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Introducción
En este año de la fe mucho se habla y se escribe entorno a la fe que se
debería tener en Jesús. En el presente estudio quiero profundizar sobre la
fe de Jesús, o sea, la posibilidad de que Jesús haya tenido esta virtud
durante su vida terrena. El verbo “tener fe (creer)” (Pistew, en griego),
aparece 241 veces en el Nuevo Testamento, mientras que el sustantivo
(pistij) aparece 243 veces, pero en ninguna parte del NT se afirma que
Jesús “Pisteuei” (creyó o tuvo fe). La expresión “fe de Jesús” la
encontramos en Ap 14,12: Wde u`pomonh. tw/n a`gi,wn evsti,n w-de oi` throu/ntej ta.j
evntola.j tou/ qeou/ kai. th.n pi,stin VIhsou/, “Aquí está la perseverancia de los santos,
aquellos que cumplen los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. La fe de
Jesús (πίστεως Ἰησοῦ), o análogos, aparecen también en Gal 2, 16ª, 16b;
Rm 3:22, 26; 20; 3:22; Ef 3,12; Fl 3, 9). La búsqueda de la fe de Jesús en
el Nuevo Testamento parte de la convicción de que no sólo es importante
para los creyentes cuanto Jesús nos reveló acerca de Dios, sino también,
de lo que podemos aprender de la respuesta humana a Dios.
1 Cf. G. O’COLLINS-D. KENDALL, ‘The Faith of Jesus’, Theological Studies 53 (1929) pp.
403 ss.
2 R. B. HAYS quien en su libro The Faith of Jesus Christ (Grand Rapids: Eerdmans, 2 ed,
2002) sostiene la interpretación del genitivo objetivo, traducido como “La fe de Jesús”,
aunque realmente no tiene interés en cuanto cómo hay que traducir la frase, sino “en los
imposibilidad, de la fe de Jesús. En segundo lugar, porque la expresión “la
fe de Jesús” (pistij cristou) se puede entender de manera objetiva,
antropológica, como la fe que se debe a él, o bien de manera subjetiva,
cristológica, o sea, la fe que tuvo Jesús. ¿Qué significa realmente la fe de
Jesús?3 Ambas son posibles gramaticalmente, y por ello ha sido un debate
que parece no encontrar una vía de salida y se ha convertido en una
verdadera “crux interpretum”4 y hasta un motivo de debate entre los
estudiosos5. Nuestro intento no es entrar en este amplio debate, puesto
que el objetivo no es Pablo, sino el Jesús histórico, atestiguado por los
evangelios. En este sentido aparece Jesús, en sus palabras y obras como
un autentico creyente.
Theologica, 2.2,q. 1ª. 4c. Por lo que la fe comprende lo que la persona está dispuesta a
creer y los contenidos de fe que se le proponen. Por tanto, un acto de la voluntad, o sea la
manera en que y un contenido cognitivo. Este último aspecto, en la visión de Tomás de
Aquino, no aplica a Cristo, puesto que tenía un conocimiento perfecto. Si la fe es una
versión imperfecta del elemento cognitivo no se aplica a Cristo.
7 Summa Theologica, 3ª. 7.3.
8 Cf. Summa Theologica, 3, qq. 10-12.
9 R. BULTMANN, Jesús, Sur, Buenos Aires, 1968, p 35.
Cristo creído y predicado por la primitiva comunidad cristiana;
imposibilidad de conocer algo siquiera de Jesús, mucho menos su fe,
porque las fuentes que poseemos son de una naturaleza fragmentaria. De
cualquier forma, todo lo que podríamos captar a través de este camino
sería un profeta judío y su predicación, irrelevante para la fe. Búsqueda
ilegitima, porque ni la primitiva comunidad, ni el kerigma primitivo, se
interesaron en ella.
10 Cf. B. BYRNE, ‘Gospel Narrative and the Jesus of History: Where should Christology
begin?’ Pacifica 13 (2000), p 49.
