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Introducción a la Sociología – UNSAM- 2017

Profesora: Dra. Malvina Silba

Alumno: Marcelo Horacio Garnica

Reseña del texto: “Los herederos, los estudiantes y la cultura” de Pierre Bourdieu y
Jean Claude Passeron.
En este trabajo, los autores develan el aparato de dominación cultural que se esconde
detrás de la supuestamente democratizadora escuela francesa.
Hacen un estudio sistemático sobre el sistema educativo francés de la década de los
años sesenta. El antecedente histórico en Europa es la caída de los reinos como
autoridad política y económica, donde la educación estaba destinada exclusivamente a
servir a la nobleza. Las posteriores revoluciones, que marcaron el fin de los feudos y
dieron origen a las clases mercantiles y a las actuales democracias con sus
sistemas políticos y económicos, dieron paso a los Estados actuales y con ellos, al
acceso a la educación de la sociedad en general.
Nos dicen que, en la actualidad, el acceso a la educación superior sigue siendo elitista
ya que la mayoría de las universidades existente en el viejo continente son de élite y
solo aquellos que cuenten con los recursos económicos y culturales, y sean de clase
social alta, tienen mayores probabilidades de ingresar. No así los de clases más
bajas que tienen que acceder a través de procesos de selección o de becas.
En este libro, los autores dan cuenta, por un lado, de los mecanismos de selección de los
elegidos; pero también de las justificaciones sociales que operan como método de
dominación y de naturalización de la realidad en las percepciones de quienes quedan
excluidos de ciertos conocimientos, así como de las posibilidades de desarrollarse
dentro de determinadas profesiones.
De este modo, y a partir de un exhaustivo trabajo de investigación sobre la institución
escolar francesa, Bourdieu y Passeron logran develar que la escuela, lejos de funcionar
como una institución democratizadora, actúa redireccionando las trayectorias
académicas de los estudiantes, las cuales quedarán íntimamente relacionadas con el
origen socioeconómico de los mismos.
El proceso por el cual esta “selección de los elegidos” se lleva a cabo cuenta con la
participación tanto por parte de la institución escolar, como de los padres y los distintos
niveles de la enseñanza. A través de un estudio estadístico observan que las
posibilidades de ingreso a la facultad de las categorías más desfavorecidas son menores
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al 5%. Algunos sectores medios (empleados, artesanos, comerciantes) que han


aumentado su porcentaje en los últimos años, tienen entre el 10 y el 15% de
posibilidades y, una duplicación de posibilidades en los sectores medios, alrededor del
30%. Este porcentaje se duplica en los sectores superiores y las profesiones liberales,
con posibilidades que se acercan al 60%.
Estas variaciones se expresan de mil formas en el acontecer diario y determinan, de
acuerdo con el medio social, una imagen de los estudios superiores como futuro
“imposible”, “posible” o “normal”, determinando las vocaciones educativas.
Es decir, dependiendo de la capacidad económica, de los conocimientos previos
adquiridos; y sobre todo, de los mecanismos de selección que lleven a cabo las
instituciones de educación superior para elegir a los aspirantes, podrán tener acceso a la
facultad y a la carrera que elijan, de lo contrario, quedan fuera del sistema educativo si
no optan por escoger otra carrera que no es de su agrado, lo que conlleva una elección
forzada.
Es así como la escuela francesa otorga títulos y reconocimiento a quienes pertenecen a
los sectores privilegiados de la sociedad y excluye a las clases más desfavorecidas al
acotar las posibilidades de su elección en relación con su trayectoria académica. Opera
también un mecanismo que inculca la aceptación de ciertas carreras y la imposibilidad
de optar por otras.
Es frecuente, dicen Bourdieu y Passeron, encontrar profesores que clasifican a sus
alumnos como “tontos para las matemáticas”, con las claras consecuencias de la
aceptación de la dominación cultural que este tipo de enunciados trae aparejados,
haciéndose evidente cuando se escucha decir a una madre “mi hijo no sirve para las
matemáticas”.
La tarea del sociólogo es precisamente la de operar como “voz de denuncia” de un
estado actual de las cosas para poder, a partir de allí, accionar en consecuencia y generar
los cambios necesarios para lograr una sociedad más justa. Conocer las leyes de la
reproducción da oportunidades de reducir la acción reproductora de la institución
escolar.
Es frecuente en nuestro medio escolar, seguir escuchando a maestros y profesores y a
instituciones que los avalan, adjudicar a los propios alumnos el fracaso escolar
vinculándolo a déficits individuales de los sujetos. De esta forma, la ideología presente
en la cultura escolar enseña a los estudiantes a ver el fracaso como algo individual que
resulta de su escasez de habilidad, desarrollando unos principios que priorizan las
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diferencias y divisiones en términos de rendimiento académico; consecuentemente, el


sistema de enseñanza se encarga de transformar las diferencias y desigualdades
extraescolares en desigualdades reales de aprendizaje o de capital cultural. De esa
manera la igualdad formal, que rige los principios y las prácticas escolares, sirve para
enmascarar, más que para superar, las desigualdades reales ante la enseñanza y la
cultura enseñada y exigida.
Se impone repensar el sistema educativo de nuestro país, en relación también a la
decadencia de la calidad de la educación pública, poniendo en juego la reflexión sobre
estas prácticas descriptas en este libro por sus autores. La baja de la calidad de la
escolaridad pública está acarreando como consecuencia que los más favorecidos
accedan a una escolaridad privada que les garantice los éxitos académicos que la
escuela del Estado no puede, en muchos casos, brindarles a sus alumnos.
Tal como lo sostuvo Bourdieu, es sólo a partir del conocimiento del estado de las cosas
que tenemos la oportunidad de revertirlas.

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