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2 .Comentario del texto:
Justicia. Término que en el pensamiento sofista hace referencia tanto al valor moral y
virtud del individuo como a las leyes positivas de un Estado. En el pensamiento sofista
la justicia, tanto en el sentido moral como en el jurídico, no es considerada una realidad
de valor absoluto, universal y objetivo, fundamentado en un orden inalterable de las
cosas, sino en una realidad relativa, subjetiva, fundamentada en el pacto o convención
(nomos). En este texto, la justicia sería equivalente al valor de una acción, equivalente a
acción justa. Considera que la justicia (actuar de manera justa) supone, en el Estado,
obediencia a la leyes, de lo cual se obtiene beneficio (utilidad) cuando hay testigos de la
acción, pero no cuando no hay testigos. Si no hay testigos, la justicia (la acción justa)
sería seguir el orden natural. La justicia en el primer sentido (legal) se opone, por sus
rasgos, a la justicia en el segundo (natural), pues hay una hostilidad entre el orden legal
(nomos) y el orden natural (physis).
Naturaleza. Naturaleza es la traducción del término physis, que los sofistas oponen a
nomos (convención). Naturaleza en el pensamiento sofista hace referencia no tanto al
conjunto de seres naturales (cosmos) o a la esencia común de los seres naturales como
lo concebían los presocráticos, sino a los rasgos propios del ser humano. Con los
sofistas, como en Antifonte, naturaleza es sinónimo de naturaleza humana, orden natural
del comportamiento humano, contrapuesto al orden social. En este texto, la naturaleza
es el fundamento de los dictados innatos propios del hombre, opuestos a los dictados
legales, con los que mantiene una relación de hostilidad. Esta naturaleza, dice el texto,
es la verdad de las cosas, y el daño o beneficio que trae desobedecerla u obedecerla no
depende de la opinión.
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no los hay, te beneficia obedecer los dictados naturales (“Un hombre se serviría de la
justicia….de la naturaleza”).
- El daño de no respetar las leyes del Estado surge cuando alguien conoce lo que
hemos hecho (“Si alguien infringe….no”), de manera que la acción, por sí misma, no
trae daño, sino que éste resulta de que la acción sea conocida (si la acción queda oculta,
quedará impune).
- El daño de no respetar las normas naturales no depende del conocimiento de la
acción, sino de la acción misma y de hasta qué punto se opone a las leyes naturales
(cuando la acción sobrepasa el orden natural, causa daño, sea conocida o no). Y esto
contrasta con lo anteriormente dicho con respecto a los preceptos legales (“Por el
contrario….porque lo sepa todo el mundo”)
- La causa de esta diferencia entre el daño provocado por desobedecer el orden
legal o el natural se debe a que en el caso de las leyes naturales, el orden de la
naturaleza ( y no la opinión del hombre) es de donde proviene el daño (“Y es que en tal
caso…..verdad de las cosas”).
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o lo que es lo mismo, son artificiales. Además, también se sigue de ello que una acción
según el orden legal es injusta siempre que sea conocida, que genere una opinión
respecto a ella que la condena. La acción en si misma, contraria a las leyes del Estado,
carece de valor propio: tiene el valor que la opinión subjetiva y relativa de los testigos
le da. Esta tesis manifiesta el claro relativismo y escepticismo de los sofistas: no existen
verdades absolutas en el ámbito del conocimiento humano. Las opiniones cambian, y las
opiniones actúan de “juez” para valorar la acción. Por tanto, el valor mismo de
“justicia” es un valor dependiente de la opinión.
En segundo lugar, todos los sofistas, algo reflejado en el texto, encuentran que
el fundamento de las leyes dentro del Estado es el pacto, el acuerdo o convención, el
nomos. Las leyes existen por convención, dice Antifonte, y no son naturales, sino
creaciones culturales (artificiales), que como tal cambian. Hasta los sofistas, las leyes
humanas habían sido fundamentadas bien en el orden divino (regalo o imposición de los
dioses), bien por el orden cósmico (las leyes de la naturaleza del cosmos). Pero en estos
momentos, y debido en parte a sus doctrinas relativistas y escépticas, y en parte a su
condición de viajeros que les había puesto en contacto con variedad de culturas, los
sofistas no otorgan validez a estos fundamentos. El convencionalismo jurídico y moral
es consecuencia de este relativismo, de modo que la pregunta que surge es doble: ¿Qué
relación guardan las leyes convencionales con el modo natural del comportarse el
ser humano (physis)? ¿A quién beneficia la justicia convencional?
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Frente a este grupo de sofistas (Antifonte, Trasímaco, Calicles) que consideran
que las leyes según nomos son antinaturales (hostiles a la naturaleza), Protágoras cree
que las leyes permiten desarrollar nuestras tendencias innatas al respeto y al trato
equitativo, y poner freno a nuestra agresividad natural. Para él, todo el conjunto de la
ciudadanía se beneficia del respeto a la justicia según nomos, y nadie resulta
perjudicado por la obediencia.
Las ideas socráticas sobre la justicia y el valor de las leyes se oponen a las
tesis relativistas de los sofistas. Para Sócrates, los valores morales como la justicia son
algo objetivo y universal, no subjetivo y particular. Existe la justicia en sí misma y
puede ser conocida mediante el ejercicio de la razón, reconociendo el propio error y
analizando lo que de justo tienen las acciones que llamamos justas (mayéutica). Por
tanto, establecer una justicia según nomos contraria a la justicia según physis, según la
naturaleza humana, supondría admitir dos tipos de justicia, cada una con un valor
distinto. Para Sócrates en todo caso, habría ignorantes que desconocen qué es la
justicia, y actúan de distinta manera según haya testigos o no, no dos justicias
distintas de valor distinto.
Para Sócrates, actuar mal no trae daño por la publicidad de la acción, sino
porque actuar mal es actuar como un ignorante, y no hay peor mal que la
ignorancia. De ahí que sea peor mal hacer injusticia que soportarla, y que devolver
injusticia por injusticia siempre perjudique a quien lo hace. Por el contrario, actuar de
acuerdo a las leyes es actuar de acuerdo a la virtud (la sabiduría), y eso siempre es útil,
beneficioso.
Nota: La valoración es algo personal, pero en todo caso, si nos guiamos de las ideas que
aparecen en el texto, se podría hacer la valoración a partir de plantearse preguntas
como:
-¿Existen dos ordenes de justicia, el natural y el convencional?
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- Como dice Antifonte, ¿el orden natural es superior al convencional?
- ¿Acarrea daño y beneficio desobedecer y obedecer respectivamente las leyes del
Estado sólo si hay testigos?
- ¿Obedecer el orden natural es dañino si hay testigos, pero siempre beneficioso si no
hay testigos?
- ¿Desobedecer las leyes naturales, más allá de los límites del orden natural, es dañino?
- ¿El orden natural es la igualdad?
- ¿La igualdad de todos los seres humanos pertenece a un orden natural no respetado por
el orden legal?
- ¿Existe la justicia en sí misma, o existen “justicias” distintas?
- ¿El orden moral debe ser el fundamento del orden legal?
- ¿Es peor mal cometer injusticia que soportarla?
- ¿Respetar las leyes es respetarse a sí mismo?