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"EL OSCURO CAMINO A LA FELICIDAD"

INTEGRANTES
MARIANA ACUÑA.
FRANCO MASMAN.
MARIA JOSE REINOSO.
Sección: lunes (301)
Fecha de entrega: 30 de abril
La felicidad y el hombre.
Primero deberíamos empezar con una pregunta que muchas veces nos parece
demasiado rebuscada, demasiado utilizada y seguramente bastante maquillada,
pero sin duda es una interrogante en alguna etapa de nuestras vidas. ¿Cuál es el
sentido de nuestra existencia? ¿Quién no se ha cuestionado el motivo detrás de
estar respirando? ¿El significado de nuestra vida? Muchos contestarían que no es
posible determinar una respuesta, que es algo de sentido subjetivo. Que cada uno
tiene sueños y metas diferentes que difieren del resto de los humanos. De este
modo diría que en realidad independiente de la persona y sus circunstancias.
Siempre, al final codiciamos felicidad.
¿Por qué? Porque somos seres codiciosos. Tan simple es la respuesta. Exigimos
lo que creemos nos merecemos, envidiamos lo ajeno y maldecimos al otro. Yepes,
R. y Aranguren, J. (1996) señala: “La felicidad es aquello a lo que todos
aspiramos, aun sin saberlo, por el mero hecho de vivir” la humanidad ha ido al
encuentro de la felicidad desde el comienzo de la historia, así y todo, lo único que
parecemos obtener es la desdicha. Ya sea como héroe o villano, con buenos o
malos actos, sufrimos por encontrar lo que nos libere del dolor. A costa de hacer
miserables a otros. En la actualidad con la globalización, fusión de culturas, con el
avance tecnológico, la perturbadora felicidad parece ser como el agua que se
escapa de nuestras manos. Lo que nos complace ahora es más complejo que en
el pasado y nuestras ambiciones se duplican al cuadrado. Freud. S (1930) Señala
“La felicidad, es meramente un problema de la economía libidinal de cada
individuo. Ninguna regla al respecto vale para todos; cada uno debe buscar por sí
mismo la manera en que pueda ser feliz” Debemos buscar lo que nos haga felices,
pero ¿y si lo que queremos daña al otro? Desde un bajo instinto hasta ambiciones
tan oscuras como el carbón. ¿Podemos darnos el lujo de tomar lo que
consideramos es nuestro? Nosotros los caprichosos humanos estamos llenos de
impulsos, es decir pulsiones. Grippo, J. (2012) señala “una pulsión tiene su fuente
en una excitación corporal; su fin sería suprimir ese estado de tensión que reina
en la fuente pulsional. Y, gracias al objeto, la pulsión puede alcanzar ese fin”. Aquí
nos describen como el uso de la sublimación, término empleado por Freud, es una
forma de solucionar el choque de las pulsiones moralmente incorrectas y la
presión de los valores sociales.
La sublimación es un mecanismo de defensa, imaginemos que el ello, se enfrenta
al súper yo. Por si se debería cumplir o no esta pulsión de carácter retorcida. Pero
el yo, encargado de mediar contra estas dos fuerzas opuestas encuentra una
salida por medio de un mecanismo de defensa, llamado sublimación. Que busca
trasformar la naturaleza de una pulsión en algo moralmente aceptado por la
sociedad. Alguna actividad de carácter lúdica, o artística entre otras cosas según
Freud. Todo este proceso conduce a la felicidad del individuo.
Sublimación sinónimo de culpabilidad.
