus» 9 (1962) 183ss; L. Boros, Meditationen iiber
Tod, Gericht, Lauterung, Auferstehung und Himmel, en Lebendiges Zeugnis
(Maguncia 1963).
39
498 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección, Nuestra resurrección en la muerte 499

presenta sin ninguna mediación antropológica previa. Sin embar- aut-aut con un et-et, formuló la proposición de que el alma es
go, la afirmamos en atención a la resurrección de Cristo, primo- inmortal. Después de la muerte del justo, el alma, separada del
génito entre los muertos y el primero entre muchos hermanos. cuerpo, es juzgada por Dios y goza de su presencia hasta el fin
Pero aquí comienzan las preguntas. ¿Es la resurrección un puro del mundo, momento en que se unirá de nuevo con el cuerpo ya
don gratuito de Dios, como algo que viene de fuera y que sor- resucitado para gozar juntos eternamente de la comunión con
prende nuestra propia realidad? 0 , por el contrario, ¿realiza una Dios. La doctrina griega de la inmortalidad del alma se completó
estructura antropológica del hombre, creada en él gratuitamente con la doctrina bíblica de la resurrección de los muertos. Y se
por Dios, de tal forma que la resurrección vendría al encuentro afirmó q u e :
de un anhelo profundo del hombre, sin cuya realización la vida, a) la muerte no es total: sólo afecta al cuerpo del hombre;
vista teológicamente, no alcanzaría el sentido pleno para el que b) la resurrección tampoco es total: afecta solamente al
fue creada? En otras palabras: situando el problema en términos cuerpo;
de muerte-inmortalidad-resurrección, ¿presupone la resurrección c) El hombre es fundamentalmente un compuesto de dos sus-
una inmortalidad del alma (o del hombre) o la inmortalidad del tancias incompletas, cuerpo y alma. Tomás de Aquino hablará de
alma presupone una resurrección? ¿Resucitamos porque somos dos principios que, unidos, forman el hombre uno. El alma es la
inmortales o somos inmortales porque resucitamos? forma del cuerpo y mantiene una relación esencial con la materia.
Una vez separada mantiene esa relación trascendental de modo
que siempre tiende a unirse con el cuerpo. Separada del cuerpo,
vive un estado contrario a su naturaleza y, por ello, violento *. Esta
I. MUERTE Y RESURRECCIÓN EN LA ANTROPOLOGÍA
tendencia no exige la resurrección del cuerpo, como algunos quie-
BÍBLICA Y EN LA GRIEGA
ren, sino solamente su revivificación.
Tal teoría conciliadora, sostenida desde los Santos Padres hasta
1. Solución conciliadora de la teología católica clásica los escolásticos, abandonó en realidad el pensamiento platónico y
el bíblico. La filosofía platónica no conoce la valoración del cuer-
De antemano podemos adelantar el siguiente dato, al parecer po ni acepta que el alma, una vez libre, pueda volver al cuerpo-
incuestionable: el tema de la inmortalidad del alma no pertenece cárcel (soma-sema en griego: Platón, Gorgias 47, 493A). Por otro
al kerigma fundamental del Nuevo Testamento 3. El Nuevo Testa- lado, el semita no concibe un alma sin cuerpo e incluso carece de
mento conoce y confiesa la resurrección de los muertos. La filo- vocablo para designarla. Si sobrevive el alma, ha de ser en forma
sofía griega —y particularmente el platonismo, bajo cuya influen- corporal. Platón, por su parte, entiende la muerte como ascensión
cia estuvo la joven Iglesia misionera del mundo helénico— conoce del alma a su total libertad y espontaneidad. Para la Biblia, la
la inmortalidad del alma, pero no conoce ni puede imaginar una muerte significa una bajada a los infiernos (sheol), donde reinan
resurrección. La reflexión de la teología cristiana, conciliando los las sombras y la vida imperfecta.
Esta concepción dualista (mitigada, no obstante, en Tomás
3
Cf. J. Jeremías, Ades, en ThWNT I, 146-150; Y. Tremel, L'homme entre de Aquino) ha invadido la antropología católica 5 con no pocas
la mort et la résurrection d'aprés le NT: «Lumiére et Vie» 24 (1955) 33-37; consecuencias kerigmáticas. La praxis eclesial ha predicado mucho
P. H. Ménoud, La signification de la mort, en L'homme devant la mort
(Neuchátel 1952) 163ss; id., Le sort des trépassés (Neuchátel 1966); P. Gre- más la inmortalidad del alma que la resurrección de los muertos.
lot, La théologie de la mort dans VÉcriture Sainte: «La Vie Spirituelle Ha anunciado con más frecuencia un axioma filosófico que una
Supp.» 77 (1966) 143ss; O. Cullmann, Immortalité de Vame ou résurrection
des mortes?, en Des sources de l'Évangile a la formation de la théologie 4
Cf. G. Pala, La risurrezione dei corpi nella teología moderna (Roma
chrétienne (Neuchátel 1969) 149-171; I. F. de la Cuesta, El estado de muer- 1963) 47-66, espec. 56.
te: ¿inmortalidad o resurrección?: «Liturgia» (Burgos) 429-441; M. Bor- 5
F. Fiorenza y J. B. Metz, El hombre como unidad de cuerpo y alma, en
doni, La morte nella prospettiva bíblica, en Dimensioni antro polo giche della Mysterium Salutis II (Madrid, Ed. Cristiandad, 31977) 486-526, espec. 501ss,
marte, 123-169, con excelente bibliografía. donde se estudia la historia del problema y su planteamiento actual.
500 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección

verdad revelada, verdad que para la Iglesia primitiva era indiscu- 2. La muerte en el pensamiento platónico y en él semítico
tiblemente el centro de todo el anuncio cristiano. Ese platonismo
depurado entró en las fórmulas dogmáticas, como la de Benedic- Por ser dos antropologías diferentes, también son diferentes sus
to XII (Benedictus Deus, de 29 de enero de 1336) y la bula Apos- concepciones sobre la muerte. Para darnos cuenta de esta realidad
tolici regiminis (19 de diciembre de 1513) del V Concilio de basta con trazar un paralelo —usado ya antiguamente por los fi-
Letrán. Benedicto XII dice que las almas de todos los santos y lósofos paganos contra los cristianos— entre la muerte de Sócrates
de todos los que han muerto con el bautismo y no tienen nada y la de Cristo.
que purgar en el purgatorio «van inmediatamente después de su Platón presenta en el Fedón, con inimitable maestría, la fi-
muerte» al cielo para estar con Cristo, e incluso antes de la «resu- gura soberana de Sócrates ante la muerte. La muerte es «la sepa-
rrección de sus cuerpos ven la esencia divina, con visión intuitiva, ración del cuerpo y del alma» a . Esta anhela liberarse de la cárcel
facial, sin la mediación de ninguna criatura» (DS 1000). León X, para estar en sí misma y poder contemplar las ideas eternas. De
en el Concilio de Letrán, canoniza la doctrina platónica de la in- aquí se sigue que «el filósofo auténtico es aquel que se prepara
mortalidad del alma contra Pietro Pomponazzi, neoaristotélico para morir y para quien lo menos terrible es la muerte» 9 , «los
averroísta, con esta afirmación: «Condenamos y reprobamos a que se dedican a la filosofía están en continua agonía» 10, «purifi-
quienes afirmen que el alma intelectiva es mortal o la misma en cando el contacto del alma con el cuerpo en la esperanza de que
todos los hombres» (DS 1440; cf. 2766, 3771). Dios mismo venga a romper las ataduras que los unen» n . Enton-
No es éste el lugar para hacer una hermenéutica de tales afir- ces narra cómo Sócrates «acercó el vaso (de cicuta) a sus labios
maciones, para situarlas en las coordenadas de la opción antro- y lo bebió con una tranquilidad y una dulzura maravillosas» 12.
pológica griega y resaltar que sólo en este sistema pueden ser «Este es el fin de nuestro amigo, del hombre —podemos decir—•
entendidas correctamente y alcanzar su validez teológica. Si el mejor de los hombres que hemos conocido en nuestro tiempo, el
Concilio de Letrán se hubiese movido en el horizonte de la antro- más sabio, el más justo de todos los hombres» 13.
pología semita, ¿habría hecho la afirmación que hizo? En vez de En contraposición con la muerte de Sócrates tenemos la de
hablar de inmortalidad del alma, habría canonizado la inmortali- Cristo 14. Jesús prevé un fin trágico: «Su alma está triste hasta la
dad de la persona humana total, no de una parte de ella. Esta inter- muerte» (Le 23,38). Lucas matiza aún m á s : «Lleno de angustia,
pretación parece ser, según las más recientes investigaciones 6 , la oraba con más insistencia. Y empezó a sudar gruesas gotas de
que responde de hecho a la intención conciliar. M. Schmaus, en sangre, que corrían hasta la tierra». Se estremece y se siente solo
su reciente manual de dogmática, dice: «No hay ninguna declara- y abandonado por los suyos (Mt 2 6 , 4 0 ) : «Padre: si es posible,
ción del magisterio que defina obligatoriamente la muerte como aparta de mí este cáliz» (Me 14,36). La muerte, a quien todo está
separación del cuerpo y el alma. Las declaraciones oficiales quie- sometido, es la enemiga del hombre. El autor de la carta a los
ren garantizar la continuidad de la vida del hombre más allá de Hebreos, con tonos existencialistas, hace notar que Jesús «elevó
la muerte, pero no afirman expresa y formalmente que esta vida oraciones y súplicas con clamor y lágrimas a aquel que le podía
deba entenderse exclusivamente como inmortalidad del alma espi- salvar de la muerte» (5,7). A diferencia de Sócrates, Jesús no
ritual. Cuando los textos del magisterio (especialmente la decla- muere sereno, sino casi al borde de la desesperación: «dando un
ración de Benedicto XII) afirman la inmortalidad del alma espiri- gran grito, expiró» (Me 15,37). Para el semita, la muerte no es
tual, emplean una formulación tomada del modelo griego con que
se explicaba la supervivencia del hombre más allá de la muerte» 7 . 8
En cualquier caso, se advierte la presencia de dos antropologías Cf. Platonis Opera, ed. de I. Burnet (Oxford 1961) 67 d.
9
Ibíd., 67 d.
diferentes. 10
Ibíd., 64 b.
11
6 Ibíd., 67 a.
Ibíd., 513: «La inmortalidad se atribuye al alma porque el hombre indi- 12
Ibíd., 117 c.
vidual en su concreción histórica es inmortal». 13
Ibíd., 118; cf. también I. F. de la Cuesta, op. cit., 431.
7
M. Schmaus, Der Glau.be der Kirche II (Munich 1970) 744. 14
Cf. la bibliografía allí citada.
502 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección Nuestra resurrección en la muerte 503

liberación, no es «el hermoso riesgo» 1S, como dice elegantemente marco de las categorías apocalípticas, como elevación del justo do-
Platón, sino la gran potencia del mal que entró por causa del liente junto a Dios, se inserta posteriormente en las categorías
pecado (Rom 5,12), «el último enemigo que ha de ser reducido antropológicas tradicionales del judaismo 17.
a la nada por Dios» (1 Cor 15,26). La antropología semita sirvió de material para comunicar a los
Esta contraposición revela la profunda diferencia entre las dos fieles la novedad de la resurrección del Señor. Con esto no que-
antropologías y sus correspondientes concepciones de la muerte. remos decir que el modelo antropológico semita haya sido cano-
Para el griego platónico, el hombre no muere totalmente, su alma nizado o que sea mejor y más adecuado que cualquier otro antiguo
es inmortal. Para el semita, el hombre entero muere o asume una o moderno. Únicamente sirvió de material representativo con el que
forma imperfecta de vida en el sheol. Sin embargo, para la fe la experiencia de la resurrección pudo expresarse y llegar hasta
neotestamentaria resucita todo entero. Esto lo vamos a ver más nosotros. La novedad antropológica conquistada a partir de la
minuciosamente. resurrección de Cristo consiste en que si Cristo resucitó, también
nosotros habremos de resucitar; él es el primero y «todos somos
vivificados en él» (1 Cor 15,20.22; Rom 8,29; Col 1,18). Su
resurrección no surge como un hecho aislado, sino que afecta a
3. La experiencia de la resurrección de Cristo,
toda la humanidad, porque él es el nuevo Adán (Rom 5,14).
nuevo horizonte para la antropología

El Nuevo Testamento jamás predica, en su anuncio central, a) Categorías antropológicas semitas y resurrección.
la inmortalidad del alma, sino la resurrección de los muertos, como
¿Cómo caracteriza el Nuevo Testamento esa novedad? ¿Qué
el gran futuro del hombre después de la muerte. Este mensaje
categorías antropológicas sirven para comunicarla? Los exegetas
no es fruto de una especulación antropológica, sino de una expe-
coinciden en afirmar que la resurrección se expresó, no en las
riencia vivida que llevó a los apóstoles a exclamar: «El Señor ha
categorías griegas de cuerpo y alma, sino en las semitas de carne-
resucitado verdaderamente y se ha aparecido a Simón» (Le 23,
cuerpo-espíritu 18. Es necesario dejar esto bien claro, porque no
34) 16. Este hecho les trajo un enriquecimiento antropológico nue-
siempre que un semita usa las palabras «cuerpo» o «espíritu» de-
vo : la muerte fue vencida, y su poder, hasta entonces inquebran-
signa lo mismo que los términos cuerpo y espíritu del modelo
table, resultó ser un fantasma ilusorio: «Oh muerte, ¿ dónde está
antropológico griego. La misma palabra cuerpo, para uno y otro,
tu victoria? La muerte ha sido vencida por la vida». Conviene
designa realidades muy distintas. Nosotros los occidentales, here-
tener muy presente, y en esto nos separamos de Marxsen y de
deros de la cultura griega, debemos tener mucho cuidado, porque,
Schlette, que no fueron las categorías antropológicas semitas las
en nuestro sistema lingüístico, las palabras cuerpo y espíritu tie-
que llevaron a interpretar como resurrección los fenómenos de
nen un significado muy determinado, diferente del semita o del
las apariciones y del sepulcro vacío. La resurrección fue un im-
que tiene en el capítulo 15 de la primera carta a los Corintios,
pacto que sorprendió a los apóstoles y los dominó. De repente,
donde Pablo se hace directamente esta pregunta: «¿Cómo resucitan
Jesús, «a quien oímos, a quien nuestros propios ojos vieron, a
los muertos?, ¿con qué cuerpo vuelven a la vida?». Y responde:
quien contemplamos y nuestras manos tocaron», el crucificado,
«Se resucita con un cuerpo espiritual» (1 Cor 15,35.44). ¿Qué
muerto y sepultado, estaba delante de ellos. No simplemente revi-
significa esta expresión? ¿No excluye el cuerpo al espíritu? Para
vificado, como alguien que hubiera vuelto a tomar su propio ca-
dáver, sino totalmente transfigurado, glorioso y repleto de Dios. 17
Esta experiencia original, que al principio fue interpretada, en el Cf. Ph. Seidensticker, Die Auferstehung Jesu in der Botschaft der
Evangelisten
18
(Stuttgart 1968) 31-58.
Cf. M. Carrez, Vherméneutique paulinienne de la Résurrection, en La
15 Résurrection du Christ et l'exégese moderne (París 1969) 55-74; H. Grass,
FedSn, ibíd., 114 d.
16 Ostergeschehen und Osterberichte (Gotinga 1962) 146-173; A. Grabner-
Sobre la problemática actual y la exégesis crítica de los textos de la
resurrección, cf. el capítulo precedente, así como «Concilium» 60 (1970). Haider, Auferstehungsleiblichkeit: «Stimmen der Zeit» 181 (1968) 217-222.
504 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección Nuestra resurrección en la muerte 505

nuestro pensamiento, y también para el griego, espíritu se con- forma que el hombre se llene de la realidad divina a través de la
trapone a cuerpo, porque el cuerpo es material y el espíritu es resurrección. En una palabra: con la expresión «cuerpo espiri-
inmaterial. ¿Por qué Pablo une dos cosas contradictorias? Porque tual» Pablo quiere decir que, por la resurrección, el hombre entero
para él, lo mismo que para todo el pensamiento semita, no se quedó radicalmente lleno de la realidad divina y liberado de
contraponen 19. Como veremos más adelante, «cuerpo» designa al sus alienaciones, como la debilidad, el dolor, la imposibilidad de
hombre entero (interior y exterior: 2 Cor 4,16; Rom 7,22; cuerpo amar y comunicarse, el pecado y la muerte. El hombre no aban-
y alma) en cuanto que es comunión; cuerpo es el término más donó nada de su estatuto antropológico, antes bien quedó total-
cercano a nuestro concepto de personalidad. En este sentido, el mente liberado y penetrado de la realidad divina. Esto es lo que
hombre no tiene cuerpo, sino que es cuerpo. El hombre-cuerpo se llama resurrección, algo totalmente distinto de la revivifica-
puede transformarse en carne por el pecado. «Carne» designa la cion .
situación humana rebelde contra Dios (Rom 2,28-29). «La carne El hombre resucita no a la vida biológica, sino a la vida eter-
es flaca» (Me 14,38), y «sus tendencias llevan a la muerte» na, ya nunca amenazada por la muerte. La resurrección se define
(Rom 8,6), «que entró por causa del pecado» (Rom 8,12). Pablo así como escatologización de la realidad humana, como introduc-
llega a hablar de «cuerpo de la carne» (Col 2,11), esto es, de la ción del hombre, en su totalidad de cuerpo y alma, en el reino de
personalidad humana (cuerpo) organizada contra Dios (carne; Dios. Tal certeza desdramatiza la muerte, pues ésta no es la última
cf. también «cuerpo de pecado» en Rom 6,6, o «carne de pecado» palabra que Dios ha pronunciado sobre el destino humano. Aquí
en Rom 8,3, o «cuerpo de muerte» en Rom 7,24; cuerpo de hu- encontramos también el punto de convergencia entre la concep-
millación y deshonra en Flp 3,12; 1 Cor 15,43). La carne no ción platónica y cristiana de la muerte. Ambas, por caminos di-
puede heredar el reino de Dios (1 Cor 15,50), mientras que el versos, consiguen idéntica serenidad y confianza frente al mismo
«cuerpo» es para el Señor (1 Cor 6,13). Por eso Pablo nunca misterio. Sócrates suspira por la muerte como condición para la
habla de resurrección de la carne, sino del cuerpo que debe ser inmortalidad del alma; el cristiano, partiendo de una óptica di-
mudado (1 Cor 15,51) y transformado (Rom 6,6; 8,23; Flp 3,21) ferente, afronta la muerte con serena alegría, puesto que, tras la
en cuerpo espiritual. resurrección de Cristo, no existe ya segunda muerte. La primera
«Espíritu», por su parte, indica el principio por el que el hom- muerte se transformó en paso para la glorificación del Padre
bre se ordena a Dios. Dios mismo es espíritu (ruah), poder y fuer- (Jn 13,1).
za de vida y resurrección, «el espíritu, es el que da vida, y la carne
no sirve para nada» (Jn 6,63). Espíritu se opone no a cuerpo,
sino a carne: «las tendencias de la carne son la muerte, pero las b) ¿Cuándo tendrá lugar la resurrección?
del espíritu son vida y paz» (Rom 8,6). Si Pablo dice que el La vida cristiana es un «estar con Cristo», expresión que apa-
hombre, por la resurrección, se transformó en «cuerpo espiritual», rece ciento noventa y seis veces en el Nuevo Testamento para ex-
ello significa que la personalidad humana, a partir de ahora, es presar la más íntima unión del fiel con el Cristo resucitado y
totalmente comunión, apertura, comunicación con Dios, con los pneumático 2 1 . Esto implica que «los que se revistieron de Cristo
otros y con el mundo. El cuerpo de carne sufriente, sujeto a las son una nueva criatura» (2 Cor 5,17; Gal 3,27). Las fuerzas del
tentaciones y al pecado, queda liberado totalmente y convertido
en cuerpo espiritual. La resurrección ha operado esta transforma- 20
H. E. Hengstenberg, Der Leib und die letzten Dinge (Ratisbona 1955)
ción. Por tanto, la verdadera liberación no está en el abandono 151ss, 249ss.
del cuerpo, sino en su asunción y total orientación hacia Dios, de 21
Cf. A. Deismann, Die neutestamentliche Formel «in Christo Jesu» (Mar-
burgo 1892); J. Dupont, <¿Syn Christo», Vunión avec le Christ suivant Saint
19
Sobre esta problemática, cf. A. Gelin, L'homme selon la Bible (París Paul (Brujas 1952); P. Hoffmann, Die Toten in Christus. Eme religions-
1968) 9-16; W. G. Kümmel, Das Bild des Menschen im Neuen Testament geschichtliche und exegetische Untersuchung zur paulinischen Eschatologie
(Zurich 1948) 20-40; Herrade Mehl Koehnlein, L'homme selon l'apótre Paul (Münster 1966) 301-320; M. Bordoni, Dimensioni antropologiche della morte,
(Neuchátel 1951) 31-37. 210-234.
506 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección Nuestra resurrección en la muerte 507

siglo futuro están ya actuando en el corazón del mundo (Heb del mundo con la parusía del Señor; por otro, acentúa que lo
6,5). El bautismo, según la teología paulina, nos hace participar esencial aconteció ya en esta vida terrestre por la fe, la esperanza
de la muerte y resurrección de Cristo (Rom 6,1-11; Col 2,12). Aún y el bautismo; éste ya nos hizo morir, resucitar y estar cott
más, Dios no sólo nos «co-resucitó, sino que nos sentó en los cielos, Cristo en los cielos (Rom 6,1-11; Col 2,12; Ef 2,6). Ahora posee-
en Cristo Jesús» (Ef 2,6). No obstante, esa vida nueva con Cristo mos ya el espíritu que resucitó a Jesús de entre los muertos. «El
en Dios permanece escondida y sólo se hace visible en la parusía dará también la vida a nuestros cuerpos mortales» (1 Cor 6,14).
(Col 3,1-4), que para Pablo era inminente. Al principio de su La misma dialéctica entre el presente y el futuro aparece en el
predicación habla de la resurrección de los muertos en términos Evangelio de Juan. Por una parte, se afirma la resurrección para
de futuro próximo (1 Tes 4,15-17). El mismo espera poder pre- el último día, como creían los judíos (Jn 11,24; 6,39-40.44.54);
senciar cómo los vivos serán arrebatados en las nubes al encuentro por otra, se precisa que quien cree en Jesús ya tiene la vida (5,24;
del Señor (v. 17). Después, debido a los peligros de muerte por 6,40.47), ha pasado de la muerte a la vida y ya no muere más
los que pasó (1 Cor 15,32; 2 Cor 1,8-10; 4,7-12), comienza a con- (11,26; 5,24-25). La escatología aparece ya como una realidad
tar con un posible desenlace. Surge entonces la cuestión de la exis- presente, aunque aún no acabada ni perfecta: «ahora somos hijos
tencia del hombre entre la muerte y la parusía 22. Pablo argumen- de Dios, aunque aún no se haya manifestado lo que habremos de
ta diciendo que nuestra morada terrestre es el cuerpo mortal; ser. Sabemos que, cuando él aparezca, seremos semejantes a él,
si esta morada se desmorona (muere), no debemos preocuparnos, porque lo veremos tal como él es» (1 Jn 2,3). Como se ve, tanto
porque tenemos en los cielos una morada eterna, esto es, un cuer- en Pablo como en Juan se verifica un desplazamiento de acento
po celeste. En la parusía, los muertos que están en el Señor desde el futuro hacia el presente, pero sin absorber totalmente
(Flp 1,23) serán revestidos de este cuerpo celeste, y los que aún aquél en éste. La unión con el resucitado aquí en la tierra es tan
no murieron serán revestidos de tal forma que nuestra mortalidad íntima que significa una verdadera liberación de la muerte. Al
sea absorbida por la vida (2 Cor 5,1-5). Pablo prefiere estar entre parecer, en estos textos no se afirma la supervivencia del alma
los vivos y ser revestido a estar entre los muertos ya vestidos. tal como la dedujo de ellos la reflexión teológica posterior. Ha-
A pesar de ello, «quisiéramos salir de este cuerpo y tener morada blan simplemente de que la resurrección afecta a todo el hombre.
junto al Señor» (2 Cor 5,8). En el pensamiento de Pablo no que- La resurrección es obra del Espíritu, que ya poseemos. El man-
da claro cómo será la vida junto al Señor una vez que hayamos tendrá la continuidad entre la vida y la muerte: «ya vivamos, ya
salido del cuerpo. Es cierto que se presenta más deseable que la muramos, somos del Señor» (Rom 14,8). Benoit 2 4 sugiere la
vida en el cuerpo lejos de él (2 Cor 5,6-8; Flp 1,23) 7i. Pablo idea de que la morada celeste que nosotros poseemos ya en el cie-
deja entrever que no está muy claro para él mismo cómo será la lo no es individual, sino que se trata del cuerpo del Señor resu-
vida de los muertos en relación al Señor resucitado. En todo caso, citado. En la tierra estamos ya insertos en ese cuerpo. La muerte
confiesa que, «conforme aguardo y espero, en nada seré confun- nos haría participar más profundamente de él, pero la transfi-
dido; antes bien estoy completamente seguro, ahora como siem- guración del hombre individual vendría al final del mundo, jun-
pre, de que Cristo será glorificado en mi cuerpo, o por la vida tamente con la de toda la creación (Rom 8,23).
o por la muerte. Pues para mí la vida es Cristo, y el morir, ganan- El concepto de resurrección en el Nuevo Testamento —como
cia» (Flp 1,20-22). Pablo afirma, por un lado, que la resurrec- subraya Marcello Bordoni en un brillante trabajo sobre las di-
ción, según la doctrina común de los judíos, se realizará al final mensiones antropológicas de la muerte— no tiene un carácter
cósmico-apocalíptico de revitalización corpórea del hombre de-
22
P. Benoit, ¿Resurrección al final de los tiempos o inmediatamente des- bido a una exigencia antropológica, sino un carácter religioso que
pués de la muerte?: «Concilium» 60 (1970) 99-111; M. Carrez, ¿Con qué concierne a las relaciones del hombre con Dios por Cristo, total-
cuerpo resucitarán los muertos: ibíd., 88-98. mente realizadas como amistad, amor y radical reconciliación. La
23
Cf. A. Feuillet, La demeure celeste et la destinée des chrétiens. Exégése
de 2 Cor 5,1-10 et contribution á l'étude des fondaments de l'eschatologie pau-
linienne: RSR 44 (1956) 161-192; 360-402. P. Benoit, art. cit., 98.
508 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección Nuestra resurrección en la muerte 509

resurrección corporal que se realizará al fin de los tiempos sería tra fe en la resurrección de Cristo y de los demás hombres, ¿qué
la plenitud de lo ya comenzado en la tierra y prolongado más allá instrumentos antropológicos empleamos para nuestra propia com-
de la muerte como un estar con Cristo 2S . No obstante, es nece- prensión y para hacernos entender por los que nos piden las razo-
sario observar que 1 Cor 15,35-55 no permite semejante espiri- nes de nuestra esperanza? (1 Pe 3,15). ¿Hay alguna forma de
tualización del concepto de resurrección. Los textos abordan ex encajar la resurrección dentro de la antropología de h o y ? 2 7 . Pa-
profeso y data opera el problema de la realidad terrestre del blo encontró esa inserción en la expresión antes analizada de
hombre en relación con la resurrección. La solución que Pablo «cuerpo espiritual», típica de su concepción antropológica. ¿Dón-
formula aquí, aunque tal vez sin prever todas sus consecuencias, de la situaremos nosotros?
se articula en la siguiente proposición: «Es preciso que este cuer-
po corruptible (la persona) se revista de incorrupción y que este
ser mortal (persona) se revista de inmortalidad» (1 Cor 15,53). 1. Observación metodológica:
Así, la resurrección se presenta como la transfiguración total del tipicidad del pensamiento teológico
hombre, de situación terrestre en situación celeste. Dios no sus-
tituye lo viejo por lo nuevo, sino que convierte lo viejo en nuevo. Antes de abordar esta cuestión se impone una reflexión sobre
La resurrección creó un horizonte antropológico nuevo para el la metodología teológica. La teología es una reflexión crítica so-
cristiano: no se habla jamás en términos de inmortalidad del bre la experiencia cristiana de Dios, del hombre y del mundo.
alma, sino de resurrección, de un «estar con Cristo». Porque esta- Por tanto, la teología es una labor de pregunta y reflexión sobre
mos en Cristo ya ahora, la muerte es una de las formas de estar la fe cristiana. El positivismo dogmático, que se preocupa simple-
con él (2 Cor 5,8; Flp 1,23); es un paso (Jn 5,24) semejante mente de reconstruir y sistematizar las declaraciones oficiales del
a la muerte de Cristo, un pasar de este mundo al Padre (Jn 13,1) pasado y del presente con los conceptos implicados en ellas, y el
como glorificación (Jn 17,1-22) y que afecta a todo el hombre, no biblicismo, que procede con idéntico método, sin molestarse en
sólo a una parte de él. repensar sus datos, ante la experiencia de la fe tal como hoy
se siente, constituyen dos grandes peligros de la teología 28 . Otro
peligro no menor es el de hacer una teología que, en el diálogo
con otras ciencias humanas, no se mantiene como tal teología, sino
II. RELECTURA DE LA RESURRECCIÓN EN LA ANTROPOLOGÍA ACTUAL
27
La bibliografía antropológica es hoy inmensa. Mencionaremos sólo las
obras sistemáticas que sintetizan las grandes líneas de la reflexión antropoló-
El Nuevo Testamento expresa la fe en la resurrección de Cris- gica. Para nuestro problema son significativas las siguientes: H. E. Hengsten-
to y su trascendencia para nosotros recurriendo a la antropología berg, Der Leib und die letzten Dinge (Ratisbona 1955); A. Wenzl, Unster-
semítica. Debemos reconocer con J. Ratzinger que esta mediación blichkeit. ¡hre metaphysische und anlhro polo gische Bedeutung (Berna 1951);
C. A. van Peursen, Leib, Seele, Geist (Gütersloh 1959); Geist und Leib in der
es muy atrevida y generosa ^ y traduce de manera bastante ade- menschlichen Existenz (Friburgo-Munich 1961), con aportaciones de cientí-
cuada la experiencia que los apóstoles tuvieron de Jesús resuci- ficos y teólogos; K. Sausgruber, Atom und Seele. Ein Beitrag zur Erorterung
tado. Pero nosotros, que no somos semitas ni nos afiliamos en des Leib-Seele-Problems (Friburgo 1958); H. Gódan, Die Unzustándlichkeit
antropología a sus coordenadas de interpretación, ¿cómo pode- der Seele (Stuttgart 1961); Váme et le corps (Recherches et Debats 35; París
1961); W. Maier, Das Problem der Leiblichkeit bei Jean-Paul Sartre und
mos expresar esa misma experiencia? La resurrección es para M. Merleau-Ponty (Tubinga 1964); J. B. Metz, Caro cardo salutis. Zum christ-
nosotros una alegre certeza y una gozosa esperanza de que se lichen Verstándnis des Leibes: «Hochland» 55 (1962) 97-107; J. Mouroux, Sens
nos abre un futuro transparente y absoluto, porque creemos que chrétien de l'homme (París 1945); varios, A redescoberta do homem. Do mito
el futuro de Cristo es el futuro de la humanidad. Al vivir nues- á antropologia critica (Petrópolis 1970); H. Harada, Fenomenología do corpo.
Situagáo como existencia corporal: «Vozes» 65 (1971); L. Boff, Teología do
corpo: o homem-corpo é imortal: «Vozes» 65 (1971) 61-68.
25 28
Le dimensioni antro polo gische della morte, 233-234. Cf. K. Rahner, Philosophie und Philosophieren in der Theologie, en
26
J. Ratzinger, Einführung in das Christentum (Munich 1969) 297. Schriften zur Theologie VIII (Einsiedeln 1967) 66-87, espec. 69.
510 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección

que pierde su identidad y se convierte en esclava de ellas. De esta 2. La personalidad como eje de múltiples dimensiones
forma, la teología no parte de su propia experiencia, sino de
otro horizonte, y así pierde como teología o se afirma como ideo- El descubrimiento decisivo que revolucionó el pensamiento
logía. antropológico moderno tuvo lugar con el planteamiento y la re-
Con razón decía Heidegger: «Únicamente las épocas que de- flexión sistemática sobre la subjetividad humana. El hombre se
jan de creer en la verdadera grandeza de la misión de la teología concibe ante todo como personalidad. No es un ser más entre los
pueden llegar a tener la perversa idea de que es posible supe- seres del mundo. Es el único que, en el orden del mundo, existe.
rarla y hasta sustituirla con la pretensión de renovarla por medio Los otros objetos no existen, aunque sean. Existencia quiere decir
de la filosofía (nosotros diríamos de las ciencias humanas) y aco- la capacidad que el ser tiene de salir de sí y regresar a sí (refle-
modarla así al gusto de las necesidades del tiempo» 29. Hoy, el in- xión) y objetivar y distanciarse del mundo. Aún m á s : el hombre
terlocutor principal de la teología no es ya la filosofía en sentido no se define tanto por lo que ha recibido cuanto por lo que ha
clásico, sino lo que llamamos ciencias humanas. Con el vertiginoso llegado a ser y lo que responsablemente quiere. De ahí que per-
progreso de éstas ha aumentado en los últimos años para la teo- sonalidad no sea propiamente sinónimo de persona, que es lo
logía el peligro de perder su identidad. La interdisciplinaridad, ontológicamente dado y recibido. Personalidad es formalmente el
al estudiar también los problemas teológicos, no significa ni exi- ejercicio libre del ser persona 3 0 . La personalización es un pro-
ge la pérdida de identidad de cada ciencia. El teólogo verá, con ceso que se efectúa en la historia y que tiene como base los datos
ojos de teólogo y a partir de la experiencia de la fe, el significado de la persona y la naturaleza, su existir en el mundo, en comu-
teológico de los datos sociológicos, antropológicos, psicológicos, nión con otros, con la carga hereditaria, cultural y psicológica
etcétera. El no tendrá que ser (aunque no se excluye que lo sea) que heredó y que no depende de él, etc.
un antropólogo, sino que leerá con sus ojos de teólogo lo que la Genéticamente, el hombre procede de la evolución animal,
antropología aporta a la penetración del misterio humano, de pero dejó tras sí al animal y el ambiente circundante típico de
donde parten y hacia donde deben converger todas las ciencias éste. Anda en busca de su lugar en la naturaleza y todavía no lo
si no quieren transformarse en ideologías. Según esto, ¿de qué ha encontrado. Resume en sí todos los tipos del ser, y por él pasa
modo la luz de la fe en la resurrección y el nuevo horizonte antro- el eje de la evolución ascendente. Pero posee un principio
pológico abierto por esa experiencia pueden iluminar los datos o dimensión que se enfrenta continuamente al bíos31. Como espí-
antropológicos conocidos y recibidos de otras ciencias? ¿De qué ritu, no está sujeto a los condicionamientos biológicos, sino que
manera la resurrección se articula con el principio «esperanza» se libera de ellos por la espontaneidad y la libertad, y cuando
que el hombre experimenta? ¿Puede la antropología ver en la re- no puede hacer esto, los sublima. El hombre es un ser carente,
surrección algo relevante para sí misma, en el sentido de que la pues no posee biológicamente ningún órgano especializado. Sin
fe articule y explicite lo que se halla implicado y contenido ate- embargo, hace de esta desventaja biológica su arma principal:
máticamente en la misma antropología? Una teología que refleja crea instrumentos para modificar el mundo circundante, y así
sus propios contenidos (y que sabe en qué horizonte hermenéu- elabora culturas y un mundo de segunda mano 3 2 . Arrastra con-
tico se proyectan), y a partir de ahí procura situarse ante la in-
70
mensa experiencia humana, hoy estudiada por tantas ciencias, no Para una orientación, cf. J. B. Libánio, Modernos conceitos de pessoa e
puede eximirse de responder a semejantes planteamientos o pre- personalidade de Jesús: REB 31 (1971) 47-64; L. Boff, O destino do hornera
e do mundo (Río de Janeiro 1972) 43-47.
ocuparse por ellos. Se trata de releer la fe en la resurrección " Cf. M. Scheler, Die Stellung des Menschen im Kosmos (Berna 1862)
dentro de una experiencia diferente del mundo y del hombre, 36ss.
32
de la cual el teólogo, hijo de su tiempo, también participa. Esta perspectiva ha sido desarrollada por toda una corriente de antro-
pología, especialmente por A. Gehlen, Der Mensch. Seine Natur und seine
Stellung in der Welt (Francfort-Bonn 81966); id., Anthropologische Forschung
(Hamburgo 1961); A. Portmann, Zoologie und das neue Bild des Menschen
Einführung in die Metaphysik (Tubinga 1953) 6. (Hamburgo 1956); F. J. J. Buytendijk, Mensch und Tier (Hamburgo 1958);
512 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección Nuestra resurrección en la muerte 513

sigo un mundo inconsciente, personal y colectivo, en el que se nidad. Dios se inserta no como algo ajeno a su experiencia, sino
acumulan todas las experiencias, tanto victoriosas como frus- como su máxima profundidad. Todas las ciencias verifican este
tradas, de la raza y del proceso evolutivo anterior. Lleva en sí fenómeno: el hombre es un ser abierto a la totalidad de la rea-
las experiencias que hace en el encuentro con lo Numinoso y lo lidad. Siendo como es apertura, ¿a quién y para qué está abier-
Divino, ese misterio tremendum et fascinosum experimentado ante to? ¿Al mundo ? De hecho, se muestra mayor que el m u n d o : lo
el fenómeno Dios 3 3 . Su vida consciente revela, en el comprender, modifica constantemente en su aspecto humano y fraterno; el mun-
en el querer, en el sentir y en la experiencia fundamental del do no es la respuesta adecuada a su pregunta. ¿A la cultura? Sin
amor y la esperanza, una trascendencia a todos los actos concre- embargo, el hombre crea siempre culturas nuevas, y las utopías
tos, experiencia esta que se verifica en cada acto. Su horizonte constituyen el fermento permanente de su confrontación creadora.
natural es el ser total, y lo que corresponde a su radical apertura La apertura del hombre se orienta hacia un tú, hacia una meta
no es el mundo, sino Dios 3 4 . Históricamente, por medio del mito, que le sea adecuada. El lenguaje ha acuñado la palabra Dios para
del logos y del saber científico, ha demostrado siempre su capa- designar la meta total y absoluta de la búsqueda insaciable del
cidad de elaborar nuevas síntesis, conservando la misma identidad hombre. En este sentido, Dios tiene un significado antropológico
humana 3 5 . Sociológicamente es un ser creador de culturas y sis- imponderable 37. Estar abierto al mundo significa, por tanto, estar
temas de convivencia, pero jamás se identifica con ellos total- abierto a Dios. La situación asintótica y excéntrica del hombre
mente ni se agota en tales concreciones. Hay en él una posibilidad como ser en camino hacia Dios es descifrada por las religiones
permanente de dinamismo que critica lo realizado y conseguido, en el sentido de «ser que procede de Dios», lo que hace de él
apuntando siempre a un futuro mejor 3 6 . centro de la historia, un homo viator en busca del Absoluto, por-
En todo el hombre se revela un carácter excéntrico y asintó- que viene de él.
tico, pero es en la relación con el misterio absoluto donde des- Resumiendo lo que acabamos de exponer, podemos decir que
cubre su propio misterio y las auténticas dimensiones de su dig- el hombre es un ser en tensión constante entre una apertura rea-
lizada y una apertura absoluta. Aunque hecho para la totalidad,
H. Plessner, Die Stufen des Organischen und der Mensch (1928). Véase tam- se encuentra siempre preso en las estrecheces de la situación con-
bién la elaboración teológica de W. Pannenberg, el cual, sin abandonar el creta. El hombre se ve como algo construido y a la vez siempre
horizonte propio de la teología ni hacerla sierva de otras ciencias, ha logrado
una notable profundización antropológico-teológica: Was ist der Mensch? por construir; es finito e infinito. Esta experiencia profunda fue
Die Anthropologie der Gegenwart im Lichte der Theologie (Gotinga 1968) expresada por la filosofía platónica con los conceptos de cuerpo
espec. 5-13; algo parecido ha hecho en filosofía E. Rothacker, Philosophische y alma. Cuerpo es el hombre hecho y dado; alma es su principio
Anthropologie (Bonn 1966); H. Rombach, Die Frage nach dem Menschen. dinámico, con un tropismo insaciable hacia lo infinito. Lo trá-
Aufriss einer philosophischen Anthropologie (Friburgo 1966); J. L. Ruiz de
la Peña, El hombre y su muerte, 69-116. gico de esta concepción está en la objetivación de cuerpo y alma
33
C, Lévy-Strauss, La pensée sauvage (París 1962); E. Neumann, Ur- como dos cosas en el hombre. La experiencia, sin embargo, nos
sprungsgeschichte des Bewusstseins (Munich 1964). convence de que el hombre es la unidad de todas sus dimensiones.
34
Es la antropología de K. Rahner y de sus discípulos, elaborada bajo la Es el mismo hombre quien conserva su identidad y la unidad del
inspiración del método trascendental: Hórer des Wortes (Munich 1963; trad.
española: Oyente de la palabra, Barcelona 1970); J. B. Metz, Christliche An- yo en cada una de las dimensiones descritas. Podemos retener la
thropozentrik (Munich 1962); en la filosofía italiana sigue esta orientación terminología cuerpo-alma, porque ha entrado en nuestro lenguaje
M. Sciacca, Acte et etre (París 1958); id., L'uomo questo squilibrato (Roma y en el inconsciente de toda nuestra cultura. Con todo, urge pre-
1956); un intento de sistematizar el pensamiento de Sciacca puede verse en guntar qué hay detrás de esta expresión.
L. Boff, A filosofía da integralidade de M. F. Sciacca: «Vozes» (1964) en
cuatro artículos sucesivos.
15
Cf. K. Jaspers, Psychologie der Weltanschauungen. Hermeneutik des
Daseins im Sinne einer existentiellen Anthropologie (1919); id., Vom 37
Ursprung und Ziel der Geschichte (Hamburgo 1955) 14ss. Cf. W. Pannenberg, Was ist der Mensch?, en Disputation zwischen
36
R. Behrendt, Der Mensch im Licht der Sozwlogie (Berlín 1962); Christen und Marxisten (Munich 1966) 179-194; id., Die Frage nach Gott, en
E. Bloch, Prinzip Hoffnung, 2 vols. (Francfort 1959). Grundfragen systematischer Theologie (Gotinga 1967) 361-386.
r>9
Nuestra resurrección en la muerte sis
3. El hombre, unidad de cuerpo y alma podemos decir que el alma es visible. Cuando miramos un rostro
humano no vemos sólo ojos, boca, nariz y un juego de músculos.
Detrás de la expresión cuerpo y alma está la experiencia de Descubrimos también trazos finos o rudos, brutalidad o delica.
la unidad fundamental del hombre, lo que no quiere decir pura deza, felicidad o angustia, sabiduría o necedad, resignación o
y simple identificación de las varias dimensiones humanas. Pero confianza. Lo que se ve, pues, no es pura y simplemente cuerpo,
se afirma que, por ejemplo, el cuerpo no es un objeto o algo en el sino cuerpo vivificado y penetrado por el alma. El espíritu hu-
h o m b r e : es el hombre entero, porque la corporalidad forma parte mano es siempre un espíritu encarnado; no está escondido detrás
de la propia subjetividad humana. «En realidad, yo jamás encuen- del cuerpo: en el gesto, en la mirada, en la palabra e incluso en el
tro en mí un espíritu puro y concreto, sino siempre, en todo lugar silencio puede estar toda la profundidad y el misterio del alma.
y en cada momento, un espíritu encarnado... Su corporalidad y Con ello, repetimos, no se afirma un nivelamiento de las distintas
su relación con el mundo pertenecen a la esencia del espíritu hu- dimensiones de la realidad humana, sino su unidad plural, que no
mano como espíritu» 3 8 . El estar del hombre en el mundo no es significa uniformidad ni unicidad. Estas dimensiones del hombre
algo accidental, sino que expresa su realidad esencial. De ahí que se extienden no sólo a las relaciones con su propia subjetividad
podamos decir, con Gabriel Marcel, que cuerpo y alma no expre- 0 a las relaciones yo-tú, sino que envuelven también el mundo y
san lo que el hombre tiene, sino lo que el hombre es 3 9 . En su to- las cosas 41 , de manera que sólo en la totalidad de sus relaciones
talidad, el hombre es corporal, y en su totalidad es también espi-
experimenta el hombre su verdadera espiritualidad y corporalidad.
ritual. Los más sublimes actos espirituales y místicos están mar-
cados por la corporalidad. Del mismo modo, las más primitivas
acciones corporales están penetradas por el espíritu. Dado que
4. Aproximación bíblica:
en el hombre existe sólo un espíritu corporalizado y un cuerpo
espiritualizado, podemos decir con razón que cuanto más espíritu el hombre, unidad de situaciones existenciales
es el espíritu, más se manifiesta y penetra la materia; y cuanto
Pese a las diferencias de las concepciones antropológicas de
más cuerpo es el cuerpo, tanto más se expresa espiritualmente.
nuestro tiempo con las de la Biblia, podemos ver en su intuición
La unidad cuerpo-alma en el hombre es hoy evidente para todas
fundamental una notable semejanza y parentesco. Nuestra visión
las ciencias antropológicas, incluida la biología 4 0 , pero especial-
antropológica parece estar más cerca de la Biblia que de la tra-
mente para la psicología profunda.
dición griega, de la que es heredera la teología occidental. La
Cuando el hombre dice yo, expresa la unidad total de su rea- Biblia considera al hombre como una gran unidad 4 2 : es todo
lidad cuerpo-alma y de todas las dimensiones de su existencia. entero en cada una de sus concreciones fundamentales. La Escri-
Cuerpo y alma no son, por tanto, dos cosas en el hombre, sino, tura no tiene términos para designar el alma sin cuerpo ni el
como la tradición tomista lo vio con gran claridad, dos princi- cuerpo sin alma. Los conceptos bíblicos se refieren al hombre
pios, sólo metafísicamente separables y distinguibles, del único ser entero. Las situaciones existenciales que se reflejan en la Biblia
humano. Alma es la subjetividad del ser humano concreto, que son las siguientes:
incluye también la dimensión cuerpo. Cuerpo es el propio espí-
a) El hombre-carne (en hebreo, basar; en griego, sarx) es el
ritu que se realiza en la materia. No es únicamente un instru-
mento del espíritu, sino el espíritu mismo en su excarnación y 41
Este aspecto ha sido tratado por M. Merleau-Ponty en Phénoménologie
expresión en el espacio y en el tiempo materiales. En este sentido de la perception (París 1945) 293ss; cf. J. P. Sartre, Vétre et le néant (Pa-
rís 1943) 418-427; C. A. van Peursen, Leib, Seele, Geist, 127-147.
42
38
K. Rahner en un simposio sobre cuerpo y espíritu en la existencia hu- Cf. la principal bibliografía reciente sobre el tema: E. D. Dussel, El
mana (Friburgo-Munich 1961) 196-198. humanismo semita (Buenos Aires 1969); A. Gelin, L'homme selon la Bible
39
G. Marcel, Étre et avoir (París 1935); id., Le mystére de Vétre (París (París 1968); G. Pidoux, L'homme dans VAnden Testament (Neuchátel-París
1951) 91-118. 1953); A. M. Dubarle, La conception de l'homme dans l'AT, en Sacra pagina
40
Cf. A. Portmann, Biologie und Geist (Friburgo 1963) 112-113. 1 (París 1959) 522-536; W. Kümmel, Das Bild des Menschen im AT (Zurich
1948).
516 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección Nuestra resurrección en la muerte 517

