Se agrega una voz superior o inferior a una llamada “Cantus
Firmus”, la cual aparece siempre en redondas.
Se agregan dos blancas por cada nota del “Cantus Firmus”
(cuando es binario), o tres blancas de contrapunto (cuando es ternario).
La primera blanca de cada compás ha de ser consonante
(intervalos): el unísono, la octava (encima y debajo), la quinta que ha de ser siempre justa (arriba y abajo), la tercera mayor y menor (encima y debajo), sexta mayor y menor.
La primera blanca (pulso fuerte), ha de ser la octava o unísono
(intervalo en relación con el cantus firmus), la quinta o bien la tercera del acorde.
La segunda blanca (débil), puede ser o no, consonante. En el caso
de que fuera una disonancia ha de entrar y salir por grado conjunto como “nota de paso” u otra movimiento convencional. En ocasiones podría iniciarse el contrapunto con un silencio de blanca, con el objetivo de mejorar la línea melódica.
En el penúltimo compás el contrapunto debe de realizarse
sobre la progresión V – I o vii° - I.
En el último compás el contrapunto ha de concluir con la
primera especie, es decir, en redonda.
El penúltimo compás también podría tener una redonda, pero
solamente cuando el contrapunto no pueda resolverse de ninguna otra forma (el movimiento de la melodía).
En esta especie no se puede repetir la misma nota.
Respetar las otras reglas referentes al movimiento de las
voces. Ejemplo: Arnold Shöenbert, Ejercicios Preliminares de Contrapunto (Barcelona: Idea Books S. A., 2002), 39 - 45