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José Guadalupe Posada.

Grabado

“EL VELORIO”

Paso cómico costumbrista para grupos escolares.

Escenario: casa humilde en un pueblo cualquiera.

HILARIA: ¡María! ¿Dónde estás?... ¡María!


MARÍA (entrando): Aquí estoy.
HILARIA: ¿Pues dónde andabas? De seguro andabas de cusca, ¿verdad?
MARÍA: ¿Yoooo?
HILARIA: Bueno, hermana, tengo algo importante qué decirte.
MARÍA: ¿Qué cosa?
HILARIA: Pues que estamos muy pobres. Tenemos que hacer algo para conseguir dinero.
MARÍA: ¿Y qué podemos hacer?
HILARIA: Pues no sé, algo se nos debe ocurrir.... (ambas se ponen a pensar, se les ocurren
ideas que no les convencen y finalmente)... ¡Ya sé! Tú te vas a morir.
MARÍA: ¿Qué? ¡Estás loca! Yo no me quiero morir; todavía estoy muy joven y bella.
HILARIA: No me has entendido: Nomás te vas a hacer la muerta, para que venga mucha
gente a verte.
MARÍA: ¿Y para qué quieres que hagamos argüende?
HILARIA: Para que la gente que venga, coopere para tu velorio y nos dejen mucho dinero.
MARÍA: Mmmm... eso no me da buena espina. ¿Y qué tal si la gente nos descubre?
HILARIA: No te apures, la gente es muy tonta. Sólo se creen lo que ven en internet y nosotros
ni feis tenemos.
MARÍA: Pues, está bien. ¿Dónde quieres que me muera?
HILARIA (gritando para afuera del escenario): ¡Leopoldino, Ven acá!
LEOPOLDINO (entrando): ¿Qué pachó?
HILARIA: Tráete el catre que tenemos allá en el cuarto, para que se muera María.
LEOPOLDINO: Simón... (falso mutis. Recapacita). ¿Para que qué?
HILARIA: Para que se muera tu tía, y venga la gente a velarla y cooperen para el sepelio.
LEOPOLDINO: Chale, tía, ya no fume de esos cigarros.
MARÍA: ¡Leopoldo, haz lo que te dijo tu tía!
LEOPOLDINO (obedeciendo): Calmantes montes, alicantes pintos (sale).
MARÍA: A mí no me da buena espina eso que estás planeando, Hilaria. Si la gente coopera y
luego se entera que no me morí ¿qué vamos a hacer?
HILARIA: Eso no va a pasar, no te preocupes.
LEOPOLDINO: Aquí está el castre.
HILARIA: El catre.
LEOPOLDINO: Por eso, el castre.
MARÍA (acostándose en el mueble): ¿Qué tal me veo de muerta?
HILARIA: Pues, como que te falta algo... A ver, cruza los brazos sobre tu pecho.
LEOPOLDINO: Parece una momia de Guanajuato.
MARÍA: Tú cállate, sobrino. Y ahora vete a avisarle a la gente del pueblo que ya me morí.
LEOPOLDINO: Oquei maguey (sale).
Hilaria ensaya su llanto, María se acomoda en su lecho Llega Leopoldino.
LEOPOLDINO: Ahí viene ya la gente.
HILARIA: Pues ponte a llorarle a tu tía, ándale.
Las dos lloran falsamente.
LECHERO (entrando): ¿Pero cómo que se murió? Si me debía como mil pesos de la leche
que le fiaba.
HILARIA: ¡Ay, se me fue, mi hermanita, tan buena y tan honrada!
LECHERO: Usted me va a pagar, ¿verdad?
HILARIA: ¡Aaaaaaaaaaaaaaaay mi hermana!
LECHERO (a Leopoldino): ¿Tú me vas a pagar?
LEOPOLDINO: ¡Tíaaaaaaaaaaaaaaa, por queeeeeeé!
El lechero insiste pero ambos se hacen los desentendidos.
CARTERO (entrando) ¿Aquí vive la señorita María Hurtadillo?
LEOPOLDINO: No, aquí no vive; es decir, sí vivía, pero se murió ¡Buu!
CARTERO: Le traigo varios sobres.
HILARIA: ¿Son cartas?
CARTERO: No. Puras deudas para que paguen: el recibo del agua, el de la luz, el del
préstamo que pidieron en el Monte de Piedad...
HILARIA: ¿Cómo se le ocurre traer malas noticias en estos momentos tan tristes? Póngase
a llorarle a mi hermana y deposite su cooperación. (Le pasa un bote) Y usted también
coopere (al lechero)
LECHERO: Pero yo no traigo dinero.
LEOPOLDINO: Pues aunque sea déjenos un litro de leche; no sea codo. (Le quita una
botella)
EUFRASIA (entrando): ¿Cómo que se murió? Pero si apenas ayer la vi, tan llena de vida.
¡Nooooooo! No lo puedo creer, mi amiga se nos fue y nunca la volveremos a ver, qué tristeza
tan grande. ¡Buaaaaaaa!
ANTONIA (entrando): Yo tengo que ver esto con mis propios ojos. Espero que no sea un
chisme del muchachillo ése. (Mirando a María) ¡Nooooooooo! ¡No puede ser! ¿Por qué?
