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Prof.

Gabriela Ughi
Profesora en italiano – UNMdP
Dipl. Gestión Educativa - Flacso

Participación democrática y ciudadana

La participación es un elemento fundamental de la vida democrática. Vivir dentro


de una democracia comporta la participación de la ciudadanía en todas sus formas
y expresiones: la vida pública, las organizaciones sociales, etc.

La democracia se ve fortalecida con la promoción de la participación ciudadana a


través de mecanismos de participación pública que eleven la capacidad de
incidencia y de control social sobre la acción estatal.

Por consiguiente, la participación ciudadana conforma un tipo de relación socio–


estatal, concebida como un espacio de interacción, comunicación y diferenciación
entre el sistema estatal y el social. Además, se plantea que dicha relación es
característica de las sociedades contemporáneas.

Los diferentes proyectos de participación ciudadana, desarrollados en diferentes


ámbitos, sociales y/o políticos, se ha vuelto una constante en la conformación de
las relaciones entre gobernantes y gobernados.

La participación ciudadana es un concepto regularmente empleado para designar


un conjunto de procesos y prácticas sociales de muy diversa índole, es decir, la
pluralidad de significados ha conducido a un empleo ambiguo del concento y de su
puesta en práctica.

Con la incorporación de la participación como componente de las políticas


públicas se ha conseguido desarrollar gestiones más justas, eficaces y legítimas.
Si bien los resultados, en algunos casos han sido desiguales o no del todo
propicios, la participación ciudadana continúa siendo una realidad que implica la
inversión de recursos y que se viene sosteniendo en el tiempo. Es indispensable,
para un buen desarrollo de estas políticas, reconocer la necesidad de analizar la
práctica intentando siempre superar la oferta institucional participativa. Como es

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fácil constatar, se suele abusar de la noción de participación ciudadana.
Seguramente esto es así porque en la democracia la idea es políticamente
correcta. Sin embargo, normalmente se hace referencia a ella sin que exista un
consenso en torno a su significado o a las consecuencias que debiera producir.
Durante los últimos cincuenta años, la participación ciudadana se ha vinculado con
procesos de innovación en la gestión de las políticas públicas y también con una
mejor prestación de los servicios públicos en un contexto cada vez más complejo y
demandante. A lo largo de este tiempo el involucramiento de los ciudadanos en
diversos momentos del proceso de hechura de las políticas públicas se ha
institucionalizado y los gobiernos se ven obligados a ofrecer a los ciudadanos
programas, procesos y políticas que contengan elementos participativos.

En el ámbito político - democrático, es central la idea de ciudadanía, entendida


como un espacio de individuos dotados de derechos o que los reclaman, y que
constituyen vínculos asociativos e identitarios cambiantes. Pero la expansión
ciudadana tiene como correlato un cuestionamiento de los lazos de representación
en los diferentes órdenes de la organización social, dándose una emancipación
del mundo político: los intereses y los ideales no se constituyen en lo social sino
en el espacio público junto a las identidades ciudadanas que los sustentan.

El concepto de participación, tiene que ver con la sociedad que se involucra, es


decir, cualquier ciudadano, y que le permite elegir, vigilar, dar su opinión sobre
cualquier cuestión que lo afecte. Pero también tiene que ver con cuestiones pura y
exclusivamente gubernamentales, electorales, que permiten a través de una
mínima participación de los ciudadanos elegir tendencias políticas con la que los
ciudadanos se sientan satisfechos.

Los ciudadanos con las nuevas formas de participar tienen muchos medios, aparte
del voto, para expresar sus reclamos o quejas, por ejemplo a través del uso de
internet y de las redes sociales que le permiten la posibilidad de ver todo lo que
está ocurriendo en tiempo real, además de permitir que la difusión se
extremadamente muy rápida. En este sentido contribuyen de manera significativa
al desencanto representativo cuando saltan a la vista acciones que no son las que
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esperan los ciudadanos. La capacidad de organización de los mismos, las
crecientes, cada vez más difundidas ONG también ponen en tela de juicio la
capacidad del gobierno para llevar a cabo acciones en pro de alguna causa.

En una sociedad cada vez más plural y más despierta, que se encuentra inmersa
en el proceso de globalización, en la que el empoderamiento es ahora parte del
sistema social, cabe preguntarse entonces en qué medida el ciudadano debe
participar, cómo lo hace, y en qué casos actúa. La participación ciudadana y las
políticas públicas toman importancia y se relacionan ya que su interacción las
legitima, las hace más eficaces y las fortalece. Democracia, legitimidad y
participación no pueden ser separadas y la participación ciudadana es una acción
clave para un desarrollo humano.

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