hombre en su existencia terrestre empírica, salido de dos carnes que d) El hombre-espíritu (en hebreo, ruah; en griego, pneuma)
se hacen una (Gn 2,24). Es el hombre biológico de los órganos designa al hombre-cuerpo-alma en cuanto que su existencia se
y sentidos que está en contacto con la tierra. Es un ser carente, abre a Dios, a unos valores absolutos y se entiende a partir de
sujeto a los sufrimientos y a la muerte, a las tentaciones y al pe- ellos. Como espíritu, el hombre sobrepasa los límites de su exis-
cado (Rom 7 ) . Se habla del hombre-carne cuando el hombre quie- tencia como carne-cuerpo-alma, para comunicarse con la esfera di-
re realizarse sólo en esa dimensión terrestre, sin salir de sí hacia vina. Por eso es signo de la trascendencia y del destino divino
los otros y hacia el gran Otro. Es el hombre cerrado sobre sí del hombre. Para el Nuevo Testamento, vivir en espíritu es vivir
mismo, en su orgullo y autocontemplación. Una existencia carnal una existencia humana nueva en el horizonte de las posibilidades
es para la Biblia una existencia inauténtica. «Todo eso es carne» reveladas por la resurrección de Jesús, el Señor. Por la resurrec-
(Gal 5,18-21; 1 Cor 1,26; 2 Cor 10,5; Rom 8,6ss; 10,3) *. ción, el Señor es el Espíritu (2 Cor 3,17; Hch 2 , 3 2 ) ; esto es, Jesús
b) El hombre-cuerpo (en hebreo, basar; en griego, soma) de- resucitado vive una existencia humana (también corporal) total-
signa al hombre entero en cuanto persona en comunión con los mente determinada y repleta de Dios y en total comunión con
otros (Rom 12,1; 1 Cor 7,4; 9,27; 13,1; Flp 1,20). En muchos la realidad. Por eso Pablo llama al resucitado hombre-cuerpo es-
pasajes, cuerpo puede traducirse simplemente por yo; así en la piritual (1 Cor 15,44). Por la resurrección, el hombre-carne (in-
fórmula de la consagración de la misa: «Esto es mi cuerpo (yo), digente e inauténtico) queda transfigurado en hombre-cuerpo es-
que será entregado por vosotros» (1 Cor 13,3; 9,27; Flp 1,30; piritual; por ella, el hombre cuerpo es totalmente actualizado en
Rom 12,1). Es propio de la persona el ser para otra persona; sus posibilidades de comunicación no sólo con los otros, sino con
por ello, hombre-cuerpo designa el hombre en su relación social y toda la realidad *\
política. Porque significa la persona humana en su totalidad, no e) Conclusión. El hombre en la antropología bíblica forma una
se puede pensar en la supervivencia del hombre sin incluir el unidad: todo él es carne, cuerpo, alma y espíritu. Puede vivir dos
cuerpo. No hay resurrección sin cuerpo **. opciones fundamentales: como hombre-carne y como hombre-espí-
c) El hombre-alma (en hebreo, nefesh; en griego, psyché) no ritu. Como hombre-carne se contenta consigo mismo encerrán-
es el alma en cuanto distinta del cuerpo, sino el hombre entero dose en su propio horizonte. Como hombre-espíritu se abre a
como ser viviente. Por eso el texto de Me 8,36 debe entenderse Dios, de quien recibe la existencia y la inmortalidad. Es desafiado
así: «¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde a vivir una de esas posibilidades existenciales. El Antiguo Testa-
su vida (alma)? ¿Qué dará el hombre a cambio de su vida mento es la historia del ir y venir del hombre, oscilando entre
(alma)?». El hombre no tiene vida: es vida. Por eso, después de una y otra opción. Únicamente el que sale de sí mismo, como
la desaparición de la vida (alma) biológica, permanece el hom- Abrahán, o el que abandona todo, como Moisés, que con su pue-
bre-vida, aunque bajo otra forma. Hombre-alma puede ser tam- blo deja las ollas de Egipto y se lanza a lo desconocido de una
bién la persona en su vida consciente como yo. Por eso puede aventura, encuentra la tierra prometida. «Si el grano de trigo no
sustituir al pronombre personal (Gn 2,7; 12,5; 46,22; Ex 13,8-9). cae en la tierra quedará solo, pero si muere dará mucho fruto»
De ahí que hombre-alma y hombre-cuerpo sean equivalentes. Cuer- (Jn 12,24). «El que quiera salvar su vida la perderá, y el que la
po y alma no se oponen, sino que designan al hombre entero 45. pierda por mí la encontrará» (Mt 16,25). Esto demuestra que,
43
para la Biblia, todo en el hombre es de alguna forma corporal.
Cf. Sarx, en ThWNT VII (Stuttgart 1964) 98-151; J. Scharbert, Fleüch, La corporalidad pertenece al ser hombre. Puede significar debi-
Geist und Seele im Pentateuch (Stuttgart 1966); G. Pidoux, op. cit., 9-23;
E. D. Dussel, op. cit., 28-30. lidad, pero también trascendencia; puede designar cerrazón sobre
44 sí mismo (carne), pero también apertura y comunicación (cuerpo)
Cf. J. A. T. Robinson, The Body (Londres 1965; trad. española: El cuer-
po, 45Barcelona 1968); A. Gelin, L'homme selon la Bible, 9-16. y radical referencia a Dios (espíritu). Lo corporal es un sacra-
Cf. D. Lys, Néphés. Histoire de l'áme dans la révélation d'Israel au sein
des religions proche-orientales (París 1959); J. Schmid, Der Begriff Seele
46
im NT, en Einsicht und Glaube, ed. por J. Ratzinger y H. Fríes (Friburgo Cf. W. Bieder, Pneuma, en ThWNT VI; A. Grabner-Haider, Aufer-
1962) 112-131; cf. también W. Kümmel, Das Bild des Menschen im NT, 11-12. stehungsleiblichkeit: «Stimmen der Zeit» 181 (1968) 217-222.
518 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección Nuestra resurrección en la muerte 519

mentó del encuentro con Dios. En Jesucristo se ha manifestado tituido por dos realidades diferentes: cuerpo y alma. El hombre
¡cómo el cuerpo constituye el final de los caminos de Dios y el tiene un cuerpo mortal y un alma inmortal castigada a vivir en el
hombre 4 7 . En Cristo «habita la plenitud de la Trinidad en forma cuerpo. Santo Tomás de Aquino, adoptando y transformando las
corporal» (Col 2,9). categorías de la filosofía aristotélica (materia y forma), formula
una concepción que afirma la radical unidad plural del hombre
en consonancia con el modelo bíblico. El hombre no está consti-
5. Conciencia histórica de la Iglesia: tuido por la suma de dos esencias dispares, cuerpo y alma, sino
el hombre como unidad inmortal que es totalmente cuerpo y totalmente alma. Cuerpo y alma, o
espíritu y materia, no son dos elementos en el hombre, sino dos
Esta concepción unitaria exístenciaí del hombre fue interpre- principios que constituyen el hombre entero. El cuerpo es la rea-
tada por el cristianismo, encarnado en la cultura y la lengua lidad del espíritu que está presente y se expresa 49. El espíritu es
griegas, de diversas formas"18. La primera de ellas mediante la la subjetividad del cuerpo en cuanto consciente de sí mismo. El
fórmula naturaleza-gracia. Naturaleza es el hombre como criatura, magisterio de la Iglesia ha defendido siempre la unidad esencial
distinto a Dios, con sus potencialidades y con su sed de infinito. y la totalidad del hombre. El Concilio de Vienne (1313), utilizan-
Gracia es la situación del hombre entero inserto en el amor de do conceptos tomistas, estableció que el alma racional es la forma
Dios y polarizado, libre y gratuitamente, por la respuesta que en- del cuerpo, con lo que quería decir que el espíritu aparece como
cuentra en su comunión con él. La gracia supone la naturaleza, forma de cuerpo y que el cuerpo es la realización y expresión del
no en el sentido de que sea algo sobrepuesto a ella, sino como espíritu 5 0 . En el Concilio V de Letrán (1513), contra el filósofo
la misma realidad a partir de una óptica diferente. La naturaleza neoaristotélico Pomponazzi (1464-1525), quien afirmaba que el es-
es el hombre entero en cuanto que se distingue de Dios y está frente píritu no es algo personal, sino universal, se reafirmó que el es-
a él o incluso separado por una segunda naturaleza rebelde píritu es la forma singular e individual de cada cuerpo y funda
(como decía Pascal) que él fue creando a lo largo de su propia una unidad personal. A esta alma que pertenece el cuerpo el Con-
historia cultural. La gracia es esa misma naturaleza histórica, re- cilio le atribuye el carácter de inmortalidad. Como comenta
dimida de su situación caída y rebelde, penetrada por el amor de J. B. Metz, «la inmortalidad se atribuye al alma, porque el hom-
Dios, no ya enfrentada a él, sino abierta en su diálogo de amor bre individual, en su concreción histórica, es inmortal» 5 1 . La
gratuito, de mutua interpenetración divinizadora, de tal suerte que muerte biológica, por tanto, no puede significar la disolución total
podemos decir que la divinización del hombre humaniza a Dios de la realidad humana. Ya el Nuevo Testamento entiende la muerte
y la humanización de Dios diviniza al hombre. Estas dos situa- como otra forma de estar con Cristo (Flp 1,23).
ciones existenciales —naturaleza-gracia— de la misma y única
realidad humana corresponderían a lo que la Biblia hebrea dice
del hombre como carne y espíritu. Nunca ha existido una natu- 6. El hombre-cuerpo, nudo de relaciones con todo él universo
raleza humana histórica sin estar ordenada a la gracia. No existe
gracia, sino gracia de una naturaleza. El hombre concreto cons- Concebido siempre como cuerpo vivo y, por lo mismo, como
tituye esa unidad de naturaleza y gracia. momento esencial del alma, el hombre-cuerpo se presenta como
La conciencia del cristianismo histórico ha expresado la unidad 49
Cf. K. Rahner, Der Leib ais Symbol des Menschen, en Schriften zur
existencial del hombre bíblico mediante la fórmula cuerpo-alma. Theologie IV (Einsiedeln 1967) 304-311, aquí 305.
50
La tradición agustiniana, asumiendo las categorías de la filosofía Cf. A. Lang, Der Bedeutungswandel der Begriffe «fides» und «haeresis»
órfica, pitagórica-platónica, definió al hombre como un ser cons- und die dogmatische Wertung der Konzilsentscheidungen von Vienne und
Trient. Hom. F. Seppelt (Munich 1953) 133-146; P. Fiorenza-J. B. Metz, El
hombre como unidad de cuerpo y alma, en Mysterium Salutis II, 514-517.
47 51
J. B. Metz, Caro cardo salutis, 7. J. B. Metz, ibíd., 517; cf. Geist und Leib in der menschlichen Existenz
48
Cf. un excelente estudio histórico en Mysterium Salutis II, 501ss. (Friburgo 1961) 196-198.
520 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección Nuestra resurrección en la muerte 521

un centro o nudo de relaciones que, de círculo en círculo, abarca extrínsecamente a la vida: ambas, muerte y vida, se oponen; no
todo el universo S2 . Ese centro está personalizado, es decir, tiene existe entre ellas ninguna interrelación. Por ello, en la definición
unas características físico-psíquicas irrepetibles y propias para clásica, la muerte es un acontecimiento que aparece sólo al final
cada subjetividad. Pero, aunque particularizado personalmente, pue- de la vida biológica. Por el contrario, en la visión antropológica
de unlversalizarse: los sentidos, los medios de comunicación le per- que hemos expuesto la muerte surge no como un simple hecho
miten establecer una comunión con todas las cosas; «nuestro biológico, sino como un fenómeno específicamente humano. La
cuerpo se extiende hasta las estrellas» 5 i . La personalidad (no la muerte afecta a la totalidad del hombre y no únicamente a su
persona) se va creando a través de la historia personal y se des- cuerpo. Si el cuerpo es afectado y constituye una parte esencial
arrolla en la comunión con los otros hombres, con el mundo ho- del alma, entonces también el alma queda envuelta en el círculo de la
minizado y con todo el universo. Este es el campo donde ejerce muerte. Además, la muerte humana no es algo que llegue como un la-
su libertad y va modelando su historia personal responsable. En su drón al final de la vida: está presente en la existencia del hombre, en
situación terrestre, el hombre-cuerpo, nudo de relaciones, está su- cada momento y siempre, a partir del instante en que el hombre
jeto a las coordenadas del espacio y del tiempo, las cuales posibi- aparece en el mundo 55. Las fuerzas se van gastando, y el hombre
litan la comunicación y la comunión, aunque también la limitan: va muriendo a plazos, hasta acabar de morir. La vida humana es
el espacio y el tiempo nos separan, y la presencia es sucesiva y esencialmente mortal o, como dice san Agustín, en el hombre
no simultánea en todas las cosas. Los códigos y símbolos de co- hay una muerte vital 5 é . La muerte no existe. Lo que existe es el
municación, a la vez que comunican, impiden la comunicación, hombre moribundo, como un ser para la muerte. Esta no viene
porque resultan inevitablemente ambiguos. Pese a esa indigen- desde fuera, sino que crece y madura en la vida del hombre
cia, la personalidad es esencialmente comunión hacia fuera, y el mortal. De esta forma, la experiencia de la vida coincide con la
simple hecho de que el hombre sea cuerpo vivo lo coloca nece- experiencia de la muerte. Prepararse para la muerte significa pre-
sariamente en una situación de apertura, contacto y relación con pararse para la vida verdadera, auténtica y plena. De ahí se sigue
el mundo circundante humano y cósmico. que la escatología no está aislada de la vida y proyectada hacia
un futuro distante, sino que es un acontecimiento de cada instante
de la vida mortal. La muerte acontece continuamente, y cada
7. La muerte como acontecimiento biológico y personal instante puede ser el último.

A la luz de esta concepción unitaria del hombre cuerpo-alma,


¿qué significa la muerte? La definición clásica de muerte como 8. La muerte como escisión
separación del alma y del cuerpo se caracteriza por una grave
indigencia antropológica, pues presenta la muerte como algo que El último instante de la muerte vital o de la vida mortal tiene
afecta solamente a la «corporalidad humana» y deja al «alma» carácter de ruptura, pero no entre el alma y el cuerpo (porque
completamente intacta 54. Esta descripción considera la muerte como éstos no son dos cosas que puedan separarse, sino únicamente dos
un hecho biológico: cuando las energías biológicas del hombre principios metafísicos). La ruptura se da entre un tipo de corpo-
llegan al punto cero, entonces sobreviene la muerte. Esta con- ralidad limitado, biológico, restringido a un pedazo de mundo,
cepción sugiere también que la muerte es algo que sobreviene esto es, al cuerpo, y otro tipo de corporalidad y relación con la
materia ilimitado, abierto y pancósmico. Con la muerte, el hom-
52
Este tema es central en el pensamiento de Saint-Exupéry; cf. por ejem- bre-alma no pierde su corporalidad, pues ésta le es esencial, sino
plo,53Citadelle (París 1959) 958-962 y passim.
55
Cf. E. Pousset, La résurrection: NRT 91 (1969) 1031-1033. Recordemos la conocida frase de Heidegger: «Cuando el hombre co-
54
Cf. la crítica que hace K. Rahner en Sentido teológico de la muerte mienza a vivir ya es suficientemente viejo para morir»; Sein und Zeit (Tu-
(Barcelona 1965) 15-35; L. Boros, Mysterium monis, 83-90; R. Troisfontaines, binga 1953) 329.
56
Je ne meurs pos, 71-96. Confesiones, 1,6: «dicam mortalem vitam an mortem vitalem nescio».
522 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección Nuestra resurrección en ¡a muerte 523

que adquiere otro tipo de corporalidad más perfeccionada y uni- La muerte significa el nacimiento del verdadero y pleno querer.
versal. El hombre-cuerpo, como nudo de relaciones con la totalidad El hombre conquista por fin su libertad, desinhibida de los con-
del universo, puede ahora, al fin, por vez primera en la muerte, dicionamientos exteriores, de la propia carga arquetípica incons-
realizar la totalidad, que ya en la situación terrestre podía vis- ciente, del superego social, de las propias neurosis y mecanismos
lumbrar y sentir parcialmente. El hombre-alma, por la muerte, es represivos. La personalidad, con todo lo que ella construyó en su
introducido en la unidad radical del mundo; no deja la materia, vida terrestre, puede ejercer su voluntad en el vastísimo campo
ni puede dejarla, porque el espíritu humano se relaciona esen- operacional del universo.
cialmente con ella. Por el contrario, la penetra mucho más pro- J. Marechal y H. Bergson 60 descubren la misma estructura del
fundamente en una relación cósmica total, baja al corazón de la querer en el conocer, en el sentir y en el recordar. En el hombre
tierra (Mt 12,40). La muerte es semejante al nacimiento. Al nacer, reina un dinamismo insaciable que le lleva a no agotar jamás su
la nueva creatura abandona la matriz que la alimentaba, pero que capacidad de conocer, sentir y recordar. Ningún acto concreto re-
poco a poco se había hecho sofocante. Pasa por la crisis más pe- sulta adecuado al impulso interior. La muerte abre la posibilidad
nosa de su vida fetal, a cuyo término irrumpe en un mundo nuevo a la total reflexión y a la inmersión en el horizonte infinito del ser.
y en una nueva relación con él. Es empujada por todos lados, La sensibilidad humana, en una vida terrestre limitada por la selec-
apretada, casi sofocada y arrojada fuera, sin saber que después ción natural de los objetos sensibles, se libera al fin de estas trabas
de este paso la espera el aire libre, el espacio, la luz y el amor 57. y puede abrirse a una capacidad inimaginable de perfecciones. La
Al morir, el hombre atraviesa una crisis biológica semejante a la muerte es el momento de la intuición profunda del corazón del uni-
del nacimiento. Se debilita, va perdiendo el aire, agoniza y es verso y de la presencia total en el mundo y en la vida.
como arrancado del cuerpo. No experimenta aún cómo va a irrum- G. Marcel 6 1 ha llamado la atención sobre el dinamismo in-
pir en horizontes más amplios que le hacen comulgar, de forma manente del amor humano, que se define como donación y entrega,
esencial, profunda y perfecta, con la totalidad de ese mundo x. La de tal suerte que sólo en el amor se posee lo que se da. En la
placenta del recién nacido en la muerte no está ya constituida condición terrestre, el amor nunca puede ser donación total debido
por los estrechos límites del hombre-cuerpo, sino por la globalidad a la autoconservación congénita del ser viador. La muerte implica
del universo total. la total entrega de nuestro modo terrestre de existencia. Este
La escisión asume aún otro aspecto: marca el término de la hecho permite a la persona entregarse completamente con la más
vida terrestre del hombre, no sólo en su sentido cronológico, sino pura libertad. En la muerte, el hombre entra en comunión radical
principalmente humano. La muerte establece un término al proceso con toda la realidad de la materia. Los filósofos E. Bloch y G. Mar-
de personalización dentro de las coordenadas de este mundo bio- cel a han analizado en especial la dimensión «esperanza» en el
lógico y espacio-temporal. La teología dirá que el último instante hombre, que no debe ser confundida con la virtud: esta dimen-
de la vida y la muerte inauguran el fin del status vitae peregri- sión es un verdadero principio en el hombre que da cuenta del
nantis y el encuentro personal con Dios. extraordinario dinamismo de su acción en la historia, de su capa-
Si la muerte significa un perfeccionamiento del hombre debido cidad utópica y de su orientación hacia el futuro. Aparece como
a su relación más íntima con el universo, entonces posibilita tam-
60
bién la plenitud del conocer, del amor, de la conciencia. Como J. Marechal, Le point de départ de la métaphysique (Lovaina-París
ha señalado M. Blondel, nuestra voluntad, en su dinamismo in- 1922/26; H. Bergson, La perception du changement (París 1959) 1365-1392,
terior, no se agota ni se satisface plenamente en ningún acto con- reelaborado
61
en L. Boros, op. cit., 43-52.
G. Marcel, Présence et immortalité (París 1959); R, Troisfontaines, De
creto : no quiere simplemente esto o aquello, sino la totalidad H . Uexistence a l'étre. La pbilosophie de G. Marcel, 2 vols. (París 1953).
42
57
Elaborado principalmente por E. Bloch, Prinzip Hojfnung, 2 vols.
58
Cf. R. Troisfontaines, op. cit., 109. (Francfort 1959); J. Moltmann, Theologie der Hoffnung (Munich 1966; trad.
59
L. Boros, op. cit., 88; id., Erlóstes Dasein, 92-93. española: Teología de la esperanza, Salamanca 1969); A. R. Alves, Theology
M. Blondel, Exigences philosophiques du christianisme (París 1950); of Human Hope (Washington 1969). También es orientadora la obra colectiva
L. Boros, Mysterium mortis, 37-42. üiskussion über die Theologie der Hojfnung (Munich 1967).
524 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección Nuestra resurrección en la muerte 525

verdadero no lo que es, sino lo que vendrá. El hombre no es ser ejercidos sin traba alguna y en conformidad con su dinamismo
nunca una síntesis completa. Su futuro, que vive como dimensión, natural, entonces se da por primera vez la posibilidad de una de-
no puede ser manipulado ni totalmente agotado en un acto con- cisión totalmente libre que expresa la totalidad del hombre ante
creto; sin embargo, pertenece a la misma esencia humana. La Dios, ante Cristo, ante los demás hombres y el universo. El mo-
muerte creará la posibilidad de que el ser y el será se conviertan mento de la muerte rompe con todos los determinismos; el ver-
en un plano es, en un futuro realizado. La muerte como escisión dadero ser del hombre escoge las relaciones con la totalidad que
se revela principalmente en el momento en que la curva de la vida lo constituirán como personalidad abierta a todos los seres. In-
biológica se cruza con la curva de la vida personal. La primera merso en el espacio y en el tiempo terrestre, el hombre era incapaz
está constituida por el hombre exterior, que nace, crece, llega a de expresarse totalmente en un acto definitivo. Todas sus decisio-
la madurez, envejece y va muriendo biológicamente cada momen- nes eran verdaderas, pero precarias y mudables 6 4 . Debido a su
to hasta acabar de morir. La otra curva está constituida por el ambigüedad constitutiva, ninguna de ellas podía surgir con un
hombre interior: a medida que va envejeciendo biológicamente, carácter definitivo que implicase por sí solo el cielo o el infierno.
crece en él un núcleo interior y personal: la personalidad. La en- En la muerte (ni antes ni después), es decir, en el momento del
fermedad, las frustraciones y las demás energías del hombre ex- paso del hombre terrestre al hombre pancósmico, libre de todos
terior pueden servir de trampolín para un mayor crecimiento y los condicionamientos exteriores, en la posesión plena de sí como
madurez de la personalidad. En sentido inverso a la curva bioló- historia personal y con todas sus capacidades y relaciones, se da
gica que va decreciendo, la curva de la personalidad va creciendo una decisión radical que implica el destino eterno del hombre. En
y abriéndose cada vez más a la libertad, al amor y a la integración ese momento de total conciencia y lucidez, el hombre conoce lo
hasta acabar de nacer. La muerte llega cuando ambas curvas se que significan Dios, Cristo y su autocomunicación, cuál sea el
cruzan y cortan. destino del hombre, sus relaciones de apertura a la totalidad de
El desarrollo pleno del hombre interior (personalidad) exige los seres. Entonces es cuando, conforme con la personalidad que
la muerte del hombre exterior (vida biológica) para poder seguir él se forjó a lo largo de su vida, totalizando todas las decisiones
desarrollándose. Por eso la muerte, para los santos y los hombres tomadas, puede decidirse por la apertura total que implica salva-
de gran individualización de la personalidad, es como una her- ción o por el cerrarse sobre sí mismo que excluye la comunión
mana, como el paso necesario a otro nivel de vida personal y libre con Dios, con Cristo y con la totalidad de la creación.
de mayor plenitud. Como para los antiguos cristianos, la muerte La muerte es un penetrar en el corazón de la materia y de la
surge entonces como el veré dies natalis, como el verdadero día unidad del cosmos. En ella tiene lugar un encuentro personal
del nacimiento en el que el hombre realiza plenamente su ser autén- con Dios y con Cristo resucitado, que llena todo con su presen-
tico para siempre. En el decurso de la vida, los actos de nuestra cia, el Cristo cósmico. Ahora, en la mejor oportunidad, puede el
libertad personal tienen un carácter preparatorio y nos educan hombre decidirse de la mejor forma, totalmente libre de coaccio-
para la verdadera libertad. «Muriendo —decía Franklin— acaba- nes exteriores y definitiva. En ese encuentro con Dios y con la
mos de nacer» 63. totalidad se da el juicio y también el purgatorio como proceso de
purificación radical 6 S . Delante de Dios y de Cristo, el hombre

9. La muerte como decisión 64


Cf. M. Bordoni, L'ipotesi dell'ultima decisione, en Le dimensioni antro-
pologiche della morte, 85-122. En otro ensayo, que aparecerá en breve, volve-
Si el momento de la muerte constituye, por excelencia, el ins- remos sobre este tema y estudiaremos su aspecto histórico y pastoral. Aquí nos
tante en que el hombre llega a una completa madurez espiritual ceñiremos a la intuición central; las obras de Boros y de Troisfontaines han
y en el que la inteligencia, la voluntad, el sentir, la libertad pueden popularizado la idea e incluso su espiritualidad.
65
L. Boros, Mysterium mortis, 138-150; id., Erlostes Dasein, 97-100;
L. Boff, Purgatorio, processo de pleno amadurecimento: «Vozes» (mayo 1972)
R. Troisfontaines, op. cit., 118-119. 67-70.
526 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección Nuestra resurrección en la muerte 527

descubre su ambigüedad, pasa por una última crisis cuyo desenlace necido en su forma corporal, pero su vida habría llegado a un
es un acto de total entrega y amor o de cerrazón y opción por punto de consunción y de plena madurez partiendo de dentro...
una historia sin otros y sin nadie. Esta decisión produce una esci- Adán habría tenido una cierta muerte». Lo cual quiere decir que
sión definitiva entre el tiempo y la eternidad, y el hombre pasa habría una escisión entre la vida terrestre y la vida celeste, entre
de la vida terrestre a la vida de comunión íntima y facial con el tiempo y la eternidad. Habría un paso y, por tanto, muerte en
Dios o de total frustración de su personalidad, llamada también el sentido antes explicado. Pero tal muerte estaría integrada en la
infierno. vida. Debido a la armonía total del hombre, no sería sentida como
pérdida, ni vivida como un asalto, ni sufrida como un despoja-
miento. Sería un paso natural, como natural es el paso del niño
10. La muerte, fenómeno natural del seno materno al mundo, de la infancia a la edad adulta. Al-
y consecuencia del pecado canzada la madurez interior y agotadas las posibilidades para el
hombre cuerpo-espíritu en el mundo terrestre, la muerte lo intro-
Hasta aquí hemos visto que la muerte pertenece al mismo duciría en el mundo celeste. Adán habría muerto como el pequeño
contexto de la vida terrestre. Esta es siempre vida mortal o muerte príncipe de Antoine de Saint-Exupéry, sin dolor, sin angustia y
vital. Mucho antes de que en la evolución surgiera el hombre sin soledad.
mortal, ya se consumían las plantas y morían los animales. Este Sin embargo, debido al pecado original que afecta a todos los
dato tiene su importancia, porque la Biblia y la teología presentan hombres, y debido también al pecado personal, la muerte ha per-
la muerte como consecuencia del pecado del hombre. Pablo dice dido su armonía con la vida. Se siente como un elemento que
claramente que «la muerte entró en el mundo a través del pecado» aliena y roba la existencia. Es miedo, angustia y soledad. La
(Rom 5,12; Gn 3 ) . El segundo Concilio de Orange (529) y des- muerte concreta e histórica, tal como es vivida (vivir la muerte
pués el de Trento (1546) lo subrayan con igual claridad: la y morir la vida son sinónimos), es fruto del pecado. De una parte,
muerte es el precio del pecado (DS 372 y 1511). ¿Cómo se ha de es natural como término de la vida. De otra, en la forma alienante
entender esto? en que se sufre, es antinatural y dramática.
Al parecer, la sentencia bíblica y conciliar se opone a lo que La muerte implica una última soledad. Por eso el hombre la
hemos expuesto hasta aquí. Pero una reflexión más atenta sobre teme y huye de ella, como huye del vacío. Simboliza y sella nues-
el sentido de esta afirmación nos hará comprender la validez de tra situación de pecado, que es soledad del hombre que ha roto
las dos posturas, la que afirma que la muerte es un fenómeno su comunión con Dios y con los otros. Cristo asumió esta última
natural y la que sostiene que la muerte es consecuencia del pecado. soledad humana. La fe nos dice que él descendió a los infiernos,
La teología clásica, sobre todo a partir de san Agustín, ha ense- esto es, pasó los umbrales del vacío radical existencial, para que
ñado siempre que la muerte es un fenómeno natural por cuanto ningún mortal pudiese en lo sucesivo sentirse solo.
la vida biológica va desgastándose hasta que el hombre termina El hombre puede integrar la muerte en la vida, abrazándola
sus días. No cabe decir que el hombre no puede morir (non como total despojo y último acto de amor, como entrega con-
posse morij. Constitutivamente es un ser mortal. No obstante, en fiada. El santo y el místico, como la historia demuestra, pueden
virtud de su orientación originaria hacia Dios y en su primera integrar paradisíacamente la muerte en el contexto de la vida y
situación, el hombre primitivo (Adán) estaba destinado a la in- no ver en ella una usurpadora de la vida, sino a la hermana que
mortalidad. El podía no morir (posse non morí). «Cuando la fe nos libera y nos introduce en la casa de la vida y del amor. En-
nos enseña esto —como bien dice K. Rahner en su célebre ensayo tonces el hombre aparece libre y liberado, como un Francisco de
sobre el Sentido teológico de la muerte— no nos dice que el Asís. La muerte no le hará ningún mal porque es el paso para
hombre paradisíaco, de no haber pecado, habría prolongado inde- una vida más plena.
finidamente la vida terrena. Podemos decir, sin ningún reparo,
que el hombre habría terminado su vida temporal. Habría perma-
Nuestra resurrección en la muerte 529

III. LA RESURRECCIÓN DEL HOMBRE EN LA MUERTE La muerte significa la plenitud de la personalidad del hombre
y de sus capacidades, elevadas a la dimensión del cosmos total.
Hasta aquí no hemos introducido en nuestras reflexiones el El hombre-cuerpo, como nudo de relaciones con todo el universo,
pensamiento de la resurrección, que para la fe cristiana no es puede realizarse perfectamente como comunión. Ahora bien, por
revivificación de un cadáver, sino la total realización de las ca- la resurrección, el hombre-cuerpo alcanza su última realidad al ser
pacidades del hombre cuerpo-alma, la superación de todas las glorificado por Dios. En el orden concreto no existe un destino
alineaciones que estigmatizan la existencia desde el sufrimiento y natural del hombre que no sea simultáneamente su destino sobre-
la muerte hasta el pecado y, por fin, la glorificación plena, como natural. Si la muerte es el momento en que alcanzan su dimensión
divinización del hombre, por la realidad divina. La resurrección total las posibilidades contenidas en la existencia humana, enton-
es la realización de la utopía del reino de Dios para la situación ces en él está implicada también su realización en el orden sobre-
humana. Por ello, en el cristianismo no hay lugar para utopías, sino natural. Tal hecho nos hace pensar que la resurrección acontece
sólo para una tapia, porque, al menos en Jesucristo, la utopía de ya en la muerte **. Dado que la muerte significa el fin del mundo
un mundo de total plenitud divino-humana ha encontrado ya un para la persona, nada quita que se realice también ahí la resurrec-
topos (lugar). ción del hombre. Después de la muerte, el hombre entra en un modo
de ser que supone la abolición de las coordenadas del tiempo y
pasa a la atmósfera de Dios, que es la eternidad. Desde este
1. ¿Cómo se articula la antropología con la resurrección?
punto de vista se puede decir que no es comprensible afirmar
¿Cómo se articula y relaciona nuestra fe en la resurrección cualquier tipo de «espera» de una supuesta resurrección al final de
con el esbozo antropológico que hemos expuesto? ¿Hay elemen- los tiempos. Ese final del tiempo cronológico no existe en la eter-
tos intrínsecos en la antropología que se ordenen a una posible nidad. Por ello, la «espera» de la resurrección final es una repre-
resurrección? Nos parece que podemos responder afirmativamen- sentación mental inadecuada al modo de existir de la eternidad.
te a las dos preguntas formulando dos proposiciones: la resurrec- Por la resurrección, el hombre, nudo de relaciones con el uni-
ción viene a responder a un anhelo profundo y ontológico del verso, se abre totalmente, se transforma a semejanza de Cristo y
hombre; la antropología revela una estructura que puede articu- posee como él una ubicuidad cósmica. Todo lo que alimentó e
larse con la fe en la resurrección. Ya hemos señalado el carácter intentó desarrollar a lo largo de su existencia consigue ahora su
excéntrico de la existencia humana, su ser y su continuo poder mejor florecimiento. Su capacidad de comunión y apertura en-
ser, el hecho de un principio esperanza en el hombre que es la cuentra su perfecta adecuación. Con todo, hay también una re-
causa del pensamiento utópico y crítico en la historia. El hombre surrección para la muerte (segunda), la del hombre que se negó
no es sólo un ser, sino ante todo un poder ser. Existe en el a la comunicación con los otros y con Dios, que se encerró en sí
hombre-ser un hombre latente que quiere revelarse en su plenitud mismo hasta el punto de convertirse en un pequeño mundo aisla-
total: el homo revelatus. Los cristianos le hemos visto en Jesucristo,
para quien todo el futuro se transformó en presente al realizarse en '"* Adoptan una actitud positiva ante esta cuestión los siguientes teólogos:
él la escatología. El es el nuevo Adán y la nueva humanidad. La R. Troisfontaines, op. cit., 248; L. Boros, op. cit., 205-207; id., Wann geschieht
resurrección es la respuesta al principio esperanza del hombre; die Auferstehung?, en Aus der Hojfnung leben (Olten-Friburgo 1968) 31-38;
consume la utopía de total realización del hombre con que soñaba K. Rahner, Zum Sinn des neuen Dogmas (asunción de María): «Schweitzer
Rundschau» 50 (1951) 590; O. Betz, Die Eschatologie in der Glaubensunter-
el Apocalipsis: «Donde ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni weisung (Würzburgo 1965) 96-101; A jé para adultos. O novo catecismo (Sao
fatiga, porque todo esto pasó» (21,4), porque todos serán pueblo Paulo) 543-545; cf. las modificaciones introducidas por la comisión cardena-
de Dios y Dios mismo estará con ellos. Por otro lado, la interpre- licia, Suplemento (Sao Paulo 1970) 74-76; P. Schoonenberg, Creo en la vida
tación de la muerte que ha elaborado la antropología moderna eterna: «Concilium» 41 (1969) 97-114; P. Benoit, ¿Resurrección al final de
los tiempos o inmediatamente después de la muerte?: «Concilium» 60 (1970)
se compagina bastante bien con el concepto cristiano de resu- 99-111. Cf. especialmente J. L. Ruiz de la Peña, El hombre y su muerte,
rrección. 379-385.
Nuestra resurrección en la muerte 531
530 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección
expresa total y adecuadamente. En la tierra, el cuerpo no expresa
do. Ese hombre resucita a la absoluta frustración. En él se con-
siempre bien nuestro estar en el mundo. Puede expresar deficien-
suman definitivamente las tendencias de negación que alimentó y
temente nuestra interioridad y constituir un estorbo para su rea-
dejó crecer en su existencia. Por la resurrección, el hombre se
lización en la materia, pues está marcado, hasta sus últimas fibras,
abre o se cierra radicalmente a lo que en vida se estuvo abriendo
por la historia del pecado, por lo cual puede desaparecer material-
o cerrando. Por eso la resurrección no se puede definir como
mente y volver al polvo. Ahora bien, por la resurrección el hom-
algo mecánico o automático, sino que incluye un aspecto de deci-
bre se libera de obstáculos, e irrumpe (si es para la vida eterna)
sión e implica las dos opciones posibles dentro del campo de la
la perfecta y cabal adecuación espíritu-cuerpo-mundo, sin las li-
libertad humana.
mitaciones espacio-temporales y las alienaciones de la historia del
pecado. Cada cual se expresará a su manera en la totalidad de la
2. La resurrección devuelve al hambre una identidad materia y del mundo, porque el hombre asume una relacionalidad
corporal y no material pancósmica. El hombre, nudo de relaciones de todo tipo, se trans-
figura y realiza totalmente por Dios y en Dios.
Con la resurrección, todo en el hombre es transfigurado o frus-
En esta línea de reflexión, podemos deeir que la asunción de
trado : el cuerpo y el alma. Conviene observar que cuerpo no es
María, más que algo exclusivamente suyo, es un ejemplo de lo que
sinónimo del cadáver que queda en este mundo después de la
muerte y que se descompone. Hemos visto que el cuerpo no es acontece con todos los que están ya con el Señor (2 Cor 5,6-10).
un añadido accidental al hombre-alma, sino «una dimensión inse- La constitución apostólica Munijicentissimus Deus, de 1950, ex-
parable de sí mismo», el modo concreto como el espíritu se en- presa la esperanza de que «la fe en la asunción corporal de María
carna en la materia, se hace presente en el mundo y se autorreali- al cielo pueda hacer más fuerte y más activa nuestra fe en la propia
za. El espíritu es espíritu encarnado, pero no se identifica total- resurrección» 6 1 . Aunque el documento no tenga la intención de
mente con la materia, porque puede relacionarse más allá del colocar a María como ejemplo de nuestra misma resurrección en
cuerpo y con la totalidad de los cuerpos; y no es totalmente dis- la muerte, «podemos encontrar en esta verdad invitación a intentar
tinto de ella, porque es siempre espíritu encarnado. También la elaborar el sentido de la escatología en general, partiendo de la
personalidad es esencialmente material. Por eso, la personalidad verdad concreta y definida de la asunción» 68. La constitución Lumen
que a lo largo de la existencia se va formando dentro del mundo gentium propone de hecho «a la Madre de Dios, ya glorificada en
en el contexto de sus múltiples relaciones va creando su expresión el cielo en cuerpo y alma, como imagen y primicia de la Iglesia
material. El cuerpo de resurrección poseerá la misma identidad que ha de alcanzar su perfección en el mundo futuro» (n. 6 8 ) .
personal, pero no material, que la que teníamos en la existencia Comentando la relación entre María y la Iglesia, opina un teólogo
espacio-temporal. No podemos confundir identidad corporal con que «María no es la personificación de un estado futuro de la
identidad material (de la materia del cuerpo). Iglesia gloriosa, sino la expresión personal del estado presente
La biología nos enseña que la materia del cuerpo cambia cada de la Iglesia celestial... María, elevada al cielo, ejemplifica la vida
siete años y, sin embargo, tenemos la misma identidad corporal. redimida en los moldes con que es ya participada por los santos
Como adultos somos ahora diferentes, materialmente, de lo que en la gloria. Nosotros, prisioneros aún del cuerpo, vemos ya de-
éramos cuando niños, y a pesar de ello somos el mismo hombre lante de nosotros lo que será la vida nueva. Este estado final ha
corporal. Por la resurrección seremos mucho más diferentes aun, sido alcanzado en Cristo no sólo por María, sino también por
pero personalmente idénticos hasta el punto de poder decir: yo aquellos que están ya con el S e ñ o r » m . María no es, pues, una
soy yo espíritu-cuerpo. Lo que resucita es nuestro yo personal, 47
el que formamos en interioridad dentro de la vida terrestre, ese AAS 42 (1950) 770.
68
D. Flanagan, La escatología y la asunción: «Concilium» 41 (1969) 135-
yo que siempre incluye también la relación con el mundo y q u e 146; cf. M. Schmaus, Der Glaube der Kirche II, 745.
por ello es cuerpo. Diríamos más: en la resurrección cada uno 69
Ibíd., 144-146; cf. O. Betz, Die Eschatologie in der Glaubensunterweis-
recibirá el cuerpo que ejerce, el que corresponde a su yo y 1° ung, 96-101.
532 La resurrección de Cristo y nuestra resurrección Nuestra resurrección en la muerte 533

excepción, sino un ejemplo. Mientras, convendría que repitiésemos Nadie puede imaginarse conscientemente tal espacio inmenso de
aquí la diferencia que hay entre el cuerpo glorificado del Señor tiempo» 71.
y el nuestro. Y lo mismo valdría para el cuerpo transfigurado de
la Virgen. Su cuerpo, a diferencia del nuestro, no estaba marcado
por la historia del pecado. Como Inmaculada, su cuerpo era sa- 3. El hombre resucita también en la consumación del mundo
cramento de Dios y de la interioridad graciosa de su espíritu, pues
fue el receptáculo de la encarnación del Verbo. Aunque vivía en De todos modos, la resurrección en la muerte no es totalmente
el viejo mundo, era presencia del nuevo cielo y de la tierra nueva. plena: sólo el hombre en su núcleo personal participa de la glo-
Teniendo en cuenta estos motivos teológicos, podemos afirmar rificación. Pero este hombre tiene una relación esencial con el
que el cuerpo carnal de la Virgen fue transfigurado y no tuvo cosmos, y el cosmos no queda todavía totalmente transfigurado
que pasar por las vicisitudes del cadáver humano que lleva sobre con la muerte del hombre. Sólo podemos hablar de resurrección
sí la historia del pecado personal y del mundo y vuelve por eso radical si su patria, el cosmos, es también transformada. Por ello,
al polvo de la tierra. En ella, como en Cristo, apareció el homo a pesar del carácter de plenitud personal que puede asumir la
matinalis, para quien la muerte constituye el paso transfigurante resurrección en la muerte, y a pesar de que la transformación del
a lo que es definitivo y lo realiza en clave divina. A diferencia de la nudo de relaciones con el universo haya afectado de alguna forma
declaración dogmática de la Inmaculada Concepción, la constitu- también al propio cosmos, podemos hablar todavía de resurrec-
ción apostólica Munificentissimus Deus no afirma la exclusividad ción en la consumación del mundo. Únicamente entonces Dios
de la asunción de María. Esto nos permite ver este dogma como y Cristo serán todo en todas las cosas (Col 3,11; 1 Cor 15,28), de
una brecha abierta para extender la misma gracia a los que mue- modo especial en el hombre, esencialmente relacionado con el
ren en el Señor. Así, M. Schmaus, uno de los teólogos más mo- universo.
derados y eclesiales, dice en su manual de teología dogmática La fe
de la Iglesia: «No hay ninguna verdad de la revelación que se
oponga a la tesis de que el hombre, inmediatamente después de
morir, obtiene una nueva existencia corporal, mientras que su
cuerpo terrestre es llevado a la sepultura o al crematorio o aban-
donado a la descomposición. Semejante transformación inmediata
no puede probarse con absoluta certeza, pero hay argumentos que
la hacen probable» 7 0 . Estos argumentos, antes aducidos, funda-
mentan una probabilidad real, que es mucho más que una mera
posibilidad. Y esa probabilidad, fundada en argumentos antro-
pológicos y bíblicos, justifica la utilización pastoral de semejante
tesis, que para muchos cristianos es motivo de serena alegría, de
liberación y renovado compromiso por la causa cristiana entre
los hombres. El mismo Schmaus argumentaba: «Si respondemos
que la resurrección sólo acontece al final de los tiempos, entonces
esa verdad de fe resulta cada vez más vacía y pierde su fuerza
vital; si debemos esperar millones y millones de años, entonces
esta fe se va diluyendo en el horizonte de la conciencia humana.

M. Schmaus, Der Glaube der Kirche II, 744. Ibíd., 743.


Conclusión 535

VI los hijos de Dios resucitarán en Cristo... y toda la creación que


Dios hizo para el hombre será liberada de la esclavitud, de la
CONCLUSIÓN vanidad... El reino ya está presente en misterio aquí en la tierra,
y llegando el Señor se consumará» (GS n. 3 9 ) .
Pablo llamaba al hombre resucitado «cuerpo espiritual». Se Son realmente consoladoras las palabras del prefacio de la
refería al hombre todo entero, alma-cuerpo, pero totalmente rea- Misa de Difuntos, que resumen toda la teología expuesta en este
lizado y repleto de Dios. ¿Cómo llamaríamos al hombre resuci- estudio: «En Cristo brilló para nosotros la esperanza de la feliz
tado? Utilizando una categoría de la antropología basada en el resurrección. Y a los que la certeza de la muerte entristece, les
principio «esperanza», tal vez pudiéramos llamarle homo reve- consuela la promesa de la inmortalidad. Porque, para los que
latus. Con la resurrección se reveló realizado el verdadero hombre creen, la vida no termina, se transforma, y deshecho nuestro
que estaba creciendo en la situación terrestre, el que realmente cuerpo mortal, se nos da en los cielos un cuerpo imperecedero».
Dios quiso cuando lo puso en el proceso evolutivo. El hombre
verdadero, en su radical manifestación, es únicamente el hombre
escatológico. Por la resurrección, el poder ser del hombre-ser se
realizó exhaustivamente; salió totalmente de su ocultamiento. En
él, pues, se reveló el designio de Dios sobre la naturaleza h u m a n a :
hacerla participar de su divinidad con toda su realidad del cuer-
po-espíritu abierta a la totalidad. El homo revelatus participa de
la ubicuidad cósmica de Dios y de Cristo; posee una presencia
total. Así nace el homo cosmicus.
Ahora, en la actual condición espacio-temporal, está latente
el homo revelatus: está todavía preso en las categorías de este
mundo, vive en la condición de simul iustus et peccator. La muerte
lo libera y le posibilita una penetración más profunda en el cora-
zón del cosmos. Por la resurrección en la muerte, el hombre par-
ticipa del Cristo resucitado y cósmico. En la consumación del uni-
verso se potenciará más aún, porque el cosmos le pertenece esen-
cialmente.
Al final de la vida terrestre, el hombre deja detrás de sí un
cadáver. Es como un capullo que hace posible la salida radiante
de la crisálida y de la mariposa, no presa ya por los estrechos
límites del capullo, sino abierta al amplio horizonte de toda la
realidad. A la pregunta fundamental de toda antropología — ¿ q u é
será del hombre?, ¿qué podemos esperar?— la fe responde ju-
bilosa : una vida eterna del hombre-cuerpo-espíritu en comunión
íntima con Dios, con los otros y con todo el cosmos. «Pasa cier-
tamente la figura de este mundo deformada por el pecado —nos
dice el Vaticano I I — , pero aprendemos que Dios prepara una
morada nueva y una nueva tierra. En ella habita la justicia, y su
felicidad satisfará y superará todos los deseos de paz que suben
desde los corazones de los hombres. Entonces, vencida la muerte,
EL SEGUIMIENTO
DE CRISTO
Título original:
Ser cristiano significa seguir a Jesucristo. El seguimiento ac-
O CAMINHO CRISTÁO
tualiza a Jesucristo en cada generación. ¿Qué implica tal segui-
O seguimento de Jesús Cristo miento? ¿Se trata de imitar los gestos y actitudes de Jesús, de
copiar sus soluciones y su estilo? ¿Debe el seguimiento atenerse
a la historicidad del Profeta de Nazaret o procurar reproducir,
en una situación diferente, «los mismos sentimientos que tuvo
Jesucristo»? (Flp 2,5). Todo nuestro trabajo cristológico está sur-
cado por esta preocupación fundamental: ¿ cómo seguir a Jesu-
cristo de forma que él tenga una nueva parusía en el mundo?
¿Cómo conseguir que nazca constantemente en la humanidad?
Cuando nos preguntamos por el cómo, debemos especular me-
nos y mirar más a los santos. Ellos muestran qué implica y qué
significa el seguimiento. Aquí vamos a elegir un santo que en la
tradición espiritual de Occidente ha sido designado como alter
Christus: san Francisco de Asís. El no pertenece ya a la orden
franciscana, sino al cristianismo y a la humanidad, como lugar
heurístico en que podemos contemplar una eminente realización
del seguimiento de Jesucristo. A la luz de san Francisco, intenta-
remos desentrañar la estructura ontológica de todo seguimiento
verdadero, superando cualquier moralismo.

