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CONSTRUYENDO “LA PAZ PERPETUA” EN COLOMBIA

Interpretación del post-conflicto en Colombia desde la ética kantiana

Por Alexander González García

“La paz perpetua” es el anhelo de todo ser humano. Así lo identificó


Immanuel Kant en 1795 con su escrito titulado de esta forma. El filósofo alemán
buscaba una armonía entre los estados que favoreciera la paz entre sus
habitantes; como de manera similar, muchos colombianos buscan vivir en paz en
medio de la diversidad de la sociedad. Sin embargo, a pesar de estar a puertas de
finalizar una guerra que ha durado más de 50 años y que ha destruido de diversas
maneras la vida de muchos colombianos; es ingenuo creer que una verdadera paz
que implica justicia social, respeto, igualdad, equidad llegó al país con la firma de
un acuerdo de paz.
El hecho de finalizar el conflicto entre las FARC y el Gobierno colombiano,
permite al país superar una de sus mayores crisis sociales; pero, aún así,
Colombia esta sumergida en una serie de dificultades sociales, económicas y
culturales que hacen que la paz sea todavía muy frágil. Además para Kant “la paz
entre hombres que viven juntos no es un estado de naturaleza –status naturalis-;
el estado de naturaleza es más bien la guerra, es decir, un estado en donde,
aunque las hostilidades no hayan sido rotas, existe la constante amenaza de
romperlas”1
Frente a la realidad colombiana y a la naturaleza humana, surge el
cuestionamiento ¿Cómo Colombia puede alcanzar una paz estable y duradera, o
como diría Kant, una “paz perpetua”? En este trabajo se intenta responder a esta
pregunta a partir de las reflexiones de la ética kantiana que, a nuestro parecer, son
validas y aportan una propuesta filosófica vigente para nuestro tiempo. La
estrategia metodológica que se sigue para esta investigación se ciñe a los pasos
de la hermenéutica, la argumentación y la crítica. En primer lugar, se estudia la


1
KANT, Immanuel. Sobre la paz perpetua. Traducido por Joaquin Abellán. 6 ed. Madrid: Tor, 1998.
P. 5.
relevancia de la aplicación de la ética kantiana para el contexto colombiano; a
continuación, se expone la comprensión de la dignidad humana en Kant y la
necesidad de respetar la vida en Colombia; y, finalmente, se anuncia la propuesta
educativa kantiana que concretiza el proyecto moral en el post-conflicto
colombiano.

ÉTICA DEL DEBER

Los problemas sociales en Colombia tales como la pobreza, la violencia, la


guerra entre otros, son tan sólo las consecuencias de un problema mayor de la
sociedad colombiana y es la falta de ética de los ciudadanos. Se ha instalado en la
cultura del país la doble moral, la corrupción, la impunidad, el abuso de poder, la
intolerancia, etc., y esto es debido a una concepción teórica de la ética, alejada de
la realidad de las personas.
En el pensamiento kantiano esto se entiende a que los colombianos, como
todos los seres humanos, se dejan llevar por su naturaleza individualista. Pues
para Kant “desde el día en que el hombre empieza a expresarse diciendo yo, saca
a relucir su querido sí mismo allí donde se le permite, y el egoísmo progresa
inconteniblemente”.2 Dada esta realidad humana, Kant constata que la legislación
es antinatural al hombre porque lo aleja de su búsqueda de si mismo y, también se
percata que las leyes morales son la única forma que tiene el ser humano para
proceder correctamente.
Sin embargo, la concepción del filósofo de Königsberg sobre la ley se
aparta del pensamiento moral y político de su época debido a la perdida de la
fuerza de la religión y a la coexistencia de diversas comunidades con sus ideales
diversos de bienestar.3 Para Kant, por un lado, la legitimidad de la ley moral no
puede estar sustentada en los designios divinos, debido a la diversidad de
creencias y a los limites de la razón pura para acceder a esas realidades


