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LAS HUMANIDADES Y LA HISTORIA: UNA VISIÓN APROXIMADA AL CONTEXTO SOCIAL

HISTÓRICO

Vargas Béjar Juan Fernando. Magister.

Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco.

No existe conflicto de interés en la presente publicación del artículo.


LAS HUMANIDADES Y LA HISTORIA: UNA VISIÓN APROXIMADA AL CONTEXTO SOCIAL

HISTÓRICO

Resumen

La importancia que tiene el estudio y la aplicación del contenido de las Humanidades en la

formación de la conciencia social, está ligado al soporte historiográfico y académico que

genera la Historia como ciencia en su gran bagaje de información trascendida durante todo el

proceso de formación de las sociedades (incluso antes de la escritura, la historia como proceso

social donde la transmisión era básicamente oral). Es en base a esta percepción de nuestra

realidad que debemos tomar en cuenta el impacto que debería tener la aplicabilidad de las

Humanidades dentro del contexto social histórico.

Palabras claves: Humanidades, Historia, contexto social, cultura, Ciencias Sociales.


HUMANITIES AND HISTORY: AN APPROXIMATE VISION TO THE HISTORICAL SOCIAL

CONTEXT

Abstract

The importance of the study and application of the content of the Humanities, in the

formation of social consciousness, is linked to historiography and academic support that

generates History as science transcended its wealth of information throughout the process of

formation companies (even before writing, history as a social process where the transmission

was basically oral). It is based on the perception of our reality that we must take into account

the impact it should have the applicability of the Humanities within the historical social

context.

Keywords: Humanities, History, social context, culture, Social Sciences.


Introducción

La Historia como ciencia (no como simple relato), permite el conocimiento y análisis del

pasado de una manera cronológica y sistematizada, para poder entender nuestro desarrollo

cultural y usarlo como referente en nuestro presente; de esta manera, se puede vincular ese

conocimiento para el consiguiente desarrollo futuro, ya sea social, económico, ideológico, etc.

Y es precisamente en este sentido, que la Historia abarca todos aquellos acontecimientos que

definieron y marcaron nuestras vidas, y en ese largo camino, poder rescatar lo más

trascendente (noble, digno, alevoso) que se encuentre entre las aspiraciones desarrolladas

por la humanidad, debido a que existen muchos problemas que deben ser resueltos a partir

de las propuestas que genere la Historia en base a lo educativo, cultural, ético, familiar,

político, etc., que sugieran tener una visión sobre la calidad de vida a la que pretendamos

alcanzar. Entonces, las Humanidades y su vínculo más directo con la Historia permitirán

profundizar la llamada “cuestión social” en la que estamos insertos como comunidad,

conformándose así una fuente importante que desprende información para un adecuado uso

en el presente y de proyección al futuro, considerando el contexto en el que nos toca vivir.

Los estudios humanísticos

Empezaré con la siguiente frase que utiliza Joaquín Jareño Alarcón: “Los estudios humanísticos

deben permanecer como una parte esencial de nuestra formación cultural y de nuestras vidas,

-entre otras razones- porque, responden a la necesidad de encontrar sentido a la vida y al

ansia de identidad individual que siente el hombre hoy no menos que en el pasado". (Citado

en Jareño, p. 1).
La importancia que contempla las Humanidades a nivel social incluye, en su contenido, el

proceso emocional de la sociedad, involucrando en su beneficio la labor de generar

propuestas y alternativas de solución a la variedad de problemas que existen en la actualidad.

Es por ello que los estudios humanísticos llegan a convertirse en el eje principal ante la

vorágine modernidad.1

Es por eso que el tema sobre las Humanidades tiene mayor sentido y es que hoy en día la

angustia está democratizada, pero ¿qué es lo que ha cambiado para que exista tanta

repercusión e importancia sobre el tema?, ¿cuál es el desempeño del gobierno y las instancias

respectivas para hacer frente a este clima de peligrosidad y riego?, ¿cuáles son las alternativas

de solución que se están articulando?, ¿de dónde debe venir la solución, y por qué se pretende

hacer necesario poder contemplarlo desde el tema de las Humanidades y la Historia? “De

hecho, los estudios humanísticos parecen estar ligados a la educación de minorías que

privilegian una formación fuertemente individualizada” (Sobrevilla, 2003, p. 23).

