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90 LA CI'LTÜRA REVOLUCIONARIA EN LOS CUERPOS

y sintió como hombre y se ajustó a pautas de conducta mas-


culinas. Ataviado de uniforme militar, de saco y corbata o
simplemente de calzón de manta y chamarra de lana, a la
usanza campesina, Amelio lució un cuerpo cuya virilidad LA GUERRA CONTRA "LAS PELONAS"
rnucha*=personas reconocieron. A su muerte, corrió el ru- S mujeres modernas y sus enemigos, -"-
mor de que, en sus últimos momentos, Amelio Robles soli- Ciudad de México, 1924*
citó ser enterrado con ropa de mujer, negando así la mascu-
linidad que sostuvo en su vida, a veces a punta de pistola.
Prevaleció el afán de normalizar su identidad masculina que ANNB RTJBENSTEIN
el rumor expresa y la lápida en el cementerio de XochJpala, York University
Guerrero —"aquí yacen los restos.de la coronela zapañs-
/£..."— contradice la íntima felicidad de Amelio Robles: sen-
tirse, mostrarse y saberse hombre.
Las personas con identidad transgénero como Amelio
Robles en ocasiones son vistas como símbolos positivos de
la transgresión; otras veces, su género y su aspecto físico se
perciben como manifestaciones inautériticas o incluso gro-
tescas, que refuerzan los estereotipos conservadores de lo EN EL VERANO de 1924 México se agitaba aun al borde del
masculino y lo femenino.5- Sin embargo, la transgcneración conflicto revolucionario; así había sido por años.1 El grupo
de Amelio Robles no debe verse como una impugnación o Sonora todavía no consolidaba su dominio del gobierno na-
reafirmación proposiüva de una ideología de género, a ia qué cional, la posibilidad de la lucha armada por el poder se-
se pueda juzgar positiva o negativamente, sino como una guía abierta. Tampoco el gobierno había afirmado aún de
manera tan legítima como cualquier otra de articular un manera incuestionable el control sobre gran pane del país.
modo individual de ser y de sentirse, mediante los recursos Pero en la Ciudad de México —al menos en la medida en
culturales al alcance y dentro de los debates culturales vi-- que ios periódicos y revistas de la época resulten fuentes
gentes en torno a Jo masculino y lo femenino, proceso en-
* ia investigación necesaria paia este artículo fue patrocinada por I'he
tramado en los conflictos sociales, las tensiones entre lo ru- SfKictI Science and Humanities Research CounciJ of Canadá (Consejo de
ral y lo urbano, la circulación transnacional de las repre- investigación de Ciencias Sociales y Humanidades de Canadá). También
sentaciones culturales y la construcción de la memoria de quiero agradecer las discusiones especialmente animadas y útiles del terna
la Revolución mexicana. si 5'enidas con otros ponentes y miembros del público de la Primera Con-
ferencia sobre la Historia de Género y la Mujer en México, y en la Reuniór,
de Historiadores Mexicanos, Estadunidenses y Canadienses celebrada en
.'2003. Debo un agradecimiento especial a Gabriela Cano por la solidaridad
académica y el serjtido del humor, sin su ayuda, este artículo no se habría
1 escrito

] Carlos Monsiváis recordó esie vprso y f ¡abrióla Car.o me lo transrniüó


.- Gracias a ambos.
92 LA CULTURA REVOLUCIONARIA EN LOS CUERPOS LA GUERRA CONTRA "LAS PELONAS" 93

infonnativas confiables— ese verano se libraba una batalla los puestos de periódicos de la Ciudad de México en abril
verdaderamente importante: el debate sobre el largo del ca- de 1924, cuando revistas y periódicos repentinamente reco-
bello femenino había llegado al punto en que los hombres •gieron el asunto de las pelonas con docenas de artículos que
se liaban en disputas callejeras y atacaban violentamente a las describían con un ánimo crítico o bien burlón. Una de las
las mujeres. ._ revistas rnás populares del país, Revista de Revistas, íes de-
Era un conflicto global... o casi. La moda del pelo deci- ' dicó un número entero.2 A medida que el debate se iba aca-
didamente corto (el corte de pelo a la garfon) había llegado • lorando, la prensa de la Ciudad de México se mostraba más
con la rápida difusión del cine mudo. Si tomamos en cuen- :. propensa a describir a las pelonas de forma condescendien-
ta la asociación con las películas, cortarse el pelo de este te, caracterizándolas como mujeres que trataban de seguir
modo representaba una toma de partido por "lo moderno" tendencias importadas. Pero bajo estas objeciones naciona-
y una ruptura con la "tradición" donde quiera que las muje- . listas al estilo de las pelonas había otro tipo de tensiones: lo
res lo intentaran; aunque a cuál de los múltiples y compli- que estaba en juego no era sólo la distinción entre lo nacio-
cados significados de estos términos se aspiraba, dependía . nal y lo internacional, sino también las divisiones raciales y
de la mujer que se lo cortaba. En el mundo anglófono, las de clase.
mujeres que hacían este gesto de adscripción a todo lo que Efectivamente, una idea nueva y radicalmente diferente
estuviera a la moda eran llamadas las nuevas mujeres, o fia- de belleza femenina había cautivado al México urbano, tal y
ppers, como referencia a los vestidos relativamente cortos como lo había hecho en Europa y los Estados Unidos, y para
que supuestamente "aleteaban" (flapped) con el viento. Pero ; 1924 las jóvenes relativamente pobres y morenas habían co-
en México, estas mujeres se hacían llamar "las pelonas", y ;menzado a experimentar con ella. Si bien la imagen moderna
así las llamaban también sus enemigos. se reflejaba en la rnoda —vestidos sueltos ás.flapper, pelo cor-
;to, nuevos maquillajes, zapatos y ropa interior—, el cambio
no se limitaba a los bienes materiales que pudieran conv
LA MODA DE LAS MUJERES ATLÉTICAS • prarse en salones, tiendas exclusivas y grandes almacenes.
^'También comprendía un nuevo ideal de los cuerpos femeni-
En la primavera y el verano de 1924, las mujeres de la Ciu- ^ nos y las formas femeninas de moverse, lo que Ageeth Sluis
dad de México que adoptaron el estilo masculinizado se to- |"ha llamado "el cuerpo déco": torsos y extremidades iargos y
paron con una gran resistencia retórica, que se manifestó ^ delgados, pelo corto y un físico vigoroso (pero grácil).3 Alre-
antes de que comenzara la violencia física. La moda del !' dedor de 1920 los mexicanos comunes y.corrientes comen-
pelo corto y los cuerpos atléticos en las mujeres causó una "' zaron a ver por todas partes escenas, e inclusive a practicar
•especie de pánico ante lo procedente de más allá de la fron- ^actividades, permeadas de furor por el atletismo femenino,
tera, pues había llegado del extranjero y se estaba difun- ^ o cuando menos por imágenes del atletismo femenino.
diendo -fuera del pequeño grupo de mujeres de la élite que • . Eran relativamente pocas las mujeres mexicanas que de
.ya la habían adoptado. La oposición al estilo moderno se ; verdad practicaban actividades atléticas en los años veinte
proyectaba en términos de defender la pureza nacional o J Revista de Revistas, 15, núm. 733 (25 de mayo de. ¡924).
racial. Los primeros indicios del problema aparecieron en 1 Sluis, 2005.
94 LA CULTURA RKVOI.UCIONARIA EN LOS CUERPOS
1 A GUKRRA CONTRA "LAS PELONAS" <>=,
(excepto por el baile); pero las imágenes de ías mujeres mo-
viéndose enérgicamente eran omnipresentes e influyentes. tipo aparecían retratadas por doquier; en lo.s murales y las
Ciertamente eran masas de gente joven, de ambos sexos, las decoraciones arquitectónicas, en las películas mudas im-
que se movilizaban en las demostraciones de fervor nacio- portadas de Europa y los Estados Unidos, en los anuncios
nalista haciendo tablas gimnásticas —en la Ciudad de Méxi- de] periódico y otras publicaciones, en el cinc, en las carica-
co fueron cientos los estudiantes y maestros que participa- turas, en las tifas cómicas, en las ilustraciones de los libros
ron en estas exhibiciones durante ai menos cinco ceremonias de texto y los manuales de consejos, en las revistas de moda,
inaugurales de! nuevo Estadio Nacional que se celebraron en las carteras de cerillos, en el teatro burlesque y otros es-
en ia primavera y el verano de 1924— y muchos otros apren- pectáculos públicos, y en las páginas femeninas y la sección de
deportes de los periódicos.4
dían bailables íolclóricos, voleibol y baloncesto gracias a los
esfuerzos de las misiones de la nueva y revolucionaria Se- Estas imágenes reflejaban el cambio de los ideales de
cretaría de Educación. Pero la imaginería de las mujeres feminidad. Dice Julia Tuñón que la moda cedió el paso a la
atletas solía representar a miembros de una etérea élite: los comodidad, y aJ fin "la mujer delgada con cuerpo ágil y dr-
:"; portivo podía sentirse hermosa". 7 Ya no era cuestión de re-
asiduos al Country Club. La mismísima primera dama,
quien con frecuencia hacía apariciones públicas con vesti- • helarse contra la moda; más bien era un cambio drástico en
dos al estilo charles ton y sombreros cloche, pertenecía a esta :' Ja ropa, los accesorios y el "estilo" que la alta sociedad cori-
categoría. Para describir a otra primera dama (o su equiva- .• sideraba elegantes. La ropa chic de los arios veinte, que re-
lente), la hija de Plutarco Elias Calles, Hortensia —quien se • dticía al mínimo pecho y caderas y en cambio exageraba la
convirtió en su acompañante oficial tras la muerte de su longitud de brazos y piernas, anunciaba este nuevo estilo
madre—, Sara Sefchovich escribe: "Era una joven dinámi- para las mujeres. Después de casi un siglo de discusiones y
ca, que ejemplifica el cambio de vida para las mujeres de las agitación logró triunfar el movimiento internacional para
clases acomodadas: vestida a la moda de los años veinte con reformar el atuendo femenino: las mujeres de la élite tira-
la ropa suelta, libre ya de los rígidos corsés, adornada con los ron sus corsés y las faldas pesadas que llegaban hasta el to-
collares largos [...] jugando tenis de punta en blanco o ma- . billo y los cambiaron por ropa que íes permitiera moverse
nejando autos de lujo'. 4 Las mujeres de la clase alta de los fácilmente, respirar hondo y participar en depones activos.
Estados Unidos que vivían en México en ese tiempo ayuda- Los periódicos y oíros medios de comunicación elogiaban a
ron a popularizar estas modas. Por ejemplo, en un muy so- las estrellas del momento, como a Lsadora Doñean, quien
nado baile de debutantes de la "colonia americana" de la era muy admirada en los medios impresos, o la hija del pre-
Ciudad de México, siete de las nueve jo vencí tas retratadas
6 Véanse imágenes de ías atletas en ías imágenes comerciales, el arte
en la nota del periódico de este acontecimiento de 1924 lle- culto y la arquitectura en el catálogo de ia exposición An áéco, 1997, pp. 2^-
vaban el pelo corto.5 Aunque no pueden haber sido muchas 30 y po-ssim. Véase la representación muralística de mujeres atléticas en el
las jóvenes atléticas de la élite capitalina, las mujeres de csle frontispicio de la "Decoración de !a Sala de Conferencias en k antigua
iglesia de San Pedro y San Pablo", Maletín de. la Serrana de Educación
Pública 1:2 (1922); véanse también los murales cíe Ángel Zárraga en la trn-
bajada Mexicana en París, reproducidos c;n A^gei '¿arraga, 1990. Vea.se la
representación de atletas en cañeras de cerillos e:i Mexicana. 19QK.
7 J. Tuñón, 198?, p. 155.
96 LA CULTURA REVOLUCIONARIA EN LOS CUERPOS LA GUERRA CONTRA "LAS PELONAS" 97

