Mayordomía. Cada vez que oímos ò vemos esta palabra,
rápidamente la asociamos con algo que consideramos como parte de nuestra vida, “El Dinero”.
Y esto se debe a que por años muchos de nuestros
Ministros (no todos) han enfocado la mayordomía, en la fiel devolución de los diezmos y las ofrendas, cuando esto apenas es una pequeña parte de lo que implica ser un verdadero mayordomo.
Entonces, la pregunta que podemos hacernos en estos
momentos es: ¿Qué cosa es, ser un verdadero mayordomo?
Etimológicamente podemos decir que la palabra castellana
«mayordomo» deriva de la palabra latina major, que significa «mayor», domus, que significa «casa». La idea es que el mayordomo es el principal administrador de la casa, o dicho más simple; un mayordomo es un administrador. Pero ¿De qué cosas el hombre es un administrador? ¿Solo de dinero? No, no solo de dinero.
En el concilio de Mayordomía unido, que reunió a iglesias de
distintas denominaciones en los estados unidos durante el año 1945 definió la mayordomía de la siguiente manera: La mayordomía cristiana es la práctica de una entrega sistemática y proporcionada de tiempo, talentos y posesiones materiales, basada en la convicción de que nos fueron confiados por Dios para ser usados en el servicio y beneficio de la humanidad, como demostración de reconocida gratitud al amor redentor de Cristo. (1)
Años más tarde nuestra iglesia presento una definición de
lo que es ser mayordomo. En esta definición cita lo siguiente: Un mayordomo se hace cargo de bienes que no le pertenecen, de recursos que le han sido confiados para cumplir los designios del propietario. La vida pertenece a Dios y él nos ha hecho mayordomos de ella. Demostrando una fiel y sabia mayordomía al respecto, los seres humanos recibirán la vida eterna. (2)
Más recientemente la asociación general de los adventistas
del séptimo día, através de su departamento de mayordomía presento una definición de sobre este punto. Esta definición de mayordomía presenta una visión atinada y precisa, dándonos una idea clara de lo que es ser un verdadero mayordomo.
Esta definición cita el concepto de mayordomía de la
siguiente manera:
Mayordomía cristiana es el estilo de vida de alguien que
tiene una relación viva con Jesús y acepta su señorío, caminando en sociedad con Dios y haciendo su voluntad para administrar sus asuntos aquí en la tierra. (3)
Llegando hasta este punto, podemos notar fácilmente que
mayordomía es mucho más que diezmos y ofrendas, mayordomía es estar en íntima relación con Dios para poder administrar sus asuntos aquí en la tierra, que a su vez como también precisa una declaración anterior nos dice que por la buena administración de esos asuntos de Dios recibiremos la vida eterna. Y la gran pregunta que podemos hacernos ahora es. ¿Cuáles son esos asuntos de Dios que debemos administrar? ¿Por qué administrando bien estos asuntos recibiremos la vida eterna?
Durante mucho tiempo, muchos de nosotros hemos tenido
el concepto de que la mayordomía integral gira en torno a cuatro aspectos que hemos definido como “las cuatro Ts de la mayordomía”; Tiempo, Talentos, Tesoros, Templo (nuestro cuerpo). Estos conceptos que por años hemos tenido son bastantes reales, pero permítame decirles que además de estas 4 Ts, hay tres Ts mas que hemos pasado por alto y que son tan importantes como las primeras cuatro.
Estas otras 3 Ts son: Templo corporativo (el cuidado de
nuestro hogar), Tierra (el cuidado del planeta) Testificación (la administración o presentación de la gracia de Dios)
Para que podamos ver y entender la importancia de cada
uno de estos aspectos, es bueno que veamos las afirmaciones de cada una de estas Ts.
El Tiempo.
El tiempo es un don precioso de Dios. Es el elemento del
cual se hace la vida. La forma como se usa dice mucho acerca de la mayordomía de uno y de la relación de uno con el creador. Los escritores bíblicos hablan de la brevedad del tiempo y de la necesidad de hacer lo más que se pueda de él. El tiempo debe usarse en el propio desarrollo y en la expresión de un amor sociable.
El apóstol Pablo dijo:
Mirad, pues, con diligencia como andéis, no como necios
sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. (Efesios 5: 15 – 16)
Elena White dijo:
Nuestro tiempo pertenece a Dios. Cada momento es suyo, y
nos hallamos bajo la más solemne obligación de aprovecharlo para su gloria. De ningún otro talento que él nos haya dado requerirá más estricta cuenta que de nuestro tiempo. (4)
Los Talentos.