La perspectiva histórica y el enfoque humanístico en la historia

La Historia, con todo su discurrir cronológico, tiene a su cargo presentarnos una línea de

tiempo con todos los sucesos de la humanidad, hechos que están entremezclados y que

devienen en trascendentes de acuerdo a la óptica de los investigadores sociales, debido ello

1
No es extraño en nuestros tiempos tener que vivir y “soportar” tiempos violentos. Según la apreciación de
Roberto Briceño-León: “La violencia que hoy muestra América Latina es cuantitativamente distinta a la que
podía encontrarse en décadas anteriores, y, de alguna manera, muestra una situación social diferente, de
cambios ocurridos en la sociedad que nos señalan otro rostro de la crisis que vive la región. A la caída de los
indicadores socioeconómicos se suma una crisis irresuelta de expectativas en los sectores urbanos pobres,
que protagonizan, en especial los varones jóvenes, un círculo vicioso de víctimas y victimarios”. (Briceño-
León, 1998, p. 122)
a la dialéctica con que se desplaza esta ciencia.2 Es precisamente al desempeño que la Historia

tiene, que cumple también el rol de propulsar un criterio social adecuado, respeto y

tolerancia, patrones de vida, modelos sociales, identidad y demás, en base a su conocimiento

del pasado, presentándose muchas veces como un alternativa viable dentro del proceso de

desarrollo de las sociedades, encaminándose como un gran referente (como por ejemplo, el

análisis sobre el proceso de colonización en América, la corrupción en el Perú, la función de

los partidos políticos, etc.).

Lo cierto es que el Humanismo planteó, ya desde sus orígenes en Grecia, el desarrollo de las

facultades humanas, y eso pasó de Europa a convertirse en un punto de partida para

comprender -mediante las ideas filosóficas- una forma de vivir plena.

Con la llegada de los españoles comprendimos que las sociedades van evolucionando de

acuerdo a sus exigencias y conforme a sus particulares formas de vida que han ido canalizando

a lo largo de su historia. Dos mundos con contextos diferentes, condiciones de vida

dependientes de sistemas distintos, formas de pensar y connotaciones antropológicas y

sociológicas que responden a realidades antagónicas; por un lado, nuestra historia andina nos

recuerda un pasado de cooperativismo, solidaridad y bienestar social (aunque paternalista y

hasta conformista), y por el otro lado está el modo de vida europeo, con sociedades en

constante conflicto y desigualdad socioeconómica (impulso de progreso, acentuado más a

2
Ningún hecho histórico se da por concluido, sino que depende de las constantes investigaciones que se van
desarrollando, por lo que a la luz de éstas se van generando nuevas interpretaciones, nuevas propuestas o
rectificaciones. Recordemos que nuestra historia (historiografía tradicional) estuvo escrita por cierto sector
de intelectuales, inclusive solo se mencionaban aquellos sucesos realizados por los notables (únicos que
pasaron a la Historia, como es el caso de los vencedores, reyes, nobles, emperadores, gobernantes,
presidentes, entre varios más), sesgando la participación del otro sector importante a la vez, que fue la clase
popular (vencidos, vasallos, campesinos, castas menores, esclavos).
partir del establecimiento de la moneda). Al combinarse estos sistemas de vida, generaron un

producto simbiótico de connotación cultural nueva y mestizo en su resultado.

La política educativa y el problema social

La política educativa limita el real conocimiento que deben tener los estudiantes universitarios

cuando eligen profesiones donde el sentido de riqueza es mayor al sentido de identidad, al

sentido de servicio, al desarrollo de la convivencia, al desinterés individualista, en fin… la

riqueza es superior al hombre.