sidente descrita líneas arriba, justamente debido a su físico ¿puertos como Veracruz y en las ciudades de ia frontera con
grácil y elástico.8 Efectivamente, los periodistas solían esta- |Íos Estados Unidos antes de entrar al resto del país. En es-
blecer una asociación entre la esbeltez, la ropa suelta y el ?íOs-lugares se daba por sentado que la nueva moda era sólo
: ejercicio físico. Por ejemplo, un artículo de una revista ex- H>ara las jovencitas solteras de la clase alta. Por ejemplo, en
hortaba a sus lectoras a no usar nunca corsés, porque las SÍ925, la élite social de Mérida-decretó que se veía muy mal
clases de gimnasia y las faldas con resorte en la cintura bas- una mujer casada llevara el pelo corto, aunque los cor-
• taban para hacerles lucir un cuerpo encantador.9 es d la garlón estaban, de moda entre las jóvenes solteras y
lodos los cambios en la moda apuntaban hacia una -niños dé ambos sexos también usaban el pelo corto.
idealización de las mujeres jóvenes, esbeltas, andróginas, jéro en 1926, muchas mujeres casadas de sociedad se cor-
de movimientos vigorosos. En la busca de este ideal, los ron las trenzas y nadie dijo ni media palabra." En las
manuales de buenas costumbres y las revistas para mujeres aireas rurales de Yucatán y en los pequeños pueblos de Mo-
publicados entre 1920 y 1940 —en Norteamérica,. Sudamé- felos, ai menos durante 1928, las jóvenes se dejaban el pelo
rica y Europa; en español, francés, alemán e inglés— casi rgo por atrás, aunque se lo cortaran enfrente.12 Un visitan-
siempre sugerían ejercitarse diariamente, desde hacer sen- no llegó a la Ciudad de México sino hasta 1928 se
tadillas hasta los ejercicios con el "mazo de la India" (por lo tedó tan sorprendido al ver el pelo corto de una antigua
general, estos consejos sonaban vagamente políticos: uno íntícida suya de la clase media que en su cuaderno de no-
de estos libros declaraba que para no caer en la morbidez de escribió: "Luce un corte á la garfon".I3 Con todo, en las
la decadencia, no había más remedio que regresar a la natura- ifógrafías tomadas en la Ciudad de México en fechas pos-
leza, sobre todo en cuestiones de higiene y ejercicio).10 La s a 1920, [o común era que las mujeres de la clase alta
apariencia de muchachito de la nueva mujer, flapper o pelona, /aran el pelo-corto, y casi ninguna de las mujeres que
saludable y activa, siguió siendo una sola entre toda la gama frecen en las fotos jugando al tenis o al golf tenía pelo
de posibilidades que tenían las mujeres en México para com- Algunas jóvenes -se1 atrevían a hacerse este cambio
parecer en público, al menos hasta finales de la segunda ístico animadas por sus padres, como lo recordaba una
Guerra Mundial. fcXsael T Hansen, "S-T-Y-L-E-S-1-9-2-0-1-9-3-3", notas inéditas de cam-
Aunque en forma desigual, la nueva moda se difundió fSobre Metida, fólder 24, caja 47. Robert Redfield Papers, Special Collec-
ms, Regenstein Library, Universidad de Chicago.
rápidamente por todo México a partir de los años veinte: . Asael T. Hanseu, "Miss Blac.-k.bum. Slyles", notas inéditas de campo
Primero llegó a los lugares donde las mujeres tenían mayor -e Mérida, fólder 25, caja 11, Roberí Redfield Papers, Special Collec-
acceso a los medios de reciente importación: películas mu- s;-Regenstein Library, Universidad de Chicago, Margaret Park Redfteld,
">", anotaciones del 24 de enero de 1928, fólder 17, caja 3, Margaret
das, revistas de moda y modelos de vestidos. Así que la ima- í-Redfieíd Papers, Special Collections, Universidad de Chicago.
gen de ia pelona apareció en la Ciudad de México, en los' "Frcderick Staír, "Diario", anotaciones del 15 de julio de 1928, cuader-
6 Sobre la gracia en movimiento véase, por ejemplo, el artículo de'por-;
16, caja 21, Frederick Slarr Papers, Special Collections, Regenstein Li-
tada del suplemento dominical "La gimnasia armónica", Excélsior. 8 At\ mayo de 1922, yisección
¡'Universidad de Chicago.
Fotograbado, p. 1. Sobre el recibimiento brindado.s?
iEsto se refiere a miles de negativos de fotografías de la época, toma-
Isadora Duncan en América Latina, véase Blaír, 1987, pp. 261-268. ' su mayoría e,n couniry clubs, aunque algunas se tomaron en otros
s de actividad deportiva (AGN, fototeca, Col. Enrique Díaz, cajas 14-
5Álvarez.' 1920, p. 6.
10 García Martí, s. f., p. 170. Agradezco la referencia a Eric Zolov.
ly en otros lugares).

,
I.A CULTURA REVOLUCIONARIA KN LOS CUERPOS Í.A GUERRA CONTRA ").AS PEI-OSJAS"

capitalina anos después "Yo rae corté la trenza. Mi mamá &$aara-las mujeres de todas las clases y prácticamente todas
estuvo de acuerdo. Los papas claro que sintieron la&'edades, estaba d baile.
í^» ' ~ '