La palabra de Dios nos dice:
Pero a cada uno de nosotros fue dada su gracia conforme a
la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: subió a lo alto, llevo cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. (Efesios 4: 7 – 8)
Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los
otros, como buenos administradores (mayordomos) de la multiforme gracia de Dios. (1Pedro 4: 10)
Pablo habla detalladamente de los «jarismata», es decir, lo
que se da como un don. Son habilidades y capacidades que están colocadas a la disposición de Dios para usarlas como el Espíritu indique. Los dones así llamados naturales y las habilidades llegan a ser jarismata solo en la medida en que se usen para el enriquecimiento y la edificación de la comunidad.
Se describe a la iglesia como una comunidad de personas
talentosas (carismáticas) que están al servicio del mundo. Por lo tanto, la mayordomía supone ministerio, misión, alcanzar las necesidades humanas para satisfacerlas en el nombre de Cristo por medio del ejercicio de los dones. (5)
Los Tesoros.
La palabra de Dios nos dice:
Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos
tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto. (Proverbios 3: 9-10)
El pastor David McConaughy escribió un libro titulado “El
dinero la prueba de ácido”. Dijo: “El dinero, la más común de las cosas temporales, involucra consecuencias poco comunes y eternas. Aunque puede ser que lo haga inconscientemente, el dinero moldea a las personas en el proceso de obtenerlo, ahorrarlo, utilizarlo, darlo, y rendir cuentas de ello. Dependiendo de cómo se lo maneja, se convierte en una Maldición o en una bendición para su dueño”. (6)
Elena White escribió:
No nos ha sido dado nuestro dinero para que pudiéramos honrarnos y glorificarnos a nosotros mismos. Como fieles mayordomos, hemos de usarlo para honra y gloria de Dios. Algunos piensan que solo pertenece al Señor una porción con fines religiosos y caritativos, consideran que el resto les pertenece para usarlo como crean conveniente. Pero en esto se equivocan. Todo lo que poseemos es del Señor y somos responsables ante el del uso que demos. El empleo de cada centavo se verá si amamos a Dios por encima de todas las cosas y nuestro prójimo como a nosotros mismos. (7)
Cuando los individuos están verdaderamente convertidos
experimentan un cambio en su conducta. Todos sus gastos tendrán solamente un propósito: mantener en vista la gloria de Dios, ejercer una influencia correcta en la iglesia y testificar ante el mundo, por medio de todas sus acciones, que son hijos de Dios y que mediante la fe han llegado a ser partícipes de la abnegación y del gran amor de Cristo por las almas que perecen. Estarán constantemente en guardia para no levantar un estandarte mundano en lugar de la bandera de Jesucristo. (8)
El dinero tiene gran valor porque puede hacer mucho bien.
En manos de los hijos de Dios es alimento para el hambriento, bebida para el sediento, y vestido para el desnudo. Es una defensa para el oprimido y un medio de ayudar el enfermo. Pero el dinero no es de más valor que la arena, a menos que sea usado para satisfacer las necesidades de la vida, beneficiar a otros, y hacer progresar la causa de Cristo. (9)
El Templo de nuestro cuerpo.
La palabra de Dios nos dice:
¿A caso no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu
de Dios está en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es. (1Corintios 3: 16 – 17)
En armonía con el mandato bíblico, la iglesia Adventista del
séptimo día, ha fomentado el sano vivir entre sus miembros, así como entre otros a los que pueda alcanzar… el manual de iglesia declara: «pertenecemos a Dios en cuerpo, alma y espíritu. Es, por lo tanto, nuestro deber religioso observar las leyes de la salud, tanto para nuestro propio bienestar y felicidad, como para que podamos servir más eficientemente a Dios y a nuestros semejantes. (10)
El Templo corporativo. (El cuidado de nuestro hogar)
Las sagradas escrituras nos dicen:
Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la
edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia… He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre. (Salmos 127: 1; 3)
Elena White escribió:
A los padres se les ha confiado una mayordomía muy
importante, un cargo sagrado. Deben hacer de su familia un símbolo de la familia del cielo, de la cual esperan llegar a ser miembros cuando haya terminado aquí abajo su día de aflicción y de prueba. La influencia ejercida en el hogar debe ser semejante a la de Cristo. Este es el servicio más eficaz en la edificación del carácter del niño. Las palabras que se hablen deben ser placenteras. No debe haber permitirse que entre en la familia un espíritu violento, arbitrario, despótico. Cada miembro debe ser enseñado que debe prepararse para ser miembro de la familia real. (11)
La Tierra (el cuidado del planeta)
Los adventistas creemos que todos los seres humanos han
sido creados a imagen de Dios y que, por lo tanto, representan a Dios como sus mayordomos, para cuidar del medio ambiente de manera fiel y beneficiosa para la humanidad.