2
KANT, Immanuel. Antropología en sentido pragmático. Traducido por María Granja, Gustavo
Leyva y Peter Storandt. México: Tor, 2014. P. 11.
3
MARTINEZ, Hernán. Kant: Una ética para la modernidad. En: Diálogos de Saberes. No. 24 (Ene-
Jun. 2006); p. 181-194.
metafísicas de manera objetiva. Por otro lado, la ley moral tampoco puede ser
fundamentada en la idea de la felicidad humana, pues cada persona y cultura la
concibe de manera diferente y, en efecto, carece de toda objetividad. Entonces,
Kant busca un terreno seguro para concebir principios morales universales y este
lo encuentra en la razón humana.
A pesar de que la Ley moral, no puede ser comprobada por la razón pura,
para Kant es una realidad y una necesidad de la razón práctica y, por lo tanto, es
una realidad objetiva que se impone al ser humano. Pero esta Ley no es
concebida como algo externo al hombre, sino es el resultado del desarrollo de la
Ley universal interna que él mismo posee y que es sintetizada en la última versión
del imperativo categórico: “obra de manera tal que la máxima de tu voluntad pueda
convertirse al mismo tiempo en principio de una legislación universal”4.
Para Kant, toda la Ley moral puede sintetizarse en este imperativo que es
fruto de la razón y del cual se puede deducir toda obligación absoluta e
incondicional para el ser humano. Este mandamiento moral de Kant, se distingue
de los imperativos hipotéticos que impulsan a la acción del hombre en ciertas
ocasiones, por ejemplo: si no deseas tener problemas con la policía no deberías
robar. Pero si hay alguien que no comparta este deseo, no estaría obligado a
respetar los bienes ajenos. Sin embargo, Kant clarifica que el imperativo
categórico no depende de los deseos humanos, sino implica una acción obligatoria
debido a la propia bondad de la acción, sin mirar el beneficio propio que se pueda
obtener.
Esta reflexión es conveniente para el contexto de Colombia, pues da la
impresión que en la cultura colombiana, los ciudadanos actúan mas por
imperativos hipotéticos que por el imperativo categórico. Para que los colombianos
lleguen a concebir una realidad moral sólida, al estilo kantiano, es necesario
liberarse de “la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro”5 y
tener el valor para servirse de su propia razón y esto implica regirse por la Ley


4
KANT, Immanuel. Crítica de la razón práctica. Traducido por Roberto R. Aramayo. Madrid:
Alianza, 2011. P. 17.
5
KANT, Immanuel. ¿Qué es la ilustración? Traducido por Roberto R. Aramayo. Madrid: Alianza,
2004. P. 1.
moral que cada uno posee. Pero como advierte Kant de manera realista “la pereza
y la cobardía son causa de que una gran parte de los hombres continúen a gusto
en su estado de pupilo”, pues “¡es tan cómodo no estar emancipado!”6. Con estas
palabras, a mi modo de ver, Kant hace un llamado a los colombianos a salir del
estado de minoría de edad y a actuar no por leyes externas, ni por el deseo de
sacar beneficio de la Ley moral, sino a proceder con ética por el simple hecho de
saber que es lo racionalmente correcto. Así de esta manera, los colombianos se
liberarían de “la sumisión ciega a las demandas externas y a los impulsos
internos” 7 y se ponen cimientos sólidos para construir la paz verdadera.
Por otro lado, uno de las concreciones practicas que hace Kant sobre el
imperativo categórico es en el comportamiento moral de los políticos. Reflexión
acertada para los gobernantes colombianos. El imperativo categórico libera a los
dirigentes de una nación a tomar decisiones que buscan el beneficio propio de
obtener mas poder, de favorecer a su allegados, o de buscar enriquecerse. Kant
distingue dos clases de gobernantes: “yo concibo un político moral, es decir, uno
que considere los principios de la prudencia política como compatibles con la
moral; pero no concibo un moralista político, es decir, uno que se forje una moral
ad hoc, una moral favorable a las conveniencias del hombre de Estado”.8
Esta distinción de hombres de estado es bastante certera en Colombia,
pues si se quiere construir una paz sólida es necesario que sus dirigentes sean
políticos morales que actúan bajo principios de la Ley moral y sean un ejemplo
para el pueblo. Los índices de corrupción en la política colombiana señalan que el
actuar bajo el imperativo categórico es una urgencia para el país.
Otra de los aportes de la ética Kantiana para construir una armonía entre
los ciudadanos colombianos se haya en la reflexión filosófica sobre la dignidad
humana.