En la terapia ocupacional existe el concepto de “ocupación”. Burke. (1983) la
define como: “Es todo comportamiento que es motivado por una necesidad
intrínseca y consciente de ser efectivo en el ambiente con el objetivo de cumplir
con una serie de roles individuales que son formados por una tradición cultural y
aprendidos a través del proceso de socialización”, todas nuestras acciones tienen
un significado en ellas. Como la madre que madruga antes que su hijo para hacer
el desayuno, el proceso de calentar el pan, hacer una taza de té, refleja mucho
más que un conjunto de acciones estructuradas que generan una meta. Hay un
significado profundo de amor a su hijo. Y esa es la magia que hace de la
ocupación una acción altamente significativa capaz de transformar nuestras vidas.
Ahora bien, la sublimación por si sola es muy vaga. No es el insecticida para la
plaga; es solo tapar el sol con un dedo. La pulsión continúa en nuestro
subconsciente, minimizada, dejada de lado. Pero aún presente, atormentando a la
menor muestra de debilidad. Ejemplificando esto, pensemos en la mujer que
siente envidia por su amiga al haber conseguido esta todo lo que la otra siempre
quiso. Un Marido amable y trabajador, un trabajo estable con buena paga, una
personalidad aparentemente brillante. Lo consiguió todo de manera fácil, sin
mucho esfuerzo mientras la desdichada amiga batallaba día a día contras las
injusticias de ser una mujer en un mundo de hombres. Siempre humillada y con el
corazón roto. Odiando a su buena amiga, la idea de meterse en la feliz relación
parece ser casi justa para la mujer. Es decir, ella también quiere ser amada por
ese buen hombre. Pero ella siempre se consideró a si misma alguien con valores
solidos de los que sentirse orgullosa, jamás haría algo semejante como destruir un
matrimonio. En vez de ceder a sus pulsiones negativas ella decide ayudar a los
niños huérfanos los fines de semana. Pero lo hace porque considera que es lo
correcto, que merece no descansar los fines de semana por tener pensamientos
indecentes, odiándose a sí misma se refugia en buenas obras. Que parecen
hacerla feliz por un tiempo. Pasado unos meses su amiga vuelve a jactarse de su
buena fortuna, mientras las desgracias no dejan de importunar a la otra joven. En
su opinión la otra persona que no tuvo que ensuciarse las manos ni un poco no
merece ser feliz. Así que decide seducir al marido, después de todo no está en la
naturaleza humana ser buenas personas por mucho tiempo.
Lo que nosotros creemos es que la sublimación por sí sola no es suficiente. El
pintar, cantar solo porque si, es una acción vacía que carece de significado. No
hay felicidad en algo que se hace por culpabilidad. En cambio, si esta acción vacía
y sin sentido fuera una ocupación altamente significativa para la persona. El
resultado serio diferente. Lo correcto sería que esta sublimación fuera una
ocupación marcada por el sello personal del sujeto. Que no haga a otro más que a
la propia persona feliz, no a la sociedad, no al prójimo, si no que a uno mismo. Si
la anterior mujer mencionada, los fines de semana en vez de hacer algo por otros
hacia algo por sí misma, entonces sería el primer paso para ser ella feliz primero y
luego entregar felicidad a los otros.

