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Yaiza Martínez
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Desde hace aproximadamente 30 años, la neurociencia intenta explicar cómo es posible que
de un sustrato material como el cerebro surja un fenómeno inmaterial como la consciencia.
¿Cómo podemos darnos cuenta de cosas como el sabor del chocolate o el color de una flor?
En los últimos tiempos han surgido algunas explicaciones para este misterio desde una
perspectiva neurológica. Por ejemplo, algunos estudios han señalado que la consciencia
estaría relacionada con unas ondas cerebrales ultralentas que ayudarían a que nuestro
cerebro funcione como un todo y, con ello, tomemos consciencia de las cosas; mientras otros
han apuntado a la existencia de una ubicación cerebral concreta para el origen de la
consciencia (se ha señalado una zona del tronco cerebral contigua a la médula espinal a partir
de pacientes que habían perdido la consciencia debido una lesión en dicha zona).
Ahora, un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Tel Aviv (Israel), dirigidos por la Dra.
Hagar Gelbard-Sagiv de la Escuela de Medicina Sackler, han intentado encontrar una
respuesta estudiando directamente la actividad de neuronas o células cerebrales individuales.
Neurona a neurona
Un estudio tan sumamente detallista (se calcula que las neuronas pueden medir entre 100 ó
200 micras, y una micra corresponde a 0.001 milímetros) solo fue posible gracias a electrodos
implantados quirúrgicamente en los cerebros de una serie de pacientes con epilepsia.
Los electrodos estaban destinados a determinar las áreas cerebrales responsables de los
ataques epilépticos, pero sirvieron también para registrar la actividad individual de las
neuronas próximas a esas mismas áreas, en el momento en que los pacientes tomaban
consciencia de ciertos estímulos visuales. Esta posibilidad constituyó una ventaja porque,
normalmente, la actividad cerebral solo puede estudiarse con técnicas menos directas, como
la electroencefalografía o la imagen por resonancia magnética.
Gelbard-Sagiv y su equipo presentaron dos imágenes diferentes a cada paciente, una ante
cada ojo. Por ejemplo: se les presentó la imagen de una casa ante el ojo derecho y la imagen
de una cara ante el izquierdo.
De esta manera, los científicos provocaron lo que se conoce como “rivalidad bioncular”, un
fenómeno que consiste en la percepción alterna entre diferentes imágenes presentadas a
cada ojo. Así, en lugar de ver ambas imágenes superpuestas, lo que se ve es una de las
imágenes durante unos momentos y luego la otra; después de nuevo la primera, y así
sucesivamente.
Usando los electrodos, se registró lo que sucedía en las neuronas individuales de los
pacientes, en el momento en que en ellos surgía la experiencia de ver una imagen u otra. De
esta manera, se consiguió aislar la actividad cerebral de sus neuronas individuales, en
relación con la percepción consciente.
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Se constató así que la actividad de las neuronas presentes en el lóbulo frontal del cerebro se
modificaba casi dos segundos antes de que el paciente informara de un cambio en su
percepción; y que la actividad neuronal en el lóbulo temporal medial se modificaba un
segundo antes de que dicho cambio fuera anunciado.
Se sabe que el área del lóbulo frontal está relacionada con el control ejecutivo, una función
que nos permite concentrarnos en un solo objetivo e inhibir la información que nos llega de
otras cosas; y que el lóbulo temporal medial, por su parte, estaría vinculado con el recuerdo
consciente de hechos y eventos (lo que se conoce como “memoria declarativa”).
A partir de los hallazgos realizados, los científicos concluyen que la actividad de las neuronas
individuales en las regiones del cerebro estudiadas estaría correlacionada con la percepción, y
también con la consciencia de lo percibido.
¿Aclara esto, de algún modo, el misterio del origen cerebral de nuestra consciencia? Tal vez
no, pero añade una pieza más a un puzle que cada día se vuelve más complejo e interesante.
Referencia bibliográfica:
Hagar Gelbard-Sagiv, Liad Mudrik, Michael R. Hill, Christof Koch, Itzhak Fried. Human single
neuron activity precedes emergence of conscious perception. Nature
Communications (2018). DOI: 10.1038/s41467-018-03749-0.