6
Ibídem.
7
MALISHEV, Mijail. Kant: ética del imperativo categórico. En: La Colmena. No. 84. (Oct-Dic. 2014);
p. 21.
8
KANT, Immanuel. Sobre la paz perpetua. P. 18.
RESPETO A LA DIGNIDAD HUMANA

Colombia ha sido catalogada como uno de los países donde mas se han
violado los derechos humanos en las últimas décadas. 9 Esto es evidente al
corroborarlo con trágicos sucesos de secuestros, asesinatos, falsos positivos,
desplazamiento interno, destitución de tierras, entre otros. Ante esta realidad,
pareciera que en Colombia las personas no tuvieran el suficiente valor para ser
respetadas. A fin de parar esta desastrosa situación y evitar la continuidad de
estos hechos en el país, es necesario dignificar la vida humana. En este punto, la
reflexión kantiana es también pertinente.
Para el filósofo alemán, las personas son merecedoras del respeto moral y
lo explica de la siguiente forma: “(Todo) tiene o un precio o una dignidad. Lo que
tiene un precio puede ser sustituido por otra cosa como equivalente; en cambio, lo
que se halla por encima de todo precio y, por tanto, no admite equivalente, posee
dignidad”.10 En esta lógica, como una persona es irremplazable, entonces, tiene
dignidad.
El mayor énfasis en la dignidad humana se encuentra expuesto por Kant en
el enunciado del imperativo categórico conocido como fórmula del fin en sí mismo:
“Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la
persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca simplemente
como medio”.11 La Ley moral prohíbe tratar al ser humano como un simple objeto,
pues esto no le permite desarrollar su propio potencial.
Según la interpretación tradicional, el fundamento de la dignidad humana en
Kant se en encuentra en la metafísica. La dignidad del hombre proviene de ‘ser
imagen y semejanza de Dios’ y de tener una capacidad de crecer hacia lo divino.


9
GRUPO DE MEMÓRIA HISTÓRICA. ¡Basta ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad.
Bogotá: Imprenta Nacional, 2013.
10
KANT, Immanuel. Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Traducido José
Mardomingo. Barcelona: Ariel, 1996. P. 74.
11
Ibíd. P. 73.
Es como si el hombre tuviera un joya preciosa dentro de sí que lo hace valioso y,
por eso, los seres humanos se deben respetar.
Sin embargo, Sensen explica que esta interpretación no es fiel al
pensamiento kantiano. La dignidad del ser humano no proviene de un valor
inherente que le es propio, sino se debe a que el imperativo categórico que está
en cada persona ordena respetar y dignificar al ser humano. Esta visión de la
moral es considerada por Sensen como la “revolución copernicana” en la filosofía
práctica de Kant.12
En la realidad colombiana la distinción entre la interpretación tradicional y la
visión de Sensen sobre la dignidad humana es, a mi modo de ver, fundamental
para superar las dificultades de convivencia en Colombia.
La postura tradicional de creer que debo respetar al hombre porque es
valioso en sí mismo, tiene el límite de la subjetividad del hombre. Un asesino, por
ejemplo, puede hallar valiosa la vida de su madre, pero no encontrarla en la vida
de su víctima. Esta postura lleva a relativizar el valor de la vida y, por ende,
fácilmente se irrespeta la dignidad humana.
Pero, según la interpretación de Sensen, el asesino debe respetar la vida
de los otros independientemente de su valor, sino por el hecho de que la Ley
moral que habita en él, le ordena a hacerlo. Esta interpretación está libre de la
subjetividad humana y se coloca de manera objetiva el énfasis en el deber.
Por otro lado, con el fin de obrar justamente y respetar el estatus moral de
los ciudadanos en Colombia, es necesario desarrollar la autonomía de cada
persona como la entiende Kant, es decir, ser legislador y estar sujeto a la Ley al
mismo tiempo. Pues, la relación entre los seres humanos esta mediada “por el
reconocimiento recíproco de la universalidad de la voluntad legisladora de cada
persona”. 13 Sólo a partir de ese acuerdo los colombianos alcanzarán una
convivencia pacífica y perdurable.
Ésta utopía es realizable al desarrollar la conciencia moral que para Kant
esta no se adquiere “sino que todo hombre, como ser moral, la tiene originalmente