11 G. BARBAGLIO, Jesús, hebreo de Galilea, p 555.
experimentó su resurrección y vive de ella hasta nuestros días 12. Los
evangelios son testimonio sobre Jesús, escritos por creyentes en él. Por
tanto, elemento histórico y también hermenéutico.
principal preocupación fue la predicación y esta fue en pequeñas perícopas que usaban
según el caso y el auditorio. De esta manera relatos y sentencias fueron arrancados de su
contexto original (Jesús) y pronunciados en otras circunstancias. Cf. E. P. SANDERS, La
figura histórica de Jesús, Verbo Divino, Estella, Navarra, 2001, pp 82 y ss.
14 Cf. E. P. SANDERS, La figura histórica de Jesús, pp. 82 y ss.
animar y robustecer la fe de los que ya creían. El evangelio se forma en
torno a este núcleo de anuncio. Es este el testimonio de fe anclada en un
evento histórico, y, a la vez, una invitación a la conversión para reconocer
a Jesús de Nazaret como Señor y Salvador. No importa por el momento
hacer un recuento de su vida, porque, en efecto, “todos en Jerusalén
saben lo que ha pasado” (Hech 2,22), aquel que ha pasado haciendo el
bien y curando a aquellos que estaban poseídos por el diablo; el cual sus
adversarios lo han hecho matar colgándolo de una Cruz (Hech 10,38-39).
Esta es la primera forma de evangelio, de anuncio o kerygma que se
refiere a un acontecimiento histórico.
15
E. PARMENTIER, “Le récit comme théologie: Statut, sens et portée du récit biblique”,
RHPhR 81 (2001), p 32.
16 P. RICOEUR, Le récit interpretative. Exégese et Theologie dans les récit de la passion, R.
S. 73 (1985) 19.
histórica, y la narración es la mejor forma para lograrlo. Puesto que la
acción de Dios es fundamental para la fe cristiana, no sorprende que
mucho del material bíblico haya tomado la forma de una narración. La
comunidad cristiana expresa su identidad por medio de una historia que
comienza: “Mi padre era un arameo errante… Y culmina en la confesión
“Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras…” Y continua en
la historia narrativa de la Iglesia en el tiempo de cómo testimonia la
venida del reino de Dios 17. La narración bíblica es una forma de expresar la
comprensión del mundo, la historia y la vida humana, desde una óptica de
fe. Los autores bíblicos creyeron verdaderamente que Dios actuaba en la
Historia que ellos ahora testifican en la historia contada por la Biblia. Esto
es válido para llegar a Jesús. No es suficiente el Kerygma o dogma eclesial
como lo pensó Bultmann, sino la historia que lo enmarca, antes y después,
y que funciona como platea, delante de la cual toma postura. De otra
manera se torna ininteligible. Es docetismo disfrazado, burla divina
deliberada. De ahí que la forma narrativa histórica, que asumen los
evangelios, autoriza y legitiman la comprensión de Jesús. La perspectiva
histórica permanece en los evangelios: Narran para su auditorio (presente)
lo que sucedió entonces (pasado). Lucas, principalmente, diferencia bien
los planos: primero yendo hacia atrás mediante la genealogía que se
engancha con la historia pasada de promesas; y hacia adelante mediante
el libro de los Hechos. La historia está caracterizada por un continuum en
el cual Jesús representa el centro (Mittel)18.
17 Cf. G. W. STROUP, The Promise of Narrative Theology: Recovering the Gospel in the
Church. London, 1981. p 146. Stroup piensa que nos comprendemos de una manera
“narrativa”, como parte de una historia o de historias.
18 Cf. CONZELMANN, El centro del tiempo. Estudios sobre la teología de Lucas, Fax,
19 A. NOLAN, Jesús, hoy. Una espiritualidad de libertad radical, Presencia Teológica, Sal
Terrae; Santander, 3 ed, 2007, p 101.
