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Descripción:
La civilización niveladora de hábitos y de vida, al asomarse a las tribus indígenas, hace amenguar cuando no desaparecer las viejas costumbres y echar al olvido utensilios y prendas típicas.
Fuente: Revista geográfica americana 1937 5(51)
Título original
Una excursión entre los indios matacos / Hanke, Wanda
La civilización niveladora de hábitos y de vida, al asomarse a las tribus indígenas, hace amenguar cuando no desaparecer las viejas costumbres y echar al olvido utensilios y prendas típicas.
Fuente: Revista geográfica americana 1937 5(51)
La civilización niveladora de hábitos y de vida, al asomarse a las tribus indígenas, hace amenguar cuando no desaparecer las viejas costumbres y echar al olvido utensilios y prendas típicas.
Fuente: Revista geográfica americana 1937 5(51)
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UNA EXCURSION
ENTRE LOS INDIOS MATACOS
La civilizacién niveladora de hibitos y de vida, al asomarse a las tribus indigenas,
hace amenguar cuando no desaparecer las viejas costumbres y echar al olvido_utensilios
y prendas tipicas: menos interés para el estudioso, pero yentaja para la civilizacién
por la doctora WANDA HANKE
$s distintas tribus de aborigenes,
| que juntamente forman la fa-
milia de los indios Matacos ocu-
pan actualmente una extensa zona pe-
ralela a la orilla argentina del rio
Pilcomayo y la regién del Bermejo,
si bien otrora su “habitat” se e:
mucho més lejos, llegando qui
los contrafuertes andinos. Su territorio
es lindante con los dominios de los
indios Toba-Pilag:
Como se sabe, los indios matacos
pertenecen a la familia lingiiistica de
los mataco-mataguayos, siendo asi pa-
rientes de los indios churupi del Cha-
co paraguayo; su idioma es parecido al
de los churupis, no sdlo en las raices,
sino también en Jas palabras mismas y
en la promuneiacién. Mientras los indios
churupis permanecen atin en un cstado
muy primitivo y casi salvaje, los matacos
ya han adquirido los rudimentos dé la
Civilizaciém, lo que en gran parte se
debe a la labor desplegada por la misién*
anglicana, desde hace veinte afios esta-
blecida en Algarrobal, a unas diez
leguas de Embarcacion.
‘Alli pasé dos semanas, observando
las cosiumbres de Ja tolderfa india,
pero/MNMMieade encontrar muy pocos
vestigmendelsn propia cultura autéc-
tona, ya que casi todos sus habitantes
son eristianos y han olvidado sus mi-
tos, sus leyendas y sus supersticiones,
Ya no se baila mas de noche ni se canta
al son de Ja misica de tambores_ y
sonajeres. Las noches pasan tranquilas
y s6lo les viejos suefian atin en los
tiempos |pasados, con sus fiestas y
danzas,
on sus juegos y libaciones
de chicha que llevaban al paroxismo la
alegria primitiva de los selvicolas eter-
namente ociosos. Ahora los matacos
duermen de noche y trabajan todos los.
dias para ganarse la vida. Los misio-
neros les ensefiaron los trabajos de
carpinteria, talabarterfa y otras pro-
fesiones. Sus mujeres saben coser, ser-
vir la mesa y arreglar las habitaciones.
Sus chicos concurren a la escuela,
donde aprenden a leer y a escribi
cantan cantes cristianos y rezan el
Padre Nuestro, pues todos los dies
tienen que ir a la Iglesia en las horas
de la tarde y los domingos también
a la majiana.
Al llegar a Algarrobal, tuve la im-
presién de que los matacos ya habfan
perdido su cardcter natural, ocultén-
dolo bajo una mascara de quietud y
religiosidad. Ofreci unos cigarrillos a
un hombre, y éste los rechazd diciéndome
que al cristiano no le conviene fumar.
Noté que si se pregunta a uno u otro
indio si quiere fumar, siempre contesta
que no; pero a hurtadillas o lejos de la
misién fuman casi todo
Gracias a la obra de los misioneros,
la vida de los matacos ha mejorado
muchisimo en estos tltimos afios. Ya
no viven en chozas redondas y estrechas
durmiendo en el suelo sin ninguna
comodidad: ahora tienen chozas grandes
semejantes a los ranchos de los campe-
sinos, de madera o material, y duermen
en catres con almohadas y frazadas,
tienen mesas y sillas, y guardan sus
cosas en cajones y baules, en vez de
utilizar para ello el techo, como solian
hacer antes, Visten a la paisana_y han
dejado el uso de tatuaje y de pintura.
