Días antes del viaje, un amigo me llamo por teléfono
para que lo acompañara a Coya a visitar a un curandero que veía por la orina de las personas, los males y enfermedades que las afectaban, les recetaba hierbas, conversaba y les daba consejos sobre el tratamiento, como preparar las tomas, tiempos de cocción y donde comprarlas en Rancagua. El día sábado en la mañana, temprano (6:30 AM) ya estaba en pie esperando a mis amigos. El viaje a Coya fue agradable, conversando de muchas cosas, ya que hacia tiempo no veía a uno de ellos y estaba siendo afectado por una enfermedad a la tiroides, motivo de su visita al chaman. De mi casa llevaba tallarines, arroz, atún en conserva y un paquete de hierba mate ya que el hombre no cobraba por la atención pero si aceptaba provisiones, cosas de almacén como se dice en el campo. Los amigos por su parte también traían otros comestibles, incluso una botella de vino tinto, un pernil y en el cruce de Nogales con la Carretera del Cobre compramos unas tortillas de pan amasado para el “meico”. Al llegar a Coya estacionamos fuera de la Comisaría desde donde comenzamos a caminar, cruzando el puente de madera, por donde antiguamente pasaba la va la canal de relaves, hasta el antiguo campamento de Coya, al otro lado del río del mismo nombre y lugar donde se une con el río Cachapoal. El cielo estaba cubierto de nubes y el día estaba oscuro, aun no eran las 8 de la mañana y bordeábamos el antiguo sendero de la ex-canal de relaves, camino estrecho donde aun quedan las fundaciones donde se apoyaban los pilares que soportaban la antigua canal canales. Abajo el río, arriba el cerro con su flora nativa, peucos, palomas y otros volando sobre las copas, olores a boldo, arrayanes, espinos sin algunas de sus ramas secundarias, señal segura de la presencia de personas en el lugar, visitadores ocasionales o tal vez para hacer expedito el acceso al lugar … La cabaña se encuentra en una planicie, lejos del acantilado, con sus cercas de maderas, ramas y troncos, haciendo los corrales y el contorno de la vivienda. La bienvenida la dieron los perros, chicos, nuevos, chicos y medianos y también de otras aleaciones caninas, levas inimaginables (como diría Neruda). Conejeros, ratoneros, policiales (la mayoría de civil por supuesto), y uno negro que parecía estitico siempre escoltado por una gallina colorada, al parecer encargada de la vigilancia del corral y de los pollitos, la nueva generación aviar. Don Ulises, así se llama el curandero, apareció por una puerta medio desvencijada, crujidora y con manillas de cordel. Hombre, mediana estatura, delgado, vestido con una camisa de color indefinido, pantalones de mezclilla, ojotas en sus pies, y en su cabeza un paño tipo gitano. Don Ulises era Chef del Hotel de las termas de Cauquenes, según dicen también, de origen húngaro y que de alguna manera se convirtió en ermitaño y se fue a vivir a la cordillera de Coya, con sus cabras de monte, perros y gallinas como compañía, yerbatero y ve por la orina de los demás sus dolencias…atiende todos los días, excepto los días 18 del calendario ( ¿ ), y si este día cae fin de semana tampoco atiende ese week-end como diría un spanglo americano. Esperamos un rato, éramos los primeros en llegar, ( era la idea), y mientras don Ulises echaba una manito de gato a su consultorio, con una escoba confeccionada obviamente por su dueño ( ¿tendrá otros usos me pregunte?) nos entreteníamos contemplando su rebaño carril, el carro que tiene tapado, su cabaña, como se proveía de agua desde la montaña y el paraje tan apacible, sin ruido, sin sobresaltos, solo el viento y las nubes que corrían sobre el cerro, me llamo la atención la ausencia de moscas, con tanto perro y gallina…quizás algún secreto de don Ulises… Primero entro el amigo de la tiroides…5, 10, 15 minutos pasaron hasta que salio con una hoja de cuaderno en sus manos. Entre a la cabaña (choza) a una primera habitación para luego entrar al consultorio de don Ulises, una pieza con una mesa, una imagen de santa Teresa de Calcuta, un rosario, cruces y estampitas. Me senté frente a don Ulises, una vela iluminaba la mesa y tomo el frasco con la orina, lo agito y comenzó a preguntar, miraba el liquido amarillo a la luz de la vela, lo movía y comenzo… UD. trabaja en la mina…tiene polvo en el cuerpo… también le duelen las rodillas, la espalda, ah..Tiene ciática...ummm...alguna herida… Si, le respondí, tengo una herida que no sana, es por el roce de la hebilla de la correa del respirador en mi cuello, la tengo hace años… Ya, me dijo, también lo vamos a ver… Tome este cuaderno, me paso uno y un lápiz (tuve que salir a conseguirme lentes con mis amigos), y cuando volví, comenzó a dictarme la receta...2 litros de agua…5 dias x 2 veces Así varias recetas, 3 días entre cada toma, compre las yerbas en la Yerbería tal en la calle tanto…ellos tienen de todo, yo les mando clientes y ellos pacientes…Quiere hacerme alguna pregunta…? Me quede pensando un momento, y le dije: este año será complicado en la parte económica, UD. sabe… dos hijas en la universidad… Corte dos veces con la mano izquierda, y puso un mazo de naipes frente a mi…un corte, otro…tres montones…y empezó…me dijo lo suficiente…. Gracias don Ulises…Vuelva cuando termine el tratamiento y le echaremos una miradita… Salí de la pieza oscura por la cortina, y luego de la cabaña por la puerta de madera…afuera había mas gente esperando, 4 personas…Ya que pase, el siguiente, mi otro amigo que ya estaba en tratamiento, ya no le dolía su espalda y la hizo cortita…salio luego, y retomamos el sendero de vuelta a Coya, por el camino nos cruzamos con otro grupo que se dirigía a casa de don Ulises, el chaman que dejo su país, Hungría, luego su profesión de chef y su trabajo, su vida social, para aislarse en la cordillera, con las yerbas, los perros y las cabras, para hacerse ermitaño y sanador, cuando se tiene el don, no se cobra porque este se pierde, dice don Ulises, personaje de nuestra región y un enigma viviente….