20 J. COSTADOAT, La fe de Jesús, p 385.
21 Ídem, p 23.
22 Aun en la diversidad de significados que puede asumir según el sujeto y la realidad a la
cual se refiere, se asume el común denominador de Ser firme, estar seguro, de confianza,
durable, de donde ser leal, fiel. Cfr. E. JENNI- C. WESTERMANN, !ma, DTAT, I, p 276.
Sinaí) o personajes (Abrahán, ante todo, Moisés, David), o motivos
teológicos (alianza, elección, vocación) que describen la relación Dios con
su pueblo, en los cuales se destaca este aspecto relacional, sea del
individuo como del pueblo de Israel. No olvidemos la riqueza de imágenes
para describir la relación de Dios con su pueblo, o viceversa. Esta
dimensión narrativa del Antiguo Testamento nos da una importante
sugerencia en cuanto a la fe. Ella se presenta como un proceso de
reflexión entono a los eventos y personajes del Antiguo Testamento, más
que una construcción abstracta de un modelo de fe. Esto significa que los
personajes, o los eventos, encarnan el modo de vivir la fe y, de esta
forma, se convierten en modelos o paradigmas de fe para los lectores. En
palabras simples, la tradición judía precedente al Nuevo Testamento
desarrolla la naturaleza de la fe en términos de personajes o
acontecimientos más que de definiciones abstractas. En la misma línea del
Antiguo Testamento se pone el Nuevo, asumiendo tanto el término
polisemántico de aman, y asumiendo igualmente la misma dimensión
narrativa para describir la experiencia de fe. Por otra parte, la raíz griega
empleada Pist, en el mayor de los casos para hablar de la fe de los
cristianos, privilegiada en el Nuevo Testamento, contiene un amplio campo
semántico, de infinidad de matices.
Es cierto que, fuera de los pasajes que hemos mencionado, en los cuales
se habla explícitamente de la fe de Jesús, en el presente estudio no
queremos enfocarnos solamente en el grupo de palabras de la raíz Pist y
sus contextos, sino, teniendo presentes la manera pluriforma de expresar
el fenómeno de la fe en los evangelios, primero justificaremos que para el
objetivo de este estudio, tendremos que probar que existen muchas
formas de hablar de la fe.
Por otra parte, la tradición sinóptica contiene algunos textos en los cuales
no existe ambigüedad respecto a la fe de Jesús. Es obvio que Jesús no
habló explícitamente de su experiencia de Dios. Sin embargo, superamos
esta barrera a través de los testimonios de los evangelios y de otras
fuentes cristianas. Por tanto, podemos encontrar una rendija al corazón de
Jesús y está ampliamente justificada por la naturaleza de nuestras fuentes
24 Jesús habla de Dios (O. Qeo,j ), 14 veces en Mc y 17 veces en la tradición común (Q) en
Mt y Lc; 109 veces en Jn. Así como también de O. Ku,rioj (Mt 9,38; 11,15, par) y otras
expresiones.
25 Aquí nos referimos a la expresión aramea de Abbá el término griego en labios de Jesús
(O. Pa,ther) aparece 170 veces de las 254 veces que aparece en el NT.
26
Cfr. J. JEREMIAS, Abba, el mensaje central Del Nuevo Testamento, pp 37 ss. Sin
embargo, las aseveraciones de Jeremías en cuanto a la novedad del uso como vocativo de
Jesús, y lo inédito en el ambiente judío ha sido controvertido. En los textos canónicos, la
recurrencia de Dios como Padre, son pocos relativamente: Dt 32,6; 2 Sm 7,14; 1 Cro
17,13; 22,10; 28,6; Sal 89,26; Is 63,16; 64,8; Jr 3,4,19; 31,9; Ml 1,6; 2,10) en referencia
a sus actos electivos, providenciales, liberadores, compasivos, protectores, y en la especial
relación de alianza con David y sus descendientes. A diferencia de Egipto, Asiria y Babilonia
que se dirigen a Dios como Padre de los dioses y de la humanidad, no así en Israel. Cf. G.