¿Por queeeeé? (Llora desencajadamente).
EUFRASIA: ¿Usted también la quería mucho? Se ve que sufre mucho porque se nos fue.
ANTONIA: ¡Aaaaaay! ¿Qué voy a hacer?
EUFRASIA: Resignación... resignación.
ANTONIA: ¿Cuál resignación? ¿Ora quién me va a pagar la tanda que me debía? ¿Usted?
EUFRASIA: Ah, caray. Pues no.
ANTONIA: Entonces mejor no hable, vieja metiche.
EUFRASIA: ¡Má! Eso me saco por andar de preguntona. (A Hilaria) ¿Cómo sucedió todo?
HILARIA: ¡Ay, mi hermanita! Tan buena y tan decente.
EUFRASIA: ¿De qué se murió? ¿Por qué tan repentino?
HILARIA: ¡Aaaaaaaaay!
EUFRASIA (desesperándose): ¡Cuéntame!... (no hay respuesta) Es por demás, ésta no me
oye o se hace taruga.
LEOPOLDINO: Pues ya que están aquí, cooperen para el sepelio.
LECHERO: Yo ya cooperé. Y como no me pagan mejor me voy (se va).
CARTERO: Yo ya di lo que traía (ídem).
EUFRASIA: Pues aquí está mi cooperación. Le voy a regalar a María una de las joyas que me
heredó mi abuela (mirando al cielo) –que en gloria esté- para que la empeñen.
ANTONIA: ¿Empeñarla? (Refiriéndose a María) por ésta no van a dar nada.
EUFRASIA: Me refiero a esta pulsera, es de oro de catorce kila...
HILARIA (arrebatándosela): Gracias. (Empujándolas) Y ahora, si me permiten, queremos
estar solos con nuestro dolor.
LEOPOLDINO ( A Antonia) ¿Y usted no va a dar nada?
ANTONIA (echando una moneda en el bote): Ahí está; para que no digan que no tengo
corazón.
HILARIA (sacándolas): Luego les avisamos de los rosarios, Adiós.
Salen Antonia y Eufrasia como queriendo decir algo pero Hilaria ya no las deja.
HILARIA: Vaya, por fin se fueron. (A María) Ya puedes levantarte, ya se fueron todos.
MARÍA: ¿Qué tal lo hice? ¿Verdad que soy buena actriz?
LEOPOLDINO: Pues de algo le debieron servir las clases de teatro.
MARÍA: ¿Cuánto sacamos?
HILARIA (viendo el bote): Pues muy poco. Tenemos que conseguir más.
MARÍA: Entonces ahora te mueres tú.
HILARIA: ¡Qué buena idea!
LEOPOLDINO: Újule, mis tías se volvieron lorenzas.
MARÍA: Tú cállate y vete a traer más gente.
LEOPOLDINO: ¿Y de dónde voy a sacar a más tarugos?
HILARIA: Gente es lo que sobra ¿No ves a todos esos que están ahí paradotes (hace alusión
al público)? Ándale.
Sale Leopoldino.
HILARIA (se acuesta sobre el catre): ¿Qué tal me veo?
MARÍA: Pues te ves muy viva. Te voy a dar una maquilladita para que te veas como vampira.
LEOPOLDINO (regresando): ¡Aguas! Ahí viene más gente.
Hilaria se acuesta en el catre y María se pone a llorar. Entra un borracho.
BORRACHO (cantando): ¡Estas son las mañanitas que cantaba el...
MARÍA: ¿Qué le pasa? No le falte al respeto a mi hermana difunta!
BORRACHO: ¡Ah, caray! ¿Pos qué no es cumpleaños de la señora?
MARÍA: ¿Cuál cumpleaños? ¡Esto es un velorio!
BORRACHO: ¿Y usted es doña Inés?
MARÍA: ¿Doña Inés?
BORRACHO: Doña Inés la de Don Juan Velorio
MARÍA: Ese es “Don Juan Tenorio”. Y no soy Inés, me llamo María.
BORRACHO: Ah, perdón.
FULGENCIA (entrando): ¡Qué barbaridad! La de cosas que están pasando en este pueblo.
Definitivamente el diablo se apoderó de este mundo, no nos queda más que arrepentirnos
para salvar nuestras almas pecadoras. ¡Oh, qué tristeza ver a esta señora, tan... tan... tan...
señora y tan... tan... tan...
BORRACHO: Ya no haga tan tan, que parece campana y esto es un tenorio.
MARÍA: Velorio.
BORRACHO: Eso mero.
FULGENCIA: ¡Ay!... El mundo se está cayendo a pedazos por tanta cosa mala que está
pasando.
MARÍA: ¿Y usted quién es?
FULGENCIA: Soy Fulgencia Tirado, dama adoradora de la vela perpetua de la Virgen del
Carmen y de los Santos Inocentes del Niñito Jesús de Nazareth Sacramentado por los siglos
de los siglos.
BORRACHO: Amén.
LEOPOLDINO: Pues ya que está aquí, coopere para el funeral.
FULGENCIA: Este... ¿cooperar?
LEOPOLDINO: Sí, no se haga.
BORRACHO: No, pos si se hace, váyase al baño mejor. Están ahí afuera dando vuelta a la
derecha.
FULGENCIA: Bueno, no venía preparada, pero le voy a dar el collar que me regaló mi difunto