El problema de fondo viene de atrás y es que no hubo: “la promoción de la educación social y

humanística en la enseñanza secundaria […] la Historia no era una materia de los bachilleratos

universitarios del siglo XVIII, surgió como tal casi al hilo de la creación de los Estados nacionales

de carácter liberal, apareciendo cuando era más necesario hacer un esfuerzo ideológico de

convertir a los antiguos súbditos en voluntarios ciudadanos del nuevo Estado, basado en la

soberanía del pueblo”. (Prats, 1999, p.1)

A esto también se debe incidir en la importancia y rol que cumple el hogar como eje o

engranaje de la sociedad, sumar las nuevas tecnologías (el facilismo), la sobreprotección, en

tener que pensar que los jóvenes de hoy necesitan mayor atención, mayores espacios, pero

menor cariño y con ello mayores riesgos.

Briceño-León (1998) tiene razón en comentar que “la familia es quizá la institución más

importante que se transforma con la ciudad” (p. 126), y es que los tiempos han cambiado

definitivamente, la socialización que se brinda actualmente en el entorno familiar es menos


eficiente y menos activa, puesto que al subir nuestras necesidades, se incrementan también

las horas laborales, pero se acorta el tiempo de permanencia en el hogar; entonces la vorágine

dinámica de la sociedad, estará limitando y condicionando inclusive, patrones de conducta

dentro de la familia: “El control de los jóvenes por parte de los padres, que siempre resulta

muy difícil con los adolescentes, se ve impedido por estas circunstancias, y los factores de

socialización son los medios de comunicación de masas y los grupos de pares, con los cuales

pueden permanecer más tiempo fuera del hogar”. (Briceño-León, 1998, p. 127)

No es de extrañar entonces que la delincuencia sea más un factor producido que

experimentado, debido a la falta de importancia y débil encaminamiento de los adolescentes

y jóvenes desde el seno del hogar. Influye también en los centros de estudio (colegio,

universidad, instituto, academia), porque son instituciones continuas al hogar, pero en

muchos casos cubre los vacíos dejados por responsabilidad de los padres (en muchas

ocasiones, inclusive ellos piensan que el colegio debe encargarse de la formación completa:

cursos vacacionales para que no estén en casa y “pierdan el tiempo”). Empero, existe un gran

vacío que no se está considerando mucho como eminente riego, y es el existente entre los

centros de estudio y la casa (círculo social de amigos, redes sociales -que incluyen

desconocidos- cabinas de internet, los videojuegos, etc.), donde no se tiene el control

adecuado. Este “paquete” de nuevas tecnologías y sus efectos, aporta mucho en que

especialmente niños y adolescentes estén cada vez más expuestos, aunado esto a la extrema

sobreprotección en el hogar, que termina por fabricar un potencial ciudadano de riesgo social

pero a la vez vulnerable: sabe de sus derechos pero no de sus deberes y obligaciones. “Hay

una tensión [elasticidad] entre la escuela y la familia que no logra resolverse fácilmente, pues

la escuela puede y debe ser fuente de cambio social e innovación en las familias” (Ídem). Este
joven quedará aislado de las instituciones y por una u otra razón el centro de estudio se ha

quedado entonces en su nivel instruccional y no cumple su labor de controlador social

importante.

Importancia de las Humanidades y la Historia en el contexto social

Es aquí donde las Humanidades y la Historia cumplen un papel preponderante, porque sirven

de soporte de entendimiento en el tiempo y espacio. Nuestras formas de vida son resultados

culturales, continuidades muchas veces de sistemas establecidos, con modificaciones en

criterios de acuerdo al contexto socio-económico, pero importante referente en la proyección

hacia el futuro. Todo lo “bueno” y “malo” debe servir de ejemplo, al menos como un indicio.