V. SMITH, The Concept of God/the Gods as King in the Ancient Near East and the Bible,
Trinity Journal 3 (1982), p 34. Cf. M. R. D’ANGELO, Abba and the Father: Imperial
Theology in the Context of Jesus and the Gospels, en A. J. LEVIN, D. C. ALLLISON, J.D.
CROSSAN (ed), The historical Jesus in Context, Princeton University Press, p 65., aludiendo
a textos de Qumrán: 1 QH 17.20-24, Honi el trazador de círculos, y Hanan Ha Nehbah; en
Sir 23,4 se dirige a Dios como “Señor, Padre, Dios de mi vida”, o Sab 14,3. “Pero es tu
providencia quien la pilota, Padre, que trazaste un camino en el mismo mar”. Por tanto,
Padre, en relación a Dios era usada también por los judíos de Palestina. La invocación de
Dios como Abba es entendida en contextos de aflicción en los cuales se dirigen a Dios como
poder y providencia que gobierna el mundo, así como también otros textos judíos y
romanos.
Jesús”27. Que fuera el único e innovador es otra cosa. Mediante el símbolo
paterno Jesús habla de la propia experiencia de Dios. Que también
siempre invocara a Dios con esta expresión, es otra cosa.
Independientemente de esto, lo que más importa es el significado para
Jesús. Fuera del ámbito familiar-infantil, el matiz propio de abba. es “el de
la cercanía, que no excluye el respeto y la obediencia”28. En primer
término, Abba no expresa primariamente el cariño o el amor tierno, ajeno
a la mentalidad judía del I siglo, fundamentalmente patriarcal, sino que la
experiencia fundamental de Jesús de Dios como abba. fue de inmediatez,
familiaridad y solicitud. Quizá aquí estriba la innovador de Jesús: mientras
que en mundo judío se trataba de evitar pronunciar el nombre de Dios, en
señal de respeto, y se usaban otras perífrasis para el caso (El bendito, el
que viene, el nombre, los cielos… etc), Jesús, al invocar y definir a Dios
como Padre, revela su experiencia de inmediatez y cercanía.
El ideal del hijo era ser como su padre. Cercanía, inmediatez de Dios como
fuente de seguridad y confianza, pero también modelo al que hay que
tender y al cual se le debe obediencia y lealtad 31. En este mismo sentido,
cuando aparece el término griego O.., Path,r sirve para motivar una
exigencia: “sean perfectos como su Padre…. (Mt 5,48); “Si no perdonan de
corazón… tampoco el Padre les perdonará a ustedes” (Mt 21,14); “para
que sean hijos de su Padre celestial que hace salir su sol sobre buenos y
malos” (Mt 5,45). La paternidad no se puede dar por sentado, ni se puede
mecer en el sueño romántico de los brazos amorosos del Padre, como
27 R. AGUIRRE MONASTERIO, El Dios de Jesús, Fundación Santa María, Madrid 1985, p 41.
28 S. GUIJARRO, Dios Padre en la actuación de Jesús, Estudios Trinitarios 34 (2000) 33-69.
También, Jesús y sus primeros discípulos, Verbo Divino, Estella, 2007, p 69.
29 J. BLANK, Jesús de Nazareth, Cristiandad, Madrid, 1973, p 73.
30 S. GUIJARRO, Jesús y sus primeros discípulos, p 76.
31
En conformidad con la tradición bíblica del antiguo Testamento, la literatura rabínica
utiliza la imagen de la Paternidad de Dios, la mayoría de las veces, aunque no
exclusivamente, para expresar la responsabilidad filial hacia al Padre. “solo si te comportas
como hijo, puedes ser llamado hijo” Rabí Judah (Qidd. 36ª).
manifiesta el dicho de Jesús. Hay que hacerse hijos; o mejor, optar por
adoptar al Padre mediante un comportamiento imitativo. La filiación, no es
un título de privilegio; comporta un deber y una obligación.