esposo. Es muy valioso y de algo les ha de servir si lo empeñan. (De mala gana deposita un
collar en el bote).
LEOPOLDINO: Y usted también, cáigase.
El borracho se tira al suelo.
MARÍA: No sea payaso, Coopere.
MATIANA (desde afuera de la escena): ¡Ay, mis hijas!
BORRACHO: ¡La llorona!
Todos corren a esconderse espantados por el grito desgarrador Hilaria También. Cuando
salen todos, entra Doña Matiana acompañada de unos músicos. Termina la canción y
Matiana busca en el escenario.
MATIANA: ¡Ay, mis hijas!... ¡Ah, Chihuahua! ¿Dónde están mis hijas?
Entran María, Hilaria y Leopoldino con precaución.
MARÍA: Amá, ¿por qué echaba chicos gritotes? Hasta nos asustó.
LEOPOLDINO: Abue, ya no ande viendo telenovelas, grita bien gacho.
MATIANA: ¡Hijas, no se murieron! (corre a abrazarlas).
HILARIA: Claro que no.
MATIANA: Es que me llegó el chisme que se había muerto María y después me dijeron que
se murió Hilaria, y pues yo vine muy angustiada. Hasta les traje música para alegrarles su
despedida.
MÚSICO: ¿Oiga, y quién nos va a pagar? Nosotros ya cumplimos.
DOÑA MATIANA: Este... pues... ¿a poco había que pagarles?
MÚSICO: Señora, nosotros también tenemos qué comer.
MATIANA: Pues váyanse, no se les vaya a enfriar la comida (los saca).
HILARIA: Amá, no nos morimos, es que no sabíamos qué hacer para conseguir dinero.
Tenemos una semana sin comer.
MATIANA: ¿Ustedes también? ¿Y por qué esa falta de apeto?
MARÍA: Ay, amá. Mejor váyase a dormir, ya es muy tarde.
MATIANA: ¿Dormir? No, qué caray yo me quedo aquí. No voy a dejar los cadáveres de mis
hijas sin su bendición. La gente va a decir que soy una mala madre. Eso no. Es más, voy a
preparar un café para los que vengan a las exequias... (Sigue hablando mientras sale).
Se oyen voces afuera.
LEOPOLDINO: Ahí viene más gente para el velorio.
HILARIA: Qué bueno, más dinero.
LEOPOLDINO (Asomándose a donde va a entrar la gente): Es la gente que vino al primer
velorio y también la que vino al segundo. ¡De seguro ya se enteraron!
MARÍA: ¿Qué vamos a hacer?
HILARIA: Nos morimos las dos.
MARÍA: ¿Qué?
HILARIA: ¡Acuéstate!
María e Hilaria se hacen las muertas. Entra un reportero.
REPORTERO 1: ¿Aquí es donde se murió una vieja que le debía dinero a todo el mundo?
(sin esperar respuesta) Vengo del periódico rojo a tomarle unas fotos para que aparezca en
primera plana. (Ve a las dos hermanas) ¡Qué bueno, son dos muertas! Mucho mejor.
REPORTERO 2: (entrando): Abran paso a la prensa. Soy reportero del periódico amarillo y
vengo a entrevistar a los testigos de la muerte de la vieja que le debía a todos. (Ve a
Leopoldino) Usted debe ser el presunto responsable. (Saca una grabadora) Oiga, ¿es cierto
que la apachurró con un camión lleno de vacas y después el camión explotó y las vacas
volaron hasta el Parián?
Leopoldino queda atónito, no responde.
REPORTERO 1 (a Leopoldino): Venga, ayúdeme. (lo coloca junto a las tías) Pero ponga cara
de compungido, que se note que le dolió esta doble tragedia. A ver… así… Ahora llore. (El
muchacho queda desconcertado).
REPORTERO 2: ¡Órale, son dos muertas! Esto sí es noticia! (a Leopoldino) Oiga, ¿usted fue
el que descubrió los cuerpos de las atropelladas? ¿En cuántas partes se partieron los
cuerpos? ¿Ya llegó el forense?
REPORTERO 1 (jalando a Leopoldino para hincarlo junto a las tías): Ahora póngase aquí,
mirando al cielo, abriendo mucho la boca y estirándose los pelos.
REPORTERO 2: (jalando a Leopoldino hacia sí): Y ahora dígame ¿a cuántos niños
desamparados dejaron las dos señoras? ¿Dejaron recado póstumo? ¿De quién sospechan?
REPORTERO 1: (jalando al muchacho): Yo llegué primero.
REPORTERO 2 (ídem): Y yo después.
Entra la muchedumbre alegando. Se arma un borlote. Entra Doña Matiana y los calla.
MATIANA: ¡Silencio pollos pelones que ya les van a a echar su maíz!1
Todos la voltean a ver y luego la desdeñan.
ANTONIA: Miren ahí está la muerta.