Las Humanidades y la Historia tienen injerencia directa en nuestras vidas porque “nos hablan

de nuestros intereses, de la comunidad a la que pertenecemos, del sentido de identidad y de

los propósitos que tenemos o que no podemos alcanzar. Buscan decirnos lo que somos y cómo

somos, en el contexto de la sociedad y de la cultura. Nos aportan un conocimiento acerca de

cómo podemos y debemos vivir, y en ocasiones incluso nos dicen, de manera franca y directa,

como deberíamos llevar nuestras vidas” (Cit. en Maldonado, 2009, p.3). Entonces, al ser

antropocéntricas, invita a pensar a la vez en términos de sociedad y de naturaleza, por lo que

“La complejidad de lo humano se hace manifiesta cuando atendemos al hecho de que lo

humano es tan sólo una instancia, un momento o un nodo -tres maneras diferentes para

expresar una misma idea-, de un conjunto esencialmente abierto e indeterminado. La manera

más sencilla de designar a este conjunto es: medioambiente”. (Ibíd. p. 6)


Vivimos en sociedad y al desenvolvernos, sobrevivir y subsistir, también vamos dándonos

cuenta de que formamos parte de un mismo sistema, pero el ¿cómo queremos vivir?, nos

diferencia enormemente (calidad de vida). Por ejemplo, constantemente solemos tener

noticias sobre las guerras en relación con las doctrinas religiosas y el pensamiento e ideología

que cada grupo social defiende, específicamente haciendo referencia a grupos extremistas.3

Pero también escuchamos cada vez más oír sobre jóvenes desaparecidos y es que, cada

sociedad tiene las herramientas históricas necesarias para definir su futuro (improductivo

resultaría también sólo conocer ese pasado sin precisar en propuestas coherentes o en

alternativas de solución), porque nos lleva a pensar que el conocimiento social “es un

conocimiento particular con respecto al conocimiento general de la realidad en la medida en

que lo social constituye a su vez un sector concreto y diferenciado de la realidad total”. (Prats,

2002, p.8)

Discusión

Cuando se hace referencia al conocimiento social (individual, colectivo e interrelacionados),

se debe tener en cuenta que: el saber que las cosas funcionan de una manera (sistema,

gobierno, estamentos, leyes) y hacerlas de otra forma, implica que no se está entendiendo

nuestra responsabilidad cívica dentro de un constructo social activo. Entonces, tenemos un

esquema social que incluso premia la “viveza” y de eso saca ventaja el que se cree más astuto

3
La ciencia histórica permite abordar el tema con un sustento adecuado y con la comprensión del contexto en
que se desenvuelve el medio: sus orígenes, características, consecuencias, análisis de su desarrollo y proceso,
etc., pero no siempre se toma en cuenta hasta que ya es inminente tener que conocerlo y generar un
referente situacional. El conocimiento del pasado y las particularidades de cada suceso, es potencialmente
necesario para prever situaciones futuras semejantes.
y saca mayor provecho sin importarle el resto, es decir “la cultura del más vivo”4; aquellos

malos ejemplos que hacen notar que lo malo es bueno y que lo bueno es malo, porque la

práctica de ser bueno se confunde con ser tonto, entonces, al radicalizarse dichas acciones

hace pensar que incluso la corrupción sea un estilo de vida por los beneficios que se obtienen.

Muchos se han pasado a esta vereda y es porque existe un vacío en la falta de verdaderos

líderes sociales con vocación de servicio y propuestas de bienestar común.

Es cierto que el mercantilismo como doctrina y el consumismo como esquema de vida generan

en la sociedad un sentido de complacer o cubrir necesidades cada vez más periódicas y de

manera más compulsiva, donde el despilfarro pasa a ser otra variable de la problemática,

entonces “¿consumimos o nos consumen?” y ahí es donde funciona más la ya denominada

viveza (¿es necesario ser vivo?), porque se actúa pensando en un fin que no es el ser humano

y esto conlleva a problemas sociales, puesto que “no habrá cultura ciudadana mientras la

degradación de principios, costumbres y valores siga en forma acelerada, camino del abismo,

en donde a codazos y empellones se quiere salir, imponiendo la ley del más fuerte, del más

vivo. Todo esto, además de una serie de atajos que degeneran la esencia de la convivencia.”