Por otra parte, la distinción entre “mi Padre” y “el Padre de Ustedes”, no
sólo en Mt sino también en Lucas (10,22; 22,19; 24,49; Cf. 6,36;
12,30.32) y Juan (Jn 20.17), no puede ser el resultado de una cristología
postpascual32, sino que trasmitiría una tradición precisamente del Jesús
terreno, lo cual indicaría una relación única y especial de Jesús con Dios:
su propia identidad de Hijo.
No basta invocar a Dios como Padre; hay que creerlo y hacerlo creíble.
Independientemente de la problemática de si Jesús se refirió a Dios
siempre como Padre, queda fuera de duda que Jesús concibió a Dios en la
inmediatez y cercanía, y una intimidad excepcional que también lo movió a
actuar de esa manera. Jesús rompió la distancia entre la trascendencia de
Dios y su humanidad. Esto lo pone de manifiesto sobre todo con su vida y
su misión.
En la vida
Los relatos de la infancia (Mt 1,18-25; Lc, 1,25-38) conectan la filiación
divina de Jesús con la concepción virginal de María. Mientras que la
tradición sinóptica está de acuerdo que la experiencia del bautismo, con el
cual arranca la actividad pública de Jesús, fue un momento decisivo en su
vida. El bautismo de Jesús por Juan es tan histórico35 como otros
datos más seguros acerca de la vida de Jesús”. G. GNILKA, El evangelio Según San Marcos,
Sígueme, Salamanca, Vol I, 1999, p 59.
elementos de la vida de Jesús, aunque implícito esté el problema de la
relación Juan Bautista- Jesús, y el problema que el bautismo recibido por
Jesús es el que recibían los pecadores arrepentidos.
36
S. GUIJARRO, Jesús y sus primeros discípulos, p 83.
37 E. P. SANDERS, La figura Histórica de Jesús, p 92; 131 ss; G. THEISSEN-A. MERZ, El
Jesús Histórico, pp. 129; 209; G. THEISSEN, Sociología del Movimiento de Jesús, Sal
Terrae, Santander 1979, pp. 13 ss.
“el Señor es mi Pastor, nada me falta”, y la exhortación constante a no
poner la confianza en otras seguridades porque son vanas. Es idolatría. No
se puede servir a Dios y a Mammon. “No pueden servir a Dios y al dinero”
(Lc 16,13); Representa un grande obstáculo para dejar crecer la semilla
(Lc 8,14) y dificulta la entrada en el reinado de Dios (cf. Lc 18,24) 38.
38 Pero evidentemente las riquezas o el dinero no son malas en sí mismos, sino la actitud
que se tiene hacia ellas: “No son la pobreza y la riqueza materiales las que de deciden,
garantizan o impiden el acceso al reino de Dios, sino más bien es necesario el alejamiento
interior y la renuncia a todos los bienes de este mundo”, M. GRILLI, “Consideraciones
conclusivas: el modelo lucano del uso de bienes”, en M. GRILLI, D. LANDGRAVE, C.
LANGNER (ed), Riqueza y solidaridad en la Obra de Lucas, Verbo Divino, Estella , 2006, p
290.
39 F. BOVON, El Evangelio de Lucas, Sígueme, Salamanca, 1995, I, p 643.
40 G. THEISSEN, Sociología del movimiento de Jesús, p 19.
En su praxis liberadora.