12
SENSEN, Oliver. Kant on Human Dignity. Berlin / Boston: Walter de Gruyter, 2011 p. 26.
13
HABERMAS, Jürgen. El concepto de dignidad humana y la utopía realista de los derechos
humanos. En: Dianoia. Vol. 55. No. 64. (May. 2010); p. 16.
en sí”14 y lo que puede hacer el ser humano es de fomentarla, es decir, “aguzar la
atención a la voz del juez interior y emplear todos los medios para prestarle
oído”.15 El desarrollo de la conciencia moral de los colombianos no solo fomenta el
respeto, la tolerancia, la concordia; sino también combate la indiferencia frente al
dolor humano.
Sin embargo, para que los colombianos puedan cultivar la conciencia moral
y actuar bajo el imperativo categórico es necesario desarrollar la moralidad de los
ciudadanos a partir de la educación.

EDUCACIÓN MORAL

La educación es uno de los pilares fundamentales para el progreso de una


sociedad, pues permite el desarrollo académico, la transmisión de la cultura y la
construcción de valores en una comunidad. En el post-conflicto colombiano la
educación será de vital importancia para crear una cultura de paz sostenible.
Aunque, el Sistema Educativo Colombiano y muchas instituciones educativas son
conscientes de la importancia de educar para la paz, cuando esta idea desciende
a la práctica pedagógica puede ser limitada. La filosofía de la educación de Kant
ofrece planteamientos adecuados para tener en cuenta en el momento crucial que
vive el país.
El filosofo alemán es consciente que “la educación es el problema mas
grande y difícil que puede ser propuesto al hombre”, 16 y también sabe que el
desarrollo moral del hombre, sólo es posible a partir de la educación. A pesar del
egoísmo del hombre, las tendencias y pasiones humanas que van en contra del
comportamiento moral, existen ciertas disposiciones en el hombre que favorecen
su crecimiento ético tales como la racionalidad y el anhelo de vivir en armonía. Por


14
KANT, Immanuel. La metafísica de las costumbres. Traducido por Adela Cortina y Jesús Conill.
Bogotá: Rei, 1989. P. 156.
15
Ibíd, p. 157.
16
KANT, Immanuel. Sobre pedagogía. Traducido por Oscar Caeiro. Córdoba: Akal, 2003. P. 3.
lo tanto, a pesar de las dificultades de educar en moral, esta labor constituye el fin
último de la sociedad.17
Kant acepta que pocas personas, sin presiones de ningún tipo, están de
acuerdo a actuar motivadas solo por el imperativo categórico. La mayoría de la
gente requiere leyes externas para guiar su comportamiento y controlar sus
instintos individualistas. De ahí que las condiciones socio-políticas y jurídicas sean
necesarias y permitan al hombre crear su carácter bajo el dominio de leyes
morales.
Entonces, el desarrollo moral de la persona no se produce como fruto sólo
de su buena voluntad, sino se da a través de un aprendizaje basado en normas y
leyes que debe cumplir. En este punto, Kant valora las normas de convivencia que
tienen las instituciones educativas, pues contribuyen a formar el carácter del
aprendiz.18
Una de las características de la educación kantiana es la intención de
formar holísticamente a la persona, esto se traduce en una educación humanista,
técnica y moral. Sin embargo, Kant insiste que lo mas importante es la formación
de la voluntad: “los primeros esfuerzos de la educación moral son para fundar un
carácter. Consiste éste en la facilidad para obrar por máximas. Al principio son las
máximas de la escuela, y después, las de la humanidad.”19
La educación colombiana esta en general enfocada a la formación
académica dejando a un lado las otras dimensiones humanas. El riesgo de la
educación actual en el país es de verla como una herramienta al servicio de las
necesidades egoístas del individuo. A lo largo de la historia de Colombia y de la
humanidad, encontramos ejemplos de personas con grandes capacidades
intelectuales, pero sin valores morales. Por esta razón, el desarrollo intelectual del
estudiante no asegura la construcción de una sociedad justa y pacífica; pero, por
el contrario, una formación integral que incluya el desarrollo moral del individuo a
la manera kantiana, consolida el progreso de la sociedad.