1
Mención del título de la obra de Emilio Carballido.
LECHERO: Y la otra también está muerta.
ANTONIA (señalando a María): Ésta fue la que se murió primero.
BORRACHO (señalando a Hilaria): No, fue esta la que se murió primero.
ANTONIA (a María): ¡No! Fue ésta. Me acuerdo bien, porque es la que me debía.
BORRACHO (llorando): ¡Ay, no somos nada, no somos nada!
ANTONIA: Pobrecito, se nota que sufre mucho.
BORRACHO: ¡No somos nada!
LECHERO: ¿Eran sus parientes?
BORRACHA: ¿No le digo que no somos nada?
MATIANA: A ver si van desalojando esta casa, que ya se acabó el circo. ¡Órale, a sus casas
todos!
Nadie le hace caso, Doña Matiana sale enojada
MATIANA (saliendo): Van a ver... van a ver.
ANTONIA: ¿Cómo sabremos quién fue la que se murió primero?
LECHERO: Yo le daría cien pesos al que me dijera cuál de las dos se murió primero.
MARÍA (se levanta como un resorte): ¡Yo fui la que se murió primero! Deme esos cien pesos.
HILARIA (ídem): ¡Sí, ella fue! Dele los cien pesos.
Todos se voltean a ver, y luego de una pausa persiguen furiosos a las hermanas. Al final
queda solo Leopoldino, riéndose de la situación.
MATIANA (desde afuera): ¡Aaay mis hijas! ¡Ay mis hijaaaaaaaas!
Leopoldino sale corriendo asustado. Entra Doña Matiana.
MATIANA: ¡Ay, mis hijas!... (Se da cuenta que ya no hay nadie) ¡Ah, caray! ¿A dónde se
fueron todos?... bueno, sólo quería decirles que se me quemó el café.... ¡Aaaaay, mis
hijaaaaas! (sale)

TELÓN

Éste juguete dramático se ha presentado con grupos escolares de


Universidad Politécnica de Aguascalientes
Casa de Cultura de Pabellón de Arteaga
Casa de la Cultura de San José de Gracia
Taller libre de teatro de los Cursos de Extensión, Centro Cultural Universitario de la UAA
Taller de teatro de Casa del Adolescente de Aguascalientes,

En diferentes fechas a partir de noviembre de 2011.

Profesor tallerista: Martín Layune.

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