1. San Francisco, <s.repetitor Christi'»

La fascinación y el misterio de la figura de san Francisco


radica en su semejanza con el misterio y la fascinación de Jesu-
cristo. Tanto en uno como en otro hay algo profundamente sen-
cillo, transparente, natural, original y convincente. Ambos cons-
tituyen un gran interrogante para todo hombre verdaderamente
religioso. Nadie puede sustraerse al resplandor divino que emana
de sus vidas. Evidentemente, para un cristiano, las semejanzas
entre san Francisco y Jesucristo, por grandes que sean, nunca
llegarán a eclipsar las infinitas diferencias que los separan. Jesús
es el Hijo unigénito y eterno del Padre, mientras que Francisco
es, en expresión de san Buenaventura, un humilde repetidor de
Jesucristo'. El uno constituye la realidad fontal; el otro, la reali-
dad refleja.
San Francisco jamás quiso seguir un camino personal. Nunca
buscó una experiencia nueva. Se propuso con todo empeño imi-
1
Stimulus mentís, prol. n. 1, en Opera Omnia V, 295.
540 El seguimiento de Cristo San Francisco, «repetitor Christi» 541

tar y «seguir la doctrina y las huellas de Cristo» 2, el «totus Chris- za» 9 . Los treinta y ocho primeros capítulos quieren demostrar
tus crucifixus et conjiguratus»3. En él se da «una deliberada que san Francisco fue un alter Christus.
renuncia a toda originalidad» 4. Nunca, ni antes ni después de san En 1390, concluía fray Bartolomé de Pisa la obra La seme-
Francisco, se ha dado en Occidente un amor a Jesucristo tan janza de la vida del beato Francisco con la vida de Nuestro Señor
apasionado, empeñado en imitarle hasta en los mínimos detalles, Jesucristo10. Es «un prodigio de erudición teológica u , una obra
en la letra y en el espíritu. Francisco quería venerar y reproducir inmensa en dos volúmenes estructurada como las disputaciones
todos los aspectos de la vida y el misterio de Jesucristo, no sólo escolásticas, y establece cuarenta analogías entre Jesucristo y san
los humanos, como suele repetirse 5 . Ningún cristiano ha logrado Francisco 1 2 . A propósito de cada gesto de Jesús se enumeran
asimilar en su vida a Jesucristo como san Francisco, que llegó diez, quince y hasta veinte análogos de la vida de Francisco. Este
a llevar en su cuerpo las señales de la pasión y en su alma las género encontró su expresión más radical en Pedro de Alva y
arras del reino de Dios 6 . San Buenaventura resume certeramente Astorga, autor de una obra que lleva por título Prodigium Na-
el sentido del impulso de san Francisco cuando dice que «saciaba turae et Gratiae Portentum (1600) y analiza detalladamente cua-
toda su alma en su Cristo y se entregaba en cuerpo y alma a tro mil semejanzas de san Francisco con Jesucristo. Esta desme-
él» 7 , pues «el bienaventurado Francisco fue moldeado a seme- surada hipérbole provocó la intervención del Santo Oficio, que
janza de la humanidad de Jesucristo en sus tres formas: en la puso el libro en el índice n. Estos autores llevaron al extremo la
vida, en la pasión y en la resurrección» 8 . tendencia constante de la literatura franciscana, antigua y mo-
Todas las fuentes franciscanas articulan la semejanza entre derna, a establecer un paralelismo entre Francisco y Jesús M . Es
Francisco y Jesucristo. Las Florecillas comienzan con esta signi-
ficativa ponderación: «Primero debemos considerar que el glo- ' / Fioretti de Sao Francisco de Assis (Petrópolis 51973) 9.
10
De conformitate vitae Beati Francisci ad Vitam Domini Jesu (Analecta
rioso señor san Francisco, en todos los actos de su vida, se ase- Franciscana 4 y 5; Quaracchi 1906-1912).
mejó al Cristo bendito, porque así como Cristo, al principio de 11
E. Benz, Ecclesia Spiritualis. Kirchenidee und Geschichtstheologie der
su predicación, escogió doce apóstoles que despreciaron todas las franziskanischen Reformation (Stuttgart 1934) 107.
12
cosas del mundo y le siguieron en la pobreza y en las otras virtu- Los dos volúmenes de Bartolomé de Pisa reproducen innumerables árbo-
les de semejanzas de san Francisco con Jesús, donde Cristo aparece siempre
des, así también san Francisco escogió al principio, para fundar en lo alto de la cruz y Francisco al pie. A los dos lados aparecen cuarenta
su orden, a doce compañeros que resplandecían por su pobre- semejanzas, veinte a cada lado, en forma de ramas. Ejemplos: Jesús prophetis
cognitus; Fr. declaratur; Jesús emissus caelitus, Franciscus destinatur. Jesús
submissus ómnibus; Franciscus minora tur. Jesús propheta lucidus; Francis-
2
Th. Celano, Vida de san Francisco I, n. 84. Seguiremos el texto español: cus radiatur.
!3
Escritos completos de San Francisco de Asís y biografías de su época (Ma- Cf. F. Chauvet, In torno alia natura della spiritualita francescana:
drid 1945). Con las expresiones 1 Celano y 2 Celano nos referiremos respec- «Vita Minorum» 31 (1960) 387-406, espec. 394-403.
14
tivamente a la primera Vida y a la segunda. Cf. los dos famosos sermones del P. Antonio Vieira sobre las llagas
3 de san Francisco: Sermones III (Lisboa 1951) 277-318: «Francisco se negó
San Buenaventura, Stimulus mentís, prol. n. 1.
4 de tal manera a sí mismo que dejó totalmente de ser lo que era antes. Ahora
Eph. Longré, Franqois d'Assise (París 1966) 38; V. M. Bretón, La pen-
see franciscaine: «France Franciscaine» 7 (1924) 9-11. bien, si Francisco no era Francisco, ¿quién era? Era Cristo» (288). «A fuerza
5 de abnegación, Francisco dejó de ser Francisco y, a fuerza de unión o de
Cf. la tesis presentada en el Instituto Católico de París por Nguyén-
Ván-Khanh, Le Christ dans la pensée de Saint Francois d'Assise d'aprés ses unidad, pasó a ser Cristo» (388). «Francisco, segunda estampa de Cristo»
écrits, donde se estudia toda la temática cristológica presente en Francisco. (314). «Los que acentúan la semejanza de estas estampas, dicen: Desnudad
6
Cf. la Legenda Antigua (perusina), en la que se cuenta la experiencia a Francisco y veréis a Cristo; vestid a Cristo y veréis a Francisco» (311).
del reino de Dios que tuvo san Francisco con ocasión de la composición del Cf. también A. van Corstanje, Un peuple de pélerins (París 1964)132: «Se
Cántico al hermano sol; el texto se encuentra en L. Bracaloni, II cántico di pueden tener diferentes opiniones sobre los componentes de su espiritualidad
frote solé (Milán 1927) 21-25. y cabe también dar diversas interpretaciones a ciertas palabras y acciones
7
2 Celano 94: «tota in Christum sua anima sitiebat, totum illi non solum suyas. Pero el simbolismj evidente de toda su vida prueba inequívocamente
cordis, sed corporis dedicabat». que fue llamado a 'representar a Cristo'... Adoptó íntegramente la mentali-
8
San Buenaventura, Cuatro sermones sobre san Francisco, en Opera omnia dad de Cristo hasta ser interior y exteriormente un impresionante reflejo de
IX, 584-585. aquel que reconcilió el mundo con el Padre». Cf. C. Koser, O pensamento fran-
542 El seguimiento de Cristo El Francisco de la historia y el de la je 543

frecuente presentar al Poverello como alter Christus, como el más sus sentimientos, comparte la misma hondura y participa del mis-
fiel discípulo del Maestro, como el cristiano que llevó más lejos mo misterio. Se asemejan porque reproducen una experiencia
la observancia del espíritu de las bienaventuranzas y del Sermón semejante. Las analogías externas y el paralelismo de los gestos
de la Montaña, como espejo fiel de Jesucristo. Con su típico sen- remiten a la estructura análoga de fondo que los produce, los
tido del humor, Chesterton observaba a este propósito que en sustenta y los hace expresivos. La vida humana no está consti-
realidad no es Francisco espejo de Cristo, sino Cristo de Fran- tuida por la suma de los actos externos, sino que emerge como
cisco. La radicalidad de éste no se entiende sino a la luz refleja una unidad totalizadora o una totalidad unitaria. Los actos ex-
de la radicalidad de Jesucristo 1S. Esta tendencia general, responde ternos revelan un proyecto interior. Lo historifican, lo desarrollan
sin duda a un fondo histórico. San Francisco eligió a Cristo (en en el espacio y en el tiempo.
su historia y en su misterio) como modelo de su propio proyecto. ¿Será que la profunda semejanza de Francisco con Cristo se
Y lo tomó en un sentido profundo, literal, sin glosa. Tenía a Jesús debe a una experiencia subyacente análoga a la de Jesús? Si así
en el corazón, en la boca, en los oídos, en los ojos, en las ma- fuese, la tarea del pensamiento no sería enumerar las analogías,
nos, en los sentidos y en todos los miembros I6. contemplar las semejanzas, sino reflexionar sobre la experiencia
Tal imitación, que llega a reproducir los gestos externos, no fundamental y originaria de Cristo y Francisco. Partiendo de ahí
es fortuita ni producto de un mero voluntarismo caprichoso, sino se podría comprender desde dentro la semejanza externa de Fran-
indicio de un misterio de sintonía mucho más profundo. Quien cisco con Jesús, incluida la estigmatización en el monte Alvernia.
imita a otro, lo hace porque simpatiza con él: se identifica con Nuestro trabajo se propone comprender al Santo y a Jesús
arrancando de la experiencia radical e interior de ambos. Esto nos
permitirá justificar plenamente la adecuación del primero al se-
ciscano (Petrópolis 1960) 29-36; V. Bretón, De l'imitatiandu Christ aVécole de gundo, pues ambos son articulaciones diferentes de un mismo
saint Francois (París 1938); id., Le Christ de l'áme franciscaine (París 1927);
id., Médiation de Jésus-Christ. La place du Christ dans la pieté franciscaine misterio.
(París 1936); W. Busenbender, Der Heüige der Inkarnation: «Wissenschaft
und Weisheit» 15 (1952) 1-14; E. Dumoutet, Le Christ selon la chair et la vie
liturgique au Moyen-Áge (París 1932); J. Leclercq, L'idée de la Royauté du 2. El Francisco de la historia
Christ au Moyen-Áge (París 1959); L. Matthieu, Le jondament théologique y el Francisco de la fe
de V' émerveillement franciscain devant le monde cree: «Culture» 27 (1966)
322-337; S. J. Piat, Saint Francois cfAssise a la découverte du Christ pauvre
et crucifié (Paris 1968); O. Schmucki, Das Leiden Christi im Leben des hl. Pero antes de abordar la cuestión debemos tomar conciencia
Franziskus von Assisi. Eine quellenvergleichende Untersuchung im Lichte der del problema crítico que envuelve la vida de san Francisco. Aquí
zeitgenossischen Passionsfrómmigkeit (Roma 1960); id., Die Stellung Christi se da, una vez más, una notable analogía con la cuestión del
im Beten des hl. Franziskus von Assisi: «Wissenschaft und Weisheit» 25 Jesús histórico y el Cristo de la fe, cuestión básica en la discusión
(1962) 128-145; 188-212; F. Vanderbroucke, Le Christ dans «.Vimitation de
Jésus-Christ»: «La Vie Spirituelle» 46 (1964) 276-290; Nguyén-Van-Khanh, cristológica moderna. En el caso del Poverello podemos hablar
Le Christ dans la pensée de Saint Francois oTAssise d'aprés ses Écrits (París también de un Francisco de la historia y de un san Francisco
1973); "W. Nigg, Das Christussymbol im Mittelalter, Franz von Assisi, en de la fe 17. El primero, el Francisco de la historia, pertenece a la
Grosse Heüige (Zurich 1947) 31-87; S. Verhey, Der Mensch unter Herrschaft historicidad tal como ocurrió y la interpretó el mismo Francisco;
Gottes. Versuch einer Theologie des Menschen nach dem hl. Franziskus von
Assisi (Dusseldorf 1960) 81-106; L. Bracaloni, Spirüualita Francescana in el segundo, el san Francisco de la fe, hace referencia a la inter-
conformitá di Cristo, via verita e vita (Venecia 1947); M. Stier, Franciscan pretación que sus discípulos hicieron de la vida y la obra del
Life in Christ (Paterson 1953); Duane V. Lapsanski, Perfectio evangélica. maestro. Una cosa es la historia de la vida del Santo y otra
Eine begriffsgeschichtliche Untersuchung im frühfranziskanischen Schriftum la historia de las interpretaciones de esa vida. Las interpreta-
(Munich-Paderborn-Viena 1974); id., Das Leben nach dem Evangelium am
Anfang des Minderbrüderordens (Berlín Occ. 1974). A lo largo del estudio ciones se basan ciertamente en la vida de Francisco; pero también
citaremos otras fuentes.
15 17
K. Chesterton, Sao Francisco de Assis (Río de Janeiro 1954) 17. Cf. J. Ratzinger, Die Geschichtstheologie des heiligen Bonaventura (Mu-
16
1 Celano, 115. nich 1959) 41.
544 El seguimiento de Cristo El Francisco de la historia y el de la fe 545

la transforman y modifican según los acentos, las preferencias magistralmente por otros 1 9 . Para nuestro objetivo basta tomar
y las tendencias del intérprete. El intérprete (Celano, san Buena- conciencia del problema. En todo caso, hay una analogía profun-
ventura y otros) elabora un material tomado de Francisco, de su da entre Jesús y Francisco. Existe una franciscología, lo mismo
vida y de sus palabras. Pero la situación histórica, eclesial, polí- que existe una cristología. El acceso a Jesús y el acceso a Fran-
tica y las discusiones dentro de la orden franciscana determinan cisco pasa por la interpretación de terceros. La figura histórica
la selección y acentuación del material. Se acentúan enfáticamente de ambos está envuelta en teología.
determinados rasgos de san Francisco o ciertas palabras suyas; Con san Francisco se verificó el mismo proceso que con Jesu-
otros se silencian; otros, por fin, se completan con minucias. cristo. A partir de un hecho decisivo se comenzó a interpretar
Gestos y sentencias del Santo que durante su vida carecieron de todo el pasado y el sentido de cada palabra. En el caso de la
importancia y fueron casi imperceptibles, se diseñan ahora con cristología fue la resurrección; en el de la franciscología, la estig-
fuertes trazos y se relacionan directamente con la vida y la con- matización. Esta significó la irrupción de una luz superior que
ciencia de Francisco. llevaba consigo una nueva interpretación de la figura de san
La imagen que hoy tenemos de Francisco es tributaria de toda Francisco. Con ella quedó claro, para los seguidores de Francisco,
una teología sobre san Francisco y fruto de sucesivas interpre- que éste había asimilado en su vida el misterio del Crucificado.
taciones. ¿ Y qué queda del Francisco histórico? Lo que nos ofre- Se había transformado en un crucificado; era un Cristo presente.
cen sus biografías es un san Francisco de la fe y del entusiasmo A partir de este hecho se iniciaron las lecturas y las relecturas
de sus discípulos. Acertadamente afirmaba Kajetan Esser, el gran de la vida del Santo para mostrar que todo conducía a la estig-
historiador de las fuentes franciscanas: «La mayoría de las bio- matización y que Francisco había sido en todas las fases de su
grafías del Santo datan de una época en que sus hijos —divididos vida semejante en todo al Hijo de Dios encarnado.
ya en varias tendencias— discutían apasionadamente cuál era la En este proceso, análogo al que se desarrolla en el NT con
forma auténtica de su vida. Cada una de estas tendencias se obs- respecto a Jesús de Nazaret, se verifica una transposición de pla-
tinaba en presentar su propio concepto de la vida franciscana nos. Se pasa de la realidad histórica, del hecho tal como sucedió
como el único cierto y válido, como el realmente acorde con la en los contextos humanos comunes, limitados, ambiguos, sin ma-
figura del Santo. Por eso han llegado hasta nosotros, desde yor relevancia universal, al plano metafísico, donde se historiza el
la Edad Media, numerosas biografías del Santo que difieren bas- sentido del plano histórico, sentido que se detecta al final de la
tante entre sí, a veces en puntos importantes. Lógicamente, entre vida del Santo, a partir de la estigmatización, y se retroproyecta
los modernos biógrafos de san Francisco se dan las mismas diver- al principio. Esta retroproyección transfigura el hecho meramente
gencias» 18. histórico; lo transforma en algo cargado de sentido, milagroso,
Hoy, un estudio que pretenda ser crítico no podrá desco- anticipador y preparador del sentido que sólo aparecerá clara-
nocer esta cuestión. Deberá comenzar por establecer qué idea mente al final de la vida. Lo milagroso de los comienzos no es
tenía Francisco de sí mismo, de la regla y de la misión histórico- histórico, no ocurrió; es fruto de la relectura que ha traspasado
salvífica de su Orden, partiendo de los escritos que él nos ha lo histórico hacia lo metafísico. El sentido final transfiere a los
legado. Además, deberá tener en cuenta las múltiples interpreta- comienzos. Comienzo y fin son la misma cosa. Nada los separa.
ciones de sus seguidores cristalizadas en leyendas; por último, En la visión histórica, el sentido se va construyendo lentamente;
tendrá que considerar las intervenciones dogmático-pastorales de el comienzo no contiene aún el fin. Se puede comenzar bien y
la Iglesia-institución, bajo la cual estuvieron Francisco y su Or- acabar mal, y viceversa. El final es el resultado de un proceso,
den, situando el fenómeno franciscano en un marco compatible pero no es fatal. Siempre puede ser sorprendente y romper con
con la ortodoxia católica. Aquí no podemos analizar detenida- la línea que viene del pasado. Y ello porque el comienzo y el
mente los puntos enumerados. Además, ese análisis ha sido hecho
" La mejor obra continúa siendo la de E. Benz, Ecclesia spiritualis
18
Os escritos de Sao Francisco de Assis (Petrópolis 21970) 21-22. (Stuttgart 1934).
546 El seguimiento de Cristo El Francisco de la historia y el de la je 547

fin son diferentes; a priori, no sabemos cómo será su mutua portancia para entender rectamente los hechos y para determinar
vinculación. Sólo partiendo del fin podemos descubrir el hilo qué es de san Francisco y qué es de los intérpretes o atribuido a
conductor que une todos los pasos y conduce a ese final. Entonces san Francisco. En la narración estrictamente histórica se cuentan
aparece el carácter de necesidad: cómo una cosa está unida con los hechos tal como pueden comprobarse en otras fuentes contem-
la otra; cómo todo desemboca necesariamente en el fin. El intér- poráneas. La narración histórica en sentido lato transfigura esos
prete podrá contar la historia del personaje sin respetar la ambi- hechos de acuerdo con el sentido que les da el grupo de devotos
güedad de los hechos, dejándose guiar por el sentido descubierto del Santo, que no es necesariamente compartido por todos. Así,
al final de la vida. Narrará y seleccionará únicamente los hechos las leyendas de la vida de san Francisco diluyen la faceta peca-
que encajen dentro del sentido. Los otros los silenciará o los re- dora de la juventud del Poverello para destacar el ideal de santi-
leerá bajo una nueva luz, en conformidad con el sentido final. dad. Francisco fue santo desde el principio; desde el comienzo
Esta lectura no es histórica en sentido estricto (historisch), sino se asemejó en todo a Cristo, en la infancia, en la vida pública y
sólo en sentido lato (geschichtlich). Es metafísica del sentido en la pasión. Como ocurrió con la reflexión sobre Cristo, los es-
historizado y proyectado en los datos históricos. La historia en critos, cuanto más se distancian cronológicamente de los orígenes,
sentido lato contiene hechos estrictamente históricos. Pero estos más purifican la imagen de san Francisco y más subrayan los
hechos son previamente interpretados e iluminados por la luz que rasgos de santidad y mesianismo.
proporciona el sentido descubierto al final de la vida del perso- Un claro ejemplo del paso del plano histórico al legendario
naje. lo encontramos en los relatos de la conversión de Francisco 20. En
En el caso de san Francisco se da un proceso parecido. Tal su Vida Primera (1229), Tomás de Celano describe la juventud y
proceso se verifica, de forma más o menos consciente, en todo la conversión del santo en una línea que se ajusta al testimonio
trabajo histórico. Toda Historie es geschichtlich, y toda Geschichte del mismo Francisco en el Testamento: superó a todos los de su
tiene algún componente histórico. La Historie procura descubrir tiempo en vanidad y arrogancia; «dilapidó su fortuna, ... era li-
el sentido de los hechos tomados en sí mismos; la Geschichte gero y dilapidador... se metió por los caminos de la Babilonia del
introduce este sentido, una vez descubierto en los propios hechos. mundo» 2 1 . Continuó así hasta que «el Señor, desde lo alto del
Una vez que la Geschichte introduce ese sentido en los hechos, la cielo, fijó sobre él su mirada compasiva» y lo hizo «modelo de los
descubre nuevamente, dando la impresión de que siempre estuvo convertidos a Dios» 2 2 . Quince años después, en su Vida Segun-
allí. Es, más o menos, como el prestidigitador que saca la paloma da (1246-1247), desaparecen todos estos rasgos. Nos encontramos
del sombrero, pero sólo después de haberla introducido en él. El con un san Francisco lleno de la gracia divina desde su más
público tiene la impresión de que la paloma sale del sombrero tierna infancia 23 . San Buenaventura, en su Legenda Maior (1261),
sin haber sido introducida en él. Por eso es prestidigitador el va más lejos todavía y afirma que, «protegido por el auxilio de
prestidigitador. Todo historiador es, en mayor o menor grado, un lo alto, no corrió tras los placeres, como los jóvenes lascivos, ni
prestidigitador. El historiador crítico se reconoce como tal y, por siguió los depravados apetitos de la carne» 2 *. Estamos ya en
ello, mantiene su interpretación (Geschichte) en permanente vigi- pleno proceso de relectura a partir del fin grandioso del Santo,
lancia, confrontándola con los hechos (Historie). El historiador hecho semejante a Cristo por la estigmatización. Pero hay m á s :
cuenta una historia transformada ya por el sentido concreto que
él mismo le imprime. La historia de Cristo y de san Francisco 20
se narran como Geschichte. Por eso se habla de leyendas de san Cf. el estudio más exhaustivo sobre el tema: F. Beer, La conversión de
saint Franqois (París 1963); K. Esser, La conversión d\i coeur (París 1958);
Francisco y de evangelios de Jesucristo. La historia de ambos tiene P. Sabatier, Uenjance et la ¡eunesse de saint Franqois. Étude comparative
la misma intención: mostrar la grandeza del personaje que anun- des sources: «Studi Medievali» 7 (1935) 24-51; 8 (1936) 72-97.
21
cian : en el primer caso, presentar a Jesús como Cristo; en el 22
1 Celano, 1.
segundo, descubrir a Francisco como san Francisco y alter Christus. 23
Ibíd.
2 Celano, 3.
Las consideraciones que acabamos de hacer tienen gran im- 24
Leyenda de San Francisco (BAC).
548 El seguimiento de Cristo El Francisco de la historia y el de la fe 549

en su Vida Segunda, Celano narra la infancia de Francisco en per- con la orden de los dominicos, debe preparar la irrupción de
fecto paralelismo con la infancia de Juan Bautista. Como la madre este tiempo. Llegará así el tiempo de la contemplado, de la plena
del Bautista (Isabel), también la de Francisco quería darle otro comprensión de la Escritura, el tiempo del Espíritu Santo, que
nombre: Juan. Como Isabel, también la madre de Francisco prevé introducirá a los fieles en toda la verdad de Jesucristo 2S.
el significado histórico-salvífico de la misión de su hijo. A los ve- En san Buenaventura, la imagen de Francisco, si bien tiene
cinos que se maravillaban de la delicadeza de Francisco, responde una dimensión histórico-salvífica única, se halla dentro de los
parodiando a Isabel: «¿Qué creéis que será mi hijo? Por la gran- límites de la ortodoxia católica. En los medios espirituales y joa-
deza de sus obras reconoceréis que será elegido de Dios» 25. quinistas se traspasan esos límites y se cae en la heterodoxia y en
En estos relatos legendarios no hay lugar para una ruptura y un misticismo fantasmagórico. Si Celano, san Buenaventura, la
una conversión. Se traza una línea recta que va del comienzo al Leyenda de los Tres Compañeros y otros escritos antiguos, al
fin: el camino de la santidad de Francisco, que culmina en el insistir en la proximidad de Francisco con respecto a Jesucristo,
suceso del monte Alvernia. tienen cuidado de decir que él era «una especie de» (quasi,
A partir de este incipiente paralelismo entre Francisco y la tanquam) Cristo o que «parecía (videbatur) un hombre de otro
historia de Cristo, se inició, en los medios de mayor efervescen- eón (homo aüerius saeculi)», los hombres espiritualistas lo llaman
cia mística, un sistemático proceso de aproximación Cristo-Fran- simplemente Mesías portador de un nuevo orden salvífico, inicia-
cisco. Contribuyeron a ello las ideas de Joaquín de Fiori (1130- dor de la Iglesia del Espíritu Santo, que hace caduca y anacrónica
1202) sobre la era del Espíritu Santo y la Iglesia espiritual, que la Iglesia de Cristo y del papa, el otro Cristo, el segundo Cristo.
penetraron poderosamente en los medios franciscanos e influyeron A semejante franciscología se añaden todos los demás títulos es-
también en san Buenaventura 2 6 . Para éste, san Francisco era el catológicos: Francisco es el rey David del tercero y último tiem-
heraldo de Dios, san Juan Bautista y Elias resucitado, el precur- po, el Señor de la nueva Jerusalén, el nuevo Evangelista, el nuevo
sor del fin del mundo, el ángel con la señal del Dios vivo (Ap 7 ) , Apóstol, un nuevo Juan, el Hijo del hombre que ha de venir sobre
el célebre signo de la tau (T) con que Francisco acostumbraba las nubes 2 9 . Se esperaba incluso que iba a resucitar como Cris-
firmar sus cartas 2 7 . Fundó el novus ordo de carácter escatológi- to 3 0 .
co, los 144.000 marcados. Para él, como ha demostrado J. Rat- A partir de ahí se multiplicaban las analogías hasta el absurdo,
zinger en un estudio exhaustivo, Francisco es el ángel apocalíptico como hemos indicado al principio del estudio 31. Como es natural,
del tiempo que precede inmediatamente al gran combate final, el
ángel que señala la comunidad de los que se salvan. Esta comuni- 28
dad está formada por hombres contemplativos que deben vivir la 29
Cf. J. Ratzinger, Geschichtstheologie, 40-56, espec. 55-56.
E. Benz, Ecclesia spiritualis, 61-85; G. Bondatti, Gioachinismo e Fran-
misma forma de vida que Francisco. Ellos gozan del descanso del cescanesimo nel Ducento (Asís 1924).
30
séptimo día, que precede a la parusía del Señor. Esta comunidad En su circular comunicando la muerte de Francisco, fray Elias, general
no se identifica con la orden franciscana. San Buenaventura cree de la Orden, hace un paralelismo entre Francisco y Cristo; también él ha
que, en la mente de Francisco, la orden franciscana estaba desti- sido una luz enviada por el Padre a los hombres; como Cristo, él también
ha predicado el reino de Dios y ha formado un nuevo pueblo. También
nada a formar la comunidad de los marcados; pero la culpa co- Francisco ha tenido que pasar por el sufrimiento y la muerte para llegar a la
lectiva de los miembros impidió que lo fuera. Ahora, juntamente vida y subir al cielo. El Padre lo ha glorificado en el cielo y lo ha entronizado
como mediador para su comunidad en la tierra. Francisco recapitula la vida,
muerte, glorificación y ascensión de Cristo al cielo. Véase el texto íntegro
25
2 Celano, 3-4. en A. van Corstanje, op. cit., 107-111; D. V. Lapsanski, op. cit., 60-61.
26 31
Sintomático de esta tendencia es ya el prólogo de la Leyenda de san Que Francisco naciese en una cueva como Cristo —según se cuenta
Francisco, escrita por san Buenaventura. piadosamente en sus biografías— pertenece al reino de la leyenda. El primer
27
Para los textos de san Buenaventura, cf. J. Ratzinger, Die Geschichtstheo- testimonio, posterior al siglo xin, es el de M. de Florencia y no parece fidedig-
logie, 31-40; cf. también S. Ciasen, Die Sendung des hl. Franziskus. Ihre no: Compendium Chronicarum Fratrum Minorum: «Archivum Franciscanum
Beilsgeschichtliche Deutung durch Bonaventura: «Wissenschaft und Weisheit» Historicum» 1 (1908) 99. En el claustro del convento de San Antonio de
14 (1951) 212-225. Río de Janeiro hay dos nichos de san Francisco. En uno está representada la
550 El seguimiento de Cristo

tales procedimientos teológicos provocaron la intervención de la orto- 3. La vivencia central de Jesucristo


doxia católica, que salió en defensa del contenido básico del Nuevo
Testamento: sólo Cristo —y no Francisco— es la manifestación es- Es problemático e incluso presuntuoso intentar identificar la
catológica de Dios, el Verbo encarnado y el término de la historia experiencia original de Jesucristo. Como es sabido, sólo podemos
de la Salvación. llegar a Jesús a través de las teologías que las comunidades pri-
Pese a tales desviaciones, creemos que hay un núcleo histó- mitivas hicieron sobre él muchos años después de su muerte y
rico : Francisco avanzó en el misterio de Dios con tal fidelidad resurrección 32 . El Jesús histórico nos llega envuelto en la medita-
que se descubrió en Jesucristo. El seguimiento del Santísimo Hijo ción de la fe y el entusiasmo de sus discípulos, que lo anuncian
de Dios significó una inmersión en el mismo misterio de Cristo como Mesías, Hijo del hombre, Salvador y Dios encarnado. Según
y, salvando las diferencias de tiempo, espacio y estatuto ontológico una cierta exégesis católica, estos títulos de grandeza divina y
(Francisco era hombre; Jesús, Hombre-Dios), una asimilación de mesiánica no habrían sido empleados por Jesucristo. Jesús actuó
la experiencia de Jesucristo. Esto permitió que a lo largo de los como Mesías y Dios, pero quizá no utilizó estas denominaciones
siglos se repitiese la frase «Francisco fue otro Cristo», fue, como para definir su misión y su persona. Casi todos los títulos emplea-
dice Lope de Vega, en expresión audaz, un Cristo sin la divinidad. dos en el Nuevo Testamento son interpretación de los discípulos
Tales fórmulas carecen, evidentemente, de rigor teológico. No quie- o de sus respectivas comunidades, interpretaciones que traducen
ren poner en tela de juicio el carácter único e irrepetible de la adecuadamente para nosotros el misterio que se velaba y revelaba
encarnación del Hijo de Dios; sólo intentan recalcar la intensidad en el camino histórico de Jesucristo. Por tanto, los evangelios ac-
con que Francisco imitó y se asemejó a Cristo. Como ya hemos tuales contienen algo del Jesús histórico y mucho del Cristo de la
indicado, la imitación y el parecido no deben considerarse sólo fe, fruto de la reflexión piadosa, apologética, misionera, litúrgica
en lo exterior, sino interiormente, en la vivencia del misterio de y teológica de las primeras comunidades cristianas. La exégesis
Cristo, en la reproducción, a escala humana y derivada, de la crítica de los últimos sesenta años ha elaborado métodos muy
misma experiencia de Jesús de Nazaret. Al fin y al cabo, ¿no nos exigentes (los métodos de la historia de las formas, de la tradición
exhorta Pablo a que hagamos todos la misma experiencia que y de la redacción) que permiten identificar los diversos estratos
hizo Cristo? (cf. Flp 2,5). Nuestras reflexiones intentan mostrar subyacentes a los actuales textos neotestamentarios: el estrato je-
cómo se articula la experiencia de Francisco en la de Cristo. suánico, el de la predicación de los apóstoles, el de la tradición
en las diversas comunidades y, por fin, el estrato proveniente del
último redactor. Los resultados no son plenamente seguros, pero
permiten tomar conciencia de la complejidad del problema cristo-
lógico y sirven para trazar una imagen más histórica de Jesús de
Nazaret. Como escribía uno de los más prestigiosos especialistas
moderaos en Nuevo Testamento: «Los evangelios nos dan derecho
escena de su nacimiento y en otro la de su muerte. La escena del nacimiento
es semejante a la del pesebre de Belén. El niño reposa en un pesebre. A su a hablar de forma muy humana sobre Jesús antes de pasar a
alrededor están la madre, el hermano y la partera o criada, el buey y la muía. utilizar las interpretaciones con que la fe ya en la primitiva tradi-
Según la leyenda, la madre de Francisco tenía dificultades para dar a luz. En- ción cristiana, explicó el misterio de su persona» 3i.
tonces llegó un peregrino desconocido y les aconsejó que la llevasen al establo, A pesar de la complejidad que rodea exegéticamente la perso-
y todo sucedería normalmente. Sobre la escena hay una tablilla con estos
versos de fray Francisco de Sao Carlos: «En Asís se renueva Belén con
signos prodigiosos; cual Jesús, Francisco nace entre brutos animales». La 32
La problemática de los textos del Nuevo Testamento se ha estudiado en
escena de la muerte se ajusta a los datos históricos. Francisco aparece despo- Jesucristo liberador (cf. supra); véase también W. Kasper, Jesús der Christus
jado de sus vestiduras y echado en el suelo; en torno a él, sus discípulos (Maguncia 1974) 21-108.
asisten a su tránsito a la vida eterna. En una tablilla como la anterior pueden 33
G. Bornkamm, Jesús von Nazareth (Stuttgart 1965) 55; cf. Ch. Duquoc,
leerse estos versos del mismo autor: «Quien aquí yace no es Jesús, sino Le Christ prophéte, en Christologie (París 1968) 131-169; O. Cullmann,
Francisco, semejante a él en el nacimiento, la vida y la cruz». Christologie du NT (Neuchátel 1958) 18-47.
552 El seguimiento de Cristo La vivencia central de Jesucristo 553

na de Jesús y el sentido que él dio a su vida y misión, la fe y la en el mundo con los otros». Tiene sus raíces en una historia que
teología no podrán eludir la pregunta sobre el proyecto fundamen- le precede y emerge de ella con la trascendencia del Hijo del
tal de Jesús de Nazaret. ¿Qué experiencia fontal, originaria y hombre y de Dios. Su experiencia se da dentro de una situación
radical tuvo Jesucristo? Por la fe sabemos que él se consideró concreta: la característica de la Palestina de su tiempo, minúscu-
Mesías e Hijo unigénito de Dios y que su proyecto fundamental lo rincón del Imperio Romano. El horizonte espiritual de sus con-
consistió en la salvación eterna de los hombres y del mundo. temporáneos se caracteriza por la mentalidad apocalíptica. En su
Pero ¿cómo se manifestó esto históricamente? ¿Cómo se produjo estado actual, el mundo no se ajusta al designio de Dios. Está
esta experiencia? ¿Pasó por un proceso o era ya plena desde el dominado por fuerzas diabólicas que dividen y dramatizan la exis-
principio? ¿Hasta qué punto se articula el proyecto divino de tencia y el mundo. La patria de Jesús está oprimida interior y
Cristo con el proyecto humano de Jesús? Históricamente, Jesús exteriormente: vive bajo un régimen general de dependencia po-
de Nazaret se presentó como un profeta, con todas las caracterís- lítica y de opresión socioeconómica; en el aspecto religioso im-
ticas del profeta, en el modo de hablar y de vivir M. Como profeta pera un fuerte legalismo opresor. Hay una crisis general de sentido
fue Hijo de Dios y Salvador del mundo. ¿ P o r qué escogió la que despierta y excita el fondo utópico del alma humana. Se es-
vocación profética? Podía haber sido un maestro de la ley, como pera para pronto la venida del Hijo del hombre sobre las nubes;
tantos de su tiempo, un maestro pacato con sus alumnos. Los se describe el momento y la circunstancia, se aguarda la restau-
maestros de la ley no solían morir como mártires, ni acostumbra- ración de la casa real de David e incluso la entronización de un
ban entrar en conflicto con la sociedad, ni sucumbían por una nuevo cielo y una nueva tierra.
causa. Jesús no realizó esta posibilidad histórica, sino la otra. La apocalíptica era la atmósfera cultural del tiempo y, pese
Y ello porque tenía vocación de profeta y no de escriba. Nosotros a sus extrañas formas y especulaciones, constituyó el vehículo ar-
podemos ser seguidores de Jesucristo sin ser profetas como él, ticulador de lo que hay de más profundo y genuino en el cora-
sino sólo escribas-teólogos. Su vocación histórica implica unos lí- zón h u m a n o : la esperanza por encima de toda desesperación.
mites. Sin embargo, no es fortuita. Se compagina con su vocación Existe un sentido absoluto; se va a manifestar y aparecerá bajo
divina de Salvador y Liberador del Cosmos. Si admitimos con el nombre de reino de Dios. El reino de Dios constituye la palabra
la ortodoxia católica del Concilio de Calcedonia (451) que uno y clave de toda la teología posexílica. Traduce una inconmovible
el mismo Jesucristo es simultáneamente verdadero hombre y ver- esperanza del corazón: la de que Dios se revelará e inaugurará su
dadero Dios, deberemos decir que en el proyecto humano de Jesús señorío por encima de toda maldad, transfigurando la realidad.
de Nazaret se concretaba el proyecto divino del Hijo de Dios. Un El reino de Dios pone en tela de juicio el presente y postula un
proyecto no elimina ni destruye el otro, sino que lo exige, porque sentido último, global y estructural; se trata de algo que, si bien
lo exige la verdadera humanidad de Jesús de Nazaret. Ambos se es futuro, se anticipa ya en el presente.
entrecruzan y se compenetran, aunque con ciertas tensiones que Jesús de Nazaret hace del reino de Dios el tema central de su
aparecen en el plano histórico, como en el caso de las verdaderas anuncio. «El plazo de espera ha terminado; está llegando el reino
tentaciones de Jesús. de Dios. ¡Cambiad de vida! Creed en la buena nueva» (cf. Me
¿Cuál fue, pues, la experiencia originaria de Jesús de Nazaret 1,15). Jesús no dice, como los profetas de todos los tiempos, «el
en que se dio el proyecto divino de salvación? Para responder reino vendrá», sino que afirma: «ha llegado el reino» (Me 1,15;
a esta cuestión no podemos ni debemos considerar a Jesús como Mt 3,17), «ya está en medio de vosotros» (Le 17,21). Su actuación
anticipa la transfiguración global, porque «si yo expulso los de-
una especie de aerolito caído del cielo, sin inserción en un contex-
monios con el dedo de Dios, señal de que el reino de Dios ha
to histórico concreto 3 5 . Como hombre, Jesús fue viator y «un ser
llegado hasta vosotros» (Le 11,20). El reino de Dios tiene para
34
Cf. Ch. Duquoc, Le Christ prophéte, en Christologie (París 1968) 131-
169; O. Cullmann, Christologie du Nouveau. Testament (Neuchátel 1958) 18-47.
35 (Madrid, Ed Cristiandad, 1975) 241-268, espec. 244-249; L. Gon<jalves, Jesús
Para los datos, cf. L. Boff, Libertado do Jesús Cristo pelo caminho da
opressao. Urna leitura latino-americana, en Teología y mundo contemporáneo
e a contestagáo política (Petrópolis 1974).
554 El seguimiento de Cristo La vivencia central de Jesucristo 555

Jesús una connotación muy concreta. Es algo ya presente porque actitud de confianza y esperanza en Dios, una nueva solidaridad
afecta al mundo en los puntos en que se halla más alienado: en entre los hombres, un profundo respeto a la libertad de los otros
la enfermedad, la opresión y la muerte. Por eso «los ciegos ven, y una incondicional aceptación de las consecuencias de la conver-
los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres son evangeli- sión hasta la muerte. Pese a su plena conciencia mesiánica, Jesús
zados» (Mt 11,3-5). Pero es también un «todavía no», un futuro no se vio libre de las tentaciones de dar forma de poder al reino
en que desaparecerán totalmente los sufrimientos (Mt 11,5), no (político, religioso o profético: cf. Mt 4,1-11 par.) y de desviarse
habrá luto (Me 2,9), será vencida la muerte (Le 20,36) y se de la constante fidelidad a la voluntad de Dios, que iba descu-
manifestará el nuevo cielo y la nueva tierra. El reino significa briendo cada día (cf. Heb 5,8). Aceptó con dificultad la muerte
la totalidad del mundo material, espiritual y humano liberado ya cuando se cercioró de que era inevitable (Heb 5,7; Le 22,39-46).
de todo lo que lo estigmatiza e introducido en el orden nuevo Pero lo importante no era hacer su voluntad, sino la del Padre
de Dios. (Le 22,42 p a r . ) . Ni siquiera en la desesperación de la cruz
Cristo considera inminente la irrupción del reino. Vive la ten- (Me 15,34) deja de confiar en el Dios de infinita bondad y de
sión del proceso que ya se ha iniciado con su actuación y creer en el reino. La resurrección muestra que no quedaron de-
que va a culminar en breve. Algunos textos del Nuevo Testamento fraudadas sus esperanzas y su inconmovible confianza. La resu-
conservan aún esta perspectiva jesuánica. «En verdad os digo que rrección realizó la utopía del sentido absoluto y la superación de
ya no beberé del fruto de la vid hasta el día en que lo beba de la muerte. Introduce la realidad terrena de Jesús en la realidad
nuevo en el reino de Dios» (Me 14,25). Promete a los que le divina: Jesús se transfigura. Así muestra de forma anticipada el
siguen de cerca: «Dispongo del reino para vosotros... Comeréis triunfo definitivo del sentido sobre todo lo absurdo. Ha irrumpido
y beberéis a mi mesa en mi reino. Y os sentaréis en tronos como el reino 3Ó.
jueces de las doce tribus de Israel» (Le 22,29-30; cf. Mt 19,28). La experiencia radical de Jesús reside en la experiencia de un
Resalta la inminencia del reino y dice que «no pasará esta ge- sentido absoluto, que él interpreta como reino de Dios. Esta expe-
neración antes de que suceda todo esto» (Me 13,30). Cristo con- riencia se funda, a su vez, en la experiencia de Dios como Padre
creta más: «En verdad os digo, no terminaréis de recorrer ciuda- de bondad, del que Jesús se siente Hijo amado y Unigénito. El
des de Israel antes de que venga el Hijo del hombre» (Mt 10,23). Dios en que cree Jesús no es el Dios de la ley, que distingue entre
En función de esta inminente irrupción se entienden las duras buenos y malos, ama a unos y odia a otros. Es el Dios del amor
exigencias de su anuncio ético. Son para un tiempo corto, de sin límites, capaz de amar y perdonar a todos, incluso a «los in-
provisionalidad. Ante el fin último y definitivo, el hombre no tiene gratos y los malos» (Le 6,35). Por ser así, es un Dios de la plena
que preocuparse demasiado por las realidades terrestres. Debe estar reconciliación y del sentido que está por encima del bien y del
preparado y dispuesto a dejar todo para poseer lo único necesario. mal. En él se reconcilia todo y todo vuelve a la unidad original.
De ahí la despreocupación de Jesús por el aspecto institucional de Jesús se siente Hijo de ese Padre; con su vida y palabras encarna
su anuncio y por la continuidad de su obra. Él piensa en el reino, en la historia el amor del P a d r e ; en nombre del Padre ofrece
no directamente en la Iglesia ni en unas estructuras que sirvan de la salvación a todos. Esta salvación no se realiza con un toque
soporte a una institución. mágico; es humana y libre, es decir, no dispensa de la colabora-
Esta concentración en lo esencial no se limitó al plano del ción del hombre; supone la conversión y la adhesión. Por eso se
mero anuncio y la espera. Llevó a Jesús a introducir una nueva queda en puro ofrecimiento cuando el hombre la rechaza. Pero en
praxis liberadora. El fin se anticipa ya y se prepara. De ahí la Jesús el ofrecimiento de Dios se hizo pleno y plena fue también
urgencia de la conversión, que no significa sólo preparación para la aceptación. Por eso es él el sentido del hombre y del mundo,
entrar en el reino, sino también participación y presencia del reino sentido presente y total. En su existencia resucitada tenemos una
en el convertido. Con la conversión, el hombre pasa a vivir imi- muestra de lo que nos espera a todos y al cosmos.
tando al Dios de infinita bondad y Padre misericordioso que ama 36
L. Boff, Salvación en Jesucristo y proceso de liberación: «Concilium»
indistintamente a todos y a todos ofrece la salvación. Surge una 96 (1974) 375-388.
La vivencia central de san Francisco 557