17
Cfr. Ibídem.
18
Cfr. KANT, Immanuel. Antropología en sentido pragmático. Traducido por María Granja, Gustavo
Leyva y Peter Storandt. México: Tor, 2014.
19
KANT, Immanuel. Sobre pedagogía. p. 20.
Ahora bien, Kant desarrolla una pedagogía que contribuye al desarrollo de
la conciencia moral de la persona. El método kantiano busca desarrollar la
capacidad de discernimiento y de juicio sobre las acciones morales a través del
análisis.20 Sin embargo, en Colombia la educación continúa siendo de manera
tradicional, es decir, los estudiantes repiten la lección dada por el profesor, al
respecto Kant aclara que “la memoria es muy necesaria, pero no vale
absolutamente nada, cuando se hace de ella un mero ejercicio; por ejemplo,
cuando se hace aprender los discursos de memoria”.21 La educación en Colombia
debe estar dirigida a desarrollar el pensamiento crítico de los estudiantes y,
potencializar sus capacidades de comprender, analizar y evaluar las acciones
humanas para mejorarlas.
De esta manera, Kant busca con la educación generar conductas virtuosas
en las personas, maneras de estar y de relacionarse con el mundo en las cuales el
imperativo categórico sea practicado. Bajo las orientaciones kantianas, la
educación en Colombia desarrollaría la autonomía del individuo y la
responsabilidad moral de los ciudadanos.

Después de este análisis sobre la paz estable y duradera en el post-


conflicto colombiano desde la perspectiva kantiana, se concluye que la
convivencia pacífica no se reduce solamente a la ausencia de guerra, sino exige
un comportamiento ético por parte de cada ciudadano. Esto conduce a generar
una sociedad mas justa y equitativa, y a respetar la dignidad humana por el hecho
de que el imperativo categórico lo exige. Pero para que estas ideas no queden
diluidas, se debe formar en principios éticos a los colombianos. Sólo así, “la idea
de la ‘paz perpetua’, que se deduce de los hasta hoy falsamente llamados tratados
de paz –en realidad, armisticios-, no es una fantasía vana, sino un problema que
hay que ir resolviendo poco a poco”22 bajo la guía de la Ley moral.


20
Cfr. Ibídem.
21
Ibíd. p. 16.
22
KANT, Immanuel. Sobre la paz perpetua. P. 27.
Radicación No. 001 – 2017 - SOCIALES

BIBLIOGRAFÍA

GRUPO DE MEMÓRIA HISTÓRICA. ¡Basta ya! Colombia: Memorias de guerra y


dignidad. Bogotá: Imprenta Nacional, 2013.

HABERMAS, Jürgen. El concepto de dignidad humana y la utopía realista de los


derechos humanos. En: Dianoia. Vol. 55. No. 64. (May. 2010); p. 3-25.

KANT, Immanuel. Antropología en sentido pragmático. Traducido por María
Granja, Gustavo Leyva y Peter Storandt. México: Tor, 2014.

_________. Crítica de la razón práctica. Traducido por Roberto R. Aramayo.
Madrid: Alianza, 2011.

_________. Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Traducido José


Mardomingo. Barcelona: Ariel, 1996.

_________. La metafísica de las costumbres. Traducido por Adela Cortina y Jesús


Conill. Bogotá: Rei, 1989.

_________. ¿Qué es la ilustración? Traducido por Roberto R. Aramayo. Madrid:


Alianza, 2004.

_________. Sobre la paz perpetua. Traducido por Joaquin Abellán. 6 ed. Madrid:
Tor, 1998.

_________. Sobre pedagogía. Traducido por Oscar Caeiro. Córdoba: Akal, 2003.

MALISHEV, Mijail. Kant: ética del imperativo categórico. En: La Colmena. No. 84.
(Oct-Dic. 2014); p: 9-21.
MARTINEZ, Hernán. Kant: Una ética para la modernidad. En: Diálogos de
Saberes. No. 24 (Ene-Jun. 2006); p. 181-194.

SENSEN, Oliver. Kant on Human Dignity. Berlin / Boston: Walter de Gruyter,


2011.


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