Es dificil encontrar entre los mata-
cos objetos étnogréficos de su_primi-
tiva cultura. Si bien usan atin cdntaros
y vases de barro hechos por las mu-
jeres, la mayor parte de su vajilla pro-
viene del almacén, salvo unos platos
de madera que todavia fabrican a ins-410
ISTA GEOG!
APICA AMERICANA
tancias de los misioneros, asi
como cucharas del mismo
material, en substitucién de
las de concha y calabaza que
usaban anteriormente. Las
mujeres todavia tejen ¢ bilan
y hacen ponchos, fajas y
bolsas de lana de oveja y
de algodén, y unos bolsones
grandes de fibras de plantas,
como los solian hacer en la
selva, los que atin. no han
empezado a teitir con anilina,
que desgraciadamente aplican
ya asus ponchos y fajas. Pero
las mujeres matacas poco a
poco van olvidando todos es-
fos trabajos y con frecuencia
suelen usar Golsas dé género,
substituyendo sus fajas por
cintos de cuero y reemplazando
Ics ponchos por abrigos mo-
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j habito de higiene y demucstran un verdadero placer en 4 esta tendencia evidenciada
; ‘cumplir con el precepto del baile diario por los matacos, el viajero
que tiene inferés en comprar
: algunos objetos etnograficos,
encuentra ,muchas dificulta-
des para realizar su propésito.
El primer dia, a pesar de
muchos esfuerzos, no encontré
mas que unos céntaros y una
bolsa, pero si se sabe tratar
a los indios, poco a poco
vienen a aparecer flas fajas,
los ponchos, calabazas de va-
rios tamafios y al fmal pipas
y juguetes, Sin embargo, pese
a toda mi diligencia, ng pude
encontrar arma alguna, como
sea arcos, flechasy mazag. Una
sola flecha vi en el toldo de
un anciano y al preguntarle
si la querfa vender, éste me
dijo que si y que tenia otras
mas, asi como un arco viejo
que usaba en su fuventud
No sé dénde guardabal todo
este “arsenal”, perp después
eZ is ye de unas horas me! frajo_ un
SG Iss Ges ‘tna Gon In ropa puesta fe Geica OOS oan
asi en un solo acto Ia higienizacion del cuerpo y de sus Puntas de madera jdura, Pa-
prendas de vestir rece que mi “armero” habiaUNA EXCURSION ENT!
INDIOS MATACOS 411
Una belleza juvenil El412 REVISTA GEOGRAFICA AMERICANA
Una madre mataca con su hija. En consonancia con el
ambiente civilizado de la misién, las mujeres matacas con-
feccionan sus vestidos con telas compradas en la tienda y ya
empiezan a olvidar el arte de tejer
Las indias matacas han aprendide todos los quehaceres
domésticos y con frecuencia se emplean para los trabajos
ccaseros. La fotografia muestra a una mujer mataca Hevando
agua ala cocina de la mision
quedado contento con el
precio que le pagué, ya que
en los dias siguientes otros
viejos Iegaron ofreciéndome
armas, y uno de ellos me
entregé una maza, y me ex-
plico como usarla. Hoy estos
antiguos tiradores de flechas
andan cazando con escopeta,
cuando no prefieren comprar
la carne en el almacén de
los _misioneros 0 matar sus
ovejas 0 cabras.
También se presentaron al-
gunas mujeres, con carrete-
les y una viuda anciana con
un sonajero que encontré en
su casa. La generacién joven
ya no posee nada que tenga
algin valor cultural, pues ape-
nas saben tallar unos juguetes
y pipas de madera.
Cambié por completo el
aspecto de la vida de los
Matacos en Algarrobal, cam-
biaron sus costumbres, sus
necesidades, sus creencias re-
ligiosas y quizds su cardcter.
2Pero quién sabe leer en el
alma de un indio?
Recuerdo a los Matacos
del Rio Pilcomayo que visité
hace un aiio y medio. Alli
también hay dos misiones
anglicanas, una en San Andrés
y otra en Yuto. La misién de
San Andrés existe alli desde
hace 7 afios, mientras que
la de Yuto sdlo ha sido
fundada hace 20 meses, en la
época en que la visité. En
Yuto logré encontrar a ma-
tacos que atn® conservaban
sus costumbres propias y su
cultuta peculiar. Andaban con
collares y adornos de plumas,
pintados y tatuados, y ambos
sexos usaban el ¢hiripé — un
pafio que cubre Ia parte infe-
rior del cuerpo hasta las
rodillas, legando a veces a
tocar los tobillos. El chiripa
es muy comtin entre todas
las tribus de Indios Chaquefiosy s6lo desaparece con Ia Ile-
gada de la civilizacién. Lo
vi entre los indios Churupt
sin excepcién, muy a menudo
también entre los Toba -
Pilagd y los Lengua y Macé,
mientras que los Chirizuanos
no lo usaban més desde hace
muchos afios y entre los Ma-
tacos, como ¥a wbservé, va
a desaparecer dentro de poco.