4. La vivencia central de san Francisco mundo x, tiene la experiencia de la vida en el reino. Con terribles
sufrimientos en el cuerpo y el alma, ciego y estigmatizado, oye en
espíritu una voz que le dice: «Alégrate hermano, y goza en medio
Si el reino de Dios representa la experiencia originaria de de las tribulaciones y enfermedades. En adelante estarás seguro
Jesucristo y si reino de Dios significa plena reconciliación, paz, como si estuvieras ya en mi reino» 39. El sol ilumina su tiniebla
señorío absoluto de Dios sobre todas las cosas, liberadas definitiva- interior. El espíritu se abre totalmente a la luz, y el corazón canta
mente de todo lo que se opone a que Dios sea todo en todas las la creación entera reconciliada. Nace el hombre nuevo en la ex-
cosas (cf. 1 Cor 15,28), entonces debemos decir que fue exacta- periencia suprema del reino de Dios **.
mente esa experiencia la que san Francisco buscó y realizó. La Los gestos externos de la imitación de Jesucristo son resultado
andadura de su vida se centró en buscar incansablemente a Dios de una fuerza interior: la búsqueda de un sentido absoluto encon-
y a Jesucristo en todas las cosas. No huyó del mundo; no dejó trado en Jesucristo. En este sentido, Francisco es un radical como
la tierra; no quiso construir un pequeño mundillo reconciliado Jesús. No hace concesiones a la situación decadente del hombre.
dentro del gran mundo revuelto J 7 . Buscó y encontró la reconci- Lo que quiere, lo quiere con toda intensidad. Por eso se niega
liación total en el corazón de la vida con todas sus contradiccio- a interpretar el evangelio, especialmente el Sermón de la Montaña.
nes, en la enfermedad, en la alegría, en el encanto de la naturaleza, Toma todo al pie de la letra, como un mensaje dirigido directa-
en la muerte. Todo en casa tiene categoría de hermano o hermana. mente a él, sine glossa. En Francisco, como en Jesús, encontramos
Se puede confraternizar con todo y dejar que el reino de Dios se la coexistencia viva de la siguiente paradoja: cuando anuncia y
concrete, porque es un reino de justicia, de libertad, de amor y vive el mensaje se muestra absolutamente intransigente; pero cuan-
de paz. Estos fueron los grandes valores del universo franciscano. do se encuentra con el hombre pecador, débil y peregrino se
Al reino de Dios se llega a través de un despojamiento total: muestra transigente y lleno de misericordia. No transforma su ra-
tal fue la enseñanza y el ejemplo de Jesús. Y despojamiento fue dicalismo en un fatalismo abstracto que puede pasar por encima
el camino concreto de Francisco. Vaciarse de toda voluntad de de las personas. Porque es intransigente y se guía siempre por
poder, de todo instinto de posesión, del afán de constituir el un absoluto, cuando se encuentra con la persona descubre en ella
centro es crear la posibilidad de que Dios se transparente en uno un absoluto y se detiene ahí, como quien está ante Cristo y ante
mismo y en las cosas. En Francisco, la pobreza constituye no sólo Dios. En ese amor misericordioso es intransigente; jamás hace
una virtud, sino también un modo de ser; la forma en que él concesión alguna a las normas abstractas.
realizó la fraternidad universal; con la pobreza eliminó todos los Debido a este radicalismo, Ratzinger ha escrito unas frases
obstáculos que se interponen entre el hombre y los otros y cons- que reflejan certeramente la esencia de la intuición de Francisco:
tituyen la fuente de los intereses que dividen. La vivencia concre- «El se guiaba por una fuerte conciencia escatológica, aunque, na-
ta y consecuente de la pobreza se plasmó en una confraterniza- turalmente, sin matices apocalípticos... Se encontraba muy lejos
ción con todas las cosas. Comenzó a aparecer lo que en Jesucristo de las especulaciones histórico-teológicas sobre el modo y el mo-
se llamó reino de Dios. mento del fin de los tiempos. Sin embargo, de una manera sor-
Desde el comienzo de su conversión, Francisco se considera prendente, totalmente original y no refleja, estaba lleno del espíri-
heraldo del gran Rey. Al final de su vida, al componer el «Cántico tu profundamente escatológico del cristianismo que se expresa en
de las criaturas», celebración del reino de Dios realizado en el 38
Cf. L. Boff, A nSo-modernidade de Sao Francisco. A atualidade do
modo de ser de s. Francisco face ao problema ecológico: «Vozes» 69 (1975)
335-348.
37
Al final del Sacrum Commercium, la Dama Pobreza pregunta a los her- " Cf. Legenda antiqua (perusina), en L. Bracaloni, // cántico di frate solé
manos: ¿Dónde está el convento?, y ellos la conducen a lo alto de una gran (Milán 1927) 21-25, aquí 22.
40
montaña desde la que se contempla la belleza de todo el universo y, exten- Cf. E. Leclerc, II cántico delle creature ovvero il símbolo delVunione
diendo los brazos, le responden: Este es nuestro convento; cf. Sacrum Com- (Turín 1971), sin duda el estudio más profundo que se ha escrito sobre el
mercium, n. 63. cántico de Francisco a las criaturas.
558 El seguimiento de Cristo La vivencia central de san Francisco 559

las palabras 'ha llegado el reino de Dios' (Me 1,15). Más a ú n : Francisco meditaba y contemplaba el camino de Jesús con tal
sin esta conciencia escatológica resultan incomprensibles Francis- intensidad que comenzó a identificarse con él. Asimiló el mismo
co y su mensaje, Cristo y el mensaje del Nuevo Testamento... En espíritu de Jesús. Jesús constituía la única realidad de su vida
realidad, si no se tiene en cuenta esta característica histórico- cotidiana: «Tenía a Jesús de muchas maneras: Jesús en el cora-
salvífica o, mejor, escatológica, cae por su base cualquier inter- zón, Jesús en los labios, Jesús en los oídos, Jesús en las manos.
pretación de franciscanismo» 41. En una palabra: Jesús en todo el cuerpo. Muchas veces, cuando
Esta dimensión escatológica permite comprender el modo de se sentaba a comer, al oír o pronunciar el nombre de Jesús o
ser de Francisco 42. No fue un idealismo lo que le llevó a imponer simplemente pensando en él, se olvidaba de la comida corporal...
el evangelio puro y simple como regla a los frailes menores. Tal Otras veces, cuando iba por un camino, comenzaba a meditar sobre
decisión se basó en la misma experiencia de radicalidad de Je- Jesús o a cantar en su honor y, en vez de proseguir el viaje, se
sucristo, que va más allá de todo lo posible, de todo lo razonable detenía e invitaba a todas las criaturas a alabar a Jesús» 44.
y de todo lo realizable en este mundo. Lo mismo que Jesús, Fran- Esta imitación espiritual hacía natural la imitación corporal
cisco propone lo imposible para lograr lo posible. Ambos están de los gestos del Jesús histórico: andar predicando por los cami-
totalmente poseídos por la confianza ilimitada que les hace confiar nos, vivir en extrema pobreza, imitar el nacimiento de Jesús,
ciegamente en el Padre que alimenta las aves del cielo y viste repetir la última cena, etc. La imitación de los actos externos del
los lirios del campo y se cuida de los cabellos de la cabeza Jesús histórico —de los rasgos de su humanidad y del misterio
(Mt 6,25-32). de la encarnación— supone la imitación de su interioridad, de la
El elemento formal e interior es la vivencia de la radicalidad experiencia jesuánica que Pablo describe certeramente en Flp 2 :
escatológica, característica del Jesús histórico; el elemento material la profunda humillación del Altísimo Hijo de Dios. Aquí radica-
es la observancia literal del evangelio y de los gestos fundamenta- ba para Francisco lo fascinante de la encarnación; en ella se ve
les de Jesucristo. El segundo se entiende a partir del primero. No la profunda humildad de Dios, que en Jesús se hace siervo de
es un imitar por imitar. La imitación está al servicio de una expe- toda criatura humana. Francisco procura reproducir esa experien-
riencia interior. Sólo así se entienden las palabras con que Celano cia. De ahí que el tema central de esa imitación resida en la
resume la aventura de Francisco: «La suprema aspiración, el pobreza. La pobreza no es un fin. Francisco no es pobre por amor
deseo más vehemente y el más eficaz propósito de nuestro bien- a la pobreza como tal. Esta constituye la forma más perfecta de la
aventurado Francisco era guardar en todo y por todo el santo imitación de Jesucristo, que fue pobre interior y exteriormente.
evangelio y seguir e imitar con toda perfección y solícita vigilan- En la encarnación, se vació de forma completa y total. Francisco
cia, con todo el cuidado y afecto de su entendimiento y con todo quiso hacer esta misma experiencia mediante la pobreza. De ahí
el fervor de su corazón los pasos y las doctrinas de nuestro Señor que la llamara virtud real: fue la virtud del Rey de Reyes y de su
Jesucristo. Recordaba sus divinas palabras con meditación asidua Madre 45. La pobreza es la actitud fundamental de quien se despoja
y con sagaz penetración consideraba sus obras. Pero lo que más hasta poder acoger al otro, en este caso a Jesús, como el sentido
constantemente ocupaba su pensamiento, hasta el punto de no que- radical de toda la existencia. El vacío humano es condición para
rer pensar en otra cosa, era la humildad de su encarnación y el la plenitud divina. Este sentido de la pobreza lo explícito Fran-
amor infinito de su pasión santísima» 43 . cisco en la regla no confirmada: «Por la santa caridad que es
Dios, ruego a todos los hermanos, tanto a los ministros como a
41
los otros, que eliminen todos los obstáculos y olviden todos los
J. ítatzinger, Geschichtstheologie, 41. cuidados y preocupaciones para dedicar lo mejor de sus fuerzas
42
En esta línea escatológica se sitúan W. Nigg, Vom Geheimnis der Manche
(Stuttgart-Zurich 1952) 249-285, espec. 254; K. Esser, Mysterium paupertatis. a sentir, admirar y honrar con corazón recto y mente pura al
Die Armutsauffassung des hl. Franziskus von Assisi: «Wissenschaft und
Weisheit» 14 (1951) 177-189; E. d'Alengon, L'áme franciscaine (París 1913); 14
E. Benz, Ecclesia spiritualis, 49-138. 1 Celano, 115.
43 45
1 Celano, 84. 2 Celano, 200; S. Buenaventura, Leyenda de san Francisco, c. 7, n. 1.
560 El seguimiento de Cristo La vivencia central de san Francisco 561

Señor nuestro Dios, pues esto es lo que él desea sin medida» A 6 . frontispicio de su celda y solía firmar con ese signo las cartas. La
Aquí aparece nuevamente el radicalismo escatológico de Fran- tau es la señal escatológica que los redimidos llevarán en la frente.
cisco. Para Francisco era el símbolo de la cruz de Cristo y el distintivo
En realidad, el sentido verdadero y profundo de la pobreza se de los peregrinos en su caminar hacia la parusía. Esta peregrina-
revela cuando se contempla a través del prisma de la escatolo- ción era interpretada por él como éxodo o desierto, temas eminen-
gía 4 7 . Cuanto más pobre se es, más se vive de la esperanza. La temente escatológicos. Francisco veía en Cristo el camino por el
pobreza total prepara para la riqueza del reino. Francisco obser- exilio de este mundo y creía que él y su pequeño grupo constituía
va : «Nosotros, que hemos abandonado todo, debemos estar aten- el pequeño resto que, en permanente éxodo bíblico atraviesa el
tos, no sea que por poca cosa (el dinero) perdamos el reino de desierto en peregrinación hacia la casa del Padre. Francisco quiso
los cielos» 48. La pobreza, continúa Francisco, nos hace herederos establecer con los suyos una alianza nueva y eterna que los vinculara
del reino de los cielos 49 . Anticipa y prepara la realidad del reino, indisolublemente al seguimiento del Señor humilde y pobre, siervo
de Dios en todas las cosas. (1 Cor 15,28), pues cuanto más vacíos y sometido a todos 5 4 .
y pobres estemos, más espacio habrá para la riqueza de Dios y
Lo que para Jesucristo fue la resurrección, donde, en palabras
más profundamente «tendrá él su morada permanente en nos-
de Orígenes, el reino se realizó de forma personal en la persona
otros» 50. En su trayectoria personal, Francisco consiguió sumer-
de Cristo, fue para Francisco el «Cántico de las criaturas». Ahí
girse de tal manera en el mysterium paupertatis del Hijo de Dios
aparece la total unidad y la plena reconciliación de toda la crea-
que pudo hacerlo visible a sus contemporáneos, los cuales pudie-
ción ante Dios. El mundo está ahora libre del pecado; es herma-
ron reconocer en él la epifanía del Crucificado. El mismo aparece
no y hermana y canta, incluso con la muerte, la gloria del
ante los cristianos como una anticipación de la escatología, en la
Creador y Padre. La búsqueda de un sentido absoluto se paraliza
que los salvados aparecerán como imágenes y semejanzas de Cristo.
porque ha encontrado su descanso en una total realización. Tanto
La dimensión escatológica de Francisco aparece claramente en para Cristo como para Francisco, el reino se ha realizado; se hal
su Testamento, como han notado los especialistas 51 . Francisco no producido la transformación de toda realidad. Dios es todo en
emplea el término testamento en el sentido profano de «última todas las cosas. Pero hay una diferencia que no queremos escamo-
voluntad de un moribundo», sino en el sentido eminentemente tear: con Cristo, el reino se dio de forma definitiva y escatoló-
bíblico de una alianza con los suyos, a ejemplo de Jesucristo en gica, porque él, como Hijo de Dios fue entronizado en la re-
la última cena. El grupo de los hermanos era considerado por surrección como Señor del cosmos. Jesús posee ahora una dimen-
Francisco como un pusillus grex51; la comunidad primitiva tenía sión metahistórica. Francisco se queda en una dimensión histórica;
conciencia clara de formar un nuevo pueblo de Dios, un novus, anticipa, de manera no igualada hasta hoy en la historia del cris-
unus, humilis populas53. El propio Francisco tenía la tau en el tianismo occidental, lo que será la transfiguración y la semejanza
con el Principio de toda novedad y del nuevo cielo y la nueva
"* Regra nao bulada, c. 22.
41
Cf. K. Esser, Mysterium paupertatis, espec. 187-189; H. Schalück, Armut tierra: Jesucristo. Francisco, hijo en el Hijo, es por antonomasia
und48Heil (Paderborn 1971). un sacramento que recuerda y hace presente a nuestros ojos el
45
2 Celano, 74.55; Regla aprobada, c. 6. misterio de Jesucristo, de su causa, de su radical experiencia, de
51
Regra nao bulada, c. 22. su paso histórico entre los hombres.
A. van Corstanje, Un peuple de pelerins. Essai d'interprétation biblique
du Testament de Saint Frangois (París 1964); K. Esser, Das Testament des Francisco se constituyó así en un espejo de Cristo, porque
heiligen Franziskus von Assisi (Münster 1963). Cristo fue para él un espejo en el que se reflejó y, a lo largo de
52
Speculum perfectionis, c. 26: «Quadam vice dixit beatus Franciscus,
religio et vita fratrum minorum est quídam pusillus grex, quem Filius Dei in su vida, descubrió su propia identidad. Al reflejarse en Cristo,
hac novissima hora postulavit Patri suo caelesti dicens: Pater, vellera quod la- se puso en el camino de asemejarse a él hasta el punto de poder
ceres et dares mihi unura novum et humilem populum in hac novissima
hora...»; cf. 1 Celano 89.
53
Cf. Speculum perfectionis, c. 26. Cf. A. van Corstanje, op. cit., 135.
562 El seguimiento de Cristo El destino del cristianismo y del franciscanismo 563

reproducir en sí mismo la imagen del propio Cristo. Así, el espejo cisco. Y el fin de Cristo y Francisco es Dios en su insondable
y la imagen, sin perder su identidad, llegan a una identificación. misterio.
La institución, por ser una creación cultural y concreta, es
siempre limitada. Pero ese límite no puede encerrar la fuerza
5. El destino del cristianismo y del franciscanismo que emana del carisma de Jesucristo y de Francisco. Esa fuerza
constituye un desafío constante para la institución, y le hace ser
En términos generales podemos decir que ni Cristo ni Francis- lo que debe ser: función del carisma e instrumento de su encar-
co centraron sus preocupaciones en la institución. En otras pala- nación histórica. Sin la institución, el carisma se pierde como
b r a s : la Iglesia y la orden franciscana como instituciones históri- fuerza transformadora de la historia; sin el carisma, la institución
cas (no como comunidades de vida y de gracia) son fruto derivado degenera en un mecanismo de fórmulas, gestos y en tradiciones
y consecuencia de una experiencia de vida. Lo que movía a ambos esclerotizadas. El carisma cristiano y el franciscano no se oponen
no era organizar una sociedad con firmes raíces, sino sembrar a la institución, sino que se relacionan dialécticamente: el carisma
esperanza, suscitar amor, abrir a la fe, orientar hacia Dios, rom- no puede vivir sin la institución, y viceversa. Porque existe una
per las amarras que impiden al hombre el acceso al Misterio y Iglesia y hay una Orden, Jesucristo y san Francisco son recorda-
crear espacio para la libertad de la gracia y de la novedad divi- dos y venerados constantemente y actúan en la vida de los hom-
nas. En esta perspectiva debemos decir que, sociológicamente, ni bres suscitando energías latentes de carácter humano y divino.
Jesucristo fue cristiano ni san Francisco fue franciscano. Uno y Pero su acción no se agota en una entidad cerrada: es universal.
otro están en la raíz de esos movimientos. Sin ellos son incom- En la historia de los hombres habrá siempre espíritus exigen-
prensibles los movimientos, la Iglesia y la Orden. Pero ni el mis- tes, espíritus que no se contentan con lo mediocre y lo repetitivo,
terio y significado trascendente de Jesucristo ni el de san Fran- sino que buscan lo alto, la luz y la realización de una utopía.
cismo se agotan en las interpretaciones que se dan en los do'., Para ellos, Cristo será la luz, y Francisco la luz de la luz. Por
sistemas. Cristo es siempre mayor que la Iglesia, y su acción llega ellos tenemos la certeza inquebrantable de que la gracia divina
más allá de los límites visibles de ésta. Francisco es siempre más no ha abandonado jamás la pobre tierra de los hombres.
que la orden franciscana, y su significado se percibe más allá de
los límites de la Orden. Ambos son expresión de lo que hay de
más humano y divino en el hombre, y Jesucristo representa la 6. La estructura crística del hombre,
humanidad unida indisolublemente a Dios. Por eso hablan per- base del seguimiento
manentemente a todos los que buscan su verdadera humanidad
y quieren llegar a Dios. El seguimiento de Cristo y la adecuación de Francisco al ca-
La función de la Orden y de la Iglesia no es encerrar en sus mino de Jesús no se pueden comprender en sus justos términos
sistemas a Jesucristo y a Francisco, sino actuar como un sacra- si se reducen a su dimensión moral. La dimensión moral remite
mento. Hacen visible en el mundo el misterio de ambos y sirven a una realidad más profunda. El querer (aspecto moral) supone
de instrumento para la experiencia de la misma andadura de los un poder (aspecto ontológico). El poder imitar implica, a su vez,
dos. Están, pues, al servicio de Jesucristo y de san Francisco, no una estructura ontológica, que es la fuerza del poder y del querer.
para domesticar las personas dentro de las normas de cada una Ya hemos dicho que la imitación de Francisco, porque no se re-
de las instituciones, sino para crear unas condiciones que permi- duce a copiar lo externo, significa una participación en la pro-
tan intentar el mismo camino y articular la misma experiencia fundidad y la experiencia de Cristo. Nos hallamos ante un misterio
del misterio de Dios en el mundo. La tentación constante de la de sintonía. Francisco pudo seguir a Jesucristo y sumergirse en su
Iglesia y de la Orden es la de sustantivarse; olvidar que no son experiencia porque llevaba a Cristo dentro de sí. Tenía en su in-
la realidad que representan: constituyen la memoria permanente terior la dimensión de Cristo. La alimentó. Hizo que creciera.
de ambos, sin poder sustituirlos. Su finalidad es Cristo y Fran Dejó que madurara plenamente. Eso sólo es posible si entende-
La estructura crística del hombre 565
564 El seguimiento de Cristo

mos la imitación en términos de realidad y de ontología. Así lo oboedientialis) y realicemos plenamente nuestra conformidad con
hizo magistralmente la escuela franciscana, en especial sus grandes Jesucristo. Dios decidió que, en la historia peregrina hacia el rei-
maestros Buenaventura y Juan Duns Escoto, basándose en la teo- no, sólo Jesús de Nazaret fuese asumido hipostáticamente. Pero
logía de las cartas a los Efesios y los Colosenses, en el Prólogo eso no destruye nuestra posibilidad ontológica, que está abierta
de Juan y en la carta a los Hebreos 5 5 . a una realización futura en la gloria de Dios, en la medida pro-
pia de cada uno, diferente de la realizada por Jesucristo. El es el
Según esta teología del Nuevo Testamento, Jesucristo no sólo
primero entre muchos hermanos. Nosotros lo seguiremos (cf.
es objeto de meditación y amor en su dimensión histórica, sino
Rom 8,29).
que está inserto en la historia de la salvación. El primer hombre
no fue Adán, sino Jesucristo en su santa humanidad. El es el En la peregrinación terrena, viviendo la ambigüedad del pe-
primogénito de toda criatura, porque en él fueron creadas todas cado y de la gracia, podemos asemejarnos cada vez más a Jesu-
las cosas. En él tiene todo su existencia, su consistencia y su sub- cristo. Intentando seguirlo, imitando al santísimo Hijo de Dios
sistencia. El es el principio, el ejemplar de todos los seres. Sin él, humanado, vamos despertando la dimensión crística que hay en
las cosas y el mundo se hallarían como sin cabeza ni sentido nosotros. Cristo comienza a vivir desde nuestro interior y trans-
(Ef 1,10; Col 1,15-20; J n 1,3; Heb 1,2.7-8) *>. En otras palabras: figura nuestra existencia a la luz de su transfiguración.
toda la realidad existente lleva dentro de sí rasgos crísticos. Hay, San Francisco fue un maestro en el seguimiento de Jesús. La
pues, una dimensión crística que penetra la realidad entera, en dimensión crística latente en su ser puede explicitarse en contacto
cuanto que toda ella ha sido creada en, por y para Cristo. Esto y confrontación con el Jesús histórico y el Cristo de la fe. Fran-
debe pensarse en términos de ontología y de estructura y no en cisco llevó tan lejos su conformación que al final podía repetir
términos de conciencia y de moral. En virtud de esta cristicidad la experiencia mística de san Pablo: «No soy yo quien vive; es
universal, el hombre ha sido hecho no sólo a imagen y semejanza Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20).
de Dios (Gn 1,27), sino principalmente a imagen y semejanza de Así llegó Francisco a ser no sólo un santo, sino también un
Cristo (cf. Rom 8,29; Col 1,15-16). Cada hombre lleva dentro hombre privilegiado en el que podemos descifrar nuestra propia
de sí este misterio: el Cristo oculto. Por eso la encarnación no profundidad. Es un permanente desafío antropológico. Se sumer-
sólo guarda relación con Jesús de Nazaret, sino que afecta a to- gió con tal intensidad en el misterio religioso de nuestra existencia
dos los hombres. Por ella, Dios realizó una posibilidad que estaba que en él nos reencontramos y encontramos un llamamiento in-
latente en la naturaleza humana y había sido colocada ahí por él: contenible a buscar el Absoluto, a poseerlo y a dejarnos poseer
la de unirla hipostáticamente al Verbo eterno. por él, a formar con él una sola historia y una sola vida. En esto
En la naturaleza humana y santísima de Jesús se realizó esa reside el sentido de cristicidad de la creación. Junto a Jesús de
posibilidad de forma exhaustiva y escatológica. Jesús es nuestro Nazaret, Francisco representa una de las mayores expresiones
hermano. Pero nosotros tenemos también esa posibilidad ontoló- de tal sentido. Por eso constituye uno de los más preclaros evo-
gica. Nada impide que seamos asumidos por Dios (potentia cadores de esta dimensión en medio de los hombres. De ahí la
fascinación que, a semejanza de Jesucristo, ejerce siempre en los
55 espíritus atentos a la historia. Porque ambos son articulaciones
Cf. C. Koser, Cristo homem, rezno de ser da criagáo, en O pensamento
franciscano (Petrópolis 1960) 37-45; Primogénito da criaqáo. Principios teoló- diferentes de un mismo Misterio.
gicos do Beato J. Duns Scotus para urna teología da criacáo. Versáo anotagoes
de J. Jerkovic: «Vozes» 60 (1966) 34-39; R. Noth, The Scotist Cosmic Christ,
en De Doctrina loannis Duns Scoti III (Roma 1968) 169-217; H. Mühlen,
Sein und Person nach J. D. Scotus (Berlín Occ. 1954) 95ss.
M
Cf. R. Brinkmann, Die kosmiscke Stellung des Gottmenschen in pauli-
nischer Sicht: «Wissenschaft und Weisheit» 13 (1950) 6-33; R. Feuillet, La
création de l'univers dans le Christ d'aprés Fépitre aux Colossiens (1,16a):
«New Testament Studies» 12 (1965) 1-9; A. Galloway, The Cosmic Christ
(Oxford 1951).
EL EVANGELIO
DEL
CRISTO CÓSMICO
Título original:
INTRODUCCIÓN
O EVANGELHO DO CRISTO CÓSMICO
A realidade de um mito
Entre las diversas corrientes que tratan de ofrecer una inter-
O mito de urna realidade
pretación religiosa del mundo queremos destacar dos: la secula-
Petrópolis 1971 rización y la diafanía crística de Teilhard de Chardin.

1. La secularización

Los teólogos de la secularización han desarrollado un modelo


según el cual el hombre vive en el mundo etsi Deus non daretur
(como si Dios no existiese) : Dios no se deja ver en él. El mundo
es mundo y herencia del hombre, donde él ejerce su libertad y su
creatividad. Ese mundo perdió su numinosidad; de él fueron des-
terrados todos los dioses. Se sacan así las últimas consecuencias
de la fe bíblica de que el mundo es mundo-criatura de Dios y no
Dios mismo. Dios está totalmente dentro del mundo, pero más allá
de él. Sólo el hombre es la epifanía de Dios. Es su mandatario y
lugarteniente. Lo que Dios hizo con el caos de la nada debe ha-
cerlo el hombre con el m u n d o : organizado y crearlo como pai-
saje humano y fraterno. Nos hallamos ante un modelo de inter-
pretación cristiana del mundo.

2. La diafanía crística

El otro modelo, presentado ejemplarmente por Teilhard de


Chardin, se articula de manera muy diferente. Se parte de un
presupuesto fundamental: si el cristianismo no es una ideología,
sino una palabra esencial sobre la realidad que vivimos en su
última radicalidad, entonces debe legitimarse y mostrarse de al-
guna forma, en un fenómeno, el fenómeno cristiano. Si la fe dice
que todo es creado en, por y para Cristo, y todo tiene su consis-
tencia esencial y existencial en Cristo, si eso es verdad, entonces
debe aparecer de alguna manera. El mundo no está tan hermé-
ticamente cerrado que no contenga indicios reveladores de esa
profundidad crística. La obra de Teilhard quiere recoger esos
indicios y estudiarlos de forma sistemática. El mundo no es tanto
la epifanía cuanto la diafanía de esta realidad en el corazón
del ser.
570 El evangelio del Cristo cósmico Método estructuralista y cristología cósmica 571

No es tarea de este trabajo analizar la oportunidad y legiti- que ya lo tiene ampliamente en otros lugares 4 , un debate sobre
midad que ambos modelos se atribuyen. Nos limitaremos a abor- estructura, función, sincronía, diacronía y otros términos de la
dar el segundo. Sabemos que es difícil vivirlo hoy, en un mundo jerga estructuralista.
que celebra la secularización y festeja sus triunfos, pero contiene Vamos a recorrer un camino muy sencillo. Tomaremos un
valores de gran profundidad humana y espiritual. Lo estudiare- autor conocido y muy leído, Teilhard de Chardin. Expondremos
mos con ayuda de un método que, tal vez mejor que ningún otro, su visión del Cristo cósmico, esto es, de las relaciones entre Cristo
pueda resaltar su grandeza: el método estructuralista. y el cosmos, de la inmersión y transfiguración de Cristo en el
corazón de la materia. Y esto de manera lógica y concatenada,
de forma que aparezcan claramente el sistema, la totalidad y la
3. Método estructuralista y cristología cósmica unidad de los elementos conformantes. Después nos preguntare-
mos por su comprensibilidad. ¿Cómo se entiende esto? En prin-
El estructuralismo es fundamentalmente un método y, como cipio, nos encontramos con algo sorprendente. La cristología cós-
tal, puede aplicarse a cualquier ciencia, incluso a la teología y a mica no es todo. Presupone algo más profundo a lo que quiere
la religión. Para el estructuralista —como afirma el pontífice del ser respuesta. La estructura, el sistema lógico que encontramos
estructuralismo, Claude Lévi-Strauss'—, el campo del pensamien- en la exposición de la cristología cósmica, es una estructura epi-
to religioso no es diferente del campo del pensamiento puro y dérmica de un problema o quizá de una estructura más profunda.
simple. Los contenidos religiosos pueden ser diferentes, pero el Lo que Teilhard quiere resolver con la cristología cósmica es el
funcionamiento del espíritu humano no necesita ser diferente problema de la unidad de la realidad. Este problema posee una
del de los demás procesos. estructura propia que se manifiesta de una forma típica, espe-
El diálogo entre el estructuralismo —como método y como cialmente en el mito. Intentaremos, mediante el análisis de varias
ideología— y las ciencias teológicas se inició hace tiempo, y no tipologías, desenmarañar esa estructura inconsciente 5 . Describien-
vamos a referir ahora sus méritos y fallos 2 . Tampoco vamos a do las estructuras superficiales de las varias tipologías, se ve cla-
exponer aquí qué es el estructuralismo como método y qué es la ramente que en todas ellas está presente una estructura elemental,
cristología cósmica para tender luego un puente entre ambos. un núcleo primitivo. Las varias tipologías se limitan a hacer cons-
Dado que el estructuralismo es un método 3, lo emplearemos sen- ciente y dar forma histórica y temporal a la misma grandeza
cillamente para exponer la cristología cósmica. El método es, inconsciente y latente en todas ellas.
pues, algo que suponemos, que tomamos como un instrumento Descodificar y descifrar esa realidad profunda es entender la
dado. No será, por tanto, objeto de nuestra exposición, sino medio cristología cósmica en sus varias formulaciones históricas. Al cre-
para ella. Por consiguiente, el lector no encontrará aquí, dado yente no le basta desvelar y describir esa grandeza descubierta:
1
se pregunta por el contenido de la realidad teológica encerrada
2
A contre-courant: «Le Nouvel Observateur» 115 (1967) 31. en ella. Esto equivale a lanzar una pregunta que abarca un campo
Cf. F. H. Lepargneur, Fé crista e posicoes filosóficas implicadas no es-
truturalismo : REB 29 (1969) 64-102; G. Schiwy, Strukturalismus und Theo- mayor que el de la antropología. ¿Por qué el cristiano ve toda
logie: «Theologie und Philosophie» 44 (1968) 523-541; id., Strukturalismus la realidad cristificada y, de alguna forma, inserta en el miste-
und Christentum (Friburgo 1969); P. J. Jossua. Immutabilité, progrés ou rio de Cristo? ¿De dónde viene esa estructura profunda, latente
structurations múltiples des doctrines chrétiennes: RSPhTh 52 (1968) 173-200; y presente en todas las tipologías? Para responder no tememos
E. Rideau, Le stmcturalisme: NRTh 100 (1968) 918-935; P. Ricoeur, Estrutura
e hermenéutica, en L. Costa Lima, O estruturalismo de Lévi-Strauss (Petrópo- hacer una reflexión de metafísica religiosa, cuyo resultado es la
lis 1968) 157-191; P. Valon, Strutturalismo e morale: «La Civilitá Cattolica»
4
4 (1967) 422-434. Recomendamos una buena introducción al alcance de todos: J. Piaget,
3
Cf. el número de «Esprit» (mayo 1967) Structuralisme, idéologie et mé- Le structuralisme (Que sais-je?; París 1968); L. Costa Lima, O estruturalismo
thode; C. Lévi-Strauss, H. Lefebvre y otros, O método estrutura! (Río de Ja- de Lévi-Strauss.
5
neiro 1967); J. Pouillon y M. Barbut, Problemas do estruturalismo (Río de Cf. C. Lévi-Strauss, Anthropologie structurale (París 1958) 27, así como
Janeiro 1968). Tristes tro piques (París 1965) 44.
572 El evangelio del Cristo cósmico

visión de una cristología trascendental y cósmica, fundamento de PRIMERA PARTE


la realidad cristiana. Esta puede realizarse incluso fuera del ámbito
cristiano. Es una primera estructura del ser que se manifiesta TEILHARD DE CHARDIN:
aquí y allí bajo los más variados nombres. Ese sería el funda-
EL EVANGELIO DEL CRISTO CÓSMICO
mento último de una cristología realmente cósmica, tal como fue
vista y vivida por Teilhard y por otros muchos. El hecho de que
su expresión sea mítica no disminuye en nada su valor, sino En Teilhard de Chardin encontramos un cuerpo de ideas que
que confirma su profundidad. El «pensamiento salvaje» es primi- siempre estuvieron en su mente desde que empezó a pensar, que
tivo, pero no en sentido temporal, sino en el de que es el primero jamás abandonó durante su vida y sobre las que volvió con reno-
y más próximo al principio del lenguaje y de la comprensión. El vada insistencia, enriqueciendo la intuición fundamental con nue-
hombre técnico, que piensa y planifica con computadoras, es tam- vos datos y una mejor armonización con el todo. Una de estas
bién un hombre «salvaje y primitivo». ideas, sin duda de las más fundamentales, se refiere a Cristo. Ya
en 1924 pudo confesar que toda su actividad científica no tenía
Esta cristología cósmica, de carácter más estructural y onto-
otra finalidad que descubrir las reverberaciones del Corazón de
lógico, no se opone a la cristología histórica tal como la hemos
Cristo en el corazón de la materia. En 1947, en una carta breve,
articulado en todos nuestros ensayos anteriores. Constituye más
pero impresionante, decía: «Mi interés real en la vida es moverme
bien su fundamento último, impidiendo a todas las cristologías
irresistiblemente hacia una concentración cada vez más intensa
caer en un moralismo tedioso y, finalmente, inoperante. Esta cris-
en la cuestión básica de las relaciones entre Cristo y la homini-
tología nos quiere recordar continuamente que la liberación de
zación. Esto se ha convertido para mí en cuestión de io be or not
Jesucristo tiene una presencia definitiva en el mundo, ya asegu-
to be» 1. Al final de la vida, en su última profesión de fe, nos
rada y no amenazada, al margen del querer o no querer de los
legó su testamento sobre el tema, diciendo: «Hace mucho tiempo
hombres. Representa la victoria definitiva de Dios sobre los me-
que, tanto en La messe sur le monde como en Le milieu divin,
canismos del mal y la instauración realizada de su reino.
intenté, ante esas perspectivas apenas formuladas en mí, fijar mi
¿ Cómo actualizar ese acontecimiento en una historia que si-
admiración y mi preocupación. Hoy, tras cuarenta años de refle-
gue adelante? ¿Cómo hacer que nazca nuevamente de las pro-
xión continuada, siento la necesidad de presentar y comunicar de
fundidades de nuestro mundo, donde él está presente y oculto, el
nuevo la misma visión fundamental, de forma más madura. Tal
Jesucristo liberador? A ello intenta responder la cristología de li-
vez con menos frescor y exuberancia de expresión que en el mo-
beración. Pero sólo puede hacerlo en la fe de que el Señor,
mento de su primer encuentro, pero siempre con el mismo des-
en última instancia, ya ha liberado al mundo. Por más cautiva
lumbramiento y la misma pasión» 2 . Y las últimas palabras de
que se presente nuestra situación, ha sido liberada en Jesús y por
Teilhard, escritas el Jueves Santo, en vísperas casi de encontrarse
Jesús. Eso es lo que quiere decir el evangelio del Cristo cósmico.
con el que viene, cosa que tuvo lugar el Domingo de Resurrección,
nos dan a conocer su credo esencial: «Estos son los dos artículos
de mi credo: el universo se centra evolutivamente arriba y delan-
te. Cristo es su centro: fenómeno cristiano, noogénesis-cristogéne-
sis (Pablo)» 3 .

1
Carta del 23 de septiembre de 1947, en Lettres de voyage (1923-1955)
(París 1956) 290.
2
Le Christique, en C. Cuénot, Teilhard de Chardin. Les grandes étapes
de son évolution (París 1958) 450-451, o en Le milieu. divin (París 1957),
t. IV, 202-203.
3
T. V, 404-405.
Teilhard de Chardin 575

1. Cristología y evolución Teilhard está convencido de que sólo un Cristo, pensado y


amado en el corazón de la materia, podrá arrastrar al hombre
Esta última afirmación nos indica bajo qué perspectiva enfoca moderno y hablarlo íntimamente. Por eso, en 1936, se proponía
Teilhard el problema de la cristología. No se trata de un Cristo a sí mismo y a todo el pensamiento religioso moderno la siguiente
en el que se cree, en el que se piensa y al que se ama en el tarea:
marco de una visión del mundo estática y sobrenatural donde a) Desarrollar una física y una metafísica de la evolución.
los problemas de la cosmogénesis y de las relaciones de Cristo Una interpretación exacta de los datos lleva a descubrir un prin-
con la evolución son sólo epígonos del tratado de la cristología. cipio espiritual como estructura orientadora de la evolución, y
El problema ante el que se sitúa el hombre de hoy, habituado ésta aparece dominada por un centro personal de convergencia
a ver el mundo en evolución, es el siguiente: «El Cristo evangé- universal.
lico, imaginado y amado en las dimensiones de un mundo medi- b) Articular una cristología que tome en consideración las
terráneo, ¿es aún capaz de abrazar y centrar nuestro universo, dimensiones del mundo de hoy. No cosmos, sino cosmogénesis.
prodigiosamente engrandecido?» 4 . ¿Cómo integrar nuestra fe en El Cristo revelado por el dogma en Juan y Pablo es el centro
el Cristo cósmico, de quien el autor de las epístolas a los Colo- universal y cósmico. Tal hecho sería, para el físico y el metafísico,
senses y Efesios dice que todo fue creado por él, en él y para él, una hipótesis legítima, y para el creyente, un hecho real.
y que todo tiene en él su consistencia (Col 1,15-17), de forma que c) Desarrollar una mística y una moral en consonancia con
él es la cabeza de todas las cosas (Ef 1,22b; cf. 1,10) ? s . Para todo lo anterior, esto es, un evangelio de la conquista humana 10.
utilizar una formulación concisa y contundente de Teilhard: «¿En Toda su actividad de pensador y místico la dedicó a cumplir
qué debe transformarse nuestra cristología para permanecer fiel ese programa. Por él sufrió, lucho y bregó interior y exteriormen-
a sí misma dentro de un mundo nuevo ?» 6 . te. El mismo confesaba que el gran acontecimiento de su vida
Urge, pues, restituir a Cristo, dentro de nuestro mundo con- había sido «la gradual identificación, en el cielo de mi alma, de
cebido en términos de evolución ascendente, el señorío cósmico dos soles: uno de ellos es la cima cósmica postulada por una
que Juan, Pablo y el autor de la epístola a los Hebreos le atribu- solución generalizada de tipo convergente; el otro es el Jesús re-
yeron de acuerdo con sus concepciones precientíficas y estáticas. sucitado de la fe cristiana» " . En esa teología, «en el combate que
Para realizar esa tarea, Teilhard se siente llamado como un pro-
feta; pide a Dios que le haga «el apóstol y (si me atrevo a de- de Teilhard desconocido hasta entonces, Allegra narra lo siguiente: Desde
fines de abril de 1942 hasta 1945, Allegra tuvo ocasión muchos domingos, tras
cirlo ) el evangelista de vuestro Cristo en el universo» 7 , pues «en celebrar la misa en la calle Labrousse, donde vivía Teilhard en Pequín, de
este evangelio del Cristo cósmico reside tal vez la salvación de los discutir científicamente sobre la cristología cósmica de san Pablo y san Juan
tiempos modernos» 8 . Al escuchar en Pekín, en sus charlas con y de la escuela franciscana, particularmente de Duns Escoto. Estas conversa-
ciones se debieron inicialmente a las dificultades que encontraba el padre
Allegra, las perspectivas cósmicas del teólogo medieval francisca- Allegra, a quien el administrador apostólico en China monseñor Maria Zanin
no Juan Duns Escoto, exclamaba entusiasmado: «Esa es la teolo- había encargado examinar Le milieu divin con vistas a su publicación.
gía cósmica, la teología del futuro» 9. Las fórmulas teilhardianas sobre el Cristo cósmico chocaban a los oídos de
un escolástico. Sin embargo, al oír la exposición de la cristología cósmica,
4 tradicional en la escuela franciscana, Teilhard exclamó entusiasmado: «Con
Le milieu divin, 24. esta teología, no sólo se respira, sino que se avanza. Vosotros los franciscanos
5
Cf. Mrn univers (1918) t. IX (París 1965) 82, o Note sur le Christ uni- debéis defender y propagar el primado de Cristo como hicisteis con el dogma
versel
6
(1920) t. IX, 40. de la inmaculada y, si es posible, con mayor esfuerzo todavía. La Iglesia
Chrütologie et évolution (1933) t. X (París 1969) 95. debe hoy sentir a Cristo en sus dimensiones cósmicas; tiene necesidad de una
7
8
Le prétre (1918), en Écrits du temps de guerre (París 1965) 298. teología cósmica». (240-256). Cf. también, en el mismo t. III, G. Cardaropoli,
La vie cosmique (1916), en Écrits, 47. 11 cristocentrismo nel pensiero di Duns Scoto e di Teilhard de Chardin,
' P. G. Allegra, 11 primato di Cristo in S. Paolo e in Duns Scotus (Dialogo 259-290.
col P. Teilhard de Chardin), en De doctrina Joannis Duns Scoti. Acta Con- 10
Cf. Quelques réflections sur la conversión du monde (1936) t. X, 161.
gressus Scotistici Internationalis Oxonii et Edinburgi, 11-17 sept. 1966 11
celebrati III (Roma 1968) 219-258. En este artículo, que descubre un aspecto L'étoffe de F univers (1933) t. VII, 404.
576 El evangelio del Cristo cósmico Teilhard de Chardin 577

trabó contra sí mismo y que ganó» u, encontró oponentes y una sino exactamente el inverso: primero viene Cristo en su misterio
atmósfera hostil que lo redujeron, durante casi cuarenta años, al y en su trascendencia religiosa y sólo después, y por causa de él,
silencio en la China distante. Amaba a la Iglesia, que no le fa- el hombre, la vida y el cosmos. No son el cosmos y el hombre los
vorecía, hasta el punto de decir: «Bienaventurados los que sufren que, evolucionando, produjeron a Cristo, sino que Cristo produjo
por no ver a la Iglesia tan bella cuanto desearían y, a pesar de el cosmos y al hombre mediante las leyes de la evolución y los atrajo
eso, se muestran sumisos y suplicantes» 13. Su vinculación a la hacia sí.
Compañía de Jesús la entendía como «el punto de inserción y de Si quisiéramos expresar esta concepción en un lenguaje esco-
acción en el universo» 14. A ella fue fiel hasta la muerte, a pesar lástico, diríamos que, para Teilhard, Cristo era y es lo primero
de todas las dificultades que los superiores le pusieron. en la intención, pero en la exposición científica que elaboró, de-
bido a exigencias de método, aparece como lo último en la eje-
cución. El que aparezca al final en la exposición sistemática no
2. ¿Evolución de la cristología?
quiere decir que apareciese al final en el orden de la realidad:
Antes de exponer la cristología cósmica de Teilhard conviene ya estaba allí, en el final, y para ese final atrajo todo hacia sí;
aludir a las múltiples críticas lanzadas contra la ortodoxia de su no es un producto de la evolución, aunque en la exposición pa-
cristología cósmica. Así, la mayor crítica que se hace al sistema rezca serlo. La evolución es producto de Cristo, porque él es el
de Teilhard se resume en la afirmación de que la dinámica interna motor y el punto Omega de ella. Teilhard, a lo largo de toda su
de su visión lleva a incluir, en el proceso evolutivo, el misterio de vida, jamás afirmó la inmanencia de Cristo sin afirmar al mismo
Cristo y de su Cuerpo místico, así como el de toda la realidad tiempo su correlato; la trascendencia religiosa. Esto aparece claro
sobrenatural. La evolución, al parecer, desemboca en la cristogé- ya en sus primeros escritos. En Le Christ dans la matieren, de
nesis, como la cosmogénesis y la biogénesis dan lugar a la noogé- 1916, se percibe nítidamente cómo Teilhard pasa de la meditación
nesis. Y esto por la ley intrínseca de la evolución. Mirando el del Cristo eucarístico a su relación con la totalidad del cosmos;
sistema en su superficie, la objeción parece consistente, y de hecho como alrededor de la hostia consagrada se organizan todos los
son muchos los que por esto lo atacan y no pocos los que casi seres de modo que, en su existencia, dependan de esta hostia. En
no se atreven a defenderlo. El punctum saliens de la reserva de la el Milieu divin, de 1926, la idea queda ya perfectamente expresa-
Iglesia, manifestado en el monitum del Santo Oficio de 30 de da : el «medio divino» se identifica con el Verbo encarnado. Es
junio de 1962 15, se centra exclusivamente en ese punto. La crítica, el lazo sustancial y vivo de todo, el alma organizadora del pleroma
sin embargo, pierde consistencia si situamos exactamente la géne- que replet omnia in quo omnia constant. Lo mismo podría decirse
sis interior de la visión cósmico-crítica de Teilhard. En la segun- de los demás escritos eminentemente cristológicos, como Christolo-
da parte de este ensayo nos ocuparemos detenidamente de ese gie et évolution (1923), Comment je crois (1934), Le christique
punto. Aquí baste señalar que, antes de ser expuesta sistemática- (1955), etc. 1 8 . Con razón observa C. Tresmontant: «Desde el pun-
mente, su visión fue vivencia íntima y profunda. Si leemos con to de vista teológico, la obra de Teilhard se puede definir como
atención sus primeros escritos a partir de 1916, como La vie cos- un intento de sacar a luz los presupuestos y preliminares natura-
mique y Le Christ dans la matiere16, veremos, sorprendentemen- les de la perfección sobrenatural» 19. Todo el universo está natu-
te, que el orden de la concatenación sistemática no fue evolución, ralmente preadaptado al Cristo que ha de venir, porque todo fue
cosmogénesis, biogénesis, noogénesis y finalmente cristogénesis, hecho en él, para él y por él, y por eso está preadaptado a su
fin sobrenatural. La obra de Teilhard se consagra a estudiar po-
12
G. Crespy, La pensée théologique de Teilhard de Chardin (París
17
1961) 70. Ibíd., 85-107.
13
Genése ¿Cune pensée, en Lettres (1914-1919) (París 1961) 72. " Cf. especialmente los ensayos del t. IX: Science et Christ (París 1965)
14
Carta de julio-agosto de 1929, en C. Cuénot, Teilhard..., 149s. y del t. X: Comment je crois (París 1969).
15
Cf. «La Documentation Catholique» (15 julio de 1962) 949ss. " C. Tresmontant, Introduction á la pensée de Teilhard de Chardin (Pa-
16
Écrits du temps de guerre, 5-61; 94-101. rís 1956) 85.
578 El evangelio del Cristo cósmico

sitivamente las condiciones cósmicas, físicas, biológicas y antro- 3. Cristología en la evolución


pológicas que definen, en un intento arriesgado, esa maduración
de la creación por la que se hace capaz de recibir la plenitud del La cristología de Teilhard se mueve en tres direcciones:
fin sobrenatural 2 0 . — Primeramente, estudia las relaciones entre el cuerpo físico
¿ P o r qué se creó entonces la ilusión de una cristogénesis como de Cristo con el mundo material y con la humanidad, abarcando
una evolución de la noogénesis? Esta acusación vale no sólo para los misterios de la encarnación, eucaristía y resurrección.
Teilhard, sino también para la visión cristológica de Duns Escoto, — En una segunda consideración, se pregunta por el signifi-
bajo cuya influencia se sitúa claramente Teilhard 2 1 . La ilusión se cado de la muerte, del mal físico y del pecado en un contexto de
originó por no observar la distinción entre el orden de la inten- cosmogénesis; aquí se insertan los misterios de la muerte y re-
ción y el orden de la ejecución. Teilhard parte primeramente de surrección de Jesús.
su fe y de la vivencia concreta de los contenidos de esta fe. — Por último, intenta relacionar la evolución ascendente y la
«Jamás me habría atrevido a excogitar y formular racionalmente planetización del mundo con Cristo, creído y aceptado como el
la hipótesis del punto Omega si no hubiese encontrado en mi con- Pleroma y el punto Omega, con la Iglesia Cuerpo místico de Cristo
ciencia cristiana no solamente el modelo especulativo, sino también y con la parusía final. Nos ocuparemos seriamente de los aspectos
la realidad vida» 22. Además, Teilhard escribe para los errantibus primero y tercero 2 5 , porque ahí aparece mejor el lugar que ocupa
a via, los que están fuera de la fe cristiana, una obra apologéti- el Cristo cósmico dentro de su concepción. Haremos una exposi-
ca. Esto le obliga a seguir un método bien determinado: lo pri- ción rápida, pero objetiva, dejando para la segunda parte de este
mero que él pide al oyente no es un acto de fe, sino un asenti- trabajo la tarea de entender y situar el lugar hermenéutico de esta
miento racional a las varias etapas de la evolución, en cuya cum- visión.
bre se encuentra Cristo como punto Omega y centro universal y
personal. Lo que dice la fe —que Cristo es antes de todo, y todo
es por él y en él tiene su consistencia esencial y existencial—
quiere Teilhard hacerlo plausible a los hombres de ciencia. Si la fe
no es una ideología, tendrá que verificarse de alguna forma en la Teilhard de Chardin. O Evangelho do Cristo cósmico: «Vozes» 62 (1968)
historia y en la evolución de la materia. Teilhard pretende des- 223-256, 306-320; A. Jeanniere, Cosmogenése et christogenése, en Teilhard
entrañar y descubrir en el corazón de la materia lo que la fe dice de Chardin et la pensée catholique (París 1964) 230ss; C. Mooney, Teilhard
del Cristo de los evangelios. Con razón afirmaba: «Para conseguir de Chardin and the Mystery of Christ (Londres 1966), con bibl.; L. Scheff-
czyk, Die «Christogenése» Teilhard de Chardins und der kosmische Christus
la síntesis esperada por nuestra generación entre la fe en Dios y la bei Paulus: «Tübinger Theologische Quartalschrift» 143 (1963) 136-174;
fe en el mundo, no podemos hacer nada mejor que resaltar dog- A. Haas, Welt in Christus-Christus in Welt: «Geist und Leben» 37 (1964)
máticamente, en la persona de Cristo, el aspecto y la función 98-109, 184-202, 272-298, 356-376; G. A. Maloney, El Cristo cósmico. De san
cósmica que lo constituyen orgánicamente en el principio motor y Pablo a Teilhard (Santander 1970); Z,e Christ cosmique de Teühard de Char-
din. Textes rassemblés et presentes par Attila Szekeres (París 1969). El libro
rector, en 'alma' de la evolución 23 . Una vez aclarada esta postura no responde al título, pues contiene los más diversos temas; sólo el artículo
fundamental de Teilhard, que lo libra de múltiples malentendidos de Szekeres, La pensée religieuse de Teilhard de Chardin et la signification
y críticas, podemos pasar a exponer su cristología cósmica M . théologique de son Christ cosmique, 333-402, aporta alguna contribución al
tema; A. Feuillet, Le Christ sagesse de Dieu a"aprés les épitres pauliniennes
(París 1966) 376-384. El autor discute detalladamente la concepción cósmica
20 de Teilhard; L. Boff, Das universale sacramentum salutis ais die kosmische
Ibíd., 88; G. Crespy, Le Christ de Teilhard de Chardin: «Revue de
Théologie et de Philosophie» 9 (1959) 297-321, aquí 310-311. Kirche, en Die Kirche ais Sakrament im Horizont der Welterfahrung (Pa-
21 derborn 1971).
22
Cf. la nota 9 y la nota 11 del capítulo segundo. 25
Le phénoméne humain, t. I (París 1955) 328. No abordamos la segunda dirección de la cristología de Teilhard, que
23
Christ et évolution (1945) t. X, 210-211. exigiría estudiar una serie de problemas sin relación directa con la cristología
24
La bibliografía sobre el Cristo cósmico de Teilhard de Chardin es enor- cósmica. Ofrece una buena orientación el libro de P. Smulders, A visáo de
me. Aquí sólo vamos a indicar los trabajos más significativos: J. Jerkovic, Teilhard de Chardin (Petrópolis 1965) 164-190.
Teilhard de Chardin 581

