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Pregunta: ¿Contribuyó la política de Seguridad Democrática del primer gobierno de Álvaro

Uribe Vélez (2002-2006) a la estigmatización de grupos de oposición, personas u organizaciones

contrarias a su política de gobierno?

Titulo: La Seguridad Democrática durante el primer gobierno de Álvaro Uribe (2002-2006) y la

estigmatización de los grupos de oposición.

Historia

Número de Palabras: 3990


2

ÍNDICE

Introducción: ..........................................................................................................................3

Capítulo I: Una mirada al concepto de Seguridad Democrática.............................................5

Capítulo II: Un balance sobre los estudios de la seguridad Democrática...............................7

Capitulo III: Una propuesta histórica sobre la seguridad democrática.

3.1 De qué hablamos en los consejos comunitarios..................................................9

3.2 Seguridad Democrática: “Blancos políticos” ...................................................11

3.3 Evaluación e impactos.......................................................................................13

Conclusión..............................................................................................................................14

Referencias.............................................................................................................................17
3

Introducción

Para abordar la Seguridad Democrática debemos retomar tres momentos coyunturales del

panorama colombiano que van desde las décadas de los ochenta, noventas e inicios del dos mil,

pues la vida política del país venía experimentando un desgaste político por cuenta de un

bipartidismo que, violenta y coercitivamente, competía por la conservación de la concentración

de la tierra, los puestos burocráticos y el aparato estatal. De esa manera, intentos de paz,

reformismo, desmovilizaciones guerrilleras, asaltos armados, una asamblea constituyente y una

nueva carta constitucional (1991), darían pie a un “ambiente de esperanza” acompañado de

justicia social, política y económica para aquellos sectores excluidos que reclamaban un cambio

desde la legalidad o la clandestinidad armada.

De ahí que González (2014) argumente que el vertiginoso ascenso de Álvaro Uribe Vélez

obedezca a un discurso y programa político restaurador y esperanzador que evite la “debacle

económica” por cuenta de los grupos armados como Las Farc, el ELN, entre otros, que

necesariamente debían ser combatidos desde una ofensiva militar. Esto se hace explícito en uno

de sus discursos pronunciado en 2005 cuando sostiene que uno de los pilares de su propuesta

política es generar más confianza en la economía1, esto es; seguridad para inversión de capitales

extranjeros, préstamos, creación de empresas y, por ende, empleo en sectores sociales

vulnerables.

No obstante, la realidad política del país contradice los pilares y propósitos de la

Seguridad Democrática, pues según cifras del Banco de Datos de Derechos Humanos y violencia

polícia, Cinep, tanto las brechas sociales como la violencia aumentaron considerablemente en

1
Ver, Uribe Vélez Álvaro “Seguridad Democrática ha recuperado la libertad para el ejercicio de la política, sept 29-
del 2009, documento electrónico.
4

ciertos centros urbanos y zonas rurales. Algunos historiadores como Rafael Ballén, Fernán

González, Francisco Leal, entre otros, atribuyen a la Seguridad Democrática entre sus efectos

más notorios, la persecución y estigmatización de los sectores políticos de oposición, personas u

organizaciones contrarias a dicha política propuesta por Álvaro Uribe Vélez, por lo que el

propósito de esta investigación es dar respuesta al siguiente cuestionamiento, “¿contribuyó la

política de Seguridad Democrática del primer gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2006) a la

estigmatización de grupos de oposición, personas u organizaciones contrarias a su política de

gobierno?”

Para ello, realicé una indagación respecto a la concepción histórica de la Seguridad

Democrática, y la razón de su implementación en Colombia como la solución de todas las

problemáticas que enfrentaba el país para el primer mandato del expresidente Uribe. Luego hice

un balance bibliográfico sobre el papel de estos lineamientos a partir de la postura de diferentes

historiadores y analistas, con el fin de realizar un aporte aterrizado en el método histórico, cuyo

resultado permita comprender, analizar y evaluar la forma en que los grupos de oposición, u

organizaciones contrarias a la política de SD, fueron estigmatizados por mostrar su negativa o

crítica a una política de Estado que generó violencia. Finalmente, profundicé en términos de la

persecución a diferentes sectores de oposición, especialmente el político, esto con el fin de

realizar una evaluación de los impactos de esta política de seguridad en el “imaginario

colectivo”2 de ciertos colombianos, y la estigmatización de los grupos de oposición.