lio no. era una cosa denigrante ni'peligrosa, si la as mexicanas comunes y corrientes, sin acceso a los pa-
traía. De .todo podernos prescindir menos de la moda. itiempos de la élite, .se topaban con la nueva moda de! atle-
papá con las trenzas no se metió. Mi mamá fue la que tísmo femenil en otras formas. Veían a las mujeres deportivas,
'Ya no.se usan, ya.para qué las usas"'.15 áémpre atractivas y actualizadas, en las revistas, los periódi-
££;"•
Pero la plétora de imágenes de mujeres atléticas en losjf íí>S:,y las películasmudas. (Un empleado resume de la siguien-
medios masivos de comunicación y en ei arte culto refleja.-^ í;e:.manera los sentidos implícitos en estas descripciones cuan-
ban una realidad más,allá de las modas pasajeras de ropas-y;| 3p da su respuesta sobre el estilo de las pelonas a una encuesta
peinados. Las mujeres, mexicanas de. la élite se ocupaban'?! pe:, opinión hecha por un periódico de la Ciudad de México:
1
muy activamente en la vida deportiva de los años veinte :y;| sEs muy limpia, muy higiénica y sumamente práctica en estos :í
treinta. Muchas jugaban tenis, y otras participaban en otías.| íi.&nupos en que la mujer ha entrado de lleno a la lucha por la
actividades deportivas.'6 Algunas siguieron paseando eri íida".)19 Las mujeres comunes y comentes también se topaban
cicleta, que era lo que hacían las jóvenes de la clase alta desdé-! ¡con el nuevo estilo atJético promovido por el Estado, sobre
principios de siglo.17 En las fotografías de los años veinte. Jpdo.mediante su adscripción a varios programas y proyectos
ven mujeres acomodadas jugando golf, echándose clavados;^ Se la Secretaría de Educación. La gente asociaba las activida-
nadando, practicando diversas formas de- equitación y es-íj des.: patrocinadas, por eí Hstado, como ej entrenamiento de
grima. Algunas mexicanas llegaron incluso a incursionar.ej-is Kaenlos de jóvenes que habrían de ser maestras de gimnasia
e! alpinismo: en 1921, algunas mujeres de espíritu aventure^ jpé la nueva escuela de la Ciudad de México planeada ex profe-
ro subieron'y bajaron del Popocatépetl en un solo dí i, eon la tendencia más general hacía el movimiento- "moderno"
|Jel cuerpo femenino en el arte y el deporte •—ahora practicado
:'-
Guadalupe Zúñiga.de Gonzalo/,, citada en Cano y Radkau; J 989 (p. ante a un público—-, y con Jas nuevas modas que adoptaban
16Esto se puede documentar en la cobertura que hacen Los periódico^ ¿iígunas jóvenes urbanas. De tal suerte, las críticas a la mujer
entre 1920 y 1930 de los torneos de tenis y otras competencias deportivas;--^
sobre todo en la sección de deportes de Excélsior y Fl Universal, así cómoda íb.ven.y a la moda en 1924 equivaldrían, por extensión, a cri-
en las fotografías de la Colección Díaz (AGN, Fototeca, Col. Enrique' ¿car el proyecto político al que ellas se habían incorporado.
cajas 14-17 y otros lugares),
"Beezicy, 1987, pp. 5001.
]í Frederick Starr, "Diario", anotaciones del 7 de septiembre de
cuaderno 53, caja 21, Fredeiick Starr Papers, Special Coüecíjons, RegensA3
tein Líbrary, Universidad de Chicago. La informante de Starr, Carmen Ta-n;^|
cerrado, se unió a una expedición encabezada por eí pintor y muralista-^
Pr. Ail (Gerardo Murülo), que salió del campamento —muy a pesar de la in-*
formante — a ias dos de la manaría, porque entre subir y bajar se tardaban^ julio de 1924, el anuncio en el periódico de Mujeres mo-
16 horas. No parece haber tenido gran respeto por el I>r. Atl: a Starr.!e dijo^ fdernas, una película muda de los Estados unidos que so ex-
que eí libro del artista sobre ei Popocatépetl no tenía ]a virtud de ser "
tífico y exacto" Wjlliaro Beezjey escribe que ni el alpinismo ni el ascensd?|
del Popo eran nada que interesara a los mexicanos antes de que se crearas!
el Club de Exploradores en 1922; las excursiones encabezadas por eh
100 LA CULTURA REVOLUCIONARIA EN LOS CUERPOS
LA GUERRA CONTRA "LAS PELONAS" 101
liibía en México, relacionaba la imagen de la modernidad Así, la oposición ala moda flapper, así fueran los vestidos,
internacional con la idea de cambiar los roles de género y el pelo corto o un cueipo atlético para las mujeres, podría ex-
sus relaciones al describir el peligro al que habían expuesto presarse en términos de una defensa de la pureza nacional o
al mundo las mujeres de la sociedad neoyorquina: racial, como lo hizo el crítico de la cultura Salvador Novo casi
50 años más tarde. "El pelo largo heredado de la Malmene",
Nuestra época (....] del progreso ascendente de nuestra civiliza-
escribió, era una fuente especial de orgullo nacional. Jo que
ción, ha [traído] como consecuencia absoluta, ei desenvolvi-
a su vez explicaba por qué "las pelonas llamaron más la aten-
miento de la mujer bajo todas sus fases: físicas, morales, socia-
ción [en México] que en otras naciones, y fueron objeto de
les, psíquicas y materiales. Hoy, la mujer, no es la antigua [...]
burla".23 Quizá podía pensarse que si una mujer se cortaba
el ser débil que desde la edad cavernaria hasta el principio del
el pelo era porque renunciaba a la raza cósmica. También en
siglo presente no tenía voz ni voto y su voluntad, era casi nula
1924, una periodista manifestaba su preocupación:
i - . . ] la mujer día a día se impone f . . . ] la moda pelona, higiéni-
ca y estética, se pa-sea por los cuatro punios cardinales.20
Hoy admiramos la fuerza, la agilidad y la salud de las razas
extranjeras, obtenidas gracias al ejercicio f,..] en los países
Por otra parte, entre 1923 y 1925, los periódicos de la Ciudad
sajones, el excedo de sport en la mujer está creando un tercer
de México que publicaban reseñas de películas hechas en
sexo [...] sexo neutro; lo cual en lugar de beneficiar a una raza
Francia, Inglaterra y los Estados Unidos, solían describir a
tiende por el contrario a destruirla. Esto podrá ser por el abu-
la actriz principal —Thcda Bara, Constance Talmadge, Ciara
so que el sexo débil ha hecho de algunos deportes en su loco
Bow o Laura La Plante-— como flapper, y el término no se afán de masculinizarse.2'
empleaba precisamente para elogiar.21 Y los autores de esas
reseñas daban por hecho que las señoritas irían a! cine a ser
La crítica a las nuevas formas de moverse y vestirse de
testigos de la detensa o el ataque a esta nueva moda de peina- las extranjeras estaba implícita eii una forma coloquial de desig-
do femenino.22 nar un estilo de pelo corto: de las mujeres que llevaban el
!<1 .Anuncio (le las Mujeres mofemos t/:/ Universal, 9 de julio de 1924, pelo cortísimo se decía que usaban "rapados a la Boston"."
sección 1, p. 5} El mismo anuncio apareció en otras ^eis ocasiones duran-
te los 10 días siguientes. ¿De qué se trataba la película? El anuncio nú traía
Los defensores de la moda de Jas mujeres atléticas —quizá
imágenes, sólo este, texto un tanto incendiario. En él se menciona a Corin- de manera poco diplomática— también enf atizaban los as-
ne Griffite, seguramente por querer decir Gnífith, una gran celebridad en pectos de índole racial y el riesgo para el nacionalismo mexica-
esa época, como la actri?. principal, No obstante, la base de datos .sobre
no. Por ejemplo, el artista Ángel Tarraga (quien por ese tiem-
películas en la red, Internet Movie Dala Base (htrpv/us.imdh corrí.'), que
suele ser muy confiable, no menciona la participación de Grifíith en ningu- po vivía en París, donde pintó una serie de retratos heroicos
na película parecida, aunque en 1922 estelarizó un melodrama sobre la y murales de atletas de ambos sexos) dijo al ser entrevistado
vicia de la alta sociedad llamado Divorce Coupons ¿Acaso estos anuncios por una revista de la capital mexicana que él había represen-
se referían a alguna versión de esta cinta?
:' Vean be ¡as reseñas que se reimprimen en Garrido, 1997, ¡..p. 402-404.
"Novo, 1972. p. 31.
110 -Ü2, 4 1 - . 4 1 8 - 4 2 0 y 456.
24 Saniín de Fontoura. ¡124, p. .ÍS.
'; "CVkiimck" [laime Torres Bodet], reseña de Pf.lo'-ia. en Reviera, de R&-
;- Sorando, 1924, p. 6. también "íoi- cada pelona que sea rapada se cortará el
\.i'-.:af. 2^ de noviembre de. 192?, <_iu»du en Garrido, 1997 p. 4 S I .
pelo a ojia tren TU da". H (;niverM¿ Gráfico, 21 de julio de 1924, sección 2, p. 1.
107 }A CULTURA REVOLUCIONARIA EN LOS CUERPOS IA GUERRA CONTRA "LAS PELONAS" 103

tado a mujeres jugando al fútbol para "contrarrestar [...] ese Asunción de que la masculinización de las mujeres se debía al
espíritu de nuestra raza que tiende a la morbidez [... ] Esta p'préstigio de las ideas extranjeras sobre la salud, el deporte y
deliberada intención de perfeccionamos sometiendo el -género.- Tal vez el punto final del proceso en él que los me-
cuerpo a prácticas de gimnasia nos servirá mucho en Méxi- _ ífdáos mezclaron eí estilo de las pelonas, el deporte y lo-exótico
co .donde los soñadores &©n tan abundantes".26 plegó en juJkTde 1924, con la publicación de u n artículo en la
Las explicaciones de tinte racial para oponerse a los pei- |révista Jueves de Excélsior-donde entono de broma se achaca
nados de las mujeres pasaban fácilmente del orgullo nacio- i^-la-moda del pelo corto al deseo de las mujeres de tener más
nal a sentimientos más desagradables. Otro artículo de revis- ptiempo libre para dedicarse al juego asiático del mahjong: no
ta publicado en 1924 ofrece esta historia sobre la tendencia á jjfiiáy mujer que quiera perder un minuto si pueden dejarse
llevar el pelo corto: llevar por el juego de los "dragones"-, los "vientos" y otras fi*
pgüras exóticas, decía el periódico.29
En esta época las mujeres de todos los países se cortan las Sin embargo, a veces las bromas y las-quejas sobre las
trenzas [..,] por el simple capricho de seguir una moda im- üonas implicaban, que se habían vuelto sexualmente inae-
plantada por las muchachas de un país en ias que falta el sen- Iv.cesibles o que habían perdido su atractivo para los hombres,
timiento y la ternura y se agita el cambio [... I hace tres años gunos periodistas, un poeta y-el anuncio de las Mujeres
que en la ciudad de Nueva York [comenzó]~esta moda iniciada mt&odernas mencionaban, todos ellos, la sentencia del filóso-
o más bien impuesta por las mujeres de todo el mundo, por 'alemán'de que una mujer de verdad tiene el pelo-largo y
las mecanógrafas de Wall Street y principalmente de los ba- s ideas cortas, insinuando que las mujeres de pelo corto
rrios judíos de Nueva York, alcanzó los stages [escenarios] y, ^seguramente carecerían también de otro tipo de encantos
en un instante las artistas de vaudeville y algunas de "cine" |ff©meninos.30 Los opositores auíoproclamados del nuevo es-
aparecieron con- sus cabelleras cortadas "¿ la Bob".27 quío advertían "a las muchachas (o a ias viejas feas)" que no
gjdebían "dejarse engatusar" por las pelonas bonitas para irse
También los humoristas manifestaban sus angustias so- j|-;a: tortar el pelo.31 En otras palabras, sóloJas mujeres cuyo
bre la posibilidad .de que esta tendencia se difundiera por ; valor en el mercado del matrimonio era alto tenían- suficien-
todo el país y rebasara su sitio social.y racial correspondiente. |o te -capital social como para arriesgarlo llevando el pelo corto.
La revístala Dama Católica parodiaba un artículo supuesta^ El estilo andrógino'de la pelona amenazaba con borrar
mente tomado dé un .periódico francés llamado Pages medí- j| -las- diferencias visibles entre los sexos, y los medios mexicanos
cales et parisiennes. La versión de La Dama Católica sugería ;.a-.veces escribían como si el nuevo estilo también amenazara
que.los más saludables deportes modernos para las mujeres con borrar las señales visibles de diferencia racial.
sedan los antiguos en los que no había temor a excederse:
barrer, trapear y lavar ropa.28 Este chiste se basaba en la pre* í9 "De la excentricidad mundial", 1924, p. 13.
30 Por ejemplo, Jacobo Daievueha, "Las pelonas dispuestas:a defenderse
'* Frías, 1924, p. 22. t£ con energía". El Universal,. 22 de julio de 1924, secdón-2, p. 1; "Las Pelo-
" Serrano, 1924, p. 9. ñas", 1924, p. 6; Serrano, 1924, p. 9.
ÍB "Deportes femeninos modernos", La Dama Católica, \ de agosto de 31 "Por cada pelona que sea rapada se cortará el pelo a una trenzuda",