a) Encarnación, resurrección y cosmos. En Le christique29, Teilhard desarrolla en tres etapas la inser-


ción de Cristo en la evolución del cosmos.
El realismo de la encarnación, en la que Dios no sólo tocó 1) En primer lugar, hallamos la tangibilidad de orden espe-
la materia y la vida, sino que asumió hipostáticamente una parte rimental, debido a la inserción histórica (por nacimiento) de Je-
vital de esa materia, nos lleva a ver al hombre Jesús de Nazaret sucristo en el mismo proceso de la evolución. Si Cristo es hombre-
como parte de nuestro cosmos y de nuestra historia. La encarna- Dios, entonces en aquello que tiene de hombre se inserta en nues-
ción parece, con razón, una «prodigiosa operación biológica». tro mundo en cosmogénesis. Entra en el proceso evolutivo. Más
Porque era parte integrante del cosmos, el hombre Jesús de Na- a ú n : la evolución avanzó para producir al hombre, y la humani-
zaret interviene en el proceso evolutivo de este mundo. Así lo dad evolucionó para engendrar al assumptus homo (non. Deus
exige la fe, una concepción realista y no docetista ni extrinsecista consumptus) Jesús de Nazaret. En él se dio el encuentro del ascenso
de la encarnación. De suponer y aceptar una evolución conver- cósmico con el descenso divino. El es verdaderamente el sacra-
gente, se deduce para la encarnación la siguiente consecuencia: mento del encuentro de Dios y del mundo. «Crear, acabar y pu-
«Independientemente de toda interpretación religiosa, el mismo rificar el mundo, como leemos en Pablo y Juan, es para Dios
juego del pensamiento y de la experiencia nos lleva a suponer unificarlo, uniéndolo orgánicamente a sí. Pero ¿cómo lo unifica?
en el universo la existencia de un centro de confluencia universal. Sumergiéndose parcialmente en las cosas, haciéndose 'elemento'
Debe de haber en el cosmos, por constitución (para que se man- y después, gracias a este punto de apoyo encontrado interiormen-
tenga y pueda seguir adelante), un lugar privilegiado donde, te en el corazón de la materia, tomando la dirección y la cabeza
como en un lugar de encuentro universal, todo pueda ser visto, de lo que nosotros llamamos evolución» 30 . Si concebimos el uni-
todo pueda sentirse, todo pueda ser gobernado y animado, todo verso como una estructura convergente y cónica (según la concep-
pueda ser tocado. ¿No es ésta una posición maravillosa y exacta ción del cardenal Vital du F O U T ) , entonces «Cristo encuentra u n
para colocar (o mejor reconocer) a Jesús?» 2 6 . Teilhard ve en la lugar ya listo (el vértice) en que puede insertarse y desde donde
encarnación el punto hacia el que caminan y donde se encuen- puede irradiar a la totalidad de los siglos y de los seres. Por otro
tran todas las líneas ascendentes de la evolución. A Jesús encar- lado, gracias a los lazos genéticos que existen, en todos los grados
nado le convienen físicamente, sin «glosas» 27 , las propiedades del tiempo y del espacio, entre los elementos de un mundo con-
más desconcertantes que le atribuyó san Pablo. El es el primero vergente, la influencia crística, lejos de confiarse a las razones
y la cabeza; en él tienen todas las cosas su consistencia y todo misteriosas de la 'gracia', se difunde y penetra en la masa entera
se consuma. Esta concepción, más fisicista y orgánica, de la cris- de la naturaleza en movimiento. En un mundo así, Cristo no
tología hace que Cristo sea Señor del mundo no sólo porque él podría santificar el espíritu sin elevar y salvar (como afirmaban
así se declaró, sino porque anima, abraza, dirige, conduce, cen- los Padres griegos) la totalidad de la materia» 3 1 . Cristo es, por
traliza, unifica, purifica, recupera, culmina y consuma todo el tanto, el centro hacia el que convergen todos los límites de la
universo. «Cristo no es un accesorio añadido al mundo, un adorno, evolución; una vez alcanzado y realizado ese centro, influye, uni-
un rey como hacemos de él, un propietario... El es el Alfa y la fica y cristifica toda la evolución.
Omega, el principio y el fin, la piedra fundamental y la clave de 2) La expansibilidad del orden universal del centro crístico
la bóveda, la plenitud y lo plenificante. Es el que consuma y el alcanza su real dimensión en la resurrección. La encarnación sitúa
que da consistencia a todo. Para él y por él, vida y luz interior a Cristo en un punto dentro del cosmos y de la evolución. La
del mundo, se realiza, con lamentos y esfuerzos, la convergencia resurrección confiere a Cristo una dimensión realmente cósmica.
universal de todo el infinito creado» 2S. Su cuerpo glorioso es coextensivo a todo el cosmos. En ese sen-
26
Christologie et évolution, 106. 29
27
Ibíd., 107. 30
Le christique, de 1955, inédito.
28
Science et Christ ou analyse et synthése (1921) t. IX, 60; cf. también Le phénoméne humain, 327.
31
Super-Humanité, Super-Christ, Super-Charité (1943) t. IX, 209-210. L'Esprit nouveau, en L'avenir de l'homme (París 1959) t. V, 123-124.
582 El evangelio del Cristo cósmico Teilhard de Chardin 583

tido, la resurrección «es un formidable acontecimiento cósmico, universal 37 . Por su posición, en cuanto que es el «hilo concreto
pues marca la toma de posesión efectiva, por Cristo, de sus fun- que une entre sí todas las entidades universales y les confiere
ciones, de centro universal» 3Z. Aquí se realiza, de verdad, la sín- un último poder de apoderarse de nosotros» 3 8 ; de ser el punto
tesis entre lo crístico y lo cósmico. A partir de su resurrección, Omega que atraiga todo a sí, de forma que el universo no puede
Cristo «irradia sobre todo el universo como una conciencia y una ser bicéfalo 39. Y por su función, en cuanto que Cristo punto Ome-
actividad dueñas de sí mismas. Cristo brotó del mundo después ga «no se comporta como si fuera un punto de convergencia
de ser bautizado en él. Se extendió hasta los cielos después de muerto y pasivo, sino que es el centro de irradiación para las
tocar las profundidades de la tierra: Descendit, ascendit ut im- energías que conducen el universo a Dios a través de su huma-
pleret omnia (Ef 4,10). Cuando, frente a un universo cuya in- nidad» 40. En virtud de esta dimensión cósmica universal, Cristo
mensidad física y espiritual se nos presenta cada vez más verti- anima e informa todo el trabajo humano, todos los determinis-
ginosa, nos sentimos asustados por el peso creciente de energía mos materiales y todo el proceso de evolución. Por eso, «todo es
y de gloria que es necesario colocar sobre el Hijo de María para físicamente 'cristificado' en torno a nosotros y todo puede serlo
tener derecho a seguir adorándolo; entonces pensamos en la re- aún más» 4 1 . De ahí resulta que el cosmos entero aparece como
surrección» M . Por eso la resurrección de Cristo, antes que «un el cuerpo de Cristo in fieri42. El no ha acabado de formarse por-
acontecimiento apologético y momentáneo, como si fuera un pe- que la evolución no ha llegado todavía a su término y Dios no
queño desquite individual de Cristo sobre la tumba» M , tiene un es aún todo en todos (1 Cor 15,28).
eminente carácter cósmico y universal. El Cristo resucitado posee
una ubicuidad cósmica y llena la realidad, haciéndola madurar b) Eucaristía y cosmos.
y llevándola a la perfección escatológica 3S .
3) Cristo, por la encarnación (tangibilidad) y por la resurrec- ¿Cómo se transmite actualmente, a nosotros, la influencia del
ción (expansibilidad), posee un poder asimilador de orden orgá- Cristo universal? «Por la eucaristía», responde Teilhard; «pero
nico que integra potencialmente en la unidad de un solo «cuerpo» por la eucaristía comprendida en su poder y en su realismo uni-
la totalidad del género humano y del cosmos. Cristo, como centro versales» Ai. En un lugar y en los elementos de pan y de vino
orgánico del universo, recibe en Teilhard el nombre de Cristo nos es dado contemplar a Cristo en el corazón de la materia.
universal. Según él, «Cristo es el centro orgánico del cosmos», La eucaristía prolonga, de alguna forma, la encarnación del Verbo,
porque en él «se sustenta físicamente, en definitiva, todo el des- y hace que siga vinculado a los elementos de nuestro cosmos. Por
arrollo, incluso natural, del universo entero; esto es, no solamen- eso, con razón exigía Teilhard: «Para interpretar dignamente el
te de la tierra y de la humanidad, sino de Sirio, de Andrómeda, lugar fundamental que la eucaristía ocupa en la economía del
de los ángeles, de todas las realidades de que nosotros dependemos mundo... es necesario conceder un lugar importante en el pensa-
físicamente, de cerca y de lejos (es decir, probablemente de todo miento y en la oración de los cristianos a las extensiones reales y
el ser participado)». Cristo es, además, centro orgánico del uni- físicas de la presencia eucarística. En la hostia se fija realmente el
verso por ser el centro «no solamente del esfuerzo moral y reli- centro de energía personal de Cristo. Y como nosotros llamamos
gioso, sino de todo lo que supone ese esfuerzo: de todo creci- propiamente 'nuestro cuerpo' al centro local de nuestra irradiación
miento del cuerpo y del espíritu» 36. espiritual (...), es preciso decir que el cuerpo inicial, el cuerpo
Por su posición y por su función en el cosmos, Cristo es 37
Cf. J. Jerkovic, op. cit., 233.
38
35
Le milieu divin, 148.
Cf. Super-Humanité..., 209-210.
32 40
Mon univers (1924) t. IX, 92. 41
Le milieu divin, 149.
33
Ibíd.; cf. también L'énergie humaine (1937) (París 1962) t. VI, 196-197. 42
Mon univers (1924) t. IX, 87.
34
Ibíd., 98. L'union créatrice (1917), en Écrits du temps de guerre, 196-197; La vie
35
Cf. Super-Humanité..., IX, 210-211. cosmique (1916), en Écrits, 47.
43
34
Note sur le Christ universel (1920) t. IX, 39. Mon univers, 92.
584 El evangelio del Cristo cósmico Teilhard de Cliardin 585

primario de Cristo, está limitado a las especies de pan y vino. Las «extensiones cósmicas» de la eucaristía, que en la teología
Pero ¿puede Cristo permanecer en este cuerpo primario? Eviden- tradicional y en la piedad de los cristianos tan poco lugar reciben
temente, no. . . El pan consagrado se asemeja a un foco ar- y han recibido, adquieren aquí dimensiones nuevas. No se trata
diente de donde la llama irradia y se expande. Como la chispa de misticismo ni de un sacramentalismo exacerbado; es sacar las
lanzada en el campo se rodea luego de un ancho círculo de fuego, legítimas consecuencias contenidas ya en las palabras hoc est enim
así también, en el decurso de los siglos, la hostia sacramental (...), corpus meum50. Por eso alcanza un significado religioso profundo
la hostia de pan, va evolucionando cada vez más íntimamente la oración que hace en el frente de batalla de la Primera Guerra
hacia una hostia infinitamente grande, que es nada menos que el Mundial o, más tarde, con La messe sur le monde, en el corazón
propio universo, el universo gradualmente absorbido por el ele- del inmenso desierto chino, cuando impedido de celebrar su misa,
mento universal» **. Con la encarnación, Cristo se situó en la hu- decía: «Ya que hoy, Señor, yo, tu sacerdote, no tengo ni pan, ni
manidad y en el cosmos; con la eucaristía, prolonga su tarea de vino, ni altar, extenderé las manos sobre la totalidad del universo
incorporar todo físicamente a sí, al hombre y su mundo 45. «Todo y tomaré su inmensidad como materia de mi sacrificio. El círculo
se movía en dirección del pequeño nacido de mujer. Y desde que infinito de las cosas, ¿no es la hostia definitiva que tú quieres
Jesús nació, terminó de crecer, murió y resucitó, todo continuó transformar? El crisol hirviente en que se mezclan, en que hierven
moviéndose, porque Cristo no ha acabado de formarse. El no trajo las actividades de toda la sustancia viva y cósmica, ¿no es el
los últimos pliegues de la ropa de carne de amor que le forman cáliz doloroso que tú deseas santificar? Que la divina palabra
sus fieles...» 46. 'Esto es mi cuerpo' se repita hoy y mañana y por siempre,
La eucaristía va unificando a los hombres y «toda la capacidad mientras la transformación no se haya completado» 51.
de unidad difundida por la creación» 47. Afecta primeramente a
los hombres, pero no agota ahí toda su potencia unificadora; su
c) De la cosmogénesis a la cristogénesis.
energía «se extiende necesariamente, por efecto de continuidad,
a las regiones menos luminosas que nos sostienen... Al ser asi- La función cósmica de Cristo da lugar a páginas geniales y
milado el mundo material por nuestra humanidad, y nuestra hu- sistemáticas en la obra de Teilhard, cuando es pensada en rela-
manidad por la hostia, la transformación eucarística transborda ción con la evolución. Aquí es quizá donde reside el punctum
y completa la transustanciación del pan en el altar. Poco a poco certaminis de toda su cosmovisión crística y cristificante. En pe-
invade irresistiblemente el universo. Es el fuego que corre por las queños «credos» que fue formulando y continuamente revisan-
selvas. Es el choque que hace vibrar el bronce. En un sentido do y condensando a lo largo de su vida, Teilhard objetiva sucin-
generalizado, pero verdadero, las especies sacramentales están tamente su gran experiencia interior. El 28 de octubre de 1934,
formadas por la totalidad del mundo, y la duración de la creación en Comment je crois, presentaba el siguiente credo:
es el tiempo exigido para su consagración» 4 8 . Las palabras del «Creo que el universo es una evolución.
sacerdote hoc est enim Corpus meum «trascienden el bocado de Creo que la evolución camina en dirección del Espíritu.
pan sobre el cual son pronunciadas: hacen nacer el Cuerpo mís- Creo que el Espíritu en el hombre llega a su perfección en lo
tico todo entero. Más allá del pan transustanciado, la operación personal 5 2 .
sacerdotal de extiende al mismo cosmos. La materia sufre lenta e Creo que lo personal supremo es el Cristo universal» 53.
irresistiblemente la gran consagración» 49 .
50
44 51
Cf. P. Smulders, op. cit., 240-251.
Ibíd., 93-94. Le pretre (1918), en Écrits, 285 y 287; cf. La messe sur le monde
45
46
La vie cosmique, en Écrits, 39,47. (1923), en Hymne de Vunivers, 17-36.
52
Ibíd., 48-49. El texto original dice: «Je crois que l'Esprit s'achéve en du personnel».
47
48
La lutte contre la midtitude (1917), en Écrits, 128. En Le coeur de la matiére (1950), Teilhard precisa así ese texto: «Je crois
49
Le milieu divin, 153-154. que l'Esprit, dans l'homme, s'achéve en personnel».
55
Hymne de l'univers (París 1961) 14. Comment je crois (París 1969) t. X, 117.
586 El evangelio del Cristo cósmico Teilhard de Chardin 587

En 1950, en Le coewr de la moliere, revela su iluminación 2) Lo humano. ¿ P o r qué la línea de la evolución pasó por el
interior, centrada en tres componentes: lo cósmico, lo humano y cerebro de los primates? Porque la evolución preparaba un filón,
lo crístico ÍA. con la finalidad de hacer aparecer al hombre. Entonces irrumpe
Finalmente, el año de su muerte (1955), escribía el Jueves el fenómeno humano, la noosfera. Con él, la «tierra cambia de
Santo en su Ce que je crois: Cosmos—Cosmogénesis—^Biogéne- piel o, mejor, encuentra su alma» s o . Es el «pináculo ascendente
sis—>Noogénesis—^Cristogénesis. No se trata aquí de desarrollar de la gran síntesis biológica» *°. Es un ensayo, como todos los
minuciosamente cada paso de ese largo caminar cósmico. La cos- demás de la evolución 61 . Sin embargo, en él se dio algo que
movisión evolucionista de Teilhard ha encontrado, también entre iluminó la historia inmensa de la materia total 6 2 : «Cuando, por
nosotros, expositores excelentes 55 . A nosotros nos interesa el lugar primera vez en un ser vivo, el instinto se vio en el espejo de sí
que Cristo ocupa en ella y cómo se articula así una cristología mismo, fue el mundo entero el que avanzó» 6 3 . La evolución, no
cósmica. obstante, continúa: «Después del hombre, la humanidad» M . La
1) Lo cósmico. Los elementos primitivos se agrupan por una evolución prosigue en el espíritu, que somete a sí mismo las
energía interna en átomos, y éstos, en moléculas y cúmulos de formas no humanas de vida, piensa, construye y programa un
moléculas cada vez más complejos. Las masas anorgánicas forman mundo hominizado. Esta evolución del espíritu, que se da en las
la pseudocorpusculación; en ella no aparece aún un principio coordenadas generales de complejidad-conciencia, conoce tres mo-
selectivo, algo así como un logos interno buscando formas de as- vimientos.
censión convergente. Eso se da en la yo-corpusculación: aquí la — expansión: la civilización se extiende de polo a polo. Aquí
fuerza evolutiva busca formas de mayor complejidad y unidad, el individuo tiene la primacía; después surgen civilizaciones de
dando lugar a formas cada vez más perfectas y convergentes. tipos diversos 6 5 ;
Toda evolución se extiende como una maraña cada vez más com- — comprensión: la civilización que se extendió vuelve ahora
pleja de la materia. En ese ascender hay paradas y crisis. La a unirse por la organización técnica y social; es el fenómeno de
evolución no se hace homogéneamente, sino a saltos. La comple- la planetización, bajo el signo de la humanidad: Las civilizacio-
jidad llega a un punto crítico, y entonces surge algo cualitativa- nes se abren y se internacionalizan, y los hombres se sienten ve-
mente nuevo 57. Lo nuevo conoce primeramente una fase de expan- cinos entre sí **;
sión, después una fase de convergencia, hasta que llega una nueva — personalización: la humanidad camina hacia una cada vez
crisis y surge un nuevo orden, que está de alguna forma en más amplia complejidad y unión en la línea del ser más hombre
embrión dentro del cosmos. Sin embargo, dice Teilhard: «Aun y de la creación de una conciencia colectiva 67 .
reconocido y aceptado para todo ser nuevo, la necesidad y el Ese incontenible proceso de unión no se rige por leyes po-
hecho de una embriogénesis cósmica no suprime en nada para él sitivas y jurídicas, sino por algo que está en el proceso mismo de
la realidad de un nacimiento histórico» 5S. La cosmogénesis en su
59
punto crítico da lugar a la biogénesis. Agitation ou genése, en L'avenir de l'homme, 201.
60
La vida se va enmarañando e interiorizándose de forma más Le phénoméne humain, 249.
61
Agitation ou genése, 282.
compleja cada vez, buscando en los primates una línea clara que 62
Les singularités de l'espéce humaine (1954), en L'apparition de l'hom-
escoge el cerebro como foco de la más alta complejidad. me 63(París 1956) t. II, 319.
64
Le phénoméne humain, 200.
54 65
Le groupe zoologique humain, 137.
Obra aún inédita; cf. el texto francés en E. Martinazzo, Teilhard de La place de l'homme dans la nature (París 1956) t. VII, 115-136; Le
Chardin. Ensaio de leitura crítica (Petrópolis 1968) 101-102, nota 48. phénoméne humain, 263ss.
5 66
' Cf. E. Martinazzo, op. cit., 101-102; U. Zilles, Cristologia numa mun- La place de l'homme dans la nature, 139-173.
dividéncia evolucionista: «Vozes» 61 (1967) 99-118; J. Jerkovic, op. cit. 67
f6 Un grand évenement qui se dessine: la planétisation humaine (1945),
57
Le phénoméne humain, 300-302; Le groupe zoologique humain, 16ss. en L'avenir de l'homme (París 1959) t. V, 149-175; Sur l'existence probable,
58
Le phénoméne humain, 78-79. en avant de nous, a"un ultra-humain (1950), ibíd., 358-360; Du pré-humain
Ibíd., 78. á l'ultra-humain (1950), ibíd., 382.
588 El evangelio del Cristo cósmico Teílhard de Chardin 589

la naturaleza humana, el amor. «El amor es, por definición, la suprema, último término de la serie y también fuera de la serie.
palabra que nos sirve para designar las atracciones de la natu- Tales son los atributos del punto Omega: actual, ya estable, tras-
raleza personal. Dado que, en un universo que se ha hecho pensan- cendente y personal 73. El encuentro de la convergencia de la evo-
te, todo se mueve en lo personal y hacia lo personal, es forzosa- lución (primer punto Omega) con el centro personal (segundo punto
mente un amor determinado lo que forma y formará continua- Omega) es el verdadero punto Omega.
mente, hasta su estado puro, la sustancia de la energía humana» 68. Todo esto, no obstante, es todavía hipótesis científica sugerida
El amor es la energía que agrupará a los individuos en una uni- por la línea constante de la evolución ascendente. ¿Quién nos ga-
dad superior, sin quitarles la libertad y la personalidad. El amor rantiza que sea así de hecho? Aquí es donde Teilhard apela a la
es personalizante en el acto mismo de unión con la persona amada. revelación y dice que el Cristo revelado se identifica con la Omega
Aquí es donde el cristianismo, religión del amor, se inserta como de la evolución. Cristo es, por tanto, la Omega de que habla
un fenómeno de interés científico sorprendente. Es una religión el Apocalipsis. A los ojos del creyente, «la historia del mundo se
que une a los hombres por un amor tan grande que hace de ellos presenta como una vasta cosmogénesis, en cuyo transcurso todas
un solo cuerpo (el Cuerpo místico) m. El aparece, pues, como la las fibras de lo real convergen, sin confundirse, en un Cristo que
columna central de la evolución, ya que «es en la dirección de un es al mismo tiempo personal y universal» 7 4 . En ese contexto
solo corazón (mejor aún, de un solo cerebro) en la que debemos habla Teilhard del Cristo universal como la síntesis de Cristo y
procurar imaginarnos la superhumanidad» 70. del universo, el encuentro de la evolución en espiral ascendente
3) Lo crístico. La larga historia de la evolución, desde los con Cristo en involución descendente. Teilhard habla del Cristo
elementos primitivos, nos enseña que todo ha caminado hacia total en clave de a m o r : Cristo, centro de amor, totaliza todas las
una mayor complejificación, interiorización y unión. Ese fenóme- conciencias sin despersonalizarlas 75.
no de convergencia no es sólo un proceso del pasado, sino que El hombre en su libertad puede negarse al amor y a la unión,
continúa con más fuerza en el presente. Estamos en camino hacia puede ramificar la evolución ascendente y convergente. Pero en
una creciente planetización y concienciación colectiva. Siguiendo Cristo la evolución ha alcanzado ya su término feliz e irreversi-
este camino incontenible, llegaremos a un punto, a un vértice de ble, ha llegado ya de alguna forma a su acabamiento. Falta sólo
convergencia de todos los hombres, de todos los valores, aspira- integrar el cosmos y la humanidad en su última efervescencia,
ciones y pensamientos. Ese punto de convergencia y unión de todo antes de entrar en la parusía. Ahí es donde Teilhard coloca a la
y de todos es el punto Omega. Ese foco de convergencia, que Iglesia.
brota de dentro «por simple agrupamiento de elementos entre
sí» 71, sería aún impersonal. Sin embargo, el amor entre las per-
sonas que une durable y decisivamente no puede ser concebido sin d) Iglesia y cosmos.
la existencia de un centro personal superior, supremo amante y
Para Teilhard, la Iglesia — o , mejor, el cristianismo—, en su
supremo amable, que concentre, irradie, suscite y atraiga todo y
relación con la cosmogénesis, «es un filón de amor en la naturale-
a todos hacia sí. Sólo tal amor daría consistencia a tan grande
za. Ahora bien, mirado desde ese punto de vista, no es algo está-
unión humana 72. Por tanto, ese centro debe existir de hecho.
tico, sino vivo, que en este momento experimenta ante nuestros
Como es conciencia suprema debe ser también personalidad ojos un extraordinario cambio, elevándose a una conciencia más
firme de su valor universal» 76. Con esto quiere decir Teilhard que
68
L'énergie humaine (París 1950) t. VI, 181; Le phénoméne humain, la Iglesia es el lugar donde hoy se actualiza y aparece, a los ojos
294.m
E. Martinazzo, op. cit., 114. 75
Le phénoméne humain, 298-303; E. Rideau, O pensamento de Teilhard
70
Super-humanité, 215. de Chardin (Lisboa 1965) 84-85, con los textos de Teilhard que allí se citan.
71
Les singularités de Fespéce humaine (1954), en L'apparition de Vhom- 74
L'énergie humaine (1937) t. VI, 192.
me,72373. s
' J. Jerkovic, op. cit., 245-248.
Ibíd. Cf. también todo el capítulo sexto de L'énergie humaine. 76
L'énergie humaine, 195.
590 El evangelio del Cristo cósmico Teilhard de Chardin 591

de todos, el Cristo universal y total. En ella, la cristificación del así será en la parusía. Esta irrumpirá cuando la humanidad haya
mundo y de la humanidad adquiere carácter social y es vivida llegado a una intensidad de unificación y convergencia que ex-
conscientemente. Ella es la nueva humanidad, por la que el Cris- trapolará. Entonces Cristo vendrá y, por una intervención sobre-
to cósmico llegó concretamente a todas las zonas del ser 7 7 . Y así natural, completará la efervescencia natural. Et tune erit finis:
como en el mundo el punto extremo del desarrollo está constitui- Dios será todo en todos y aparecerá la teosfera (cf. 1 Cor 15,
do por la humanidad, así también en la humanidad lo está por la 26-28) ° .
Iglesia 7S.
Bien decía Teilhard en 1948, encontrándose en Roma: «Aquí
4. Conclusión
se encuentra hoy el polo crístico de la tierra; por aquí pasa el eje
ascensional de la hominización» 7 9 . En un escrito inédito, Com-
ment je vois, de 1948, expresaba su convicción más h o n d a : «En Esa línea final de evolución, en la que el orden sobrenatural
lo más profundo del fenómeno social se viene elaborando una es- parece naturalizarse y la Omega de la revelación se identifica sin
pecie de ultrasocialización, en virtud de la cual la Iglesia va for- más con la Omega de la ciencia, conoce tres estratos epistemo-
mándose poco a poco, vivificando con su influencia y vivificando lógicos distintos 83 :
en su más sublime forma todas las energías de la noosfera: la a) El primero, que Teilhard llama hiperfísicaM, es un aná-
Iglesia, posición reflexivamente cristificada del mundo; la Iglesia, lisis fenomenológico de la evolución basado en datos científicos.
foco principal de las afinidades interhumanas por supercaridad; El resultado del mismo es una hipótesis científica según la cual,
la Iglesia, eje central de convergencia universal y punto exacto siguiendo la línea de la evolución, la humanidad llegará a una
de encuentro que surge entre el universo y el punto Omega». convergencia personal, una especie de convergencia colectiva, sin
El cristianismo, en cuanto fenómeno de una conciencia que se destruir la persona. Es lo que él, provisionalmente, llama punto
define como amor, interesa a la misma comprensión de la evolu- Omega.
ción y a la pregunta por su desenlace feliz. La Iglesia se define b) El segundo estrato epistemológico surge del primero: es
por el amor absoluto y sin límites. Así comprendemos la frase un acto de fe psicológico en que hay una Omega personal res-
que pronunció Teilhard en 1945: «Si la Iglesia cae, todo estará
ponsable de esa comunión colectiva; es la hipótesis filosófica.
perdido» m.
c) El tercer estrato epistemológico se basa en una fuente
totalmente distinta de conocimiento, que no es científica ni filo-
e) «Et tune erit finis», la teosfera. sófica : la fe en la revelación cristiana. Esta nos dice que la hipóte-
sis científica es un hecho histórico: Cristo es el punto Omega real
Cuando el proceso de amor y personalización de la humanidad
y divino.
llegue a su madurez, entonces, dice Teilhard, la evolución entrará
en su última crisis. Llegará el fin: la extrapolación de la humani- El hombre es llevado, pues, en el pensamiento sistemático
dad en Cristo. La parusía vendrá a completar el reino de Dios y y apologético de Teilhard, de la ciencia a la filosofía y de la filo-
de Cristo en la tierra. En perfecta analogía con la encarnación, sofía a la teología, para que pueda ver, comprensivamente, toda
por la que el Verbo, en la plenitud de los tiempos (Gal 4,4), entró la realidad que va desde la cosmogénesis hasta la cristogénesis y
«en una tierra dispuesta social, política y psicológicamente» 81 , la teosfera. Y Teilhard no teme confesar que «jamás habría for-

77 82
Cf. Esquise d'une dialectique de l'esprit (1946) t. Vil, 156. L'énergie humaine, 198.
78 83
79
P. Smulders, op. cit., 237. C. D'Armagnac, La pensée du Pére Teilhard de Chardin comme apolo-
80
Carta del 7 de octubre de 1948, en Lettres de voyage, 294. gétique moderne: «Nouvelle Revue Théologique» 84 (1962) 598-621; C. Moo-
C. Cuénot, A aventura e a visáo de Teilhard de Chardin (Lisboa 1966) ney, Teilhard de Chardin and the Christological Problem: «Harvard Theolo-
169; J. Jerkovic, op. cit., 311. gical
84
Review» 58 (1965) 91-126, aquí 125-126.
81
Le coeur du probleme (1949) t. V, 347. Le phénoméne humain, 22.
592 El evangelio del Cristo cósmico

SEGUNDA PARTE
mulado racionalmente la hipótesis de la Omega si, en su concien-
cia de creyente, no la hubiese encontrado, y no solamente el mo-
delo especulativo, sino la realidad viva» 8S. LA REALIDAD DE UN MITO
A continuación analizaremos hermenéuticamente esta cristolo- Y
gía cósmica de Teilhard. EL MITO DE UNA REALIDAD

1. El mito de una realidad: defensa del pensamiento milico

a) ¿Resurgimiento de un viejo mito?

En esta segunda parte intentaremos analizar críticamente el


grado de realidad y de posibilidad de verificación de los aciertos
de Teilhard sobre el Cristo cósmico. A este respecto, emite juicios
inauditos para la tradición cristiana de Occidente. Nuestros es-
cépticos oídos no toleran con mucha simpatía afirmaciones cuya
verdad sea difícil controlar. Desde que apareció el pensamiento
científico, nos está prohibido recurrir al mito para explicar la
cosmogénesis. ¿No estaríamos aquí frente a un mito muy antiguo,
revivido y revestido de las representaciones científicas de nuestro
tiempo, pero en el fondo preso aún en las categorías precientíficas
del pasado?
Pensamos, concretamente, en el mito gnóstico del anthropos
u hombre primordial (Urmensch) 1, que, según algunos probados
exegetas —como, por ejemplo, el católico H. Schlier y el protes-
tante E. Kásemann—, habría sido reasumido e interpretado por
el autor de las cartas a los Colosenses y a los Efesios 2 , en las
que se encuentran exactamente las raíces de una cristología y una
eclesiología cósmicas. Según ese mito, el anthropos tenía sus
miembros extendidos por toda la materia y llenaba así todo el
cosmos. Pero poco a poco se fue redimiendo, esto es, fue reco-
giendo los miembros esparcidos en la materia, constituyó una

1
Sobre el hombre primordial hay una serie de estudios muy eruditos.
C. Colpe ha estudiado la historia de estas especulaciones: Die religions-
geschichtliche Schule. Darstellung und Kritik ihres Bildes vom gnostischen
Erlosermythus (Gotinga 1961) 9-68.
2
Las tesis de Schlier y Kásemann han sido revisadas críticamente por
H.-M. Schenke, Der Gott «Mensch» in der Gnosis. Ein religionsgeschichtli-
cher Beitrag zur Diskussion über die paulinische Anschauung von der
Kirche ais Leib Christi (Gotinga 1962), que ha llegado a un resultado
negativo.
Ibíd., 328.
38
594 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 595

idea cósmica y, en ese su ascenso hacia la unidad, arrastró con- los dos quería ser panteísta a pesar de las formulaciones de inne-
sigo al hombre y lo redimió de la esclavitud de los elementos. gable colorido panteísta n .
También cabría pensar en los mitos del demiurgo y del alma De todos modos, debemos preguntarnos cómo se deben enten-
del mundo, que de alguna forma resuenan en los textos cristo- der las afirmaciones de Teilhard sobre el Cristo cósmico. Si hay
lógicos de Teilhard. De hecho, llega a decir que Cristo «tiene algo que evitar las representaciones —el Cristo histórico figurado con
de demiurgo» 3 y que «por la encarnación Dios se hace de alguna las dimensiones del cosmos sería un monstruo—, ¿cómo entender
manera elemento de nuestro universo, elemento superior, super- entonces la realidad traducida en estas ideas? ¿A qué experiencia
elemento, concebible en analogía con nuestros elementos (o con lo humana deben aplicarse tales afirmaciones? ¿Contamos hoy con
que sería un «alma del mundo») 4. Las siguientes afirmaciones la misma experiencia?, y, en caso afirmativo, ¿no tendríamos en-
de Teilhard, tomadas de entre otras muchas, tienen sin duda una tonces ahí una instancia de control y verificación de esas formu-
coloración innegablemente mítica: «Física y literalmente... el es- laciones?
pacio y la duración están llenos de él (de Cristo)» 5 ; «Cristo es Como se ve, chocamos aquí con un agudo problema herme-
el vínculo concreto que une entre sí todas las entidades univer- néutico. De poco sirve repetir y ordenar en una secuencia lógica
sales» 6 ; él es el «elemento universal del m u n d o » 7 o también «él los pensamientos de Teilhard, mostrando que no están en des-
centro orgánico del universo» 8, de forma que «todo está físicamente acuerdo con los textos de Juan y Pablo o reduciendo la cristo-
'cristificado' en torno de nosotros» 9. logia cósmica de las cartas paulinas a la gnosis o al estoicismo
Tal vez tenga razón M. Blondel al criticar en Teilhard la ma- popular o a las especulaciones rabínicas sobre la sabiduría o tam-
nera inadecuada y abusiva de representar la presencia real de bién a la influencia de las categorías veterotestamentarias sobre
Cristo en el cosmos: «No debemos erigir como principio de expli- la «personalidad corporativa». Eso sería sólo desplazar la pre-
cación lo que nos sugiere nuestra mentalidad de científicos, nues- gunta, pues no resolvería el problema de la comprensión del
tras imágenes antropomórficas» 10. Radicalizando la cuestión, quizá pensamiento teilhardiano.
fuera legítimo decir que el Cristo cósmico de Teilhard desempeña Ahora nos ocuparemos detenidamente del problema herme-
físicamente la función que el panteísmo y el monismo atribuían néutico. El análisis nos mostrará la génesis de esta cristología
a un Dios vago y difuso que forma la única realidad (Deus sive cósmica, su necesidad para el pensamiento cristiano y la legiti-
natura sive substantia). A primera vista no se puede negar este midad de su expresión mítica. La comparación del modelo teil-
parentesco. Pero eso no vale únicamente para Teilhard, sino tam- hardiano con otros de la historia de la filosofía y de la religión
bién para el teocentrismo y para el cristocentrismo de Pablo nos revelará una sorprendente coincidencia de intenciones y de
(1 Cor 15,28; Col 3,11). Sabemos, sin embargo, que ninguno de expresión literaria. En todas ellas hay un dato común invariable,
una estructura más profunda que debemos deslindar.
3
Premier Mémoire da Pére Teilhard de Chardin au Pére A. Valensin
(1919), en Blondel et Teilhard de Chardin. Correspondance commentée par b) Raíces vivenciales de la cristología cósmica de Teilhard.
H. 4de Lubac (París 1965) 33.
Second Mémoire da Pére Teilhard de Chardin au Pere A. Valensin, Partimos de la reflexión hermenéutica, cuya estructura ha sido
ibíd., 45; cf. L'áme du monde (1918), en Écrits du temps de guerre, 218- muy bien estudiada por H. G. Gadamer, R. G. Collingwood y
232, espec. las observaciones de los editores en 216-219.
5
Super humanité (1943) t. IX, 210-211. otros. «Sólo podemos decir que entendemos cuando hemos com-
6
Le milieu divin (París 1957) 148. prendido la pregunta para la cual algo es una respuesta: com-
7
Note sur «l'élément universel» du monde (1918), en Écrits du temps prender una pregunta significa preguntar la pregunta misma;
de guerre (1916-1919) (París 1965) 359-362; o también en Forma Christi,
ibíd., 335-353.
8
9
Note sur le Christ universel (1920) t. IX, 39. 11
Por lo que se refiere a Pablo, cf. el estudio de W. Thüsing, Per
Mon univers (1924) t. IX, 87. Christum in Deum. Studien zum Verhaltnis von Christozentrik und Tbeo-
10
Blondel et Teilhard, 23 y 25. zentrik in den paulinischen Hauptbriefen (Münster 1965) espec. 239-246.
596 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 597

comprender una afirmación significa comprenderla como respues- sobre el tema y dice: «Multiplicidad y unidad: a este problema
ta a una pregunta» n. Aplicando esto al tema que nos ocupa, de- se reducen en el fondo toda la física, toda la filosofía y toda la
bemos decir que la cristología y la eclesiología de Teilhard son religión» 18.
una respuesta a un problema, a una pregunta. Y únicamente ¿Cuál es el principio de esta unidad cósmica, de esta totalidad
entenderemos bien esa respuesta si comprendemos la pregunta que se impone imperiosamente al espíritu? Esta es la pregunta
y el problema a los que la cristología y la eclesiología de Teilhard fundamental que devora la mente del joven Teilhard. Las dos
quieren responder. ¿Cuál es esa pregunta y cuál ese problema? experiencias radicales de su vida: la del mundo, de la materia,
Los especialistas en Teilhard coinciden en que su itinerario de su consistencia y unidad plural —el yo pagano, como él llama
espiritual está marcado p o r dos experiencias fundamentales. De a tal experiencia en Le coeur de la matiére—, y la experiencia
ellas da testimonio el mismo Teilhard en un escrito autobiográ- crística, del Cristo cósmico «que circula en todas las cosas como
fico hasta hoy inédito — L e coeur de la matiére (1950)— en el el alma verdadera del mundo» 19 —el yo eterno—, están ahí una
que relata las etapas de su evolución interior. La primera con- al lado de la otra en busca de una síntesis y luchando p o r la
siste en «una real experiencia mística (tal vez en sentido lato) posesión exclusiva de toda su persona. ¿Cómo combinar estas dos
que marcó el resto de su experiencia» I3. Cristo es el «corazón experiencias? Durante años libra Teilhard una reñida batalla in-
de la materia», «el centro orgánico de todo el cosmos», «una terior p o r conquistar una síntesis unitaria que aune esos dos polos
especie de elemento universal», de tal forma que «Cristo posee de su vida. Poco a poco, sin embargo, a partir de 1916, con La
un cuerpo cósmico que se extiende por todo el universo» M . vie cosmique y Le Christ dans la matiére a , se desarrolla en él un
La segunda experiencia fundamental reside, como él mismo centro unificador de las dos experiencias determinantes. «¡Sor-
confiesa en Le coeur de la matiére, en el «sentido de plenitud, prendente liberación! —exclama—, la síntesis del arriba y el
consumación y compleción. Habla también de «un sentido pleró- adelante. Penetración de lo divino en lo carnal. Y a través de una
mico», del «sentido de consistencia, sentido de la tierra, sentido reacción inevitable, transfiguración o transmutación de lo camal
cósmico». «Yo no tenía más de seis o siete años de edad y ya me en una irradiación de energía increíble» 21 . La experiencia de
sentía atraído por la materia o, más exactamente, p o r algo que Cristo —del yo cristiano— y la experiencia del mundo —del yo
brillaba en el corazón de la materia». Sus «absolutos» son enton- pagano— se individualizan en una única y gran experiencia sin-
ces piedras, pedazos de hierro, trozos de granadas que va colec- tética : «El trozo de hierro de los primeros tiempos está olvidado
cionando l s . Un «sentido profundo de la totalidad llena el espí- hace mucho. En su lugar, bajo la forma del punto Omega, veo
ritu de Teilhard», nos dice el P . De L u b a c l é . El 17 de abril ahora la consistencia del universo reunido en un único centro
de 1923 escribe que «el grande y único problema es el de lo uno indestructible, QUE YO PUEDO AMAR» 2 2 .
y lo múltiple» 1 ? . De una forma más acusada, en 1936 vuelve El Cristo cósmico es la respuesta de Teilhard al problema de
la unidad de toda la realidad. Esa supremacía física de Cristo la
12 resume él con tres citas de las cartas paulinas: «In eo omnia
H. G. Gadamer, Wahrheit und Methode (Tubinga 1965; trad. española:
Verdad y método, Salamanca 1978) 356-357; R. Collinghood, Denken constant» (en él todas las cosas tienen consistencia: Col 1,17) ;
(Stuttgart 1955); H. J. Filkendei, Grund und Wesen des Fragens (Heidelberg «ipse est qui replet omnia» (es él quien llena todas las cosas: Col
1954); H. D. Bastían, Theologie der Frage (Munich 1969) 18-31. 2,10; cf. Ef 4 , 9 ) ; y «omnia in ómnibus Christus» (Cristo todo en
13
A. Haas, Welt in Christus-Christus in Welt IV: «Geist und Leben» 37 todas las cosas: Col 3,11) 2i. Repetidas veces asegura que todo
(1964) 364. Esta experiencia está contenida en Le Christ dans la matiére,
trois histoires comme Benson (1916), en Écrits, 93-107.
14 18
La vie cosmique (1916), en Écrits du temps de guerre, 47; Uunión Esquisses d'un univers personnel (1936) t. VI.
créatrice
15
(1917), ibíd., 196. "20 Le prétre, en Écrits du temps de guerre, 281-302.
16
Le coeur de la matiére, manuscrito, 3-4. Ibíd., 5-61, 94-101.
21
H. de Lubac, La pensée religieuse du Pére Teilhard de Chardin Le coeur de la matiére, 23.
n
(París 1962) 97. Op. cit., 19.
17 23
Lettres de voyage (1923-1955) (París 1956) 27. Mon univers (1918) t. IX, 82.
598 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 599

su esfuerzo científico no tiene otra finalidad sino revelar «la dia- historia, la figura del Hombre-Dios. Así es posible, como hizo
fanía crística de la materia», de crear una unidad entre la expe- Teilhard, seguir las líneas de la evolución que desembocaron en
riencia del mundo y la experiencia de Cristo 2 4 . En la convergencia ese fenómeno crístico. Por eso decimos, desde un punto de vista
de estas dos experiencias está la clave de todo el pensamiento de teológico, con C. T r e s m o n t a n t x que toda la obra de Teilhard es
Teilhard; convergencia alcanzada por la experiencia de la conca- un esfuerzo, a partir de la experiencia cristiana, para mostrar los
tenación de la realidad de Cristo 2 5 . Aceptado que la Iglesia está condicionamientos físicos, biológicos y antropológicos de la irrup-
íntimamente ligada a Cristo, se sigue que ella tiene también una ción de Dios en la carne. Sólo a partir de la cristogénesis, de su
dimensión cósmica, como queda expuesto en páginas anteriores. vivencia en la fe ~n, puede Teilhard establecer conexión con la noo-
génesis, y pasar de ésta a la biogénesis, y de la biogénesis a la
c) Raíces teológicas de la cristología cósmica. cosmogénesis.
Cristo viene a ser —esto lo veremos más adelante con ayuda
Abordemos más de cerca la convergencia de las dos experien- de Pablo— el principio de comprensión de la realidad reli-
cias mencionadas. De ellas resultan, respectivamente, una cristo- giosa del pasado, del presente y del futuro: Cristo ayer, hoy y
logía y una eclesiología cósmicas. Este resultado, como veremos siempre (Heb 13,8). Cristo es el único mediador y redentor. Por
en seguida, está implicado en la propia experiencia cristiana. La eso, si Adán se salvó, lo fue por la gracia de Cristo. Toda la
cristología cósmica, tanto en su comienzo como en su mitad o en gracia es, según esto, gracia cristiana. Todos los sacramentos,
su final, está contenida necesaria e inevitablemente en la com- incluso los de las religiones paganas, son eficaces en virtud del
prensión cristiana de realidad. Y esto por las razones siguientes. único sacramento que es Cristo, como decía acertadamente san
Lo típico de la experiencia religiosa en el cristianismo —lo que Agustín 2 8 ; la imagen y semejanza de Dios en el hombre, expre-
constituye escándalo para todos los tiempos— reside en una expe- sada en el Génesis, significa, según Tertuliano y Orígenes, imagen
riencia particular y especialísima de Dios en un hombre, Jesús y semejanza de Cristo 2 9 . Si Teilhard, empleando las categorías
de Nazaret. En él Dios reveló sus raíces humanas y reveló simul- científicas de nuestro tiempo, ve por todas partes la diafanía cós-
táneamente las raíces divinas del hombre. En él manifestó Dios mica de Cristo, los Santos Padres hacen lo mismo con las cate-
su otra cara, inconcebible para nosotros y objeto de escándalo gorías tipológicas de su visión del m u n d o : en todo —en el pasado,
continuo: su capacidad de sufrir, de identificarse con el hombre en la historia de Israel y en la historia profana— ven señales,
hasta la muerte. Los apóstoles y la comunidad primitiva vieron figuras, tipos, sacramentos, como ellos los llaman, del misterio
en seguida en ese hombre la revelación máxima de Dios, Dios de Cristo y de la Iglesia 30 . Esos sacramentos no sólo prefiguraban
mismo encarnado. Dios no podía revelarse más ni rebajarse más, la realidad cristiana, sino que, ya de alguna manera, la hacían
pues el sujeto y el objeto de la revelación se hicieron una sola presente y actuante. «La historia está grávida de Cristo», decía
realidad: él se hizo hombre. De ahí que esa revelación tenga
que ser escatológica, última y final. Con ella llegamos al final 26
de la historia sagrada. A partir de este punto final se puede inter- C. Tresmontant, Introduction a la pensée de Teilhard de Chardin
(París 1956) 95-99.
pretar toda la historia pasada y ver cómo se entrelazan los hilos 27
Cf. la confesión de Teilhard de Chardin, en Le phénomene humain
en un sentido invisible, formando poco a poco, a lo largo de la (1955) t. I, 328.
28
De civit. Dei, 10, 20; C. Faustum 20,21: PL 42,384; Adv. leg. et
24
proph.
29
18,37.
Véase en Le milieu divin (1926/27) t. IV, 25, nota 1; Le christique, Tertuliano, De resurrectione carnis 6: PL 2, 848; Orígenes, In Gen.
en Le müieu divin (apéndice) 202-203; C. Cuénot, P. Teilhard de Chardin: Hom. 1, 13: PG 12, 156; cf. A. Orbe, El hombre ideal en la teología de san
Les grandes étapes de son évolution (París 1958) 450-451; C. Mooney, Ireneo: «Gregorianum» 43 (1962) 449-491; E. Niederhuber, ¡mago Dei
Teilhard de Chardin and the Mystery of Christ (Londres 1966) 22-27. (Linz 1964) 16-64.
25 30
L. Boros, Evolutionismus und Spiritualitát. Ein Versuch über die Cf. Y. Congar, Ecclesia ab Abel, en Abhandlungen über Theologie und
«geistliche Lehre» Teilhard de Chardin: «Der grosse Entschluss» 15 (1959/ Kirche. Hom. K. Adam (Dusseldorf 1952) 79-108; H. Rahner, Symbole der
60) 254-259. Kirche. Die Ekklesiologie der Vater (Salzburgo 1964).
600 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 601