Para ser feliz primero se feliz tú mismo.


Para empezar que ¿entendemos por felicidad? Suena una pregunta muy fácil de
responder pero ¿Cómo podríamos alcanzar la felicidad?, ¿Los seres humanos
somos realmente felices? Nosotros a lo mejor pensamos que estar en una isla
tomando sol y bañándose en una playa el año completo es como poder alcanzar la
felicidad pero se han preguntado ¿Por qué los millonarios siguen trabajando
después de tener todo lo que desean? La respuesta es fácil, todos necesitamos
una actividad que nos llene por dentro, algo que nos motive, los que nos levanta
todos los días. Hubo uno investigación donde los clientes que fueron tratados por
terapeutas ocupacionales aumentaron su calidad de vida cuando tienen
ocupaciones. California, Alcántara Porcuna V. The University of (2010) el resultado
de sus estudios dice: “las personas entendieron el papel importante que juega la
ocupación en sus vidas y el significado con la relación que se establece entre ella
y la salud con la felicidad y cada uno mejoro sus calidades de vida”.
Para Freud el hombre busca dos finalidades distintas en toda su vida: evitar el
dolor y el displacer y experimentar intensas sensaciones placenteras. En pocas
palabras está de acuerdo con que al realizar actividades que traigan sensaciones
placenteras evita el dolor, como resultado el ser humano puede ser realmente
feliz. Pero a veces la cultura en que nacimos nos obligará realizar acciones que no
nos podría gustar o acomodar, como el estudiar algo que no nos gusta para
después trabajar detestando cada día esto a la larga genera enfermedades como
la tan conocida estrés, esto se da porque no pudimos evitar el displacer y el dolor
viviendo con ellas todos los días. Otro ejemplo puede ser que una persona está
realizada con el trabajo que desea o estar viajando haciendo que él este feliz pero
le ocurre una desgracia produciéndole dolor e infelicidad, la felicidad es una
montaña rusa que a veces sube como puede bajar. Por eso Freud, S. (1930)
señala: “la felicidad en el sentido más estricto surge de la satisfacción, y que por
tanto no es estable sino un fenómeno episódico. Por el contrario es mucho más
fácil experimentar la desgracia” seamos sinceros en nuestra vida nos pasan más
cosas malas que buenas, solo vea un día y calcule cuantas cosas le salió como
planeo y cuantas fueron un caos que resolver.
Entonces ¿los seremos humanos somos realmente felices? Nosotros decimos que
uno no puede siempre estar feliz o estar infeliz las personas somos versátiles y
complicadas de entender por eso esta pregunta está mal planteada yo preguntaría
¿los humanos luchan para ser felices? Eso cambia todo ya que las personas
exitosas y millonarias lograron ser felices por mucho esfuerzo y estudios, y hay
personas que quieren ser felices pero en realidad nunca hacen nada para hacer
felices se mantienen igual, sin hacer lo que les gusta, no manejar su tiempo
porque esperan que la felicidad llegue sola.
La salud ocupacional es la respuesta a la felicidad.
¿Qué es la salud ocupacional? ¿De qué manera se puede vincular con la
felicidad? Son actividades que promueven y así mismo protegen la salud de cada
uno de nosotros, enfocándose principalmente en lo psicológico. Como sabemos al
memento de realizar diversas actividades que tengan un significado para nosotros
seremos felices, ya que estas son las que nos van formando a nosotros como
personas y nos hacen seres únicos al resto.
Realizar actividades que moralmente están vistas de buena manera por la
sociedad, como por ejemplo realizar algún deporte y no estar robando mantendrá
nuestros pensamientos negativos alejados de nuestras mentes, ya que nos
estaremos centrando en la realización de dichas actividades. Pero ¿realmente
somos felices al realizar cada una de ellas? Por ejemplo una persona puede estar
realizando actividades por obligación, como en algunos casos trabajar... Cuando
en realidad lo que querrá estar realizando sería viajar. Por lo que en nuestra vida
si o si debemos tener actividades que presenten en nosotros un significado
especial, y eso para que tengamos salud ocupacional. Quizás en muchas
ocasiones se pueda pensar que este tema no tiene mayor relevancia en nosotros,
si es que estamos en presencia o no presentamos salud ocupacional no importa
mucho. Pero, ¿será esto cierto? Intentemos imaginarnos una vida sin actividades
que tengan significado para nosotros. Pensemos en un hombre de 30 años en la
que su vida trate básicamente de levantarse en las mañanas ir al trabajo, el cual
por cierto no le gusta, regresar a casa, bañarse, acostarse y dormir; esta misma
rutina todos los días de su vida. ¿Será esta una persona realmente sana?
Claramente no. Ya que el estar sano va más allá de carecer enfermedades,