1924, p. 2. Agradezco ía cita a Patience Shell El Umvfysal Gráfico, 23 de julio de 1924, sección 2, p. 1.
104 LA CULTURA REVOLUCIONARIA EN LOS CUERPOS ÍA GUF.RUA CONIRA "LAS PELONAS" LOS

En la caricatura de un periódico, ésta también del vera- ¡(adoptado por mujeres que se vieran muy indias ("en forma
no de 1924, una mujer ya mayor, al parecer indígena por su J je tonel") o que fueran muy pobres. Ambos bandos —al me-
tipo de cuerpo y ropa, exclama quitándose el reboza para paos ambos bandos entre el grupo de gente cuyas opiniones
dejar al.descubierto el pelo corto y rubio: "¡pos poniéndome jjsobre. el tema se publicaban en los periódicos de la capital—
a ía moda!"32 El humor (y la tensión) de la caricatura se de^ pran cómplices en una oferta donde : nuevos límites entre
ben 'a que no hay correspondencia con la edad, la clase so- «los sexos se hacían porosos a carnbiu de una creciente rigi-
cial y (sobre todo) la raza de la mujer. En-otra caricatura del léz en las barreras raciales.
mismo periódico, publicada una semana después, dos pin- :| Pese a todo, un corrido, una.balada popular de esos tiera-
tores de brocha gorda se quedan viendo a una mujer qué daba una imagen muy diferente de las pelonas. Se bur-
sale del salón de belleza: "Se parece a nuestras brochas vie- -de. ellas diciendo: "Estaban las tres pelón as/sentadas
jas", dice uno de ellos, "¡poco pelo y mucha pintura!", refi- su ventana/esperando a Pancho Villa/pa' que les diera
riéndose al maquillaje.33 La gracia de esta broma reside en ;>ina hermana" (en otras palabras, serían sus concubinas).36
que una mujer de clase alta ha dado pie a ser criticada por !£&} corrido sugiere que las pelonas se parecían a las hermo-
trabajadores, pues el nuevo estilo de su peinado elimina las . |as muchachas que según todos sabían eran algunas de. las
barreras de clase. Asimismo, el suplemento dominical del ^muchas mujeres que tuvo Pancho Villa: mestizas y de pro-
periódico Excélsior de la capital publica una fotografía de |íeedencia pobre o de la clase trabajadora, al parecer sexual-
tres mujeres que están en una peluquería de puros hombres |gnente disponibles, muy vinculadas ala Revolución, y que
cortándose el pelo, y el pie de.foto alude a esas criollitas que tanto participantes en ella como ejemplos de la rno-
esperan su turno,.equilibrando así el impacto de la imagen femenina. La tensión entre, estas dos formas de
andrógina con un lenguaje que nivela ía raza y la clase de g pensar a las pelonas, como jóvenes blancas de la élite que
las mujeres ("También en nuestro medio"):34 ^participaban en una tendencia internacional de la moda o
Generalmente los defensores de las pelonas aceptaban .jóvenes pobres y morenas que participaban en la Re-
este punto de vista. Al ser entrevistada por un periódico, una , ayuda a explicar en cierta medida la confusión y
mujer que se describía como "pelona y todo" admitió que no . enojo que llevó a la violencia física contra las pelonas de
cualquier mujer tenía "derecho a cortarse las trenzas"; las '^la vida real en el verano de 1924.-
que eran muy feas, muy flacas o muy gordas, muy viejas, o
no tan saludables, o "uno de esos toneles tan representativos
de nuestra raza" deberían dejarse el pelo largo.35 Así que la I.A GUERRA CONTRA LAS PELONAS
idea de raza era clave en ambos lados del argumento: ni los
opositores ni la pelonas querían que el nuevo estilo fuera pLos argumentos contra las pelonas.no tardaron en ir más
'allá de la retórica. En la vida rea!, las palabras tuvieron con-
1!Caricatura, El Universal, \2 de'júlio de 1924, sección i, p. 5. &secuencias, algunas $ie ellas relativamente menores, como
" Caricatura, El Universal, 15 de julio de 1924, sección 1, p. 5.
31 "También en nuestro medio", Excélsior, 1° de junio de 1924, sección
esa ocasión en que unos funcionarios de migración negaron
Fotograbado, p- 2. 36 D. R, "Las tres peíonas", en Kuri-Aldana y Mendoza Martínez, 1987,
1¡ Jacobo Dalevuelta, art. cit. p. 402. Agradezco la referencia a Gabnela Cano.
]06 LA CULTIJRA REVOLUCIONARIA EN LOS CUERPOS LA GUERRA CONTRA "LAS PF.I ONAS" 107

la entrada al país a un grupo de turistas de! género femeni- Éaínarradora, notablemente parecido a los hechos, nos hace
no que venían de Brownsville, Texas, bajo el argumento de Ipensar lo importantes y perturbadores que fueron.
que llevaban knickers, esto es, pantalones que sólo llegaban La guerra retórica en los periódicos y las revistas.de la
a la rodilla. Un-funcionario del consulado explicó a los pe- |i2poca comenzó en abril; pero para 'finales de junio había
riodistas que ya habían llegado muchas mujeres vestidas así ibido-de tono, a !al punto que la mayoría délos periódicos
y se habían comportado en una forma que no iba de acuerdo ^mencionaba el lema a diario. El arzobispo de la Ciudad de
con la honorabilidad de las familias decentes mexicanas." léxico dio una larga entrevista en la que amenazaba con
Pero en la Ciudadde México, en ei .verano de 1924, las cosas tomar medidas contra 'las mujeres que olvidan la decencia,
llegaron más lejos.38 Sesenta años.después, una mujer que -.•natura] recato, el decoro nías elemental para vestirse",
en esa- época era una estudiante joven de pelo corto, recuerda icdidas similares-a las que había tomado el arzobispo de la
el incidente de esta manera: Ipilidad italiana cíe Milán, quien había prohibido a las mu-
lleres de pelo .corto la entrada en la catedral dos semanas
Cuando se empezó-a usar el pelo corto, hasta se pelearon los Ipttrás.40 (El hecho de que e] ar/.obispo de la Ciudad de Méxi-
de la Escuela de Medicina con los de la Normal. Eso de que c6:pasó inmediatamente a quejarse del Estado revoluciona-
nos hubiéramos cortado el pelo en aquel tiempo produjo un puede ser un indicio de la -estrecha asociación que se
escalofrío moral en los muchachos. No lo toleraban, ílubo pe- ípía entre las pelonas y el gobierno revolucionario, al me-
leas [.,.] porque una muchacha con pelo cortado que pasara ios • en .la-imaginación del arzobispo, o puede sugerir sen-
por la Escuela de Medicina —entonces en Ja Plaza de Santo fallamente que ambos ternas interesaban al cura y al perio-
Domingo— se la metían los muchachos para castigarla. Le pe- fpdsta que lo entrevistaba.) Pocos días después, el mismo
gaban o la maltrataban, Y claro que se enfurecieron los nor- Periódico informaba sobre una "reunión de damas católicas"
malistas. Yo creo que se sintieron mal, pues quién sabe qué (jeávBruselas, donde se había denunciado la nueva moda fe-
sentirían. r-'nc un episodio -Iñstórico, como muy expresivo de icnina insistiendo en que era especialmente inapropiada
lo que el hombre quiere encontrar en la mujer. Creo .que tene- ir a la iglesia. El congreso de mujeres católicas declaró:
mos muchas diferencias gravísimas, pero una de las diferen- ^'Cristianamente se deduce que hay inmoralidad donde hay
cias más notables, objetivas, era el pelo, el pelo largo.19 ^inmodestia, y se afirma que jas iglesias no son salas de es-
pfjectáculo''.'11 Al reimprimir esta sección de ia declaración,
Aunque su relato no coincide al detalle con las notas del Hél periódico daba una dimensión espacial a la cuestión de
periódico que se publicaron en esas fechas, el recuerdo de f|p.as pelonas, de dos formas: primero, llamando la atención
i^haeia
-••'
el alcance transnacional de la nueva moda Jv la oposi-
" "Mexican Officials Kíck on Women in Knickers", El Universal, 14 de
julio de 1924, Engiish News Section.
a ella; segundo, yuxtaponiendo dos tipos de espacio ur-
38 La siguiente narración de estos sucesos se basa en la cobenora que ¿?bano, la iglesia y eí teatro como-escenarios para tipos dife-
de ellos hicieron los periódicos capitalinos E! Universal. Hl Universal Crán- frrentes de puestas en escena de la feminidad. Kn la Ciudad
eo y Excéhior y Jas revistas Jueves de Excéhicr y Revista, de. Revista1,. I" de
abrií-15 de agosto de 1924, salvo que se indique le contrario.
•w Guadalupe 7.úñiga de González, ci'ada en Cano y Radkau, 1989,
pp.33-34.
10Ü LA CL'LTTRA REVOLUCIONARIA F.N LOS CUERPOS LA GUERRA CONTRA "LAS PELONAS" 109