Fuentes primarias como el documento emitido por La presidencia de la República con los

lineamientos de la Seguridad Democrática, discursos del expresidente Uribe, y algunas fuentes

2
Los imaginarios colectivos son un conjunto de símbolos que se generan a partir de las representaciones colectivas.
5

secundarias como libros e informes de analistas como Rafael Ballén y Francisco Leal, fueron

utilizadas para determinar la relación de estos lineamientos de seguridad con la estigmatización

de los grupos de oposición que disentían con las políticas de este gobierno. Tal evidencia fue

corroborada a través de la saturación de fuentes, que nos permitió lograr una mirada sólida

durante esta investigación y finalmente consolidar argumentos verídicos para la culminación de

ésta.

Capítulo 1: “Una mirada al concepto de Seguridad Democrática”.

La génesis de la concepción de seguridad democrática obedece a una serie de intereses

extranjeros ligados al mantenimiento y continuidad de los intereses de grupos dominantes locales

los cuales van desde lo comercial hasta lo geoestratégico; es decir, permanencia del libre

comercio, acaparamiento de tierra, el latifundio, la explotación y extracción de recursos, entrada

de multinacionales y el establecimiento de negocios con la industria militar de los Estados

Unidos, así como la presencia de su aparato militar en Colombia. Lo anterior se expone muy

bien en la visita que el expresidente Álvaro Uribe Vélez hace el 7 de agosto del 2003 a Estados

Unidos para fijar una agenda que tratará tres puntos claves: lucha contra el terrorismo, el

crecimiento económico y la prosperidad (Presidencia de la Republica, Los encuentros de Bush y

Uribe, 2007; Política de defensa y seguridad democrática, 2003). Al respecto el historiador Renán

Vega Cantor (2018), sostiene que el Tratado de Libre Comercio firmado por Álvaro Uribe Vélez

está supeditado a las exigencias del interés y monopolio comercial de los gobiernos estado

unidenses en Colombia (p.113). Es decir, la Seguridad Democrática está supeditada en la

inversión extranjera porque con ella se garantiza la inversión extranjera y modernización de

Colombia.
6

En ese orden de ideas, el concepto de Seguridad Democrática se nutrió por las

afectaciones internas causadas por el conflicto armado con las FARC-EP, además de configurarse

en la respuesta de los intereses y exigencias de los Estados Unidos, que priorizaron desde el Plan

Colombia junto con el Plan Patriota una recuperación militar de zonas estratégicas y el

derrocamiento de la insurgencia armada, cuyo dominio y control territorial dificultaba y

amenazaba la inversión de empresas transnacionales y multinacionales norteamericanas (D’arcier

flores, 2005). Por ello, no es fortuito que la estructura ideológica de la Seguridad Democrática

tenga mucha relación con la carta que algunos mandatarios centro americanos le enviaron al

expresidente George Bush notificándole que los retos y amenazas de la seguridad y la democracia

se contrarrestarían con la garantía de mercados libres y tratados bilaterales de libre comercio.

Esto en marco del Tratado de Seguridad Democrática en Centroamérica, el cual fue acordado en

1995, por los gobiernos Centroamericanos con el objetivo de establecer la hoja de ruta que

garantizaría los principios democráticos.

De lo anterior que entendamos la Seguridad Democrática como un programa político

cuyos presupuestos y principios ideológicos se basan en la solidaridad, el trabajo mancomunado

comunitario y la cooperación por parte de la sociedad civil con el fin de lograr una acción

coordinada de las diferentes instancias del Estado, el sistema judicial, las fuerzas militares, la

policía nacional, entre otros (Política de Defensa y Seguridad Democrática, 2003). Así pues,

podemos concluir que el concepto de Seguridad Democrática implicó la movilización ciudadana,

el respaldo de cierta parte de la opinión publica, la clase política y empresarial, amen de las de

reducción de los indicadores de violencia y la disminución de las acciones contra la

infraestructura nacional y la sociedad en general presentados por el gobierno, en este sentido

Gonzales (2014) pone en cuestión las versiones oficiales, al advertir las afectaciones denunciadas
7

por diferentes organizaciones respecto al derecho de ejercer oposición a dichas políticas y la

garantía de los derechos humanos, específicamente en las regiones donde se llevaban acabo los

operativos militares.

CAPÍTULO II: Un balance sobre los estudios de la Seguridad Democrática.