Las sagradas escrituras dicen:
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo
creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. (Génesis 1: 27-28)
Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto
de Edén, para que lo labrara y lo guardase. (Génesis 2:15)
En 1992, el concilio anual voto un documento, titulado
«cuidando la creación de Dios» que presenta la posición que la iglesia adventista del séptimo día tiene sobre la mayordomía de la tierra.
«El mundo en el que vivimos es un don de amor de Dios el
Creador, de aquel que hizo el cielo y la tierra, e mar y las fuentes de las aguas. Dentro de esta creación coloco a los humanos; los puso intencionalmente en relación con él, con otras personas, y con el mundo que los rodea. Por lo tanto, como adventistas del séptimo día, mantenemos que su conservación y cuidado están relacionados íntimamente con nuestro servicio a Dios… Los cristianos deben apreciar la belleza de la tierra. Deben tener respeto por la tierra, pero no deben adorarla. En toda la sagrada escritura, Dios siempre está por encima y aparte de la creación». (12)
La Testificación (la presentación de la gracia de
Dios)
Las escrituras nos dicen lo siguiente:
Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en el nombre de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros os rogamos en nombre de Cristo, reconciliaos con Dios. (2Corintios 5: 19 – 20)
Apocalipsis 14: 6 – 12 contienen buenas nuevas, «el
evangelio eterno»… la buena nueva es que Dios ama a este planeta y que está decidido a rescatarlo y renovarlo, de manera que se realice el propósito original que tuvo en la creación. Compartir este mensaje final en su plenitud es una parte esencial de la mayordomía cristiana con la cual se han comprometido los adventistas.
Debido a este aspecto de mayordomía, los adventistas
están dedicados al ministerio de llevar el evangelio a personas. Porque son mayordomos de la gracia de Dios, los adventistas han puesto en marcha instituciones médicas y educativas y organizaciones de auxilio. Predican y enseñan, sostienen a los que realizan el ministerio. (13)
Elena White escribió:
“Todavía hay un significado mucho más profundo en la regla
de oro. Todo aquel que haya sido hecho mayordomo de la gracia múltiple de Dios está en la obligación de impartirla a las almas sumidas en la ignorancia y la oscuridad, así como, si él estuviera en su lugar, desearía que se le impartiesen. Dijo el apóstol Pablo: ‘A griegos y a no griegos a sabios y no sabios soy deudor’ (Romanos 1:14) por todo lo que hemos conocido el amor de Dios y recibido los ricos dones de su gracia, por encima del alma más entenebrecida y degenerada del mundo, estamos en deuda con ella para comunicarles esos dones” (14)
Concluyendo.
Luego de ver cada uno de estos aspectos podemos ver que
mayordomía es mucho más que diezmos y ofrenda, mayordomía es todo en nuestra vida. Un verdadero mayordomo es un verdadero cristiano quien por la gracia de Dios administra todos los asuntos de su señor en esta tierra, ya que sabe que al final su fiel administración y cuidado de estos aspectos le darán la oportunidad de mantener esa viva relación con Jesús y así disfrutar con El su promesa de vida eterna.
Al final de la jornada oiremos de nuestro Rey y Señor decir:
Convocará a los cielos de arriba, y a la tierra, para juzgar a
su pueblo. Juntadme mis santos, Los que hicieron conmigo pacto con sacrificio. (Salmos 50: 5-6)
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1. Compromiso de amor pág. 7
2. Compromiso de amor pág. 12 3. Principios de mayordomía pág. 10 4. Palabra de vida del gran maestro pág. 277 5. Fundamento teológico de nuestra fe pág. 213 6. El dinero la prueba de ácido 7. Mensaje para los jóvenes pág. 308 8. Alza tus ojos pág. 134 9. Palabra de vida del gran maestro pág. 331 10. Fundamento teológico de nuestra fe pág. 210 11. Fundamento teológico de nuestra fe pág. 221 12. Fundamento teológico de nuestra fe pág. 208 y 209 13. Fundamento teológico de nuestra fe pág. 209 14. Evangelismo pág. 189