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El Señor obtendrá la confesión, y “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para

perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” la confesión siempre


viene antes de un sentimiento de perdón.

Job debe de ser desnudado y humillado para confesar su pecado – antes de ser
restaurado y encontrar paz. “Entonces respondió Job a Jehová, y dijo: He aquí que
yo soy vil; ¿qué te responderé? De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te
ven. Por tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza.” “Y quitó Jehová
la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos.

Así también con David; trató por otros medios, pero todo fallo, él debía confesar o
continuar sufriendo. Por lo tanto él dice: “Mientras callé, se envejecieron mis
huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu
mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Mi pecado te declaré, y no
encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste
la maldad de mi pecado“
El rugió desde el dolor- sin encontrar alivio; estaba exhausto por el sufrimiento – y no obtenía consuelo
– hasta que confeso su pecado – y entonces disfruto del perdón y halló paz. Entonces el conoció la
bendición del varón cuyas transgresiones son perdonadas y cuyo pecado es cubierto. Entonces podrá
decir: “Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación
me rodearás.”

Así también con Israel, habiendo reincidido, y sido destruido – el Señor dice:
“Vuélvete, oh rebelde Israel, dice Jehová; no haré caer mi ira sobre ti, porque
misericordioso soy yo, dice Jehová, no guardaré para siempre el enojo.” “¡Sólo,
reconoce tu maldad!”

Y tu, mi querido lector, no debes de estar sólo convencido de pecado – ¡sino que
debes también confesarlo al Señor! Tienes todo el incentivo para hacerlo – tu Dios
te lo ordena – Y su carácter de gracia mantiene el más fuerte estimulo para
hacerlo. Entonces considera los beneficios que fluyen de la confesión: limpia la
culpa de la conciencia – por la sangre expiadora nos trae a casa cuando
reconocemos nuestras transgresiones al Señor. Nos introduce nuevamente a la
comunión con Dios, como el prodigo primeramente confeso. “¡He pecado contra el
cielo y contra ti, y no soy ya digno de ser llamado tu hijo!” Y fue entonces
presentado al compañerismo con su padre en el banquete. La confesión honesta
también produce auto negación y nos conduce a la obediencia santa.

Cuando estés confesando el pecado, asegúrate de reconocer a Dios como dador de


gracia y amable - Como un Padre compasivo y que ha prometido perdonar! No
vayas a Él como con un Juez – o la confesión sólo te guiará a la esclavitud y
aflicción. Recuerda…

Él está listo a perdonar;


Su corazón es tierno,

Sus términos son fáciles,

Su voluntad nuestra felicidad;

Él espera mostrar su gracia.

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