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Ramón Griffero
http://www.griffero.cl/mn_ens.htm#11
Reflexiones-Lamentos-Ideales
Pensar sobre nuestra memoria cultural, y las políticas de resguardo de nuestro patrimonio,
es un ejercicio doloroso, es una suma de recuerdos, de nostalgia, es pensar en lo arrasado,
en lo desfigurado, en lo que se está destruyendo en los esfuerzos y creatividades
perdidas...Un patrimonio que subsiste como restos de un naufragio, disperso,
fragmentado, abandonado a la merced de las mareas y de los solitarios coleccionistas. Es
demasiado lo que ya se ha extinguido, hay demasiado paisaje irreconstituible. Hay
desaparición y muerte. Entonces es normal no querer pensar en ello. Y asumir el futuro
como historia.
Hay que reconocer la labor de la dirección de bibliotecas que con sus escasos recursos
logra mantener la tradición literaria e impresa de la nación, pero que aislada en su labor,
sus escritos se transformaran en la imagen de un país de ficción. Creo que este seminario y
en este momento histórico, donde restauramos nuestra democracia, son instantes claves
para definir acciones. Ahora que al menos ya se ha reconocido la deuda que la democracia
mantiene con la cultura.
Italia es uno de los siete países más industriales del mundo y las necesidades del progreso
coexisten con la tradición cultural, pero están impedidos de arrasar con ellas, así que
impidamos que se utilice la máscara del progreso para justificar la destrucción de una
memoria. Es imposible retroceder... Habrá voluntad política para declarar barrios de
Valparaíso como monumentos nacionales, o quedaremos con ascensores que nos llevaran
a blocks de eternit y malls con vista al mar... y ahí aislada entre aquello una casa
restaurada, transformada en sucursal bancaria, ultima imagen de lo que fue.
Por eso veo difícil en algunas áreas que pueda ser la empresa privada a cual debamos
recurrir como para proteger e incluso desarrollar nuestro arte y cultura.
La prioridad para la materialización de este espíritu es una legislación que otorgue a las
instituciones pertinentes un mandato y una autonomía económica en sus funciones de
resguardo y difusión. Generar instancias y estrategias de difusión de nuestro arte y cultura
como inseparable de su resguardo, una difusión pluralista y diversa.
Los creadores culturales, la memoria cultural del país son los anticuerpos frente a la
internacionalización y globalización de los mercados. El estado debe sustentar estos
anticuerpos, él es el guardián de la soberanía del espíritu. Nada nuevo ya inscrito en el
pensamiento teórico de la democracia occidental. Al menos que Rousseau pida perdón por
haber sólo escrito las bases de una comedia que nosotros hemos tomado en serio.