Uno de los notables académicos en tratar la Seguridad Democrática es Fernán González

González, politólogo, filósofo e historiador, quien plantea en su libro “Poder y violencia en

Colombia” la propuesta de Uribe como “una estrategia integral contras las guerrillas mediante la

acción coordinada” (Gonzalez, 2014, p.448), que se legitimaba en el espectro jurídico, político y

de opinión para concretarse en una ofensiva militar, política y judicial bastante cuestionable, al

no tener ningún antecedente contra los “factores de violencia” 3a los que se les desconoció su

carácter político dentro del conflicto armado, y que se presentaban a la opinión pública como un

obstáculo para el desarrollo socio-económico de la nación. De esta forma se configuró el

imaginario colectivo de la opinión pública hasta posicionar la lucha contra el denominado

terrorismo y el fortalecimiento del Estado (objetivos principales de la Seguridad Democrática)

como tópicos imperantes en la agenda nacional.

De manera análoga Rafael Ballén, en su texto La pequeña política de Uribe “¿Qué hacer

con la Seguridad Democrática?”, la aborda como “una estrategia de guerra integral y total que no

sólo se dirige contra la insurgencia armada, sino también contra los sectores sociales,

intelectuales, [...] que disienten de las políticas del gobierno” (Ballén, 2006, p.93). De ahí que el

texto nos permita abrir un horizonte argumentativo para entender lo escrito sobre esta política,

3
Hay que recordar que Álvaro Uribe Vélez en diferentes ocasiones manifiesta que en Colombia no hay un conflicto
interno sino grupos terroristas como las Farc.
8

pues el autor comenta que el expresidente Uribe se apresura a manifestar en la carta de

presentación de la Seguridad Democrática que “Este gobierno no hace suyas concepciones de

otras épocas como la Doctrina de Seguridad Nacional4 de América Latina que partía de

considerar un grupo ideológico o partido político como enemigo interno”. Esto nos permite

interpretar que su declaración es la clara confesión5 que da cuenta del propósito real de los

lineamientos de la Seguridad Democrática, que se enmarcan en una extenuante persecución a los

sectores opositores de los mismos, además de trazar el hilo conductor que los conectan

directamente con La Escuela de Las Américas. Rafael Ballén no vacila al denominar La

Seguridad Democrática como la continuación del Plan Laso inaugurado en 1964 con la

Operación Marquetalia, pues los métodos, las tácticas y las estrategias utilizadas en ambos

lineamientos, son las mismas.

En esa misma línea de argumentación Francisco Leal Buitrago, sociólogo colombiano

graduado de la Universidad Nacional de Colombia, en su balance de la Seguridad Democrática

2002-2005 exalta el esfuerzo inédito que representan estos lineamientos en la historia del pais, al

integrar en las responsabilidades de los aspectos de la seguridad nacional a los diferentes entes

del estado y a la población civil. No obstante, Leal (2006) hace hicapie en que esta integración

no corresponde con la realidad del país, pues al no reconocer el conflicto armado, estas políticas

4
La Doctrina de Seguridad Nacional según Francisco Leal Buitrago, es “una macroteoría militar del Estado y del
funcionamiento de la sociedad, que explica la importancia de la "ocupacion" de las instituciones estatales por parte de
los militares” (Leal, 1994). La Doctrina se compone de una serie de principios que llevaron, según Leal (1994), a
considerar como manifestaciones subversivas a la mayor parte de los problemas sociales.

5
Ballén nos recuerda que el expresidente Uribe cuenta con un molesto problema de comunicación que consiste en que
cuando niega una cosa no se tiene la certeza si de facto lo está negando o si se debe sobreentender que lo esta afirmando.
(Ballén, 2006, página 208).
9

que responden a un plan de guerra son incoherentes e innecesarias. Lo anterior es preocupante

porque como lo manifiesta Jason Hagen en su articulo “Uribe's People: Civilians and the

Colombian Conflict”, que las políticas establecidas por el expresidente en sus lineamientos de

Seguridad Democrática fueron bastante radicales, e incluso para este tiempo era claro que tales

medidas tan agresivas e impredecibles podrían tener consecuencias aterradoras, no sólo al poner

en peligro los derechos básicos de los connacionales, sino que también sectores políticos de

oposición, agrupaciones u organizaciones que fueron desprestigiadas, satanizadas, acosadas y

perseguidas bajos instrumentos jurídicos y medidas violentas e intimidantes.6 Al igual que