de México, otros espacios urbanos —las escuelas públicas, |e¡ señor Mercader [...] que pereció en una de las activada-
¡as calles, las oficinas de gobierno y un tren— no tardarían Jes de la famosa banda de los Ku Klux Klanes. Tampoco en
en ofrecer un nuevo tipo de escenario para este drama. tiempo se dio mucho crédito a nuestras ínformacio
Mientras ei arzobispo ventilaba sus opiniones, un ta- ry aun hubo personas que llegaron a asegurar que era un
bloide de la tarde publicaba un informe muy largo de una Jairdo
-
SÜg-
camelo confeccionado dentro de nuestra redacción".
reunión de activistas antipelonas. La historia de El Univer-? o, reiteraba -el artículo, la violencia realmente podía lie-
*aí Gráfico era tan sensacíonalista que carecía de la menor . ¡hasta las pelonas que no "se abstuvieran] de salir a ía
verosimilitud, tai y como lo dejaba en claro la segunda frase calle mientras no les crezca el cabello", y los ataques empe-
en la que se aseguraba a ¡os lectores: "No se trata de la fanf íárían muy pronto, quizás al día siguiente.42
tasía del repórter .[sic], sino de un hecho real". La narración I; Naturalmente, este cuento acerca de la defensa de 3a
probablemente no describe lo que realmente pasó; más bien >Ureza femenina debe muy poco a ios hechos sobre el Ku
revela lo que los editores pensaron que podían hacer pasar Klan y sus actividades contra los mexicanos residentes
por cierto. Por consiguiente, puede indicar lo que los lecto- sen los Estados Unidos, y casi todo a la película que estable-
res de esa época —cuyas expectativas habían aumentado ||fó-el mito del KJan, El nacimiento de una nación, de Ü. W.
por la guerra retórica sobre la modernidad femenina en los jjpiáffith. Si acaso existieron los opositores a las pelonas
periódicos, las canciones populares y el cine— creían que Mencionados en el artículo, ellos y el periodista deben ha-
podía.pasar. El artículo detalla una reunión de "una agrupa- ; visto esta película poco antes: aunque se produjo en Ho-
ción misteriosa, teirnada por estudiantes y obreros" para iywood en. 1915, la película muda se estrenó .en la Ciudad
planear "la acción dilecta" que contra "nuestras modernas "'^México el 9 de octubre de 1923 y se siguió exhibiendo en
fíappers empezará a cumplirse hoy mismo. Cinco mucha- en segundas.y terceras vueltas durante vanos meses
chitas han sido escogidas para que sufran ei castigo ejem- posteriores, a esa.fecha/'1 Hay algunos rasgos, peculiares en
piar [..-1 serán peladas a rape". £1 periodista alegaba haber- ésta analogía entre la historia minuciosamente narrada
se enterado porque había oído una "acalorada discusión" ert;el periódico v la trama de El nacimiento de una nación.
•f-' r -'

en un fren que iba de la Ciudad de México a algún pueblito. pimía.película, los afroamericanos son una amenaza para la
Siguió a los jóvenes cuya charla había escuchado en el tra- j|frrrtud de las estadunidenses blancas, que son defendidas
yecto por el pueblo hasta una "granja", donde "escondido Ijor estadunidenses blancos; en el artículo del periódico, las
detrás de un árbol" observó la continuación del debate en- jpmexicanas jóvenes son una amenaza para su propia virmd
tre un grupo más numeroso de ''asistentes con el rostro cu- f, deben ser protegidas por jóvenes mexicanos. Pero la tra-
bierto y semitapados" por unos gorros en forma de pico y pna de El nacimiento de. una nación debe haber encajado en
túnicas sueltas. Mientras el jefe daba explicaciones al perio- una visión conservadora de la situación de México a princi-
dista que ya había sido descubierto, los miembros del grupo pios de los años veinte. 1.a película habla de heroicas inter-
discutían ''dando a conocer ios castigos y penas que impon- prenciones masculinas después de la guerra civil. De acuerdo
£'•
drán a cualquier mujer que no repudie la moda 'yanqui'".
Un caso de que los lectores hubieran pasado por alto la re-
ierencia, el artículo les ayudaba a recordar el reciente "caso
110 LA CULTURA REVOLUCIONARIA EN LOS CUERPOS LA GUERRA CONTRA "LAS PELONAS" 111

con la lógica de la trama, estas intervenciones se justifican estudiante de esta nueva escuela vocacional nocturna,
en un periodo en el.que el caos político (resumido en la pe-r cía .joven fuera mestiza y de la-ciase obrera: una representan-
lícula con una impresionante representación del asesinato ¡j |te perfecta de las "cu&si-flappers" que .hasta las pelonas de la
del presidente Lincoln) y la reciente porosidad de las barre^ ;;élite desdeñaban).45 Los estudiantes.de la-Escuela Prepara-
ras raciales (planteada.en la.película como la amenaza del ¡ tória'se la"llevaron a otro sitio donde la raparon y luego la
sexo entre hombres negros y mujeres biancas) -amenazan la faltaron,, delito de tan .-poca importancia que por lo menos
paz del hogar patriarcal. Es posible que El Universal Gráfico de los principales diarios, El Universal, no se molestó
haya obtenido correctamente o.no los datos sobre la reunión . ¡Ven cubrirlo. Pero a la noche siguiente, las fuerzas, opositoras
específica que describe, o inventaren este artículo. No obs- •,-a-las -pelonas se comportaron -de manera mucho más abier-
tante, el artículo revela algunas verdades importantes sobre :£ía, 'Cerca de las siete de la noche, en.el cainpus nuevecito de
las tensiones de fondo y los conflictos que pronto desembo- aEscuela de Medicina de la Ciudad de México, un grupo
carían en agresiones físicas contra algunas jóvenes de la muchachos —estudiantes de medicina del primer, año y
Ciudad de México. ^estudiantes de la vecina Escuela Nacional Preparatoria—,
Para expresar la creciente sensación de que no tardaría 1reunidos frente a las puertas de la escuela, comenzaron a na-
en suceder algo malo a las pelonas, otros periódicos más f •|ce.r comentarios ofensivos y de mal gusto contra todas las
respetables, que El Universal Gráfico probablemente inventa?, jjimujeres de pelo corto que acertaban a pasar por las cerca-
ron. ciertas historias. En efecto, hacia mediados de julio dé-^ lliuas, piropeando en cambio a las de pelo largo. Los estudian-
1924, los diarios de la capital publicaron algunas noticias -de los-años superiores tuvieron que escoltar a sus compa-
poco plausibles. Por ejemplo, El Universal .escribió acerca \l anuncio^ñeras
hecho de porlaunEscuela
grupo de pelonas
Medicinadepara
la villa
salirdedel
Ta-.edificio.
-. Los
-más jóvenes de los -estudiantes alborotadores comenzaron a
cubaya, donde vivía gente acomodada, sobre sus planes de .'arrojar- agua e insultos sobre cualquier pelona que tuvieran
formar un "Club Pro-Pelonas [...] que tiene todo.el carácter : .ávla vista, así como a simular que les cortaban el pelo con
de sindicato, con el fin de impulsar esta moda higiénica y ; ^tijeras y navajas. Finalmente, arrastraron a dos infortuna-
moderna, que en nada afecta a la moralidad y a las buenas ! das jóvenes hacia el interior de la escuela, forzándolas a en-
costumbres".44 Este informe, al menos en parte, era una bro- -> trar en las regaderas nuevas del edificio para "lavarlas" y
ma —el Club Pro-Pelonas nunca volvió a aparecer en.los me- raparlas. El hecho fue lo bastante fuerte y público como para
dios—-; pero una vez más respondía a una intangible aunque .reunir a una multitud, que acabó dispersándose gracias a la
generalizada sensación de amena7.a. Y dos semanas después intervención de la policía y una ambulancia de la Cruz Blan-
de que El Universal publicó este artículo, ocurrió algo. ca en la que se llevaron a las muchachas-
A las ocho y media de la noche, .el 21 de. julio de 1924; Diversos grupos respondieron rápidamente, y casi todos
un grupo de estudiantes de la Escuela Preparatoria secues- se pusieron de parte de las pelonas o, al menos, rechazaron
tró a una joven de pelo corto en la entrada de su escuela, la la agresión contra las jóvenes. Las primeras reacciones pro-
Escuela Nocturna Doctor Balmis (lo más seguro es que,: cedieron de algunos de los directamente involucrados: los
44 "En-Tacubaya se formará un Club Pro-Pelonas", El Universal, !0 de 15 "Los enemigos de las pelonas hacen su victima", El Universal Gráfico,
julio de 1924, sección 1, p. 11. 22 de julio de 1924, p. 7.
112 LA CULTURA REVOLUCIONARIA EN LOS CUERPOS LA GUERRA CONTRA "LAS PELONAS" 113

estudiantes y los periódicos. Los estudiantes de medicina /programa entero el siguiente fin de semana para una au-
que habían defendido a sus compañeras acudieron a las ofi- diencia de ambos sexos, y Esperanza Iris seguía discurrien-
cinas de los periódicos para quejarse de la escandalosa con? |íio sobre el tema' ante su público cuando se fue de gira por
ducta de sus compañeros más jóvenes. Las estudiantes de Hfblombia en 1928.)48 Mientras tanto, el gobierno municipal,
medicina y las estudiantes de la Escuela Preparatoria escri- |que ya tenía una patrulla especial de la policía asignada para
bieron a los periódicos explicando que la mayoría de sus £!¡as.'salas de cine y los teatros de la capital, aumentó la vigi-
compañeros hombres las habían hecho sentirse bienveni- jláncia de estos locales "con el propósito de impedir que cual-
das, aunque la. admisión de mujeres era muy reciente. La pquier bárbaro fuera a secundar el incalificable atentado".49
"modernidad" de todo el asunto tenía fascinados a los pe- •Los actores políticos de varios tipos también entraron
riodistas; una nota señalaba que El Universal se había man; |áí-debate. -El sindicato de obreros, la Confederación Regió-
tenido informado de las noticias gracias a que "más de cin- la! Obrera Mexicana (CROM) hizo que sus representantes hi-
cuenta personas usaron el teléfono para participarnos la.:; príáeran declaraciones ante la prensa en las que expresaban
noticia". No obstante, ios periódicos también publicaron .-: ÉéKrechazo de los obreros a los ataques contra las pelonas,
editoriales en contra de "un atentado que deshonra a la ciu* -• ¡¡^aseguraban que ahora cualquier obrero tenía un cornpor-
dad", como decía un titular, mientras informaban sobre las fíkmiento más correcto y sabía corno respetar a una dama
respuestas negativas de otras partes interesadas,46 gínejor que cualquier estudiante."0 El vocero de la Comisión
Algunas respuestas parecían oportunistas. Para reforzar Raciona! Agraria envió un telegrama al gobernador del Dis-
la asociación entre el cine mudo y la identidad pelona, una Íífito Federal (que es, en esencia, el alcalde no electo de la
cadena de salas de cine de la capital publicó-un anuncio en ^Ciudad de México) quejándose de que las empleadas de
el que repudiaban los ataques y prometían que en sus tea-: í&'ComJsión tenían miedo de padecer ultrajes semejantes y
tros "las peloncitas" estañan "como en.su casa con [ilegible;! ían que el gobierno tornara medidas-para protegerlas.51
mayor seguridad".47 El teatro más.importante de la ciudad Ea Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció que en
dio un paso más allá. Cinco días después de'que empezaron Í¿aso de ser aprehendidos, los estudiantes que habían come-
las agresiones, el Teatro Iris anunció dos espectáculos espe- los atropellos serían expulsados.
ciales, una matine y una función vespertina a la que sólo se Al misino tiempo, algunos estudiantes emprendieron
admitirían mujeres. La pieza fuerte del programa era un lacciones para garantizar a la sociedad y al Estado que ellos
discurso pronunciado por la directora del teatro, la famosa Cinismos podían encargarse de que se observara un buen
diva Esperanza Iris, titulado "El derecho de cortarse la me-
lena, dedicado especialmente a las 'pelonas'". (Demostran- 48 "Teatro Iris hoy sábado 26" [anuncio], Excélsior, 26 de julio de 1924,