En Yuto, como en Sen
Andrés, los Matacos estaban
bajo el mando de sus caciques.
Habia entre ellos también
algunos médicos-hechiceros,
cuya influencia ha disminuido
enormemente con el arraigo
de la religién cristiana, de
modo que en la més anticua
misién de Algarrobal ya no
existe ningtin médico-hechi-
cero y los caciques han per-
dido toda su autoridad, pres-
tigio y poder.
Estuve en Yuto y observé
a los hombres que se pintaban
y engalanaban y vi a las
mujeres trabajando en sus
tejidos y a los nifios jugando
y tiendo. Visité San Andrés,
donde los Matacos ya se
habjan puesto “mds serios”,
hablando de su nueva cultura
y demostrando mucho orgullo
de no vivir més como sus
antepasados y de tener mue-
bles y trajes de gente civiliza-
da. “Estos indios ya habjan
abandonado sus diversiones
salvajes y esperaban hallar la
felicidad'en Ia nueva vida que
Mevaban. Y estuve wiltima-
mente en Algarrobal, donde
todo lo nuevo ya es habitual
y donde la vida del indio no
se distingue mds de la vida
campesina de los blancos. Asi
es que se pueden observar en«
tre los matacos tres perfodos
de evolucién cultural: desde
el estado primitivo, semi-nd-
mada, estos indios se
hasta el grado de ci
‘CURSION ENTRE LOS INDIOS MATACOS 415,
Indios matacos de Ia misién.
Los i
aptitud
Tos emplea:
demostrado una gran
ios y los misioneros
jajos de la colonia
Mujeres matacas alrededor de un pozo de la misién. En Jas
épocas de grandes sequias las instalacio lernas de las
colonias misioneras resultan para los indios y pobladores
vecinos una verdadera bendicidnais REVISTA GEOGRAFICA AMERICANA
Los pequetios alumnos en la escuela misionera, Algo flegmé-
ticos y ensimismados, los nifos indigenas siguen, sin embargo,
con mucha atencién y curiosidad la enseflanza’ rudimentaria
que se les imparte en la colonia
En las aulas de las escuelas mantenidas por la misién angli-
cana se sigue el método de enseiianza mixta y, como se puede
observar en esta fotografia, las clases con frecventadas por
alumnos de diferentes edades
de la poblacién argentina que
vive en las regiones apar-
tadas.
Los beneficios de esta evo-
Incién se evidencian especial-
mente durante los periodos
de grandes sequias, como por
cjemplo la de este afio, pues
el Chaco en ciertas épocas no
produce nada y parece un
desierto, con sus cactus y
plantas espinosas y palos des-
nudos en lugar de los Arboles,
entre los cuales sdlo el al-
garrobo muestra ain escasas
hojas de un verde palido. Es
inutil plantar porque nada
crece
‘Asi es que en los Ultimos
tiempos los matacos de Al-
garrobal no se dedicabanga
cultivo alguno y tenian que
ganarse la vida tnicamente
con su trabajo, ya sea para
los misioneros, 0 enganchén-
dose en los pueblos vecinos
como Embarcacién, Lozano,
Tartagal u Oran. Su habilidad
manual y su paciencia en el
cumplimiento de sus deberes,
fruto de la civilizacién que
se les habia inculcado, con-
tribuyeron muchisimo para su
adaptacién a los distintos tra-
bajos y profesiones. Nosotros
especialmente los que estu-
diames las culturas indigenas,
podemos lamentar la pérdida
de sus costumbres primitiv:
y el cambio de toda su vid:
pero también debemos com-
prender todas las ventaj
que esta tfansformacién re-
presenta para el pervenir de
los indios. E] indio de nuestros
tiempos, si quiere sobrevivir,
debe adaptarse a la vida mo-
derna y a la civilizacién de
los blancos con quienes tiene
que entenderse y armonizar,
y los matacos ya han hecho
grandes progresas en este se
tido.
Es cierto que las misiones