Hagen, diversos analistas aseguraron que este tipo de medidas no debilitarían a las fuerzas

subersivas y que en efecto afectaría a la poblacion civil y a los actores apolíticos que se ven

inmersos en este conflicto. Al respecto, El espectador revela que en uno de los folios, “Bitácora

del espionaje del DAS”, se dió la orden de hacer un seguimiento sistematico y estructurado a

aquellas fuerzas opositoras a las políticas gubernamentales con la intención de restringuir o

neutralizar cualquier acción que amenazara el funcionamiento u aplicación de la Seguridad

Democrática. (El Espectador, 2015). De ahí que podamos entender entonces que la Seguridad

Democrática, si bien tuvo unos elementos a favor, fueron mayores los aspectos negativos como la

persecución a los diferentes sectores de oposición, lo que en efecto se traduce como terrorismo de

estado y a su vez una deslegitimación del mismo.

CAPÍTULO III: Seguridad Democrática

3.1 Estado Comunitario: ¿De qué hablamos en los consejos comunales?

6
Algunas cifras globales de las víctimas de la Seguridad Democrática entre el 7 de Agosto de 2002 y el 30 de Junio
de 2004 son: detenciones arbitrarias, 2.126; amenazas, 801; desapariciones forzadas, 244; ejecuciones extrajudiciales,
1.749; heridos, 292; torturados, 303; violencias sexuales 19; para un total de 5.591 victimas. (Banco de Datos de
Derechos Humanos y violencia política, Cinep).
10

El concepto de estado comunitario fue presentado por el expresidente Álvaro Uribe

en su plan de desarrollo para el periodo 2002-2006, cuyo objetivo era que “los recursos del

Estado sirvieran al interés de la comunidad, a través de la variable de equidad” (Uribe, 2014). Es

por eso que el expresidente configuró y dirigió el imaginario colectivo de la población civil hacia

un interés neto en la seguridad del país, al señalar al terrorismo como “la única variable que

incidía en el desaceleramiento del desarollo del país” (Pardo, 2010), dejando de lado los

multiples factores que han incidido en el crecimiento económico de la nación y la pobreza. En ese

sentido diversas perspectivas proponen factores como la acumulación de riquezas, el nacotráfico,

el desplazamiento forzado, entre otros. Sin embargo, el argumento de Uribe focalizó el terrorismo

como la principal causa para legitimar su política de defensa (Seguridad Democrática). Lo

anterior implica el desconocimiento de las causas de violencia, es decir, que en vez de establecer

la pobreza como la causa principial del crecimiento exponencial de la violencia, se establece esta

última como la causa del atraso económico del país (Pardo, 2010) y en general de todos los

males del país. Así pues, “la deuda social permanece” (Dinero, 2010), pues debemos recordar que

el presupuesto de guerra para este mandato incrementó considerablemente, dejando de lado

aspectos de vital importancia para las comunidades como la educación, salud, servicios básicos,

etc.Derechos tan democráticos como la seguridad.

El concepto de Estado Comunitario se amparó en los consejos comunales que el exalcalde

de Bogotá, Luis Eduardo Garzón calificó como unos “sábados felices”, al ser evidente que estos

no le otorgaban las facultades correspondientes a la comunidad,7 y más bien la convertían en el

7
Debemos recordar que la comunidad era presentada como el medio del Estado Comunitario al participar ampliamente
en la toma, ejecución y supervisión de las decisiones de éste, para garantizar la transparencia. (Uribe, 2014)
11

espectáculo humoristico del expresidente. Según Garzón, “cuando los sectores sociales y

políticos son tan dispersos, se hace necesario crear mecanismos que no sean para botar corriente,

que no deslegitimen cualquier credibilidad institucional y que no hagan que el terreno se vuelva

fértil para la demagogia.” (El Espectador, 2012). Lo que en este caso realizó “oportunamente” el

expresidente Uribe, con el fin de reafirmar en el imaginario colectivo de la opinión pública su

propuesta de Estado, con la que buscaba representar la necesidad de “centralizar al poder

ejecutivo para lograr una unidad de mando en la guerra” (Contreras, Garavito, 2002).