do su cuidadoso manejo económico, eí Teatro Iris repitió el .8; "Hoy sábado se repetirá la función femenina en e! Iris" [anuncio],
&Excéhior, 2 de agosto de 1924, p. 11, AHDF, Fondo Esperanza Iris, progra-
i , expediente 14, caja 101. Desgraciadamente, no queda documentación
46 "Por cada pelona...", El Universal, 23 de julio de 1924, sección 2, p. 7; pítelo que Esperanza Iris dijo en esas charlas.
"Una cuestión de honor que deshonra la ciudad", El Universal, 24 de julio ;íj 49 "Una protesta de la Sociedad de Alumnos", Excélsior, 23 de julio de
: de 1924 1924, sección 2, p. 1.
''' "Cómo y en dónde estarán seguras las pelonas" (anuncio], Excélsior,
24 de julio de 1924, p. 7.
:
114 IJV CULTURA REVOLUCIONARIA F.N LOS CUERPOS

comportamiento civil. Los estudiantes de sexo masculino f.ínujeres por quienes se habían peleado. 5 ' En efecto, las pe-
de la Escuela de Medicina formaron un Comité Pro-Pelona Alonas desaparecieron de la historia, al menos de manera
en rechazo a sus compañeros que habían agredido a las fitemporal.
pelona.?, mientras que ios cadetes de! Colegio Militar y la
. Escuela de Aviación proclamaron su intención de reunir
patrullas -que cuidarían a las pelonas en otras escuelas, y
también en la de Medicina. Esto condujo, a su ve/-, a que los )-urante ías semanas y los meses siguientes las revistas hi-
muchachos de las diferentes escuelas se confrontaran tres iscieron
w" el recuento de toda la historia, v la condena pública
días después de la segunda agresión. En un ambiente de gran pde-las agresiones en contra de las pelonas tomó un tono
nerviosismo y agitación, Jos jóvenes de la Escuela de Aviación j|icnás jocoso y relajado. Los periodistas se concentraron otra
y el Colegio Militar se encaminaron hacia la Escuela de Me- |ívez en quiénes eran las mujeres de pelo corto y si eran o no
dicina, donde los estudiantes de otras escuelas ya se habían ^séxualmente atractivas. Los comentarios sobre los jóvenes
reunido para apoyar a los estudiantes de sexo masculino. las habían agredido cambiaron rápidamente hacia un
Los periodistas se acercaron a mirar, así como varios miem- íjanimo de divertida comprensión. Un típico artículo de re-
bros del ejército que iban uniformados y armados (¡a infor- ¡lyista mezclaba un suave regaño para los agresores ("todo el
mación de los periódicos no deja en claro si alguna autori- jpnundo tiene derecho de seguir las modas universales por
dad responsable los envió con una asignación oficial o si se ^'ridiculas que sean y a nadie debe importarle que su vecino
encontraban en el lugar por simple curiosidad o por solida- onga Jas cosas más absurdas { _ . . . ] ésa es, precisamente,
ridad con los cadetes). |¿ji.íia délas conquistas apreciables de la civilización ") con la
Las provocaciones entre ambos grupos de estudiantes Improbación explícita de sus actos:
parecían a punto de convenirse en un enfrenta miento a gol-
pes cuando los soldados comenzaron a ordenar a toda la hay ocasiones en que se comprende ese gesto estudiantil ante
multitud que se dispersara. Finalmente, un soldado hizo un las exageraciones en que incurrimos por imitar lo que se usa
disparo a! aire, que sin embargo causó una leve herida .a en otras partes. Hay pelonas que deberían ser proscritas del trá-
un estudiante, y todos los demás presentes se convencieron fico citadino [.,.] que se merecerían estar a pan y agua hasta
de que era mejor irse. que se dejaran el cabello a Ja simple y sencilja usanza de su
En Tampico, al día siguiente, otro grupo de jóvenes país. Esos tipos tonsurados [...] con todos los ademanes ordi-
agredió a dos mujeres de pelo corto que estaban tomando el narios de los Yaiikees corrientes, ya lo creo que necesitan acción
sol en la playa de Miramar: pero las mujeres lograron ale- directa. A ésos sí deberían bañarlos y ponerles irenzas postizas.' 5
jarse a nado, y los muchachos fueron arrestados y puestos
tras las rejas. Mientras tanto, seguramente bajo la presión ¿Quiénes eran esos jóvenes, cuyas agresiones públicas
de las autoridades, los dirigentes de los dos grupos de estu- .en contra de las mujeres podían entenderse y perdonarse
diantes de la Ciudad de México se reunieron en privado y
acordaron una reconciliación pública. Así, la "cuestión de
honor" se resolvió entre los jóvenes, sin una palabra de las
LA GUERRA CONTRA "LAS PELONAS" 117

an fácilmente? ¿Y quiénes las pelonas que les inspiraron íen el sistema nacional de educación superior. Estos jóvenes
di violencia? zá se sintieron llamados a defender estas instituciones y
La posición de iodos los grupos de estudiantes —las pe- |süs lugares en la vida política del país (entre los diligentes
onas, sus agresores y sus defensores— en relación con el i estudiantiles que hablaron por los grupos a favor de las pe-
Astado posrcvoíucionario era crítica. Por principio de cuen- as se contaban jóvenes de las familias Avila Camacho y
.aü, todos eran estudiantes. Como se ha demostrado en mu- MJO'SÍO Villegas, lo que nos da algún indicio sobre el impor-
chísimas investigaciones, la educación en todos sus aspectos tante papel de las escuelas en la formación de la dirigencia
se tormo gracias a los esfuerzos del Estado .posrevoluciona- nilitar, política e intelectual del país). Tanto ios que ataca-
iio para construir la nación y legitimarse. Quién podía apren- -a las pelonas como los que las defendieron echaron
der o enseñar qué, y los lugares y las condiciones en quejo ffmario de su categoría social y las tradiciones de su institu-
hacía, eran resultado y proyecto de los intereses ideológicos ¿(e'ión para dar forma y significado a sus palabras y actos.
y pragmáticos del Estado. Y ia experiencia de la educación - jpÉíra una costumbre que los estudiantes mayores mojaran y
tenía un sesgo fuertemente marcado por la cuestión de .gé- ^raparan a la fuerza a los renuentes novatos; era un acto
nero.5" Aunque ¡as oportunidades de educación que acaba- -iniciación. Al querer hacer lo mismo con las estudiantes de
ban de introducirse beneficiaban tanto a los hombres como |ptras escuelas o al ir a otras escuelas preparatorias para ha-
a las mujeres jóvenes de la Ciudad de México, las mujeres lterio acostumbrado, los estudiantes de primer ario estaban
, lemán más que ganar. Para las mujeres que no pertenecían füñvirtiendo los significados en una negación de la tradición
,i los estratos más altos de la élite, la educación era un rega- Descolar. Por otra parte, las cabezas rapadas, además de ser
lo del nuevo gobierno benefactor, así estuvieran asistiendo a antiguo signo de vergüenza y ostracismo social, también
alguna institución recién integrada como la Escuela Nacio- íliácían eco a las prácticas higiénicas "modernas", como las
nal Preparatoria, las escuelas vocacionales que acababan, de ; empleadas en el tratamiento de íos prisioneros o de las per-
I orinarse, o a escuelas de reciente expansión y mejoramien- |sónas con piojos. Con esto; los jóvenes que atacaron a las
1o, corno la Escuela Normal. Con la adopción del estilo de i-pelonas se situaron como agentes de la modernidad (revo-
las pelonas, las jóvenes comunes y corrientes de la Ciudad púcionaria) y sus víctimas como sujetos de la modernización
de México reclamaban dos identidades diferentes: personifi- ;.;(.}*! ai darse cuenta de ello, las pelonas respondieron decla-
caban el glamoroso aspecto de las mujeres de la sociedad f-rándo que su estilo de peinado era "más práctico" que el
local y las celebridades internacionales, pero al mismo tiem- pelo largo). 55
po se vinculaban con la Revolución y sus proyectos educati- Los cadetes militares que defendieron a las pelonas pro-
"os de género. •dujeron, por su parte, un discurso diferente. En vez de ac-
Los muchachos que tenían los privilegios y el poder su- í'tuar desde el contexto intelectual de la higiene social rno-
licientes para asistir a instituciones viejas e importantes, vderni/.adora y el repudio a la tradirión, los cadetes militares
como la Hscuela Nacional Preparatoria y el Colegio Militar, ^adoptaron la posición paternalista del nuevo gobierno mexi-
tenían poco que ganar y mucho que perder con los cambios cano- El régimen posrevolucionario de 1924 apenas acorné-
118 LA CULTURA REVOLUCIONARIA EN LOS CUERPOS