san Agustín con el realismo que le caracterizaba. San Ambrosio está presente en toda la tradición de Oriente y de Occidente, no
enseñaba que «el universo está lleno de Cristo y de la Igle- ha sido tratado con profundidad. Hasta el amanecer de los tiem-
sia» 31. San Atanasio el Sinaíta no pensaba otra cosa en su cristo- pos modernos, el mundo o cosmos no constituía la experiencia
eclesiocentrismo cuando escribía: «Todas las criaturas visibles y radical del hombre. Este no se entendía a partir del mundo, sino
espirituales fueron creadas principalmente para prefigurar la rea- que tenía otras categorías, metafísicas o religiosas, que le orien-
lidad de la Iglesia y de su esposo Cristo. Este es el misterio que taban en su existencia. Con el despertar de una nueva conciencia,
Dios fijó y determinó antes de los tiempos y antes de la historia vislumbrada ya por Descartes, se descubre el mundo como enti-
del mundo» 32. La Iglesia será entonces, en esa dimensión cósmica dad propia, como el ser simplemente, del que podía decirse que
—ab Abel justo usque ad ultimum electum— «un misterio cósmi- hasta entonces había estado olvidado 3 7 . El hombre comienza a
co» 33, como se lee en una fórmula muy discutida de la Didajé comprenderse partiendo de la experiencia del mundo en todos
(11,11). Orígenes dirá que la Iglesia forma «el cosmos del cos- los niveles. Descubre que el mundo es un constitutivo esencial
mos», mientras que Cristo es ya transcósmico 34. de su propio ser (un existencial), se descubre como un ser en el
Para la fe cristiana, Cristo es el horizonte de toda compren- mundo. Entonces, el problema del Cristo cósmico se hace acuciante
sión religiosa y, como prolongación de Cristo, la Iglesia hereda para la conciencia cristiana. En Teilhard llega a su paroxismo.
esta dimensión, puesto que en él reside el sacramento universal ¿Cómo hay que comprender y amar a Cristo, cuando la experien-
de salvación. Según esto, nos preguntamos: ¿cuál es la relación cia fundamental es el mundo en su complejidad y unidad? El
de Cristo y de la Iglesia en el cosmos? ^ Cristo es también el cristiano no podrá llevar una existencia esquizofrénica, com-
redentor del cosmos, y por él se transfigurará el universo en la prender y amar a Cristo en un segmento del mundo, llamado
parusía. Pero Cristo no podría ser redentor del cosmos si no hu- Iglesia, sacramentos y religión, sin relacionarlos íntimamente con
biese desempeñado una función en su creación. El autor de la el vasto mundo de la profanidad y mundanidad que llega a ab-
carta a los Colosenses, viendo este problema 3 6 , enseña que «en sorber casi por completo la existencia humana. La teología tra-
Cristo fueron creadas todas las cosas» (Col 1,16), «todo fue crea- dicional, dada la limitación de su horizonte de comprensión, en
do por él y para é l . . . ; todo subsiste en él» (Col l,16b-17). Aquí el que el mundo no es un tema central, había desvinculado la rea-
tenemos ya una cristología cósmica que surge inmediatamente lidad de Cristo de la realidad del m u n d o x ; lo cual no corres-
de la confrontación entre la fe en Cristo, redentor universa], y la ponde de ninguna manera al espíritu de las teologías del Nuevo
pregunta por la realidad religiosa del mundo. Testamento. Según toda la Escritura, el hombre no puede ser
Este problema de la relación de Cristo con el cosmos, aunque redimido «sin la consideración de una doctrina del cosmos, que
es el lugar natural de su vida y el escenario de su encuentro
31
Cf. PL 14, 1144. con Dios, en la convivencia con su hermano y en la preocupa-
32
Cf. PG 89, 854, 855 y 860. ción por su hermana la naturaleza» 39.
33
Cf. J. P. Audet, La Didaché. Instructions des Apotres (París 1958) Por esta razón, la exégesis y la teología, no sin influencias
451-453.
j4
Johan. Com 638; cf. H. U. von Balthasar, Le mystére d'Origéne: de las ideas de Teilhard y en función de una reflexión orientada
«Recherches de Science Religieuse» 27 (1937) 38-64. Formulaciones seme- a la praxis y a la misión, han vuelto a ocuparse de la cristología
jantes pueden verse en Urs von Balthasar, Kosmische Liturgie (Einsiedeln
1961) 326.
35 37
Cf. L. Scheffczyk, Die Idee der Einheit von Schópfung und Erlósung Cf. H. Rombach, Die Gegenwart der Philosophie (Munich 1964) 45.
38
in ihrer theologischen Bedeutung: «Tübinger Theologische Quartalschrift» Esto vale particularmente para la teología protestante debido a su
140 (1960) 19-37); K. Rahner, Erlósungswirklichkeit in der Schópfungs- exacerbado personalismo en lo que respecta a la doctrina de la justifica-
wirklichkeit, en Sendung und Gnade «Innsbruk 1959) 51-88. ción; cf. O. A. Dilschneider, Das chrisdiche Weltbild (Gütersloh 1954)
36
Cf. R. Brinkmann, Die kosmische Stellung des Gottmenschen in pauli- 26-34, que habla a este propósito de «teología del aislamiento» (81) y res-
níscher Sicht: «Wissenschaft und Weisheit» 13 (1950) 6-33; A. Feuillet, La ponsabiliza de tal tendencia a Lutero; id., Gefesselte Kirche (Stuttgart 1953)
création de l'univers dans le Christ d'apres VÉpitre aux Colossiens (1,16a): 136-147: Die Botschaft vom kosmischen Christus.
39
«New Testament Studies» 12 (1965) 1-9. J. Sittler, Zur Einheit berufen, 513: cf. infra, nota 41.
602 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 603

y la eclesiología cósmicas 40 . Esto se vio en 1961, con ocasión abandonado para explicar la conjunción de las dos experiencias
de la tercera reunión general del Consejo de las Iglesias en Nueva fundamentales y determinantes de Teilhard, de donde resulta la
Delhi, donde fue suscitado y discutido seriamente el tema del síntesis de la cristología cósmica. ¿Cómo entender estas expre-
Cristo cósmico 41. A este respecto, afirmaba más tarde un comen- siones? Recapitulando y tomando el tema de nuevo, la cristología
tarista : «El hecho de Cristo debe desarrollarse en la totalidad del cósmica quiere ser una respuesta a la pregunta por la unidad de
horizonte en que el mundo se ha convertido en el centro de inte- toda la realidad cuya experiencia tuvo Teilhard: por un lado,
rés. Cuando una parte esencial de la experiencia del mundo no como totalidad orgánica en evolución ascendente (experiencia
queda integrada en la fe, el testimonio cristiano pierde su fuerza de su yo p a g a n o ) ; por otro, como totalidad unitaria todavía,
misionera» 42. La obra de Teilhard es un esfuerzo gigantesco por pero penetrada hasta las últimas fibras de la materia por la pre-
integrar la totalidad de la experiencia del mundo con la totalidad sencia unificante de Cristo (experiencia del yo cristiano).
del misterio de Cristo y de la Iglesia. A este propósito declaraba Consideremos ahora más de cerca la pregunta —por la unidad
en 1945: «Para realizar la síntesis esperada por nuestra genera- del todo—, su respuesta —el Cristo cósmico— y su mutua co-
ción entre la fe en Dios y la fe en el mundo, no podremos hacer rrelación.
nada mejor que resaltar dogmáticamente en la persona de Cristo
su faz y su función cósmicas, por las que él se convierte orgáni-
d) Raíces hermenéuticas de la cristología cósmica.
camente en principio y motor, en alma de la evolución» 43.
De este modo, Cristo no queda reducido a un segmento de la ¿Qué tipo de pregunta es la que «pregunta» por la totalidad
existencia, como privatizado ad usum Delphini, en la vida de los de la realidad? Es necesario considerar la estructura de esta pre-
sacramentos o en la piedad de la Iglesia. En esta concepción cós- gunta porque ya contiene en sí la dirección de donde viene la
mica, alcanza una presencia universal, se comunica mediante los respuesta. Así, el problema de la comprensión quedará enorme-
elementos del mundo, supera las barreras entre lo sagrado y lo mente facilitado. Además, esta pregunta caracteriza el tipo de res-
profano, forma un único medio divino en el que el hombre está puesta, porque entre ambas, pregunta y respuesta, hay siempre una
sumergido. La inmensidad y la omnipresencia divinas son para correlación.
Teilhard una «omnipresencia de cristificación» 44 . Y en este con- Para abreviar un largo camino de análisis fenomenológico,
texto es donde habla del Cristo universal e incluso de una tercera diremos que la pregunta por la unidad del todo es un dato ori-
naturaleza de Cristo, la naturaleza cósmica. ginario, un «protodato fáctico» del hombre en su afán de orien-
Aquí reaparece el problema hermenéutico, tema que habíamos tarse. La experiencia nos dice que los seres no están arrojados
uno sobre otro, uno al lado de otro, sino que se organizan en
40
Cf. la bibliografía. estructuras, en sistemas y en complejos de funciones. En la reali-
41
Cf. W. A. Visser't Hooft, Neu Delhi. Dokumentarbericht (Stuttgart dad hay una unidad, por más que fenómenos parciales y circuns-
1962); P. D. Devanandan, Zu Zeugen berufen, 489-498; J. Sittler, Zur Einheit tanciales puedan crear un desorden local. Se trata de una vivencia
berufen, 512-523, así como los comentarios a estas dos ponencias: W. An- primaria y originaria que no se puede reducir a otra más fun-
dersen, Jesús Christus und der Kosmos (Bad Salzuflen 1963) O. Perels,
Die Verwendung der Briefe an die Epheser und an die Kolosser in den Neu- damental: está ahí. ¿Qué es lo que hace del mundo una unidad
Dehli-Dokumenten, en Ich glaube eine heilige Kirche. Hom. H. Asmussen y una totalidad? ¿Cuál es el principio que une todos los seres en
(Stuttgart-Berlin 1963) 212-217. el ser y en una estructura invisible de totalidad? Cualquier inter-
42
H. Bürkle, Die Frage nach dem «kosmischen Christus» ais Beispiel pretación que no quiera ser ingenua ni dogmática deberá expli-
einer ókumenisch orientierten Theologie: «Kerygma und Dogma» 11 (1965)
103-115; cf. también G. Schückler, Kirche und Kosmos. Bibeltheologische car de alguna manera ese protodato del espíritu, el cual no es ob-
Überlegungen zur Mission: «Neue Zeitschrift für Missionswissenschaft» 22 jeto del estudio de las ciencias, sino el suelo común a todas las
(1966) 1-15. ciencias, que, como partes del saber, toman aspectos parciales de
43
Christianisme et évolution (1945) 5; cf. N. M. Wildiers, Teilhard de la totalidad e investigan y trabajan según su método propio.
Chardin, 94.
44 La unidad de la totalidad como totalidad hace saltar los límites
Le milieu divin, 150.
604 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 605

de cada ciencia. Aquí se pregunta no por partes, facetas o aspec- concepto, tienen de común el hecho de estar abiertos a relaciones
tos, sino por el todo como todo 45. Y como esta pregunta no puede en todas direcciones. La imagen está en contacto inmediato con
ser objeto de conocimiento científico, tampoco puede recibir una la vivencia, sin las reducciones del concepto. Este es más ade-
expresión conceptual, propia del conocimiento científico. Cada cuado para interpretar clara, distinta y científicamente la realidad,
concepto es una definición. Definir es trazar límites, distinguir una como señor de ella, mientras que la imagen es más adecuada a la
cosa de otra, de forma que se pueda concebir una con exclusión significación, al sentido de la realidad, a la posibilidad de respon-
de la otra. El concepto es un instrumento del conocer abstracto der a preguntas que surgen espontáneamente con la vivencia, como
que procede por reducciones de los aspectos existenciales. Así se la que se refiere a la unidad del todo. Sobre la realidad global
ve que el camino que utiliza el concepto no llevará a una res- nos es imposible hacer afirmaciones directas, conceptuales y ade-
puesta adecuada a la pregunta por la unidad de la totalidad. cuadas, porque los conceptos han surgido de partes de esa reali-
¿Habrá otro camino? Sí. Un camino que es, a un tiempo, el más dad y no consiguen, por tanto, sin pervertir su sentido propio,
primitivo y el más moderno, porque es objeto de estudios asiduos cubrir el todo. Sin embargo, podemos hacernos una imagen del
por parte del estructuralismo, de la psicología profunda j de la todo. Cada generación, incluso el hombre más primitivo y mítico,
hermenéutica filosófica y teológica 46. Es el camino de los signos, tiene su imagen del mundo. La imagen del mundo, por más que
de las imágenes, de los símbolos y los mitos. Evidentemente, estas se base en los datos científicos, filosóficos y teológicos, supera
palabras no se toman como sinónimos, puesto que, sobre una mis- siempre esos compartimentos estancos. Todos los datos son dispues-
ma base común, tienen diferencias 47 . En contraposición con el tos con vistas a una unidad superior, que como tal no podrá ser
explicada científicamente, pero que desempeña, para la ciencia
45
misma, la función de punto de orientación y de comprensión de
L. Gabriel, Intégrale Logik. Die Wahrheit des Ganzen (Viena 1965). la totalidad. Formamos una imagen y no un concepto del mundo.
Cf. también, del mismo autor, Die logische Problematik der Totalitat, en
Wahrheit und Verkündigung. Hom. M. Schmaus (Munich 1967) 17-29. La función de una imagen del mundo es tan importante cultural-
46 mente que su falta o su descomposición significa siempre —como
Una excelente panorámica de las investigaciones modernas sobre el
pensamiento simbólico puede hallarse en las obras siguientes: H. Looff, Der lo han demostrado W. Jaeger en sus Estudios sobre la cultura grie-
Symbolbegriff in der neueren Religionsphilosophie und Theologie (Kantstu- ga, J. Huizinga en El otoño de la Edad Media o A. Toynbee en
dien 69; Colonia 1955); L. Fremgen, Offenbarung und Symbol (Gütersloh
1954); M. Becker, Bild, Symbol, Glaube (Essen 1965); S. K. Langer, su Estudio sobre la historia— una disolución de la propia cultura.
Philosophie auf neuem Wege. Das Symbol in Denken, im Ritus und in der
Kunst (Berlín 1957); una obra más antigua y clásica en su género:
E. Cassirer, Philosophie der symbolischen Formen, 3 vols. (Portland Road e) El nacimiento de un mito,
1954); J. B. Philipps, Psychologie und Symbolik (Stuttgart-Bema 1962); su muerte y su rehabilitación.
C. G. Jung, O homem e seus símbolos, con contribuciones de A. Jaffé, J. Ja-
cobi y otros (Olten-Friburgo 1968); I. Caraso, Das Symbol in der Tie- Cuando varias imágenes y símbolos se dan cita para formar
fenpsychologie: «Studium Genérale» 6 (1953) 296-302; C. Lévy-Strauss, La un relato, surge el mito 4 8 . No podemos dejar de pensar en imá-
pensée sauvage (París 1962); C. G. Jung-K. Kerényi, 4Einführung in das
Wesen der Mythologie (Amsterdam-Leipzig 1941; Zurich 1951); J. Dournes,
L'homme et son mythe (París 1968). Methode, 145-147; mito, como explicaremos en el texto, es la concatena-
47 ción de un grupo de imágenes y símbolos que forma un relato, una historia,
El signo se limita remitir y referir hacia fuera; el signo no es sino
lo que exige su función, es decir, un apuntar hacia; el símbolo significa una explicación.
48
pura representación; a diferencia del signo, el símbolo participa de lo que Queremos dejar bien claro que no entendemos el mito en sentido ne-
representa. El símbolo no sólo apunta hacia fuera, sino que hace presente, gativo o peyorativo, como se ha oído con frecuencia en las discusiones
re-presenta en sí mismo, aquello hacia lo que apunta; la imagen es el tér- sobre la «desmitificación» de R. Bultmann. La psicología profunda, al menos
mino medio entre la pura referencia del signo y la pura representación del la escuela de C. G. Jung, los etnólogos y los modernos epistemólogos con-
símbolo. La imagen no representa otra cosa, sino que la hace presente por sideran los mitos como elementos altamente positivos de nuestra realidad,
sí misma, por su contenido. Lo representado está en la imagen misma y como formas para expresar los fenómenos del inconsciente y otros fenóme-
sólo por ella se hace presente. De otra forma no podría estar presente. nos de carácter numinoso y profundo. Lévi-Strauss mostró en La pensée
Estas definiciones están basadas en la obra de H. J. Gadamer, Wahrheit und sauvage que el hombre moderno es un neoprimitivo, porque no puede pa-
La realidad de un mito 607
606 El evangelio del Cristo cósmico
que habla la religión» 53. La vía de acceso está hecha de símbolos
genes. Así lo reconocía Kant, y Descartes confesaba, en una carta e imágenes. Evidentemente, el contenido de este pensar en imáge-
escrita el 20 de junio de 1643, que solamente dedicaba al año al- nes y símbolos en la ciencia atómica y en la teología es toto cáelo
gunas horas al pensar abstracto, mientras que el resto lo reserva- diverso. El símbolo de las ciencias exactas y matemáticas es dis-
ba a las imágenes 4 9 . Siempre que deseamos comunicar algo, uti- cursivo en un modelo científico; el de la religión es un símbolo
lizamos imágenes y contamos historias. representativo, es la comprensión analógica de las realidades di-
El mito es la primera respuesta del hombre en su encuentro vinas. En ambas esferas, sin embargo, lo simbólico no es la reali-
con realidades profundas o totales, no sólo religiosas, sino tam- dad pensada, sino solamente su modo de expresión. Pero la reali-
bién científicas, como las de la ciencia atómica. Así lo señaló re- dad es tan profunda, vasta y misteriosa que se deja captar única-
cientemente el profesor Hermann Danzler, director del Instituto mente a través de imágenes y símbolos. Los símbolos e imágenes
de Física Aplicada de la Universidad de Francfort 5 0 . Este cientí- no nacen del aire ni de la pura fantasía: presuponen una realidad
fico llega a sustituir la palabra «modelo» de las ciencias exactas experimentada que se expresa simbólicamente y que, cuando es
por «mito», aunque reconozca que no es normal tal procedimien- concatenada en un sistema, da origen al mito.
to 51. A pesar de todo, los paralelos formales entre la estructura del
Tanto los mitos, símbolos e imágenes como los modelos cien-
pensamiento simbólico de la moderna física y de la moderna
tíficos no son, en su primer estadio, reconocidos como tales. Son
teología son tan sorprendentes que permiten tal sustitución. Danz-
mitos vivos, con cuya ayuda pensamos y nos orientamos en la
ler propone las cuatro tesis que referimos a continuación:
ciencia y en la religión, pero se negarían como mitos si fuesen
1) El modelo de la física es una respuesta, en imágenes, del reconocidos como tales: se cree haber captado la realidad misma,
espíritu investigador del hombre en su encuentro con la realidad se piensa que el símbolo se identifica con la realidad. Ese primer
física. estadio es aún ingenuo; el símbolo y el mito no son algo reflejo.
2) El símbolo religioso es la respuesta, en imágenes, del hom- El espíritu, sin embargo, no se cansa de preguntar por la realidad
bre tocado y poseído por la realidad de Dios. total y de investigarla; va descubriendo que su profundidad es
3) El encuentro con la realidad física se da en el mundo de mayor que la que se revela en los símbolos, imágenes y mitos.
las cosas, pero apunta hacia una «dimensión profunda» de esta Viene entonces un segundo estadio, la fase de desmitificación, de
realidad. concienciación del símbolo y del mito, en la que se percibe que
4) El encuentro con la realidad de Dios se realiza en las el modelo científico no es pura y simplemente idéntico a la rea-
profundidades del espíritu humano, que da origen a una posesión lidad. Aquí suelen surgir crisis de fe, y arrecian las discusiones
de Dios, a la que Danzler llama también fe en el sentido de Paul científicas; puede incluso surgir un malentendido profundo que se
Tillich 5 2 . manifiesta en la pregunta de si Dios es solamente un símbolo.
Como puede verse, los paralelos formales son grandes. Ambos Con el descubrimiento de que el símbolo es símbolo y no Dios
campos trabajan con el símbolo y la imagen. Danzler explica así mismo, piensan algunos que se puede llegar a la negación de Dios.
la razón: «Nos es imposible expresar con afirmaciones directas No hay negación de Dios ni declaración precipitada de su muerte,
tanto la profunda realidad atómica como la realidad absoluta de sino sólo una verificación de que Dios es una realidad tan profun-
da y trascendente que hace saltar hasta los símbolos y los mitos,
sarse sin mitos, símbolos e imágenes; cf. H. Schelsky, Auf der Suche nach
der Wirklichkeit (Dusseldorf-Colonia 1956) 395ss; C. G. Jung, Prólogo a pero obliga a crear otros más acordes con la nueva experiencia
V. White, Gott und das Unbewusste. Zur Psychologie westlicher und del Absoluto que tiene cada generación. Surge así la tercera fase,
ostlicher Religión (Zurich 1963) 328; J. Dournes, L'homme et son mythe
(París 1968). 53
Ibíd., 369; cf. M. Born, Symbol und Wirklichkeit: «Universitas» 19
*50 Citado en P. Bertaux, Mutation der Menschheit (Munich 1949) 49. (1964) 817-834: «Los símbolos son un medio esencial para penetrar en la
H. Danzer, Das Symboldenken in der Atomphysik und in der Theologie: realidad que se oculta tras los fenómenos» (817); H. Weyl, Über den Symbo-
«Universitas» 22 (1967) 367-379. lismus der mathematischen Physik: «Studium Genérale» 6 (1953) 219-228;
51
52
H. Danzer, op. cit., 374. C. F. von Weizsacker, Zum Weltbild der Physik (Stuttgart 1963) 118-123.
Ibíd., 368.
608 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 609
el estadio de rehabilitación del mito y del símbolo, como mito y gico y religioso, sino que han marcado también las ciencias em-
como símbolo, y no ya como identificación con la realidad sim- píricas. Así, la investigación de la estructura del átomo ha llevado
bolizada. El mito y el modelo alcanzan su verdad esencial, acepta- a reconocer que no existe ningún conocimiento absolutamente ob-
da ya por la razón crítica, como la manera mejor y más adecuada jetivo, independiente del sujeto investigador. La misma ciencia
para expresar realidades profundas y vitales a las que se nos atómica es un modelo, con su horizonte típico de preguntas y res-
niega el acceso a través de conceptos claros, precisos y propios. puestas. Sólo reciben respuesta las preguntas que surgen dentro
Entonces muestran los símbolos su transparencia, que es una ca- de este horizonte de comprensión, y ellas mismas están condicio-
tegoría entre la pura trascendencia y la pura inmanencia, pero que nadas por el propio horizonte. De ahí resulta que toda imagen
participa de ambas: en el símbolo y en el mito y a través de del mundo, por científica que sea, está siempre marcada por la
ellos se revela la trascendencia y se comunica con la inmanencia 54. subjetividad y por la comprensión que el investigador tiene del
La psicología profunda, especialmente la de Jung y su escuela; ser S6. Por tanto, todos los modelos de interpretación tienen sentido
el análisis estructuralista de la antropología, y el estudio de las únicamente dentro de un sistema de relaciones y funciones; y no
religiones y de las mitologías revelan que el símbolo y el mito y es posible hacer afirmaciones universales, a partir de las diversas
los modelos de interpretación no son únicamente un instrumento ciencias exactas, sobre la totalidad de la realidad, so pena de que
del hombre en su confrontación con la realidad para comprender- se conviertan en ideologías, que, como tales, no son legitimables
la y dominarla, sino que constituyen las estructuras más profundas ante la razón crítica. Con todo, este hecho no lleva necesariamen-
y originarias del alma humana, las cuales existen todavía y actúan te a un relativismo absoluto. Por el contrario, exige apertura
en todas sus manifestaciones 55 . Por eso se siguen elaborando, con- para que podamos comprender la realidad en sus varias estructu-
tinua e inevitablemente, nuevos mitos, símbolos y modelos. El ras y planos, los cuales, a su vez, piden una multiplicidad de
hombre tropieza siempre con misterios, que son mucho más que accesos de comprensión. Esto da origen a una pluralidad de imá-
simples problemas que hay que resolver; choca con realidades genes del mundo, que no se excluyen mutuamente, sino que, den-
radicales y próximas a él, que no puede definir ni designar con tro de la ley de la complementariedad, revelan al hombre las di-
nombres propios y adecuados. Por eso cada mito debe responder mensiones de la realidad total y unitaria.
a dos exigencias: primera, a la realidad profunda experimentada, Esta breve y fragmentaria exposición nos ayudará a compren-
manifestándola a través de los modelos y símbolos; segunda, a las der la cristología cósmica de Teilhard. Hemos visto que su pre-
estructuras antropológicas, al sentir profundo del espíritu de la gunta se refiere no a aspectos de la realidad, sino a su totalidad.
época. Mito y modelo son, pues, hoy algo consciente, críticamente Tal pregunta sólo podrá recibir una respuesta de carácter mítico
controlable por la razón, y también algo inconsciente, dependiente en el sentido antes indicado. El mito no es solamente una forma
del proceso creativo de las profundidades de la psique. de expresión; los símbolos y las imágenes recogidos en el mito
Estas consideraciones no sólo tienen valor filosófico, socioló- reflejan una realidad verdadera y existente, pero tan profunda y
vasta que no puede ser aprehendida en conceptos propios. Por
54
J. Splett, Sakrament der Wirklichkeit (Würzburgo 1968) 84. Teilhard
admitió lo característico de esta transparencia y llegó a decir: «Si se nos 56
Cf. C. F. von Weizsacker, Zum Weltbild der Physik, 355-366: la antropo-
permite modificar ligeramente una palabra sagrada, diremos que el misterio logía como trasfondo de la física. H. H. Schrey, Das neuzeitliche Weltbild,
del cristianismo no consiste en la aparición, sino en la transparencia de Dios en Religión in Geschichte und Gegenwart VI, 1628-1629. La base de esto se
en el universo. ¡Oh, Señor! No sólo el rayo que emerge, sino también el halla en la relación de indeterminabilidad de W. Heisenberg, según la cual
rayo que penetra. No vuestra epifanía, Jesús, sino vuestra diafanía»: Le es radicalmente imposible determinar a la vez el lugar y el impulso (o ve-
milieu divin, 162. Teilhard dice también que todos los seres son «estructu- locidad) de un electrón. Es imposible emitir un juicio sobre el comporta-
ralmente bifaciales», es decir, transparentan la realidad crística y divina: miento de cada electrón. Sólo se pueden formular juicios probables y basados
L'hymne a l'univers (París 1961) 88. en el cálculo estadístico sobre el comportamiento medio de un número ele-
55
Cf. la bibliografía citada en la nota 46. Véase también P. Ricoeur, vado de electrones, y en tales juicios siempre se halla implicado el sujeto;
De Vinterpretation (París 1965) 13-63, 476-529; M. Eliade, La vertu créatrice cf. W. Heisenberg, Das Naturbild der heutigen Physik (Hamburgo 1955)
du mythe: «Éranos Jahrbuch» (1956) 59-85, espec. 66-70. 15-24, 32-35.
Ofl
610 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 611

todo ello, el mito no nace de la nada, sino de una experiencia cuestión, explica la unidad de la realidad recurriendo al alma del
profunda. Además, el mundo simbólico y mítico es una ventana mundo. Esta es el intermediario entre lo uno y lo múltiple, el
del alma, su estructura más originaria. Así, la respuesta que Teil- principio mitificador de lo real, de tal modo que Platón llega a
hard da al problema vivido por él es mítica en el sentido positivo hablar de un «cuerpo del todo», de un «cuerpo del cosmos» 1.
y denso del término. El Cristo cósmico es un mito condicionado Para los estoicos, el principio de unidad y de racionalidad del
por una pregunta que únicamente de este modo puede ser res- cosmos reside en el logos-fuego, que penetra todo y en el que
pondida adecuadamente. Todo indica que, a diferencia de Pablo, todo es uno. En este contexto, emplean a menudo los estoicos la
Teilhard llegó a darse cuenta del carácter mítico de su visión. palabra «cuerpo» para designar la unidad de la totalidad. Séneca,
El, pues, no se quedó en el primer estadio del mito, donde éste en la carta 155,52, dice que todos somos miembros de un gran
se identifica con la realidad misma, sino que advirtió la fragmen- cuerpo (membra sumus corporis magni) 2.
tariedad de su visión 57 . Las consideraciones que acabamos de
Para los neoplatónicos, el alma del mundo pertenece ya a la
hacer han querido desvelar su carácter mítico, hacer brevemente,
esfera divina. Contemplando las ideas eternas, las hace potencias
en un sentido positivo, una desmitificación o concienciación de lo
capaces de transformar la materia. Permaneciendo indivisa en sí
simbólico y mítico, no para diluir el mito, sino para mostrar su
misma, se extiende por el universo todo, unificando la multiplicidad
verdad, legitimidad y sentido como respuesta a la pregunta por la
en una unidad cósmica 3.
totalidad de la realidad plural y de su unidad orgánica.
A continuación, compararemos el modelo de Teilhard con los Los primeros filósofos cristianos, que desde muy pronto em-
de otros que, movidos también como él, se han preocupado de la plearon las categorías de la filosofía platónica y neoplatónica
misma pregunta. Como se verá, la respuesta, en lo esencial, va —baste recordar la frase del joven Agustín «vía ad Christum
siempre a dar en una concepción de carácter mítico. Revela una Jesum divus Plato»—, reinterpretaron el alma del mundo como la
misma estructura, si bien el mito será vivido y revestido con el presencia divina en el cosmos. Más tarde, con ocasión de las po-
material representativo de cada época. Cada cierto tiempo mueren lémicas trinitarias, se llegó a ver en la tríada platoniana (Dios, el
los mitos, pero la realidad que los hizo nacer está siempre ahí, demiurgo y el alma del mundo, también llamada ous) una pre-
desafiando a los hombres y procurando irrumpir en la conciencia paración de la Santísima Trinidad para los paganos 4 . San Agus-
del espíritu. Por eso nacen siempre otros mitos, los cuales serán tín aludió varias veces a este problema del alma del mundo, «que
otras tantas tentativas de aprehender lo inaprehensible, de formular no sin razón es llamada espíritu de Dios», según dice en un pa-
lo informulable y de expresar lo que es, de por sí, inefable. saje 5 . Pero su postura es vacilante 6 : por un lado, ve su razón de
ser en la armonía de la multiplicidad del universo; por otro, no

1
2. Otras respuestas de carácter mítico Platón, Timeo 35,31 B; 32 A, C. Cf. J. Moreau, L'áme du monde de
a la pregunta por la unidad de la realidad Platón aux Stoiciens (París 1939); L. Thevenay, L'áme du monde, le devenir
et la matiére chez Plutarque (París 1938).
2
Una colección de textos estoicos puede verse en J. Dupont, Gnosis. La
a) La respuesta de los antiguos: connaissance
3
religieuse dans les épitres de saint Paul (París 1949) 432-435.
Plotino, Enn. II, 9.3; IV, 9.2.
el cuerpo del cosmos y el alma del mundo. * Esta teoría tiene más representantes entre los Padres griegos que entre
los latinos, porque los primeros consideraban la Trinidad más en su sentido
Omitiremos aquí las soluciones presocráticas y de la filosofía económico, en relación con el mundo y el hombre, que en su dimensión
oriental, que presentan ante este problema un carácter marcada- intratrinitaria. Cf., por ejemplo, Teodoreto, Graec. affect., H: PG 83,852;
Eusebio, Praep. evang. XI,20: PG 21,901.
mente mítico. Platón, que fue un filósofo agudísimo para esta 5
De gen. ad litt. imp. líber 4, 17: PL 34,226.
6
57
Para Agustín, este problema constituyó siempre una «magna atque
Los textos pueden verse en H. de Lubac, Blondel et Teilhard de Chardin abdita quaestio»: De const. Evang. I 23,35: PL 34,1058; cf. V. J. Bourke,
32 y 102, así como en las notas 178-180. St. Augustin and the cosmic soul: «Giornale di Metafisica» 9 (1954) 431-440.
612 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 613

encuentra argumentos suficientes de razón ni en la Escritura 7 . las cuestiones más difíciles de la teología y de la filosofía religiosa.
A través de Macrobio, Calcidio y principalmente Boecio pasa al Tal vez sólo el mito podrá transmitir alguna inteligibilidad, ya que
mundo escolástico la teoría del anima mundi. su función no es tanto fijar cuanto sugerir las representaciones;
En la preescolástica, como ha demostrado T. Gregory 8 , había narra la vivencia en vez de reducirla a conceptos abstractos.
tres teorías principales acerca del alma del mundo como principio Para el pensamiento cristiano, que considera a Cristo como
unificador de toda la realidad. La primera consideraba al Espíritu punto de orientación en la experiencia religiosa, incluso en lo que
Santo como el elemento vivificador y unificador; la segunda afir- se refiere a la pregunta por la unidad orgánica de toda la reali-
maba que el alma del mundo es una energía íntima de los seres que dad, se abre un nuevo camino, el de una verdadera cristología
los engloba en una unidad, energía esta puesta por Dios mismo cósmica, como aparece en las cartas a los Colosenses y a los Efe-
en el universo; la tercera especificaba más la segunda y atribuía sios, en el prólogo al Evangelio de san Juan (1,3) y en la carta a
al alma del mundo la naturaleza de una sustancia incorpórea que los Hebreos (1,23). Lo que el pensamiento monoteísta atribuye a
se encuentra en todos los seres. Naturalmente, no se pensaba en Dios (Dios todo en todos) es atribuido en el pensamiento cristia-
un panteísmo, aunque por causa de ello Abelardo fuera condenado no a Cristo, como Pablo lo hace en Col 3 , 1 1 : «Cristo es todo en
en el Concilio de Sens (D 368). Cuando se hablaba del Espíritu todos».
Santo como alma del mundo, no se quería diluir la tercera perso- Así llegamos al momento de exponer la cristología y la ecle-
na en la materia, sino realzar su actividad unificante y creadora, siología cósmicas de Pablo 9 .
iniciada con la creación del mundo. A lo sumo, esas expresiones
deben entenderse como intentos de traducir al mundo de los con-
b) La respuesta de Pablo:
ceptos una experiencia de la realidad irreductible a formulaciones
Cristo cabeza del cosmos y de la Iglesia.
conceptuales exhaustivas.
Para un pensamiento monoteísta y teológico, el problema se 1) El problema hermenéutico en Pablo. Advertimos de en-
plantea de forma un poco diferente, y su solución parece hasta trada que no se trata aquí de trazar un paralelo entre Teilhard
más fácil, aunque aquí, como acabamos de ver, no se consiga y san Pablo. Esto ya se ha hecho, con resultados diversos y hasta
evitar del todo ciertas formulaciones de sabor panteísta. Ya en el contradictorios 10. La mayoría de esos estudios comparativos parten
Nuevo Testamento encontramos expresiones tales como «Dios no tomando como criterio de análisis la solución paulina. Esta, sin
está lejos de nosotros, porque en él vivimos, nos movemos y exis-
timos» (Hch 17,27-28), o «Dios es todo en todas las cosas»
' La bibliografía sobre la cristología cósmica de Pablo es abundantísi-
(1 Cor 15,28). Dios es concebido no sólo como sentido trascen- ma: cf. el elenco bibliográfico que ofrecemos al final de nuestro estudio.
dente, último y definitivo de la creación, que como tal ya confiere Aquí no queremos entrar en la compleja discusión sobre la autoridad pauli-
unidad a todo, sino también como inmanente y transparente, de na de las cartas de la cautividad, en la que hasta ahora no se ha llegado a
forma que la unidad no sólo está constituida por una atracción una solución convincente. Cf. E. Percy, Die Probleme der Kolosser- und
Epheserbriefe (Lund 1964) 9-15, 433-448.
externa, sino que surge de dentro a través de la misma creación. 10
Han llegado a una conclusión más negativa en lo que respecta al pa-
Pablo expresa todo esto con una fórmula feliz cuando escribe: ralelismo entre Pablo y Teilhard: L. Scheffczyk, Die «Christogénese» Teilhard
«Hay un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todos de Chardins und der kosmische Christus bei Paulus: «Tübinger Theolo-
(trascendente), por todos (transparente) y en todos (inmanente)» gische Quartalschrift» 143 (1963) 136-174; A. Feuillet, Le Christ Sagesse de
Dieu d'aprés les Épitres pauliniennes (París 1966) 379-384; G. Crespy, Le
(Ef 4,6). Cómo se realiza esa religación e interpenetración de Dios Christ du P. Teühard de Chardin: «Revue de Philisophie et Théologie» 9
con la criatura y viceversa, sin caer en un panteísmo, es una de (1959) 297-321; H. E. Hengstenber, Untersuchungen zur Christologie Teilhard
de Chardins: WiWei 26 (1963) 165-179. Emiten un juicio más favora-
7
Cf. Retractationes, I, 11, 4: PL 32, 602; De immortalitate animae 15,24: ble C. Mooney, Teilhard de Chardin and the Mystery of Christ (Lon-
PL 32,1033; De ordine II 11,30: PL 32, 1009. dres 1966); A. Guggenberger, Christus und die Welt nach Teilhard de Char-
8
T. Gregory, Anima mundi. La filosofía di Guglielmo di Conches e la din: «Théologie der Gegenwart» 8 (1965) 9-19; J. Jerkovic, Teühard de
Scuola di Chartres (Florencia 1955) 134139. Chardin.
614 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 615

embargo, está envuelta en tantos problemas y discusiones entre los misterio de Cristo y de su irradiación universal. Pablo es un
mismos exegetas, que cualquier solución es simplemente una posibi- genio religioso, como lo era también el padre Teilhard. El no
lidad entre otras. P o r ello, la comparación entre Teilhard y Pablo conoció al Cristo histórico, y declara que sobre el Cristo sárquico
resulta extremadamente difícil y poco precisa. Además, en esta (de carne) no quiere saber mucho. Cita muy pocas veces a Cristo
cuestión aflora un problema hermenéutico que no ha recibido como autoridad: sólo dos veces (1 Cor 7,10; 9,14), aunque sus
todavía en la discusión la acogida y atención que merece. escritos muestran muchas reminiscencias de la doctrina de Jesús n .
Teniendo en cuenta lo que hemos dicho, ¿cuáles son las pre- Pero su experiencia de Cristo resucitado le abrió un nuevo hori-
guntas y los problemas que mueven a Pablo y a Teilhard y para zonte para entender toda la realidad. De repente, Cristo se con-
los cuales el Cristo cósmico es una respuesta? ¿No animan en el virtió para él en el punto de orientación para todos los proble-
fondo las mismas preocupaciones a ambos? Como en seguida in- mas humanos y religiosos. Resume así su experiencia como hom-
tentaremos mostrar, esta hipótesis parece confirmarse de hecho. La bre nuevo: «Si alguien está en Cristo es una nueva criatura»
pregunta y la respuesta se sitúan en un mismo horizonte, si bien (2 Cor 5,17). La expresión «en Cristo» y «con Cristo» no es,
la respuesta tiene en ambos casos matices propios. Cada uno está como dice el gran exegeta Lohmeyer, «la expresión más o menos
condicionado por el material de representación científica de su difusa de una mística en torno a Cristo, sino de una clara y com-
época: Teilhard, por el mundo concebido en términos de evolu- pacta metafísica sobre Cristo» 12. El «ser en Cristo» es la nueva
ción y convergencia; Pablo, por el cosmos pensado en términos situación ontológico-existencial del hombre en contraposición al
estáticos, con representaciones precientíficas, con espíritus buenos «ser en la ley». Si antes el hombre estaba en la ley, actuaba en
y malos que pueblan los espacios cósmicos y son responsables del la ley, se glorificaba en la ley, ahora en la nueva situación está
«caos» o del «cosmos» del mundo. Sin embargo, constituye única- en Cristo, actúa en Cristo y se gloría en Cristo. Adolf Deissmann,
mente el material de representación, pero no es todavía la Tes- que escribió la mejor monografía del siglo pasado sobre el «ser
puesta misma. Aquél puede ser y es diverso; ésta puede ser y es en Cristo», llega a este resultado: «La fórmula 'en Cristo' ca-
idéntica, como luego intentaremos demostrar. racteriza la relación del cristiano con Cristo como un encontrarse
Hermenéuticamente, no se puede absolutizar la perspectiva de local en el Cristo pneumático... Es muy probable que Pablo haya
uno en detrimento del otro ni erigir el punto de vista de uno a la comprendido esto en sentido propio y no figurado» 13.
categoría de momento crítico para todos los demás puntos de Cristo es, pues, «el elemento en que vive el cristiano y en el
vista. Esto iría contra la propia naturaleza del punto de vista. Lo que encuentran su lugar todas las manifestaciones de la verdad
cual no es caer en un relativismo total, sino aceptar la pluralidad cristiana 14. El es, como dice Teilhard, el medio divino, la atmós-
de modelos y de accesos a la realidad, obligarse a la agilidad de fera y el elemento cósmico y nuevo en la creación. Evidentemente,
pensar sucesivamente en varios horizontes de comprensión y ver la para Pablo eso se aplica no al Cristo sárquico, sino al Cristo
única estructura fundamental en las estructuras superficiales. La pneumático. Por la resurrección, Cristo entró en otra forma de
comparación entre diversos enfoques sólo tiene sentido real cuando existir, la pneumática. Cuerpo y pneuma (espíritu) no son para
se intenta preguntar por los mismos enfoques y descubrir el ho- Pablo realidades que se contraponen. Cuerpo es el hombre en su
rizonte, las preguntas y las preocupaciones de fondo, hasta llegar existencia en el mundo; pneuma es el mismo hombre existiendo en
al núcleo y la estructura común donde brotan todas las soluciones la nueva realidad de la resurrección, superando el espacio y el
históricamente dadas. Entonces es cuando se legitiman las compa-
raciones, las aproximaciones y las confrontaciones, porque se posee 11
C. H. Dodd, The Autority of the Bible (Londres 1960), 266s.
12
el criterio de comprensión que se halla en el descubrimiento de la F. Lohmeyer, Grundfragen paulinischer Theologie (Tubinga 1929) 145;
pregunta fundamental y en correlación con la respuesta. A. Schweitzer, Die Mystik des Apostéis Paulus (Tubinga 1930) 11, 13, 365-
2) Raíces vivenciales de la cristología cósmica de Pablo. 369.
13
A. Deissmann, Die neutestamentliche Formel «in Christo Jesu» (Mar-
Aclarado este punto, veamos cómo surgió en Pablo la cristología burgo 1892) 97-98.
14
cósmica. Como en Teilhard, nació de una experiencia radical del lbíd., 81.
616 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 617

tiempo, libre de las limitaciones de este mundo y abierto a toda Esta confrontación dio lugar a una cristología cósmica en la
la realidad. Es el mismo Cristo, pero sin estar sujeto a las barre- carta a los Colosenses y a una eclesiología de dimensiones cósmicas
ras que le impiden la comunicación y, por ello, con una dimen- en la carta a los Efesios, donde se recoge, con más reflexión y
sión cósmica 15. sin gran polémica, el tema suscitado en la comunidad de Colosas.
Para Pablo, como para la fe del Nuevo Testamento, según la 3) La cristología cósmica de Pablo como respuesta a la uni-
concisa formulación de O. Kuss, «Dios realizó a través de Cristo, dad del todo. Se ha estudiado muchísimo el tema del Cristo cós-
siempre a través de Cristo y únicamente a través de Cristo, la sal- mico en san Pablo. Por tanto, no pretendemos hacer aquí otra
vación de los hombres, la total y definitiva salvación» 16. Desde investigación más. Nuestro intento es ver el mismo tema bajo otra
Cristo se ve toda la realidad del pasado, del presente y del futu- perspectiva: la del Cristo cósmico como respuesta a la pregunta
ro, como dice Pablo magistralmente en su carta a los Romanos. sobre la unidad de la totalidad de lo real. Más adelante, cuando
Cualquier problema que surge en las comunidades, como puede abordemos el problema de los cristianos colosenses, veremos cómo
verse en las cartas católicas, que reflejan ya un cristianismo Pablo planteó este problema.
establecido, o en la carta a los Hebreos, donde el autor, pastor de El problema de la unidad ya había surgido antes, si bien en
almas y teólogo al mismo tiempo, intenta inspirar esperanza y términos menores, en las comunidades de Corinto y de Roma.
consolar a los cristianos perseguidos, está resuelto a partir de una Entonces Pablo echa mano de una palabra —cuerpo— que de
reflexión sobre Cristo. Tal vez el mejor ejemplo sea el hecho de por sí ya indica unidad y que, en la terminología estoica de la
la herejía en la comunidad colosense. Aquí Pablo tiene la opor- época, tenía una clara connotación cósmica. En cualquier caso,
tunidad de enfrentarse con el problema de la relación entre Cristo Pabló invita a la comunidad de Corinto a la unidad explicando
y el cosmos, cosa que ya se vislumbraba en la carta a los Corin- que el cuerpo, que es la comunidad (1 Cor 12,27), forma una to-
tios (1 Cor 8,6; cf 3,22), y que está claramente implicado en la talidad orgánica compuesta de muchos miembros. En Rom 12,
fe en Cristo como Kyrios. Esto no quiere decir que la cosmología 48ss subraya nuevamente la unidad de los diversos miembros en
como tal pertenezca al anuncio del evangelio —como ha demos- un solo cuerpo, en Cristo. Esta afirmación —la comunidad es cuer-
trado Sasse en su minuciosa monografía sobre el tema— 1 7 , sino po de Cristo— se sitúa aún en la línea de la imagen y significa
que la posición cósmica de Cristo es parte integrante de la predi- que la comunidad está inserta en la historia que comenzó con
cación de Pablo. «Ver el universo no como algo absoluto y autó- Cristo 19. La comunidad se convierte en cuerpo de Cristo por la
nomo, sino como algo teónomo y —esto se refiere a la carta a recepción del cuerpo del Señor en la eucaristía (cf. 1 Cor 10,
los Colosenses— como algo cristónomo: en eso residen la esencia 16-17). En este sentido, cuerpo viene a significar lo que antes decía-
y el significado de la cosmología paulina. El tema debe ser con- mos : «Un espacio presente en el que está sumergida la comunidad.
siderado como parte del mensaje del evangelio, por más que no De este modo se convierte en una unidad; en griego, hen soma.
ocupe el centro de la predicación de Pablo, como parece deducirse Es, pues, un cuerpo unido que vive en el cuerpo de Cristo» 20 .
del análisis de los textos». Así habla un exegeta que se ocupó En esta acepción de cuerpo en forma pneumática, como una at-
ampliamente de lo que significaba Cristo para la Iglesia y para el mósfera y un medio divino creado por Cristo, es un hecho dado,
cosmos 18. anterior a la comunidad, no producido por ella. La comunidad
está sumergida en él, participa de él por la eucaristía, vive en él
15 y de él.
Ibíd., 95-97; J. A. T. Robinson, Le corps. Étude sur la théologie de
saint Paul (Lyon 1966) 85-130. Ya aquí percibimos el profundo realismo del cristocentrismo
16
O. Kuss, Nomos bei Paulus: «Münchener Theologische Zeitschrift» 17 paulino y, al mismo tiempo, su expresión mística, próxima al rea-
(1966) 212. lismo teilhardiano. La diferencia de formulaciones no debe enga-
17
Cf. Kosmos, en ThWNT III, 887, así como las observaciones de
L. Scheffczyk, Die «Christogenése»..., 152-157.
18 19
M. A. Wagenführer, Die Bedeutung Christi für Welt und Kirche (Leip- E. Schweizer, Soma, en ThWNT VIII, 1067.
zig 1941) 82. i0
Ibíd., 1069.
618 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 619