(Buitrago, 2012)

Entonces, la importancia de las Humanidades y la Historia, no completan un sentido retórico

de la realidad circundante o que vislumbre solo en detalles de ejemplos que muchas veces se

4
En un blog por internet, una venezolana relata una anécdota muy instructiva sobre este caso. Menciona que
se encontraba en Suecia y se le antojó un helado y al ver un surtidor pregunta cómo hay que hacer para
obtenerlo, porque no había alguien que los venda, entonces le dicen que sólo había que tomarlo, pero luego
no había a quien pagar, entonces un estudiante universitario le dice que mire al lado cuánto cuesta el helado
en la lista de precios y lo que cuesta lo debía poner en una caja. Ella indica que su “cerebro latino no podía
entender la magnitud del sistema”. Así que regresó y preguntó nuevamente al estudiante si ese sistema
funcionaba y si la gente pagaba lo justo. La respuesta fue: “por supuesto, si la gente no lo hace, el sistema no
funciona”. El “truco” era no hacerse el vivo y es que en Suecia como en otros países más avanzados, muchas
cosas funcionan basándose en la conciencia de la gente. (LUND, 2007).
cree que no son inherentes. Lo cierto es que del pasado se aprende mucho y si se hace de

forma analítica mejor aún, porque entonces es posible propender a un cambio.

Conclusiones

- El hogar es el principal motor y fortalecimiento en la estructura social que pretendamos

tener y acceder. Su logro llega a ser un resultado colectivo.

- Importantes resultan las políticas educativas porque tienen un rol preponderante en

cuanto a su difusión real, en base a su contenido y a su eficiente realización y práctica.

- Las Humanidades facilitan la creación de una conciencia social, así como a la valoración de

los hechos en el marco de la cronología histórica, permitiendo a la vez poder configurar la

identidad en cada uno de los habitantes de una determinada sociedad, profundizando el

conocimiento y análisis de su realidad.

- El estudio de la Historia, se convierte entonces en el soporte académico e instructivo al

cual recurrir sobre el trajín de las sociedades, de su ritmo y peculiaridades modernas para

poder encaminar mejor su condición de persona y permitirle una verdadera calidad de

vida.

Referencias bibliográficas

- BUITRAGO CONSUEGRA, Ricardo (2012). La cultura del más vivo. Recuperado el sábado 26

de agosto de 2017 de http://www.ricardobuitragoc.com/

¯ BRICEÑO-LEÓN, Roberto (1998). Violencia y desesperanza. La otra crisis social de América

Latina. En: Revista Nueva Sociedad. N° 164. Caracas. pp. 11.


¯ JAREÑO ALARCÓN, Joaquín (Sin fecha). Las Humanidades ante un siglo incierto.

Recuperado el 9 de agosto de 2009 de http://www.hottopos.com/mirand12/joaqjar.htm

¯ LUND (2007). La cultura del más vivo. Recuperado el 22 de julio de 2017 de

http://www.tcalo.com/index.php/la-cultura-del-mas-vivo.htm

¯ MALDONADO, Carlos Eduardo (2009). Complejidad de los sistemas sociales: un reto para

las ciencias sociales. Bogotá: Universidad del Rosario. pp. 157.

¯ PRATS, Joaquín (1999). La enseñanza de la Historia y el debate de las Humanidades. En:

Tarbiya. Revista de investigación e innovación educativa. Monográfico: La Educación

científica y humanística. Universidad Autónoma de Madrid. Recuperado el 21 de julio de

2017 de https://es.scribd.com/document/249503920/Prats-1999-La-Ensenanza-de-La-

Historia-y-El-Debate-de-Las-Humanidades

¯ PRATS Joaquim. Las Ciencias Sociales en el contexto del conocimiento científico.

Universidad de Barcelona. Departamento de Didáctica de las Ciencias Sociales. Barcelona,

2002. pp. 21.

¯ SOBREVILLA, David (2003). Los estudios humanísticos Origen, cuestionamientos,

importancia actual y replanteamiento. “Horizontes de la reflexión humanística en el mundo

contemporáneo”, como parte del ciclo de conferencias en homenaje a los 450 años de la

Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de San Marcos. Lima. pp. 34

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