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(9 de diciembre de 1824)
ANTECEDENTES
Las intenciones de Bolívar ante esta polémica decisión son inciertas, pues
algunos ven en su retirada personal el temor a un enfrentamiento con el
ejército realista, acampado y reunido frente a él en Limatambo, mientras que
otros lo interpretan como su deseo de organizar en Lima el gobierno de la
naciente República a la vez que pedía refuerzos a Colombia. El caso es que
las órdenes dadas al general Sucre eran las de organizar los cuarteles de
invierno en Andalhuaylas y Abancay, pues se acercaba la temporada de
lluvias y no era previsible ningún movimiento por parte de las tropas
realistas.
El teniente general Canterac fue nombrado Jefe de Estado Mayor del virrey,
sin mando de unidad, siendo su segundo el general Carratalá.
El general Sucre no quería arriesgarse a una batalla en campo abierto con los
realistas, debido a la superioridad numérica de éstos, por lo que siguieron
una serie de días en constantes maniobras y escaramuzas en las que el
general Sucre trataba de llevar a los realistas a un lugar favorable para él.
PREPARATIVOS
Centro: División del general Guillermo Miller, formada por dos regimientos
de caballería: Granaderos de Colombia y Húsares de Yunín.
Reserva: División del general Jacinto Lara (1.700 hombres), formada por
tres batallones: Rifles, Vencedores y Vargas, desplegados detrás del centro.
El virrey La Serna desplegó las tropas realistas en las faldas del cerro
Condorcauqui, frente a la línea de los independentistas, de la siguiente
manera:
Artillería: Seis piezas con la división del mariscal Valdés; el resto delante de
la línea.
El general Sucre arengó a las tropas y recorrió las filas diciendo a los
soldados: "De los esfuerzos de este día depende la suerte del Sur América.
Este será un día de gloria que coronará nuestra constancia ... Soldados: ¡viva
el Libertador! ¡viva Bolívar, el Salvador del Perú!". Tan animadas palabras
produjeron un efecto eléctrico y fueron seguidas de "vivas" entusiastas
procedentes de las tropas.
LA BATALLA
Visto el éxito del ala derecha, los mariscales Monet (centro) y Villalobos
(izquierda) adelantaron sus divisiones para atacar el centro y derecha de la
línea enemiga. Sin embargo, esta maniobra fracasó gracias al contraataque
que realizó inesperadamente el general Sucre. En efecto, el general Sucre,
que observaba la batalla desde un lugar llamado la Sabaneta, se dió cuenta
de que las tropas del centro realista no estaban aún ordenadas y que el
ataque del general Valdés aún no se había resuelto. Por ello ordenó al general
Córdoba (derecha) que atacara al centro de la línea realista protegido por la
caballería del general Miller, mientras reforzaba la maltrecha división del
general La Mar, primero con el batallón Vencedor y luego con el Vargas,
dejando al batallón Rifles en reserva.
LA CAPITULACIÓN DE AYACUCHO
LOS "AYACUCHOS"
Aun cuando no fueron ellos los que determinaron la caída del imperio
español en América, desde ese momento se conoce como «ayacucho» a todo
aquel que, en el último momento «arruga» y no enfrenta con gallardía y
valentía la batalla crucial.
El señor Losada afirma que la batalla fue una comedia urdida por los
generales españoles; perdida toda esperanza de recibir refuerzos desde la
Metrópoli, sin fe en una victoria sobre los rebeldes independentistas,
imposibilitados para firmar la paz sin reconocer la independencia del
virreinato, y defraudados por el fracaso de los liberales constitucionalistas en
España y por el regreso del absolutismo, pues los generales y oficiales
españoles del virrey La Serna no compartían la causa de Fernando VII, un
monarca acusado de felón y tiránico, símbolo del absolutismo, el señor
Losada dice que los generales urdieron la comedia para regresar a España en
calidad de vencidos en una batalla, no como traidores que se rindieran sin
luchar. Por ello afirma que “los protagonistas guardaron siempre un
escrupuloso pacto de silencio y, por tanto, sólo podemos especular, aunque
con poco riesgo de equivocarnos”. Una capitulación, sin batalla, se habría
juzgado indudablemente como traición.