tía sus primeros esfuerzos por insertar a todos los mexica- ron sus oportunidades fortaleciendo su filiación cultural y
nos dentro de una "familia revolucionaria'', sustentándose política con el Estado. En vez de tratar de renunciar a la
como jefe patriarcal de la familia. 56 Los jóvenes defensores raza cósmica, llegaron a encarnar la Revolución.
de las pelonas (del sexo masculino) se erigían en represen- Para entender el terreno al que se trasladaron las pelo-
tantes de! jefe de familia; de ahí que se hicieran responsa- nas, consideremos otra serie de acontecimiento 1 ; que llena-
bles de "sus pelonas" —como decían los periódicos—; era ron los periódicos en ia primavera y el verano de 1924: las
una ''cuestión de honor".-'' fiestas de inauguración del Estadio Nacional. Estas ceremo-
Ambos grupos de jóvenes —atacantes y defensores—^ nias —versiones grandiosas de las festividades de inaugu-
pueden entenderse mejor si se piensa que intentaban reaco- ración que ia SEP acostumbraba celebrar con ocasión de la
modar a !as pelonas en una posición subordinada dentro de apertura de escuelas públicas en la capital— comenzaron
mía nueva realidad- (Esta nueva realidad no se limitaba, a antes de que la construcción estuviera totalmente termina-
los cambios políticos y económicos creados por la Revolu-r da, de manera que (como explicaban los anuncios de los pe-
don; también comprendía el cambio cultural promovido riódicos), las ventas de los boletos financiaran la conclusión
por el cine, la radio, las publicaciones baratas y las modas del edificio. Estas representaciones masivas de "gimnasia
cambiantes.) Las pelonas habían desafiado la subordina- rítmica", para usar el término que se emplea en inglés, ya
ción, tanto en la imaginación nacional como en la vida real, •casi se han esfumado de la memoria pública, y han recibido
en los sajones que compartían con sus compañeros del sexo escasa atención de parte de los historiadores de la cultura o
masculino. Estas agresiones no acabaron con sus desafíos a de otros académicos.5S Pero en ese momento eran alternati-
la jerarquía de género; pero sí cambiaron los términos en \as importantes y populares en las que uno podía matar el
los que peleaban. tiempo en vez de ir a la iglesia o a] cine, los otros pasatiem-
pos disponibles del domingo en la tarde, que era cuando se
'llevaban a cabo.
ENCARNANDO I.A REVOLUCIÓN (LAS PELONAS CONTRAATACAN) La arquitectura modernista del nuevo estadio despertó
-escasa admiración. "Desde el principio, en 1924, eí estadio
Las agresiones de los estudiantes y el clima cultural que ¡Mué blanco de abundantes bromas por su desagradable as-
permitió que ocurrieran llevó a las pelonas a dejar de decía- |;peeto", escribe Eduardo Flores Clair; "pero en el ambiente
rar que pertenecían a una "revolución mundial", según la piiempre quedó la sospecha'' de que eí edificio sería usado
moda difundida por los medios internacionales.^ En cam- psobre todo para "rituales políticos, es decir, las concentra-
bio, buscaron protección ante los peligros físicos y rnejora- p ¿iones masivas, los actos de gobierno y las ceremonias de
pprotesta de los presidentes".60 (El rumor se convirtió en rea-
Sí Véase una discusión del concepto de la "familia revolucionaria' en
Spidad: para 1932. el jefe del departamento de Educación Eí-
Zolov. 1999.
!' "Los cadetes del Colegio Militar lanzan un roto a los estudiantes de
medicina", ¿7 Universal, 25 de julio de 1924, sección 2, p. 1.
5Í Jacobo Dalevueha, "tas Pelonas dispuestas a defenderse con energía",
El Universal, 22 de julio de 1924. sección 2, p.L
120 1.A CULTURA REVOLUCIONARIA EN LOS CUFRPOS ! A GUERRA CONTRA "LAS PELONAS"

sica se vio en la necesidad de suplicar a los funcionarios de lumbre de los asientos baratos respondía COTÍ entusiasmo a
la SÍ-T la posibilidad de usarlo así fuera ocasionalmente para >dos 'los diferentes números del programa", lo que el perio-
actividades atléticas, en vez de los "festivales [...] del depar- s.tarsenaiaba como "una prueba del mejoramiento intelec-
tamento del Gobierno").61 Pero si el estadio carecía de la l pueblo".62 Los organizadores de los espectáculos han
aprobación pública, esto sólo-contributa a que fuera mayor |e;haber creído que e) gran número de- ejecutantes por sí solo
¿1 interés del secretario Vasconcelos en enfatizar su impor- aíraería al público: uno de .los anuncios de la inauguración
tancia. Así pues, la Secretaría de Educación organizó no Estadio Nacional llevaba el encabezado: "800 gimnas-
uno, sino tres grandiosos festivales patrióticos para inaugu- /'-'300 danzantes/coro de 1 000 voces".63 Los miembros del
rar el Rstadio Nacional. 'ublico compartían la experiencia de estar en una apretada y
La mayoría de las mujeres participantes en tales espec- . to caótica muchedumbre mientras miraban a im gru-
táculos -—coreógrafas, organizadoras, bailarinas, atletas sumamente organizado (pero casi tan apretujado) de casi
y enfermeras de. la Cruz Roja— seguían la moda flapper, tal tamaño, y esto parece haber sido la parte más memora*
Algunas no se habían cortado el pelo, pero se lo recogían ¿Y quizá la más significativa? — de la experiencia. Cier-
ocultándolo bajo el tocado o el sombrero de campana. . lente, la SEP ponía gran cuidado en tener umtos partici-
Aunque no era la intención del secretario Vasconcelos, es- antes como fuera posible en los desfdes, demostraciones,
tos festivales y ocasiones similares se convirtieron en una ítiiies y espectáculos masivos que organizaba, exigiendo
oportunidad para que las mujeres empleadas por el gobier- nasistencia de los profesores,, e incluso su participación o ía
no se exhibieran en masa, como pelonas y como represen-' rea de organización, para estas exhibiciones colectivas. La
tan tes de la Revolución. Así, la cobertura que daban los pe- hafaa mano de cualquier medio disponible para recom-
riódicos de estos festivales solía mostrar a las mujeres en isar la participación. E! Boletín d& la Secretaría de Educa-
ropa de gimnasia o en togas seudogriegas, estilizadas más Pública publicaba la -información detallada de ios 'Testi-
o menos según el modelo del vestido flapper. En estos es- úales al aire libre" en casi todos sus primeros números.6" Los
pectáculos también mostraban, qui/.á sin percatarse siquie- jaestros responsables de la organización de festivales peque-
ra, la gran cantidad de mujeres jóvenes que Habían encon- o de la coreografía de fragmentos de algunos más gran-
trado uii lugar en la SEP. El programa de la tercera de las des-, como las inauguraciones del Estadio Nacional, tenían
tres celebraciones inaugurales comprendía, por ejemplo, icencia para no impartí T clase, a veces durante semanas.*5
un coro mixtu de mil voces cantando piezas de Beethoven, ítbs maestros que dirigían a ios estudiantes en represeiitacio-
Delibes y VVagner; una "Danza Egipcia'' ejecutada por mu- nes bien logradas en algún iestival patriótico recibían de par-
jeres que estudiaban en ia Escuela de Educación Física, y
tl "Ki festival artístk-o de .iver en el Ksradio Nacional resultó muy bn-
un grupo de 200 bastoneras integrado por profesoras de
'"líante y concurrido", El üni\/cr-:d.l, 14 de julio de 1924, sección 2, p 7.
ginuiasia. El Universal, 13 de julio de 1924, sección 1, p 3.
Las notas de los periódicos corneniaban que ía muche- Véase,- por ejemplo, Boletín de ia Secreíuría de Lducació^ Pública 1,
rhúm. 2 ( s . f . [t I922-'J, pp. ?n7-21'j.
: - *5 \ease, por ejemplo, Jo^tí G^rostíza d Juditli Cabrera, 12 de sepiieni-
- bre de 1Q32, expedí t-n te .Í99^ bis 2, tomo 91 14. íondo Bellas Artes, Sub^s
'•crctaría de U-ducacifin Púbjjca.
122 IA CULTURA REVOLUCIONARIA EN LOS CUERPOS LA GUERRA CONTRA "LAS PELONAS" 123

te de los supervisores alambicadas cartas de felicitación que UQS -policías parados para mantener el orden. Las dos cere-
pasaban a formar parte de sus expedientes.66 La SEPtambién Émonias siguientes no fueron tan populares; en las fotogra-
castigaba a los maestros que no asistían o no participaban fpas, el estadio se ve lleno sólo a medias. Sin embargo, al-
en los festivales patrióticos {éstos a menudo se celebraban en uien.robó o falsificó un gran fajo de billetes para la tercera
días de fiesta nacional, que habrían sido de asneto-para los •bpemojfóa de inauguración, lo que hace pensar que el delin-
maestros). Las autoridades escolares tenían que repartir cir- jfíiente supuso que los boletos se venderían con gran facüi-
culares con la orden expresa de que la asistencia era obliga- J |dad como para que valiera la pena el delito.68 Estos eran
tona, las mismas autoridades debían tomar turnos en las ac- j Espectáculos populares, y esa popularidad era su objetivo: la
tividades y debían escribir memorandos a los propios jefes ;» puente que colaboraba en la producción esperaba crear un
de sección explicando cualquier inasistencia.67 Había inspeo .| vo tipo de espectáculo y una nueva forma de ritual cívi-
tores especiales que hacían visitas regulares a las clases de 1 irco, desplazando tanto al cine como a la iglesia.
gimnasia para cerciorarse de que los maestros preparaban A través de este tipo de celebraciones, las mujeres atléti-
adecuadamente a ios estudiantes para su participación en ta- s'aclamaron la apropiación de la nueva mujer y la convir-
les actividades. En resumen, la SEP se apoyaba en un sistema | líieron en una sana revolucionaria mexicana, aun cuando
de supervisión, recompensa y castigo para lograr que estos | feotros sectores del Estado revolucionario insistían en que la
espectáculos patrióticos salieran corno se esperaba. gorma adecuada de que la mujer contribuyera a la Revolu-
Todo lo anterior podría sugerir que ser espectador o par- '-. Ijaón era siendo una buena madre (tendencia ilustrada en las
ticipante de estos espectáculos era un asunto pesado, en el -: ^jjEeeturas para mujeres de Gabriela Mistral),-En la medida
que sólo se involucraban quienes no tenían opción. Pero hay j jue la nueva mujer, deportiva, vigorosa y de pelo corto, se
pruebas de que una gran cantidad de gente asistía a estos í !|epara de su filiación pública a la cultura transnacíonal
festivales muy gustosamente y disfrutaba lo que veía, como ; pete los medios de comunicación, se acoge a la protección del
la inauguración del Estadio Nacional. La primera ceremo- $nuevo Estado revolucionario ingresando a las nuevas escue-
nia de inauguración tuvo un lleno total del estadio, según . f|as como estudiante, maestra o administradora. En el tiem-
las noticias del periódico; en esta ocasión, los boletos.costa- en que se inauguró el nuevo estadio y en los años sucesi-
ban dos pesos el asiento de sombra y 50 centavos la admi- pvos, las pelonas encontraron otras formas de seguir buscando
sión general, más o menos el mismo precio que un boleto de la nueva figura y una nueva imagen de sí mismas median-
teatro y poco más que una entrada para el cine con película su trabajo en la SEP. Resumieron los términos del arte y la
de estreno. La gente hacía colas larguísimas para entrar al ineducación física, igual que-habían mezclado el deporte con
estadio: las mujeres con sombrilla para protegerse del sol y ¿la moda al presentarse como pelonas. En esta forma, la Se-
p'ípretaria de Educación incorporó la "cultura física" a la divi-
64 Por ejemplo, José Martínez Ceballos a Emilio Alcázar, 18 de septiem- f|-sjón de las Bellas Artes durante la fase de organización en
bre de 1928, expediente 1, tomo 9504, Fondo Bellas Artes, Subsecretaría -1921; por su parte, en las escuelas se daban clases de gimna-
de Educación Pública.
67 Por ejemplo, véase Adalberto G. Moreno al jefe del Departamento
*• 61 '*'''"'
En los anuncios de boletos para !a ceremonia se advertía a los clien-
de Bellas Artes, 29 de noviembre de 1934, expediente 13, tomo 3958, Hondo tes que no compraran los boletos "perdidos" (véase anuncio, El Universal,
Bellas Artes, Subsecretaría de Educación Pública. E13 de julio de 1924, sección 2, p. 8).
l.A CULTURA KKVOLUClOlsiARIA EN" LOS CUHRPOS LA GUERRA CONTRA "LAS PELONAS"