Neyla Pardo en su ensayo “Representaciones de la política de seguridad democrática en el

discurso de Álvaro Uribe Vélez: ¿Estado Comunitario?” establece que la estrategia discursiva del

expresidente respecto al Estado Comunitario, y que era expuesta principalmente en los consejos

comunitarios, propone un modelo de seguridad en el que impera la inclusión, que procede del

carácter formalmente democrático del país, y además “resalta el fortalecimiento de la autoridad

como principio orientador y definitorio de la acción, que incluye al interlocutor y lo propone

desde la expresión nosotros como parte constitutiva de lo que se representa como autoridad”

(Pardo, 2010). De manera que la retórica del expresidente, por un lado, incluyó la construcción de

un país que rechazaba el delito y la violencia; mientras que, por el otro, conceptualizó el delito y

la violencia a la que referenciaba con una postura radical “en relación con el principio de

discrepancia”. De ahí que podamos dar cuenta de la importancia de estos consejos para el

expresidente, al ser el medio de validación de sus políticas de gobierno ante la población

colombiana.

3.2 Seguridad Democrática: “Blancos políticos”


12

Los “Blancos Políticos” fueron un común denominador durante el mandato de Álvaro

Uribe, especialmente en el desarrollo de sus políticas de Seguridad Democrática, al ser tan

controvertidas por los diferentes sectores de oposición política. En un memo del 22 de octubre de

2005 de las actas de la Seguridad Democrática quedó en evidencia las ordenes de seguimiento a

“organizaciones y personas de tendencia opositora frente a las políticas gubernamentales, con el

fin de restringir o neutralizar su accionar” (El Espectador, 2015). De ahí que entre las actas de la

Seguridad Democrática figurara una carpeta titulada "Blancos políticos", de 541 folios, que

registra seguimientos a los candidatos presidenciales para las elecciones de 2006 (Nizkor, 2009),

además de casos como el de la profesora Urrea que se configuró en un objetivo de seguridad

nacional por su cátedra y a partir de ello se inició una campaña de desprestigio, o la persecución

de los concejales de Bogotá que en el año 2004 aprobaron la cátedra de Derechos Humanos (El

Espectador, 2015), pues estos son tan sólo una pequeña muestra de la magnitud de las

transgresiones que se cometieron contra los derechos de la población civil, entes políticos,

académicos, etc...

De lo anterior se supone que dicho seguimiento no se dio en vano, pues es la prueba más

contundente de la intención del expresidente Uribe de silenciar los sectores contrarios a las

políticas de gobierno al ordenar a organismos del aparato estatal configurarse como antagonistas

de las personas u organizaciones críticas del gobierno, no para un fin colectivo, sino para un

interés particular, obedeciendo a la concepción de “un estado policiaco que acosa y asedia a sus

opositores por el simple hecho de serlo” (El Espectador, 2015).

El expresidente Uribe afirmó en uno de los apartados de su autobiografía que “Desde el

primer día en la Presidencia di instrucciones explícitas: no toleraríamos las violaciones de los


13

derechos humanos o de los principios democráticos” (El Espectador, 2015). Sin embargo, los

escándalos del DAS durante su gobierno parecen contradecirlo, pues al cuestionarse ¿por qué

ordenó el seguimiento de líderes políticos? y ¿por qué se esforzó continuamente en clasificarlos

como terroristas y la causa de todos los males del país? Es clara la intención de persecución y

estigmatización hacia los grupos de oposición del expresidente Uribe, pues su principal

preocupación era que estos no se configuraran como un obstáculo para sus políticas de gobierno,

que, aunque muy polémicas, eran absolutas e incuestionables.

3.2 Evaluación e impactos

El gobierno del expresidente Uribe, al igual que ciertos periódicos conservadores como El

País de Cali, le atribuye consecuencias maravillosas a sus lineamientos de seguridad, al

denominarla como el legado histórico de la era Uribe, pues según el diario caleño estos

lineamientos cumplieron con sus objetivos, al agotar la capacidad operativa de las Farc, capturar

y dar de baja a varios de sus cabecillas, lograr la desmovilización de las autodefensas y la

detención de varios de los mayores capos del narcotráfico.

Sin embargo, los expertos contadicen dichas afirmaciones, pues no en vano el costo

humano se materializó en el desplazamiento forzado de 2,5 millones de víctimas durante la

administración de Uribe, además de las 848 investigaciones que La Unidad de Derechos

Humanos adelanta. Es por eso que Pablo Emilio Angarita, profesor investigador de la

Universidad de Antioquia y Doctor en Derechos Humanos y Desarrollo, ha calificado la

Seguridad Democrática como una política que “protege los intereses de las clases dominantes y

vulnera los derechos de las mayorías nacionales” (Angarita, 2012, p.22), al obviar los objetivos
14

que teóricamente se le fueron atribuidos, pero que en su praxis fueron completamente

transgredidos.