también abarca todo un ámbito psicológico y social. Merino, Julián Pérez Porto y
María (2012) Señala “según la OMS (organización mundial de la salud) la salud es
la condición de todo ser vivo que goza de un absoluto bienestar tanto a nivel físico,
como a nivel psicológico y social”.
Es en este punto nos damos cuenta de lo importante que es estar en presencia de
salud ocupacional. Ya que el realizar estas actividades que significarán algo para
nosotros nuestra vida irá tomando sentido e iremos formándonos nosotros
mismos. Si tenemos salud tanto física como mental podríamos estar en camino a
la felicidad, estar satisfecho de nuestra vida, sin estrés o algún malestar físico o
nuestro entorno podríamos llegar a hacer seres ocupacionales que se define como
personas con todas las capacidades de hacer cualquier cosa que se proponga
esto es lo más cercano a lo que nosotros llamamos felicidad. Para terminar hay
que recordar que para lograr la felicidad tenemos que tener salud, ya que estos 2
términos aquí presentes van tomadas de la mano.
El egoísmo y la felicidad.
El egoísmo se ha descrito como algo negativo desde siempre. Nos enseñan que
mientras más entreguemos al otro, más felices seremos. Que cada acción amable
será recompensada en algún futuro. La RAE define egoísmo como “inmoderado y
excesivo amor de sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés,
sin cuidar el de los demás” pero ¿Por qué estamos obligados a hacer felices al
resto haciéndonos miserables en el proceso? ¿No está bien ponerse en primer
lugar?
No es malo darse un gusto pensando en nuestros propios intereses, siempre y
cuando esto no afecte a otro. Jean Paul Sartre, dijo “Mi libertad se termina dónde
empieza la del otro” es bastante acertado y una de mis frases favoritas. Lo mismo
se puede aplicar a las pulsiones. Algunos de estos impulsos, son catalogados
negativamente por el mismo hecho de que afectan a los otros que nos rodean. El
egoísmo no siempre es bueno o malo, es malo, cuando por su causa se comenten
crímenes, nacidos de estas pulsiones que se ejecutan para satisfacer ese bajo
deseo. Nuestra propuesta de darle un toque positivo al egoísmo reside en
modificar la sublimación, esta sublimación debe cumplir con ciertas condiciones
para que sea eficaz. La sublimación debe enfocarse en una ocupación con un
carácter profundamente significativo para la persona, esta debe tener una marca
personal. Porque lo que nos gusta no es lo mismo que les gusta a los otros. Lo
que funciona en algunos tal vez no sea efectivo para otros. El mantenernos
ocupados día a día hasta olvidar ese deseo no funcionaría si no nos interesa
realmente lo que estamos haciendo. Hay una diferencia grande entre realizar una
acción que tiene sentimiento, en vez de acciones que no nos interesan.
En conclusión, no es malo realizar ocupaciones que nos hagan felices solo a
nosotros. Son precisamente ese tipo de sublimación la que tienen mayor impacto
en la persona, la que da verdaderos resultados, primero debemos buscar la
felicidad para nosotros mismos. Una vez que seamos felices podremos entregar
felicidad a los otros, una vez aprendamos amarnos a nosotros mismos podemos
amar al resto. Incluso al tratar de expresarlo de esa forma tan idílica, todavía
existe la gran duda de que si ponemos en práctica todo lo anterior podemos dejar
de sufrir por nuestras pulsiones y malos pensamientos, ¿podemos realmente
trasformar nuestros impulsos negativos en felicidad? ¿Están los humanos hechos
para ser felices? ¿O somos una existencia que solo con el dolor ajeno puede
evitar su propio sufrimiento? Pareciera que la única forma de alcanzar la felicidad,
es pisando los sueños y los corazones ajenos, pareciera ser que, si el otro no
sufre, no suplica, nosotros no podemos sonreír, incluso aunque aparentemente lo
tengamos todo. Lo único que nos queda, es tratar de luchar contra nuestra
naturaleza oscura, siniestra y esperar ser mejores. Pero recordemos que para ser
mejores para los otros, primero seamos mejores para nosotros mismos. Si
fingimos ser buenas personas, tal vez algún día terminemos siéndolo. O eso
esperemos.
Bibliografía
Burke J: una perspectiva clínica sobre la motivación. Am J Occup Ther. Obtenido de terapia
ocupacional.com:
http://www.terapia-ocupacional.com/articulos/Rehab_PsicoS_Emi_Navarron.shtml

Californa, A. P. (2010). Well Elderly Study Clinical Trial. Well Elderly Study Clinical Trial, 7(12).

Freud, S. (1930). El malestar en la cultura.

Grippo, J. (23 de 3 de 2012). psiconotas.com. Obtenido de psiconotas.com:


https://www.psiconotas.com/pulsion-89.html

Merino, J. P. (2012). definicion de salud. Obtenido de https://definicion.de/salud/

Yepes, R. (1996). Fundamentos de Antropología: Un ideal de la excelencia humana. Eunsa:


Pamplona

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