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El cerebro límbico, o también llamado “cerebro emocional”, está

formado por varias estructuras cerebrales que generan respuestas


fisiológicas hacia estímulos emocionales. Está relacionado con la
memoria, la atención, los instintos sexuales, las emociones, la
personalidad y la conducta. El tálamo, el hipotálamo, el
hipocampo, la amígdala cerebral, el mesencéfalo entre otros
conforman este sistema.

Se encuentra inmediatamente debajo de la corteza cerebral y es


llamado también cerebro medio. Estos centros ya funcionan en
otros mamíferos y son los responsables de movimientos
emocionales como el temor o la agresión. En el ser humano, son
los centros de la afectividad donde se procesan las distintas
emociones como penas, angustias y alegrías intensas.

El sistema límbico está en constante interacción con la corteza


cerebral y esto es lo que explica que podamos tener control ante
nuestras emociones. Por otro lado, el rol de la amígdala en el
procesamiento de las emociones es incuestionable. Por ejemplo,
pacientes con la amígdala lesionada o extirpada directamente, ya
no son capaces de reconocer la expresión de un rostro o si una
persona está contenta o triste.

A través de otros estudios se comprobó que la capacidad de


aprendizaje y la memoria requieren de una amígdala intacta.

Según últimos estudios sobre el sistema límbico, se determinó que


éste realiza predicciones que se envían al resto del cerebro, y que
por el contrario a lo que se pensaba anteriormente, no reacciona a
estímulos del exterior. Son las emociones, entonces las que
dirigen nuestra manera de actuar, ver, oír, etc y no al revés.

El tejido límbico estaría en la cima de la jerarquía de la predicción


del cerebro, debido a su estructura y la forma en que las neuronas
se organizan. Está dirigiendo las predicciones a cualquier otro
sitio de la corteza y eso incluso hace que sea muy potente.

A raíz de todos estos nuevos descubrimientos, desde la psicología


de la emoción y la neurociencia afectiva, se demuestra que las
personas somos arquitectas de nuestras propias experiencias
emocionales. Dirigen el procesamiento en el cerebro, no
reaccionan a los estímulos del mundo exterior.

Sistema Límbico

Según el sentido común, necesitamos “ver para creer”,


sin embargo estos descubrimientos demuestran que el
cerebro está construido para que las cosas funcionen a
la inversa, vemos (oímos, olemos y saboreamos) lo que
creemos.

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