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CARATULA

Título del cuento: 10 KILOMETROS Y REGRESO MAMITA


Nombre del autor: Freddy Junior Abregu Palomino

Grado de Instrucción: Superior Incompleto, curso el séptimo ciclo de la facultad


de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Huancavelica.
Número de Celular: 930132786

Dirección: Jirón Juan Díaz # 124 – distrito de Ascensión, provincia y región


Huancavelica.
Bibliografía:

Nací el 16 de enero de 1997 en la capital hidroenergetica del Perú, Colcabamba


– Tayacaja, mi infancia la viví en la ciudad de Lima, después del fallecimiento de
mi madre, mi padre me trajo a vivir a la ciudad incontrastable de Huancayo donde
termine mi secundaria en el colegio “Salesiano Técnico Don Bosco”, al terminar
postule a la Universidad Nacional del Centro del Perú, ingresando a la facultad
de Administración de Empresas, pero no pude continuar por razones
económicas, y meses después postule a la carrera de Derecho y Ciencias
Políticas de la Universidad Nacional de Huancavelica, ingrese y me establecí en
la ciudad del mercurio.
CUENTO:

10 KILOMETROS Y REGRESO MAMITA

Estaba a punto de entrar el toro a jugar en la plaza y toda la gente esperaba


entusiasmada, los silbidos llenaban la plaza de adrenalina, era una sensación
inexplicable, y de repente se abrieron las puertas de la plaza, todo la plaza
enmudeció, nadie emitía sonido alguno, se podía escuchar el latir del corazón de
Cirilo, no podía creer lo que estaba viviendo, estaba ahí el torero con las rodillas
en suelo como implorando perdón, todos esperaban la salida del toro, cuando se
escucha el canto ensordecedor del Carmelito, maldito gallo en qué momento se
le ocurrió cantar, exclamo Cirilo, lo había despertado del momento único, se
acomodó de nuevo y quiso volverse a dormir, pero en vano fue, el Carmelito se
empecino y canto durante dos largos minutos que lo obligaron a despertar.

Era momento de levantarse, Cirilo boto las frazadas de su cuerpo y de un salto


se puso de pie, pero de inmediato el astro rey lo contuvo con su majestuosidad,
obligándolo a cerrar los ojos, levanto las manos y acepto su derrota, era una
batalla constante en estos meses del año, cuando de repente alguien empuja
la puerta, y con voz suave y melódica dice:
¡Qué haces que aún no te has cambiado!
Cirilo conocía muy bien esa voz, pero solo visualizaba una silueta de una
persona alta y con dos tentáculos que sostenían dos piedras, o eso creía ver él,
se froto bien los ojos y al instante recobro la visión, era su mamita, se abalance
a su cuerpo abrazándola y llenándole de besos en todo su rostro, tambaleando
su mamita, le dijo:

- ¡cuidado hijo que se me cae tu desayuno!, ella llevaba un cantarito lleno de


leche y en la otra mano llevaba un tazón lleno de machca

- Desayuna rápido que te haces tarde -le dijo su mamita.

Él obediente tomo el desayuno a la velocidad de las vizcachas, ya era momento


de asearse, se puso sus botitas y silbando se fue al puquial que estaba a las
espaldas de su casa, donde corría agua cristalina, fría y dulce, se sacó el
poncho, su polo, contuvo la respiración y sumergió toda la cabeza en el agua,
las pequeñas truchas que estaban en el agua salieron disparadas, pero tan
rápido como metió la cabeza la saco.
- ¡alalachau! grito Cirilo.

Cuando del fondo del rio salieron dos vocecitas diciendo: ¡BIEN HECHO POR
ASUSTARNOS!

Eran dos truchitas burlándose de Cirilo, Él solo se reía de lo que decían las
truchitas, se sacudió el agua que tenía en la cabeza y corrió a cambiarse, se
puso el uniforme, ,se puso los zapatos, se peinó de costado, tomo su mochila, y
salió del cuarto para despedirse de su mamita, buscaba con la mirada de un lado
a otro, pero no estaba, cuando sube la mirada y en la cumbre del cerro estaba
su mamita sentada en una piedra, con todo el cuerpo iluminado por el sol, y Cirilo
lanzo un potente silbido y grito ¡ya me voy a estudiar mamita ¡, a lo que ella solo
agitaba su mano despidiéndose de su hijo.
Bajo rápidamente al pie de la carretera, y ahí estaban como dos gárgolas
esperando por Cirilo, Sissi y Rambo sus dos fieles escuderos, ¡vámonos
soldados! - ¡entendido mi general! respondieron los perros, muy contentos
emprendieron la caminata a la escuela, debían estar muy atentos al sonido de
algún carro, a ver si les hacia el favor de llevarlos hasta la ciudad,
lamentablemente ese día no hubo alma caritativa que los llevara, así
transcurrieron los minutos entre saltos, risas y silbidos, cuando al fin llegaron a
la entrada de la ciudad, un imponente arco de piedras les daba la bienvenida,
sabían que ya faltaba poco para que suene la campana, así que corrieron,
llegando a la esquina de la escuela era hora de despedirse de los soldados, Cirilo
entro contento a la escuela, pero la felicidad se esfumo rápidamente cuando se
dio cuenta que no era miércoles y sino jueves, y le tocaba el curso de
comunicación, a Cirilo se le hacía difícil pronunciar de manera correcta y fluida
las palabras, y para rematar cuando se equivocaba sus compañeros se burlaban
de él , se le ponía la cara rojo rojito como los ojos del Carmelito, para él era más
fácil hablar su lengua materna, pero sus compañeros lo miraban raro cuando
habla con los animalitos en su lengua materna, así pasaron las horas y su
martirio ya tendría fin en pocos minutos, la maestra dio la orden de alistar sus
cosas para que puedan salir del salón y ni bien termino de hablar la maestra,
sonó la campana, como por arte de magia había un gran alboroto en todo el
pasillo, Cirilo siguió firme y bajo las escaleras y ahí estaban en la puerta, tan
puntuales como siempre, inamovibles como dos esfinges, sus dos fieles
soldados, era hora de emprender la vuelta a casa, ya en medio del camino se
detuvieron a tomar un poco de agua a lo lejos se podía apreciar la más bella
imagen, el ocaso iluminaba por completo el arco de piedras, era majestuoso e
imponerte, pero pasajero no duro mucho tiempo, pasaban los minutos y llegaron
a su casita, salía un olor agradable de la casa de Cirilo era irresistible para
cualquier mortal, estaba ahí su madre de rodillas atizando la bicharra, siéntate
hijito que ya te sirvo la comidita, le dio un beso a su mamita y se sentó, cruzo los
brazos encima de la mesa, la visión se le empezaba a nublar, la cabeza le
comenzaba a pesar, y cayo rendido, exhausto nuestro pequeño Cirilo se había
quedado dormido, pobre niño estaba muerto de cansancio, descansa pequeño
Cirilo.

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