Podemos dar cuenta de lo anterior por medio de un recuento de sus efectos prácticos.

Primero, la conformación de redes de cooperantes e informates fue una estrategia bastante

contovertida al involucrar civiles en el conflicto como “cooperantes”, lo cual se traduce en una

clara violación del DIH al no haber una diferenciación entre combatientes y no combatientes,

poniendo en riesgo a dichos civiles. Segundo, la Seguridad Democrática afirmaba preservar los

derechos humanos, sin embargo las estadísticas dieron muestra de lo contrario, al exponer un

panorama lamentable en el que la disminución, por ejemplo, de torturas u otros casos de

violación de derechos humanos, a pesar de haber descendido, siguen siendo alarmantes

(Observatorio DH, 2006). Tercero, aquel optimismo con el que tanto el gobierno como algunos

sectores de la sociedad le atribuyen resultados espléndidos a la Seguridad Democrática se debe

contrarrestar con el alto número de desapariciones forzadas y ejecuciones extrajuduciales que

salieron a la luz años después, además de las persecuciones políticas, que contribuyeron a la

constucción de un imaginario colectivo en el que cualquier postura o ideología contaria a lo que

dictaminara el gobierno, debía ser estigmatizada y condenada. Así pues, la contundencia de estos

hechos da cuenta de que estos lineamientos, además de no ser democráticos, no lograron dar

solución a ninguno de los problemas que aparentemente pretendían resolver.

Conclusión

Debemos hacer hincapié en que en un país en el que su pasado fue completamente

permeado por la violencia, el narcotráfico y en el que se hacen presentes diferentes grupos

armados, además de las Bacrim, es entendible que la seguridad sea un tema imperante en la
15

agenda nacional. No obstante, es claro que el expresidente Uribe interpretó dicha preocupación e

hizo uso de ella oportunamente para “armar una propuesta política y vendérsela al país con la

bien pensada fórmula de la seguridad democrática” (García, 2008).

La política de Seguridad Democrática que surgió para “proteger los derechos de los

colombianos y fortalecer, con la solidaridad de la ciudadanía, el Estado de Derecho y la autoridad

democrática, donde quiera que esté amenazada” (Presidencia de la República, 2003), cumplió una

función contraria, pues fue instrumentalizada al servicio de unos intereses económicos, de

quienes requerían que el Estado operara en regiones claves para poder insertarlas al mercado

global, reactivar la economía y dar respuesta a la demanda neoliberal, a pesar de que esto

significara la transgresión de los derechos humanos y libertades individuales de la población

civil. De manera que estos grupos críticos y opositores fueron satanizados y perseguidos

sistemáticamente como ocurrió tanto con la profesora Urrea, como con los Consejales de Bogotá

y así miles de activistas, defensores de derechos humanos, etc. Esto con el fin de neutralizar su

actuar y asi permitir el libre desarrollo de la economía de mercado que respondía a los intereses

de grupos foraneos, los cuales se beneficiaron del Estado y la política de Seguridad Democrática:

la militarización, vigilancia y control de las regiones claves para dichos agentes económicos.

Llegados a este punto debemos concluir que en definitiva la política de Seguridad

Democrática del primer gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2006) contribuyó de una forma

bastante amplia a la estigmatización de los grupos de oposición, personas u organizaciones

contrarias a su política de gobierno, desde la persecución, opresión y asesinato. No en vano

funcionarios como Jorge Noguera y María del Pilar Hurtado, encargados Departamento

Administrativo de Seguridad (DAS), fueron condenados por su relación con grupos paramilitares
16

y espionaje ilegal (El Tiempo, 2015). De ahí que podamos afirmar que las políticas de la

Seguridad Democrática tuvieron un impacto en el tejido social y comunitario en cirtos sectores de

la sociedad, cuyas consecuencias se ven reflejadas en la polarización y radicalización de la

sociedad colombiana, lo que en efecto se evidenció en el Plebiscito sobre los acuerdos de paz en

Colombia de 2016, o en los diferentes procesos electrorales que se han llevado a cabo en la

actualidad , en los que se hace uso de ese imaginario colectivo para ganar elecciones a través de

la propaganda del miedo y la estigmatización.


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Referencias

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