fiarnos y ocultar la intención semejante. De la afirmación de este himnos y alababan a Cristo como creador y redentor del cosmos,
fuerte realismo, en el que el cuerpo de Cristo es concebido como al que están sujetas todas las potencias. Cristo no es solamente
un elemento, a su dilatación cósmica no hay más que un paso, y redentor del hombre-individuo, sino también Señor de todo el mun-
de hecho se dio en las cartas a los Colosenses y a los Efesios. do. Es la respuesta al agudo problema de los griegos en un mundo
Aquí aparece expresamente el problema de la unidad cósmica que había perdido a Dios y el sentido y destino de las cosas.
formada por Cristo. Ya las palabras claves empleadas tienen todas Así se veían forzados a habérselas con un destino que temían y del
un sentido de plenitud, de totalidad y unidad. Las cuatro prepo- cual no podían escapar» 3 6 .
siciones en él, por él, para él, él es antes de todo, que ya los estoi- En una especie de fusión panteísta, los colosenses interpretaban
cos usaban para expresar la relación del mundo con la divinidad, el mundo como pleroma, penetrado todo él por el espíritu de
aquí se aplican a la relación de la creación con Cristo (Col 1, Dios, que, al mismo tiempo, era pleromizado por todos los ele-
16-17) 21. Los términos cuerpo, cabeza, pleroma y todo (este último mentos del cosmos. Las potencias (ángeles) se sitúan entre el cielo
aparece 54 veces en la carta a los Efesios y 42 en la de los Co- y la tierra y ayudan o impiden el acceso a Dios. La totalidad
losenses) ; las cuatro dimensiones, anchura, largura, altura y pro- del cosmos forma un cuerpo único, un organismo vivo: es la
fundidad (Ef 2,18), significan, según J. Dupont, una totalidad 2 2 . concepción del estoicismo popular del mundo como un gran cuer-
Utilizando esta terminología, Pablo procura responder a los po vivo 2 7 . Cristo fue interpretado dentro de estas categorías: él
problemas y a las preguntas de los colosenses. Es difícil decir es el pleroma, el cosmos es su cuerpo, y él es también la cabeza
cuáles eran los problemas de esta comunidad. Una buena base nos de todo. Esta última expresión es de origen hebreo y quiere re-
la ofrece el himno de 1,15-20, el cual, según la opinión de probados saltar la preeminencia de Cristo. «La preeminencia cósmica de
exegetas 23, sería de los herejes de la comunidad, y el autor de la Cristo —dice J. Dupont— lleva a darle el nombre de jefe, que
carta a los Colosenses (el mismo Pablo o un discípulo muy cer- corresponde normalmente en nuestras cartas (Col y Ef) al empleo
cano) lo habría resumido y corregido, expurgándolo de las afirma- de cuerpo para designar la totalidad cuya cabeza es Cristo 28. Sin
ciones heterodoxas. Según esto, se trataría de una herejía sin- embargo, para los herejes de Colosas, Cristo no era el único jefe
cretista de cristianos helenistas 24. Estos intentaban conciliar la doc- y absoluto Kyrios, sino uno entre los muchos que mediaban entre
trina de Pablo sobre el cuerpo de Cristo, según la hemos expuesto, el cielo y la tierra, aunque ciertamente el más elevado y digno.
con ciertos elementos de su visión del mundo que incluía la demo- El autor de la carta a los Colosenses usa la misma terminología
nología y angelología judeo-caldea, una astrología unida a los mis- y toca los mismos temas. Acepta la confrontación de Cristo con
terios griegos y a las especulaciones gnósticas 25 . Como helenistas, el cosmos, pero corrige de tal forma el himno que en él aparece
se sentían alienados en esta tierra, irremediablemente arrojados en una compenetración entre Cristo, la Iglesia y el cosmos, al mismo
la materia y separados del cielo. «El hombre del mundo helenista tiempo que esta compenetración es aceptada por la fe en la única
se preocupaba no tanto de sus problemas personales, pecados o mediación de Cristo. Tal compenetración, como han hecho notar
justicia, cuanto del problema del mundo, del absurdo de la exis- hace ya mucho los exegetas —y es aquí exactamente donde se halla
tencia y de la amenaza del destino fatal. En ese mundo, un grupo la manzana de la discordia en las interpretaciones 2 9 — no tuvo
de cristianos, que habían aprendido mucho de Pablo, cantaban sus pleno éxito; la dimensión cósmica de Cristo y de la Iglesia se
21 26
A. Feuillet, Le Christ Sagesse de Dieu, 80-88, 203-204. E. Schweizer, Kirche ais der missionarische Leib Christi, en Kirche
22
J. Dupont, Gnosis. La connaisance religieuse dans les Építres de St. heute (Bergen-Enkheim 1965) 26; id., Jesús Christus Herr über Kirche und
Paul,
23
420. Welt, en Libertas christiana. Hom. J. Delekat (Munich 1957) 157-187.
27
A. Feuillet, op. cit., 248-254, ofrece un excelente resumen de las dis- Cf. los textos en J." Dupont, op. cit., 431-440.
tintas opiniones sobre este himno. 28
24 29
Ibíd., 426, 440-453.
G. Bornkamm, Die Haresie des Kolosserbriefes, en Das Ende des Ge- Cf. H. J. Gabathuler, Jesús Christus Haupt der Kirche-Haupt der Welt.
setzes
25
(Munich 1957) 139-156. Der Christushymnus Kolosser 1, 15-20 in der theologischen Forschung der
Ibíd., 141-142; H. Hegermann, Die Vorstellungen vom Schópfungsmitt- letzten 130 Jahre (Zurich 1965), donde se estudian detenidamente las dis-
ler im hellenistischen Judentum und Urckristentum (Berlín 1961) 88-93). cusiones de los últimos ciento treinta años, espec. 125-181.
620 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 621

interfieren —en lo que respecta al tema cuerpo— con las de pie- hecho es también su redentor. Y lo expresa de otro modo cuando
roma y cabeza. dice que Cristo es la cabeza de todas las potencias (Col 2,10). Es
En primer lugar, el autor procura salvaguardar la primacía muy posible que la idea de cuerpo esté subyacente en la de ca-
absoluta de Cristo frente a todas las criaturas; después de apelar beza (una idea lleva a la otra), sin que cuerpo se identifique con
a su preexistencia (Col 1,15), lo que ya demuestra su primacía, la Iglesia, como se hace en Col 1,18 y 1,24. En este sentido, es
formula con un grupo cerrado de preposiciones su cristología muy sintomático que en Col 2,9 se diga, por ejemplo, que «en
cósmica: todas las cosas fueron cieadas en él, todo fue creado Cristo habita toda la plenitud (pleroma) de la divinidad en forma
por él, él es antes de todo y todo subsiste en él, él es la cabeza del corporal. Aquí se trasluce aún un resquicio de la concepción he-
cuerpo (Col 1,16-18). Como se ve, es imposible afirmar más de rética de que Cristo es la cabeza del cuerpo, es decir, del cosmos.
Cristo. En 3,11, el autor dirá simplemente que «Cristo es todo El es, en todos los casos, cabeza simultáneamente del cosmos y
en todos», expresión cuyo sabor panteístico-crístico no se puede de la Iglesia 33 . Como tal reconcilia todo (Col 1,20), suprime todas
disimular. Cristo se convierte en «punto de encuentro» x de todo las barreras que separan cielo y tierra, destruye los obstáculos de
ser. Todas estas afirmaciones, que podían haber sido formuladas raza y condición social que dividen a los hombres (Col 3,11) y se
por los herejes, las hace suyas el autor, pero corrigiéndolas de tal hace así sacramento de la unidad cósmica M. Como, a pesar de todo,
forma que abre un lugar para la Iglesia, y así dice que «Cristo es Cristo es simultáneamente cabeza del cuerpo de la Iglesia (Col 1,
la cabeza del cuerpo de la Iglesia» (Col 1,18a). Cristo es, efec- 18a) y cabeza de las potencias, que no pertenecen a la Iglesia,
tivamente, cabeza del cuerpo; pero el cuerpo no se refiere al sino al cosmos, el cuerpo se extiende más allá de los límites de
cosmos, como querían los helenistas de la comunidad, sino sola- la Iglesia. Esto abre una nueva perspectiva cósmica. Como se
mente a la Iglesia 3I . Pablo reserva el término «cuerpo» a la Igle- ve, la interpretación Cristo-Iglesia-Cosmos no tiene límites exac-
sia, como se ve en otros pasajes (Col 1,24 y 2,19). ¿Por qué esa tos, no es precisa ni muy feliz, como le habría gustado al autor
corrección? ¿Era necesaria? Eduard Schweizer piensa con razón de Colosenses. Por sí misma, como sucede en el estoicismo, la
que la corrección era necesaria porque la afirmación del himno de idea de cuerpo tendría un significado cósmico; sin embargo,
los herejes (Cristo es, sin más, la cabeza del cuerpo y, por tanto, el autor procura restringirla a la Iglesia, aunque no consigue
del cosmos) nos llevaría inevitablemente a entender la redención liberarla completamente del matiz cósmico, debido a su conexión
de Cristo como un acontecimiento meramente físico y metafísico. con el tema cabeza.
El hombre sería redimido por el simple conocimiento de que la Como queda dicho, la idea de cuerpo armoniza las ideas de
naturaleza fue liberada por una fuerza divina. En consecuencia, la totalidad y unidad y responde a la pregunta que se hizo el autor
gente debería pensar la redención en términos físicos y no en tér- sobre la unidad de la totalidad de la creación en Cristo. Así,
minos de «historicidad», es decir, en categorías de gracia y misión, en Ef 2,16 se dice que «los judíos y los paganos son reconciliados
de don personal de amor y de exigencia de sumisión. La redención en un solo cuerpo», que unos y otros «son miembros de un
no se realiza ex opere opéralo, sino que exige nuestra respuesta, mismo cuerpo» (Ef. 3,6) y «todos son llamados en un solo cuerpo»
nuestra decisión y compromiso 3 2 . (Col 3,15), etc.
A pesar de ello, el autor no puede evitar totalmente la afirma- La misma idea de unidad y totalidad reaparece con más fuer-
ción de que Cristo es también cabeza del cosmos, puesto que de za en los textos que hablan del pleroma 3S. Estos textos se entien-

33
30
J. B. Lightfoot, St. Paul's Epistles to the Colossians and to Philemon I. J. du Plessis, Christus as Hoof van Kerk en Kosmos (Groninga 1962)
(Michigan 1879) 155. 116-131;
34
H. J. Gabthuler, op. cit., 150-181.
31
H. Conzelmann, Der Brief an die Kolosser (Gotinga 1962) 138- Tal es la interpretación de "W. Bieder, Christ the Sacrament jor the
E. Schweizer, Soma, en ThWNT VII, 1072. World: «Theologische Zeitschrift» 19 (1963) 241-249, espec. 247.
35
32
E. Schweizer, Kirche ais der missionarische Leib Christi, 26-27; Cf. J. Gewiess, Die Begriffe «pleroun» und «pleroma» im Kolosser und
G. Bomkamm, Christus und die Welt in der urchristlichen Botschaft en Epheserbrief, en Wort des Lebens. Hom. M. Meinertz (Münster 1951) 128-
141; E. S. B. Bogdasavich, The Idea of Pleroma in the Epistles to the
Das Ende des Gesetzes (Munich 1963) 157-172, espec. 168.
622 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 623

den como complemento de la idea de cuerpo e intentan resaltar el hombre y la adoración de los ídolos creados por la mano del hom-
aspecto cósmico de la obra redentora de Cristo y de la mediación bre. La misión significa el trabajo de colocar al hombre en el
de la Iglesia. El término pleroma es aplicado tanto a la Iglesia orden nuevo, dándole una nueva manera de comportarse en con-
(Ef 1,23b) como a Cristo (Col 2,9-10; Ef 1,22-23; 4,10). Esto sonancia con ese orden, de forma que, a través de la Iglesia, ponga
quiere decir que la Iglesia participa de toda la acción unificadora al cosmos en camino hacia Dios, unido bajo la única cabeza, en
y renovadora de Cristo, tanto en los hombres como en el cosmos. Cristo 39.
La Iglesia es el lugar donde la acción revolucionaria de Cristo En este sentido, la Iglesia es, ya en este viejo eón, el mundus
se manifiesta, se hace fenómeno histórico, llega a la conciencia y reconciliatusm —como decía Agustín—, aquel retazo del mundo
forma una comunidad. En este sentido, es como un sacramento que vive de la única utopía real, la del nuevo cielo y la nueva
que manifiesta y realiza al mismo tiempo el sentido absoluto y tierra, introducida por el mensaje y por la obra de Cristo, que se
cósmico de Cristo. En ella y por ella se actualiza la salvación organiza socialmente y se convierte así en una magnitud histórica.
en cada momento y se hace presente a los ojos del mundo 3é. 4) El grado de verdad del Cristo cósmico de Pablo. De lo
La misma idea de unidad y totalidad está contenida en la pa- expuesto se puede deducir con relativa facilidad cuál es la solu-
labra cabeza, como ya hemos visto. Esto aparece claramente en ción paulina al problema que le presenta la comunidad de Colo-
Ef 1,9-10, donde se habla de la unión de todas las cosas bajo una sas: la relación y acoplamiento entre Cristo, la Iglesia y el cos-
sola cabeza en Cristo 37. El cosmos adquiere sentido y unidad en mos, el principio de unidad de toda la realidad. Pablo se expresa
esta recapitulación, en esta ordenación a una sola cabeza. Dado en una terminología típica de su época: las cosas del cielo y de
que tal recapitulación, por el momento, se manifiesta sólo en la la tierra, visibles e invisibles, tronos, dominaciones, principados
Iglesia y sólo en ella es aceptada y profesada 38 , toda la cons- y potestades (Col 1,16). La respuesta no podía ser otra: Cristo
trucción y ampliación de la Iglesia significa construcción del nue- es el lazo de unión de todos los seres, porque todo fue hecho en él,
vo mundo encabezado por Cristo. La Iglesia realiza ese nuevo por él y para él; él es la cabeza tanto del cosmos como de la
ser introducido por Cristo de dos maneras: por sí misma, aumen- Iglesia; es el pleroma. Nada existe sin él, y todo tiene en él su
tando su gracia y su apertura a Dios y a Cristo, y por su obra subsistencia. Estas cosas son inauditas. Pensemos que Pablo tiene
misionera. La misión no significa para ella ampliar su propio ante sí no a Dios simplemente, sino a un Hombre que es, al mis-
horizonte, ganar más adeptos y situarse en el mundo; significa mo tiempo, Dios; al Hombre-Dios, que ahora, resucitado y exis-
el trabajo de desenmascaramiento de las potencias enemigas de tiendo bajo la forma de pneuma, extiende su acción sobre todo
Dios y del hombre, comenzando por la propia alienación esencial el cosmos, le atribuye Pablo todas estas cualidades 41 . De todo ello
humana (pecado) y siguiendo por sus manifestaciones personales se sigue que la creación tiene en su más íntimo ser rasgos crísticos,
y sociales, como el egoísmo, la explotación del hombre por el refleja en miríadas de facetas diferentes el mismo rostro y la
misma forma de cuerpo cósmico de Cristo.
El grado de verdad de estas afirmaciones sólo se puede captar
Colossians and Ephesians: «The Downside Review» (abril 1965) 118-130; si entendemos el sentido de la pregunta por la unidad de la tota-
J. Dupont, op. cit., 453-476; G. Delling, Pleroma: ThWNT VI, 293-309.
,s
V. Warnach, Kirche und Kosmos, en H. Emonds (ed.) Enkainia (Dus- liad. Si no se entiende —y ya hemos dicho que el sentido de uni-
seldorf 1956) 187; G. Wingren, Welt und Kirche unter Christus dem Herrn: dad es un dato primario de la existencia, realizable por todos
«Kerygma und Dogma» 3 (1957) 53-60, espec. 57; H. Schlier, Der Brief an y siempre realizado, aunque tal vez no se haya tenido siempre
die Epheser (Dusseldorf 1957) 65; G. Schückler, Kirche und Kosmos: «Neue conciencia de él ni se haya estudiado como tal—, entonces vale
Zeitschrift für Missionswissenschaft» 22 (1966) 1-15; aquí 4, donde dice
que «la Iglesia es el sacramento de la salvación definitiva en Cristo ofrecido 39
a todos los hombres». Cf. también H. D. Wendland, Kosmos und Ekklesia. R. Schnackenburg, Gottes Herrschaft und Reich (Friburgo 1959) 221s;
Hora. W. Stehlin (Kasel 1953). E. Walter, Christus und der Kosmos (Stuttgart 1948) 55.
40
'7 H. Schlier, Der Brief an die Epheser, 65. 41
Sermo 96,8.
38 Cf. R. Brinkmann, Die kosmische Stellung des Gottmenschen in pauli-
O. Perels, Kirche und Welt nach Epheser und Kolosserbrief: «Theolo-
gische Literaturzeitung» 7 (1951) 391-400, aquí 394. nischer Sicht: «Wissenschaft und Weisheit» 13 (1950) 6-33.
624 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 625

lo que, todavía recientemente, decía Soren Holm del texto «todo de ella. El modo como el universo crece en dirección a Cristo es el
fue creado en Cristo» (Col 1,16) : «El contenido de este texto no modo como la Iglesia crece...» 4 4 .
es ni verdadero ni falso, pues el determinarlo nos exigiría conocer Naturalmente, el supuesto general de esta solución es la con-
primero su sentido. Es posible que Pablo, basado en los presu- vicción de que en Cristo se realizó algo absolutamente determi-
puestos de su tiempo, encontrara en él cierto sentido; pero a un nante para todos los hombres y para todo el cosmos. Sin la fe,
exegeta hoy esto le resulta imposible» Ja. podemos decir con la carta a los Hebreos, «en el presente no ve-
A Soren Holm le respondemos que, si la pregunta por la uni- mos aún que todo le está sometido» (Heb 2,8). Pero, a través
dad del todo tiene un sentido —y él no podrá negarlo, porque una de la fe, la comunidad primitiva vio ya la dimensión cósmica de
experiencia no puede ser negada; lo que se puede poner en duda Cristo, como resulta de los pasajes que antes hemos analizado.
es su interpretación—, también tiene sentido, al menos para el En este sentido, es interesante un agraphon del logion 77 del
pensamiento cristiano, que hace de Cristo el punto de referencia Evangelio copto de Tomás, donde se habla claramente de «ubi-
en la interpretación religiosa de la realidad total, hablar de la cuidad cósmica» 4S del Cristo pneumático. Allí dice Cristo: «Yo
creación en Cristo y, a partir de ahí, de un Cristo cósmico. Pre- soy la luz que está sobre todas las cosas. Yo soy el universo. El
guntar por la verdad de tales afirmaciones —todo fue creado en universo salió de mí y a mí retornó. Raja un trozo de leña y allí
Cristo, todo tiene en él su subsistencia, Cristo posee una dimen- dentro estoy y o ; levanta una piedra y debajo estoy yo» 4 6 . Aquí
sión cósmica— es preguntar por la verdad del mito, porque el vemos una noción pancrística de la realidad. El Señor no está
mito es la forma de expresión adecuada a las preguntas que con- lejos de nosotros; nos sale el encuentro a través de los mismos
ciernen a la realidad total como totalidad. Y preguntar por la elementos de la naturaleza, pues ellos pertenecen, en lo más ín-
verdad del mito es preguntar por su sentido en la interpretación timo de su ser, a la propia realidad de Cristo. Esta frase del
de la existencia, tal como lo han indicado Mircea Eliade y K. Ke- Evangelio de Tomás dice lo mismo que la frase de Mt 28,20, sólo
rényi 4 3 . El mito de Cristo cósmico encuentra su sentido exacta- que en categorías no personalistas, sino cósmicas: «Yo estaré con
mente ahí, como respuesta del espíritu a la experiencia de la vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos» 47.
unidad del todo, visto dentro de la experiencia cristiana. Como se ve por esta breve exposición de la cristología y ecle-
El hecho de que también la Iglesia se atribuya una dimensión siología cósmicas de Pablo, la intención de los textos tanto pau-
cósmica se debe a que, para la fe cristiana, Cristo es impensable linos como teilhardianos es expresar la misma fe: Cristo es el
sin la Iglesia. En ella y a través de ella, en cuanto comunidad lazo entre todos los seres, aquel por quien la creación forma ante
de los que se reúnen alrededor del nombre de Cristo y de lo que Dios una unidad por el hecho de la creación, redención y eleva-
este nombre significa para el hombre y para el mundo, Cristo llega ción ; todas las cosas son obras de Dios realizadas «en Cristo» 48. La
hasta nosotros, se nos hace presente, es creído, vivido y anunciado manera en que cada autor reviste esta verdad, narrando y creando
como oportunidad de nueva existencia. La Iglesia continúa su su mito, depende de las representaciones cosmogónicas de su res-
obra entre los hombres, la realiza germinalmente en sí misma y, pectiva época.
bajo signos, la manifiesta a los otros. Sus límites son los de Cris- En todo caso, a través de Pablo entró en el cristianismo la vi-
to, y los límites de Cristo son el universo. Por eso escribe H. Sch- 44
lier: «No hay ámbito alguno de la existencia que no sea también 45
H. Schlier, op. cit., 169.
ámbito de la Iglesia. La Iglesia está fundamentalmente orientada J. Jeremías, Unbekannte Jesusworte (Gütersloh 1963) 100-104, aquí 102.
46
Ibíd., 100.
hacia el universo; no hay realización del señorío de Cristo sin la 47
De hecho, en la versión griega del Evangelio de Tomás (Oxyrinchus-
Iglesia ni fuera de ella; no hay plenitud sin la Iglesia ni fuera Papyrus 1, 5), la sentencia ágrafa aparece en el sigueinte contexto: «Jesús
dijo: Cuando dos estén juntos, no estarán sin Dios. Cuando uno se en-
42 cuentre solo, os digo que yo estaré con él». Cf. J. Jeremias, op. cit., 100.
S. Holm, Religion-Sprache-Wirklichkeit: «Neue Zeitschrift für Systema- 48
tische Theologie und Religionsphilosophie» 9 (1967) 141. A. Feuillet, La création de l'univers dans le Christ ffapres l'Épitre
43 aux Colossiens (1,16a): «New Testament Studies» 12 (1965) 1-9; id., Christ
M. Eliade, Images et symboles (París 1952) 9-31; K. Kerényi, Ursprung
der Mythologie, en Einführung in das Wesen der Mythologie (Zurich *1951). Sagesse, 202-217.
4fl
626 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 627

sión cósmica de Cristo y de su Iglesia. En comparación con Pa- ticos que tematizó la pregunta por la unidad del todo en una
blo, las perspectivas posteriores no hicieron avanzar mucho la perspectiva cristológica. Evidentemente, quien realizó esto teoló-
cuestión m . Esto se debe tal vez, por un lado, al peligro latente gicamente de forma genial y hasta hoy ejemplar fue J. Duns
de caer en un pancristismo inaceptable en la línea del Deus sive Escoto H , cuya influencia alcanza a Teilhard de Chardin, como
natura sive substantia de un Spinoza y, por otro, a la casi insupe- manifestaba recientemente el padre Gabriel Allegra en el Con-
rable dificultad de comprender conceptualmente tal unidad plural greso Internacional sobre Duns Escoto en Oxford y Edimbur-
crística. A pesar de ello, en la tradición se encuentran expresiones go M . Sin embargo, Escoto no acentuó especialmente la relación
atrevidas que subrayan la extensión cósmica del misterio de la cósmica de Cristo, sino que situó su primacía más bien en una
Iglesia y de Cristo. Orígenes dice que «no sólo la humanidad perspectiva teológico-sobrenatural. Vital du Four, por el contra-
forma el cuerpo de Cristo, sino quizá también el universo de las rio, muestra en sus principales obras un singular interés por la
criaturas» 5 0 . M. Victorino llama al cuerpo de Cristo catholicum, dimensión cósmica del señorío de Cristo ^ En primer lugar, re-
porque abarca en sí a todo el cosmos 51. No es éste el lugar para vela una sorprendente admiración por la unidad de la realidad.
hacer una breve historia de tal concepción cósmica. Nuestra in- Esta unidad no es de agregación, como se suele afirmar, sino
tención es sencillamente mostrar, a la vista de otros modelos de i n t e r n a x , de forma que de los seres inferiores a los superiores
épocas diversas, cómo se entendió esa pregunta por la unidad del corre una línea recta 57. ¿ Qué es lo que hace la unidad del todo ?
todo y qué formulación recibió. Los paralelos, tanto en el plan- ¿Cuál es su principio interno? La observación nos muestra, dice
teamiento de la pregunta como en la formulación de la respuesta,
son sorprendentemente semejantes al modelo de Teilhard. Una du Four: «La France Franciscaine» 9 (1926) 421-473; id., Vitalis de Fumo,
vez vista la respuesta paulina, demos un salto de mil trescientos Quodlibeta tria (Roma 1947) V-XXXII. Una bibliografía detallada puede
verse en L. Untervintl, Die Intuitionslehre bei Vitalis de Fumo: «Collectanea
años y veamos cómo un escolástico vivió y resolvió el mismo Franciscana» 25 (1955) 53-113, 225-258; V. Heynck, Zur Busslehre des Vi-
problema con el material representativo de su época. talis de Furno: «Franziskanische Studien» 41 (1959) 163-212.
53
Para una orientación segura sobre Duns Escoto, cf. Primogénito da
criacao. Principios teológicos do Beato J. Duns Scotus para urna teología da
c) La respuesta de un escolástico: criacao, versáo e anotacóes de J. Jerkovic: «Vozes» 60 (1966) 34-39; C. Ko-
¿un precursor de Teilhard? ser, Cristo homem. Razáo de se da criagáo, en Pensamento franciscano (Pe-
trópolis 1960) 37-45; Ae. Caggiano, De mente Joannis Duns Scoti circa
Del mundo medieval recordamos únicamente la figura del car- rationem incarnationis: «Antonianum» 32 (1957) 311-334; R. Rosini: // cris-
denal Vital du Four (1260-1327) S2. Es uno de los pocos escolás- tocentrismo di Giovanni Duns Scotus e la dottrina del Vaticano II (Ro-
ma 1967); R. Nooth, The Scotist Cosmic Christ, en De doctrina Joannis
Scoti III (Roma 1968) 169-217.
49 54
La historia de las ideas sobre el Cristo cósmico está todavía por es- Cf. la nota 9 de la primera parte, así como Teilhard, Esquisse d'une
cribir. Un breve resumen puede verse en V. Warnach, Kirche und Kosmos, dialectique de l'Esprit (1946) t. VII, 156; N. M. Wilders, Teilhard de
170-182; E. Mersch, Le corps mystique de Christ II (París 1951) 243-252; Chardin (Friburgo 1962) 95.
55
también ofrece muchas ideas R. M. Roxo, Teología do cosmos (Petrópolis Aquí utilizamos sobre todo las obras incluidas en las Quaestiones dispu-
1955) 36-90. tatae de rerum principio, hasta hace poco atribuidas a Escoto y publicadas
50
In ps. 36, hom 2. como tales por M. F. García (Quaracchi 1910) y en L. J. Wadding, Scoti
51
Comm. in Gal: PL 8, 1196s; in Eph: ibíd., 1241. quaestiones disputatae de rerum principio, Opera Omnia III (Lyon 1639), IV
52
Vital du Four (o de Fumo) nació en Bazas, a unos 60 kilómetros de (París 1891); F. M. Delorme, Quodlibeta tria (Roma 1947); id., Huit questions
Burdeos (Francia) en dirección sudoeste. Ingresó muy joven en la orden disputées sur le probléme de la connaissance: «Archives d'Histoire Doctrínale
franciscana e hizo sus estudios en París, donde escuchó a Jacobo de et Littéraire du Moyen Age» 2 (1927) 151-337; id., Quaestio dispútala:
Quesnoy y a Raimundo Rigaldo y recibió el influjo del genial Duns Escoto. Utrum praedestinatio possit habere certitudinem: «Sophia» 10 (1942) 323-327;
De 1295 a 1296 fue profesor en Montpellier y, a partir de 1297, en la id., Quaestio disputata: Utrum Deus producat res naturae necessitate aut mera
Universidad de Toulouse, donde desarrolló una intensa actividad literaria et libera volúntate vel absque sui mutatione: «Sophia» 10 (1942) 294-296.
56
publicando obras filosóficas, teológicas, exegéticas, homiléticas y jurídicas. Quodlibet II, q. 1, § 2, Delorme, 42; Quodlibet III, q. 6 § 1, Delorme,
En 1312 fue nombrado cardenal por el papa Juan XXII. Murió el 16 de 150; cf. también Delorme, 110.
57
agosto de 1327. Cf. F. M. Delorme, L'oeuvre scholastique du maitre Vital De rerum principio, q. 10. a. n. 426, García 312.
MODELO DE VITAL DU FOUR MODELO DE A. HAAS — TEILHARD DE CHARDIN
o
Dios s
Cristo "Sj

.s

<u
a.

/ no organizada \

Eje manus Dei Eje A-Z: plan divino de la creación


La realidad de un mito 631

Vital du Four, que en todos los órdenes del ser está presente una
dinámica que tiende hacia la más alta unidad: «perfectio universi
habet latitudinem basis et tendit in conum» si. La observación ma-
nifiesta además que el hombre es un «minor mundus» w y que su
unidad es el sentido mismo de la unidad de la naturaleza m . Por
su parte, la unidad del hombre encuentra su término en Cris-
to 6I , quien, de este modo, se convierte en el sentido último de toda
unidad y en el modelo de todos los seres compuestos.
Resumiendo lo que sería una larga exposición, traducimos
aquí una página de este maestro franciscano que sintetiza de
maravilla su concepción. Como se puede ver, Vital du Four em-
plea la misma figura literaria de los conos y de las pirámides
que Teilhard 6 2 y el profesor A. Haas, que perfiló la cosmovisión
de Teilhard, como después veremos 6 3 . Evidentemente no existe
ninguna influencia del fraile cardenal sobre ninguno de ellos.
Pero la misma intuición fundamental sugirió la misma o parecida
formulación literaria.
«El mundo, según Dionisio Areopagita en De divinis nomi-
nibus (c. 7 ) , es uno porque sus partes inferiores se unen a las
partes superiores. Si consideramos atentamente el orden del uni-
verso, descubrimos que la unión en los seres inferiores se realiza
a través de muchos elementos y por la naturaleza, tomada en el
sentido más universal posible. Para descubrir esto, no es necesario
analizar todos los grados del ser: la unidad se hace patente ya
en los más visibles. Así, el mundo mineral se une al mundo vege-
tal en todas las plantas; el mundo vegetal se une al mundo sensi-
tivo con menos elementos, puesto que sólo se efectúa en un género,

58
Ibíd., q. 10, a. 4, n. 380, García 268.
59
Ibíd., q. 1, a. 2, n. 26, García 10; q. 13, a. 11, n. 457, 343; Quodl. I, q. 9,
Delorme, 22.
" De rerum principio, q. 10, a. 4, n. 380, García 269.
61
Ibíd., q. 9, § 5, n. 347, García 247: «La razón de la unidad del hombre
y, por tanto, de la naturaleza reside en que el hombre es el fin de toda la
naturaleza. Ahora bien, el hombre encuentra su término final y cabal en
Cristo, cuyo cuerpo y cuya alma superan en excelencia a todos los cuerpos y
todas las almas. El es, pues, el fin de la naturaleza, el «benedictus Homo»;
al igual que la especie humana es el fin universal de todas las especies natura-
les, así también la unidad de Cristo es la primera de todas y la pauta y el
ejemplo de todos los seres compuestos». Cf. otros pasajes semejantes: De
rerum principio, q. 19, a. 1. n. 606, García 522; n. 610, 528; nn. 606-609, 526;
Quodlibet II, q. 4, § 2, Delorme 71; q. 12, § 1, Delorme 83; III, q. 4, § 2, 120.
52
Esquisse d'une dialectique de l'esprit (1947) t. VII, 156.
63
Haag-Haas-Hürzler, Evolution und Bibel (Friburgo 1966) 87.
632 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 633

el animal. Por tanto, el mundo sensitivo, que es la finalidad intrín- perfección racional mayor que la de cualquier otro hombre. ¿No
seca de la naturaleza inanimada, se une al mundo intelectivo no se ve en todo esto que hay un orden en las cosas y que la unión
en todo un género, sino solamente en una especie, el hombre. entre ellas se hace en forma de pirámide ascendente?» 6 4 .
Vemos, pues, que en el universo las partes más evolucionadas Hasta aquí el sorprendente texto de Vital du Four, texto de
de los seres inferiores no se unen en toda su extensión y ámbito una claridad e intuición cristalina y que dispensa de cualquier
a las menos evolucionadas de los seres superiores. La materia comentario. En él hay indicios de una concepción evolutiva del
no organizada se une con muchos más elementos que la organi- cosmos que va más allá de la teoría tradicional de las rationes
zada : tal es el caso del mineral. Este se une con más elementos seminales. Observa Du Four que «el mundo actual tiene su ser
que el vegetativo; el vegetativo con más que el animal. Tal hecho en continua evolución, y solamente en la parusía será confir-
significa que la perfección del universo arranca de una base muy mado en una forma que no evolucionará más» 6 5 . La mano de
ancha y se desarrolla en forma de cono ascendente hasta terminar Dios •—A. Haas dirá el plan de Dios— dirige ese ascender de toda
en el punto de la unión del Verbo de Dios con la naturaleza hu- la materia hasta el hombre y del hombre hasta Dios 6 6 . Únicamen-
mana. De esta constatación se sigue que, en su ascensión hasta ese te el alma racional y los ángeles son creados inmediatamente por
punto máximo de unión del Verbo de Dios con la naturaleza Dios; todos los demás seres, repite el cardenal, lo son a través
humana, el universo no se une en sus elementos por todas sus de agentes creados 6 7 .
especies, sino sólo por las partes más perfectas de tales especies.
No se cansa de decir que el fin de todo es el hombre, especial-
Así, lo vegetativo se une a lo sensitivo por sus partes más evolu-
mente el «benedictus homo» Cristo. En el hombre está presente
cionadas y no pura y simplemente a través de todo el genero
toda la naturaleza creada, él es el haz (fíbula) de todas las co-
vegetativo. Sólo las partes más evolucionadas desembocan en el
sas 6 8 . El cuerpo de Cristo está compuesto de todos los elementos
mundo animal. Repitiendo la misma afirmación, pero con otras
de la creación 69 , y por eso, insiste Vital du Four, él es la ca-
palabras, la naturaleza menos evolucionada nunca se une a la más
beza de la creación ™, no según su divinidad, sino según su hu-
evolucionada en toda su extensión horizontal, sino en la vertical,
manidad. En él recibe toda la materia su cristificación. En el
en el vértice de su cono, lo que equivale a decir en sus partes
gráfico que aparece luego presentamos en paralelo el modelo de
más perfectas y evolucionadas. Así, por ejemplo, el mundo sen-
Vital du Four y el del conocido biólogo y filósofo de la natura-
sitivo no se une en todas las especies al mundo intelectivo, sino
leza Adolf Haas. Añadimos además el modelo de un franciscano
únicamente en el vértice de su cono, que es el hombre mismo, en
brasileño 71 cuya visión se aproxima mucho a las de los otros dos,
cuanto que es el ser más perfecto del mundo sensitivo. Nótese
sin que haya recibido influencia directa de ellos, a no ser a través
además que, en la línea de la evolución ascendente, cuanto más
de la teología escotista.
se asciende, más estrecha es la base de los conos que se unen a los
superiores comenzando por los inferiores, y tanto más perfectos Las obras de alquimia abordan insistentemente, en el mundo
son los seres. El cono formado por el mundo vegetativo tiene, evi- medieval, el problema de la unidad de la totalidad. C. G. Jung
dentemente, una base muy ancha y se eleva más alto que los otros. lo ilustró con gran erudición 7 2 , llegando a verificar —con lo que
Este cono o pirámide tiene, por así decirlo, el vértice romo por-
que se une a la base de otro cono no a través de un individuo, 64
De rerum principio, q. 10, a. 4, n. 380, García 268-269.
65
sino de todo un género, el de los animales. El cono formado por el Ex IV Sent. § 3, Apéndice, Delorme, 220.
mundo sensitivo, o su pirámide, que se une al intelectivo tiene " De rerum principio, q. 8, a. 4, § 4, n. 268, García 171-172.
67
Ibid.
una base más estrecha y se presenta más perfecto y evolucionado. 68
Ibid., q. 13, a. 1, n. 439, García 325.
En su vértice está una sola especie, el hombre, que posee un grado 69
Quodlibet II, q. 4, § 2, Delorme 71.
70
de ser mayor que el animal. El cono o pirámide del hombre que Ibid., q. 12, 1, Delorme 83.
se une con Dios tiene a su vez una base aún más estrecha. Se une " C. Surian, Desiderio deideravi (Petrópolis 1975).
72
C. G. Jung, Aion (Zurich 1951) 63-110: «Christus ais Symbol des Selbst»;
a Dios en un único hombre, esto es, en Cristo, que posee una Psychologie und Alchemie (Zurich 1952) 471-580: «Die Lapis-Christus-Paralle-
634 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 635

hizo comprensibles los enigmáticos e intrincados textos de los al- una realidad dominante que unifica los elementos y que no se
quimistas— que la alquimia está en directa y estrecha relación deja reducir a esos elementos, sino que va más allá de ellos y los
espiritual con el movimiento gnóstico de los primeros siglos de la mantiene en unidad y jerarquía 7 5 . ¿Cuál es el origen de la
era cristiana. Es conocido que, para ambos, el problema de la uni- unidad de toda la realidad?
dad cósmica, del principio de la coincidencia oppositorum estaba Es conocida la teoría de Leibniz sobre la «armonía preesta-
en el centro de sus especulaciones. Así, la piedra filosofal (el blecida» característica de todo su minucioso sistema. Sin embar-
lapis), permanentemente buscada en las obras alquimistas, era go, para explicar el hecho irreductible de la experiencia de la
entendida como paralelo del Cristo cósmico. El lapis es conside- unidad totalizante, excogitó otra teoría, conocida con el nombre
rado como un espíritu material, a un tiempo nous y physis, re- de vinculum, substantiale. Esta teoría ha desconcertado bastante
dentor mortal e inmortal, rechazado por todos, pero convertido a los estudiosos de Leibniz, porque parece ir contra su tesis más
en piedra angular de toda la estructura cósmica. El lapis es pen- fundamental de las mónadas y de la armonía preestablecida
sado también como el hijo de la materia, como un misterio en la entre ellas, como explicación de la multiplicidad y de la unidad.
materia de los elementos, responsable de la unidad del todo 7 3 . Blondel intentó mostrar con mucha erudición la autenticidad de
Aquí el carácter mítico de la respuesta es de una evidencia in- esta especulación leibniziana sobre el vínculo sustancial 76 . Leibniz
mediata. no se tomaba muy en serio sus propias concepciones, incluso
las más queridas para él. Era un sabio sediento de verdad, un
genio agudo para los fenómenos y para la observación exacta 7 7 .
d) La respuesta de G. Leibniz: Por eso nos coloca ante el dilema: o encontramos una explica-
Cristo como el vínculo sustancial. ción para ese fenómeno innegable de la unidad de la realidad,
y entonces deberemos admitir una especie de vínculo sustancial,
El problema surge nuevamente con Leibniz (1646-1716), con o caemos en un idealismo que se aparta cada vez más de la rea-
ocasión de un intercambio de correspondencia con el jesuíta lidad 7S. De ahí que la teoría del vínculo sustancial sea una ne-
holandés De Bosses sobre el misterio de la transustanciación cesidad no sólo de la razón, sino también de la realidad misma:
eucarística. Pero, como ha demostrado M. Blondel, este proble- «Non datur, non implicatur, non requiritur, sed (quod multo
ma no se despertó con motivo de la doctrina eucarística, sino que melius est) exigitur» 7 9 . Pero ¿ qué es ese vínculo sustancial, res-
es muy anterior 7 4 . Leibniz se pregunta por la unidad orgánica ponsable de la unidad metafísica superior? Leibniz no sabe
de las sustancias materiales compuestas, por su solidez interna. cómo determinar su naturaleza, que escapa a cualquier concep-
¿Qué es lo que da cohesión a los seres organizados jerárquica- tualización. No formula tampoco una situación mítica para darle
mente? Por encima de los elementos metafísicos simples, que el contornos aproximativos, sino que dice simplemente que es un
análisis metafísico supone en todos los seres compuestos, existe nuevo género de existencia (novum subsistendi genus), más un
componente que un compuesto, más elemento unificador que
le»; Zur Psychologie westiicher und óstlicher Religionen (Zurich-Stuttgart unión 8 0 . La doctrina católica de la transustanciación, piensa
1963). Leibniz (él era protestante y pertenecía a la Confesión de Augs-
73
C. G. Jung, «Die-Christus-Parallele», op. cit., 483; A. Jaffé, Der Mythus burgo) 81, obliga a admitir un vínculo sustancial. Y éste no puede
vom Sinn im. Werk von C. G. Jung (Zurich 1967) 60.
74
M. Blondel, Un énigme historique: le «Vinculum Substantiale» d'aprés
75
Leibniz et le débauche d'un réalisme supérieur (París 1930). En 1892 presentó M. Blondel, Un énigme historique, 24-25.
Blondel, junto con su famosa tesis L'action, una segunda tesis redactada en 76
77
Ibíd., 32-54.
latín titulada De vinculo substantiali et de Substantia composita apud Leibni- Ibíd., 137.
tium (París 1893). En 1930 volvió sobre el tema, pues el asunto abordado era 78
79
Ibíd., 86.
para él «un amigo de cincuenta años» (p. 99); cf. también Lettres philoso- Ibíd., 81, nota I.
phiques (París 1961) 9-13, así como Blondel et Teilhard de Chardin. Corres- 80
Ibíd., 89.
pondance commentée par H. de Lubac (París 1965) 19-105. 81
Ibíd., 82ss.
636 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 637

ser otro que el Cristo vivo, que penetra, transforma y uniforma eucarística nos lleva a concebir a Cristo sin detrimento de los
toda la materia. componentes, como el vínculo realizador, vivificador de toda la
creación: vinculum perfectionis»M. La cita es larga, pero ilustra
lo que venimos afirmando a lo largo de este trabajo: la experien-
e) La respuesta de M. Blondel:
cia de la unidad fundamental y el recurso a la cristología cósmica,
un pancristismo metafísico.
a un pancristismo —esta palabra aparece varias veces en Blondel—
En estrecha dependencia de Leibniz, vuelve M. Blondel al como su principio de explicación.
problema de la unidad 82. En una Memoria suya sobre la obra de Blondel reelabora su tesis de juventud, publicada en latín en
Teilhard, enviada a su discípulo y amigo Auguste Valensin en 1893, y la vuelve a publicar en 1930. Plantea el mismo problema:
1919, comenta que «ese tema es uno de los más viejos, de los el universo es un compuesto, pero ¿cuál es el principio de su com-
más esotéricos de su pensamiento personal, lo que usted denomina posición, de su ser y de su unidad? Existe un vinculum que lo unifica
mi 'pancristismo'» 83. Más adelante revela que el problema le lla- todo, que es un primum movens, un totum infrangibile antes que
mó la atención desde el principio de sus reflexiones de adoles- una summa compositorum ulterior*5. Pascal vio de forma genial
cente : «No sólo hay una interdependencia universal (por más que la particularidad de los tres órdenes de los seres, pero se le escapó
esta expresión escandalice al padre de Tonquédec), sino incluso el problema de la unidad de los tres. Blondel cuenta a Valensin
una interpenetración; estamos literalmente hechos unos de otros, que, «estudiando las condiciones requeridas para esta 'solidifica-
sin dejar de ser ese ineffabile individuum, ese hapax legómenon ción' de la criatura (la palabra es de san Agustín, Confesiones, 1,
que justifica el moi seul et Dieu seul de Newman. Justamente el XI, c. X X X ) , encontré por todas las sendas lógicas, metafísicas,
sentimiento de esta doble realidad universal y singular fue lo que morales, religiosas de mi pensamiento, este pancristismo onto-
me llevó a estudiar la acción, a un tiempo expresión de la origi- génico y filogenético, del que nosotros hemos hablado tantas veces
nalidad incomunicable del ser y función del todo. En la primera juntos» S6. Para él, sólo Cristo puede ser el vínculo sustancial que
redacción, que aún conservo, de mi tesis proyectada en 1892 es unifica todos los órdenes de los seres. En eso, confiesa, en la
donde comienzo mi exposición. Además, el problema de la encar- solución de los problemas en sí, está de acuerdo con Teilhard.
nación se me presentó desde entonces (y tal vez incluso antes que Únicamente en el modo de representar esa unidad cósmica es
cualquier otra cuestión filosófica) como la piedra de toque de una donde se distancia decididamente de la solución teilhardiana 87.
verdadera cosmología, de una metafísica integral. Por eso escogí
Blondel es un eminente metafísico. Por eso intenta concebir en
en 1880 —cuando estaba para salir del Liceo de Dijon, estudiante
este horizonte la unidad cósmica formada por el vínculo que es
de la Facultad de Dijon, donde M. Joly estudiaba a Leibniz— el
Cristo. «El verdadero pancristismo debe ser depurado expresa-
tema que se convierte en mi tesis latina De vinculo substantiali.
mente de todo elemento fisicista o panteísta» 88. En esto no debemos
Se trata aquí de 'realizar' la materia; además, la cuestión plantea-
ser visionarios ni fijarnos en los símbolos de nuestra invención.
da por Leibniz y De Brosses a propósito de la transustanciación
Para él, el vínculo no es puramente de naturaleza física, ni una
82
esencia metafísica, ni una finalidad inmanente, sino, al margen de
Cf. la bibliografía citada en la nota 74. Cf. también J. Wolinski, Le pan- todo esto, un «amante supremo que atrae y une por arriba, esca-
christisme de Maurice Blondel: «Teoresi» 17 (1962) 97-120; J. Rimaud, Vie
Spirituelle et philosophique, Maurice Blondel: «Christus» 9 (1962) 272-288; lón por escalón, la jerarquía total de los seres distintos y conso-
J. Mouroux, Maurice Blondel et la conscience du Christ, en L'homme devant lidados. Es aquello sin lo cual (o mejor, aquél sin el cual) todo lo
Dieu. Hom. H. de Lubac III (París 1964) 185-207, espec. 190-192; Y. Mont-
scheuil, Les problémes du «vinculum» leibnizien d'aprés M. Blondel, en Me-
M
langes théologiques (París 1946) 289-295. Blondel et Teilhard de Chardin, 21.
83 85
Blondel et Teilhard, 20. Sobre el pancristismo de Blondel, cf. los textos 86
M. Blondel, Un énigme historique, 100.
reunidos en Maurice Blondel et Auguste Valensin. Correspondance I (París Blondel et Teilhard de Chardin, 35.
87
1957) 43-48, así como la documentación aducida por H. de Lubac, Blondel et 88
Ibíd., 36.
Teilhard de Chardin, 52-53. Ibíd., 24; cf. también 23, 25, 41.
638 El evangelio del Cristo cósmico

