Definición de la personalidad
Rasgo cardinal: una característica única que dirige buena parte de las
actividades de una persona.
Definiciones jerárquicas
Otras definiciones
uno de los factores que alteran directamente las relaciones humanas son los
valores y esto es por el simple hecho de que una buena base en valores hace que
una persona sea más social algunos de los valores que influyen en esto son:
Respeto:
El respeto requiere aprender a escuchar a los otros cuidando todas las formas de
vida diferentes. Es un valor importante para la sociedad, ya que genera apoyo y
solidaridad en el grupo social.
Tolerancia:
Equidad:
La equidad es tratar a todos por igual, independiente de su clase social, raza, sexo
o religión. La equidad es un valor fundamental para reforzar el respeto a las
características particulares de cada individuo y dar un sentido más profundo a la
justicia como derecho fundamental.
Paz:
La paz es un valor que busca formas superiores de convivencia. Es un ideal que
evita la hostilidad y la violencia que generan conflictos innecesarios. La paz es la
base para la armonía consigo mismo y con los demás para tener una vida serena
y tranquila agradeciendo la existencia.
Honestidad:
Lealtad:
Las Relaciones Humanas son las enderezadas a crear y mantener entre los
individuos relaciones cordiales, vínculos amistosos, basados en ciertas reglas
aceptadas por todos y, fundamentalmente, en el reconocimiento y respeto de la
personalidad humana.
El propio nombre de cada una de estas disciplinas ya nos esta indicando una
diferencia importante:
Relaciones Humanas son vinculaciones entre los seres humanos o
personas
Quiere decir, que en las Relaciones Públicas uno de los extremos de la relación es
siempre un grupo. Mientras que en el caso de las Relaciones Humanas, en ambos
extremos de la relación existe una persona individual.
Para llegar a las Relaciones Públicas es preciso primeramente pasar por las
Relaciones Humanas, en efecto es muy difícil proyectar una imagenfavorable de la
organización si esta no conforma un grupo homogéneo, en el que impera un
sentimiento de simpatía, colaboración y entendimiento entre sus miembros. Toda
bien planificada campaña de relaciones públicas debe iniciarse con una intensa
actividad de Relaciones Humanas.
El Directorio sabe que sus subordinados poseen sin excepción una personalidad.
Esta personalidad es propia y distinta en cada caso y son más complejas y
numerosos que los perfiles de una máquina. Si el Jefe reconoce que no puede
trabajar sin conocer a fondo los útiles, máquinas y herramientas más aún
reconoce la obligación que tiene de familirizarse con las personas que componen
las herramientas activas más importantes dentro de la estructura. A esa
familiarización se llega nada más que por las vías de las Relaciones Humanas.
Relaciones Humanas y Personalidad
Voltaire decía que “no hay mejor manera de quedar mal con todos que el
pretender quedar bien con todos”. En realidad, el examen supremo de cada uno
es el espejo: uno debe verse con la tranquilidad de consciencia de pensar y actuar
según los parámetros del bien sin dejarse arrastrar por la opinión mayoritaria, ni de
lo que está de moda, ni “lo políticamente correcto”. Al mismo tiempo, para llegar a
las propias conclusiones es indispensable contar con una mente abierta que
preste debida atención a contribuciones fértiles, incluso las que refutan lo que
estimábamos conveniente.
Parece entonces que hubiera una tensión entre el pensamiento y la conducta que
se considera correcta por un lado, y por otro la opinión y los procedimientos de
muchos de los congéneres. Efectivamente, esto es así pero con buenos modales y
adecuada educación uno no debe torcer el rumbo con la intención de quedar bien
puesto que así no solo se queda mal con la propia consciencia amputando la
propia personalidad, sino que, en definitiva, como enseña Voltaire, se queda mal
con otros ya que, en última instancia, no es respetada la conducta errática según
vayan los vientos del momento. Esta es la gente “fácil” que se amolda a cualquier
cosa aunque signifique la traición a valores y principios que el sujeto en cuestión
sabe son los que corresponden.
Una vez consignado lo dicho, debe señalarse que para establecer relaciones con
otras personas que no vulneran los referidos valores y principios sino que hacen a
la convivencia, debemos interesarnos por lo que estima la persona o las personas
con las que intentamos la relación. Dale Carnegie en el clásico Como ganar
amigos e influir sobre las personas ejemplifica con la pesca: al pescador pueden
gustarle las frutillas con crema pero el pez rechazaría esa carnada de modo que,
si se quier lograr el objetivo, lo relevante es lo que le atrae al pez. En el mismo
sentido, Adam Smith en La riqueza de las naciones escribe un conocido y muy
citado párrafo donde alude al carnicero que no obtiene sus ingresos como
consecuencia de hablar de sus gustos personales sino que se dirige a los
intereses de su consumidor potencial.
Las relaciones humanas tienen indudablemente sus bemoles y, por eso, hay que
administrarlas con cuidado sin abdicar de la propia personalidad. Uno de los
problemas mayores es la falta de integridad y coraje por mantener las propias
convicciones frente a las avalanchas de opiniones en contrario. La importancia del
“courage to stand alone” que repetía Leonard Read. También es cierto que
cuanto menos cultivada una mente más fácil le resultará llevarse bien con el
común denominador y viceversa, lo cual naturalmente no debe conducir a que se
renuncie o mutile la propia personalidad en aras de una mejor convivencia puesto
que con ello se remata el objeto mismo de la vida que es juzgada por el bien que
ha realizado en el mundo que le tocó vivir a cada uno y no por los aplausos
recibidos.
Por último, como una apostilla y para cerrar lo dicho, cito un pensamiento
de Bertrand Russell de La conquista de la felicidad, respecto de la presión que
ejercen los demás sobre las conductas de quienes se apartan del promedio (algo
del que ya habían advertido autores como J. S. Mill en On Liberty): “Muy pocos
pueden ser felices sin que aprueben su manera de vivir y su concepto del mundo
las personas con quienes tienen relación social […] Pero para una minoría, en la
que figuran todos los que tienen algún mérito intelectual o artístico, esta actitud de
aquiescencia es imposible […] Un perro ladra más ruidosamente y muerde más
pronto a los que le tienen miedo que a los que le tratan con desprecio, y al rebaño
humano le ocurre algo parecido. Si le demostramos miedo, ve la posibilidad de
una buena caza, mientras que si somos indiferentes, dudan de su poder y tienden
a dejarnos solos”.