La enseñanza con autoridad y no como los escribas (Mc 1, 27) la entiende
los judíos de la sinagoga de Cafarnaúm como el poder que Jesús tiene de
liberar al poseso del espíritu inmundo. Jesús no enseña una nueva doctrina
acerca de Dios, no es una idea abstracta, sino una praxis concreta que se
revela en fuerza de salvación. Él es Padre, es decir, cercanía e inmediatez
en su persona y sus acciones revelarán que no es poder aplastante, o
juicio inflexible o inclemente como lo imaginó el bautista, sino fuerza
amiga, salvadora, integradora y liberadora. Los evangelios, en efecto, son
unánimes que la acción de Jesús a favor del reino se expresa en “enseña
con autoridad, cura a los enfermos y expulsa a los demonios, sin más (Mc
1,39). No solo la tradición evangélica trasmite la praxis taumatúrgica de
Jesús, sino lo encontramos en los mismos labios de Jesús: “Hoy y mañana
expulso demonios y realizo curaciones; pasado mañana terminaré” (Lc
13,32). No porque Jesús haya sido un sabio docto cultivado en el arte
medicinal, o haya aprendido la ciencia oculta del exorcismo, sino
fundamentalmente por su proximidad con Dios. Dios es inmediato en la
experiencia de Jesús y eso es lo que manifiestan sus curaciones. Es don
gratuito, porque enfermos y pobres no pueden regresar nada a cambio.
Dios, en la concepción bíblica, es el gran medico y el terapeuta por
excelencia de la humanidad. La acción de Dios en este mundo, dominado
por fuerzas hostiles al hombre, se manifiesta y actúa en Jesús y, con ello,
revela su filiación divina. En efecto, la curación, en la Biblia, es ante todo y
sobre todo una prerrogativa y un don de Dios que, por la oración y sus
intermediarios, especialmente los profetas (Elías, Eliseo, Isaías), de tal
manera que el poder de sanar es por la proximidad con Dios 41, no por
conocimientos adquiridos.
La oración de Jesús
Por otro lado, un elemento indirecto que nos permite también entrar en el
ánimo de Jesús, son aquellos pasajes en las cuales se reporta que Jesús se
retiraba a orar. Papel fundamental no solo en la enseñanza, sino en su
praxis. Este aspecto está fuertemente desarrollado en Lucas que utiliza
dos formas griegas: proseuch, proseucomai,(22 veces: solo en Lc: 1,10; 3,23;
5,16; 6,12; 9,18; 11,1; 18,1, 10, 11; y en la tradición común: 6.28 = Mt
5.44; 11.2 = Mt 6.9; Lc 20.47 = Mc 12.40, Mt 23,14; . 22,41 = Mt 26,36;
22,44 = Mc 14.39; en Hech: 1.24; 6,6; 8.15; 9,11; 10,9, 30; 11,5; 12,12;
13,3; 14.23; 16.25; 22.17; 28.8.) y dhesij (19 veces)45, para referirse a la
oración de Jesús en los momentos importantes de su vida: Jesús ora luego
de su bautismo, y mientras está en oración, los cielos se abren y
desciende el Espíritu sobre él (3,21), y después de un día de realizar
milagros (5,15-16). Pasa la noche en oración antes de escoger a los doce
(6,12)). Antes de interrogar a los discípulos sobre su identidad y la
confesión de Pedro (9,18;). Jesús va al monte de la trasfiguración a orar
(9,29). Alaba y da gracias al Padre luego de la misión de los 70 (10,17-
21). Los discípulos, viéndolo orar, le piden que les enseñe (11,1); ora
durante su agonía en el monte de los olivos (22,39-46), y durante su
crucifixión (23,34-46). Todas las oraciones de Jesús en este evangelio
inician con Padre. La oración de Jesús por tanto es una ventana por medio
de la cual podemos intuir su relación única con Dios. “Orar de esta manera
(asidua), manifiesta una fuerte relación de fe en Dios” 46. Pero además, el
contacto inmediato con Dios experimentado en la oración, es la fuente de
su poder de realizar milagros.
BILBIOGRAFIA
J. GNILKA, Jesús de Nazaret (Barcelona, 1993); B. FORTE, Jesús de Nazaret. Historia de
Dios. Dios de la historia (Madrid, 1983); W. KASPER, Jesús el Cristo (Salamanca, 1989).