Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
David mira y juzga la actuación de otro, pero, ayudado por el profeta, fue capaz de verse
a sí mismo, de reconocer su pecado y pedir perdón.
Lo grande es que David fue capaz de hacer el camino de regreso al corazón de Dios y
se dejó transformar por su misericordia.
Nos cuesta emprender y reemprender el maravilloso camino de la verdad que nos hace
libres.
Por desgracia, las personas hoy día, cuanto más pierde el sentido el pecado, tanto menos
recurre al perdón de Dios.
Más que contra una ley o una norma moral, el pecado es contra Dios contra nuestros
hermanos y contra nosotros mismos.
Muchas veces podemos estar allí al lado del Señor, como los apóstoles, pero no
confiamos en él, en su misericordia y amor…
Confiemos en Él y gritémosle una y otra vez: Maestro, ¿No te importa que perezcamos?
¡Es verdad Señor, no tenemos mucha fe; es verdad, tenemos miedo! Pero, aún con
nuestra poca fe y contando con nuestros miedos, no dejamos de pedirte, bendecirte y
alabarte… por nosotros mismos, por los que amamos, por los que sufren, por el mundo
entero.