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PEQUEÑO TRATADO DE LAS

GRANDES VIRTUDES
La Templanza

Leonardo Pérez Rojas


19.033.591-7
Síntesis

La Templanza trata sobre gozar lo más posible y de la mejor forma, pero por una
intensificación de la sensación o de la conciencia que se tiene de ella y no por la
multiplicación indefinida de sus objetos. No es fácil de conseguir y tampoco es
posible para todo el mundo.

La Templanza, moderadora de los deseos sensuales es también el requisito para


un goce más puro y pleno. Es una virtud, una línea de cresta entre los abismos
opuestos de la intemperancia y la insensibilidad. Pertenece al arte de gozar, es un
trabajo del deseo sobre si mismo, del ser vivo sobre si mismo cuyo objetivo está en
respetar nuestros límites y no sobrepasarlos. Actúa sobre los deseos más
necesarios de la vida del hombre, como lo son el beber, comer, etc. Y de la especie,
como lo es hacer el amor, los cuales son de los deseos más fuertes y por ende, más
difíciles de dominar.

La templanza es la virtud por la cual continuamos siendo señores de nuestros


placeres y no sus esclavos. Es goce libre, que goza mejor de los placeres al gozar
también de la propia libertad. Es una virtud para todas las épocas, pero mas
necesarias cuanto más favorables sean estas épocas. No es una virtud de
excepción, sino que una común y humilde, de norma, de reserva.

Es una regulación voluntaria de los impulsos que tiene la vida, una sana afirmación
de nuestra potencia de existir y especialmente del poder de nuestra alma sobre los
impulsos irracionales de nuestros afectos o nuestros apetitos.

No es un sentimiento, sino que una fuerza, es decir, una virtud. Ser temperante es
poder contentarse con poco, pero lo importante no es lo poco, sino el hecho de
poder y de contentarse.

Ética, el bien, la verdad y la belleza


Ideas Centrales

• ¿Quién sabe contentarse con lo necesario? ¿Quién sabe amar lo superfluo


solo cuando se tiene? Quizá solo el sabio. La templanza intensifica su placer
cuando este existe, y cuando no existe, hace las veces de él.

• ¿Hay algo más felizmente limitado que nuestros deseos naturales y


necesarios? No es el cuerpo el que es insaciable. La no limitación de los
deseos, que nos condena a la carencia, a la insatisfacción o a la desgracia,
sólo es una enfermedad de la imaginación

• La templanza es una regulación voluntaria de la pulsión de vida, una sana


afirmación de nuestra potencia de existir, como diría Spinoza, y
especialmente del poder de nuestra alma sobre los impulsos irracionales de
nuestros afectos o apetitos. La templanza no es un sentimiento sino una
fuerza, es decir, una virtud. “Es la virtud que supera todos los tipos de
ebriedad”

Ética, el bien, la verdad y la belleza


Posición Personal

Al ser La Templanza una virtud la cual nos aconseja a medirnos con los placeres y
que trata de lograr un equilibrio en nuestra vida entre aquellas cosas que son un
bien, el cual nos provoca un placer, y la vida espiritual, que nos entrega un tipo de
bienestar superior.

Para lograrla, es necesario dominar a cabalidad nuestros instintos y deseos.

Al tener esta virtud, podemos ser considerados sobrios, con la capacidad de


identificar las necesidades que presenta nuestro cuerpo y nuestro ser, donde el real
valor de esto está en encontrar las que son realmente necesarias, las que nos
brindarán un bienestar y nos ayudará a crecer como personas.

Nosotros como humanos tenemos una tendencia natural a abusar de los bienes que
se nos otorgan, siempre queremos tener más, pasando a llevar el significado de
templanza.

También, se dice que si no actuamos con templanza estamos siendo egoístas, por
el hecho de que uno como persona no puede aportar cosas buenas al mundo y a la
sociedad en la que estamos inmersas por pasarnos la mayoría del tiempo pensando
en los vicios, en las cosas materiales. Actuamos pensando en el que dirá la gente,
en querer tener un estatus sobre el resto de las personas, no enfocándonos gozar
manteniendo nuestros límites

Ética, el bien, la verdad y la belleza

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