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lamparas

Las lámparas que son dispositivos que transforman una energía eléctrica o química en
energía lumínica. Desde un punto de vista más técnico, se distingue entre dos objetos:
la lámpara es el dispositivo que produce la luz, mientras que la luminaria es el aparato
que le sirve de soporte.1
Según esta última definición, la luminaria es responsable del control y la distribución de la
luz emitida por la lámpara. Es importante, pues, que en el diseño de su sistema óptico se
cuide la forma y distribución de la luz, el rendimiento del conjunto lámpara-luminaria y el
deslumbramiento que pueda provocar en los usuarios. Otros requisitos que deben cumplir
las luminarias es que sean de fácil instalación y mantenimiento. Para ello, los materiales
empleados en su construcción han de ser los adecuados para resistir el ambiente en que
deba trabajar la luminaria y mantener la temperatura de la lámpara dentro de los límites de
funcionamiento. Además, las luminarias que funcionan con electricidad, deben presentar
una serie de características para la seguridad de los usuarios frente a los contactos
eléctricos. Todo esto sin perder de vista aspectos no menos importantes como la
economía o la estética.
Antes de la invención de la luz eléctrica, las lámparas eran recipientes que contenían un
líquido oleoso, que se hacía arder por medio de una mecha. El descubrimiento de la
mecha (fibra de material combustible sumergida en grasa) se pierde en la oscuridad de los
tiempos (se usaba ya en el neolítico superior). Con este descubrimiento nace la lámpara
primitiva, que se reducía a una escudilla de piedra con una ranura para la mecha, hecha
de musgo y una empuñadura para la mano lejos de la llama. De este tipo de lámparas se
han hallado varios ejemplares del Neolítico. Estas lámparas de piedra siguen usándose
por algunos pueblos primitivos como los esquimales aleutas de Alaska, usando como
combustible aceite de ballena.

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