que fue hecho volvería a la nada» 8 9 . Ese vinculum proprium 3. La realidad de un mito:
Christi, penetra en toda la realidad y alcanza hasta las zonas del el «cómo» y el «dónde-» de una cristología cósmica
inconsciente y prepara la configuración espiritual que, sin confu-
sión ni consustanciación, terminará en la unión transformante 9 0 . Después de recorrer esos varios modelos, nos saltan a la vista
En la transustanciación eucarística descubre el preludio, bajo los tres conclusiones:
velos del misterio, de la consumación final 91 . 1) La tierra común sobre la que se asientan todos ellos es
Estas ideas de Blondel influyeron poderosamente en Teilhard, una experiencia irreductible de la unidad de toda la realidad, el
como lo reconoce él mismo 9Z, aunque diga también abiertamente sentido profundo de la interdependencia y compenetración de todos
que son más «tradicionales y ortodoxas que las suyas» 93. Teilhard los seres. Este fenómeno hace brotar, incoercible, la pregunta de
veía en Blondel la ausencia de una sensibilidad real «por un uni- cuál es el principio unificador de todo esto. La pregunta afecta
verso en estado de cosmogénesis» <H . De hecho, en sus Memorias al todo y por eso rompe las barreras de las ciencias individuales
al padre Valensin sobre el pancristismo teilhardiano, Blondel acen- que se ocupan de aspectos de la realidad.
túa la idea de que la integración cosmológica de Cristo sólo se 2) En la respuesta dada encontramos una estructura común
hace a través de un 'renacer', de una «transmutación ascética y a todos los modelos que no se limita a yuxtaponer y analizar,
mística» y no por un puro compromiso en la obra de construc- plantear y constatar, sino que llega a un realismo superior y
ción del mundo o por un mero proceso de evolución conver- habla, en lenguaje mítico, de un vínculo unificador, de un ele-
gente 95. mento universal, de un punto de encuentro centralizador. La fe
Por más que Blondel evite el llamamiento a la fantasía, a las cristiana, que se guía por Cristo y por lo que aconteció con él,
imágenes y figuras para concretar su concepción del Cristo cósmi- presenta a Cristo como eslabón y lazo vinculante de toda la reali-
co, no lo consigue del todo. También él recurre a la idea de la dad. Desde Pablo y Juan entró en el pensamiento cristiano, tanto
piedra angular, y, especialmente, a la célebre figura del fortín que filosófico como teológico, una cristología cósmica. El mito apa-
se mantiene en pie, posee una estructura interna y totalizante, rece aquí como la mejor forma de expresar esa realidad profunda,
porque el vinculum, la piedra angular, permanece intacta. De la imposible de captar con conceptos propios y adecuados. El mito
misma forma en el universo existe un vinculum vinculorum que es posee, en esa esfera, un sentido profundo que las ciencias antro-
Cristo. De él afirma Pablo que es el primogénito de toda criatura pológicas e incluso atómicas están revalorizando cada vez más.
y que centra en sí la consistencia de todo, mientras que para 3) Las respuestas de los diferentes modelos, a pesar de su
Juan todo ha sido hecho por él y nada de lo que fue hecho es sorprendente paralelismo, se expresan concretamente en la visión
sin él 96. del mundo típica de su época. El mito es siempre el mismo y siem-
pre diferente; por ello, es siempre contado y transmitido con
" Un énigme historique, 105. ayuda del material representativo de cada fase de la historia, sea
90
Ibíd., 106, 136. éste de carácter precientífico como en Pablo, de carácter metafí-
sl
52
Ibíd., 105, 145 (en carta de P. Valensin). sico como en Vital du Four y Blondel o de carácter científico como
El 15 de febrero de 1955 escribía Teilhard de Chardin a Claude Cuénot en Teilhard.
refiriéndose a Blondel: «Yo le debo muchas cosas. Pero a la postre no nos
hemos puesto de acuerdo»; cf. Blondel et Teilhard de Chardin, 130, nota 26;
véanse también las pp. 54ss, donde De Lubac muestra el influjo de Blondel en a) Una tarea de cada generación.
la obra de Teilhard.
93
Según el «Memorial de Teilhard de Chardin a Auguste Valensin» en Cada generación —y esto vale particularmente para la fe cris-
Blondel et Teilhard de Chardin, 48.
•4 Ibíd., 103, nota 26. tiana— debe realizar una síntesis entre la experiencia del mundo,
95
Ibíd., 25, 36; H. Duméry, La spiritualité blondelienne: «Nouvelle Revue con sus diversas tendencias y énfasis, y la experiencia de Cristo,
Théologique» (1950) 704-714; M. Ossa, La «nouvelle naissance» d'aprés Mau- de su redención y significado cósmico, y de su sacramento aquí en
rice Blondel (París 1964). la tierra, la Iglesia. El material de representación, por diverso que
96
Ua énigme historique, 145.
640 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 641

sea, sirve para tal objetivo; para que cada época actualice y sitúe bre, junto con lo infinitamente grande del macrocosmos y lo infi-
en el contexto concreto de la existencia lo permanente de la visión nitamente pequeño del microcosmos, constituye lo infinitamente
cósmica de Cristo y de su Iglesia i : que la reconciliación de Cristo complejo de toda la evolución cósmica conocida, por donde pasa
es tan amplia y absoluta que abraza en sí a todos los seres y al exactamente el eje de la convergencia ascendente. Y es ahí donde
cosmos en su conjunto como totalidad; que el instrumento y la se inserta el problema de la cristología cósmica: el mundo no
señal de esta reconciliación y shalom universal, la Iglesia, posee puede tener dos cabezas; sólo Cristo puede ser su centro, su mo-
esa dimensión cósmica de Cristo. El riesgo de tal empresa es inevi- tor, su Alfa y su Omega 3 .
table, pero sólo así la fe llega a ser un elemento vital; de lo Según esta visión, no tiene por qué un cristiano, como P. Clau-
contrario, correríamos el peligro de convertirla en una pieza de del en su juventud o Reinhold Schneider en su ancianidad, quedar
museo que admiramos, veneramos y utilizamos como adorno, pero atónito y perplejo ante la grandeza del cosmos, la pequenez huma-
que tiene el gran defecto de que ya no es algo determinante para na y el condicionamiento antropológico del acto redentor de Cristo.
la vida. Bien decía el cardenal Suenens que los cristianos tienen R. Schneider se preguntaba, desesperado: «Si reconocemos los
mucho juicio y poco coraje; que nos moriremos de puro jui- signos de Cristo en la historia, ¿podemos reconocerlos en el cos-
ciosos 2. m o s ? . . . Es una osadía invocar al cosmos como testimonio de Je-
Teilhard fue un hombre que tomó en serio esa tarea impres- sucristo 4 ... El Señor vivió y recorrió el estrecho camino de los
cindible de la fe: encarnarse en nuestro horizonte de comprensión hombres. Como Sócrates, buscó únicamente al hombre; a su exis-
de hoy. Sus formulaciones pueden ser mal comprendidas y mal tencia en el sentido de una posibilidad; pero el enigma del cos-
interpretadas, en especial cuando no se tiene en la debida consi- mos... eso no lo vio» 5 .
deración el problema hermenéutico de la cuestión, según hemos De todos modos, chocamos constantemente con la pregunta del
dicho anteriormente. Con todo, su intención es un intento genial cómo y el dónde. ¿Cómo es Cristo antes de la creación? ¿Cómo
de dar a Cristo, en las estructuras del mundo científico, el lugar es el universo en él, por él y para él? ¿Dónde podemos, en la
central que Pablo le atribuyó en el marco de su mundo estático y creación, verificar esto de algún modo? ¿Podemos preguntar por
lleno de espíritus cósmicos. Nosotros creemos que tuvo éxito en una verificación objetiva?, o ¿debemos atenernos únicamente a la
su empresa. El cosmos que Teilhard aureola con un nimbo de formulación del mito que, por su propia naturaleza, no tiene con-
numinosidad, no es para él una simple magnitud física cerrada en tornos fijos y cerrados, pero que, al estar ligado muy de cerca a
sí misma en su proceso meramente natural. Lo contempla y estudia la vivencia, se diluye en un gran panel con concatenaciones en
a partir de la humanización y del amor, descubriendo en él ener- todas direcciones?
gías que impulsan hacia una convergencia. Y es exactamente ahí, Como ya hemos visto antes, todas las determinaciones reales
en la noosfera, donde coloca el problema del Cristo cósmico. Sólo ontológicas, tarde o temprano, en uno y otro punto crucial, apelan
así tiene él sentido, porque sólo así el mundo llega a sí mismo al mito para comprender esa realidad totalizante de la unidad y
a través del espíritu y alcanza con la conciencia el máximo grado de su principio religador.
de convergencia. De este modo restituye al hombre su verdadera
grandeza, puesta en jaque desde el advenimiento de las ciencias
exactas con el Renacimiento. Con el descubrimiento de lo infinita-
mente grande se llegó a ver al hombre poco más que como una
«magnitud despreciable», perdida en los espacios infinitos, como
señala Pascal en sus Pensées. Teilhard llegó a mostrar que el hom-
3
4
Teilhard de Chardin, Super-humanité... (1943) t. X, 209-210.
1
R. Schneider, Verhüllter Tag (Colonia 1956) 220-222.
Cf. A. D. Galloway, The Cosmic Christ (Londres 1951) 223-240; H. Con- 5
Id., Winter in Wien (Friburgo 1959) 132, 141; cf. también M. Doeme,
zelmann, Der Brief an die Kolosser, 140. Tkeologia tenebrarum. Zu Reinhold Schneiders Spátwerk: «Theologische Lite-
2
L'JÉglise en état de mission (París-Brujas 1955) 23. raturzeitung» 86 (1961) 401-404.
At
La realidad de un mito 643

b) Algunas respuestas del pensamiento moderno: ble. Creados a imagen de Cristo, los hombres fueron creados para
G. Zacharias, K. Rahner y A. Haas. preparar su venida» 9. Como esa imagen arquetípica, al igual que
todos los arquetipos, es sólo formal, vacía de contenido, tiende a
Vamos a ver algunos ejemplos de cómo ciertos pensadores ac- la plenitud, está cargada de nostalgia por el Cristo concreto e
tuales procuran explicar cómo y dónde el Cristo cósmico se hace, histórico, por su rostro humano. Por eso, el hombre fue creado
de alguna forma, comprensible y, por eso, más aceptable. para Cristo. Siendo el hombre «el lazo de unión de todas las co-
G. Zacharias intenta abordar el problema a través de la psi- sas» (syndesmon), como dice san Juan Damasceno 10, él arrastra
cología profunda de C. G. Jung 6. Para él, la conexión entre Cristo consigo, en esa ascensión hacia Cristo, todo el cosmos; en el hom-
y el cosmos se revela en el hombre como microcosmos. Así como bre recibe el cosmos su carácter crístico.
Cristo es imagen del Dios invisible, así el hombre es imagen de K. Rahner busca una fundamentación ontológica del señorío
Cristo. El dato de que en el hombre haya una imagen de Dios y absoluto de Cristo sobre todo el cosmos en la hipótesis de la ex-
de Cristo, piensa Zacharias, no es en primer lugar una afirma- tensión cósmica del alma después de la muerte. El alma tiene
ción teológica —cosa que ya se decía en la Escritura y en los Padres siempre una relación real-ontológica con el m u n d o ; aquí en la
de la Iglesia— ni un fruto de especulaciones, sino el resultado tierra, con una parte del mundo, con el cuerpo individual huma-
de una investigación aquilatada de la psique humana en sus más no. Después de la muerte, sin embargo, el alma queda libre de la
variadas manifestaciones, realizada por el enorme trabajo cientí-. relación individual con un cuerpo humano y extiende su relación
fico de J u n g 7 . De hecho, Jung llega a afirmar que la imagen de a todo el cosmos. Se hace pancósmica. Así Cristo, después de su
Dios en el hombre es el arquetipo de la mismidad. Esta es el muerte, quedó libre para todo el horizonte cósmico. Su bajada
arquetipo central de la investigación humana, arquetipo del orden, a los infiernos significa «una entrada en el estrato profundo, ínti-
de la totalidad del hombre y de su unidad interior, representado mo e insondable de la realidad del mundo que une radicalmente
por los símbolos que surgen en todas las religiones y mitos: el todo» n . El Resucitado, libre de las trabas del espacio y del tiem-
círculo, el cuadrado, la cuaternidad, el niño. La mismidad con- po, desdobla su humanidad sobre la totalidad del cosmos, de tal
juga la vida consciente y la inconsciente; es como una personali- forma que es constituido en centro íntimo de todo el ser y devenir,
dad, el centro de la totalidad, como el yo es el centro de la vida en verdadero Alfa y Omega de toda la realidad 1 2 . Esta teoría la
consciente. La mismidad, sin embargo, no es Dios pura y simple- desarrolla también con más pormenores su discípulo Ladislaus
mente, porque Dios no es experimentable y verificable por la Boros 13.
psicología, aunque ésta verifica una imagen de Dios, el arquetipo En unión íntima con la obra de Teilhard, de quien es un ardo-
de la mismidad. «Cristo —dice Jung— concreta el arquetipo de roso defensor, el conocido biólogo y filósofo de la naturaleza
la mismidad. El representa una totalidad de naturaleza divina y Adolf Haas procura situar la función cósmica de Cristo. En pá-
celestial, surge como un hombre transfigurado, un Hijo de Dios ginas anteriores de este trabajo se encuentra un diagrama de su
sine macula peccati, no manchado por el pecado» 8 . Si Cristo, concepción. Tomada en su conjunto, dice Haas, la creación mues-
pues, es la imagen de Dios y el hombre fue creado en, por y para tra un sentido innegable que nos es posible observar, ya que la
Cristo, él será imagen de Cristo. Si el hombre, además, es un evolución avanzó de hecho desde el átomo hasta el hombre. A pesar
microcosmos, todas las cosas recibirán su carácter crístico en él y
por él. «En el hombre, la creación viene a ser un en auto, di' auton, '10 G. Zacharias, Psyche und Mysterium, 20-21.
eis autón —en él, por él y para él— un hecho concreto y palpa- Ibíd., 21.
" K. Rahner, Theologie des Todes (Friburgo 1958; trad. española: Sentido
6
teológico
12
de la muerte, Barcelona 1965) 59.
G. Zacharias, Psyche und Mysterium (Zurich 1954), espec. 8-22: «La K. Rahner, La cristología en una visión evolutiva del mundo, en Escritos
psicología de C. G. Jung y los fundamentos del cristianismo». de Teología V (Madrid 1964) 181-219.
13
' Ibíd., 13; cf. las obras de C. G. Jung citadas en la nota 72 del apartado L. Boros, Mysterium monis (Olten-Friburgo 1962; trad. española: El
anterior. hombre y su última opción, Madrid 1967) 150-169; id., Erlostes Dasein (Ma-
8
C. G. Jung, Aion, 64. guncia 1966) 41-50.
644 El evangelio del Cristo cósmico

de todas las reservas, no se puede negar que «la meta del desarro- c) El último fundamento del mito del Cristo cósmico.
llo del cosmos anorgánico está ahí para posibilitar la aparición de
Preguntar p o r las condiciones de posibilidad de un hecho con-
la vida; el sentido del desarrollo de la vida sobre toda la tierra
creto —en nuestro caso del Cristo cósmico— es hacer una refle-
consistía en posibilitar la aparición del hombre en su unidad es-
xión trascendental sobre él. La cristología cósmica tiene sus raíces,
píritu-cuerpo. ¿ Y cuál es el sentido de la humanidad que se es-
como se puede concluir de la anterior exposición, en el hecho de
parce por toda la tierra? ¿Existe también para ella un sentido
la creación en Cristo, en el hecho dé la redención por Cristo y en
superior al que está ordenada? ¿Existe en la historia de la huma-
el hecho de la ubicuidad cósmica, interior a los mismos seres, del
nidad un punto histórico del que irradia un sentido en su evolu-
Cristo pneumático y resucitado. Pero ¿cuáles son las últimas raíces
ción ? De hecho existe ese punto histórico: el Dios hecho hombre
de tal concepción? Para el pensamiento cristiano, tal radicaliza -
en Cristo» 14. Hay en el proceso evolutivo un eje central (el plan
ción de la pregunta nos lleva a hacer una reflexión partiendo de
creador de Dios) que hace que la divergencia converja siempre
la Santísima Trinidad, que constituye el origen, el fin y el misterio
hacia un punto más alto. Como sentido de toda evolución, Cristo
de toda realidad y del mismo preguntar. Concretamente significa
atrae hacia sí todas las fuerzas del cosmos. Pero como Cristo
que la cristología cósmica hunde sus raíces en una cristología
apareció solamente en Ja noosfera, donde reina Ja libertad, esa
trascendental elaborada en el seno mismo del proceso trinitario,
convergencia no es de necesidad física, sino de naturaleza histó-
visto en una perspectiva económico-salvífica. Justamente ahí es
rica, o histórico-salvífica. Reside en el hombre la posibilidad in-
donde se centran ahora nuestras reflexiones.
fernal de poder decidirse contra el sentido total de la evolución.
Partimos de un supuesto que no podemos explicar aquí más
«Con Cristo, y solamente en la humanidad repleta de Cristo, está
ampliamente, pero que el lector un poco versado en asuntos teoló-
asegurada la salvación, de una vez por todas, hasta el fin del mun-
gicos conoce como posible dentro de la teología católica. Este
do. Este nuestro mundo contiene de forma necesaria el germen
supuesto es la cristología de Escoto 16 . Con él presuponemos:
del nuevo cielo y de la nueva tierra» ls . Cristo, como Alfa y Ome-
1) El hombre Jesús de Nazaret fue predestinado por Dios a
ga, es el sentido último de la evolución; Cristo creador y redentor
ser la persona que más ama a Dios fuera de Dios. Esto lo cono-
es el sentido de los acontecimientos cósmicos.
cemos posteriormente a través de la historia de Jesús, como está
Como se puede ver en estos intentos, el supuesto general está
consignada en el Nuevo Testamento. Por eso este hombre fue el
en la aceptación de la posición única del hombre como la suma
primero previsto por Dios, y los otros compañeros en el amor en
de toda la creación y, por eso, también ante Dios y ante Cristo
relación con él, pues de lo contrario la obra máxima de Dios ad
como representante de todos los seres. Si el hombre lleva en sí
extra sería obra del acaso.
rasgos crísticos porque fue creado en Cristo, entonces toda la crea-
2) Para que este hombre fuese de hecho el primero en todo
ción, representada ontológicamente por él, tiene un sello crístico.
y pudiese amar a Dios divinamente fuera de Dios, el mismo Dios
La última reflexión nos obliga a fundamentar mejor la cristi-
decretó unirlo a una persona divina, el Verbo, de suerte que Jesús
ficación total. Y esto nos lleva a preguntar si podremos determi-
de Nazaret pudiese convertirse en el Verbo encarnado que ha-
nar mejor la naturaleza y la realidad escondida y expresada en el
bita entre nosotros.
mito del Cristo cósmico. ¿Cuáles son las condiciones para la posi-
En virtud de esta primacía en el orden de la proximidad di-
bilidad de una cristología cósmica? Tal pregunta quiere apuntar
vina, de la gloria y de la creación, esa naturaleza humana es el
al último fundamento del mito y de la realidad en él contenida.
supremo de todos los seres (summum in entibus, como dice Escoto).
Su finalidad es concretar las expresiones: todo fue creado en Cris-
Todos Jos demás seres surgen en él, por él y para él; él será el fin
to, por Cristo y para Cristo.
de todos: fin penúltimo, porque el último sólo puede serlo el mis-
mo Dios (cf. 1 Cor 15,28).
14
Haag-Haas-Hürzler, Evolutwn und Bibel (Friburgo 1966) 56-96: «La De esta breve consideración se puede deducir inmediatamente
idea de la evolución y la imagen cristiana del mundo y del hombre», aquí 84. 16
15 Cf. la bibliografía citada en la nota 53 del apartado anterior.
Ibíd., 85.
646 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 647

la orientación fundamental de toda la creación. Desde la fuente de Apoyados en estos presupuestos, intentaremos desvelar las úl-
su existir mismo, está ya encaminada al hombre. Más aún, en su timas raíces del paneristismo cristiano. Es preciso, pues, partir del
ser más íntimo posee rasgos humanos. Por eso, «la casi unánime Dios trino. Dios se conoce a sí mismo en su esencia infinita, que
opinión de los fieles y los no fieles en el sentido de que todo es amor. Ese conocimiento es necesariamente perfecto: es una per-
en la tierra está ordenado al hombre como a su centro y cum- sona, el Logos, el Verbo, que es imagen, símbolo, expresión, sacra-
bre», tal como se afirma en la constitución pastoral Gaudium et mento del Padre, como decían algunos Padres de la Iglesia antigua.
spes, no dice algo exterior y casual sobre la realidad, sino que da San Buenaventura dice que el Padre se hace visible en el Verbo,
a conocer la dinámica íntima y estructural de todo ser creado in- y el Verbo, a su vez, hace presente al Padre en el permanente
ferior al h o m b r e : la antropogénesis está ya germinalmente en la momento de la eternidad 17. El Padre no sólo engendra al Logos,
cosmogénesis. Dado que esta naturaleza humana —a la que todo sino que también produce activamente en el Logos 18 los infinitos
hace referencia— está ordenada a ser asumida por el Verbo, a imitables de su esencia. Estos son también, como el Verbo, imá-
fin de que un «absoluto» fuera del Absoluto pueda amar de forma genes, símbolos y sacramentos del Padre. Pero no son personas
absoluta y, como tal, en el plan de Dios presente como Verbo en- como el Logos y poseen una realidad deficiente si se comparan
carnado, esto marca a todos los seres con un nuevo carácter ade- con el Logos. Desde san Agustín, la teología los llama ideas eter-
más del humano: el crístico. nas de Dios. Como imágenes y sacramentos del Padre, reflejan al
De tal manera están los seres marcados crísticamente en su P a d r e ; y porque fueron llamados a la existencia en el Verbo,
misma estructura que, si un día, en un punto determinado y da- también reflejan al Verbo. Son sacramentos del Verbo. Entre esos
table de la historia, surge el Verbo predestinado a hacerse carne infinitos posibles creables Dios escoge los que constituyen nuestra
como una realidad concreta y humana, como Jesús de Nazaret y realidad creada. Y en primer lugar —como dice certeramente
Dios hecho carne, entonces no acontece en la historia ninguna Escoto—, «aquella naturaleza no suma que puede tener la suma
casualidad o sorpresa, sino que toma forma y aparece aquel que gloria» 19, es decir, la naturaleza humana de Jesús de Nazaret. Por
fue previsto desde siempre y en primer lugar. Todo lo demás que haber sido originado en el Verbo, dentro del círculo trinitario,
de crístico y humano hay en la creación era preparación para lleva ya en sí los rasgos del Verbo, y ahora, con la encarnación
este hecho a partir del cual todo alcanza su verdadero nombre del Verbo, es, fuera del círculo trinitario, la máxima expresión y
y comienza a ser comprendido en su orden. El alfabeto adquiere sacramentalización del Logos; significa la aparición de Dios mismo
sentido, las vocales reciben sus consonantes y, con ello, la posibi- en la historia y en el corazón del mundo. Esa naturaleza es lo que
lidad de formar palabras. Las estrofas alcanzan su rima, y el soneto surge cuando Dios quiere ser Dios «fuera» de Dios. Por eso dice
su llave de oro. En este sentido, se puede afirmar a posteriori que K. Rahner con mucha razón: «La naturaleza humana de Cristo no
la cristogénesis está inserta, como telos, en la propia estructura debe ser entendida como una librea o apariencia de Dios, como una
del ser creado. simple señal de que Dios se sirve para revelar algo del Logos. No.
Estas ideas, casi en forma de tesis, las damos por supuestas. Es la propia autorrevelación del Logos, de tal forma que, si Dios
No es posible fundamentarlas más minuciosamente, porque des- se abaja revelándose, emerge exactamente lo que nosotros llama-
bordan el alcance de nuestras reflexiones. Recordamos además que mos la humanidad del Logos. La antropología, pues, tiene su ori-
la descripción anterior se limita a descubrir la secuencia histórica gen último no en la doctrina de las posibilidades de un creador
en el plan divino. La teología, basada en los datos de la Escritura
y del plan de Dios ya realizado en la historia (revelación como 17
18
/ Sent. d. 9, dub. 3 (Quaracchi I, 188b).
historia), se atreve a especular sobre los últimos presupuestos y Cf. W. Rauch, Das Buch Gottes (Munich 1952) 24; sobre las discusio-
las últimas condiciones de posibilidad de los seres creados junto nes entre tomistas y escotistas en torno a los problemas implicados en la pro-
ducción activa de las ideas del Logos, cf. E. Gilson, Johannes Duns Scotus
a Dios para descubrir su verdadera profundidad. Sobrecogida, des- (Dusseldorf 1959) 298-300; M. Seckler, Das Heil in der Geschichte (Munich
cubre allá dentro la imagen misma de Dios, los rasgos de su 1964) 81-108; A. Gerken, Theologie des Worles, 53-83, 161-192.
propio Hijo y de nuestro hermano Jesús de Nazaret. " Scotus Ox. III, d. 7, q. 3, n. 5.
648 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 649

infinito (que no se traiciona a sí mismo cuando crea), sino en la también un carácter cósmico B . El es el único Redentor que atrae
doctrina sobre Dios mismo, con lo cual se quiere aludir a lo que a sí las líneas divergentes de la evolución y las «recapitula» para
aparece cuando Dios, al revelarse en un otro distinto de él mis- Dios. Con la resurrección adquiere su cuerpo una dimensión cós-
mo, sale de sí mismo» 20. mica, penetra todo el ser y tiene en él una presencia pneumática,
La naturaleza humana en Cristo no es, pues, algo que le fue como ya hemos tratado de exponer brevemente.
dado posteriormente, como si no le perteneciera desde toda la En el cuerpo de Jesús de Nazaret resucitado tiene el cosmos
eternidad ni hubiera sido creada en función de él. La naturaleza una prueba anticipada de lo que todo él será en la parusía. Par-
humana es, por tanto, crística en su misma esencia, ya en el círculo tiendo de estas consideraciones se explica que algunos Padres de la
trinitario. Y porque lo es en el seno de la Santísima Trinidad, lo Iglesia hablen de un cuerpo cósmico de Cristo en el estado esca-
es a fortiori en la obra de la creación. Por eso, la naturaleza hu- tológico. Toda la realidad revelará su cristificación, y toda ella
mana de Cristo es el Logos en su revelación, manifestación y pe- estará de hecho penetrada por la realidad de Cristo. Algunos ele-
netración en el mundo creado. mentos revelan su estructura crística ya en el presente eón: la
Si todos los seres fueron creados en el Logos y ese Logos se re- materia de los sacramentos, convertida en signo e instrumento de
vela en el mundo como Cristo —san Justino dice que Jesús es el la gracia cristiana. Esto aparece particularmente en la eucaristía,
Cristo (ungido) porque Dios (Padre) ungió y adornó por medio donde se desvela la presencia de Cristo en la materia. Mediante
de él todas las cosas (kosmésai ta punta) 21 —, entonces todas las la palabra consagrante del ministro, la cristificación material se
cosas que fueron creadas por causa de esta naturaleza divina en- revela como presencia personal del propio Cristo. El mundo mate-
carnada son doblemente crísticas: de un lado, en cuanto que fue- rial adquiere aquí su plena transparencia crística y permite vis-
ron concebidas en el Logos dentro de la Santísima Trinidad; de lumbrar el fundamento último de su ser en Cristo. A nuestro jui-
otro, porque, como creadas, participan en el orden concreto e his- cio, aquí tiene su último fundamento el misterio de la transustan-
tórico —a través del hombre que las «recapitula»— de la natu- ciación.
raleza humana de Cristo y encuentran en él revelado al máximo el ¿Cuál es, pues, la condición de la posibilidad para que un
cristianismo estructural de su propia naturaleza, creada en Cristo. elemento material —el pan y el vino— pueda convertirse, o ser
Si todas las cosas tienen su cohesión y unidad, como leemos en Col transustanciado por la palabra consagrante del ministro, en cuer-
1,17, es porque originariamente fueron creadas en Cristo como po y sangre de Cristo? Eso es algo que afecta a la creación mis-
centro de unidad (según la formulación clásica de Ligthfoot) 22. ma. ¿Cómo debe ser, pues, la creación para encerrar en sí misma
Todo en el universo tiene en Cristo su punto de partida y su punto esa potencia? Este hecho resulta más comprensible si pensamos la
de llegada, lo cual sería imposible si no existiera todo por Cristo. creación en Cristo, marcada ya crísticamente, de forma que si al-
Así, pues, el hecho de la creación justifica una cristología cós- gunos elementos creados se transforman en cuerpo y sangre de
mica, estructurada a partir de una concepción trascendental de la Cristo, queda revelado el mismo Cristo y se pone de manifiesto
cristología. Pero la caída no es sólo un fenómeno que aliena al la estructura más íntima —nosotros diríamos «supratrascenden-
hombre de sí mismo en su estructura más íntima, sino que afecta tal»— de la creación: su existencia en Cristo.
también a toda la creación, la cual gime por ello en espera de la
redención (Rom 8,21); de ahí que la redención de Cristo tenga
4. Conclusión
20
K. Rahner, Sobre la teología del símbolo, en Escritos de Teología IV Con esto creemos haber llegado a las últimas raíces del cristo-
(Madrid 1970) 297. centrismo católico y del pancristismo teilhardiano. Esto ofrece
21
Cf. A. Orbe, La unción del Verbo (Roma 1961) 67-72, aquí 71.
22
Cf. J. B. Lightfoot, St. Paul's Epistles to the Colossians and to Philemon 23
(Michigan 1879) 155; J. Huby, Les ÉpUres de la captivité (París 1947), S. Lyonnet, La rédemption de Vunivers: «Lumiére et Vie» 148 (1960)
in locum. 43-62; R. M. Roxo, Teología do cosmos, 105-110. "
650 El evangelio del Cristo cósmico La realidad de un mito 651

también la posibilidad de fundamentar la visión teilhardiana. Sólo el misterio, que adopta el ropaje de un mito existencial,
¿Cómo expresar esa realidad trascendental? El lector habrá ad- da pleno sentido a la vida como proyecto total. Teilhard, a través
vertido que aquí los conceptos se diluyen y casi pierden su con- de su síntesis entre fe y ciencia bajo la forma del Cristo cósmico,
sistencia. Han nacido de experiencias vitales y cotidianas y deben formuló con categorías de nuestra época un mito acerca de la
expresar los fundamentos últimos de dichas experiencias. En cuan- unidad de toda la realidad. Y en este mito han encontrado con él
to tales, esos fundamentos, aunque implicados y correalizados muchos otros hombres sedientos de verdad esencial un sentido y
en cada acto humano, no pueden ser tematizados plenamente ni una fuente e inspiración creadora.
elevados a la conciencia refleja y especulativa. La naturaleza con- Para concluir vamos a citar una declaración del gran poeta
creta del pancristismo no se manifiesta mejor mediante el mito, y presidente del Senegal, Leopoldo Sengor, con motivo del décimo
la visión y los símbolos. Aquí se aplica con toda razón lo que aniversario de la muerte de Teilhard (1955) :
Jung decía del h o m b r e : «Lo que uno es según su propia visión «Cuando me encuentro con un joven que, cansado y desilusio-
interna y lo que el hombre parece ser sub specie aeternitatis sólo nado, busca anhelante como yo el verdadero camino, le recomiendo
puede expresarse mediante el mito. El mito es individual y expresa que lea a Teilhard de Chardin. Porque él fue quien me devolvió
la vida con mayor exactitud que la ciencia. Esta actúa con concep- la fe, permitiéndome ser a la vez socialista africano y socialista
tos medios que son demasiado generales para ser aplicados certe- creyente» 2S.
ramente a la variedad subjetiva de cada vida» 2 4 .
Teilhard lo sabía muy bien. Por eso decía: «El sueño de nues-
tra vida es el estado superior de una unión en la que los hombres
se sientan divinamente vinculados a todo por encima de las imá-
genes y de los conceptos. Pero creo que aquí en la tierra, aun
teniendo la alegría de poder sentir al Único Necesario en el cora-
zón de todo, no lo conseguiremos (ni en los éxitos ni en los fra-
casos) sino en la medida en que nos esforcemos por precisar
trabajosamente las imágenes, los conceptos y las cosas. En conjun-
to, Cristo se nos da a través del mundo que ha de ser consumado
(etiam naturaliter) en relación con él mismo 25. Teilhard asegura
que él no da un valor absoluto a las construcciones humanas. Pero
éstas tienen un valor provisorio y esencial 26 . Por eso no teme
decir también que «la mejor filosofía será para mí la que me per-
mita sentir más a Cristo necesariamente y en todo» 27. Esta filosofía
encuentra su mejor forma de expresión no en el concepto, sino en
el mito, que se ajusta más al misterio profundo de esa realidad,
a las profundidades misteriosas del alma humana y a la situación
del hombre, que, en cuanto peregrino, sólo puede ver las cosas
divinas in speculo et in aenigmate.

24
A. C. Jaffé, C. G. Jung. Erinnerungen, Traume, Gedanken (Zurich
1963)
25
10.
Blondel et Teilhard de Chardin, 32.
26
27
Ibíd.
Mon univers (1918), Écrits da temps de Guere, 277; cf. Blondel et
Teilhard, 84, 111-112. Cf. «Correio da Manhá» (Río de Janeiro 25 de mayo de 1965).
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ÍNDICE GENERAL

UNA CRISTOLOGÍA DESDE LA PERIFERIA

I. Importancia del entorno social y de la «.liberación»


para la cristología 13

II. Dos niveles de conciencia social y sus correspondien-


tes cristologías de la liberación 16
1. Articulación «sacramental» de la cristología de la
liberación 18
2. Articulación socioanalítica de la cristología de la
liberación 20

III. Marco para una interpretación del Jesús histórico en


clave de liberación 25
1. La relevancia liberadora del Jesús histórico 25
2. El reino de Dios: la utopía de la liberación abso-
luta y sus anticipaciones históricas 26
3. La praxis de Jesús: una liberación en proceso ... 28
4. La conversión, exigencia de Dios para la libera-
ción 31
5. La muerte de Jesús, precio pagado por la libera-
ción de Dios 32
6. La resurrección de Jesús, irrupción anticipada de
la liberación definitiva 34
7. El seguimiento de Jesús como forma de actualizar
su liberación 35

IV. Importancia de una cristología de liberación para la


tarea cristológica universal 36

JESUCRISTO, LIBERADOR

Ensayo de cristología crítica para nuestro tiempo

Introducción 41
I. La historia de la historia de Jesús 42
índice general índice general 663

1. La respuesta de la tranquila posesión de la fe ... 42 3. La originalidad de Jesús 122


2. Las respuestas en la era del criticismo 43 4. Conclusión: significado teológico del comporta-
3. El retorno al Jesús histórico. Jesuología y cris- miento de Jesús 123
tología 50
4. Otras posiciones cristológicas en la actualidad ... 58
VI. El sentido de la muerte de Jesús 126
¿Cómo llegamos a conocer a Cristo? 69 1- El proceso contra Jesús 126
1. La hermenéutica histórico-crítica 69 2. «He amado... hasta el fin» 135
2. La hermenéutica existencial 74 3. El sinsentido tiene un sentido secreto 140
3. La hermenéutica histórico-salvífica 77
4. Para una cristología en América Latina 78 VII. La resurrección: realización de la utopía humana ... 144
5. Conclusión: hablar en silencio partiendo de Je- 1. No creció la hierba sobre la sepultura de Jesús. 144
sucristo 81 2. ¿Qué dice la exégesis moderna acerca de la re-
surrección de Jesús ? 146
¿Qué pretendió Jesucristo? 83 3. Con la resurrección todo se ilumina 151
1. Para comprender las respuestas es necesario en- 4. Significado antropológico de la resurrección de
tender las preguntas 83 Jesús 156
2. Jesús predica un sentido absoluto para nuestro
mundo 85 VIII. ¿Quién es, en definitiva, Jesús de Nazaret? 160
3. Se realiza una vieja utopía 87 1. La soberanía de Jesús: cristología indirecta ... 161
4. El reino de Dios no es un territorio sino un nue- 2. Jesuología : ¿ Qué idea tenía Jesús de sí mismo ? 165
vo orden de cosas 88
3. La resurrección de Jesús: cristología directa ... 169
5. El reino de Dios no es solamente espiritual ... 89 4. Conclusión: no basta dar títulos a Jesús y lla-
6. El pueblo estaba en ansiosa espera 90 marlo ¡Señor! ¡Señor! 174
7. Conclusión: asiunió nuestros anhelos más pro-
fundos 93
. IX. El proceso cristológico continúa: los relatos de la in-
fancia de Jesús 176
Jesucristo, liberador de la condición humana 95
1. La fe procura comprender 179
1. El reino de Dios implica una revolución en el
2. Mateo y Lucas: Jesús es el punto Omega de la
modo de pensar y de actuar 96
historia, el Mesías, el hijo de David esperado, el
2. El reino de Dios supone revolución del mundo
Hijo de Dios 181
de la persona 103
3. José y la concepción de la virgen en Mateo ... 182
3. Conclusión: Significado teológico de las acti-
4. ¿Quiso Lucas narrar la concepción virginal de
tudes del Jesús histórico 106
Jesús? 183
5. ¿Dónde nació Jesús: en Belén o en Nazaret? ... 185
Jesús, un hombre de equilibrio, fantasía creadora y
6. ¿Quiénes son los pastores de los campos de Be-
originalidad 110
lén? 186
1. Jesús, hombre de extraordinario equilibrio y sen- 7. Para Mateo, Jesús es el nuevo Moisés y el libera-
tido común 110 dor definitivo 187
2. Jesús, hombre de singular fantasía creadora ... 118 8. Conclusión: Navidad, una verdad permanente ... 190
664 índice general índice general 665

X. Jesús, el hombre que es Dios 193 7. Salvación en Jesucristo en las mediaciones del
1. Un Dios humano y un hombre divino 193 proceso de liberación en América Latina 264
2. No podemos hablar sobre Jesucristo sino partien- 8. La fe cristiana no es ideología, sino fuente de
do de él mismo 195 ideologías funcionales 266
3. Una tensión difícil: «perfectus Deus, perfectus
homo» 197 XIV. Jesucristo y el cristianismo. Reflexiones sobre la esen-
4. Calcedonia: una fórmula de reconciliación entre cia de lo cristiano 268
la dualidad y la unidad 202 1. El cristianismo es tan vasto como el mundo ... 269
5. Jesús: el hombre Dios y el Dios hombre 207 2. La plena hominización del hombre supone la ho-
6. La impecabilidad de Jesús 211 minización de Dios 271
7. Todos estamos destinados a ser imagen y seme- 3. La estructura crística y el misterio del Dios
janza de Cristo 215 Trino 273
4. El cristianismo, respuesta responsable a una pro-
XI. ¿Dónde encontramos hoy a Cristo resucitado? 217 puesta 273
1. El cristianismo no vive de una nostalgia, celebra 5. El catolicismo es la articulación institucional más
una presencia 217 perfecta del cristianismo 275
2. Comprender el mundo partiendo de su futuro ya 6. Jesucristo, «todo en todas las cosas» 277
manifestado 218 7. Conclusión: la esperanza y el futuro de Cristo
3. ¿Cómo está hoy presente Cristo resucitado? ... 219 Jesús 280
4. Conclusión : el orgullo de los cristianos 233

XII. ¿Cómo llamaremos hoy a Jesucristo? 235 PASIÓN DE CRISTO Y SUFRIMIENTO HUMANO
1. En cristología no basta conocer lo que otros ya
conocieron 236 Significado de la cruz de Cristo ayer y hoy
2. El puente entre Cristo y nosotros 240
3. Elementos de una cristología en lenguaje secular. 242 Aclaración previa 285
4. Conclusión : Cristo, memoria y conciencia crítica I. El problema y sus formulaciones 289
de la humanidad 252 I. Objetivos de nuestra investigación 289
II. Interés de los relatos evangélicos sobre la pa-
XIII. Salvación en Jesucristo y proceso de liberación 254 sión de Jesús 293
1. Una nueva parusía de Jesucristo : el libertador. 254 III. Interés de nuestra lectura de la pasión de Jesús. 296
2. Lectura hermenéutico-teológica de Jesucristo ... 256
3. El reino de Dios como revolución global y es- II. La muerte de Jesús en la cruz, consecuencia de una
tructural del viejo mundo 257 praxis y un mensaje 298
4. Las tentaciones de Jesús: regionalización del I. El proyecto histórico de Jesús 299
reino 259 1. La infraestructura de su tiempo: los desa-
5. La nueva praxis de Jesús y la conciencia opri- fíos 301
mida 260 2. El proyecto histórico de Jesús: la respuesta. 304
6. Muerte y resurrección, realidad paradigmática 3. La nueva praxis de Jesús, liberadora de la
de todo proceso de verdadera liberación 262 vida oprimida 307
666 índice general
índice general 667
4. El fundamento del proyecto histórico y de
la praxis liberadora: la experiencia de Dios 6. Cristo libera en solidaridad universal con todos
Padre 315 los hombres 402

II. La muerte violenta de Jesús 31g VIL La cruz y la muerte en la teología actual 405
1. Pasos de un camino 3X8 1. Un interrogante siempre abierto 405
2. Proceso y condenación de Jesús 330 2. Teologías modernas de la cruz 407
3. Crucifixión de Jesús 335 3. Convergencias y divergencias entre las diferentes
posturas 416
III. Cómo interpretó Jesús su propia muerte 339 4. La cruz, muerte de todos los sistemas 421
1. Actitud de Jesús ante su muerte violenta 339
2. Cómo imaginó Jesús su propio fin 348 VIII. El sufrimiento que nace de la lucha contra el sufri-
3. Intento de reconstrucción de la trayectoria del miento 423
Jesús histórico 351 1. «Mysterium et passio liberationis» 423
4. El significado trascendente de la muerte de Jesús. 361 2. ¿Qué dignifica al sufrimiento? 428
3. El misterio de la «passio mundi» 432
IV. La resurrección, sentido último de la muerte de Jesús. 364
IX. ¿Cómo predicar hoy la cruz de Cristo? 437
V. Interpretaciones de la muerte de Jesús en las comuni-
dades primitivas 367 X. Conclusión: Cruz, misterio y mística 442
1. La muerte violenta, destino común de los profetas
y de los justos 368
2. El Mesías crucificado 369 LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
3. La muerte como expiación y sacrificio 371 Y NUESTRA RESURRECCIÓN
4. La muerte de Cristo en la reflexión teológica
de Pablo 376 Dimensión antropológica de la esperanza cristiana
5. La muerte de Cristo como sacrificio en la carta
a los Hebreos 384 I. En busca del hombre nuevo 449
1. El hombre nuevo en el pensamiento primitivo ... 449
VI. Principales interpretaciones de la muerte de Jesús en 2. El hombre nuevo en el pensamiento científico ... 451
la tradición teológica: su caducidad y actualidad ... 386 3. El hombre nuevo en la experiencia cristiana ... 454
1. ¿Qué es propiamente redentor en Jesucristo: el
comienzo (la encarnación) o el fin (la muerte) ? 388 II. El hombre nuevo, Jesucristo, en la teología crítica ... 458
2. Problemática y aporías de las concepciones de la I. La resurrección en la teología protestante 459
redención 390 II. Interpretaciones católicas de la fe en la resurrec-
3. El modelo del sacrificio expiatorio: muerto por
ción 469
el pecado de su pueblo 393
4. El modelo de la redención y el rescate: triturado 1. Tendencia tradicional: la resurrección es un
por nuestras iniquidades 396 hecho plenamente histórico 469
2. Tendencia de la exégesis moderna positiva:
5. El modelo de la satisfacción sustitutiva: «Gracias
la resurrección es un hecho de fe de la Igle-
a sus padecimientos hemos sido sanados» 398
sia primitiva 470
668 índice general
índice general 669
3. Tendencia de la exégesis hermenéutica : la re-
3. El hombre, unidad de cuerpo y alma 514
surrección es indirectamente un hecho histó-
4. Aproximación bíblica: el hombre, unidad
rico expresado en las categorías de la época. 471
de situaciones existenciales 515
4. H. R. Schlette: la resurrección es una inter-
5. Conciencia histórica de la Iglesia: el hom-
pretación retrospectiva de la vida de Jesús. 475
bre como unidad inmortal 518
III. Conclusión 476 6. El hombre-cuerpo, nudo de relaciones con
todo el universo 519
III. Exégesis crítica de los textos de la resurrección 477 7. La muerte como acontecimiento biológico
1. Cómo era la predicación primitiva sobre la re- y personal 520
surrección 477 8. La muerte como escisión 521
2. Cómo llegaron los apóstoles a la convicción de que 9. La muerte como decisión 524
Jesús había resucitado 480 10. La muerte, fenómeno natural y consecuen-
3. Intento de reconstrucción de los acontecimientos cia del pecado 526
pascuales 487
III. La resurrección del hombre en la muerte 528
IV. Reflexiones sistemáticas: el surgimiento del nuevo 1. ¿Cómo se articula la antropología con la re-
Adán 489 surrección? 528
2. La resurrección devuelve al hombre una
1. Nuestro horizonte de comprensión y la fe en la re-
identidad corporal y no material 530
surrección 489
3. El hombre resucita también en la consuma-
2. La resurrección de Jesús, una utopía humana reali-
ción del mundo 533
zada 491
3. La novedad del hombre nuevo 494 VI. Conclusión 534
4. Conclusión 495

V. Nuestra resurrección en la muerte 497 EL SEGUIMIENTO DE CRISTO


I. Muerte y resurrección en la antropología bíblica
y en la griega 498 1. San Francisco, «repetitor Christi» 539
1. Solución conciliadora de la teología católica 2. El Francisco de la historia y el Francisco de la fe 543
clásica 498 3. La vivencia central de Jesucristo 551
2. La muerte en el pensamiento platónico y en 4. La vivencia central de san Francisco 556
el semítico 501 5. El destino del cristianismo y del franciscanismo 562
3. La experiencia de la resurrección de Cristo, 6. La estructura érística del hombre, base del seguimiento. 563
nuevo horizonte para la antropología 502
II. Relectura de la resurrección en la antropología
EL EVANGELIO DEL CRISTO CÓSMICO
actual 508
1. Observación metodológica: tipicidad del Introducción 569
pensamiento teológico 509
1. La secularización 569
2. La personalidad como eje de múltiples di-
2. La diafanía crística 569
mensiones 511
3. Método estructuralista y cristología cósmica 570
PRIMERA PARTE

Teilhard de Chardin: El evangelio del Cristo cósmico 573


1. Cristología y evolución 574
2. ¿Evolución de la cristología? 576
3. Cristología en la evolución 579
4. Conclusión 591

SEGUNDA PARTE

La realidad de un mito y el mito de una realidad 593


1. El mito de una realidad : defensa del pensamiento mítico. 593
2. Otras respuestas de carácter mítico a la pregunta por la
unidad de la realidad 610
3. La realidad de un mito: el «cómo» y el «dónde» de una
cristología cósmica 639
4. Conclusión 649

Bibliografía 652

índice general 661

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