sia. deportes, juegos y baile como una sola materia desde fue cuestión de verdadera convicción y entusiasmo para
primer año de primaria hasta acabar la escuela normal.0^: js participantes, así como un reflejo de la capacidad de las
¡La gimnasia rítmica siguió siendo parte del plan de es iteres ambiciosas para aprovechar las posibilidades ofre-
dios de las escuelas publicas, al menos para las niñas, pas por el Estado.
rante los años sesenta.)70 Los inspectores de las escuelas su^ No'por ello debe pensarse que \aflapper mexicana vivió
servisaban a los profesores de educación física para ver qüe?| z para siempre. Las mujeres de pelo corto siguieron sien-
can bien enseñaban el baile, qué tanto fervor revolucionario'!! í-una imagen problemática para muchos mexicanos, y fue-
demostraban y qué tan bien trabajaban ¡os estudiantes ap fuente de inspiración de una figura del juego de la lote-
mando tablas gimnásticas en las escuelas rurales. Para lastjj que mezcla la representación de la pelona con la de la
visitas de los inspectores, las escuelas solían preparar algún';* fuerte- Transcurrido más de un cuarto de siglo, 7:7 Univer-
programa especial, en el que se incluían demostraciones Gráfico encargó a un periodista la tarea de preguntar a
baile por las "señoritas profesoras" y sus estudiantes, una <| £s transeúntes cuáles eran los peores problemas de México,
exhibición de las habilidades de los estudiantes en el balón--" ¿3 > de ellos se quejó de que "con la moda del pelo corto,
cesto o en atletismo y declamaciones de patrióticos sentí-*] &gunas mujeres pueden ser confundidas con hombres".74 Kl
mientas escí ¡tas por los alumnos aplicados.71 Las profesoras.;! corto de las mujeres siguió siendo motivo de controver-
ponían la gimnasia rítmica y los bailables folclóricoS'en e ga hasta que fueron reemplazadas en la imaginación pública
corazón del movimiento patriótico que supuestamente há or el problema del pelo de los hombres —específicamente,
bría de tener lugar en la nuevas escuelas públicas urbanas:72'" Jppelo largo de los universitarios— a fines de los años sesen-
1 n SHP enviaba acompañantes al piano (casi todas mujeres^; "ir Y el recuerdo de las agresiones de 1924 contra las peló-
para que fueran a ayudar de escuela en escuela.73 Los depor-. las siguió resonando durante más tiempo aún, al menos en
fes y la< arles se uniei on —sobre todo cuando los ejecutaban-; [ajínente de las universitarias. Las preparatorias, los institu-
mujeres— y se inscribieron en el proyecto de construcción' |fe de educación superior y las universidades siguieron sien-
de la nueva ciudadana mexicana revolucionaria (del sexo fe-í ' o'dugar de conflictos de género. Todavía en los años ochen-
menino). ES.UJ se debió en parte a que el Estado encauzó tor la;;a] rncnos un equipo de atletas del sexo femenino de la
dos los recursos posibles hacia este proyecto, aunque tam- Universidad Nacional Autónoma de México (ÜNAM) se asignó
íñombre de Las Pelonas en recuerdo de aquellas mujeres
ü! "AiiteproyKcto para la organización", expediente 1049, caja 9512, Ramo
Bellas Artes, Subsecretaría de Educación Pública.
le fueron agredidas en 1924/ 5
"• Blanca de Lizaur, comunicación persona!, 2 de agosto de 1999. Tal y como podía deducirse de los artículos en los pe-
71 I'Tfdctick SiaiT. "Diario", anotaciones del 19 de agos'.o de 1928. cua- yódicos y las revistas de aquel verano de 1924, en esa épo-
derno 57, Ctijíi ¿1, Fredenck Starr Papers, Special Cotlections, Regenstein .y por mucho tiempo después, las pelonas siguieron
Librar.'. TJmversily of Chicago.
; Véase, por ejemplo, la historia de vida de la maestra de baile y entre-
Sendo blanco fácil de burlas y trivializacioncs, e incluso
niu'lora de deportes Alara Flores (Cano y Radkau, 1989). le hostigamientos físicos. Sin embargo, también es cieno
J Vara las formas de. inspección de ios maestros de educación física y
ios horai.i-.is de emeíiajiza de las acompañantes al piano, véanse los archi-
vos personales en la caja 9504 y la ..aja 91 ¡4, Ramo Bellas Artes, Subsecre-
taría de J'ducación Pública.
126 !..A CULTURA REVO] CCIONARIA EN LOS CUERPOS

que al aprovechar las nuevas oportunidades que e] Estado


posrevolucionario les brindó, las pelonas se abrieron ca-
mino en el mundo, en cieña medida al menos, de acuerdo;
con sus propias condiciones. Una victoria limitada; pero- fffi. FEMINIDAD, INDIGENISMO Y NACIÓN
real. La representación filmica de Emilio
el Indio Fernández

Ji.if.IA Tl'ÑÓS
Instituto Macional de Antropología e Historia

LIO FERNÁNDEZ fue uno de los directores más importantes


s Ja llamada "edad de oro'' del cine mexicano.1 Era apodado
Rindió, porque su madre fue kickapú 2 y él, identificado con
ES: indígenas mexicanos, siempre se sintió un marginado.3
|üs películas se.apegan al proyecto oficial cíe nación, pero
ibi.éri expresan sus propias obsesiones, no siempre coinci-
lentes eon la ideología estatal. Sus estereotipadas imágenes
Jé'México y lo mexicano fueron vistas en lodo el inundo. En
las la presencia de las mujeres y de los indígenas es rnedu-
r.-En este trabajo atiendo un aspecto de su representación
p-ios indígenas, el que los asocia con lo femenino y con la
fkción.
fe,;-Aunque Fernández filmó sus 41 películas entre 1941 y
Í78, sus ideales respecto a muchos ternas, como el índige-
Hsmo, derivan de los años veinte y treinta. Con ellos esta-
plcció en la década de los cuarenta, un modelo que repitió

.^ El cine clás;co, aproximadamente entre lr'31 y 19.52, cuenta historias


ie entretenimiento siguiendo el esquema de prólogo, desarrollo, climax y
|.es enlace, se apoya en el sistema de estrella y está organizado en géneros.
; clara en él k influenc ¡a de Hollywood.
Para los antecedente? biográficos de Fernández, véase Taibo, 19?6,
Fernández, 1986 y Tuñór;, 1987.
3 Tuñón. ¡992.
IMÁGENES EN PROYECCIÓN.
IMPERIO, REGIÓN Y NACIÓN DESDE
LA ÓPTICA DEL CINE NORTEAMERICANO,
19H-1945 1

Hl C Ó N S U L GL-NhRAi, DE CHILE en Nueva York, L u i s E. Fdrú, mani-


festó en 1930 su desagrado por ía forma en que i e representaba a
ius .sudamericanos en las películas hollywoodtmses. En una carta en-
'•lada a Wil! Hays, conocido entonces como el «Zar» de la i n d u s t r i a
t u m i i a , indicó que no se debía «convertir a unos pocos países tro-
picales atrasados en los representantes de toda Sudaménca». Feíiú
Continuaba a p u n t a n d o que «no veo la razón de por que el villano, el
traidor, e] C h a n t a j i s t a , el que acuchilla por la espalda [ . . . ] tiene que
ser ran a menudo un sudamericano o alguien que habla un inglés
entrecortado con acento español» 2 , Sin entrar en detalles sobre la ac-
t i r u d despectiva del cónsul chileno contra los «países tropicales», lo
que queda en evidencia es que algunas de las películas de Hollywood
de aquellos anos eran lo suficientemente poderosas como para crear
representaciones que, al reforzar estereotipos negativos, •¿•eneraban
un grado de tensión en distintas sociedades biirioarriencarias, pese a
su popularidad mdiscutida.
F.ste tipo de polémicas ya había alcanzado un grado de notorie-
dad especial en México, en 1922, cuando e! público y las autonda-

1 L Í Í C t r a b í j o o~. producto Je U ¡nveüigadón Hnancia-tla pc-f-ei^*¿H^cto Fon-


dccv'í llcfulsr di: Iniciación N° I10603U3. ^f agrddt-ce l;i leoop-ljuón de
•.ly^iimcniot, Je C. J .ni;la ^'üuca y Nicolás Lema.
' Ort.j de Luis relm a Will Hayí, 23 de iv-arzo de 1930, M.u-g.ViTT Hsri-.^k
L.:iii.uy, Los A n g e l e , 1',-n A d e l a n t e Ml-ii,;, Mocr-n 1'icri.irí 1 Producéis and Dis-
n'ihuiois u-: .-uiici'iva Rc'.oi'ds, Cier.erai Correspondente Files, rcliu- 1

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