1. Se preocupa por crear un ambiente de aprendizaje
Un buen profesor sabe que para que exista un correcto aprendizaje es necesario crear un ambiente apropiado para el mismo, lo que es emotivo, estimulante y confortante. Por eso se preocupa por desarrollar este tipo de ambiente alrededor de sus alumnos. 2. Se preocupa por sus alumnos más allá del aprendizaje Las dificultades de aprendizaje en una persona normal se deben, en la mayoría de los casos, a problemas emocionales. Un docente de vocación lo sabe por intuición, por eso busca desarrollar la empatía con sus alumnos y conocerlos con mayor profundidad. 3. Siempre está a la vanguardia de las tecnologías educativas La forma de enseñar y el proceso de aprendizaje son los temas prioritarios para un educador de vocación. Lee, se informa, busca aprender cada vez más, y lo mejor de todo es que pone en práctica lo aprendido para probar él mismo qué funciona con sus alumnos y qué no. Siempre está abierto a aprender.
4. Motiva a los alumnos a fomentar el aprendizaje
Puede que el tiempo de enseñanza que dedica un profesor a sus alumnos para aprender una materia o un oficio no sea suficiente. Un buen profesor lo sabe y por eso se enfoca en crear en sus alumnos el interés por la curiosidad, para que nunca detengan su proceso de aprendizaje. 5. Se siente feliz de que el alumno supere al maestro Los docentes por vocación ven su tiempo y dedicación recompensados cuando sus alumnos aprenden y se superan. Jamás sienten envidia o celos de que sus alumnos profundicen en sus conocimientos y se vuelvan grandes profesionales. Sus alumnos siempre serán sus mejores maestros, pues de ellos aprenden sus principales enseñanzas de vida. El docente que ama su profesión lo entrega todo, porque su principal recompensa no es monetaria, sino la satisfacción que le produce el hecho de contribuir a la formación de la sociedad que le rodea y que tendrá la llave de un futuro, ojalá que muy esperanzador.